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Biografía de César Augusto, el primer emperador César Augusto

César Augusto, también conocido como Octavio, fue el primer emperador, ya que con
su antecesor murió la República que había gobernado Roma. Además, fue el emperador
romano que más tiempo estuvo en el poder.
Nació el 23 de septiembre del año 63 antes de Cristo en Roma, en el seno de una familia rica
y acomodada; su padre era pretor de Macedonia y su madre era sobrina-nieta de Julio César.
Tras su nacimiento tuvo que trasladarse a la localidad de donde era originario su padre,
Velletri. Durante su juventud mostró grandes aptitudes para la política y el ejército, por lo que
Julio César decidió adoptarle en el año 45 antes de Cristo y le convirtió en su heredero.
Llevó a cabo varias campañas en Hispania y tuvo que enfrentarse a los partos en Epiro,
donde recibió la noticia de la muerte de Julio César en el año 44 antes de Cristo. Acto seguido
puso rumbo a la capital y cuando llegó se encontró con que Marco Antonio y Lépido habían
repartido el territorio.

Batallas de Octavio para obtener el poder


Tuvo que luchar contra Marco Antonio para obtener el poder. Para ello contó con
el apoyo de Cicerón, los republicanos del Senado y los grandes financieros, gracias a los
cuales pudo costearse un ejército propio.
Tras derrotar a Marco Antonio, volvió a Roma y exigió al Senado que le nombrasen cónsul pero
debido a su edad, apenas 20 años, su petición fue denegada.
Debido a este rechazo, marchó sobre Roma para tomar el poder. Lo hizo sin que se produjera
combate alguno, ya que todas las tropas, incluidas las que se enviaron contra él, le apoyaron.
Una vez nombrado cónsul, decidió otorgarse poderes extraordinarios. Debido a la resistencia
de Bruto y Casio, que se negaban a aceptarle, se alió con sus antiguos enemigos Marco
Antonio y Lépido y formó un triunvirato.
Esto dio lugar a la continua persecución de los republicanos que terminaría en el año
42 antes de Cristo en la batalla de Filipo en Macedonia.
Hecho esto, decidió repartir el poder junto con Marco Antonio, dejándole a este la zona
oriental mientras él controlaba la occidental. Esto produjo un enfrentamiento entre ambos, la
guerra de Perugia, en la que Agripa, del lado de Octavio, derrotó a las tropas de Marco Antonio.
Acto seguido se hizo un nuevo acuerdo para repartir el poder. Octavio gobernaría toda
la parte occidental; Marco Antonio tendría el poder de la parte oriental pero hasta el río Drin;
Lépido dominaría África; y por último Italia sería gobernada por los tres conjuntamente. Para
mantener la paz, Marco Antonio se casó con la hermana de Octavio, Octavia la Menor.
Poco después, Marco Antonio había caído bajo la redes de la reina de
Egipto, Cleopatra, de quien se había enamorado. Ésta gobernaba con una política más
típicamente oriental, lo que no gustó nada a Augusto, pues iba en contra de los intereses
romanos. Debido a ello, le declaró la guerra a Cleopatra en el año 32 antes de Cristo.
Un año más tarde saldría victorioso de la batalla de Accio, tras la cual consiguió entrar
en Alejandría. Poco después, y viendo su derrota, Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron.
Egipto se convirtió en una provincia romana, lo que otorgó a Octavio el control de toda la zona
mediterránea.
César Augusto: Emperador
Una vez regresó a Roma, decidió cambiar la forma de gobierno. Trasformó la República
en un sistema político más parecido a un Imperio, en el que el poder se dividía en el Senado y
el pueblo por un lado, y el emperador y su casa por otro.
Entre sus medidas, estaba la de renovarse a sí mismo el título de cónsul, además de otorgarse
nuevos títulos para aumentar su poder, como Princeps senatus; Augustus, con un trasfondo
divino; Imperator Proconsulare en algunos de los territorios para tener poder militar; Tributo
Vitalicio, Cónsul Vitalicio, Prefecto de las costumbres, Gran Pontífice y finalmente Padre de la
Patria.
Rechazó su divinización en vida, pero hizo instaurar el culto al emperador por parte de todos
los habitantes.
Una de sus principales misiones fuer mejorar la economía y estabilidad de Roma, que
se veía amenazada por la gran extensión de los territorios. Para ello, reformó las instituciones y
las adaptó a las necesidades del imperio, creando el Consejo del Príncipe, del que formaron
parte personas que contaban con el favor del emperador, como Agripa.
También dividió las provincias en dos tipos de territorio; el primero, las senatoriales, con
el fin de que fueran gobernadas por una persona nombrada por parte del Senado; por otro lado
estaban las imperiales, que serían gobernadas por el propio emperador.
