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SITUACIÓN PROBLEMA:

La oratoria es un recurso fundamental y el principal vehículo de interacción social” es


decir que hablar es una necesidad esencial en la vida de las personas por las múltiples
funciones que cumple ésta, las condiciones en que se desarrolla el mundo moderno nos
indican que las habilidades de comunicación son más decisivas que en cualquier época.

Pero la oralidad no solo es aplicada en la vida cotidiana, o estudiantil, también hace


parte de la comunicación laboral donde: “El manejo efectivo de técnicas de
comunicación oral, constituye una valiosa herramienta para el desempeño laboral y
profesional en general. Su aplicación no solo se da ante un numeroso auditorio sino en
el seno más íntimo de una organización o grupo de trabajo y en el ámbito educativo”
(Chiapero, 2009. p. 12). Es inevitable que la gente tome decisiones sobre nosotros según
cómo nos expresemos y relacionemos. Imagínese a todo un profesional con un
currículum excelente pero, que en su entrevista de selección, no se expresa con claridad,
no es coherente, se deja llevar por una emocionalidad que juega en su contra. ¿Lo
escogería? Hablar en público con eficacia y seguridad no solo ayuda a crear mejores
profesionales, empresas más competitivas o líderes capaces de elaborar discursos
persuasivos, sino que también aumenta la autoestima y confianza personal, potencia las
relaciones y permite desarrollar la inteligencia emocional. En nuestra sociedad no es
difícil encontrar reuniones de trabajo interminables, clases donde los alumnos acaban
aburridos o presentaciones que no cumplen las expectativas; todo ello debido a una falta
de dominio de la palabra oral.

El déficit en comunicación ya viene desde el colegio. La mayoría de estudiantes


universitarios, por ejemplo, ya vienen con miedo a hablar en público. Sus
intervenciones servirían para escribir un espléndido manual de lo que no debe de
hacerse. En otros países los exámenes son orales. Cuidan esta habilidad porque saben de
su relevancia. Miren los grados universitarios y se asustarán por la falta de este tipo de
estudios. Por ejemplo, algo tan universitario como los grupos de debate brillan por su
ausencia. Las actividades que planifican los docentes a diario, deben apuntar a
desarrollar estas habilidades ya que este mundo cambiante y globalizado nos exige un
nivel de comunicación oral tan alto como de producción escrita, comprometiendo al
sujeto a expresarse de manera clara coherente y precisa, para desarrollar competencias
comunicativas que le permitan comprender y desenvolverse eficientemente en el mundo
que los rodea (Parra, 2012. p. 34).

Teniendo en cuenta lo anterior, es primordial tener claro que uno de los inconvenientes
que más dificultan la buena comunicación de los jóvenes en especial en el campo
educativo es la inapropiada manera de expresarse ante los demás de manera espontánea,
confiada y clara, cosa que les impide transmitir o dejar claro lo que en realidad quieren
expresar, esto a causa de la poca importancia que se le da a este proceso en la casa y en
algunas instituciones educativas desde edad temprana, el poco acercamiento que tienen
los niños y jóvenes a la lectura, a la escritura voluntaria, el gran problema de expresarse
es el miedo a la evaluación, a lo que los demás piensen de uno. Este miedo desemboca
en ansiedad y cuando quitas esta ansiedad tanto el estudiante como el profesional
empiezan a mejorar su destreza. El miedo a lo que pensarán de nosotros no solamente
afecta cuando hablamos en público sino también cuando nos relacionamos en nuestra
vida cotidiana. Lo anterior influye y afecta directamente el desarrollo de la expresión
oral, lo que ocasiona que en la mayoría de colegios y en general en los ámbitos sociales
encontremos jóvenes, estudiantes o trabajadores inseguros, aislados, con vergüenza para
expresarse.

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