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ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX
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PRIMERA PARTE: SE, CREO
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Dr. Ramón Canut Benet, censor
Profesor de Teología Dogmática
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¿ CIENCIA LA TEOLOGIA?
M. R. P.- CHENU o. p.
BIPRIMATUR
í Ramón, Obispo de Urgel
Seo de Urge], 27 de agosto de 1959
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la teología podía, con todo derecho, ser caUficada de ciencia o tero —, sino una «virtud», radicada en nosotros como una po
más exactamente, que la «doctrina sagrada», según la palabra tencia lo está en una naturaleza. La fe reside dentro de la razón
tradicional, implicaba, en su campo epistemológico, una función asi capacitada paraeeoXor£ív(theo-Ioguein: hablar de Dios). No
de ciencia Tal es nuestra firme convicción. No se trata aquí e es que. ^te el misterio de Dios, «el hombre viejo» salga de su'
una controversia sutil entre profesionales, sobre opmiones libres, impotencia; pero el teólogo es el hombre «nuevo». Mientras ela
sino, dentro de esta Ubertad de opinión en la Iglesia, de una toma bora racional y científicamente el contenido de su fe. no deja de
de posición de mucho alcance, no sólo en la escuela, sino en la ser este hombre nuevo. Al contrario; lo realiza. La fe. dando ,a
vida espiritual, en la acción apostólica y en la presencia del cris luz a la teología, está dentro de la lógica misma de su perfección.
tiano en el mundo. Incluso el que con San Buenaventura y otros ^ La lógica seguirá, pues, su camino. Dentro de la.percepción
rechaza la posición de Santo Tomás, sacará provecho en ana mística del creyente y en beneficio suyo, con los debidos discer
lizar, con cierto rigor, los. resortes y las estructuras de lo que nimientos y la discreción necesaria, se utilizarán todas las técni-
hemos llamado la inteligencia de la fe, digamos ahora el matiz ■ cas de la razón, distinciones de los conceptos, multiplicidad-de.
está claro —,la razón teológica. los análisis y de los juicios, definiciones y divisiones,'compara
ción^ y clasificaciones, inferencias, razonamientos en busca de
explicación, deducción en fin. deducción sobre todo, diríamos,
La razón teológica porque es la operación característica de la ciencia, el lugar en
que el proceso de racionalización alcanza su eficiencia propia.
El dato revelado ocupa, pues, el primer lugar. No sólo tiene Ya sabemos que éstos son otros tantos signos de debilidad, pero
la primacía dialéctica de un enunciado; pero incluso una presen representan también una intrepidez racional significativa: la «con
cia dentro de la fe y la Iglesia, con el inagotable realismo y- la clusión teológica» encierra este lastre y esta audacia, en la que.
silenciosa insistencia que esta palabra supone,para la mirada de por consiguiente, los beneficios y los riesgos irán de la mano. ■
aquel que le ha dado su consentimiento. Dentro de esta presencia como tendremos ocasión de verlo. Dialéctica de la fe donde su
ahora uno puede «construir». poder triunfa én su..debilidad. La misma ley que. hace un ins
El teólogo es aquel que se atreve a hablar humanamente la tante, nos hacía reclamar una encarnación de la Palabra .de DiOvS
Palabra de Dios. Ha oído esta Palabra, la posee. Mejor dinamos. en las palabras humanas a lo,largo de la historia, nos urge ahora
Ella lo posee a él, de tal modo que pensará por ella y en ella. para que aceptemos hasta el fin el régimen de conocimiento.que
Es más; la pensará a ella misma. El don de Dios es un don que esta encamación implica: la teología es solidaria del misterio
se convierte en propiedad humana: la fe es un luibitus, como dice teándrico de la Palabra de Dios. Verbo hecho carne. Solamente
el intraducibie latín. Nos es un carisma extraordmano que su aquí puede encontrar, en la coherencia de la razón y de la fe
trascendencia mantedría fuera de nuestro modo humano de pen una confianza tan audaz.
sar; es la encamación de la verdad divina en la trama misma de La ciencia teológica no estará compuesta, por consiguiente,
nuestro espíritu, no es una confianza pura —la fiducia de Lu por una colección de opiniones más o menos externas e indife-
61
LA TE OLOGÍA COMO aE NC IA
60
ÍES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
gibles según la economía psicológica del sujeto humano, etc. — .
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vez
. dato -elado,^.- ^dd^
espíritu! No. la razón, la «-
A< Maravilla de luz divina que se posesiona en tal grado de nuestro
espíritu. No estamos frente a la opresión de un fárrago dialéctico,
sino ante una armadura interior que la fe, ella misma, crea para
... y,-¿,'•^2rav^rio».,1» «.-
Cismo de la re y oe , recursos, m- sí, bajo el impulso de su buena salud intelectual, humana y di
vina a la vez; en su comunión con la ciencia de Dios esta fe se
d„ m pod» ¿ jo„pil,do »n P>I«1 0« ■ atreve a buscar las « razones» de las obras de Dios, para así
ri'^TS.d.1 í«— «y '■'f°« * obtener una inteligencia de sil misterio. Fides quoerens intellecium.
rrri— d— S i realmente es éste el papel profundo de la razón dentro de
la teología, el pretender reducirlo a una defensa de los dogmas
de la de^Alejandría. un Buenaventura, y colocar sus valores como simples contrafuertes exteriores al
viven y piensan un algunos, para ha- edificio, es minimizar su bellísima función. E l siglo xix ha cedido
. un Tomás de Aqumo. un Escoto Es q„i„en ante esta inflación apologética, que.es fruto a menudo de una
cer la historia de Qg^ófia. contaminación platónica pobreza interior de la teología Contra esta valoración única de
purificar a estos maestr _ Volvemos-a encontrar siem- lo extrínseco, nos complacemos en pensar que la razón es fecun
o aristotélica de su pureza eonceptua- da en doctrina sagrada; es más, la fabrica. No es preciso dog
pre el mismo error según el de con- matizar de un modo intempestivo para percibir y apreciar la
lÍíkl^ÍsS atTu vez de'ser. como es. su producto, por la estructura y la cualidad « cristiana» de los conceptos teológicos de
sacramento, de causa instrumental, de persona de generación, de
hábitos, de dones, etc.
La sangre de la nueva alianza... ¿En qué categoria doctrinal, del misterio y al mismo tiempo despiertan una búsqueda que no
nos abandonará más. Sin saberlo... nos hemos convertido en teó
lústórica, jurídica, mística, se debe colocar esta «aUanza» que. en logos. Las equivalencias, los primeros estudios etimológicos, las
dos etapas, encierra todo él plan de Dios?
Hemos encontrado al Mesías,.. ¿Rey bijo de David. ,Serv descripciones nominales, la asimilación y complicación de imá
genes serán otros tantos modos de penetración de la inteligencia
dor de Yahvé? ¿Ángel del Apocalipsis? ¿Dios salvador? Es d- p^a c^ar en el espesor de las palabras, alrededor de las cuales
fícil saber de qué modo podemos alcanzar una representación mi curiosidad espontánea profundizará, sirviéndose de contextos
unificada de este personaje divino. ¿Cómo la obtendremos. evangélicos y de análisis gramaticales. Ahondad en este trabajo;
El Hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza... 6 organizad sus resultados y he aquí una modalidad del léxico
bemos tomar esta expresión al pie de la letra? _ teológico que los cristianos.'a lo largo de los siglos, vuelven
María, madre de Jesús es madre de Dios: ¿De que mo continuamente a empezar.
