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El adolescente debe enfrentar el mundo de los adultos, para el que no está del todo preparado, y
desprenderse de su mundo infantil. Realiza tres duelos fundamentales:
Los postulados de estos duelos devienen de la teoría freudiana, que se deben de pensar, no como
una realidad , si no como un modo de pensar. Estos duelos tienen un ordenamiento:
a) duelo por el cuerpo infantil perdido (cambios que se le presentan como externos y
ante los cuales es impotente). En los inicios del infante el yo corporal es muy
importante, como cada cambio que ocurra en el soma. Porque el yo corporal es lo
primero, lo psíquico se constituye a partir del soma.
Blos, explica que se re edita el complejo de Edipo, por lo cual se re activan los
impulsos agresivos y se re arma la elección de objeto y como producto de la pubertad
(No de la adolescencia) podría ocacionar variaciones y posiciones dicotómicas en
relación a la elección de objeto.
Sexualidad:
Tambien, la inestabilidad afecta a los padres reeditando en ellos ansiedades básicas que
habían logrado controlarse hasta cierto punto.
Tiene que ver con los duelos que los adultos no conformaron en su adolesencia y también la
masa societaria dada por diferentes tipos de estructuras, hoy impera el trastorno de limites de
la personalidad (Border) con rasgos perversos, osea con algunas disforias parciales o cortes
eróticos.
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En el síndrome normal adolescente, se debe tener en cuenta que:
Nos referimos a u adolescente sano, no a ej: un adolescente que tiene epilepsia subcortical
temporal, ni oligofrénico, psicosis, etc, sino a un adolescente con un neuroeje sano, hablando de
procesos mentales.
Esta fluctuación responde, de modo complejo, a todo un difícil proceso que el adolescente debe
vivir, a través del cual busca una nueva identidad.
Es que al principio, él vive los cambios corporales y los imperativos del mundo como una
invasión. El duelo por el cuerpo (caracteres sexuales secundarios, pérdida del cuerpo de niño y
responsabilidad por la definición sexual y rol en la pareja y procreación): sólo cuando acepta
simultáneamente sus aspectos de niño y de adulto puede empezar a aceptar su cuerpo y comienza a
surgir una nueva identidad. Mientras tanto, hay fluctuaciones de identidad: cambios bruscos,
variaciones, etc. Es que el implica ensayos y pruebas de pérdida y recuperación de ambas edades, y de
ahí la inevitable fluctuación.
En el proceso de entrar en el mundo de los adultos y elaborar los duelos, el adolescente necesita
adquirir una ideología que le permita su adaptación al mundo o su acción sobre él para
cambiarlo. Hasta desarrollar esa ideología (madurez biológica + madurez efectiva e intelectual,
sistema de valores, etc.), tendrá multiplicidad de identificaciones contradictorias (varios personajes al
mismo tiempo).
Tratará de adaptar el mundo externo a sus necesidades imperiosas: por eso su deseo de reformas
(que queda en intelectualización, porque todavía es incapaz de realizarlas y porque se lo reprime en el
plano de la acción).
Al mismo tiempo de tener que formarse un sistema de valores éticos, intelectuales y afectivos,
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debe abandonar la solución del “como si” del juego y el aprendizaje. Urgido por esta exigencia, tiende
a acentuar el distanciamiento del presente y la fantasía de proyección en el futuro, independiente
de los padres (no ser con ellos ni como ellos).
Los autores insisten en que no se puede acceder a la problemática del adolescente sólo desde él
mismo. Por eso, introducen la problemática de los padres y de la relación entre padres e hijos.
