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MEDICAMENTOS GENÉRICOS VS.

MARCA.
El poder de elegir.

Recientemente acudí al médico para realizar una consulta. Como de


costumbre, éste me receto un medicamento. Ya en la farmacia, al leer la
receta, noté que se trataba del nombre comercial del medicamento y, por
supuesto, de un laboratorio específico.

Esto me recordó que nuestro país tiene una ley conocida como “Ley de
Genéricos”, que tuvo su momento de popularidad al principio.

¿Qué son los medicamentos genéricos?


Un medicamento genérico es todo aquel que presenta la misma composición cualitativa y
cuantitativa en principios activos y la misma forma farmacéutica que un medicamento de
marca, y autorizada por la autoridad competente.

La diferencia entre uno y otro, es que el medicamento genérico toma el nombre de la


sustancia medicinal que lo compone. Además, se supone, ya no es así, que es de menor
valor que el medicamento de marca.

La ley 25.649 de Prescripción por nombre genérico del medicamento o


denominación común internacional, fue dictada en el año 2002, con el
objetivo de otorgar a los consumidores de medicamentos el derecho a elegirlos
libremente.

Fue pensada como un instrumento para impulsar la competencia entre los


laboratorios y como una herramienta para controlar el precio de los
medicamentos en tiempos en que el país atravesaba una grave crisis
económica.
La primera obligación que surge de la ley se dirige a los médicos. Estos al confeccionar la
receta deben indicar en primer lugar el nombre genérico o Denominación Común
Internacional del principio activo o combinación de ellos, seguido de la forma
farmacéutica, cantidad de unidades por envase y concentración. Luego están facultados a
sugerir una marca o nombre comercial del medicamento.

La segunda obligación va dirigida al farmacéutico, quien debe asesorar y facilitar al


adquirente la información que le requiera sobre todas las especialidades medicinales que
contengan el mismo principio activo o combinación de ellos y sus distintos precios.

El farmacéutico, debidamente autorizado por la autoridad competente, es el único


responsable y capacitado para la debida dispensa de especialidades farmacéuticas.

Lo más importante de esta ley es el poder que otorga a los consumidores, el


poder de elegir.

Han pasado unos cuantos años de vigencia de esta ley. Luego de consultar con
varios profesionales farmacéuticos, es notable que, a pesar de los años, lo que
no se arraigó, es el poder que tiene toda persona de elegir el medicamento
libremente.

En primer lugar, no es común que el consumidor exija al médico que indique


en la receta el medicamento genérico y, en segundo lugar, que solicite
alternativas de marcas y precios en la farmacia.

Depende de nosotros empezar a ejercer nuestros derechos. Derecho a exigir


que la receta sea confeccionada conforme a la ley y, al momento de comprar
el medicamento, el derecho a elegir la opción que consideremos más
conveniente.

Para personas con enfermedades crónicas, que mes a mes deben comprar
medicamentos, la posibilidad de elegir uno de menor precio, puede implicar
una disminución de gastos importantísima.

Por último, y para mi sorpresa, porque estaba convencida de que los


medicamentos genéricos eran de menor precio que los de marca, resultó no ser
así.

Actualmente, muchos de los medicamentos genéricos resultan de mayor valor


que los de las primeras marcas, y en la creencia de que son más baratos, los
consumidores no consultan otras alternativas.

Acá es donde tenemos que sumar derecho a estar informados. El derecho a la


información es fundamental en temas de salud.

Hagamos valer nuestros derechos.

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