misma palabra encubre una única y doble reaUd^. Por otra^ parte, bajo los conceptos elaborados poquito a poco,
Yo soy el que soy. tal es la defimción que Dios da si mism . es el lenguaje mismo al que uno sornete a crítica. Lp observamos
con una expresión cuyo enigma verbal nos introduce ya en en la más pequeña traducción, y las versiones del original semí
que Dios creador es mrtífex mundh: ¿esta palabra tico han perdido mucho de su densidad religiosa primitiva. Orí
genes no deja de cometer alguna torpeza en las traducciones de
latina es adecuada para hacemos comprender, este acto tan espe- Rufino. Alejandría se querelló con Roma por una palabra tra
cial de la creación? . . _
Trinidad: Agustín observaba ya que est^rmnm es muy ducía demasiado literalmente. (Recuérdese la controversia entre
el Papa Diomsio y su homónimo, el obispo de Alejandría,
abstracto para expresar la vida del Padre, del Hijo del Espíritu. reaccionando contra el vocabulario aparentemente sabefiano de
Sdescernió a los infiernos: ¿Cuál es la realidad encerrada Roma). Los maestros occidentales de la Edad Media intentaron,
""^^"mma^undos los pobres en el reino de Dios: ^ por tres o cuatro veces, la traducción de Dionisio el Aeropagiía
^n llegar a hacerlo aceptar del"todo. La división nefanda entre
los «pobres»?, ¿los económicamente, ascéticamente, misücameu- Oriente y Occidente-empezó con la confusión de los vocabularios,
^¿'^^mildad: es difícil clasificar esta virtud dentro de las ca signos de mentalidades irreductibles. Desde siempre, la expan
sión de la fe fuera de la Cristiandad establecida, planteó proble
tegorías de ios moralistas; ¿no será preciso la ayuda de la par mas delicadísimos de enunciados, a la vez fieles'e inteligibles
'TaÍtcesivamente. Desde la primera lectura del libro sa^ para los pueblos recién llegados; inOluso hoy en día la verdad
evangélica incorporada a los vocablos grecolatinos, continúa
grado y de sus derivados, a flor de texto, antes de siendo prácticamente cerrada para otras civilizaciones, mientras
organizada, henos aquí sumergidos en un primer trabajo que en su primera expresión había representado una ventaja para
razón teológica. No es éste un trabajo vano o demasiado elemen las categorías semíticas. En Occidente mismo, el acceso del pue-
tal Los significados elementales nos sitúan de lleno en la entraña
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 65
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
blo a los textos litúrgicos, vehículo importantísimo de una fe viva, teológicos sin mantenerse bajo la secreta comunicación de la Pa
provoca una labor difícil, la cual, bajo su apariencia filológica, es labra de Dios, y como empuñados por la contemplación. Exi
gencia ésta propicia a las torpezas de un esoterismo que detes
en realidad teológica. l,a teología «escolástica» se presenta pri tan vivamente los verdaderos creyentes, pero también suprema
meramente como un lenguaje, el lenguaje erudito y técnico, frente sensibilidad de una fe que se manifiesta no sólo en el vocabulario
a una teología patrística y monástica que, a causa de su impreci de los místicos sino también en el lenguaje de la predicación, en
sión, no podemos despreciar,. . , ,
No se trata solamente aquí de un afán de exactitud y de orto el análisis del teólogo y en el menor testimonio del fiel. Instinto
doxia, sino, en el fondo, dentro de la vitalidad mtenor de las admirable del Espíritu, el cual la razón, incluso en su formq más
palabras y de las imágenes, se trata de las exigencias de la luz elemental de obrar, debe adaptar sus instrumentos lingüísticos,
de la fe. Si la economía cristiana se.realiza a través de la que la escolástica más técnica tendrá sumo cuidado en respetar.
Palabra de Dios, dentro de una relación que admite la verdad
humana de un diálogo, es completamente normal, incluso nece *
sario que los vocablos se vean arrastrados los primeros dentro
de las condiciones terrenas de este diálogo. Dios contmúa siendo De las definiciones nominales, como dicen los lógicos, pasa
un extranjero en el pueblo cuyo misionero no habla la lengua mos a las definiciones reales; es decir, que en los objetos de la
indígena más que como un viajero que está de paso; y su verdad fe, como en toda realidad de la naturaleza, buscamos siempre,
no puede afincarse en una escuela en la que la gramática y la aunque sea de un modo inconsciente, ir más allá de la perfección
exégesis estén descuidadas. Por esto se comprende el motivo de las apariencias visibles, a fin de alcanzar las causas, tanto en
elemental de la predilección de la Iglesia por las fórmulas dog la interioridad de las cosas como en su génesis. No es preciso ser
máticas. Las palabras, que encaman la fe, constituyen la materia filósofo par ir en busca de definiciones donde estas causas estén
^ prima no sólo del catequista, sino incluso del teólogo profownal. enunciadas orgánicamente. La teología, por consiguiente, de
El teólogo es primeramente un filólogo, valga el atrevimiento, acuerdo con el modo de proceder de la inteligencia, seguirá en
desde el momento en que su creencia quiere aprehenderse a si esto las leyes comunes de todo saber: constantemente intentará
misma y elaborarse. Por otra parte, en la identidad del material definir objetos — incluso intentará definir a Dios, del que se sabe
fonético, se crea una lengua original, ya que la luz divma impreg- que es indefinible—, y definirlos en el sentido general de una
■ nará la trama de las palabras. No se trata del ablandamiento de delimitación de sus contornos, de sus propiedades, de sus estruc
un,sentimentalismo piadoso, como a veces ha sucedido, smo de
turas, incluso si puede, en el sentido técnico de una determinación
una exigencia rigurosa de la inteligencia dentro de una fe que de sus elementos constituyentes.
lleva consigo, incluso en su encamación verbal, esta mutación Jesús es hijo de Dios, de un Dios cuyo nombre propio es el
radical del cristiano en medio de un mundo profano. El lenguaje de Padre. ¿Qué significan estos vocablos tomados de la noción
de la teología debería ser «sagrado». Nada habría tan denigrante humana de «generación»? ¿Nos atreveremos. a definir la vida
e intelectualmente más funesto que,el moverse entre estos textos
66 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 57
incomunicableinente .secreta de Dios? Santo Tomás lo intenta. tarde, los teólogos observaron las lagunas de la definición de
(Por ejemplo, Suma contra los Gentiles, libro caps. 10-11). BoKto aplicada a Dios: definición de filósofo, dijeron, elaborada
El concepto de generación no se encuentra en la Escritura bajo su al margen de la luz de la fe. Intentaron substituirla por otra,
forma abstracta, y las abundantes imágenes realistas sobre el completamente nueva, o introduciendo profundas modificaciones
nacimiento de los hijos de los hombres nos apartarían más bien,
como a los judíos, de la tentación de atiibuir su contenido a la conünúa llegando hasta la sutileza, promovido por una exigeL
vida divina. No obstante, los términos de Padre, Hijo, no pue
normal del apetito racional de la fe; las curiosLes indiscretas
den ser tratados como simples figuras. Están llenos, por otra
parte, de un realismo físico, en la encamación visible del Hijo. labor accidental e Inoportuna de esta
Santo Tomás se entrega entonces a una labor de generalización
Si por otra parte, para determinar el juego de la libertad den
y de determinación, la cual, en tres etapas, lo conduce a «definir» tó üo la gracia, quiero precisar de qué modo la voluntad es y
lo que puede ser en Dios, que es Espíritu puro y Ser absoluta el bajo la noción eficaz de Dios, entonces, en
mente simple, la proliferación interior de un verbo que tenga,
hurmiw modo, las propiedades de una persona engendrada.
clmTn
comuniónó^Zde amor la® razón y las razonescomplacencia de una",
de la Providencia.
El.Padre, el Hijo, el Espíritu, son «personas». Tampoco esta tendré que hacer preceder mi análisis de toda una filosofía del
palabra es escriturista, y su densidad humana, profunda y extensa, hombre y del libre albedrío. Doble misterio de dos libertades'
hacía que San Agustín la usara con tino: decimos persona en
ya sabemos cuántas divergencias dividieron a los teólogos, hasta
Dios por carecer de una palabra más apta y para no quedamos el »c«o de penosas polémicas; pero no se puede decir que se
callados. Pero, ¿es que hay algún fiel que no trate a Cristo como trate de una simpk disputa de escuela, si de hecho el molinismo
a una «persona»? No obstante, el teólogo, en cuanto reflexiona
e San Drancisco de Sales nos sitúa en una «espiritualidad, total
se encuentra metido en el laberinto conceptual de una definición:
mente diferente del evangelismo de San Francisco y de la gratui-
¿Qué es, pues, una persona? ¿El hecho de ser una persona añade llbert d laWteología ha dado a luz, en la Cristiandad,
libertad, definiciones distintas
a unos hu-de
algo a una naturaleza? ¿Qué cosa añade? ¿De qué manera la manismos equívocos.
autonomía existencia! entra a formar parte de este concepto? Y he
aquí que se suceden ininterrumpidamente los análisis metafísicos
y los análisis discordes. Boecio había propuesto, en los confines
de la filosofía y de la fe, una definición muy fundamental: Per
sona est rationalis naturce individua sustantia. (Hna persona es
p cierto que el creyente se adhiere a la Palabra de Dios y
la substancia individuada de una naturaleza dotada de razón.)
profesa su fe sm poseer el conocimiento y el manejo de estas de
Pero cada uno de los términos empleados sólo se comprende, a finiciones científicas, como un niño que usa de las nociones de
su vez, con una definición, y cada definición implica una teoría numero, de igualdad, y de la función sin haber estudiado mate
que sólo puede expresarse con otra serie de definiciones. Más máticas supenores. y como la madre ama a su hijo sin haber
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 69
gg ¿ES ClENaA LA TEOLOGÍA?
dos por la Palabra de Dios. Tamquam ignotus cognoscitur (Santo
estudiado nunca los complejos sentimentales de la ^ectividad. Tomás, después de Dionisio).
