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2019

A ti
Seminarista Imagen tomada de
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Alvaro Luis Mendoza Sanchez


A ti Seminarista
A ti te hablo y a nadie más, a ti que entras al seminario o a una comunidad

religiosa, a ti que estás en propedéutico o en el aspirantado o postulantado, a ti que estás

en filosofía o en el noviciado, a ti que estas en teología o en año de pastoral, escúchame

bien, pon atención a lo que te voy a decir:

Al seminario o la comunidad religiosa se entra para ser santo, para ser feliz, para

configurarse con Cristo, movido por un amor inconmensurable a su persona; se entra

por amor a la Iglesia con un deseo ardiente de salvar a la persona en su integralidad,

para amar más a Jesucristo y a la Santísima Virgen María, con toda el alma, con toda la

mente y con todo el corazón, para sumergirse en la intimidad con Ellos y para navegar

en los insondables océanos de sus Sacratísimos Corazones.

Entras para formar tu corazón y descubrir que eres un ser único, con un misterio

en el corazón que es más grande que tú; en este misterio te ves y eres visto, te conoces y

eres conocido, te llamas y eres llamado, te buscas y eres encontrado. Esto se traduce a la

experiencia de Dios en ti, una experiencia que se desarrolla en lo cotidiano, pues en ello

te encuentras con lo que eres y lo que tienes, ahí te encuentras con esa presencia

misteriosa y esperanzadora que te llama, una llamada que viene más allá de ti y no se

confunde contigo.

Pon atención a esto que te sigo diciendo, grábalo en tu mente y en tu corazón, al

seminario se entra para ser obediente, aún a costa de tu propia vida, a imagen de Cristo,

quien “sufriendo aprendió a obedecer hasta la muerte y una muerte de Cruz” (Hb5,8);

entraste para ser pobre y renunciar a todo prestigio y honor; por esto te digo que debes

ser pobre rebajándote como tu Maestro y Señor a quien quieres imitar, pues El, “siendo

rico se hizo pobre, se abajó hasta tomar la condición de esclavo pasando como uno de

tantos” (Flp 2,6).

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Entraste para ser casto y puro, manso y humilde de corazón según el don que

Dios te ha dado y a quien día y noche contemplas en el misterio de la Eucaristía y

siempre exclamas, “Él es mi Dios y mi todo; El me mira, yo lo miro y nos amamos”

(San Francisco), ya que te amó hasta el extremo, llamándote a seguirlo y a servirle en

“santidad y justicia en su presencia todos los días de tu vida” (Lc 1,75) y en la

eternidad, no por santo ni por bueno, sino por su gran amor y misericordia hacia ti.

Al seminario se entra para proclamar y testificar que Cristo pobre y crucificado

está vivo y se ha encarnado en ti y desde ti sigue “liberando a los cautivos, dando pan a

los hambrientos, sanando a los enfermos, resucitando a los muertos” (Lc 4,18), llevando

el reino a los pobres, excluidos, marginados y rechazados por el mundo. Esta es la

mayor riqueza que debes desear con toda tu alma, para formar tu corazón en la amistad

con Jesús, pues, a la persona que más se quiere, es a la que se le entrega lo más

preciado y Jesús ha de ser el único objeto de tu amor.

Se ingresa al seminario para amar a todos tus hermanos, como Cristo mismo los

ama y para iluminar sus sendas con el amor de Cristo, quien es camino, verdad y vida.

Entiende que no eres más que un servidor de tus hermanos por amor a Jesús, por esto

me he tomado el atrevimiento de escribirte en el nombre del Señor, de pronto ya te lo

hayan dicho antes e incluso, puede que lo estés viviendo, pero te has quedado callado,

no has impregnado el ambiente de tus hermanos seminaristas con este perfume exquisito

y lo estás guardando para que te embalsamen con él, el día de tu sepultura.

Te aseguro que es mejor gastarlo en vida y ambientar a los que viven como

muertos; no te preocupes por el bálsamo de tu sepultura, tú tendrás quien te embalsame

y serán todos aquellos con quienes compartiste tu perfume; pero esto no es lo

importante, sino que al final de tu paso por esta tierra, Cristo mismo te embalsamará, no

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para tu sepultura, sino para tu entrada triunfante al cielo, donde están los que

blanquearon sus mantos con la sangre del cordero(Ap. 7,14); los que menguaron para

que Él creciera(Jn. 3,10); los que estimaron todo basura con tal de ganarlo a Él (Flp.

