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ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX
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debe tener desde ahora un lugar preferente en Id-biblioteca
de todo aquel que se interesa por los problemas religiosos tjj ra ■ • Tí*# " • ' ■'
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Imp. Ed. Casa! i J'n//,-andorga , '' r'A
PRIMERA PARTE: SE, CREO
NIHIL OBSTAT
Dr. Ramón Canut Benet, censor
Profesor de Teología Dogmática

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¿ CIENCIA LA TEOLOGIA?
M. R. P.- CHENU o. p.

BIPRIMATUR
í Ramón, Obispo de Urgel
Seo de Urge], 27 de agosto de 1959

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ANDOIIRA

La ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX


«YO SÉ-YO CREO» reúne el más selecto grupo de escritores
especializados, bajo la dirección de daniel - rops,
de la Academia Francesa.
56 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

razón. Al comienzo del gran período escolástico, Gregorio IX,


en su carta constitucional de la joven Universidad de París (1231),
ponía en guardia, muy enérgicamente, a ciertos maestros de teo
logía contra la embriaguez de los conceptos de origen y contex
tura filosófica; su amonestación es severa para aquellos -Kteólo-
goss> que se convierten en «teofantes». Es precisamente a causa CAPITULO IV
su arraigamiento' en el lenguaje religioso de la revelación, que
el misterio cristiano ha podido y podrá siempre ser traducido
con las expresiones de la teología, antigua y moderna. La Swna LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
de Santo Tomás ha sido construida de hecho solamente sobre
la base de un comentario de la .Escritura, la cual era, en la Uni
Después de haber sentado irrevocablemente la continuidad
versidad de París y de Nápoles, el libro de texto «ordinario» del metodológica, psicológica, religiosa y mística de la teología y de
maestro dominicano.
la fe en la presencia de la'Palabra de Dios, en la transmisión por
la Iglesia del dato revelado y en el poder del Espíritu Santo pro
metido, es preciso ahora situar con precisión y definkio, dentro
de sus estructuras, de su función y de su valor, el acto propio,
En una alegoría muy sugestiva, Santo Tomás describe sim
específico, del teólogo en la intimidad de las diVersas eficiencias
bólicamente el enfrentamiento de un teólogo con el misterio de
de la fe.
Dios. Recuerda el episodio de la lucha de Jacob con el ángel En su inteligencia de la fe (cf. cap. 2), ¿puede el teólogo lle
(Génesis, cap. 32), y comenta: Durante toda la noche lucharon gar a construir "un saber? ¿Un saber que mereciese, aunque fuese
■ á brazo partido, tensos los músculos, sin que ninguno de los dos necesaria una explicación ulterior, el nombre de ciencia?'La.s res
cediera. De madrugada, el ángel desapareció, cediendo aparente
puestas de los maestros es a la vez una y varia: una, en cuanto
mente-el terreno a su contrincante. Entonces Jacob sintió un do
todos, en su pensamiento y por su oficio mismo, conceden que
lor agudo en el muslo: estaba herido y cojeaba. Así, del mismo el trabajo teológico supone, para ser normal, valedero, fructuoso,
modo el teólogo se enfrenta con el misterio, al nivel del cual Dios una puesta en práctica racional y orgánica de los medios y de
lo ha llevado; tensa sus músculos, se apuntala en sus expresiones los métodos de la inteligencia, de acuerdo con la naturaleza de
humanas, empuña sus objetos con toda su fuerza, incluso da la sus facultades; no coinciden en cuanto a la denominación de la
impresión de que se adueña de ellos; pero entonces acusa una calificación precisa de este trabajo en su densidad «científica».
debilidad dolorosa y deleitable a la vez, ya que su derrota cons Santo Tomás entre los primeros, cuando la cuestión se planteaba
tituye en realidad la prenda de su divino combate. por el hecho del despertar de una teología escolástica, pensó
que, aquilatando bien las cosas, con las precisiones oportunas.
5g ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? la TEOLOGÍA COMO aENCIA 59

la teología podía, con todo derecho, ser caUficada de ciencia o tero —, sino una «virtud», radicada en nosotros como una po
más exactamente, que la «doctrina sagrada», según la palabra tencia lo está en una naturaleza. La fe reside dentro de la razón
tradicional, implicaba, en su campo epistemológico, una función asi capacitada paraeeoXor£ív(theo-Ioguein: hablar de Dios). No
de ciencia Tal es nuestra firme convicción. No se trata aquí e es que. ^te el misterio de Dios, «el hombre viejo» salga de su'
una controversia sutil entre profesionales, sobre opmiones libres, impotencia; pero el teólogo es el hombre «nuevo». Mientras ela
sino, dentro de esta Ubertad de opinión en la Iglesia, de una toma bora racional y científicamente el contenido de su fe. no deja de
de posición de mucho alcance, no sólo en la escuela, sino en la ser este hombre nuevo. Al contrario; lo realiza. La fe. dando ,a
vida espiritual, en la acción apostólica y en la presencia del cris luz a la teología, está dentro de la lógica misma de su perfección.
tiano en el mundo. Incluso el que con San Buenaventura y otros ^ La lógica seguirá, pues, su camino. Dentro de la.percepción
rechaza la posición de Santo Tomás, sacará provecho en ana mística del creyente y en beneficio suyo, con los debidos discer
lizar, con cierto rigor, los. resortes y las estructuras de lo que nimientos y la discreción necesaria, se utilizarán todas las técni-
hemos llamado la inteligencia de la fe, digamos ahora el matiz ■ cas de la razón, distinciones de los conceptos, multiplicidad-de.
está claro —,la razón teológica. los análisis y de los juicios, definiciones y divisiones,'compara
ción^ y clasificaciones, inferencias, razonamientos en busca de
explicación, deducción en fin. deducción sobre todo, diríamos,
La razón teológica porque es la operación característica de la ciencia, el lugar en
que el proceso de racionalización alcanza su eficiencia propia.
El dato revelado ocupa, pues, el primer lugar. No sólo tiene Ya sabemos que éstos son otros tantos signos de debilidad, pero
la primacía dialéctica de un enunciado; pero incluso una presen representan también una intrepidez racional significativa: la «con
cia dentro de la fe y la Iglesia, con el inagotable realismo y- la clusión teológica» encierra este lastre y esta audacia, en la que.
silenciosa insistencia que esta palabra supone,para la mirada de por consiguiente, los beneficios y los riesgos irán de la mano. ■
aquel que le ha dado su consentimiento. Dentro de esta presencia como tendremos ocasión de verlo. Dialéctica de la fe donde su
ahora uno puede «construir». poder triunfa én su..debilidad. La misma ley que. hace un ins
El teólogo es aquel que se atreve a hablar humanamente la tante, nos hacía reclamar una encarnación de la Palabra .de DiOvS
Palabra de Dios. Ha oído esta Palabra, la posee. Mejor dinamos. en las palabras humanas a lo,largo de la historia, nos urge ahora
Ella lo posee a él, de tal modo que pensará por ella y en ella. para que aceptemos hasta el fin el régimen de conocimiento.que
Es más; la pensará a ella misma. El don de Dios es un don que esta encamación implica: la teología es solidaria del misterio
se convierte en propiedad humana: la fe es un luibitus, como dice teándrico de la Palabra de Dios. Verbo hecho carne. Solamente
el intraducibie latín. Nos es un carisma extraordmano que su aquí puede encontrar, en la coherencia de la razón y de la fe
trascendencia mantedría fuera de nuestro modo humano de pen una confianza tan audaz.
sar; es la encamación de la verdad divina en la trama misma de La ciencia teológica no estará compuesta, por consiguiente,
nuestro espíritu, no es una confianza pura —la fiducia de Lu por una colección de opiniones más o menos externas e indife-
61
LA TE OLOGÍA COMO aE NC IA

60
ÍES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
gibles según la economía psicológica del sujeto humano, etc. — .
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vez
. dato -elado,^.- ^dd^
espíritu! No. la razón, la «-
A< Maravilla de luz divina que se posesiona en tal grado de nuestro
espíritu. No estamos frente a la opresión de un fárrago dialéctico,
sino ante una armadura interior que la fe, ella misma, crea para
... y,-¿,'•^2rav^rio».,1» «.-
Cismo de la re y oe , recursos, m- sí, bajo el impulso de su buena salud intelectual, humana y di
vina a la vez; en su comunión con la ciencia de Dios esta fe se
d„ m pod» ¿ jo„pil,do »n P>I«1 0« ■ atreve a buscar las « razones» de las obras de Dios, para así
ri'^TS.d.1 í«— «y '■'f°« * obtener una inteligencia de sil misterio. Fides quoerens intellecium.
rrri— d— S i realmente es éste el papel profundo de la razón dentro de
la teología, el pretender reducirlo a una defensa de los dogmas
de la de^Alejandría. un Buenaventura, y colocar sus valores como simples contrafuertes exteriores al
viven y piensan un algunos, para ha- edificio, es minimizar su bellísima función. E l siglo xix ha cedido
. un Tomás de Aqumo. un Escoto Es q„i„en ante esta inflación apologética, que.es fruto a menudo de una
cer la historia de Qg^ófia. contaminación platónica pobreza interior de la teología Contra esta valoración única de
purificar a estos maestr _ Volvemos-a encontrar siem- lo extrínseco, nos complacemos en pensar que la razón es fecun
o aristotélica de su pureza eonceptua- da en doctrina sagrada; es más, la fabrica. No es preciso dog
pre el mismo error según el de con- matizar de un modo intempestivo para percibir y apreciar la
lÍíkl^ÍsS atTu vez de'ser. como es. su producto, por la estructura y la cualidad « cristiana» de los conceptos teológicos de
sacramento, de causa instrumental, de persona de generación, de
hábitos, de dones, etc.

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1« »P».yiy d."L C to d. pybdM. Las operacloDies de la razón teológica
E l reino de los cielos es semejante o,.. ¿Qué significa estricta
mente este « reino de los cielos», cuyas parábolas sugieren imáge
nes tan dispares?

1. E l enfrentamiento de la fe con las ñ losofias y los distintos saberes


humanos, plantea a la teología los problemas que el cristiano encuentra
« en el mundo». E s la función apologética de la teología. S u necesidad
cimiento del régimen sacramentarlo que no^ y su fecundidad no deben conducirnos, no obstante, a considerarla como
un substitutivo con relación a la inteligencia de la fe. S ucede que los
espíritus menos aptos' para apreciar los valores de la vida, se afanan
más en substituirles unas justificaciones indefinidas.
virtudes teologales y los dones del Espmtu i>anro n
g2 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 63

La sangre de la nueva alianza... ¿En qué categoria doctrinal, del misterio y al mismo tiempo despiertan una búsqueda que no
nos abandonará más. Sin saberlo... nos hemos convertido en teó
lústórica, jurídica, mística, se debe colocar esta «aUanza» que. en logos. Las equivalencias, los primeros estudios etimológicos, las
dos etapas, encierra todo él plan de Dios?
Hemos encontrado al Mesías,.. ¿Rey bijo de David. ,Serv descripciones nominales, la asimilación y complicación de imá
genes serán otros tantos modos de penetración de la inteligencia
dor de Yahvé? ¿Ángel del Apocalipsis? ¿Dios salvador? Es d- p^a c^ar en el espesor de las palabras, alrededor de las cuales
fícil saber de qué modo podemos alcanzar una representación mi curiosidad espontánea profundizará, sirviéndose de contextos
unificada de este personaje divino. ¿Cómo la obtendremos. evangélicos y de análisis gramaticales. Ahondad en este trabajo;
El Hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza... 6 organizad sus resultados y he aquí una modalidad del léxico
bemos tomar esta expresión al pie de la letra? _ teológico que los cristianos.'a lo largo de los siglos, vuelven
María, madre de Jesús es madre de Dios: ¿De que mo continuamente a empezar.
misma palabra encubre una única y doble reaUd^. Por otra^ parte, bajo los conceptos elaborados poquito a poco,
Yo soy el que soy. tal es la defimción que Dios da si mism . es el lenguaje mismo al que uno sornete a crítica. Lp observamos
con una expresión cuyo enigma verbal nos introduce ya en en la más pequeña traducción, y las versiones del original semí
que Dios creador es mrtífex mundh: ¿esta palabra tico han perdido mucho de su densidad religiosa primitiva. Orí
genes no deja de cometer alguna torpeza en las traducciones de
latina es adecuada para hacemos comprender, este acto tan espe- Rufino. Alejandría se querelló con Roma por una palabra tra
cial de la creación? . . _
Trinidad: Agustín observaba ya que est^rmnm es muy ducía demasiado literalmente. (Recuérdese la controversia entre
el Papa Diomsio y su homónimo, el obispo de Alejandría,
abstracto para expresar la vida del Padre, del Hijo del Espíritu. reaccionando contra el vocabulario aparentemente sabefiano de
Sdescernió a los infiernos: ¿Cuál es la realidad encerrada Roma). Los maestros occidentales de la Edad Media intentaron,
""^^"mma^undos los pobres en el reino de Dios: ^ por tres o cuatro veces, la traducción de Dionisio el Aeropagiía
^n llegar a hacerlo aceptar del"todo. La división nefanda entre
los «pobres»?, ¿los económicamente, ascéticamente, misücameu- Oriente y Occidente-empezó con la confusión de los vocabularios,
^¿'^^mildad: es difícil clasificar esta virtud dentro de las ca signos de mentalidades irreductibles. Desde siempre, la expan
sión de la fe fuera de la Cristiandad establecida, planteó proble
tegorías de ios moralistas; ¿no será preciso la ayuda de la par mas delicadísimos de enunciados, a la vez fieles'e inteligibles
'TaÍtcesivamente. Desde la primera lectura del libro sa^ para los pueblos recién llegados; inOluso hoy en día la verdad
evangélica incorporada a los vocablos grecolatinos, continúa
grado y de sus derivados, a flor de texto, antes de siendo prácticamente cerrada para otras civilizaciones, mientras
organizada, henos aquí sumergidos en un primer trabajo que en su primera expresión había representado una ventaja para
razón teológica. No es éste un trabajo vano o demasiado elemen las categorías semíticas. En Occidente mismo, el acceso del pue-
tal Los significados elementales nos sitúan de lleno en la entraña
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 65
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

