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Autoridades Nacionales

D RA . C RISTINA F ERNÁNDEZ DE K IRCHNER


Presidenta de la Nación

D RA . N ILDA G ARRÉ
Ministra de Defensa
5

La construcción de la Nación Argentina


El rol de las Fuerzas Armadas
Debates históricos en el marco del Bicentenario
1810-2010

PUBLICACIÓN DEL MINISTERIO DE DEFENSA DE LA NACIÓN - REPÚBLICA ARGENTINA


AUTORES

MORENO, OSCAR (COORDINADOR); ANSALDI, WALDO; BALZA, MARTÍN; BARRY, CAROLINA;


BASUALDO, EDUARDO; BIANCHI, SUSANA; BRAGONI, BEATRIZ; BOSOER, FABIÁN; BROWN,
FABIÁN E. A; DE MARCO, MIGUEL ÁNGEL; DE PRIVITELLIO, LUCIANO;
DI TELLA, TORCUATO; FEINMANN, JOSÉ P.; FRADKIN, RAÚL; GALASSO, NORBERTO;
GELMAN, JORGE; L ANTERI, SOL; LÓPEZ, ERNESTO; MATA, SARA E.; OLLIER, MARÍA M.;
OYARZÁBAL, GUILLERMO A.; PAZ, GUSTAVO; PERSELLO, ANA V.; PLOTKIN, MARIANO B.;
RATTO, SILVIA; RUIZ MORENO, ISIDORO J.; SABATO, HILDA; SAÍN, MARCELO;
TIBILETTI, LUIS E.; VERBITSKY, HORACIO; WASSERMAN, FABIO.
9

Publicación del Ministerio de Defensa


República Argentina Í NDICE
Azopardo 250 (C1107ADB)

La construcción de la Nación Argentina: el rol de las Fuerzas Armadas/


Nilda Garré ... [et.al.]; coordinado por Oscar Moreno; edición literaria a cargo
de Roberto Diego Llumá; con prólogo de Nilda Garré. - 1a ed. - Buenos Aires:
Ministerio de Defensa, 2010.
506 p.; 21x16 cm.
PRÓLOGO
ISBN 978-987-25356-3-6 DRA. NILDA GARRÉ. MINISTRA DE DEFENSA..................................................... 13
INTRODUCCIÓN
1. Historia Argentina. I. Garré, Nilda II. Moreno, Oscar, coord. III. Llumá, OSCAR MORENO Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate....................... 21
Roberto Diego, ed. lit. IV. Garré, Nilda, prolog.
CDD 982
CAPÍTULO I (1810-1860) La Independencia y la organización nacional
FABIO WASSERMAN Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860)...... 49
Fecha de catalogación: 19/03/2010 RAÚL O. FRADKIN Sociedad y militarización revolucionaria
Buenos Aires y el Litoral rioplatense en la primera mitad del siglo XIX................. 63
JORGE GELMAN Y SOL LANTERI El sistema militar de Rosas
y la Confederación Argentina (1829-1852)...................................................... 81
Coordinador: Oscar Moreno SARA E. MATA La Guerra de Independencia en Salta.
Diseño de tapas e interiores: Andrea P. Simons Güemes y sus gauchos....................................................................................... 99
Revisión: Esteban Bertola GUILLERMO A. OYARZÁBAL Una estrategia para el Río de la Plata.
Fotografía de tapas: Pedro Roth La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo............................ 115
(Cabildo Abierto, de Pedro Blanqué, 1900)
CAPÍTULO II (1862-1880) La organización nacional y la modernización
© 2010 Ministerio de Defensa HILDA SABATO ¿Quién controla el poder militar?
La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas Disputas en torno a la formación del Estado en el siglo XIX......................... 125
ISBN: 978-987-25356-3-6 BEATRIZ BRAGONI Milicias, Ejército y construcción del orden
liberal en la Argentina del siglo XIX................................................................ 141
GUSTAVO L. PAZ Resistencias populares a la expansión y la consolidación
del Estado nacional en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)........ 159
MIGUEL ÁNGEL DE MARCO De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica”............... 177

CAPÍTULO III (1880-1930) La vida político-electoral y los movimientos populares


Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723. SILVIA RATTO La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia
Ninguna parte de esta publicación inluído el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse de Rosas a Roca (1829-1878)........................................................................... 189
o transmitirse en forma alguna, ni tampoco por medio alguno, sea este eléctrico, químico, mecánico, LUCIANO DE PRIVITELLIO El Ejército entre el cambio de siglo y 1930:
óptico, de grabación o fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte de la editorial.
burocratización y nuevos estilos políticos........................................................ 203
Impreso en Argentina.
10 11

WALDO ANSALDI Partidos, corporaciones e insurrecciones HORACIO VERBITSKY Fuerzas Armadas y organismos de derechos
en el sistema político argentino (1880-1930)............................................... 217 humanos, una relación impuesta. ................................. ................................... 465
ISIDORO J. RUIZ MORENO Vida política y electoral (1880-1930). El Ejército...... 233 MARTÍN BALZA La Guerra de Malvinas....................... .................................... 479

CAPÍTULO IV (1930-1943) La crisis del modelo agroexportador NOTAS BIOGRÁFICAS....................... ....................................................................... 497
y la ruptura institucional
NORBERTO GALASSO Las contradicciones en el Ejército durante
el régimen conservador.................................................................................. 255
FABIÁN EMILIO ALFREDO BROWN La industrialización y la cuestión social:
el desarrollo del pensamiento estratégico en Mosconi, Savio y Perón................ 271
ANA VIRGINIA PERSELLO ¿Qué representación? Elecciones, partidos e
incorporación de los intereses en el Estado: la Argentina en los años de 1930....... 289
MARIANO BEN PLOTKIN Políticas, ideas y el ascenso de Perón........................ 305

CAPÍTULO V (1945-1955) El peronismo y el compromiso industrialista


TORCUATO DI TELLA Industria, Fuerzas Armadas y peronismo...................... 321
MARCELO SAÍN Defensa Nacional y Fuerzas Armadas.
El modelo peronista (1943-1955).................................................................... 333
SUSANA BIANCHI Hacia 1955: la crisis del peronismo..................................... 343
CAROLINA BARRY El peronismo político, apuntes para su análisis (1945-1955)...... 359

CAPÍTULO VI (1955-1976) La alternancia de los gobiernos civiles y militares.


El partido militar y el peronismo. La influencia de las doctrinas extranjeras
sobre las Fuerzas Armadas
MARÍA MATILDE OLLIER Las Fuerzas Armadas en misión imposible:
un orden político sin Perón............................................................................ 375
ERNESTO LÓPEZ La introducción de la Doctrina de la Seguridad
Nacional en el Ejército Argentino................................................................. 389
LUIS EDUARDO TIBILETTI La sociabilización básica de los oficiales
del Ejército en el período 1955-1976............................................................. 403
JOSÉ PABLO FEINMANN Ilegitimidad democrática y violencia......................... 415

CAPÍTULO VII (1976-1983) La dictadura militar y el terrorismo de Estado


La Doctrina de la Seguridad Nacional y el neoliberalismo
EDUARDO BASUALDO El nuevo funcionamiento de la economía
a partir de la dictadura militar (1976-1982).................................................. 431
FABIÁN BOSOER El Proceso, último eslabón de un sistema
de poder antidemocrático en la Argentina del siglo XX................................. 451
13

P RÓLOGO

D RA . N ILDA G ARRÉ
M INISTRA DE D EFENSA

La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas es el


resultado de la contribución de un conjunto de historiadores, periodistas, políticos
y militares que fueron convocados a participar en el Ciclo Anual de Mesas Redondas
organizado durante el año 2009 en el marco de las celebraciones por el Bicentenario
de la Nación Argentina.
El ciclo se organizó bajo una idea rectora: la conmemoración del Bicentenario
debe impulsar la comprensión crítica de la historia viva de la Patria. A partir de este
objetivo, desde el Ministerio de Defensa, se alentó el análisis acerca del desempeño
de las Fuerzas Armadas en los acontecimientos decisivos de la historia argentina, con
el fin de que éste permita, a las futuras generaciones, elaborar una valoración objetiva
en la que se potencien los aciertos y se desalienten definitivamente los errores.
Las siete mesas que se desarrollaron entre los meses de mayo y diciembre del
año 2009 en el Salón de Actos del Ministerio y que fueron transmitidas por el sis-
tema de video conferencia a distintas unidades militares, contaron con una audiencia
poblada de jóvenes oficiales de las tres Fuerzas, algunos altos oficiales y personas
de la vida política e intelectual. Es de destacar, en el conjunto de las participaciones,
la inquietud y la rigurosidad demostradas en los análisis de las diferentes situaciones
problemáticas de la historia argentina y del rol que en ellas desempeñaron las Fuerzas
Armadas.
El Ciclo Anual de Mesas Redondas se inscribe dentro del Plan Integral de
Modernización del Sistema de Defensa impulsado por el Ministerio de Defensa, que
se funda en el principio de conducción civil de los asuntos castrenses, que a su vez
se sustenta en el enunciado de diez grandes líneas de acción, una de las cuales es el
fortalecimiento de la vinculación del sistema con la sociedad civil.
Esta línea de acción promovió el desarrollo de muy variadas actividades,
pero todas ellas orientadas a la generación y difusión de un espacio de diálogo que
resultara útil para favorecer el acercamiento de la ciudadanía en su conjunto al
conocimiento de los hechos del pasado y a la recuperación de la memoria colectiva.
14 PRÓLOGO La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas D RA . N ILDA G ARRÉ . M INISTRA DE DEFENSA 15

El diseño del ciclo se gestó a partir de definir los más importantes nudos pro- en el artículo que se incluye en el presente volumen–, que sólo a fines del siglo, el
blemáticos de la historia argentina, en función de la construcción de la Nación y predominio de las posturas centralistas condujo a privilegiar el fortalecimiento de
las funciones propias de las Fuerzas Armadas en cada una de aquellas situaciones. los cuerpos regulares en detrimento de las milicias, para asegurar de esta manera el
La primera de dichas coyunturas está dada por los procesos de la Independencia monopolio estatal del uso de la fuerza. La participación de los cuerpos regulares
y de la organización nacional. La Revolución de Mayo se desencadenó en el Río de y las milicias en la construcción del orden liberal a finales del siglo XIX se analiza
la Plata como un acontecimiento que no contó con un programa previamente for- también en los conflictos de poder en la región de Cuyo.
mulado por sujetos sociales o políticos,1 pero que con el transcurrir del tiempo, Los dos nudos que se analizan a continuación se inscriben en el período
sería constitutivo de la Nación y circunstancia de profundo análisis para cualquier denominado como la “Argentina moderna” (1880-1930), considerado como un
perspectiva y desarrollo político futuro. De esta manera, una vez que la Revolución único período en términos económicos, con base en el modelo primario expor-
se produjo y se estableció la Primera Junta, fue necesario legitimarla. Si bien el tador y como dos subperíodos en el aspecto político divididos por la sanción de
gobierno se había formado en Buenos Aires, representaba a un territorio mucho la Ley Sáenz Peña
mayor, al que ahora había que llegar para convencer a sus autoridades y pobladores.2 Así, el tercero de los nudos históricos se define a partir del emprendimiento
A partir de este momento, el rol que desempeñan las Fuerzas Armadas se vuelve llevado a cabo contra las poblaciones indígenas, con que se inicia el período de la
significativo, ya que las nuevas autoridades, como afirma Halperin Donghi,3 “Argentina moderna”. Esta acción se basaba en un fundamento programático, com-
deciden difundir la noticia de su gobierno en todas las ciudades del virreinato a partido por los sectores dominantes de Occidente, según el cual las naciones sólo
través de expediciones militares; con lo cual la guerra se presentaba como un serían viables si contaban con una población blanca y cristiana. Esta idea se vincula
horizonte inevitable. Ésta problemática, que se discute en el libro, es posible defi- con aquella afirmación de Juan Bautista Alberdi acerca de que: “somos europeos
nirla como la militarización del conjunto de la sociedad, y la forma en la que este transplantados en América”. Mientras que en las Bases lo guía la convicción de que
proceso ha de signar la experiencia política de toda una generación. A esta coyuntura se en Hispanoamérica el indígena “no figura, ni compone mundo”.5 Julio A. Roca
agrega el análisis de los conflictos relacionados con la Guerra de la Independencia emprendió una campaña agresiva para llevar la frontera desde el zanjón hasta los
librada por los gauchos de Güemes y la batalla de Montevideo, donde una naciente bordes del río Negro, combatiendo a los indígenas, utilizando los instrumentos
armada de las fuerzas revolucionarias al mando del almirante Guillermo Brown derro- de la modernización tecnológica como el telégrafo y el ferrocarril y la profesionali-
tará a los realistas y liberará la región este del que fuera el virreinato del Río de la Plata. zación de las Fuerzas Armadas. La eliminación física de los indígenas hasta más allá
El segundo nudo considerado consiste en la coyuntura que se produjo durante del río Negro significó la incorporación de 15.000 leguas de tierra productiva.6
la última parte del siglo XIX, en la que: “el Ejército restableció con rapidez el orden Pero la incorporación de esas 15.000 leguas significó también: “según consta
interno necesario para la puesta en marcha del plan de modernización y apresuró en la Memoria del Departamento de Guerra y Marina del año 1879, 1.271 indios
la unificación del país a pesar de que ello costó la autonomía real de las provincias”.4 de lanza prisioneros, 1.313 indios de lanza muertos en combate, 10.539 indios no
La cuestión se discutió desde una moderna perspectiva historiográfica que parte de combatientes prisioneros y 1.049 indios reducidos voluntariamente”.7
aceptar que la organización militar se encontraba constituida tanto por el ejército La cuarta problemática identificada y discutida en la misma mesa que la ante-
de línea como por la Guardia Nacional, y ambos componían el Ejército Nacional. rior está dada por la relación entre el Ejército –que tuvo, en este período de la his-
Hilda Sabato afirmó, en su ponencia a la segunda de las mesas redondas –y lo reitera toria argentina, un fuerte proceso de conversión a una sólida burocracia estatal y
profesional– y la política en las modalidades que adquirió después de la sanción de
la Ley Sáenz Peña y la posterior victoria de la UCR en 1916. Waldo Ansaldi sostuvo
1 Oscar Terán, Historia de las ideas en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 25.
2 José C. Chiaramonte, Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), Buenos Aires, Emecé, 1997, p. 133.
3 Tulio Halperin Donghi, De la revolución de Independencia a la Confederación Rosista, Buenos Aires, 5 Oscar Terán, op. cit., p. 112.
Paidós, 2000. 6 Ezequiel Gallo y Roberto Cortés Conde, La República conservadora, Buenos Aires, Paidós, colección
4 Haydée Gorostegui de Torres, La Organización Nacional, Buenos Aires, Paidós, colección Historia Historia argentina (tomo 5), 2005, p. 42.
argentina (tomo 4), 2000. p. 93. 7 Silvia Ratto, Indios y Cristianos, Buenos Aires, Sudamericana, 2007, p. 183.
16 PRÓLOGO La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas D RA . N ILDA G ARRÉ . M INISTRA DE DEFENSA 17

en la tercera de las mesas –y lo afirma en el artículo incluido en el presente volumen– “La defensa nacional exige una poderosa industria propia y no cualquiera
que: “entre 1880 y 1930 el país atravesó una situación de existencia de un Estado sino una industria pesada” afirmó Perón en aquella conferencia. Esta perspectiva
y una sociedad civil fuertes, relación que no terminó de consolidarse en tales tér- hacía necesaria “la acción estatal, protegiendo a las manufacturas consideradas de
minos. Hubo un progresivo fortalecimiento de la sociedad civil, pero fue un for- interés estratégico, y la creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares
talecimiento corporativo. En ese contexto, el sistema político –con sus dobles que contempla la solución de los problemas neurálgicos que afectan a las industrias
mediación y lógica, partidaria y corporativa– acentuó la debilidad de los partidos radicadas en la Argentina”.11
y la fortaleza de las asociaciones de interés, díada que, a su vez, operó en el sen- Durante el período del peronismo clásico la relación entre el gobierno y las
tido de un creciente afianzamiento del poder y del papel del Estado”.8 Fuerzas Armadas se estructuró a partir de la llamada Doctrina de la Defensa Nacional.
El quinto de los nudos problemáticos se refiere al rol de las Fuerzas Armadas Ésta se sustentaba en una concepción de la guerra muy convencional y limitada, en
luego del golpe de Estado de 1930. A partir del gobierno presidido por el general la que se preveían posibles confrontaciones bélicas localizadas con los países vecinos,
Agustín P. Justo y del debate de las carnes se inicia en el país lo que Tulio Halperin particularmente con Chile y el Brasil. Estas dos hipótesis de conflicto configuraron
Donghi denominó la “República del Fraude”.9 La influencia que ejerció este período el canon para la organización y el despliegue de las Fuerzas Armadas argentinas.
sobre el Ejército afectó la moral y la opinión del cuerpo de oficiales: “se perfiló la ten- La siguiente coyuntura se sitúa en el período político que se inaugura en 1955,
dencia a subordinar los valores profesionales a los problemas políticos, y los temas con el derrocamiento del gobierno de Perón por las Fuerzas Armadas, en el que éstas
que antes se creían ajenos a la competencia de los oficiales se convirtieron en cues- ocupan el centro de la escena política, y concluye en 1973, a partir de la vuelta de un
tiones de discusión cotidianos con efectos perjudiciales que fueron evidentes para el nuevo gobierno peronista. Al igual que el conjunto de la corporación política que
nivel profesional”.10 se había opuesto a Perón y al movimiento peronista, las Fuerzas Armadas se dividen
Además, este período histórico comprende otra coyuntura que requiere ser en cuanto a la interpretación acerca de su figura y perspectivas políticas y a la manera
analizada: el modo de considerar el desarrollo industrial argentino, en tanto pilar fun- de vincularse con él y con el movimiento. Existe, por ejemplo, el proyecto de cons-
damental para el crecimiento económico y el bienestar social. Tres hombres prove- truir un peronismo sin Perón (Lonardi). Al mismo tiempo, existe otro proyecto
nientes del Ejército fueron quienes se habrían de ocupar con mayor compromiso que consiste en una maniobra de “desperonización”, fundada básicamente en la
de esta cuestión: Enrique Mosconi, Manuel Savio y Juan D. Perón. Su ideario se incor- represión del movimiento (Aramburu). Estas dos concepciones atravesarán todo el
pora, en este período, al de numerosos oficiales que se interesaron fuertemente por período, incluido el primer intento de las Fuerzas Armadas de gobernar el país por
el manejo de los asuntos públicos. ellas mismas, no de manera transitoria para reponer los valores democráticos supues-
El sexto de los plexos problemáticos se puede ubicar históricamente durante tamente afectados sino con el fin de llevar adelante un modelo de país (Onganía).
el período del peronismo clásico. Una de las expresiones mas claras de Perón en relación Este análisis permite delinear y comprender el séptimo de los núcleos problemáticos
con las Fuerzas Armadas figura en la conferencia que dictara en la Universidad de que fueron debatidos en el Ciclo Anual de Mesas Redondas.
La Plata en 1944, que se incluye en numerosas publicaciones con el título de “El sig- El octavo de los nudos problemáticos está definido por lo que se conoce como
nificado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”, en la que desarrolló el gobierno del Partido Militar. El llamado Proceso de Reorganización Nacional asu-
dos conceptos centrales: la “Nación en armas” y el desarrollo industrial argentino. mió el poder con el objetivo expreso de restablecer el orden: esto implicó, en los hechos,
la más brutal represión del conjunto de las organizaciones populares. Restablecer
el orden, para el gobierno de los militares, consistió en eliminar físicamente todas las
barreras que el pueblo había construido en defensa de los intereses nacionales. La repre-
8 Waldo Ansaldi, “Partidos, corporaciones e insurrecciones en el sistema político argentino (1880- sión fue ejecutada sin ninguna legalidad: no hubo detenidos, jueces, ni procesos.
1930)”, en el presente volumen.
9
Existió la prisión, la tortura y la muerte decidida por los propios represores.
Tulio Halperin Donghi, La República imposible (1930-1945), tomo V, Buenos Aires, Ariel Historia,
2004.
10 Robert A Potash, El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, Buenos Aires, Sudamericana, 11 Carlos Altamirano, Bajo el signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel Historia, colección
1981, p. 118. Biblioteca del Pensamiento Argentino (tomo VI), 2001, p. 24.
18 PRÓLOGO La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas D RA . N ILDA G ARRÉ . M INISTRA DE DEFENSA 19

Un documento del Ministerio de Defensa del año 200712 afirma que las Es de destacar también, que el Ministerio de Defensa desarrolla desde hace
Fuerzas Armadas se habían volcado hacia la seguridad interior, el despliegue e cuatro años, un proyecto de reforma y transformación del área de Defensa que
inteligencia que: “alcanzó su máxima expresión bajo los años de la última dicta- incluye procesos en realización y en curso en las áreas legal, de planeamiento
dura militar con la conformación de las denominadas zonas y subzonas de segu- estratégico y doctrinario, de la educación, del sistema de justicia militar, de recu-
ridad interior, el despliegue de estructuras de inteligencia operativas, una fuerte peración de la industria de la Defensa, de la racionalización presupuestaria, de la
vinculación operacional con las fuerzas policiales y de seguridad –respecto de las política de género y de las prácticas y la educación en derechos humanos y derecho
cuales ejercía efectivamente la conducción de este tipo de actividades– y el desarrollo internacional humanitario.
de una estrategia contra subversiva que en gran medida escapó a los parámetros Este proyecto impulsado durante las presidencias de Néstor Kirchner y
legales y morales y terminó configurando uno de los casos más significativos de Cristina Fernández de Kirchner ha hecho centro en la profundización del control
terrorismo de Estado en la Región”. civil del área de Defensa, en la verticalización a la autoridad constitucional de las
En relación con esta problemática, Horacio Verbitsky sostuvo en la mesa Fuerzas Armadas como anhelo de generaciones de argentinos y de mayorías popu-
redonda –y lo reitera en el artículo que forma parte de este volumen– que: “la uti- lares que procuraron durante décadas, concluir con el movimiento corporativo autó-
lización de concepciones laxas y ambiguas de seguridad y de defensa y la asigna- nomo de una concepción militar tutelar del poder civil.
ción de tareas sociales para las Fuerzas Armadas en democracia conllevan un alto Como esta idea tutelar surgió no solamente de políticas de poderosos grupos
riesgo de violación de derechos fundamentales y pueden alterar la subordinación económicos, culturales, políticos y religiosos, sino de la construcción histórica que
al poder civil”.13 los mismos realizaron, contribuir a la revisión crítica y a la investigación histórica
El último de los nudos problemáticos que también se discutió en el marco científica, con perspectivas plurales, ha constituido un aporte de esta cartera a la cele-
de la última mesa redonda estuvo vinculado con la Guerra de Malvinas, que cons- bración reflexiva del Bicentenario.
tituyó el primer conflicto entre dos naciones del mundo occidental luego de la La perspectiva de un área de Defensa donde la responsabilidad directiva, pero
Segunda Guerra Mundial. también la participación activa de civiles, constituye un elemento fundamental
Esta guerra presentó en su desarrollo la increíble combinación de elementos para acentuar esa perspectiva democrática, nacional y popular, que da sustento social
novedosos con otros que se creían pertenecientes al pasado. Por una parte se pro- a la doctrina del ciudadano-soldado que es, en primer lugar un argentino con todos
dujo el debut del misil antibuque Exocet y el avión de despegue vertical Harrier; los derechos y las obligaciones del resto de sus compatriotas, luego funcionario
por otra parte, se llevaron a cabo combates nocturnos de infantería a bayoneta como público y, finalmente, un profesional militar comprometido hasta dar la vida en
eran habituales durante la Gran Guerra. defensa de la Patria, la Nación y la República constitucional.
En cuanto al comportamiento de las tropas, es de destacar que los soldados, Quedan atrás el tutelaje conservador con mirada subyugada por los conflictos
en muchos casos con muy poca instrucción, demostraron una notable abnegación de bloques y potencias subordinantes de la Argentina, pero también una idea ana-
y se cubrieron de gloria enfrentando a una de las mejores unidades del mundo. crónica del supuesto abrazo “pueblo-Fuerzas Armadas” que encubriera en años
Sin embargo, no ocurrió lo mismo en el ámbito de la oficialidad, donde si bien hubo recientes aventuras donde el pueblo era, en el mejor de los casos un invitado a través
una participación valerosa de numerosos jóvenes oficiales, también existieron muchos de la demagogia o, trágicamente, la víctima de represiones tan crueles como insensatas.
otros que se inclinaban en mayor medida a impartir sanciones a la tropa propia antes Hay otra historia posible para el futuro que ya se visualiza con certeza en los
que ejemplos para sus subordinados. mandos de las Fuerzas, en sus cuadros medios y, sobre todo, en las nuevas gene-
Los nudos problemáticos que hemos señalado intentan ofrecer un aporte a raciones militares. Es la conversión de sus cuadros en un nuevo tipo de soldado.
la necesaria discusión de la relación entre la construcción de la Nación y el papel de Pero para que esa historia se construya, el debate sobre el pasado castrense
las Fuerzas Armadas. que permite recuperar capítulos fundamentales –en la Independencia– productivos
12 Modernización del Sector Defensa, Ministerio de Defensa, Buenos Aires, 2007. en el apoyo al crecimiento nacional y los comportamientos heroicos en acciones
13 Horacio Verbitsky, “Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, una relación impuesta”, equivocadas como la Guerra de Malvinas, se debe debatir el pasado desde otra
en el presente volumen. mirada. La expuesta en estas jornadas y condensada en estas páginas no es, por
20 PRÓLOGO La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas 21

cierto, la única posible. El Ministerio la pone deliberadamente en curso para que el


progreso del intercambio y la investigación inauguren una nueva edad argentina
de la Defensa, que la vincule definitivamente con América Latina y con el pro-
yecto de la paz perpetua universal que el cincelador de la Constitución Nacional,
I NTRODUCCIÓN
Juan Bautista Alberdi, apuntalara en el siglo XIX en las páginas memorables de
El crimen de la guerra.
O SCAR M ORENO
Que la reconciliación arribe de la mano de la justicia, la verdad y la memoria.
COORDINADOR

DRA. NILDA GARRÉ

Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate

El Cabildo Abierto del 22 de mayo reunió a más de 250 vecinos, de los 400
convocados, y para consagrar a la Primera Junta, el 25 de mayo, resultó fundamental
la participación de los regimientos militares que venían configurándose desde las
invasiones inglesas, de allí la importancia de Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento
de Patricios.1
La Junta decidió difundir los contenidos de la Revolución a través de expedi-
ciones militares al resto de las ciudades que conformaban el virreinato del Río de la
Plata. Lo que implicó una fuerte militarización de la sociedad a través del sistema de
milicias.
La guerra contra los realistas tuvo varios escenarios. En el norte los intentos de
avanzar hacia el Alto Perú terminaron en 1815 con el desastre de Sipe-Sipe. Desde allí,
Martín de Güemes al mando de sus Gauchos2 habría de rechazar año tras año las inva-
siones realistas. Mientras que la guerra hacia el este terminaría con el triunfo, en mayo de
1814, de la escuadra revolucionaria al mando de Guillermo Brown que derrotó a la
escuadra realista. Allí tuvo su acta de bautismo la que sería luego la Armada Argentina.73
En 1816 se declaró la Independencia en el Congreso de Tucumán. En 1817,
el Ejército Libertador cruzó la cordillera hacia Chile y con la batalla de Maipú dejó

1 Oscar Terán, Historia de las ideas en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 36.
2 Sara Emilia Mata, Los Gauchos de Güemes. Guerras de la Independencia y conflicto social, Buenos
Aires, Sudamericana, 2008.
3 En el sitio oficial de la Armada <www.ara.mil.ar> se afirma que son cuatro los acontecimientos que
constituyen su historia: “La primera escuadrilla Argentina” (Azopardo y Gurruchaga) es de 1810 con
asiento en el apostadero de Montevideo; la campaña naval de 1814 desarrollada por la Armada Argentina
y comandada por el almirante Guillermo Brown, que libró la histórica batalla de Montevideo; las cam-
pañas corsarias (Brown y Bouchard) que contribuyeron, de manera definitiva, a la decadencia del comercio
español; y la expedición libertadora al Perú que comandó el general San Martín.
22 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 23

liberado el territorio del país trasandino. En 1820, habiendo colapsado el gobierno Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos”, de Sara E. Mata, en el que se con-
nacional, el Ejército de los Andes marchó hacia la liberación del Perú. frontan los perfiles militares, sociales y políticos que presentó la Guerra de Independencia
Al finalizar la Guerra con Brasil, en 1828, los unitarios, liderados por Juan en la provincia de Salta. Güemes no defendió ninguna frontera, defendió la revo-
Lavalle tomaron las riendas del poder en la provincia de Buenos Aires y fusilaron lución de Buenos Aires y la independencia americana; el extremo norte de la pro-
a la figura más importante del federalismo, Manuel Dorrego.4 vincia de Salta sería frontera recién a partir de 1821 y no antes. “Una estrategia para
En el período desde 1829 hasta 1853 se desarrolló la Confederación y el el Río de la Plata. La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo”, de
gobierno de Rosas.5 El triunfo de Rosas estuvo claramente vinculado con la poli- Guillermo Oyarzábal, en el que se da cuenta de los aspectos políticos y económicos
tización de los hombres de campo. Él tuvo como objetivo la paz por una parte, que llevaron a formar la escuadra que libró la batalla de Montevideo derrotando
y la representación de las masas que irrumpieron en la política. En síntesis, se logró a los realistas en el este.
la paz interior del país federal en la medida en que los caudillos creyeron que el ___________
interior había triunfado sobre Buenos Aires. Distinta fue la situación en el Litoral,
allí la pacificación nunca llegó y, por el contrario, este conflicto conduciría a la La modernización de la Argentina se desarrolló como una necesidad sur-
derrota del rosismo. gida frente a los dos procesos que se afianzaron a partir de 1860, la producción
La gran alianza antiporteña, que se forjó en gran medida a partir del con- de productos agropecuarios que el mundo demandaba y la apertura del país a la
flicto con Montevideo y las potencias con ingerencia en el Río de la Plata (Gran inmigración europea.
Bretaña y Francia), liderada por Urquiza derrotó a Rosas en Caseros. El período, que se extiende hasta aproximadamente 1880, se caracterizó
El triunfo de Urquiza, la sanción de la Constitución Nacional en 1853, los por el afianzamiento del orden institucional y una profunda transformación del
enfrentamientos con Buenos Aires que terminaron en Pavón, se constituyeron en orden económico y social en el país. Se sucedieron en la presidencia tres persona-
la etapa previa a la formación del Estado nacional. lidades por completo diferentes: Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento
El capítulo que analiza los sucesos ocurridos durante este período se con- y Nicolás Avellaneda.
forma de cinco artículos: “Revolución y Nación en el Río de la Plata”, de Fabio La cuestión de la Capital, en el ámbito interno, y la Guerra del Paraguay,
Wasserman, que parte de aceptar el consenso acerca de la consideración de la en el internacional, constituyeron los grandes conflictos del período.
Revolución de Mayo como hecho fundante de la Nación, para discutirlo a través Durante la presidencia de Sarmiento se institucionalizó el Ejército Nacional.
de diversas perspectivas historiográficas en relación con el proceso a partir de un En esta creación se advierte la influencia de Mitre que había dado los primeros
enfoque preciso acerca de la Nación. “Sociedad y militarización revolucionaria. pasos para constituirlo luego de Pavón, al unificar la Guardia Nacional de Buenos
Buenos Aires y el Litoral rioplatense en la primera mitad del siglo XIX”, de Raúl Aires con otros grupos dispersos de la Confederación y transferir el Ministerio de
Fradkin, en donde se analizan los impactos y significados de la militarización Guerra al orden nacional. La constitución integral del cuerpo no ocurrió hasta
revolucionaria que multiplicó las ya heterogéneas formaciones armadas con que 1864, una vez concluida la campaña contra el “Chacho” Peñaloza.
contaba la colonia y la extrema politización de los sectores sociales populares. “El El gobierno procedió de esta manera, a la creación de un ejército perma-
sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852)”, de Jorge nente y, también, de la Escuela Naval Militar. Si bien todo aquello que complementó
Gelman y Sol Lanteri, en donde se destaca que la militarización y politización de a esta disposición (formas de reclutamiento, estructura jerárquica, reglamentos)
base rural constituyeron las piezas centrales de la autoridad estatal y del exitoso se produjo posteriormente al decreto originario, sus lineamientos fundamentales
proceso de disciplinamiento social. El texto estudia el entramado militar-miliciano en y, por lo tanto, su origen institucional se encuentran en éste. Finalmente, la crea-
los gobiernos de la etapa federal, y en sus dispositivos coercitivos. “La Guerra de ción del Colegio Militar en 1869 y la ley de 1872, que estableció las nuevas formas
de reclutamiento, antecedente directo de la conscripción obligatoria, fundaron
4 Raúl O. Fradkin, ¡Fusilaron a Dorrego!, Buenos Aires, Sudamericana, 2008. las normativas que dieron forma definitiva a la institución en la Argentina moderna.
5 Alejandro Cattaruzza, Los usos del pasado. La historia y la política argentina en discusión (1910- En resumen, y en consideración de las diferentes perspectivas que el análi-
1945), Buenos Aires, Sudamericana, 2008, pp. 161-188, cap. 7: “Las huellas de Rosas”. sis permite, es posible afirmar, sin abrir juicios acerca de los métodos y de la opor-
24 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 25

tunidad en particular, que “el Ejército restableció con rapidez el orden interno campaña más agresiva con el fin de llevar la frontera hasta los bordes del río
necesario para la puesta en marcha del plan de modernización y apresuró la uni- Negro, procediendo a la eliminación física de los indígenas.8
ficación del país a pesar de que ello costó la autonomía real de las provincias”.6 En 1880 asumió el gobierno el general Julio A. Roca y se origina el deno-
Los cuatro artículos que componen este capítulo son: “¿Quién controla el minado proyecto de la Generación del 80. Las reformas institucionales fueron:
poder militar? Disputas en torno a la formación del Estado en el siglo XIX”, de en 1884 la Ley de Creación del Registro Civil, la sanción de la Ley del Matrimonio
Hilda Sabato; este trabajo contiene una referencia a la organización militar en la Civil y fundamentalmente, la ley 1.420 que universalizó la enseñanza primaria,
Argentina del siglo XIX y su relación con el proceso de formación del Estado que a partir de entonces debía ser laica, gratuita y obligatoria.
nacional, en la que se funda el análisis acerca de la cuestión de las luchas políticas El servicio militar obligatorio comenzó a regir una vez que el ministro de
y las guerras internas, así como la manera en la que éstas afectaron a la organi- Guerra, el teniente general Pablo Ricchieri consiguió la promulgación de la ley 3.948;
zación militar hasta finales del siglo. “Milicias, Ejército y construcción del orden los conscriptos nacidos en 1880 constituyeron la primera clase que fue convocada.
liberal en la Argentina del siglo XIX”, de Beatriz Bragoni, estudia la centralidad A su vez, el siglo XIX estuvo marcado por diferentes conflictos con Chile que
del proceso de militarización y politización popular, y su impacto en la construcción culminaron con el acuerdo del 23 de julio de 1881, completado con el protocolo
de la pirámide de poder de los caudillos, que sucedió a la destrucción del poder adicional de 1893. El punto principal del acuerdo fue que el límite entre ambos
central en 1820. También demuestra el modo en el que la inestabilidad del sistema Estados lo constituía la Cordillera de los Andes y que la forma de delimitar la frontera
de alianzas e inestabilidades interprovinciales coadyuvaron a la institucionalización era a partir del principio de altas cumbres que dividen aguas. La Argentina no
del poder nacional durante el siglo XIX. “Resistencias populares a la expansión y podría tener puerto alguno sobre el Pacífico, ni Chile sobre el Atlántico. Sin embargo,
consolidación del Estado nacional en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy en este acuerdo no se encontró el fin de la disputa.
(l874-1875)”, de Gustavo Paz, se trata de un trabajo que compara las formas de Ya durante los primeros años del siglo XX, la crisis económica aumentó la
acción popular colectiva en dos provincias argentinas durante las décadas de la conflictividad social, que alcanzó su punto más alto con la huelga general de 1902
formación del Estado nacional. “De la Marina ‘fluvial’ a la Marina ‘atlántica’”, de que paralizó a la ciudad de Buenos Aires. La respuesta del gobierno fue la sanción
Miguel Ángel De Marco, da cuenta de los enfrentamientos entre las marinas flu- de la Ley de Residencia que permitía deportar a quienes perturbaran el orden público.
viales de Buenos Aires y la Confederación, hechos que determinaron, durante la La crisis y el avance de los sectores medios hicieron crecer en importancia
presidencia de Sarmiento, la creación de la Escuela Naval Militar y con ésta el naci- al partido que mejor los representaba: la Unión Cívica Radical y a su líder don
miento de la Marina moderna. Hipólito Yrigoyen. Lo que impulsó al gobierno de Sáenz Peña a dictar una ley
___________ electoral que estableció el sufragio secreto y universal, con los padrones militares.
En 1916, se realizaron los comicios en el marco de dicha ley electoral y triunfaron
No es posible referirse al año 1880 sin considerar previamente la llamada los radicales.
“Conquista del desierto”. El avance de la línea de fronteras, entre los cristianos y Los sectores sociales que llegaron al gobierno con el radicalismo fueron
los indios, después de Rosas, se realizó en dos etapas. El plan de Alsina que con- “los hijos de la ley 1.420”. Los dirigentes del radicalismo surgieron de las profesiones
sistió en la construcción de una serie de fortines unidos entre sí por una zanja que liberales, el comercio y la producción que, a su vez, constituyeron las mayores
extendió la frontera hasta lo que en la actualidad es el suroeste de la provincia de posibilidades para el ascenso social. Pero quizás este origen, es el que provocaba
Buenos Aires; sin embargo, con la muerte de Alsina, Julio Roca, emprendió una en ellos un intenso deseo de integrarse de otra manera a las elites y fue lo que los
inhibió para provocar los cambios en la estructura económica, que, según demostró

7 Ezequiel Gallo y Roberto Cortés Conde, La república conservadora, Buenos Aires, Paidós, colección
Historia argentina (tomo 5), 2005, p. 42.
6 Haydée Gorostegui de Torres, La Organización Nacional, Buenos Aires, Paidós, colección Historia 8 Silvia Ratto, Indios y cristianos. Entre la guerra y la paz en las fronteras, Buenos Aires, Sudamericana,
argentina (tomo 4), 2000, p. 93. 2008, pp. 202-203.
26 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 27

la historia, hubiera sido el único camino para mantener y profundizar la demo- Mosconi al frente de YPF. Estas circunstancias confluyeron para hacer posible el
cracia formal nacida con la Ley Sáenz Peña.9 triunfo del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930.
Se vuelve necesario un breve comentario acerca de la relación entre los radi- Los cuatros artículos que conforman este capítulo son: “La ocupación militar
cales y los militares, porque hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña ellos apostaban de la Pampa y la Patagonia de Rosas a Roca (1829-1878)”, de Silvia Ratto, donde
al cambio político a través de la insurrección, sólo como ejemplo se puede mencionar se analiza el modo en el que la política de fronteras y la política respecto de la
que en septiembre de 1889, en la creación de la Unión Cívica “[de la] cual surgiría población aborigen se confundieron en una sola discusión. Éstas se desarrollaron
el Partido Radical, cadetes uniformados participaron ostensiblemente del mitin”.10 de dos maneras: una consistió en el avance a través de la negociación que tenía
Las tensiones sociales provenientes de la crisis financiera, la caída de los como fin la incorporación de la población indígena al territorio conquistado. La
precios de los artículos de exportación y el desempleo, explotaron en dos situa- otra, a partir de los avances militares que sometieran a la población originaria. “El
ciones colectivas, una de ellas fue la huelga general de trabajadores industriales en Ejército entre el cambio de siglo y 1930: burocratización y nuevos estilos políticos”,
Buenos Aires (1919) que se inició en los Talleres Metalúrgicos Vasena. A la repre- de Luciano de Privitellio, se trata de un trabajo que investiga la relación entre el
sión estatal se le sumaron los grupos civiles de la Liga Patriótica con una fuerte Ejército –luego de las transformaciones de 1890– y la política –a partir de los cambios
impronta antisemita. La otra situación que se produjo fue la huelga de los peones de 1912–. El modelo militar que surge de la renovación se habría de transformar,
de las estancias en la Patagonia. La primera es la que se recuerda como la “Semana fundamentalmente, en la década de 1930 a causa del impacto que provocaron las
Trágica” y la segunda como la “Patagonia Rebelde”. En la represión que se produ- ideologías de origen europeo impulsadas por la crisis de entreguerras y del rol de la
jo a partir de esos hechos, fundamentalmente en la huelga de los peones de las Iglesia católica dentro de la institución. “Partidos, corporaciones e insurrecciones
estancias en la Patagonia, el Ejército tuvo una decisiva participación. en el sistema político argentino (1880-1930)”, de Waldo Ansaldi, demuestra que
La defensa del sistema caracterizado por el ascenso social le proporcionó a entre 1880 y 1930 el sistema político –con su doble mediación, la partidaria y la
Yrigoyen (1916-1922) un fuerte prestigio popular, con el que no contó su sucesor corporatista– acentuó la debilidad de los partidos y la fortaleza de las asociaciones
Marcelo T. de Alvear (1922-1928). En la mitad de la década de 1920 comenzó de interés, lo que habría de operar un afianzamiento del poder estatal. El autor con-
la embestida de los capitales norteamericanos, en concordancia con la expansión de cluye afirmando que la extensión del derecho de ciudadanía política, la paulatina
Estados Unidos y la vacancia dejada por los capitales europeos. Todo ello actuó como consecución de la ciudadanía social y la regulación estatal del conflicto social
revulsivo en la débil estructura económica del país. Estos signos, no fueron com- resultaron insuficientes para asegurar la transición entre el Estado oligárquico y el
prendidos por el gobierno de Alvear que se mantuvo apegado a normas y ritos Estado democrático; el golpe de 1930, además, truncó ese proceso. “Vida política y
propios del sistema económico tradicional. electoral (1880-1930). El Ejército”, de Isidoro J. Ruiz Moreno, presenta una muy
En su corto segundo período, Yrigoyen no logró adaptarse a los cambios detallada descripción de las presidencias que se sucedieron durante este período,
de la vida argentina y mundial, no comprendió las transformaciones que se habían desde la primera de Roca hasta la segunda de Yrigoyen, y, asimismo, de las actua-
producido en el Ejército a partir de la politización que él mismo había provocado, ciones de los diferentes partidos políticos; a partir de esta investigación se confi-
ni que un grupo importante de sectores conservadores habían abandonado su guran las característica más destacadas de la denominada “Argentina moderna”.
fidelidad al sistema democrático y abrazaban con disimulo algunos de los princi- ___________
pios del fascismo italiano. Finalmente no desarrolló ninguna estrategia en el nivel
económico que le permitiera enfrentar la crisis mundial desatada en 1929. Entre La crisis económica y financiera que se inició en la Bolsa de Nueva York el
las contradicciones propias de estos gobiernos radicales se debe destacar la defensa 29 de octubre de 1929 y que se extendió a todo el mundo occidental alcanzó pronto
de la soberanía en materia energética, fundamentalmente en el accionar del general a la Argentina y fue la que le brindó el marco exterior a la restauración conservadora
iniciada con el golpe del 6 de septiembre de 1930, encabezada por José E.
9 José Luis Romero, Breve historia de la Argentina, Buenos Aires, FCE, 1996, p. 127. Uriburu y consolidada durante el gobierno de Agustín P. Justo.11
10 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, tomo I, Buenos Aires, Emecé,
1981, pp. 131-132.
28 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 29

En el seno del gobierno existían dos tendencias: los nacionalistas de Uriburu y antes se creían ajenos a la competencia de los oficiales se convirtieron en cuestiones
los conservadores de Justo, esta tensión se resolvió a favor de Agustín P. Justo en las de discusión cotidianos con efectos perjudiciales que fueron evidentes para el nivel
elecciones de 1931. profesional”.15
Gran Bretaña enfrentó la Crisis del 30 a partir de la fórmula buy british, Justo quería un ejército apolítico, al servicio, esta vez, de las autoridades
que se concretó con los acuerdos de la Conferencia de Ottawa, en 1932. A través de legales y constitucionales: “Un ejército numeroso, bien organizado, dotado con arma-
éstos la exportación de carnes desde la Argentina hacia Gran Bretaña se vio perju- mentos modernos e instalaciones confortables es a priori profesional, despolitizado
dicada. En 1933, Julio Roca, vicepresidente de la Argentina, firmó junto con el pre- y difícilmente conmovible […]. Es por esto que la presidencia de Justo está jalonada
sidente del Board of Trade británico, Walter Runciman, el pacto que la historia recordó por medidas apropiadas para asegurar el perfeccionamiento técnico de los cuadros,
como el de Roca-Runciman. A partir de ese pacto, a costa de los intereses nacionales, una mejor organización de las unidades y entrenamiento completo de las tropas”.16
se acordó de manera satisfactoria la situación de los ganaderos y de los frigoríficos. En 1938, con la asunción de la formula Ortiz-Castillo, surgidos del fraude
En el frente interno se practicaron, parcialmente, las recetas keynesianas de 1937 se agotó el proceso que se pretendió restaurador en la década de 1930.
para la crisis en Estados Unidos, se crearon el Banco Central y las Juntas Reguladoras Cuando Castillo, ante la imposibilidad física de Ortiz, se hizo cargo del gobierno,
de los principales productos de exportación. intentó utilizar a las Fuerzas Armadas en su proyecto de permanecer en la presi-
El transporte, las compañías de electricidad12 y el petróleo fueron, durante dencia de la República. Allí se ha de generar el caldo de cultivo que explica el golpe
el período, el territorio de disputa de los intereses norteamericanos y británicos. militar del 4 de junio de 1943. Los militares que encabezaron el golpe no sólo se
Finalmente, las consecuencias de la guerra y de la crisis dieron nacimiento oponían a tener alguna responsabilidad en una amañada sucesión presidencial,
al proceso de industrialización sustitutiva de productos de importación, asentán- sino que pensaban en la necesidad de una reconstrucción del proyecto nacional.17
dose físicamente en Buenos Aires, el Gran Buenos Aires y el Litoral. Este proceso de El capítulo que abarca este período está compuesto por los siguientes trabajos:
industrialización fue, en parte, la causa de los procesos de migraciones internas.13 “Las contradicciones en el Ejército durante el régimen conservador”, de Norberto
La debilidad política del régimen, la importante presencia de una clase Galasso, en el que se investiga acerca de las diversas tendencias ideológicas y los
obrera industrial, la neutralidad ante la Segunda Guerra Mundial y la mejora en cambios que se advierten en la historia del Ejército durante el siglo XX, a partir de
la situación económica durante la guerra abrieron la puerta al golpe de Estado del aceptar que la mayoría de los oficiales provenían de la clase media, lo que explica por
4 de junio de 1943. qué en su interior se manifestaron tanto tendencias conservadoras, como posicio-
Con el gobierno del presidente general Agustín P. Justo y posteriormente nes populares. “La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del pensa-
al debate de las carnes se ha de inaugurar en el país lo que Tulio Halperin Donghi miento estratégico en Mosconi, Savio y Perón”, de Fabián Emilio Alfredo Brown,
denominó la “República del Fraude”.14 La influencia que ejerció este período sobre da cuenta de la manera en la que estos tres hombres surgidos del Ejército enten-
el Ejército afectó la moral y la opinión del cuerpo de oficiales, “se perfiló la ten- dían la necesidad de industrializar la Argentina, para poder enfrentar la cuestión
dencia a subordinar los valores profesionales a los problemas políticos, y los temas que social. Cuestión que durante el período se encontraba agudizada por los procesos
de migración interna, fundamentalmente hacia el Litoral portuario. “¿Qué repre-
11 Darío Cantón, José Luis Moreno y Alberto Ciria, La democracia constitucional y su crisis,
sentación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses en el Estado: la
Buenos Aires, Paidós, colección Historia argentina (tomo 6), 2000, pp. 121 y ss. Argentina en los años de 1930”, de Ana Virginia Persello, propone un análisis de
12 En materia de electricidad, la CADE, subsidiaria de SOFINA –con sede en Bruselas–, con las ideas y proyectos generados en el período que tenían por objeto separar la
mayoritario capital británico tenía una concesión que vencía en 1957. El Concejo Deliberante de administración de la política, reglamentar la organización y el funcionamiento de
la Ciudad de Buenos Aires (en 1936) dictó dos ordenanzas, la primera alargó el plazo hasta 1971,
la segunda obligó al Estado a comprar todos los bienes muebles e inmuebles de la compañía al ven-
cimiento de la concesión. El diario La Vanguardia (del Partido Socialista) estimó entre 60.000 y 15 Robert A. Potash, El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, Buenos Aires, Sudamericana,
120.000 pesos lo que la compañía pagó cada voto en el Concejo. Nunca fue desmentido. 1981, p. 118.
13 Gino Germani, Estructura social de la Argentina, Buenos Aires, Solar, 1965. 16 Alain Rouquié, op. cit., pp. 260-261.
14 Tulio Halperin Donghi, La República imposible (1930-1945), tomo V, Buenos Aires, Ariel Historia, 2004. 17 Robert Potash, op. cit., pp. 289-340.
30 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 31

los partidos así como reformar el régimen electoral reemplazando el sistema del El 24 de febrero de 1946, el peronismo llegó al gobierno con el 55% de
tercio por la representación proporcional. Ideas propias de la democracia liberal, los votos emitidos en todo el país. El gobierno de Perón dispuso de toda la lega-
que pretendían superar la perversión que, para los portadores de estas ideas, habían lidad, por su amplia mayoría en el Congreso, pero también de la legitimidad que le
implicado los gobiernos radicales. “Políticas, ideas y el ascenso de Perón”, de Mariano permitió su capacidad de movilización de los sectores populares. En el camino de
Ben Plotkin, desarrolla la idea de que fueron vanos los esfuerzos de peronistas y la construcción de la hegemonía en el peronismo, Eva Perón jugó un papel pro-
antiperonistas, por distintos motivos, de caracterizar al peronismo en sus dos pri- tagónico desde la fundación de su mismo nombre, que se ocupó de una gigantesca
meros gobiernos como una ruptura total con la política y la cultura anteriores que tarea social, y a partir de la incorporación de un nuevo actor en el sistema electoral:
habían caracterizado al país. Perón fue un producto de su tiempo y esto se demuestra las mujeres, a través del voto femenino. Finalmente, en esta construcción, tuvo un rol
en el desarrollo de este trabajo a partir de vincular algunas de las dimensiones de preponderante la sanción de la legislación obrera (Sueldo Anual Complementario,
la ideología de Perón con el momento histórico en el que ella se formó. Vacaciones, Jubilación) y la tarea de los sindicatos, a través de las obras sociales.
___________ En el aspecto económico el peronismo se caracterizó por una fuerte inter-
vención del Estado en la economía, que se manifestó en los dos Planes Quinquenales
El 4 de junio de 1943, un conjunto de oficiales del Ejército tomó el poder elaborados por el gobierno, así como en la creación del IAPI (Instituto Argentino
sin resistencia alguna. Perón, uno de los coroneles de 1943, fue designado como de Promoción del Intercambio) con el fin de comercializar las cosechas de granos
subsecretario de Guerra y se hizo cargo del Departamento Nacional del Trabajo, y asegurar el precio sostén a los pequeños y medianos productores.19 A su vez, se
que transformó en Subsecretaría de Trabajo y Previsión y desde allí tejió alianzas produjo el desarrollo de una burguesía industrial nacional, favorecida con los cré-
con los dirigentes sindicales. ditos del Banco Industrial y el fuerte consumo que producía la política de los altos
Las necesidades y la identidad del contingente de un millón de personas salarios. Esta política económica se concretó definitivamente en 1947 con la nacio-
que entre 1936 y 1945 se alojaron en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires fueron nalización de los servicios públicos; de este modo, el gobierno hizo de la naciona-
el objetivo principal de aquella articulación entre Perón y los dirigentes sindicales. lización de los ferrocarriles una bandera de la soberanía nacional.20
Aquel contingente estaba formado por obreros argentinos y por lo tanto “dotados Uno de los mejores ejemplos en relación con la importancia de la industria
de franquicia electoral”.18 La influencia de Perón se afirmó en las relaciones con nacional y su incidencia en el Ejército, durante el peronismo, es el de la Fábrica
el Ejército y con las organizaciones sindicales. Militar de Aviones que estableció una industria que pronto se irradiaría hacia
El crecimiento de Perón llevó a los sectores, autodenominados democráticos, todo el continente. Fueron diez años de oro y esplendor en los que se concibieron
a presionar a los militares hasta que lograron que el 9 de octubre de 1945 desti- el Pulqui II, el IA 37 y el IA 38, un cuatrimotor carguero de ala delta. Un viejo
tuyeran a Perón y lo encarcelaran en la isla Martín García. noticiero en blanco y negro de Sucesos Argentinos todavía permite ver al Pulqui I
El 17 de octubre de 1945 una muchedumbre obrera proveniente del Gran en el aire: el primer jet argentino es colorado, tiene una escarapela en el fuselaje, su
Buenos Aires y particularmente constituida por trabajadores de los frigoríficos de nombre indígena quiere decir “punta de flecha” y hoy está en el Museo Aeronáutico
la zona de La Plata, Berisso y Ensenada ocupó pacíficamente la Plaza de Mayo y de Morón, donde a veces lo repasan como para salir a volar, aunque ya sólo lo haga
exigió la presencia de Perón. Los trabajadores liberaron a Perón, quien habló por en el celuloide de Sucesos Argentinos.21
la noche desde los balcones de la Casa de Gobierno y anunció su retiro del gobierno Las IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) pasaron de la
y su candidatura presidencial. El 17 de octubre había modificado el escenario político. fabricación de aviones a la de automóviles. La producción automotriz se inicia
La apertura del proceso electoral enfrentó a dos formulas: Perón-Quijano (figura
proveniente del radicalismo) y la Unión Democrática, integrada por todos los
19 El IAPI fue muy criticado porque destruyó el negocio de la intermediación que tanto había crecido
partidos políticos existentes, desde los conservadores a los comunistas, con la fórmula
durante los gobiernos de la restauración conservadora (Bunge & Born, Dreyfus, La Continental, etc.).
radical alvearista integrada por: Tamborini-Mosca. 20 La nacionalización de los Ferrocarriles fue muy cuestionada por el monto de lo que se pagó y

por la forma en que se realizó.


