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El Humanismo también se opone a los que considera aspectos deterministas y degradantes del
Psicoanálisis, criticando la insistencia de Freud en explicar la psiquis normal a partir de la patología
y poner énfasis en todos los aspectos negativos de la naturaleza humana, como el sufrimiento, los
celos, el odio, el temor, el egoísmo.
Maslow y Rogers compartían esta visión. Sin que la diferencia sea muy grande puede decirse que
Maslow se fundamentó en sus investigaciones mientras que Rogers se enriqueció de su extensa
experiencia clínica.
Considera que el ser humano es capaz de encargarse de su vida y estimular su propio desarrollo.
Enfatiza el potencial de la gente para el desarrollo positivo y saludable a través del ejercicio de las
capacidades humanas de la escogencia, la creatividad y la autorrealización.
Maslow habla de estos niveles en términos de homeostasis, el cual es aquel principio a través del
cual opera nuestro termostato de forma equilibrada: cuando hace mucho frío, enciende la
calefacción; cuando hace mucho calor, apaga el calentador. De la misma manera, en nuestro
cuerpo, cuando falta alguna sustancia, desarrolla un ansia por ella; cuando logra conseguir
suficiente de ella, entonces se detiene el ansia. Lo que Maslow hace es simplemente extender el
principio de la homeostasis a las necesidades, tales como la seguridad, pertenencia y estima.
Carl Rogers sostiene una similar teoría de la necesidad última de autorrealización y destaca un
impulso innato hacia ese propósito. La diferencia con Maslow es que a su proceso de
autorrealización lo considera constante y continuo.
Rogers sostiene que la crianza y sobre todo el papel de la madre es un factor básico para
lograr una personalidad adulta.
La Psicoterapia de Rogers se centra en la persona, que él llama cliente y no paciente,
porque no es pasivo sino activo y responsable en el proceso de mejorar su vida, debiendo
decidir conscientemente y racionalmente qué está mal y qué debe hacer al respecto.
El terapeuta es como un confidente o consejero que escucha y alienta en un plano de
igualdad, con una actitud comprensiva, entendiéndolo. A esta actitud que debe tener
terapeuta la denomina “encuentro”.