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ENRIQUE HÜLSZ PICCONE 02-049-573 - 12 Copias- HFA (Mársico - Di

Camillo)

Cuidado de la edición:
Mauricio López Valdés y Enrique Hülsz Piccone
LÓGOS: Primera edición: 16 de mayo de 2011
HERÁCLITO Y LOS ORÍGENES
DE LA FILOSOFÍA DR © Universidad Nacional
Autónoma de México
Avenida Universidad 3000, colonia
Universidad Nacional Autónoma
de México, C. U., delegación Coyoacán,
C. P. 04510, Distrito Federal.

ISBN 978-607-02-2329-7

Proyecto papiit in 402606-2

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CEFyL
por cualquier medio sin autorización escrita
del titular de los derechos patrimoniales.

Facultad de Filosofía y Letras


Impreso y hecho en México
Dirección General de Asuntos del Personal Académico
Universidad Nacional Autónoma de México

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de él).14 La posibilidad de que tal perspectiva sea acertada no puede El segundo polo es la perspectiva del hombre frente al lógos, en la que,
hacerse a un lado sin mediar un estudio y una discusión cuidadosos como intentaremos mostrar, se abren a su vez dos posibilidades de
y a fondo (mismos que, en medida suficiente, siguen faltando en la existencia: la de “los más”, los durmientes, y la de los despiertos, “los
crítica especializada contemporánea). Sin desentenderme del pro- mejores”, quienes no son simplemente los nobles por nacimiento, si-
blema, no pretenderé resolverlo aquí ni tomar partido, y ni siquiera no por mérito: los oyentes del lógos.
plantearlo de manera suficiente. Mi área de interés no es la historia de Después de haber recorrido los principales fragmentos del lógos,
la religión, y la prioridad, en relación con el reporte en Diógenes, no ya resulta evidente que el pensamiento de Heráclito es filosofía ge-
es la división —seguramente exógena— del escrito en partes, sino su nuina y que éste es un juicio que presupone una respuesta al pro-
unidad. Y mi hipótesis de trabajo consiste en proponer que el lógos blema previo de definir lo que es filosofía. Con independencia de
ofrece la clave. Sabemos que lógos es la arché del escrito, y exploramos otros argumentos posibles, en otras direcciones, no cabe duda de que
la posibilidad de que también sea su télos y su érgon. Así, en contraste Heráclito fue un filósofo, si filosofía es no sólo amar y buscar el sa-
con la tendencia predominante, el macromodelo interpretativo que ber, de manera libre y consciente, sino reflexionar sobre la reflexión
aquí se adopta discurre entre dos polos y sólo dos, kósmos y phrónesis, misma. Si por filosofía entendemos (como es menester hacerlo) el
de suerte que la discusión del tema de lo divino tenderá a incluirlo o lenguaje-pensamiento que se esfuerza por construir un conocimien-
subordinarlo dentro de uno de los extremos (o, más exactamente, en to objetivo y sistemático de lo real, un saber racional en que la verdad
ambos). del ser se hace literalmente explícita,15 entonces Heráclito no sólo es
El primero de esos extremos lo constituye el lógos en su sentido un filósofo, entre otros, sino el pionero preplatónico más decisivo en
“ontológico” más general, visto como categoría filosófica generatriz, cuanto a la tarea filosófica de la autodefinición. La autoconsciencia
como literal principio, descriptivo respecto de lo real y prescriptivo filosófica es la manifestación primaria de la unidad del ser y el saber
respecto de la acción humana. Lógos es a la vez estructura de lo real en el ejercicio o la práctica del lógos.
y forma concreta de exposición y análisis de cada realidad expresada. Es en los fragmentos de Heráclito donde16 encontramos decla-
Pero lo que debe subrayarse primero es el carácter explícito del prin- rada, por vez primera en la historia, la autoconsciencia. Me refiero,
cipio, así como su versatilidad funcional dentro de la teoría general. desde luego, no sólo a la consciencia que un hombre puede tener de
sí, sino también y sobre todo a la consciencia que la consciencia pue-
relación divina”, hace referencia explícita a B 30, donde se dice que el cosmos no ha de tener de sí misma (es decir, la consciencia de la consciencia, el sa-
sido creado “por ninguno de los dioses”. Más adelante (p. 243), Nicol llega a afirmar, ber del saber, el conocimiento del conocimiento). Este extraño saber
respecto de la concepción de Heráclito, que “no hay lugar para Dios en ese mundo”.

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14
Creo que ésta sería una hipótesis viable, digna de ser explorada por sí misma. Cf. B 1: IU…]ZQ [sc. }NDVWRQ] µNZM ~FHL: “mostrando cada cosa tal como es”.
15

16
Un artículo reciente (Mantas Adomenas, “Heraclitus on Religion”, en Phronesis, vol. Dónde exactamente declara Heráclito tal autoconsciencia puede ser un punto
xliv, núm. 2, pp. 87–113) enfoca lúcidamente la crítica heraclitea de las prácticas debatible, que varía en función de las diversas interpretaciones y explicaciones que
religiosas (ritos y cultos), comentando de cerca los fragmentos pertinentes, y con- se asuman. B 101 (“Me he interrogado a mí mismo”) es un candidato recurrente. En
cluye que los textos mismos no avalan, de modo necesario, la atribución a Heráclito este caso, desde luego, la reflexividad es indiscutible, pero el modo de interpretar la
de una actitud desaprobatoria de aquéllas. Hay menos atención al otro aspecto de la mismidad es diverso. Por otra parte, como queremos sugerir, una autoconsciencia
cuestión, ciertamente más espinoso: el problema del estatuto filosófico de los dioses trans- y meta-personal forma parte de la imagen inmediata del lógos en B 1, B 2 y B 50
y lo divino en el pensamiento de Heráclito. (y parece el tema central de B 45 y B 115).