Asimismo, reorganizó el sistema fiscal, instaurando una gestión directa y menos
agresiva. Favoreció a los pertenecientes a la orden ecuestre de la que provenía en lugar de a
la aristocracia procedente del Senado.
También aseguró las fronteras del extenso territorio de los constantes enfrentamientos con los
partos y los germanos, además de seguir expandiendo el imperio por la parte oriental. Debido
a su falta de hijos, adoptó a Tiberio como su sucesor.
Murió el 19 de agosto del año 14 en Nola. Tras su muerte, Tiberio consiguió el poder sin
problemas. Gracias a la gran labor que había realizado, el pueblo pidió que se le divinizara,
tras lo cual el nombre de Augusto sería utilizado como título por los siguientes emperadores.
Su cuerpo fue trasladado a Roma y quemado en el Campo de Marte.
Augusto
Augusto (Cayo Julio César Augusto). Primer emperador del Imperio Romano, el cual
gobernó desde 27 a.n.e. hasta su muerte en 14, convirtiéndose así en el emperador romano
con el reinado más prolongado en la Historia (en total, 44 años de mandato).
Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino, fue adoptado por su tío abuelo Julio
César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C. pasó a llamarse
Cayo Julio César Octaviano. En 27 a. C. el Senado le concedió usar el cognomen de
«Augusto», y por consiguiente se convirtió en Cayo Julio César Augusto A causa de los varios
nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos entre
63 y 44 a. C., «Octaviano» de 44 hasta 27 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C.

Trayectoria
El joven Octavio se convirtió en heredero de Julio César tras el asesinato de éste en 44
a. C. Un año después, en 43 a. C., conformó junto a Marco Antonio y Lépido una dictadura
militar conocida como el Segundo Triunvirato. Como triunviro, Octaviano gobernó Roma y la
mayor parte de sus provincias como un autócrata, haciéndose con el poder consular tras las
muertes de los cónsules Aulo Hircio y Pansa y haciéndose reelegir a sí mismo todos los años.
Tiempo después, el triunvirato se iría rompiendo ante las ambiciones de sus creadores: Lépido
fue obligado a exiliarse, mientras que Marco Antonio terminó suicidándose tras su derrota en
la Batalla Naval de Actium frente a la flota de Octaviano, dirigida por Agripa en 31 a. C.
Con la desaparición del Segundo Triunvirato, Octaviano restauró los principios de la
República Romana, con lo que el poder gubernamental pasó a establecerse en el Senado,
aunque en la práctica él retendría su poder autocrático. Pasaron varios años para que se
llegara a determinar la estructura exacta por la cual una entidad republicana podría ser dirigida
por un único gobernante; el resultado pasó a conocerse como el Principado. El título imperial
nunca llegó a considerarse como un cargo similar a lo que había significado la dictadura
romana de la República, y que César y Sila habían ostentado con anterioridad; Augusto
rechazó formalmente dicho cargo después de que la sociedad romana «le rogara que asumiera
la dictadura». Por ley, Augusto contaba con toda una colección de poderes perpetuos
conferidos por el Senado, incluyendo aquellos relativos al tribuno de la plebe y el censor.
Ocupó el consulado hasta 23 a. C.Por otro lado, su poder real fue creciendo gracias a su poder
económico y a los recursos obtenidos de sus conquistas, creando relaciones de clientela a lo
largo del Imperio Romano, y ganándose la lealtad de muchos soldados y veteranos militares,
la autoridad implícita en los muchos honores y títulos que le eran concedidos por el Senado, y
el respeto de la gente.
El control de Augusto sobre la mayoría de las legiones de Roma existentes supuso una
amenaza armada que podía ser usada contra el Senado, permitiéndole de esta forma
coaccionar las decisiones del mismo. Con este poder para eliminar la oposición senatorial
mediante el uso de armas, el Senado pasó a adoptar un perfil dócil hacia su estatus soberano.
Su reinado por medio del clientelismo, el poder militar y la acumulación de los cargos propios
de la extinta República, se convirtió en el modelo a seguir para los posteriores gobernantes.

Mandato
El mandato de Augusto inició una era de paz relativa conocida como la Paz romana o
Pax Augusta (en su honor). Salvo por las constantes guerras fronterizas, y con la excepción
de una guerra civil de sucesión imperial que duró un año, la sociedad del Mediterráneo gozó
de un ambiente pacífico durante más de dos siglos. De igual forma, Augusto expandió
el Imperio Romano, asegurando en el proceso sus fronteras mediante la subordinación
a Roma de las regiones circundantes. Además, celebró un acuerdo de paz con el Imperio Parto
el más poderoso de sus vecinos por la vía diplomática, reformó el sistema tributario romano,
desarrolló redes de caminos que contaban con un sistema oficial de mensajería, estableció un
ejército permanente (así como un pequeño cuerpo de marina), y creó la Guardia Pretoriana
junto a fuerzas policiales de seguridad, tanto para mantener el orden como para combatir los
incendios en Roma. Resulta destacable añadir que gran parte de la ciudad se reconstruyó bajo
su reinado.