Lo que es cierto, sobre todo, es que. al apirear a Dios sem Las leyes, las medidas, las eficiencias de esta ana-logia han
jantes definiciones, no puede hacerse a la ligera: ¿ sido, se adivina, por mucho tiempo discutidas en las escuelas y
racional no queda, por ventura, debiBtado por el respeto al mis los profesionales están lejos de ponerse de acuerdo, tanto respecto
terio. hasta el punto de imponernos, en definitiva, de las soluciones como de las mentalidades:.éste es el precio del
de una irreductible equivocidad. una adoración muda? ®qm misterio que ningún método, por apurado que sea, puede circuns
donde a lo largo'de la historia del pensamiento crisüano. obse cribir. Pero estas divergencias, existentes aún hoy en día entre
vis un!¡ensión entre los que se Haman místicos-te ^ los dos escollos del agnosticismo y del teologismo, no desacredi
más sensibles a la inefabilidad del misterio-.y
escolásticos-teólogos dedicados a fardos objetos^de^ tan ni la labor técnica ni la perfecta sensibilidad espiritual, que
son como el cuerpo y el alma de esta obra maestra de la teología
dentro de las estructuras racionales del espíritu. que es el tratado de los Nombres divinos.
• q^a ve^e! ha podido desembocar por un lado en un agnosti-
cismo peligroso, tal como se insinúa en un Tomás de Kemp
o un Gerson. por ejemplo, que resbalan huma una fflos^b^no -
nalista. y por otro lado, en un teologismo en el que el"o de
la Palabra de Dios estaba envuelto por una trama dialéctica.
substancial, fruto hermoso, a la vez místico y escolástico qu La labor de la razón teológica se desarrolla con la elabora
alcanza mayor grado de madurez ^Mustín ción precisa de las definiciones, y más allá de sus formalidades,
«Los nombres divinos» siguiendo al Aeropagita. De Agustín con los análisis, las clasificaciones, las divisiones, las distinciones
hasta Dionisio, pasando por la critica de un Gdbertoje la Po™ y todas las otras operaciones que tienden a ordenar, no fuera
V la nedagügía de un Pedro Lombardo, poco a poco, en la teo más que de un modo 'descriptivo, el contenido de la Palabra de
íoSaCcddental se ha elaborado un método para «trasladar»
ir;conceptos humanos a la expresión <1®Ja^ Dios y de la vida cristiana que la realiza dentro de la huma
nidad..
vina tanto la de su misterio interno como la de su expansión Entre las múltiples parcelas de esta labor, tomemos el ejem
en la economía histórica de la salvación. Vocablos de ongen plo de las virtudes. Estas cualidades, que perfeccionan el alma
bíblico conceptos elaborados racionalmente, ambos fueron tra- humana en todos los planos de sus funciones, de sus facultades
Ü L procedimientos de una*que tenido y de sus acciones, son permeables a la vida de la gracia; perte
en cuenta la diferencia substancial entre lo humano y lo dmno necen, pues, al campo del conocimiento propio y el juicio del
prepara el camino-Wu negativa, via «mmcnúic. jnde se com teólogo, no sólo las que levantan la profundidad del alma hasta
dacen los místicos-de una relación gracias a la cual el espi el nivel de las energías divinas (virtudes teologales), sino que tam-
70 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
bién aquellas que por una transmutación interior capacitan los
recursos humanos para objetos divinos (¡lámanse virtudes mo ¡eí
será el fLr''! ^ imperativos
fundamento de su espiritualidad, en la cual autoritarios
el domkb
rales «infusas»). El teóíogo, partiendo de textos revelados, de las
enseñanzas de la Iglesia y de los ejemplos de los santos, se afana
en observar hasta en sus movimientos más sutiles el juego de
este aparato virtuoso; descubre sus leyes, mide sus criterios, dis
tingue, clasifica, compara, articula, aprovechando, siempre bajo
la luz estimulante y reguladora de su fe, los análisis de la psico
logía profana.
Nuevamente, entre colegas teólogos, los métodos, los objeti
vos y los resultados no estarán acordes. Un Santo Tomás, con
vencido de que la gracia no destruye la naturaleza, sino que se sus conclusiones y su espíritu - '^
la restituye y la empuja hacia su plenitud de acción, conforme a
las leyes de sus estructuras propias, introduce en abundancia, en e. "•'• ■»'»
licas. que realizan lo one • n acciones simbó-
vlda de cadrS 'losS e cL'" ^ ^
su teología de la vida de las virtudes cristianas, las consideracio
nes y las conclusiones de los filósofos... Im Imitación de Cristo,
al contrario, posee un capítulo famoso (libro cap. 54), en el ticamente su cuerpo eclesial Cuadro mís-
que se.complace en contraponer de forma dramática, en las arti Primeramente va ~
culaciones de la vida espiritual, las inclinaciones de la naturaleza meas dT rt ^ necesidades ortó- '
y de la gracia. En él trata con una piadosa desenvoltura estos
análisis y estas definiciones: «¿De qué me sirve el conocer la na
turaleza de la compunción si yo no la practico?» Sobrenatura-
lismo seductor, pero que, en su empirismo, peca por exceso de
facilidad.
Por otra parte y a pesar de todo, en esta materia más aún
que en otras, el rehusar religiosamente una filosofía del hombre
es también hacer filosofía; y el concepto que uno tiene, conscien
temente o no, de la naturaleza y del hombre, entra en la trama
de la materia teológica. Para el que sostiene contra toda forma
de individualismo la unión substancial del alma y del cuerpo,
las pasiones son un elemento normal y necesario de la moralidad
humana. Para el que otorga la preeminencia a los factores volun-
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 73
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?
tinción formal» según ia cual, dentro de la unidad del sujeto
inteligencia a k vez racional y mística empírica y concreto, existen unas «formalidades» realmente distintas y obje
Misterio de Cristo. Todo esto hace falta para proteger el justo tivamente realizadas; de ahí, precisamente, la importancia capital,
Irio de la religión y la profundidad mística del culto, con- que adquiere en metafísica, y por lo tanto en teología cierto tipo
de análisis y abstracción que los tomistas rechazan.
la liturgia en acción como un lugar privilegiado de la fe. donde Abelardo había sido el patrono de la escolástica particular
los enunciados fluyen de esta misma Iglesia orante. mente en el sentido que había encerrado, en alguna manera, al
teólogo dentro de la obligación de razonar, de distinguir el sen
tido de las palabras y la ambigüedad de las proposiciones en los
textos tradicionales dispuestos en forma de Sic et Non. Dialéctica
escabrosa, como él mismo pudo comprobarlo, por la introducción
del espíritu crítico en el misterio de la fe; pero todo un arte de
No habría ningún motivo para tratar por separado, en el ba pensar teológico arranca de ahí, a lo menos cuando, con la lec
gaje racional -del teólogo, la técnica de las distinciones ya que tura de Aristóteles, se mantuvo esta dialéctica por una verda
son el instrumento habitual del anáUsis bajo todas sus formas y dera ciencia del espíritu. La teología se convertía en «ciencia».