3,8); los que corrieron hasta la meta y ganaron la corona que no se marchita (Flp. 3,14);

los administradores fieles y solícitos que estuvieron al frente de sus hermanos(Lc.

12,35-41); los que no administraron las multiformes gracias de Dios para sórdida

ganancia, (1P. 4,10); los que no fueron tibios en el seguimiento del maestro; los que

nunca olvidaron el amor primero( Ap. 2,4); los que escucharon su voz y abrieron la

puerta y cenaron con Él (Ap. 3,20); los que escucharon sus palabras y la pusieron por

obra; los que permitieron que su luz brillara y alumbrara a todos los hombres y dejaron

al descubierto sus buenas obras para que dieran gloria al Padre del cielo (Mt. 5,16).

Por eso deja que el buen olor a Cristo penetre todos los ambientes y realidades

de los hombres tus hermanos y ese buen olor a Cristo lo contiene el mejor bálsamo que

es la virginidad, entendida como limpieza y libertad de todo aquello que no es de Dios.

Ten en cuenta que si entiendes bien el porqué y el para qué entras al seminario

o a una comunidad religiosa, vivirás feliz tu vocación y misión, serás uno de los siervos

bienaventurados, que solo hicieron lo que tenían que hacer; serás una hostia viva, nunca

te faltará inventiva, creatividad y paz, serás expresión del amor de Dios a los hombres,

A partir de ahora, te hablo, muy especialmente, a ti que estás en propedéutico, en

el año de pastoral, en el postulantado, en el noviciado y en el juniorado. Ten presente

que el alba blanca que recibes ha de ser el reflejo de tu alma, mantenla pulcra, sin

mancha, si ha de tener alguna mancha, que sea la mancha de las capillas pobres,

situadas en alguna periferia del mundo, donde el barro llega a las rodillas; la mancha de

tus lagrimas rebosantes de amor frente al Santísimo; la mancha que deja el piso del

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oratorio en tus rodillas; la mancha de tus obras de caridad; la mancha de los enfermos

que tomaste en tus brazos; la mancha de los niños huérfanos que te abrazaron; la

mancha de los lamentos de las madres que desconsoladas lloran la muertes de sus hijos

a causa de la violencia y de la enfermedad; la mancha de la soledad y del dolor de los

ancianos abandonados; la mancha de los que sumergidos en las drogas, el alcohol, la

prostitución, la trata de seres humanos y un sin número de vicios y pecados, esperan

con ansiedad expectante su liberación.

Que al final de todo, solo veas en tu alba la mancha de la sangre del cordero,

ofrecida por todas estas otras manchas. Verás, entonces, lo fructuoso de haber

manchado tu alba blanca, porque con ella has estado sirviendo a tus hermanos como

Cristo buen pastor y Señor que da la vida por sus amigos.

Cuída tu Alba de la limpieza de los ricos y señores de este mundo; de las

grandes Iglesias de las ciudades donde todo es “impecable”; cuídala de la ceguera

espiritual y la desidia; del vértigo de altura y del endiosamiento de yo; protégela del

Señor Dinero, que no entre el en tus bolsillos porque es una puerta segura para que entre

el malo, el que todo destruye, el que aparta al hombre del deseo eficaz de ser santo,

como lo es Dios el Santo de los Santos, quien todo lo puede, crea, santifica y

perfecciona; cuídala de la pulcritud del cansancio de los buenos, de los adornos de los

sabios y entendidos al modo de los hombres; defiéndela de la ley del menor esfuerzo, de

las garra de la doble moral y de la doblez ambigua del corazón y, finalmente, ocúltala

de los grandes títulos honoríficos.

Si todo esto te parece inalcanzable, no te desanimes ni te sientas frustrado. Lo

iluso es pretender que lo harás por tus propias fuerzas. Dios lo sabe y por eso te repite

como a Pablo, “Te basta mi gracia” (2Cor. 12,9) y esa Gracia te la entrega en las manos

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de la que fue, es y será siempre la Llena de Gracia, María Santísima la Inmaculada

Concepción; ella lleva a Jesús y está presta a ayudarte, es el canal por donde Dios

derrama todas las Gracias y por donde pasan todas las suplicas y necesidades de los

hombres hacia Jesucristo; es puerto seguro y puente firme entre el cielo y la tierra, pues,

por este puente vino el Salvador al mundo y, por el mismo, ha de ir el hombre al cielo;

no hay otro, no te digo que ella sea Dios, pues no lo es, pero es Dios en ella, es su eco y

su señal, ámala mucho y atrévete a imitarla para que seas capaz de acertar en lo de Dios.

