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ENSAYO SOBRE EL VÍDEO “MITOS Y VERDADES”

KELLY SALOMÉ ARREDONDO RANGEL

UNIDAD CENTRAL DEL VALLE DEL CAUCA


FACULTAD DE INGENIERÍA
HUMANIDADES I
TULUÁ
2019
ENSAYO SOBRE EL VÍDEO “MITOS Y VERDADES”

KELLY SALOMÉ ARREDONDO RANGEL

Taller No. 3: Ensayo.

Licenciado
Jorge Eliecer Montoya Díaz

UNIDAD CENTRAL DEL VALLE DEL CAUCA


FACULTAD DE INGENIERÍA
HUMANIDADES I
TULUÁ
2019
Antes de dar comienzo a este ensayo, se debe de mencionar a Kenji Yokoi Díaz.
Kenji Yoi, es un colombo japonés, quien hace ya unos cuantos años, realizó una
conferencia; que dio lugar en el Capitolio Nacional en Bogotá. En esta conferencia,
él mencionaba los mitos y verdades que existían entre Japón y Colombia; mitos que
la propia gente de cada país tomaba como una realidad, y verdades que se
empeñaban en considerar imposibles, e incluso insólitas.
Yokoi, en la conferencia, comentó sobre tres mitos muy diferentes entre sí, los
cuales se situaban en la cultura japonesa y, que posteriormente, compararía con la
cultura colombiana. De este modo, dio lugar una realidad, que, siendo sinceros,
nadie lo tomaría en consideración.
Pero, ¿cuáles son estos mitos y por qué causan tal impacto en las personas? Pues
bien, a continuación, se darán a conocer y, se abordarán a profundidad, para así
comprender la realidad a la que cada cultura se enfrenta.
En primer lugar, está un mito que seguramente la mayoría –por no decir todos–
conocerá. “Los japoneses son inteligentes”. ¿Quién no ha escuchado este
enunciado desde que es un infante? Probablemente sean muy pocas personas
quienes no lo hayan escuchado. Bueno, es que es lo se ha inculcado a los niños y
niñas en Colombia, ¿no es cierto? Se les dice que los japoneses tienen un
coeficiente intelectual más alto que el de ellos, que los japoneses desde infantes ya
poseen uno conocimiento superior al de los niños en Colombia. Sin embargo, Yokoi
dice que eso es un gran mito, porque los japoneses no son inteligentes; por el
contrario, son disciplinados. Dos cosas muy diferentes. Usted se preguntará, ¿cómo
así que los japoneses son disciplinados? Pues sí, lo son. Son disciplinados a morir,
porque para ellos el éxito en la vida está en la disciplina que tenga la persona. Y
cuánta razón hay en esta afirmación, porque ¿de qué sirve ser inteligente si la
persona es incapaz de cultivar y desarrollar esos conocimientos que posee? ¿De
qué sirve ser inteligente, si se es irresponsable, impuntual y poco perseverante? Es
claro que no sirve de nada ser inteligente si no se lleva una disciplina constante en
las cosas.
Y es aquí, donde Yokoi introduce a la cultura colombiana y, afirma: “El colombiano
si es inteligente”. Esto puede sonar absurdo para algunas personas, como puede
que no para otro tanto. No obstante, es verdad. El colombiano es inteligente. Él
innova, crea, construye e imagina nuevas alternativas para salir adelante. Es un
luchador e inventor, pero… No es disciplinado. Por el contrario, el colombiano suele
ser perezoso, irresponsable, impuntual y, en la mayoría de las situaciones, desiste
de lo que parece muy complicado. Al colombiano le falta disciplina. El japonés es
disciplinado, por lo tanto, no tiene interés en la inteligencia.
Prosiguiendo, se encuentra el segundo mito es denominado como: “Los japoneses
son karatekas”. Este mito, está estrechamente relacionado a la falsa creencia de
que los japoneses tienen una cultura en la que resuelven los problemas mediante
el karate, cosa que no es cierta. La verdad es que los japoneses son una comunidad
pacifica, cordial con el resto de personas, casi al punto de la ingenuidad. Algo
realmente sorprendente, y sumamente contrario a lo que se tiene pensado de la
forma de ser de ellos. Yokoi dice que, para los japoneses, el hecho de perder una
disputa, ser víctima o tener que pagar por un error, no es sinónimo de debilidad o
inferioridad. Al contrario, para ellos es mejor perder, que ganar a costa de otros. Lo
cual se aplica para todos los ámbitos de la vida que ellos llevan, especialmente en
el ámbito laboral, donde ellos consideran que un éxito rápido, que pasa a otros de
una manera casi exagerada, no es un verdadero éxito, porque no conlleva ningún
tipo de esfuerzo y, por lo tanto, ningún tipo de satisfacción verdadera al obtener ese
éxito. El japonés es paciente, y por lo mismo, considera que, si una empresa obtiene
un éxito en por lo menos veinte años, es un orgullo; puesto que demuestra lo mucho
que se ha esforzado la persona en sacar adelante el negocio.
Esta situación no se presenta en Colombia, en donde si un negocio, micro empresa
o idea no genera gran ganancia en por lo menos tres años, entonces
lamentablemente no es una opción rentable y, por lo tanto, no se debe de seguir
invirtiendo en ello. El colombiano es afanado, y poco perseverante; repito, no tiene
la disciplina que posee el japonés para seguir adelante con sus proyectos. Siendo
esta una gran diferencia en el pensamiento y en la manera más eficaz de obtener
éxito.
Y, por último, tenemos el mito de que Japón es un país rico. Hablando con
sinceridad, Japón no es en lo absoluto rico. Es más, es uno de los países con más
deudas a nivel mundial, además de poseer un terreno en el cual no se encuentran
la mayoría de los alimentos que consumen. Todo lo opuesto a Colombia, donde se
puede hallar todos los tipos de ecosistemas, desde desiertos hasta manglares;
donde se encuentran variedades de frutas, verduras, animales, plantas; en donde
se cuenta con una verdadera riqueza natural, que sus propios habitantes se han
empeñado en no ver. No obstante, aunque Colombia posee unos recursos naturales
envidiable por otros países, sus habitantes están cegados por un pensamiento
pobre, el cual ocasiona que estos crean que son pobres y se obliguen a mendigar.
Tomando una pequeña reflexión de cada uno de los anteriores mitos, se puede
concluir que Japón es una potencia simplemente por el hecho de ser disciplinados
y constantes en las cosas; por tener unas creencias y bases que los edificaron como
personas que buscan el éxito de una manera honesta e integra. Algo opuesto al
pensar colombiano, donde, a pesar de contar con una gran riqueza natural y cultural,
se consideran pobres y, en la necesidad de mendigar y pedir limosna a los demás
países.

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