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de segundo grado es uno de los caracteres de la forma de pensar que en la tradición poética, alcanza un punto culminante (y en verdad
llegó después a llamarse filosofía, es decir, la teoría racional acerca de único) en la prosa de Heráclito, cuando el lógos habla de sí mismo. La
todas las cosas que son, incluyendo la teoría acerca de la propia razón épica comenzaba el poema con la invocación de una musa, o varias,
que se sabe consciente ante el ser (es decir, la razón que está en el ser, dándole al fundamento del discurso la dignidad de una fuente divina.
con consciencia de ello). La autoconsciencia es desde Heráclito (y En parte, Heráclito prolonga esta línea tradicional, pero en parte tam-
sin duda, en medida muy importante, gracias a él), un factor decisivo bién la transforma: en su proemio, la suprema autoridad está puesta
en la formación del carácter de la filosofía. No se trata meramente del en el lógos, y la explicación o razón que éste representa, aunque aná-
fenómeno de una autoconsciencia personal, digamos “psicológica” o loga a lo divino, no se formula en términos genealógicos (al menos no
“moral”, expresiva del particular modo de ser de un individuo y del estrictamente). Es cierto que la preocupación helénica por los oríge-
entramado de su circunstancia personal —algo que ya se había mos- nes, tan visible en Hesíodo y tan decisiva en la cosmología de los mi-
trado con abundancia a través de la lírica arcaica, desde Arquíloco lesios, adquiere en Heráclito características singulares que lo sitúan
hasta Solón—,17 sino de algo más, una nueva forma del saber humano aparte de sus predecesores. En efecto, Heráclito no orienta su pen-
de sí, que ahora es a la vez un saber personal sin ser tan sólo subjetivo; samiento al origen de todo, conformando su propio sistema según
colectivo o comunitario, pero no convencional. La autoconsciencia el modelo milesio. Ni siquiera del fuego puede decirse (apegándose al
es uno de los constitutivos primarios del êthos de la filosofía misma. texto de los fragmentos indiscutiblemente auténticos) que haya sido
Es posible que una autoconsciencia semejante estuviera presente, concebido por Heráclito como principio u origen de todas las cosas,18
aunque implícita, en los orígenes milesios. En este caso, ello implica- dentro del marco de un grandioso escenario cosmológico. De hecho,
ría sólo una diferencia de grado con el efesio. Si no nos equivocamos, al menos según una lectura posible y verosímil, la teoría que Herá-
lo implícito se ha vuelto explícito en Heráclito. clito expone en B 30 es incompatible con la idea de una cosmogonía,
El modo en que esta autoconsciencia vocacional de la filosofía se o una “cosmo-génesis”. La idea del lógos como principio cósmico es
concreta en el libro de Heráclito es patente de inmediato, al recorrer genuinamente heraclitea. Las versiones estoicas del lógos sólo han
el proemio del libro, y constituye el meollo de lo que puede legítima- exagerado y dogmatizado algo que estaba de hecho presente, pero de
mente llamarse la teoría del lógos. La autoconsciencia del lógos es la manera más sutil, en los textos.
cristalización de la unidad del pensar-hablar con el ser. El lugar que Heráclito dedica al lógos, justo al principio del escrito,
Desde sus palabras iniciales, Heráclito pone al descubierto esa au- es indicio de la dignidad suprema:
toconsciencia que es la filosofía con la imagen del lógos. No es casual
que lógos sea el primer nombre mentado, y ello justo por razones filo- [B 1] Del lógos, aunque es éste siempre

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sóficas. Pero además de obedecer a una lógica filosófica, en esto hay los hombres se tornan incapaces de comprensión,
una lógica literaria: el arte del comienzo, tan cultivado y apreciado tanto antes como después de haberlo escuchado por primera vez.

17
Recuérdese, a título de ejemplos prominentes, los autorretratos de Arquíloco Cf., sin embargo, la optimista inclusión de un texto en Estobeo (I, 10, 7: por
18

—apoyado en su lanza, comiendo su pan y bebiendo su vino (fr. 2, Diehl)— y So- Mouraviev en su edición como fr. 107 F, donde se declara al fuego fuente origina-
lón —quien se compara a sí mismo con un lobo rodeado por una jauría de perros ria y término de todas las cosas: {N SXU·M JˆU Wˆ S…QWD NDj HfM SÂU S…QWD
(fr. 24). WHOHXW–.

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Pues aunque todas las cosas suceden según este lógos, Al considerar el proemio (ampliado aquí con B 114) como un to-
parecen inexpertos aunque tengan experiencia de do, hay que enfatizar primero que la reflexividad es introducida de
palabras y hechos tales como los que yo expongo, inmediato por medio de la referencia a un lógos siempre real, siempre
analizando [yo] cada cosa según la naturaleza el mismo. La continuidad de todo el pasaje, cuidadosamente cons-
y mostrándola tal como es. truida, tiene carácter narrativo. Un rasgo sobresaliente es el ritmo de
A los demás hombres, en cambio, la prosa, que gusta de ensamblar opuestos, creando unidades expresi-
les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, vas que van integrándose de modo gradual en el dinamismo de una
así como cuanto descuidan dormidos. unidad mayor. El pasaje comienza y termina en el lógos: de la imagen
inicial, en que el lógos declara su propia identidad, situándose en una
[B 114] Quienes hablan con entendimiento posición principal y privilegiada, aquello “según lo cual” [katá] “suce-
deben fortalecerse con lo que es común a todos, de” o “acontece” [gínesthai] “todo” [pánta], se pasa a una caracteriza-
como la ciudad en la ley, ción de la vida de los hombres. La condición humana es descrita co-
y mucho más fuertemente aún. mo negligencia empecinada ante ese lógos de rango principal: los
Pues se nutren todas las leyes humanas hombres son inconscientes, ignorantes, y el sueño (o, más exacta-
de una sola, la [ley] divina, mente, el estar dormidos) es la metáfora heraclitea de esa vida de “los
que gobierna cuanto quiere, demás”. El contraste entre lo humano y lo divino, prefigurado en tér-
y a todas basta, y [hasta] las desborda. minos epistémicos en B 1, es el contenido básico de B 114, cristali-
zado en la oposición uno/muchos y en la ley “divina” como metáfora
[B 2] Por eso hay que seguir lo común. del lógos. La normatividad de lógos (como hén theîos nómos) culmina
Pero aun siendo el lógos común, en la formulación de un imperativo: “hay que seguir (o conformarse
los más viven como si tuvieran su pensamiento privado.19 a) lo xunón”, seguido de una reiteración de la degradación cognitiva
de la existencia de “los más” (hoi polloí, B 2).
La estructura del proemio revela una oscilación constante, un con-
19
[B 1] WRÂ G O´JRX WRÂG
{´QWRM DfHj „[¼QHWRL JgQRQWDL ‡QTUZSRL NDj traste perfectamente medido, entre algo uno, común, permanente,
SU´VTHQ Ÿ „NRÂVDL NDj „NR¼VDQWHM W· SUÐWRQ JLQRP|QZQ JˆU S…QWZQ una ley universal que rige todas las cosas (incluyendo la pólis y sus
NDWˆ W·Q O´JRQ W´QGH „SHgURLVLQ {RgNDVL SHLUÊPHQRL NDj {S|ZQ NDj nómoi), y la multiplicidad dispersa, el seudomundo de la desconexión
~UJZQ WRLRXW|ZQ ²NRgZQ {JÍ GLKJHÂPDL NDWˆ I¼VLQ GLDLU|ZQ }NDVWRQ en que viven los hombres. En términos éticos y epistémicos, el con-