Ruégale que ore contigo, por ti y por los que oras, ella sabe cómo hacerlo y a

Dios le complace su oración. Escucha bien, has de saber que el mejor modo de acertar

en lo de Dios es escuchando, honrando y amando a María: Ella es tu Madre, Maestra y

Modelo en tu seguimiento de Cristo, ella te enseñará a ser un auténtico apóstol y

cristiano.

Me permito insinuarte otro apoyo para tu camino de santidad, el cual has

comenzado entrando a un seminario o a una comunidad religiosa, es la ayuda Santa y

eficaz del hombre del silencio, el varón prudente y justo. El té enseñará a guardar

silencio frente a la Palabra, que es Dios y te hablará siempre, porque él es el logos

eterno del Padre.

La Palabra da, se da y Es. San José es el eterno orante, acógete a él, castísimo y

virginal esposo, ten siempre en cuenta estas palabras: Por San José a María y por María

a Jesús. Si tienes esto claro y así lo vives, aseguras en esta vida la eficacia de tu

seguimiento y amor a Jesucristo y en el cielo la vida eterna.

Cuando estés en filosofía, sumergiéndote en los perennes problemas filosóficos,

en los océanos Ontológicos, en los grandes paradigmas y comiences a dialogar con

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Sócrates, Parménides, Platón, Aristóteles, Guillermo de Ockam, Descartes, Kant, Hegel,

Husserl, Nietzsche, Sartre, entre otros, no mires la filosofía con desprecio, al contrario,

mírala con agrado, mírala con nostalgia porque tú si has ido tras la sabiduría y la has

encontrado, desde ella muestra esa sabiduría que encontraste y dile a la filosofía que el

amor, que profesa a la sabiduría es esa sabiduría que tú conoces, es decir Jesús, Logos

eterno del Padre, verbo encarnado y Salvador resucitado.

Mira que los presocráticos quisieron encontrar el Arje y ninguno llegó a una

conclusión como tal; sólo llegaban a vislumbrar reflejos del verdadero Arje, del

verdadero Ser. No los culpo, pues ninguno conoció realmente a Dios y nadie lo conoce,

sino el Dios que nos reveló Jesucristo, quien es la revelación completa del Padre; ahora

te contaré un poco, de una manera versada, el dilema que se dio alrededor de la cuestión

del Arje.

Escúchame, te quiero contar Ha de sustentar, que la naturaleza,


Como los presocráticos Del agua nunca puede brotar
Uno a uno van Hablar. Que el Apeiron, es el Arje real

El agua es la única sustancia Es el Apeiron, fuera del mundo Natural,


Y el verdadero principio real De donde todo providentemente sale
Decía el gran Tales de Mileto Y a donde inequívocamente han de
retornar.
Diligentemente al observar.

Siempre han existido los buenos


Explicaba que todos los seres amigos
De ella van siempre a necesitar Y quienes desean hidalgamente
conciliar,
Por eso ella, es el Arje real
Por eso Anaxímedes, los ha de unificar
Diciendo que es el aire, el elemento
Pero en su Physis Anaximandro
natural.

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El aire es elemento magnífico e Siéntate buen amigo, esto apenas acaba


indeterminado de empezar
Que perenne e inefablemente se ha de Porque Pitágoras el matemático todo va
condensar a matematiquizar
Convirtiéndose en viento, nube, piedra Diciendo que el uno es el todo, es el
y tierra. principio numeral
Traduciendo todo lo que existe a
relaciones numéricas.
Escucha bien lo que sabiamente te
estoy expresando
Pues Heráclito muy elocuente y Dentro de esta cordial tertulia
bellamente va hablar, Demócrito intervendrá
Diciendo que el Arje es el fuego, y todo Indicando que es el átomo el único
lo ha de transformar. principio real
Logrando homogeneidad de los cuerpos Pero Diógenes de Apolonia a este Arje
y mucho más. se opondrá
Señalando como Anaxímedes que el
Aire, es el Arje real.
Grandiosos son los poetas, Parménides
lo ha de atestiguar Fiel amigo no te inquiete, no te vayas a
desesperar
Hablando del ser y lo ontológico como
el único Arje real Ya termino esta historia con un gran y
buen ejemplar
Donde el tiempo y espacio nunca más
estorbaran. Es Empédocles de Agrigento que
también va a conciliar