Tras su muerte en 14 d. C., el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el
pueblo romano A manera de legado, sus nombres «César» y «Augusto» serían adoptados por
todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado «Agosto» en su
honor. Asimismo, sus logros son relatados en un documento conocido como «Los escritos de
Divino Augusto» que, a petición del propio Augusto, fue grabado en un par de pilares de bronce
y colocado enfrente de su mausoleo, llegando tiempo después a tallarse en gran cantidad de
edificaciones, muchas de las cuales han sobrevivido. No obstante, este material es
considerado poco objetivo históricamente, y más bien es tratado como un escrito publicitario
cuyo objetivo es ofrecer una visión idílica del principado ejercido por Augusto. Tras un largo
proceso para solventar los problemas en torno a su heredero, César Augusto fue sucedido por
su hijastro Tiberio.
A pesar de que su familia paterna, perteneciente al orden ecuestre, provenía de la
ciudad de Veletri, situada aproximadamente a unos 40 kilómetros de Roma, Augusto nació en
la ciudad de Roma el 23 de septiembre de 63 a. C., más específicamente en Cabezas de Buey,
una pequeña propiedad ubicada en el Monte Palatino, muy cerca del Foro Romano. Un
astrólogo le mandó una advertencia a su padre, pero éste prefirió ignorarla (en lugar de dejar
al niño al aire libre para ser devorado por los perros). Al nacer recibió el nombre Cayo Octavio
Turino, siendo el cognomen «Turino» una probable referencia a la victoria de su padre en
Turios sobre una rebelión de esclavos. Debido a la superpoblación de Roma en esa época,
Octavio fue llevado al pueblo natal de su padre, en Veletri, para ser criado ahí. En sus
memorias, el futuro emperador sólo hace una breve referencia a su familia natural del orden
ecuestre: su bisabuelo paterno se había desempeñado como un tribuno militar en Sicilia, bajo
el mando de Lucio Emilio Papo, durante la Segunda Guerra Púnica, mientras que su abuelo
sirvió en varios puestos políticos regionales. Su padre, llamado también Cayo Octavio, fue
pretor y gobernador de Macedonia, y su madre, Atia Balba Cesonia, era la sobrina de Julio
César.
Quedó huérfano de padre en 59 a. C., cuando tenía cuatro años de edad. Su madre
contraería nuevas nupcias con un ex gobernador de Siria, Lucio Marcio Filipo quien afirmaba
ser descendiente de Alejandro Magno y que fue elegido cónsul en 56 a. C. Contrario a lo que
pudiera pensarse, Filipo nunca mostró mucho interés en el joven Octavio; debido a lo anterior,
Octavio fue criado por su abuela materna Julia César la Menor.
En 52 o 51 a. C., Julia César la menor falleció y Octavio fue el encargado de pronunciar
el discurso fúnebre de su abuela. A partir de ese momento su madre y su padrastro asumieron
un rol más activo en su educación. Se sabe que Filipo lo educó con una disciplina férrea en los
años venideros. Cuatro años después, el joven fue investido con la toga viril, un año antes que
la edad establecida para los demás jóvenes romanos, aspecto que demuestra su madurez
prematura. El biógrafo Suetonio decía de él que «Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos
vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente
rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez
entre morena y blanca, corta estatura (...).»Asimismo, un par de hechos que evidenciaron su
disponibilidad para asumir cargos y obligaciones a temprana edad eran que, en 47 a. C., resultó
electo al Colegio de Pontífices y al año siguiente fue puesto a cargo de los juegos griegos que
se realizaron en honor al Templo de Venus Genetrix, construido por Julio César. De acuerdo
a Nicolás de Damasco, Octavio deseaba unirse a las tropas de César para su campaña en
África, pero desestimó lo anterior una vez que su madre se opusiera. En 46 a. C., Atia le dio
permiso de unirse a César en Hispania, pero Octavio cayó enfermo y no pudo viajar.
Una vez recuperado, navegó hacia el frente pero naufragó; tras llegar a la costa con
algunos de sus compañeros, cruzó territorio hostil antes de llegar al campamento de César,
algo que impresionó de manera considerable a su tío abuelo. El historiador Marco Veleyo
Patérculo reportó que, después de eso, César permitió que el joven compartiera su carroza. Al
regresar a Roma, César depositó discretamente un nuevo testamento con las vestales,
nombrando a Octavio como el principal beneficiario.

