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SEMINARIO MAYOR LOS SAGRADOS CORAZONES

KEVIN DAVID BACCA ROSERO


P. SEBASTÍAN RIVERA
MORAL SOCIAL
II TEOLOGÍA.

LA MORAL SOCIAL EN EL SER HUMANO

En este escrito veamos como el objeto de la moral social es el análisis de la vida


del ser humano en la sociedad a la que pertenece y su responsabilidad en la misma.
Y su perspectiva propia que viene determinada tanto por la ética racional como por
la luz de la revelación cristiana, tal como ha sido acogida y vivida en la comunidad
eclesial, ya que la moral social, no es una disciplina que recoge una serie de
preceptos o criterios que hay que cumplir con el objeto de no incumplir a la norma,
sino que es un camino que nos conduce a nuestra identificación con Cristo, a
nuestra perfección. La vida moral es una respuesta al deseo que Dios tiene de plena
felicidad y perfección para toda persona: la moral, por tanto, no es una serie de
preceptos o normas sobre la bondad o maldad de una acción, sino una invitación a
la perfección, un camino que contiene “las reglas de conducta que llevan a la
bienaventuranza prometida” (CEC.1950), partiendo, por tanto, de que el ser humano
es estructuralmente un “ser moral”, es decir, aunque en ocasiones pueda
comportarse inmoralmente no cabe duda que en lo profundo de su ser está marcado
un quehacer, una tarea, siempre en aras a su construcción.

Con todo ello, hay que destacar que todo viene de Dios, ya que, cuando Dios crea
el mundo, lo crea con una extraordinaria belleza amor y perfección. Al final realizó
su obra maestra: “Dijo Dios hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…
Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno” Gn 1,26, nos damos cuenta
de que el hombre fue creado para ser un reflejo del mismo Dios. Sin embargo, Dios
lo crea libre, para que elija cumplir con su misión de reflejar el rostro divino y no solo
eso, sino que el hombre fue creado para tener compañerismo, esto refleja la
Trinidad de Dios y Su amor, por ende, el ser humano debe ser abierto a la
comunicación, capaz de escucha y respuesta, de diálogo y comunión. El ser
humano es una criatura abierta al encuentro, y habría que decir más; inmersa en el
dinamismo del encuentro. Ante él, desde su libertad, puede responder en un sentido
u otro, dependiendo su realización de la naturaleza de su respuesta. De esta
manera nos aproximamos al ser humano como ser libre, teologal, abierto al
encuentro con el Tú divino, con Dios, y abierto al encuentro con los demás seres
humanos. Por ello, podemos decir que el ser humano llamado a ser persona es un
ser para el encuentro, la comunicación, la donación y la amistad.
Como resulta claro, el ser humano se ha convertido en el centro de la cuestión
social, por lo que el Magisterio de la Iglesia y la reflexión teológica recuerdan al
hombre, mirando la vida humana como sagrada porque toda persona ha sido creada
a imagen y semejanza de Dios. La Doctrina Social de la Iglesia contiene una
enseñanza católica rica y multifacética sobre la dignidad humana, diciendo que el
hombre vale por lo que el mismo es, por su ser. Ya hemos visto que lo que
caracteriza al hombre es su ser persona, pero persona de naturaleza racional y libre,
por tanto, con voluntad, vale la pena decir entonces, que la dignidad humana es
aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo
caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su
muerte.