Al estar en teología, cuídate de pasar indiferente ante el Misterio de Dios, tú más

que nadie, has de sumergirte en los más bellos misterios de nuestro Señor; no pases de

largo ante el misterio de la Encarnación, tan solo pensar en ella deberías caer en éxtasis

y desde ella acercarte al santuario Santo de Dios; desde ella mirar la historia de la

salvación, tu historia de salvación; navega con fervor y piedad por los mares teológicos

y enamórate más de Dios, ten en cuenta estas palabras que le dijo San Francisco de Asís

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a su hijo San Antonio de Padua: “Me parece bien que enseñes teología a los hermanos,

pero que el estudio no apague el espíritu de oración y devoción ” (San Francisco)

Tu vocación, como Teólogo, es lograr en comunión con el Magisterio de la Santa Madre

Iglesia, que tus hermanos tengan una comprensión cada vez más profunda de la Palabra

de Dios, contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la

Iglesia; jamás olvides que estás llamado a intensificar tu vida de fe y a unir siempre la

investigación científica y la oración, de manera que permanezcas abierto al sentido

natural de la fe, el cual será para ti norma segura para guiar tu reflexión y medir la

seriedad de tus conclusiones. (Ratzinger, 1990)

Por esto, querido teólogo, ten en cuenta que estás llamado a configurarte con

Cristo y desde esa configuración darte cuenta que Dios es el Ser verdadero y que lo que

te haya dicho la filosofía es una aproximación a lo que la teología cree y confiesa sobre

el Ser supremo. Con esto no digo que la filosofía sea sierva o esclava de la teología,

sino que son caminos distintos; el gran problema es que la filosofía no se deja iluminar

por la luz de la fe. Sin embargo lo que deseo es que tengas claro que Dios es el origen

de todo cuanto existe y que en él nos movemos, vivimos y existimos. Trataré de darte

luz con unos versos sobre el Ser, tal como lo hice cuando te expliqué lo del Arje.

¿Dónde está Ser tu presencia Que en el mundo está situado.


Sino en el clamor de tu existencia
Que sin dejar de ser en todo Es que el Ser en cuanto al Ser
Estás en acto puro. Solo puede ser contemplado
En los atributos que posee
No puede contenerte el hombre Y que al dasein ha manifestado.
Por más que sea ente privilegiado
Siendo tú el Ser de este ente Si tú eres el motor inmóvil

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Que todo mueve y gobierna Para afirmar su existencia.
¿Cómo es que quiere ser el hombre
El centro de la tierra? Terco ha sido en su empeño
Sin medir las consecuencias
Por qué buscar el Ser del Ser en el ente Ya que solo en el Ser
Si él no es su esencia Tiene sentido su existencia.
Por qué no buscarlo dentro
Del Ser que a si mismo se piensa. Eres la causa primera
Fuera de tan hermosa cadena
Ha querido el ente privilegiado Eres la causa última
Por más de siglos y décadas Eres el alfa y el omega
Querer negar al Ser

Cuidado con estudiar teología y no vivirla, pues ella contribuye a que la fe sea

comunicable y a que la inteligencia de los que no conocen todavía a Cristo la puedan

buscar y encontrar. Que en ti no se cumpla el dicho popular “Ellos estudian teología y

el pueblo es quien la vive” recuerda, la verdadera teología se vive y se aprende de

rodillas ante el Santísimo.

Veo en ti a Cristo mismo. Nunca, pero nunca, te olvides que entras al seminario

para ser un discípulo misionero, capaz de configurarte con Cristo, para ser un

Cristoforo; para ser otro Cristo y cristofinalizarlo todo, que es hacer que todo tenga a

Cristo por cabeza e imitar a la santísima Virgen en el arte misterio de ser cristiano.

Finalmente, has de saber, que el mayor pecado de un seminarista es olvidar a Jesucristo,

ya que este pecado abre la puerta a todos los pecados y vicios.

Alvaro Luis Mendoza Sanchez


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Bibliografía
Ratzinger, J. (24 de Marzo de 1990). Vatican.va. Recuperado el 12 de Septiembre de 2018, de
vatican.va:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_
doc_19900524_theologian-vocation_sp.html

San Francisco, d. A. (s.f.). Escritos de San francisco. Recuperado el 12 de septiembre de 2018,


de Directorio Franciscano: http://www.franciscanos.org/esfa/escritossf.html#ctaant

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