Básicamente, afirman que también los padres deben hacer el duelo por el cuerpo del hijo pequeño,
su identidad de niño y su dependencia infantil. La confrontación se hace dolorosa si el adulto no es
consciente de sus problemas ante el adolescente. También lo padres tienen dificultades para aceptar el
crecimiento del chico: éste los enfrenta con sus propios conflictos respecto de la genitalidad, con la
necesidad de aceptación del envejecimiento (y, en última instancia, de la muerte), con la pérdida de su
imagen ante el hijo: ya no es ídolo, sino criticado. Los logros del chico lo pone frente a la necesidad de
evaluar sus propias realizaciones y fracasos, y la necesidad de identificarse con la fuerza creativa del
hijo. Pero por lo general, dicen los autores, el adulto se ve desafiado y agredido y tiende a reaccionar
sólo con un refuerzo de la autoridad.
El adolescente tiene tres exigencias de libertad: salidas y horarios, defender una ideología y
vivir un amor y un trabajo. Cuando los padres lo único que pueden hacer es restringir las salidas y
“cortarle lo víveres” (dinero), es porque que algo ya vino mal desde antes. Los chicos se dan cuenta de
que al controlar el tiempo les están controlando su mundo interno, su crecimiento y desprendimiento.
Es preciso que se haya instaurado un espacio de diálogo que ayude al adolescente a lograr sus
conquistas en los planos de la ideología y del amor. Otorgar libertad no significa dejar de lado todos
los límites (=abandono). Libertad con límites = cuidado , cautela, diálogo.
En el tema del amor, deben poder realizar sus experiencias, sin la contrapartida de tener que
informar de todo lo que hacen: “exigir información es tan patológico como prohibir y es muy diferente
a escuchar”.
Debe estudiarse la adolescencia como un fenómeno específico dentro de toda la historia del
desarrollo del ser humano y, por otra parte, estudiar su expresión circunstancial de tipo geográfico
y temporal histórico-social. Es decir, detrás de toda expresión sociocultural existe un basamento
psicobiológico que le da características universales.
DEFINICIÓN:
lo que sólo se hace posible si se hace el duelo por la identidad infantil”. (p. 40)
El adolescente se ubica entre las llamadas personalidades “marginales”. Es muy difícil señalar el
límite entre lo normal y lo patológico (A. Freud). Toda la conmoción (actuaciones de características
defensivas) en este período es normal. Por lo cual se puede hablar de una “patología normal” del
adolescente que debe admitirse y comprenderse para ubicar sus desviaciones en el contexto de las
realidad humana que nos rodea. La mayor o menor anormalidad de este síndrome normal se
deberá, en gran parte, a los procesos de identificación y de duelo que haya podido realizar el
adolescente.
¿Por qué “Síndrome”?: desde el mundo de los adultos, parece una configuración
semipatológica, pero desde el punto de vista de la psicología evolutiva y la psicopatología, aparece
como algo coherente, lógico y normal). Desarrollamos aquí 10 características o “síntomas” que
definen este “síndrome”.
Si bien hay un basamento psicobiologico que posibilita la pubertad y la adolescencia . Vemos que ay
momentos en que la pubertad interacciona con la adolescencia, pero en términos simbólicos, la
adolescencia continua cuando la pubertad a terminado.
Los cambios físicos pueden ser vividos, en un primer momento, como muy perturbadores.
Sentimientos de extrañeza e insatisfacción, que contribuye al sentimiento de “despersonalización”.
La integración del yo se produce por la elaboración del duelo por partes de sí mismo y por su
objetos, y un buen mundo interno (que surge de la relación satisfactoria con los padres
internalizados) posibilita una buena conexión interior, una buena huida defensiva que facilita el
reajuste emocional y el establecimiento de la identidad adolescente.
Esta identidad adolescente se caracteriza por un cambio de relación con los padres (reales e
internalizados). Los elementos biológicos introducen una modificación irreversible: ahora, la
separación ya no sólo es posible sino necesaria. Las figuras parentales están incorporadas a la
personalidad del sujeto y este puede iniciar el proceso de individuación. Si todo se dio
correctamente en los períodos anteriores, el adolescente contará así con un yo enriquecido, dotado
de mecanismos defensivos útiles, y un Superyo que lo ayudará a encauzar la vida sexual que empieza
a poder exteriorizarse en la satisfacción genital, ahora biológicamente posible.