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NDj IU…]ZQ µNZM ~FHL WR¿M G ‡OORXM „QTUÊSRXM ODQT…QHL ²N´VD traste se hace más nítido en la oposición entre los dormidos y los des-
{JHUT|QWHM SRLRÂVLQ µNZVSHU ²N´VD H½GRQWHM {SLODQT…QRQWDL
piertos, es decir, entre quienes entienden y quienes no (pero creen
[B 114] [¿Q Q´- O|JRQWDM fVFXUg]HVTDL FU  WÛ [XQÛ S…QWZQ µNZVSHU
que sí comprenden, cf. B 17). Más que dar una descripción estadís-
Q´P- S´OLM NDj SRO¿ fVFXURW|UZM WU|IRQWDL JˆU S…QWHM Re „QTUÊSHLRL
Q´PRL ºS· zQ·M WR THgRX NUDWHm JˆU WRVRÂWRQ ²N´VRQ {T|OHL NDj {[DUNHm
tica de carácter meramente sociológico, Heráclito traza aquí los perfi-
S‹VL NDj SHULJgQHWDL les de dos actitudes opuestas y posibles para los hombres, dos dispo-
[B 2] GL· GHm }SHVTDL WÛ [XQÛ! WRÂ O´JRX G
{´QWRM [XQRÂ ]ÊRXVLQ Re siciones frente a lo real y frente a sí mismos. La actitud positiva es la
SROORj ÈM fGgDQ ~FRQWHM IU´QKVLQ que asume el narrador que habla del lógos cuando, sin mencionarse a

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sí mismo, presenta a éste como eón aieí, “siempre existente”, hacién- La tesis originaria de Heráclito no es, pues, tan difícil de ver: lo
dose explícita la autorreferencia de Heráclito sólo en la segunda ora- esencial es la afirmación de que hay un lógos inmanente, pero ignoto,
ción, siempre por medio de la oposición (aquí con axúnetoi). Esta que gobierna “todas las cosas”, y que, a pesar de ser manifiesto, los
actitud de alerta frente al lógos es la que puede llamarse la autocons- hombres no lo entienden ni lo obedecen (es decir, no lo reconocen
ciencia propiamente filosófica, y la que es descrita como una “expo- como principio operativo en sus propias vidas).20 Que hay un lógos
sición” o diégesis “tanto de palabras como de hechos” (kaì epéon kaì que todo lo rige conduce, pues, dado el contexto inicial, a concebir el
érgon), un “análisis” o diaíresis de cada cosa según la phúsis, orientado ámbito en que los hombres viven como un orden, cuyo principio o
a una “manifestación (verbal)”, o phrázesthai, de lo que cada una es en fundamento es el lógos. Sin embargo, en cuanto que los hombres no
realidad. comprenden ni obedecen tal principio, el orden humano parece muy
Esta sumaria caracterización de la autoconsciencia es a la vez la más próximo al desorden. Lo penetran, no simplemente las dualidades,
antigua descripción de la tarea que la filosofía se asigna a sí misma. sino las escisiones: “Para el dios, todas las cosas [son] bellas, [bue-
También puede pensarse que el pasaje contiene una anticipación, nas] y justas; pero los hombres las han supuesto a unas injustas, a
una especie de proyecto en síntesis, de la obra en su totalidad. Uno otras justas”.21 La axúnesis22 o “incomprensión” de los axúnetoi de B 1
de los aspectos más reveladores lo constituye el ámbito que caracteri- es la idíe phrónesis de B 2: la necedad humana consiste en una literal
zan esas palabras iniciales de Heráclito. Del lógos habla él en contraste incoherencia, una incapacidad para captar y, sobre todo, para repro-
con la incomprensión de hoi ánthropoi, de manera tal que, cuando ducir de manera activa la unidad “cósmica” del lógos en la pólis y en la
dice a continuación que “todas las cosas suceden conforme a este ló- propia psukhé.
gos”, esa totalidad es naturalmente interpretable como incluyente de
todas las cosas que configuran la vida de los hombres. El contenido
de la exposición de Heráclito lo forman “tanto palabras como obras”, El lógos y lo uno: del kósmos a la pólis
que parecen constituir una enumeración exhaustiva de las formas de
ser sobre las que versa de manera directa el lógos y que representan, Una idea fundamental a que apunta nuestra interpretación del proe-
en todo caso, el material sobre el que Heráclito practica su diaíresis mio es la unidad (o mejor: la com-unidad) del lógos, la cual deriva
katà phúsin. Es esto lo que los hombres descuidan, lo que experimen- directamente de su singularidad o unicidad, pero se concreta tam-
tan como dormidos, inconscientes. El pasaje culmina (B 2) con la bién como unidad e identidad de opuestos. No es incorrecto atribuir
formulación expresa de la comunidad vital del lógos: a pesar de que a Heráclito la tesis de que el lógos es la arkhé universal, siempre que
el lógos es común, los muchos “viven” (zooûsin) como si cada uno seamos conscientes de que la idea de una arkhé en sentido “cosmo-

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tuviera una phrónesis privada (es decir, divorciada y excluyente de lo
20
común). La interpretación del contexto como primordialmente exis- A este respecto, cf. M. Marcovich ad. loc., pp. 91 y ss., donde contrasta el inicial
FUde B 114como “inferential” con el GHm de B 2, el cual implica “a moral or reli-
tencial, vital o “político” (es decir, social, antropológico) es reforzada
gious obligation”. Es reveladora también la conexión entre }SHVTDL]ZRÂVLQ.
por la reconstrucción del proemio intercalando B 114 entre B 1 y B 2, 
B 102 (Porfirio, Quaest. Hom., ad Delta, 4): µSHU NDj C+U…NOHLWRM O|JHL ÈM
y sugiere el eje lógos-phrónesis. Pero es también a partir de ese texto WÛ PQ THÛ NDOˆ S…QWD NDj GgNDLD ‡QTUZSRL G † PQ ‡GLND ºSHLOIDVLQ
“puente” que se refuerza la posibilidad, ya abierta en el mismo inicio, ‰ G GgNDLD
de transponer el lógos al orden irrestrictamente universal, el kósmos. 22
Cf. B 51: R» [XQL‹VLQ.