en todos sus terrenos. No obstante, por el hecho de ser un pro En esta situación la distinción no es solamente un proce
cedimiento normal de la razón y la convicción de la precisión dimiento para reducir las incoherencias de los textos escriturísti-
del espíritu, el «distinguo» no deja de ser considerado justainen e cos, patrísticos u otros; revela una filosofía o mejor una menta
como un rasgo característico de la escolástica. De hecho, tanto lidad filosófica determinada. Uno se da cuenta de ello contra
en los grandes maestros como en toda la Escuela, el arto de la poniendo el método escolástico de Santo Tomás, por ejemplo, a
distinción se ha constantemente practicado: muchos artículos de la táctica de San Agustín. Para éste las cosas no son primera
la Sima de Santo Tomás están expresamente construidos sobr^ mente distintas unas de otras, sino ligadas por una complejidad
L Z moda... Alia modo; las respuestas se resuelven casi de relaciones, de ensamblamientos, de analogías, e incluso de
siempre por una distinción que mide el alcance de una solución simbolismos; se atraen mutuamente, como los sonidos; la unidad
propLta en el cuerpo del artículo; por fin. dentro de la trama impera, más que la distinción, la cual, buscada en exceso, diso
de los raciocinios, se precisan los términos o proposiciones ciaría la realidad. Filosofía de la participación, que se fija en los
Este arte tuvo sus excesos, y la baja escolástica se des izó por «grados» de los seres más que en su autonomía, en las razones
una vertiente donde el formalismo substituyó el análisis más sano. ejemplares más que en sus causas internas. La lógica escolástica,
La «sutileza» ha conservado de esta decadencia 'rúa rosonancia en cambio, es una lógica de la determinación y de la identidad;
peyorativa que no entrañaba la palabra latina subühs. Mo y la definición montada a base de distinciones que la preparan y
los discípulos de Escoto lo aplicaban a su maestro, el epitet la constituyen es su obra maestra. Para darse cuenta de esta dife
tenía sentido de elogio; se aplicaba en verdad no sólo a un rencia, basta observar el tratamiento que íos textos de tipo, agus-
mentalidad, sino a un sistema que descansa sobre la famosa «dis-
<74 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
tiniano reciben en la exégesis de Santa Tomás, en beneficio de terreno acotado de los sabios profesores. Recientemente se ha
un pensamiento más purificado y de una caitdad científica, pero reaccionado con firmeza contra este desplazamiento de valor que
en perjuicio de esta aura espiritual e incluso literaria que ensan
chaba su significación inmediata. No se trata solamente de for
mulaciones precisas más acá de las cuales se habría que a o de la teología, el cual hubiera sido formado entonces por conclu
un pensamiento, primitivo aun dentro de su opulencia misma, to^ obtenidas por vía de deducción. No, el Tde laTabor
como a veces parecen decirlo algunos escolásticos no sin cierto ologica por el cual el verdadero teólogo interioriza en alsufia
desdén para Agustín; se trata, al contrario, de una actitud rnen- aimra a más profunda de sus actividades racionales continúa
tal, la cual se ha constituido sus métodos propios para analizar
la realidad. . . ^ ia Vy, en
ML ^™ ^ á conocimiento beatificante de Dios
este mundo ya, la plenitud de la vida de la gracia. '
Así, pues, la reaUdad, frente a la inteligencia, tanto teológica Por consiguiente, el raciocinio es en teología una onenrWn
como profana, será estructurada de un modo muy distinto; la
lev de los objetos formales decidirá sobre la autonomía de tos fS
facilita los
h medios para alcanzar los resortes ínteHgibleslosdeotros"'
las'
saberes dentro de una sabiduría cuyas pretensiones totalitarias
desembocarían, en perjuicio propio, tanto al absolutismo mtelec-
tual como a la teocracia política. El agustinismo ha cedido siem ct una
una metáfora que traduce el movimiento, la™«carrera»
fitósofo dejudióla
pre ante esta pretensión; y el integrismo contemporáneo es el inteligencia, la cual, estando encarnada bn un cuerpo y sTlidaja
aparato autoritario de un sobrenaturaUsmo que rechazan tanto la entonces del tiempo y del espacio, constituye una ra^Ín"
doctrina como el espíritu de Santo Tomás. El arte de la dis constre«to al discursus. «¿Por qué?»: éL:es la pS'unte
tinción no es ciertamente una sutileza gratuita: es el síntoma y
la consecuencia de un cierto grado de buena salud de la razón lTdt~
teológica.
mujd^o°'hf
mundo ha creadotaalcreado el mundo?
hombre? ¿Porcuriosidad
Con es'ta qué, dentroelemental
de este
se andera del cristiano, de la razón del cristiano, una exigencia
El razonamiento teológico claridad y al mismo tiempo la convicción de un misterio Tal
vez se imagine que un Dios vuelve sobre sus deSTesüo
Era fundamental insistir sobre la amplitud y la variedad de humano, sopeando sus motivos com'o un artesano. Será preciso
estas actividades de la razón, en su busca de la inteligencia de !a
fe Debido a una simplificación provocada por la presentación
de ciertos manuales, se reduce a veces la tarea del teólogo a una
formulación en serie de sUogismos,' que conducen, mas alia de
■ la Sagrada Escritura, a unas «conclusiones teológicas» que son . necesaria. La fe me ensena que el acto creador es libre:
LA TE OLOGÍA C OMO C IE NaA 77
""■ rnfh"
gación no nace mas 40e ^ ^^t,nc Tinos recalcan más
esperanza, no tanto con la deducción a priori de las condiciones
de una bienaventuranza eterna, como por el descubrimiento de
'por otra parte no eontradtetonas de las leyes dinámicas del R eino de Dios, que se realiza, individual
el hecho de la miseria creatura la perfección cum- y colectivamente, dentro de una Iglesia espectante, ansiosa de que
;S r»iC « alo. P« a-
C risto vuelva para que lleve este reino a su consumación. La
introducción de categorías racionales sostendrá y construirá esta
divina. inteligencia; las discusiones sobre el' objeto formal de esta espe
ranza (para unos la bondad de Dios; para otros su omnipotencia
auxiliadora; para unos terceros, su fidelidad), han podido caer
en una especulación bastante distante de las nociones concretas
y sugestivas del E vangelio, pero el conjunto de los « raciocinios»
Mientras trabaja ^ sobre el fundamento de la esperanza, sobre su objeto, sobre sus
SUS problemas, el entendimi ^ motivos, así como el análisis psicológico de la esperanza como
pasión, vienen a iluminar válidamente el realismo histórico de la
— rr promesa divina en curso de realización.
poner al descubierto sus exigencias previstas. Uno de los casos estos carismas. Hubo tiempo en que el individualismo penetraba
más interesantes, lo encontramos en la teología de los dones del
las mentalidades rehgiosas y profanas y entonces pareció que
Espíritu Santo. Durante mucho tiempo la fe en la gracia en cuanto estas manifestaciones eran consideradas como algo accesorio,
es una participación de la vida divina se había explicitado en el incluso sospechoso. No ha mucho se creía que podía desaparecer
doble enunciado doctrinal de virtudes teologales necesarias y de
sin arrancar de la Iglesia ningún órgano, indispensable. La expe
una presencia del Espíritu Santo en el alma. Teología, ésta, de por riencia de la Iglesia, cada día en expansión, el despertar del sen
sí muy profunda. Pero la observación más atenta de la expe
tido comunitario, el resurgimiento de la grande teología de los
riencia de los santos, incluso de los simples fieles; y un análisis
maestros, y cierto profetismo apostólico en este mundo en mo
sutil de la flexibilidad que acompaña al señorío del espíritu
vimiento, devuelven hoy a nuestra fe la inteligencia de estos
(hasta en el plano de la naturaleza, y Aristóteles suministra en
dones: no tanto aquellos que contienen algún fenómeno mila
groso, sino los que realizan funciones vitales en el desarrollo
esto a Santo Tomás notables conocimientos), condujeron a los
teólogos a descubrir, más allá de la estricta necesidad de las vir
del Cuerpo Místico de Cristo (cf. la encíclica Mystici corpoñs
tudes teologales para elevamos hasta el nivel del fin sobrenatural,
Christi), o los que, entre los individuos reflejan el aspecto mís
unos recursos específicos, necesarios también por otro concepto;
tico de la plenitud moral de la gracia (estas notaciones están den
tro de la línea de Santo Tomás).
existe, en efecto, un distanciamiento entre las virtudes teologales
y la espontaneidad réquerida por la vida divina participada. No
es que las virtudes teologales sean insuficientes, pero resulta que
no podemos explotar al máximo su uso sino a través de las «mo
ciones» del Espíritu. Son éstas altas filigranas, libertades ágiles Ciertos razonamientos, en fin, siguiendo una.línea deductiva,
que el ejercicio estricto de las virtudes sobre la tierra no lleva y en principio apodictica, implican el descubrimiento de un
consigo. Demostración bastante laboriosa en sus aspectos lógicos; térmmo medio para la elaboración del dato revelado. Para esto
pero que, dentro de la interiorización inteligente de una expe se puede partir de una definición para llegar luego a la existencia
riencia, es una manifestación armónica y justa de las leyes de la de una propiedad necesaria (la eucaristía es un sacramento- por
perfección de la gracia. lo tanto supone una'materia sensible); o bien partir de una ver
Encontraríamos otro ejemplo análogo en la manera con que dad de fe para llegar a una definición (por ejemplo, el concepto
la teología distinguió, poco a poco, incluso en el vocabulario de persona que. rectificando la definición de lós filósofos, satis
macizo de la Escritura, el papel y las propiedades de los «caris- faga nuestra fe en el Padre;-el Hijo y el Espíritu).