Hay que tener en cuenta que la identidad, la conciencia es un constructo constante, que construye
un constante devenir, sin embargo hay una constante : El self. El si mismo propiamente dicho, el ser
de la identidad (no deviene). Las formas de manifestarse es lo que deviene en diferentes contextos:
Falso self; producto del falso self nos relacionamos de diferentes modos con los padres, amigos,
docentes, etc. Pero esto no quiere decir que uno cambie.
La identidad es el reconocimiento del si mismo, del self. Pero el self tiene muchos modos de
manifestarse.
2) La tendencia grupal.
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El adolescente recurre al grupo para reforzar su identidad, ante la dificultad de asumir
obligaciones para las cuales todavía no está preparado. También para lograr su independencia de los
padres, para lo cual busca un líder al cual someterse o se erige él mismo en líder para ejercer el poder
de la madre o el padre. Pero todo ello, sin que se sienta demasiado responsable de lo que ocurre a su
alrededor: su propia personalidad suele quedar afuera del proceso.
El grupo facilita la conducta psicopática normal. Se trata de un acting out motor (por
descontrol provocado por la pérdida del cuerpo infantil) y afectivo (producto del descontrol del rol
infantil que está perdiendo): desafecto, crueldad, indiferencia. (en el adolescente normal, esta
conducta es transitoria y rectificable, a diferencia del psicópata). En este último, el conflicto de
identidad se procesa mediante la crueldad y la desafección, como mecanismos de defensa frente a la
culpa y el duelo de la infancia perdida, que no puede ser elaborada debido a la eliminación del
pensamiento.
Una de las formas típicas del pensamiento del adolescente es el intelectualizar y fantasear
despierto. Como mecanismo defensivo: a través del pensamiento, compensa las pérdidas que ocurren
dentro de sí mismo y no puede evitar.
Se trata de un refugio interior contra la angustia. Una especie de autismo positivo que tiene por
objeto el reajuste emocional, y que se expresa en teorizaciones éticas, filosóficas, sociales, a través del
pensamiento y la producción literaria, artística, etc. Una vez más, hay que señalar que sólo teniendo
una relación adecuada con objetos internos buenos y también con experiencias externas no demasiado
negativas, podrá el adolescente llegara cristalizar una personalidad satisfactoria.
El adolescente puede manifestarse como un ateo o un místico, a veces el mismo individuo pasa
por todo tipo de períodos mutuamente contradictorios. Las frecuentes crisis religiosas son intentos de
solución de la angustia que vive el yo en su búsqueda de identificaciones positivas y del
enfrentamiento con la muerte definitiva de parte de su yo corporal, así como de su separación de
los padres. Las figuras de divinidades pueden representar para él idealizaciones que le aseguren la
continuidad de la existencia de sí mismo y de los padres infantiles. Del mismo modo , una actitud
nihilista puede ser también defensiva. En ambos casos, se trata de un desplazamiento a lo intelectual
religioso de cambios concretos que ocurren en el nivel corporal y en el plano de la actuación familiar
social.
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Por la intelectualización y las fantasias, se llegara a las crisis religiosas.
Del mismo modo que el adolescente esta en crisis con sus padres lo estará con la religión.
5) La desubicación temporal
El adolescente vive con una cierta desubicación temporal; convierte el tiempo en presente y
activo como un intento de manejarlo (tipo proceso primario...) De ahí las postergaciones y urgencias
inexplicables que sorprenden al adulto en el comportamiento adolescente.
Parecería que al romperse el equilibrio de la latencia, según Bleger y Bion, por momentos
predomina la parte psicótica de la personalidad. Así la adolescencia se caracterizaría por la irrupción
de partes indiscriminadas, fusionadas, de la personalidad: las modificaciones corporales,
incontrolables, son vividas como un fenómeno psicótico y psicotizante en el cuerpo. Lo cual es
aumentado por la posibilidad real de llevar a cabo fantasías edípicas de procreación con el progenitor
del sexo opuesto.