18 Tulio Halperin Donghi, op. cit., p. 31. 21 Véase <www.virtualcordoba.com.ar>.
32 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 33

con el sedán para cuatro pasajeros denominado Institec y continuó con un pequeño Fuerzas Armadas fue la denominada Doctrina de la Defensa Nacional, basada en
vehículo utilitario que contaba con una cabina metálica de chapas perfiladas o dos ejes: por una parte, considerar una visión convencional y limitada de la guerra,
moldeadas y una caja de madera con capacidad de carga para media tonelada. fundamentalmente, el conflicto con los países vecinos; y el de “la Nación en Armas”.
Había surgido el Rastrojero.22 El trabajo de Susana Bianchi, “Hacia 1955: la crisis del peronismo”, da cuenta de
A principios de la década de 1950 comenzó la decadencia del peronismo, las diferentes alternancias de la relación entre el peronismo y el catolicismo oficial;
una de las más grandes sequías que recuerde la historia argentina complicó las relación que oscila entre la Pastoral Colectiva de 1945 donde implícitamente se
cosechas de 1950-1951 y 1951-1952 con lo que se vio afectado el desenvolvimiento condenaba a la Unión Democrática y se apoyaba la candidatura de Perón, hasta
normal de la economía, a lo que se debe agregar la impugnación de los militares el 11 de junio de 1955 cuando la celebración de la festividad de Corpus Christi
y la Iglesia a la candidatura de Eva Perón a la vicepresidencia de la Nación, un se transformó en una de las más grandes manifestaciones en contra del gobierno
proceso inflacionario que no hacía posible la inversión, y como consecuencia de de Perón. “El peronismo político, apuntes para su análisis”, de Carolina Barry, se
este último la aparición del fantasma de la desocupación y la pérdida del salario propone analizar el modo en el que se estructuró el peronismo político y definir
real. De esta manera, casi como un símbolo, la muerte de Eva Perón (1952) cierra cuál fue el criterio para marcar y respetar las diferencias entre el Partido Peronista,
un ciclo del peronismo. el Partido Peronista Femenino y la Confederación General del Trabajo.
A partir de 1952 la oposición lograba consolidarse. Las bombas en un acto ___________
en la Plaza de Mayo fueron respondidas con la quema del Jockey Club y las sedes de
algunos de los partidos políticos. Parecía que desde allí no había retorno. Luego El golpe del 16-22 de septiembre de 1955, contó con el apoyo del arco
del enfrentamiento con la Iglesia, ésta se sumó decididamente al frente opositor. político antiperonista. En el interior de la fuerza militar se enfrentaron, nueva-
La quema de las iglesias constituyó el último acto del peronismo y abrió las puertas mente, los sectores nacionalistas-católicos y los sectores liberales. Los primeros
al golpe de Estado, que fracasó el 16 de junio de 1955 en el bombardeo a la Plaza impusieron al primer presidente de ese turno militar, el general (R) Eduardo
de Mayo a cargo de aviones de la Marina, pero que finalmente triunfaría el 16 de Lonardi, quien durante el breve período del gobierno convocó a un hombre de la
septiembre de 1955.23 Restauración Conservadora para que asesorara al gobierno en materia económica.
Los cuatro artículos que componen este capítulo son: “Industria, Fuerzas El Informe Prebisch propuso construir, a largo plazo, una Argentina industrial, más
Armadas y peronismo”, de Torcuato Di Tella, en el que el autor plantea el interés compleja y diversificada que la que se había heredado del peronismo. Para alcanzar
que mostraban las Fuerzas Armadas por la industria, al mismo tiempo que los ese objetivo resultaba necesario incrementar las exportaciones tradicionales ele-
industriales comprendían la importancia de la relación con los militares en tanto vando el ingreso del sector rural en su conjunto. Asimismo el país requería una
éstos son proveedores naturales de los insumos necesarios, desde el acero hasta el modernización de la infraestructura productiva agraria que incluyera las relaciones
transporte. El análisis del pensamiento industrial a partir de la producción del laborales; la diversificación e integración de la estructura industrial argentina y, final-
Instituto de Estudios y Conferencias de la Unión Industrial Argentina cubre gran mente, la expansión de la explotación de combustibles, sin recurrir al capital extran-
parte de este aporte y refuerza lo antes expuesto. “Defensa Nacional y Fuerzas jero. Sin embargo, este plan generó la resistencia de los sectores asalariados y de
Armadas. El modelo peronista (1943-1955)”, de Marcelo Saín, parte de la premisa la pequeña industria, que permanecían fieles a Perón, y no complacía a los grandes sec-
de que a partir de 1930 el poder militar se proyectó como uno de los protagonistas tores exportadores. Éstos constituyeron los límites que habrían de impedir cual-
centrales del sistema político argentino. Según esta perspectiva, el marco conceptual quier despegue de la Argentina y el marco en el que habrían de desarrollarse los
e institucional en el que Perón, desde el gobierno, estructuró su vínculo con las hechos políticos cambiantes que caracterizaron el período hasta 1973.
El 13 de noviembre de 1955 asumió la presidencia el general Pedro E.
Aramburu, que respondía a los sectores más cerrilmente antiperonistas. Fue inter-
22 Véase <www.cocheargentino.com.ar>. venido el Partido Peronista, la Confederación General del Trabajo, las federaciones
23 Ver Carlos Altamirano, Bajo el signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel Historia, colección y los sindicatos; al mismo tiempo se produjo el secuestro del cadáver de Eva
Biblioteca del Pensamiento Argentino (tomo VI), 2001.
34 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 35

Perón. El 9 de junio, ante un intento de asonada se fusilaron y asesinaron a civiles que los militares, que estaban embarcados en la guerra contrarrevolucionaria26 des-
y militares,24 entre ellos el jefe del movimiento, el general Juan José Valle. Se confiaban del accionar del gobierno y lo presionaban permanentemente a través de
dictó el decreto 4.161 que transformó en delito la mención del nombre de Perón y una fórmula propia de la época: “el planteo”. Los treinta y dos “planteos” militares
de otras palabras vinculadas a esta extracción política. Se proscribió de la vida públi- le quitaron autonomía al Presidente, pero politizaron la Fuerza y a causa de esto
ca al conjunto de los dirigentes sindicales que habían actuado con anterioridad a favorecieron su fraccionamiento.
1955. El objetivo fue el de eliminar la identidad popular peronista y captar a ese A pesar de estos acontecimientos, el gobierno se sometió a una prueba
conjunto de ciudadanos para la vida de otros partidos políticos democráticos. muy importante: el 18 de marzo de 1962 enfrentó electoralmente al peronismo,
La respuesta popular consistió en la organización en la clandestinidad de lo y resultó derrotado, en especial en la provincia de Buenos Aires. Un nuevo planteo
que se conoció como la Resistencia Peronista, liderada inorgánicamente por John condujo a Frondizi a decretar la intervención federal en las provincias en las que
W. Cooke,25 que demostró la ineficacia de la política represiva. Ante estos fracasos, había triunfado el peronismo, pero esto tampoco fue suficiente. Los militares lo
el gobierno decidió volver a la vida política de los partidos y para ello convocó a arrestaron y recluyeron en Martín García el 29 de marzo de 1962.
una Convención Constituyente a fin de modernizar la Constitución de 1853- Mientras los militares que habían arrestado a Frondizi deliberaban acerca
1860 que se había restituido al derogarse la de 1949. Los peronistas decidieron del camino a seguir, el senador por Río Negro, José María Guido a cargo de la
votar en blanco y constituyeron la fuerza mayoritaria. La Convención Constituyente presidencia de la Cámara de Senadores (por la renuncia anterior del vicepresidente
fracasó, así como también fracasó el intento de normalizar la CGT. Alejandro Gómez) se presentó ante la Corte Suprema y juró como presidente de
Luego de los fracasos políticos, el gobierno decidió llamar a elecciones pre- la Nación. El nuevo presidente gobernó con los hombres de la Argentina tradi-
sidenciales. El 23 de febrero de 1958 fue elegido presidente de la Nación Arturo cional, este interregno estuvo marcado por la incertidumbre y un nuevo estatuto
Frondizi, con el explícito apoyo del general Perón. para los partidos políticos, en el que se volvía a proscribir al peronismo; asimismo
Frondizi era un desarrollista. El “desarrollismo” suponía la necesidad de se produjo el anuncio del cese de las actividades de la CGT.
conciliar políticas de expansión industrial a través de una capitalización originada Pero la incertidumbre se acentuó aun más a partir del enfrentamiento entre
en los recursos externos con la vigencia de las prácticas electorales e instituciones las facciones del Ejército que la historia recogió como el enfrentamiento entre “azules”
típicas de la democracia representativa. El gobierno decidió iniciar una política y “colorados”, en cuya primera escaramuza, con el triunfo de los azules, fue emitido
de apertura al capital extranjero en la actividad petrolera y la inserción de algunas el comunicado 150 (redactado por el periodista Mariano Grondona y el coronel
fábricas en líneas elegidas; los contratos petroleros constituyeron el eje del con- Aguirre) en el que se declaraba prescindentes a las Fuerzas Armadas del ejercicio del
junto de su administración. gobierno, aunque éste podía leerse, claramente, como un programa para gobernar.
Los conflictos con los trabajadores y los estudiantes desataron un accionar El 2 de abril se desató el enfrentamiento definitivo en el que los azules, al mando
represivo que debilitó al gobierno, que debió aceptar un plan de estabilización econó- del Ejército, terminaron con los colorados y con la Marina. Posteriormente se con-
mica y de austeridad que incorporó a Álvaro Alsogaray al gobierno. El plan aumentó vocó a elecciones ampliando la proscripción del peronismo.
tanto la recesión como el desempleo y, también, recrudeció el enfrentamiento con El 7 de julio de 1963, con una enorme cantidad de votos en blanco, la fórmula
los obreros peronistas, lo que condujo a desempolvar un viejo instrumento represivo: radical encabezada por Arturo Illia, derrotó la candidatura del general Aramburu.
el plan CONINTES, a partir del cual fueron a prisión miles de militantes populares. El gobierno de Illia se desenvolvió en un marco legal, aunque con escasa
Sin embargo, el desarrollo económico, la conflictividad social y la inestabi- legitimidad de origen, lo que limitaba sus posibilidades de acción. En el ámbito
lidad política no fueron enfrentadas desde un unificado frente interno, debido a económico estableció una línea, que desde el presente, puede caracterizarse como
nacionalista, en tanto fueron adoptdas medidas tales como la anulación de los con-
24
tratos petroleros y la modificación accionaria, a favor del país, de la empresa de
Rodolfo Walsh, Operación masacre, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1985.
25 Juan D. Perón y John W. Cooke, Correspondencia, Buenos Aires, Papiro, 1972. energía SEGBA, que se había creado durante el gobierno del general Aramburu.
26 Osiris Villegas, Guerra Revolucionaria Comunista, Buenos Aires, Biblioteca del Círculo Militar Esto le valió a Illia el desagrado de los inversionistas extranjeros, al que rápida-
Argentino, 1959. mente se sumó la Unión Industrial Argentina que se oponía al intervencionismo
36 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 37

estatal en la economía, particularmente en la fijación de los precios. Situación de protestas obreras, de los sectores medios productivos (por ejemplo en Mendoza
que se agravaría con el envío al Parlamento de la Ley de Medicamentos que los consi- y en el valle del río Negro) y, al mismo tiempo, las unificaron con los reclamos estu-
deraba como “bienes sociales”. diantiles. El conjunto de este movimiento confluyó en las protestas sociales en
Sin embargo, éste era un gobierno demasiado solitario en el mundo de las Córdoba el 29 de mayo de 1969 y fue conocido como el “Cordobazo”. La explosión
relaciones políticas. Así, apenas normalizada la CGT, el gobierno se vio obligado a tuvo tal impacto que modificó por completo el escenario, renunció Kriegger y
afrontar un Plan de Lucha que inició ésta y que llegó a ocupar más de 11.000 Onganía se quedó sin discurso. En el campo de los movimientos sociales, se mantuvo
fábricas. El enfrentamiento con el gobierno creció desde el sector de los empresarios la agitación en el interior y aparecieron las organizaciones armadas de distinto signo
que exigían la sanción del estado de sitio contra el Plan de Lucha. Comenzaron en político. Un año después, los “Montoneros” secuestraron y dieron muerte al general
ese momento las acusaciones por la lentitud del gobierno, crítica que se estigmatizó Aramburu. Allí concluyó el primer turno presidencial de la dictadura.
con el uso de la imagen de la tortuga. En junio de 1970, la Junta de Comandantes designa al general Roberto
La aparición de un pequeño grupo guerrillero en el norte argentino fue Marcelo Levingston que se “salió de libreto” e intentó encontrar otro camino polí-
reprimido (detención, juzgamiento y cárcel) de acuerdo a la legalidad vigente, sin tico, apelando a lo que él llamaba la “generación intermedia”, por fuera de los par-
recurrir a prácticas de contrainsurgencia, a partir de lo que se reafirmaban las tidos políticos tradicionales y designó ministro de Economía al doctor Aldo Ferrer.
características más importantes del gobierno. Los dirigentes sindicales peronistas En marzo de 1971, una nueva movilización popular derrocó al segundo
iniciaron el camino del despegue de Perón, particularmente el más destacado de presidente de la autodenominada Revolución Argentina. De este modo, la movi-
ellos, el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica, Augusto Vandor. lización popular caracterizada como el “segundo Cordobazo” (el “Viborazo”) puso
Aunque todos los indicadores de la economía señalaban una muy buena per- fin al segundo turno presidencial de la dictadura militar.
formance del gobierno, se había iniciado a través de los medios de comunicación El 22 de marzo, la Junta reasume el poder y designa presidente al general
una campaña con el fin de quitarle legitimidad. La alianza de los sectores militares Alejandro Agustín Lanusse que intentó encontrar una salida política negociada y
azules, los dirigentes sindicales que respondían a Vandor y los empresarios formaron para ello implementó un programa que se denominó “Gran Acuerdo Nacional”.
un solo bloque y el 28 de junio de 1966, las tres Fuerzas Armadas, con el acuerdo Los objetivos fueron tres: el repudio a la subversión; el reconocimiento de la
explícito de la Iglesia destituyeron al presidente Illia. El liderazgo recayó en el general inserción de las Fuerzas Armadas en el futuro esquema institucional y, particular-
Juan Carlos Onganía, quien fue designado presidente de la República. mente, el acuerdo sobre la candidatura presidencial. Al mismo tiempo que estas
En marzo de 1967 fue designado ministro de Economía Adalberto Kriegger negociaciones avanzaban, también crecía en importancia el accionar de las orga-
Vasena, quien anunció uno de los programas más coherentes, desde el pensa- nizaciones guerrilleras. Los presos políticos pertenecientes a estas organizaciones
miento conservador, que conoció la Argentina en la crisis. Se atacó decididamente planearon la fuga de la cárcel de Trelew, que fracasó organizativamente; y la
la inflación mediante la racionalización del Estado, la reducción del déficit y el Marina, el 22 de agosto, ejecutó ilegalmente a dieciséis presos políticos alojados
congelamiento de los salarios;27 asimismo fueron suprimidos los subsidios a las en la base Almirante Zar. Allí se agotó la credibilidad del gobierno y el proyecto
industrias y a ciertas regiones marginales. del “Gran Acuerdo Nacional”.
En marzo de 1968, la división de los sectores sindicales, en el marco del El 17 de noviembre de 1972, Perón retornó al país y acordó29 con los líderes
Congreso Normalizador de la CGT, permitió que surgiera una nueva conducción políticos una salida electoral, transformándose así nuevamente en el gran elector de
liderada por el dirigente de los Gráficos: Raimundo Ongaro, quien bautizó a su la vida argentina. El peronismo acordó su fórmula con sus tradicionales aliados y
organización como la CGT de los Argentinos y rápidamente comenzó a editar el se presentó a las elecciones del 11 de marzo de 1973 con la candidatura de Cámpora-
periódico CGT.28 Esta organización y su periódico dieron unidad al sinnúmero Solano Lima, que resultaron elegidos con el 49,5% de los votos.

27 José Luis Romero, op. cit., pp. 178-179. 29 Todas las fuerzas políticas convocadas por Perón se reunieron en el restaurante Nino de Vicente
28 Semanario CGT de los Argentinos, fundado por Raimundo Ongaro y Ricardo De Luca, y diri- López, provincia de Buenos Aires en la llamada “Asamblea de la Unión Nacional”, a la que tam-
gido por Rodolfo Walsh. Editado por Página/12 y la Universidad de Quilmes. bién asistieron representantes de la CGT y la CGE.
38 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 39

El gobierno de Cámpora se encontró sometido a la tensión interna propia Los cuatro artículos que componen este capítulo son: “Las Fuerzas Armadas
del movimiento peronista, que contaba con dos actores principales: la juventud en misión imposible: un orden político sin Perón”, de María Matilde Ollier, se trata
y los sindicalistas. Esa tensión creciente, condujo por un lado a la movilización de un trabajo que describe el período a partir de dos ejes fundamentales: uno se
de los sectores populares, la firma del acuerdo entre los empresarios y los traba- organiza en torno a la presencia concreta de los hombres de las Fuerzas Armadas
jadores, y la organización de comandos de extrema derecha para la represión por en el gobierno de la República –con o sin consenso popular–, no sólo para gober-
fuera de la ley en el Ministerio de Bienestar Social que estaba a cargo de José narla sino también para derrotar el enemigo interno. El otro eje que atraviesa el
López Rega. Ese enfrentamiento tuvo su punto culminante durante la masiva período, según afirma la autora, se refiere el descreimiento de las potencialidades de
concentración en Ezeiza para recibir el retorno definitivo de Perón a la Argentina. la democracia y de la política en tanto procedimientos, cuya consecuencia más
Los sectores de derecha organizaron diferentes emboscadas donde murieron mili- importante consistió en que las elites construyeron sus alianzas en un terreno sin ley.
tantes de la Juventud Peronista e impidieron que Perón hablara al pueblo. Allí se “La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional en el Ejército Argentino”,
inició el camino que conduciría a la renuncia de Cámpora y al enfrentamiento de Ernesto López, estudia la influencia francesa, que, según las precisiones histo-
de la Juventud con Perón. riográficas, estuvo presente en la filiación de la Doctrina de la Seguridad Nacional;
Es a partir de ese momento que comienza a actuar la Triple A, organiza- el autor se atreve a afirmar que dicha influencia ya se encontraba presente desde
ción de extrema derecha preparada para la represión ilegal, y que luego del triunfo 1955 en el intento de “desperonizar” al Ejército. “La sociabilización básica de los
de Perón habría de provocar algunos resonantes atentados mortales como el del oficiales del Ejército en el período 1955-1976”, de Luis Eduardo Tibiletti, intenta
diputado Rodolfo Ortega Peña o el intelectual Silvio Frondizi. brindar una perspectiva acerca de la formación que los oficiales del Ejército reci-
Después de la renuncia de Cámpora es prácticamente plebiscitada la fórmula bieron en el Colegio Militar de la Nación especialmente en dos direcciones: la que
Perón-Perón. Con Perón en el gobierno se producen una serie de atentados de las se relaciona con el aspecto ideológico-político y la que ayuda o dificulta la relación
organizaciones armadas a los cuarteles (Comando Sanidad en Buenos Aires, Formosa, entre el Ejército y la sociedad en democracia. “Ilegitimidad democrática y violencia”,
Azul, Monte Chingolo) que desataron una represión a cargo del conjunto de las de José Pablo Feinmann, en cuya exposición el autor se sostiene en la hipótesis de
Fuerzas Armadas. que entre 1955 y 1973 no existió la democracia en la Argentina. Existió la ilega-
Muerto el general Perón, durante el gobierno de su viuda, María Estela lidad, el sofocamiento y la falta de libertad. De este modo, durante dicho período
Martínez de Perón, se agrava la crisis institucional y económica. En relación con esta la Argentina no logró constituirse legalmente, debido a la insistencia en la margi-
última, el punto más elevado consistió en el severo plan de austeridad que decide nación de la fuerza mayoritaria del país y del líder de esa fuerza; movimientos que
implementar su ministro de Economía, Celestino Rodrigo, resistido por los tra- potencian la consideración acerca de ese líder hasta transformarlo en un objeto
bajadores organizados que habían logrado un importante aumento de salarios, y maldito. Luego examina el tema de la contrainsurgencia y la escuela francesa; para
a partir del cual se desató un proceso inflacionario de magnitudes desconocidas concluir, en un interesante intercambio de preguntas, realizando algunas anotaciones
en la Argentina (el “Rodrigazo”). Desde allí comenzó a tomar forma definitiva el sobre la violencia.
golpe de Estado, apoyado por la Iglesia, los sectores dominantes de la sociedad e ___________
importantes sectores políticos.
Los hombres de las Fuerzas Armadas estaban muy influenciados por: “Los El llamado Proceso de Reorganización Nacional asumió el poder con el
generales y coroneles franceses que no sólo enseñaron una técnica (la división del objetivo expreso de restablecer el orden. Esto implicó, en los hechos, la más brutal
territorio en zonas y áreas), la tortura como método de obtención de inteligencia, represión del conjunto de las organizaciones populares. Restablecer el orden, para el
el asesinato clandestino para no dejar huellas, la reeducación de algunos prisioneros gobierno de los militares, consistió en eliminar físicamente todas las barreras que el
para utilizarlos como agentes propios. También propagaron el sustento dogmático pueblo había construido en defensa de los intereses nacionales. La represión fue
de esa forma de guerra que llamaban moderna y el ambiguo concepto de subver-
sión, entendido como todo aquello que se opone al plan de Dios sobre la tierra”.30 30 Horacio Verbitsky, “Una proeza periodística”, en Marie-Monique Robin, Escuadrones de la
Muerte, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, pp. 7-8.
40 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 41

ejecutada sin ninguna legalidad; no hubo detenidos, jueces, ni procesos. Existió la pri- tección comenzó a darse en forma de tomar posiciones en moneda extranjera, se
sión, la tortura y la muerte decidida por los propios represores. sucede una muy rápida subida de las tasas de interés, lo que habría de concluir en la
Se implementó un infernal círculo de secuestro-tortura-delación-ejecución crisis financiera y la caída de los bancos.
clandestina o cooptación como fuerza propia en la más absoluta clandestinidad, El 24 de marzo de 1981, asumió como presidente el general Roberto Viola,
que dio pie al surgimiento de lugares de concentración y campos de tortura como que había pasado a retiro en su Fuerza de la que ya era comandante el general
la ESMA, El Vesubio, La Perla, Campo de Mayo y muchos otros. Leopoldo Fortunato Galtieri. La situación económica y financiera se encontraba en
Una vez que se hubo forzado el silencio, se puso de manifiesto el otro obje- una crisis que se agudizaba casi a diario, y nada de lo que hizo el gobierno sirvió para
tivo de la dictadura: la transformación de la estructura económica, según la visión calmar el mercado financiero. Las estampidas y corridas provocadas por el atesora-
neoliberal que encabezaba el ministro de Economía, don José Alfredo Martínez de miento de la moneda extranjera resultaban imposibles de contener a través de la
Hoz. Dicho de manera muy esquemática, el sentido de la transformación residía devaluación.33
en la posibilidad de pasar de una Argentina industrial, con todos sus problemas, En noviembre Viola pide licencia por enfermedad y ocupa provisoriamente
a una Argentina dominada por el capital financiero. A mediados de 1977 se puso la presidencia el general Liendo. Éste le encargó a Domingo Felipe Cavallo, que para
en marcha la reforma que consistió: “básicamente, en una rápida liberalización entonces ocupaba una de las subsecretarías del Ministerio del Interior, un conjunto de
de las tasas de interés bancarias y en una gradual, pero firme, eliminación de las normas de reactivación económica. El experimento fracasó, sin embargo, de este modo,
restricciones al movimiento de capitales con el exterior”,31 que se habría de com- Cavallo comenzó su camino en la historia que lo tendría como hombre fuerte de la
pletar en 1980. Detrás de este proceso se encontraba el objetivo de terminar con economía del país y como protagonista en la nacionalización de la deuda externa, la
el subsidio de los empresarios ineficientes por parte de los ahorristas, vía la regula- convertibilidad y el “corralito”, causa principal, del estallido de 2001.
ción estatal, para, así, desarrollar un auténtico mercado de capitales. Prohibido el campo de la política, por la dictadura, se hacía necesario poli-
A mediados de 1978, la Marina y su comandante, Eduardo E. Massera, tizar la vida cotidiana. En ella se ponía en juego la misma subsistencia del ciuda-
comenzaron a presionar con lo que en el período se denominó el “cuarto hombre”. dano y la esperanza de la destrucción del autoritarismo. El ejemplo más singular
En el fondo consistía en terminar con la excepcionalidad y a partir de ello que el fue el de los organismos de derechos humanos, en particular, las Madres de Plaza
comandante del Ejército, fuera también el presidente. Esto se sorteó, luego de de Mayo, cuya práctica hizo –en la Argentina contemporánea– de un problema
muchos cabildeos, con el retiro de Jorge Videla del Ejército, su designación como moral, un problema social y político. Allí tomó cuerpo la lucha resistente que obligó
presidente y Roberto Viola como comandante del Ejército, este último era hombre a los dirigentes políticos, mayoritariamente nucleados en la Multipartidaria, y a los
de buen diálogo con sindicalistas y políticos. Luego del chauvinismo del Mundial dirigentes sindicales a asumir activamente el camino de la oposición, que había
de Fútbol y el conato de guerra con Chile por el Canal del Beagle, resultaron permanecido silenciada hasta 1980.34
vanos los intentos de vestir de nacional y popular a la dictadura. El 22 de diciembre de 1981 asumió la presidencia el comandante en jefe
A principios de 1979 apareció “la tablita”32 que se complementaba con la del Ejército: Leopoldo Fortunato Galtieri.
apertura gradual del comercio. Esto ocurría en el marco de una gran dispersión salarial Galtieri se identificaba con la posibilidad de volver a 1976. Es decir, clau-
desde un “piso” administrado por el Estado. Los grandes empresarios seguían opo- surar cualquier atisbo de salida político-partidaria. A comienzos de 1982 resultaba
niéndose a este manejo de la economía y pedían volver a las propuestas de 1976: claro que buscaba impulsar el desarrollo de un movimiento propio (Movimiento
recesión y ajuste del gasto público. Al persistir el proceso inflacionario, el Ministerio de Opinión Nacional) para enfrentar a la Multipartidaria.
de Economía apresuró las rebajas arancelarias dejando sin protección a la industria Galtieri había llegado al gobierno en el momento en el que el sistema capi-
argentina; a partir de lo cual se produjo su gran quiebre, aunque debido a que la pro- talista, a nivel mundial, se estaba reorganizando, decretando el fin del flujo fácil
33 En medio de estas crisis, Sigaut pronunció un apotegma que ha quedado entre los grandes bloopers
31 Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar 1976-1983. Del golpe de Estado a la de la historia argentina, “el que apuesta al dólar pierde”.
restauración democrática, Buenos Aires, Paidós, colección Historia argentina (tomo 9), 2003, p. 220. 34 Oscar Moreno, “Apuntes para una nueva forma de hacer política”, en Oscar Oszlak (comp.), “Proceso,
32 Establecía por ocho meses la variación futura del tipo de cambio a tasas decrecientes. crisis y transición democrática/2”, Buenos Aires, CEAL, 1984, pp. 29-43.
42 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 43

de capitales y ocasionando que los acreedores persiguieran el cobro de las deudas. dictadura, como había sido la de 1973, se trataba esencialmente del resultado de
Éstos presionaron, a través de los organismos multilaterales de crédito, para la san- la crisis interna del régimen. Fue una implosión del régimen militar que se había
ción de las políticas de ajuste que les permitieran cobrar los intereses de su deuda. iniciado en 1976 y que concluyó en Malvinas. Ante la transición surgieron dos
Mientras tanto, el movimiento obrero dividido impulsó una concentración posiciones, por un lado, la de los viejos caudillos que no comprendieron que la
el 30 de marzo en la Plaza de Mayo. relación entre lo civil y lo militar se había modificado a partir de Malvinas y por
El movimiento fue duramente reprimido y la mayoría de los dirigentes lo tanto esperaban negociar una salida electoral; y por el otro lado, la de una parte
convocantes fueron encarcelados. En concreto, el gobierno de Galtieri se enfrentaba de la Democracia Cristiana, del Partido Intransigente, cuyo liderazgo absoluto
a la oposición de la Multipartidaria, de los dirigentes sindicales, de los sectores asumió Alfonsín, posición que comprendía que la relación se había fracturado y
industriales, de los sectores financieros nacionales y particularmente de los orga- que en el centro de la escena se encontraba la cuestión de los derechos humanos.
nismos de derechos humanos. Su continuidad política parecía difícil; y en esta situa- Por lo tanto había que pelear y no negociar. Bignone, un hábil negociador, fijó
ción se encuentra el fundamento por el que el régimen se embarcó en la aventura rápidamente la fecha de elecciones y con eso apaciguó el frente interno. Al mismo
militar para recuperar las islas Malvinas. tiempo que los partidos se preparaban para las elecciones (selección de candidatos,
El 2 de abril de 1982, las tropas argentinas desembarcaron en las islas estrategias, etc.) el gobierno intentó salvar la grave situación económica. El primer
Malvinas y las ocuparon militarmente. La respuesta de Gran Bretaña fue la menos tema a resolver consistía en el de la deuda privada externa, ya que los organismos
esperada por el régimen, primero lo derrotó diplomáticamente en el marco de la bilaterales de crédito exigían a los países más que a los deudores. En primer lugar
Naciones Unidas e inmediatamente organizó una importante fuerza naval y la diri- se procuró una reactivación inmediata vía la fijación de tasas de interés; las tasas
gió hacia el Atlántico Sur. Estados Unidos, que hasta el 2 de abril permanecía neu- comenzaron siendo negativas en alrededor del 20% mensual y aunque luego se
tral ante la guerra, decide apoyar técnica y militarmente a su principal aliado de la moderaron, permanecieron siempre por debajo de la inflación hasta 1983. Éste fue
OTAN. Ante este panorama la Junta en conjunto con su canciller Nicanor Costa el mecanismo para “licuar” rápidamente el endeudamiento de los particulares y
Méndez decidieron “fugar hacia delante” y enfrentaron la guerra. Esta decisión las empresas, pero con una particularidad que no tuvo equivalencias en el trata-
contó con una importante adhesión popular. La relación de fuerzas pareció cada vez miento de las acreencias contra el Estado en manos de los grupos económicos. El
más desfavorable para los argentinos; finalmente en junio, luego de la rendición de endeudamiento externo se resolvió de manera aun más drástica a través de un seguro
las tropas argentinas, la guerra terminó con el triunfo de las fuerzas británicas. de cambio, que no se actualizaba al ritmo de la devaluación, con lo que las empresas
La Guerra de Malvinas fue el primer conflicto entre dos naciones del mundo descargaron en el Estado sus pasivos.35 Se había cumplido con los organismos inter-
occidental luego de la Segunda Guerra Mundial, protagonizado por una potencia nacionales y a través de ellos con el sistema financiero internacional. A partir de allí,
mundial contra una nación latinoamericana que había pretendido disputarle uno las cifras del pago de la deuda externa constituyeron una “pesada carga” para todos
de sus últimos enclaves coloniales. los gobiernos hasta el presente. En lo inmediato el pago de los intereses de esa
En cuanto al comportamiento de las tropas, es de destacar que los soldados, deuda subió del 8% del PBI al 40% de los ingresos públicos. Con un correlativo
en muchos casos con muy poca instrucción, demostraron una notable abnegación, aumento del déficit público. Desde aquí y hasta fines de los años ochenta “la patria
se cubrieron de gloria enfrentando a una de las mejores unidades del mundo. Sin financiera” habría de configurarse como el enemigo de los políticos.
embargo, no ocurrió lo mismo en el ámbito de la oficialidad, donde si bien hubo La campaña electoral seguía su rumbo. Alfonsín, siendo aún precandidato,
una participación valerosa de numerosos jóvenes oficiales, también existieron muchos hizo pública una denuncia que haría carrera política: “el pacto militar-sindical”
otros que se inclinaban en mayor medida a impartir sanciones a la tropa propia que con espíritu corporativo se transformaba en el obstáculo a vencer para llegar
que ejemplos para sus subordinados. La consecuencia de la derrota militar fue la a un sistema democrático. Desde allí, los radicales reforzarían la idea de que era
renuncia de Galtieri y el desprecio popular que ahora exigía la retirada de los mili- necesario democratizar la vida de los sindicatos.
tares. El general Reinaldo Bignone se puso al frente del gobierno, sin el consen-
timiento de la Marina y la Aeronáutica, para conducir la transición. La de 1982-1983
no fue una transición arrancada por luchas y movilizaciones populares contra la 35 M. Novaro y V. Palermo, op. cit., p. 527.
44 INTRODUCCIÓN Nación y Fuerzas Armadas: notas para un debate O SCAR M ORENO . C OORDINADOR 45

Alfonsín, ya como candidato y luego de haber derrotado masivamente a monía y su prestigio social en poder político por medios democráticos. “La Guerra
los viejos balbinistas representados por Fernando de la Rúa, puso en el centro de de Malvinas”, de Martín Balza, se trata de un trabajo en el que el autor efectúa un
la escena la cuestión de los derechos humanos y con ese fin le dio identidad a una desarrollo del conjunto de los aspectos que rodearon a la guerra, partiendo de una
fórmula para considerarlos, distinguiendo en el marco de la dictadura entre quienes afirmación que aquí se repite: “Las Malvinas son incuestionablemente argentinas
habían impartido las órdenes y quienes las habían cumplido;36 pensando quizás, desde el punto de vista histórico, geográfico y jurídico, la forma de recuperarlas es
en reducir los juicios por las violaciones de éstos sólo a los altos mandos. el diálogo entre las dos partes. La guerra no es una obra de Dios”.
Por su parte, en el peronismo ninguno de los precandidatos (Robledo,
Saadi, Menem) tuvo la fuerza suficiente para imponerse sobre los otros. Con lo
que el gran elector fue el movimiento sindical y, en particular, Lorenzo Miguel,
el secretario general de Metalúrgicos, que en el Congreso Partidario ungió la fórmula .
Luder-Bittel; y apoyando luego la candidatura de Herminio Iglesias para gober-
nador de la provincia de Buenos Aires.
El 30 de octubre el doctor Raúl R. Alfonsín fue elegido presidente contan-
do con el 52% de los votos.
Los cuatro artículos que componen este capítulo son: “El nuevo funciona-
miento de la economía a partir de la dictadura militar (1976-1982)”, de Eduardo
Basualdo, trabajo que tiene como propósito realizar un somero análisis de la vincu-
lación que mantienen la política económica y algunas de las transformaciones
estructurales más relevantes que se desplegaron en el período. Como allí se advierte,
no se trata de hacer un recuento detallado de ambos aspectos de la relación, sino
de analizar el modo en el que sus contenidos más generales se vincularon con el
patrón de acumulación de capital que rigió hasta el año 2001. “El Proceso, último
eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la Argentina del siglo XX”, de
Fabián Bosoer, propone una descripción de la incidencia que tuvieron las relacio-
nes cívico-militares en el interior de la elite del poder y en la política exterior
argentina. Asimismo pretende plantear la relevancia que tuvo un determinado
sistema de creencias fraguado en la socialización cívico-militar y su influencia en
el modo de hacer política de la dirigencia. “Fuerzas Armadas y organismos de dere-
chos humanos, una relación impuesta”, de Horacio Verbitsky, en cuya primera
parte de la presentación se ocupa de la relación entre los organismos de derechos
humanos y las Fuerzas Armadas, que fuera impuesta por el secuestro, por parte del per-
sonal militar, de miles de jóvenes que reaparecieron con vida. La segunda parte está
destinada a explicar el surgimiento del Partido Militar a partir de la incapacidad de
los sectores económicos y sociales dominantes argentinos de transformar su hege-

36 La llamada “doctrina de los tres niveles de responsabilidad”.


47

CAPÍTULO I

1810-1860
La Independencia y la organización nacional
CAPÍTULO I 49

1810-1860 L A I NDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860)

FABIO WASSERMAN
I NSTITUTO R AVIGNANI
UBA / CONICET

La Revolución de Mayo como mito de orígenes de la Nación Argentina

Uno de los pocos motivos de consenso que persisten en una sociedad tan
dividida como la argentina es la consideración de la Revolución de Mayo como un
hecho fundacional de la nación. Se trata en ese sentido de una suerte de mito de orí-
genes en el que para muchos estaría cifrado el sentido de toda nuestra historia nacio-
nal. De ese modo resulta inevitable que las miradas dirigidas hacia el proceso revo-
lucionario se encuentren condicionadas por las diversas concepciones acerca de la
nación argentina que se fueron forjando a lo largo de su breve historia.
El tramo más reconocible y significativo de esta historia de las representa-
ciones sobre la nación argentina es el que se inicia entre fines del siglo XIX y prin-
cipios del XX. Recordemos que en esas pocas décadas cobró forma lo que algu-
nos autores dieron en llamar la “Argentina moderna” que surgió como resultado
de la conjugación de diversos procesos como la consolidación del Estado nacio-
nal, el desarrollo de una economía capitalista plenamente integrada al mercado
mundial y la inmigración masiva a partir de la cual se forjó una nueva sociedad.
Fue precisamente durante esos vertiginosos años cuando comenzó a cobrar
mayor predicamento la idea esbozada en la obra historiográfica de Bartolomé
Mitre según la cual la Revolución de Mayo debía considerarse como el momen-
to de alumbramiento o toma de conciencia de la nacionalidad argentina que, al
igual que su territorio y su destino de grandeza, habrían comenzado a delinearse
durante el período colonial.1 Así, y a diferencia por ejemplo de Alberdi o de
1 Esta interpretación, si bien fue esbozada en algunos textos anteriores, recién aparece desplegada en
la tercera edición de su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina publicada en 1876-1877. Al
respecto puede consultarse Fabio Wasserman, Entre Clio y la Polis. Conocimiento histórico y representacio-
nes del pasado en el Río de la Plata (1830-1860), Buenos Aires, Teseo, 2008, cap. XII.
50 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) FABIO WASSERMAN 51

Sarmiento para quienes la nación argentina constituía un proyecto cuya orienta- constituirse como tal. Este cambio de perspectiva coincidió con la necesidad de revi-
ción sólo podía provenir del futuro, Mitre sostenía que su rumbo ya había sido sar la idea transmitida durante generaciones según la cual la Revolución de Mayo
configurado en ese pasado, razón por la cual se hacía necesario elaborar un rela- había sido la expresión de la nacionalidad argentina oprimida o de algún agente
to histórico que fuera capaz de desentrañarlo. histórico capaz de representarla (ya sea la elite criolla, la burguesía portuaria, el
Esta forma de pensar a la nación argentina a través del prisma ideado por pueblo, un sistema de ideas o valores, etc.). Es que esa nacionalidad no sólo era
el historicismo romántico tuvo y aún tiene una gran importancia. Pero no sólo entonces inexistente sino que, así planteada, también era inconcebible. De ese
por su capacidad para dotar de una identidad nacional a las poblaciones hetero- modo, como veremos a continuación, también se puso en cuestión la relación de
géneas, sino también porque dicha perspectiva permitió legitimar al Estado causalidad entre nación y revolución, procurándose dar además otro tipo de expli-
nacional argentino que entonces se encontraba en vías de consolidación. Cabe caciones sobre las causas de esta última y de los conflictos que le siguieron.
destacar que esta legitimidad proviene del principio de las nacionalidades que, sur-
gido en Europa durante la década de 1830, se caracteriza por aunar una idea étni- La Revolución en el marco de la crisis de la monarquía
ca o cultural y una política de nación. Este principio se basa en la suposición de
que existen pueblos reconocibles por poseer determinados rasgos distintivos y un Este cambio de enfoque preside buena parte de los estudios recientes sobre
territorio que le están predestinados o que les corresponde por razones históricas. el proceso revolucionario. En efecto, la trama que le dio origen tiende a explicar-
Cada uno de estos pueblos constituiría así una nacionalidad que, como tal, tiene se en el marco de una progresiva crisis económica y política que estaba jaquean-
derecho a erigir un Estado nacional soberano para que la represente políticamen- do a la monarquía española, la cual se fue potenciando por su poca afortunada
te. Desde este punto de vista que rigió y aún suele regir nuestra comprensión del participación en los conflictos entre Francia e Inglaterra a comienzos del siglo
presente y del pasado, la Revolución de Mayo sólo podía ser una expresión de la XIX. Esta creciente debilidad se hizo evidente en el Río de la Plata cuando las
nacionalidad argentina que procuraba emanciparse del dominio colonial para autoridades coloniales se mostraron impotentes para defender sus dominios
poder constituirse en una nación soberana. durante las invasiones inglesas de 1806-1807. Sin embargo, es bueno advertirlo,
En verdad, esta interpretación terminó de consagrarse alrededor de 1910 eran muy pocos los que entonces pusieron en duda la legitimidad del dominio
en el marco de las discusiones acerca de la nación y la identidad nacional que se español o, al menos, la pertenencia de América a la Corona.
suscitaron durante los festejos por el Centenario. Su éxito se puede apreciar en su Esta crisis, que se había ido agudizando en forma acelerada a partir de
rápida difusión y en su perduración que la convirtieron en una suerte de sentido 1805 con la derrota de la Armada Española en Trafalgar, se hizo irreversible a par-
común de la sociedad argentina, pero también en su capacidad para admitir los tir de 1808 como consecuencia de la acefalía provocada por las Abdicaciones de
más variados contenidos y orientaciones sin que mayormente se pusiera en cues- Bayona que, promovidas por Napoleón Bonaparte, derivaron en el desplaza-
tión su asociación con el origen de la nación. Aunque por ese mismo motivo ya miento del trono de los Borbones y en la coronación de su hermano José. Este
no podía haber consenso en la caracterización de la Revolución y en la de sus pro- cambio de dinastía, si bien fue aceptado por algunas autoridades, concitó un
tagonistas, temas en torno a los cuales se entablaron a lo largo del siglo XX nume- fuerte rechazo a ambos lados del Atlántico. En España se produjeron levanta-
rosas polémicas históricas que eran también políticas e ideológicas pues estaban mientos populares como reacción a la presencia de las tropas francesas, mientras
teñidas por las diferentes ideas acerca de la nación que tenía cada sector o autor. que el estado de acefalía tuvo como consecuencia que en los reinos y provincias
De ahí que estas disputas tendieran a organizarse en torno a polos antagónicos de la península se erigieran Juntas de gobierno basadas en la doctrina de la retro-
que obligaban a tomar partido por uno u otro: Saavedra o Moreno; Buenos Aires versión de la soberanía a los pueblos. Aunque con dificultad, estas Juntas logra-
o el interior; movimiento popular o elitista; origen civil o militar; influencia del ron ponerse de acuerdo y crearon una Junta Central que se puso al frente del
pensamiento ilustrado francés o de la neoescolástica española. gobierno. En América también se crearon algunas Juntas con diversa suerte
Ahora bien, desde hace algunos años los historiadores comenzaron a plan- (México y Montevideo en 1808; Chuquisaca y La Paz en 1809), pero en general
tear que la nación es una construcción reciente y no un sujeto que atraviesa toda se mantuvieron las estructuras de gobierno colonial, se juró lealtad a Fernando
la historia, la expresión de una esencia atemporal o una entidad predestinada a VII que permanecía cautivo y se reconoció a la Junta Central como órgano legí-
52 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) FABIO WASSERMAN 53

timo de gobierno que, además, había hecho una convocatoria a las Cortes en la regidas por un mismo gobierno o unas mismas leyes sin que esto implicara nece-
que los pueblos americanos tendrían una representación minoritaria. sariamente ninguna forma de homogeneidad étnica o de identidad cultural, reli-
Este estado de cosas se modificó en 1810 cuando comenzaron a llegar a giosa, lingüística o histórica. Dicho de otro modo: la nación como cuerpo polí-
América las noticias sobre el arrollador avance de Napoleón en España, la diso- tico no dependía ni se fundamentaba en la existencia de una población con ras-
lución de la Junta Central y la creación en su reemplazo de un Consejo de Regencia. gos en común ni en la posesión de un territorio delimitado de antemano tal
En varias ciudades americanas se desconoció el Consejo y se proclamó que, ante como lo sostiene el principio de las nacionalidades. Además, y en el marco de
la ausencia de toda autoridad legítima, la soberanía debía ser reasumida por los los procesos revolucionarios que estaban sacudiendo al mundo desde fines del
pueblos, promoviéndose en consecuencia la creación de Juntas para que gober- siglo XVIII, se había ido difundiendo la idea de que la nación era una asocia-
naran en nombre de Fernando VII, tal como sucedió en Buenos Aires durante la ción que debía constituirse por la voluntad de sus miembros que eran los verda-
Semana de Mayo que culminó con la elección de la que pasó a la historia con el deros soberanos y no los monarcas. Y era en virtud de esta concepción que los
nombre de Primera Junta. De ahí en más, y ante el desconocimiento mutuo de pueblos rioplatenses podían dejar de pertenecer a la nación española de la que se
las Juntas y de las autoridades virreinales que mantuvieron su fidelidad a los consideraban colonias, para pasar a constituir una nueva nación o, tal como ocu-
gobiernos metropolitanos, la crisis de la monarquía devino en una compleja y rriría en el caso del virreinato rioplatense, cuatro naciones: Argentina, Uruguay,
extensa guerra civil durante la cual se fueron erigiendo nuevas unidades políticas que Paraguay y Bolivia. Esto permite entender por qué numerosos historiadores pre-
no respetaban necesariamente la traza de las divisiones administrativas coloniales. fieren referirse al Río de la Plata y no a la Argentina durante la primera mitad del
siglo XIX, procurando así evitar el anacronismo que implica considerar a esa
La soberanía de los pueblos y la creación de una nueva nación nación como una entidad preexistente a la Revolución o que heredó sin solución
de continuidad el virreinato. De hecho si hay un rasgo que caracteriza al período
Los protagonistas de este proceso en el territorio rioplatense no fueron la posrevolucionario es la indeterminación con respecto a qué pueblos debían orga-
nación o la nacionalidad argentina, sino los pueblos que se consideraban sobera- nizarse políticamente como nación, cuestión que no se resolvió hasta la segunda
nos o depositarios de la soberanía ante la ausencia del monarca legítimo. Cabe mitad de ese siglo.
señalar en ese sentido que en la tradición hispánica se reconocía como “pueblos” Pero no sólo no era claro qué pueblos se iban a asociar entre sí para cons-
a las comunidades políticas que tenían un gobierno propio y una relación de suje- tituirse como naciones, sino que también estaba en discusión de qué modo lo
ción con el monarca como podían ser las ciudades, provincias o reinos. En el harían. En ese sentido es posible distinguir dos tendencias aunque las propuestas
virreinato rioplatense estos pueblos eran las ciudades pero entendidas no tanto concretas solían combinar elementos de una y otra: la de quienes promovían la
como un asentamiento humano o un ejido urbano, sino más bien como un cuer- creación de una nación indivisible de carácter abstracto y compuesta por indivi-
po político con autoridad propia que en este caso eran los Cabildos. duos, y la de quienes consideraban que debía conformarse a partir de un acuer-
Ahora bien, que los pueblos se consideraran como sujetos soberanos no do entre los pueblos soberanos. Ambas concepciones animaron respectivamente
implicaba en modo alguno que no existiera un concepto político de nación o que las propuestas unitaria y confederal, aunque debe tenerse presente que no eran
éste careciera de importancia. De hecho, los criollos nacidos en el virreinato rio- formulaciones puras pues, por ejemplo, los unitarios también consideraban que
platense, al igual que el resto de los americanos, se consideraban miembros de la retroversión de la soberanía había sido a los pueblos, pero que éstos habían
una nación: la nación española que estaba integrada por la totalidad de los rei- decidido constituirse como una nación en 1810 o en 1816.
nos, provincias y pueblos que le debían obediencia a la Corona. Sin embargo, el La nación no era entonces un sujeto ya constituido, sino que más bien
enfrentamiento entre los gobiernos americanos y los representantes de las autori- podría considerarse como un horizonte al que se aspiraba a llegar a través de la
dades españolas en América, derivó rápidamente en una lucha contra la metró- sanción de una Constitución que debía dar cierre al proceso revolucionario a par-
poli durante la cual comenzó a invocarse el derecho a constituir nuevas naciones. tir de institucionalizar la libertad y la independencia proclamadas entre 1810 y
Este deslizamiento fue posible porque el concepto político de nación 1816. Pero en torno a ese punto de llegada había agudas diferencias ideológicas
tenía entonces otro sentido que el actual, pues hacía referencia a las poblaciones y de intereses que dieron lugar a una extensa disputa en la que se puso en juego
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no sólo su delimitación espacial (qué pueblos y territorios debían integrar dicha tucionalización del poder político que en muchos casos había antecedido el
Constitución), sino también social (qué sectores la componían, cuáles estaban ascenso de estas figuras a los primeros planos de la vida pública. Este proceso de
excluidos, cómo se concebían las relaciones sociales) y política (qué derechos y institucionalización se fue afianzando en la década de 1820 cuando las provincias
obligaciones tenían sus miembros, cómo se los concebía y se los representaba). establecieron sistemas republicanos representativos y procuraron constituirse en
Como veremos a continuación, buena parte de los conflictos que desgarra- Estados al asumir atribuciones soberanas que eran reconocidas en los pactos que
ron a los pueblos del Plata durante la primera mitad del siglo XIX y que nosotros celebraban entre sí.
reconocemos en nuestra historia nacional como guerras civiles o conflictos entre Ahora bien, esto no implicó en modo alguno que desapareciera del hori-
unitarios y federales, estuvieron vinculados de un modo u otro con esta disputa. zonte la posibilidad de constituir una nación, aunque su alcance no era un obje-
tivo predeterminado sino un motivo de constantes debates y disputas. Estos con-
De la Revolución a la Confederación: los poderes políticos entre 1810 y 1830 flictos tenían como protagonistas a las provincias, razón por la cual los proyectos
de organización nacional no podían soslayar el reconocimiento de su carácter
Durante la década revolucionaria algunos sectores procuraron centralizar soberano, tal como quedó expresado en la Ley Fundamental dictada por un
el poder, entre otras razones, para poder desarrollar con éxito la Guerra de Congreso Nacional a principios de 1825.
Independencia. Dicho propósito entró en contradicción con las pretensiones Para entender mejor esta cuestión, y las concepciones acerca de la nación que
soberanas de los pueblos que a veces podían expresar tendencias confederales expresaban los hombres de esa época, resulta útil repasar algunos de los numerosos
como el artiguismo. Sin embargo, en otras ocasiones sólo se trataba de la búsque- debates suscitados durante los tres años que duró el Congreso. Entre ellos me deten-
da de una mayor autonomía que, incluso, podía darse a través de una relación dré brevemente en el que se entabló en mayo de 1825 con motivo de la creación de
más estrecha con el gobierno central. Éste es el caso, por ejemplo, de las ciuda- un Ejército Nacional ante la inminente guerra con el Imperio de Brasil por la Banda
des subalternas que procuraban librarse de su sujeción a las ciudades capitales Oriental que había sido incorporada a la misma como Provincia Cisplatina.
como Jujuy en relación con Salta, o Mendoza en relación con Córdoba. El debate comenzó en la sesión número treinta y uno del 3 de mayo, cuan-
El fracaso de la Constitución centralista de 1819 y la derrota y disolución do la comisión que había examinado el proyecto presentó una propuesta que
en 1820 del poder central encarnado en el Directorio, marcaron el fin de esta acordaba con la formación de un ejército de poco más de seis mil soldados. Entre
etapa en la que se hizo evidente la dificultad para erigir un orden político que des- otras modificaciones incorporadas por la comisión como por ejemplo la de fijar
conociera la soberanía de los pueblos. Sin embargo, la situación se había modifi- un límite de cuatro años para los enganchados, se sugería que los oficiales supe-
cado pues las ciudades ya no conformaban esos sujetos soberanos sino que a par- riores fueran elegidos por el Ejecutivo Nacional para asegurar la unidad y la
tir de ese momento, éstos fueron constituidos por las provincias. Cabe advertir dependencia de la autoridad central, pero que los que tuvieran un rango igual o
que estas provincias eran entidades por entero novedosas que surgieron de un menor al de Teniente Coronel debían serlo por las provincias pues en caso con-
doble proceso: por un lado, la desintegración de las antiguas provincias-inten- trario éstas difícilmente aceptarían aportar contingentes.
dencias y, por el otro, la incorporación de las campañas a la representación polí- Más allá de la tensión entre los poderes locales y el poder central en cons-
tica que hasta entonces se había circunscrito a las ciudades. Si la desintegración trucción que procuraba ser subsanada mediante este tipo de transacciones,
de las intendencias se debió a que se trataban de estructuras administrativas que durante el tratamiento de la ley también se puso en discusión la propia existen-
no lograban expresar verdaderas unidades políticas, sociales y económicas, la cia de la nación. Al presentar el proyecto, el clérigo porteño Julián Segundo de
incorporación del mundo rural a la representación política fue consecuencia de Agüero planteó retóricamente que no podía existir una nación sin un Ejército
la importancia que este espacio había ido adquiriendo en el marco de los proce- Nacional. Esto fue rebatido por otro clérigo, el salteño Juan Ignacio Gorriti,
sos de movilización social desatados por las guerras de independencia y las civi- quien se permitió invertir su planteo al señalar que lo que no puede existir es un
les. Ahora bien, este proceso de “provincialización” no puede comprenderse sola- Ejército Nacional sin una nación. Es que si bien Gorriti compartía con Agüero
mente a la luz del accionar de los caudillos que erigieron su poder apelando a la la aspiración de crear un Estado unitario, entendía que hasta que no se diera ese
coerción, el carisma o el clientelismo, sino que se produjo en un marco de insti- paso no podría hablarse con propiedad de la existencia de una nación:
56 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) FABIO WASSERMAN 57

¿Cuándo se ha formado la nación señores? ¿Cuándo se constituyó? Esto tuvo como consecuencia el recrudecimiento de las luchas políticas y milita-
¿Cuándo se aceptó la constitución? ¿Cuándo se puso en práctica? Sin estos res entre las facciones conocidas desde entonces como unitarios y federales de las
antecedentes la nación no existe, porque es suponer existente un ser antes que salieron triunfantes estos últimos a comienzos de la década de 1830.
de los atributos constitutivos; es suponer existente una asociación antes de
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estar aseguradas las condiciones en que se ha de fundar. La Confederación Argentina: 1830-1852

Para que existiera una nación, argüía Gorriti, los representantes de las Este desenlace afianzó aun más a las soberanías provinciales como ámbito de
provincias debían sancionar una constitución, vale decir, formar un pacto acor- institucionalización del poder, sin que esto implicara en modo alguno su aislamiento.
dando en forma voluntaria y explícita las reglas que regirían sus relaciones. Es Por un lado, porque las elites locales siguieron manteniendo fuertes vínculos entre sí.
por ello que a pesar de la inminencia de la guerra estimaba que la creación de Por el otro, porque la mayor parte de las provincias tenían serias dificultades polí-
un Ejército Nacional era inconducente pues primero debía constituirse la ticas y económicas para poder sostener una autonomía plena. Esta tensión entre
nación. En ese sentido le parecía un error formar un ejército pues si las provin- el mantenimiento del status soberano y la necesidad de crear una instancia mayor
cias no se constituían no se sabría a qué nación pertenecería y, por lo tanto, de que las contuviera se expresó en la organización de una Confederación. Este
dónde saldrían sus fondos, a quién habría de obedecer, etc. Esta intervención nuevo orden tuvo como base el Pacto Federal firmado por los gobiernos litorales
generó una polémica que se prolongó en la sesión siguiente y en la cual intervi- en 1831, al que durante los años siguientes se fueron adhiriendo las otras provin-
nieron varios diputados señalando que la nación existía aunque no estuviera del cias, ya sea por convicción, interés o imposición, pues la Confederación fue pro-
todo constituida. Como prueba citaban el Acta de la Independencia, se referían gresivamente hegemonizada por Buenos Aires y por la facción federal rosista.
al propio Congreso, a la voluntad de los pueblos y de los ciudadanos, o a los Si bien durante esos años no desapareció del horizonte la posibilidad de
acuerdos firmados con otras naciones. Algunos alegaban que se había constitui- erigir una soberanía nacional, existía consenso en el reconocimiento de las sobe-
do en 1810 y otros en 1816. En lo que aquí interesa, y más allá de estas diferen- ranías provinciales y en el hecho de que un acuerdo entre ellas constituía el punto
cias, todos acordaban en el origen pactado de la nación como cuerpo político, de partida ineludible a la hora de elaborar cualquier proyecto de organización,
mientras que en ningún caso se concebía que pudiera tratarse de una entidad incluso en el caso de aquellos que quisieran apelar al entonces novedoso princi-
preexistente a la propia Revolución. pio de las nacionalidades como los jóvenes románticos de la Generación del 37.
El Congreso siguió avanzando en esa misma línea y al año siguiente deci- De ese modo, y si se deja de lado el Estado unitario que para ese entonces era
dió crear el Poder Ejecutivo Nacional que encomendó a Bernardino Rivadavia, a considerado de forma casi unánime como inviable, este reconocimiento podía
la vez que dictó una Constitución unitaria cuya aprobación puso a consideración implicar diversas alternativas: a) mantener el status soberano en forma indefinida
de las provincias. Fue entonces cuando se advirtieron los límites de esta presun- y, en caso de que fuera necesario, celebrar pactos o acuerdos específicos, ya fue-
ción sobre la existencia de una voluntad nacional ya constituida, pues éstas y ran bilaterales o multilaterales (solución adoptada durante gran parte de la déca-
otras resoluciones similares provocaron un fuerte rechazo por parte de numero- da de 1820); b) unirse mediante un pacto en una Confederación que reuniera a
sas dirigencias provinciales. Pero no sólo en el interior: los sectores dominantes algunas o todas, delegando atribuciones soberanas como las Relaciones Exteriores
de Buenos Aires impugnaron la nacionalización de su aduana y su puerto y la en un Ejecutivo Provincial (solución adoptada en las décadas de 1830 y 1840);
división de la provincia para erigir a la ciudad como capital de la nación. De ese c) realizar esa unión con Estados que no pertenecían a la Confederación como el
modo, y en el marco de una aguda crisis potenciada por la torpe negociación lle- Uruguay, el Paraguay o Bolivia (alternativas esbozadas en numerosas ocasiones);
vada a cabo con el Brasil, se produjo la disolución de las autoridades nacionales. d) constituir un Estado federal que reconociera a la vez la soberanía de las pro-
vincias y la soberanía nacional con preeminencia de esta última (solución que se
terminaría imponiendo jurídicamente tras la sanción de la Constitución de 1853
2 Emilio Ravignani (ed.), Asambleas Constituyentes Argentinas, tomo I, Buenos Aires, Peuser, y políticamente tras la derrota de Buenos Aires en 1880 que permitió la definiti-
1937, p. 1.313. En ésta y en todas las citas se modernizó la ortografía. va consolidación del Estado nacional).
58 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) FABIO WASSERMAN 59

Lo notable es que estas opciones no fueron patrimonio de ningún sector, Uruguay y el Paraguay–, sostuvo que aunque esa resolución no lo satisfacía ya
pues era habitual que más allá de su pertenencia facciosa, ideológica o regional, que consideraba más conveniente luchar por el libre comercio y la libre navega-
los políticos y publicistas esgrimieran diversas posiciones según cuáles fueran las ción en el seno de la comunidad argentina, no podía hacerle objeciones de prin-
circunstancias en las que estuvieran actuando. Es por ello que en muchas ocasio- cipio ya que las provincias eran soberanas y podían hacer ese tipo de pactos si les
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nes las calificaciones de unitario o federal, si bien no son arbitrarias, dificultan la convenía. Pocos meses más tarde retomó este razonamiento pactista, aunque
comprensión de los conflictos y de los intereses en juego. modificó su contenido al sostener que las provincias “forman una asociación que
Consideremos a modo de ejemplo los cambios de posición entre Buenos ha pactado constituirse en nación independiente pero que todavía no se ha consti-
Aires y algunas provincias como Corrientes, cuyos voceros se alternaban en argüir tuido”.6 Casi un año más tarde profundizaba aun más esta idea de nación al seña-
la primacía de la Nación sobre cualquier poder provincial a fin de poder defender lar que “en nada pensamos menos que en dividir las provincias, en desmembrar
mejor sus intereses. Esa necesidad permitió, por ejemplo, que a principios de la la nacionalidad argentina, representación en América de tantas glorias militares,
década de 1830 el líder correntino Pedro Ferré fuera el primero en enunciar en civiles y administrativas”.7
la región un programa de organización nacional que en cierto modo estaba empa- Estas oscilaciones deben entenderse no sólo como expresión de una moda-
rentado con el principio de las nacionalidades aunque no le diera ese nombre, lidad que hacía del pacto entre entidades soberanas el fundamento de la consti-
cuando se trataba también de uno de los mayores adalides de la defensa de las tución de los poderes políticos, sino también a la luz del enfrentamiento con el
soberanías provinciales.3 En su reverso, la dirigencia porteña podía argüir, como régimen rosista, objetivo que para sus opositores opacaba toda otra considera-
lo hizo entonces a través del publicista Pedro de Angelis, que ción. De ese modo las posturas en relación a la posible organización de las pro-
vincias podían ir modificándose al compás de las alianzas que se sucedían en el
La soberanía de las provincias es absoluta, y no tiene más límites que los afán por derrotar a Rosas. Pero no es eso lo que aquí interesa sino su considera-
que quieren prescribirle sus mismos habitantes. Así es que el primer paso ción como propuestas válidas, capaces de ser enunciadas, argumentadas y defen-
para reunirse en cuerpo nacional debe ser tan libre y espontáneo como lo didas públicamente, ya que formaban parte del horizonte de posibilidades en lo
sería para Francia el adherirse a la alianza de Inglaterra.4 que se refería al ordenamiento político, territorial e institucional de la región.