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lógico” o “físico”, casi siempre entendida de modo genealógico y li- Así, el sentido primordial de la categoría de lógos es la expresión de
neal, es producto de una esquematización posterior (específicamente la comunidad universal del ser y la estructura regular del devenir. Es-
peripatética) y nos deslindemos de ella. Nótese, además, que recons- ta comunidad y esta estructura se encuentran ya contenidas en la ex-
truir la tesis filosófica central de Heráclito en tales términos presenta presión ginoménon pánton katà tòn lógon tónde, “todas las cosas suce-
una diferencia importante respecto de la interpretación aristotélico- den según este lógos”, que es a la vez fórmula de la racionalidad o el
teofrastiana, en cuanto que ésta asocia la arkhé al fuego. Dar al lógos orden universal y de su unidad dinámica. Pero la declaración más ex-
el puesto principal es un rasgo de la interpretación moderna, aunque plícita y radical de todas es, sin duda, la de B 50: “Habiendo escucha-
también la Antigüedad tardía —al menos el estoicismo— atribuyó a do, no a mí, sino al lógos, sabio es coincidir en que todas las cosas son
Heráclito el origen de la idea de un Lógos que es principio ordenador uno”. No en vano se ha visto en tal sentencia la cristalización suprema
del universo todo. Pero aunque sea sorprendente el silencio de Platón y de la filosofía de Heráclito. Es difícil decidir cuál podría haber sido el
Aristóteles acerca de la complejidad y la fundamentalidad de la idea de lugar de B 50 en el original de Heráclito. Aunque la tesis del inicio (an-
lógos en Heráclito, y aunque la concepción estoica represente una dog- tes de B 1) sería seductora, también podría ser plausible considerarlo
matización, un endurecimiento o esclerosis de la idea, los propios tex- una expresión cercana a una especie de conclusión, basada en ciertas
tos originarios son los que sustentan su prominencia. declaraciones previas, más que como una declaración o anticipación
La unidad del lógos es intuida de manera inmediata y reiterada en su inicial de carácter programático. Pero quizás la noción de “conclusión”
singularidad gramatical: en el único caso en que lógos aparece en plu- es demasiado fuerte, unívoca y rígida. Vale la pena citar el fragmento
ral (B 108),23 el término alude a discursos de los que se dice explíci- en sus propios términos y en el contexto en que nos ha llegado:
tamente que son ajenos a lo sabio. La unidad no es mencionada de
forma directa en B1, pero su asociación con el lógos es inevitable, da- Heráclito dice que el todo es divisible-indivisible, generado-ingénito,
do que siempre aparece contrapuesto a una pluralidad.24 La unidad mortal-inmortal, lógos-tiempo, padre-hijo, dios-justo:
queda también implicada en la referencia a la mismidad del lógos en [B 50] “Habiendo escuchado, no a mí, sino al lógos,
B 31b. Y todas las complicaciones hermenéuticas imaginables en B 45 es sabio convenir que todo es uno”,
y B 115 no pueden opacar la evidencia de la singularidad y mismidad dice Heráclito.26
del lógos de psukhé (comparado con el lógos “cósmico” de B 1). La cla-
ve fundamental del sentido de la unidad la ofrece B 2, el remate del Al margen de la introducción de Hipólito (que ameritaría su pro-
proemio: el lógos es uno porque es “común” (xunós), es decir, inma- pio comentario: en su enumeración son anómalas —y por ello qui-
nente y compartido: uno y el mismo para todos los hombres y para zás de origen heracliteo, a diferencia de las otras cuatro— las pare-

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todas las cosas que son.25 jas lógos-aión y theós-díkaîon), y asumiendo como auténtico el texto
23
La referencia a una pluralidad está, sin embargo, implícita en la fórmula epì pantì
lógoi de B 87. Respecto de B 108, cf. supra, pp. 116–117 (texto griego en p. 116, n. 36).

24
Hoì ánthropoi, ápeiroi, hoì álloi, si nos restringimos a la oposición dominante, B 50 (Hipólito, Refut., IX, 9): C+U…NOHLWRM PQ RÄQ IKVLQ HoQDL W·
entre los axúnetoi y el lógos mismo; a ésta puede añadirse la oposición más gene- S‹Q GLDLUHW·Q „GLDgUHWRQ JHQKW·Q „J|QKWRQ TQKW·Q „T…QDWRQ O´JRQ
ral, entre lógos y pánta (B 50). DfÐQD SDW|UD Xe´Q TH·Q GgNDLRQ R»N {PR „OOˆ WR O´JRX „NR¼VDQWDM
25
Cf. B 30: N´VPRQ W´QGH W·Q D»W·Q ƒS…QWZQ. ²PRORJHmQ VRI´Q {VWLQ €Q S…QWD HoQDL ² C+U…NOHLW´M IKVL

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citado,27 el pensamiento del fragmento se despliega en dos etapas. En pánta eînai, “todas las cosas son uno”, en la que parece concretarse el
la primera, sugiere que la sabiduría resulta de escuchar (es decir, sen- significado profundo del lógos, visto no sólo como concepto técnico,
tir, percibir, entender y obedecer) al lógos. La segunda es una especie sino como imagen y metáfora del pensamiento verdadero y la palabra
de caracterización de la naturaleza misma de la sabiduría como ho- portadora de sentido, en general.
mologeîn, coincidir o concordar hablando:28 lo sabio radica en que va- La conexión entre el lógos y la unidad de todas las cosas es, pues,
rias voces digan lo mismo (es decir, que digan lo mismo unas que una idea central en B 50, sin que se diga jamás expresa y directamen-
otras y digan lo mismo que dice (o que es) el lógos, a saber, que “todas te que el lógos es lo uno. Que el lógos mismo no tiene contrario (por-
las cosas son uno” (o, invirtiendo la construcción, que “lo uno es to- que es los contrarios) es una implicación inevitable, pero sutil en los
das las cosas”). El punto central es el decir, légein, que aparece como fragmentos pertinentes. B 50 sugiere la conexión del lógos con lo uno,
el ámbito en que se configura lo que es sabio: saber radica en una pero son otros textos y contextos los que elaboran esta última noción.
forma de decir o hablar. En este sentido, B 50 parece ser el desarrollo Antes de mencionar y considerar brevemente algunos, conviene re-
del modelo opuesto al que se caracteriza en B 19: “no sabiendo oír, cordar que, en B 1, el concepto que ocupa el puesto de lo uno, análogo
no saben tampoco hablar”. El habla de lo sabio es una homología, una de lógos (frente a la pluralidad representada por hékaston, “cada cosa”,
concordancia verbal de los logoi que se dicen y el lógos que se escucha que implica “todas las cosas”), es phúsis, como se designa ahí al crite-
(y la homología no excluye la antilogía). La caracterización de lo sabio rio en que se basa la diaíresis filosófica. Phúsis significa la unidad com-
(sophón) incluye además la especificación del objeto del saber: hèn pleja en que están integradas las partes que son materia del análisis o
la división y, como el lógos eón aieí, tiene también un fuerte contenido
27
Vid. supra, pp. 111–112, con n. 21. Hasta hace poco, podía hablarse de consensus objetivo y se presenta de inmediato cargada de sentido epistémico.
omnium respecto del texto aceptado de este fragmento, y ello sigue aplicándose a la Lo uno aparece nítidamente expresado en B 114, introducido des-
lectura de lógou en vez de dógmatos (con la sola excepción de García Calvo). Sé al me- pués del imperativo de hacerse fuertes en lo común. Con un juego
nos de tres ediciones (dos españolas: García Calvo y la más modesta recopilación de
intraducible de palabras, B 114 establece que lo “común” (xunôi) es el
García Quintela, como apéndice a su libro, y la versión de Mouraviev) que rechazan
fundamento del “hablar” (légein) “con inteligencia” (xùn noôi). Lo xu-
la enmienda de eidénai en eînai, lo cual resulta en una trivialización del sentido filosó-
fico del fragmento. El primero vierte así: “...lo sabio es una sola cosa: saberlas todas”; nón, sin embargo, presenta en apariencia distintos grados de intensi-
el segundo traduce: “lo sabio es convenir que se sabe que todo es uno”; Mouraviev dad o radicalidad: para la definición del hablar con inteligencia hace
traduce: “sapience est savoir toutes choses une”. Heidegger proponía prescindir in- falta una comunidad más fuerte que la social, ilustrada esta última con
cluso de eînai (al que juzgaba preferible a eidénai), con el argumento de que sale la relación entre la pólis y su nómos. El fundamento último de todas las
sobrando, y basta con hèn pánta. leyes humanas es la única ley divina (o, de manera alternativa, lo divi-