blo a los textos litúrgicos, vehículo importantísimo de una fe viva, teológicos sin mantenerse bajo la secreta comunicación de la Pa
provoca una labor difícil, la cual, bajo su apariencia filológica, es labra de Dios, y como empuñados por la contemplación. Exi
gencia ésta propicia a las torpezas de un esoterismo que detes
en realidad teológica. l,a teología «escolástica» se presenta pri tan vivamente los verdaderos creyentes, pero también suprema
meramente como un lenguaje, el lenguaje erudito y técnico, frente sensibilidad de una fe que se manifiesta no sólo en el vocabulario
a una teología patrística y monástica que, a causa de su impreci de los místicos sino también en el lenguaje de la predicación, en
sión, no podemos despreciar,. . , ,
No se trata solamente aquí de un afán de exactitud y de orto el análisis del teólogo y en el menor testimonio del fiel. Instinto
doxia, sino, en el fondo, dentro de la vitalidad mtenor de las admirable del Espíritu, el cual la razón, incluso en su formq más
palabras y de las imágenes, se trata de las exigencias de la luz elemental de obrar, debe adaptar sus instrumentos lingüísticos,
de la fe. Si la economía cristiana se.realiza a través de la que la escolástica más técnica tendrá sumo cuidado en respetar.
Palabra de Dios, dentro de una relación que admite la verdad
humana de un diálogo, es completamente normal, incluso nece *
sario que los vocablos se vean arrastrados los primeros dentro
de las condiciones terrenas de este diálogo. Dios contmúa siendo De las definiciones nominales, como dicen los lógicos, pasa
un extranjero en el pueblo cuyo misionero no habla la lengua mos a las definiciones reales; es decir, que en los objetos de la
indígena más que como un viajero que está de paso; y su verdad fe, como en toda realidad de la naturaleza, buscamos siempre,
no puede afincarse en una escuela en la que la gramática y la aunque sea de un modo inconsciente, ir más allá de la perfección
exégesis estén descuidadas. Por esto se comprende el motivo de las apariencias visibles, a fin de alcanzar las causas, tanto en
elemental de la predilección de la Iglesia por las fórmulas dog la interioridad de las cosas como en su génesis. No es preciso ser
máticas. Las palabras, que encaman la fe, constituyen la materia filósofo par ir en busca de definiciones donde estas causas estén
^ prima no sólo del catequista, sino incluso del teólogo profownal. enunciadas orgánicamente. La teología, por consiguiente, de
El teólogo es primeramente un filólogo, valga el atrevimiento, acuerdo con el modo de proceder de la inteligencia, seguirá en
desde el momento en que su creencia quiere aprehenderse a si esto las leyes comunes de todo saber: constantemente intentará
misma y elaborarse. Por otra parte, en la identidad del material definir objetos — incluso intentará definir a Dios, del que se sabe
fonético, se crea una lengua original, ya que la luz divma impreg- que es indefinible—, y definirlos en el sentido general de una
■ nará la trama de las palabras. No se trata del ablandamiento de delimitación de sus contornos, de sus propiedades, de sus estruc
un,sentimentalismo piadoso, como a veces ha sucedido, smo de
turas, incluso si puede, en el sentido técnico de una determinación
una exigencia rigurosa de la inteligencia dentro de una fe que de sus elementos constituyentes.
lleva consigo, incluso en su encamación verbal, esta mutación Jesús es hijo de Dios, de un Dios cuyo nombre propio es el
radical del cristiano en medio de un mundo profano. El lenguaje de Padre. ¿Qué significan estos vocablos tomados de la noción
de la teología debería ser «sagrado». Nada habría tan denigrante humana de «generación»? ¿Nos atreveremos. a definir la vida
e intelectualmente más funesto que,el moverse entre estos textos
66 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 57
incomunicableinente .secreta de Dios? Santo Tomás lo intenta. tarde, los teólogos observaron las lagunas de la definición de
(Por ejemplo, Suma contra los Gentiles, libro caps. 10-11). BoKto aplicada a Dios: definición de filósofo, dijeron, elaborada
El concepto de generación no se encuentra en la Escritura bajo su al margen de la luz de la fe. Intentaron substituirla por otra,
forma abstracta, y las abundantes imágenes realistas sobre el completamente nueva, o introduciendo profundas modificaciones
nacimiento de los hijos de los hombres nos apartarían más bien,
como a los judíos, de la tentación de atiibuir su contenido a la conünúa llegando hasta la sutileza, promovido por una exigeL
vida divina. No obstante, los términos de Padre, Hijo, no pue
normal del apetito racional de la fe; las curiosLes indiscretas
den ser tratados como simples figuras. Están llenos, por otra
parte, de un realismo físico, en la encamación visible del Hijo. labor accidental e Inoportuna de esta
Santo Tomás se entrega entonces a una labor de generalización
Si por otra parte, para determinar el juego de la libertad den
y de determinación, la cual, en tres etapas, lo conduce a «definir» tó üo la gracia, quiero precisar de qué modo la voluntad es y
lo que puede ser en Dios, que es Espíritu puro y Ser absoluta el bajo la noción eficaz de Dios, entonces, en
mente simple, la proliferación interior de un verbo que tenga,
hurmiw modo, las propiedades de una persona engendrada.
clmTn
comuniónó^Zde amor la® razón y las razonescomplacencia de una",
de la Providencia.
El.Padre, el Hijo, el Espíritu, son «personas». Tampoco esta tendré que hacer preceder mi análisis de toda una filosofía del
palabra es escriturista, y su densidad humana, profunda y extensa, hombre y del libre albedrío. Doble misterio de dos libertades'
hacía que San Agustín la usara con tino: decimos persona en
ya sabemos cuántas divergencias dividieron a los teólogos, hasta
Dios por carecer de una palabra más apta y para no quedamos el »c«o de penosas polémicas; pero no se puede decir que se
callados. Pero, ¿es que hay algún fiel que no trate a Cristo como trate de una simpk disputa de escuela, si de hecho el molinismo
a una «persona»? No obstante, el teólogo, en cuanto reflexiona
e San Drancisco de Sales nos sitúa en una «espiritualidad, total
se encuentra metido en el laberinto conceptual de una definición:
mente diferente del evangelismo de San Francisco y de la gratui-
¿Qué es, pues, una persona? ¿El hecho de ser una persona añade llbert d laWteología ha dado a luz, en la Cristiandad,
libertad, definiciones distintas
a unos hu-de
algo a una naturaleza? ¿Qué cosa añade? ¿De qué manera la manismos equívocos.
autonomía existencia! entra a formar parte de este concepto? Y he
aquí que se suceden ininterrumpidamente los análisis metafísicos
y los análisis discordes. Boecio había propuesto, en los confines
de la filosofía y de la fe, una definición muy fundamental: Per
sona est rationalis naturce individua sustantia. (Hna persona es
p cierto que el creyente se adhiere a la Palabra de Dios y
la substancia individuada de una naturaleza dotada de razón.)
profesa su fe sm poseer el conocimiento y el manejo de estas de
Pero cada uno de los términos empleados sólo se comprende, a finiciones científicas, como un niño que usa de las nociones de
su vez, con una definición, y cada definición implica una teoría numero, de igualdad, y de la función sin haber estudiado mate
que sólo puede expresarse con otra serie de definiciones. Más máticas supenores. y como la madre ama a su hijo sin haber
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 69
gg ¿ES ClENaA LA TEOLOGÍA?
dos por la Palabra de Dios. Tamquam ignotus cognoscitur (Santo
estudiado nunca los complejos sentimentales de la ^ectividad. Tomás, después de Dionisio).
Lo que es cierto, sobre todo, es que. al apirear a Dios sem Las leyes, las medidas, las eficiencias de esta ana-logia han
jantes definiciones, no puede hacerse a la ligera: ¿ sido, se adivina, por mucho tiempo discutidas en las escuelas y
racional no queda, por ventura, debiBtado por el respeto al mis los profesionales están lejos de ponerse de acuerdo, tanto respecto
terio. hasta el punto de imponernos, en definitiva, de las soluciones como de las mentalidades:.éste es el precio del
de una irreductible equivocidad. una adoración muda? ®qm misterio que ningún método, por apurado que sea, puede circuns
donde a lo largo'de la historia del pensamiento crisüano. obse cribir. Pero estas divergencias, existentes aún hoy en día entre
vis un!¡ensión entre los que se Haman místicos-te ^ los dos escollos del agnosticismo y del teologismo, no desacredi
más sensibles a la inefabilidad del misterio-.y
escolásticos-teólogos dedicados a fardos objetos^de^ tan ni la labor técnica ni la perfecta sensibilidad espiritual, que
son como el cuerpo y el alma de esta obra maestra de la teología
dentro de las estructuras racionales del espíritu. que es el tratado de los Nombres divinos.
• q^a ve^e! ha podido desembocar por un lado en un agnosti-
cismo peligroso, tal como se insinúa en un Tomás de Kemp
o un Gerson. por ejemplo, que resbalan huma una fflos^b^no -
nalista. y por otro lado, en un teologismo en el que el"o de
la Palabra de Dios estaba envuelto por una trama dialéctica.
substancial, fruto hermoso, a la vez místico y escolástico qu La labor de la razón teológica se desarrolla con la elabora
alcanza mayor grado de madurez ^Mustín ción precisa de las definiciones, y más allá de sus formalidades,
«Los nombres divinos» siguiendo al Aeropagita. De Agustín con los análisis, las clasificaciones, las divisiones, las distinciones
hasta Dionisio, pasando por la critica de un Gdbertoje la Po™ y todas las otras operaciones que tienden a ordenar, no fuera
V la nedagügía de un Pedro Lombardo, poco a poco, en la teo más que de un modo 'descriptivo, el contenido de la Palabra de
íoSaCcddental se ha elaborado un método para «trasladar»
ir;conceptos humanos a la expresión <1®Ja^ Dios y de la vida cristiana que la realiza dentro de la huma
nidad..
vina tanto la de su misterio interno como la de su expansión Entre las múltiples parcelas de esta labor, tomemos el ejem
en la economía histórica de la salvación. Vocablos de ongen plo de las virtudes. Estas cualidades, que perfeccionan el alma
bíblico conceptos elaborados racionalmente, ambos fueron tra- humana en todos los planos de sus funciones, de sus facultades
Ü L procedimientos de una*que tenido y de sus acciones, son permeables a la vida de la gracia; perte
en cuenta la diferencia substancial entre lo humano y lo dmno necen, pues, al campo del conocimiento propio y el juicio del
prepara el camino-Wu negativa, via «mmcnúic. jnde se com teólogo, no sólo las que levantan la profundidad del alma hasta
dacen los místicos-de una relación gracias a la cual el espi el nivel de las energías divinas (virtudes teologales), sino que tam-
70 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
bién aquellas que por una transmutación interior capacitan los
recursos humanos para objetos divinos (¡lámanse virtudes mo ¡eí
será el fLr''! ^ imperativos
fundamento de su espiritualidad, en la cual autoritarios
el domkb
rales «infusas»). El teóíogo, partiendo de textos revelados, de las
enseñanzas de la Iglesia y de los ejemplos de los santos, se afana
en observar hasta en sus movimientos más sutiles el juego de
este aparato virtuoso; descubre sus leyes, mide sus criterios, dis
tingue, clasifica, compara, articula, aprovechando, siempre bajo
la luz estimulante y reguladora de su fe, los análisis de la psico
logía profana.
Nuevamente, entre colegas teólogos, los métodos, los objeti
vos y los resultados no estarán acordes. Un Santo Tomás, con
vencido de que la gracia no destruye la naturaleza, sino que se sus conclusiones y su espíritu - '^
la restituye y la empuja hacia su plenitud de acción, conforme a
las leyes de sus estructuras propias, introduce en abundancia, en e. "•'• ■»'»
licas. que realizan lo one • n acciones simbó-
vlda de cadrS 'losS e cL'" ^ ^
su teología de la vida de las virtudes cristianas, las consideracio
nes y las conclusiones de los filósofos... Im Imitación de Cristo,
al contrario, posee un capítulo famoso (libro cap. 54), en el ticamente su cuerpo eclesial Cuadro mís-
que se.complace en contraponer de forma dramática, en las arti Primeramente va ~
culaciones de la vida espiritual, las inclinaciones de la naturaleza meas dT rt ^ necesidades ortó- '
y de la gracia. En él trata con una piadosa desenvoltura estos
análisis y estas definiciones: «¿De qué me sirve el conocer la na
turaleza de la compunción si yo no la practico?» Sobrenatura-
lismo seductor, pero que, en su empirismo, peca por exceso de
facilidad.
Por otra parte y a pesar de todo, en esta materia más aún
que en otras, el rehusar religiosamente una filosofía del hombre
es también hacer filosofía; y el concepto que uno tiene, conscien
temente o no, de la naturaleza y del hombre, entra en la trama
de la materia teológica. Para el que sostiene contra toda forma
de individualismo la unión substancial del alma y del cuerpo,
las pasiones son un elemento normal y necesario de la moralidad
humana. Para el que otorga la preeminencia a los factores volun-
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 73
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?
tinción formal» según ia cual, dentro de la unidad del sujeto
inteligencia a k vez racional y mística empírica y concreto, existen unas «formalidades» realmente distintas y obje
Misterio de Cristo. Todo esto hace falta para proteger el justo tivamente realizadas; de ahí, precisamente, la importancia capital,
Irio de la religión y la profundidad mística del culto, con- que adquiere en metafísica, y por lo tanto en teología cierto tipo
de análisis y abstracción que los tomistas rechazan.
la liturgia en acción como un lugar privilegiado de la fe. donde Abelardo había sido el patrono de la escolástica particular
los enunciados fluyen de esta misma Iglesia orante. mente en el sentido que había encerrado, en alguna manera, al
teólogo dentro de la obligación de razonar, de distinguir el sen
tido de las palabras y la ambigüedad de las proposiciones en los
textos tradicionales dispuestos en forma de Sic et Non. Dialéctica
escabrosa, como él mismo pudo comprobarlo, por la introducción
del espíritu crítico en el misterio de la fe; pero todo un arte de
No habría ningún motivo para tratar por separado, en el ba pensar teológico arranca de ahí, a lo menos cuando, con la lec
gaje racional -del teólogo, la técnica de las distinciones ya que tura de Aristóteles, se mantuvo esta dialéctica por una verda
son el instrumento habitual del anáUsis bajo todas sus formas y dera ciencia del espíritu. La teología se convertía en «ciencia».
en todos sus terrenos. No obstante, por el hecho de ser un pro En esta situación la distinción no es solamente un proce
cedimiento normal de la razón y la convicción de la precisión dimiento para reducir las incoherencias de los textos escriturísti-
del espíritu, el «distinguo» no deja de ser considerado justainen e cos, patrísticos u otros; revela una filosofía o mejor una menta
como un rasgo característico de la escolástica. De hecho, tanto lidad filosófica determinada. Uno se da cuenta de ello contra
en los grandes maestros como en toda la Escuela, el arto de la poniendo el método escolástico de Santo Tomás, por ejemplo, a
distinción se ha constantemente practicado: muchos artículos de la táctica de San Agustín. Para éste las cosas no son primera
la Sima de Santo Tomás están expresamente construidos sobr^ mente distintas unas de otras, sino ligadas por una complejidad
L Z moda... Alia modo; las respuestas se resuelven casi de relaciones, de ensamblamientos, de analogías, e incluso de
siempre por una distinción que mide el alcance de una solución simbolismos; se atraen mutuamente, como los sonidos; la unidad
propLta en el cuerpo del artículo; por fin. dentro de la trama impera, más que la distinción, la cual, buscada en exceso, diso
de los raciocinios, se precisan los términos o proposiciones ciaría la realidad. Filosofía de la participación, que se fija en los
Este arte tuvo sus excesos, y la baja escolástica se des izó por «grados» de los seres más que en su autonomía, en las razones
una vertiente donde el formalismo substituyó el análisis más sano. ejemplares más que en sus causas internas. La lógica escolástica,
La «sutileza» ha conservado de esta decadencia 'rúa rosonancia en cambio, es una lógica de la determinación y de la identidad;
peyorativa que no entrañaba la palabra latina subühs. Mo y la definición montada a base de distinciones que la preparan y
los discípulos de Escoto lo aplicaban a su maestro, el epitet la constituyen es su obra maestra. Para darse cuenta de esta dife
tenía sentido de elogio; se aplicaba en verdad no sólo a un rencia, basta observar el tratamiento que íos textos de tipo, agus-
mentalidad, sino a un sistema que descansa sobre la famosa «dis-
<74 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
tiniano reciben en la exégesis de Santa Tomás, en beneficio de terreno acotado de los sabios profesores. Recientemente se ha
un pensamiento más purificado y de una caitdad científica, pero reaccionado con firmeza contra este desplazamiento de valor que
en perjuicio de esta aura espiritual e incluso literaria que ensan
chaba su significación inmediata. No se trata solamente de for
mulaciones precisas más acá de las cuales se habría que a o de la teología, el cual hubiera sido formado entonces por conclu
un pensamiento, primitivo aun dentro de su opulencia misma, to^ obtenidas por vía de deducción. No, el Tde laTabor
como a veces parecen decirlo algunos escolásticos no sin cierto ologica por el cual el verdadero teólogo interioriza en alsufia
desdén para Agustín; se trata, al contrario, de una actitud rnen- aimra a más profunda de sus actividades racionales continúa
tal, la cual se ha constituido sus métodos propios para analizar
la realidad. . . ^ ia Vy, en
ML ^™ ^ á conocimiento beatificante de Dios
este mundo ya, la plenitud de la vida de la gracia. '
Así, pues, la reaUdad, frente a la inteligencia, tanto teológica Por consiguiente, el raciocinio es en teología una onenrWn
como profana, será estructurada de un modo muy distinto; la
lev de los objetos formales decidirá sobre la autonomía de tos fS
facilita los
h medios para alcanzar los resortes ínteHgibleslosdeotros"'
las'
saberes dentro de una sabiduría cuyas pretensiones totalitarias
desembocarían, en perjuicio propio, tanto al absolutismo mtelec-
tual como a la teocracia política. El agustinismo ha cedido siem ct una
una metáfora que traduce el movimiento, la™«carrera»
fitósofo dejudióla
pre ante esta pretensión; y el integrismo contemporáneo es el inteligencia, la cual, estando encarnada bn un cuerpo y sTlidaja
aparato autoritario de un sobrenaturaUsmo que rechazan tanto la entonces del tiempo y del espacio, constituye una ra^Ín"
doctrina como el espíritu de Santo Tomás. El arte de la dis constre«to al discursus. «¿Por qué?»: éL:es la pS'unte
tinción no es ciertamente una sutileza gratuita: es el síntoma y
la consecuencia de un cierto grado de buena salud de la razón lTdt~
teológica.
mujd^o°'hf
mundo ha creadotaalcreado el mundo?
hombre? ¿Porcuriosidad
Con es'ta qué, dentroelemental
de este
se andera del cristiano, de la razón del cristiano, una exigencia
El razonamiento teológico claridad y al mismo tiempo la convicción de un misterio Tal
vez se imagine que un Dios vuelve sobre sus deSTesüo
Era fundamental insistir sobre la amplitud y la variedad de humano, sopeando sus motivos com'o un artesano. Será preciso
estas actividades de la razón, en su busca de la inteligencia de !a
fe Debido a una simplificación provocada por la presentación
de ciertos manuales, se reduce a veces la tarea del teólogo a una
formulación en serie de sUogismos,' que conducen, mas alia de
■ la Sagrada Escritura, a unas «conclusiones teológicas» que son . necesaria. La fe me ensena que el acto creador es libre:
LA TE OLOGÍA C OMO C IE NaA 77

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


La doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, una vez fundamentada^
,,0 es esto sol— una -f sobre las grandes coordenadas de la economía tal y como se ha
su construiré, por de- descrito, por ejemplo, en la E pístola a los E fesios, no se cons
luta gratmdad de un , especial del Creador con la truye con una serie de « pruebas» que se enlazan como un prin
cipio a su consecuencia, sino con una especie de enucleación de
su contenido, de sus implicaciones: unidad de cuerpo y diversi--
dad de órganos, gracia personal e influjo colectivos, acciones sa
cramentales y presencia del E spíritu, inserción temporal y pers
ingenua del catecúmeno /ifia encarnación se observa pectiva escatológica, etc.
tomistas y escotistas De este modo obtendré una comprensión de la virtud de la

""■ rnfh"
gación no nace mas 40e ^ ^^t,nc Tinos recalcan más
esperanza, no tanto con la deducción a priori de las condiciones
de una bienaventuranza eterna, como por el descubrimiento de
'por otra parte no eontradtetonas de las leyes dinámicas del R eino de Dios, que se realiza, individual
el hecho de la miseria creatura la perfección cum- y colectivamente, dentro de una Iglesia espectante, ansiosa de que

;S r»iC « alo. P« a-
C risto vuelva para que lleve este reino a su consumación. La
introducción de categorías racionales sostendrá y construirá esta
divina. inteligencia; las discusiones sobre el' objeto formal de esta espe
ranza (para unos la bondad de Dios; para otros su omnipotencia
auxiliadora; para unos terceros, su fidelidad), han podido caer
en una especulación bastante distante de las nociones concretas
y sugestivas del E vangelio, pero el conjunto de los « raciocinios»
Mientras trabaja ^ sobre el fundamento de la esperanza, sobre su objeto, sobre sus
SUS problemas, el entendimi ^ motivos, así como el análisis psicológico de la esperanza como
pasión, vienen a iluminar válidamente el realismo histórico de la
— rr promesa divina en curso de realización.

pies desarxoUos qne son las f J q^e sUo-


L un silogismo de pura exp— .ue
gismo es. en ^ estd entonces no
se c^- Algunos razonamientos se presentan más a menudo como un
análisis constructivo que termina en unos resultados que sobre
pujan el dato inicial, cuyos enunciados, muy copiosos, no podían
78 ¿ES QENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
79

poner al descubierto sus exigencias previstas. Uno de los casos estos carismas. Hubo tiempo en que el individualismo penetraba
más interesantes, lo encontramos en la teología de los dones del
las mentalidades rehgiosas y profanas y entonces pareció que
Espíritu Santo. Durante mucho tiempo la fe en la gracia en cuanto estas manifestaciones eran consideradas como algo accesorio,
es una participación de la vida divina se había explicitado en el incluso sospechoso. No ha mucho se creía que podía desaparecer
doble enunciado doctrinal de virtudes teologales necesarias y de
sin arrancar de la Iglesia ningún órgano, indispensable. La expe
una presencia del Espíritu Santo en el alma. Teología, ésta, de por riencia de la Iglesia, cada día en expansión, el despertar del sen
sí muy profunda. Pero la observación más atenta de la expe
tido comunitario, el resurgimiento de la grande teología de los
riencia de los santos, incluso de los simples fieles; y un análisis
maestros, y cierto profetismo apostólico en este mundo en mo
sutil de la flexibilidad que acompaña al señorío del espíritu
vimiento, devuelven hoy a nuestra fe la inteligencia de estos
(hasta en el plano de la naturaleza, y Aristóteles suministra en
dones: no tanto aquellos que contienen algún fenómeno mila
groso, sino los que realizan funciones vitales en el desarrollo
esto a Santo Tomás notables conocimientos), condujeron a los
teólogos a descubrir, más allá de la estricta necesidad de las vir
del Cuerpo Místico de Cristo (cf. la encíclica Mystici corpoñs
tudes teologales para elevamos hasta el nivel del fin sobrenatural,
Christi), o los que, entre los individuos reflejan el aspecto mís
unos recursos específicos, necesarios también por otro concepto;
tico de la plenitud moral de la gracia (estas notaciones están den
tro de la línea de Santo Tomás).
existe, en efecto, un distanciamiento entre las virtudes teologales
y la espontaneidad réquerida por la vida divina participada. No
es que las virtudes teologales sean insuficientes, pero resulta que
no podemos explotar al máximo su uso sino a través de las «mo
ciones» del Espíritu. Son éstas altas filigranas, libertades ágiles Ciertos razonamientos, en fin, siguiendo una.línea deductiva,
que el ejercicio estricto de las virtudes sobre la tierra no lleva y en principio apodictica, implican el descubrimiento de un
consigo. Demostración bastante laboriosa en sus aspectos lógicos; térmmo medio para la elaboración del dato revelado. Para esto
pero que, dentro de la interiorización inteligente de una expe se puede partir de una definición para llegar luego a la existencia
riencia, es una manifestación armónica y justa de las leyes de la de una propiedad necesaria (la eucaristía es un sacramento- por
perfección de la gracia. lo tanto supone una'materia sensible); o bien partir de una ver
Encontraríamos otro ejemplo análogo en la manera con que dad de fe para llegar a una definición (por ejemplo, el concepto
la teología distinguió, poco a poco, incluso en el vocabulario de persona que. rectificando la definición de lós filósofos, satis
macizo de la Escritura, el papel y las propiedades de los «caris- faga nuestra fe en el Padre;-el Hijo y el Espíritu).
mas», que son gracias dadas a ciertas personas, no en orden a En la medida en que actúe con plenitud, la introducción de
su propia santificación, sino para bien de la comunidad eclesial. un termino medio estructura una demostración propiamente di
Constantemente en. la historia de la Iglesia, y no solamente en el cha, donde una tercera verdad fluye realmente de dos verdades
período extraordinario de su fundación, se observa como un previas: operación creadora de este saber cualificado en el cual
becho esencial a su constitución y a su acción la presencia de
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 81
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
ticlas a la presencia y a la regulación suprema de su personalidad
la inteligencia descnbre las relaciones necesarias en la namraleza divina: el misterio de su agonía es impenetrable a nuestros racio
de las cosas, y obtiene una explicación total de sus propiedades. cinios. Cristo como hombre tuvo ciertamente una conciencia^hu
Es de suponer, claro está, que este ideal tan alto, donde enco mana, pero es preciso entender bien esto, y situar esta conciencia
tramos todo el racionalismo griego, no se realiza en cada articulo a la altura de su persona; unas controversias recientes demues
de la Suma de Santo Tomás: ni los objetos lo permiten m la vida tran la sutileza del problema. Digamos, en términos de lógico,
lo requiere. Incluso si la forma deductiva del raciocinio es ob que el término medio racional deberá ser controlado y en cierto
servada, estamos- lejos de encontrarnos cada vez con este sdo- modo trasmudado por dentro, para tener valor dentro del co
msmo de lo necesario que crea la ciencia. Los hay, no obstante, nocimiento sagrado, más allá dé su ambiente de origen. He aquí
que podemos clasificar en dos categorías; los argumentos que se un enunciado: Dios se ha hecho hombre. Yo no podré subsu-
refieren al conocimiento de Dios, en los qne,..una vez admitida su mirle las propiedades del hombre, y sacar las consecuencias si no
existencia, podemos deducir los. atributos necesariamente inclui es bajo este control, dentro de esta «transubstanciación». No apli
dos en su ser, tales como la imidad, la bondad, la caré al concepto de sacramento todos los atributos del simbo
da, etc., y los argumentos que tienen por objeto as realidades lismo sí no es dentro del concepto dogmático de sacramento y
contingentes de la economía de la salvación, como la humanidad conforme a las propiedades exigentes de la analogía de la fe.
de Cristo, los sacramentos, la Iglesia-sociedad. Aquí entran, en Frente a las nociones que emplea, el teólogo ejerce un «derecho
la deducción teológica, unas proposiciones históncas que enuncian divino», que lo hace libre ante sus instrumentos racionales en el
unos hechos contingentes. El argumento no será, pues, según el instante .mismo en que los utiliza. Vkilosophia ancilla theologix.
rigor del lenguaje aristotélico, una demostración, sino que, una En suma, tanto dentro del realismo teologal de la fe como
vez dados los hechos, su realidad poseerá un contenido cuya dentro del absoluto de la realidad de Dios con el cual está en
necesidad interna fuerza la convicción. Si Cristo es realmente un comunión, el teólogo no se, mantiene, como el filósofo con sus
■ hombre, podré demostrar qne tenía un alma humana, que poseía silogismos, en la región de las abstracciones. Pasa de lo abs
una ciencia humana adquirida y que experimentaba pasionco tracto a lo concreto, aunque le parezca al lógico que el término
Por otra parte, con esta mera enumeración, uno puede darse medio, que enlaza la mayor con la menor, pierde su identidad.
cuenta de la delicadeza de tales demostraciones, no solamente En la mayor se trata de una abstracción determinada y pobre
porque, de hecho, en la historia del pensamiento cristiano, no cuya definición, según se cree, agota el contenido; por ejemplo,
fueron, adquiridas sin dificultad ni sin error (ellas motivaron «substancia individual de naturaleza racional» define a la per
todas las herejías), sino porque de derecho, cada una de esta sona, es decir, determina el conjunto de los caracteres que se
verdades así conquistadas, debe integrarse en e conjun o e atribuyen a la palabra persona. En la menor, el término medio
misterio, en el cual no actúa como en la realidad comente, al representa toda la riqueza de una realidad captada dentro de la
igual que un caso particular de una regla general. Cristo tuvo fe, enunciada en un lenguaje común de la Escritura o del dogma;
pasiones: deseo, tristeza y esperanza; pero incluso en la auto así, pues, cuando se afirma, en la menor, que el Padre o el Hijo
nomía h-mana de SU actuación estas emociones estaban some-
82 ¿ES CIENGA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 33
es persona, se saca de la Escritura o de la tradición, es decir, de
una lengua humana corriente y viva, una noción completa, hecha
que el alma se ha desligado de la imagen sensible de las cosas
de representaciones asociadas y sublimadas, rica en experiencia, materiales, se encuentra bajo esta luz pura y simple... ya que esta
nutrida de afectividad, referida a las cualidades de las personas
luz esta siempre dispuesta a difundirse en el alma; pero las imá-
que vemos y que amamos. Indudablemente, la imagen concreta,
antropomórfica, encierra de un modo eminente el concepto abs
tracto que el intelecto deduce; no obstante, una y otra no son
tárll, '.I removidos» ^ Así núes '="='ndo
táculos han sido snc rirvitodos,
• los obs-
-i
sística^: p1 L ' , ' deduccioncs silo-
idénticas: hay «analogía» — conexión capital que gobierna todo
un método — entre dos conceptos desigualmente abstractos. Ahí
K
te. ™ H.
® definiciones
arranca de r racionales
=®tiuuameute la savia
abstractas, viva demrla
entonces
está el rasgo distintivo del silogismo teológico; se parece a un n ennqu^imiento de determinaciones empíricas, llega a la for-
silogismo geométrico, que, partiendo de figuras perfectas, rígidas
mulación de conceptos mdividuales y concretas; si al contrario
y vacías que el movimiento de puntos y rayas describe en el es su deducci n desemboca en conceptos aparent;ménfe r^Í
pacio homogéneo, pasara, de un brinco, al mundo de las formas
cactos, la luz de la fe. los ñumina,-como sucede en los objetos'
ae la oración contemplativa. ,
plenas, coloreadas, movidas, heterogéneas, con las cuales los
objetos llenan la extensión real. Y dentro del dispositivo silogís
tico contrario, en el que la definición abstracta generalizada es
el producto de la deducción, el concepto nuevamente construido
se llena, por la acción del creyente-teólogo, de un contenido real. ^ Por lo tanto, en la uniformidad aparente y árida de los ra
Cuando, en un tratado de teología vemos definir el objeto de la
esperanza por «la felicidad eterna en la posesión del fin supre ^ de su forma y de su densidad. Es preciso distinguir baio
mo», no descansamos sobre estos términos abstractos, por racio
ñas estmcturas unívocas, y contra la tentación de desvalorizar
nales y luminosos que sean; los aprehendemos dentro de unas
nociones concretas y sugestivas de nuestra fe escriturística en el te "te'tep"
distinLn , ° razonamiento, conforme á la
Reino de Dios en ruta terrena, conforme a la promesa divina
lorzi
efectos La demostración'r ''™«ndela alma
de la inmortalidad travésbude
realizada por Cristo.
Así, pues, los conceptos purificados con los cuales significa
mana no tiene ni la misma estructura ni el mismo ont nit
mos las cosas divinas, recuperan, en pura luz inteligible, lo que
perdían para nosotros en determinaciones empíricas. Es precisa substancial del alma y del cuerpo Oa razón de esto estriba!que
mente lo que afirman los autores espirituales: en cuanto el alma
obn.n en sentido inverso en el dinamismo original del aristote-
se ha liberado de las representaciones de la imaginación, las no
ciones de la fe, lejos de ser para ella abstracciones vacías, cons
tituyen un principio inagotable de conocimiento: «En seguida
página 8rReragemo"aq™S pífdfhl^T'í
taclo por G. Rabeaü, ¡
'«i Maillard.
paginas 220-222. ^e/ude de la íheologie,isxh, 1^26,
í:
I"
-.1.:

a
85
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?

lismo que impera en la segunda, pero obstaculiza la primera).


La dialéctica de la beatitud, raras veces
Tomás (Contra Gentiles, n. 25-48; Suinma theol. 1. l. qu. 2. Entre los raciocinios existe un tipo distinto de actividad dis
a 1-8) se desarroUa sobre unos puntos de apoyo y ™ cursiva al cual su estructura interna, al revés de la demostración,
oilncias muy distintas de las confiere un lugar muy especial en teología más que en las otras
disciplinas. La demostración se construye dentro de una deductio,
por la cual se extrae analíticamente un predicado contenido en
un sujeto, porque este predicado forma parte del sujeto; de modo
inverso, del contenido de un sujeto uno puede remontarse a sus
presupuestos necesarios, a sus condiciones de inteligibilidad, por
medio de una reductío, la cual descubre implicaciones comple
tamente distintas: es una resólutio — en el sentido estrictamente
técnico —con la cual el pensamiento, en posesión de lo complejo,
reencuentra lo simple, hasta la contemplación misma del ser.
Esta dialéctica, situada en el vértice de una metafísica'de la
hecho, en su basamento, suponen una concesión del ujntu. u participación, puede ciertamente expresarse bajo la forma de un
Ltido del obrar humano, del que la mayor recibe su luz más silogismo; en realidad, la labor del espíritu es más simple y más
profunda, pero que siguen impermeables a los concentrada; hemos llegado aquí a un punto donde la inteligéiícia
el no pararse con gusto ante estos r^ursos subyacenms funciona formalmente como naturaleza propiamente trascenden
-.es condenarse a no penetrar más que la superficie de su luz inte- te, no como razón sola.
El caso importante, en filosofía y en teología, resulta ser evi
ó:» ->. "O"—?,f„;- dentemente el caso de los trascendentales, hasta cuya noción nos
..d. M a™bn«¡»B de le.«»• prop...•f"J ^ conduce esta «reducción» y para cuya búsqueda nos proporciona
el instrumento propio de análisis: dialéctica del ser y de lo uno,
implicación de lo verdadero y de lo bueno, etc. Los teófógos de
fpZ ; temperamento platónico desarrollan con gusto los recursos, no
pocas veces difíciles de esta metafísica reflexiva. Es el caso del
de ta obl.o. .«edledo., y maestro Eckhart, cuya obra, por esto, se ha calificado de mística
sea por. simple yuxtaposición, sea por convergencia, entonces es especulativa; pero no deja de estar presente, ni mucho menos,
ureciso asegurar al mismo tiempo el valor autónomo de los argu- en un Tomás de Aquino o en un Buenaventura.
S:"fLle.e.1. por ..dio de-de»-— er.e. hsi dialéctica de la acción humana se ilumina gracias a este
de su punto de partida.
86 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENaA
87

Vía tomista hacia el Ipsum Esse subsitens, cuya presencia se re


mismo procedimiento de resolución, en lo más hondo del querer vela en la definición misma del ser de las cosas. La intelectualista
humano: la voluntad persigue el fin inmediato de sus actos por
la eficacia de un fin último, de tal manera que sus bienes par
resolutio implica un acto religioso que todo el tinglado racional
ticulares adquiren valor dentro de este querer universal, el cual,
no debe nunca desfigurar; en ella, dialéctica y contemplación per-
a través de ellos, nos conduce a la felicidad; la más pequeña
manxen afectuosamente conjugados en una altísima experiencia.
acción, con su bien particular, está llena inteligiblemente y real Incluso la actuación psicológica del espíritu en esta reduxión
mente de esta misma voluntad que nos lleva al absoluto, y es
favorece el estilo interior y el perpetuo inacabamiento de la con
ésta la medida de su tono moral. La complacencia del amor de
templación. «Este trabajo se distingue por otro aspxto: es una
ruta sin fin, un objetivo cuya realización no es nunca total. Es
un bien particular — que el jansenismo condena como una cupí- prxiso volver a empezar siempre y nunca es tan verdaderamente
ditas porque separa este amor del querer universal encuentra lo que debe ser como cuando crea en nosotros la convicción de
su legitimidad, su fuerza y su pureza, en esta reduxión interna, . su nxesidad y de su inevitable imperfxción. Es un ponerse en
en este movimiento de ahondamiento más allá de su determina c^mo que no alcanzará nunca, en la tierra, el descanso de la
ción concreta. La referencia que acabamos de hacer al jansenis plena posesión»\ No se puede expresar mejor esta realidad, ni
mo, para contraponerle a la moral tomista^, demuestra que este uno puede insistir demasiado sobre el carácter de esta labor ra
problema, que inicialmente es un problema filosófico, adquiere cional en el interior del misterio.
pronto una dimensión religiosa; y una vez más, bajo unos ins La historia, la historia del pensamiento griego y también la
trumentos teóricos, se ocultan opciones espirituales. La teología de la teología occidental, revela de qué manera el sistema de la
manda.
re,oluüc> o bien reducth está ligado al neoplatonismo y a sus
La aplicación más importante del an^sis reductivo es la de formas más categóncas, las menos aceptables por parte de la
las cinco vías con las que Santo Tomás demuestra la existencia doctema cristiana. Escoto Erigeno, el maestro neoplatónlco de
de Dios, remontándose de un «hecho metafísico» como el deve cadente (f 875), que la usaba como una operación tan esen-
nir, el orden de las eficiencias, la contingencia, etc., a sus presu cial como la definición, fué siempre sospechoso. Santo Tomás
puestos necesarios, y en definitiva, al Ser puro. Toda la dialéc censura el uso generalizado de la «vía resolutoria» por el filó
tica de la esencia y de la existencia, distintos en la creatura (y en sofo judio Ibn Gebirol. Eckliart, acusado erróneamente de pan
esto radica su deficiencia ontológica), y una en Dios, que es el teísmo por parte de aquellos que no lo comprendían.' abusa, no
Ipsum Esse, se desarrolla conforme a la técnica y a la atmósfera obstante, de esta vía hasta el punto de construir una teología
de la resolutio. Se comprende ahora la gran diferencia, técnica metafísica en la cual Cristo no ocupa ya el lugar debido. A causa
y espiritual, existente entre el Dios de Aristóteles y el Dios de de su suntuosidad misma, el método del retorno al Uno absoluto
Santo Tomás, porque difieren, en efecto, la prueba aristotélica
del primer motor, ausente ontológicamente de todo el resto, y la
y

1. Cf. A. Forest, Consentement eí création, París, 1948, págs. 140-83.


LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 89
gg • . ¿ES «ENCIA LA TEOLOGÍA?
hizo prever el alcance y el valor de inteligibilidad. Estos axiomas
no trata debidamente las contingencias ni las simplicidades evan sostienen y (animan, a veces, en los maestros, tanto sus textos
gélicas. Una vez más, no obstante, observamos que los sistemas más importantes como sus perspectivas sistemáticas. He aquí
no pueden acaparar los tesoros que explotan, incluso m sus mis algunos ejemplos, entre los más abstractos: «en una serie dada,
mos métodos: la resdufio, alma y técnica del retorno a Dios, o el primero del género es la causa de todos los otros del mismo
si se quiere, de la búsqueda de lo absoluto, no está ligada a la género» (Primus in unoquoque genere est causa ommum illius
dialéctica de las Ideas; es el-método mismo de la reflexión tras generis); «El orden de los agentes responde al orden de los fines».
cendental. incluso dentro de una filosofía realista donde el sen (Ordo agenthim respondet ordini finium.)
tido de lo concreto sirve de base a la más alta contemplación, Estas proposiciones, enunciadas indistintamente, oscilan en
porque en ella los trascendentales son cognoscibles en el devemr tre el teorema absoluto solidario de la coherencia interna de un
y en el tiempo. Ni Plotino ni Aristóteles podrán lograr lo que sistema de pensamiento, y el lugar común, cargado de más den
Santo Tomás, el cual la convertirá en una de las piezas mas per- sidad verbal que de eficacia científica. «Todo lo que es recibido
sonales de su metodología. en un ser es recibido según las modalidades del sujeto que recibe»
En todo caso, en virtud de su objeto y de su método es a (Quidquicl recipitur ad modum recipientis recipitur): dentro del
resolución no puede dejar de ser un procedmnento-tipo de la neoplatonismo fué ésta una ley fundamental de la participación,
ciencia divina revelada. La teología como ciencia es discursiva. en la explicación del devenir cósmico; pero también puede ser
pero más que todas las otras ciencias, tiende a la inteligencia. un vago enunciado del sentido común, aplicable a cualquier reci
toando como punto de partida la fe. en cuanto » mte igencia piente. El tratamiento de un axioma es, pues, una operación
de Dios, no conoce descanso hasta que vuelve a eUa. llevando delicada, tanto más que se debe precisar su sentido no sólo a
consigo todo lo que ha abrazado y elaborado. Es la resoluüo modo de un término que hay que definir, sino a modo de un jui
gobernada y garantizada por esta comunión que opera la fe en cio: la significación de un término se establece con referencias a
" su mismo punto de partida, y que. dentro ^ otros términos gracias a los cuales se le puede determinar, luego
«la substancia de lo que esperamos» (San Pablo). La teología denominar, teniendo en cuenta la parte convencional inherente a
sólo es ciencia de sus conclusiones para ser mejor mtehgencia de un vocabulario; una proposición expresa un acto de juicio en el
SUS principios. , . . que se compromete- la inteligencia; este compromiso puede ser
«Observamos que los teólogos hacen uso de axiomas con el aceptado bajo la hipótesis de una necesidad, porque tal proposi
mismo .gusto y en el mismo estilo platónico. Si-es cierto que la ción es necesaria para llevar a cabo tal o cual demostración (éste
densidad intelectual de un argumento tiene su origen en la mayor es el sentido moderno de la palabra axioma, o bien el caso de
o a lo menos en el principio al cual hace referencia en todo mo los argumentos «ex suppositione» como se dice en la Escuela);
mento. entonces estos juicios serán totalmente impera^ os y en mas puede ser categórico, a pesar de la indemostrabilidad de la
vueltos por proposiciones en las cuales se enuncian juicios muy proposición y entonces será en virtud de un complejo de per
generales, indemostrables en última instancia, y aceptados por fecciones que imperan un conjunto sistemático.
su luminosidad intrínseca, cuya fórmula abstracta e imperativa
90 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? U TEOLOGÍA COMO CIENCIA

«La gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona»


(Gratia non tollit naturam, sed perficit): famoso aforismo de San por lo^raMoT ^
to Tomás; el cual en ningún sitio intenta' demostrar su verdad;
pero esta inducción generalizada y convertida en principio, es
al fa aso. Pero al menos manifestó, como en el hLetismo grie-
indudablemente el enunciado que impera las más profundas y go del que se mostró solidaria, una conjunción significativa de
•singulares determinaciones de su pensamiento. Lo emplea a pro
la más racional abstracción y de la sensibilidad místil
pósito, ya lo hemos visto, para fundamentar, dentro de la con
fianza en la razón, la capacidad de la fe para construir una teo
logía donde la distinción de la naturaleza y.de la gracia no rom
pa la homogeneidad religiosa de este saber. En todos los raciocinios presentados hasta el momento se ha
Muchos de estos axiomas, en la teología medieval, tienen cla
ramente un color, un origen platónico. Normalmente se utilizan
h^ho constimte referencia a la lógica y a la apistemoja grí
dentro de la perspectiva del sistema, por ejemplo el de Dionisio. de ¿Lié
1 hecho fué a la razón griega y a sus métodos
o a®la que recurrió
sucedáneosr
Es cierto que su empleo vale también fuera de esta perspectiva,
pero entonces, para no ser ambiguo, deben señalarse los motivos lazón de su trascendencia dentro de la Palabra de Dios no está
del imperativo bajo el cual se presentan y determinar los puntos circunsMim al uso de estos métodos. Al contrario, en sus fuentes
sobre los cuales debe influir. Es el caso de algunos artículos de
Santo Tomás entre los más acabados o varias articulaciones del muv con unos géneros literarios de un tipo
líinerarium mentís de San Buenaventura.
Estas formas axiomáticas ejercieron y continúan ejerciendo
Tas tT' procedimientofy
sobre los espíritus de temple matemático una extraña seducción. Ofrecían enormes ventajas. M. Massignon ha puesto de relieve la
Si se dedican a la teología, e intentan organizar el conjunto del
dato revelado en una serie de proposiciones rigurosamente liga
das, como si fuesen teoremas, donde la concisión misma parece
Tr' yf sin pensar
metañsica biblira a la filosofía griega, podemos el2rqueunala
favorecer una misteriosa inteli^bilidad. «Dios es una esfera inte
t as^ndencia divina, la creación, el tiempo humano, no eLuen
ligible, cuyo centro está en todos los sitios y cuya circunferencia las categorías helénicas una expresión tan homogénea v
tan espontánea como en la Escritura.
no está en ninguno (Deus est spkera intelligibilis, cujus centrum
ubique, circumferenth, nusquam): esta fórmula que Pascal hará fundirá y universal en susqueintenciones
todamentales; pero lleva consigo unas plasticidades la cultu
célebre es una de las más felices de una compilación de veinti
cuatro aforismos, compuesta en el siglo xii, en un intento de
a .^^olatina, en sus formas y en sus métodos, sTnldaLo L
agotado, y que podrán ser esclarecidas por otros caminos -No
describir la divinidad, Alain de Lille (t 1204) la hizo suya en el
intento más acabado que jamás hubo de construir more geome-
ha descrito Dionisio la contemplación con ténnino~m2

1 Ííil
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 93
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOaÍA?
En tales argumentos, mientras la epistemología aristotélica
mientos rectilíneos, circulares, en forma de denuncia un fracaso para la inteligibilidad ideal deseable, y no
nación desborda los esquemas de la lógica se resigna a estos conocimientos «probables», el teólogo, al con
observado recientemente los resortes espirituales de la mteUgenc a trario, ve en ellos, en esta conjunción del misterio y de la razón
"neblos bantúes; y nadie pone en tela de 3^10 q desde donde mira el éxito más esplendente de su programa, así
mentalidad hindú pueda un día ofrecer a la expresión de laj^ como una operación típica de su devota y afectuosa penetración
unos procedimientos inusitados en la cultura , del misterio. Los hechos y los gestos de Dios escapan a las cate
ejemplar de la t¿ología en la escolástica occidental no le unpone gorías lógicas. ¿Por qué, por ejemplo, el Verbo de Dios no se
que se cierre, en adelante, sobre sí misma: la trascendencia de encarnó inmediatamente después del pecado? Porque la revela
te vuelve a encontrarse con la infinitud del espíritu para mant ción, como otra pedagogía humana cualquiera, debía realizarse
nerla abierta en su luz divina. progresivamente: el orden natural de las cosas y del espíritu va
desde lo imperfecto a lo perfecto; Cristo vendrá después de una
larga preparación del pueblo de Dios. Este principio tiene valor
El argumento de conveniencia en un sentido que la realización de un plan supone la preparación
previa de sus elementos; pero la aplicación a unos datos crono
Si el teólogo, dentro de la coherencia de la fe y la razón lógicos no es evidente: Dios tiene poder, si quiere, de realzar en
consiente, no sin nn pudor extremo, a llevar ^ un instante laLadaptación a su proyecto de elementos imperfectos.
demostración la inteligencia de ciertas La aplicación del principio puede ciertamente justificarse luego
misterio no deja de ser verdad que este misterio, en «us dato por la historia cuyos hechos regulan mi creencia. Pero esta prue
primeros no se presta, en lo tocante a las imciativas de Dios, a ba, tal y como el teólogo la convierte en argumento, es tan sólo
una seméjante.elaboración. Que Dios, para restaurar su "mage una prueba dialéctica, la cuál, de una manera abstracta, no for
■ en el hombre, haya tomado el camino de una encamación, q zaría el asentimiento.
Intes d^este misLio haya creado el mundo, y, dentro de este He aquí otros ejemplos: era de suma conveniencia que la
mundo una criatura a su imagen, son decisiones éstas qu p madre de Dios-hecho-hombre estuviera exenta de la tára del
manecén irreductibles a una determinación demostrable, sea la pecado. Convenía en'grado máximo que su cuerpo maternal no
que fuere Pertenecen únicamente al amor y a sus irracionales estuviera sometido a la corrupción de la muerte y que su carne
feesos Lo mejor que puede hacer la razón, ha,o la revekción se beneficiara con anterioridad de la resurrección obtenida por
S es complacerse en esta feliz armonía de estos designios su hijo. Estos argumentos famosos, cuya fuerza creciente a lo
ahora revelados. Ciertamente, ella largo de los siglos es tan significativa de las leyes internas del
lo hará despojando la estructura de su raciocinio de todo maüz desarrollo de la fe, nos demuestran la eficacia de estas «conve
de obUgatoriedad. Los teólogos emplean una expresión caracte- niencias», en las que el creyente piadoso (en el sentido profundo
de la palabra) encuentra su complacencia: en adelante estos argu-
niencia».
94 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 95
meutos presupondrán unas verdades dogmáticas, durante largo éstas, claro está, que debemos usar con tino, pero que contienen
tiempo en acción en el seno de la Iglesia. No se ha llegado basta un hermoso opümismo que revela a los teólogos de casta
aquí por la fuerza de los argumentos; mas éstos dieron una ex
presión llena de contenido a una auténtica inteligencia del de V aMsff."""" conveniencia, una última
signio de Dios y de los caminos de su realización. Son éstos, dentro del grupo arquitectomco adoptado para construir su sin
indudablemente, casos extraordinarios; otros muchos ilustran la táis, «Suma», como decían en la Edad Media. Si, para elaborar'
historia de la teología, los cuales, sin acercarse en modo alguno
a una ratificación dogmática, ofrecen un gran valor nutritivo
para la verdad y para la piedad. En su tratado de la Encarnación dSodf y habrébagoobtenido,
divmo todas las otras verdades, dependerevidentemente,
de este acto
iSanto Tomás se dedica ampliamente a una lectura «teológica» una vnsiún tnuy distmta de la de Santo Tomás. Éste, en efecto
del Evangelio y de la vida de Cristo: cada episodio está ilumi organiza su Suma sobre el esquema neoplatónico de la emanacióti
nado con'una «conveniencia» que en modo alguno pretende de ■ y del retorno de los seres, donde el hecho histórico de la Encar-
mostrar, pero sí manifestar ló que se podría llamar la interioridad nacmn es tan sólo un medio escogido pata realizar^ en.Cristo el
divina de los hechos. Es lamentable que un cierto positivismo in-
tel^tualista haya sido causa a veces de la negligencia manifestada por Thech'^ri ^'delantado
el hecho de disponer las cosas así o deninguna demostración
otra manera- y los
por estos procedimientos sabrosos de los teólogos antiguos.
Los dogmas fundamentales son la materia directa de esta na^dad de uyistema teológico,decisivos
n^daL no pertenecen
que seanen para
modolaalguno
origi-
búsqueda de conveniencias. Que Dios vivo sea, en su unidad, a un. dopia de fe. La fe continúa siendo la misma en la siste-
Padre, Hijo. Espíritu, en tres personas, sólo puedo conocerlo
a través de la fe, y los presentimientos de esta verdad que se a" o de un Escoto; pero
un Tomás de Aqumo de un
estaBuenaventura, de
ortodoxia única
podrán encontrar incluso entre los filósofos paganos no son más deja rienda suelta a las decisiones personales del teólogo para
que el efecto de lejanas y vagas analogías; «el ser perfecto es
fecundo», o bien «la vida total exige intercambios personales», sTT ° es emanación—-dn
suma. La teología, que de la fe, es,racionaf dfL
no obstante
o incluso, según la mística de los números, «Tres es el número
perfecto y sagrado». Pero estas insinuaciones adquieren, poste sTeirí/^'^ -ste conexión nece:
riormente al consentimiento de la fe, una extraña verificación, y
un valor inteligible que el filósofo no podía sospechar. Santo
p^rel teólogo' afectuosamente adoptadas
Tomás llega incluso a decir que en esta ratificación posterior
alcEmzamos «la raíz de la verdad» {Suina, 1.^ parte, cu. 32, art. 1, Funciones y ¡recursos no-mcionales
rep. 2); San Anselmo hablaba de «razones necesarias» y Ricardo A pesar del cuidado que hemos puesto en observar, dentro
de San Víctor manifestaba la exaltación de su espíritu «demos de su variedad y hasta su último límite, los procedimientos usa
trando» que, en su plenitud, el amor es fecundo. Expresiones dos por la razón- en la elaboración del contenido de la fe, no
u TEOLOGÍA COMO CIENCIA 97