Ascenso al poder
Testamento de César
Para cuando Julio César fue asesinado en los idus de marzo (específicamente, el 15 de
marzo) de 44 a. C., Octavio se hallaba estudiando y formando parte de un entrenamiento militar
en Apolonia de Iliria, (en el emplazamento de la ciudad moderna de Pojan). Tras objetar el
consejo de algunos oficiales del ejército de que tomara refugio con las tropas en Macedonia,
el joven navegó a Italia para averiguar si tenía algunas potenciales fortunas políticas o,
siquiera, posibilidades de afianzar su seguridad. Al llegar a Lupiae, cerca de Brindisi, se enteró
del contenido del testamento de César, y sólo entonces decidió luchar por convertirse en el
heredero político de su tío abuelo, así como beneficiario de las dos terceras partes de su
patrimonio.
Por otro lado, al no tener ningún hijo legítimo, César adoptó a Octavio como su hijo y
principal heredero. Tras la adopción, Octavio asumió el nombre de su tío abuelo, Cayo Julio
César. Aunque los romanos que eran adoptados en una nueva familia usualmente retenían
sus nombres originales (por ejemplo, «Octaviano» para todo aquel que había sido un
«Octavio», «Emiliano» para un «Emilio», etc.), no hay evidencia alguna de que él usara en
algún momento el nombre Octaviano, lo cual pudo haber vuelto muy lógico el dato de sus
orígenes modestos. Sin embargo, a pesar de que nunca usara de manera oficial el nombre
Octaviano, para evitar confundir al dictador con su heredero, los historiadores suelen referirse
al nuevo César entre su adopción y asunción, en 27 a. C., de nombre Augusto como Octaviano.
En algún momento, Marco Antonio dijo que Octaviano había sido adoptado por César a través
de favores sexuales, aunque Suetonio mencionó, en su obra Las vidas de los doce césares,
que la acusación de Antonio consistía verdaderamente en una calumnia política.[
Debido a su propósito de realizar una entrada exitosa en los peldaños de la jerarquía
política romana, Octaviano no podía confiar en sus fondos limitados. Tras una cálida recepción
por los soldados de César en Brindisi, Octaviano demandó una porción de los fondos que
habían sido repartidos por César para la tentativa guerra contra el Imperio Parto el vecino más
poderoso de Roma en el Medio Oriente. El dinero acumulado equivalía a 700 millones de
sestercios, monto que se hallaba almacenado en Brindisi, la zona de estacionamiento en Italia
para las operaciones militares en territorio oriental. Una posterior investigación senatorial en
torno a la desaparición de los fondos públicos rechazó tomar acciones legales contra
Octaviano, puesto que él había usado, de forma subsecuente, todo aquel dinero acumulado
para aumentar sus tropas contra el archienemigo del senado, Marco Antonio.
Octaviano llevó a cabo otra acción audaz en 44 a. C. cuando, sin poseer permiso oficial,
se apropió del tributo anual que había sido enviado de la provincia del oriente próximo
de Roma a Italia. Con el paso del tiempo, Octaviano empezó a reforzar sus tropas con los
legionarios veteranos de César y los cuerpos militares diseñados para la guerra contra los
partos, obteniendo un mayor apoyo al enfatizar su estatus como heredero de César. En su
marcha a Roma a través de Italia, la presencia de Octaviano y sus nuevos fondos adquiridos
atrajeron a muchos ex veteranos de César en Campania. Para junio, había reunido un ejército
de 3.000 veteranos leales, cada uno con un salario de 500 denarios.
Al llegar a Roma, el 6 de mayo de 44 a. C., Octaviano encontró al cónsul Marco Antonio,
ex colega de César, en una frágil tregua con los asesinos del dictador; a éstos se les había
concedido una amnistía general el 17 de marzo, aunque Antonio había logrado expulsar a la
mayoría de ellos de Roma. Esto último se debía al elogio «enardecedor» que dio en el funeral
de César, dirigiendo la opinión pública en contra de los asesinos. Aunque Antonio estaba
acumulando apoyo político, Octaviano todavía tenía la oportunidad de rivalizar con él para ser
el dirigente de la facción que apoyaba a César. Además, Antonio había perdido el apoyo de
muchos romanos y partidarios de César cuando se opuso, en primera instancia, a la moción
hecha para elevar a César a un estatus divino. Octaviano no tuvo éxito al intentar persuadir a
Antonio de que renunciara al dinero de César para que se lo entregara a él; sin embargo
obtuvo, durante el verano, el apoyo de los simpatizantes de César, quienes veían al joven
heredero como el mal menor y esperaban ya fuera manipularlo, o servirse de él en sus
esfuerzos para deshacerse de Antonio. En septiembre, el orador optimate Marco
Tulio Cicerón comenzó a atacar a Antonio en una serie de discursos en los que denunciaba
que este último representaba la mayor amenaza para el orden del Senado.