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28
O bien, “concordar con quien habla”. Cf. el comentario de Charles H. Kahn no único). Si leemos B 114 como secuela de B 1 y preámbulo de B 2, la
(The Art and Thought of Heraclitus, pp. 130–131), donde se refiere a “the word play
inferencia natural es que nos encontramos ante una descripción alter-
on homologein, ‘say in agreement’”. Homologeîn, según Kahn, “carries a phonetic echo
nativa del lógos eón aieí de B 1, que aparece ahora, con admirable con-
of logos and an etymological sense of ‘speaking together with, saying the same thing’”.
Kahn añade: “Knowing how to listen will enable one to speak intelligently (B 19),
gruencia, como la ley suprapolítica que rige todo devenir. El rasgo de
to hold fast to what is common (B 114) by speaking in agreement with the universal la unidad (o, más exactamente, la unicidad) de tal ley universal está
logos of B 1”. (Cf. Henry George Liddell y Robert Scott, A Greek-English Lexicon, s. v. vinculado con el aspecto valorativo, axiológico, del lógos, y, a la vez, se
²PRORJ|Z, I: “agree with, say the same thing as”. (Las cursivas son mías.) yuxtapone con la exigencia de objetividad del conocimiento, que ha-

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EL LÓGOS Y LO UNO: DEL KÓSMOS A LA PÓLIS | 165 176 | EL UNIVERSO DE HERÁCLITO

bía sido representada por phúsis en el pasaje inicial. La conclusión a  „OO


¥Q „Hj NDj ~VWLQ NDj ~VWDL
que este manejo de las ideas apunta es la conjunción de phúsis, la ver-  SÂU „Hg]ZRQ ƒSW´PHQRQ P|WUD NDj „SRVEHQQ¼PHQRQ P|WUD
dadera estructura objetiva de cada cosa (y de todas) y lógos, la ra-
cionalidad ‘cósmica’, con nómos, la ley autosuficiente y única que de- B 30
termina todo lo que sucede. Sin llegar a ser formulada, la idea de una 1 Este cosmos, el mismo de todos,
ley natural encuentra aquí una de sus expresiones seminales, que anti- 2 por ninguno de los dioses ni de los hombres creado,
cipa uno de los ejes de la discusión intelectual del siglo v. 3 sino fue siempre y es y será
Lo uno es enfocado explícitamente en diez fragmentos (incluidos 4 fuego siemprevivo, encendiéndose con medidas y apagándose con
B 50 y B 114). En el remate de B 1029 encontramos la reiterada com- medidas.
plementación de lo uno y todas las cosas, en una proposición de es-
tructura simétrica y reversible: El primer punto que amerita comentario es el significado de kós-
mos. Quizás Kirk1 ha sido el autor que más enérgicamente ha cuestio-
De todas las cosas lo uno y de lo uno todas las cosas nado la posibilidad de que kósmos signifique “mundo” o “universo”,
{N S…QWZQ }Q NDj {[ zQ·M S…QWD) insistiendo en la noción de “orden” u “ordenamiento” como acepción
principal. A pesar de los argumentos esgrimidos por Kirk (entre los
Esta fórmula refleja €Q S…QWD HoQDL, “todas las cosas son uno” de cuales destaca la opinión de que el significado de “mundo” no es
B 50, e incluso podría pensarse que es en esta dialéctica “circular” en- “normal” antes del siglo iv),2 no es fácil ver, no sólo por qué el signi-
tre lo uno y todas las cosas en lo que consiste la ley universal que sería ficado de “realidad total” tendría que quedar excluido, sino tampoco
el lógos: en el hecho de que lo uno es una pluralidad diversificada, y por qué no podría ser precisamente éste el texto más antiguo que do-
la pluralidad total constituye a su vez una unidad y no es meramente cumenta el uso de kósmos como “universo” o “mundo” —sin ser ne-
un conjunto disperso. El contexto de B 10 apoya también la interpre- cesario, por otra parte, que este sentido excluya el de orden (el propio
tación de la fórmula en términos de una verdad general. La afinidad Kirk admite, aunque sea a título de excepciones, usos de kósmos en el
contextual entre B 50 y B 10 es aparente de inmediato. Lo más impor- siglo v con el sentido de “orden del mundo” o “mundo” en Empédo-
tante es aquí el carácter funcional del aspecto ontológico de la teoría cles, Diógenes y Filolao). A diferencia del fragmento 2 de Anaxíme-
del lógos. La fundamentalidad de lógos concierne de manera directa e nes, que puede ser objeto de suspicacia en cuanto a la autenticidad
inicial al saber, al bien pensar y bien hablar. Conectando las formula- de la fórmula hólon tòn kósmon, el fragmento 30 de Heráclito no ofre-
ciones de tales fragmentos, el contenido preciso de la auténtica sabi-

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1
duría es el fundamento común y universal: la unidad del todo. G. S. Kirk, Heraclitus. The Cosmic Fragments, pp. 307 y ss. Los trabajos de A.
Finkelberg (“On the History of the Greek .26026”, en Harvard Studies in Classical
Complementando este enfoque general o universal, B 29 sitúa “lo
Philology, vol. 98, pp. 103–136, y “On Cosmogony and Ecpyrosis in Heraclitus”, en
uno” en un escenario axiológico, y en estrecha correspondencia con
The American Journal of Philology, vol. 119, núm. 2, pp. 195–222) representan un
la suprema valía humana: intento más reciente de sostener la tesis de que kósmos no significa mundo o uni-
verso, sino “orden”, y, especialmente en B 30, un orden diacrónico, interpretación que
legitima la atribución de cosmogonía y ekpúrosis a Heráclito.
2
29
Para el texto completo de B 10 y su contexto, vid. infra, pp. 214–217, con n. 38. Ibid., p. 311.

