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Ministerio quiere decir un trabajo que es hecho como servicio para Dios y para lo
demás.
La preparación espiritual para el ministerio incluye la lectura de la Biblia, la oración,
depender de Dios, y obedecerle. Jesús estaba preparado para el Ministerio – Él
conocía las Escrituras, Él oraba, dependía de Dios el Padre, y obedecía al Padre.
Juan el Bautista era un profeta que vivía en el desierto, y preparó el camino para
Jesús.
Juan el Bautista vestía ropas hechas de pelaje de camello y un cinturón de cuero.
Él comía grillos y miel silvestre.
Juan predicaba sobre la confesión del pecado y bautizaba a las personas como
símbolo de arrepentimiento.
Juan se quedó sorprendido cuando Jesús le pidió que lo bautizara ya que Jesús es
el hijo de Dios y nunca había pecado.
Juan accedió al pedido de Jesús y lo bautizó.
Dios le reveló a Juan el Bautista que Jesús era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios.
Luego de que Juan bautizara a Jesús, los cielos se abrieron, el Espíritu descendió
sobre Jesús como una paloma, y Dios declaró que Jesús es Su Hijo amado.
La Trinidad significa un Dios en tres Personas. Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el
Espíritu Santo. Las tres Personas estaban presentes en el momento del bautismo
de Jesús.
Luego de ser bautizado, Jesús se fue al desierto guiado por el Espíritu Santo.
Satanás tentó a Jesús tres veces en el desierto.
La Tentación está definida como un intento para convencer a alguien de hacer algo
malo.
Cuando Jesús enfrentó la tentación, Él respondió citando las Escrituras. Luego de
que Jesús hubiese resistido tres veces, Satanás lo dejó.
Existe una batalla espiritual constante que afecta a todos los creyentes. Las armas
que los creyentes deberían usar al luchar son la verdad, la justicia, el evangelio de
la paz, la fe, y la salvación. Cada una de ellas están representadas en una armadura:
el cinturón (la verdad), la coraza (la justicia), el calzado (el evangelio de la paz), el
escudo (la fe), y el yelmo (la salvación).
La espada del Espíritu es la Palabra de Dios.
Dios les da a los creyentes dos armas ofensivas, la Biblia y la oración para ganar la
batalla contra la tentación y contra el diablo.
A través de memorizar, creer, y usar las Escrituras, los cristianos pueden salir
victoriosos sobre la tentación.
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