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


sólo en orden a su fervor estético y popular, sino también en su
nodemos dejar de experimentar el sentimiento de que en el cam- calidad de perfección. La inteligencia humana, encarnada dentro
m de la teología se utUizan unos recursos no racionales del espi- ^ de una sensibilidad y ligada a las perfecciones imaginativas, no ■
rtu o por lo menos irreductibles, en parte a las formas mentj^ rechaza, después de haberlas conceptualizado, las figuras y las
metáforas sobre las que ha profundizado; encuentra en ellas un .
de ñuesma razón. Si extendemos en efecto, como procede, la his terreno abonado permanente, que ya tiene valor por sí mismo.
toria de la teología hasta las zonas de la cogitacion de fe que n
deTenÍen directamente de id enseñanza, eatequesis o teología Así sucede con la fe en su esfuerzo de comprensión.
SrLs unas superficies de pensamiento en las que existen Igualmente es preciso considerar bajo una perspectiva aná
perfecciones de origen y tono imaginativos, las cuales alimentan loga ciertos hechos que, dentro de la Iglesia en marcha, no sólo
totruyen, y no sin profundidad, los datos de la fe. S han tenido una eficacia institucional, si no que estaban plenos
pueden convertir estos temas en «razones»,'mas conservan ^tM de inteligencia, repletos de ideas como diríamos en lenguaje pla
V después unos valores de expresión que sena inoportuno echar tónico: la conversión de San Bernardo, de un San Francisco o
L olvido'Ejemplo: de un extremo a otro de la teología mediev^ de un San Ignacio, determinó, dentro de la Iglesia juntamente
con instituciones que la edificaron, unas posibilidades de inteli
se ha desarrollado y mantenido, aunque sea difícilmente reducibl
a téLt^de escLla, el tema del espejo: la naturaleza es nn gencia que las escuelas y las coaientes espirituales de la Cris
tiandad pondrán en acción. En su desarrollo mismo la economía
espejo en el cual puedo ver a Dios, mmd, '
liber et pictura. mbb est et speculum. decía ^lam de L Iiistórica del misterio cristiano nos ofrece, de este fenómeno, una
preciosa y segura enseñanza. Estos caminos y estos medios en
ísido ra)- el alma es un espejo en el cual ,de una manera mas
X» * .ra-c—» Xó .
lum mentís» y Vicente de Beauvais, en el siglo xra, ledacta bajo
la elaboración humana de nuestra, fe no nos sorprenderán:. el
mismo principio que hace un momento nos explicaba el método
-.es"lo üL triple enciclopedia, natural, histórica y mori^^. racional en teología, sigue actuando en este caso. Decíamos con
Mientras otras imágenes han podido ser peradas Y constoda Santo Tomás que las realidades, incluso las divinas, penetran en
un sujeto conocedor conforme a las leyes y a las escrituras psico
por la razón, como la imagen, también bíblica, de las huella , lógicas de este sujeto, y no según su naturaleza propia. Por con
de los vestigios de Dios en la crcatura, el tema del espejo ha pe
manecido en su nivel de simple metáfora, pero de una metáfora siguiente, al no querer definir el conocimiento exclusivamente por
TTsuglva no sólo para la piedad afectiva, sino incluso las condiciones de su objeto, salvaguarda la espontaneidad del
sujeto y su función esencial en el arte de conocer^. Ahora bien:
'"p"Í asi una lista de metáforas, de analogjs el hombre, en su intento de conocimiento, posee una inteligencia
imaginativas, las cuales incluso cuando caracterizada por dos rasgos esenciales y por otra parte conver-
ñor la conceptualización. guardaron en su nivel origm
Lténtico valor de inteligencia. Es en este senüdo particularmente 1. Unas recientes controversias (asunto del catecismo) han demos
aÍkpoeÍa y más comúnmente las artes, las artes figuradas trado que algunos tienden a definir exclusivamente el conocimiento, in-
Lbre todo, constituyeron y constituyen el alimento de la fe, n
98 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 1,99.
gentes: es como primeramente racional y no intuitiva; conoce a ntu humano, el símbolo es incluso por su pesadez sensible "a
través del análisis de la composición; por último se desarrolla veces tosca, un elemento más apto para expresar el misterio, que
solamente por y dentro los recursos de los conocimientos sensi el concepto racional que se presta a la ilusión idealista
bles. Este recurrir a los datos sensibles e imaginativos no es algo En la economia cristiana, toda una zona comprende como'
accidental e interino; es un recurso esencial de la idea, como es eleinento esencial el símbolo, no sólo el símbolo hablado, sino el
esencial del alma el existir dentro de un cuerpo. Los ■ recursos símbolo de acción: es el conjunto de representaciones y acciones
infrarracionales del espíritu entran de consiguiente en sus empre sacramentales; primeramente de los siete sacramentos de base
sas, sin perjuicio de las operaciones propiamente racionales. pero también mas allá de éstos, de toda la red de operaciones
El caso más importante cuyo especial alcance en materia de culturales, de «celebraciones»,..constituye la trama de la liturria
conocimiento religioso debemos prever, es el de los símbolos, en su expresión Individual o colectiva del misterio.,cristiano:
metáforas cuyo poder de expresión se ensancha y profundiza ^ íisteno y sacramentos se corresponden; las dos palabras son
con su desarrollo orgánico. Psicólogos y sociólogos de todos los .incluso a veces smónimas; llamamos a la Cena Eucarístlca una
tiempos y de todas las civBizaciones, han observado los límites, celebración de los «Santos Misterios». La significación de este "
los riesgos y también la fecundidad individual y colectiva de los procedirmento por el cual damos a los gestos extemos un sentido
símbolos. Hoy en día, cuando parecería que la racionalización no s o sagrado, sino cristiano. Los sacramentos son esencial-
de la vida, incluso la más elemental, ha desvirtuado el lado sim mente signos; y no solamente signos teóricos y abstractos, sino
bólico de la reflexión, incontestable que bajo diversas formas, los signos sensibles, materiales (un baño de agua, una comida, etc.);
símbolos desempeñan un papel importante en las representaciones para usar el térnnno de los teólogos orientales digamos que son
y en las promociones de grupos humanos. Nos equivocaríamos, unos símbolos que tienen un poder especial de representación.
humana y cristianamente, al tratar estas riquezas espirituales del Los católicos tuvieron que defender contra Lutero la eficacia la
hombre como cosas atrasadas, hoy infantiles. Algunos sectores realidad de la gracia que el sacramento significa, pero una vez
de la teola^a se prestarán a la explotación psicológica e incluso asegurada esta verdad dogmática.no deja de ser verdad que el
doctrinal de estos procedimientos no racionales; allí precisamente sacramento es una representación slmbóUca de lo que .rignifr, y
donde la impotencia de la razón está más acusada, por tratarse de lo que reahza. La riqueza de una liturgia comprende, pues la
de una zona en la que los enunciados racionales lindan con el plena actuación de los símbolos que.pone en movimiento, gestos
misterio. Los místicos lo saben perfectamente, y por esto recurren y palabras; la condición de su eficacia —lo observamos boy en
a las «imágenes», incluso a la poesía. Dionisio, que es una vez dra en el actual resurgir, como. por.ejemplo, en la renovación
más su maestro, sostiene que de las dos enfermedades del espl- de la vigilia pascual _ estriba en una mayor finura de una sensi-
bibdad espiritual educada gradas a la expresión de los conjuntos
cluso el religioso, por las condiciones de su objeto. «Santo Tomás, al smbohcos conforme a su ley original y a la aptitud de los parti
contrario, insiste en salvaguardar la .^pontaneidad del sujeto Y su paprí
esencial en el acto de conocer.» A. Heyen, S. I., Lintentionnel dans la
cipantes. Si. por otra parte, recordamos .que la liturgia es una
philosophie de Saint Thomas, Bruselas, 1942, pág. 208. de Ids fuentes vivas de la teología, uno de sus «lugares», como se
'T

LA TEOLOGIA COMO CIENCIA 101


100 ¿ES CIENDA LA TEOLOGÍA?