Con la opinión de los romanos cada vez más en su contra y sabiendo que su año de
poder consular llegaba pronto a su fin, Antonio intentó aprobar una serie de leyes que le
otorgarían finalmente el control sobre Galia Cisalpina, territorio de Décimo Junio Bruto Albino,
uno de los asesinos de César. Mientras tanto, Octaviano reclutó un ejército privado en Italia al
enrolar a los veteranos de César, y el 28 de noviembre obtuvo la lealtad de dos de las legiones
de Antonio gracias a su oferta de recompensas de carácter económico. A la vista de la fuerza
militar de Octaviano, Antonio percibió el peligro que suponía para él permanecer en Roma y,
para el alivio del Senado, partió hacia la Galia Cisalpina, que le debía ser entregada para su
gobierno a partir del 1 de enero.

Conflicto con Marco Antonio


Después de que Décimo Bruto rehusara a entregar la Galia Cisalpina a Antonio, Antonio
lo sitió en Mutina (actual Módena). Las resoluciones dictadas por el Senado para detener la
violencia fueron ignoradas por Antonio, a sabiendas de que el Senado carecía de un ejército
propio con el que desafiarlo; esto le dio una oportunidad a Octaviano, que se sabía que poseía
fuerzas armadas.
Durante esta época fue que Antonio acusó a Octaviano de conspirar contra él, y de
haber intentado asesinarlo. Sin embargo, el joven no estaba completamente desamparado
para afrontar las acusaciones, ya que tenía de su lado a varios personajes importantes que
estaban dispuestos a ayudarlo. Entre ellos se encontraba Cicerón, quien tenía un profundo
odio hacia Antonio; éste defendió a Octaviano contra las burlas de Antonio sobre la ausencia
de noble linaje en el joven; él dijo: «no tenemos un ejemplo más brillante de devoción
tradicional entre nuestros jóvenes».Esto fue en parte una refutación a la opinión hecha por
Antonio a Octaviano, pues Cicerón citó a Antonio cuando le dijo a aquel: «Tú, muchacho, le
debes todo a tu nombre». En base a esta difícil alianza orquestada por el senador anticesariano
Cicerón, el Senado nombró a Octaviano senador el 1 de enero de 43 a. C., otorgándole también
el poder de votar junto a los cónsules. Aún cuando el Senado le brindó su apoyo, su verdadero
objetivo era debilitar las facciones partidarias de César y ayudar a Bruto, quien se hallaba
asediado por Antonio. Así, Octaviano recibió el imperium propretoriano, lo cual hizo que su
situación al mando de un ejército fuera legal a diferencia del poder ejercido por Antonio y así
poder ir a socorrer el asedio, junto con los cónsules Hircio y Pansa. En abril de 43 a. C., las
fuerzas de Antonio fueron vencidas en las batallas de Forum Gallorum y Mutina, forzando a
Antonio a retirarse de Galia Narbonense. No obstante, el par de cónsules murieron durante los
enfrentamientos, lo cual dejó a Octaviano como el único comandante en jefe de sus ejércitos.
El senado, después de entregar un mayor número de condecoraciones a Décimo Bruto
que a Octaviano por haber derrotado a Antonio, intentó darle el dominio de las legiones
consulares a Décimo Bruto, pero Octaviano decidió no cooperar. Por el contrario, Octaviano
permaneció en la llanura padana y rehusó ayudar en las futuras ofensivas en contra de Antonio.
En julio, una embajada de centuriones enviada por Octaviano llegó a Roma para exigir que se
entregara a Octaviano el consulado que había quedado vacante tras las muertes de Hircio y
de Pansa. Asimismo, exigió que, por un lado, el decreto que declaraba a Antonio como
enemigo público fuera anulado y, por el otro, que se disolviera la amnistía dada a los
conspiradores responsables de la muerte de César. Cuando recibió la negativa del senado,
Octaviano marchó sobre la ciudad de Roma al mando de ocho legiones. No se encontró con
ninguna oposición militar en Roma, y el 19 de agosto de 43 a. C. fue elegido cónsul junto a su
familiar Quinto Pedio como colega consular. Mientras tanto, Antonio formaba una alianza con
Lépido, otro líder cesariano

Muerte
La enfermedad de Augusto en 23 a. C. puso en evidencia los problemas en torno a su
sucesión. Con el propósito de garantizar la estabilidad, Augusto necesitaba designar un
heredero para su posición extraordinaria en la sociedad y gobierno romanos. Esto debía
conseguirse mediante el uso de vías suaves, poco dramáticas y acumulativas que no
revolviesen los temores senatoriales contra la figura de la monarquía. Si alguien iba a heredar
su posición extraoficial de dominio, esa persona debía ganárselo por méritos que fueran
reconocidos por el pueblo romano Algunos historiadores consideran que los indicios apuntaban
al hijo de la hermana de Augusto, Marco Claudio Marcelo, que además se había casado con
la hija de Augusto, Julia la mayor.
Otros historiadores, en cambio, cuestionan este punto de vista basándose en el
testamento de Augusto, leído en voz alta por el Senado, mientras éste se hallaba gravemente
enfermo en 23 a. C., y en el que éste mostraba su preferencia por Marco Agripa, que en ese
momento era su segundo al mando y, puede que también el único de sus más allegados que
podría haberse hecho cargo de las legiones y mantener el Imperio unido.
Tras la muerte de Marcelo en 23 a. C., Augusto hizo que su hija se casara con Agripa,
con quien tuvo tres hijos y dos hijas: Cayo César, Lucio César, Julia la Joven, Agripina la mayor
y Agripa Póstumo, este último llamado así porque nació después de que falleciera Agripa. Poco
después del segundo pacto, Agripa consiguió un cargo de cinco años años de duración para
la administración de la mitad oriental del Imperio con el imperium de un procónsul y la misma
tribunicia potestas concedida a Augusto (aunque no rebasaba la autoridad de éste), estando
ubicada su sede de gobierno en la isla de Samos, en las Cícladas. A pesar de que esta
concesión de poder habría evidenciado el favorecimiento de Agripa por parte de Augusto,
también significó una medida para complacer a los miembros de su partido cesariano, al
permitir que uno de ellos compartiera una considerable cantidad de poder junto a él.
La intención de Augusto de convertir a Cayo y Lucio César en sus herederos resultó
evidente cuando los adoptó legalmente como hijos propios En 5 y 2 a. C. volvió a ocupar el
consulado para así personalmente acomodarlos en sus carreras políticas, resultando ambos
nominados para los consulados de 1 y 4 d. C. Augusto mostró también preferencia por sus
sobrinos, los hijos de Livia de su primer matrimonio, Druso el Mayor y Tiberio, concediéndoles
mandos militares y puestos públicos, y pareciendo favorecer más a Druso. Sin embargo, el
matrimonio de Druso con Antonia, sobrina de Augusto, fue una relación que se hallaba tan
incrustada en el seno de la familia que llegaría a perturbar las cuestiones sucesorias. Tras la
muerte de Agripa en 12 a. C., Tiberio, fue obligado a divorciarse de su esposa Vipsania para
casarse con la viuda de Agripa, e hija de Augusto, Julia tan pronto como el período de duelo
por Agripa concluyó. Mientras el matrimonio de Druso con Antonia fue considerado como una
relación inquebrantable, Vipsania era «solamente» la hija del fallecido Agripa, producto de su
primer matrimonio.
Tiberio compartió los poderes tribunicios de Augusto en 6 a. C., pero poco después
anunció su retiro pues, según varias fuentes, no quería asumir su futuro rol en la política,
resolviendo en exiliarse a Rodas. Aunque se desconoce una razón específica para su partida,
esta pudo deberse a varias razones, incluyendo entre ellas un fallido matrimonio con Julia.
Además, pudieran haber tenido mucho que ver los sentimientos de celos y de exclusión que
sintió una vez que los nietos, para entonces hijos adoptivos, de Augusto (Cayo y Lucio), se
unieron al colegio de sacerdotes a una edad temprana, siendo presentados a la audiencia de
una forma más favorable, y siendo presentados al ejército en Galia.
Tras las muertes tempranas de Lucio y Cayo en 2 y 4 d. C., respectivamente, así como
el fallecimiento repentino de su hermano Druso (en 9 a. C.), Tiberio fue convocado a Roma en
junio de 4 d. C., donde Augusto lo adoptó con la condición de que él, por su parte, adoptara a
su sobrino Julio César Germánico. Esto continuó la tradición de ofrecer, como mínimo, con
hasta dos generaciones de herederos. Ese año, Tiberio obtuvo también los poderes de tribuno
y de procónsul, los emisarios de reinos extranjeros tendrían que mostrarle sus respetos, y para
13 d. C., recibió junto con su segundo triunfo un nivel igual de imperium que el que tenía
Augusto. El único posible aspirante a heredero era Póstumo Agripa, que había sido exiliado
por Augusto en 7 d. C., sanción que más tarde se volvería perpetua por medio de un decreto
senatorial, así que Augusto oficialmente lo desheredó. Desde luego, con ello perdió el favor de
Augusto, y el historiador Erich S. Gruen hace mención a varias fuentes contemporáneas que
califican a Póstumo Agripa como «un joven vulgar, cruel y bruto, y de carácter depravado» No
se sabe con certeza, pero Póstumo Agripa pudo haber sido asesinado en su lugar de exilio
poco antes o después de que falleciera Augusto.