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ce problemas respecto del mero hecho de que el término kósmos es un señalamiento concreto, una suerte de énfasis en la simple presencia,
efectiva e indudablemente empleado (aunque podría ser sólo aquí, a más que la referencia implícita a otros kósmoi distintos de “éste”. Kós-
menos que se admitan como auténticos los fragmentos B 89, tal vez mos evoca (también de B 1) la phúsis que se yuxtapone al lógos mismo.
una paráfrasis, y B 124, que presenta problemas textuales que afectan Estos tres se cuentan entre los más importantes términos fundamen-
de manera directa a su significado).3 En cualquier caso, la traducción tales de toda la tradición filosófica arcaica: cosmo-logía y fisio-logía son
que el propio Kirk propone, “world-order” (algo así como “orden del maneras alternativas de describir el tipo de aproximación básica de la
mundo” u “orden universal”), violenta su propia exigencia (porque filosofía originaria. Es importante, además, subrayar que los usos hera-
introduce de manera subrepticia aquello que supuestamente recha- cliteos de estas palabras carecen de antecedentes documentados en la
za), obligada, quizás, por el propio contexto. De cualquier modo, es breve tradición filosófica anterior (los tres milesios), sobre la cual, sin
un poco extraña la concesión de la universalidad, sobre todo porque embargo, se han proyectado inevitablemente desde antiguo.
Kirk no reconoce como auténtico tòn autòn hapánton. La universali- Volviendo a B 30, lo primero que se dice de “este” kósmos, mundo
dad resulta, desde luego, muy natural si esta frase se admite. Prescin- ordenado u orden universal del que ninguna cosa puede sustraerse
diendo de ella, el fundamento de su atribución se torna un problema (cf. W·Q D»W·Q ƒS…QWZQ: “el mismo de todos [los seres]”), es que
más complejo. “no lo hizo ninguno de los dioses ni los hombres”. El contraste es po-
.´VPRM significa aquí la racionalidad inmanente de la realidad co- lar: de un lado, reminiscente de la inmortal I¼VLM que nunca
mo un todo unitario y dinámico: el orden de todas las cosas, sin ex- envejece,6 el kósmos que no ha sido creado por nadie, y del otro, el bi-
cepción, tanto en el registro espacial como el temporal.4 La expresión nomio dioses-hombres, igualados sorprendentemente por su con-
“este5 kósmos” (que recuerda fonéticamente “este lógos” de B 1) parece traste con aquél. Es digno de notar que la eternidad estricta, no la me-
ra inmortalidad, es lo que Heráclito predica de kósmos de manera
3
B 89 (a partir de Plutarco): WRmM {JUKJRU´VLQ }QD NDj NRLQ·Q N´VPRQ HoQDL reiterada, y que los dioses parecen quedar, como resultado de esto,
WÐQ G NRLPZP|QZQ }NDVWRQ HfM iGLRQ „SRVWU|IHVTDL: “Para los despiertos
ontológicamente degradados (es decir, reubicados en un puesto de
hay un mundo único y común, pero cada uno de los durmientes se vuelve hacia el
jerarquía inferior).
suyo privado”. B 124 (proveniente de Teofrasto): ËVSHU VˆU[ [V…UPD, Diels] HfN¯
NHFXP|QZQ ² N…OOLVWRM ËM! IKVLQ C+U…NOHLWRM >WÍM@ ² N´VPRM: “Como
Las dos primeras líneas recuerdan la estructura del proemio, el
un revoltijo de cosas desparramadas al azar, el más bello —como dice Heráclito—, contraste entre el lógos eón aieí y los axúnetoi. En vista de lo que se
así es el universo”. Sigo en este caso la lectura de Agustín García Calvo, Razón común. dice en la línea 3 de B 30, la interpretación del lógos de B 1 como “siem-
Edición crítica, ordenación, traducción y comentario del libro de Heraclito [sic], p. 82. pre real” (o “siempre el mismo”) se robustece: kósmos “fue siempre y
4
Cf. Serge Mouraviev, Heraclitea. III.3.iii, p. 38, ad B 30: “.´VPRM désigne déjà es y será”. Son dos las ideas principales que contiene B 30: una, que el

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le monde, l’ordonnance de la totalité des choses et des êtres, mais primo, cette or- kósmos (es decir, el conjunto ordenado de todas las cosas, incluyendo
donnance peut n’être pas encore exclusivement “transversale” (structure spatiale) et
6
comporter en outre une dimension « longitudinale » (série ordonnée d’événements Cf. Eurípides, fr. 910 Nauck (= D.-K. 59 A 30), apud Charles H. Kahn, The Art
successifs), et secundo, cette acception nouvelle a encore besoin d’être marquée and Thought of Heraclitus, p. 134: „TDQ…WRX NDTRUÐQ I¼VHZM N´VPRQ„JUZQ:
comme telle, d’où la nécessité de préciser que le cosmos dont il est question est bien “mirando el orden siempre joven de la inmortal naturaleza”. Aunque la fórmula de
celui qui est ²D»W·MƒS…QWZQ “. Eurípides deriva probablemente de Anaxágoras, el adjetivo agéron formaba parte del
5
Tónde es rechazado como parte de la cita textual por algunos comentaristas (en- léxico de la filosofía jónica desde Anaximandro (cf. D.-K. 12 B 2: WD¼WKQ >sc I¼VLQ
tre otros, Kahn). WLQˆ WR „SHgURX@ „gGLRQ HoQDL NDj „JUZ).

