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Milosevic en el banquillo: ¿justicia o autolegitimación?

Por Catherine Samary

Las circunstancias en que Slobodan Milosevic fue llevado ante el tribunal


de La Haya y los pormenores de la acusación, abonan toda clase de
suspicacias. La más evidente, que el juicio sea instrumentado
como legitimación de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia en
1999, en desmedro de un avance en la lucha contra la impunidad a
escala internacional.

La entrega de Slobodan Milosevic al Tribunal Penal Internacional (TPI) para la


ex Yugoslavia el 28 de junio pasado, ¿pasará a la historia como un progreso
del derecho internacional o como un acto de subordinación política y mercantil
del nuevo gobierno de Serbia y de su primer ministro Zoran Djindjic a la política
de Estados Unidos? Esta pregunta no se puede ignorar, dado que la
extradición se produjo la víspera de una reunión de donantes en la que Estados
Unidos condicionó la ayuda acordada a la República Federal de Yugoslavia al
cumplimiento de esta "obligación internacional", que sin embargo rechazaba la
Corte Constitucional yugoslava.
Lejos de mejorar la imagen del TPI para la ex Yugoslavia en Serbia; lejos de
abrir los ojos de la población a los crímenes cometidos en su nombre, esta
extradición corre el riesgo de favorecer un autismo persistente. Lo comprendió
Milosevic, que utilizó su primera comparecencia ante el tribunal, el 3 de julio,
para impugnar su legitimidad y el carácter mercantil de su extradición, lo que le
permitió silenciar los crímenes de los que se lo acusa.
Esta transferencia precipitada (aunque se había encarado una colaboración
entre los tribunales serbios y el TPI), podría además hacer cumplir a Milosevic
una función de pantalla para quienes no reprochan al antiguo dueño de
Belgrado haber impulsado las guerras de limpieza étnica, sino haber
abandonado el proyecto de la Gran Serbia. ¿Cómo no extrañarse de que el
responsable de la transferencia, Djindjic, se haya mostrado al lado del autor de
la limpieza étnica en Bosnia, Radovan Karadzic, precisamente en el momento
en que Milosevic rompía con él para convertirse en artesano de los planes
occidentales de paz después de 1993?
Pero el momento en que se pronunció la acusación contra Milosevic (durante la
guerra de la OTAN, de marzo a junio de 1999), justifica la crítica contra el TPI
para la ex Yugoslavia, convertido entonces en instrumento político y no judicial,
puesto que apunta a cubrir la acción de la OTAN en Kosovo. En realidad, la
principal prueba de este contexto "oportunista" del acta de acusación es que
sólo concierne a Kosovo, cuando los principales crímenes contra la humanidad
se cometieron en Croacia y Bosnia, antes de que Milosevic y Franjo Tudjman
se asociaran a los acuerdos de Dayton de 1995 1.
Precisamente para ganar credibilidad, la procuradora del TPI para la ex
Yugoslavia previó hacer pública en otoño de 2001 una segunda acta de
acusación referida al período de la guerra en Bosnia-Herzegovina (1992-1995).

Profesora de la Universidad París IX - Dauphine. Autora de La Déchirure yougoslave.
Questions pour l´Europe, L´Harmattan, París, 1994.

1
Las inquietudes que se manifiestan en Croacia ante las exigencias de
extradición a La Haya de comandantes croatas responsables de la campaña de
limpieza étnica de los serbios de Krajina en el curso del verano de 1995 indican
hasta qué punto el TPI trata de probar una objetividad que no tiene. El
tratamiento de los crímenes cometidos contra serbios en Croacia (en Bosnia y
Kosovo) irá en ese sentido.
Para quien está sinceramente convencido de la función que podría cumplir el
TPI en el difícil progreso de un derecho internacional, debiera ser esencial
reclamar la independencia política y financiera del tribunal respecto de las
grandes potencias. Y para aquellos que interpretaron los bombardeos de la
OTAN como una guerra humanitaria, debiera constituir una urgencia que el TPI
para la ex Yugoslavia analice la acción de la OTAN respecto del derecho
internacional, así como el debate político sobre las responsabilidades de los
gobiernos occidentales en las guerras de limpieza étnica (de Srebrenica a
Mostar, pasando por la Krajina croata y el protectorado establecido en Kosovo).
La acción del TPI para la ex Yugoslavia sólo puede ganar en coherencia
ampliándose. Pero le va a costar desprenderse del objetivo de legitimar los
bombardeos de la OTAN que marcó la inculpación de Milosevic: se quiere
hacer olvidar que los "ataques" se proponían inicialmente obligar a Belgrado a
firmar los acuerdos de Rambouillet 2 y no eran (como se lo presentó en el
contexto de la expulsión masiva de los albaneses de Kosovo durante la guerra)
una reacción contra una política de limpieza étnica en curso.
La inculpación enmendada y confirmada el 29 de junio de 2001 3, se refiere al
período de enero a junio de 1999, fortaleciendo entonces la tesis de una acción
de la OTAN (en marzo) posterior a los inicios de una ofensiva de limpieza
étnica (en enero). Si se trata de reprochar a Belgrado la política de opresión y
represión de la minoría albanesa de Kosovo o de la UCK (Ejército de
Liberación de Kosovo), sobre todo en 1998, ni el período ni los términos de la
inculpación son adecuados. Si se trata de una inculpación que apunta al plan
de limpieza étnica que habría empezado a ponerse en marcha en enero de
1999 (legitimando la intervención de la OTAN en marzo), en Rambouillet no se
dijo nada de eso en febrero y marzo. En todo caso sólo cabe desear la mayor
transparencia sobre las matanzas cometidas, incluidas las muy controvertidas
de Racak, que precipitaron la conferencia de Rambouillet 4.
La cantidad de cuerpos exhumados en la provincia desde finales de la guerra,
en junio de 1999, es inferior a 5.000, principalmente albaneses (menos que las
víctimas de Srebrenica). Los albaneses de Kosovo cuyos rastros no se hallaron
serían alrededor de 2.500, según el fondo humanitario de Natacha Kandic que
evalúa en alrededor de 7.000 la cantidad de víctimas albanesas de las que
serían responsables Milosevic y los que fueron acusados junto con él. Hay
quienes anticipan una cifra de 10.000. El reciente descubrimiento de fosas
comunes en Serbia podría concernir a cientos de víctimas entre esos
desaparecidos (el ministerio serbio calcula un millar). Según el diario parisino
Libération del 3-7-2001, las fosas habrían sido cavadas "en abril de 1999, en el
furor de la guerra". Este ocultamiento de los cadáveres es una de las
acusaciones más agobiantes contra Milosevic (y contra muchos responsables
que todavía están en el poder), que prueban que estaba al tanto de las
exacciones cometidas por sus tropas. Sin embargo siguen siendo inferiores a
las cometidas por el ejército francés en Argelia, por Turquía contra los kurdos, y
Rusia en Chechenia.... lo cual, por supuesto, no es un atenuante.

2
1. http://www.monde-diplomatique.fr/glossaire/conflits/dayton
2. http://www.monde-diplomatique.fr/cahier/kosovo/rambouillet
3. http://www.un.org/icty/milosevic/index.htm
4. Ver la conferencia de prensa de la entonces secretaria de Estado de
Estados Unidos Madeleine Albright del 23-2-1999, en la que comentó
positivamente las negociaciones en curso: http://www.fas.org/man/dod-
101/ops/docs99/99022306_tlt.htm

Le Monde Diplomatique (Edición Cono Sur), Número 26, Agosto 2001, Páginas
15.

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