Y, sin embargo, pocos años después ese mismo gobierno y sus publicistas El Estado federal y el Estado de Buenos Aires: 1852-1862
podían negarle no sólo a las provincias sino también al Paraguay toda pretensión
soberana al alegar que formaban parte de la Confederación Argentina. La derrota del régimen rosista a comienzos de 1852 sentó nuevas condi-
Esta inconstancia, si bien resulta fácil de comprender cuando se atiende a ciones para la organización de los pueblos del Plata. En ese marco la cuestión
las circunstancias políticas, no puede considerarse como una mera actitud cínica. nacional se ubicó en el centro del debate público pues si bien siguieron teniendo
En tal sentido resultan reveladoras algunas posiciones esgrimidas por el político una gran importancia los sentimientos e intereses locales, se hizo cada vez más
y publicista unitario Florencio Varela en su exilio montevideano desde las pági- patente la necesidad de constituir un orden político e institucional capaz de con-
nas de El Comercio del Plata, donde llegó a defender o a tolerar alternativas muy tener a todas las provincias. Las discusiones se centraron por tanto en la forma en
disímiles en relación a lo que hacía a la organización que debían tener las provin- la que debía constituirse la nación y en su relación con los poderes locales.
cias rioplatenses. Así, y ante la posibilidad planteada en 1846 de que se formara Pero contra lo esperado y deseado por muchos que preferían culpar a
un nuevo Estado que agrupara a Corrientes y Entre Ríos –y, potencialmente al Rosas por no haber permitido un avance en la organización nacional, ese desen-

5 Comercio del Plata, Nº 207, Montevideo, 20 de junio de 1846.


3 6 Comercio del Plata, Nº 361, Montevideo, 23 de diciembre de 1846. El destacado pertenece
Un análisis del programa de Ferré en José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados:
Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), Buenos Aires, Ariel Historia, 1997, pp. 231-246. al original.
4 7 Comercio del Plata, Nº 592, Montevideo, 8 de octubre de 1847.
El Lucero, Nº 843, Buenos Aires, 17 de agosto de 1832.
60 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) FABIO WASSERMAN 61

lace no fue inmediato. En efecto, el triunfo en febrero de 1852 de las fuerzas diri- de la Nación Argentina como único sujeto soberano. Sujeto al que los historia-
gidas por el entrerriano Justo José de Urquiza en la batalla de Caseros dio lugar dores (pero no sólo ellos) comenzaron a dotar de un pasado cada vez más lejano
pocas semanas más tarde a un acuerdo entre las dirigencias provinciales que se y, por tanto, preexistente al proceso revolucionario que sería considerado de ahí
agruparon bajo su liderazgo y dieron forma a un Estado federal que se institucio- en adelante como ese momento fundacional en el que la nacionalidad cobró con-
nalizó en 1853 con la sanción de una Constitución y la creación de autoridades ciencia de sí para sacudir el yugo colonial.
nacionales. Esta resolución fue resistida por la dirigencia de Buenos Aires que no La Revolución de Mayo se constituyó así en el mito de orígenes de la nación
quería resignar el control de la Aduana y el Puerto. Más aun, la provincia no sólo argentina y, por lo tanto, en motivo de recurrente disputa acerca de su sentido,
logró mantener su soberanía y su autonomía, sino que también se dictó una alcances y proyección tal como sigue sucediendo hoy día en vísperas de la conme-
Constitución en 1854. moración de su Bicentenario.
Las relaciones entre ambos Estados fueron tensas, con momentos de acer-
camiento y otros de enfrentamiento como la batalla de Cepeda, en 1859, en la
que triunfaron las armas nacionales. Este resultado motivó que al año siguiente
se reformara la Constitución en una Convención de la que también participó B IBLIOGRAFÍA
Buenos Aires. Tras su aprobación, Bartolomé Mitre, que entonces ejercía la
gobernación de la provincia, hizo explícito el vínculo que a su juicio unía ese
momento con el pasado revolucionario: CHIARAMONTE, José Carlos, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación
Argentina (1800-1846), Buenos Aires, Ariel Historia, 1997.
Hoy recién, después de medio siglo de afanes y de luchas, de lágrimas y de —————————————, Nación y estado en Iberoamérica. Los lenguajes
sangre, vamos a cumplir el testamento de nuestros padres, ejecutando su políticos en tiempos de las independencias, Buenos Aires, Sudamericana, 2004.
última voluntad en el hecho de constituir la nacionalidad argentina, bajo GOLDMAN, Noemí, ¡El pueblo quiere saber de qué se trata! Historia oculta de la
el imperio de los principios.8 Revolución de Mayo, Buenos Aires, Sudamericana, 2009.
—————————————, (dir.), Revolución, República y Confederación
Los conflictos sin embargo no se acallaron, y en septiembre de 1861 (1806-1852), Buenos Aires, Sudamericana, colección Nueva Historia Argentina,
Buenos Aires logró imponerse en la batalla de Pavón frente a un adversario debi- (tomo 3), 1999.
litado por diferencias internas y dificultades económicas, por lo que meses más GUERRA, Francois-Xavier, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revo-
tarde el propio Mitre pudo asumir la presidencia de la nación unificada. luciones hispánicas, Madrid, Mapfre, 1992.
Claro que la historia no acabó ahí, pues aún debieron pasar varios años HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolución y guerra. Formación de una elite diri-
para que pudiera constituirse un sistema de instituciones nacionales cuyo poder gente en la Argentina criolla, México, Siglo XXI, 1979.
fuera incontestable en todo el territorio. En efecto, los enfrentamientos en torno LEVENE, Ricardo (ed.), Lecturas históricas argentinas, tomo 2, Buenos Aires, Editorial
a la organización nacional y al lugar de los poderes provinciales se prolongaron al de Belgrano, 1978.
menos hasta 1880 cuando se produjo la consolidación del Estado nacional que, RAVIGNANI, Emilio (ed.), Asambleas Constituyentes Argentinas, tomo I, Buenos
no casualmente, suele simbolizarse con la derrota sufrida por las fuerzas de Aires, Peuser, 1937.
Buenos Aires a manos del Ejército Nacional que se había fortalecido durante esas SOUTO, Nora y Fabio Wasserman, “Nación”, en Noemí Goldman, Lenguaje y revolución.
dos décadas. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata (1780-1850), Buenos Aires, Prometeo, 2008.
Una vez consolidado el Estado nacional pudo imponerse una concepción WASSERMAN, Fabio, “De Funes a Mitre: representaciones de la Revolución de
Mayo en la política y la cultura rioplatense (primera mitad del siglo XIX)”, en
8 Ricardo Levene (ed.), Lecturas históricas argentinas, tomo 2, Buenos Aires, Editorial de Prismas. Revista de Historia intelectual, N º5, Bernal, UNQ, 2001.
Belgrano, 1978, p. 322. —————————, “Una pregunta en dos tiempos. ¿Qué hacer con la Revolución
62 CAPÍTULO I Revolución y Nación en el Río de la Plata (1810-1860) CAPÍTULO I 63

1810-1860 L A I NDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL


de Mayo?”, en Nuevo Topo. Revista de historia y de pensamiento crítico, Nº 5, Buenos
Aires, 2008.
—————————, Entre Clio y la Polis. Conocimiento histórico y representaciones
del pasado en el Río de la Plata (1830-1860), Buenos Aires, Teseo, 2008.
Sociedad y militarización revolucionaria. Buenos Aires y
el Litoral rioplatense en la primera mitad del siglo XIX

R AÚL O. F RADKIN
UNLU / UBA

En 1821 el liberal español Miguel Cabrera de Nevares presentaba ante las


Cortes una memoria a favor del rápido reconocimiento de una “independencia con-
cedida” a las colonias. Cabrera acababa de pasar dos años en Buenos Aires y de su
experiencia porteña extraía algunas conclusiones. Me interesa recuperar una de ellas:

acá todos son guerreros, todos han nacido con diversas ideas, todos saben pele-
ar, todos se escenden en el odio contra los españoles, odio que es mucho mas
encarnizado que el que tenían entonces contra los ingleses. Hay una generación
enteramente nueva: los niños que entonces tenían diez años, en el día mandan
regimientos y divisiones.1

Lo que Cabrera estaba describiendo era la masiva militarización de la socie-


dad y cómo ella signaba la experiencia política de toda una generación. Registraba,
así, una de sus dimensiones que ya analizó Halperin Donghi hace tiempo: la “carrera
de la revolución” había constituido una elite política basada en su autoridad mili-
tar. Su ubicación en el escenario social era compleja en la medida que mientras se
separaba de los sectores sociales dominantes que estaban sufriendo profundos de-
sequilibrios establecía nuevos lazos sociales con los sectores sociales ampliamente
movilizados, conformando un triángulo por demás inestable.2

1 Miguel Cabrera de Nevares, Memoria sobre el estado actual de las Américas y medios de pacificarlas, escrita de
orden del Excmo. Sr. D. Ramón López Pelegrín, Secretario del Despacho y de la Gobernación de Ultramar y presenta-
da a S.M. y a las Cortes extraordinarias por el Ciudadano Miguel Cabrera de Nevares, Madrid, Imprenta de don José
del Collado, 1821, pp. 201-202.
2 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina criolla, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1972; y “Militarización revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815”, en Tulio Halperin Donghi
(comp.), El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Buenos Aires, Sudamericana, 1978, pp. 121-157.
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rioplatense en la primera mitad del siglo XIX

Pero esa nueva dirigencia era sólo una de las dimensiones de la militariza- Ahora bien, la “Ordenanza de su Majestad para el regimiento, disciplina,
ción. Otra, era la extrema politización de los sectores sociales populares que no subordinación y servicio de sus ejércitos” de 1768 –un cuerpo normativo que
habría de anularse cuando la dirigencia revolucionaria proclamó el fin de la orientó la vida militar hispanoamericana hasta bien avanzado el siglo XIX– con-
Revolución sino que se iba a acrecentar y profundizar hasta imprimirle a la lucha templaba la existencia junto a los cuerpos veteranos permanentes y de refuerzo de
política rioplatense una ineludible marca plebeya.3 Una y otra serían incompren- dos tipos de milicias: las nuevas –llamadas “milicias provinciales”, “disciplinadas”
sibles sin atender a una tercera dimensión: la militarización revolucionaria mul- o “regladas”– y las antiguas, generalmente denominadas “urbanas”. Ese sistema
tiplicó las ya heterogéneas formaciones armadas con que contaba la colonia así de milicias –la piedra angular del nuevo orden que los Borbones pretendían ins-
como sus tradiciones militares y milicianas. Intentaremos aquí analizar sus taurar–5 buscaba transformar las antiguas milicias sostenidas y comandadas local-
impactos y significados y lo haremos tratando de cotejar la experiencia porteña mente en una estructura mejor entrenada, que prestara servicio en espacios mucho
con las que vivieron las sociedades del Litoral rioplatense. Dada la complejidad más amplios que la defensa de la propia localidad y que quedara subordinada a
del tema, las que siguen son sólo unas notas introductorias. los mandos militares veteranos. Sin embargo, los resultados fueron muy dispares y,
para las autoridades militares imperiales, desalentadores.6
Legados coloniales ¿Hasta qué punto estos rasgos dan cuenta de la experiencia rioplatense?7
Por lo pronto, no puede obviarse que el gasto fiscal con fines militares fue un
Para esta evaluación se impone una breve consideración inicial: ¿hasta qué componente central de la prosperidad de Buenos Aires.8 De este modo, la ciudad
punto la militarización era exclusivamente el resultado del ciclo revolucionario tuvo una importante presencia de fuerzas veteranas que en la década de 1760 lle-
abierto por las invasiones inglesas? garon a superar los 4.600 efectivos para una ciudad que apenas rondaba los
Como es sabido, la organización de la defensa de las colonias se había 24.000 habitantes. Sin embargo, esa dotación no se mantuvo y para 1781 todo
mantenido sin alteraciones sustanciales entre fines del siglo XVI y mediados del el virreinato contaba con sólo 2.500 veteranos permanentes. Además su distribu-
XVIII cuando la Corona adoptó una nueva concepción que incluía, entre otros ción era muy desigual: en la capital se encontraba el 13,6%; en Charcas, momen-
aspectos, la dotación de regimientos regulares y el “arreglo” de las milicias. Fue por táneamente, el 12,3%; y en la costa patagónica un 6,8%; en cambio, en
entonces que tomó forma el Ejército Imperial en América, un ejército de Antiguo Montevideo estaba acantonado el 38,4% y si sumamos todas las fuerzas vetera-
Régimen atravesado por pautas corporativas y estamentales que limitaban su pro- nas en el territorio oriental (en Colonia y Maldonado, principalmente) llegamos
fesionalización y que terminó por estar compuesto de una tropa reclutada mayo- al 66,3%. Es decir, que la mayor parte del virreinato carecía de tropas veteranas,
ritariamente en las colonias y por una oficialidad que, excepto a niveles del gene- en Buenos Aires su número había decrecido sustancialmente y la mayor parte se
ralato, tenía mayoritariamente ese origen.4 En el esquema de defensa que se diseñó, encontraban en la Banda Oriental, particularmente en Montevideo. A ello deben
los cuerpos veteranos debían encargarse de la defensa de algunos puntos precisos agregarse las enormes dificultades para cubrir sus plazas, tanto que para 1802
y las milicias de las ciudades, las fronteras con los indios, el orden interno y servir cuando debía haber 4.300 efectivos sólo estaban cubiertas 2.500. Pero, además,
de fuerzas auxiliares. Por ello, la mayor parte de las fuerzas veteranas eran de infan- en esta estimación se incluyen los Blandengues de la Frontera que constituían el
tería y la caballería casi completamente miliciana.
5 Manuel Chust y Juan F. Marchena, “De milicianos de la Monarquía a guardianes de la Nación”, en Manuel
Chust y Juan F. Marchena (eds.), Las armas de la Nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-
1850), Madrid, Iberoamericana, 2008, pp. 7-14.
3 Un panorama actualizado de esta decisiva cuestión en Raúl O. Fradkin (comp.), ¿Y el pueblo dónde está? 6 Allan Kuethe, “Las milicias disciplinadas en América”, en Juan Marchena Fernández y Allan Kuethe (eds.),
Contribuciones para una historia popular de la revolución de independencia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Soldados del Rey..., op. cit., pp. 101-126; y “Las milicias disciplinadas ¿fracaso o éxito?”, en Juan Ortíz Escamilla
Prometeo Libros, 2008; y en Raúl O. Fradkin y Jorge Gelman (comps.), Desafíos al Orden. Política y sociedades (coord.), Fuerzas militares en Iberoamérica, siglos XVIII y XIX, México, El Colegio de México/El Colegio de
rurales durante la Revolución de Independencia, Rosario, Prohistoria Ediciones, 2008. Michoacán/Universidad Veracruzana, 2005, pp. 19-26.
4 Juan F. Marchena, “Sin temor de Rey ni de Dios. Violencia, corrupción y crisis de autoridad en la Cartagena 7 El estudio más completo sigue siendo Juan Beverina, El Virreinato de las Provincias del Río de la Plata. Su
colonial”, en Juan F. Marchena y Allan Kuethe (eds.), Soldados del Rey. El Ejército Borbónico en América Colonial Organización Militar, Buenos Aires, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, 1992.
en vísperas de la Independencia, Castellón, Ed. Universitat Jaume I, pp. 31-100. 8 Lyman Johnson, "Los efectos de los gastos militares en Buenos Aires colonial", en HISLA, Nº IX, 1987, pp. 41-57.
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41% de los veteranos realmente existentes. Esos Blandengues eran un cuerpo de Tres premisas orientan nuestro argumento: 1) los ejércitos se formaron a
origen miliciano transformado en veterano en 1784 aunque de modo muy limi- partir de las estructuras y tradiciones preexistentes y expresaron sus variaciones
tado: generalmente carecían de armas de fuego, se solventaban con recursos locales regionales; 2) si se toma en cuenta la composición social de las tropas puede
y se reclutaban entre la “gente del país” obligada a vestirse por su cuenta y a montar observarse que las guerras de la revolución no fueron tanto una confrontación
en caballos propios. entre europeos y americanos sino una guerra civil10 y que las tropas de Buenos
No extraña, por lo tanto, que la defensa frente a las invasiones inglesas Aires tuvieron una alta proporción de efectivos reclutados en otras jurisdicciones;
hubiera de descansar en las milicias. Pero, ¿cómo eran estas milicias? Se trataba 3) la revolución trajo consigo una guerra mucho más larga y cruenta de lo que
de un conjunto extremadamente heterogéneo que incluía milicias “disciplina- podía imaginarse en un comienzo y a través de ella adquirió sus características:
das”, “urbanas”, “compañías sueltas” de caballería, unidades de pardos y mulatos esa guerra destruyó recursos y erosionó jerarquías sociales pero también ayudó a
libres y milicias indígenas. De este modo, la reforma miliciana borbónica aunque forjar identidades, solidaridades y mecanismos de movilización. En este sentido,
cobró nuevo impulso con el reglamento de 1801, no abarcó ni a todas las mili- fue una experiencia social y política de masas de máxima intensidad y amplitud.
cias ni a todo el virreinato y estaba en sus comienzos cuando todo el orden polí- Las fuerzas realistas de Montevideo estaban compuestas por la reducida
tico y militar regional se vio bruscamente alterado en 1806. Para entonces, el dotación de veteranos, una parte de los Blandengues y los cuerpos milicianos de
número de milicianos creció exponencialmente, pero ese crecimiento se operó la ciudad y alrededores. Para organizar la resistencia su gobierno apeló al recluta-
siguiendo el modelo de las milicias “urbanas”. miento forzoso de hombres libres y de esclavos y multiplicó las milicias, entre
En síntesis, a fines de la colonia las fuerzas veteranas eran decrecientes, ellas los cuerpos “emigrados” refugiados en la ciudad que provenían de las áreas
escasas, mal equipadas, desigualmente distribuidas y en la práctica su única caba- rurales y eran comandados por sus propios jefes. Esa situación no fue completa-
llería eran los Blandengues. Mientras tanto, el “arreglo” de las milicias fue incom- mente transformada por los contingentes de refuerzo enviados desde la penínsu-
pleto, no logró uniformarlas ni subordinarlas pero no por ello dejaban de tener la que llegaron con su capacidad muy menguada por las deserciones y subleva-
un peso decisivo en las estructuras locales de poder.9 ciones.11 De este modo, al momento de su capitulación en 1814, Montevideo
contaba con 5.340 efectivos: 3.154 veteranos y 2.186 milicianos.12
Las guerras de la revolución y la militarización En Buenos Aires la revolución se nutrió principalmente de las milicias que
emergieron de las invasiones inglesas y que eran cuerpos de naturaleza híbrida
Estas condiciones prefiguraron las características de las fuerzas que confron- construidos sobre el modelo de las milicias urbanas pero de servicio permanente,
taron a partir de 1810 en el espacio rioplatense. Pero, para comprender mejor su remuneración continua, goce del fuero y sin subordinación alguna a las fuerzas
naturaleza, es preciso despojarse –al menos– de dos imágenes convencionales. Por veteranas. A partir de ellas, la revolución intentó forjar nuevos ejércitos veteranos
un lado, aquella que describe el enfrentamiento entre realistas y revolucionarios
como una confrontación entre un ejército europeo profesional y un ejército ame- 10 No se dispone para Montevideo de datos tan precisos como los que existen en relación con el ejército lime-
ricano formado de voluntarios. Por otro, aquella que describe la confrontación ño para el cual se ha calculado que entre 1810 y 1825 había nacido en América el 35% de los oficiales vetera-
nos y el 80% de los milicianos, mientras que tenía ese origen entre el 70% y el 90% de la tropa. Debe tenerse
entra las fuerzas de Buenos Aires y el artiguismo como un enfrentamiento entre en cuenta que en ese ejército tuvieron un papel descollante las milicias indígenas comandadas por sus propios
nuevos ejércitos profesionales y porteños contra un conglomerado de fuerzas irre- jefes, al punto que el general Pezuela se quejaba de que entre sus soldados “raro era el que sabía hablar castellano”
gulares. Ambas convenciones estereotipan y simplifican un proceso que fue extre- (Julio M. Luqui-Lagleyze, “Por el Rey, la Fe y la Patria”. El ejército realista del Perú en la independencia sudamericana,
1810-1825, Madrid, Adalid, 2006, pp. 48-49).
madamente más complejo. 11 Juan Marchena Fernández, “¿Obedientes al rey y desleales a sus ideas? Los liberales españoles ante la ‘recon-
quista’ de América, 1814-1820”, en Juan Marchena Fernández y Manuel Chust (eds.), Por la fuerza de las
armas…, op. cit., pp. 143-220.
12 “Estado de la Fuerza Militar que existía en la plaza de Montevideo” (1814), en “Colección de los docu-
9 Un análisis detallado en Raúl O. Fradkin, “Tradiciones coloniales y naturaleza de las fuerzas beligerantes mentos oficiales relativos a la ocupación de la plaza de Montevideo en 23 de junio de 1814”, en Andrés Lamas,
en el litoral rioplatense durante las guerras de la revolución”, ponencia al II Encontro da Rede Internacional Colección de Memorias y Documentos para la historia y la geografía de los pueblos del Río de la Plata, tomo I,
Marc Bloch de Etudos Comparados em História, Porto Alegre, 22 al 24 de octubre de 2008. Comercio del Plata, 1849, p. 108.
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apelando a una matriz borbónica e introduciendo algunas de las novedades que podía haber sido de otro modo pues la población tenía bien en claro las diferencias
suministraba el modelo napoleónico. que debía haber entre una y otra forma de organización militar así como sus respec-
El intento parece haber sido incompleto pero impregnó la visión de la ofi- tivas connotaciones sociales.
cialidad revolucionaria y su autoconciencia. Esa oficialidad, surgida de la conver- Sin embargo, la transformación de las milicias en cuerpos veteranos no fue el
gencia de jefes de milicias, líderes políticos, algunos oficiales de los ejércitos del único desafío puesto que la dirigencia revolucionaria tuvo que embarcarse simultá-
Rey y otros extranjeros, terminó por concebirse a sí misma como el núcleo diri- neamente en una masiva ampliación de las milicias y consagrar el principio del alis-
gente de la sociedad y al Ejército como la base de sustentación del nuevo Estado. tamiento general. Y ello profundizó la necesidad de contar con la cooperación de las
Pero, a su vez, la formación de esos ejércitos –que suponía una movilización autoridades locales.
varias veces superior a las efectuadas en la época colonial– afectó decididamente Por lo tanto, la militarización revolucionaria no puede ser considerada sim-
a las plebes urbanas y a los sectores populares rurales. Un dato lo muestra: a fines plemente como la transformación de los cuerpos milicianos en ejércitos de vetera-
de la colonia la infantería veterana no superaba los 2.500 efectivos, a fines de nos sino que incluyó como un capítulo central la ampliación y la multiplicación de
1811 la revolucionaria pasaba los 5.000 y para 1817 superaba los 13.000. las milicias. Para ello esa dirigencia apeló al modelo borbónico y a partir de 1817 las
¿Cuánto pesaba este esfuerzo sobre los habitantes de Buenos Aires? No es fácil “milicias disciplinadas” se denominaron “nacionales” mientras que las “urbanas”
calcularlo pero debe considerarse que en 1815 la jurisdicción tenía 6.600 efecti- pasaron a llamarse “cívicas”. ¿Qué las distinguía? Para las milicias “nacionales” se
vos de línea (4.650 de Infantería, 900 de Artillería y 1.100 de Caballería), unos mantuvo en vigencia el reglamento de 1801, gozaban de sueldo y fuero, se buscaba
4.000 milicianos en la ciudad y sus arrabales y, al menos, unos 1.000 milicianos que estuvieran comandadas por una plana mayor veterana y que tuvieran como
activos en la campaña, aunque podían movilizarse otros 4.000. Es decir, alrede- “comandantes natos” a los intendentes y sus subdelegados. En cambio, las “milicias
dor de 11.000 hombres movilizados en su territorio cuando la población era de cívicas”, no gozaban de sueldo ni de fuero, prestaban un servicio de defensa local y
92.000 habitantes, un 12% aproximadamente. debían estar al mando de los cabildos. Las contradicciones entre ambos sistemas se
Ese masivo reclutamiento se realizó siguiendo las prácticas coloniales aun- manifestaban en una cuestión central: los integrantes de las milicias “nacionales”
que legitimado por un nuevo discurso político y con una extensión tal que afectó eran considerados “soldados del Estado” y debían acudir “al auxilio y reposición de
el cumplimiento de las normas tradicionales. Así, al enganche voluntario se sumó los ejércitos de línea” mientras que las “milicias cívicas” debían actuar sólo “dentro
inmediatamente el contingente compulsivo que afectaba sobre todo a los sectores del recinto” de las ciudades, las villas y los pueblos.15
populares rurales fijándose cuotas de reclutas y destinando al “servicio de las De esta manera, los primeros ejércitos revolucionarios constituían un aglome-
armas” a los infractores de las leyes. En tales condiciones, la creciente necesidad de rado inestable y heterogéneo, estructurado a partir de un reducido núcleo veterano y
reclutas convirtió a las autoridades revolucionarias en muy dependientes de la de milicias locales, que reproducían en su interior las tramas sociales que hacían posi-
colaboración efectiva de las autoridades locales y puso en tensión sus relaciones ble el reclutamiento y la conformación de sus jefaturas intermedias. En esas condiciones,
mientras amplificaba los contenidos asignados a la figura de la vagancia.13 Pero sus relaciones con el ampliado servicio miliciano tendían a ser tensas y conflictivas. Y,
había una novedad mayor: el reclutamiento de esclavos adquirió tal envergadura en especial, lo fueron los ejércitos de Buenos Aires en el Litoral. Esta situación con-
que erosionó el régimen de esclavitud. A su vez, se apeló a la utilización de los tradictoria puede advertirse con claridad a través de un ejemplo: el Ejército de
prisioneros de guerra como reclutas y a la sustracción de milicianos –particular- Observación sobre Santa Fe. Este ejército llegó a tener más de 3.000 hombres y estu-
mente los libertos– para completar las plazas veteranas faltantes.14 vo integrado por un núcleo de veteranos entre los cuales se destacaban los regimien-
En tales condiciones, diversas tensiones atravesaban a los nuevos ejércitos tos de infantería compuestos mayoritariamente por “negros”, una buena parte de las
y una en particular: la resistencia de los milicianos a convertirse en veteranos. Y no milicias bonaerenses de caballería y unidades milicianas de “emigrados” de Rosario,
13 Raúl O. Fradkin (comp.), El poder y la vara. Estudios sobre la justicia y la construcción del estado en el Buenos
Aires rural, 1780-1830, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007, pp. 99-128. 15 Pocos autores han hecho hincapié en esta decisiva cuestión. Con lucidez, recientemente ha llamado la aten-
14 El mejor análisis al respecto: Gabriel Di Meglio, ¡Viva el Bajo Pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la ción Mariano José Aramburo, Buenos Aires ciudad en armas. Las milicias porteñas entre 1801 y 1823, Tesis de
política entre la Revolución de Mayo y el Rosismo, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006. Licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2008.
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Coronda y Paraná estructurados en cuerpos separados y dotados de sus propios era sólo una oposición a una forma de gobierno sino también a esos ejércitos y al
jefes.16 Era algo bien distinto de un ejército regular y porteño y evidencia las limita- estilo de mando de su oficialidad por parte de comunidades territoriales que encon-
ciones que tuvo la formación de un ejército “profesional”. Los sucesos acaecidos a traron en las tradiciones milicianas una orientación y un sustento para legitimar sus
partir de 1819 habrían de demostrarlo: el ejército –al igual que el del norte– se des- reclamos.
integró siguiendo los patrones regionales de reclutamiento y jefaturas intermedias ¿Qué puede mostrarnos el análisis de las fuerzas “anarquistas”? La insurgen-
que conformaban su entramado subyacente. cia oriental extrajo el núcleo de su fuerza armada de los Blandengues y de las mili-
El dilema de la dirigencia revolucionaria residía en que mientras tenía cada vez cias rurales, sobre todo de las “compañías sueltas” que si no fueron directamente su
más al ejército regular como base de sustentación no podía sino multiplicar las fuer- sustento organizativo la dotaron de un formato al que apelar. Sin embargo, intentó
zas milicianas y depender de su colaboración. Las consecuencias se hicieron notar de también forjar un ejército. En ese intento un lugar relevante lo ocuparon las llamadas
inmediato: la dependencia de la influencia política local, la necesidad de “negociar” “Divisiones Orientales”. Eran unidades de caballería que aglutinaban partidas de
tanto las condiciones y los momentos del servicio como la obtención de “auxilios”, la milicias territoriales y que permitían reunir una fuerza equivalente a un ejército de
extensión del fuero que reforzaba el papel de los jefes, su reticencia a emprender cam- Buenos Aires. Además, ese ejército contaba con una reducida artillería y al menos
pañas ofensivas, etc. Lo que se ponía de manifiesto era que las tradiciones milicianas con dos divisiones de infantería, fue dirigido desde campamentos centrales y cons-
expresaban una tensión intrínseca: forjadas en torno a la defensa de cada comunidad tituyó sus propios regimientos veteranos. Para ello apeló al enganche de voluntarios,
territorial, las milicias permitían movilizar lazos y recursos, sustentar jefaturas y lide- levas de vagos, incorporación forzada de esclavos y libertos o indulto a “pasados”
razgos locales y eran muy eficaces para una guerra defensiva. Pero, en cambio, eran y desertores. Las diferencias con los regimientos “porteños” residían en que éstos
refractarias a los requerimientos de la guerra ofensiva en escenarios alejados que res- estaban mejor armados, remunerados y financiados. Esa diferencia remite a su
pondían más a las necesidades del Estado que a las de las comunidades y que, por lo diferente grado de estatidad y de allí que las Divisiones Orientales no perdieran su
tanto, suponían un desplazamiento de recursos y una subordinación a las jefaturas matriz miliciana.
superiores. En tales condiciones, las milicias servirían de apoyatura a la formación de Ahora bien, esas Divisiones contaban con sus “milicias auxiliares” y eran de
nuevos liderazgos locales y en ese proceso podían dar lugar a situaciones bien dife- dos tipos. Por un lado, las que defendían cada poblado y cada partido, siguiendo el
rentes: en muchas ocasiones se convertían en una suerte de espejo militarizado de los modelo de las milicias “urbanas” o “cívicas”. Pero, a diferencia de Buenos Aires, con-
entramados y las jerarquías sociales locales; en otras, resultaban del quiebre de esas taban con las milicias auxiliares que suministraban los pueblos misioneros y las par-
jerarquías y permitían el ascenso a posiciones de mando de sujetos provenientes de cialidades indígenas aliadas. Se recogía de este modo una antigua experiencia del
estratos más bajos.17 En cualquier caso, la tensión con los jefes del Ejército fue cre- Litoral rioplatense.
ciente. Así lo reconocía Manuel Belgrano cuando en abril de 1816 advertía “la opo- Las fricciones entre los insurgentes orientales y los jefes militares de Buenos
sición que existe entre soldados y paisanos acerca de esta guerra” y cuando al año Aires ilustran los conflictos subyacentes. En 1812 Sarratea no sólo pretendía el des-
siguiente señalaba que “los anarquistas han conseguido cimentar la idea de que no plazamiento de Artigas y la subordinación de sus oficiales sino también transformar
hay necesidad de Ejército para destruir a los enemigos”.18 El “anarquismo”, el térmi- a esas milicias en cuerpos veteranos y que los Blandengues se convirtieran en un regi-
no preferido por la dirigencia directorial para calificar las tendencias federalistas, no miento de infantería de línea.19 Ello derivó en un conflicto mayor: para los jefes
orientales Sarratea “hizo desparecer de nra vista el carácter de auxiliadores, que apre-
ciabamos en las tropas”20 mientras que para Sarratea las fuerzas auxiliares debían ser
16 Raúl O. Fradkin y Silvia Ratto, “Conflictividades superpuestas. La frontera entre Buenos Aires y Santa Fe
en la década de 1810”, en Boletín Americanista, N° 58, 2008, pp. 273-293.
esas milicias orientales y aquellas que no se convirtieran en cuerpos veteranos debían
17 Raúl O. Fradkin y Silvia Ratto, “Territorios en disputa. Liderazgos locales en la frontera entre Buenos Aires transformarse en milicias “disciplinadas”.
y Santa Fe (1815-1820)”, en Raúl O. Fradkin y Jorge Gelman (comps.), Desafíos al Orden…, op. cit., pp. 37-
60. Ana Frega, “Caudillos y montoneras en la revolución radical artiguista", en Andes. Antropología e Historia,
Nº 13, 2002, pp. 75-112.
18 Belgrano a Álvarez Thomas, Rosario, 5 de abril de 1816; y Belgrano a José de San Martín, Tucumán, 26 19 Sarratea al jefe del Estado Mayor, Arroyo de la China, 3 de septiembre de 1812, en Archivo Artigas, tomo X, p. 156.
de septiembre de 1817, en Epistolario belgraniano, Buenos Aires, Taurus, 2001, pp. 291 y 336-337. 20 Jefes del Ejército Oriental al gobierno, Barra del Ayuí, 27 de agosto de 1812, en Archivo Artigas, tomo IX, pp. 45-47.
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Lo que nos interesa subrayar es que esa resistencia no provenía sólo de los te cuando el orden político se estaba desmoronando. Para estas poblaciones, some-
jefes orientales sino que anidaba en los pueblos rurales y la ejercían tanto los que tidas a crecientes dificultades de abastecimiento, al aumento de las cargas, contribu-
adherían al artiguismo como aquellos que obedecían al gobierno de Buenos Aires. ciones, auxilios y obligaciones, a las incursiones de fuerzas beligerantes con su secue-
Además, esa resistencia tenía un corolario: esos pueblos invocaban su derecho a “ele- la de saqueos y desplazamientos forzados, la guerra era la causa de tamañas dificul-
gir” al comandante militar que los gobernaba tanto como sus jefes invocaban su tades pero también parece haber sido el único medio efectivo para que unos preser-
derecho a elegir su comandante. Esta concepción de “pueblo armado” se oponía a la varan sus bienes y otros –muchos más– aseguraran su misma subsistencia. Dicho de
imperante entre las autoridades directoriales del miliciano como “soldado del otro modo, si la guerra amenazaba el orden social local, afrontarla decididamente
Estado”.21 Eran dos modos radicalmente distintos y opuestos de entender las rela- terminaba siendo el único medio de preservarlo.23
ciones entre milicianos y jefes, entre milicias y veteranos y entre comunidades rura- Ello suponía la imperiosa necesidad de preservar los márgenes de autonomía
les y Ejército. ¿Cómo eran estas “elecciones”? Poco sabemos al respecto pero las evi- local y en este sentido conviene advertir que estas tensiones atravesaban las relacio-
dencias sugieren que se realizaban por “aclamación” y que recogían la tradición de nes entre gobierno, ejércitos y comunidades territoriales en cada espacio. No parece
las milicias urbanas coloniales de “elegir” a sus comandantes. Sus consecuencias polí- ser casual que su intensidad fuera menor en Buenos Aires que en el espacio Litoral
ticas eran ineludibles y quizás ningún ejemplo lo exprese mejor que el reclamo que le porque aquí la estrategia de poblamiento de los Borbones había derivado en la for-
hicieron al gobierno de Buenos Aires los milicianos emigrados de Coronda que esta- mación de una miríada de pueblos, muchos de ellos con estatuto de villas, dotados
ban afincados en San Pedro en 1822: no sólo se negaban a desalojar esas tierras sino de sus propios cabildos y sus milicias. Y tampoco lo fue que se expresara intensamen-
que lo hicieron reclamando su derecho a convertirse en un “pueblo”.22 te en los pueblos misioneros que contaban con instancias de autogobierno y con sus
Este choque de concepciones ilumina sentidos más profundos de los discur- propias formaciones milicianas. En Buenos Aires, sólo Luján ostentaba esa condi-
sos políticos. Para el Directorio estas concepciones eran la expresión del “anarquis- ción y la subordinación de las milicias al Ejército fue notablemente mayor.
mo” que veía encarnado en el artiguismo. Para el artiguismo, las pretensiones del De alguna manera, entonces, al Directorio se le reprodujeron los dilemas de
gobierno y el ejército directorial eran la expresión de un nuevo despotismo, el “des- la reforma borbónica y mientras no lograba convertir a todas las milicias en “disci-
potismo militar”. Sin embargo, no conviene situar estas disputas sólo en el plano de plinadas” veía cómo recuperaba vigor el modelo miliciano más tradicional. Pero esa
los discursos o de los conflictos entre regiones. Por lo pronto, porque expresaban rea- revitalización de una antigua tradición servía de canal para la diseminación de las
lidades materiales apremiantes: a medida que el reclutamiento y el aprovisionamien- nociones más radicales y revolucionarias. No podemos dejar de anotar que posterior-
to de las tropas se fue descargando con mayor intensidad sobre las áreas rurales la mente cada vez que entrara en colapso una formación estatal volvería a replantearse
imposición de auxilios, el reclutamiento compulsivo, la apropiación de caballadas y la confrontación entre una concepción del Estado basada en la autoridad del Ejército
ganados, el saqueo de establecimientos productivos y de poblados, el desplazamien- y otra que encontraba en las milicias su base de sustentación.24
to forzado de poblaciones, se convirtieron en parte inseparable de las guerras en el
Litoral. Eran, a un mismo tiempo, tácticas de combate, métodos de represalia y Después de la Revolución
modos de mantener a las tropas y satisfacer sus demandas. En tales condiciones, a
las poblaciones rurales no les quedaban demasiadas alternativas para evitar las depre- El Directorio y el artiguismo se desintegraron durante la crisis de 1820 y de ella
daciones que producían los ejércitos y ellas aparecen recurrentemente como un fac- emergió un variopinto proceso de formación de entidades estatales soberanas que
tor central que explica los cambios en el alineamiento político de esas poblaciones. adoptaron el nombre de provincias y que supuso la reorganización de las fuerzas
En consecuencia, este tipo de guerra implicaba para las poblaciones rurales desafíos
y exigencias que amenazaban las bases materiales de su orden social local justamen-
23 Un desarrollo más amplio de esta decisiva cuestión en Raúl O. Fradkin, “Las formas de hacer la guerra en el
litoral rioplatense”, en Susana Bandieri (comp.), La historia económica y los procesos de independencia en la América
21 Agustín Beraza, El pueblo reunido y armado, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1967 hispana, Buenos Aires, Asociación Argentina de Historia Económica/Prometeo Libros, en prensa.
22 Raúl O. Fradkin, “¿‘Facinerosos’ contra ‘cajetillas’? La conflictividad social rural en Buenos Aires durante la 24 En este sentido resulta imprescindible la consulta de Hilda Sabato, Buenos Aires en armas. La revolución de
década de 1820 y las montoneras federales”, en Illes i Imperis, Nº 4, 2001, pp. 5-33. 1880, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
74 CAPÍTULO I Sociedad y militarización revolucionaria. Buenos Aires y el Litoral R AÚL O. F RADKIN 75
rioplatense en la primera mitad del siglo XIX

militares y milicianas.25 Las improntas de las tradiciones coloniales y revolucionarias Y esta pretensión se manifestó con claridad y puso en evidencia todas las ten-
signaron esas diversas reconstrucciones y explican en parte sus diferencias. siones que suponía cuando esas fuerzas debieron servir de base a la formación de un
Por lo pronto, en algunas provincias –como en Buenos Aires– esa tarea se Ejército Nacional para la guerra contra el Imperio del Brasil. Primero se buscó que
emprendió a partir de los restos de los ejércitos directoriales y de las estructuras mili- cada provincia pusiera a disposición sus fuerzas de línea y se dispuso que “serán
cianas que les habían servido de fuerzas más o menos subordinadas; en otras –como admitidas en el Ejército con los jefes y oficiales que les corresponda, siempre que
en Santa Fe o Entre Ríos pero también en el Estado Oriental– esas entidades estata- estos cuerpos vengan en clase de tales”.27 Se buscaba, así, conformar una fuerza de
les emergieron de la confrontación con esos ejércitos y tuvieron como punto de 7.620 plazas, un ejército mayor a cualquiera de los anteriores y aun así en 1826 se
apoyo a las milicias. intentó un reclutamiento adicional de 4.000 efectivos más. De este modo, ese ejér-
A partir de 1821 el nuevo Estado de Buenos Aires procedió a una comple- cito nacía como un conglomerado de fuerzas provinciales que debía subordinarse a
ta reorganización institucional que incluyó a sus fuerzas de línea y sus milicias. un mando superior. Pero este patrón inicialmente definido chocó con la tendencia
Las primeras fueron reducidas y reorientadas hacia la defensa de la frontera con a la centralización y a la homogeneización que se impuso en 1826: se dispuso que
los indios, de modo que para 1823 el ejército regular contaba con unos 3.100 todas las milicias provinciales quedaran a disposición del nuevo gobierno nacional y
efectivos. Dos años más tarde eran 3.800 y de ellos, unos 1.800 tenían destino que fueran declaradas nacionales todas las tropas de línea. No sólo la magnitud dis-
en la frontera y pertenecían a los Regimientos de Húsares, Blandengues y tinguía a este ejército de los anteriores: además, el 60% de sus tropas eran de caba-
Coraceros. Nada expresaba mejor la combinación de tradición e innovación que llería. La magnitud del esfuerzo que suponía y el costo social que implicaba no tardó
estas denominaciones. Pero las novedades eran notorias: la caballería rondaba el en ponerse en evidencia y las tensiones sociales cobraron una intensidad desconoci-
50% de los efectivos veteranos –cuando antes no había superado el 20%– y en da hasta entonces en las áreas donde se descargaba la enorme presión enroladora,
su mayor parte estaba en la frontera. particularmente en Buenos Aires.28
Las milicias también fueron sustancialmente modificadas.26 En la ciudad fue- La experiencia no dejaba de ser contradictoria pues combinaba una adapta-
ron disueltos los cuerpos cívicos y sustituidos por una Legión Patricia de vecinos a ción a las formas de hacer la guerra que emergía de la experiencia americana y con-
la que más tarde se sumó un batallón de Pardos y Morenos. Todas las fuerzas mili- formaba un ejército que tenía como sustrato las unidades militares y milicianas regio-
cianas quedaron bajo el mando directo del gobierno provincial y tendió a diluirse la nales mientras contaba con una oficialidad impregnada de nociones y valores de los
distinción entre distintos tipos de milicias, se anuló el goce del fuero militar y cobra- ejércitos napoleónicos. El fin de la guerra lo puso en evidencia: la transformación del
ron mayor centralidad los regimientos de caballería de campaña. De este modo, para ejército en una suerte de “partido militar” que resolviera la lucha política volvió a
1826 la provincia contaba con un caballería miliciana de 5.000 alistados y una poner en el centro las tensiones entre su proclamado carácter nacional y su matriz
infantería miliciana de 4.000. Como puede verse, los milicianos activos triplicaban provincial así como las tensiones entre el ejército veterano y las milicias. De este
prácticamente a los veteranos. No sólo por razones financieras sino porque se pre- modo, la guerra civil desatada en Buenos Aires fue también una confrontación entre
tendía imponer su completa subordinación al ejército regular y para ello se dispuso el ejército regular y las milicias rurales. Pero en esa confrontación se ponía de mani-
que la milicia activa podía ser convocada para suplir la carencia de efectivos del ejér- fiesto algo más: esas milicias rurales no eran ya las únicas fuerzas rurales sino que
cito permanente, cada unidad de infantería miliciana estaba dotada de un cuadro actuaban junto a partidas irregulares de “montoneros” y a fuerzas indígenas aliadas.29
veterano y que cada regimiento de caballería veterana tendría agregado un escuadrón Si estas características no eran nuevas para el Litoral rioplatense, en Buenos Aires eran
miliciano. Lo que se estaba tratando de construir era un tipo de relación entre fuer- una novedad completa.
zas veteranas y milicianas que ni la reforma borbónica ni la dirigencia revoluciona- 27 Registro Nacional, Año de 1825, pp. 29-33.
ria había logrado imponer por completo. 28 Raúl O. Fradkin, La historia de una montonera. Bandolerismo y caudillismo en Buenos Aires, 1826, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2006.
25 José C. Chiaramonte, Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), Buenos 29 Pilar González Bernaldo, “El levantamiento de 1829: el imaginario social y sus implicancias políticas en
Aires, Ariel, 1997. un conflicto rural”, en Anuario IEHS, N° 2, 1987, pp. 135-176. Raúl O. Fradkin, ¡Fusilaron a Dorrego! O cómo
26 Carlos Cansanello, “Las milicias rurales bonaerenses entre 1820 y 1830”, en Cuadernos de Historia un alzamiento rural cambió el rumbo de la historia, Buenos Aires, Sudamericana, colección Nudos de la historia
Regional, Nº19, 1998, pp. 7-51. argentina, 2008.
76 CAPÍTULO I Sociedad y militarización revolucionaria. Buenos Aires y el Litoral R AÚL O. F RADKIN 77
rioplatense en la primera mitad del siglo XIX

Rosas llegaba así al poder a fines de 1829 poniéndose al frente de un masivo limitar la autonomía de las milicias y reorganizar el ejército veterano que pasó a ser
y heterogéneo alzamiento rural y legitimado inicialmente por su condición de “el núcleo del sistema militar de la provincia”.33 Debido a ello, Buenos Aires pudo
Comandante General de Milicias. Su desafío no era menor: debía disciplinar tanto constituir una suerte de ejército confederal que subordinaba a las fuerzas de otras
a las facciones elitistas como a las fuerzas populares que lo habían llevado al poder y provincias y que le permitía conformar grandes unidades de combate que desplega-
mientras tanto tenía que reconstruir un ejército provincial. Analizar cómo lo hizo ran una guerra ofensiva lejos de su territorio y, además, hacerlo durante largos años.
excede nuestras posibilidades aquí pero conviene esbozar su trazo más grueso. Sus enemigos advertían la magnitud del cambio: de este modo, si en 1849
El nuevo ejército se reconstruyó y su oficialidad fue depurada sistemática- Andrés Lamas sostenía que “Rosas ha verificado un cambio profundo en la guerra
mente; las milicias fueron subordinadas completamente como fuerzas auxiliares y en de estos países” y “ha comprendido la superioridad, incontestable, de las tropas
ellas volvían a tener un lugar relevante las unidades de negros libres. Pero la novedad regladas y de la guerra regular”,34 Sarmiento atribuía en 1852 a esta transformación
sustancial estaba en la integración de las fuerzas indígenas integradas al dispositivo una de las explicaciones de su derrota porque la montonera había dejado de ser el
de defensa al punto que para 1836 en los fuertes de frontera había una fuerza com- “alzamiento espontáneo de aquellas masas de jinetes inquietas y ociosas”.35
puesta de 817 hombres de línea, 904 milicianos y 2.360 indígenas que eran también Lo que Sarmiento estaba registrando era el cambio sustancial que el rosismo
milicianos.30 Para tener una idea más precisa de su importancia conviene recordar había logrado producir en las relaciones entre Estado y sociedad y el notable con-
que en ese momento el total de milicianos movilizados en la provincia era de 1.415 traste que ofrecían las situaciones al comienzo y al final de la hegemonía rosista pues-
y las tropas de línea de unos 3.065. Como puede advertirse, los efectivos veteranos to que desde 1835 “disciplinaba rigurosamente sus soldados, y cada día se desmon-
eran de magnitud semejante a una década antes pero ahora estaban concentrados en taba un escuadrón, para engrosar los batallones”.36
la ciudad y la defensa de la frontera descansaba en las milicias y en las fuerzas indí- ¿Qué había sucedido mientras tanto en el Litoral? Acotemos sólo una obser-
genas auxiliares. vación que ilustra los cambios y el peso de las tradiciones. El ejemplo entrerriano
Pero el Estado provincial que Rosas conducía demostró que tenía la capaci- muestra una trayectoria bien distinta: los 10.000 hombres que Urquiza podía movi-
dad para ampliar sus fuerzas con enorme rapidez y para 1841 contaba con 10.777 lizar hacia 1851 eran en su mayor parte milicianos organizados en divisiones de
efectivos entre los cuales había 914 oficiales, 2.085 suboficiales, 5.222 soldados y caballería pero sometidas a un régimen de servicio casi permanente al punto de que
2.445 milicianos sin contar a los indígenas: es decir, había un soldado cada 5 varo- casi la totalidad de la infantería del llamado Ejército Grande era brasilera. Pero,
nes adultos y, si se considerara a la milicia pasiva la relación sería de uno cada tres. ¿cómo se había logrado organizar una masiva fuerza de milicias de caballería en ser-
El Ejército, de este modo, representaba el 85,8% del personal estatal remunerado y vicio casi permanente? Recurramos otra vez a Sarmiento quien, a pesar de no ocul-
si se consideran las fuerzas policiales ese porcentaje llega al 96%.31 Esa transforma- tar su rechazo a este tipo de organización militar, identificó algunas de las claves:
ción expresaba una de mayor alcance: la consolidación de una formación estatal que
había logrado cobrar fuerte autonomía frente a la sociedad.32 en el Entre Ríos sale a campaña todo varón viviente propietario o no, arte-
De este modo, el rosismo lograba llevar a cabo una tarea que no habían podi- sano, enfermo, hijo de viuda, hijo único, sin ninguna de las excepciones
do cumplir ni las autoridades borbónicas ni las revolucionarias ni los unitarios: cons- que las leyes de la humanidad, de la conveniencia pública han establecido
truir un ejército en el cual predominaran las fuerzas veteranas y que estuviera dota- para la organización de la milicia.
do de un conjunto bien subordinado y disciplinado de milicias auxiliares. Si se con-
sidera las condiciones de su llegada al poder resulta claro algo más: había logrado
33 Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino, Buenos Aires, Prometeo,
2005, p. 162.
30 Silvia Ratto, “Soldados, milicianos e indios de ‘lanza y bola’. La defensa de la frontera bonaerense a media- 34 Andrés Lamas, Apuntes históricos sobre las agresiones del dictador argentino don Juan Manuel de Rosas contra
dos de la década de 1830”, en Anuario IEHS, N° 18, 2003, pp. 123-152. la independencia de la República Oriental del Uruguay. Artículos escritos en 1845 para El Nacional de Montevideo,
31 Juan Carlos Garavaglia, Construir el estado, inventar la nación. El Río de la Plata, siglos XVIII-XIX, Buenos Montevideo, 1849, p. V.
Aires, Prometeo libros, 2007, pp. 227-265. 35 Domingo F. Sarmiento, Memoria enviada al Instituto Histórico de Francia sobre la cuestión décima del pro-
32 Jorge Gelman, Rosas bajo fuego. Los Franceses, Lavalle y la Rebelión de los Estancieros, Buenos Aires, grama de trabajos que debe presentar la 1° clase, Santiago de Chile, Imprenta de Julio Belin y Ca., 1853.
Sudamericana, 2009. 36 Domingo F. Sarmiento, Facundo, Buenos Aires, CEAL, 1967, pp. 237-238.
78 CAPÍTULO I Sociedad y militarización revolucionaria. Buenos Aires y el Litoral R AÚL O. F RADKIN 79
rioplatense en la primera mitad del siglo XIX

Esas milicias, sustentadas en un alistamiento completamente generalizado, B IBLIOGRAFÍA


eran de infantería en las villas y la caballería estaba formada por la “población de cada
departamento de campaña”. De su condición miliciana no parece haber dudas: esos
soldados, decía, BEVERINA, Juan, El Virreinato de las Provincias del Río de la Plata. Su Organización
Militar, Buenos Aires, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, 1992.
se visten a sus expensas, y se presentan al campamento con dos, tres o cuatro CHUST, Manuel y Juan F. Marchena, “De milicianos de la Monarquía a guardia-
caballos si se les pide así. Estas tropas no reciben salario nunca, ni aún cuan- nes de la Nación”, en Manuel Chust y Juan F. Marchena (eds.), Las armas de la
do están de guarnición en las ciudades. Para la manutención de las tropas se Nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), Madrid,
provee de ganado, por una lista de vecinos del departamento, según su cupo, Iberoamericana, 2008.
por devolución del cuero y del sebo.37 DI MEGLIO, Gabriel, ¡Viva el Bajo Pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la
política entre la Revolución de Mayo y el Rosismo, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006.
Ninguno de estos atributos puede sorprender pues remiten a las antiguas y FRADKIN, Raúl O., “Tradiciones coloniales y naturaleza de las fuerzas beligeran-
arraigadas tradiciones. Sin embargo, hacen necesario agregar algo más para com- tes en el litoral rioplatense durante las guerras de la revolución”, ponencia al II
prender el modo en que este sistema podía funcionar. El Estado entrerriano se Encontro da Rede Internacional Marc Bloch de Etudos Comparados em História,
basaba en un denso entramado de relaciones sociales completamente militarizadas Porto Alegre, 22 a 24 de octubre de 2008.
en el que ocupaban un lugar clave los comandantes departamentales. Ellos cons- HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolución y guerra. Formación de una elite diri-
tituían el gobierno efectivo de cada territorio y eran quienes debían asegurar la gente en la Argentina criolla, México, Siglo XXI, 1979.
movilización de los milicianos y de los recursos para su aprovisionamiento. El régi- _________________ (comp.), El poder y la vara. Estudios sobre la justicia y la
men funcionaba como un sistema de flujos que intercambiaba prestaciones mili- construcción del estado en el Buenos Aires rural, 1780-1830, Buenos Aires, Prometeo
tares de los campesinos a cambio de acceso a los recursos y cierta protección de las Libros, 2007.
familias y suponía, por lo tanto, una cierta negociación a nivel local.38 A la inver- MARCHENA, Juan F., “Sin temor de Rey ni de Dios. Violencia, corrupción y
sa de lo que ocurría en Buenos Aires, el ejército entrerriano seguía siendo una fuer- crisis de autoridad en la Cartagena colonial”, en Juan F. Marchena y Allan Kuethe
za de neta matriz miliciana organizada en divisiones de caballería reclutadas en (eds.), Soldados del Rey. El Ejército Borbónico en América Colonial en vísperas de la
cada departamento y que contaba con una dotación mucho menor de veteranos. Independencia, Castellón, Ed. Universitat Jaume I.
Su base de sustentación eran esos comandantes departamentales cuyo origen SARMIENTO, Domingo F., Facundo, Buenos Aires, CEAL, 1967.
puede rastrearse en la reforma borbónica y cuya centralidad constituía un legado ________________________, Campaña en el Ejército Grande, Bernal, UNQ, 1997.
de la era revolucionaria hasta convertirse en la pieza clave del sistema político e
institucional. Curiosamente, el nuevo ejército que se forjaría en Buenos Aires des-
pués de 1852 para enfrentarlo tendría como base de sustentación en nuevo tipo
de milicias: la Guardia Nacional. Y, sobre esa nueva matriz miliciana, Buenos Aires
forjaría un nuevo ejército que habría de triunfar en Pavón y después serviría de
sustento a la formación del Ejército Nacional que terminaría por suprimir las fuer-
zas milicianas y provinciales.

37 Domingo F. Sarmiento, Campaña en el Ejército Grande, Bernal, UNQ, 1997, pp. 160-163.
38 Roberto Schmit, Ruina y resurrección en tiempos de guerra. Sociedad, economía y poder en el oriente entrerriano
postrrevolucionario, 1810-1852, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004.
CAPÍTULO I 81

1810-1860 L A I NDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

El sistema militar de Rosas


y la Confederación Argentina (1829-1852)

J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI


UBA / CONICET

Organizada la República bajo un plan de combinaciones tan fecundas en


resultados, contrájose Rosas a la organización de su poder en Buenos Aires,
echándole bases duraderas. La campaña lo había empujado sobre la ciu-
dad; pero abandonando él la estancia por el Fuerte, necesitando moralizar
esa misma campaña como propietario y borrar el camino por donde otros
comandantes de campaña podían seguir sus huellas, se consagró a levantar
un ejército, que se engrosaba de día en día, y que debía servir a contener
la República en la obediencia y a llevar el estandarte de la santa causa a todos
los pueblos vecinos.
D OMINGO F. S ARMIENTO 1

Así describía, uno de los mayores críticos del rosismo y exiliado político como
Sarmiento, la importancia de la cuestión militar y el rol del Ejército en el forjamiento
del poder de Rosas y del orden federal, de cara a la Confederación Argentina y a los
países vecinos. De hecho, el gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829-1832 y 1835-
1852) afrontó intermitentemente conflictos internos con otras facciones del federa-
lismo porteño y con los “unitarios”, con otras provincias y potencias extranjeras, hasta
que fue derrocado por el Ejército Grande liderado por Justo José de Urquiza, caudi-
llo de la provincia de Entre Ríos, en febrero de 1852.
Si bien muchos aspectos concernientes al rosismo así como a otros “cau-
dillismos rioplatenses” han sido objeto de revisión historiográfica en las últimas
décadas,2 es dable destacar que la militarización y la politización de base rural

1 Domingo F. Sarmiento, Facundo. Civilización y barbarie, Buenos Aires, Emecé, 1999 (1845), p. 273.
2 Noemí Goldman y Ricardo Salvatore (comps.), Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo pro-
blema, Buenos Aires, Eudeba, 1998.
82 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 83

–comenzada en Buenos Aires desde las invasiones inglesas en 1806-1807 y pro- rosas ocasiones sus gobiernos dependieron de transferencias financieras realizadas
fundizada a partir del proceso revolucionario de 1810 y en la década de 1820– por los gobiernos de Buenos Aires, cuando no tuvieron que acudir a recursos y
constituyeron piezas centrales de su afianzada autoridad estatal y de su exitoso armamento proveniente de gobiernos exteriores como fue el caso de la ofensiva
proceso de ordenamiento y disciplinamiento social. final emprendida por Urquiza contra Rosas.5 De esta manera, en muchas provin-
En este texto nos centraremos en el entramado militar-miliciano del rosismo cias interiores se observan procesos de reducción de las ya escasas fuerzas militares
y de los gobiernos de la etapa “federal”, y en sus dispositivos coercitivos, aunque es regulares a favor de formaciones de tipo miliciana. Y, si bien es cierto que parte
necesario aclarar que los estudios que han revisado la construcción política de de este proceso se puede explicar por la creciente ruralización de la vida política,
esta etapa han puesto de manifiesto un conjunto de elementos institucionales, no menos cierta es su vinculación con la escasez de recursos fiscales que obliga a
discursivos, ideológicos, que estos gobiernos debieron desplegar de manera de esos gobiernos a adecuar la movilización militar a esa pobreza.6
alcanzar consensos y niveles de legitimidad, para construir un orden estable que
la sola coacción no hubiera logrado imponer. El legado de la “feliz experiencia” y los inicios del sistema militar rosista
De esta manera, aquí abordaremos las principales medidas y conflictos de
tipo militar, siguiendo un orden cronológico desde su ascenso al poder provincial Luego de la primera década revolucionaria, cuando el Directorio porteño
en 1829 hasta su derrocamiento en 1852. Como veremos, su numeroso ejército de y su intento centralista fue derrotado por los caudillos del Litoral, la conforma-
línea3 –financiado principalmente mediante los importantes ingresos aduaneros ción política en trece provincias autónomas (catorce a partir de la separación de
provinciales provenientes del comercio exterior– le permitieron mantener largas Jujuy de Salta en 1834), dio origen en Buenos Aires al gobierno de Martín
y costosas campañas extraterritoriales, a la vez que fortalecer el poder de Buenos Rodríguez, que implementó una serie de importantes reformas institucionales, reli-
Aires frente al resto de la Confederación, aunque las milicias y los “indios ami- giosas y militares, que con algunos cambios continuaron durante toda la primera
gos” constituyeron las fuerzas principales en la frontera, articulándose al sistema mitad del siglo. De hecho, la reforma militar de 1821 fue mantenida, aunque
mediante distintas políticas y contribuyendo a disminuir el gasto fiscal en una resignificada por el gobierno de Rosas. Ésta incluyó la baja de más de doscientos
época de “guerra constante”.4 oficiales del ejército de línea y su pase a retiro conforme la antigüedad de su ser-
En términos comparativos aquí hay un fenómeno clave que ayuda a enten- vicio y la reorganización del servicio miliciano para acompañar a las fuerzas regu-
der muchos de los avatares de la historia argentina del momento y de su desarro- lares, que se orientaron a la defensa de la frontera en pleno proceso de “expansión
llo posterior: los ejércitos necesitan reclutas y pertrechos y éstos se consiguen con ganadera”.7 La Ley de Milicia de diciembre de 1823 estableció la distinción entre
dinero. Mientras Buenos Aires disponía de cuantiosos recursos originados en la la activa y la pasiva, recayendo la primera sobre los hombres preferentemente
aduana, que le permitieron costear un importante núcleo militar profesional y
movilizar temporalmente a numerosos ejércitos milicianos, el resto de los Estados 5 Para ilustrar esto baste mencionar que hacia 1840, mientras las provincias mejor dotadas fiscalmen-
provinciales tenían unas finanzas en general paupérrimas, que los obligaba a des- te como Córdoba, Corrientes o Entre Ríos, recaudaban cifras cercanas a los 100.000 pesos plata al año,
cansar sobre muy modestos destacamentos fijos y sistemas de milicias moviliza- y las más pobres apenas lograban entre 10.000 y 30.000 pesos, Buenos Aires conseguía ingresos por
cerca de dos millones de la misma moneda. De esta manera el gobierno de Rosas disponía de más recur-
das sobre la base de contraprestaciones a veces de difícil consecución. En nume- sos que todas las otras provincias sumadas (Juan Carlos Garavaglia, “Guerra y Finanzas un cuarto de
siglo después”, prólogo a Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los orígenes del Estado Argentino
3 Éste ha sido referido como “el más importante experimento disciplinario de la posindependencia” (1791-1850), op. cit., p. 10).
(Ricardo Salvatore, “El mercado de trabajo en la campaña bonaerense (1820-1860). Ocho inferencias 6 Silvia Romano, Economía, sociedad y poder en Córdoba. Primera mitad del siglo XIX, Córdoba,
a partir de narrativas militares”, en Marta Bonaudo y Alfredo Pucciarelli (comps.), La problemática Ferreyra Editor, 2002.
agraria. Nuevas aproximaciones, tomo I, Buenos Aires, CEAL, 1993, p. 63). 7 Tulio Halperin Donghi, “La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires (1810-1852)”, en
4 Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los orígenes del Estado Argentino (1791-1850), Buenos Desarrollo Económico, vol. 3, Buenos Aires, IDES, abril-septiembre de 1963, pp. 57-110; Marcela
Aires, Prometeo Libros, 2005 (1982). De hecho, durante el lapso 1829-1852 se han contabilizado Ternavasio, “Las reformas rivadavianas en Buenos Aires y el congreso general constituyente, 1820-
quince años de guerra contra ocho de relativa paz (Eduardo Míguez, “Guerra y Orden social en los orí- 1827”, en Noemí Goldman (dir.), Revolución, República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires,
genes de la Nación Argentina, 1810-1880”, en Anuario IEHS, Nº 18, Tandil, UNCPBA, p. 18). Sudamericana, colección Nueva Historia Argentina (tomo 3), 1998, pp. 159-199.
84 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 85

solteros con arraigo en el país o los casados que tuvieran menos hijos, entre los 1831–,10 la realización de préstamos financieros a otras provincias como Santa Fe
diecisiete y los cuarenta y cinco años, para suplir la insuficiencia del ejército perma- a modo de cooptación política y la generación de consensos tanto con las elites
nente en la defensa y seguridad del territorio. Su enrolamiento se efectuaría con la como con los sectores subalternos urbanos y rurales para reconstruir las bases de
intervención de la justicia civil en ocho años de servicio pero sin estar obligada una poder del Estado. Es dable destacar que si bien en la década de 1820 Rosas había
misma fuerza a prestar más de seis meses de auxilio continuo, y mientras éste dura- apoyado originalmente al Partido del Orden, dominado por personas de voca-
se recibirían la misma paga que el ejército regular en cumplimiento del código mili- ción liberal y centralista, luego se proclamó heredero del federalismo dorreguis-
tar. En tanto, la milicia pasiva comprendería a los habitantes de edad entre los cua- ta, aunque intentando conciliar también con los sectores propietarios centralistas
renta y cinco y los sesenta años y sería convocada sólo ante casos de invasión o rebe- o unitarios, para tratar de mantener el difícil equilibrio entre las diversas faccio-
lión. Fuera del alistamiento activo se encontraban los enfermos impedidos de cum- nes políticas coetáneas.
plir el servicio y los extranjeros transeúntes, entre otros.8 Además de estas medidas, la llamada “campaña al desierto” de 1833-1834
Junto con los principales ministros de gobierno, Bernardino Rivadavia y constituyó un hito fundamental dentro de su estrategia de poder y de acceso a su
Manuel José García, Juan Manuel de Rosas –conocido propietario rural vincula- segunda gobernación provincial a partir de 1835. La expedición militar fue rea-
do a Juan N. Terrero y Luis Dorrego y primo hermano de una de las familias de lizada en acuerdo con otras provincias y con el gobierno chileno de Manuel
comerciantes coloniales más ricas de Buenos Aires, los Anchorena– fue adqui- Bulnes para expandir la frontera y persiguió a los indígenas que no se aliaran al
riendo visibilidad política mediante su inicial adhesión al Partido del Orden y su gobierno, al tiempo que generó vinculaciones relativamente duraderas y pacíficas
posterior filiación al federalismo. Nombrado Comandante General de Milicias con los que sí lo hicieron. Las tres Divisiones del Centro, Derecha e Izquierda
de la Campaña en 1827, Rosas fue acumulando poder y relaciones personales fueron comandadas por los jefes Huidobro –en Cuyo y Córdoba–, Aldao –en
con diferentes sectores sociales, que lo llevaron al ascenso a la gobernación pro- Mendoza y San Luis– y el mismo Rosas en la pampa bonaerense respectivamen-
vincial en 1829. En efecto, paralelamente a la revolución del 1° de diciembre de te, implicando la movilización de 4.000 hombres de tropa y 13.000 caballos.
1828, que derrocó a Dorrego, un movimiento de base rural con la intervención Durante la expedición, que se extendió de marzo de 1833 a marzo del año
de soldados, paisanos de distinto origen, peones, indígenas, etc., en el que con- siguiente, la relación de acercamiento y cimiento de la fidelidad entre Rosas con
fluyen la reacción al golpe unitario y al fusilamiento del popular Dorrego, los sus principales oficiales, soldados y caciques “amigos” fue muy importante, al
efectos disruptores de la guerra con el Brasil, una sequía muy aguda, entre otros punto que se refería sobre la división de vanguardia que: “Lo más notable que se
factores, termina siendo encauzado por Rosas hacia sus propios objetivos, quien advertía era la perfecta armonía entre todos y cada uno de los que componían, tanto
llega así a su primer gobierno, proclamándose heredero de Dorrego.9 aquella benemérita fuerza, como los que se le habían agregado”.11 Varios de los jefes
El primer gobierno de Rosas, que asumió con “facultades extraordinarias” militares más destacados de la etapa que se abre en 1835 con la vuelta de Rosas
y que culminó en 1832, se caracterizó por la construcción de alianzas con los al poder, parecen haber forjado una relación de estrecha confianza con el Restaurador
gobernadores de otras provincias –llegando a ser el representante de las Relaciones en esta campaña.
Exteriores de la Confederación Argentina creada mediante el Pacto Federal de La campaña militar logró consolidar los asentamientos al sur del río
Salado, al tiempo que extendió el área susceptible de ser colonizada en el centro
y sur de la provincia, pasando de 29.970 km2 controlados por la sociedad “his-
8 Carlos Cansanello, De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las libertades en los orígenes republica- pano-criolla” en 1779 a 182.665 km2 a inicios del decenio de 1830, aunque con
nos. Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Imago Mundi, 2003, p. 80; y Registro Oficial de la
Provincia de Buenos Aires, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1823.
9 Pilar González Bernaldo, “El levantamiento de 1829: el imaginario social y sus implicaciones 10 Firmado entre Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes como respuesta a la Liga
políticas en un conflicto rural”, en Anuario IEHS, Nº 2, Tandil, UNCPBA, 1987, pp. 137-176; Unitaria del Interior, cuyos integrantes se fueron sumando también luego de la derrota unitaria,
Raúl O. Fradkin, “Algo más que una borrachera. Tensiones y temores en la frontera sur de Buenos reguló las relaciones interprovinciales hasta la sanción de la Constitución de 1853.
Aires antes del alzamiento rural de 1829”, en Andes, N°17, Salta, 2006, pp. 51-82. Véase también 11 Juan Manuel de Rosas, Diario de la expedición al desierto (1833-1834), Buenos Aires, Plus

el trabajo de R. Fradkin en este volumen. Ultra, 1965 (1833-1834), p. 131.