Mientras tanto, el adolescente se rige por el tiempo corporal o rítmico (comer, defecar,
jugar, dormir, estudiar, etc.). Tiempo vivencial o experiencial. Luego vendrá la
conceptualización del tiempo, con la discriminación de pasado-presente-futuro y la aceptación
de la muerte de los padres y la propia. Sin embargo, en determinados momentos puede haber
regresiones,
“La percepción y la discriminación de lo temporal sería una de las tareas más importantes de la
adolescencia, vinculada con la elaboración de los duelos típicos de esa edad. Esto es lo que permite
salir de la modalidad de relación narcisista del adolescente y de la ambigüedad que caracterizan su
conducta. Cuando éste puede reconocer un pasado y formular proyectos de futuro, con capacidad de
espera y elaboración en el presente, supera gran parte de la problemática de la adolescencia”.
Tiene que ver con el yo, con la metamorfosis del cuerpo, el crecimiento del cuerpo, hacen que
halla una desubicación del espacio (que genera el yo corporal) y el tiempo (genera el yo psíquico)
Según Freud, son los cambios biológicos de la pubertad los que imponen la madurez sexual: rol
de la procreación y definición sexual correspondiente.
Al ir elaborando el complejo de Edipo, el varón idealiza al padre, se identifica con sus aspectos
positivos, supera el temor a la castración por medio de realizaciones y logros diversos que le muestran
que también él tiene potencia y capacidad creativa. También la niña acepta la belleza de sus atributos
femeninos, reconociendo que su cuerpo no ha sido destruido ni vaciado, y logrará identificarse con los
aspectos positivos de la madre.
En el adolescente, tiene que ver con fantasías edípicas de la escena primaria, aceptando la
condición de tercero excluido. También es un intento maníaco de negar la pérdida de la
bisexualidad, parte del proceso de duelo. A poseer ya los instrumentos efectores de la genitalidad
pero no poder usarlos (por restricciones socioculturales), se incrementan las fantasías incestuosas y la
frustración. Por eso, la masturbación es vivida más destructivamente y con culpa que en la infancia.
Pero también tendrá una función exploratoria y preparatoria.
Freud: Se enamora de otro , que tiene lo que uno no tiene. Pero el amor es también, aceptar las
diferencias del otro, esta aceptación se manifiesta en la unificación del objeto proyectando las
corrientes tiernas y eróticas en un periodo prolongado de tiempo.
El adolescente , por un lado; trata de aceptar la escicion del yo y por otr parte; esta realidad es
renegada (conoce la realidad y no la acepta)
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El amor se representa y manifiesta en lo genital.
Freud, explica que la adolescencia se hace por ensayos y que el sujeto se constituye en adulto
cuando el acto sexual, esta en pos de la creación y por tanto la definición sexual correspondiente.
En el pasaje del onanismo (masturbación) “posición autoerotica y parcial” a “lo genital”, se debe
a que el cerebro a los 16 años (aprox) comienza a tener una bioprogramacion que va a generar la
tendencia a la procreaccion a partir del amor. Aunque las masturbaciones continúen , esto se enlaza
con el enamoramiento apasionado (oxitocina del cerebro) es cuando se puede unificar el objeto y la
pulsión sexual, previamente parcial, queda unificada la primacia de lo genital y se utiliza para la
procreación.
Muchos padres se angustian y atemorizan ante al crecimiento de sus hijos, reviviendo sus propios
conflictos edípicos. Stone y Church señalan que así como los hijos presentan una situación
ambivalente al separarse de los padres, lo mismo sucede con éstos, y llaman a esto “ambivalencia
dual”. Por otra parte, es toda la sociedad la que interviene en la situación conflictiva del adolescente.
