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17-31)
estando mal pudiera empeorarse. Porque toda visión requiere distancia, y no hay
manera de ver las cosas sin salirse de ellas". La reflexión ética, al menos en algunos de
sus niveles —como veremos—, puede hacerse, sin embargo, sin "toma de distancia".
Es en tal caso algo más que una reflexión, ya que involucra un compromiso, una
actitud práctica, normativa. Pero también esto puede entenderse en diversos sentidos.
No es lo mismo un "moralista", o predicador de normas, que un investigador de tales
normas, esforzado en fundamentarlas. Como decía Arthur Schopenhauer, en una frase
que ya se ha convertido en tópico, "predicar moral es fácil; fundamentarla es difícil".
Así aparece otro aspecto de la dificultad: hay grados, y hay variantes cualitativas
del compromiso entrañado en la reflexión ética; y, además, una cosa es el compromiso
como tal, y otra, su cumplimiento efectivo. Como de hecho la reflexión puede y suele
ir acompañada de incumplimiento y, viceversa, el cumplimiento puede y suele llevarse
a cabo al margen de la reflexión, los cuestionamientos, más o menos escépticos, de la
ética como tal se elaboran muy a menudo como denuncias de tal incongruencia. "No se
puede disertar sobre la moral", decía Albert Camus. "He visto a personas obrar mal con
mucha moral y compruebo todos los días que la honradez no necesita reglas." Hay
quienes por el contrario piensan que sí se puede disertar sobre moral, pero admiten,
como B, Williams, que ello es "arriesgado", porque es un campo donde el disertante se
expone, más que en otras disciplinas, a dejar al descubierto sus propias limitaciones, y
porque existe el peligro de que el disertante sea tomado en serio por los demás, quienes
pueden así extraviarse en cuestiones realmente importantes.
Todas estas referencias, más o menos precisas, al "compromiso" de quien
diserta sobre cuestiones éticas, o al influjo que con ello puede ejercer sobre otros
agentes morales, conducen a la consideración del problema del carácter "práctico" o
"normativo" de la ética. ¿Es ésta una teoría de lo práctico, o es realmente práctica ella
misma? La expresión "filosofía práctica" suele usarse con la significación genérica que
abarca la ética, la filosofía política y la filosofía del derecho; a veces también la
filosofía de la economía o, más recientemente, la teoría de la acción, etc. Incluso la
antropología filosófica ha sido vista, en los últimos tiempos, como una rama de la
"filosofía práctica", o al menos como una disciplina con resonancias prácticas. Pero
¿qué es la "filosofía práctica"? ¿Mera observación de la praxis o también parte inte-
grante de la praxis? Esto puede formularse asimismo como pregunta por la
"normatividad" de la ética. La ética trata sobre lo normativo; pero ¿es ella misma
normativa'?5 Es un problema que requiere ser analizado sobre la base de una
discriminación de "niveles de reflexión". A su vez, una discriminación semejante
presupone algunas aclaraciones previas sobre el sentido general de "ética" y "ethos".
ella, a menos que el problema sea visto como ilusorio, aparente, es decir, como "seudo-
problema", en cuyo caso la "solución" es reemplazada por la "disolución". En su
sentido originario, la "teoría" (theoría) es un esfuerzo por ver mejor, un modo de
observación sistemática y detenida, una inspección ordenada y consecuente que, aun
cuando no llegue a la solución apetecida, ha de proporcionar al menos una mitigación
de la dificultad propia del problema. Y, como lo ha visto Karl Popper, precisamente
cuando una teoría se revela como "falsa" o "errónea", ello equivale a un progreso en el
conocimiento. Siempre, por tanto, las "teorizaciones" expresan una exigencia básica de
la razón.
5) Ordenaciones (sistematizaciones): no en el sentido de construcción de "sistemas",
sino en el de operar ordenada, sistemáticamente, en cada uno de los pasos de la
tematización. Ésta no puede quedar librada al azar, ni al arbitrio subjetivo del
tematizador. El material disponible tiene que ser clasificado, por ejemplo, para que
sirva de apoyo a una teoría, o para que permita aclarar los términos de un problema,
etc. El orden en los procedimientos es también una exigencia racional; las
sistematizaciones constituyen momentos instrumentales, que encierran en sí mismos
problemas muy específicos, ante todo lógicos o metodológicos. La ética, como las
demás disciplinas, tiene que poner atención a esos problemas, aunque no al punto de
olvidar, por ellos, los problemas éticos en sentido estricto. Hay que encontrar en cada
caso un razonable "término medio" entre el desentenderse de los detalles
metodológicos y el dedicarse exclusivamente a ellos.
6) Meditaciones: toda auténtica reflexión filosófica es a la vez una "meditación", o por
lo menos está ligada a alguna. Se puede, y se suele, "meditar" a partir de los resultados
de una investigación. Incluso se requiere una meditación qua mediación entre tales
resultados y la teorización. Pero en ocasiones es posible comenzar a meditar en un
terreno sin "huellas", y entonces "se hace camino al andar". Sin embargo, hay que tener
en cuenta las relaciones de la meditación con la lectura (los medievales ya habían visto
la meditatio como una ampliación de la lectio). Lo que ocurre es que en la meditación
genuina se produce el hallazgo de nuevas ideas, o sea, hay en ella un peculiar
apartamiento de lo leído, un intento de aislar el pensar propiamente dicho de otros
trabajos que suelen ir adosados al pensar, trabajos como los de la lectura, el estudio, la
investigación. Decía José Gaos que "es muchísimo menos trabajoso leer durante todo
un día que pensar durante sólo media hora: leer es puro darse a un gusto y darse gusto;
pensar, darse a un trabajo y darse un trabajo, que no va acompañado de gusto, dígase lo
que se diga de los placeres de la creación, que son placeres de la concepción y del dar
a luz la obra gestada, pero no placeres de la gestación". Creo que la acotación de Gaos
es correcta; pero creo asimismo que no habría que pasar por alto el hecho de que la
lectura también puede ir asociada a la actividad del pensar (y por tanto a las
"meditaciones"), sea como detonante de alguna meditación, como exigencia de
esfuerzo intelectual para su comprensión e interpretación o, en fin, como medio para la
autocrítica, necesaria para evitar el modo dogmático al que tienden las reflexiones
monológicas. No está nada mal, metodológicamente, interrumpir a veces una
meditación con una lectura oportuna: la ulterior "vuelta" a la meditación hallará a ésta
enriquecida en posibilidades. Esto se debe, como se verá enseguida, a que el
Ricardo Maliandi Ética: Conceptos y Problemas (Págs.17-31)