86 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 87

un retroceso importante luego de 1852.12 Paralelamente, su finalización cristali- La crisis del sistema y su respuesta
zó la relación con los principales caciques “amigos” iniciada desde la década de
1820, como los “pampas” Juan José Catriel y Juan Manuel Cachul, incorporados Este sistema militar y miliciano fue puesto a prueba con dos sucesos espe-
al “negocio pacífico de indios”. Esta política implicaba una contraprestación de cialmente críticos para el orden fronterizo y la propia continuidad del régimen,
bienes y servicios entre el gobierno y algunas tribus, mediante la cual las segundas como los malones sucedidos en 1836 y 1837, así como por la revolución de los
recibían entregas periódicas de ganado (equino y vacuno), vestimenta y artículos Libres del Sur de 1839. El malón de agosto-octubre de 1836 fue llevado a cabo
de consumo denominados “vicios de costumbre” (yerba, azúcar, aguardiente, tabaco, por una coalición de indios boroganos en alianza con los “chilenos amigos” lide-
sal, etc.) y debían formar contingentes auxiliares en las milicias provinciales, así rados por Venancio Coñuepan, que se habían levantado previamente en Bahía
como cumplir otras tareas (chasques, trabajo rural, etc.). Los “indios amigos” que Blanca, junto con ranqueles y el apoyo de Calfucurá, y tuvo como corolario el
aceptaron estas condiciones se establecieron dentro de la zona de frontera cerca- aprisionamiento de la familia de Catriel y otros caciquillos, el robo de 5.000
na a los fuertes o pueblos, aunque este asentamiento no implicó ni la permanen- cabezas de ganado y el asesinato de algunos vecinos de Tapalqué, pese a que parte
cia estable de los grupos ni la transferencia formal de terrenos a éstos durante el del botín se recuperó posteriormente. El de enero de 1837 tuvo una envergadu-
lapso rosista, por más que las tribus catrieleras manifestaron una gran continuidad ra aun mayor y se produjo sobre la región de Azul, Tapalqué e Independencia
en su asentamiento territorial en la región austral de Azul, Tapalqué y Olavarría también por parte de esta coalición de boroganos, ranqueles y “chilenos”, que
hasta finales de la centuria.13 robaron estancias, reses, tomaron cautivos y mataron personas; atacando luego
Al regreso de la campaña y con el acceso a su segunda gobernación con las Bahía Blanca y otros lugares del sur. En el sofocamiento de estos ataques, los
“facultades extraordinarias” y la “suma del poder público”,14 Rosas realizó una “indios amigos” fueron medulares, constituyendo la mayor proporción de las
depuración de las fuerzas de línea heredadas de la etapa anterior con oficiales cer- fuerzas militar-milicianas de la región, junto con los vecinos y los soldados regu-
canos, aunque su sistema de defensa militar seguía reposando centralmente en los lares. Se ha estimado que Azul y Tapalqué aunaban una gran cantidad de efecti-
cuerpos milicianos de la ciudad y la campaña, a los que se sumaban los “indios vos en comparación a Federación, 25 de Mayo, Independencia y Bahía Blanca,
amigos”, con quienes debía negociar continuamente su lealtad y servicio armado nucleando 1.311 hombres en 1836 –sobre un total general de 4.081– de los cua-
en la frontera, valiéndose centralmente de su propia relación personal y de las les 899 (68,6%) eran “indios amigos”, 390 milicias (29,7%) y sólo 22 (1,70%)
autoridades políticas y militares regionales. Estas figuras fueron nodales debido a fuerzas regulares. En tanto, para 1837 el guarismo se había incrementado, pero
su rol de intermediarias entre el gobierno provincial y las sociedades rurales, con- manteniendo las proporciones anteriores, pues de un total de 1.613 individuos,
trolando y generando consensos con los diferentes sectores socioétnicos median- 900 eran “indios amigos” (56%), 660 milicianos (40,7%) y sólo 53 soldados
te la entrega de tierras fiscales, ganado, etc., a cambio del servicio de armas y de regulares (3,3%).16
otras contribuciones para la manutención de la federación rosista.15 Esta relevante defensa territorial por parte de los cuerpos fronterizos ante
las invasiones de “indios enemigos” también se repitió luego, con otro episodio
12
crítico para la estabilidad del régimen rosista –generado, a diferencia de los ante-
Juan Carlos Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña
bonaerense 1700-1830, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1999, p. 41.
riores, fundamentalmente dentro de sus propias filas– como fue el levantamien-
13 Silvia Ratto, “Una experiencia fronteriza exitosa: el ‘negocio pacífico’ de indios en la provincia to de los Libres del Sur en noviembre de 1839. La rebelión de los estancieros
de Buenos Aires (1829-1852)”, en Revista de Indias, vol. LXIII, Madrid, CSIC, 2003, pp. 191-222; sureños –causada, entre otras cuestiones, por los efectos negativos que el blo-
Sol Lanteri y Victoria Pedrotta, “Mojones de piedra y sangre en la pampa bonaerense. Estado, queo francés del puerto porteño estaba produciendo en los intereses del sector
sociedad y territorio en la frontera sur durante la segunda mitad del siglo XIX”, en Estudios ganadero exportador, la reforma fiscal y de la enfiteusis, así como el masivo
Trasandinos, Mendoza, Asociación Chileno-Argentina de Estudios Históricos e Integración
reclutamiento militar gubernamental– fue referida categóricamente como “la
Cultural, 2009, en prensa.
14 Atribución que le confería los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
15 Sol Lanteri, “Un vecindario federal. La construcción del orden rosista en la frontera sur de 16 Silvia Ratto, “Soldados, milicianos e indios de ‘lanza y bola’. La defensa de la frontera bonaerense
Buenos Aires. Un estudio de caso (Azul y Tapalqué)”, tesis doctoral, Tandil, IEHS-UNCPBA, 2008. a mediados de la década de 1830”, en Anuario IEHS, Nº 18, Tandil, UNCPBA, 2003, pp. 123-152.
88 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 89

expresión más dramática de una coyuntura de crisis de las bases de sustentación dería casi al 27% del total general de fuerzas militares provinciales en 1839 y al
del poder de Rosas”17 y produjo una gran movilización social de distintos secto- 21,6% de regulares y el 37,1% de milicianos respectivamente.20 La participación
res desde el mismo momento de su descubrimiento –en octubre de 1839– hasta armada de vecinos, soldados e “indios amigos” en defensa de la causa federal fue
principios de 1840. relevante, al sumar más de 500 efectivos en conjunto según referencias de los pro-
Se ha podido calcular que en vísperas de la batalla de Chascomús, produ- pios protagonistas, y constituyendo, junto con Monte, los bastiones más fieles en
cida el 7 de noviembre de 1839 y que definió en gran medida la victoria para el el resguardo de la federación durante el levantamiento.21
bando federal oficial, el total de las fuerzas militar-milicianas de la provincia de Lo que también puso de relieve la rebelión de los Libres del Sur, es que el
Buenos Aires en la campaña y la frontera ascendía a 6.736 personas, siendo entramado militar del rosismo, que parecía tan imponente, no dependía exclusi-
mayoría de línea pero con un importante componente de las fuerzas milicianas vamente de la disciplina de unos cuerpos militares férreamente subordinados al
en los regimientos de milicias de caballería, especialmente en el 5° y el 6°, con Estado o al gobierno, sino también –y en alta medida– de los apoyos diversos que
jurisdicción en el área austral. Según estos guarismos y el total de población esti- el mismo alcanzaba en los distintos sectores de la sociedad. La profesionalización
mada en la campaña bonaerense para 1838, el servicio activo habría comprendi- y separación de los cuerpos armados de la sociedad, aun de su máxima oficiali-
do aproximadamente al 7,6% del total, aunque si sólo se considerara el conjun- dad, era insuficiente y su participación de un lado u otro en situaciones de crisis
to de hombres en la edad requerida, la proporción sería mucho mayor; lo que como ésta dependían más de su ubicación en un complejo entramado de redes
muestra de forma elocuente la gran capacidad de movilización y reclutamiento sociales y políticas, que de su mera ubicación en una cadena de mandos.
que tuvo la federación rosista.18 Estas cifras coinciden en líneas generales con las La invasión de Lavalle por el norte de Buenos Aires en el año 1840 puso
referidas para 1837 y 1841, pues para la primera fecha las fuerzas milicianas de todavía más de relieve que la capacidad de coerción militarizada dependía en gran
los seis regimientos de milicias de campaña fueron estimadas en un total de 2.267 medida de los apoyos sociales que el gobierno de Rosas pudiera recibir. Mientras
individuos, y para la segunda en 1.576, aunque junto a las fuerzas regulares esta el general unitario recibía el sostén de sectores medios y de la elite rural del norte
cifra ascendía a 4.054. Y según se ha podido valorar, el monto de milicianos de los de la campaña, a medida que se avecinaba a la ciudad y tomaba asiento en las
seis regimientos de caballería de campaña era de 2.269 para 1839, y junto a los vete- zonas más campesinas, empezaba a sentir el vacío y la hostilidad de la población.
ranos ascendía a 4.368.19 Al punto que, pese a algunas victorias militares, no lograba incorporar nuevos
Ajustando aun más estos números, la zona de Azul y Tapalqué, que cons- soldados entre los derrotados quienes, según su propia confesión, desertaban o se
tituyó el foco sofocador de la rebelión, comandada por el hermano del goberna- volvían a Santos Lugares, para reincorporarse a las tropas de Rosas.22
dor, Prudencio Rosas, revistaba a principios de noviembre de 1839 un monto de
1.809 hombres, de los cuales 967 eran regulares y 842 milicianos, que correspon-
20 Sol Lanteri, “Un vecindario federal...”, op. cit.
21 Según escribía el juez de paz de Azul al edecán del gobernador: “En este momento que son las
17 Jorge Gelman, “La rebelión de los estancieros. Algunas reflexiones en torno a los Libres del Sur de tres de la tarde acaba de recibir el que firma la nota que incluye del teniente Coronel Dn. Bernardo
1839”, en Entrepasados, Nº 22, Buenos Aires, 2002, p. 113. Echeverria que el dia 13 del corriente marcho de este punto con el mayor Dn. Eugenio Bustos y cua-
18 Sol Lanteri, “Un vecindario federal...”, op. cit. trocientos Indios amigos –y ciento y tantos Soldados de este punto y Tapalqué– y un apra [sic] de Artilleria
19 Hacia 1837 la composición miliciana fue muy parecida a la de 1839 en los seis regimientos de cam- á tomar alos enemigos de la Libertad é Indepe. Americana los Salvages unitarios Sublevados el indi-
paña, excepto en el 3° que fue mayor en 1839, y en el 5° que lo fue en 1837: 150/162; 480/414; cado Fuerte y cortarles la retirada hacia Bahía Blanca a los derrotados en Chascomus, según lo había
470/851; 290/250; 317/105; 560/487, respectivamente (Silvia Ratto, “Soldados, milicianos e indicado era conveniente esta medida el Ciudadano Dn. Pedro Rosas y Belgrano. El infrascripto espe-
indios...”, op. cit., p. 142). En tanto, en 1841 las proporciones serían de 162/128; 414/497; 851/262; ra que al elevarlo US. al superior conocimto. Del Exmo Sor Governador […] manifieste mi cordial
250/320; 105/0; 487/369 –considerando seguramente un error de transcripción que repitió el regi- felicitación por el triunfo conseguido sobre los salvages unitarios en el Fuerte Indepa. que espresa la
miento 4° dos veces en vez del 5°– por lo que se observa coincidencia salvo también en el 3° y el 5° adjunta nota” (Archivo General de la Nación [AGN], X, 20-10-1, carta de Capdevila a Corvalán,
(Juan Carlos Garavaglia, “Ejército y milicia: los campesinos bonaerenses y el peso de las exigencias mili- Fuerte Azul, 15 de noviembre de 1839, el destacado es nuestro).
tares, 1810-1860”, en Anuario IEHS, Nº 18, Tandil, UNCPBA, 2003 p. 181. Citado en Sol Lanteri, 22 Jorge Gelman, Rosas bajo fuego. Los franceses, Lavalle y la rebelión de los estancieros, Buenos Aires,

“Un vecindario federal...”, op. cit., pp. 297-299). Sudamericana, 2009.


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La rebelión de los Libres del Sur y la invasión de Lavalle tuvieron como taron derrotar a Rosas. Tras la muerte del gobernador tucumano Alejandro
corolario un fuerte enfrentamiento del gobierno de Rosas con las elites que habí- Heredia (que gobernó durante 1832-1838) –que había controlado Jujuy, Salta y
an adherido mayormente a sus enemigos, una ampliación de su base social y una Catamarca con su “Protectorado”, siendo el hombre fuerte de Rosas en el norte– el
fuerte depuración de la oficialidad reestructurada con fieles adeptos a la causa y ejército provincial fue reorganizado, apelándose tanto a las milicias urbanas como
reforzando el peso de las tropas regulares sobre las milicianas.23 La derrota de las a las departamentales rurales, y nombrándose al general Lamadrid como jefe de
elites parece favorecer una mayor separación del Estado y la sociedad, y la conso- las Fuerzas Armadas de la provincia. Uno de los dos “Ejércitos libertadores” de la
lidación de un gran ejército federal bajo el mando de una oficialidad incondicio- coalición que se encontraba a su mando reunió aproximadamente 915 indivi-
nal a Rosas, con el cual lanza a la vez una campaña de control sobre las provin- duos, entre cívicos y soldados de línea, siendo el otro comandado por el general
cias del interior que se resistían al influjo del federalismo rosista.24 Lavalle, que venía en retroceso de su intentona fallida de Buenos Aires. Sin
La trascendencia de esta fuerza militar de Buenos Aires en la coyuntura embargo, estos cuerpos no pudieron hacer frente al gran ejército rosista liderado
que aquí se abre es palmaria y se encuentra por ejemplo referida en el periódico por el oriental Oribe, Ibarra y Aldao, derrumbándose la coalición en 1841 y
federal de Córdoba, El Restaurador Federal, cuando reconoce que para enfrentar retornando el norte a la órbita rosista con la asunción del gobernador tucumano
la sublevación unitaria allí producida a fines de 1840, el gobierno de esa provin- Celedonio Gutiérrez, en octubre de ese mismo año.26
cia ha hecho recurso al gigantesco ejército enviado por Rosas: “son por último
más de 24.000 hombres de armas los que han jurado sostener la integridad de Conflictos externos
nuestro territorio […] sin contar con más de 1.500 hombres que tiene en cam-
paña nuestro Gobernador propietario”.25 Más allá de la veracidad de la cifra de Paralelamente a los sucesos descriptos, en 1837 la Confederación
las tropas porteñas, lo que resalta este párrafo es la insignificancia relativa de las Argentina declaró la guerra a la Confederación Peruano-Boliviana creada en
tropas cordobesas. Quedan pocas dudas de que el dominio que Rosas alcanza en octubre de 1836, en respuesta a la invitación de Chile. Las causas centrales de
la década del 40 sobre el territorio de la Confederación expresa en buena medi- este conflicto fueron la disputa de Tarija por la provincia de Salta y los antiguos
da esta desigualdad en la capacidad de movilización militar, que a la vez tiene desentendidos y enemistades entre los países beligerantes, como la contribución de
estrecha relación con la abismal diferencia de sus recursos fiscales y su capacidad armamentos que Santa Cruz había realizado a la Liga del Interior en 1831 y demás
económica. De esta manera, muchos de los gobernadores de los Estados provin- cuestiones. A diferencia de otros eventos coetáneos, los resultados de este conflic-
ciales del interior van a depender cada vez menos de las redes de alianzas locales to bélico no fueron del todo favorables para el ejército rosista, al obtener la vic-
y de la capacidad de movilizar en ellas recursos propios, que del apoyo que les toria el Ejército Chileno, que a principios de 1839 provocó la disolución de la
brinde el poderoso gobernador de Buenos Aires… confederación andina y coadyuvó a la caída de Santa Cruz. De hecho, este con-
Dentro de esa crítica coyuntura, signada por profundos conflictos de flicto bélico, si bien amparado por Rosas, fue en verdad costeado por los propios
orden interno y externo, la Coalición del Norte significó la guerra entre varias cuerpos de las provincias del norte, como Tucumán, donde se ha destacado que
provincias del interior –Tucumán, Salta, Catamarca, La Rioja y Jujuy– con el gasto militar significó el 60% de las erogaciones totales provinciales durante
Buenos Aires durante 1839-1841. Descontentos por la dureza del régimen y su ese momento, generando la movilización de 5.000 hombres y una alta dispensa
monopolio de las relaciones exteriores, los gobernadores de esas provincias inten- en sueldos militares, que creció aun más posteriormente.27

23 Hacia año 1841 se ha estimado la relevante existencia de 836 oficiales, 1.979 suboficiales y
5.107 soldados, más 111 empleados en el ejército regular (Juan Carlos Garavaglia, “Ejército y mili- 26 Flavia Macías, Armas y política en el norte argentino. Tucumán en tiempos de la organización
cia...”, op. cit., p. 159). nacional, tesis doctoral, Universidad Nacional de La Plata, 2007. Véase en especial el cap. 1:
24 Jorge Gelman, Rosas bajo fuego..., op. cit. “Armas, milicias y Comandantes. La configuración del Poder Ejecutivo y del Ejército Provincial en
25 Citado en Silvia Romano, Economía, sociedad y poder en Córdoba. Primera mitad del siglo XIX, la primera mitad del siglo XIX (1832-1852)”, disponible en línea: <www.historiapolitica.com>.
Córdoba, Ferreyra Editor, 2002, p. 302. 27 Ibid., pp. 16 y 50.
92 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 93

Además de las disputas con los países linderos, el gobierno de Rosas man- bre de 1845 ante la negativa de Rosas de levantar el sitio que estaba realizando a
tuvo enfrentamientos con potencias ultramarinas, como Francia y Gran Bretaña. Montevideo. Con todo, las tensiones habían precedido a la declaración oficial del
Con una serie de argumentos circunstanciales que escondían la competencia de bloqueo, pues en agosto de 1845 la escuadra anglo-francesa había apresado a gran
la primera con la segunda y su voluntad de obtener en Buenos Aires las mismas parte de la confederada. El 20 de noviembre de ese mismo año, la flota confede-
ventajas que Gran Bretaña había obtenido por el tratado de amistad de 1825, en rada intentó frenar en Vuelta de Obligado el paso de las naves británicas que que-
marzo de 1838 Francia inició un bloqueo del puerto porteño que duró hasta rían incursionar y abrir el río Paraná a la navegación externa. Si bien finalmente
octubre de 1840. La escuadra francesa también se apoderó de la isla Martín pudieron pasar y escoltar a los buques mercantes europeos, lo sucedido luego
García y tuvo injerencia en los principales ríos del Litoral, produciendo impor- mostró los límites del apoyo del Litoral frente acciones como ésta, que se supo-
tantes perjuicios económicos a la Confederación. Por citar un ejemplo elocuen- nía beneficiaría a sus economías, al liberarlas del yugo mercantil porteño. La
te, se ha estimado que si Buenos Aires exportaba unos 360.000 cueros vacunos excepción fue el caso correntino en el que Ferré volvía al gobierno para intentar
de su puerto en 1838, estos cayeron abruptamente a 8.500 y 84.000 en 1839 y una nueva escalada antirrosista con apoyo paraguayo (y brasileño), siendo derro-
1840 respectivamente, con igual tendencia declinante en la salida de otros produc- tado con bastante rapidez por las tropas que dirigía Urquiza, todavía fiel bastión
tos pecuarios como los cueros baguales, la lana y el tasajo, que recién se recupera- de la confederación rosista. Por fin, luego de tres años de disputa, en marzo de
ron a partir de 1841.28 La reducción de los ingresos aduaneros provinciales pro- 1848 Gran Bretaña levantó el bloqueo y mediante el tratado Arana-Southern, la
dujo además el aumento de la presión fiscal interna y la disminución del gasto intervención inglesa al Río de la Plata se levantó el 24 de noviembre de 1849,
público. Con todo, la alianza francesa con los “unitarios”, Corrientes y el Uruguay haciéndolo Francia un año más tarde por el tratado Lepredour-Arana. La isla
finalizó con el tratado Arana-Mackau, mediante el cual se dispuso la finalización Martín García fue devuelta, se reconoció la navegación del río Paraná como un
del bloqueo, la devolución de la isla Martín García y el reconocimiento francés a asunto interno a los intereses de la Confederación y Oribe fue reconocido como
la Independencia del Uruguay. presidente legítimo del Uruguay.
A partir de entonces se produjo un lapso de relativa estabilidad en Buenos
Aires hasta mediados del decenio de 1840, cuando comenzó el bloqueo anglo- La batalla de Caseros y el fin de la experiencia rosista
francés al puerto porteño durante 1845-1848. Esta vez, ambas potencias actua-
ban de consuno y amparadas por varios actores de la región como el Brasil impe- Luego de largos años al mando del gobierno provincial y confederal y atra-
rial o el Paraguay, que buscaban terminar de una vez con la voluntad de ingeren- vesando con mayor o menor éxito todos los acontecimientos narrados, el poder
cia rosista sobre el Uruguay, que se encontraba sitiando Montevideo con un ejér- de Rosas fue disputado directamente desde el interior de sus propias filas. El 1° de
cito al mando de Oribe, a la vez que intentaban forzar la libre navegación de los mayo de 1851, Justo José de Urquiza, gobernador de la provincia de Entre Ríos,
ríos interiores que Buenos Aires controlaba. En esta ocasión la movilización y el emitió un “Pronunciamiento” en el que expresaba la voluntad que tenía su pro-
gasto militar se incrementaron –aunque de forma proporcional con respecto de vincia de reasumir las facultades delegadas al gobierno bonaerense hasta que se
la etapa anterior, ya que el ejército de 1841-1844 no se anuló durante la época produjera la definitiva organización constitucional de la república. A los intere-
de la “guerra permanente”– alcanzando el 61,95% del total respectivo durante ses de Entre Ríos se sumaron posteriormente la provincia de Corrientes y los
1845-1848.29 La flota conjunta europea inició el bloqueo del puerto en septiem- gobiernos del Uruguay y el Brasil, que consolidaron su alianza mediante un tra-
tado firmado el 29 de mayo de ese año, según el cual se acordaba la consolida-
28 Miguel Rosal y Roberto Schmit, “Las exportaciones pecuarias bonaerenses y el espacio mercan- ción de la Independencia del Uruguay y la configuración de una alianza armada
til rioplatense (1768-1854)”, en Raúl O. Fradkin y Juan Carlos Garavaglia, En busca de un tiempo contraria a los intereses de Rosas y Oribe.
perdido. La economía de Buenos Aires en el país de la abundancia 1750-1865, Buenos Aires,
Quizás no previendo acertadamente la real amenaza a su poder que esta
Prometeo Libros, 2004, p. 164.
29 Los gastos militares habrían comprendido para el Estado de Buenos Aires el 32,2% en el período 1822- alianza significaba, Rosas no ordenó la organización de la defensa militar de
1824; el 35,17% en 1835-1836; el 55,74% en 1837-1840; el 43,75% en 1841-1844; el 61,95% en 1845- Buenos Aires sino hasta fines de 1851, cuando comenzó el bombardeo de la costa
1848 y el 53,07% en 1849-1850, según Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas, op. cit., p. 245. del Paraná por parte de naves brasileras. Finalmente, ambos bandos se dieron
94 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 95

batalla en los campos de Monte Caseros, el 3 de febrero de 1852, saliendo victo- Por su parte, las fuerzas rosistas a fines de 1851 fueron estimadas en un
rioso el Ejército Grande. Según ha sido referido por varios autores, las guarnicio- total de 7.500 soldados en la División Norte, 5.800 efectivos en la División
nes rosistas –fundamentalmente veteranas y de “no menos de 10.000 hombres” Centro, 2.800 en la Sud, 17.800 soldados en la ciudad –entre milicianos de poli-
congregados desde fines del año anterior–30 junto con los “indios amigos”,31 no cía y tropas veteranas– y 12.700 veteranos más alojados en Palermo y Santos
llegaron a dar plena batalla frente a sus opositores,32 cuyas fuerzas estaban com- Lugares.34 Sin embargo, éstas no parecen haber logrado una movilización para
puestas centralmente por cuerpos milicianos. Se ha estimado que en vísperas de enfrentar a la coalición enemiga con la misma energía que diez años antes, en que
Caseros, se produjo un gran reclutamiento en Entre Ríos, llegando a reunir más la federación rosista derrotó a enemigos también muy poderosos.
de 10.000 hombres entre infantería, artillería y especialmente caballería. Este A partir de la derrota de Caseros, Rosas se exilió en Inglaterra hasta su
reclutamiento habría comprendido entre el 60% y el 70% del total de población muerte, acontecida en 1877, al tiempo que se inició la experiencia de la
masculina mayor a 14 años, canalizando el oriente entrerriano per se a 1.778 Confederación, con sede política en la ciudad de Paraná y al mando de Urquiza,
individuos en 1849, que representaban el 49,66% de todos los hombres de entre hasta la definitiva organización de la república con la inclusión de Buenos Aires
15 y 60 años de la región, de los cuales el 71% eran milicianos y sólo el 29% tro- desde 1862. Cabe señalar que la organización del ejército de línea que realizó
pas de línea.33 A este núcleo de fuerzas milicianas de Entre Ríos se sumaban otros Bartolomé Mitre a partir de entonces se hizo centralmente sobre la estructura del
miles del Litoral, así como de los ejércitos brasileños y orientales. Y si bien el de Buenos Aires, y los “nuevos” jefes y oficiales surgieron de los que habían pele-
grueso de las tropas provenía de la provincia de quien dirigía la alianza, resulta- ado contra Rosas durante la campaña al Ejército Grande, y luego a favor de
ba fundamental el apoyo en infraestructura militar del Brasil (especialmente su Buenos Aires durante la secesión.35 Sin embargo, algunos oficiales, pese a haber-
Armada), así como los recursos económicos que el Imperio le brindaba. se pasado de bando o haber continuado en la función militar con los gobiernos
posteriores, no olvidaban el gran sentimiento de fidelidad que Rosas había logra-
30 Ricardo Salvatore, “Consolidación del régimen rosista (1835-1852)”, en Noemí Goldman (dir.),
do cimentar con ellos mediante incentivos materiales (entrega de tierras fiscales,
Revolución, República, Confederación (1806-1852), op. cit., pp. 377-378. ganado, medallas, honores, exenciones impositivas, etc.) y el capital simbólico
31 Es sabido que la participación militar de los “indios amigos” no era verdaderamente deseada por que significaba el trascendental lugar de pertenencia que la oficialidad militar
Rosas, en base a experiencias pasadas como la sucedida luego del derrocamiento de los Libres del Sur, tenía dentro de la federación rosista. En las propias palabras de un oficial federal
cuando produjeron desmanes y robos de hacienda en las propias estancias federales. Según ha sido que, sobreviviendo a la batalla de Caseros, le escribía al propio Rosas durante su
referido, el mismo gobernador llegó a decir entonces: “Ya sabe usted que soy opuesto a mezclar este
exilio, desde San Nicolás, más de veinte años después:
elemento entre nosotros, pues que si soy vencido no quiero dejar arruinada la campaña. Si triunfa-
mos, ¿quién contiene a los indios? Si somos derrotados, ¿quién contiene a los indios?” (citado origi-
nalmente en John Lynch, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Emecé, 1997 (1981), p. 309; en Jorge Sabe Vd. que he sido militar y no político; como tal, mi adhesión siempre
Gelman, Rosas bajo fuego..., op. cit., p. 205). es profunda hacia Vd. y mi más íntimo deseo sería verlo y abrazarlo, pero
32 Domingo F. Sarmiento, Campaña en el Ejército Grande, Bernal, UNQ, 1997 (1852).
ya que esto es imposible desde aquí tengo el placer de saludarlo, deseán-
33 Roberto Schmit, Ruina y resurrección en tiempos de guerra. Sociedad, economía y poder en el Oriente
dole toda la felicidad y que cuente con el profundo cariño de su más afec-
Entrerriano posrevolucionario, 1810-1852, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004, p. 177. La importan-
cia de los cuerpos milicianos frente a los regulares en las distintas provincias de la Confederación
tísimo servidor y amigo.36
Argentina, a diferencia del nutrido ejército regular porteño, también ha sido referida para Corrientes y
Córdoba, donde se ha destacado el relevante papel de los comandantes de milicia departamental en el
primer caso y la gran movilización militar-miliciana durante el gobierno aliado de Manuel López en el
segundo. Véanse Pablo Buchbinder, Caudillos de pluma y hombres de acción. Estado y política en 34 Comando en Jefe del Ejército, Reseña histórica y orgánica del ejército argentino, tomo I, Buenos
Corrientes en tiempos de la Organización Nacional, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004; y Silvia Aires, Círculo Militar, 1971, p. 385.
Romano, op. cit., respectivamente. Del mismo signo eran las tropas que movilizaba Quiroga en los años 35 Véase el trabajo de Hilda Sabato en este volumen.

20 y 30, centradas en los llanos riojanos (Noemí Goldman y Sonia Tedeschi, “Los tejidos formales del 36 Carta de Prudencio Arnold a Juan Manuel de Rosas, San Nicolás, 20 de abril de 1873, en

poder. Caudillos en el interior y el litoral rioplatenses durante la primera mitad del siglo XIX”, en Prudencio Arnold, Un soldado argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1970 (1893), p. 126, citada en Sol
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore (comps.), Caudillismos…, op. cit.). Lanteri, “Un vecindario federal...”, op. cit., pp. 312-313.
96 CAPÍTULO I El sistema militar de Rosas y la Confederación Argentina (1829-1852) J ORGE G ELMAN Y S OL L ANTERI 97

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República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires, Sudamericana, colección de la Plata habrían de desencadenar una guerra que tendrá lugar fundamental-
Nueva Historia Argentina (tomo 3), 1998, pp. 159-199. mente en las provincias altoperuanas y en la provincia de Salta, resultante esta
última de la fragmentación de la Intendencia de Salta del Tucumán dispuesta por
el director supremo Gervasio Posadas en agosto de 1814. En el transcurso de la
misma, la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de América
del Sur, en la ciudad de Tucumán el 9 de julio de 1816, a la vez que afirmaba el
sentido anticolonial de la guerra expresaba un anhelo que sólo podría conseguirse
con la derrota del poder realista en América del Sur. Triunfaba así un proyecto
político más amplio y radical que excedía a la jurisdicción del ex virreinato, hasta
ese momento el escenario de la revolución rioplatense.
En el transcurso de los años que mediaron entre 1811, cuando Juan José
Castelli al frente del Ejército Auxiliar del Perú se detuvo en el río Desaguadero
–límite del virreinato del Río de la Plata con el del Perú–, y enero de 1817
cuando José de San Martín emprendió el cruce de los Andes, la guerra desen-
cadenada en los espacios andinos del ex virreinato impulsó cambios estratégi-
cos de envergadura. A principios de 1814 y luego de la segunda derrota en el
Alto Perú del Ejército Auxiliar enviado por Buenos Aires, José de San Martín,
quien había reemplazado como jefe de ese ejército a Manuel Belgrano dispuso
enfrentar a los realistas que ocupaban el territorio salto-jujeño, desarrollando

* Proyecto PIP CONICET 7063 y PICTO Agencia 36715.


100 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 101

allí una guerra de guerrillas.1 Esta decisión resultó definitoria para la dinámica de to o la ausencia de otros y la designación de nuevos jefes.2 De esta manera, si bien
la Guerra de Independencia en los Andes del sur. Fueron responsables de imple- las milicias coloniales constituyeron las bases de la movilización iniciada en 1810,
mentar esta estrategia Martín Miguel de Güemes, militar natural de Salta a quien la militarización tendiente a apoyar al Ejército Auxiliar del Perú, ofrecerá nuevas
José de San Martín nombró Teniente Coronel de Vanguardia emplazado en la alternativas de poder al abrigo de la adhesión a la causa de Buenos Aires y hará posi-
frontera sur de la jurisdicción de la ciudad de Salta y Apolinario Saravia, capitán ble la incorporación de nuevos actores sociales al campo militar.3
de Milicias de la provincia de Salta en el departamento de Guachipas al sur del En estos primeros momentos, el pago del prest o salario debido a los sol-
valle de Lerma. De esta manera Salta y Jujuy se incorporaron “a la guerra de mon- dados enrolados sirvió de aliciente, aun cuando la deserción, al igual que en el
taña” y de recursos que se libraba desde 1811 en las Provincias Altoperuanas. resto de los territorios del interior del virreinato fue frecuente. No es posible eva-
Pocos meses después, luego de abandonar la jefatura del Ejército Auxiliar del Perú, luar en qué medida influyó en estas primeras movilizaciones la experiencia mili-
San Martín fue designado gobernador de Cuyo, donde comenzó a organizar fuer- tar previa brindada por las Milicias Regladas y la presencia de un batallón del
zas militares con la finalidad de cruzar los Andes para batir a los realistas en Chile Regimiento Fixo de Buenos Aires en Salta. De cualquier modo, es posible obser-
y el Perú. La derrota por tercera vez del Ejército Auxiliar del Perú a fines de 1815, var que aun con escaso o nulo entrenamiento militar, los cuadros jerárquicos de
fortalecerá la estrategia sanmartiniana, e impulsará la declaración de la indepen- estas estructuras militares revalidaron y legitimaron sus cargos en el ejército que
dencia en los momentos más difíciles y complicados de la revolución. organizaba Buenos Aires, en dos instancias de importancia: el reclutamiento a
En esta oportunidad nos interesa presentar los perfiles militares, sociales y nivel local y su incorporación como oficiales al mando de milicias en el Ejercito
políticos que presentó la Guerra de Independencia en la provincia de Salta, por Auxiliar. Pero también es preciso considerar las expectativas y experiencias adqui-
dos importantes razones. La primera por cuanto la misma ocasionó un proceso ridas por los hombres que, por su condición de milicianos, lograron autorización
insurreccional que descubrió las profundas tensiones que agitaban a la sociedad para portar armas y gozaron de un fuero que los sustraía de las justicias ordina-
local favoreciendo la construcción del liderazgo político y militar de Martín rias y les brindaba posibilidades de negociación, a pesar de las asimetrías de la
Miguel de Güemes. La segunda en virtud de la representación que de la autori- relación jerárquica.
dad del Ejército Auxiliar alcanzara Martín Miguel de Güemes entre los grupos En efecto, el fuero militar, fuente de desavenencias y espacio de negocia-
insurgentes altoperuanos y la importancia que reviste su muerte en 1821 duran- ción, adquiere en este contexto bélico mayor significación en tanto a través de él
te la definición del actual territorio de la República Argentina. se habrán de dirimir espacios de poder entre autoridades civiles y militares. La
Al momento de la Revolución y ante la necesidad de fortalecer al ejército autoridad ejercida por los Alcaldes y los estancieros y hacendados sobre la pobla-
que desde Buenos Aires marchaba hacia el Alto Perú, el gobernador Chiclana dis- ción rural se resintió visiblemente frente a las posibilidades concretas de sustraer-
puso en Salta levas con la finalidad de reclutar hombres para el Ejército Auxiliar. se de ella por parte de peones y arrenderos sujetos a la milicia.4
Se crearon asimismo nuevos cuerpos de milicias tales como la de los Cívicos, inte-
grado por miembros de la elite y la de los Pardos y Morenos, ambas en el ámbito
urbano, mientras que las milicias rurales aumentaron el número de hombres. Entre 2 Entre los ausentes se encontraba el capitán de Milicias Voluntarias de Caballería de esta Capital
quienes en septiembre de 1810 se abocaron con entusiasmo a la tarea de organizar Francisco Javier de Figueroa, quien en 1807 ofreció vestir, armar y correr con los gastos de trasla-
estas milicias rurales se encontraban importantes estancieros que constituían la ofi- do de una compañía de cien hombres hasta Buenos Aires para defender la capital del virreinato
cialidad de las Milicias Regladas de fines de la colonia o de las milicias voluntarias (Archivo General de la Nación [AGN], Sala X, Guerra, 43.8.2). Su entusiasmo no se reiteró en
alistadas en ocasión de las invasiones inglesas, en tanto es notorio el desplazamien- 1810. En cambio su hermano Apolinario habría de colabor ar con el capitán don José Antonino
Fernández Cornejo en reclutar y acuartelar soldados en la Hacienda de San Isidro propiedad ubi-
cada en la frontera perteneciente a este último (AGN, Sala X, 43.7.9).
3 Sara Mata de López “Guerra, militarización y poder. Ejército y milicia en Salta y Jujuy. 1810-
1 Fue Manuel Dorrego quien aconsejó a San Martín acerca de la inutilidad de mantener tropa 1816”, en Anuario IEHS, Nº 24, Tandil, 2009, en prensa.
de línea en Salta ponderando las posibilidades que en cambio ofrecería la ofensiva sorpresiva de 4 Sara Mata de López, “Tierra en armas. Salta en la Revolución”, en Persistencias y cambios. Salta
grupos milicianos. y el Noroeste Argentino. 1770-1840, Rosario, Prohistoria & Manuel Suárez editor, 1999.
102 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 103

De cualquier modo, entre 1810 y 1812 las milicias de Salta tuvieron un contar con información acerca de las fuerzas realistas y en los montes y en los
protagonismo escaso. Desconocemos el apoyo que pudieron haber brindado en cerros del valle de Lerma y la frontera con el Chaco, las partidas milicianas inter-
febrero de 1813, cuando el ejército de Belgrano, libró una batalla decisiva en las ferían las comunicaciones y secuestraban mercancías y víveres que llegaban para
proximidades de la ciudad de Salta, logrando recuperar Salta y Jujuy del domi- la provisión de la ciudad. Si bien la base de operaciones de estas milicias se encon-
nio realista. En esa oportunidad, colaboraron oficiales y milicianos salteños que traba en Tucumán, muchos de ellos eran salteños conocedores del terreno, con-
siguieron al derrotado ejército de Castelli, cuando en agosto de 1812 y ya al dición indispensable para este tipo de acciones.
mando de Belgrano, emprendió desde Jujuy la retirada hacia Tucumán. Los tes- Si en 1812 los pobladores, en su mayoría, miraron con indiferencia e
timonios de Manuel Belgrano en los difíciles meses de 1812 muestran a una incluso muchos con entusiasmo la presencia del ejército real, en 1814 las circuns-
sociedad local renuente a prestar su apoyo al Ejército Auxiliar del Alto Perú.5 En tancias fueron diferentes. En 1814 no contaron con los apoyos políticos y econó-
sus Memorias póstumas, José María Paz justifica la decisión de Belgrano de libe- micos de los cuales habían gozado en 1812, en parte porque las principales fami-
rar a los prisioneros realistas luego de la victoria obtenida en Salta, ante la impo- lias realistas habían emigrado en 1813 hacia el Perú junto con el derrotado ejér-
sibilidad de vigilar a tantos hombres ya que “en aquel tiempo ese elemento popu- cito del Rey y en parte porque Joaquín de la Pezuela, el jefe realista que ocupó
lar, que tan poderoso ha sido después en manos de los caudillos era casi descono- Salta en esta oportunidad actuó con extrema severidad incautando bienes y per-
cido; en consecuencia los generales poco o nada contaban fuera de lo que era siguiendo a todos aquellos sospechados de apoyar a la causa revolucionaria.
tropa de línea”.6 Carentes del apoyo que pudieran brindarles comerciantes y estancieros
Los testimonios relativos al escaso entusiasmo por participar o sumarse a adictos, se vieron en la necesidad de proveerse de víveres y de ganados, especial-
las milicias no se agotan en las percepciones desencantadas de los jefes revolucio- mente mulas y caballos, procediendo a la requisa y saqueo en las estancias del
narios. En los primeros días de febrero de 1813 fue apresado por los realistas en valle de Lerma. Corría el mes de febrero cuando alrededor de cuatrocientos hombres
el valle Calchaquí, en ocasión de intentar reclutar gente del valle, Mariano Díaz, integrantes de varias partidas españolas al mando de un vecino de Salta, incorpo-
natural de Sinti, comandante de Armas de la Provincia de Atacama y oficial del rado al ejército realista y por lo mismo conocedor del territorio, se internaron en
Ejército de Buenos Aires. Trasladado en calidad de prisionero hasta Oruro des- el valle de Lerma en búsqueda de provisiones y en la requisa de ganados procedió
pués de la derrota sufrida por Pío Tristán en ese mismo mes de febrero en Salta, a confiscarlos tanto de las estancias como de los pequeños y medianos productores,
reconoce la comisión ordenada por Belgrano y su fracaso “por oposición que le fueran éstos arrenderos o propietarios de tierras, los cuales vivieron con indignación
hicieron sus moradores”. Del sumario se desprende además que fue capturado el saqueo al que eran sometidos por los hombres del Rey. El paisanaje no sólo
por la decisiva oposición de los habitantes del valle que “en San Carlos, el día tres resistió la requisa sino que, en no pocas ocasiones, asaltaron las partidas realistas
a la madrugada lo atacaron los moradores del país y lo obligaron a retirarse”.7 No con la finalidad de recuperar su ganado.
sólo indiferencia sino también hostilidad. Aun cuando el relato de los hechos, realizado con posterioridad, plantea la
La defección a la causa revolucionaria tampoco fue absoluta. La comuni- resistencia a los saqueos realistas como una reacción casi espontánea, alentada por
cación clandestina con el ejército estacionado en Tucumán permitió a Belgrano algunos estancieros del lugar, la decidida participación de Pedro José de Zavala, quien
en 1811 revistaba en la Compañía de Chicoana del Regimiento de Voluntarios de la
Caballería de Salta modera la interpretación de la resistencia como una simple reac-
5 “[Q]uejas, lamentos, frialdad, total indiferencia y diré más odio mortal, que estoy por asegurar que ción ante el saqueo.8 La existencia de milicianos que con toda probabilidad parti-
preferirían a Goyeneche cuando no fuese más que por variar de situación y ver si mejoraban. Créame Ud. ciparon en la batalla de Salta y las vinculaciones que indudablemente varios de ellos
el ejército no está en pais amigo [...] se nos trata como a verdaderos enemigos” (Citado en Bartolomé conservarían con los jefes de las milicias que operaban en las serranías de Guachipas,
Mitre, Historia de Belgrano y de la independencia argentina, Buenos Aires, Anaconda, 1950, p. 219).
6
partido al sur del valle de Lerma, permiten suponer que, además del movimiento
José María Paz, Memorias póstumas, tomos I y II, Buenos Aires, Emecé, 2000, p. 79.
7 Archivo General de Indias, Sevilla [AGI], “Causa criminal seguida de oficio contra el Reo Mariano
Díaz acusado por caudillo de insurgentes y de haber cometido los asesinatos, robos y saqueos que cons-
tan de esta sumaria”, Diversos, Ramo 1, N°1. 8 AGN, “Milicias de Salta, 1811”, Sala X, 22.3.5.
104 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 105

espontáneo de defensa de sus bienes, entre las razones que llevaron a la rebelión se los realistas, y después de la experiencia adquirida permanecieron movilizados en
encontraría una red de relaciones que la incitaba. el marco de las desavenencias entre el ejército de Rondeau y el gobernador Güemes.
La rebelión de los vecinos de Chicoana se enmarcó rápidamente en las direc- La crisis de 1815 será una de las razones por las cuales la insurrección se sostuvo
tivas del Ejército Auxiliar, y en la estrategia diseñada por Manuel Dorrego y José de articulándose en el proyecto político de Martín Miguel de Güemes. Debido al ascen-
San Martín e implementadas en el valle de Lerma por Apolinario Saravia, capitán dente militar logrado en la resistencia a la ocupación realista de 1814 y al triunfo
de Milicias de Guachipas. Poco después, Martín Miguel de Güemes con las mili- logrado en Puesto del Marqués en abril de 1815 Güemes consiguió, a su regreso
cias que había logrado reunir y organizar ayudado por algunos estancieros de la a Salta y luego de pasar por Jujuy y tomar de su maestranza seiscientos fusiles,
frontera del Rosario, acosó a las fuerzas realistas en las proximidades de la ciudad hacerse designar gobernador de la provincia de Salta.11
de Salta y estableció sobre ella un férreo cerco que dificultó el aprovisionamiento Desde el gobierno y desafiando las órdenes del Directorio y del jefe del
no sólo del Ejército sino también de la población que residía en la ciudad. En julio Ejército del Norte se dedicó a organizar cuerpos de línea, entre ellos los Infernales
de 1814, un destacado vecino de Salta, Pedro Pablo Arias Velásquez en una carta y sobre todo las milicias cívicas de gauchos en la campaña de Salta, Jujuy y
dirigida al exiliado obispo Videla del Pino comentaba que en la ciudad “las gentes Orán.12 Con el fin de concretarlo se enfrentó duramente con el Cabildo de Jujuy,
que quedaron asta aora están saliendo o fugando con mil riesgos y trabajos por la que además se negaba a reconocer su designación. En el centro de la disputa se
suma miseria que el sitio de nuestros gauchos tiene a aquel pueblo sin dejarles den- encontraba el otorgamiento del fuero militar a los milicianos. Tanto el Cabildo
trar nada en víveres”. 9 de Salta como el de Jujuy insistían en negar los beneficios del fuero a los gauchos
La caída de Montevideo en poder de Buenos Aires y los serios reveses mili- cuando no se encontraran en acción. En septiembre de 1815, al concluir la orga-
tares sufridos por los realistas en el Alto Perú debidos al accionar del general José nización de las Milicias Cívicas de Gauchos y los cuerpos de línea, Güemes con-
Antonio Alvárez de Arenales y los jefes insurgentes Padilla, Cárdenas, y muchos taba con fuerzas suficientes para desafiar a las autoridades de Buenos Aires y del
otros, convencieron al general realista Joaquín de la Pezuela de la inutilidad de Ejército Auxiliar. El fuero, a pesar de la resistencia ofrecida por la elite, operó de
intentar desplazarse hacia Tucumán, desafiando a las milicias salteñas, para manera permanente. Su concesión fue el resultado de la negociación implícita
enfrentar al Ejército Auxiliar que allí se encontraba. El desabastecimiento y el entre el paisanaje incorporado a las milicias y los sectores revolucionarios de Salta
peligro de tener que rendirse ante la vanguardia que dirigía Martín Miguel de que apoyaban a Güemes. No cabe duda de que comprendieron cabalmente la
Güemes, le indujeron a retirarse, abandonando definitivamente Jujuy en el mes necesidad que de ellos tenían para afianzar su proyecto político.
de agosto de 1814, para enfrentar un penoso viaje, en invierno y con escasas pas- Cuando en marzo de 1816 las fuerzas militares de Rondeau tomaron la
turas, en dirección al Alto Perú. ciudad de Salta y declararon a Güemes traidor a la revolución, una partida de
Si bien el hostigamiento a las fuerzas realistas y el cerco impuesto por el gauchos sorprendió y derrotó a una avanzada del Ejército Auxiliar, tomando su
campesinado ya incorporado voluntariamente en las milicias rurales no fue tan armamento. Luego de este revés y acosado por el cerco que las milicias de
sólo obra de la población rural del valle de Lerma ya que desde la Frontera del Güemes realizaban a la ciudad impidiendo su abastecimiento, Rondeau accedió
Rosario se sumaron las milicias reunidas por Martín Miguel de Güemes, fueron a formalizar un pacto en Cerrillos, localidad próxima a la ciudad de Salta. Poco
los paisanos del valle de Lerma quienes adquirieron en esta resistencia mayor pro- después el Gobernador, luego de una reunión con los más importantes propieta-
tagonismo. Estos paisanos voluntarios comenzaron a ser identificados como “gau- rios rurales, acordó “eximir” ínterin durase la guerra del pago de los arriendos con
chos”, denominación que adquirió así una clara connotación militar.10 Expulsados
11 Aprovechó así el vacío de poder que experimentaba el Directorio en Buenos Aires y la partida del
9 AGN, Culto-Sala X, 4.7.2. Gobernador de Salta incorporado al ejército de Rondeau en marcha hacia el Alto Perú. Al dejar la ciu-
10 Fueron Dorrego y San Martín quienes comenzarían a llamarles así, estableciendo probablemen- dad, Hilarión de la Quintana, había depositado en el Cabildo funciones propias del gobernador.
te una velada analogía con los “gauchos” de la Banda Oriental que al mando de José de Artigas lucha- 12 Sara Mata de López, “La guerra de independencia en Salta y la emergencia de nuevas relaciones

ban contra los realistas en Montevideo. Coincide con esta apreciación Luis Güemes, Güemes docu- de poder”, en Andes: Antropología e Historia, Nº 13, CEPIHA, Facultad de Humanidades, Universidad
mentado, tomo 7, Buenos Aires, Plus Ultra, 1982, p. 437. Nacional de Salta, 2002, pp. 128-129.
106 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 107

lo cual es evidente que el poder ascendente de las milicias lograba arrancar con- que organizara en 1815. También allí, a fines de la colonia, se radicó población
cesiones a la elite propietaria de Salta.13 La insurrección adquiriría así los ribetes indígena tributaria procedente del Alto Perú para quienes la abolición del tributo
de un movimiento social que se fue intensificando en el transcurso de la guerra dispuesta por el gobierno revolucionario, a partir de 1812, pudo impulsar a sumarse
contra los realistas. Y será también en el transcurso de la guerra que irá transfor- a la defensa del mismo ingresando a las milicias.
mándose en la expresión armada de un proyecto político, y con ese sentido gran Si en abril de 1815 Güemes se presentó en Puesto del Marqués comandando
parte de esta movilización habrá de perdurar varias décadas más, luego de concluida una división de mil hombres, de los cuales quinientos pertenecían a las milicias
la Guerra de Independencia. gauchas del valle de Lerma,17 es indudable que éstas sumaron muchos voluntarios
La importancia que adquirieron los cuerpos milicianos de la provincia de a sus filas en el transcurso de 1815, cuando decididamente capitalizó la insurrección
Salta se refleja en la cantidad de hombres que las integraban. En 1818 las fuerzas incorporándola a los Escuadrones Gauchos de las Milicias Provinciales. A pesar
militares de Güemes incluían cuerpos de línea como Artillería y Caballería (Regi- de no contar con cifras confiables en relación con la población de Salta y su juris-
miento de Infernales, Partidas Veteranas, Coraceros, Partidas Auxiliares, Granaderos) dicción, es factible arriesgar que 2.090 gauchos representarían prácticamente a
y Escuadrones de Gauchos pertenecientes a la jurisdicción de Salta, de la Frontera todos los hombres en condición de tomar las armas. La movilización era, de este
del Rosario, del valle de Cachi, de Jujuy, de la quebrada de Humahuaca, y en un solo modo, masiva.18
escuadrón los gauchos de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna. Estos A mediados de 1816 Manuel Belgrano, nuevamente general del Ejército
Escuadrones de Gauchos eran las Milicias Regladas de la provincia y al igual que los Auxiliar del Perú, aceptó con serias reservas la guerra de montaña como única
cuerpos militares gozaban del fuero permanente. Conformaban un total de 6.610 alternativa posible para enfrentar a los realistas en los territorios del ex virreinato
hombres, una fuerza indudablemente importante.14 del Río de la Plata.19 De esta manera, la insurrección salteña, organizada ya en
Resulta interesante observar que los cuerpos militares contaban con un las estructuras militares dadas por su Gobernador pasaron a formar parte de la
total de 551 soldados, mientras que los 15 escuadrones gauchos sumaban 4.888 guerra que libraban las guerrillas en el Alto Perú y el Ejército de Buenos Aires no
milicianos. Es decir que el peso de la resistencia a los realistas recaía indudable- volvería a transitar el territorio de la provincia de Salta.
mente en las Milicias Provinciales.15 Pero más significativo aun resulta comprobar
que de esos 4.888 hombres, 2.090 correspondían a los escuadrones del valle de
Lerma, es decir que el 44% de los gauchos correspondían a los partidos de Chicoana,
Guachipas y Rosario de los Cerrillos donde, a fines del período colonial, se concen-
traba la mayor parte de la población rural del valle en calidad de pequeños pro- 17 Carta de Agustín Dávila a Martín Torino, Jujuy, 3 de marzo de 1815, en Luis Güemes, Güemes docu-
pietarios, arrenderos y agregados y donde también la tensión en torno a la tierra era mentado, tomo 2, Buenos Aires, Plus Ultra, 1979, p. 292.
intensa.16 No resulta casual entonces que la movilización desatada por la Guerra 18 En 1816, Juan Adam Graaner de visita en Salta reconoce que respecto a la población sólo se tienen

de Independencia derivase luego en insurrección, la cual fue rápidamente capita- noticias muy vagas, y que según los datos que ha obtenido la ciudad tendría unos 6.000 habitantes (Juan
lizada por Güemes al incorporarla en las Milicias Cívicas o Escuadrones Gauchos Adam Graaner, Las provincias del Río de la Plata en 1816, Buenos Aires, El Ateneo, 1949). En 1825 un
viajero inglés, José Andrews, calcula para la ciudad y su campaña un total de 14.500 habitantes (Viaje de
Buenos Aires a Potosí y Arica en los años 1825 y 1826, Buenos Aires, La Cultura Argentina, Vaccaro, 1920).
A fines de la colonia las cifras también son dispares. El censo de 1778 indica un total para Salta, curato
13 Sara Mata de López, “Tierra en armas. Salta en la Revolución”, op. cit. rectoral y campaña de 11.565 habitantes correspondiendo al valle de Lerma 3.265. Si a estas cifras suma-
14 “Milicias de Salta al mando del General Güemes”, en Luis Güemes, Güemes documentado, mos parte de la población del curato rectoral que se encontraba en las quintas, chacras y estanzuelas que
tomo 8, Buenos Aires, Plus Ultra, 1984, pp. 22-43. rodeaban el centro urbano, podríamos estimar alrededor de 5.000 habitantes en el área rural del valle. El
15 Sara Mata de López, “Paisanaje, insurrección y guerra de independencia. El conflicto social en crecimiento de población en las últimas décadas coloniales puede constatarse por la migración de pobla-
Salta 1814-1821”, en Jorge Gelman y Raúl O. Fradkin (comps.), Política y sociedad en el siglo ción indígena altoperuana y también por los datos que brinda Malespina en 1789 que consigna para Salta
XIX, Rosario, Prohistoria, 2008, p. 70. y su jurisdicción un total de 22.389 habitantes (Edberto Acevedo, La intendencia de Salta del Tucumán,
16 Sara Mata de López, Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1965, p. 322).
Sevilla, Diputación de Sevilla, colección Nuestra América, 2000. 19 AGN, Sala X, 4.1.3
108 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 109

Al finalizar el año 1816, la revolución rioplatense atravesaba momentos muy Pero avanzar hacia Tucumán resultó mucho más difícil de lo esperado. En la
difíciles. Los realistas habían consolidado su control sobre las principales ciudades provincia de Salta una vez más, el control de la campaña quedó en manos de los
altas peruanas que no volverían más a estar bajo el poder de los revolucionarios por- gauchos y de Güemes, quienes impidieron el abastecimiento de la ciudad y de las
teños. Los principales líderes de la insurgencia altoperuana habían muerto y el tropas enemigas. A pesar de ello, una partida enemiga intentó llegar a Tucumán eli-
movimiento revolucionario se encontraba desarticulado. El desembarco en Lima de giendo para ello el camino menos frecuente ante la imposibilidad de hacerlo por el
disciplinadas tropas militares al mando del general José de la Serna, destinadas a camino real de la frontera o a través del valle de Lerma dada la peligrosidad de las
recuperar para la monarquía española los territorios sublevados, hacía prever mayores guerrillas gauchas. A sabiendas de que en el valle Calchaquí contaban con mayores
peligros a las endebles Provincias Unidas del Río de la Plata. adhesiones y que allí la insurrección no era tan generalizada, eligieron atravesarlo
Si bien la provincia de Salta soportó entre 1817 y 1821 sucesivas invasio- para bajar a Tucumán. Llegar hasta ese valle no resultó sencillo ya que para hacer-
nes, la que tuvo lugar en enero de 1817 fue la más peligrosa para el destino de lo debieron internarse varias leguas hacia el oeste por el valle de Lerma donde las
la revolución, cuando tropas realistas al mando del general La Serna, avanzaron milicias gauchas demostraron nuevamente su eficacia en hostigar a las partidas rea-
sobre Jujuy y ocuparon la ciudad de Salta. El objetivo militar de La Serna era listas. Acosados permanentemente, sin posibilidades de encontrar alimentos y diez-
Tucumán, ya que su plan consistía en obligar a San Martín a abandonar Cuyo mados, no se atrevieron a atravesar la quebrada de Escoipe, paso obligado hacia el
para auxiliar al Ejército allí estacionado, dando así oportunidad al ejército realis- valle Calchaquí. El retorno hasta Salta fue aun más fatigoso. Imposibilitados de
ta que se encontraba en Chile para cruzar los Andes y unirse con el suyo, con la avanzar, cual era su intención y asediados en la ciudad de Salta, finalmente La Serna
finalidad de destruir a las fuerzas militares porteñas y recuperar el virreinato del dispuso el retiro de sus tropas hacia el Alto Perú.
Río de la Plata. Mientras que La Serna se internaba en la provincia de Salta, José La derrota sufrida por La Serna fortaleció aun más el liderazgo de Martín
de San Martín emprendía el cruce de los Andes con destino a Chile. Comenzaban Miguel de Güemes, al demostrar la eficacia de las guerrillas gauchas para enfrentar
así a fallar las previsiones de los jefes realistas. Un mes después, el triunfo de San al ejército realista. Las sucesivas invasiones realistas carecieron ya del sentido
Martín en Chile, generó zozobra e incertidumbre. estratégico militar que alentaron a las anteriores de 1812, 1814 y 1817, limitándose
De todas maneras, debieron de haber evaluado la debilidad del ejército de a ser incursiones destinadas a proveerse de ganados y mulas. La guerra se trans-
Belgrano estacionado en Tucumán al no contar ya con la posibilidad de ser soco- formó así en una guerra de recursos. Sintieron el peso de la misma los comerciantes
rrido por el de San Martín y la importancia de sorprender y propinar una derrota y los hacendados de Salta. Los primeros porque no sólo vieron interrumpido el
que podría llegar a ser fundamental para recuperar al insurrecto virreinato del Río comercio con el Alto Perú sino porque también debieron realizar préstamos forzosos
de la Plata. Estas consideraciones debieron de pesar en las disposiciones que el al Estado provincial para cubrir los gastos que demandaba el sostenimiento de los
virrey Pezuela hiciera llegar a La Serna, ordenándole hombres movilizados y los segundos porque además de las confiscaciones de ganados
se vieron privados del servicio personal y del pago de los arriendos de quienes se
que si estaba en actitud y haciendo un esfuerzo como lo requería el caso, encontraban enrolados en las milicias. Facundo de Zuviría escribiría en 1818 que
dispusiese un rápido movimiento con toda su fuerza sobre el Tucumán los hacendados “solo ven en los defensores de la patria, como en quienes la invaden,
para deshacer la poca que tenía el General enemigo Belgrano, y se retirase hombres que talan sus campos, destruyen sus frutos, arrean y consumen sus ganados
después a su posición de Jujuy en observación de las conductas de los por- y cargan sobre ellos inmensas contribuciones”.21
tugueses que se habían introducido hostilmente en Montevideo y Banda
oriental el Río de la Plata y se creía que fuese en combinación con los de
Buenos Aires y de mala fe, sin embargo de que al propio tiempo se estaban
20 Joaquín de la Pezuela, Memoria de Gobierno de Joaquín de la Pezuela, virrey del Perú. 1816-1821,
tratando los casamientos de nuestro Rey Fernando y el Infante Don Carlos
edición y prólogo de Vicente Rodríguez Casado y Guillermo Lohmann Villena, Sevilla, Publica-
con dos infantas Portuguesas.20 ciones de la Escuela de Estudios Hispano-americanos de Sevilla, 1947, p. 119.
21 Archivo y Biblioteca Históricos de Salta [ABHS], “Presentación del ciudadano Facundo de

Zuviría a nombre de D.Dr. José Ignacio de Gorriti”, Armario Gris, fs. 8 y 8v.
110 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 111

Mientras que la oposición de la elite al gobernador Güemes aumentaba y la causa del Rey y asaltar la Maestranza para proveerse de pólvora, fusiles y otros
las conspiraciones en su contra involucraban incluso a sus capitanes y hombres de útiles de guerra, “llevarse la tropa y con ella engrosar la fuerte gavilla de Chinchilla
confianza, el temor que las invasiones realistas producían en el vecindario de Salta y revolver las provincias de la Paz y Cochabamba y por consecuencia todo el distrito
contribuía a preservarlo en el poder. Uno de los objetivos de Güemes era coordi- de Buenos Aires”. Frente a estas evidencias no duda en afirmar que “el plan de los
nar, como jefe de la Vanguardia del Ejército porteño, las acciones llevadas a cabo enemigos es combinado y general”.24
por las guerrillas altoperuanas. Era ésta también la aspiración de Manuel Belgrano, La importancia de Martín Miguel de Güemes en la Guerra de Independencia
quien como general del Ejército Auxiliar del Perú confirmaba desde Tucumán los que se libraba en territorio altoperuano incluyendo a Salta y Jujuy se evidencia en
cargos militares de los insurgentes altoperuanos propuestos por Güemes. el tratamiento que le da Joaquín de la Pezuela, a la sazón virrey del Perú. En octubre
Tanto Martín Miguel de Güemes como Manuel Belgrano debieron acep- de ese año siguiendo la Real Orden del 11 de abril de 1820 nombró Comisionados
tar la imposición de las jefaturas en las guerrillas admitiendo la imposibilidad de para “que traten y conferencien con las autoridades de las citadas provincias del Río
designar a sus jefes. Estas fuerzas irregulares trataron de todos modos de darse de la Plata”, con el fin de tratar el reconocimiento de la Constitución española. Entre
una estructura y organización militar. José Santos Vargas, tambor en la guerrilla las instrucciones que les entrega dispone
de Ayopaya nos brinda en su diario relatos ilustrativos acerca de estos esfuerzos, de
la manera en que elegían a sus jefes, de la participación indígena y de la impor- sobre todo tratarán de ganar por todos los medios posibles al Gefe de la
tancia que tenía pertenecer al Ejército de Buenos Aires.22 Provincia de Salta D. Martin de Guemez pues la incorporación de este en
Si bien el Ejército Auxiliar del Perú no retornó nuevamente a esos territo- nuestro sistema, acarrearia ventajas incalculables por su rango y por el gran
rios, tanto Belgrano como Güemes abrigaron la esperanza de poder concretar una influjo que ha adquirido sobre los pueblos de su mando.25
nueva expedición que fortaleciera en un movimiento de pinzas el avance de San
Martín en el Perú. Las condiciones materiales del Ejercito Auxiliar acantonado La crisis política que enfrentó a las provincias del ex virreinato con Buenos
en Tucumán y las limitaciones de Güemes para desplazarse hacia el Alto Perú, Aires en 1820 y la disolución del Ejército Auxiliar del Perú significó también,
postergaron este proyecto. Güemes intentó, sin embargo, organizar acciones con- ante la inexistencia de un poder central, abandonar a su suerte a la provincia de
juntas con los jefes de la guerrilla de Ayopaya. En enero de 1821, los jefes realis- Salta y a la insurgencia altoperuana que combatían a las fuerzas realistas, también
tas informaban al Ministro de Guerra acerca de los peligros que acechaban a la ellas debilitadas. En ese contexto la oposición al gobierno de Martín Miguel de
causa del Rey en el Alto Perú “No es Exmo., San Martín y sus satélites los únicos Güemes cobró impulso. El 24 de mayo de 1821, en ausencia de Güemes,26 el
enemigos que tenemos. Son mayores y de más consideración los que por desgracia Cabildo lo destituyó del gobierno argumentando que
de esta guerra abundan ya en todas las capitales, pueblos y aún en las más pequeñas
aldeas”. Luego de comentar cómo habían logrado abortar la sedición de tropas de
la vanguardia realista que pretendían “asesinar al Comandante General, Jefes y
Oficiales de la vanguardia y llamar después al caudillo Güemes que viniese a apode-
rarse del Alto Perú”,23 refiere acerca del complot destinado a contrarrevolucionar
a Oruro, el cual fue descubierto por haber “sido interceptados en el despoblado 24 Refutación que hace el Mariscal de Campo D. Jerónimo Valdez del Manifiesto que el Teniente
de Atacama unos pliegos que el caudillo Chinchilla dirigía al de la misma clase General D. Joaquín de la Pezuela imprimió en 1821 a su regreso del Perú. Publica su hijo Conde de
Güemes”. El fin de este complot era, además de matar a todos los decididos por Torata, Madrid, Imprenta Viuda de M. Minuesa de los Ríos, 1895. Documento justificativo núme-
ro 15 del tomo I, pp. 141-145.
25 AGI, Indiferente, 1570.
26 A principios de 1821 Güemes decidió avanzar contra Bernabé Araoz, gobernador de Tucumán.
22 José Santos Vargas, Diario de un comandante de la independencia americana. 1814-1825, trans- Varias fueron las razones que precipitaron esta decisión, entre ellas la separación de Santiago del
cripción, introducción e índices de Gunnar Mendoza, México, Siglo XXI, 1982. Estero de Tucumán y la decisión de Aráoz de invadirla así como la de impedir el envío de dinero
23 El destacado me pertenece. que desde Santiago remitían para ayudar a equipar a las fuerzas militares de Salta.
112 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos S ARA E. M ATA 113

Desde su colocación en el gobierno, sus primeros empeños fueron perpe- del Alto Perú se pronunciarían por declararse un Estado independiente. A partir
tuarse en él; engañar a la muchedumbre, alucinarlas con expresiones dul- de la Declaración de la Independencia de Bolivia los límites políticos establecidos
ces sin sustento [...] invertir el orden; disponer de las propiedades a su en el armisticio de 1821 fueron definitivamente, y más allá de algunas modifica-
antojo [...] ser el principal motor de la anarquía seminada en las demás ciones posteriores, la frontera norte del país construida por la revolución como
provincias que forman el continente.27 afirmara Tulio Halperin Donghi hace ya varias décadas.28 El extremo norte de la
provincia de Salta sería frontera recién a partir de 1821 y no antes. Güemes no
La Revolución del Comercio como fue denominado el intento de destituir defendió ninguna frontera, defendió la revolución de Buenos Aires y la indepen-
a Güemes por parte del Cabildo no prosperó por cuanto las milicias continuaron dencia americana.
reconociendo la autoridad del Gobernador. Dos semanas después, el 7 de junio
una partida realista ingresó a la ciudad sorprendiendo a Güemes e hiriéndole
cuando al galope de su caballo buscó salir de la ciudad para refugiarse en su cam- B IBLIOGRAFÍA
pamento. Una semana después fallecía. Los honores que la oposición a Güemes
brindó al general realista Pedro Antonio de Olañeta dan cuenta del grave enfren-
tamiento que aquejaba a la sociedad de Salta, el cual no debe atribuirse tan sólo ACEVEDO, Edberto, La intendencia de Salta del Tucumán, Mendoza, Universidad
al deterioro económico o a la necesidad de restablecer el comercio con el Alto Nacional de Cuyo, 1965.
Perú. Si bien éstas indudablemente constituían razones importantes, el control ADAM GRAANER, Juan, Las provincias del Río de la Plata en 1816, Buenos Aires,
social y la búsqueda de una propuesta política viable en el marco de la crisis ins- El Ateneo, 1949.
titucional que aquejaba a las Provincias Unidas del Río de la Plata fueron también ANDREWS, José, Viaje de Buenos Aires a Potosí y Arica en los años 1825 y 1826,
responsables de la alternativa elegida por la clase dirigente de Salta. Buenos Aires, La Cultura Argentina, Vaccaro, 1920.
Las negociaciones, de carácter secreto, entre la oposición a Güemes, auto- DE LA PEZUELA, Joaquín, Memoria de Gobierno de Joaquín de la Pezuela, virrey
denominada “Patria nueva”, y el jefe realista, culminan con la firma de un armis- del Peru. 1816-1821, edición y prólogo de Vicente Rodriguez Casado y Guillermo
ticio en julio de 1821 mediante el cual se garantizó el retiro de las tropas realis- Lohmann Villena, Sevilla, Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-ameri-
tas más allá de la quebrada de Purmamarca, se dispuso la designación de un canos de Sevilla, 1947.
gobernador sin la presión de las tropas y se facilitó la adquisición de vituallas y GÜEMES, Luis, Güemes documentado, 9 tomos, Buenos Aires, Plus Ultra,
ganados a las fuerzas realistas, quienes pagaron por ellas a los comerciantes y los 1972-1984.
propietarios que las facilitaron. Ante la ausencia de un gobierno central la pro- HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolución y guerra. Formación de una élite diri-
vincia de Salta, representada por el Cabildo, se constituyó en sujeto de soberanía gente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
negociando el retiro de las tropas realistas y renunciando a continuar la Guerra MATA de LÓPEZ, Sara, “Tierra en armas. Salta en la Revolución”, en Persistencias
de Independencia, con lo cual el proyecto de San Martín de reforzar con la van- y cambios. Salta y el Noroeste Argentino. 1770-1840, Rosario, Prohistoria & Manuel
guardia del disuelto Ejército Auxiliar del Perú una avanzada hacia el Alto Perú, se Suárez editor, 1999.
hizo trizas. Se fracturó también la vinculación que en tiempos de Güemes existía MATA de LÓPEZ, Sara, Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la
entre las guerrillas altoperuanas y la provincia de Salta. El armisticio definió una independencia, Sevilla, Diputación de Sevilla, colección Nuestra América, 2000.
frontera entre territorios que a partir de su firma se diferenciaron políticamente.
Las guerrillas altoperuanas y su enfrentamiento con el ejército realista quedaron
aisladas y con la conclusión de la Guerra de Independencia en 1824 las Provincias

28 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina
27 ABHS, “Mensaje del Cabildo de Salta a los ciudadanos, 24 de mayo de 1821”, Fondo criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
Documental Dr. Bernardo Frías, Carpeta 10, Documento 148.
114 CAPÍTULO I La Guerra de Independencia en Salta. Güemes y sus gauchos CAPÍTULO I 115

1810-1860 L A I NDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL


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Siglo XXI, 1982. crecimiento de la tensión entre las autoridades de Buenos Aires y el caudillo oriental
José Gervasio Artigas y el fortalecimiento de la posición del gobernador Gaspar de
Vigodet en Montevideo, habían puesto en peligro el éxito de la causa revolucio-
naria. Pero si como se señala, la situación militar era dramática, los asuntos de
política exterior no eran menos graves, José Napoleón claudicaba en España y el
retorno de Fernando VII, antes tan improbable, dejaba de ser una quimera.
La Asamblea General Constituyente había señalado el camino de la defi-
nitiva separación de la Península, pero ante la nueva situación internacional, hasta
los principios justamente declamados se encontraban en discusión. Por entonces,
el gobierno de Buenos Aires dudaba de su capacidad para continuar y profundizar
las acciones de guerra.
En enero de 1814 Gervasio Posadas, fue designado Director Supremo de
la Provincias Unidas, inaugurando así un régimen de gobierno unipersonal en
reemplazo del triunvirato existente. Por otro lado José de San Martín que estaba
preparando su ejército con la clara intención de proyectar operaciones de fondo
allende los Andes y el Perú, presionaba a las autoridades para que declararan la
Independencia.
El nuevo mandatario se encontró en el centro de un dramático escenario.
Después de dos años, Montevideo parecía indiferente al asedio de las tropas de
Rondeau y Artigas que hasta ese momento lo había acompañado en las operaciones,
definitivamente desencantado por el curso que tomaba la política de Buenos
Aires decidió retirarse.