En este mundo plural, globalizado y posmoderno, es imposible ignorar la


importancia que tienen todavía los tres grandes ideales de la modernidad: la
libertad, la igualdad y la fraternidad, teniendo en cuenta que estos nacieron en la fe
cristiana y fueron presentados como el ideal de la sociedad. Estas palabras se han
escuchado durante toda la historia de la humanidad, en todos los confines del
mundo. Libertad significa facultad natural que tiene el hombre de obrar de una
manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Igualdad,
representa el principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los
mismos derechos. Finalmente, el significado de Fraternidad, es amistad o afecto
entre hermanos o entre quienes se tratan como tales. Estas tres palabras obtuvieron
una especial fuerza durante un episodio clave de nuestra historia como civilización
humana, la Revolución Francesa. Durante todo el desarrollo de la civilización
humana, la opresión, la desigualdad, la discriminación, han sido las compañeras de
un gran número de personas a lo largo y ancho del planeta, pero también las ideas
de una sociedad justa que han acompañado a la raza humana, por lo tanto, estas
tres palabras evangélicas son el susto de los opresores de la tierra, el lema y
esperanza de la humanidad. Las pronuncian los pueblos con entusiasmo, las repiten
con alegría los libres vencedores, y alegran en secreto el corazón de los oprimidos.

El definitiva, la defensa y la promoción de los valores y la dignidad de la persona


humana, constituyen un anuncio del evangelio del Reino de Dios y un programa
inevitable de la moral social cristiana, con una búsqueda constante de la paz que
es algo común de todos los seres humanos, donde anhelamos sentir, pero que en
un mundo tan acelerado como en el que vivimos, la búsqueda de la paz puede
resultar bastante difícil. Lograr sentirse en paz requiere de un proceso interno en el
que las personas deben cimentar un camino de vida en el que no exista la
posibilidad de generar conflictos o problemas que la afecten, sino que haya siempre
justicia y respeto para todos, para poder obtener la paz. El papa San Juan Pablo II
nos dice al respecto “La conquista de la paz a todos los niveles está unida a la
conversión del corazón y a un auténtico cambio de vida.”; el mismo papa nombraba
cuatro requisitos para que reine la paz, tomados de la encíclica de san Juan XXIII:
“la verdad, justicia, amor y la libertad”, vistas como unas normas éticas para una
buena y sana convivencia, asea que cada uno, sin ninguna excepción, debe
considerar al prójimo como otro yo, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los
medios necesarios para vivirla dignamente.

Este escrito me ha dejado claro muchos conceptos los cuales son importantes para
mi vida y formación ya que me hace ver al otro y al Eternamente Otro, como esas
columnas para formarme como persona y más en este camino que toda una vida
será defender los derechos de una comunidad y ayudar en su crecimiento espiritual,
donde debo colocarme a servir y hacer ver en Dios nuestra salvación, pero para ello
me gustaría dejarme iluminar con las palabras del Santo Padre Juan Pablo II en la
Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte en el número 49: “Ateniéndonos a las
indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia
especial suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos”, entonces,
es urgente darle continuidad a la obra que realizó Jesús anunciando el Reino y
haciéndolo presente con su misma persona. En su persona trae el Reino en forma
de Buena Noticia a los pobres. No duda en ir a comer con los pobres, con los que
no contaban en aquella sociedad. Por puro amor se pone al lado de los más
pequeños. Hay que saber escuchar el clamor y el llanto de los más débiles,
particularmente por los que viven la violencia, la explotación, la persecución, ya que
son nuestros hermanos, hijos de un mismo Padre, hay que hacer un llamamiento a
los responsables, especialmente a los gobernantes, para que se comprometan a
vivir y proponer una genuina cultura de la defensa y promoción de la vida y el bien
común, en la verdad, la justicia y la paz y nuestra misión como Iglesia debe seguir
siendo el camino del encuentro, de la escucha, del diálogo, del perdón y de la
reconciliación.

En conclusión, todo este escrito dejó ver la llamada de Dios amor, a realizar el
servicio humano del amor en las diversas realidades en las que se desarrolla la vida
de la persona humana, mostrándonos escenarios y problemas sociales en que se
vive, por ello todos los temas tratados en el libro MORAL SOCIAL, la vida en
comunidad, son como un manual de Teologia moral social, desde la tarea que cada
uno de nosotros debemos cumplir en la nueva evangelización, por lo que debe ser
acogido y vivido en el seno de la comunidad.

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