El 19 de agosto de 14 d. C. Augusto murió mientras visitaba el lugar de la muerte de su padre
en Nola. Tiberio que se hallaba presente junto con Livia en el lecho de muerte de Augusto sería
su heredero, según se confirmó a la apertura de su testamento. Las últimas palabras de
Augusto fueron: "La comedia ha terminado. ¡Aplaudid!". No obstante, sus últimas palabras
públicas fueron: «Mirad, encontré una Roma hecha de ladrillo, y os la dejo de mármol». Una
gran procesión funeraria de plañideras viajó junto con el cuerpo de Augusto desde Nola hasta
Roma, y el día de su entierro cerraron todos los negocios, tanto públicos como privados. Tiberio
y su hijo Druso pronunciaron el panegírico de pie sobre dos rostra.
Confinado en su féretro, el cuerpo de Augusto fue cremado en una pira cerca de su
mausoleo; más tarde se proclamó que se había unido con los demás dioses como un miembro
más del panteón romano. En 410, durante el saqueo de Roma, los Godos asaltaron el
mausoleo y dispersaron las cenizas de Augusto.
El historiador D. C. A. Shotter considera que las políticas de Augusto a favor de la línea familiar
Julia sobre la Claudia podrían haber dado a Tiberio razones suficientes como para que
mostrara un claro desprecio por Augusto tras su muerte; en cambio, Tiberio siempre fue rápido
en reprender a todos aquellos que criticaron a Augusto. Shotter sugiere que la deificación de
Augusto, junto con la «actitud extremadamente conservadora» de Tiberio hacia la religión,
forzó a este último a contener cualquier resentimiento que pudiera haber concebido. Además,
el historiador R. Shaw-Smith hace mención a las cartas dirigidas por Augusto a Tiberio, en las
que mostraba su afecto y alta consideración por los méritos militares de Tiberio. Shotter
comenta que Tiberio enfocó su animadversión y críticas en Cayo Asinio Galo (por haber
desposado a Vipsania después de que Augusto obligara a Tiberio a divorciarse de ella) así
como los dos jóvenes césares Cayo y Lucio, en vez de hacerlo con Augusto, el verdadero
responsable de su divorcio y, finalmente, de su degradación imperial.

Reformas
Las reformas económicas que Augusto implementó en Roma tuvieron un gran impacto
sobre el éxito posterior del Imperio Romano. Augusto hizo que una gran porción del terreno
sobre el que se había extendido el Imperio Romano pasase a estar bajo control e imposición
directa de Roma, en lugar de extraer una cifra variable, intermitente y en cierto modo arbitraria
de impuestos de cada provincia local, como había ocurrido hasta entonces.La reforma
incrementó enormemente la cifra neta de ingresos que Roma percibía de sus nuevos
territorios, estabilizando el flujo y regularizando la relación financiera entre Roma y las
provincias, en lugar de provocar resentimientos continuos ante cada nueva exacción de
tributos. Las cifras impositivas durante el reinado de Augusto se determinaban por el censo de
población, con cuotas fijas para cada provincia en función del número de habitantes. Los
ciudadanos de Roma y de Italia pagaban impuestos indirectos, mientras que las provincias
debían pagar impuestos directos a Roma. Entre los impuestos indirectos se contemplaba un
impuesto del 4% sobre el precio de los esclavos y un 1% sobre los bienes vendidos en subasta,
así como un impuesto de sucesiones del 5% sobre aquellas herencias cuyo valor fuese mayor
de 100.000 sestercios y siempre que el parentesco entre el causante y el heredero no fuese
de primer grado.
Asimismo, otra reforma de gran importancia fue la abolición del sistema privado de
recolección de impuestos que ejercían los publícanos, que sería reemplazado por un servicio
público de carácter funcionarial de recolectores de impuestos. En la era republicana el sistema
habitual había sido el de los publícanos, contratistas privados que habían llegado a tener
suficiente poder como para influir en la política de Roma. Los publícanos habían ganado muy
mala fama y una gran fortuna personal gracias a la adjudicación de los derechos de
recaudación de impuestos en áreas locales. Roma, a través del sistema de subasta, otorgaba
el derecho de recaudación de impuestos a la persona que más ingresos ofreciese a Roma, y
el beneficio del publicano se basaba en todas aquellas cantidades que fuese capaz de
recaudar por encima de la cifra ofertada, contando para ello con la bendición de la metrópolis.
La falta de una supervisión efectiva, combinada con el deseo de los publícanos de maximizar
sus beneficios, supuso la creación de un sistema de exacciones arbitrarias que a menudo era
muy cruel con los contribuyentes. Era un sistema ampliamente percibido como injusto, y muy
dañino para la economía.