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EL LÓGOS COMO KÓSMOS | 179 180 | EL UNIVERSO DE HER“ CLITO

sus relaciones) es fuego, y otra, que, en cuanto tal, es eterno. La prime- en fuego. No es que la atribución sea incorrecta, pero formularla asfi
ra requiere interpretar kósmos no sólo como un orden, ordenamiento abre la puerta a que prosperen ciertas lfineas de interpretación ya su-
o arreglo particulares, sino dándole alcance total. Con esta reserva, peradas (sobre todo ” sicalistasj , además de que descuida el modo en
kósmos en sentido radicalmente metafísico implica no excluir de sí que Heráclito se expresa, el cómo conecta kósmos y fuego. Las pala-
ninguna cosa: el orden es la unidad de las cosas ordenadas (y en B 30, bras mismas de Heráclito son: )Este kósmos [...] úueÓsiempreÓyÓesÓyÓserá
no cabe duda que éstas son todas las cosas). El resultado inmediato fuego siemprevivoí. La clave está justo en el tiempo y en la exigen-
de esto es la aproximación de kósmos en cuanto fuego a lógos-phúsis. cia de universalidad. î ósmos es la unidad de todas las cosas, en tanto
La segunda idea, la eternidad como modo de ser característico del que representa la presencia y la permanencia del orden en cualquier
kósmos-fuego, puede ser vista como una profundización del propio momento dado de la sucesión temporal de la existencia del todo. El
concepto de kósmos como lo Uno-todo. El eje filosófico principal de punto central de la lfinea 3 de B 30 es la identi” cación absoluta de
B 30, como unidad autosuficiente, es el tiempo. Más precisamente, la kósmos con p rÓaeízoon, )fuego siempre-vivienteí, que aparece como
eternidad del tiempo propiamente cósmico. culminación de la secuencia temporal antes-ahora-después. Lo más
La segunda frase introduce la caracterización de kósmos como no notorio a primera vista es la reiteración de la eternidad: en el adjetivo
causado por poieîn (crear, producir) alguno, divino o humano. Dado aeí-zoon (con que se cali” ca al fuegoj no sólo se retomaÓén aeí,Ó)siem-
que la conexión de kósmos con poieîn es explícitamente negada, la im- pre fueí, sino también hay un eco de lógosÓeònÓaieí (las tres instancias
plicación parece ser, no sólo que kósmos es inengendrado, increado agotan el uso heracliteo generalmente reconocido de aieíj . Cali” car
(una anticipación de la línea 3), sino también autónomo, indepen- al fuego (identi” cado con kósmosj como siempre-viviente añade un
diente del hacer de dioses y hombres. El cuadro cosmológico que traza nuevo giro a la eternidad (duración continua y totalj , sugiriendo la
Heráclito en las dos primeras líneas es más metafísico que físico: el idea de la temporalidad como vida. El fuego cósmico vive siempre
puesto de lo uno es ocupado por kósmos, en cuyo interior se insertan (a” rmación que no es necesariamente incompatible con lo que re-
dioses y hombres, claramente subordinados a aquél. La tradicional mata el fragmento, a saber, que se enciende y seÓapagaj . La marca
inmortalidad (ser por o para siempre) que caracterizaba el supremo distintiva de esta concepción ontológica es la idea de un dinamismo
estatuto de lo divino, en Heráclito está unida con la increabilidad (ser racional, en que consiste lo real. Que el kósmos, el mundo o universo,
desde siempre). La fórmula de la eternidad funciona ya desde su pri- el orden total del ser, es fuego siempre-viviente signi” ca que lo real
mer tercio: ¥Q DfHg, )siempre fueí, retoma el ser increado, y culmina es proceso, tiempo, devenir. La tesis de B 30 puede ser lefida como
con )y es y será (NDj ~VWLQ NDj ~VWDLj í. La estructura sintáctica de una metáfora metaffisica, mejor que como la formulación de un me-
este fragmento contrapone la frase de la lfinea 3 a la anterior ()ninguno ro dogma ffisico: la unidad racional común a todas las cosas es fuego

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de los dioses ni los hombres lo hizo, sinoÓque siempre fue, etcéteraí j , y )siempre vivienteí.
el predicado SÂU „Hg]ZRQ matiza sin duda el sentido de eKnai en los
tres tiempos (que difficilmente podrfia tener un sentido sólo existencial,
con exclusión de la clara función copulativaj . Phúsis
La interpretación más usual de Heráclito tiende a atribuirle, im-
plficita o explficitamente, con base en B 30, dos tesis distintas y solida- En B 1, I¼VLM aparece estrechamente vinculada a lógos, como un sfim-
rias: por un lado, que el kósmos es eterno y, por el otro, que consiste bolo del verdadero ser, el criterio real y objetivo que regula la diaíresis

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PHÚSIS | 181 182 | EL UNIVERSO DE HERÁCLITO

que Heráclito practica de cada cosa (tanto palabras como obras). La paradoja de que cada cosa tenga su naturaleza, su propio ser y su pro-
propia práctica de Heráclito, reducida a su más compacta expresión, pia ley, y a la vez que este ser y esta ley sean, en cierto sentido, uno
consiste en mostrar verbalmente (IU…]ZQ), “cómo [cada cosa] es en y lo mismo para todas las cosas. Podría ser esto a lo que se refiere
realidad (µNZM ~FHL)”. Phúsis es algo así como un fundamento últi- VXPIHU´PHQRQ GLDIHU´PHQRQ, “concordante-discordante” de B 10,
mo, en sentido ontológico y gnoseológico, en que se apoya el lógos o GLDIHU´PHQRQ zZXWÛ ²PRORJ|HL, aquello que, “discordando,
como discurso verdadero, la norma paradigmática que supone la no- concuerda consigo mismo”, en los términos de B 51. En la palabra
ción de una totalidad compleja, consistente en un conjunto de partes phúsis escuchamos resonar la voz del lógos, que habla aquí su propio
debidamente ensambladas, en cuya unión puede decirse que consiste lenguaje ontológico. Phúsis es la palabra con que el lógos nombra la
el objeto propio de la diaíresis, análisis o literal división. La noción realidad profunda, en contraste con la apariencia banal.
de unidad implicada es reveladora: la unidad de la I¼VLM se muestra Otro fragmento que de manera expresa versa sobre I¼VLM con-
como integridad estructural y funcional. Así, el matiz sugerido en el firma tal significado, el célebre y paradigmáticamente breve B 123:
uso heracliteo de I¼VLM es la idea de lo uno como un todo (como un I¼VLM NU¼SWHVTDL ILOHm, “la naturaleza suele estar oculta”. El senti-
con-junto) dinámico, a la vez consistente en, y opuesto a, la multipli- do universalmente reconocido aquí a phúsis es el de naturaleza como
cidad de sus partes, y cuyo rango de aplicación abarca lo singular y lo “verdadera constitución” (de una o de todas las cosas), la estructura
universal. real y operante, una especie de antecesor de la noción posterior de
Se diría, pues, que un doble problema está contenido en la palabra “esencia”. El hecho de que phúsis sea aquí el concepto sujeto, unido
misma, que, por una parte, significa la naturaleza o índole de ser de a un laconismo extremo, y el uso del verbo ILO|Z contribuyen a la
un ente y, por la otra, apunta hacia el ser en general. La phúsis tiene impresión de una personificación. Phúsis sería, así, casi un nombre
su propia naturaleza, que la contrapone a las cosas singulares como propio, y lo que la sentencia dice es que “suele estar oculta”.
tales. No está decidido de antemano que NDWˆ I¼VLQ GLDLU|ZQ A pesar de la aparente recurrencia del verbo ocultar, no parece ha-
deba forzosamente traducirse por “dividiendo [cada cosa] según ber analogía o paralelismo con el consejo de “ocultar (NU¼SWHLQ) la
su naturaleza” más que “según la naturaleza”. Ambas posibilidades ignorancia” de B 95 y B 109 (“es mejor ocultar la ignorancia”), que
están contenidas en la expresión katà phúsin, que tiene caracter ad- tiene un contexto muy diferente (social). B 123 no parece tanto un
verbial y modifica a la acción de “dividir”. La oración culmina con
la especificación del objeto de la división: }NDVWRQ, “cada cosa” (es Los únicos otros dos usos documentados se encuentran en B 112: „OKT|D
7

decir, cada una de las “cosas” recién mencionadas: “tanto palabras O|JHLQ NDj SRLHmQ NDWˆ I¼VLQ {SDqRQWDM: “lo verdadero decir y obrar según na-
como obras tales como las que yo expongo, dividiendo cada cosa se- turaleza escuchando” [cf. infra, vi, pp. 231–232], y también quizás, aunque con me-

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gún naturaleza” = NDj {S|ZQ NDj ~UJZQ WRLRXW|ZQ ²NRgZQ {JÍ nor fidelidad textual, en B 106a: ÈM „JQRÂQWL >sc. C+VL´G-@ I¼VLQ ›P|UDM ƒS…VKM
GLKJHÂPDL NDWˆ I¼VLQ GLDLU|ZQ }NDVWRQ). En tal contexto, “ca- PgDQ RÄVDQ: “ignorando así [sc. Hesíodo] que la naturaleza de cualquier día es una”.
En contra de una costumbre generalizada que traduce “la naturaleza ama ocultarse”,
da cosa” tiene una resonancia peculiar: la referencia es primariamente
hacemos nuestra la opinión de D. W. Graham respecto de que el sentido de ILO|Z
a las cosas que constituyen la experiencia humana; por su parte, la en este texto es “soler”, “ser generalmente el caso” (éste es el uso también en B 87).
declaración del singular “cada cosa” evoca lo universal (o lo reitera, (Daniel W. Graham, “Does nature love to hide? Heraclitus B 123 D.-K.”, en Classical
pues ya antes se dijo que “todas las cosas suceden según este lógos”): Philology, 98, pp. 175–179; cf. Henry George Liddell y Robert Scott, A Greek-English
cada cosa es cualquiera de entre todas. Lo revelador es la aparente Lexicon, s. v., ii, “to be wont or used to do”.)

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PHÚSIS | 183 184 | EL UNIVERSO DE HERÁCLITO

aforismo moral, cuanto uno metafísico. La ocultación ahí sugiere pri- sobresimplificación reducir su sentido originario a éste) nacer, gene-
mariamente un fenómeno ontológico-epistémico y 'relacional', que rarse, engendrar, de modo que “salir a la luz”, “mostrarse”, o nociones
implica un alguien ante quien o para quien se produzca una oculta- semejantes (implicadas en IDgQRPDLIDgQHVTDL) son al menos
ción. Por afinidad temática, B 123 parece más próximo a otros textos afines. Y además, desde otra aproximación, sólo puede ser suscepti-
donde recurre la idea de ocultar, como B 16 (“¿cómo podría ocultár- ble de ocultación lo que también puede ser mostrado o manifestado.9
sele a alguno lo que nunca se oculta?”) y otros, donde lo oculto queda Lo que de modo necesario implica I¼VLM, como reconoce Kirk,10 es
implícito, que se refieren a la dificultad de la búsqueda, como B 22 el ser o existir (los demás sentidos son subsidiarios): así formulado,
(sobre los que buscan oro), B 45 (sobre una búsqueda infructuosa de éste es el enfoque “minimalista”. Una paráfrasis basada en este reco-
los límites de psukhé), o B 18 (sobre esperar lo inesperado). Las con- nocimiento sería: “aquello que [una cosa] realmente es suele estar
notaciones ontológicas que contiene la palabra phúsis van asociadas oculto”. La sentencia parece así una afirmación, casi una descripción.
a su función de objeto de conocimiento. Posiblemente haya aquí un Pero una consideración más cuidadosa disipa esta impresión inicial:
refuerzo de la conexión entre discernir o distinguir y conocer, subra- no se dice que la phúsis esté oculta, sino que suele estar oculta, intro-
yando la especificidad de la relación entre sujeto (órgano o facultad duciendo una ambigua tensión. Además, krúptesthai puede ser pasivo
sensible) y objeto, como en B 7: “Si todas las cosas (pánta) se hicie- y significar “estar oculta” (en contraste con “ocultarse”, con la con-
ran humo, las narices las discernirían (diagnoeîn)”. Esta consideración notación de desarrollar ella misma la acción, como en la traducción
epistémica parece corroborada por B 123, cuyo significado es que el inglesa de Kirk: “to hide itself”), abriéndose la puerta con ello a la
logro del saber (cuyo objeto es la phúsis) es difícil, no imposible. Pero consideración del sujeto agente que realiza la ocultación. Alternativa-
quizás hay algo más aquí. mente, podría tratarse de un enigma. En este caso, podría construirse
En primer lugar, es al menos posible (y no del todo irrazonable) como una especie de definición: “)¼VLM es aquello que suele estar
considerar a B 123 como un ejemplo privilegiado de esa diaíresis katà oculto”: el blanco de este lógos parecería ser poner al descubierto la
phúsin, porque es aplicada aquí nada menos que a la propia I¼VLM. clave de la naturaleza, declarándola ser lo que tiende a estar oculto. El
Lo que Heráclito discierne, katà phúsin, son “palabras y obras”, nom- contexto en que aparece I¼VLM es la relación de conocimiento, en
bres y actos: el análisis de B 123 según este criterio produciría, como la que lo real mismo puede figurar como lo oculto o lo manifiesto
en B 48, el nombre frente a la función. Pero ¿por qué el nombre de (o como ambos a la vez). En el horizonte estrictamente epistémico,
I¼VLM se contrastaría con la ocultación, si la palabra no conlleva- parecería tratarse de un juicio acerca del (escaso) valor de la aparien-
ra por sí misma lo contrario de ocultación?8 Al parecer no hay, o es cia. El paralelismo con B 5411 apunta en la misma dirección: I¼VLM es
imposible demostrar, un vínculo etimológico entre I¼VLM y I…RM, análoga a ƒUPRQgK „IDQM. Un argumento interesante podría partir

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pero las asociaciones no son implausibles dentro de un contexto am-
9
Cf. supra, comentario a B 93 en cap. i, pp. 36–38.
plio. )¼Z significa crecer, desarrollarse, e incluso (aunque sea una 10
G. S. Kirk, op. cit., p. 228. Ya mucho antes, Burnet había insistido en este punto:
“No doubt the verb I¼RPDL (i.e. IXgRPDL with a long vowel means ‘I grow’, but
8
A algo así apuntaba, por ejemplo, Heidegger en su célebre interpretación de the simple root IX is the equivalent of the Latin fu and the English be, and need not
phúsis como “la fuerza imperante de lo que, al brotar, permanece”. (Introducción a la necessarily have this derivative meaning”. ( John Burnet, “Appendix. On the meaning
metafísica, iv, “La delimitación del ser”). Es Heidegger también quien sugiere una of )¼VLM”, en Early Greek Philosophy, p. 363).
conexión etimológica I¼VLM-I…RM. 11
B 54 (Hipólito, Refut., IX, 9, 5): ƒUPRQgK „IDQ M IDQHU£M NUHgWWZQ.

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