mas», que son gracias dadas a ciertas personas, no en orden a En la medida en que actúe con plenitud, la introducción de
su propia santificación, sino para bien de la comunidad eclesial. un termino medio estructura una demostración propiamente di
Constantemente en. la historia de la Iglesia, y no solamente en el cha, donde una tercera verdad fluye realmente de dos verdades
período extraordinario de su fundación, se observa como un previas: operación creadora de este saber cualificado en el cual
becho esencial a su constitución y a su acción la presencia de
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 81
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
ticlas a la presencia y a la regulación suprema de su personalidad
la inteligencia descnbre las relaciones necesarias en la namraleza divina: el misterio de su agonía es impenetrable a nuestros racio
de las cosas, y obtiene una explicación total de sus propiedades. cinios. Cristo como hombre tuvo ciertamente una conciencia^hu
Es de suponer, claro está, que este ideal tan alto, donde enco mana, pero es preciso entender bien esto, y situar esta conciencia
tramos todo el racionalismo griego, no se realiza en cada articulo a la altura de su persona; unas controversias recientes demues
de la Suma de Santo Tomás: ni los objetos lo permiten m la vida tran la sutileza del problema. Digamos, en términos de lógico,
lo requiere. Incluso si la forma deductiva del raciocinio es ob que el término medio racional deberá ser controlado y en cierto
servada, estamos- lejos de encontrarnos cada vez con este sdo- modo trasmudado por dentro, para tener valor dentro del co
msmo de lo necesario que crea la ciencia. Los hay, no obstante, nocimiento sagrado, más allá dé su ambiente de origen. He aquí
que podemos clasificar en dos categorías; los argumentos que se un enunciado: Dios se ha hecho hombre. Yo no podré subsu-
refieren al conocimiento de Dios, en los qne,..una vez admitida su mirle las propiedades del hombre, y sacar las consecuencias si no
existencia, podemos deducir los. atributos necesariamente inclui es bajo este control, dentro de esta «transubstanciación». No apli
dos en su ser, tales como la imidad, la bondad, la caré al concepto de sacramento todos los atributos del simbo
da, etc., y los argumentos que tienen por objeto as realidades lismo sí no es dentro del concepto dogmático de sacramento y
contingentes de la economía de la salvación, como la humanidad conforme a las propiedades exigentes de la analogía de la fe.
de Cristo, los sacramentos, la Iglesia-sociedad. Aquí entran, en Frente a las nociones que emplea, el teólogo ejerce un «derecho
la deducción teológica, unas proposiciones históncas que enuncian divino», que lo hace libre ante sus instrumentos racionales en el
unos hechos contingentes. El argumento no será, pues, según el instante .mismo en que los utiliza. Vkilosophia ancilla theologix.
rigor del lenguaje aristotélico, una demostración, sino que, una En suma, tanto dentro del realismo teologal de la fe como
vez dados los hechos, su realidad poseerá un contenido cuya dentro del absoluto de la realidad de Dios con el cual está en
necesidad interna fuerza la convicción. Si Cristo es realmente un comunión, el teólogo no se, mantiene, como el filósofo con sus
■ hombre, podré demostrar qne tenía un alma humana, que poseía silogismos, en la región de las abstracciones. Pasa de lo abs
una ciencia humana adquirida y que experimentaba pasionco tracto a lo concreto, aunque le parezca al lógico que el término
Por otra parte, con esta mera enumeración, uno puede darse medio, que enlaza la mayor con la menor, pierde su identidad.
cuenta de la delicadeza de tales demostraciones, no solamente En la mayor se trata de una abstracción determinada y pobre
porque, de hecho, en la historia del pensamiento cristiano, no cuya definición, según se cree, agota el contenido; por ejemplo,
fueron, adquiridas sin dificultad ni sin error (ellas motivaron «substancia individual de naturaleza racional» define a la per
todas las herejías), sino porque de derecho, cada una de esta sona, es decir, determina el conjunto de los caracteres que se
verdades así conquistadas, debe integrarse en e conjun o e atribuyen a la palabra persona. En la menor, el término medio
misterio, en el cual no actúa como en la realidad comente, al representa toda la riqueza de una realidad captada dentro de la
igual que un caso particular de una regla general. Cristo tuvo fe, enunciada en un lenguaje común de la Escritura o del dogma;
pasiones: deseo, tristeza y esperanza; pero incluso en la auto así, pues, cuando se afirma, en la menor, que el Padre o el Hijo
nomía h-mana de SU actuación estas emociones estaban some-
82 ¿ES CIENGA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 33
es persona, se saca de la Escritura o de la tradición, es decir, de
una lengua humana corriente y viva, una noción completa, hecha
que el alma se ha desligado de la imagen sensible de las cosas
de representaciones asociadas y sublimadas, rica en experiencia, materiales, se encuentra bajo esta luz pura y simple... ya que esta
nutrida de afectividad, referida a las cualidades de las personas
luz esta siempre dispuesta a difundirse en el alma; pero las imá-
que vemos y que amamos. Indudablemente, la imagen concreta,
antropomórfica, encierra de un modo eminente el concepto abs
tracto que el intelecto deduce; no obstante, una y otra no son
tárll, '.I removidos» ^ Así núes '="='ndo
táculos han sido snc rirvitodos,
• los obs-
-i
sística^: p1 L ' , ' deduccioncs silo-
idénticas: hay «analogía» — conexión capital que gobierna todo
un método — entre dos conceptos desigualmente abstractos. Ahí
K
te. ™ H.
® definiciones
arranca de r racionales
=®tiuuameute la savia
abstractas, viva demrla
entonces
está el rasgo distintivo del silogismo teológico; se parece a un n ennqu^imiento de determinaciones empíricas, llega a la for-
silogismo geométrico, que, partiendo de figuras perfectas, rígidas
mulación de conceptos mdividuales y concretas; si al contrario
y vacías que el movimiento de puntos y rayas describe en el es su deducci n desemboca en conceptos aparent;ménfe r^Í
pacio homogéneo, pasara, de un brinco, al mundo de las formas
cactos, la luz de la fe. los ñumina,-como sucede en los objetos'
ae la oración contemplativa. ,
plenas, coloreadas, movidas, heterogéneas, con las cuales los
objetos llenan la extensión real. Y dentro del dispositivo silogís
tico contrario, en el que la definición abstracta generalizada es
el producto de la deducción, el concepto nuevamente construido
se llena, por la acción del creyente-teólogo, de un contenido real. ^ Por lo tanto, en la uniformidad aparente y árida de los ra
Cuando, en un tratado de teología vemos definir el objeto de la
esperanza por «la felicidad eterna en la posesión del fin supre ^ de su forma y de su densidad. Es preciso distinguir baio
mo», no descansamos sobre estos términos abstractos, por racio
ñas estmcturas unívocas, y contra la tentación de desvalorizar
nales y luminosos que sean; los aprehendemos dentro de unas
nociones concretas y sugestivas de nuestra fe escriturística en el te "te'tep"
distinLn , ° razonamiento, conforme á la
Reino de Dios en ruta terrena, conforme a la promesa divina
lorzi
efectos La demostración'r ''™«ndela alma
de la inmortalidad travésbude
realizada por Cristo.
Así, pues, los conceptos purificados con los cuales significa
mana no tiene ni la misma estructura ni el mismo ont nit
mos las cosas divinas, recuperan, en pura luz inteligible, lo que
perdían para nosotros en determinaciones empíricas. Es precisa substancial del alma y del cuerpo Oa razón de esto estriba!que
mente lo que afirman los autores espirituales: en cuanto el alma
obn.n en sentido inverso en el dinamismo original del aristote-
se ha liberado de las representaciones de la imaginación, las no
ciones de la fe, lejos de ser para ella abstracciones vacías, cons
tituyen un principio inagotable de conocimiento: «En seguida
página 8rReragemo"aq™S pífdfhl^T'í
taclo por G. Rabeaü, ¡
'«i Maillard.
paginas 220-222. ^e/ude de la íheologie,isxh, 1^26,
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-.1.:
a
85
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?
1 Ííil
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 93
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOaÍA?
En tales argumentos, mientras la epistemología aristotélica
mientos rectilíneos, circulares, en forma de denuncia un fracaso para la inteligibilidad ideal deseable, y no
nación desborda los esquemas de la lógica se resigna a estos conocimientos «probables», el teólogo, al con
observado recientemente los resortes espirituales de la mteUgenc a trario, ve en ellos, en esta conjunción del misterio y de la razón
"neblos bantúes; y nadie pone en tela de 3^10 q desde donde mira el éxito más esplendente de su programa, así
mentalidad hindú pueda un día ofrecer a la expresión de laj^ como una operación típica de su devota y afectuosa penetración
unos procedimientos inusitados en la cultura , del misterio. Los hechos y los gestos de Dios escapan a las cate
ejemplar de la t¿ología en la escolástica occidental no le unpone gorías lógicas. ¿Por qué, por ejemplo, el Verbo de Dios no se
que se cierre, en adelante, sobre sí misma: la trascendencia de encarnó inmediatamente después del pecado? Porque la revela
te vuelve a encontrarse con la infinitud del espíritu para mant ción, como otra pedagogía humana cualquiera, debía realizarse
nerla abierta en su luz divina. progresivamente: el orden natural de las cosas y del espíritu va
desde lo imperfecto a lo perfecto; Cristo vendrá después de una
larga preparación del pueblo de Dios. Este principio tiene valor
El argumento de conveniencia en un sentido que la realización de un plan supone la preparación
previa de sus elementos; pero la aplicación a unos datos crono
Si el teólogo, dentro de la coherencia de la fe y la razón lógicos no es evidente: Dios tiene poder, si quiere, de realzar en
consiente, no sin nn pudor extremo, a llevar ^ un instante laLadaptación a su proyecto de elementos imperfectos.
demostración la inteligencia de ciertas La aplicación del principio puede ciertamente justificarse luego
misterio no deja de ser verdad que este misterio, en «us dato por la historia cuyos hechos regulan mi creencia. Pero esta prue
primeros no se presta, en lo tocante a las imciativas de Dios, a ba, tal y como el teólogo la convierte en argumento, es tan sólo
una seméjante.elaboración. Que Dios, para restaurar su "mage una prueba dialéctica, la cuál, de una manera abstracta, no for
■ en el hombre, haya tomado el camino de una encamación, q zaría el asentimiento.