Además, la conquista de Egipto por Augusto supuso una nueva fuente de ingresos para
financiar las operaciones del Imperio Romano. Dado que políticamente la región fue
considerada como una propiedad privada de Augusto en lugar de una provincia del Imperio
Romano, se convirtió en parte del patrimonio de los futuros emperadores. En lugar de a un
legado o a un procónsul, Augusto colocó como administrador de Egipto a un prefecto de la
clase ecuestre con la misión de administrar Egipto y mantener sus lucrativos puertos. Este
puesto se convirtió en el mayor logro político que podía alcanzar alguien de la clase ecuestre,
aparte del de Prefecto del pretorio. Esta tierra de gran productividad aportó enormes recursos
a Augusto y a sus sucesores, con los que pudieron financiar obras públicas y expediciones
militares, además de «pan y circo» para el pueblo de Roma.

Mes de Augusto
El mes de agosto (en latín Augustus), conocido hasta ese entonces como sextilis (por
ser el sexto mes del calendario romano original) recibió su nombre actual en honor a Augusto.
Existe una creencia común de que agosto tiene 31 días porque Augusto quería que su mes
tuviese la misma longitud que el de Julio César (el mes de julio), pero se basa en una invención
que data del siglo XIII y que se atribuye a Johannes de Sacrobosco. Sextilis, de hecho, tenía
ya 31 días antes del cambio de nombre, y no fue elegido por su longitud. Según un senatus
consultum citado por Macrobio, Sextilis fue renombrado en honor a Augusto debido a que
varios de los eventos más significativos en su ascensión al poder, culminando con la caída de
Alejandría, tuvieron lugar en ese mes.
Proyectos arquitectónicos
En su lecho de muerte, se dice que Augusto se jactó de haber encontrado una Roma
hecha de ladrillo y de haber legado otra hecha de mármol. Aunque existe cierta verdad literal
en su afirmación, Dión Casio indica que se trataba de una metáfora sobre la fuerza del Imperio
Romano. El mármol podía encontrarse en edificios romanos anteriores, pero no fue utilizado
de forma tan extensa como material de construcción hasta el reinado de Augusto. Aunque la
afirmación no aplicaba a toda Roma o, en especial, al barrio del Subura, Augusto dejó una
impronta en la topografía monumental del Centro de la ciudad y del Campo de Marte, con el
Ara Pacis (Altar de la Paz) y un reloj de sol monumental, cuya pieza central era un obelisco
traído de Egipto. Los relieves que decoran el Ara Pacis ofrecían el relato visual de los triunfos
de Augusto recogidos en el Res Gestae. Aparecen representados los desfiles imperiales de
los pretorianos, las vestales y los ciudadanos de Roma. También construyó el Templo de
César, los baños de Agripa y el Foro de Augusto, en el que se encontraba también el Templo
de Marte el Vengador. También alentó la construcción de otros proyectos, como el Teatro de
Balbo o la construcción del Panteón de Agripa, y en otros casos financió las obras erigidas en
nombre de otras personas, a menudo familiares, como el Pórtico de Ocavia o el Teatro de
Marcelo. El Mausoleo de Augusto fue construido tras su muerte para albergar a los miembros
de su familia.
Para celebrar su victoria en la batalla de Actium ordenó construir el arco de Augusto,
que se terminó en 29 a. C. cerca de la entrada al Templo de Cástor y Pólux y que sería
ampliado en 19 a. C. en un nuevo diseño de triple arco. Existe también muchos edificios
construidos fuera de Roma que llevan el nombre y legado de Augusto, como por ejemplo el
teatro de Mérida o el de Cartagena, en España, la Maison Carrée, en Nimes, en el sur
de Francia, o el trofeo de Augusto, en La Turbie, también en Francia.
A la muerte de Agripa en 12 a. C., Augusto tuvo que buscar una solución para el
mantenimiento del suministro de agua a la ciudad de Roma. El problema había sido afrontado
por el propio Agripa cuando sirvió como edil, que llegó incluso a financiarlo con su propio dinero
como ciudadano privado. Ese mismo año, Augusto dispuso un sistema en el cual el Senado
designaba a tres de sus miembros como comisionados principales al cargo del suministro de
agua y para asegurarse de que los acueductos de Roma eran mantenidos adecuadamente. A
finales de la era de Augusto, se puso al cargo del mantenimiento de edificios públicos y del
culto al estado a una comisión de cinco senadores llamada curatores locorum publicorum
iudicandorum y que podría traducirse como los Supervisores de la Propiedad Pública Augusto
también creo el grupo senatorial de los curatores viarum para la supervisión y mantenimiento
de las carreteras, que trabajaba con oficiales locales y con contratistas para organizar las
reparaciones ordinarias. El estilo arquitectónico dominante en la era de Augusto y de la fase
imperial de Roma fue el orden corintio, originario y procedente de la antigua
Grecia. Suetonio comentó en una ocasión que Roma no era merecedora de su estatus de
capital imperial, si bien Augusto y Agripa se encargaron de desmantelar este sentimiento
transformando la apariencia de Roma bajo el modelo griego clásico

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