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casa común
La vida es un efímero tránsito por el mundo que abarca todo el cúmulo de instantes que
reposan desde nuestro nacimiento hasta nuestro perecer. En dicho paso por el mundo, una
de las características que puede definir el sentido de ser del hombre es su condición de estar
siempre abierto a las múltiples posibilidades que en cada caso le ofrece la existencia en su
apertura. Es así como en nuestra vida, de múltiples formas se configura la posibilidad de
apropiarnos y transformar los distintos espacios que ocupamos en nuestra cotidianidad.
Vivir es habitar un mundo; habitar un mundo es participar es la configuración de los
distintos espacios y lugares que devienen en nuestra casa común, desde nuestro hogar,
hasta nuestro lugar de trabajo y nuestra Universidad. Es de vital importancia que los
estudiantes y jóvenes nos apropiemos de una verdad: en nuestras manos reposa tanto el
derecho como el deber de habitar nuestra casa común, la universidad, lo cual implica
cuidarla, construirla y transformarla. La esencia de la democracia universitaria reposa allí: es la
posibilidad más sustancial de encausar el rumbo de la universidad de acuerdo con los
intereses, deseos y necesidades más propias de la comunidad universitaria y de su
estamento más grande: los estudiantes.
1 Cfr. Participación Estudiantil en la vida universitaria (2014). Políticas del Consejo Directivo Universitario
múltiples procesos en los que se forja nuestra subjetividad y toda la potencialidad de las
fuerzas que configuran nuestra alma. Es necesario que el estudiantado en su conjunto
adquiera consciencia de ello; todo el cúmulo de instantes que componen nuestro tránsito
por la universidad hace parte del proceso de vivir y habitar nuestro mundo, que no es otra
cosa que apropiarnos de nosotros mismos, como seres en condición de apertura a las
múltiples posibilidades que nos brinda la existencia. Apropiarnos de nuestra universidad,
por medio de los distintos procesos de participación que ella nos ofrece, es apropiarnos de
nuestra vida misma. En múltiples espacios de nuestro país, la indiferencia y la apatía ante
distintas instancias de apropiación y configuración de nuestro territorio son dos de los
principales obstáculos que imposibilitan la materialización de una democracia real –sin
obviar o pasar por alto las distintas problemáticas estructurales de nuestro sistema político
de participación-. Por tanto, el fortalecimiento de una democracia universitaria está
condicionado, en un primer momento, por una institucionalidad que posibilite y garantice
que todos los estudiantes al interior de la casa común puedan ofrecer su aporte en la
construcción y transformación de la Universidad desde las distintas particularidades que
componen su diversidad de perspectivas; por otro lado, es necesario que los javerianos en
su conjunto desplieguen su quehacer cotidiano encausado a la apropiación de su territorio y
pinten su mundo universitario de todos los colores que componen la riqueza de la
subjetividad estudiantil.
Existen múltiples experiencias que permiten confirmar nuestra tesis de percibir en los
estudiantes una fuerza real de cambio y transformación no sólo en la vida universitaria, sino
en ámbitos que han trascendido al orden nacional. Como primer ejemplo, podemos
remitirnos a la experiencia de los años 2011 y 2012 de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil
(MANE), la cual fungió como referente organizativo amplio, unitario y del orden nacional,
2 Cfr. Ibíd.
de estudiantes pertenecientes tanto a universidades públicas como privadas de todas las
regiones y departamentos del país. Dicho espacio de participación estudiantil surgió a partir
de la coyuntura de la reforma del gobierno de Juan Manuel Santos a la Ley 30 de 1992, la
cual regula el servicio público de Educación Superior en el país. Dicha reforma
contemplaba, entre otras cuestiones, la introducción del ánimo de lucro en las Instituciones
de Educación Superior; ello generó una reacción por parte de un gran número de
estudiantes que percibían en dicha modificación legal un horizonte en el que la educación
dejaría de ser un derecho, para pasar a ser un negocio que tuviera como principal objetivo la
satisfacción de intereses privados y la generación de ingresos económicos a los particulares
que prestaran dicho servicio. Siendo esta una de las principales críticas a dicha reforma,
aunque no la única, se desplegaron múltiples escenarios de participación por medio de los
cuales se manifestó toda la potencia creativa y transformadora estudiantil, tanto a nivel
local, en cada una de las Instituciones de Educación Superior públicas y algunas privadas
del país (entre las cuales, la Javeriana estuvo presente), como a nivel nacional, con marchas
completamente pacíficas pintadas con todos los matices y colores propios del estudiantado
colombiano. Gracias a dichos espacios de movilización y participación, los estudiantes
lograron detener dicha reforma, que ya se adelantaba en el Congreso de la República, el 9
de noviembre del año 2011.
Por otro lado, podemos tomar un ejemplo más reciente y cercano a nuestra cotidianidad
javeriana. Durante algunas semanas, desde agosto del año 2012, los estudiantes miembros
de los Consejos de Facultad tanto de la Sede Central de nuestra Universidad, como de la
Seccional de Cali, llevaron a cabo un determinado número de reuniones que tenían como
objetivo explorar alternativas para alcanzar una participación más activa en su labor3, más
allá de su responsabilidad específica como parte de aquellos Consejos. A partir de dichas
sesiones, surgió la propuesta de creación de un Comité de Estudiantes de la Pontificia Universidad
Javeriana, que estaría conformado por los miembros de los Comités de estudiantes de la
Sede Central y de la Seccional, a su vez integrados por todos los estudiantes miembros de
cada uno de los Consejos de Facultad de toda la Universidad4. Gracias a la participación
activa de dichos miembros del estamento estudiantil javeriano, el Comité de estudiantes
tuvo una constitución formal a partir de la Resolución 613 de 2014, expedida por el entonces
rector de la Universidad, Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
Uno de los que considero como el mayor de los alcances de la creación de este organismo
de participación, fue el de elevar a rango normativo un órgano que fungiera como canal de
comunicación entre los estudiantes y las directivas de la Universidad. En determinadas
ocasiones surgía la inquietud común entre los estudiantes con respecto al grado o nivel de
incidencia que ellos pudieran tener, por medio de los estudiantes miembros de los Consejos
de Facultad y el estudiante miembro del Consejo directivo, con respecto a las decisiones
tomadas en dichos órganos colegiados de gobierno. Es de conocimiento común de la
comunidad universitaria que los estudiantes que hacen parte de dichos órganos estatutarios
de participación son elegidos por voto popular por parte de sus pares. Sin embargo,
teniendo en cuenta el espíritu que rige la política estatutaria de participación estudiantil –a
Las anteriores experiencias sirven como prueba tangible de las múltiples posibilidades que
tenemos los estudiantes javerianos para la transformación de nuestra casa común. Es
necesario ampliar los procesos de interiorización del estudiantado con respecto a la
importancia de la apropiación de los distintos espacios en los que vivimos y habitamos
nuestro mundo. Entre todos contamos podemos contar con las fuerzas necesarias para la
construcción de una Javeriana que devenga en ejemplo para todo un país.
Fabio Barrera
Abogado javeriano
Estudiante de Filosofía
Miembro del Consejo de Facultad de Filosofía 2016-2018 y miembro del Consejo
Directivo Universitario 2016-2018
Presidente del Comité de Estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana