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Al darme cuenta de mi dependencia de un ser que no me supera, surge en mí el afán de

independizarme de alguna manera. Se abre entonces el camino de la trascendencia

Aunque reconozcamos nuestros límites y trabajemos dentro de ellos, andamos en pos de


adquisiciones. Somos posibilidades porque antes somos entes anhelantes de perfección

la existencia del hombre es la búsqueda de la verdad

aprende también a mejor vivir

la filosofía influye sobre la vida del hombre

Una respuesta puramente cognoscitiva es insuficiente para resolver el problema total de nuestra
vida

Para conducirme y moverme hacia mi destino, tengo la obligación de conocerme a mí mismo. Sólo
así podré saber qué puesto me corresponde ocupar entre mis prójimos

para orientar los destinos personales, se requiere una fuerza rectora.

Necesitamos de la filosofía para llenar nuestro interno vacío. Más allá de la utilidad de ciertas
cosas para la vida práctica, sentimos una exigencia de saber radical y último. Encontrar el sentido a
su vida

la finalidad última del saber filosófico es, ‘objetivamente’ considerada, la Verdad real, el mismo
Ser

ningún paciente es un instrumento o cliente, sino una persona absoluta

La filosofía es inútil en cuanto su actividad es esencialmente especulativa y no pragmática

Esforzamos por realizar en plenitud nuestra vocación y conducirnos de acuerdo con el saber
obtenido, es meta del filósofo auténtico. No basta tener una filosofía, menester es vivirla. La
filosofía no es tan sólo un saber, sino también -y acaso más- un entusiasmo.

espíritu encarnado. Este mínimo nada prejuzga sobre lo que seré yo o sobre lo que serás tú.

vivir la verda
es preciso examinar el surgir y el caminar de la libertad en todos sus pasos

Entrega que me compromete a mantener mi promesa y mi palabra. Fidelidad personal y creadora


que se guarda en medio de una comunión ontológica

el anhelo de conquistar la verdad y es también aceptar la responsabilidad hasta de un


pensamiento y de una palabra ociosa

La filosofía forma de ser hombre, una actividad vital, un ejercicio de perfección y de dignificación
humana. Esforzamos por realizar en plenitud nuestra vocación y conducirnos de acuerdo con el
saber obtenido, es meta del filósofo auténtico. No basta tener una filosofía, menester es vivirla. La
filosofía no es tan sólo un saber, sino también -y acaso más- un entusiasmo. Aunque
reconozcamos nuestros límites y trabajemos dentro de ellos, andamos en pos de adquisiciones.
Somos posibilidades porque antes somos entes anhelantes de perfección. el anhelo de conquistar
la verdad y es también aceptar la responsabilidad hasta de un pensamiento y de una palabra
ociosa.

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