1 El autor ha desarrollado esta conferencia sobre la base de su libro Guillermo Brown, Buenos
Aires, Librería-Editorial Histórica, 2007.
116 CAPÍTULO I Una estrategia para el Río de la Plata. G UILLERMO A NDRÉS OYARZÁBAL 117
La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo

Mientras los acontecimientos se precipitaban Carlos de Alvear actuaba con que todo el mundo miraba ese proyecto como el más solemne desatino, que la irri-
firmeza, y atento a las circunstancias que imponían acciones contundentes, gestó tación que causaba era inmensa y que sus resultados iban a ser que la sublevación
una estrategia de aliento que puso inmediatamente en marcha. Advirtió enton- de las tropas embarcadas se extendiera hacia las de tierra.3
ces que el sitio terrestre sobre Montevideo desgastaba las fuerzas militares criollas Como fuera, Posadas tenía enfrente una voluntad inquebrantable y volvió
en un esfuerzo vano, toda vez que el control del Río de la Plata continuara en a ser seducido por las promesas, esperanzas y convicciones de su sobrino Alvear
manos realistas: “Así pues –explicaba en sus memorias– era preciso una escuadra El problema más sensible había radicado en la elección del hombre desti-
para apoderarse de tan importante punto con cuya ocupación podíamos mirar nado a conducir la escuadra. Tres eran los candidatos, Benjamín Franklin Seaver,
como asegurada la causa de la libertad”.2 norteamericano preferido de White; Estanislao Courrande, un conocido corsario
La idea se difundió con rapidez y en poco tiempo logró el apoyo de figuras francés; y Guillermo Brown, un marino irlandés que operaba en el Plata desde
influyentes para la conformación de una escuadra. 1809 y que actuaba desde diciembre de 1813 sin designación alguna junto con
Mientras Alvear dibujaba el plan definitivo, Juan Larrea, en su papel de Alvear y Larrea.4
secretario de Hacienda, actuaba como un verdadero artífice sin librar ningún aspecto La gravedad del movimiento de Artigas, el descontento popular y las dudas
a su suerte. Evaluó las posibilidades de alistar un componente de guerra con los que albergaba el propio Director Supremo, constituían una advertencia que no
barcos de Buenos Aires pasibles de ser armados y envió agentes de inteligencia a podía ser ignorada. Las circunstancias habían confirmado la necesidad de completar
Montevideo para obtener una descripción precisa de las capacidades navales del las dotaciones, mantener la disciplina, apurar el alistamiento y lanzar sin dilaciones
enemigo. Mientras que el primero se preocupó por convencer a Posadas de la la campaña. Dentro de este esquema, la designación del comandante naval se hizo
aptitud y factibilidad del proyecto, Larrea logró interesarlo por su aceptabilidad. apremiante y el 1° de marzo de 1814 fue nombrado Guillermo Brown, con el grado
Presentó en un acabado informe las características, cantidad y costos de los buques que de teniente coronel, al mando de la Escuadrilla Nacional.
debían adquirirse, la relación de capitanes y marinos a contratar y propuso finalmente Según el plan trazado por Alvear la recuperación definitiva de Montevideo sólo
la financiación del empresario naviero norteamericano Guillermo Pio White. sería posible si por mar se cerraba la salida a los realistas. Esto implicaba el dominio del
En febrero, mientras se trabajaba activamente para el acondicionamiento Río de la Plata por la escuadra patriota, pero para ello era imprescindible elimi-
de las unidades y se reclutaban las dotaciones, una escuadrilla realista compuesta de nar el poder naval español en la región.
diez buques al mando del capitán de navío Jacinto de Romarate se aproximó La isla Martín García que por su situación estratégica constituía la llave de
amenazadoramente a Buenos Aires. Aunque la modesta fuerza naval siguió su camino los dos grandes ríos del litoral y un punto desde donde se podían proyectar ope-
rumbo a la isla Martín García, la intimidación causó conmoción entre los porteños. raciones navales, en los últimos cinco meses había sido reforzada por los realistas
Con la precipitación que imponían las circunstancias se embarcaron tropas de línea con emplazamientos artilleros y una poderosa guarnición, que controlaba los canales
y hasta en algunos casos se previó la zarpada. Aunque nada ocurrió, la experiencia de paso y los principales accesos, convirtiéndose en un eventual punto de apoyo para
fue una muestra de las dificultades de todo orden que se deberían superar. En Montevideo.
efecto, las tropas mostraron su contrariedad por las tareas que estaban llamadas a Brown era consciente de que un ataque naval sobre aquella plaza, tendiente
desempeñar y las condiciones de la vida a bordo, y en la primera noche algunos a controlar las aguas de la región, sólo sería posible si antes conquistaba Martín García
se sublevaron “pidiendo a gritos el inmediato desembarco”. En dos de los buques y sobre el esquema de ese plan se puso en marcha.
la violencia de la protesta se tornó en contra de los capitanes, quienes debieron
abandonar sin más las unidades a su mando. La misma desaprobación fue acom-
3 Carlos de Alvear, “Narraciones”, op. cit.
pañada por el pueblo de Buenos Aires y hasta el Director Supremo, en todo punto
4 Véanse Ángel Justiniano Carranza, Campañas Navales de la República Argentina, tomos 1 y 2,
temeroso, llamó a Alvear para sugerirle la cancelación de lo actuado, afirmando
Buenos Aires, Departamento de Estudios Históricos Navales, 1962, p. 230; Teodoro Caillet Bois,
Historia Naval Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1944, pp. 86-88; y Miguel Ángel De Marco,
2 Carlos de Alvear, “Narraciones”, en Gregorio F. Rodríguez, Historia del General Alvear, 1789- Corsarios Argentinos, héroes del mar en la Independencia y la guerra con el Brasil, Buenos Aires,
1852, tomo I, Buenos Aires, G. Mendesky e hijo editores, 1913, p. 457. Planeta, 2001, pp. 82-85.
118 CAPÍTULO I Una estrategia para el Río de la Plata. G UILLERMO A NDRÉS OYARZÁBAL 119
La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo

Aquel mes de marzo, la escuadra compuesta por la fragata Hércules, donde a la ofensiva y en Soriano estableció contacto con Artigas, quien accedió a prestarle
Brown izó su insignia, y seis buques de distintas características y capacidades zar- apoyo. Mientras tanto, Vigodet preparaba apresuradamente una división al mando
paban luego de una serie de movimientos en busca del enemigo. del capitán de navío José Primo de Rivera.
El comandante estaba convencido sobre la perentoriedad de obtener una En lo inmediato se tuvo conciencia de la oportunidad que se presentaba,
victoria en Martín García, seguro de que en Montevideo se preparaba una fuerza pues divididas aunque no vencidas las fuerzas navales españolas, era necesario
de apoyo superior para hacer inconquistable la isla. Según los partes de guerra el actuar rápidamente. Por otra parte, Artigas se había transformado en un peligro-
enemigo contaba con trece buques acoderados en el fondeadero sudeste de la isla, so enemigo con control en la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes. El coman-
con sus proas defendiendo el canal de entrada. Una fuerza significativamente dante naval estaba convencido de la necesidad de acabar con el caudillo para ase-
superior a la propia, y a la que debían sumarse también la amenaza de los empla- gurar la victoria:
zamientos terrestres. Todo esto vuelve difícil explicar la decisión de forzar el com-
bate sólo por aquel convencimiento de que los tiempos se agotaban, pero la orden Es menester confesarlo –le escribía a Larrea desde Colonia el 20 de marzo–
fue dada y a pesar de la evidente inferioridad militar argentina las fuerzas navales que el remedio puede aplicarse sin pérdida de tiempo, cuando hay, como
se enfrentaron. sucede actualmente tanta tropa en Buenos Aires. Trescientos o cuatrocientos
En Martín García la escuadra patriota fue decididamente derrotada, la hombres de dicha capital, desembarcados en esta banda del río, pronto
mayor parte de los buques se replegaron eludiendo el combate, dos comandantes limpiarían la costa del rebelde y sus cuadrillas que han causado perjuicios
murieron y la fragata Hércules, acribillada por la metralla, terminó en Colonia considerables, pues a no haber sido ellos jamás el enemigo habría podido
para ser reparada. evadirse aguas arriba. Me veo obligado para seguridad de esta ciudad a
Mientras esto ocurría, el Jefe naval visitó personalmente cada buque subor- guarnecerla con gente de la escuadra, por lo tanto considere Ud. la urgencia de
dinado “hablando al honor de sus capitanes, reprochándoles su falta de fe en el enviar una fuerza con toda premura [...] es poco más que imposible con-
triunfo, estimulándoles a la acción desesperada y dándoles nuevas instrucciones”.5 seguir carne aquí a causa de Artigas y sus secuaces.6
El proyecto que seguía era tan arriesgado como la fallida empresa de días
pasados, pero la experiencia conformaba una estimable carta a su favor. Brown La amenaza de la escuadra realista de Rivera y su inminente salida condi-
concibió una operación de desembarco que, curiosamente, sostenía sus probabili- cionaba las decisiones del comandante argentino, que entre dos fuegos, se vio obli-
dades de éxito en la acción conjunta y disciplinada de cada buque de la escuadra. gado a dividir la escuadra. Según sus palabras, “ansioso” por apoderarse del enemigo
Según el plan, la fuerza de desembarco compuesta por ciento diez hombres y “temeroso” de que Romarate volviese a Montevideo por el Canal de las Conchas,
de marinería y doscientos treinta de tropa, debía reducir la isla mientras la escuadra mandó una fuerza de cinco buques en su persecución.
distraía a los buques españoles con maniobras de ataque y abordaje. Mientras tanto, y con el propósito de formar un componente disuasivo
La operación iniciada en el sigilo de la noche fue tan sorpresiva como que mantuviera al enemigo en puerto, Brown concentró a su alrededor el grueso
contundente. Al amanecer las principales posiciones estaban en poder de las de la escuadra. Afirmado en sus convicciones la fluida correspondencia que man-
fuerzas patriotas. tenía con Larrea se hacía cada vez más perentoria y apasionada: “Ya que se ha ini-
A pesar de la importancia estratégica de Martín García su ocupación apenas ciado la lucha por agua, no debe Ud. omitir esfuerzos y emplear toda su energía para
modificó la situación existente, pues la escuadra española aunque dividida, se que se termine de la propia manera... puedo asegurar al país entero, que tomé cartas
mantenía prácticamente intacta. Romarate, impedido de volver a Montevideo en ella con la firme resolución de vencer... Y a pesar de la tunda que ha recibido el
decidió remontar el río Uruguay en procura de medios que le permitieran pasar Hércules estoy resuelto a no volver a puerto antes de dar un golpe mortal”.

6 Guillermo Brown a Juan Larrea, Colonia, 29 de marzo de 1814, en Academia Nacional de la


5 Hector Raúl Ratto, Historia del Almirante Brown, tercera edición, Buenos Aires, Departamento Histoia, Documentos del Almirante Brown, tomo I, Buenos Aires, Comisión Nacional de Homenaje
de Estudios Históricos Navales e Instituto de Publicaciones Navales, 1985, pp. 36-37. al Almirante Guillermo Brown, 1958, p. 62.
120 CAPÍTULO I Una estrategia para el Río de la Plata. G UILLERMO A NDRÉS OYARZÁBAL 121
La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo

En contra de quienes opinaban que la escuadra debía salir aguas arriba para desmoralizaba el espíritu de la guarnición española crecía la confianza de los
apoyar la pequeña fuerza destacada contra Romarate, que terminó vencida en Arroyo patriotas. El control del río mostró sus efectos positivos y en poco tiempo fueron
de la China, Brown insistía en el bloqueo de Montevideo y le escribía a Larrea: interceptados y apresados los barcos provenientes de la costa uruguaya, del Brasil,
el Perú y Patagones, que con su tráfico habían mantenido la plaza en la posibilidad
La importancia de enviar una fuerza aguas arriba no será, a mi juicio, com- de despreciar el sitio terrestre que ahora cobraba sentido. Por otra parte pese a la
parable o tan buena como la de destacar la escuadra frente a Montevideo opinión difundida sobre la sólida organización de la escuadra española, sus buques
[…] puedo asegurarle que tan sólo el mejor de los motivos me induce a estaban cargados de problemas y tanto el reclutamiento como el mantenimiento
desear que toda la fuerza se encuentre frente al puerto enemigo.7 de la disciplina y el adiestramiento exigían esfuerzos notables.
En mayo, el gobierno de Buenos Aires en conocimiento de las intenciones
Pero sucede que no todos tenían la misma fe en la victoria, además veían realistas decidió precipitar los acontecimientos. Alvear fue designado para reem-
en aquella acción otra temeraria maniobra y se conformaban con el inacabado plazar a Rondeau en el mando del ejército sitiador y se embarcó en compañía de
triunfo logrado en Martín García o en la probable gloria que traería una acción José Matías Zapiola con un batallón de infantería y dos escuadrones del regi-
más exitosa en las lejanas aguas del río Uruguay. Para el Comandante, en cambio, miento de granaderos a caballo; cuando no quedaban dudas de la inminencia del
todos los esfuerzos debían centrarse en el punto estratégico vital: la plaza de combate decisivo, la escuadra argentina se arrimó hasta la ensenada de Santa Rosa
Montevideo. donde fueron embarcados piquetes de los cuerpos de French y de Soler, reforzando
La vehemencia de los planteos de Brown cobraban sentido ante la actitud las guarniciones de a bordo que habrían de enfrentar un abordaje.
vacilante del Directorio, que en esos días, absurdamente convencido de la carencia El 14 de mayo la fuerza naval española zarpó del apostadero de Montevideo
de recursos propios, seguramente conmovido por la derrota de Arroyo de la China con la intención de forzar el combate, enfrentándose a la escuadra patriota.
e inclinado a evitar mayor derramamiento de sangre decidió ceder ante Vigodet, El combate naval de Montevideo, como dio en llamarse a la cadena de
y propuso un armisticio. Pero Vigodet, que apoyado por la opinión del Cabildo acciones que comenzaron el 14 en el Buceo y finalizaron el 17 de mayo, fue el
sobredimensionaba las dificultades de Buenos Aires, se hizo grande ante la declarada punto culminante de un plan estratégico operacional trazado cuidadosamente
debilidad del otro, y finalmente rechazó la propuesta. por Alvear y orientado debidamente por Brown y Larrea, para acabar con el sitio
Con el quiebre de las negociaciones no quedaban razones para justificar la terrestre y ocupar el último bastión español en territorio argentino.
inacción, y Posadas debió ceder a las presiones de Brown, Alvear y Larrea, los más La dispersión y la parcial destrucción de la escuadra de Vigodet cerraron
convencidos de la viabilidad de la empresa. La ocupación de Martín García había para los realistas todas las posibilidades de recuperación; a partir de ese momento
cambiado sustancialmente las condiciones del teatro de operaciones y el plan del la rendición de la plaza de Montevideo parecía sólo una cuestión de tiempo.
gobierno, tratado antes tan desaprensivamente, cobraba sentido hasta en los espíritus El 19 de junio Alvear mandó un ultimátum: “si para mañana no se rinde
más reticentes. la plaza, o si se derrama una gota de sangre en estas veinticuatro horas, serán pasados
Para asegurar la defensa y cubrir la retaguardia del ejército sitiador, Colonia a cuchillo toda la guarnición y todos los habitantes de Montevideo”.8 La adver-
fue reforzada con dos batallones de granaderos de infantería, un escuadrón de gra- tencia cerraba definitivamente todos los caminos y cuatro días después se firmó
naderos a caballo y cuatro piezas de artillería y el 19 de abril una fuerza bloqueadora la capitulación.
compuesta por cinco buques, entre los que se encontraba la fragata Hércules, ocupaba El saldo positivo fue extraordinario, se tomaron 8 banderas de los regi-
sus posiciones en la línea frente a Montevideo. mientos españoles, casi 6.000 prisioneros, entre los que se contaban medio millar
Ante la inmovilidad de los realistas, el cerco se fue cerrando y mientras se de oficiales, 18 buques de guerra y 80 mercantes, 10.000 fusiles, 1.500 quintales

7 Guillermo Brown a Juan Larrea, Colonia, 3 de abril de 1814, en Academia Nacional de la


Historia, op. cit., p. 66. 8 Carlos de Alvear, “Narraciones”, op. cit.
122 CAPÍTULO I Una estrategia para el Río de la Plata.
La escuadra argentina en el combate naval de Montevideo

de pólvora, 213 cañones de bronce y 965 de hierro. Romarate cuya escuadra había
quedado aislada en aguas del Uruguay, finalmente firmó con la Provincias Unidas
una capitulación honrosa que le permitió volver a España con su gente.
La ocupación de Montevideo tuvo consecuencias profundas y beneficiosas
para la causa revolucionaria y la estrategia planteada desde Buenos Aires. Al caer
el principal bastión realista de la región, el gobierno del Directorio pudo centrar
sus planes militares en el norte y prestar verdadera atención al incipiente ejército
que preparaba San Martín en Mendoza. Como si fuera un escalón imposible de
eludir, los sucesos del Río de la Plata centrados sobre la Banda Oriental, dinami- CAPÍTULO II
zaron el curso de la guerra, permitiendo que hombres, medios y recursos orientaran
sus capacidades hacia las grandes empresas libertadoras de América del Sur.
1862-1880
La organización nacional y la modernización
B IBLIOGRAFÍA

CAILLET BOIS, Teodoro, Historia Naval Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1944.
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CAPÍTULO II 125

1862-1880 L A ORGANIZACIÓN NACIONAL Y LA MODERNIZACIÓN

¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la


formación del Estado en el siglo XIX

H ILDA S ABATO 1
UBA / CONICET

Introducción

En la historia del Estado en América Latina, el monopolio de la violencia


por parte de un poder central se ha considerado un paso decisivo. La adquisición
estatal del control efectivo del uso de la fuerza se ha analizado como un proceso
acumulativo, que en varios casos sólo habría culminado hacia fines del siglo XIX,
con el fortalecimiento de las instituciones militares centralizadas en torno a un
Ejército Nacional. La Argentina no ha sido una excepción ni en su historia ni en
su historiografía. Afirmación del Estado y conformación del Ejército se han con-
siderado como procesos graduales estrechamente entrelazados, que habrían cul-
minado hacia 1880 con la disolución de las milicias provinciales y la definitiva
subordinación de la Guardia Nacional.
Dentro de estos marcos interpretativos, la atención de los estudiosos estu-
vo dirigida al Ejército como institución. En cambio, se prestó escasa atención a
otras formas de organización militar, en particular a las milicias, pues se entendía
que su vigencia conspiraba contra el proceso progresivo de consolidación estatal.
Para la segunda mitad del siglo XIX, éstas aparecían como fuerzas subordinadas y
destinadas inexorablemente a debilitarse; es decir, residuales. En los últimos años,
esta tendencia se ha comenzado a revertir, dando lugar a una creciente producción
sobre ése y otros aspectos del pasado militar, que ha servido de inspiración para

1 Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Programa PEHESA del


Instituto Ravignani) y CONICET.
126 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 127
del Estado en el siglo XIX

estas páginas.2 En ellas, me referiré primero a las formas de organización militar tes de cada lugar para la defensa local. En el Río de la Plata, estas milicias se orga-
en la Argentina del siglo XIX, en particular a partir de la sanción de la Constitución nizaron de manera más sistemática a partir de 1801, cuando se estableció que
de 1853, y a su relación con el proceso de formación del Estado nacional. A con- todos los varones adultos con domicilio establecido, debían integrarlas. Apenas
tinuación, exploro las diversas concepciones vigentes en el período acerca del uso unos años más tarde, en 1806 y 1807, sus batallones –engrosados por miles de
de la fuerza y la naturaleza del poder estatal, las disputas generadas en torno a esa voluntarios– jugaron un papel clave en la derrota de los ingleses en su intento de
cuestión a partir de luchas políticas y guerras internas y externas, y las transfor- ocupar Buenos Aires.3
maciones que fueron teniendo lugar en materia militar hasta finales de ese siglo. Las milicias habían llegado para quedarse. Su presencia resultó clave
durante la Revolución de Mayo y a partir de entonces quedarían asociadas a la
Ejército profesional y milicia aventura que se iniciaba, la de la ruptura del orden colonial y de construcción de
formas republicanas de gobierno. Por entonces, la institución pasó a considerar-
La organización militar en la Argentina de esos años fue consagrada por la se un pilar de la comunidad política fundada sobre la soberanía popular.4 Y si
Constitución de 1853 y reglamentada por leyes y decretos posteriores. Se apoya- bien después de la Revolución, las necesidades que impuso la guerra llevaron a
ba sobre dos pilares principales: el ejército de línea y la Guardia Nacional, que privilegiar la formación de cuerpos profesionales, algo más tarde las milicias fue-
juntos componían el Ejército Nacional. El primero era de índole profesional y ron reapareciendo tanto en Buenos Aires como en otras ciudades del antiguo
operaba bajo la comandancia suprema del presidente de la República. La Guardia, virreinato y fueron reguladas por el Reglamento Provisorio de 1817, dictado por
en cambio, reclutaba ciudadanos y aunque en última instancia debía responder el Congreso de las Provincias Unidas. Cuando en 1820 cayó el gobierno central,
al mismo comando nacional, estuvo en general controlada por los gobiernos pro- las provincias mantuvieron el sistema de milicias ajustado a las disposiciones de
vinciales. Ambas instituciones tenían funciones diferentes y, sobre todo, repre- aquel reglamento.
sentaban dos formas distintas de entender el poder de coerción del Estado. Después de Caseros, y del dictado de la Constitución en 1853 que orga-
Esta dicotomía no era una novedad argentina ni latinoamericana. La con- nizó la República, el gobierno de la Confederación Argentina intentó nuevamen-
vicción de que la defensa de la República tanto de los enemigos externos como te la creación de Fuerzas Armadas a escala nacional, a las cuales debían contribuir
internos correspondía a los propios ciudadanos, y que encomendarla a un ejérci- todas las provincias. Se estableció así la formación de un Ejército Nacional inte-
to profesional abría las puertas a la corrupción y la tiranía se remonta a las repú-
blicas clásicas. Ese principio, sin embargo, se vio con frecuencia impugnado por 3 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina crio-
quienes sostuvieron la conveniencia y mayor eficiencia de contar con profesiona- lla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972; y “Militarización revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815”,
les para la guerra. Esta diferencia de criterios abrió paso al ensayo de distintas Tulio Halperin Donghi (comp.), El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Buenos Aires,
soluciones. En nuestras tierras, en el siglo XIX se recurrió a una combinación de Sudamericana, 1978; Gabriel Di Meglio, “Milicia y política en la ciudad de Buenos Aires durante
los dos sistemas –cuerpos regulares y milicias–, lo que dio lugar a una coexisten- la Guerra de Independencia, 1810-1820”, en Manuel Chust y Juan Marchena (eds.), Las armas de
cia generalmente conflictiva. Sólo a fines del siglo, el predominio de las posturas la nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1859), Madrid, Iberoamericana,
2007; y ¡Viva el pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la revolución y el rosismo,
centralistas llevó a privilegiar el fortalecimiento de los primeros en detrimento de Buenos Aires, Prometeo, 2007; Carlos Cansanello, De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las liber-
las segundas, para asegurar así el monopolio estatal del uso de la fuerza. tades en los orígenes republicanos. Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Imago Mundi, 2003.
En Hispanoamérica, la institución de la milicia se remonta a los tiempos 4 Los ejemplos de Estados Unidos y Francia fueron importantes en ese sentido. El derecho del ciu-
de la colonia, cuando la Corona española, que mantenía fuerzas regulares en sus dadano a portar armas en defensa de su patria fue uno de los pilares del modelo político anglosajón,
territorios, también fomentó la creación de batallones integrados por los habitan- incorporado a la constitución de los Estados Unidos en su segunda enmienda. En la Francia revolu-
cionaria, la Guardia Nacional se consideró “la soberanía nacional en acto, la expresión visible y arma-
da de la nueva fuerza opuesta al absolutismo real” y se asoció con la ciudadanía. Existe abundante
bibliografía sobre estos casos. Véanse, entre otros, Edmund Morgan, Inventing the People. The Rise of
2 Existe una amplia bibliografía sobre estos temas referida a diferentes países de América (del Popular Sovereignty in England and America, Nueva York y Londres, Norton, 1988; y Pierre
Norte y del Sur) así como del resto del mundo. Rosanvallon, Le sacré du citoyen, París, Gallimard, 1992.
128 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 129
del Estado en el siglo XIX

grado por el ejército de línea, de carácter profesional; las milicias provinciales, con una estructura jerárquica establecida, con una organización que cubría todo
para garantizar el orden local, y una nueva institución, la Guardia Nacional, sobre el territorio, y con equipamiento a la altura de los tiempos.7
el principio de la ciudadanía en armas. La creación de ésta daba carácter nacional En casi todas las instancias en que intervino el ejército de línea, también lo
a una institución que, como la milicia, había sido hasta entonces netamente local. hizo la Guardia Nacional. Pero la coexistencia entre ambas instituciones no fue
De acuerdo con la nueva legislación, de 1854: “Todo ciudadano de la fácil, pues si bien cada una de ellas tenía fines específicos definidos por la legisla-
Confederación Argentina desde la edad de 17 años hasta los 60 está obligado a ser ción, en la práctica éstas se superponían. Representaban, además, dos modelos
miembro de alguno de los cuerpos de Guardias Nacionales”.5 Aunque la organiza- diferentes de organización militar –en términos de su composición, estructura y
ción de esos cuerpos quedaba a cargo de los gobiernos provinciales, dependían del funcionamiento– y de concebir la defensa y el poder del Estado. Esta convivencia
poder central y, como fuerzas de reserva, debían auxiliar al ejército de línea cuando perduró, con algunos cambios, hasta finales de siglo cuando se instauró un tercer
les fuera requerido por las autoridades nacionales. Sin embargo, con frecuencia las modelo (inicialmente esbozado en las leyes de 1894 y de 1895, y más tarde con-
provincias manejaron esos recursos militares con bastante autonomía.6 firmado por la ley de 1901) basado en la conscripción obligatoria para el recluta-
Las fuerzas regulares también tenían su historia. Como hemos dicho, las miento de soldados, bajo el mando de oficiales y suboficiales profesionales.
hubo durante la colonia, las guerras de independencia y después. En la década
de 1850, el presidente Urquiza propuso un ejército para la Confederación, pero La Guardia Nacional
apenas contó con el que había formado en Entre Ríos para dotar sus filas. Y
cuando Bartolomé Mitre llegó a la presidencia de la República en 1862, hizo En el diseño institucional del Ejército Nacional la existencia de una fuerza pro-
algo parecido: a partir de la estructura militar de Buenos Aires sentó las bases del fesional se combinaba, entonces, con una reserva que si bien debía responder al mismo
ejército de línea. En las décadas siguientes, ese nuevo ejército, ampliado para comando, en la práctica estaba descentralizada: la Guardia Nacional. Ésta representa-
incorporar reclutas y oficiales de diferentes lugares del país, actuó en distintos ba, además, la “ciudadanía en armas” y ocupaba un lugar material y simbólico diferen-
frentes, desde la defensa de las fronteras y la represión de levantamientos arma- te al del ejército de línea. Por una parte, la Guardia se consideró un espacio legítimo
dos contra el poder central, hasta la Guerra de la Triple Alianza contra el de participación ciudadana y se convirtió en un actor político fundamental. Las redes
Paraguay y la campaña de ocupación de la Patagonia y el Chaco. Desde el militares y políticas tejidas en torno a ella jugaron papeles destacados en las luchas por
gobierno nacional se hicieron esfuerzos por reglamentar la carrera militar y for- el poder, tanto en tiempos electorales como de revolución. Por otra parte, desde el
mar a los oficiales, así como por dotar de recursos y equipar a las fuerzas. Hacia punto de vista simbólico, las milicias figuraron desde muy temprano en el discurso
1880, este ejército contaba con una tropa regular de cerca de 10.000 hombres, patriótico argentino. La actuación de los regimientos coloniales de Buenos Aires con-
tra los ingleses primero y algo más tarde en la Revolución de Mayo se convirtió en una
referencia mítica en la historia de la República. La “virtuosa milicia” estaba integrada
por ciudadanos libres con la obligación de portar armas en defensa de su patria, una
5
obligación que era a su vez un derecho, un deber y hasta un privilegio. Tal fue la retó-
Registro Oficial de la República Argentina, tomo III, 1883, p. 109.
6 Flavia Macías, “De ‘cívicos’ a ‘guardias nacionales’. Un análisis del componente militar en el pro-
rica oficial en torno a las milicias y más tarde a la Guardia Nacional, pero ella también
ceso de construcción de la ciudadanía. Tucumán, 1840-1860”, en Manuel Chust y Juan Marchena formó parte del imaginario colectivo de amplios sectores de la población que se iden-
(eds.), Las armas de la nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1859), Madrid, tificaban con el papel del ciudadano armado y conocían las diferencias simbólicas y
Iberoamericana, 2007. El artículo 67º, inciso 24, de la Constitución Nacional de 1853 establecía prácticas entre esa figura y la del soldado de línea.8
entre las facultades del Congreso Nacional: “Autorizar la reunión de la milicia de todas las provincias
o parte de ellas, cuando lo exija [la] ejecución de las leyes de la Nación, ó sea necesario contener insu- 7 Oscar Oszlak, La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organización nacional, Buenos
rrecciones ó repeler invasiones. Disponer la organización, armamento y disciplina de dichas milicias Aires, Editorial de Belgrano, 1982, caps. 1 y 2. Entre 1863 y 1881 el ejército regular se componía de
y la administración y gobierno de la parte de ellas que estuviese empleada en servicio de la Nación, doce batallones de infantería, doce regimientos de caballería y tres unidades de artillería (Comando en
dejando á las provincias el nombramiento de sus correspondientes jefes y oficiales y el cuidado de esta- Jefe del Ejército, Reseña histórica y orgánica del Ejército Argentino, Buenos Aires, Círculo Militar, 1971).
blecer en su respectiva milicia la disciplina prescripta por el Congreso”. 8 Hilda Sabato, La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880,
130 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 131
del Estado en el siglo XIX

Así, mientras la figura del soldado profesional y pago se asociaba con fre- Sarmiento, se crearon instituciones destinadas a dar una formación sistemática a
cuencia a la del mercenario, la del miliciano, en cambio, portaba el aura del ciu- los oficiales militares: el Colegio Militar y la Escuela Naval. Por lo tanto, duran-
dadano. A esa distinción clásica de resonancias republicanas, se sumaba una con- te el período que nos ocupa, los jefes surgieron de la llamada “carrera de las
notación de índole social o sociocultural. El soldado profesional se asimilaba al armas”, de carácter práctica y política. Así, la formación del ejército de línea en
pobre que se alistaba porque no tenía otro medio posible de vida o, aun peor, al tiempos de Mitre se hizo, como ya señalamos, sobre la base de la Guardia
delincuente, “vago y malentretenido” –en los términos de la época– reclutado por Nacional de Buenos Aires, y sus jefes y oficiales surgieron de allí. A ese conjunto,
la fuerza, “destinado”. Milicianos eran, en cambio, todos los ciudadanos, lo que se agregaron luego otros oficiales, confirmados en la acción, tanto en el frente
jerarquizaba en principio a la propia fuerza y a sus integrantes. La ley también interno como en la frontera y sobre todo, en la guerra contra el Paraguay.9
fijaba diferentes derechos y obligaciones. En cuanto a la Guardia Nacional, los perfiles no eran demasiado diferen-
Estas diferencias en varios planos no necesariamente se correspondían con tes, ya que si bien no había una carrera formal equivalente a la del Ejército, los
clivajes efectivos. En términos de su composición social, las milicias también que fungían como comandantes fueron, con frecuencia, figuras civiles pero con
reclutaban mayoritariamente, aunque no de manera exclusiva, a varones prove- trayectoria práctica en el campo de la acción guerrera y muchas veces, con grado
nientes de las capas populares de la población. Sus derechos eran con frecuencia en el Ejército. Tanto en una como en otra institución, los jefes operaban en
violados. La arbitrariedad en el reclutamiento, la falta de paga, el servicio exten- medio de una trama de relaciones y solidaridades horizontales y verticales que se
dido mucho más allá de los plazos estipulados, las privaciones materiales, los cas- desarrollaban a partir de la propia acción militar y política y que alimentaban el
tigos físicos y el traslado fuera de la región daban lugar a protestas personales y espíritu de cuerpo, dando prestigio a algunos de sus jefes por sobre otros y esta-
motines colectivos. Inspiraron, además, toda una literatura de denuncia de las bleciendo vínculos entre oficiales que favorecían el reconocimiento corporativo.
iniquidades del “contingente” y, en particular, del servicio de frontera. En cuan- Éste no era, sin embargo, excluyente.
to a sus funciones, con mucha frecuencia se superponían con las de los soldados En efecto, la mayoría de estos jefes y oficiales tenían, además de su historia
y entonces era difícil distinguir entre una y otra fuerza. militar, actuación política y pública, como hombres de partido, legisladores y
Aun así, Guardia Nacional y ejército de línea respondían a principios dife- periodistas, entre otros. Por lo tanto, identificarlos –como se ha hecho con frecuencia–
rentes, que resultaban claros para los contemporáneos. Quienes defendían a los simplemente como “militares” puede dar lugar a confusiones y anacronismos. En
milicianos de los abusos del sistema, lo hacían señalando la violación de los prin- efecto, los alcances y límites de esa profesión estaban todavía en definición. Pues
cipios sobre los cuales éste debía fundarse. Por su parte, la retórica de la ciudada- si bien existía una carrera posible en el Ejército y en la Guardia Nacional, más
nía en armas cumplía un papel importante en la vida política, y las milicias fun- que de una formación profesional sistemática o de un escalafón jerárquico estric-
cionaban, además, como redes concretas de organización política. Y sobre todo, to, ésta dependía sobre todo de la actuación en el campo de batalla y de las cone-
eran una fuerza parcialmente descentralizada, que fragmentaba el poder militar. xiones y lealtades político-partidarias. Esa carrera no era, por otra parte, incom-
patible con otras “profesiones”.
Jefes militares Esta situación puede, quizá, explicar otro rasgo común a muchos de los
jefes: su identificación con la fuerza no era corporativa y podía quedar subordi-
La combinación de diferencias y superposiciones manifiesta en las funcio- nada a otras identidades. Así, por entonces nadie se sorprendía frente a alinea-
nes del Ejército de línea y de la Guardia Nacional, también era visible en la orga- mientos fundados sobre identidades y lealtades políticas (y aun personales) que
nización de sus mandos. Sólo en la década de 1870, durante la presidencia de tenían precedente sobre la carrera militar. Al mismo tiempo, y aunque pueda
parecer paradójico, aquéllas con frecuencia se forjaban o se fortalecían en el seno
Buenos Aires, Sudamericana, 1998 (2ª edición, 2004); “El ciudadano en armas: violencia política en
Buenos Aires (1852-1890)”, en Entrepasados, Nº 23, Buenos Aires, 2002; “Milicias, ciudadanía y
revolución: el ocaso de una tradición política. Argentina, 1880”, en Ayer. Revista de Historia 9 Tulio Halperin Donghi, Proyecto y construcción de una nación (Argentina 1846-1880), Caracas,

Contemporánea, Nº 70, Madrid, 2008. Biblioteca Ayacucho, 1980; Oscar Oszlak, op. cit.
132 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 133
del Estado en el siglo XIX

mismo de las instituciones armadas, pues el Ejército y la Guardia constituyeron fue usado por quienes por diversas razones (no siempre adjudicables a compor-
espacios de sociabilidad donde se construían y reproducían redes políticas.10 tamientos efectivamente “despóticos”) estaban disconformes con el gobierno
En suma, durante buena parte del siglo XIX las fuerzas militares fueron local o nacional de turno y entendían que podían (y debían) actuar en conse-
parte de la vida civil y política argentina y no funcionaron como un estamento cuencia por la vía armada. Según esa visión, correspondía a las milicias y la
diferenciado del resto de la población. Sus jefes, aun en el caso de los oficiales de Guardia Nacional un rol fundamental pues representaban a la ciudadanía en
carrera profesionales del ejército de línea, estaban asociados a otras actividades y armas, rol que no dudaron en asumir en levantamientos y revoluciones. Por su
se reconocían en ellas. La identificación corporativa del “militar”, tan habitual en parte, si bien al ejército de línea le cabía en cambio el papel de brazo armado del
el siglo XX, resultó –por lo tanto– de un desenvolvimiento posterior. gobierno nacional, con frecuencia parte de sus efectivos figuraron entre las fuer-
zas que se levantaban contra el orden imperante.
Ejército Nacional Así ocurrió en muchos de los levantamientos de la década de 1860, donde
las “montoneras” funcionaron como milicias y fueron encabezadas por quienes
Si hasta aquí hemos considerado a la Guardia y el ejército de línea como habían sido (y a veces seguían siendo) comandantes de Guardias Nacionales y
instituciones que tenían sus propias lógicas de organización y funcionamiento, en donde oficiales del ejército de línea podían aparecer en uno y otro lado de la trin-
las páginas que siguen atenderemos a su actuación en los marcos de un único chera, según alineamientos regionales de complicada geografía. Esos enfrenta-
Ejército Nacional. En los años de la llamada “organización nacional”, éste se desem- mientos muchas veces se interpretaron como conflictos entre un Estado central
peñó principalmente en tres frentes: interior, exterior y de frontera, y consumió y fuerzas que se oponían a su creciente poder. La historiografía reciente, sin
parte importante del presupuesto del gobierno nacional. En efecto, los gastos en embargo, analiza estas guerras en términos más complejos, ya que las alianzas
el rubro “Guerra y Marina” superaron el 50% del total en los años de mayor acti- políticas entre dirigentes provinciales, regionales y “nacionales” muestran un
vidad de la década de 1860; bajaron para estacionarse en torno al 40% en la escenario que no puede reducirse apenas a dos términos contrapuestos. En dicho
siguiente; después de un pico del 47% en 1880, volvieron a disminuir a porcen- escenario, el Ejército Nacional estaba atravesado por brechas político-militares:
tajes en torno al 25% en el resto de esa década y aun más en la siguiente.11 no sólo la Guardia no respondía necesariamente al mando central y dependía de
En el primer frente, el interno, las disputas políticas incluyeron el desplie- los alineamientos provinciales y regionales, sino que aun el ejército de línea,
gue de la fuerza como una herramienta recurrente, pues la violencia (en ciertos supuestamente bajo el comando del Presidente, muchas veces se encontraba par-
formatos y con ciertas reglas) ocupaba un lugar aceptado en la vida política del tido por rivalidades entre jefes que a su vez tenían lealtades previas a las que debí-
período. En ese marco, se observa que el derecho del ciudadano a resistir el des- an al Estado nacional.13
potismo fundamentó muchas de las luchas del siglo XIX: según una concepción En el frente externo, el principal conflicto fue, como sabemos, la Guerra
muy difundida en la época, cuando los gobernantes abusaban del poder, el pue- de la Triple Alianza contra el Paraguay. La Argentina movilizó para la ocasión su
blo (los ciudadanos) tenía no sólo el derecho sino la obligación, el deber cívico, ejército de línea, que al comenzar la contienda tenía unos 6.500 hombres, a la vez
de hacer uso de la fuerza para restaurar las libertades perdidas y el orden origina- que convocó a una parte de la Guardia Nacional hasta completar unos 25.000
rio presumiblemente violado. La mayor parte de las revoluciones de esas décadas
se sostuvieron sobre esos principios.12 Así, el cargo de “despotismo” o “tiranía”
13 Existe una abundante bibliografía sobre estos conflictos. Entre los más recientes, que han inspirado
10 Hilda Sabato, Buenos Aires en armas. La revolución de 1880, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008. estas reflexiones, véanse en especial María Celia Bravo, “La política ‘armada’ en el norte argentino. El pro-
11 Oscar Oszlak, op. cit., pp. 112-114. ceso de renovación de la elite política tucumana”, en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.), La vida
12 Esta concepción –que reconocía también sus variantes– estaba en sintonía con algunos de los lenguajes política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces, Buenos Aires, FCE, 2003; Tulio Halperin
políticos que circularon en Hispanoamérica del siglo XIX; se vinculaba con viejas convicciones pactistas y de Donghi, Proyecto y construcción..., op. cit.; Gustavo Paz, “El gobierno de los ‘conspicuos’: familia y poder
cuño iusnaturalista a la vez que se realimentaba en nuevas combinaciones con motivos provenientes de las en Jujuy, 1853-1875”, en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.), op. cit.; y los textos reunidos en Beatriz
matrices liberal y republicana. Y se articulaba con otros conceptos clave como los de representación y opi- Bragoni y Eduardo Míguez (comps.), Un nuevo orden político. Provincias y Estado Nacional, 1852-1880,
nión pública (Elías Palti, El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007). Buenos Aires, Biblos, en prensa.
134 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 135
del Estado en el siglo XIX

hombres en total. Las tropas argentinas tuvieron su compromiso más fuerte en nas venía de larga data. En las décadas que nos ocupan, el gobierno central y los
los primeros años ya que, hacia el final, sólo quedaban unos 4.000 efectivos en de provincia continuaron manteniendo fronteras móviles con dichas naciones, y
ese frente. La guerra fue larga, costosa en hombres y recursos, y muy controverti- relaciones que alternaban la negociación y la confrontación. Dentro del amplio
da desde el principio. Si bien el gobierno de Mitre inicialmente recibió apoyos de espectro de acciones que los gobiernos desplegaban en ese sentido, las militares
diferentes sectores, incluso de quienes en Buenos Aires se presentaron entusiasma- eran recurrentes. Para operar en ese terreno, recurrían tanto a fuerzas del ejército
dos como voluntarios, también encontró resistencias fuertes que, a medida que el de línea como de la Guardia; estas últimas inicialmente correspondían a las pro-
gobierno nacional presionaba por reclutar, se convirtieron en rebelión activa en vincias con frontera en disputa, pero a partir de 1870 se dispuso que todas las
distintos lugares del país. Guardias nacionales de varias provincias se opusieron provincias tendrían que contribuir a ese esfuerzo. Hemos mencionado ya las
por fuerza a la movilización y parte de los efectivos de línea y guardias de otras pro- resistencias y las protestas que hubo en torno a la movilización de milicias en la
vincias fueron asignados a reprimir esas resistencias. Mientras tanto, en el frente frontera y a los abusos a que dio lugar ese sistema, que fue materia de controver-
paraguayo la situación era muy difícil, y si bien a la larga los aliados salieron triun- sia política permanente. Más que detallar esas fricciones me interesa, en cambio,
fantes militarmente, los costos humanos y materiales fueron altísimos. marcar un punto de inflexión en la política fronteriza: la que tuvo lugar con la
Desde el punto de vista militar, sin embargo, los historiadores han coinci- decisión de ocupar militarmente los territorios de la Patagonia y el Chaco.
dido en señalar que la guerra fortaleció al Ejército Nacional como institución y La campaña de ocupación implicó un importante cambio en la política
en consecuencia, contribuyó a consolidar el Estado. Al transformar un conflicto hacia las sociedades indígenas, por parte de un gobierno que buscaba fortalecer
que inicialmente era de índole partidaria en un enfrentamiento entre naciones, la el poder central, controlar efectivamente el territorio que consideraba bajo su
guerra generó nuevas alianzas y lealtades no sólo entre la oficialidad sino aun soberanía y reducir a la obediencia a quienes se opusieran a la potestad estatal. El
entre la tropa. También, al poner a prueba el aparato militar en una contienda de presidente Avellaneda estuvo dispuesto a otorgar al Ejército Nacional la dosis de
envergadura, fortaleció las relaciones de mando y obediencia, redibujó jerarquías, poder necesaria para alcanzar esos objetivos, un ejército más centralizado, moder-
y creó nuevos liderazgos internos. Finalmente, la represión de los rebeldes contri- nizado y disciplinado que el de las décadas anteriores. A su vez, esa guerra colocó
buyó a debilitar en gran medida la capacidad de resistencia de las fuerzas de varias a la institución en un lugar de gran visibilidad, y el éxito obtenido (en relación con
provincias, en especial en las regiones del NOA y del Litoral.14 los objetivos planteados) le dio prestigio no sólo a la fuerza sino también a sus
Desde el punto de vista político, por su parte, si bien Mitre y su partido jefes, en especial a Julio Roca, quien a pesar de su alto perfil profesional, operó
quedaron muy golpeados por las vicisitudes de la guerra y por las críticas que des- también, y muy activamente, en el terreno político y pronto se lanzó a la candi-
pertó su accionar, el alineamiento del gran líder federal Urquiza con el gobierno datura presidencial.
nacional abrió paso a una nueva etapa política. La presidencia de Sarmiento fue, Frente a ese Ejército aparentemente cohesionado luego de la llamada
en ese sentido, un momento clave, no sólo porque su candidatura se desmarcó de “Campaña del Desierto” podría pensarse que los días de la fragmentación militar
los clivajes tradicionales entre liberales y federales, sino porque, además, una vez habían terminado. Sin embargo, como veremos, la modernización no alcanzó
en el poder se ocupó de tomar medidas destinadas a modificar la organización para acabar con los conflictos que involucraban tanto disputas partidarias como
militar vigente en pos de una mayor centralización y del reforzamiento y la jerar- principios políticos. Así, poco después se desató una contienda que mostró hasta
quización del ejército de línea. En consonancia con ello, buscó debilitar la auto- qué punto aquella fragmentación seguía vigente.
nomía con que las autoridades provinciales manejaban la Guardia Nacional y
afirmar su subordinación al poder central. La revolución de 1880
El tercer terreno de acción fue la frontera con las sociedades indígenas. La
existencia de territorios de contacto y de disputa con diferentes naciones indíge- En el año 1880 los argentinos debían elegir presidente de la República.
Luego de varios meses de discusiones y negociaciones en torno a las candidaturas,
dos nombres quedaron en firme: los de Julio A. Roca, ministro de Guerra, y
14 Tulio Halperin Donghi, Proyecto y construcción..., op. cit.; Oscar Oszlak, op. cit. Carlos Tejedor, gobernador de la provincia de Buenos Aires. La disputa que siguió
136 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 137
del Estado en el siglo XIX

involucró no sólo las movilizaciones habituales en tiempos de elección, sino tam- medidas para frenar a Tejedor y la revolución en Buenos Aires, no estuvieron dis-
bién conflictos violentos en varios lugares del país y una última confrontación puestos, en cambio, a suscribir la doctrina del Ejecutivo Nacional que retaceaba la
armada en Buenos Aires. potestad de las provincias y sus gobernadores en relación con las milicias.
A poco de iniciada la carrera electoral, Tejedor anunció que su provincia Todas estas discusiones revelan que hacia 1880 no había consenso respecto
no aceptaría la imposición de una candidatura “gubernativa” y que iniciaría la a la completa centralización del poder militar en manos del gobierno nacional. La
“resistencia”. Convocó, entonces, a la Guardia Nacional a ejercicios doctrinales. controversia se dio sobre todo en relación con el grado de control que las autori-
El gobierno nacional, en la persona de su ministro del Interior, Domingo F. dades de provincia debían tener sobre la Guardia Nacional, pero remitía a una
Sarmiento, respondió de inmediato: las provincias no tenían potestad para movi- cuestión más amplia acerca de cómo concebir el poder del Estado. Finalmente,
lizar la Guardia, que reclutaba ciudadanos pero servía de reserva a las fuerzas esta controversia no se dirimió a través de las palabras, sino de las armas.
regulares y debía responder a éstas. El gobernador, sin embargo, insistió en sus Poco tiempo después de la sanción de esas leyes, los rebeldes porteños
prerrogativas y decidió, además, apelar a la población civil para que se nucleara movilizaron de todas maneras la Guardia Nacional de la provincia y los batallones
en torno de cuerpos de voluntarios, según el viejo modelo de las milicias. voluntarios de milicias. Contaron para ello no sólo con el apoyo creciente de la
El gobierno nacional, en cambio, volvió a reclamar para sí el monopolio población de Buenos Aires sino con la colaboración de varios prestigiosos oficia-
de la fuerza, tomando la iniciativa de elevar un proyecto de ley al Congreso refe- les del ejército de línea. Si bien ellos habían participado de campañas militares
rido a la Guardia Nacional. Allí se establecía que ésta “no podrá ser convocada encabezadas por el propio Roca, en esta ocasión pidieron la baja de la institución
por las autoridades provinciales, ni aún para ejercicios doctrinales, sino por orden para poder liderar las tropas porteñas en su resistencia a la “imposición” de la can-
del P. E. de la Nación” y se ordenaba licenciar inmediatamente todos los batallo- didatura del General apoyada por el gobierno nacional. Éste, por su parte, prepa-
nes provinciales. En el gabinete hubo desacuerdos, pero de todas maneras, el pro- ró su defensa convocando a los regimientos de línea y a la Guardia de varias pro-
yecto pasó al Congreso, con un mensaje presidencial donde se afirmaba que el vincias, los que en junio de 1880 se impusieron a los revolucionarios en sangrien-
régimen federal no admitía otras fuerzas que no fueran las de la Nación. También tos combates a las puertas de la ciudad. A esa derrota militar siguió la derrota polí-
en la Legislatura de Buenos Aires se trató un proyecto en el mismo sentido.15 tica, con consecuencias de largo plazo para la organización de la República. Entre
Se pusieron así en escena diferentes concepciones acerca de la organización las primeras medidas adoptadas por el flamante gobierno del presidente Roca estu-
y el control sobre los recursos militares y del papel que el Estado nacional y las vo la ley promulgada el 20 de octubre de 1880 que prohibió “a las autoridades
provincias debían tener en relación con el uso legítimo de la fuerza. La posición provinciales formar cuerpos militares bajo cualquier denominación que sea”.
del presidente Avellaneda y del candidato Roca se fundaba sobre una concepción
fuertemente centralista en la materia. Los rebeldes porteños, en cambio, se opo- Modelos
nían a la concentración del poder de fuego en el ejército profesional y abogaban
por una distribución de ese poder entre éste y las milicias, institución que repre- Así terminaba una larga historia de ambigüedades y controversias en torno
sentaba a la vez a las autonomías provinciales y a la ciudadanía en armas. Esta a la organización militar y al control del uso legítimo de la fuerza. Aunque des-
postura no sólo era sostenida por Tejedor y sus amigos políticos, sino también pués de ese año de 1880 hubo otras revoluciones y la Guardia Nacional, en varios
por muchos de sus adversarios que, como Leandro Alem, si bien se opusieron a casos, volvió a actuar con autonomía del centro, el criterio dominante a partir de
la rebelión encabezada por el gobernador, no coincidían con los centralizadores entonces privilegió la concentración efectiva del poder militar. Durante décadas,
en que la convocatoria a la Guardia fuera prerrogativa del gobierno nacional. ese modelo había competido en desventaja con uno diferente, que pretendía un
Finalmente, los proyectos centralistas no fueron aprobados ni en la Legislatura sistema menos vertical y más fragmentado, en el que ese poder fuera compartido
de la provincia ni en el Congreso. Y si en ambos casos sus miembros introdujeron entre el gobierno nacional y los provinciales. El primero implicaba el fortalecimiento

15 Hilda Sabato, “Milicias, ciudadanía y revolución...”, op. cit.; Buenos Aires en armas..., op. cit
138 CAPÍTULO II ¿Quién controla el poder militar? Disputas en torno a la formación H ILDA S ABATO 139
del Estado en el siglo XIX

del ejército de línea, formado por soldados profesionales, mientras que el segundo B IBLIOGRAFÍA
insistía en la necesidad de preservar la institución de la milicia basada en el principio
de la ciudadanía armada. Si bien resulta sin duda excesivo ver en las propuestas BRAGONI, Beatriz y Eduardo Míguez (comps.), Un nuevo orden político. Provincias
que se enfrentaron en el año 1880 la expresión de dos modelos alternativos de y Estado Nacional, 1852-1880, Buenos Aires, Biblos, en prensa.
Estado y de república, lo cierto es que pusieron de manifiesto que había maneras BRAVO, María Celia, “La política ‘armada’ en el norte argentino. El proceso de
diferentes de pensar la defensa, el uso de la fuerza y la concentración del poder renovación de la elite política tucumana”, en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.),
de coerción.16 También, el lugar de los ciudadanos en la vida política. El desenlace La vida política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces, Buenos Aires,
del año 1880 resultó en el predominio de una sobre otra. No se trató, sin embargo, FCE, 2003.
del resultado lineal de un proceso progresivo de formación del Estado, sino del CANSANELLO, Carlos, De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las libertades en los
triunfo de un tipo de Estado y de un estilo de república por sobre otros posibles, orígenes republicanos. Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Imago Mundi, 2003.
que estuvieron en juego durante varias décadas. COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO, Reseña histórica y orgánica del Ejército
Esa afirmación estatal encontró todavía impugnaciones en las décadas Argentino, Buenos Aires, Círculo Militar, 1971.
finales del siglo, que si no pudieron poner en jaque la preponderancia ya establecida DE LA FUENTE, Ariel, Children of Facundo. Caudillo and Gaucho Insurgency During
del gobierno central en materia militar, generaron enfrentamientos y perturba- the Argentine State-Formation Process, Durham, Duke University Press, 2000.(*)
ciones no siempre fáciles de controlar. La solución definitiva ocurrió poco después, DEUDNEY, Daniel H., “The Philadelphian System: Sovereignty, Arms Control,
a partir de la modificación radical del sistema en su conjunto. La instauración del and Balance of Power in the American States-Union, circa 1787-1861”, en Interna-
servicio militar obligatorio y la constitución de un ejército con mandos profesionales tional Organization, año 49, Nº 2, primavera de 1995.
y tropa de reclutas fueron las bases de un nuevo modelo de defensa que regiría DI MEGLIO, Gabriel, “Milicia y política en la ciudad de Buenos Aires durante
en la Argentina durante casi todo el siglo XX. la Guerra de Independencia, 1810-1820”, en Manuel Chust y Juan Marchena
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16 Sobre este punto resulta sugerente el análisis sobre el caso norteamericano realizado en te militar en el proceso de construcción de la ciudadanía. Tucumán, 1840-1860”,
Daniel H. Deudney, “The Philadelphian System: Sovereignty, Arms Control, and Balance of en Manuel Chust y Juan Marchena (eds.), Las armas de la nación. Independencia
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política. Argentina, 1880”, en Ayer. Revista de Historia Contemporánea, Nº 70, Constitución jurada en 1853, y reformada en 1860, si bien constituyó un hito
Madrid, 2008. decisivo en el proceso de unificación política, no resultó suficiente para asentar
_____________, Buenos Aires en armas. La revolución de 1880, Buenos Aires, un orden político estable entre las provincias argentinas. Éste habría de sobreve-
Siglo XXI, 2008. nir treinta años después cuando el sistema de alianzas y rivalidades que habían
_____________________________ dominado el escenario posterior a Caseros, cediera su paso a la emergencia de un
(*) Existe edición en castellano. sistema político nacional liderado por una nueva clase política que, imbuida de
los preceptos liberales, hizo primar la autoridad de la nación por sobre cualquier
poder rival o competencia.1
Las milicias y el Ejército se convirtieron en actores cruciales aunque no
exclusivos de ese proceso. No sólo porque el factor represivo resulta un ingrediente
insustituible de todo poder estatal moderno sino porque la Revolución de la
Independencia hizo de ellas los vehículos de integración y participación política
popular que trastornaron por completo los canales de transmisión de autoridad
y poder prevalecientes en el antiguo régimen colonial, convirtiéndose en un dile-
ma crucial del orden posrevolucionario. Aun más, aquella sociabilidad guerrera
disparada con la Revolución representó una experiencia colectiva que incluyó a
conglomerados de individuos y grupos sociales nunca antes conocida en el espa-
cio rioplatense, y sujeta a una movilidad territorial por incentivos políticos sin