El medio en que vive, además, determina nuevas posibilidades de identificación e incorporación de
pautas socioculturales y económicas. Es preciso reconocer un condicionamiento entre individuo y
medio en la constitución y aceptación de la identidad.
Este sentido tienen los ritos de iniciación presentes en todas las culturas: expresar la rivalidad
que los padres del mismo sexo sienten al tener que aceptar a sus hijos como sus iguales (y
posteriormente incluso admitir las posibilidad de ser reemplazados por ellos).
Se genera un medio dual o compartido entre los padres y los hijos, debido al crecimiento del
cuerpo que genera una ambivalencia importante, por la reminisicion de la protofantasia. Estamos
hablando dentro de la normalidad de la neurosis. La normal es sentir deseos e inhibirlo, no pasarlo al
acto.
El adolescente no puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque
muchas veces la intenta y la busca. Es una personalidad permeable, en la cual los procesos de
introyección y proyección son frecuentes, intensos y variables. Esto hace que no pueda haber una
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línea de conducta determinada, que ya indicaría una alteración de la personalidad. Por eso hablamos
de “normal anormalidad”. Sólo el adolescente mentalmente enfermo mostrará una conducta rígida.
La labilidad de su organización defensiva es, en al adolescente, un signo de normalidad.
El psicoanálisis explica que el adolescente no puede sostener en el tiempo una conducta rigida, ya
que por la regresión el yo es permeable porque se esta constituyendo, a partir de constantes
instrospecciones y proyecciones objetales.
Lo mejor para el adolescente seria: Descatetizar una catexias negativa y catextizar un objeto
otorgando una variable positiva. Esto en el adolescente se va dando normalmente y en el border se da
patologicamanente:
Todo esto también es percibido por los padres e incide grandemente en ellos. Reiteramos el
concepto de ambivalencia dual, como un factor muy importante en la forma en que se logre realizar
la separación. La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien
definidos, y una escena primaria amorosa y creativa, permitirá una buena separación de los
padres, un desprendimiento útil, y facilitará al adolescente el pasaje a la madurez, para el
ejercicio de la genitalidad en un plano adulto.
Por la necesidad de negar las fantasías genitales y la posibilidad de realización edípica, los
mecanismos esquizoparanoides pueden ser muy intensos, lo cual es normal y natural. Los padres
pueden ser vividos disociadamente, como muy buenos o muy malos. Las identificaciones se hacen
entonces con sustitutos parentales en los cuales pueden proyectarse cargas libidinales (maestros,
héroes reales imaginarios, compañeros mayores).
Los cambios de humor son típicos de la adolescencia y es preciso entenderlos sobre la base de
los mecanismos de proyección y de duelo por la pérdida de los objetos; al fallar estos intentos de
elaboración, tales cambios de humor pueden aparecer como microcrisis maníaco depresivas.
Constante fluctuaciones, tienen que ver con la timia, la efectividad no estable. Manifestando 2
sentimientos básicos.
1) El miedo (depresión)
2) La ansiedad
El afrontamiento del yo con la castración (con lo real) denota que el adolescente comienza a
adaptarse al real y por tanto utiliza estos sentimientos ya en la adolescencia y especialmente en la
vida adulta de forma mas adecuada sin llegar a la exacerbación de la ansiedad (estados maniacos
o estados depresivos)
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Capítulo 3: Adolescencia y Psicopatía. Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres
infantiles
Tanto las modificaciones corporales incontrolables como los imperativos del mundo externo, que
exigen del adolescente nuevas pautas e convivencia, son vividos al principio como una invasión.
Como defensa, va a retener muchos de su logros infantiles o a refugiarse en el mundo interno. Todo
esto implica una búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo en un plano consciente e
inconsciente. Para ello, contará con el mundo interno construido por las imagos paternas, a través del
cual elegirá y recibirá los estímulos para la nueva identidad.
