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la vida de uno
mismo; el aborto, es la invitación a la desgracia. Después de haber
participado en un aborto no se podrá ver a ningún niño sin recordar a la
criatura a la que se le negó el derecho de vivir siendo asesinada,
eliminada, por decisión suya. Usted es quien tiene el poder de recibir a
un niño y darle todo el afecto, tal y como papá y mamá se lo dieron a
usted. De igual manera usted también puede quitarse la vida, porque
este embrión es usted mismo; es un hermano o hermana con su mismo
valor, con el mismo deseo de vivir, y si usted participa en este crimen,
se va a arrepentir después, sin poder devolver nada, y su vida va a ser
arruinada porque no va a poder olvidar lo que ha hecho, considérelo,
¡despierte!
Despierte de una vez, vuélvase mensajero del amor, no mate a los niños
y sea excelente padre o madre para que pueda cuidar a sus hijos y
puedan mostrarles el camino hacia la verdad, hacia la luz espiritual,
hacia el amor universal, hacia la comprensión del verdadero sentido de
la vida; porque sólo Dios puede crear nuestra vida y sólo Dios tiene
derecho a terminar con una vida. En este mundo nosotros debemos ser
instrumentos del amor de Dios, y todos los días debemos repetir esta
oración:
Carta de un niño
“Quiero vivir.”
Algo que te recuerdo es que soy parte de ti; cuando tú lloras, yo lloro,
cuando tú sufres yo sufro, pero cuando tú sonríes me haces el ser más
feliz.
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