1 Tulio Halperin Donghi, Proyecto y construcción de una nación: Argentina, 1846 1880, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1984. Natalio Botana, El Orden Conservador, la política argentina entre
1880 y 1916, Buenos Aires, Sudamericana, 1979; y La tradición republicana, Buenos Aires,
Sudamericana, 1984.
142 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 143
la Argentina del siglo XIX

precedentes con capacidad de generar identidades nacionales no necesariamente pone en evidencia el resultado de un proceso de ida y vuelta a través del cual las
idénticas a las que habrían de prevalecer después de 1830. elites locales debieron traccionar la obediencia de la periferia a su favor, al tiempo
Ahora bien, si caben pocas dudas sobre la centralidad de aquel formidable que se vieron obligadas a resignar las posiciones adquiridas, o bien integrarse a un
proceso de militarización y politización popular, no resulta menos relevante nuevo actor colectivo –la elite política nacional– la cual pasaría a ocupar un papel
advertir su impacto en la erección de la pirámide caudillesca que sucedió a la pul- primordial en el también nuevo estado de cosas. En tal sentido, el proceso de cen-
verización de las Provincias Unidas en 1820 al hacer descansar sobre esos contin- tralización política que redefinió las relaciones entre nación y provincias en el ciclo
gentes inestables de milicias cívicas movilizadas, el nervio transmisor de la acción político que se clausura en 1880, difícilmente pudo eludir sino que tuvo que dis-
política colectiva que superó en mucho las bases sociales del rosismo alcanzando poner de prácticas e instituciones políticas creadas primero en la dimensión local
la casi completa geografía de la Argentina criolla. Menos aun ha de sorprender de poder, y que su efectiva transferencia propició la conducción de cadenas de
que la emergencia de esos liderazgos no resultaba del todo independiente así autoridad de la periferia al centro político.2
como tampoco los marcos institucionales o normativos que organizaban los pre- En ambas instancias las milicias y el Ejército habrían de operar decidida-
carios y/o desiguales poderes provinciales convertidos en flamantes soberanías mente al arbitrar dispositivos claves en función de un mandato constitucional
independientes, ni tampoco el complejo sistema de alianzas y hostilidades inter- que para hacerse efectivo debía modificar radicalmente el protagonismo que
provinciales que estructuraron, aun en la inestabilidad, la institucionalización del había adquirido en décadas anteriores, y aceptar en última instancia la subordi-
poder nacional en el siglo XIX. nación al Estado nacional y al poder civil. No obstante, y como ha señalado
En las últimas décadas la historiografía ha mejorado la comprensión del Hilda Sabato, el problema conduce a un terreno escurridizo en cuanto en la
violento y creativo proceso de construcción estatal edificado entre 1852 y 1880: Argentina que siguió a Caseros casi ningún dirigente político o aspirante a serlo,
de Jujuy a Corrientes, de La Rioja a Mendoza, de Tucumán a Santa Fe, de Entre podía eludir echar mano a la movilización miliciana o cívica en cuanto constitu-
Ríos a Buenos Aires emanan evidencias firmes de las formas asumidas por ese radi- ía un resorte clave de intervención pública por representar un canal de transmi-
cal proceso de transformación, de integración política y territorial que hizo del sión del régimen representativo que aparecía estructurado por un concepto de
archipiélago de provincias un edificio republicano capaz de subsumir las tradicio- ciudadano armado que unía el ejercicio electoral con la defensa de la patria.3
nes políticas que hasta entonces habían sido pensadas de convivencia imposible. Estas breves advertencias resultan necesarias a la hora de abordar rasgos
En ese resultado, las elites provinciales cumplieron un papel protagónico: no sólo característicos del papel de las Fuerzas Armadas en la formación del Estado argen-
en lo que atañe a la edificación de los poderes públicos en el variado mosaico de tino, y del sistema político nacional que contribuyó a ese resultado. Generalmente,
poder de la Argentina independiente, sino en relación a la compleja trama de rela- la preeminencia del protagonismo militar en la cultura política argentina ha sido
ciones de negociación y conflicto que contribuyeron a conducir cadenas de obe- interpretada como herencia intacta del patrimonialismo del antiguo régimen colo-
diencia al interior de cada fragmento del espacio político argentino, para hacer de nial, o por la pervivencia de la militarización de una sociedad civil nacida a la vida
ellas un resorte decisivo de la conquista de obediencia al Estado nacional en detri- política con las revoluciones de independencia y las guerras civiles.4 En su lugar,
mento de sus rivales. En cualquiera de los casos, las evidencias reunidas sobre dife-
rentes experiencias políticas provinciales han puesto algunos reparos a las vertien-
tes historiográficas que hacían del poder central un actor externo a las situaciones
provinciales, o que en última instancia, y tal como lo advirtió Natalio Botana, ter- 3 Hilda Sabato, “El ciudadano en armas: violencia política en Buenos Aires (1852-1890)”, en
minaban asociándolo de manera directa con el predominio de la provincia de Entrepasados. Revista de Historia, año XII, Nº 23, 2002, pp. 149-169; y su reciente Buenos Aires en
Buenos Aires. Mirado en detalle, ese denso proceso de estructuración política armas. La revolución porteña de 1880, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008. Véase también, Flavia Macías,
“De civicos a guardias nacionales. Un análisis del componente militar en la construcción de ciudada-
nía. Tucumán, 1840-1860”, en M. Chust y J. Marchena (eds.), Las armas de la nación. Independencia
y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), Iberoamericana-Vervuert, 2007, pp. 263-290.
2 Beatriz Bragoni, Los hijos de la revolución. Familia, poder y negocios en Mendoza en el siglo XIX, 4 Véase a modo de ejemplo, Carlos Floria y César García Belsunce, Historia de los argentinos,
Buenos Aires, Taurus, 1999. Buenos Aires, Kapelusz, 1975.
144 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 145
la Argentina del siglo XIX

en la Argentina posterior a Pavón (1861) el poder de las armas aparece estrecha- Constitución reformada en 1860 daba el marco legal para solventar las bases de la
mente unido a la construcción del Estado liberal en el cual gravitan con igual nueva institucionalización, el nuevo poder contaba con instrumentos para conquis-
vigor el afianzamiento del orden político interno, la poderosa transformación tarla: al ejercicio de la coacción física debía sumarse una activa intervención políti-
política y militar disparada con la guerra internacional (1865-1870) y el giro de ca en las provincias rebeldes para crear gobiernos locales afines a su dominio. Una
la estrategia ofensiva contra las parcialidades indias de la frontera entre 1879 y mirada de mediano plazo permitió corregir la expectativa abierta con Pavón. Los
1882. Ese triple frente de guerra que se sucede casi de manera simultánea en la levantamientos federales del oeste andino y la guerra internacional en la que el país
casi completa geografía del país, fue el que exigió una formidable movilización de se vio envuelto a partir de 1865 desplegaron una serie de tensiones políticas y terri-
hombres y de recursos. Oscar Oszlack precisó los costos de semejante empresa toriales que no sólo puso fin al programa unitario y liberal originario sino que además
política concluyendo que los gastos nacionales destinados al Ministerio de Guerra trazó un nuevo mapa para los herederos de la tradición federal.
y Marina oscilaron entre el 55% y el 65% del presupuesto oficial entre 1863 y Así, mientras el conflicto internacional despertaba el fervor patriótico entre
1868.5 Dicha evidencia si resuelve eficazmente el peso de la inversión estatal en los grupos dirigentes de Buenos Aires y ganaba la adhesión de los gobiernos aliados
la esfera militar, no explica las modalidades que ésta adquirió en la conquista del de Santa Fe y de la Entre Ríos gobernada todavía por Urquiza, en las provincias del
orden político y en la formación del Estado nacional. En las páginas que siguen el centro oeste argentino la situación habría de diferir exhibiendo un pulular de insu-
lector ha de enfrentarse a un desarrollo analítico que distingue algunas experiencias rrecciones armadas que enarbolaron el cintillo punzó en rechazo al gobierno nacional.
en procura de responder tres interrogantes centrales: ¿Qué papel cumplieron las Para ese entonces, la rebeldía se había desparramado de Catamarca a La Rioja,
Fuerzas Armadas en esa construcción política? ¿Qué transformaciones habrían de avanzó desde Cuyo a la Córdoba rural, y alcanzó el Litoral a través de una verda-
experimentar las milicias y el Ejército ante la consolidación del orden liberal? dera proliferación de “revoluciones” armadas, y desafíos a la autoridad de diferente
¿Qué mecanismos sirvieron a la subordinación del poder de las armas a la égida calibre (como el memorable “desbande de Basualdo” que simboliza la fractura del
del Estado nación? liderazgo de Urquiza), poniendo en jaque al gobierno nacional, y contribuyendo a
resquebrajar los liderazgos políticos que habían prevalecido hasta entonces. Frente
Coacción y política en el interior argentino a la expansión territorial del movimiento, y la aspiración de los rebeldes de “llegar
si es preciso a las puertas de Buenos Aires”,6 el gobierno nacional envió una divi-
Como bien se sabe, el éxito de Bartolomé Mitre, y el repliegue del enton- sión del ejército de línea del frente paraguayo para reprimir la marea revoluciona-
ces líder del federalismo Justo José de Urquiza a su bastión entrerriano, fueron ria. Esa intervención militar que fue también política, no sólo estaría destinada a
decisivos para retomar la ruta trazada a partir de Caseros en pos de asentar un preservar o “conquistar” la obediencia de esa dilatada geografía a la esfera de la auto-
principio de autoridad estable entre las provincias argentinas. A pesar de las polé- ridad nacional; también habría de gravitar en las tradiciones políticas argentinas eri-
micas que aún repercuten en la historiografía, la victoria de las fuerzas porteñas giendo un nuevo estilo político y un nuevo liderazgo dispuesto a catapultar cualquier
optimizó las posibilidades de Mitre de unificar el país bajo el liderazgo de la pro- desafío a la autoridad nacional. Por consiguiente, la Argentina política que emerge-
vincia hegemónica. No sólo Mitre confiaba en la inminencia de un resultado que rá de ese atribulado proceso habría de ser muy distinta a la imaginada por los ven-
devolvía a Buenos Aires un lugar de privilegio en la confección de la autoridad cedores de Pavón. En ese lapso, el sistema de poder argentino habría de rehacerse
nacional. Para entonces eran muy pocos los que podían poner reparos al entusias- en beneficio de la edificación de un centro de poder autónomo sobre la base de un
mo depositado en la adopción de los principios republicanos como remedio proceso de negociaciones y conflictos del que tampoco saldría invicta la poderosa
seguro para abandonar la barbarie y transitar la senda de la civilización. Crear el provincia de Buenos Aires.
nuevo orden era el programa inminente y esa situación debía traducirse en una
efectiva integración política que requería subordinar poderes en competencia. Si la 6 La expresión pertenece al coronel Manuel Olascoaga, jefe del Estado Mayor Revolucionario de
la revolución de los colorados (1867). Véase de mi autoría, “Cuyo después de Pavón: consenso, rebe-
5 Oscar Oszlack, La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organización nacional, lión y orden político (Mendoza, 1861-1874)”, en Beatriz Bragoni y Eduardo Míguez (eds.), La for-
Buenos Aires, Planeta, 1997. mación del sistema político nacional argentino, 1852-1880, Buenos Aires, Biblos, en prensa.
146 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 147
la Argentina del siglo XIX

Al interior de esa combinación estratégica entre coacción y política, y nes locales para sofocar los bastiones rebeldes; la inestabilidad política mostraba
entre provincia y nación, habrían de gravitar decididamente la participación de a todas luces los límites concretos de la autoridad nacional en el interior rural
las Guardias Nacionales al tratarse de actores políticos susceptibles de ser movili- argentino como resultado del fracaso relativo de la “política de pacificación” diri-
zados a favor del orden legal, o en su defecto para dar curso a la rebeldía. Si foca- gida por Mitre desde 1861. Esa convicción o diagnóstico condujo al ministro
lizamos por un instante la experiencia política resultante en las provincias cuya- Rawson a diseñar la estrategia represiva que previó la movilización de fuerzas
nas, y más precisamente en Mendoza, es posible apreciar el variado repertorio de nacionales, y la cooperación de los gobiernos aliados de Tucumán, Santiago del
estrategias políticas y militares instrumentadas con el fin de afianzar el nuevo Estero y Catamarca. Mientras éstos debían asediar el influjo de Felipe Varela en
orden político. las provincias del norte, el coronel José María Arredondo habría de derrotar al
El 9 de noviembre de 1866 un grupo de federales que habían sido exclui- puntano Juan Saá en San Ignacio (1º de abril 1867) con una tropa integrada por
dos del gobierno de notables depuso a las autoridades legales de Mendoza, y se 3.800 hombres entre soldados de línea y milicias o guardias nacionales.
hizo del poder provincial. La leva ordenada por el gobierno nacional para engro- Pero esa conquista militar no garantizaba en sí misma ni el avance sobre
sar las filas del frente paraguayo fue el detonante del movimiento que ganó adhe- Cuyo ni menos aun el control efectivo en las provincias con capacidad de hacer
sión en la ciudad, y se extendió de inmediato en la campaña desnudando un arse- estable la obediencia al poder de la nación. En una conocida carta dirigida por el
nal de prácticas y estilos políticos inaugurados desde la Revolución. Como solía ministro Rawson al presidente Mitre, habría de manifestarle que la represión
ocurrir en la mayoría de los casos, a la destitución del gobierno y al control de la debería recaer especialmente en el ejército de línea, y para ello debían robustecer-
Sala de Representantes, le siguió la sustitución de los subdelegados de los depar- se las fuerzas del general Wenceslao Paunero con guardias nacionales de Santa Fe
tamentos de campaña por hombres adictos al nuevo estado de cosas en cuanto facilitadas por el gobernador Nicasio Oroño ante la dificultad de avanzar desde
esas magistraturas se convertían en un canal decisivo de transmisión entre el cen- el río Cuarto en función de la inestabilidad existente en Córdoba para reclutar
tro y la periferia al centralizar o reunir funciones relevantes de control personal y guardias nacionales y de los magros recursos enviados por el gobierno nacional.8
territorial. De ellos dependía la confección de las papeletas de reclutamiento, el Aunque el éxito de Arredondo despejó el avance de Paunero sobre Cuyo, el res-
registro electoral, la clasificación fiscal y otras funciones de justicia. Aunque las tablecimiento del orden político no estuvo exento de dificultades. Entre el arse-
autoridades destituidas de Mendoza buscaron el apoyo del jefe del ejército de nal de instrucciones que debía ensayar, el comisionado nacional estaba habilita-
línea acantonado en el sur, el éxito de los rebeldes se tradujo en una poderosa do a movilizar los guardias nacionales de las provincias pudiendo “usar de ella
movilización miliciana que les permitió avanzar a San Juan e instalar también un en la forma y el número que considere necesario”.9 En plena marcha Paunero
gobierno rebelde después de saldar la deuda con algunos oficiales del Ejército que había tomado medidas con resultados poco satisfactorios. El decreto a través del
prestaron su adhesión a las jefaturas insurrectas. Poco después, la vecina provin- cual el gobierno nacional había declarado traidores y desertores a todos aquellos
cia de San Luis se hacía eco de la marea insurgente dirigida por “los colorados” a que no se presentaran ante la autoridad no había tenido el efecto esperado en el
través de la destitución del gobierno legal con lo cual se ponía nuevamente de trayecto seguido entre Córdoba y San Luis. Frente a esa evidente resistencia
manifiesto el precario capital coactivo de los gobiernos provinciales. De tal forma, –cuyas motivaciones residían en liderazgos rurales ligados al “Chacho” Peñaloza
y en conexión con los levantamientos de Felipe Varela, los colorados cuyanos acce- muerto en 1863– la apuesta del general uruguayo fue mayor al conceder el
dían al control de los gobiernos provinciales a la espera de una hipotética respuesta indulto a todo aquel guardia nacional que abandonara el estado de rebeldía a
de Urquiza que estuvo lejos de ser favorable.7 favor de la autoridad legal.10
La expansión territorial del movimiento no podía pasar desapercibida por
el gobierno nacional en cuanto ponía en evidencia no sólo las magras condicio-
8 Correspondencia de Rawson al presidente Mitre, 18 de febrero de 1867.
7 Correspondencia de los “Jefes de la Revolución en la Provincia de Cuyo”, Carlos Rodríguez y 9 Decreto del 21 de noviembre de 1866 (arts. 1 y 3), Luis H. Sommariva, Historia de las interven-
Felipe Saá a Urquiza, febrero de 1867, en Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, Felipe ciones federales en las provincias, Buenos Aires, El Ateneo, 1929.
Varela contra el imperio británico, Buenos Aires, Sudestada, 1966, p. 334. 10 Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, Mendoza, Imprenta del Constitucional, 1866, p. 15.
148 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 149
la Argentina del siglo XIX

Con todo, el avance de las tropas nacionales a Mendoza se tradujo en la Por lo que podido leer en los diarios que se publican en la República, por
restitución de autoridades preexistentes a la rebelión y en una serie de medidas lo que he oído en Buenos Aires, antes de regresar a mi provincia y por los
intermedias orientadas a restaurar la lealtad del poder local a la autoridad de la trabajos que creo han hecho y siguen haciendo procónsules de que han
Nación (más allá de Mitre). No resulta extraño que la sustitución de subdelegados venido al interior en persecución de las montoneras, se ve que los candi-
y el nombramiento de jefes adictos en los cuerpos armados de ciudad y campa- datos que reúnen más opinión hasta el momento son Sarmiento y Alsina.
ña encabezaran la agenda del comisionado nacional junto con otras medidas de
vital importancia: en particular, restableció la ingerencia del poder central en Para agregar de inmediato:
materia de impuestos y sustrajo al poder local la jurisdicción judicial para los deli-
tos de sedición o rebelión.11 Por consiguiente, el restablecimiento del orden polí- Es indudable que por el primero hay trabajos mucho más avanzados y bien
tico mendocino había requerido de acciones coordinadas y complementarias preparados que por el segundo. Los hombres de sable que han pasado por
entre poder local y poder central. las Provincias de Cuyo, Córdoba y La Rioja se han preocupado más de la
Esa dinámica de poder parece ilustrar, además, que la intervención militar y cuestión electoral que de la extinción de los filibusteros que han estado a punto
el arbitraje estratégico entre coacción y política descansaba en un complejo tejido de disolver la nación. Arredondo, Paunero, Miguel Martínez y otros han
de instituciones y líderes territoriales con capital político suficiente como para incli- hecho gobernadores que trabajen y sostengan la candidatura de Sarmiento. La
nar la balanza a favor de la obediencia o para dar curso a la rebeldía. De ese delicado influencia de estos procónsules es innegable y si se retiran dejarán las cosas
equilibrio de fuerzas dependía incluso la todavía inestable autoridad de la Nación preparadas de manera que los gobernadores no cambien a menos que ven-
en los bastiones del interior, y esa razón permite apreciar el carácter parcial de la gan nuevas influencias y nuevos procónsules. La elección de Sarmiento en la
“fuerza militar”, en sentido estricto, en beneficio de márgenes de negociación al Provincia de Cuyo, en La Rioja y Córdoba, la veo más que probable, segu-
interior del funcionamiento del sistema de alianzas políticas y personales de las que ra. La voluntad de los gobiernos es el todo.
no escapaban ni las elites locales, ni los personeros del poder central como tampoco
los líderes políticos que aspiraban a encabezar la pirámide política del país. A partir de 1870 un nuevo consenso erigido entre los notables habría de
Los comicios nacionales de 1868 permiten apreciar el peso relativo de esas sepultar esa forma de hacer política. Para ese entonces, el tucumano Nicolás
mediaciones personales en los procesos de inclusión/exclusión al cuerpo político. Avellaneda capitalizó esa relación de fuerzas en el interior y en porciones de la
En ellos habrían de gravitar –entre otros actores igualmente relevantes– el liderazgo opinión de Buenos Aires, convirtiéndose en el candidato con mejores chances
de los jefes y oficiales del ejército de línea arribados al interior para ejecutar la paci- para suceder al sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento en la más alta magis-
ficación mitrista –conocidos como “procónsules”–, al operar en el sostenimiento tratura del país. Como antes, los trabajos electorales volvieron a mostrar la inge-
de los “gobiernos electores” con el fin de suministrar la mayoría en el colegio elec- rencia de los hombres armados en la producción del sufragio, y los resultados
toral y garantizar la sucesión presidencial. Ese desempeño político recostado de electorales que dieron el triunfo a Avellaneda pusieron en evidencia la emergencia
igual modo en el poder de las armas y la movilización electoral resultó eficaz en de una arquitectura política casi sin fisuras entre las provincias argentinas. Ese
los trabajos electorales que ubicaron a Sarmiento como presidente. El patriarca nuevo tipo de cohesión política –reunido en el denominado Partido Nacional–
de la política mendocina, Francisco Civit, lo describió del siguiente modo en habría de ser impugnada por quienes abrigaban todavía la aspiración de resolver
carta a Pedro Agote (1867): por la vía armada, la conducción del país. Esas controversias se hicieron visibles
en Mendoza al convertirse en escenario de una lucha política que mostraba la dis-
puta al interior de los grupos locales por ocupar posiciones relevantes en las
estructuras del poder local, y de la mutua capacidad de movilización de recursos
11 Eduardo Zimmerman, “En tiempos de rebelión. La justicia federal frente a los levantamientos y hombres para la acción política que habría de exigir la intervención de arbitrajes
provinciales, 1860-1880”, en Beatriz Bragoni y Eduardo Míguez (eds.), La formación del sistema polí- externos para afianzar de manera definitiva el orden interno.
tico nacional argentino, 1852-1880, op. cit.
150 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 151
la Argentina del siglo XIX

En rigor, las tensiones se retrotraían al año anterior cuando las elecciones Entre tanto el clima político provincial había acumulado nuevas tensiones
de gobernador habían mostrado por primera vez la competencia electoral entre dos entre los desplazados de la red de poder local y el círculo gubernamental provin-
grupos políticos que hasta el momento habían formado parte del “gobierno de los cial que había negociado con relativo éxito su integración al conglomerado de
notables” en medio de un violento clima de hostilidades y de una intensa movi- políticos provinciales que postulaba a Avellaneda como candidato a ocupar la
lización política en la ciudad y la campaña que incluyó debates en la prensa, mítines, presidencia del país. En febrero de 1874 las elecciones de diputados nacionales
bailes e invitaciones personales.12 Pero la disputa estaba lejos de quedar circuns- dieron el triunfo al oficialismo convirtiéndose en anticipo de los comicios cele-
cripta a un asunto doméstico en la medida que los comicios nacionales introducían brados en mayo con motivo de la elección presidencial, y de la posterior impug-
un vector adicional que sumó tensiones a las ya existentes. Mientras los reunidos nación del mitrismo sobre los resultados electorales que disparó la revolución
alrededor del candidato oficial, Francisco Civit, terminaron inclinando su adhesión armada de la cual participarían jefes y oficiales a cargo de batallones y regimien-
al Partido Nacional que apoyaba la candidatura de Avellaneda, los incluidos en tos de guardias nacionales. Si la provincia de Buenos Aires se convirtió en bastión
la red política liderada por el ex gobernador Carlos González Pintos, reafirmaron primordial de la revolución alentada por el general Mitre y el elenco de jefes mili-
y mantuvieron su opción por Mitre. El tono violento que asumió la movilización tares plegados al movimiento, la existencia en Mendoza de esa base territorial y
electoral tuvo su corolario pocos días después cuando al conocer los resultados política opositora al círculo avellanedista resultó propicia para que el general José
adversos del candidato opositor, el coronel de la Nación acantonado en San M. Arredondo abandonara la obediencia que había caracterizado su desempeño
Rafael, Ignacio Segovia, se rebeló contra las autoridades provinciales dirigiéndose al servicio de la autoridad nacional, para plegarse al movimiento dirigido por
a la ciudad donde un piquete de caballería liderado por gonzalistas también había Mitre y expandirlo por fuera de Buenos Aires. De tal modo, desplazó sus fuerzas
impugnado el resultado electoral. La respuesta del presidente Sarmiento fue desde Río Cuarto a San Luis consiguiendo la adhesión del gobierno que le des-
inmediata y contundente: declaró el estado de sitio en la provincia y ordenó el pejó el avance sobre territorio mendocino y vencer la resistencia ofrecida por las
avance de Teófilo Iwanovsky a Mendoza para terminar con los insurrectos. fuerzas leales al gobierno encabezado por Civit.
Aunque la intervención nacional fue decisiva, el control político del territorio Las crónicas de la época ilustran las características de la movilización que
requirió de ajustes normativos e institucionales de notable impacto: en 1872 la cruzó el espacio provincial y cuyano: mientras Arredondo aumentó su fuerza en
Ley de Municipalidades había prescripto la elección directa de los municipales en San Luis con 2.500 guardias nacionales, el coronel Catalán condujo 2.000 guar-
los departamentos de más de 5.000 habitantes modificando la antigua práctica polí- dias nacionales de Mendoza con extrema dificultad frente a la persistente deser-
tica que otorgaba al gobernador la facultad de nombrar a los subdelegados de cam- ción de sus tropas que contribuyeron a la victoria del militar insurrecto. El éxito
paña. Esa modificación –de indiscutida inspiración alberdiana– había introducido en Santa Rosa (29 de octubre) le abrió paso a la ciudad y a la formación de un
novedades territoriales de la cuales no casualmente el gobernador Francisco Civit se gobierno provisional que incluyó a personajes vinculados con el gonzalismo que
haría cargo al proponer una nueva reforma municipal de carácter “transaccional”, habían hecho suya la proclama dirigida por Mitre que denunciaba la injerencia
a través de la cual el Ejecutivo recuperaba la atribución de nombrar los subdele- de los “gobiernos electores”, y preservaba las libertades públicas. Pero el éxito de
gados postergando el precepto constitucional que establecía la elección directa Arredondo duró poco: el 7 de diciembre, en el mismo escenario que le permitió
para el gobierno municipal.13 Esa medida que reforzaba la centralización del poder conquistar la provincia cuyana, fue derrotado por su antiguo subalterno del
fue acompañada de regulaciones políticas medulares para controlar la población Regimiento 6 de Línea que mantenía lealtad a la autoridad nacional. Para entonces
que incluyó el restablecimiento de la “papeleta de conchabo” para el servicio el coronel Julio A. Roca, al mando de jefes y oficiales del ejército de línea y una
doméstico en la ciudad. tropa conformada en su mayoría por guardias nacionales de Córdoba y Santa Fe,
había rechazado los términos del acuerdo propuesto por su superior siguiendo las
órdenes de Avellaneda quien había manifestado: “no aceptaré jamás de Arredondo
12 Beatriz Bragoni, Los hijos de la revolución..., op. cit. un pacto político en que hable de provincias, de Gobernadores”.
13 Dardo Pérez Guilhou, “Instalación del régimen municipal en Mendoza”, en Revista de Humanidades, Las evidencias expuestas parecen indicar entonces algunas especificidades
tomo XXXVI, Universidad Nacional de La Plata, 1961, pp. 73-87. de la relación entre milicias y Ejército en la edificación del sistema político nacional
152 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 153
la Argentina del siglo XIX

que contribuyó a la formación del Estado nacional. Si efectivamente el enrola- frente que desde los albores de la Independencia, habían intervenido en la vida
miento y la práctica miliciana aparecían unidos al concepto de ciudadanía armada histórica argentina del siglo XIX resultan demasiado ricos y complejos como para
como instituto favorable a la inclusión en el cuerpo político, la integración even- ser abordados en estas páginas.16 Esa situación no representa un obstáculo para
tual de las Guardias Nacionales al ejército de línea condicionaba su accionar revisar algunos nudos problemáticos en relación al tema que tratamos.
como vehículo estable a favor de la coacción y la obediencia al poder la nación. Vale recordar que los planes operativos dirigidos por Roca en su avance
En otras palabras, la doble jurisdicción de las milicias y/o guardias nacionales en sobre la frontera –convertido en ministro después de la muerte de Alsina, y del
la Argentina previa a 1880 hacía de estos hombres y cuerpos armados actores vul- fracaso de la política de frontera por él auspiciada–, implicaron la movilización
nerables (y relativamente autónomos) del accionar de jefaturas militares leales o de fuerzas militares que incluían el ejército de línea y los contingentes de guardias
contrarias a las autoridades provinciales o nacionales. Esa especificidad estuvo en nacionales provinciales, y de una maquinaria o logística lo suficientemente acei-
boca de Aristóbulo del Valle al momento de argumentar a favor de la supresión tada de aprovisionamiento en armas, víveres y vituallas para asegurar el éxito de
de las milicias provinciales en 1880 al entender que el poder nacional no debía la “solución final”. Una dilatada genealogía literaria que incluye memorias de ofi-
ser impotente “frente a la fuerza acumulada por los Estados”.14 Esa opinión dife- ciales, registros periodísticos y documentación oficial permite apreciar el impacto
ría sustancialmente de concepciones previas que habían sostenido “el derecho de relativo de la inversión material realizada para sostener el agresivo movimiento de
pueblo armado” y de la organización y movilización de la Guardia Nacional un tropas, al tiempo que infligía mayor vigor a la profesionalización de las “fuerzas
“baluarte de las libertades argentinas”.15 armadas” y abría canales de ascenso político y militar entre sus conductores. Sin
embargo, el avance y la ocupación efectiva de la autoridad nacional dependió de
La “cuestión de los indios” y el giro en la profesionalización de las la reactualización de prácticas ya instituidas en el mundo de la frontera. Como
Fuerzas Armadas ya se había ensayado en épocas precedentes a lo largo de la línea de los miserables
fortines que emblematizaban el poder hispanocriollo,17 la estrategia militar no
Las milicias provinciales y el ejército de línea también dirimen el proceso resultó independiente de la intermediación ejercida por grupos y liderazgos étnicos
de conquista territorial y cohesión política en los territorios patagónicos y del a través de un complejo e inestable engranaje de circuitos mercantiles, sociales y
Chaco ganados en la lucha contra las parcialidades indias a partir de 1878. En los políticos. Desde luego, esa suerte de subordinación negociada de la nueva auto-
últimos años numerosas investigaciones han puesto en entredicho importantes ridad, representaba la contracara del amplio espectro de resistencias guerreras
imágenes legadas de las campañas militares que conquistaron el “desierto” para ofrecidas por quienes aspiraban a preservar las posiciones previas al nuevo esquema
hacer efectivo el control del Estado en el territorio, y garantizar la incorporación de poder, ni tampoco omitir el hecho de que la administración de los territorios
de vastas extensiones de tierras con el fin de acelerar el crecimiento económico. nacionales descansó en el personal político y/o administrativo en abrumadora
Si bien la complejidad de las relaciones preexistentes a aquella “solución final” no mayoría ajeno a los pueblos originarios. Tampoco las políticas de colonización
había sido un tema ausente de la agenda historiográfica, las evidencias obtenidas emprendidas los tendrían como beneficiarios.
han permitido complejizar las formas asumidas por esa violenta política de exter- De cualquier modo, la “conquista” del territorio exigió del personal militar
minio, del arsenal de estrategias y móviles puestas en marcha y de las iniciativas y avanzó más allá del ejercicio guerrero en sentido estricto al convertirse en pro-
oficiales destinadas a la colonización después de dar solución definitiva a la “cues- tagonistas de las “exploraciones” destinadas al reconocimiento de los territorios
tión de los indios”. Por cierto, los fenómenos involucrados en la conquista de ese
16 La literatura al respecto es abundante. Un ajustado balance del estado de la cuestión puede verse
14 Aristóbulo del Valle, “Discurso sobre ejércitos provinciales”, Cámara de Senadores, Diario de en Raúl Mandrini y Sara Ortelli, “Las fronteras del sur”, en Raúl Mandrini (ed.), Vivir entre dos mun-
Sesiones, Buenos Aires, 16 de octubre 1880, en Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República dos. Las fronteras del sur de la Argentina, siglos XVIII y XIX, Buenos Aires, Taurus, 2006, pp. 21-42.
posible a la República verdadera (1880-1910), Buenos Aires, Ariel, 1997, pp. 196-198. 17 Silvia Ratto, “¿Revolución en las pampas? Diplomacia y malones entre los indígenas de pampa y
15 La cita pertenece a Adolfo Alsina, la cual ha sido reproducida por Ezequiel Gallo en Alem. patagonia”, en Raúl O. Fradkin (comp.), ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones para una historia popu-
Federalismo y Radicalismo, Buenos Aires, Edhasa, 2009, p. 56. lar de la revolución de independencia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008.
154 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 155
la Argentina del siglo XIX

preservados a la soberanía del Estado nacional. Para ello, en 1879, el gobierno fuera del mandato constitucional que prescribía la subordinación del sable al
nacional creó la Oficina Topográfica Militar para dirigir (y centralizar) el releva- poder civil. Asimismo, la revolución porteña que había desafiado a la autoridad
miento topográfico por parte de oficiales del Ejército, y de una serie de expedi- nacional en la misma ciudad de Buenos Aires, había terminado de convencer a los
ciones científicas en el mar del sur en las cuales se destacaron oficiales de la marina. todavía dudosos de que ningún gobernador podía estar habilitado a echar mano a
Esa producción de información cartográfica emanada de los expertos militares las Guardias Nacionales. Ese diagnóstico de situación que ponía en un cono de
habría de ser decisiva para delimitar la jurisdicción territorial del Estado nación. sombras instituciones y estilos políticos medulares de la Argentina del siglo XIX,
Aun así, el control político de lo que hasta entonces había sido la frontera, y la dio curso a una serie de innovaciones que estuvieron destinadas a monopolizar la
conquista de obediencia de sus antiguos y nuevos pobladores requería la creación fuerza pública en la esfera del Estado nación, y a la integración social y política de
de lazos políticos, y esa razón explica las razones que impulsaron la instrumenta- la pléyade de jefes, oficiales y tropa que habían tenido un lugar protagónico en la
ción de las Guardias Nacionales en los territorios recién incorporados a la esfera vida política. El mismo Leandro Alem que antes había defendido el derecho de los
de la nación, la cual iba a contrapelo de la ley nacional que había suprimido las Estados provinciales a mantener una fuerza militar propia, preservó el papel del
milicias provinciales. La normativa y la práctica instituida habrían de capitalizar Ejército Nacional como “el guardián de nuestras instituciones”.
la experiencia miliciana inaugurada en tiempos de la Confederación aunque El roquismo respondió a ese desafío a través de un repertorio de estímulos
extirparía el derecho ciudadano que antes había tenido, circunscribiendo su institucionales con resultados relativamente exitosos en el mediano plazo. A la
accionar al servicio de las armas, despojándolo del sufragio y convirtiéndose en supresión de las milicias provinciales (1880), le siguió una batería de disposiciones
anticipo del servicio militar obligatorio prescripto por la Ley Ricchieri. También con el objetivo de profundizar la “interiorización” de la subordinación al poder
como antes, la implementación de la medida favoreció la erección de un elenco civil que Sarmiento había iniciado décadas atrás con la creación del Colegio
de funcionarios nacionales con potente arraigo territorial que tenían a su cargo el Militar (1869) y la Escuela Naval (1870). El giro modernizador del roquismo
reclutamiento que, al arbitrar discrecionalmente la leva, la hacían recaer primor- estuvo particularmente dirigido a afianzar la cadena de mandos, y por ello del
dialmente en nativos e inmigrantes, la mayoría de las veces ausentes de vínculos Congreso Nacional emanaron la Ley de Reglamentación de Carrera de Oficiales
sociales condenándolos como antaño a integrar la lista de desertores por haber (1882), la Ley de Estado Mayor y la Escuela de Cabos y Sargentos (1884) y la
eludido el enganche.18 creación de la Escuela de Ingeniería Militar (1886).19
Con todo, la administración de Roca habría de acelerar el proceso de Ahora bien, si los resultados de ese tejido normativo e institucional podí-
modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas, y la correlativa subor- an ser sólo evaluados a futuro, la urgencia de la coyuntura requería de medidas
dinación de éstas al poder civil. Por cierto, el arsenal de innovaciones introducidas complementarias orientadas especialmente a integrar los cuadros militares a las
durante el mandato constitucional no resultaba independiente de un ejercicio nuevas reglas del juego en los que estarían destinados a ocupar el lugar preserva-
militar ensayado al servicio de la autoridad nacional, ni tampoco del clima polí- do en la carta constitucional. En tal sentido la política dirigida por el roquismo
tico que lo convirtió en beneficiario exclusivo de la liga de gobernadores que lo incidió notoriamente en la profesionalización de las Fuerzas Armadas a través de
convirtió en presidente. Poco antes de concluir su mandato, el presidente Nicolás un variado repertorio de estímulos materiales con el fin de afianzar la obediencia
Avellaneda había sido uno de los oradores en las ceremonias dispuestas por el al Estado nacional. Por una parte, la información suministrada por las memorias
gobierno con motivo de la repatriación de los restos de San Martín, y ese aconte- del Departamento de Guerra permite apreciar el aumento de las partidas presu-
cimiento resultaba propicio para enfatizar que ningún poder podía erigirse por puestarias destinadas a los sueldos de los oficiales. Según la memoria de 1883 el

18 Marisa Moroni y José Manuel Espinosa Fernández, “El reclutamiento para la guardia nacional 19 Riccardo Forte, “Los militares argentinos en la construcción y consolidación del Estado liberal
en la Pampa central argentina 1884-1902”, en Manuel Chust y Juan Marchena (eds.), Las armas de (1850-1890)”, en M. Carmagnanni (comp.), Constitucionalismo y orden liberal. América Latina
la nación, op. cit., pp. 247-261. 1850-1920, Torino, Otto editore, 2000, pp. 102-109.
156 CAPÍTULO II Milicias, Ejército y construcción del orden liberal en B EATRIZ B RAGONI 157
la Argentina del siglo XIX

70% del presupuesto estaba destinado al salario de los oficiales los cuales oscila- B IBLIOGRAFÍA
ban entre 400 y 170 pesos para lo cuadros de mayor jerarquía, y entre 10 y 7
pesos mensuales para sargentos o suboficiales. Un estímulo adicional provino de
la Ley de Premios (1884) a través de la cual el Congreso aprobó la distribución BOTANA, Natalio, El Orden Conservador, la política argentina entre 1880 y
de las tierras ganadas en la campaña militar contra el mundo indígena que respe- 1916, Buenos Aires, Sudamericana, 1979.
taba la jerarquía militar: por ella, los jefes de frontera recibieron 8.000 hectáreas; ___________________, La tradición republicana, Buenos Aires, Sudamericana,
los jefes de batallones, 5.000; sargentos, 4.000; capitanes y ayudantes, 2.500; 1984.
tenientes, 2.000; subtenientes y alférez, 1.500; en cambio, las lejanas tierras al sur BRAGONI, Beatriz, Los hijos de la revolución. Familia, poder y negocios en Mendoza
del Río Negro, fueron repartidas entre la “tropa” en chacras de 100 hectáreas. en el siglo XIX, Buenos Aires, Taurus, 1999.
La medida no dejó de despertar sospechas en relación a las eventuales con- GALLO, Ezequiel, Alem. Federalismo y Radicalismo, Buenos Aires, Edhasa, 2009.
secuencias políticas y culturales de la política de premios y compensaciones entre HALPERIN DONGHI, Tulio, Proyecto y construcción de una nación: Argentina,
los beneficiarios de la iniciativa oficial. Al respecto, la opinión vertida por Alem 1846 1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1984.
resulta ilustrativa: “todos los días estamos viendo en la Cámara que todos los MACÍAS, Flavia, “De civicos a guardias nacionales. Un análisis del componente
individuos que han hecho algún servicio, se creen con derecho a venir a pedirnos militar en la construcción de ciudadanía. Tucumán, 1840-1860”, en M. Chust y
premios, jubilaciones o pensiones porque han servido ocho o diez años con honradez J. Marchena (eds.), Las armas de la nación. Independencia y ciudadanía en
y rectitud, y generalmente se cree que se comete una gran injusticia no acordando Hispanoamérica (1750-1850), Iberoamericana-Vervuert, 2007.
el premio. Siguiendo este camino, llegamos a este resultado: que el cumplimiento OSZLACK, Oscar, La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organiza-
del deber es una cosa tan rara que merece un premio”.20 ción nacional, Buenos Aires, Planeta, 1997.
Más allá de las variadas interpretaciones que puedan atribuirse al juicio SABATO, Hilda, “El ciudadano en armas: violencia política en Buenos Aires
emitido por quien todavía integraba las huestes del partido oficial, la cita reactua- (1852-1890)”, en Entrepasados. Revista de Historia, año XII, Nº 23, 2002.
liza un dilema crucial de la cultura política argentina que hace de las relaciones _______________, Buenos Aires en armas. La revolución porteña de 1880, Buenos
entre el Estado y los grupos sociales (partidos, corporaciones, etc.) un asunto central Aires, Siglo XXI, 2008.
de la agenda académica y política.

20 Ezequiel Gallo, Alem. Federalismo y Radicalismo, op. cit.


CAPÍTULO II 159

1862-1880 L A ORGANIZACIÓN NACIONAL Y LA MODERNIZACIÓN

Resistencias populares a la expansión y consolidación


del Estado nacional en el interior:
La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

G USTAVO L. PAZ
UNTREF / CONICET

Los observadores de la política argentina entre 1820 y 1880 han señalado la


participación popular como uno de sus rasgos característicos. Los primeros de ellos
–José María Paz y Domingo Faustino Sarmiento– encontraban en las tendencias
democráticas e igualitarias de la sociedad argentina inauguradas por la Revolución
de Mayo el factor principal que explicaba esta participación, liderada desde la década de
1820 por los poderes militares provinciales a quienes estos observadores denomina-
ban caudillos.1 Esta situación comenzó a cambiar después de la derrota de la Con-
federación Argentina en Pavón (septiembre de 1861) cuando, desde Buenos Aires
y con el apoyo de las pequeñas oligarquías liberales provinciales, el gobierno cen-
tral acorraló a los poderes militares locales mediante la acción contundente del
Ejército Nacional. En algunas provincias esta ampliación del orden estatal encontró
resistencias populares que defendían la autonomía local y formas tradicionales de
vida que se veían amenazadas a causa de esta violenta irrupción.
En este trabajo me propongo comparar las formas de acción popular
colectiva en dos provincias argentinas en las décadas formativas del Estado nacio-
nal: La Rioja en 1862-1863, cuando las milicias provinciales a las órdenes de
Ángel Vicente Peñaloza (el “Chacho”) se levantaron contra la intromisión de las
tropas porteñas, y Jujuy en 1873-1875 cuando una rebelión de campesinos indí-
genas en la puna puso en entredicho el derecho de propiedad y la estabilidad

1 Eduardo Míguez, “Guerra y orden social. En los orígenes de la nación argentina, 1810-1880”,
en Anuario IEHS, Nº 18, Tandil, 2003, pp. 17-38. Una aguda caracterización del caudillismo se
encuentra en el “Estudio preliminar” de Tulio Halperin Donghi a Jorge Lafforgue (ed.), Historias de
caudillos argentinos, Buenos Aires, Alfaguara, 2000, pp. 19-48.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

política de la provincia. En ambos casos, las autoridades encargadas de la repre- corresponsal de Mitre en viaje por la región, el federalismo era muy popular en
sión calificaron de “montoneras” a estas movilizaciones y “montoneros” a los sec- La Rioja donde
tores rurales que las integraban, unificando de manera discursiva dos fenómenos
insurreccionales completamente diferentes. Este ejercicio de comparación supo- había notado que allí reinaba la mazorca en todo el furor, pues que los
ne en primer lugar una descripción de los hechos, más conocidos en el caso de la militares vestían de chiripá, sabanilla y gorra, todo colorado, y que esta
rebelión chachista que en la de los indígenas de Jujuy. Luego ensayaré un cotejo última llevaba una cinta de divisa del mismo color, y que á cara descubier-
de ambas situaciones en torno de los siguientes aspectos: contexto político, orga- ta gritaban en las jaranas ¡Viva Urquiza! ¡Muera Mitre!3
nización, liderazgo, motivación e ideología.
Entre 1862 y 1863 la acción del caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza
La Rioja, 1862-1863. Federalismo y montoneras en defensa de la autonomía provincial fue decisiva. Liderando vastas montoneras
de gauchos, campesinos de los llanos de La Rioja y las provincias vecinas, empo-
Inmediatamente después de la batalla de Pavón el gobernador de Buenos brecidos por la guerra civil y hambrientos de tierra y agua, y desplazado él mismo
Aires y encargado del Poder Ejecutivo Nacional, Bartolomé Mitre, se lanzó a la de la preeminencia política por los gobiernos liberales apoyados por Buenos
conquista del interior. El primer problema que debió enfrentar su administración Aires, Peñaloza se rebeló contra el gobierno nacional en dos oportunidades.
fue vencer las resistencias de las provincias, que desconfiaban de los planes polí- El gobierno nacional enfrentó la rebelión del federalismo del interior con
ticos de los liberales de Buenos Aires y veían en el orden inaugurado en Pavón un violencia. La “guerra de policía”, como se llamó a la represión de los levantamien-
nuevo intento porteño de avasallar sus autonomías. tos acaudillados por el “Chacho”, estuvo a cargo de las tropas porteñas coman-
En el interior, el plan de Mitre fue aceptado sólo por una pequeña minoría. dadas por los oficiales orientales veteranos de las guerras contra el rosismo (el
En varias provincias se impusieron gobiernos liberales que desplazaron a los fede- general Wenceslao Paunero y los coroneles José Miguel Arredondo e Ignacio Rivas)
rales después del triunfo de Buenos Aires en Pavón. La situación política de esta en quienes Mitre había confiado esas tareas. Las operaciones fueron supervisadas
“elite letrada” era precaria: aisladas en las ciudades capitales no controlaban las por el comisionado de guerra y en breve gobernador de San Juan, Domingo Faustino
áreas rurales ni movilizaban (salvo excepciones) a las milicias provinciales en favor Sarmiento.
de la causa liberal. En consecuencia dependían de la crecientemente activa inter- En 1862 el “Chacho” movilizó sus tropas en apoyo del gobernador fede-
vención de las tropas nacionales para sostenerse en el poder.2 ral de Tucumán Celedonio Gutiérrez quien estaba amenazado por los hombres
En el interior, el federalismo era la opción política de la mayoría. Los cau- fuertes en el norte, los hermanos Taboada de Santiago del Estero que respondían
dillos federales gozaban aún de gran popularidad y seguían el distante pero siem- a Mitre. Después de haber sido derrotado en Tucumán, el “Chacho” retornó a La
pre presente liderazgo de Urquiza. Para ellos el triunfo de Buenos Aires sólo podía Rioja y desde allí puso sitio y ocupó la ciudad de San Luis. Mitre autorizó al
significar una mayor ruina para las provincias. Este sentimiento de desconfianza general Paunero a llegar a un arreglo de paz con Peñaloza prometiéndole una
era más fuerte en las provincias del oeste del país, que resistieron más vigorosa- amnistía a cambio de la deposición de las armas por el Tratado de la Banderita
mente la reorganización política bajo liderazgo porteño. Entre ellas La Rioja se en mayo de 1862.
destacó a lo largo de la década de 1860 por la fiereza de su resistencia (“reacción” Peñaloza y los federales del interior esperaban ansiosamente que Urquiza
era el término empleado por los liberales de la época) a la expansión del dominio se pusiera a la cabeza de un amplio movimiento que restaurara el predominio
de Buenos Aires y por la lealtad al federalismo y a Urquiza. Según observaba un federal sobre el país y derrocara a Mitre. La paz con las fuerzas nacionales les per-
mitía ganar tiempo y recuperar las fuerzas de sus empobrecidos seguidores. El

2 Para una caracterización del período puede consultarse la introducción de Tulio Halperin Donghi 3 Carta de Juan Francisco Orihuela a Ricardo Vera, Jachal, 14 de septiembre de 1862, en Archivo
en Proyecto y construcción de una nación (Argentina 1846-1880), Buenos Aires, Ariel, 1995. del General Mitre, tomo XI, p. 258.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

“Chacho”y Urquiza intercambiaron correspondencia en ese momento, pero el al decir de Sarmiento, reconocía un origen de despojo: el arrebato de tierras y
apoyo de Urquiza nunca se hizo efectivo. agua por las familias principales. Para ilustrar ese conflicto Sarmiento echa mano
En 1863 la montonera del “Chacho” se movilizó una vez más. En carta al de la saga de la familia Del Moral, una de las más antiguas y ricas de La Rioja:
presidente Mitre explicaba las razones de su rebelión: los abusos cometidos por
las tropas nacionales contra él y sus gauchos no le dejaban opción. Luego de La familia de los Del Moral hace medio siglo que viene condenada a perecer,
haber apoyado una rebelión federal en Córdoba en mayo, fue completamente víctima del sordo resentimiento de los despojados. Para irrigar unos terrenos
derrotado en la batalla de Las Playas en junio de 1863. Peñaloza retornó a La los abuelos desviaron un arroyo, y dejaron en seco a los indios ya de antiguo
Rioja donde a fines de ese año fue muerto a lanzazos frente a su familia por un sometidos. En tiempo de Quiroga fue esta familia, como la de los Campos
destacamento del Ejército Nacional. En un acto que recordaba las atrocidades y los Doria, blanco de las persecuciones de la montonera. Cinco de sus hijos
cometidas por las tropas rosistas en los primeros años de la década de 1840, la han sido degollados en el último levantamiento, habiendo escapado a los
cabeza cercenada del “Chacho” fue puesta en una pica y exhibida públicamente bosques la señora con una niña y caminando a pie dos días para salvarse de
como símbolo de castigo ejemplar para sus seguidores. estas venganzas indias.6
Esta cruel acción mereció la condena de federales como José Hernández
quien en su Rasgos biográficos del general Ángel Vicente Peñaloza denunciaba a los libe- Si bien las observaciones de Sarmiento identifican con perspicacia el
rales por el violento asesinato: “[E]l partido que invoca la ilustración, la decencia, el núcleo del conflicto, las investigaciones recientes colocan esta tensión social en su
progreso, acaba con sus enemigos cosiéndolos a puñaladas”, mientras que los liberales precisa dimensión provincial y local. Ariel de la Fuente estudia las variaciones de
porteños y provincianos (como Sarmiento) justificaban que ese castigo era el apro- la tenencia de la tierra en los distritos rurales rebeldes de Famatina y los Llanos
piado para un salteador que obstaculizaba la organización del país.4 para comprender el levantamiento liderado por el “Chacho”. En Famatina el
¿Por qué el federalismo era tan popular en La Rioja? La pregunta sobre la lealtad monopolio del control de las mejores tierras y del agua para la irrigación por una
de la población rural al federalismo ya se la había hecho Sarmiento al reflexionar poco pequeña elite imponía una relación muy tensa entre ella y los campesinos peque-
después de los hechos. Él encuentra en el árido paisaje de los Llanos riojanos (la ños propietarios y sin tierras que constituían la amplia mayoría. En los Llanos,
“Travesía”) claves para entender este interrogante. En este páramo de pastos ralos y esca- estancias agrícolo-pastoriles convivían con antiguos pueblos de indígenas con
sa agua, la pobreza de las poblaciones de raíz indígena, reducidas a una vida poco menos tenencia comunal de la tierra, con pequeños propietarios agricultores y pastores,
que miserable explica su participación en los alzamientos encabezados por el “Chacho”: y con ocupantes de tierras vacías. Este patrón más diverso y laxo de tenencia de
tierras y la inexistencia de un abismo social entre los grandes propietarios (entre
los indígenas vivían a la margen de las escasas corrientes, y fueron reducidos los cuales se contaba el “Chacho”) y los otros sectores rurales permitió a los pri-
en lo que hoy se llaman los “Pueblos”, villorios sobre terreno estéril, cuyos meros movilizar un número importante de seguidores de los Llanos en las rebelio-
habitantes se mantienen escasamente del producto de algunas cabras que nes federales de 1862-1863. En Famatina, por el contrario, los campesinos rebeldes
pacen entre ramas espinosas; y están dispuestos siempre a levantarse para organizaron una matanza de terratenientes locales en medio de la rebelión cuyas
suplir con el saqueo y el robo a sus necesidades… A estas causas de tan leja- raíces se hundían en el conflicto agrario local.7
no origen se deben el eterno alzamiento de La Rioja y el último del Chacho.5 Basado en una cuidadosa investigación en testimonios judiciales, De la
Fuente delinea un perfil social de los “montoneros” chachistas muy alejado de los
Estas poblaciones reducidas a la pobreza por siglos de dominación colonial salteadores o delincuentes denunciados por Sarmiento. Quienes se sumaron a las
libraban una guerra de recursos con las familias propietarias. La “venganza india”, movilizaciones lideradas por el “Chacho” provenían en su mayoría de la provincia

4 José Hernández, Rasgos biográficos del general Ángel Vicente Peñaloza, Buenos Aires, Caldén, 6 Ibid.
1968 (1863), p. 131. 7 Ariel de la Fuente, Children of Facundo. Caudillo and Gaucho Insurgency during the Argentine
5 Domingo F. Sarmiento, Vida del Chacho, Buenos Aires, Caldén, 1968 (1868), pp. 80-81. State Formation Process (La Rioja, 1853-1870), Durham, Duke University Press, caps. 2 y 3.
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de La Rioja y en menor medida de las limítrofes San Juan y Catamarca. De proporcionarles la subsistencia. Todos los días estoy recibiendo en mi casa
entre los riojanos la composición entre llanistas y de los departamentos de los estos infelices, y por más que yo desee remediar siquiera sus más vitales
valles se daba en igual proporción, destacándose entre los últimos los de necesidades, no puedo hacerlo después de haber sufrido yo el mismo con-
Famatina. La mitad de los que declararon ocupación ante los jueces manifesta- traste; mis tropas impagas y desnudas, y sin hallar recurso para tocar para
ron ser “labradores”, una categoría muy amplia que englobaba a campesinos el remedio de estas necesidades.9
propietarios de tierras, arrendatarios, agregados, pero no a peones y jornaleros
que junto a artesanos y arrieros constituían un 40% del total de ocupados. De A pesar de estas dificultades el “Chacho” logra levantar nuevamente una
los 66 que declararon sus edades, 46 tenían entre 21 a 40 años, y de los 64 que montonera en 1863. De la Fuente ensaya una explicación convincente para este
manifestaron su estado civil, 36 eran casados. Una abrumadora mayoría no fenómeno centrada en la identificación entre líder y seguidores que ya habían
sabía leer ni escribir. Es decir, la tropa chachista reflejaba la estructura social del observado los partícipes de los sucesos. El mismo “Chacho”, en carta al coronel
ámbito donde se reclutaba.8 Marcos Paz, comisionado de Guerra en Córdoba y futuro vicepresidente, refle-
De la Fuente muestra también un patrón de ordenamiento jerárquico en xionaba sobre las bases de su popularidad:
la organización de las montoneras modelada en las milicias provinciales. La adhe-
sión a la causa del “Chacho” podía ser espontánea, pero una vez incorporados a ¿[P]orque tengo algún prestigio y simpatía entre mis conciudadanos? Esa
sus filas se establecía una jerarquía de mandos basada en la posición que los indi- influencia, ese prestigio lo tengo porque como soldado e conbatido al lado
viduos tenían en la sociedad o en sus experiencias políticas y militares previas que dellos por espacio de cuarenta y tres años compartiendo con ellos los asa-
se esperaba fuese respetada. Esta jerarquía se evidenciaba en las órdenes escritas res de la guerra los sufrimientos de la campaña las amarguras del destierro
dictadas por los oficiales y exigidas por los subalternos en casos de decomisos de y e sido con ellos mas que Gefe un padre que mendigando el pan del
hacienda o mercaderías y de ejecuciones de enemigos políticos, y en los consejos estranjero prefiriendo sus necesidades a las mias propias. Y por fin porque
de guerra que se formaban para sancionar indisciplinas. como Argentino y como Riojano e sido siempre el protector de los desgra-
Las motivaciones de los movilizados en las montoneras eran varias. En pri- ciados sacrificando lo ultimo que e tenido para llenar sus necesidades, cons-
mer lugar las había de orden material. Los montoneros eran movilizados con pro- tituyendome responsable de todo y con mi influencia como Gefe asciendo
mesas de compensación material tanto en dinero como en la distribución de que el Gobierno Nacional buelba sus ojos a este pueblo miserable bigtima
bienes de acceso restringido como carne, calzado y ropa. Los jefes montoneros de las intrigas de sus propios hijos obteniendo hasta bajo mi responsavilida
eran los encargados del reparto de estos bienes entre sus seguidores; su incumpli- particular, cantidades que llenen las necesidades de la Provincia. Acies Sor.
miento podía acarrear la deserción de las tropas. Una carta de Peñaloza al gene- como tengo influencia y mal que pese la tendré.10
ral Paunero solicitando a Mitre una subvención nacional para reparaciones de
guerra en La Rioja da cuenta de esa necesidad de distribuir bienes entre las tro- La influencia y el prestigio del “Chacho” se fundaban en la identificación
pas para evitar el desbande: entre él y sus gauchos basada en una matriz cultural común y una distancia social
que, si bien existente (él era uno de los principales propietarios de los Llanos) no
Se encuentran innumerables familias no solamente privadas de todo recur- era insalvable. Benjamin Villafañe nos recuerda en un pasaje de sus Reminiscencias
so con que antes pudieran contar, sino reducidas también a la más com- históricas la relación llana que el “Chacho” establecía con sus gauchos, pero a la vez
pleta orfandad, por haber perecido en la guerra las personas que pudieran la disciplina y el respeto que éste les imponía:

8 Ariel de la Fuente, “‘Gauchos’, ‘montoneros’ y ‘montoneras’”, en Noemí Goldman y Ricardo 9 La Rioja, 21 de julio de 1862, en Archivo del General Mitre, tomo XI, pp. 186-188.
Salvatore (comps.), Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema, Buenos Aires, 10 Carta de Peñaloza a Marcos Paz, 29 de marzo de 1862, en Félix Luna, Los caudillos, Buenos
Eudeba, 1998, pp. 267-291. Aires, Peña Lillo, 1971, p. 210.
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Es en Peñaloza ó Chacho, que he podido sorprender uno de los secretos de gente del campo confundía á los cuatro gendarmes de la policía de San Juan
aquella extraña popularidad. Este hombre, sobresalía en las cualidades de que me acompañan con soldados del ejército de Buenos Aires. Se veía a mi
fuerza y valor; pero he aquí algo mas que lo realzaba en el concepto de sus llegada á cada pequeño pueblo, huir los hombres á los cerros… Probablemente
iguales. Una, dos veces lo he visto rodeado de los suyos: tendía su poncho se figuraban que mi gente era vanguardia del terrible comandante
en la llanura y sentabase en una de sus extremidades con un naipe en la Arredondo, verdadera pesadilla de las chusmas de estos lugares.13
mano y un puñado de monedas á su frente. Lo he visto llamar á los gau-
chos que lo rodeaban, y ellos acudir á la carpeta donde figuraban primero Según De la Fuente, el federalismo aparecía ante los gauchos como la
dos cartas, y en seguida otras dos, sobre las cuales cada concurrente depo- opción política que prevenía que la provincia fuera invadida por las fuerzas porte-
sitaba su parada. Allí, sin espacio suficiente para asistir cómodamente á la ñas. El corazón de esta adhesión residía en lo que el autor denomina “identidad
fiesta, muchos de ellos agobiaban sin piedad sus espaldas. En tales momen- federal” anclada en los clivajes sociales de la campaña riojana que hacía del fede-
tos, nada había que lo distinguiese de los otros: jugaba, disputaba, apostro- ralismo el campeón de los pobres rurales contra los más ricos propietarios y
faba, y sufría cuanta revancha y contradicciones le iban encima á conse- comerciantes identificados como “unitarios” o liberales, de la religión católica con-
cuencia de sus trampas ó no trampas. Fatigado al fin, por lo que Darwin tra la impiedad de sus enemigos “masones”, y de los “negros” contra los “blancos”,
llamara la lucha por la vida, lo he visto ponerse de pié, la frente severa y alti- variable étnica presente en una sociedad donde la mayoría descendía de indígenas
va y decir á la turba – ¡Ea! Muchachos, cada uno á su puesto. Y entonces o africanos.14
obedecer todos, sin chistar palabra como movidos por un resorte.11 Que el federalismo constituía la ideología unificadora de estos movimien-
tos queda revelado por la continuidad de los alzamientos luego del asesinato de
Como ejemplo de esta identificación personal con el líder valga el caso de Peñaloza. En los años 1866 y 1867 se sucedieron dos oleadas de alzamientos fede-
un gaucho que gritaba en una pulpería de Caucete, San Juan, en junio de 1862, rales en Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja y Catamarca. La “Rebelión de los
“Me cago en los salvajes [unitarios], soi hijo de Peñaloza y por él muero, si hai colorados” llegó a tomar el poder brevemente en Mendoza amenazando a las pro-
alguien que me contradiga salga a la calle; por los salvajes ando jodido… y no me vincias vecinas. El caudillo catamarqueño Felipe Varela se levantó contra el gobier-
he de desdecir de lo que digo aunque me metan cuatro balas”.12 no nacional al grito de “Federación o Muerte” y “Viva la Unidad Americana”.
Esta identificación, que desde Max Weber caracterizamos como una de las Varela luchaba a favor de las autonomías provinciales y en contra de la política
manifestaciones del “carisma”, se complementaba con una ideología que daba exterior del gobierno nacional que estaba en guerra con el Paraguay, muy impo-
sentido al movimiento montonero del “Chacho”. Era ella la defensa del federa- pular en el interior a causa de los reclutamientos forzosos de gauchos para las tro-
lismo frente al gobierno de Buenos Aires, tradición en parte heredada de las expe- pas nacionales que eran enviados semidesnudos y engrillados para el frente. Las
riencias políticas provinciales de la primera mitad del siglo XIX y en parte reforzada montoneras de Varela fueron desbandadas por las tropas nacionales, y el caudillo
por la violencia de la represión ejercida por los ejércitos porteños en 1862-1863. y sus seguidores debieron huir hacia el norte perseguidos por el Ejército. Las auto-
Un enviado del gobernador Mitre a las provincias le refería el terror que causaban ridades nacionales extendieron su control efectivo en el oeste del país apoyadas en
las tropas porteñas al avanzar sobre las poblaciones rurales de La Rioja: la fuerza que les daba el manejo del Ejército.