Intes d^este misLio haya creado el mundo, y, dentro de este He aquí otros ejemplos: era de suma conveniencia que la
mundo una criatura a su imagen, son decisiones éstas qu p madre de Dios-hecho-hombre estuviera exenta de la tára del
manecén irreductibles a una determinación demostrable, sea la pecado. Convenía en'grado máximo que su cuerpo maternal no
que fuere Pertenecen únicamente al amor y a sus irracionales estuviera sometido a la corrupción de la muerte y que su carne
feesos Lo mejor que puede hacer la razón, ha,o la revekción se beneficiara con anterioridad de la resurrección obtenida por
S es complacerse en esta feliz armonía de estos designios su hijo. Estos argumentos famosos, cuya fuerza creciente a lo
ahora revelados. Ciertamente, ella largo de los siglos es tan significativa de las leyes internas del
lo hará despojando la estructura de su raciocinio de todo maüz desarrollo de la fe, nos demuestran la eficacia de estas «conve
de obUgatoriedad. Los teólogos emplean una expresión caracte- niencias», en las que el creyente piadoso (en el sentido profundo
de la palabra) encuentra su complacencia: en adelante estos argu-
niencia».
94 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 95
meutos presupondrán unas verdades dogmáticas, durante largo éstas, claro está, que debemos usar con tino, pero que contienen
tiempo en acción en el seno de la Iglesia. No se ha llegado basta un hermoso opümismo que revela a los teólogos de casta
aquí por la fuerza de los argumentos; mas éstos dieron una ex
presión llena de contenido a una auténtica inteligencia del de V aMsff."""" conveniencia, una última
signio de Dios y de los caminos de su realización. Son éstos, dentro del grupo arquitectomco adoptado para construir su sin
indudablemente, casos extraordinarios; otros muchos ilustran la táis, «Suma», como decían en la Edad Media. Si, para elaborar'
historia de la teología, los cuales, sin acercarse en modo alguno
a una ratificación dogmática, ofrecen un gran valor nutritivo
para la verdad y para la piedad. En su tratado de la Encarnación dSodf y habrébagoobtenido,
divmo todas las otras verdades, dependerevidentemente,
de este acto
iSanto Tomás se dedica ampliamente a una lectura «teológica» una vnsiún tnuy distmta de la de Santo Tomás. Éste, en efecto
del Evangelio y de la vida de Cristo: cada episodio está ilumi organiza su Suma sobre el esquema neoplatónico de la emanacióti
nado con'una «conveniencia» que en modo alguno pretende de ■ y del retorno de los seres, donde el hecho histórico de la Encar-
mostrar, pero sí manifestar ló que se podría llamar la interioridad nacmn es tan sólo un medio escogido pata realizar^ en.Cristo el
divina de los hechos. Es lamentable que un cierto positivismo in-
tel^tualista haya sido causa a veces de la negligencia manifestada por Thech'^ri ^'delantado
el hecho de disponer las cosas así o deninguna demostración
otra manera- y los
por estos procedimientos sabrosos de los teólogos antiguos.
Los dogmas fundamentales son la materia directa de esta na^dad de uyistema teológico,decisivos
n^daL no pertenecen
que seanen para
modolaalguno
origi-
búsqueda de conveniencias. Que Dios vivo sea, en su unidad, a un. dopia de fe. La fe continúa siendo la misma en la siste-
Padre, Hijo. Espíritu, en tres personas, sólo puedo conocerlo
a través de la fe, y los presentimientos de esta verdad que se a" o de un Escoto; pero
un Tomás de Aqumo de un
estaBuenaventura, de
ortodoxia única
podrán encontrar incluso entre los filósofos paganos no son más deja rienda suelta a las decisiones personales del teólogo para
que el efecto de lejanas y vagas analogías; «el ser perfecto es
fecundo», o bien «la vida total exige intercambios personales», sTT ° es emanación—-dn
suma. La teología, que de la fe, es,racionaf dfL
no obstante
o incluso, según la mística de los números, «Tres es el número
perfecto y sagrado». Pero estas insinuaciones adquieren, poste sTeirí/^'^ -ste conexión nece:
riormente al consentimiento de la fe, una extraña verificación, y
un valor inteligible que el filósofo no podía sospechar. Santo
p^rel teólogo' afectuosamente adoptadas
Tomás llega incluso a decir que en esta ratificación posterior
alcEmzamos «la raíz de la verdad» {Suina, 1.^ parte, cu. 32, art. 1, Funciones y ¡recursos no-mcionales
rep. 2); San Anselmo hablaba de «razones necesarias» y Ricardo A pesar del cuidado que hemos puesto en observar, dentro
de San Víctor manifestaba la exaltación de su espíritu «demos de su variedad y hasta su último límite, los procedimientos usa
trando» que, en su plenitud, el amor es fecundo. Expresiones dos por la razón- en la elaboración del contenido de la fe, no
u TEOLOGÍA COMO CIENCIA 97
dice, caeremos en la cuenta de que en ella las expresiones sacra teología el valor y la eficacia del método simbólico, es que alre
mentales'y simbólicas del dato revelado nutren en gran manera dedor suyo se había desarrollado el curioso intento de construir
desde dentro la perfección de la fe. una teología partiendo de procedimientos simbólicos. Hugo de
San Víctor (t 1141) había elaborado un amplio plan de trabajo
que sus discípulos habían querido realizar y según el cual, des
pués de un inventario de los datos de la revelación, se buscaría
s'u inteligencia por los caminos y por los medios de la razón,
«Existe otro sector de la fe cristiana que hace uso, aunque desde la razón gramatical e histórica, en la exégesis dé la letra
de la Escritura, hasta la estructuración sistemática de argumen
de modo muy distinto, de las representaciones por vía de sím
bolo: la economía del plan de Dios en la Iñstoria de la salvación, tos. Pero esta labor no era más que preparar el terreno de la
se desarrolla no sólo en una serie de acontecimientos, desde la Palabra de Dios, sobre el cual se construiría ahora un edificio,
vocación de Abraham hasta ía resurrección de Cristo, desde la no ya con «razones», sino con la intervención de símbolos orga
venida del Espíritu hasta el retorno del mismo Cristo, sino en nizados en forma de alegoría. En efecto, la alegoría, en su con
una conexión «tipológica» de etapas en las cuales los hechos y los texto tradicional cumplía precisamente la función doctrinal de
gestos, sin perjuicio de su realidad propia, poseen un valor de interpretación de la Escritura. Merced a esto el fiel penetraba
representación del porvenir. Jerusalén era la ciudad santa del en la interioridad espiritual del texto sagrado. Y de la -misma
pueblo judío: también era la figura de la Iglesia, por fin era tipo manera que debemos utilizar la letra como fundamento, hemos
de la Ciudad cele.stial. El maná fué el alimento santo del pueblo de emplear la alegoría para alimentar y construir nuestra fe.
de Dios; pero si conserva un interés teológico, es más bien como «La letra enseña los hechos, la alegoría el contenido de la fe.»
figura de la Eucaristía, o incluso del banquete celeste. Y así suce- Uttera gesta docet, quid credos allegoria, rezaba el axioma me
• sivameñte! La historia-de:.la teolo^a está llena de la de estas ela todológico admitido. Así, de un modo sistemático, la historia y
boraciones simbolistas, en la trama misma del dato revelada la fe se completan: esta dando la inteligencia de los «misterios»
Los Padres, tanto en sus tratados'como en su enseñanza pastoral, de la historia, aquélla disponiendo la materia de las revelacio
nes. Hugo de San Víctor intentó construir de esta mariera,. for
los constituyen en alimento permanente de su intellectus fidei.