dice, caeremos en la cuenta de que en ella las expresiones sacra teología el valor y la eficacia del método simbólico, es que alre
mentales'y simbólicas del dato revelado nutren en gran manera dedor suyo se había desarrollado el curioso intento de construir
desde dentro la perfección de la fe. una teología partiendo de procedimientos simbólicos. Hugo de
San Víctor (t 1141) había elaborado un amplio plan de trabajo
que sus discípulos habían querido realizar y según el cual, des
pués de un inventario de los datos de la revelación, se buscaría
s'u inteligencia por los caminos y por los medios de la razón,
«Existe otro sector de la fe cristiana que hace uso, aunque desde la razón gramatical e histórica, en la exégesis dé la letra
de la Escritura, hasta la estructuración sistemática de argumen
de modo muy distinto, de las representaciones por vía de sím
bolo: la economía del plan de Dios en la Iñstoria de la salvación, tos. Pero esta labor no era más que preparar el terreno de la
se desarrolla no sólo en una serie de acontecimientos, desde la Palabra de Dios, sobre el cual se construiría ahora un edificio,
vocación de Abraham hasta ía resurrección de Cristo, desde la no ya con «razones», sino con la intervención de símbolos orga
venida del Espíritu hasta el retorno del mismo Cristo, sino en nizados en forma de alegoría. En efecto, la alegoría, en su con
una conexión «tipológica» de etapas en las cuales los hechos y los texto tradicional cumplía precisamente la función doctrinal de
gestos, sin perjuicio de su realidad propia, poseen un valor de interpretación de la Escritura. Merced a esto el fiel penetraba
representación del porvenir. Jerusalén era la ciudad santa del en la interioridad espiritual del texto sagrado. Y de la -misma
pueblo judío: también era la figura de la Iglesia, por fin era tipo manera que debemos utilizar la letra como fundamento, hemos
de la Ciudad cele.stial. El maná fué el alimento santo del pueblo de emplear la alegoría para alimentar y construir nuestra fe.
de Dios; pero si conserva un interés teológico, es más bien como «La letra enseña los hechos, la alegoría el contenido de la fe.»
figura de la Eucaristía, o incluso del banquete celeste. Y así suce- Uttera gesta docet, quid credos allegoria, rezaba el axioma me
• sivameñte! La historia-de:.la teolo^a está llena de la de estas ela todológico admitido. Así, de un modo sistemático, la historia y
boraciones simbolistas, en la trama misma del dato revelada la fe se completan: esta dando la inteligencia de los «misterios»
Los Padres, tanto en sus tratados'como en su enseñanza pastoral, de la historia, aquélla disponiendo la materia de las revelacio
nes. Hugo de San Víctor intentó construir de esta mariera,. for
los constituyen en alimento permanente de su intellectus fidei.
Los grandes maestros de la Escuela, tan enamorados de los va mando un sistema, la Palabra de Dios. Así, el Templo, del que
lores conceptuales y «científicos», conservan y explotan este mé la literatura bíblica nos da a conocer la arquitectura y las funcio
todo tradicional. Santo Tomás —vamos a verlo más adelante — nes, se convierte, por la lectura «teológica», en la figura — figura
la excluye de la función científica de la teología, pero recurre a inagotable de inteligencia, y no sólo de devoción — de la Iglesia,
a ella abiertamente en larguísimos artículos de su Suma, donde luego del aíma, por fifi de la ciudad celestial. Triple alegorización,
hace laTeología de la Ley antigua, como también allí donde re que organiza la materia escriturística, en contra del fárrago ima
curre a los textos litúrgicos. ginativo de algunos piadosos intérpretes. Así, pues, el Éxodo,
Si Santo Tomás rechaza, dentro de la función científica de la desbordando el límite restringido de un'episodio primitivo, se
102 ¿ES CIENCIA U TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 203
constituye en un gran tema espiritual: en realidad, la entrada &es últimos. De hecho, cada vez que en la Iglesia se produce un
en la Tierra prometida a través del desierto, y su celebración en
los ritos de la Pascua, continúa siendo típicamente la institución y apostólicas, como podemos apreciarlo hoy en dia uno de los
del pueblo de Dios; la Pascua de Cristo y del cristiano encuentra
en ella no sólo su contexto arqueológico dentro de una liturgia ntual de la Esentura, sm perjuiciorevalorización
rituaTde'irF'"T"'^''' de su letra histórica
del sentidoy coL
espi-
obscura, sino la imagen primera que ilumina a la vez su génesis testmomo de la presencia activa de la Palabra de Dios La ale-
y su naturaleza, representando al mismo tiempo el sacrificio, la gona, en el sentido paulino de la palabra (Gál IV 24) es la
resurrección, la eucaristía y, definitivamente, la Tierra prometida clave de esta inteligencia. ' '■ ®
del paraíso. Lo mismo se diga de la inmolación del Cordero pas _ Pero ia alegoría tiene sus leyes, que no son las leyes del aná-
SIS conceptual y de la constíucción racional. Dionisio había va'
distinguido expresamente estas dos vias de conocimiemo ej « so
cual, del Sábado y todo el resto. Sin ir más lejos reconocemos
aquí los temas constantes de la catequésis de la pastoral cris
tiana. ¿Podría el teólogo echarlos en olvido? Imétodo aristotehco hacía más sóhda aún la distinción: las
Como dice Hugo, éste es el camino de una lectura inteligente,
iter-legendi, si realmente es cierto que la ÍBscritura no es una a lamiciones,
pohsemilas
a denociones,
los símbollosos,argumentos
de su tenornoimaginativ^r^S
pueden acomodarse"
sus
nexiones sentimentales. Querer construir un saber teológico y
serie de narraciones y de proposiciones, sino un pensamiento di
esgrimir argumentos mtelectualizando los símbolos y los tipos de
vino estructurado. La elaboración propiamente racional del dato
la E,scritura. seria mezclar los géneros; es más. reprLntSa la
(lo que hoy en día llamaríamos teolo^a especulativa), trátase
vez una corrupción del trabajo de la razón teológica y de la fun
aquí como una labor previa, en contacto estrecho con la lectura
gramatical del texto. De hecho, Hugo compuso una «suma»; ion del Símbolo. Los míseros pmductos de la ategorizLlón
pero esta suma, pedagógica y metológicamente se concebía como de lasTccfo^TT'™ 'a. explicación
las acciones rituales, más que un abuso de su manejo revelan
una preparación para el estilo «alegórico», construcción suprema
una desviación del simbolismo, irreductible, por naturales a una
del teólogo, lugar de la inteligencia mística propiamente dicha.
tal mtelectualización. Ciertamente; los símbolos for
El intento de Victorino, a lo menos en su propósito original,
no llegaría a precisarse ni a tener éxito. No obstante, es alta
mM parte de las expresiones del dato revelado; pero la teología
mente significativo, y no solamente por erudición lo hemos sa
fruccion. Tal es el sentido de la decisión de Santo Tomás; el teó-
cado a relucir. Hugo tenía razón al sostener como esenciales
para una inteligencia de la economía de la salvación los planos g puede sacar argumentos solamente del sentido literal de la
tipológicos de la Historia Sagrada. Por otra parte, so pena de estas aclaraciones para deshacer algunas confusiones existentes
convertir esta economía en un sistema abstracto y de vaciarla
de su materia histórica, el teólogo debe integrar en la doctrina
en los fervores de hoy día, situando cada uno de los Sodo!
sacra el dinamismo divino que, en beneficio del presente, vincula empleados en su justo lugar. métodos
la memoria de los acontecimientos pasados a los proyectos de los
^Q4 ¿ES CIENCIA LÁ TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 105

organismo del saber nos impone una adaptación de estos prin-,|


cipios, distinta según las diversas disciplinas. La verdad es una,'
Ciencia «sagrada» pero existen diversos sistemas de verdades, los cuales la cons
truyen en nuestro espíritu, y no hay necesidad alguna de poseer,
Del método racional, Uevado al extremo de caUficar de ciencia en cada grado de conocimiento, la evidencia última de las últimas
esta inteligencia de la fe. Santo Tomás ha presentado una j^asü- iniciativas del espíritu: cada sistema, cada nivel, se integra en el
ficaclón. A pesar de su rigor técnico, será de gran provecho el sistema superior, al igual que los objetos misrrios cuyo análisis
exponerla. Indudablemente, otros grandes teólogos (incluso to epistemológico revela diversos grados de inteligibilidad sucesi
mistas). pertenecientes a otras escuelas, no han aceptado, ya o vamente empalmados. Hay unas evidencias que imperan en cada
hemos dicho, ni esta justificación, ni la cualidad de «ciencia» sistema, lo llenan de luz y le confieren una autonomía, pero son
Pero la libertad de opiniones no nos exime de profundizar en el éstas evidencias en un campa dado; el espíritu, a menos que erija
problema, cuyo punto álgido radica en esta cuestión. La ciencia en ciencia suprema su saber presente (pecado típico del «espe
teológica es sólo «ciencia» en cuanto representa una contmuidad cialista»), se reserva de alguna manera unas insatisfacciones, y
mistica con la Palabra de Dios: tal es su situación epistemo- si algún día, buscando ulteriores luces es condescendiente con
ellas, será sin perjuicio de la originalidad y la- especificidad de
'^Ta teología es ciencia de Dios. Lo es en el sentido general las disciplinas subalternas a las cuales venía dedicándose. El físico
de que la fe nos hace partícipes del conocimiento que Dios üe- explota la inteligibilidad de su objeto con unos principios, unas
ne de sí mismo. En un sentido más estricto, lo es porque este evidencias que le presta el matemático; ciertamente, puede remon
conocimiento participado se construye, en nosotros, como una tarse hasta los teoremas aritméticos o geométricos de los que
ciencia Y esto es verdad, afirma Santo Tomás, a pesar de esta hace depender su trabajo propio, pero si se mantiene en su nivel,
oposición directa a la -noción de ciencia: la teología, emanación recibirá del matemático, sin perjuicio de su espíritu ni de su
de la fe. se constituye solamente en la docUidad a la Palabra de objeto, las conclusiones de su colega sobre los números, las su
Dios ■ en la adhesión a su misterio, en la obediencia al dogma, y perficies y los volúmenes, las cuales, aplicadas a su plan físico,
por lo tanto, sin poseer, en su punto de partida, ninguna evi le iluminarán convenientemente y serán «principios de verdadero
dencia de los principios. Pero esta-carencia de evidencia inicial saber». El físico «cree» estos principios, pero su evidencia, por
constituye precisamente la razón por la cual no se puede concebir el hecho de ser prestada, no deja de ser auténtica. El aceptar la
consistencia científica alguna sin una continuidad orgámca con jerarquía de estas evidencias es propio de una disciplina del espí
la luz.de Dios. . . , ritu, porque es reconocer en estos grados del saber los autén
Y no se diga que esto representa, para una ciencia, una d ticos grados del inteligibilidad de los seres. Flexibilidad meto
viación.-Ciertamente, toda ciencia requiere, en su_ punto de par dológica ésta, muy propia de la noticia de Aristóteles y que se
tida. una evidencia; pero esta autonomía del espíritu, en el sabm funda, en él, no sólo en una epistemología clarividente, sino en
no copstituye un absoluto sin variantes ni grados, y el complejo una metafísica del ser; la teoría de la analogía del ser constituye
106 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA J07

el fundamento de esta concepción del saber, distinto en sus auto


nomías sucesivas, a pesar de la unidad del espíritu. La conexión ornar h fe~como punto de partida, a colgarse de la fe. ya que esa
1=^ teología
de estas inteligibilidades se realiza por medio de «creencias», a
través de las cuales las ciencias se subordinan una a otra; es lo
aalternante)
erÍamet® con la ciencia teológica (subalternada). Dios» (sub
Consiguien-
que se llama, usando la expresión latina más técnica, la subalter-
nación de la ciencia.
se^le ™
La «docilidad» del teólogo que «cree» sus principios sin tener
letítLa
leg tuna Proposiciones aceptadas aporDios
«obediencia» intelectual vía que
de autoridad,
se levcla, por
sinouna
de
evidencia de ellos es, por lo tanto, un caso particular del régimen una continuidad orgánica psicológica y religiosa, según lá cual la
normal de las ciencias. La fe que le procura su luz, su atmósfera luz de la fe, emanación de la luz divina en el espíritu del hom
espiritual, tiene una función análoga a las coordenadas espiri bre, constituye el lugar indispensable para el conocimiento de las
tuales que señalan al sabio su campo de trabajo. Y así como el proposiciones reveladas.
físico, estimulado en su saber, tiende a elevarse hasta el nivel
de inteligibilidad del matemático, más allá de sus propios prin- verdadero conocimiento religioso a tina rehusa considerar como
dialéctica racional que
'cipios, así también el teólogo, movido por el apetito de su fe, e apoye en una adhesión no-creyente a los artículos dé la fe se
tiende a la visión clara de las verdades divinas que hasta entonces
n&ma en esta ley de la subalternación de la ciencia segúii la
«creía». Su ciencia se constituye en dependencia de la ciencia de
Dios o de aquellos que «ven» a Dios, y a pesar de su afán tor
i
tuyen: -''-^tea^íás
la convicción de su valer y de su vitalidad. Aquello consÍ
mismo
turador que le impulsa a ver, cree, sin ningún titubeo, las verda que hace que la teología sea ciencia, hace también que sea «sa-
des recibidas, a las que constituye en «principios de Teología».
^ada», por no decir, de buena gana, «mística», ya que esta pa-
Lo que llama la atención, en esta solución de la antinomia
evidencia-fe, no es tanto la habilidad técnica de la respuesta
mt q lÍr 1 subalternación no'es
como su inserción en la trama misma del problema planteado; teológico eagencia estructural del saber
está sacada de sus causas propias, y no constituye solamente una
Asi, pues, al final de esta justificación, volvemos a encontrar-
prolongación interna de una tesis originariamente inadaptada a uos con ima expresión a la cual restituímos su equilibrio y que
un objeto imprevisto, sino una valoración de la noción misma
de ciencia que provocaba esta antinomia y que, una vez anali- cdaa ir
alguna, en ^ta contmuidad "
de''ten
luz, enpermanecer
esta comunión de vida
sin consisten-
lizada en su estructura y en sus condiciones de ejercicio, revela e teologo oye la Palabra de Dios; la habla, dialoga con Dios y
ahora un secreto de acuerdo con esta disciplina, inaudita en Aris
este diálogo, dentro del compromiso que supone la fe, confier¡ a
SU teología su «existencia divina».
tóteles, y que es la teolo^a. Lo que parecía ser la ruptura de todo
contacto consolida, al contrario, las coherencias normales..La doc
trina aristotélica de la ciencia no es otra que ésta.
Por consiguiente y de un modo simultáneo, la exigencia téc-

I ii'.t
109
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
108 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
nente, original, específico, cuya reducción a la medida común
solamente puede realizarse bajo el amparo de la analogía, dentro
de una impregnación y una estricta regulación de la fe, de tal
manera que el raciocinio no aparezca como la aplicación de unas
Por lo tanto, debemos atribuir a una grave desviación de la nociones filosóficas a un dato heterogéneo. No siempre se ha
ciencia teológica el. que, durante algún tiempo, bajo la influencia evitado el peligro «de considerar el papel de la fe en teología,
del racionalismo de Wolff,-algunos, más o menos consciente únicamente como una función previa, necesaria para tener un
mente. despojaran el saber teológico de este baño de luz de la punto de partida, pero en el fondo como una función solamente
fe, y dieran a sus pesquisas racionales una consistencia propia, preliminar y extrínseca; según esta concepción, el trabajo teo
como si, sin la fe, sin su continuidad y sin la comunión-con la lógico se llevaría a cabo, luego, con la simple aplicación de la
Palabra de Dios los argumentos, las conveniencias, las deduccio metafísica a este dato admitido como verdadero. En este caso,
nes' y las demostraciones tuviesen algún valor. Dentro de este al mismo tiempo que se construye una interpretación racional,
optimismo de pedagogo, que constituía el clima propio del ¿cómo será posible no despojar el dato cristiano de su especi
AufklOrung, y de la filosofía de las luces, dentro de este cientis- ficidad y de su carácter de todo y de realidad original?»
mo teológico, el uso de la dialéctica era correcto, pero esta co La teología, de un extremo a otro, en su trama única, es doc-
rrección estaba al margen del potencia contemplativo y de la ge trina sacra. Implica, es cierto, varios niveles de inteligibilidad,
nerosidad especulativa que animaban al teólogo medieval denü-o y es preciso distinguir expresamente, dentro de esta unidad sagra
de su fe ingenua, fuente permanente e inagotable de intelegibili- da, el objeto propio de la ciencia teológica, el revelado «virtual»
dad. La teodicea de los deístas es tan sólb un sistema de pruebas como dice la Escuela, distinto de la revelación misma, la cual
■ sin trascendencia ni espiritualidad, sin calidad religiosa. Es la es objeto de la fe. Pero esta distinción no supone ninguna sepa
religión de. Voltaire. El resurgimiento actual de la teología nos ración. Al final de su téoría de la subalternación, Santo Tomás
aparta de esta escolástica decadente. puede afirmar; en un lenguaje que no nos es dado traducir, que
Los misterios de Dios no se presentan, dentro de la acción la fe es quasi habitas theologiic Qn Bostium de Trinitate, cu.-5,
del raciocinio teológico, como casos particulares de una regla art. 4, rep. 8).
general, como si fuesen la menor de un silogismo cuya mayor
racional estuviese constituida por un principio universal. No po
demos-decir simplemente: el sacrificio es... (definición sacada de El ejemplo medieval
la filosofía de la religión); es así que Cristo se ba ofrecido en De este alto concepto del.saber teologal y teológico, encon
sacrificio..., por lo tanto... Como tampoco podemos decir: el tramos un ejemplo en acto, dentro de la libertad medieval, en
sacerdocio se define,...; es así que Cristo es sacerdote; por consi el siglo xin, en la edad clásica de la teología y con una fórmula
guiente... En Cristo, las realidades de sacrificio, de sacerdocio,
y en general, todo el hecho cristiano (cristológico, antropológico, I. M. J. CONGAR, Artículo Théologie, en 'el Dict. de théol. cath.,
sacramental, eclesial), han de ser tratados como un caso emi- col. 480.
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
110
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA ' jjj
explícita: este concepto fluye a la perfección, no sólo de los tex
tos, sino también de las instituciones mismas y del aparato esco
lar de la enseñanza. su coherencia con los conteyfnc Uf.. • : cuestión sobre
En la Edad Media, la en.señanza de la teología se fundamen que pronto llenaba a la enf ^ ^ doctrinales o cuestión
taba en tres operaciones distintas y conexas a la vez. Distintas eu un pLdpff,uto TT E^POotáneo
hasta tal punto que el progreso pedagógico provocara su sepa este sisL T '"T ^
ración en los programas, y conexas en el sentido que esta sepa dico, es decir uue^ Trl f Prontamente metó-
ración deberá respetar su estrecha interdependencia en la espe- sidad de la fé estimula tT 1"°" que la curió-
cialización de sus tareas. Sus denominaciones latinas, a fin de taliza. el Íct.Sl'ent"Ir'f
conservarles su tecnicidad, han de referirse a la última fase de ■ sobre cada una de las ron '■ ■ plantea cuestiones
una evolución activa. Estas tres operaciones se llamaban: Lectio, puntos imJoZlIrrSTr? °
Qmstio, Di^-putatio. Lectio: La enseñanza, en teolo^a, como en • la escolástica, tanto en. su f =°"stitutivo de
otras asignaturas, se hacía a base de textos, que «se leían», que portamiento redaccional n \ ^ en su com-^
se comentaban en las clases, con una penetración progresiva que iovon nac aTv rí, ~
iba desde la letra gramatical y lógica hasta el sentido, desentra-
nado a través de una primera elaboración conceptual; luego se expresado) lo que hasta ahn ° sentido arriba
llegaba a la doctrina (sententia) alcanzada más allá del texto, la edad adulta de h 'f pasivamente. Estamos en
gracias a una búsqueda de las relaciones internas del pensamiento adelante el profesor no es A TnÍxi^fT
y de sus conceptos implícitos. En teología, la Biblia era eviden
temente el libro de texto que se «leía», en todos los grados, de i?:íasSrH
acuerdo con las circunstancias y las etapas de un programa pro
gresivo que iba desde una lectura rápida hasta una verdadera
obediencia y de ÍcS de'
que «determina» los problemas ^
después de la
^®<='a, sino
teología bíblica. Era esto lo más importante, algo esencial en la al espíritu la raíz de ircoirTa «
enseñanza de la teología: siempre y en todo lugar conservaba la (Quodlibet, IV, art. 18). enguaje de Santo Tomás.
primacía, no sólo en dignidad, sino incluso en cuanto al método.
La teología era, literalmente, bíblica; el texto básico del maestro
en teología, era la Biblia. Santo Tomás, en su curso magistral,
razónase imrotÍ%ren?'"T,""^
comentaba la Biblia. Segunda operación: La qucestio. Por suges
tiva que sea, no se puede contar la historia de este ejercicio uni en cuestión. Vtrum Lserá «cuestión», una puesta
versitario; enseña que la Qucestio es el resultado perfecto de esta la intensificación de ¿s cuestiones^re i V
pedagogía. Sobre el texto leído y comprendido, se hacía una pie fortalecimiento y la normaíf?.!"
pregunta; una cuestión, en el sentido de «poner sobre el tapete»;

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LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 113
J12 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
la primacía, y como acto principal que es del intéllectus fidei,
mismo de la curiosidad y de la labor del teólogo; no ya curiosidad constituye, en la Suma, el esquema del artículo en cuanto es uni
textual a la sola luz de la fe. pero si problema extraescrituns- dad de trabajo.
tico, especulativo, del cual la Escritura era sólo el soporte, y La originalidad de esta técnica teológica será más manifiesta
cuyas estructuras nada tenían que ver con la exégesis, sus ley^ si la comparamos a las ordenaciones más corrientes de los ma
gramaticales y hasta dialécticas. De la sacra página se pasa a la nuales modernos. El esquema se presenta de un modo muy dis
sacra doctrina. La sentencia se convertía en la conclusión de un tinto; no ya en forma de cuestiones, sino de tesis. Éstas se apo
raciocinio. . yan en distmtas series de pruebas, éscripturísticas, patrísticas, ra
■ Disputatio, ¿de qué manera debía llevarse a cabo una tal cionales; en estas pruebas la función científica de la teoIo^a
operación sin d^pertar el conflicto de laS opiniones, la mterfe- está puesta al lado de las exégesis; la Biblia no se trata por sí
rencia de los presupuestos metodológicos ©'sistemáticos, la diver- misma en una lectura de fe, y la exégesis es solamente una disci
gencia de análisis, en una palabra, sin desarrollar el tratamiento plina auxiliar del raciocinio teológico. Lectio, qucestio, disputatio:
de la cuestión en la forma de una «disputa»? Disputa que tiene el esquema tripartito de la escolástica medieval respetaba mucho
sus leyes, sus procediinientos y sus esquemas oficiales: la «cues más tanto la unidad de la teología como la diversidad de sus
tión disputada» se convierte en un ejercicio escolar donde el funciones.
maestro recoge los argumentos en pro y en contra, introduce sus
principios de solución, los aplica a los distintos elementos descu
biertos en la controversia o en una más profunda,penetración de El papel del maestro en teología
la lectura del dato textual, por fin «determina», como se dice,
cierra el debate dando su sentencia autorizada. La cuestión dispu En la Universidad medieval la licencia—Ucentia docendi —
tada, por su ampHtud,. por su dificultad y por su origmahdad sobrepujaba el mérito'de un examen: confería, en efecto, a su
se convertía en la operación propia de un maestro en teología. titular un derecho y un título oficial para la enseñanza. En teo
Rogelio Bacón se lamentaba de que, ya en su tiempo, en las logía, su titular estaba encargado de enseñar la Palabra de
prácticas de los teólogos y en la preferencia del público, la cues Dios, y la Iglesia calificaba su enseñanza sin que por esto entrara
tión disputada tuviera más relieve que la lectura del texto, que a formar parte de la lglesia docente.
la teología bíblica. Sea lo que fuere,..es evidente, en principio, Cuando, tal como hemos visto, la pedagogía escolár se des
que Xa:disputa mgistral contiene un gran poder de mteiigibilidad arrolló y la cuestión vino a sobreañadirse a la lectura del texto,
y ofrece un instrumento homogéneo a las leyes del espíritu. Por la función oficial del teólogo se desdobló en cierta manera en
lo menos a ciertas leyes y en determinadas maneras de pensar. dos tareas: la interpretación de los textos sagrados y su elabo
La qucestio escolástica es distinta de la interrogación socrática, ración especulativa y sistemática. Significaba el advenimiento de
de la reducción platónica, de la duda cartesiana y de la dialéc los «maestros» en las categorías sociológicas de una Iglesia maes
tica hegeliana: inciuso en la Edad Media dejaba subsistir otros tra de fe y de doctrina. Su.magisterio encontraba en ellos no sólo
caminos, inductivos y deductivos. No obstante, ella tiene siempre
114 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
U TEOLOGÍA COMO CIENCIA
a unos expertos y a unos consejeros en los asuntos de impor
tancia, en sus concilios, sino también en la enseñanza ordinaria,
una expresión cualificada de la fe. No tenían, claro está, catego
ría de «autoridades» (padres, doctores, canonizados, liturgias,
consentimiento general del pueblo cristiano, etc.), pero en el plano eminenry L muchTsXa recientemente un teólogo
de una elaboración razonada de la fe y dentro de la ortodoxia,
presentaban sus misterios en sus implicaciones racionales y en
■ caída en desuso "zadl1701'"
sus aplicaciones. Inteligencia de la fe, no sólo en cuanto estaba
de acuerdo con el dato revelado, sino en cuanto miraba a la
coherencia racional de las proposiciones sacadas de una filosofía
de la naturaleza y del hombre, y utilizadas, por estos teólogos,
como la menor de un silogismo. Más tarde, en la calificación de
Piel"? « ^°í™ente «un profesor»
los asertos teológicos, se llamará a esto opinión; pero esta pala
bra no respeta ni las certezas de la ciencia teológica ni el papel
de esclarecimiento positivo que, dentro de la comunión de la
Iglesia, desempeña el «maestro en teología». Es también suponer
implícitamente que la fe, como obediencia pura, sin razones,
en la
consideraría las razones que la elaboran en forma de teología,
solamente como curiosidades adventicias, bastante inoportunas
en el fondo para una fidelidad íntegra y monolítica. Santo Tomás
no ha sido más que teólogo, pero ha sido teólogo: la Iglesia lo ha
única Palabra de Dios El J Tf '=°''"enc¡a dentro de la
señalado como tal en la jerarquía de los «lugares» y de las fuen
tes de su pensamiento.
La Iglesia, además, en los siglos pasados, ha recurrido perió
dicamente a sus teólogos, no sólo individualmente, sino en con
sultas colectivas. Las intervenciones de la Universidad de París,
en la Edad Media; de los doctores de la Sorbona, en el antiguo
régimen, y de los teólogos de Salamanca, se han hecho famosas. l^eluterelTm^mnSrÍ^Ílebo Pal
La «Unión de Friburgo», en tiempo de León XIII, como se sabe,
preparó la materia de la Encíclica Rerum novarum. Las «Con
«p.™.. í, «6. de t pWS.L~'S:
versaciones de Malinas» han elaborado los primeros documentos y

del movimiento ecuménico. El «Código Social», elaborado por


I- R.P. D'OuiNCE, 1.a Croix, 31.de juUo de 1957.
116 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

gesis, la dogmática y la predicación son solidarias entre sí^


El estatuto eclesial del teólogo es, en el terreno de las perso
nas, el estatuto mismo de la ciencia teológica en el plano institu
cional, dentro de una Iglesia habilitada por Cristo para conser
var, transmitir y desarrollar el depósito de la fe. La teología, la
ciencia teológica, los teólogos, son necesarios para una Iglesia,
CAPITULO V
cuya autoridad, -lejos de verse perturbada por su trabajo espe
cífico, encuentra en ellos uno de sus «lugares» nutritivos y uno
de sus terrenos privilegiados. Fides quierens intellectum: llevar LOS SISTEMAS TEOLOGICOS
esta búsqueda, este apetito de la fe hasta dentro de las técnicas
racionales es procurar a los fieles una inteligencia gracias a la cual,
dentro de la más plena docilidad a la Palabra de Dios y a sus Entre la mayor parte de los grandes teólogos se aprecia un
órganos cualificados, .estos mismos fieles podrán nutrirse de ra rasgo que nos conduce a situar y a justipreciar un último efecto
zones(Santo Tomás, Quodlibet,IV, art. 18). de su ciencia; esta ciencia, en efecto, ha desembocado en un
«sistema», o sea en un conjunto lógicamente estructurado, según
un plan donde los distintos elementos se diversifican como par
tiendo de unos principios que rigen más o menos explícitamente
los puntos claves de la construcción y sus dispositivos.
La sistematización es la consecuencia normal y bienhechora
de esta inteligencia de la fe, la cual consume en esto su esfuerzo
racional, conforme a la exigencia del espíritu humano, que tiende
siempre a la unidad. Creemos oportuno, no obstante, tratar en
un capítulo especial, más allá de la «ciencia» teológica, esta
última tarea del teólogo. Observemos, en efecto, que varios doc
tores de la fe no han llevado su elaboración, por otra parte pro
funda y autorizada, hasta las formas de un sistema; su tempe
ramento, su genio, su manera de creer misma, no los inclinaban
a una tal construcción de su inteligencia de la fe. Agustín no ha
construido ninguna Suma teológica; Anselmo, por racional que
fuese, tampoco se expresa en esta forma. Otros, permaneciendo
1. Así^algunos maestros del siglo xiii (Enrique de Gand), conscien
tes de la conexión de la fe-ciencia teológica, se preguntaban hasta qué más cerca del dato revelado, lo han profundizado por vía de me
punto la teología es susceptible de ser transmitida por mera enseñanza. diación; otros en fin, se han expresado en elevaciones a través
iNoble pregunta!

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