Pude convencerme á las muy pocas leguas de la villa de Famatina, del


terror que inspiran los soldados del comandante Arredondo, puesto que la

11 Benjamin Villafañe, Reminiscencias históricas de un patriota, Tucumán, Banco Comercial del


Norte, 1977, pp. 60-61. 13 Carta de Régulo Martínez al General Mitre, La Rioja, 14 de enero de 1863, en Archivo del
12 Citado por Ariel de la Fuente en “El Chacho, caudillo de los llanos”, en Jorge Lafforgue (ed.), General Mitre, tomo XI, pp. 265-266.
Historias de caudillos, Buenos Aires, Alfaguara, 2000, p. 325. 14 Ariel de la Fuente, Children of Facundo, op. cit., caps. 7 y 8.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

Jujuy, 1872-1875. Comunidad y rebelión indígena llamado “contribución mobiliar” de un 5 % sobre las crías y las cosechas anuales.
El Estado delegaba el cobro de este impuesto en particulares quienes generalmen-
La recuperación del poder por la elite de familias prominentes de Jujuy en te eran comerciantes o mineros asentados en las cabeceras de los departamentos
1852 brindó la estabilidad política necesaria para consolidar el orden en la cam- que actuaban a la vez como jueces de paz y comisionados municipales.
paña provincial luego de un largo período de tensiones sociales que había comen- La recaudación de arriendos y contribución mobiliar, las multas excesivas
zado con la movilización campesina durante la Guerra de la Independencia y los y los atropellos de las autoridades locales constituían situaciones conflictivas fren-
conflictos civiles que la sucedieron. te a las cuales los indígenas puneños reclamaban la intervención de la autoridad
La restauración del orden en las áreas rurales se basaba en el control de la superior. Estos reclamos no se canalizaron por vía judicial sino mediante el des-
propiedad de la tierra (la elite urbana de Jujuy poseía más de la mitad de las tie- pliegue de una amplia gama de estrategias de resistencia que iban desde la pre-
rras de la provincia), la extensión y consolidación del arriendo, la fijación de la sentación de petitorios a las autoridades hasta el estallido de motines dirigidos a
mano de obra mediante la aplicación de la papeleta de conchabo y el monopolio corregir lo que consideraban abusos.
de la provisión de crédito. Sólo en aquellas zonas de alta densidad de población Con frecuencia los campesinos apelaban mediante petitorios escritos la
indígena (la quebrada de Humahuaca y la puna) la sobrevivencia o el recuerdo de intervención del gobernador a quien recurrían reconociéndolo como única ins-
instituciones comunales podían desembocar en un desafío al orden rural restablecido tancia para que sus demandas fueran oídas y resarcidas. Los campesinos aludían
por la elite provincial. Desde la década de 1840 el Estado provincial colaboró a a él como “padre de pobres y huérfanos”, “memorable padre de la patria”, “padre
consolidar el orden en la quebrada de Humahuaca al implementar una política de nosotros” a quien le reconocen su “paternal protección” y “bondad y rectitud”
de tierras que favoreció su traspaso y concentración en manos privadas mediante como incuestionables virtudes. Las quejas recaían invariablemente en las autori-
la abolición legal de las comunidades indígenas, la aplicación de la enfiteusis a las dades locales que los campesinos debían soportar día a día, sin cuestionar el sis-
tierras anteriormente bajo su control y su posterior venta.15 tema de autoridad. La corrección debía llegar desde la autoridad más alta y apli-
El orden rural fue alterado a mediados de la década de 1870 por la rebe- carse por vía de una reparación del mal denunciado o por el restablecimiento de
lión del campesinado indígena de la puna. Allí la endeblez de los títulos de pro- prácticas tradicionales de la costumbre.
piedad coloniales de algunos de los hacendados y el recuerdo de un pasado de Pero en ocasiones los campesinos puneños recurrían a protestas más violen-
vida comunal impulsaron a los indígenas a desafiar abiertamente la legitimidad tas. Su organización era espontánea y sus participantes eran aquellos directamente
del derecho de propiedad. afectados o los que por solidaridad (de parentesco, de vecindad) se sumaban a la
Los distritos de la puna constituían el caso más notorio de concentración manifestación de descontento. Un ejemplo de ellas es el motín que estalló a fines de
de la propiedad de la tierra en la provincia. A mediados del siglo XIX una dece- 1857 contra la Receptoría de la Aduana Nacional en Yavi . Unos treinta campesinos
na de grandes propietarios monopolizaban sus tierras, entre los cuales se destaca- armados con sables y espadas irrumpieron en el pueblo, rodearon la Receptoría y,
ba Fernando Campero, heredero del ex marquesado del valle de Tojo. Residente luego de romper la puerta a hachazos, penetraron en ella y la saquearon prolijamen-
en Bolivia, Campero era propietario de las fincas Cochinoca y Casabindo, que te llevándose más de doscientos pesos en plata, cucharas y platos, ropa, sábanas y los
con 200.000 hectáreas abarcaba la totalidad del departamento de Cochinoca, y libros y documentos de la Aduana, en los que estaban asentadas las deudas y multas
de Yavi que con una extensión de 100.000 hectáreas comprendía la mayor parte impagas con la misma. Luego del saqueo los amotinados se retiraron rápidamente
de las tierras del distrito homónimo. del pueblo y se refugiaron en las serranías cercanas. Pocas horas después fueron sor-
La enorme mayoría de la población de la puna eran arrendatarios (“arrende- prendidos ocultos en los cerros por el cura y el juez de paz de Yavi, ante quienes se
ros”) que pagaban una renta a los propietarios, en su mayoría ausentistas. Además de rindieron. Al devolver los bienes saqueados, sólo faltaban la casi totalidad del dinero
los arriendos, desde 1855 los indígenas pagaban al Estado provincial un impuesto (posiblemente el producto de las multas) y los libros de la Receptoría. La violencia
había durado poco y había afectado exclusivamente a la Aduana.
15 Gustavo L. Paz, “Las bases agrarias de la dominación de la élite: tenencia de tierras y sociedad El motín cuestionaba a la vez los derechos aduaneros y la manera abusiva de
en Jujuy a mediados del siglo XIX”, en Anuario IEHS, Nº 19, Tandil, 2004, pp. 419-442. su cobro. La Aduana Nacional era una institución nueva en la zona, establecida en
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

1853 al nacionalizarse las aduanas provinciales. El celo del administrador, que se pietarios. Durante 1873 la protesta se manifestó con una creciente violencia en
excedió en el cobro de las multas pero no en el procedimiento de recaudación, toda la puna, en particular en Yavi, donde los indígenas sitiaron la cabecera del
reflejaba la reacción de los campesinos a una institución implantada recientemen- departamento en dos oportunidades. Cabe recordar que Yavi era a la vez casa de
te que dificultaba movimientos estacionales de mercancías a ambos lados de la la hacienda, sede de las autoridades locales y de la Aduana, única institución
frontera internacional y gravaba fuertemente el tránsito de esas mercancías. nacional que existía en esa lejana zona, y que la principal autoridad del departa-
El reclutamiento de la Guardia Nacional (creada en la década de 1850) en mento cumplía al mismo tiempo la función de administrador de la finca. El sitio
los departamentos rurales era también un factor de conflicto. En ocasiones las del pueblo por los campesinos significaba un abierto desafío tanto a las autorida-
autoridades departamentales aprovechaban la reunión de las mismas para exigirles des provinciales como al propietario de la hacienda. El liderazgo de la insurrec-
a los campesinos que abonaran sus impuestos o simplemente para hacerlos traba- ción campesina estaba en manos de un arrendero de Yavi, Anastacio Inca, quien
jar en obras públicas. En 1873, por ejemplo, 235 campesinos del departamento recorría toda la puna incitando a la rebelión y demandando colaboraciones para
de Rinconada presentaron un escrito al gobernador detallando los abusos cometi- el mantenimiento de los indígenas movilizados por “el asunto comunidad”.
dos el año anterior por Anselmo Estopiñán, comandante local de la Guardia Durante la primera mitad de 1874 se hizo evidente que las autoridades
Nacional y gran propietario. Además de haberlos convocado varias veces al pue- provinciales no controlaban los distritos rurales de la puna. Las cabeceras de los
blo, con los consiguientes gastos de traslado desde sus lugares de residencia, una departamentos estaban aisladas en un medio rural hostil, recorrido por bandas
vez allí les había cobrado multas y, en combinación con el sacerdote, había forza- armadas de campesinos que se enfrentaban en esporádicas escaramuzas con las
do varios matrimonios por los que los campesinos debían abonar un derecho. En escasas patrullas militares que el gobierno de la provincia enviaba en ayuda de
esa ocasión Estopiñán había dicho que “los haría marchar hasta emparejar la plaza esas poblaciones. En una de esas escaramuzas perdió la vida Anastacio Inca.
[de Rinconada], ahora me han de conocer estos indios ojotudos”.16 A mediados de 1874 la rebelión se combinó con la contienda electoral por
Desde comienzos de la década de 1870 las tensiones entre campesinos y la sucesión presidencial que enfrentaba al candidato oficial Nicolás Avellaneda
autoridades provinciales derivaron en un conflicto más complejo y profundo. Si con el opositor Bartolomé Mitre. En julio de ese año la facción provincial que
hasta entonces las protestas campesinas se alzaban contra los abusos cometidos apoyaba la candidatura de Avellaneda derrocó al gobernador mitrista Teófilo
por parte de funcionarios locales o de instituciones nuevas, a partir de ese Sánchez de Bustamante. El nuevo gobernador, José María Álvarez Prado, decre-
momento los campesinos comenzaron a poner en entredicho la legitimidad de la tó la restitución de la finca Cochinoca y Casabindo a Fernando Campero el 3 de
propiedad de las tierras. julio se 1874, aunque la provincia se reservó el derecho de aclarar su definitiva
La cuestión de las tierras fue planteada a fines de 1872 por medio de una propiedad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.17
denuncia presentada por arrenderos de la finca Cochinoca y Casabindo ante el La restitución de las tierras a Campero desencadenó la fulminante expan-
gobernador de la provincia. En ella sostenían que estas tierras estaban ilegítima- sión de la rebelión campesina por toda la puna. En la noche del 12 al 13 de
mente en manos de Fernando Campero, quien no contaba con los debidos títu- noviembre de 1874 ocurrió un violento ataque al pueblo de Yavi: unos trescientos
los de propiedad. El gobierno provincial acogió favorablemente la denuncia y campesinos penetraron en el pueblo, luego de una breve resistencia de la Guardia
decidió traspasar la propiedad de estas fincas a la esfera provincial luego de com- Nacional que huyó al verse rebasada. Los indígenas saquearon la casa de la finca
probar la endeblez de los títulos de propiedad. y la Aduana, hirieron a su administrador, a su esposa y a su madre, mataron a su
La decisión oficial y el éxito de la demanda campesina impulsaron a los hermano y se retiraron a la madrugada. En un informe al gobernador se afirmaba
arrenderos de otras fincas de la puna a denunciar como fiscales las tierras que que la invasión se había hecho al grito de “¡Viva el General Mitre i D. Teófilo
habitaban, al mismo tiempo que se negaban al pago de los arriendos a sus pro- Sánchez de Bustamante!”. De este modo la conexión del movimiento campesino

17 Gustavo L. Paz, “El gobierno de los conspicuos. Familia y poder en Jujuy, 1853-1875”, en Hilda
16 Gustavo L. Paz, “Resistencia y rebelión campesina en la puna de Jujuy, 1850-1875”, en Boletín del Sabato y Alberto Lettieri (comps.), La vida política. Armas, votos y voces en la Argentina del siglo XIX,
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, vol. III, Nº 4, 1991, pp. 63-89. Buenos Aires, FCE, pp. 423-442.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

con la política nacional, y sus correlatos locales era evidente. Ésta era señalada por Jujuy y empleados en trabajos forzados. En su informe oficial, el gobernador
el comisionado político del gobernador en la puna quien afirmaba: reportaba con orgullo que en Quera había sido aplastada “la última montonera
que subsistía en la República”.20
Los indios alucinados con las promesas que les hacen los antiguos explo- Inmediatamente después de la batalla las autoridades provinciales y los
tadores de su credulidad é ignorancia de que ha de producirse el trastorno propietarios restablecieron el orden terrateniente en la puna y evitaron que la
general el día 13 del corriente [octubre] del que resultará la Presidencia del protesta campesina se extendiera a otras áreas de la provincia que permanecieron
Brigadier Mitre, quien les ha de dar la posesión de las tierras denunciadas totalmente tranquilas. La puna fue ocupada militarmente por un destacamento
como fiscales.18 del Regimiento 12 de Línea cuyos uniformes y armas fueron costeados por el
mismísimo Fernando Campero. La violencia campesina había sido suprimida y
En la visión oficial, el mitrismo provincial derrocado y sus seguidores locales el orden restablecido en la puna de Jujuy.
en la puna explotaban la credulidad indígena. Señalaban a Laureano Saravia,
quien había sido comisario de policía de Santa Catalina y puntal mitrista en la Conclusiones comparativas
zona, quien eslabonó una alianza con los líderes del movimiento campesino.
Hacia fines de 1874 Saravia conducía la rebelión, dándole al movimiento cam- La comparación de estas dos situaciones de resistencia popular tan disími-
pesino una cohesión mayor de la que había tenido hasta ese momento.19 les girará en torno de los siguientes aspectos: contexto político, organización,
A partir del ataque a Yavi el número de campesinos rebeldes aumentaba liderazgo, motivación e ideología.
día a día. Los partes de las autoridades reflejaban dramáticamente el fortaleci- Si bien los contextos políticos de ambos levantamientos eran muy diferentes
miento de la rebelión: el 18 de noviembre reportaban que los rebeldes eran 500; puede encontrarse una similitud significativa entre ellos. La reacción riojana al
el 21 ascendían a 700 y para el 25 de ese mes llegaban ya a 1.000, de los cuales avance de Buenos Aires después de Pavón y el levantamiento indígena de la puna
200 a 300 estaban armados con fusiles. Parecía haber un plan en el desarrollo de de Jujuy enmarcado en la rebelión mitrista de 1874 tenían como referentes polí-
la rebelión. Saqueado Yavi, los campesinos rebeldes destruyeron la población de ticos a dos fuerzas opositoras al gobierno nacional en franca declinación. Tanto
Santa Catalina, se dirigieron luego a Rinconada, que atacaron a fines de noviem- el federalismo urquicista en la década de 1860 como el mitrismo en la de 1870
bre, y de allí a Cochinoca que tomaron a comienzos de diciembre. A fines de eran fuerzas en retirada que habían perdido apoyos en las provincias y la iniciati-
1874 toda la puna estaba bajo control rebelde. va política en el ámbito nacional. Entre las numerosas diferencias entre ambos
Desde Buenos Aires le urgían al gobierno de Jujuy que terminara con la contextos una es fundamental para comprender la represión más rápida y eficaz
rebelión a la que veían como el último baluarte mitrista del país. El gobernador de la rebelión de Jujuy con respecto a la de La Rioja. Mientras que a comienzos
Álvarez Prado se puso al frente de una fuerza de 300 hombres de la Guardia de la década de 1860 la expansión de las instituciones nacionales estaba en su fase
Nacional de Jujuy; al aproximarse a Cochinoca fue derrotado por los indígenas. inicial, a mediados de la siguiente algunas de esas instituciones contaban ya con
Poco después llegaron refuerzos de la Guardia Nacional de Salta movilizada por una fuerte presencia en las provincias y colaboraban activamente en poner término
orden del gobierno nacional. El gobernador reemprendió la campaña y el 4 de a los conflictos locales y sus potenciales proyecciones nacionales. Entre ellas se
enero de 1875 se enfrentó con los rebeldes en las serranías de Quera. La derrota destacaba el Ejército Nacional que se constituyó crecientemente en árbitro de las
de los rebeldes fue completa. Saravia huyó a Bolivia con unos pocos cabecillas situaciones políticas provinciales.
indígenas; el resto de los líderes murieron en combate, fueron fusilados poco des- Un segundo aspecto lo constituye la organización de los levantamientos.
pués en la plaza mayor de Cochinoca o conducidos prisioneros a la ciudad de Las montoneras riojanas del “Chacho” podían enorgullecerse de ser herederas de

18 Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Yavi, 1-10-1874.


19 Gustavo L. Paz, “Liderazgos étnicos, caudillismo y resistencia campesina en el norte argentino a 20 Parte detallado del Gobernador en campaña al Exmo. Gobernador Delegado sobre la sublevación de
mediados del siglo XIX”, en Noemí Goldman y Ricardo Salvatore (comps.), op. cit., pp. 319-346. los Departamentos de la Puna, Jujuy, Imprenta “El Pueblo”, 1875.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)

una tradición miliciana que se remontaba por lo menos a la década de 1820 y cuyo indígenas con módicas sumas de dinero para costear la organización del movimiento
poderío había dado a Facundo Quiroga el predominio político sobre las provin- campesino. En ningún momento los indígenas movilizados parecen haber obtenido
cias del interior entre 1825 y 1835. La existencia de jerarquías militares en el seno de sus líderes beneficios materiales, más allá del ocasional y modesto botín producto
de las milicias chachistas, la circulación de órdenes escritas, y el mantenimiento de del saqueo de edificios públicos.
una disciplina de corte militar formaban parte de esa herencia. En contraposición, En ambas rebeliones había motivos que excedían los aspectos simbólicos y
los indígenas de Jujuy habían sido movilizados sólo en dos breves períodos: duran- materiales que se han mencionado: en ellas puede reconocerse un mundo de
te las guerras de la independencia en la década de 1810 y durante la guerra con- ideas que proporcionaban una causa por la cual pelear. En este aspecto las dife-
tra la Confederación peruano-boliviana (1837-1839), en esta oportunidad a favor rencias entre ambos movimientos son muy notables. En la rebelión riojana el
de Bolivia. Desde la finalización de esa guerra los jefes étnicos de la puna negocia- federalismo ofrecía al “Chacho” y sus montoneros una ideología de oposición
ron con el gobierno provincial el pago de un tributo a cambio de la excepción al convocante y aglutinante que apelaba a tradiciones provinciales de movilización
reclutamiento militar. Esta situación cambió en 1853 cuando fueron incorporados desde la primera mitad del siglo XIX. El federalismo proveía a los rebeldes un
a la Guardia Nacional de reciente creación, no sin una recurrente resistencia a esta entramado ideológico centrado en la defensa de la autonomía provincial contra
forma de reclutamiento por parte de los indígenas. el avasallamiento porteño, del catolicismo contra los masones y de los pobres
Un tercer aspecto se refiere a las características de los liderazgos rebeldes. Los contra las familias poderosas en la guerra social por recursos que libraban desde
levantamientos de La Rioja presentaban liderazgo que podemos considerar caris- antaño. A la vez esta ideología trascendía la realidad provincial y los vinculaba a
mático basado en una familiaridad cultural y una proximidad social entre líder y otras luchas (reales o posibles) y a líderes indiscutidos (Urquiza) con proyección
seguidores. Como líder o caudillo, Peñaloza era percibido por sus gauchos como nacional. En la puna de Jujuy los rebeldes indígenas compartían una ideología
uno de ellos pero de calidad superior, que concitaba simpatía y admiración pero a basada en el recuerdo de una organización comunitaria, que aspiraba a la recupe-
la vez respeto y obediencia. Los montoneros seguían a Peñaloza porque se identifi- ración de tierras ancestrales usurpadas en el pasado por los terratenientes con
caban con él. En la rebelión de los indígenas de la puna de Jujuy se sucedieron dos anuencia (o desidia) del gobierno. La relación entre esas comunidades y el Estado
tipos de liderazgo. En los comienzos del alzamiento Anastasio Inca ejerció un lide- se basaba en la apelación a un pacto de inspiración colonial que hacía de la pro-
razgo de tipo étnico, indígena, que avanzaba las reivindicaciones comunales apelando tección de los indígenas y sus tierras comunales un deber. Este pacto, reeditado
a la memoria de una vida comunitaria previa. Luego de su muerte se impuso (no en la provincia de Jujuy en 1840 se había roto en 1853 cuando una nueva auto-
está claro si los rebeldes lo buscaron) un liderazgo externo, circunstancial y más tác- ridad, esta vez supraprovincial, forzó la instalación de instituciones hasta enton-
tico. Laureano Saravia, comerciante criollo sin acceso a la propiedad de la tierra, aline- ces desconocidas, como las Aduanas y la Guardia Nacional que estorbaban la vida
ado con el derrocado mitrismo, eslabonó una alianza con los cabecillas indígenas de los indígenas. Pero la ideología sustentada por los rebeldes puneños era mera-
que los introdujo de lleno en las disputas políticas provinciales y nacionales. Si bien mente local y no encontraba eco siquiera en el campesinado de otras zonas de la
los rebeldes indígenas no abandonaron sus reivindicaciones originales, su consecu- provincia. Comparada con el federalismo sustentado por los montoneros rioja-
ción quedó subordinada a las disputas políticas de las elites. nos, la ideología comunitaria indígena no era convocante para otros sectores de
Sin duda la vinculación simbólica con el líder era un factor importante para la sociedad. Y el declinante mitrismo sólo les proporcionó una efímera vía para
explicar las motivaciones y lealtad de los seguidores, pero su movilización presenta- la consecución de sus reivindicaciones comunitarias.
ba también aspectos materiales. En La Rioja la compensación material, el pago de Con sus profundas diferencias, ambos movimientos rurales constituyen
una suma de dinero y la provisión de alimentos, y vituallas (ropa, bebida y tabaco) dos instancias de resistencia a los ajustes que experimentaron las sociedades loca-
era esperada por los montoneros. Peñaloza se desesperaba cuando no podía proveer les del interior argentino desde 1860 cuando la expansión de las agencias estata-
a sus gauchos de dinero y bienes materiales porque sabía que a pesar de su influencia les nacionales englobó a poblaciones hasta entonces afectadas primordialmente
y prestigio no podría conservarlos movilizados. Buena parte de su influencia estaba por las acciones políticas de las elites provinciales. Desde mediados de la década
basada en esa capacidad de distribución de bienes materiales. En Jujuy se observa de 1870 la consolidación del Estado nacional en el interior puso punto final a las
lo contrario, los líderes étnicos del levantamiento requirieron la colaboración de los resistencias populares. La era de las montoneras había llegado a su fin.
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en el interior: La Rioja (1862-1863) y Jujuy (1874-1875)
1862-1880 L A ORGANIZACIÓN NACIONAL Y LA MODERNIZACIÓN

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(ed.), Historias de caudillos argentinos. Buenos Aires, Alfaguara, 2000, pp. 325-342. las dos primeras potencias mundiales, comenzó tras la batalla de Caseros (3 de
HALPERIN DONGHI, Tulio, “Estudio preliminar”, en J. Lafforgue (ed.), febrero de 1852) el proceso de organización nacional, el país se hallaba inerme,
Historias de caudillos argentinos, Buenos Aires, Alfaguara, 2000, pp. 19-48. como en otras etapas de su historia. Los ejércitos y escuadras servían para un fin
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rras y sociedad en Jujuy a mediados del siglo XIX”, en Anuario IEHS, Nº 19, La segregación implicó la movilización de tropas y naves en ambos ban-
2004, pp. 419-442. dos. Buenos Aires, mejor provista económicamente, logró formar unidades de
______________, “El gobierno de los conspicuos. Familia y poder en Jujuy, línea y de la Guardia Nacional, para resistir al sitio terrestre impuesto por las fuer-
1853-1875”, en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.), La vida política. zas de la Confederación. También pudo constituir una pequeña escuadra con el
Armas, votos y voces en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura objeto de enfrentar a los buques confederados. Luego de intensos combates en
Económica, 2003, pp. 423-442. distintas zonas de la ciudad, el gobierno porteño, con el objeto de poner fin a
______________, “Liderazgos étnicos, caudillismo y resistencia campesina en el aquella desgastante lucha, adoptó un arbitrio tan innoble para el que lo recibía
norte argentino a mediados del siglo XIX”, en N. Goldman y R. Salvatore como para el que lo daba. El oro derramado entre las tropas al mando del general
(comps.), Caudillismos rioplatenses, Buenos Aires, Alfaguara, 1998, pp. 319-346. Hilario Lagos, y entregado “de espaldas, como merece una traición” –eufemismo
______________, “Resistencia y rebelión campesina en la puna de Jujuy, 1850- poco eficaz para justificar la acción de quienes concurrieron a poner en manos del
1875”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio comodoro norteamericano John Halstead Coe, jefe de la marina confederada que
Ravignani”, vol. III, Nº 4, 1991, pp. 63-89. había sido un valiente subordinado de Brown en la guerra contra el Imperio del
SARMIENTO, Domingo F. y José Hernández, Proceso al Chacho, Buenos Aires, Brasil, las talegas con “el vil metal”–, obligó a aceptar la ausencia de Buenos
Caldén, 1968. Aires en el Congreso General Constituyente de 1853. Esto dio lugar a que, meses
VILLAFAÑE, Benajmín, Reminiscencias históricas de un patriota, Tucumán, más tarde, ésta se diera su propia Carta y se convirtiera en una entidad política
Banco Comercial del Norte, 1977. independiente.
178 CAPÍTULO II De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica” M IGUEL Á NGEL D E M ARCO 179

Aceptada la fórmula de status quo, cada parte trató de vivir su propia exis- Urquiza. Luego de intentos de alianza para eliminar la influencia del caudillo
tencia, hasta que el ahogo económico de la Confederación la llevó a romper rela- entrerriano, por parte de su sucesor Derqui, Buenos Aires no cumplió con los
ciones con el Estado rebelde, justificando su actitud en la postura asumida por compromisos derivados del Pacto de Unión Nacional. Hubo que combatir nue-
sus dirigentes ante el asesinato del ex gobernador de San Juan, Nazario Benavídez. vamente por tierra y por agua y, como en la campaña anterior, se recurrió a la
La nación, regida por Urquiza desde Paraná, que apenas contaba con el ejército siempre nefasta improvisación. El inexplicable retiro del campo de batalla de
entrerriano financiado por éste de su propio peculio, logró remontar con gran Pavón (17 de septiembre de 1861), por parte del comandante en jefe del Ejército
esfuerzo tropas en las provincias del Litoral y adquirir algunas pequeñas naves a Nacional, dejó el campo libre a los porteños. La marina confederada, ahora a las
las que se colocaron cañones de escaso poder ofensivo. Buenos Aires, que tenía órdenes del italiano comandante Luis Cabassa, recorrió desorientada las aguas del
abierta una delicada vanguardia en la frontera con los indios, volvió a emplear los Paraná hasta que quedó sin mando ni tripulaciones. La escuadra porteña, tras
recursos que le proporcionaba la Aduana, y armó sus batallones y también su bombardear con poco éxito las baterías de Rosario, dada su escasa capacidad
escuadra. En ambos incorporó a extranjeros.1 ofensiva, volvió a transportar, esta vez en triunfo, a los batallones bonaerenses.4
La marina confederada se hallaba bajo las órdenes de un argentino, el Lo dicho hasta ahora permite apreciar la negligencia e improvisación de
mayor Bartolomé Cordero, aunque los comandantes y oficiales de las naves eran, ambas partes en lo que a la defensa de los ríos se refiere, y también observar el
en su mayor parte, extranjeros. La armada porteña estaba comandada por un ita- estado en que se hallaban los buques del coronel Murature –cinco vaporcitos y
liano, el coronel José Murature, que daba las órdenes en una media lengua his- cuatro pequeños veleros– cuando pasaron a ser los únicos elementos de la Marina
pano-xeneize, quien también había colaborado con Brown durante la Guerra del Argentina, luego de que Bartolomé Mitre fuera ungido primer presidente de la
Brasil. Era amigo de Giuseppe Garibaldi, con el que se escribía y para el cual reunía república unificada.
fondos entre sus compatriotas de la escuadra.2 Licenciadas las unidades de la Guardia Nacional de ambos bandos, las tro-
Tuvieron lugar varias acciones de guerra fluvial, en las que resultó triun- pas de línea porteñas se convirtieron en Ejército Nacional. Durante los meses en
fante la flota confederada. Sin embarco, una sublevación en el vapor General que Mitre, gobernador de Buenos Aires, actuó en calidad de encargado del Poder
Pinto provocó la muerte de su comandante Alejandro Murature, hijo del jefe de Ejecutivo Nacional, esas fuerzas incursionaron a sangre y fuego en las provincias, y
la marina porteña. Las naves de la Confederación habían sido compradas de ya reconstituidas las autoridades nacionales, siguieron combatiendo contra el gene-
apuro en Montevideo, por lo que debieron forzar a cañonazos el paso de Martín ral Ángel Vicente Peñaloza y conteniendo malones indios. Sus vistosos uniformes,
García, protegido por los porteños, para penetrar en el Paraná. La campaña terres- adquiridos como rezagos de la Guerra de Crimea, se hallaban muy deslucidos, y el
tre culminó con el triunfo confederado en Cepeda (24 de octubre de 1859), y los gobierno tenía tantas dificultades para reponerlos como para responder a los recla-
buques porteños sirvieron para transportar a Buenos Aires a los vencidos.3 mos de Murature, que contemplaba el cotidiano deterioro de sus naves.
La victoria no deparó la real incorporación de Buenos Aires, si bien volvió a En 1863, la situación en el Plata comenzó a deteriorarse como consecuen-
ser provincia de la Confederación, al recibir un tratamiento generoso del presidente cia de la invasión al Uruguay del jefe del Partido Colorado de ese país, general
Venancio Flores, quien había mandado una de las divisiones porteñas en Pavón,
1 Teodoro Caillet-Bois, Historia Naval Argentina, 1944, pp. 469-460; Miguel Ángel De Marco,
con el fin de derrocar al gobierno entonces a cargo del presidente Bernardo
“Organización, operaciones y vida militar”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, tomo 5, Prudencio Berro, líder del Partido Blanco. La posterior intervención del Imperio
Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia-Planeta, 2000, pp. 237-251. del Brasil en apoyo del primero, la inmediata declaración del presidente del
2 Enrique Zaracóndegui, Coronel de Marina José Murature, Buenos Aires, Secretaría de Estado de Paraguay, general Francisco Solano López, de que tal situación ponía en peligro el
Marina. Departamento de Estudios Históricos Navales, 1961, p. 45; Miguel Ángel De Marco, “Los equilibrio en la región, y su consecuente apoyo a los blancos desatarían la guerra.
italianos en las luchas por la organización nacional argentina”, en Affari Sociali Internazionali, Nº 2,
Milán, 1987, pp. 2-12; Horacio Rodríguez y Pablo E. Arguindeguy, Nómina de oficiales navales
argentinos, Buenos Aires, Instituto Nacional Browniano, 1998, passim.
3 Isidoro J. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas. La política y la guerra, tomo 2, Buenos 4 Miguel Ángel De Marco, “Los italianos en las luchas por la organización nacional argentina”,
Aires, Emecé, 2006, pp. 653-745; Miguel Ángel De Marco, “Organización...”, op. cit., p 249. op. cit., pp. 107-109.
180 CAPÍTULO II De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica” M IGUEL Á NGEL D E M ARCO 181

La Argentina se hallaba poco menos que inerme, con un ejército mal equi- Paraguay comandada por un jefe a quien habían privado de la capacidad de deci-
pado y peor armado, compuesto de unos 6.000 hombres diseminados por distintos sión, tuvo siempre la iniciativa. Dirigida por el almirante Tamandaré, cuyas inefi-
puntos del país, especialmente en las fronteras interiores, y con una marina sin cacia y mala fe causaban la indignación de sus propios jefes y oficiales, quien
capacidad operacional. No es del caso explicar en esta comunicación cómo tan demoraba las operaciones para obstaculizar al comando en jefe argentino, se con-
complejo panorama regional eclosionó en una guerra abierta entre el Brasil y el virtió en árbitro de los ríos sin que Mitre pudiera contar con un solo buque para
Uruguay contra el Paraguay, ni las razones por las que la Argentina ingresó en la contrapesar su pésima conducción. Recién cuando el presidente argentino dejó el
Triple Alianza contra este último país, para librar un conflicto de casi cinco años.5 mando y la escuadra imperial contó con otro almirante, los acorazados forzaron
Sí conviene señalar que al producirse la invasión al territorio nacional por el paso de Humaitá.
fuerzas fluviales y terrestres del Paraguay, dos de los buques de la escuadra argen- La reciente guerra había demostrado que el país no podía carecer por más
tina, amarrados en el puerto de Corrientes, no estuvieron en condiciones de tiempo de una eficiente organización armada. Mantenía problemas limítrofes
impedir el avance, pues se hallaban en pésimas condiciones, y sus jefes, oficiales con dos naciones caracterizadas por sus apetencias territoriales, el Brasil y Chile,
y marinería apenas pudieron resistir con sus fusiles y bayonetas, secundados por vivía constantemente amenazado por los malones y jaqueado por cruentas revo-
algunos militares correntinos, hasta que fueron tomados prisioneros para morir o luciones en distintos puntos de su territorio.
sufrir varios años de torturas en las selvas paraguayas, como fue el caso del capitán El ya presidente Domingo Faustino Sarmiento, que había contemplado
de fragata Vicente Constantino.6 poco antes en su condición de embajador en los Estados Unidos, los avances
Mientras el país reaccionaba paulatinamente, constituyendo un ejército militares originados en la Guerra Civil norteamericana, buscó incorporarlos
compuesto por fuerzas de línea y de milicias, la Marina libraba un heroico pero cuanto antes a las Fuerzas Armadas. En sus despachos diplomáticos y en su
estéril combate contra baterías instaladas en el Paso Cuevas, luego del avance del correspondencia confidencial había descrito el potencial armado de la Unión.
ejército de López (12 de agosto de 1865). En la cubierta del Guardia Nacional, Incansable, volcánico, no sólo recorría escuelas y universidades, sino que partici-
al mando de Luis Py, en el que izaba su insignia Murature, murieron los guardia- paba en desfiles y revistas navales para adquirir experiencias que le sirvieran en su
marinas José Ferré, hijo del ex gobernador correntino y paladín del federalismo, patria. Conocía en detalle las características del armamento portátil, de la artillería,
y Enrique Py, vástago del comandante de la nave, alcanzados por la metralla de y de los nuevos acorazados y monitores empleados en la gigantesca contienda fra-
los adversarios. tricida del país del Norte.7
A partir de entonces, la Armada sólo realizó tareas de transporte. La Con pertinacia e inteligencia, Sarmiento logró su anhelo de fundar el Colegio
Marina del Brasil, que contaba con acorazados y otros buques de envergadura y Militar de la Nación y la Escuela Naval Militar; es decir, concretó el comienzo de
dotados de gran poder de fuego, luego de vencer en Riachuelo a la escuadra del una nueva etapa, signada por la paulatina incorporación a los puestos de comando
de las Fuerzas Armadas de personal más capacitado profesional e intelectualmente.
Sin dejar de lado la experiencia en los campos de batalla ni la eficacia adquirida a través
5 Miguel Ángel De Marco, La Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Planeta, 1995, pp. 15-39; de vidas enteras a bordo de los buques; sin excluir a los veteranos, que por décadas
Francisco Doratioto, Maldita guerra. Nueva historia de la Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Emecé,
2004, pp. 21-90.
ocuparon posiciones relevantes y en buena medida se adecuaron y aun impulsaron
6 Vicente Constantino, Vida y servicios militares del guerrero del Paraguay capitán de fragata don la preparación de los mandos castrenses, los nuevos institutos suscitaron una modi-
Vicente Constantino, Buenos Aires, Tailhade y Rosselli, Buenos Aires, 1906, passim; Mi prisión en la ficación en los viejos hábitos de intervención en las contiendas electorales, que ponía
Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, 1994, passim; Luis las espadas al servicio de compromisos políticos; generaron un mayor respeto hacia
G. Cabral, Anales de la Marina de Guerra de la República Argentina, tomo 1, Buenos Aires, Juan A. la sociedad civil y contribuyeron a la integración de los hijos de extranjeros a las res-
Alsina, 1904, pp. 1-31; Fermín Eletta, “Guerra de la Triple Alianza con el Paraguay”, Historia
pectivas fuerzas. En pocos años quedó atrás la posibilidad de incorporar oficiales
Marítima Argentina, tomo VII, Buenos Aires, Departamento de Estudios Históricos Navales, 1989,
pp. 383-439; Guillermo Valotta, “La cooperación de las fuerzas navales con las terrestres durante la
guerra del Paraguay”, en Revista de Publicaciones Navales, tomo XXVIIII, Buenos Aires, Ministerio
de Marina, 1915, pp. 271-290. 7 Augusto Rodríguez, Sarmiento militar, Buenos Aires, Peuser, 1950, p. 345.
182 CAPÍTULO II De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica” M IGUEL Á NGEL D E M ARCO 183

voluntarios de otras nacionalidades –como había ocurrido por décadas–, y aun de Pero ese quehacer de formación de recursos humanos no hubiera sido sufi-
“distinguidos” que, formados en la dura disciplina de los regimientos, sin más cono- ciente con medios inadecuados como los que existían cuando Sarmiento ocupó
cimientos que las manidas Tácticas al estilo de la de Perea, habían podido alcanzar la presidencia. Del mismo modo como equipó al Ejército, dedicó ingentes esfuerzos
hasta entonces las más elevadas jerarquías castrenses. económicos para la época a la adquisición de una nueva escuadra. A pesar de las
A la creación del Colegio Militar de la Nación, el 30 de junio de 1870,8 dos rebeliones jordanistas y del persistente problema de las fronteras interiores
siguió la fundación de la Escuela Naval Militar, el 2 de octubre de 1872. –acerca del cual pugnaban entre los gobernantes y los militares dos tendencias
Sancionada la ley que dio vida a este instituto, su primer director fue el mayor de contrapuestas la integración de los aborígenes o la guerra sin concesiones–, la
Marina Clodomiro Urtubey, que había sido enviado años atrás a España para decisión de modernizar la Marina de Guerra se mantuvo en forma inexorable. En
estudiar en el célebre Colegio Naval de San Fernando, en Cádiz. Con el fin de la concepción de Sarmiento y de la mayoría de los hombres públicos de la época,
que los cadetes conocieran desde los comienzos la vida a bordo, se decidió que los nuevos buques debían garantizar la seguridad del estuario del río de la Plata
los cursos se dictaran en el vapor General Brown, que fue el primer buque escuela y los cursos de agua interiores. Al fin y al cabo, todas las guerras libradas hasta
de la Armada Argentina. Como ocurrió con el Ejército, los egresados de la escuela, entonces –si se exceptúan las campañas de corso durante la Guerra de la
cuya cuidada formación facultativa los distinguía de los viejos y meritorios ofi- Independencia y el conflicto bélico con el Brasil– habían tenido lugar en el Mar
ciales prácticos, procuraron diferenciarse de éstos, aunque por bastante tiempo Dulce de Solís, en el Paraná y en el Uruguay. Por otro lado, en la práctica, el terri-
los comandos superiores del arma estuvieron en manos de los que habían recibido torio en el que el Estado ejercía su dominio se circunscribía hacia el sur a las
sus despachos en mérito a los años de servicio y a la pericia demostrada en sucesivas poblaciones ubicadas dentro de una línea que no había avanzado mucho desde la
campañas. El viejo General Brown, pese al peligro que entrañaba la navegación en colonia. Muy pocos miraban hacia la Patagonia y contemplaban las riquezas que
el mar argentino, fue enviado con los cadetes de la primera promoción, para que apren- encerraba el mar Argentino.
diesen su oficio en medio de los vientos, las tempestades y la dura vida de a bordo. Los astilleros ingleses recibieron en 1872 la orden de compra de dos moni-
Luego de una breve clausura, la Escuela continuaría funcionando embar- tores, Plata y Andes. El Brasil adquirió de inmediato, para equilibrar fuerzas, dos
cada en los buques de guerra y sedes en tierra, con nuevos directores y planes de unidades similares, el Javary y el Solimoes. Además la Argentina encargó dos caño-
estudio que fueron adaptados al sostenido progreso de la tecnología naval, del neras, Paraná y Uruguay, cuatro bombarderas, Pilcomayo, Bermejo, Constitución y
que no tardaría en beneficiarse la Armada Argentina. Los alumnos participaron República, y una flotilla de pequeñas torpederas, denominadas con números arábi-
en 1876 en la expedición comandada por el comodoro Luis Py, con el fin de reafir- gos. Pese a ser buques de empleo fluvial, soportaron muy bien la violencia del
mar los derechos argentinos sobre la Patagonia, y tres años más tarde intervinieron en mar Argentino para tocar las costas de Santa Cruz, en la operación que ya fuera
la Campaña al Desierto que encabezó el ministro de Guerra y Marina, general mencionada.10
Julio Argentino Roca. Paralelamente, el personal subalterno recibió instrucción en La compra de dichas naves implicó el fin de la compulsiva presencia de las
la llamada Escuela de Marineros que tuvo por cambiante centro otros buques de estaciones navales extranjeras para apoyar con sus cañones la acción de sus diplo-
la Armada. Así fue hasta que en 1880 quedó establecida en los talleres de Marina máticos. Las naves de las potencias de primer y segundo orden, se limitaron a las
de Tigre la Escuela de Aprendices Mecánicos que años más tarde se transformó visitas de cortesía. Poco después, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, el
en lo que el gracejo naval denominó “la universidad de lata”, por el material con intento de embarcar en un buque de la Marina Británica los caudales del Banco
que estaban construidos los primitivos galpones y por la variedad de especialidades de Londres implicó la enérgica manifestación del ministro de Relaciones
que se brindaba a los aspirantes de la Armada.9 Exteriores Bernardo de Irigoyen, quien sostuvo: “Los capitales […] no estarán más
seguros a bordo de un navío de guerra inglés que en cualquier lugar del territorio
8 Isaías J. García Enciso, Historia del Colegio Militar de la Nación, Buenos Aires, Círculo Militar,
1970, passim.
9 Humberto F. Burzio, Historia de la Escuela Naval Militar, Buenos Aires, Departamento de Estudios
Históricos Navales, 1972, passim; Miguel Ángel De Marco, “Organización...”, op. cit., pp. 259-255. 10 Teodoro Caillet-Bois, op.cit., pp. 483-496.
184 De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica” M IGUEL Á NGEL D E M ARCO 185

argentino bajo la guarda de las autoridades nacionales”, para afirmar seguidamente: los requerimientos estratégicos del país en la parte del Atlántico que baña sus costas,
“Las sociedades anónimas no tienen patria”.11 no sólo en lo atinente a la seguridad nacional sino a la preservación de las ingentes
Aparte de la adquisición de los buques de la denominada “escuadra de hierro” riquezas que décadas más tarde definiría el almirante Storni como intereses marítimos
de Sarmiento, se adoptaron otras medidas para garantizar la soberanía en las argentinos.
aguas, en un contexto de conflictos limítrofes con los países vecinos: el artillado
de la isla Martín García, la creación del Arsenal de Zárate con el fin de atender a
las necesidades de los nuevos buques, la iniciación de tareas hidrográficas, la colo-
cación de faros flotantes en el Río de la Plata, etcétera. B IBLIOGRAFÍA
Le correspondería al joven y visionario general Julio Argentino Roca,
como ministro de Guerra y Marina de Avellaneda, y enseguida en calidad de pre-
sidente de la República, ampliar esa perspectiva. El estadista sostenía que había BURZIO, Humberto F., Historia de la Escuela Naval Militar, Buenos Aires,
que mirar al mar y que la Armada debía realizar estudios hidrográficos, canaliza- Departamento de Estudios Históricos Navales, 1972.
ciones, balizamientos, iluminación de las costas, vigilancia sanitaria y policial, CAILLET-BOIS, Teodoro, Historia Naval Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1944.
protección de los intereses nacionales fuera de las fronteras y conservación del CABRAL, Luis G., Anales de la Marina de Guerra de la República Argentina,
orden y la comunicación con los puntos excéntricos del territorio, pues se trataba tomo 1, Buenos Aires, Juan A. Alsina, 1904.
de asuntos de importancia vital y permanente para todo país que tuviera señalado CONSTANTINO, Vicente, Vida y servicios militares del guerrero del Paraguay capitán
un rango entre las naciones modernas.12 de fragata don Vicente Constantino, Buenos Aires, Tailhade y Rosselli, 1906.
Concluida casi totalmente la lucha en la frontera interior y sofocada la ___________________, Mi prisión en la Guerra del Paraguay, Buenos Aires,
rebelión de Buenos Aires en junio de 1880, el presidente Roca decidió fijar nue- Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, 1994.
vas pautas orgánicas para el Ejército y la Armada. Disponía la creación de los DE MARCO, Miguel Ángel, Notas sobre la política santafesina (de Cepeda a
Estados Mayores permanentes, la sanción de reglamentos que fijaban con claridad Pavón), Rosario, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UCA, 1982.
las características de los uniformes para romper con las tendencias anárquicas de ______________________, “Los italianos en las luchas por la organización nacional
algunos jefes de unidades al respecto, la constitución de nuevos agrupamientos al argentina”, en Affari Sociali Internazionali, Nº 2, Milán, 1987.
uso de casi todos los países modernos; el establecimiento de normas sobre ascensos ______________________, La Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Planeta, 1995.
militares que reemplazaban en ambas fuerzas las ordenanzas españolas de fines del ______________________, “Organización, operaciones y vida militar”, en Nueva
siglo XVIII –aún vigentes– y la creación de diversos organismos administrativos, Historia de la Nación Argentina, tomo 5, Buenos Aires, Academia Nacional de la
de formación y de perfeccionamiento. Historia-Planeta, 2000.
La concepción de una Armada que se ocupase de la defensa y protección ______________________, “Fuentes hemerográficas y documentales sobre la
del mar continental había ganado terreno, y si Sarmiento y otros políticos se presencia de figuras del Risorgimento en la República Argentina y de ex comba-
empeñaban en sostener que el escenario de su actividad eran los ríos, resultaban tientes garibaldinos en sus fuerzas armadas”, en Il Risorgimento Italiano in
muchos más los que creían que su presencia debía extenderse hasta el Cabo de America Latina, Génova, Casa America-Affinittà elettive, 2006.
Hornos. Si la Marina de Guerra constituía una fuerza oceánica según la concepción ______________________, La historia contemplada desde el río. Presencia
actual, que se refiere a la disponibilidad de medios para ocupar grandes espacios, naval española. 1776-1900, Buenos Aires, Educa-Librería Histórica, 2007.
estaba en condiciones de responder, con sus acorazados y otras naves modernas, a DORATIOTO, Francisco, Maldita guerra. Nueva historia de la Guerra del
Paraguay, Buenos Aires, Emecé, 2004.
11 Miguel Ángel De Marco, La historia contemplada desde el río. Presencia naval española. 1776- ELETTA, Fermín, “Guerra de la Triple Alianza con el Paraguay”, en Historia
1900, Buenos Aires, Educa-Librería Histórica, 2007, p. 396. Marítima Argentina, tomo VII, Buenos Aires, Departamento de Estudios Históricos
12 Guillermo Oyarzábal, Los marinos de la Generación del 80, Buenos Aires, Emecé, 2005. Navales, 1989.
186 CAPÍTULO III De la Marina “fluvial” a la Marina “atlántica”

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y los movimientos populares
CAPÍTULO III 189

1880-1930 L A VIDA POLÍTICO - ELECTORAL Y LOS MOVIMIENTOS POPULARES

La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia de


Rosas a Roca (1829-1878)

S ILVIA R ATTO
UNQ / CONICET

Desde la década de 1820, la creciente demanda de productos pecuarios


por parte del mercado mundial incentivó un mayor interés del gobierno bonae-
rense por la expansión territorial hacia el sur para incorporar tierras fértiles que
permitieran incrementar la exportación de productos pecuarios. A partir de
entonces, la política de fronteras cobró mayor importancia para los gobiernos
provinciales. Pero como los espacios sobre los que planteaba la expansión estaban
habitados por grupos nativos, cualquier definición sobre la política fronteriza lle-
vaba implícita la elaboración de una política indígena en el sentido de qué camino
debía tomarse con respecto a aquellos grupos a los que se les iba a usurpar la tierra.
Siguiendo a Enrique Mases

la situación de las fronteras [así] como […] la problemática de la sociedad


indígena misma [corresponden a] cuestiones que en realidad son sólo aspectos
diferentes de un mismo problema.1

Pero si ésta fue una de las preocupaciones centrales de los gobiernos pro-
vinciales y luego del gobierno nacional, desde épocas anteriores a la definitiva con-
quista de la Pampa y la Patagonia, lo que se discutió durante todo este período
fueron los medios mediante los cuales llegar a ese objetivo; se plantearon entonces
dos vías diferentes: el avance a través de negociaciones con los grupos indígenas
que iban a ser incorporados al territorio conquistado o mediante avances militares
que llevaran al sometimiento de la población originaria.

1 Enrique Mases, Estado y cuestión indígena. El destino final de los indios sometidos en el sur del
territorio (1878-1910), Buenos Aires, Prometeo/Entrepasados, 2002, p. 16.
190 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 191
de Rosas a Roca (1829-1878)

El objetivo de este trabajo es presentar cómo se diseñaron estas dos estra- móvil, es decir, la práctica de trasladarse constantemente en busca de pastos y
tegias de avance territorial centrando la atención en las decisiones tomadas desde aguada para el pastoreo de ganado y para realizar expediciones de caza y recolec-
el gobierno de Buenos Aires hasta 1862 y desde el gobierno nacional a partir de ción. Para compensar esta disminución en las actividades de obtención de recur-
ese momento, dividiendo el análisis en tres momentos diferentes: el gobierno de sos y reconstituir la economía de los grupos indígenas, se les hacía entrega de
Rosas entre 1829 y 1852, el período de separación entre el Estado de Buenos raciones en ganado y bienes de consumo. Si bien la práctica de entrega de racio-
Aires y la Confederación Argentina de 1852 a 1862 y la etapa de unificación nes no era novedosa, constituía la segunda novedad del sistema ya que a partir de
nacional que culmina con las expediciones militares de Roca. 1830 el negocio pacífico contó con una partida presupuestaria propia denomina-
da “Negocio Pacífico de Indios dentro del Departamento de Gobierno”, lo que
Primer período: el gobierno rosista (1829-1852) garantizó la disponibilidad de recursos para hacer frente a esos gastos.
Como contrapartida de estos bienes entregados por el gobierno, los llama-
En 1829 Rosas fue elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires. En dos “indios amigos” debieron cumplir una serie de tareas que excedieron las vagas
su primer mandato, que se extendió de 1829 hasta 1832, se dedicó a estabilizar declaraciones de amistad que habían precedido a las relaciones pacíficas de otras
y perfeccionar la política indígena desarrollada desde 1826. Sobre la base de los épocas y que constituyen la tercera innovación de esta política. Estos indios debieron
acuerdos iniciados años antes, se creó un sistema de relaciones pacíficas con algu- cumplir diversas tareas como las de mensajeros, mano de obra en hornos de ladrillos
nos grupos indígenas que se llamó precisamente el “Negocio Pacífico de Indios”, pertenecientes al Estado y en establecimientos rurales de particulares. Pero la tarea
que fue cambiando de contenido y extendiendo su alcance a una diversidad de más importante –que con el tiempo se convirtió en la fundamental–, fue la confor-
grupos indígenas durante el extenso gobierno de Rosas, que llegó a su fin en mación de milicias indígenas auxiliares para la defensa de la frontera.
1852. En términos generales, esta política consistía en el establecimiento de pactos En efecto, el gobierno provincial organizó la defensa de la región sur de la
de amistad con algunos grupos nativos que se comprometían a no atacar los estable- provincia bonaerense echando mano a los tres cuerpos militares de que disponía:
cimientos fronterizos y a avisar de posibles invasiones de otras agrupaciones, y el ejército regular, los cuerpos de milicias2 y los indios amigos. La utilización de
recibían por tal tarea una serie de obsequios que consistían en cantidades de vecinos-milicianos para el servicio de la frontera se remonta a tiempos coloniales
ganados y artículos de consumo acordes con la población que integraba el grupo. y en todos los casos el motivo era el mismo: la incapacidad de los gobiernos centrales
Definida de esta manera, esta política retomaba algunos rasgos desarrollados de hacerse cargo de la defensa fronteriza. Con estas fuerzas disponibles, a mediados
desde el período colonial; sin embargo, el negocio pacífico de Rosas tenía tres de la década de 1830, la frontera bonaerense se hallaba defendida por las siguien-
novedades con respecto a prácticas anteriores, que derivaron en un relativo éxito en tes fuerzas: en el norte, el Fuerte Federación –actual localidad de Junín– contaba
estabilizar la paz fronteriza que sería reconocida luego de la caída del Gobernador con 49 soldados de línea, 290 milicianos y 412 lanceros indígenas; y 25 de Mayo
aun por sus más acérrimos enemigos. tenía 54 soldados regulares, 130 vecinos-milicianos y 29 lanceros. Como puede
La primera novedad era que los grupos indígenas que pactaron su alianza verse, el peso de las milicias indígenas no era desdeñable pero en el sector sur de
con el gobierno, abandonaron su asentamiento en territorio indígena y pasaron la provincia su contribución a la defensa era mucho más evidente. En Tapalqué
a vivir dentro de la provincia de Buenos Aires, en las cercanías de algún fuerte y Azul servían sólo 22 soldados regulares, 390 milicianos y 899 indígenas que
fronterizo. De esa manera, podían ser controlados de manera más eficaz por las representaban un 68,6% de las fuerzas totales. Una situación similar se daba en
fuerzas militares. Pero la asignación de un lugar de asentamiento en la provincia
no implicó de ningún modo un precedente para la entrega permanente de tierras
en propiedad a estos grupos ya que, a medida que avanzaba la línea fronteriza,
2 Sobre las características y formas de organización de las milicias provinciales a partir de la década
eran trasladados a otros espacios con el objetivo de que no quedaran nunca a reta-
de 1820, véase los trabajos de Oreste Carlos Cansanello, fundamentalmente “De súbditos a ciudadanos.
guardia de los nuevos establecimientos rurales. Los pobladores rurales bonaerenses entre el Antiguo Régimen y la Modernidad”, en Boletín Ravignani,
Esta instalación en un espacio territorialmente delimitado implicó para los Nº 11, 1995, y “Las milicias rurales bonaerenses entre 1820 y 1830”, en Cuadernos de Historia
grupos nativos la pérdida o, al menos, la limitación de su patrón de subsistencia Regional, Nº 19, Universidad Nacional de Luján, 1998.
192 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 193
de Rosas a Roca (1829-1878)

el fuerte Independencia, donde el ejército regular era sólo un 4,6% de la guarnición avanzar una toldería traigan muchos prisioneros vivos, con dos o cuatro
general –con 20 soldados–, los vecinos milicianos representaban un 21,7% con hay bastantes y si más se agarran esos allí en caliente nomás se matan a la
94 personas y los indios amigos componían el 73,7% de las fuerzas defensivas, vista de todo el que esté presente pues que entonces en caliente nada hay
con 320 lanceros.3 de extraño y es lo que corresponde. Cuando así hablo es de indios grandes
En lo que respecta a la política de fronteras, durante el período rosista, no y no muchachos chicos que no es fácil escapen y que estos y las familias
hubo avances territoriales considerables pero se llevó a cabo una expedición mili- son las que deben hacerse prisioneras.4
tar entre marzo de 1833 y enero de 1834, convocada y organizada de manera
conjunta por las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y San Luis que Del éxito de la campaña al sur dependía, para el Gobernador, la consolidación
tuvo el objetivo de consolidar el espacio que se había incorporado al territorio del sistema de relaciones pacíficas que ya se había iniciado sobre la base de la tri-
provincial luego de las fundaciones de 1828 y, en palabras de Rosas “decidir qué logía de caciques amigos –Catriel, Cachul y Venancio–, asentados en la frontera
indios son amigos y cuáles no”. La expedición contó con tres divisiones: una a sur; más al sur, la amistad con caciques tehuelches cercanos al fuerte de Carmen
cargo del brigadier José Félix Aldao, gobernador de Mendoza, que partió hacia el de Patagones incentivaría el activo comercio que siempre los había unido al fuerte;
sur buscando la confluencia de los ríos Limay y Neuquén; la del centro, bajo las los boroganos, asentados en Salinas Grandes, actuarían como barrera de contención
órdenes del general Ruiz Huidobro, que salió de la provincia de San Luis y debía ante posibles ataques de grupos trascordilleranos. Para que el modelo funcionara
recorrer el espacio de norte a sur hasta el río Colorado. Estas dos divisiones debí- a la perfección, sólo faltaba organizar algunas piezas sueltas: los ranqueles y los
an atacar a los indios ranqueles, con quienes nunca se había podido establecer la indios que constantemente arribaban del otro lado de la cordillera. El objetivo
paz. La división sur, por último, dirigida por el mismo Rosas, se dirigió princi- final de Rosas era que, logradas estas paces, los indios se asentaran de manera per-
palmente sobre los grupos que seguían hostilizado la frontera bonaerense. manente en un sitio y se dedicaran a sembrar la tierra.
La correspondencia de Rosas con distintas autoridades militares y civiles Este esquema contemplaba la idea de incorporar al indígena a la sociedad
de la expedición y de la provincia es extensísima y evidencia la meticulosidad y criolla mediante su participación en la economía provincial (a través del comer-
detalle que habitualmente se señala como característica de su estilo de gobierno. cio y de la práctica agrícola) pero no de manera forzada sino apoyada en la misma
Las instrucciones del comandante de la división expedicionaria cubrían una dinámica de la relación. La convivencia con la población criolla tendería, según
amplia gama de situaciones referidas al curso de la guerra, en donde no estaba de Rosas, a fomentar en los indios amigos prácticas económicas que finalmente lle-
más señalar, por ejemplo, qué debía hacerse con los prisioneros indígenas. En una varían a su integración a la sociedad provincial.
carta verdaderamente aterradora, Rosas le indicaba al coronel Pedro Ramos la
forma de proceder con los prisioneros indígenas tomados en las incursiones: Segundo período: la confrontación entre la Confederación Argentina y
el Estado de Buenos Aires (1852-1862)
Cuando tome prisioneros indios, una vez que les haya tomado declaración
puede, al dejar el punto, mantener una pequeña guardia para que cuando En febrero de 1852, la batalla de Caseros puso fin al gobierno de Rosas,
no haya nadie en el campo los fusile. Digo esto así porque después de pri- pero eso no implicó un acuerdo entre las provincias para avanzar en un proyecto
sioneros y rendidos da lástima matar hombres y los indios que van con Ud. de organización nacional sino que, por el contrario, abrió paso a un período de
que lo vean aunque quizás les gustaría esto porque así son sus costumbres confrontación entre la Confederación Argentina liderada por Urquiza y la provincia
pero no es lo mejor... Si los indios preguntan por ellos debe decírseles que de Buenos Aires, cuya máxima expresión fue la revolución del 11 de septiembre,
intentaron escapar y fueron ultimados. Por esto mismo no conviene que al que llevó a la separación de la última del resto de la Confederación. Poco después,

3 Los datos se encuentran en Silvia Ratto, “Soldados, milicianos e indios de `lanza y bola´. La defen- 4 Juan Manuel de Rosas a Pedro Ramos, 2 septiembre de 1833, Archivo General de la Nación
sa de la frontera bonaerense a mediados de la década de 1830”, en Anuario IEHS, Nº 18, 2003. [AGN], Sala X, Legajo 27.5.7.
194 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 195
de Rosas a Roca (1829-1878)

el 1º de diciembre, un movimiento de base rural dirigido por el coronel Hilario con nuestros caballos trasegados quedaríamos postrados sin combatir y
Lagos, desafió a las nuevas autoridades porteñas por su proyecto separatista. El hubiéramos tenido que hacer una retirada que hubiera sido un gran triunfo
movimiento mantuvo sitiada la ciudad de Buenos Aires por espacio de seis meses para los indios; estas consideraciones me hicieron mucha fuerza y abandoné
y su finalización significó el fracaso urquicista por imponerse a la ciudad portua- mi primera inspiración que hubiera sido tal vez la acertada, aunque me iba
ria y un período de casi diez años de autonomía. a encontrar con 4.000 indios y la verdad creo que tuve un poco de miedo.
Luego de Caseros, y al menos durante el año 1852, el gobierno de Buenos Aires
decidió continuar con la política indígena rosista sustentada en el abastecimiento de Luego de los ataques sufridos y de las derrotas experimentadas a mediados
los indios amigos, destinando para tal fin un gasto similar al que se había estado invir- de la década de 1850, el gobierno porteño asumió la necesidad de reestablecer
tiendo en el período anterior. Sin embargo, esta situación no se mantuvo en los años una política pacífica con los indígenas. Los caciques plantearon una exigencia
siguientes. Por un lado, el conflicto con la Confederación produjo una división en las nueva: el reconocimiento de la propiedad de las tierras que ocupaban desde hacía
fuerzas militares-milicianas e indígenas entre sectores que apoyaban a los porteños y los décadas. Así, en 1856, se produjo la primera concesión de tierras en propiedad a
que se unieron a los sitiadores, restando efectivos y disminuyendo los gastos de la polí- los indios de Azul mediante la creación de “Villa Fidelidad”, extensión de tierra
tica indígena.5 Pero resuelto el conflicto y decidida la separación de los dos poderes, que fue comprada a la corporación municipal y dividida en 100 solares de 50
comenzaron a hacerse oír en la provincia de Buenos Aires, nuevos proyectos defendidos varas de frente por 50 de fondo, los cuales se organizaron alrededor de una plaza
por el entonces legislador Bartolomé Mitre, quien planteaba una política fronteriza más central. En los años siguientes, se entregaron tierras en propiedad a los caciques
agresiva desplazando a la población indígena y reemplazándola por la de colonos. En Ancalao en Bahía Blanca, a Raylef y Melinao en Bragado, a Coliqueo en 9 de
mayo de 1853, se había creado el nuevo Fuerte Esperanza –en la actual Alvear– y a Julio, a Rondeau en 25 de Mayo y a Raninqueo en Bolívar.
comienzos del año siguiente se autorizó el traslado del pueblo de Tapalqué ocho leguas La vuelta al racionamiento volvió a formar parte de la política indígena
al sudeste de su ubicación original, lo que implicaba el avance sobre grupos indígenas porteña y los presupuestos del aún llamado “Negocio Pacífico” recuperaron los
que se hallaban asentados en el lugar desde hacía más de dos décadas. Paralelamente se montos tradicionales.6 El reestablecimiento de las paces volvió a poner en práctica
resolvió la suspensión en la entrega de raciones a algunas tribus. la utilización de los indígenas como soldados para la defensa de la frontera. Por
Las nuevas condiciones de la relación generaron la reacción de los indígenas tal motivo, los gastos insumidos por los grupos nativos, aliados al gobierno pro-
afectados por las medidas, quienes, unidos a otros grupos, protagonizaron una vincial, se hallaban registrados en la tradicional partida del “Negocio Pacífico” y en
serie de ataques sobre los establecimientos rurales del sur de la provincia. La reacción una nueva que se denominó “Indios a sueldos”. Para el año 1857 se encontraban
del gobierno fue una movilización de fuerzas hacia la región afectada para responder piquetes de indios militarizados incorporados a cuerpos del Ejército en las guarni-
a los malones con expediciones punitivas sobre los grupos atacantes. Estas ofensivas ciones de Junín, Fuerte Argentino y 25 de Mayo y otros formaban parte del
del ejército provincial fueron rechazadas en todos los casos por los indígenas y los Regimiento de Blandengues y del Regimiento 11 de Guardias Nacionales que
mismos comandantes militares reconocieron que la clave del fracaso era su falta de prestaba servicios en la frontera sur.7
experiencia en enfrentamientos con guerrillas indígenas.5
Al no poder detener un nuevo avance indígena sobre Azul, Emilio Mitre, des- Tercer período: la organización nacional hasta las campañas de Roca
tinado al departamento sur de campaña, reconocía en una carta a su hermano (1862-1878)
Bartolomé, ministro de Guerra de la provincia, que “los indios se me han ido sin darles
siquiera un pescozón aun con riesgo de que ellos me lo hubieran dado a mi”; agregaba El triunfo porteño en Pavón definió la unión de Buenos Aires al resto de
que su primera idea había sido seguirlos hasta las tolderías pero consideró que la Confederación y el inicio del proceso de consolidación política y territorial del