Como vimos, el duelo por el cuerpo supone elaborar una doble pérdida: la de su cuerpo de niño
(caracteres sexuales secundarios) y la de la bisexualidad (menstruación y semen, definiéndose en la
pareja y la procreación).
Es en esta búsqueda de identidad cuando aparecen patologías que pueden llevar a confundir
habitualmente una crisis con un cuadro psicopático (o también psicótico o neurótico, según), en
especial cuando surgen determinadas defensas como ser la mala fe, la impostura, las identificaciones
proyectivas masivas, la doble personalidad y la crisis de despersonalización. Todo esto se supera al
elaborar los duelos, elaboración que incluye diversos procesos:
a) algunas técnicas defensivas como la desvalorización de los objetos para eludir el dolor
de la pérdida;
El psicópata no puede elaborar sus duelos y mantiene estos síntomas inmodificados. No puede
asumir la existencia de un solo sexo en su cuerpo, ni defusionar la imagen de los padres adquiriendo
una nueva forma de relación con ellos (el adolescente tiene que dejar de ser a través de los padres
para llegar a ser él mismo).
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interno.
no comprende mucho lo que pasa a su tiene un insight defensivo sobre lo que el otro
alrededor: está más ocupado consigo mismo. necesita y lo utiliza para su manejo.
piensa y habla mucho más de lo que actúa, la acción es su forma de comunicación. Tiene
confía en la comunicación verbal y sólo cuando compulsión a actuar y dificultad para pensar. La
se siente frustrado en ésta actúa acción no le sirve para adquirir experiencia.
compulsivamente.
la aceptación de la vida y de la muerte lo lleva a niega los sentimientos de pérdida, descuida así el
una mayor capacidad de amor y de goce y a una objeto y a sí mismo, niega el afecto y disminuye
mayor estabilidad en los logros. capacidad de goce.
elabora los duelos del cuerpo y la bisexualidad, no elabora los duelos y no alcanza la verdadera
y accede a la pareja y la creatividad, identidad e identidad e ideología que le permitan un nivel de
independencia, integrándose en el mundo adaptación creativa.
adulto.
Las defensas en la psicopatía son técnicas para eludir la depresión, la culpa y la criminalidad. Por
medio de ellas, el psicópata logra un aparente equilibrio. El mismo objetivo tienen las defensas en
el adolescente normal, sólo que ese aparente equilibrio sólo se logra transitoria y parcialmente, y
en determinadas ocasiones.
Al estar las defensas ocupadas en la búsqueda de un aparente equilibrio (muy relacionado con
la impostura, la mentira y la mala fe, modalidades del fracaso de la consecución de la identidad),
fracasan en su función de dominar la ansiedad. Por eso el psicópata es incapaz de tolerar las
tensiones.
Como el pensamiento impone una demora y el yo del psicópata es incapaz de esperar, ignora los
límites de la acción y sus consecuencias y se produce un trastorno en el pasaje del pensamiento a la
acción. (Para el adolescente normal, en cambio, el pensamiento es una preparación para el actuar.
Cada acción le deja como residuo una experiencia que enriquece el aprendizaje y de la que se siente
responsable).
¿Cuál es el origen de esta configuración psicopática? Melanie Klein dice que el pensamiento es
el hijo espiritual tenido con los padres en el comienzo de la situación edípica. El psicópata tiene una
fijación en la imagen de los padres en coito y una dificultad para alcanzar la identidad sexual,
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con lo cual el inicio del Edipo y del pensamiento están ya condicionados desde un principio. Es decir,
se da un déficit ya en el primer año de vida, respecto del duelo por el pecho y paso al padre.
El psicópata no ha elaborado el duelo por el otro sexo. Por eso la escena primaria sigue
teniendo tanta importancia. Al llegar la pubertad, se da una negación defensiva de la diferenciación.
