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Jóvenes e Identidad.

Los jóvenes constituyen un grupo social diverso pero que comparten intereses
y características comunes. Diverso porque provienen de distintas familias, de
diversas culturas, porque tienen diferentes costumbres, ideas y valoraciones.
Iguales porque todos y todas son sujetos de derechos.

La juventud hace referencia a un modo de ser y estar en la vida. Las relaciones


con los otros, la manera de expresar los sentimientos, las emociones y los
modos de pensar; la manera de vestirse, la música que escuchan y los
espacios que concurren son aspectos que permiten identificar, definir y
conocer a la juventud.

Los jóvenes construyen su identidad a lo largo de la historia. La identidad no es


algo que viene dado naturalmente desde que nacen, sino que se construye. La
identidad se construye y es relacional.

¿Cómo se construye? A través de múltiples experiencias y de los procesos de


socialización primaria y secundaria. Esto quiere decir que la persona humana
aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos culturales de
su medio ambiente, los integra a su personalidad, bajo la influencia de la
familia y de personas significativas, y se adapta así al entorno social en el que
debe vivir. Para adaptarse al entorno social necesita adquirir recursos que le
permitan apropiarse de esa realidad, como, por ejemplo, el lenguaje, que es un
instrumento decisivo de socialización, pues permite la constitución de un
individuo como persona en constante comunicación con los otros.
La socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa en la
niñez; por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad. La
socialización secundaria es cualquier proceso posterior que introduce al
individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo social.

La socialización secundaria se inicia en la etapa posterior de la niñez, cuando


los niños comienzan a interactuar más frecuentemente con entornos distintos a
los de la familia, con personas distintas a sus padres o cuidadores habituales.
La interacción con otros niños y con los maestros en el colegio da lugar a un
nuevo modo de comunicación. Se empieza a aprender un amplio espectro de
habilidades sociales y un conocimiento más detallado de la sociedad.

Durante la juventud, el grupo de iguales se convierte en una importante


agencia de socialización, aprendiendo a utlizar otros valores, otros códigos,
otras expresiones y prácticas. La socialización secundaria es más amplia y e
involucra otras instituciones además de la familia: la escuela, el trabajo, el
grupo de amigos.

Asimismo, esa identidad que se construye está influenciada o condicionada por


el contexto socio-histórico al cual pertenecen. Esto quiere decir que las
personalidades y las prácticas que realizan las personas están fuertemente
condicionadas por la sociedad en las que les ha tocado vivir. Por ejemplo, en
una sociedad de consumo como la actual, las identidades están atravesadas
por los consumos culturales.

De esta manera se puede afirmar que existen factores históricos que


condicionan el desarrollo de la personalidad, situando a los sujetos en
posiciones sociales desiguales y en desventaja. Tales factores pueden ser la
pobreza, los estereotipos instalados, los roles asignados, el no poder acceder a
ciertos consumos, etc.

Conocer y comprender el proceso de construcción de la identidad es


importante para entender a los jóvenes como sujetos sociales, protagonistas
de la historia. Los jóvenes, en tanto sujetos sociales, son sujetos de derechos,
esto significa que son portadores de un conjunto de posibilidades y
protecciones, pero también son responsables de ciertas obligaciones. Los
jóvenes tienen muchos ámbitos en los cuales pueden participar: clubes,
charlas, recitales, conferencias, centros culturales, la escuela, etc. En estos
espacios pueden opinar, disentir, aprender y experimentar. Si estos espacios se
van internalizando, es decir, haciendo como propios se logra un mayor sentido
de compromiso y pertenencia. Conociendo los derechos y las formas de
expresarse, los jóvenes pueden ejercer activamente su ciudadanía.

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