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CARTA DE UNA MADRE SOLTERA AL

PADRE DE SU HIJO. TIENES QUE LEER


ESTO
La paternidad es una gran responsabilidad, pero no todos son capaces de ejercerla y convertirse en
ejemplo para esos seres que necesitan absolutamente todo durante gran parte de su vida. Es una tarea
agotadora, dura, y en ocasiones muy mal recompensada, pero a la vez da satisfacción enorme ver que
todo ese esfuerzo finalmente rinde frutos, que los hijos se convierten en personas llenas de valores,
sueños y metas por cumplir, y que con el paso de los años esas noches de desvelo, los regaños y todo el
amor con rigor han formado a un ser maravilloso.

Lástima que hay hombres que no saben valorar y asumir su tarea de padres; pero aun así, hay mujeres
dispuestas a sacrificar más con tal de ver triunfar a sus hijos. Admiro profundamente los obstáculos que
deben enfrentar y también la manera en que hacen que todo parezca tan fácil.

No todos los hombres merecen ser padres y tampoco se han ganado ese título, pero no cabe duda que
hay madres solteras que se llevan el doble honor de criar, mantener, amar y cuidar a sus hijos. No es
nada sencillo y, sí, en ocasiones puede ser muy frustrante. Pero no están solas, porque hay muchísima
gente que estará a su lado cada vez que necesiten fuerzas para seguir.

El día de hoy me gustaría compartir la carta que una madre soltera dedicó al padre de su hijo, y a
pesar de las dificultades agradece todo lo que aprendió para sacar adelante a su pequeño. El
escrito dice así:
“Aún recuerdo cuando te dije que estaba embarazada; fue un proceso muy largo, y aunque al principio
me hiciste creer que te emocionaba la idea de ser padre, tu abandono y tu falta de apoyo durante esa
etapa me demostraron lo contrario. En el fondo siempre supe que nunca sacrificarías tu libertad y tu
estilo de vida para ser mi esposo, mucho menos para ser padre”.

“Mi embarazo fue un momento agridulce, pues al principio pensé que estaba sola. Nunca me
acompañaste a ninguna cita, no me preguntabas cómo me sentía y mucho menos te importó involucrarte
en las compras o los preparativos para armar el cuarto donde dormiría nuestro hijo. Pero ese dolor ya
pasó, se fue pronto y hoy tengo una manera distinta de ver las cosas. Y cuando sentí sus pataditas en mi
vientre por primera vez, me di cuenta de que jamás estaría sola de nuevo”.

“Cuando te fuiste lloré como nunca antes, porque de un momento a otro me di cuenta de que tendría que
sacar adelante a mi hijo sola y tuve mucho miedo. No me sentía capaz de lograrlo, sentía que la vida se
me iba y que yo no sería suficiente para que mi bebé, esa criatura tan pequeñita y frágil, estuviera bien.
Pero afortunadamente me equivoqué”.

“Ver a mi niño crecer me da fuerza para seguir adelante. Cada vez más inquieto, más despierto y más
inteligente. Me recuerda mucho a ti en algunas cosas. Y no te preocupes, jamás le hablaré mal de su
padre porque, aunque no pudiste con la responsabilidad, sé que al igual que yo, tomaste una decisión
muy difícil y no te juzgo por eso. Pero la diferencia entre nosotros es que yo sí asumí mi papel y me
siento orgullosa de ello”.

“Fue difícil. Me costó muchas noches de desvelo y llanto en silencio para no despertarlo, pero ahora sé
que quizá todo hubiera salido mal si te hubieras quedado, porque parte de ser padre es cambiar los malos
hábitos y convertirse en un ejemplo a seguir, algo que tú nunca has querido hacer. Hoy sé que fue mejor
así, porque con tus noches alocadas, las resacas y el aliento a tabaco, ¿Qué ejemplo le hubieras dado a
nuestro hijo?”

“Como dije antes, no voy a juzgarte y tampoco le voy a negar a mi niño el derecho de saber que tiene un
padre, aunque nunca hayas estado ahí cuando se enfermó, ni en sus festivales escolares, ni esas noches
cuando el monstruo del armario lo aterrorizaba. Pero eso no importa, ¿sabes por qué?: porque siempre
fui suficiente para él. No le negaré la verdad, pero tampoco voy a formarle una imagen de ti. No te
prohíbo verlo, simplemente tú no quisiste acercarte nunca, y de ahí él formará su propia imagen de ti”.

“Sólo me queda darte las gracias, pues de no ser por ti nunca hubiera conocido el verdadero amor, uno
que llegó a este mundo pesando 3 kilos con 200 gramos y midiendo 51 centímetros. Ese amor que me
dice «buenos días, mami» y me da un abrazo cuando llego a recogerlo a la escuela. Gracias por no ser lo
suficientemente valiente para afrontar los cambios que llegaron junto con ese pedacito de felicidad.
Erróneamente te veía como el amor de mi vida, pero hoy sé que el que tengo ahora durará para siempre”.

“Espero que no te arrepientas de haber hecho a un lado a este ser maravilloso que se preocupa por los
demás, que ha encontrado en su abuelo una figura paterna que le ha dado fuerza, le ha enseñado valores
y le ha demostrado lo que significa ser un hombre. Porque tú nunca estuviste a la altura, y no lo digo
para ofenderte, sino para desearte la mejor de las suertes”.

“Gracias de nuevo, y espero que pronto encuentres la felicidad que yo siento hoy al ser madre, esa
felicidad que tú mismo te has negado”.

Madres solteras, ustedes no están solas, porque tienen a su lado a la criatura más maravillosa del mundo,
ese pequeñito o pequeñita que les dedica todos sus dibujos, sus abrazos y sus palabras de aliento. Es
difícil criar a un hijo sin una pareja, pero no es imposible, y todas y cada una de ustedes tienen en su
interior la fuerza para salir adelante.
Mi más profunda admiración y mis respetos ante esta labor que llevan a cabo día a día.

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