Vous êtes sur la page 1sur 3

Aristóteles:

La Música como Mímesis


Numa Tortolero
Universidad Experimental para las Artes
Curso: Fundamentos Filosócos y Estéticos del Arte

En los parágrafos 27 y 29 de sus Problemas Musicales, Aristóteles retoma


temas que ya había discutido en su Política, en especial las relaciones entre
melodía, ritmos, armonías y cualidades morales. En La Política, Aristóteles
comenta:

En las melodías hay una posibilidad natural de imitación de las


costumbres, debida al hecho evidente de que la naturalez de las
armonías es variada, de manera que al escucharlas en su diversi-
dad, adoptamos una posición diferente frente a cada una de ellas
(Política, 1340b).

¾Pero cómo es posible que los sonidos puedan imitar hábitos? Para Aristóte-
les, esto es posible gracias a que, según él, el oído, a diferencia de los otros
1
sentidos, puede percibir cualidades sensoriales provistas de ethos : [...] sin
palabras tiene ethos una melodía, pero ethos no se puede hablar en realación
con los colores, los olores y los sabores (Problemas Musicales, 27).
¾Y porque el sonido tendrá este privilegio de poder dar ethos a una
melodía? El sonido se distingue de otras cualidades sensibles por su capacidad
de dar cuenta del movimiento cuando se disponen en sucesión varios sonidos
que percibimos de manera inmediata. Es el movimiento lo que conecta de
forma indirecta los sonidos al ethos, es el elemento común entre los mundos
completamente distintos de los sonidos y el de nuestras emociones y el ethos :

1 Lapalabra griega ethos es la raíz del término losóco ética. Es posible traducir ethos
por carácter social adquirido a través de los hábitos.

1
¾Por qué los ritmos y las melodías, que no son otra cosa que
sonido, guardan relación de semejanza con las cualidades morales,
mientras que los sabores no, ni tampoco los colores y los olores?
¾no será porque son movimiento como lo son también las ac-
ciones? La actividad tiene ya por sí misma carácter ético y pro-
duce ethos, mientras que los colores y los sabores no hacen otra
cosa

Es entonces también en el movimiento donde reside el origen del placer


que produce la música. Por el movimiento, la música puede suscitar una idea
de orden y armonía. El placer musical surge con la experiencia del movimien-
to ordenado, porque el movimiento es consustancial con la naturaleza y la
música puede reproducir el orden natural en formas variadas a través de los
ritmos y las melodías:

¾Por qué todos gozan del ritmo, del canto y, en general, de


la música? ¾No es acaso porque gozamos por naturaleza de los
movimientos que lo son conforme a la propia naturaleza? Lo
demuestra el hecho de que gozan de éstos hasta los niños ape-
nas nacidos. Por costumbre, nosotros gozamos de la variedad de
movimientos que los cantos comportan. El ritmo también nos
place, puesto que tiene un número, conocido por nosotros, que
implica un orden y hace que nos movamos regularmente; de he-
cho, el movimiento ordenado ha mantenido siempre una anidad
mayor con la naturaleza que el movimiento no ordenado, motivo
por el que es más conforme a la naturaleza. La prueba es que
si trabajamos, bebemos y comemos observando una regla, nues-
tras fuerzas naturales se conservan, se integran y se potencian,
mientras que en el desorden corrompemos éstas y las llevamos
más allá de los límites propios a las mismas: las enfermedades
son movimientos contra la naturaleza del orden que les es propio
a nuestros cuerpos. En denitiva, gozamos de la música porque
es una mezcla de contrarios, los cuales entre sí mantienen una
relación determinada. Ahora bien, toda relación conlleva un or-
den y es en el orden en lo que consiste el placer natural. Asímismo,
todo cuanto se mezcla agrada más que cuanto no se mezcla, es-
pecialmente si, al tratarse de sensaciones, la relación que se da
en el acorde consonante conserva y armoniza la potencia propia
a cada un de los dos extremos (Problemas Musicales, 38).

2
Bibliografía
Fubini, Enrico: La Est;etica Musical desde la Antigüedad hasta el siglo
XX, Madrid, Alianza Música, 2005.

Aristóteles: La Política, Barcelona, Orbis, 1985.

Vous aimerez peut-être aussi