Los grandes maestros de la Escuela, tan enamorados de los va mando un sistema, la Palabra de Dios. Así, el Templo, del que
lores conceptuales y «científicos», conservan y explotan este mé la literatura bíblica nos da a conocer la arquitectura y las funcio
todo tradicional. Santo Tomás —vamos a verlo más adelante — nes, se convierte, por la lectura «teológica», en la figura — figura
la excluye de la función científica de la teología, pero recurre a inagotable de inteligencia, y no sólo de devoción — de la Iglesia,
a ella abiertamente en larguísimos artículos de su Suma, donde luego del aíma, por fifi de la ciudad celestial. Triple alegorización,
hace laTeología de la Ley antigua, como también allí donde re que organiza la materia escriturística, en contra del fárrago ima
curre a los textos litúrgicos. ginativo de algunos piadosos intérpretes. Así, pues, el Éxodo,
Si Santo Tomás rechaza, dentro de la función científica de la desbordando el límite restringido de un'episodio primitivo, se
102 ¿ES CIENCIA U TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 203
constituye en un gran tema espiritual: en realidad, la entrada &es últimos. De hecho, cada vez que en la Iglesia se produce un
en la Tierra prometida a través del desierto, y su celebración en
los ritos de la Pascua, continúa siendo típicamente la institución y apostólicas, como podemos apreciarlo hoy en dia uno de los
del pueblo de Dios; la Pascua de Cristo y del cristiano encuentra
en ella no sólo su contexto arqueológico dentro de una liturgia ntual de la Esentura, sm perjuiciorevalorización
rituaTde'irF'"T"'^''' de su letra histórica
del sentidoy coL
espi-
obscura, sino la imagen primera que ilumina a la vez su génesis testmomo de la presencia activa de la Palabra de Dios La ale-
y su naturaleza, representando al mismo tiempo el sacrificio, la gona, en el sentido paulino de la palabra (Gál IV 24) es la
resurrección, la eucaristía y, definitivamente, la Tierra prometida clave de esta inteligencia. ' '■ ®
del paraíso. Lo mismo se diga de la inmolación del Cordero pas _ Pero ia alegoría tiene sus leyes, que no son las leyes del aná-
SIS conceptual y de la constíucción racional. Dionisio había va'
distinguido expresamente estas dos vias de conocimiemo ej « so
cual, del Sábado y todo el resto. Sin ir más lejos reconocemos
aquí los temas constantes de la catequésis de la pastoral cris
tiana. ¿Podría el teólogo echarlos en olvido? Imétodo aristotehco hacía más sóhda aún la distinción: las
Como dice Hugo, éste es el camino de una lectura inteligente,
iter-legendi, si realmente es cierto que la ÍBscritura no es una a lamiciones,
pohsemilas
a denociones,
los símbollosos,argumentos
de su tenornoimaginativ^r^S
pueden acomodarse"
sus
nexiones sentimentales. Querer construir un saber teológico y
serie de narraciones y de proposiciones, sino un pensamiento di
esgrimir argumentos mtelectualizando los símbolos y los tipos de
vino estructurado. La elaboración propiamente racional del dato
la E,scritura. seria mezclar los géneros; es más. reprLntSa la
(lo que hoy en día llamaríamos teolo^a especulativa), trátase
vez una corrupción del trabajo de la razón teológica y de la fun
aquí como una labor previa, en contacto estrecho con la lectura
gramatical del texto. De hecho, Hugo compuso una «suma»; ion del Símbolo. Los míseros pmductos de la ategorizLlón
pero esta suma, pedagógica y metológicamente se concebía como de lasTccfo^TT'™ 'a. explicación
las acciones rituales, más que un abuso de su manejo revelan
una preparación para el estilo «alegórico», construcción suprema
una desviación del simbolismo, irreductible, por naturales a una
del teólogo, lugar de la inteligencia mística propiamente dicha.
tal mtelectualización. Ciertamente; los símbolos for
El intento de Victorino, a lo menos en su propósito original,
no llegaría a precisarse ni a tener éxito. No obstante, es alta
mM parte de las expresiones del dato revelado; pero la teología
mente significativo, y no solamente por erudición lo hemos sa
fruccion. Tal es el sentido de la decisión de Santo Tomás; el teó-
cado a relucir. Hugo tenía razón al sostener como esenciales
para una inteligencia de la economía de la salvación los planos g puede sacar argumentos solamente del sentido literal de la
tipológicos de la Historia Sagrada. Por otra parte, so pena de estas aclaraciones para deshacer algunas confusiones existentes
convertir esta economía en un sistema abstracto y de vaciarla
de su materia histórica, el teólogo debe integrar en la doctrina
en los fervores de hoy día, situando cada uno de los Sodo!
sacra el dinamismo divino que, en beneficio del presente, vincula empleados en su justo lugar. métodos
la memoria de los acontecimientos pasados a los proyectos de los
^Q4 ¿ES CIENCIA LÁ TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 105
I ii'.t
109
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
108 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
nente, original, específico, cuya reducción a la medida común
solamente puede realizarse bajo el amparo de la analogía, dentro
de una impregnación y una estricta regulación de la fe, de tal
manera que el raciocinio no aparezca como la aplicación de unas
Por lo tanto, debemos atribuir a una grave desviación de la nociones filosóficas a un dato heterogéneo. No siempre se ha
ciencia teológica el. que, durante algún tiempo, bajo la influencia evitado el peligro «de considerar el papel de la fe en teología,
del racionalismo de Wolff,-algunos, más o menos consciente únicamente como una función previa, necesaria para tener un
mente. despojaran el saber teológico de este baño de luz de la punto de partida, pero en el fondo como una función solamente
fe, y dieran a sus pesquisas racionales una consistencia propia, preliminar y extrínseca; según esta concepción, el trabajo teo
como si, sin la fe, sin su continuidad y sin la comunión-con la lógico se llevaría a cabo, luego, con la simple aplicación de la
Palabra de Dios los argumentos, las conveniencias, las deduccio metafísica a este dato admitido como verdadero. En este caso,
nes' y las demostraciones tuviesen algún valor. Dentro de este al mismo tiempo que se construye una interpretación racional,
optimismo de pedagogo, que constituía el clima propio del ¿cómo será posible no despojar el dato cristiano de su especi
AufklOrung, y de la filosofía de las luces, dentro de este cientis- ficidad y de su carácter de todo y de realidad original?»
mo teológico, el uso de la dialéctica era correcto, pero esta co La teología, de un extremo a otro, en su trama única, es doc-
rrección estaba al margen del potencia contemplativo y de la ge trina sacra. Implica, es cierto, varios niveles de inteligibilidad,
nerosidad especulativa que animaban al teólogo medieval denü-o y es preciso distinguir expresamente, dentro de esta unidad sagra
de su fe ingenua, fuente permanente e inagotable de intelegibili- da, el objeto propio de la ciencia teológica, el revelado «virtual»
dad. La teodicea de los deístas es tan sólb un sistema de pruebas como dice la Escuela, distinto de la revelación misma, la cual
■ sin trascendencia ni espiritualidad, sin calidad religiosa. Es la es objeto de la fe. Pero esta distinción no supone ninguna sepa
religión de. Voltaire. El resurgimiento actual de la teología nos ración. Al final de su téoría de la subalternación, Santo Tomás
aparta de esta escolástica decadente. puede afirmar; en un lenguaje que no nos es dado traducir, que
Los misterios de Dios no se presentan, dentro de la acción la fe es quasi habitas theologiic Qn Bostium de Trinitate, cu.-5,
del raciocinio teológico, como casos particulares de una regla art. 4, rep. 8).
general, como si fuesen la menor de un silogismo cuya mayor
racional estuviese constituida por un principio universal. No po
demos-decir simplemente: el sacrificio es... (definición sacada de El ejemplo medieval
la filosofía de la religión); es así que Cristo se ba ofrecido en De este alto concepto del.saber teologal y teológico, encon
sacrificio..., por lo tanto... Como tampoco podemos decir: el tramos un ejemplo en acto, dentro de la libertad medieval, en
sacerdocio se define,...; es así que Cristo es sacerdote; por consi el siglo xin, en la edad clásica de la teología y con una fórmula
guiente... En Cristo, las realidades de sacrificio, de sacerdocio,
y en general, todo el hecho cristiano (cristológico, antropológico, I. M. J. CONGAR, Artículo Théologie, en 'el Dict. de théol. cath.,
sacramental, eclesial), han de ser tratados como un caso emi- col. 480.