La defensa contra la intimidad sexual lleva a comportamientos de evitación fóbica, y esto tanto en
psicópatas como en normales (que, a diferencia de los primeros, van a ir logrando elaborar el duelo
por la bisexualidad perdida y manejando ese distanciamiento del otro sexo). En el adolescente normal,
eso puede darse también a través de la “omnipotencia de las ideas”, la compulsión a devorar novelas o
películas (aprendiendo a través de los personajes lo que no logra realizar en la vida real), el estudio
como defensa, etc.
El dejarse morir como deseo de una parte del yo puede llevar al psicópata, que no se detiene en el
pensamiento sino que actúa, al suicidio real. Puede darse incluso la búsqueda de la identidad a través
del suicidio, “ser” un suicida.
El individuo asiste pasivamente a la mutación de su cuerpo. La rebeldía ante esto que no puede
manejar la desplaza hacia la esfera del pensamiento: tendencia al manejo omnipotente de las ideas
frente al fracaso en e manejo de la realidad externa. Con un cuerpo que se va haciendo adulto,
mantiene su mente en el cuerpo infantil. Se da así una despersonalización en el pensamiento, típica
de la edad: el manejo de símbolos intelectualizados de omnipotencia, reformas sociales y políticas,
filosofía, religiosidad, en las cuales él no está directamente comprometido como persona física sino
como entidad pensante.
Por exageración en su intensidad o por fijación evolutiva, esto puede adquirir características
observadas en la psicopatía: la simbolización fracasa, el símbolo y lo simbolizado se confunden y las
ideas tienden a realizarse en “acción en cortocircuito”, actuación motora.
El continuo comprobar y experimentar con objetos del mundo real y de la fantasía que se
confunden, apoyado en el pensamiento grupal (que permite mayor estabilidad protegiendo a su vez
de la responsabilidad personal), despersonaliza a los seres humanos y desresponsabiliza al sujeto, que
usará a las personas la satisfacción de sus necesidades (lo cual explica que sus relaciones objetales
sean lábiles y fugaces, inestabilidad adolescente).
En el psicópata, las conductas de crueldad y desafecto, el manejo de las personas como objetos,
se dan sin culpa y sin capacidad de rectificación. Al faltar el paso por el pensamiento, la culpa no se
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puede elaborar y el yo se empobrece en su situación ficticia de irresponsabilidad infantil con
aparente independencia. Finalmente, lo que en el adolescente normal es conflicto de identidad, en el
psicópata es mala fe consciente que lleva a expresiones de pensamiento cruel, ridiculizante de los
demás, desafectivo, como mecanismo d e defensa ante la culpa y el duelo por la infancia perdida.
Los cambios operan también sobre la imagen de los padres y de su rol, y también sobre los padres
reales (interacción de un doble duelo). Se dan así las contradicciones de una demanda de suministro
continuo (dependencia) para lograr aparentemente la independencia (seudoindependencia). Estas
contradicciones desubican tanto las imágenes internalizadas como a los padres reales, y surgen las
figuras sustituivas y a la introversión que facilita el contacto con las imágenes internas, que terminan
enriqueciendo el yo.
El psicópata no tolera la pérdida del suministro continuo, vivenciando la frustración como una
amenaza de muerte y respondiendo en cortocircuito (percepción distorsionada que desencadena un
efecto avasallador). Percepción-acción, sin proceso de pensamiento. Evita la soledad que le
permitiría la elaboración de la pérdida de los padres. Percibe el mundo externo como amenazador y
frustrante, y en su respuesta apresurada y angustiosa utiliza su caudal intelectual para prescindir de la
confrontación crítica y emplea una racionalización más o menos coherente parta explicar su conducta
desaprensiva y cruel: está permanentemente en la actitud de recibir el suministro continuo que el
adolescente normal sólo desea momentánea y periódicamente.
Sexo en el psicópata: permanece en una bisexualidad fantaseada que tiene para él todo el
significado de la realidad psíquica y que le impide relaciones amorosas de objeto y el logro de la
pareja.
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