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EN DEFENSA DE LOS NEANDERTALES, LOS

OTROS HUMANOS
ADOLFO SUÁREZ ILLANA
En contra lo que dice Adolfo Suárez Illana, “no existe ninguna evidencia de infanticidio en
esta especie humana”, explica el experto Antonio Rosas

https://elpais.com/elpais/2019/03/29/ciencia/1553858996_080843.html

Desde que se descubrieron sus primeros restos óseos, en el siglo XIX, los neandertales
siempre han resultado una presencia incómoda. La idea de que existieron otros humanos,
miembros de la misma especie, pero claramente diferentes, era difícil de asimilar por lo
que resultó mucho más fácil describirles como brutos y salvajes frente a los civilizados
Homo sapiens, nuestra especie. Sin embargo, en las últimas décadas, esa imagen ha
cambiado totalmente y se les considera tan avanzados, intelectual y tecnológicamente,
como nosotros.

NEANDERTALES, LA EXTINCIÓN DE LOS OTROS HUMANOS


Ese cambio de percepción, basado en un aluvión de evidencias científicas, todavía no ha
calado totalmente como queda claro después de las insultantes —contra las mujeres y
contra los neandertales— declaraciones de Adolfo Suárez Illana, número dos de la lista del
PP por Madrid. “Los neandertales también lo usaban [en referencia al aborto], pero
esperaban a que naciera y le cortaban la cabeza”, ha declarado en una entrevista con
Carlos Alsina en el programa Más de Uno, en Onda Cero. La imagen de esos otros
humanos como asesinos despiadados, que se comportaban como animales —el
infanticidio es habitual en bastantes especies, donde las madres tienen que proteger a los
cachorros de los machos—, es muy difícil de arrancar del imaginario colectivo al igual que
siempre es complicado derrotar la ignorancia. Porque la ciencia dice algo totalmente
diferente.

El antropólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Antonio Rosas,


uno de los mayores expertos mundiales en neandertales, no tiene ni idea de dónde ha
sacado el político conservador esa peregrina idea porque sus afirmaciones no tienen
ninguna base en el registro arqueológico. “No hay ninguna evidencia de infanticidio.
Ninguna. Lo que sabemos es más bien todo lo contrario, porque sí que hay evidencias de
que los niños recibían un tratamiento mortuorio especial”, explica Rosas, autor de libros
como Los fósiles de nuestra evolución (Ariel) y Los neandertales (Catarata / CSIC) y que
excavó en la cueva asturiana de El Sidrón, uno de los grandes yacimientos de esta especie
humana.
“A los niños se les trataba con consideración, con ofrendas mortuorias”, prosigue este
investigador. “Si se hubiesen producido decapitaciones, tendría que haber evidencias
arqueológicas y no existen. No tenemos ninguna duda de que era una sociedad que
cuidaba de los débiles, por ejemplo de los ancianos, aunque eso es algo que comparten
todas las sociedades humanas. Hace 1,9 millones de años, en Georgia, ya tenemos
evidencias de cuidado de los ancianos. Todas las sociedades humanas heredan esta
organización social. En el caso de los neandertales hay diferentes lugares donde se
observa sin ninguna duda”.

Los neandertales fueron una especie humana europea, de hecho la única especie humana
totalmente europea. Su nombre viene del valle de Neander, en Alemania, donde se
descubrieron algunos de los primeros restos. Vivieron desde el Mediterráneo hasta
Siberia, y también llegaron a Oriente Próximo. Evolucionaron desde una especie anterior
de homínidos hace unos 250.000-300.000 años y desaparecieron hace unos 40.000 años
(algunos científicos creen que estuvieron presentes en Gibraltar hasta hace 28.000),
coincidiendo con la llegada a Europa desde África de los sapiens. Eso quiere decir que
habitaron en Europa durante 200.000 años –un periodo temporal inmenso, si tenemos en
cuenta por ejemplo que las cuevas de Altamira se pintaron hace 15.000 años– y que
fueron capaces de adaptarse a todo tipo de cambios climáticos, incluyendo durísimas
edades de hielo.

"Lo que sabemos es más bien todo lo contrario, porque sí que hay evidencias de que los
niños recibían un tratamiento mortuorio especial”

El principal misterio que les rodea sigue siendo por qué desaparecieron. La hipótesis que
comparten más investigadores es que se trató de un colapso provocado por la debilidad
de la población y por la lucha por los recursos con los nuevos humanos que llegaron de
África. No existen tampoco evidencias arqueológicas de que se produjesen
enfrentamientos violentos entre los sapiens y los neandertales. Eso no quiere decir que no
ocurriesen, solo que no se han encontrado huellas.

En los últimos años se han realizado una serie de descubrimientos que han transformado
nuestra imagen de esta especie humana, morfológicamente diferente –eran mucho más
corpulentos y el cráneo era distinto, sobre todo por la frente–, aunque podríamos
encontrarnos con uno en el metro sin que nos extrañase demasiado. Ahora sabemos que
tenían la capacidad de lenguaje (por el gen FoxP2), que manejaban el pensamiento
simbólico porque pintaban las paredes de las cuevas, que tecnológicamente estaban muy
avanzados, que cazaban en grupo, que se decoraban con plumas y pinturas el cuerpo, que
realizaban enterramientos… En otras palabras, que eran como nosotros, diferentes pero
tan humanos como nosotros.

De hecho, muchos científicos consideran que han sobrevivido en nosotros. Cuando un


equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), dirigido
por el biólogo sueco Svante Pääbo, ganador del premio Príncipe de Asturias, secuenció el
genoma neandertal en 2010, se produjo un hallazgo que cambió nuestra visión de lo que
significa ser humano al descubrir que se produjeron encuentros sexuales entre
neandertales y humanos. Todos los humanos actuales no nacidos en África tienen entre
un 2% y un 4% de genes neandertales.

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