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
110
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA ' jjj
explícita: este concepto fluye a la perfección, no sólo de los tex
tos, sino también de las instituciones mismas y del aparato esco
lar de la enseñanza. su coherencia con los conteyfnc Uf.. • : cuestión sobre
En la Edad Media, la en.señanza de la teología se fundamen que pronto llenaba a la enf ^ ^ doctrinales o cuestión
taba en tres operaciones distintas y conexas a la vez. Distintas eu un pLdpff,uto TT E^POotáneo
hasta tal punto que el progreso pedagógico provocara su sepa este sisL T '"T ^
ración en los programas, y conexas en el sentido que esta sepa dico, es decir uue^ Trl f Prontamente metó-
ración deberá respetar su estrecha interdependencia en la espe- sidad de la fé estimula tT 1"°" que la curió-
cialización de sus tareas. Sus denominaciones latinas, a fin de taliza. el Íct.Sl'ent"Ir'f
conservarles su tecnicidad, han de referirse a la última fase de ■ sobre cada una de las ron '■ ■ plantea cuestiones
una evolución activa. Estas tres operaciones se llamaban: Lectio, puntos imJoZlIrrSTr? °
Qmstio, Di^-putatio. Lectio: La enseñanza, en teolo^a, como en • la escolástica, tanto en. su f =°"stitutivo de
otras asignaturas, se hacía a base de textos, que «se leían», que portamiento redaccional n \ ^ en su com-^
se comentaban en las clases, con una penetración progresiva que iovon nac aTv rí, ~
iba desde la letra gramatical y lógica hasta el sentido, desentra-
nado a través de una primera elaboración conceptual; luego se expresado) lo que hasta ahn ° sentido arriba
llegaba a la doctrina (sententia) alcanzada más allá del texto, la edad adulta de h 'f pasivamente. Estamos en
gracias a una búsqueda de las relaciones internas del pensamiento adelante el profesor no es A TnÍxi^fT
y de sus conceptos implícitos. En teología, la Biblia era eviden
temente el libro de texto que se «leía», en todos los grados, de i?:íasSrH
acuerdo con las circunstancias y las etapas de un programa pro
gresivo que iba desde una lectura rápida hasta una verdadera
obediencia y de ÍcS de'
que «determina» los problemas ^
después de la
^®<='a, sino
teología bíblica. Era esto lo más importante, algo esencial en la al espíritu la raíz de ircoirTa «
enseñanza de la teología: siempre y en todo lugar conservaba la (Quodlibet, IV, art. 18). enguaje de Santo Tomás.
primacía, no sólo en dignidad, sino incluso en cuanto al método.
La teología era, literalmente, bíblica; el texto básico del maestro
en teología, era la Biblia. Santo Tomás, en su curso magistral,
razónase imrotÍ%ren?'"T,""^
comentaba la Biblia. Segunda operación: La qucestio. Por suges
tiva que sea, no se puede contar la historia de este ejercicio uni en cuestión. Vtrum Lserá «cuestión», una puesta
versitario; enseña que la Qucestio es el resultado perfecto de esta la intensificación de ¿s cuestiones^re i V
pedagogía. Sobre el texto leído y comprendido, se hacía una pie fortalecimiento y la normaíf?.!"
pregunta; una cuestión, en el sentido de «poner sobre el tapete»;
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LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 113
J12 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
la primacía, y como acto principal que es del intéllectus fidei,
mismo de la curiosidad y de la labor del teólogo; no ya curiosidad constituye, en la Suma, el esquema del artículo en cuanto es uni
textual a la sola luz de la fe. pero si problema extraescrituns- dad de trabajo.
tico, especulativo, del cual la Escritura era sólo el soporte, y La originalidad de esta técnica teológica será más manifiesta
cuyas estructuras nada tenían que ver con la exégesis, sus ley^ si la comparamos a las ordenaciones más corrientes de los ma
gramaticales y hasta dialécticas. De la sacra página se pasa a la nuales modernos. El esquema se presenta de un modo muy dis
sacra doctrina. La sentencia se convertía en la conclusión de un tinto; no ya en forma de cuestiones, sino de tesis. Éstas se apo
raciocinio. . yan en distmtas series de pruebas, éscripturísticas, patrísticas, ra
■ Disputatio, ¿de qué manera debía llevarse a cabo una tal cionales; en estas pruebas la función científica de la teoIo^a
operación sin d^pertar el conflicto de laS opiniones, la mterfe- está puesta al lado de las exégesis; la Biblia no se trata por sí
rencia de los presupuestos metodológicos ©'sistemáticos, la diver- misma en una lectura de fe, y la exégesis es solamente una disci
gencia de análisis, en una palabra, sin desarrollar el tratamiento plina auxiliar del raciocinio teológico. Lectio, qucestio, disputatio:
de la cuestión en la forma de una «disputa»? Disputa que tiene el esquema tripartito de la escolástica medieval respetaba mucho
sus leyes, sus procediinientos y sus esquemas oficiales: la «cues más tanto la unidad de la teología como la diversidad de sus
tión disputada» se convierte en un ejercicio escolar donde el funciones.
maestro recoge los argumentos en pro y en contra, introduce sus
principios de solución, los aplica a los distintos elementos descu
biertos en la controversia o en una más profunda,penetración de El papel del maestro en teología
la lectura del dato textual, por fin «determina», como se dice,
cierra el debate dando su sentencia autorizada. La cuestión dispu En la Universidad medieval la licencia—Ucentia docendi —
tada, por su ampHtud,. por su dificultad y por su origmahdad sobrepujaba el mérito'de un examen: confería, en efecto, a su
se convertía en la operación propia de un maestro en teología. titular un derecho y un título oficial para la enseñanza. En teo
Rogelio Bacón se lamentaba de que, ya en su tiempo, en las logía, su titular estaba encargado de enseñar la Palabra de
prácticas de los teólogos y en la preferencia del público, la cues Dios, y la Iglesia calificaba su enseñanza sin que por esto entrara
tión disputada tuviera más relieve que la lectura del texto, que a formar parte de la lglesia docente.
la teología bíblica. Sea lo que fuere,..es evidente, en principio, Cuando, tal como hemos visto, la pedagogía escolár se des
que Xa:disputa mgistral contiene un gran poder de mteiigibilidad arrolló y la cuestión vino a sobreañadirse a la lectura del texto,
y ofrece un instrumento homogéneo a las leyes del espíritu. Por la función oficial del teólogo se desdobló en cierta manera en
lo menos a ciertas leyes y en determinadas maneras de pensar. dos tareas: la interpretación de los textos sagrados y su elabo
La qucestio escolástica es distinta de la interrogación socrática, ración especulativa y sistemática. Significaba el advenimiento de
de la reducción platónica, de la duda cartesiana y de la dialéc los «maestros» en las categorías sociológicas de una Iglesia maes
tica hegeliana: inciuso en la Edad Media dejaba subsistir otros tra de fe y de doctrina. Su.magisterio encontraba en ellos no sólo
caminos, inductivos y deductivos. No obstante, ella tiene siempre
114 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
U TEOLOGÍA COMO CIENCIA
a unos expertos y a unos consejeros en los asuntos de impor
tancia, en sus concilios, sino también en la enseñanza ordinaria,
una expresión cualificada de la fe. No tenían, claro está, catego
ría de «autoridades» (padres, doctores, canonizados, liturgias,
consentimiento general del pueblo cristiano, etc.), pero en el plano eminenry L muchTsXa recientemente un teólogo
de una elaboración razonada de la fe y dentro de la ortodoxia,
presentaban sus misterios en sus implicaciones racionales y en
■ caída en desuso "zadl1701'"
sus aplicaciones. Inteligencia de la fe, no sólo en cuanto estaba
de acuerdo con el dato revelado, sino en cuanto miraba a la
coherencia racional de las proposiciones sacadas de una filosofía
de la naturaleza y del hombre, y utilizadas, por estos teólogos,
como la menor de un silogismo. Más tarde, en la calificación de
Piel"? « ^°í™ente «un profesor»
los asertos teológicos, se llamará a esto opinión; pero esta pala
bra no respeta ni las certezas de la ciencia teológica ni el papel
de esclarecimiento positivo que, dentro de la comunión de la
Iglesia, desempeña el «maestro en teología». Es también suponer
implícitamente que la fe, como obediencia pura, sin razones,
en la
consideraría las razones que la elaboran en forma de teología,
solamente como curiosidades adventicias, bastante inoportunas
en el fondo para una fidelidad íntegra y monolítica. Santo Tomás
no ha sido más que teólogo, pero ha sido teólogo: la Iglesia lo ha
única Palabra de Dios El J Tf '=°''"enc¡a dentro de la
señalado como tal en la jerarquía de los «lugares» y de las fuen
tes de su pensamiento.
La Iglesia, además, en los siglos pasados, ha recurrido perió
dicamente a sus teólogos, no sólo individualmente, sino en con
sultas colectivas. Las intervenciones de la Universidad de París,
en la Edad Media; de los doctores de la Sorbona, en el antiguo
régimen, y de los teólogos de Salamanca, se han hecho famosas. l^eluterelTm^mnSrÍ^Ílebo Pal
La «Unión de Friburgo», en tiempo de León XIII, como se sabe,
preparó la materia de la Encíclica Rerum novarum. Las «Con
«p.™.. í, «6. de t pWS.L~'S:
versaciones de Malinas» han elaborado los primeros documentos y