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Luis Salazar*
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que vive la mayoría de la población que la obliga a desarrollar mecanismos de
sobrevivencia y ayuda mutua desde la vecindad.
En tercer lugar, lo anterior implica el protagonismo de un sujeto social que, desde lo
local y territorial, expresa el activismo de pobladores, amas de casa, jóvenes, obreros,
informales, profesionales, etc., es decir, un sujeto popular diverso.
También, los métodos de lucha expresan ese predominio de lo territorial. Sin importar la
demanda que se enarbole, el territorio es el escenario en el cual se desarrollan las
acciones y movilizaciones, tales como las marchas, los piquetes, vigilias, bloqueos,
entre otros.
La lucha social ha incorporado procesos que inciden en la vida nacional. El tema de los
combustibles, que en una coyuntura de alzas sistemáticas generó una protesta
sistemática del llamado sector choferil.
El tema de la salud y la seguridad social ha sido un factor de movilización por los
problemas de la crisis hospitalaria, el tema de la atención primaria y las
reivindicaciones de los médicos y enfermeras han confrontado el sector laboral de la
salud con el gobierno, la patronal a través de las ARS y las centrales sindicales.
Hay que incluir en esto la lucha de los maestros, la cual aunque fue motorizada por
sectores y conflictos del PLD, tenía la pertinencia de la realidad social de los maestros,
situación que posibilitó la derrota del PLD en la ADP.
En la agenda del movimiento se ha mantenido el tema ambiental con la lucha de los
campesinos en Cotuí, la persistencia de la lucha contra la explotación de Loma Miranda
y otros frentes relacionados con la lucha ambiental.
Hay que destacar que el sector que encabeza la coordinación y articulación, en este caso
los transportistas (Fenatrano), tiene límites y carencias para encabezar y articular el
movimiento social por los métodos distanciados de lo popular.
El movimiento contra el alza de los combustibles, que tuvo éxito relativo, muy relativo,
pero éxito al fin, lleva una conducción que repite viejos males como es el luchismo sin
visión estratégica, la falta de organicidad del movimiento social y la pobreza de miras.
Durante el 2018, desde el punto de vista de quién ha liderado el escenario social,
podríamos plantear la siguiente hipótesis: hasta la realización de la marcha del millón, el
12 de agosto, la Marcha Verde estuvo hegemonizando el proceso de movilización
social; a partir de esa fecha, se nota un decaimiento de esta, y su lugar ha sido ocupado
por los sectores y colectivos de activistas más tradicionales.
La irrupción de la Marcha Verde significó el surgimiento de un novedoso movimiento
social que aportó, entre otros aspectos, la centralidad de una demanda que trascendía el
plano socioeconómico, el uso de métodos y formas de lucha pacíficos e inclusivos, la
construcción de una estructura flexible y democrática, el uso intensivo de las redes
sociales y de los medios de comunicación tradicionales como herramientas para la
proyección mediática, así como, la estructuración de un cuerpo permanente de
activistas, unos militantes de partidos y otros independientes de estos.
La interrogante que nos deja la situación actual de la MV es si asistimos a su paulatina
desaparición o solo a una fase de reflujo pasajero que pueda revertirse.
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En todo caso, la cercanía del proceso electoral ejerce una influencia nada despreciable
en esta situación.
Una de las implicaciones de la desaceleración del movimiento verde y su sustitución por
el luchismo tradicional es la perdida de la capacidad de movilización de grandes
contingentes sociales que ha caracterizado a la MV. Ninguno de los sectores que ocupan
el lugar que ha cedido la MV tiene la capacidad para mover las miles de personas que
esta ha podido movilizar durante más de un año de vida.
Esperemos que el 2019 nos aporte una superación cualitativa de las limitaciones en que
se mueven las luchas sociales y que puedan aportar a la creación de vías que conduzcan
a la superación del régimen político actual.
* Este balance fue escrito con la colaboración del aliancista Gregorio Moya.