6 En 1856 se gastaron 445.106 pesos y en el año siguiente 476.939. En Libros Mayores de la


5 En 1852 se gastaron en raciones y obsequios la suma de 419.661 pesos y al año siguiente el monto Provincia de Buenos Aires, AGN, Sala III.
apenas alcanzó los 27.666 pesos, en Libros Mayores de la Provincia de Buenos Aires, AGN, Sala III. 7 Ibid., 1857, AGN, Sala III.
196 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 197
de Rosas a Roca (1829-1878)

Estado argentino. Desde bien temprano se hizo evidente la prioridad que tendrí- el senador Rojo consideraba “imprudente reconocer en los indígenas un derecho
an, a partir de entonces, las fronteras con los indígenas. Al asumir la presidencia, cualquiera respecto al territorio [ya que] si se les reconoce derecho sobre las tie-
Mitre dejó sentada la necesidad de encarar un proyecto más global y definitivo rras, ¿con qué facultad ni razón vamos a despojarlos de ellas?”
en relación a lo que se consideraba la amenaza indígena sobre los establecimien- Esta última posición fue la que se impuso ya que la ley promulgada no
tos productivos de la campaña. En una carta escrita en 1863, el teniente coronel preveía la entrega de tierras y, acentuando la posición más militarista, estipulaba
a cargo de las Comisiones de Indios, Juan Cornell, recomendaba al Ministro de que “de las tribus que se resistan al sometimiento pacífico de la autoridad nacio-
Guerra la continuación de la política de tratados solicitados por los caciques, no nal, se organizará contra ellas una expedición general hasta someterlas y arrojar-
por acordar con esta línea diplomática, sino porque de esa manera “se gana entre- las al sur de los ríos Negro y Neuquén”.
teniendo la paz mientras se va conquistando la tierra”.8 Esta ley no pudo llevarse a cabo de manera inmediata por el estallido de
Ambas propuestas fueron puestas en práctica por el gobierno. En el trans- otros frentes de conflicto que desviaron los recursos del Estado: la guerra con el
curso de unos pocos años, se firmaron más de veinte tratados con distintos caci- Paraguay (1865-1870) y el conflicto con las montoneras del Interior (1863 y
ques, cifra que contrastaba fuertemente con el período anterior. Pero en los pun- 1876). Por tal motivo, la alternancia entre expediciones militares enviadas a terri-
tos acordados se hacía evidente el cambio en la relación de fuerzas con un deterio- torios indígenas acotadas a algunos sectores fronterizos y la práctica de entrega de
ro de la posición indígena y mayores exigencias por parte del Estado nacional. Este raciones, sólo a determinados grupos considerados estratégicamente aliados, se man-
cambio se expresó además en acciones concretas como la creación de diez nuevos tuvo por un tiempo. En este contexto, en el ámbito nacional, desde 1866, se volvió
distritos rurales sobre territorio indígena durante el año 1865 y en la promulga- a establecer una partida presupuestaria para el llamado “gasto de indios” dentro
ción, dos años después, de la ley 215 que establecía la ocupación por fuerzas del de las erogaciones realizadas por el Ministerio de Guerra, repartición de la cual
Ejército Nacional del territorio que se extendía hasta el río Negro, fijando en el dependía ese rubro.
curso de ese río el nuevo límite fronterizo con los grupos indígenas.9 Los montos de esas erogaciones, desde que se restablecieron hasta las cam-
En la discusión suscitada en la Cámara de Senadores a propósito de esta pañas dirigidas por el ministro de Guerra Julio A. Roca, sufrieron fluctuaciones.
ley se plantearon distintas posiciones sobre la política a seguir con respecto a los Entre los años 1866 y 1875 se situaron en un 5% de los gastos ministeriales y
indígenas.10 El proyecto original redactado por la comisión militar proponía en experimentaron un brusco descenso en los últimos años de la década, al ubicar-
su artículo segundo la entrega de tierras a los grupos indígenas a los que se con- se en el 3,2%. Estos “gastos de indios” comprendían, al igual que en el período
sideraba ocupantes originarios de las mismas; esta concesión fue presentada por rosista, las raciones que mensualmente se entregaban a los grupos con los que se
los miembros informantes de la comisión como una forma de alentar a algunos mantenía un trato pacífico, el pago de sueldos militares a determinados piquetes
grupos nativos para que acompañasen al Ejército Nacional en la empresa de conquista. de indígenas. Pero desde el año 1872 presentaban como innovación un monto
Pero el artículo fue criticado por algunos senadores que, como Navarro, conside- destinado tanto para aquellos grupos que decidieran someterse al gobierno nacio-
raban que “ese reconocimiento estaría en contradicción con el objeto mismo de nal como para los gastos ocasionados por la creación de reducciones indígenas a
la ley [ya que] vamos a tomar una medida de nación que está en guerra con otra cargo de misioneros. Y de hecho, en la Memoria de Guerra y Marina, Martín de
nación para librarnos de sus acechanzas y de sus incursiones”. De igual manera, Gainza informaba en el año 1874 que en el norte de Santa Fe se habían establecido
tres reducciones que se hallaban bajo la “dirección de padres misioneros que se
dedican a la agricultura y construyen sus habitaciones en el sitio que se les asignó
8 Ingrid de Jong, “Acuerdos y desacuerdos: las políticas indígenas en la incorporación a la frontera y contribuyen a la defensa de la frontera”.11
bonaerense (1856-1866)”, en Sociedades en Movimiento. Los pueblos indígenas de América Latina en el siglo La inclusión de piquetes indígenas dentro de las fuerzas que defendían la
XIX, editado por Raúl Mandrini, Antonio Escobar Ohmstede y Sara Ortelli, pp. 47-62, en Anuario IEHS,
frontera llevó a constantes discusiones en el recinto parlamentario en torno a cuáles
Suplemento 1, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2007.
9 Abelardo Levaggi, Paz en la frontera: historia de las relaciones diplomáticas con las comunidades indíge-
nas en la Argentina (siglo XVI-XIX), Buenos Aires, Universidad del Museo Social Argentino, 2000.
10 Cámara de Senadores, sesión del 4 de julio de 1867, pp. 142-143. 11 Martín de Gainza , Memoria de Guerra y Marina, 1876, p. LXII.
198 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 199
de Rosas a Roca (1829-1878)

eran las fuerzas más eficaces para hacerse cargo de esa tarea: ¿ejército de línea?, tanto o mayor servicio por lo que propone aumentar los sueldos: sargentos de
¿Guardias Nacionales?12 o ¿milicias indígenas? 2,50 a 5; cabos de 2 a 4,70, soldados de 1,50 a 3,75 pesos.
Con respecto al segundo tipo de fuerza, era una constante en los informes El senador Del Barco apoyaba la propuesta del Ministro agregando que
de los comandantes de frontera al Ministro de Guerra, la indisciplina que carac- conocía los servicios prestados por esos indios, que eran “iguales o más fuertes del
terizaba a los cuerpos milicianos, el escaso interés que demostraban por defender que prestan los soldados de línea Estos indios están regimentados como soldados
“el suelo que habitan”, planteando la necesidad de reemplazarlos en cuanto fuera de línea y los ocupan en aquellos servicios que son más fuertes, que exigen más
posible por soldados de línea. En el año 1870, el propio Ministro esperaba que en fortaleza en los hombres para desempeñarlos; son indios que sirven en cualquier
el transcurso del año, con la finalización de la Guerra del Paraguay, se pudieran cuerpo de línea y que es imposible que puedan traicionar porque están tan com-
licenciar a las Guardias Nacionales que durante ese período habían estado a cargo prometidos como los cristianos”. De hecho, a inicios de la década de 1870,
de la seguridad de las fronteras y, de esa manera reemplazarlas por tropas de línea, comenzó a incrementarse la cantidad de soldados indígenas que sirvieron en la
“para terminar con los gastos y quejas de los gobiernos provinciales”.13 frontera y a extenderse su utilización en diferentes espacios.
Es probable que el problema insalvable de la tan mentada indisciplina Entre 1870 y 1873 –período que media entre el fin de la guerra del Paraguay
miliciana y la necesidad de destinar a los cuerpos de línea a otras zonas de con- y la segunda guerra jordanista–, los cuerpos de línea estuvieron momentáneamente
flicto, intentaran ser revertidos mediante la utilización más sistemática de cuer- disponibles para servir en la frontera. Nos preguntamos si en ese momento se
pos de lanceros indios a tal punto que en el año 1871, el ministro de Guerra pudo llevar a cabo la idea de desvincular a las Guardias Nacionales de esa tarea y,
Martín de Gainza y el comandante de la frontera sur, Ignacio Rivas, hayan pen- además, cómo repercutió en el uso de lanceros indígenas. El cuadro que sigue
sado en reemplazar a las Guardias Nacionales, al menos en la provincia de Buenos indica el tipo de fuerzas utilizadas en tres años diferentes en cada comandancia
Aires, por milicias indígenas. Si bien esto no llegó a suceder, lo cierto es que en de frontera. Elegimos el año 1869 por ser un momento en el que el gobierno
algunos sectores fronterizos la defensa parecía haberse centrado en ellas. nacional aún mantenía cuerpos del ejército de línea en el Paraguay; el año 1871
En Santa Fe, los indios que habitaban las reducciones de San Pedro y del corresponde a un momento intermedio donde podrían haberse comenzado a
Sauce se habían convertido en lanceros esenciales para la defensa de la frontera verificar algunos cambios y el año 1873 –año de la guerra en Entre Ríos– donde
desde hacía varios años antes. En 1864, cuando se discutió en el Senado el rubro volverían a restarse fuerzas de ejército de línea.
“Gastos de indios” del presupuesto correspondiente al Ministerio de Guerra, el
ministro Gelly y Obes, que participó en la sesión, introdujo un pedido de modi-
ficación que no había contado con el voto favorable en Diputados. El Ministro
explicaba que los indios de San Pedro, al norte de Santa Fe, así como los del
Escuadrón de Lanceros del Sauce, debían ser considerados “propiamente tropas
de línea al servicio de la frontera que se ha establecido como 90 leguas más afue-
ra de la línea que existía anteriormente”. Teniendo en cuenta, entonces, el impor-
tante papel que cumplían, el Ministro consideraba que no había razón ninguna
para que no fueran pagados a la par de los de Azul y Bahía Blanca –lo que señala
claramente la menor importancia dada a la frontera norte–, puesto que hacen

12 El 8 de marzo de 1852, el gobierno de Buenos Aires decidió la disolución de las viejas milicias y la
constitución, en su lugar, de la Guardia Nacional que, en lo relativo a su enrolamiento y excepciones,
siguieron rigiéndose por la Ley de Milicias del año 1823. Dos años después, el 28 de abril de 1854, la
Confederación Argentina creó sus propias Guardias Nacionales.
13 Martín Gainza, op. cit., 1870
200 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia S ILVIA R ATTO 201
de Rosas a Roca (1829-1878)

de que tengan cómo subsistir por sí mismos y puedan mejorar su condición y la


Comandancias Generales Tipode fuerzas 1869 1871 1873 de sus hijos”.
En un claro afán integrativo de los indígenas, los integrantes de la comisión,
entre otras cosas, proponían crear tres escuelas en Azul, Tapalqué y Olavarría, y
Línea 899 683 656
“admitir a las mismas escuelas una tercera parte de niños cristianos pobres que
Guardias Nacionales 418 800 593
Sur y Costa Sur Buenos Aires mezclados con los niños indios harían mas fácil la enseñanza y cambio de costumbres
Indígenas ----- 183 382
de éstos” y agregaban la necesidad de entregar tierras en propiedad para consolidar
Totales por año 1317 1666 1631
su asentamiento en la región.
Línea 402 1207 1490 Pero estas voces que planteaban una cierta integración indígena ya sea
Sur Santa Fe, Norte y Guardias Nacionales 423 113 1302 mediante su conversión en Guardias Nacionales o en pobladores rurales con
Oeste Buenos Aires Indígenas ----- 28 38 acceso definitivo a una parcela de tierra, se desvanecieron en los últimos años de
Totales por año 825 1348 2830 la década de 1870, cuando el fin de los conflictos internos del Estado liberó fuer-
zas militares y recursos económicos que permitieron al gobierno nacional pensar
Línea 1603 1883 1523 en la realización de la ley 215. Inmediatamente se llevaron a cabo algunas medidas
Sur San Luis, Mendoza Guardias Nacionales 957 1675 1132 que mostraban el claro interés del gobierno por colocar el tema de las fronteras
y Córdoba Indígenas ----- 42 con los indígenas como un asunto prioritario.
Totales por año 2560 3558 2697 El final de esta historia de complejas y cambiantes relaciones entre blancos e
indígenas es, tal vez, mucho más conocido que el relato anterior. Entre 1878 y
Línea 1248 1115 823 1879, se llevaron a cabo una serie de campañas militares sobre el territorio indígena
Norte de Santiago, Guardias Nacionales 392 433 134 que culminaron con la expedición hasta el río Negro dirigida por el ministro de
Córdoba y Santa Fe Indígenas 88 78 36 Guerra, el general Julio A. Roca. El resultado de las mismas, según consta en la
Totales por año 1728 1626 993 Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, fue de 1.271 indios de
lanza prisioneros, 1.313 indios de lanza muertos en combate, 10.539 indios no
Fuente: Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. combatientes prisioneros y 1.049 indios reducidos voluntariamente. Los indios
prisioneros y los reducidos voluntariamente comenzaron a transitar caminos
Mientras que desde el gobierno se pensaba a los grupos de indios amigos diversos cuyos destinos podían ser los ingenios y obrajes del norte argentino, el
como fuerzas militares auxiliares, desde otro sector de la sociedad se plantearon servicio doméstico en la ciudad de Buenos Aires o las reservas de la región pata-
medidas tendientes a integrar a los indígenas a la sociedad provincial. En agosto gónica. Cualquiera de estos destinos mostraba que los indígenas habían perdido
de 1870, una comisión de vecinos fue enviada a los indios de Azul y Tapalqué su autonomía y que se integraban de manera claramente subordinada al naciente
para regularizar los tratos. Esta comisión se había enviado “teniendo noticias los Estado nacional como ciudadanos de segunda clase.
indios del Azul y de Tapalqué, que juzgaban que en los planes de arreglo defini-
tivo de fronteras serían tratados como enemigos y que esta creencia podría dar
lugar a que se aliasen a los demás indios del sur”. El gobernador de Buenos Aires
avalaba el envío de la misma con el argumento de que, aunque se avanzaran las
fronteras hasta el río Negro, “los indios del Azul y de Tapalqué quedarán siempre
dentro de esa línea y recibiendo las raciones y regalos que se les hacen y que el
gobierno de la provincia procurará ayudar en el mismo sentido al de la nación
para darles tierras, haciendas y hacerles poblaciones, dotarlos de escuelas a fin
202 CAPÍTULO III La ocupación militar de la Pampa y la Patagonia CAPÍTULO III 203
205
de Rosas a Roca (1829-1878)
1880-1930 L A VIDA POLÍTICO - ELECTORAL Y LOS MOVIMIENTOS POPULARES
B IBLIOGRAFÍA

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JONG, Ingrid, “Acuerdos y desacuerdos: las políticas indígenas en la incorporación UBA / CONICET
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genas de América Latina en el siglo XIX, editado por Raúl Mandrini, Antonio
Escobar Ohmstede y Sara Ortelli, en Anuario IEHS, Suplemento 1, Tandil, Uni- A partir de la década de 1890 comenzaron a producirse una serie de cambios
versidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2007. importantes dentro del Ejército. Estos cambios cristalizaron en medidas tomadas
LEVAGGI, Abelardo, Paz en la frontera: historia de las relaciones diplomáticas con durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca (1898-1904), entre ellas la
las comunidades indígenas en la Argentina (siglo XVI-XIX), Buenos Aires, Uni-ver- más conocida –pero de ninguna manera la única– fue la instauración del servicio
sidad del Museo Social Argentino, 2000. militar obligatorio (SMO). A su vez, los cambios en la institución militar son con-
RATTO, Silvia, “Soldados, milicianos e indios de ‘lanza y bola’. La defensa de la temporáneos de otras tantas leyes reformistas que, en su conjunto, intentaron
frontera bonaerense a mediados de la década de 1830”, en Anuario IEHS, Nº 18, 2003. modificar algunos de los rasgos de la sociedad y de la política argentinas. Hacia el año
1900, la idea de que el país necesitaba reformar sus hábitos, leyes e instituciones se
convirtió en una especie de sentido común compartido, aunque una vez aceptado
este punto se difería enormemente acerca del rumbo que debían seguir esas reformas.
La más conocida de todas las leyes reformistas, es la ley electoral de 1912, conocida
por el nombre del presidente Roque Sáenz Peña.
Este trabajo tiene como objetivo dar cuenta de la relación entre el Ejército
y la política luego de que las reformas modificaran sustancialmente la naturaleza
de esta institución, pero también las de la propia política. Se sostendrá que para
comprender la relación entre Ejército y política es necesario prestar atención al
fuerte proceso de conversión de la fuerza en una sólida burocracia estatal y pro-
fesional, y a su relación con las modalidades que adquiere la vida política luego
de la aprobación de la Ley Sáenz Peña y la posterior victoria de la UCR en 1916.
El Ejército que surge del proceso reformista contrasta fuertemente con los dos
modelos anteriores, el de las milicias o Guardias Nacionales y el del ejército de
línea tal como habían aparecido a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. A
su vez, sostendremos que este modelo militar comienza a modificarse lenta pero
sustancialmente a partir de la segunda mitad de la década del veinte y mucho más
profundamente durante los años treinta. Esta vez, ya no será tanto un proceso de
reforma interna el motor de estos cambios, sino más bien el impacto en la fuerza
204 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 205
burocratización y nuevo estilo político

de la crisis ideológica de entreguerras y, sobre todo, el renovado rol de la Iglesia imágenes del pasado de la Argentina destinadas en buena manera a fundar una
católica dentro de la institución. tradición democrática y republicana en un país que, sin embargo, carecía noto-
Entre 1880 y 1955 el Ejército tuvo muchos jefes, pero sólo tres caudillos, riamente de ellas. En buena medida, las llamadas teorías de los “demonios” –sean
es decir tres jefes cuyo lugar como tales no dependía exclusivamente de su posi- ellos uno o dos– apuntan hacia ese objetivo: si las catástrofes y las tragedias
ción institucional en la fuerza. Ellos fueron Julio A. Roca, Agustín P. Justo y Juan recientes y antiguas se debían a estos demonios, esto era así porque en la sociedad
D. Perón; los tres fueron, además, presidentes de la Nación. Ciertamente el –ajena a dichos demonios– anidaba en cambio una natural tendencia hacia la
Ejército tuvo otros nombres influyentes, como Pablo Ricchieri, José F. Uriburu, democracia. No se trata de contrastar esta visión con un análisis detallado del
Enrique Mosconi, Luis Dellepiane o Pedro Pablo Ramírez, pero ninguno de ellos pasado que pretende explicar: es evidente que no resistiría la menor atención crítica.
puede ser comparado con los tres personajes mencionados. En buena medida, el Pero también es notorio que esta imagen resultó ser de capital importancia para
proceso militar y político que nos hemos propuesto analizar coincide con la exis- dar al frágil proceso de institucionalización constitucional y democrática iniciado
tencia biográfica de uno de ellos, Agustín Justo. Justo no sólo ocupó cargos de en 1983 algún pilar sobre el cual sustentarse. De esta forma, los llamados “golpes
enorme importancia en la fuerza, como el de Director del Colegio Militar (1915- de Estado” fueron colocados en una serie explicativa más o menos homogénea que
1922) y el de ministro de Guerra (1922 y 1928), sino que en 1932 se convirtió se extendería desde 1930 hasta 1976 y que reconocería actores y circunstancias más
en presidente de la Nación. A diferencia de Roca y Perón, Justo fue presidente o menos equivalentes (vg: militares, oligarquías, etc.). Este período pasó a ser con-
por un único período, pero cuando murió, en enero de 1943, ya estaban en mar- siderado como una “era” a la que, a la vez que se da por concluida, se le otorga una
cha los trabajos electorales destinados a convertirlo en candidato. serie de rasgos comunes cuyo resultado es ocultar las diferencias, a veces enormes,
Para dar cuenta de la relación de la institución con la política durante el que hay entre cada uno de estos sucesos.1
siglo XX es necesario revisar algunas perspectivas de análisis que pueden dar lugar El tercer problema, es en muchos sentidos consecuencia de los dos prime-
a miradas demasiado sesgadas y esquemáticas. En primer lugar la propia historia ros. Al asumirse el esfuerzo a la vez político y analítico por concebir el rol de la
institucional de la fuerza, en segunda instancia, la subsumisión de la intervención fuerza en la política, se puede terminar creyendo que se trata de un actor homo-
de la fuerza en la política en la serie de golpes de Estado iniciados en 1930, por géneo, coherente y, sobre todo, apartado del resto de la sociedad argentina.
último, la visión que convierte a la fuerza en un actor homogéneo, coherente y a La intención de este trabajo es, en cambio, devolverle al período 1900-
la vez aislado del resto de la sociedad. 1930 su condición de presente, analizando estos cambios en su contexto históri-
En el primer caso, el riesgo es el de toda historia que se sustenta sobre un co específico y sin pensar en las tensiones que vivirá la fuerza en la segunda mitad
mito de orígenes y que, al convertir a un actor en una especie de sustancia siem- del siglo, las que, por otra parte, y como argumentaremos aquí, se vinculan menos con
pre igual a sí misma, ignora o quita importancia a los cambios, por más profun- los cambios que se producen en el paso de un siglo a otro que con otros procesos que
dos que éstos sean. Es posible que actualmente el Ejército considere que su origen se producen al finalizar el período que hemos seleccionado.
se ubica en 1810, sin embargo esto es cierto a condición de que se acepte que dicha Durante la segunda mitad del siglo XIX, el paulatino surgimiento y con-
continuidad no supone sino el reconocimiento de un antecedente en extremo solidación del Estado nacional provocó una serie de fuertes conflictos que tuvie-
remoto y no, en cambio, elementos o características comunes. El Ejército de las ron por eje el uso y monopolio de la Fuerza Armada.2 Las acciones militares que
guerras revolucionarias no se parece absolutamente en nada al que analizaremos
aquí y tampoco arrastra ninguna continuidad institucional, aun cuando el último
quiera reconocerse en el primero. Este reconocimiento implica un proceso de 1 Ésta es la hipótesis que desarrolla, por ejemplo, la película La República Perdida que tuvo un
construcción de identidad, por otra parte absolutamente legítimo en términos ins- gran éxito durante la campaña electoral de 1983, pero es también la que defendió el gobierno de
Raúl Alfonsín en su política hacia los sucesos de los años setenta.
titucionales –las instituciones construyen su historia identitaria de esta manera– 2 Sobre esta cuestión véase Hilda Sabato, Buenos Aires en armas. La revolución de 1880, Buenos
pero del que no deben extraerse mayores consecuencias analíticas. Aires, Siglo XXI, 2008. De la misma autora: “El pueblo uno e indivisible. Prácticas políticas del
El segundo problema es todavía más importante. Con la instauración del liberalismo porteño”, en Lilia Ana Bertoni y Luciano de Privitellio (comps.), Conflictos en democracia,
régimen constitucional en 1983, se construyeron y popularizaron una serie de la vida política argentina entre dos siglos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.
206 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 207
burocratización y nuevo estilo político

enfrentaron al Ejército Nacional con las milicias provinciales fueron un elemento dos y hasta hombres de letras al frente de tropas. Ciertamente, Roca no era
más, sin dudas el más importante, de lo que por entonces era un problema fun- Bartolomé Mitre –en tanto para Roca la actividad militar había sido durante años
damental: la relación entre las provincias y el Estado central, problema que la su actividad central, cosa que no había sido así en el caso de Mitre– pero Roca
aprobación de la Constitución en 1853 no había resuelto. El conflicto por el uso tampoco era un militar profesional de carrera como lo sería, por ejemplo, Perón.
monopólico de la Fuerza Armada adquirió desde un principio el sentido que Durante los años ochenta, y a pesar de creer en la importancia de un ejército
había caracterizado toda la problemática política que sucedió al colapso del profesional, Roca no realizó demasiados esfuerzos en ese sentido: por un lado, le
Imperio español en la zona rioplatense y que tuvo su eje en la disputa entre enti- preocupaban otras dimensiones de la construcción del poder estatal que le parecían
dades territoriales con base inicial en las ciudades transformadas pronto en pro- más acuciantes y, por otro, no hay que descartar que en tanto sabía cómo controlar
vincias al incorporar la campaña.3 En cambio, los conflictos corporativos que en esa máquina bélica tal como era, no consideraba prudente aplicar demasiados
otras zonas de América Latina tuvieron enorme importancia a la hora de definir la cambios sobre ella.
existencia de un Estado nacional –como por ejemplo la Iglesia, los pueblos indígenas, En 1880 el oficial de este ejército de línea no es aún un profesional, las
los cabildos– nunca tuvieron aquí una relevancia comparable. De esta manera, el jerarquías no son rígidas, los ascensos no están sometidos a una norma común:
enfrentamiento entre dos modelos de ejercicio de la violencia legítima, el ejérci- la actividad militar es en muchos sentidos una expresión más de una vida política
to de línea al mando del Estado central y las milicias provinciales, fue en el caso signada por un agudo faccionalismo. Ni siquiera se trata de una carrera prestigiosa
argentino el principal problema a resolver durante el período denominado de en sí misma: cuando el pequeño Agustín Justo comunicó a su padre4 que ingresaría
“organización nacional”. al Colegio Militar, éste le negó su permiso, y cuando su hijo logró ingresar de
En 1880 este conflicto comenzó a definirse. La derrota infligida por las todas maneras en contra de sus deseos, dejó de hablarle por largo tiempo. Justo
tropas regulares de Roca a las milicias porteñas en Barracas y Puente Alsina dieron padre imaginaba para su hijo un futuro como abogado y político lo cual, a tono
al modelo roquista de ejército de línea una preeminencia que en adelante acom- con la época, no descartaba para nada el uso eventual de las armas o las insignias
pañará el proceso de centralización estatal que en otros rubros también encaró el de oficial. Pero una carrera militar iniciada en el Colegio no era aún una opción
roquismo. Pero es preciso no exagerar el significado del ochenta en la historia del socialmente apetecible.
Estado argentino. Si bien en nuestra historiografía aparece como el momento casi Sin embargo, las cosas estaban empezando a cambiar. En 1890, en ocasión
mágico de la consolidación del Estado, esto es cierto sólo en parte: si por un lado de la Revolución del Parque, el cadete Justo de apenas catorce años participó en
es verdad que en adelante la autoridad nacional ya no sería contestada en nombre el bando revolucionario de la única acción armada que vivirá en toda su vida: el
de las autonomías provinciales, también lo es que el Estado moderno no puede futuro caudillo y hombre fuerte de la fuerza, abanderado de lo que en los años
definirse exclusivamente por la ausencia de rivales a su altura. Si se observa otras veinte del siglo XX se llamará la línea “profesionalista”, experimentó la única y
dimensiones de lo que llamamos Estado, por ejemplo, la disposición de un amplio breve batalla de toda su vida en el seno de la lucha facciosa entre los grupos y par-
conjunto de oficinas y agencias y de una burocracia profesional capaces de adminis- tidos políticos. En adelante, su carrera atravesaría por otras instancias más acordes
trar los múltiples problemas de un país, en 1880 prácticamente todo estaba por hacer. a una burocracia profesional: pero son oficiales como él, con una gran formación
Lo mismo sucedía con el Ejército. Pese a que el Colegio Militar había sido pero sin mayor experiencia de combate, los que marcarán el rumbo de la fuerza
fundado recientemente por Sarmiento, esto no quiere decir que el ejército de luego de las reformas del novecientos.
línea fuera un ejército profesional. La actividad de las armas se vive todavía como
una extensión de la vida política y, por eso, no es casualidad ver todavía a aboga-
4 El padre del futuro presidente era un político destacado de las filas mitristas. Llegó a ser gober-
nador de Corrientes; combatió primero como parte del Ejército Nacional contra López Jordán y
luego como parte de la milicia correntina. Más tarde participó de las tropas porteñas que enfrenta-
3 Al respecto véase José Carlos Chiaramonte: Ciudades, provincias, Estados. Orígenes de la Nación ron a Roca. Al respecto véase Rosendo Fraga, El general Justo, Buenos Aires, Emecé, 1993; y
Argentina (1810-1846), Buenos Aires, Ariel, 1997 Luciano de Privitellio, Agustín P. Justo, las armas en la política, Buenos Aires, FCE, 1997.
208 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 209
burocratización y nuevo estilo político

En los años ochenta, aunque muy lentamente, el Ejército ya está comen- un territorio soberano, o la obligación de mostrar la isla Martín García en una
zando el diseño de un nuevo modelo que se consagrará a comienzos de siglo y escala mayor a la del resto del mapa para que aparezca dibujada en ellos. La confec-
que puede caracterizarse por una triple condición: por un lado, una rígida pero ción del mapa y la naturalización de una identidad territorial es una de las primeras
eficaz organización jerárquica y burocrática, por otro, una sólida base técnica, por misiones no estrictamente militares encaradas por este ejército que estaba cam-
último, una misión civilizatoria dentro de la sociedad que trascendía el rol de una biando lentamente hacia un nuevo modelo de fuerza.
organización destinada exclusivamente a las tareas militares de defensa. Pero esta misión atribuida al Ejército preocupado por definir la naturaleza
Uno de los primeros rubros en los que comenzó a delinearse el nuevo de la nacionalidad y la entidad territorial de la nación, ante el doble temor de la
modelo que sumaba destrezas técnicas y misión nacional fue el relevamiento y inmigración y la expansión imperial europea, y ante la presión por la consolidación
confección de la cartografía del Estado nación. En efecto, fue el Ejército, como de fronteras estables y precisas, es sólo el comienzo del involucramiento de la fuerza
rama del Estado, la agencia encargada de definir el perfil cartográfico de la Nación en actividades equivalentes.
Argentina. De esta forma, la fuerza pasó a ocupar un lugar central en lo que se Durante los críticos años noventa, que hoy sabemos fueron claves en infi-
convertiría en uno de los componentes básicos de la identidad territorial, a saber, nidad de sentidos para la historia argentina, los cambios en la organización mili-
la identificación de la nación con un contorno y unos contenidos de orden car- tar comenzaron a acelerarse. La crisis e inestabilidad económica y política, la
tográficos.5 Obviamente, existía una justificación específicamente militar para inmigración masiva, la conflictividad social y la tensión con Chile alentaron este
esa empresa militar, pero esta mirada más estratégica siempre estuvo acompaña- cambio de perspectiva. En este clima, el ritmo tranquilo de los ochenta, cuando
da por la idea de que cartografiar el país era una condición para el desarrollo de parecía haber tiempo para hacer las cosas, dejó lugar a la preocupación por una
una conciencia territorial de orden nacional. Paradójicamente, esto sucedía mien- rápida profesionalización y una centralización de los mandos y los controles cas-
tras en muchos otros países del mundo occidental se estaba dejando de percibir trenses. Primero fue el establecimiento de los códigos de justicia militar, que
a la cartografía en un sentido puramente estratégico militar, y el trabajo del car- reemplazaron no sólo a los antiguos reglamentos de Carlos III sino, sobre todo,
tógrafo comenzaba a asociarse con instituciones científicas específicas compues- a la pura arbitrariedad que se había establecido como norma implícita. Estos
tas por geógrafos, ingenieros y cartógrafos. En el caso argentino, ante la ausencia códigos garantizaban a la vez una férrea disciplina y un control centralizado del
de tal universo disciplinar, el Estado recurrió a la única e incipiente burocracia procesamiento de las faltas y delitos.6
técnica preparada para esta empresa: la IV sección del Estado Mayor que se con- Con la llegada de Roca al gobierno por segunda vez en 1898 se aceleró
vertirá en el Instituto Geográfico Militar (IGM) a comienzos de siglo XX y que en el camino de la reforma profunda, dirigida por su ministro de Guerra, General
los años cuarenta –a partir de la llamada Ley de la Carta– y hasta prácticamente Pablo Ricchieri. El Estado Mayor fue reorganizado por completo, con el objeto de
nuestros días tendrá el monopolio y control de toda la cartografía producida e establecer una rígida centralización de mandos, dividir las tareas y las áreas de
impresa en el país. De esta manera el Ejército comenzó a desempeñar tareas que competencia, y aclarar los caminos que debían recorrer las órdenes. Asimismo, se
en otros países se vinculaban con ámbitos civiles, simplemente porque era el único endurecieron las condiciones para acceder al Estado Mayor, primero estableciendo
organismo en condiciones de desarrollarla. Pero, a su vez, esta presencia dejará su la obligación de ser egresado del Colegio Militar (que luego se extendería a la
impronta hasta nuestros días, cuando no es difícil observar la dimensión geopolítica condición de oficial de la fuerza) y, más tarde, la de haber pasado por la Escuela
en la mirada sobre el territorio argentino, por ejemplo, en temas tales como la con- Superior de Guerra.
sideración de la porción de la Antártida pretendida por el Estado argentino como

5 Evidentemente no nos referimos al territorio real (que por razones obvias es desconocido para 6 Véase Juan Fazio, Reforma y disciplina. La implantación de un sistema de justicia militar en
una abrumadora mayoría de la población) sino a su representación cartográfica. Al respecto véase Argentina (1894 -1905), mimeo (disponible en línea: <http://historiapolitica.com>). Debo agrade-
Carla Lois y Malena Mazzitelli Mastricchio, “Una historia de la cartografía argentina”, en L. cer muy especialmente a Juan Fazio, cuyos trabajos (hasta donde sé inéditos) y charlas sobre la
Weisert y J. C. Benedetti (comps.), 130 años del Instituto Geográfico Nacional, 1879 -2009, Buenos situación del Ejército a comienzos del siglo XX me han resultado imprescindibles para el desarro-
Aires, Presidencia de la Nación Argentina, Ministerio de Defensa, CONICET, 2009. llo de estas ideas sobre el Ejército y la política.
210 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 211
burocratización y nuevo estilo político

Es a esta fuerza que está comenzando a definirse como una burocracia,7 za, con lo cual los ascensos quedarían sometidos a criterios institucionales y pro-
capaz de autorregular su carrera interna y a la vez de establecer los códigos y san- fesionales delineados por el Estado Mayor. En este sentido, la creación de la
ciones de la profesión, a la que se le encomendará una nueva misión destinada Escuela de Suboficiales en 1908 consagró la distinción entre los cuerpos de oficiales
menos a incrementar su poderío bélico (aunque esto también formó parte de los y suboficiales y eliminó los ascensos entre uno y otro, ascensos que en cambio eran
objetivos) que a garantizar la implantación de una conciencia nacional entre la muy comunes anteriormente. De esta forma, los ascensos quedarían fuera de las
población: el servicio militar obligatorio. lógicas anteriores, basadas más bien en criterios políticos o en los desempeños en
Cuando Roca asumió por segunda vez el gobierno en 1898, lo hizo con los campos de batalla los cuales, por otra parte, ya no formarían parte de la expe-
una fuerte autocrítica del optimismo que había caracterizado su primer mandato. riencia directa de los militares argentinos.
Junto con el temor por una elite política levantisca y facciosa que no duda en Cuando en 1912 el presidente Sáenz Peña le otorgó al Ejército un rol de
tomar las armas y hacer revoluciones –la revolución siguió siendo siempre objeto importancia en los procesos electorales (uso del padrón militar, control de las
de su odio–, agregó el temor por una sociedad en la que parecen incubarse varios votaciones y de las urnas), según la ley de reforma electoral que lleva su nombre,
elementos negativos. Entre ellos, uno se trataba de la tendencia al conflicto social; eso sucedió porque consideraba que el proceso de construcción del nuevo modelo
otro, de la presencia de una multitud de inmigrantes que no asumían la identidad militar ya se encontraba muy avanzado. Dado que ahora eran el profesionalismo
argentina como propia. De allí que el SMO, si bien también se vinculó con la y los saberes técnicos –dentro de una carrera burocrática donde las escalas esta-
posibilidad de un enfrentamiento con Chile, tuvo un fuerte perfil civilizador: ban perfectamente determinadas más allá de cualquier arbitrariedad política– lo
debía convertir a los conscriptos a la vez en ciudadanos pacíficos y en argentinos que caracterizaba a la fuerza, no había riesgos al comprometerla en los procesos
patriotas. Esta tarea no era exclusiva del Ejército –también la escuela, por ejem- electorales. El Ejército era considerado como una institución ajena a los avatares
plo, debía realizarla–, pero la fuerza acuñó rápidamente el carácter misional de su de la política y, por eso, garantía de la imparcialidad que buscaba el presidente
nuevo rol y se sintió como un eslabón crucial en la construcción de la conciencia reformador.
nacional y ciudadana. El SMO formó parte de toda una batería de reformas plan- Dos analistas de la relación entre el Ejército y la política (Rouquié y Forte),8
teadas por el segundo roquismo (reforma electoral de 1902, que fue aprobada han insistido sobre este punto y han encontrado aquí una explicación de una parte
aunque luego anulada en 1905; código de trabajo, que nunca fue aprobado): vista de lo sucedido durante el siglo XX. Según ambos autores, la intención de todas las
en esta perspectiva, es más fácil advertir hasta donde el SMO tuvo objetivos de reformas consistía en aislar a los oficiales para mantenerlos ajenos a la vida civil y
largo plazo a la vez civilizatorios y nacionalizantes, mucho más que los objetivos política. De ello desprenden que los oficiales acentuaron una tendencia hacia el
militares inmediatos y coyunturales. aislamiento (incluso en su vida cotidiana), lo cual habría derivado bien pronto en
Hacia el primer Centenario, entonces, se ha consolidado un nuevo modelo la formación de una corporación aislada del resto de la sociedad. Y, a partir de este
militar que no es ni el de la milicia ni el del viejo ejército de línea de los años de argumento, explican la conformación de un “partido militar”, una fuerza pretoria-
1880. Este modelo se basa en la presencia de un grupo de oficiales profesionales na guardiana de los valores de la nacionalidad que irrumpirá contra gobiernos civi-
y fuertemente disciplinados, salidos todos de una única institución formadora y les a través de sendos golpes de Estado. Sin embargo, esta visión de una fuerza ais-
sometida a una única carera de ascenso cuyas etapas estarían pautadas por insti- lada del mundo social no resiste el análisis, como tampoco su asociación con una
tuciones de formación superior (como la Escuela Superior de Guerra). A su vez, modalidad pretoriana y mesiánica de intervención en la política siempre igual a sí
estas instancias estarían controladas por la propia oficialidad superior de la fuer- misma. El problema consiste en pensar el período que va de 1900 hasta los años
treinta como un antecedente de un período por venir, y no dentro de su propia
7 Cabe aclarar que la palabra burocracia no incluye ningún sentido peyorativo. Por el contrario,
a comienzos de siglo la conformación de diferentes agencias estatales con burocracias sólidas era un 8 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1978, 2
ideal perseguido por muchos pensadores y políticos. Uno de los padres fundadores de la sociolo- tomos; Riccardo Forte, “Génesis del nacionalismo militar. Participación política y orientación ide-
gía, Max Weber, realizará una sólida teoría al respecto, tomando como ejemplo una de las burocra- ológica de las fuerzas armadas argentinas al comienzo del siglo XX”, en Signos Históricos, año 1, vol. 1,
cias más admiradas en esa época, la del Imperio alemán. Nº 2, México, Universidad Autónoma Metropolitana, diciembre de 1999.
212 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 213
burocratización y nuevo estilo político

lógica de época, y también en creer que la fuerza actúa más o menos de la misma En el imaginario del propio Yrigoyen, la existencia de un Ejército pura-
forma desde septiembre de 1930 hasta marzo de 1976. mente profesional era sólo una falacia de lo que gustaba llamar “el régimen abyec-
En cambio, sostenemos que hasta los años treinta la tendencia a la profe- to” (toda la realidad política anterior a su llegada al poder) que, según decía, él
sionalización estará siempre en tensión con la presencia en la fuerza del facciona- venía a sepultar. Por eso, recurrió inmediatamente a la implementación de la lla-
lismo político, que no fue de ninguna manera erradicado, y que eso sucede pre- mada “política de las reparaciones” destinada a premiar a aquellos oficiales que
cisamente porque ese Ejército tiene lazos sólidos y estrechos con el mundo “civil”. habían participado de las revoluciones radicales (sobre todo la de 1905) con
Es indudable que en este período se está creando el espíritu de cuerpo, pero ese ascensos vertiginosos y destinos de relevancia. Por eso, además, nombró a un
proceso de creación describe sólo una parte de la experiencia de los oficiales. Más civil, Elpidio González, como ministro de Guerra y jefe operativo de la fuerza.10
aun, el hecho de que los oficiales superiores tuvieran que insistir constantemente El presidente radical no advertía hasta donde esta política se enfrentaba con los nuevos
sobre la importancia de este espíritu podría ser más una señal de la preocupación criterios burocráticos de la fuerza y con los sistemas de ascenso que eran controlados
por crearlo que de su definitiva e incontrastable existencia. desde el Estado Mayor. Por eso, aun los oficiales de indudable simpatías con el radica-
Los lazos de los oficiales con la sociedad son mucho más fluidos de lo que lismo (como Uriburu y Justo) comenzaron a alejarse de él y a constituir una oposición
la idea de una profesionalización y una vida centrada en el Colegio y los cuarteles a esta irrupción de un criterio político (en rigor, radical) en nombre del “profesionalis-
parece indicar. En primer lugar, porque todavía hay muchos oficiales del “viejo mo”. En los años veinte, una logia de oficiales medios liderada por el coronel Luis
Ejército” en funciones. Uriburu, Dellepiane, Justo, Mosconi son apenas algunos García (la Logia General San Martín) decidió enfrentar al gobierno esgrimiendo pre-
ejemplos de estos oficiales para los cuales el cuartel constituye sólo una parte de cisamente banderas profesionalistas. En 1929, las elecciones del círculo militar enfren-
sus vidas. Los dos últimos, por ejemplo, habían obtenido su título de ingeniero en taron a una facción de oficiales radicales (cuyo líder era el general Dellepiane) con otra
la Universidad de Buenos Aires. En segundo lugar, porque las tareas civilizatorias profesionalista (cuya cabeza visible ya era el general Justo). A pocos meses del golpe de
encomendadas por los sucesivos gobiernos los conectan muy estrechamente con el septiembre de 1930, ganaron la elección los oficiales radicales.
resto del universo social. Al circular por los cuarteles de todo el país, al recibir Evidentemente pese a ser ya una burocracia altamente organizada, la idea de
cada año a una nutrida cantidad de jóvenes conscriptos y al interactuar con las una fuerza profesional ajena a la política no describe adecuadamente la situación del
sociedades locales del interior, los oficiales aprenden a conocer muchas realidades Ejército. Por el contrario, para 1929 la institución reproducía con absoluta fidelidad
y a interactuar con ellas. la polarización que ya ganaba la política nacional entre yrigoyenistas y antiyrigoyenis-
Pero, sobre todo, el Ejército no deja de participar en la política facciosa, tas. En efecto, las viejas identidades políticas en parte se diluyeron en la elección pre-
porque es todavía una costumbre muy arraigada y porque es la propia política la sidencial de 1928: todo el arco político se organizó alrededor del apoyo o el rechazo
que los convoca recurrentemente. Los convoca por ejemplo a la hora de reprimir al líder personalista. Y, como sucedía en la sociedad, en el Ejército también predomi-
la conflictividad social, como lo hace Hipólito Yrigoyen en 1919 en la Capital, o naban los yrigoyenistas. Esto explica por qué el movimiento de septiembre de 1930
un poco más tarde en la Patagonia. También se los convoca a la hora de las inter- fue un rotundo fracaso en el plano militar como lo revelan, por ejemplo, las memorias
venciones federales, una vieja modalidad de control político que, como sabemos, del coronel José María Sarobe o del entonces capitán Perón, pero, sobre todo, como
no se interrumpe con la llegada del radicalismo al poder en 1916.9 Se los convo- lo prueban las escasas tropas que acompañaron la aventura de Uriburu quien, por otra
ca además a la hora de dirigir una empresa energética, como sucede con Mosconi parte, no ejercía ninguna clase de autoridad institucional en la fuerza. Incluso los ofi-
en YPF. Se los convoca, finalmente, al levantarse una parte del arco político con- ciales con mando de tropa que no simpatizaban con el Presidente, respondieron a
tra un gobierno al que se define como una tiranía, como sucede en 1905 y 1930. los llamados de Uriburu con una actitud fuertemente legalista, lo cual contrasta,

10 Durante todo el período que abarca este artículo, el Ministro de Guerra es el jefe operativo de
9 Al respecto véase Natalio Botana, El Orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, la fuerza, por esa razón, la cartera era ocupada generalmente por militares. A diferencia de lo que
Buenos Aires, Sudamericana, 1977; y Ana Virgina Persello, El partido radical. Gobierno y oposición, sucede en nuestros días, el Ministro era la presencia militar en el gobierno y no un civil que repre-
1916-1943, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. senta al Presidente ante la fuerza.
214 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: LUCIANO DE P RIVITELLIO 215
burocratización y nuevo estilo político

como hemos señalado, con la actitud que solían tomar antes de las grandes reformas antisemita, autoritaria, antidemocrática y antiparlamentaria. El neotomismo
de 1900. Cuando Uriburu se apoderó de la Casa de Gobierno, los mandos de los imperante se basaba además en una furiosa crítica a las concepciones de la socie-
principales cuerpos del Ejército dudaron todavía en reconocerlo como nuevo presi- dad sostenida en los derechos de los individuos considerados iguales. Esta visión
dente. Cuando las cosas fueron más claras y Uriburu pudo exhibir las renuncias del mundo no sólo se presentó como una alternativa atractiva frente a las perple-
del presidente Yrigoyen y de su vice, Enrique Martínez, sólo entonces decidieron jidades abiertas por la crisis mundial, que habían puesto a las convicciones liberales
acatar al nuevo gobierno. El golpe de 1930 fue mucho más un movimiento civil y democráticas a la defensiva, sino que entusiasmó especialmente a los hombres
encarado por la oposición a Yrigoyen y una escasa fracción de oficiales, que un golpe de armas, ya que les reservaba un lugar de privilegio como portadores de las virtudes
institucional del Ejército.11 de una nación que ahora se identificaba en una unidad sin fisuras con el catolicismo.
Esto no debería sorprender. En cuanto se abandonan las miradas teleológicas La guerra civil española, seguida con interés y entusiasmo por sacerdotes y oficiales,
y sustancialistas que creen que las actitudes del Ejercito y de sus oficiales fueron consolidó esta identidad agresiva y mesiánica que fue amalgamando la Cruz y la
siempre más o menos las mismas, se advertirá que, fueran radicales o profesiona- Espada en nombre de los mismos valores. Este proceso fue mucho menos ruidoso
listas, en la amplia mayoría de los oficiales anidaba una mirada respetuosa de las que las siempre citadas influencias que los regímenes fascistas europeos habrían
instituciones. En el Colegio Militar se enseñaban materias de Instrucción Cívica tenido entre los oficiales, pero, por eso mismo, su concreción fue más firme, sus
según los planes diseñados por el propio Justo durante su paso por la dirección de avatares menos dependientes de los cambios coyunturales y sus consecuencias de
la institución (1915-1922). Desde el punto de vista ideológico-político, los oficiales más largo aliento. Esta nueva situación militar fue la que produjo un desgaste del
eran preponderantemente radicales o liberales. Las posiciones proto-fascistas o corpo- poder de Justo dentro de la institución. Su lugar como referente de una visión a
rativistas de Uriburu gozaban de algunos apoyos castrenses, pero estos no eran mayo- la vez profesionalista, tecnicista y liberal de la sociedad y la política, que años
ritarios ni mucho menos. Y, por otra parte, el rechazo que tanto en la opinión política antes le había garantizado un prestigio y una hegemonía incontrastable, estaba
como entre los cuadros militares despertaban sus ideas, le garantizó un rápido desgas- siendo socavado por esta nueva pedagogía de una Iglesia a la que él mismo había
te de su poder y el abandono de todas sus intenciones de regenerar a la Argentina dado cabida dentro del Ejército. Si entre 1914 y 1930 Justo había sabido ganarse
mediante una reforma constitucional. La versión uriburista del golpe de 1930 el favor de los jóvenes oficiales que recibían instrucción en los institutos castrenses
resultó en un fracaso rápido y contundente. y que ahora ocupaban lugares importantes en la estructura de mando, las nuevas
Sin embargo, a mediados de los años veinte estaba comenzando a forjarse camadas se estaban educando con otros parámetros y otros referentes: sólo faltaba
el proceso que cambiaría esta situación de raíz. Desempeñándose Justo como que una facción nacionalista y profundamente refractaria a la democracia liberal
ministro de Guerra del presidente Marcelo T. de Alvear, en 1927 monseñor se organizara como tal, encontrara sus líderes y precisara sus objetivos. Retomaba
Copello se había hecho cargo de la dirección del vicariato castrense: de su intensa de la vieja estructura la idea de una misión, pero su misión era otra: la legalidad
actividad en el cargo nacería una relación destinada a tener profundas consecuencias constitucional no formaba parte de sus preocupaciones. Sí, en cambio, la salvación
políticas, tantas como hasta ese momento las había tenido el proceso de reforma de una patria identificada con la fe católica. Ese sector irrumpió en la escena
y burocratización.12 Decidida a dejar una marca indeleble en la formación de la luego de que la muerte de Justo dejara al sector liberal sin jefe, en junio de 1943.
oficialidad, la vicaría castrense ofreció a los jóvenes oficiales una visión del mundo Esta vez, el golpe tuvo mucho de pretoriano: fue encabezado por la máxima autori-
a tono con los preceptos de la Iglesia preconciliar profundamente refractaria del dad de la fuerza (el ministro de Guerra, general Ramírez) y se dispuso a modificar
mundo liberal y democrático: integrista, corporativa, furiosamente nacionalista, de raíz el sistema político argentino. Pocos fueron los civiles que aplaudieron, salvo
algunos radicales que inicialmente creyeron que se pondría fin a la experiencia del
fraude y, por supuesto, los militantes nacionalistas. Pero Ramírez carecía de las virtu-
11 Acerca del golpe de septiembre de 1930 véase mi “La política bajo el signo de la crisis”, en
des políticas necesarias para ser un verdadero caudillo de la fuerza. Con el ascenso
Alejandro Cattaruzza (coord.), Crisis económica, avance del Estado e incertidubre política (1930-
1943), Buenos Aires, Sudamericana, 2001. vertiginoso de Perón una nueva etapa se iniciaba en la historia de la Argentina y de
12 Véase Loris Zanata, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del su Ejército.
peronismo. 1930-1943, Bernal, UNQ, 1996.
216 CAPÍTULO III El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: CAPÍTULO III 217
burocratización y nuevo estilo político
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democracia, la vida política argentina entre dos siglos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009. primario exportador, si bien la sustitución de importaciones industriales comenzó
ZANATTA, Loris, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orí- en el transcurso de este período– y subdividido en dos en lo político (1880-1916
genes del peronismo. 1930-1943, Bernal, UNQ, 1996. y 1916-1930), siendo la llegada del radicalismo y de Hipólito Yrigoyen a la presi-
dencia de la República el hecho divisorio.
Aquí sostendremos una posición diferente en lo que atañe a la periodización
política, considerando 1912 como el año de corte. También consideraremos que
entre 1880 y 1930 el país atravesó una situación de existencia de un Estado y una
sociedad civil fuertes, relación que no terminó de consolidarse. Hubo un progresivo
fortalecimiento de la sociedad civil, pero fue un fortalecimiento corporatista. En
ese contexto, el sistema político –con su doble mediación y lógica, la partidaria y la
corporativa– acentuó la debilidad de los partidos y la fortaleza de las asociaciones
de interés, díada que, a su vez, operó en el sentido de un creciente afianzamiento
del poder y del papel del Estado. La debilidad del sistema político, la fortaleza
estatal y la primacía del principio nacional-estatal sobre el nacional-popular fueron
parte del entramado que contribuye a explicar cómo, en el mediano plazo, se cons-
tituyeron las bases de un Estado crecientemente partícipe en la mediación conflictiva
entre las diferentes clases y grupos sociales y, por lo tanto, dispuesto a atender
satisfactoriamente las demandas de otros grupos que no fueran exclusivamente
los dominantes, función redistributiva del Estado que, como es sabido, alcanzó
su momento culminante bajo el peronismo (1946-1955). Las modificaciones de
218 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 219
en el sistema político argentino (1880-1930)

la forma (por la ley electoral de 1912) y de las funciones del Estado (cada vez más encontraban nombres destacadísimos de la gran burguesía terrateniente: Anchorena,
redistributivas, como acaba de señalarse) implicaron la clausura definitiva del Ayerza, Beccar Varela, Martínez de Hoz, Leonardo Pereyra, Félix de Álzaga,
Estado oligárquico. No obstante, la extensión del derecho de ciudadanía políti- Torcuato de Alvear, Carlos Zuberbühler. Según Mariano de Vedia y Mitre, “la
ca, la paulatina consecución de la ciudadanía social y la regulación estatal del con- organización de los clubes parroquiales de Unión Cívica” se apoyó “en las clases
flicto social no alcanzaron para asegurar una adecuada transición del régimen oligár- más distinguidas de la sociedad”.2 La nueva organización optó por el camino de
quico al democrático, la cual se truncó en 1930 con el golpe de Estado. la violencia y se dedicó a preparar una insurrección cívico-militar.
Esa insurrección es conocida como Revolución del Noventa o Revolución
El Parque de los senderos que se bifurcan del Parque. Participaron de ella fuerzas sociales y políticas diferentes, cuyos obje-
tivos no siempre eran coincidentes, salvo en el principal, el cambio de gobierno.
La Argentina modernizada se organizó políticamente bajo la forma oligár- Un rasgo distintivo fue el de la participación convergente de sectores distintos y
quica, es decir, un régimen de participación ciudadana restrictivo, con un poder antagónicos que lograron articular un “frente único”: mitristas, católicos, la corriente
concentrado en un grupo minoritario, reacio a la ampliación del quantum con Alem-Del Valle y burgueses terratenientes (como los antes citados). Estos últimos
capacidad de decisión.1 El modo oligárquico de ejercer la dominación política pretendían recuperar un control más estrecho del Estado, al que veían dirigido
fue cuestionado tempranamente. En primer lugar, por otros sectores de la propia por una camarilla que tendía a independizarse de las fuerzas sociales reales que le
burguesía que, al mismo tiempo que reclamaban la ampliación del sistema de servían de sustento. Terratenientes y financistas aportaron los fondos necesarios
decisión política, ratificaban su adscripción al modelo económico y a los valores para atender los gastos materiales del movimiento.
culturales definidos por la fracción políticamente triunfante. A este reclamo por Los mitristas (sectores del comercio y la pequeña burguesía) perseguían un
la democracia política se sumaron nuevos sujetos sociales: las clases media y obrera acuerdo con el gobierno –con el roquismo, más no con el juarismo–, como fórmula
urbanas. La tensión estalló en julio de 1890, entremezclando la crisis económica de solución a la crisis económica y política. Los católicos procuraban limitar el
con las demandas políticas que, en este plano, también constituían una crisis. alcance de las reformas laicas, liberales, a menudo anticlericales, dispuestas por
Una conjunción de fuerzas civiles y militares generó una insurrección en procura Roca y Juárez Celman, amén de una cierta defensa de la industria nacional. Los
de la destitución y reemplazo del gobierno nacional. Empero, la “caldera” política cívicos de Leandro Alem levantaban la triple consigna del sufragio universal, la
había entrado en ebullición un año antes. En efecto, la oposición porteña al pre- frontal e intransigente oposición al acuerdo con el roquismo y la lucha contra la
sidente Juárez Celman se organizó, a partir del 1º de septiembre de 1889 (mitin corrupción. Los terratenientes bregaban por una salida que resguardara espacios
del Jardín Florida), en la Unión Cívica de la Juventud –de la cual formaron parte, fundamentales de soberanía económica, reaccionando frente a la política juarista
entre otros, Bartolomé Mitre, Bernardo de Irigoyen, Aristóbulo del Valle, de excesivas concesiones al capital extranjero. La juventud universitaria porteña
Leandro Alem–, asociación que reclamó el respeto de las libertades públicas, la pure- y cuadros del Ejército y la Marina también se encontraban entre los insurrectos,
za de la moral administrativa, el libre ejercicio del derecho de sufragio, la efectiva quienes proclamaron en el manifiesto:
vigencia de las autonomías provinciales, dentro de once puntos que incluyen,
desordenadamente, demandas y propuestas de acción. No derrocamos al gobierno para separar hombres y sustituirlos en el
El 13 de abril de 1890, en la Asamblea reunida en el Frontón de Buenos mando; lo derrocamos para devolverlo al pueblo a fin de que el pueblo lo
Aires, en la cual participaron también los católicos liderados por Pedro Goyena y reconstituya sobre la base de la voluntad nacional.
José Manuel Estrada, se convirtió en Unión Cívica (UC), siendo su presidente
Leandro Alem. Entre sus propulsores, integrantes y/o aportantes de fondos se No se cuestionaba el modelo primario-exportador, la estructura socioeco-
nómica del país. La impugnación estaba dirigida, inequívocamente –al menos
1 Véase Waldo Ansaldi, “Frívola y casquivana, mano de hierro en guante de seda. Una propues- en lo argumental–, contra el orden político vigente, al cual se aspiraba modificar.
ta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina”, en Cuadernos del CLAEH, año 17,
Nº 61, Montevideo, 1992, pp. 43-48. 2 Mariano de Vedia y Mitre, Historia de la Unidad Nacional, Buenos Aires, Estrada, 1946.
220 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 221
en el sistema político argentino (1880-1930)

Los episodios de la Revolución del Parque son muy conocidos y no serán La fractura de la UC se produjo en 1891 como consecuencia de las nego-
repetidos aquí. Desde el punto de vista de los sectores más radicales, la insurrec- ciaciones entre Bartolomé Mitre y Julio A. Roca, que culminaron en el llamado
ción fracasó por varios motivos, entre los cuales fue significativa la connivencia Acuerdo, consistente en la aceptación de la fórmula Mitre-Irigoyen, el manteni-
entre el jefe militar del operativo, el general de brigada Manuel Campos, y el miento de las situaciones provinciales y la supresión de toda lucha electoral. Es decir:
teniente general Julio A. Roca. Otras razones, probablemente de mayor peso, la continuidad de las prácticas ya consagradas y la total abdicación de los principios
fueron: 1) ausencia de mando político-militar unificado; 2) subordinación de la enarbolados en 1889.
dirección política a la dirección militar; 3) estrategia insurreccional fundada en El Acuerdo dividió a la Junta Ejecutiva de la UC y al conjunto del parti-
el accionar de un número limitado de cuadros civiles y militares con exclusión do. Alem, senador nacional por la Capital Federal, encabezó la oposición. El 26
de participación y/o movilización popular organizada y de cierta envergadura; de junio de 1891 se reunió el Comité Nacional con el objeto de discutirlo. De
4) virtual reducción de las operaciones a la Capital Federal. sus 56 integrantes, sólo asistieron los 32 opositores. Los 24 partidarios sesiona-
En lo tocante a este último aspecto, parece harto significativo que un ron por separado, lo ratificaron, realizaron luego nuevas reuniones con represen-
movimiento con aspiraciones de defenestrar el poder político nacional se plan- tantes del PAN y finalmente, reunidos en la Convención Nacional, cambiaron
teara actuar en un espacio reducido, por más que en él se concentrara el poder. la fórmula presidencial, reemplazando a Irigoyen por José Evaristo Uriburu. Los
En rigor, la estrategia se asemejó mucho más a un putsch que a una insurrección primeros formaron la Unión Cívica Radical (UCR); los segundos, la Unión
popular o, mucho menos aun, a una revolución. Cívica Nacional (UCN). La UCR se distinguió por la intransigencia; la UCN,
A esas razones de índole técnico-militar deben añadirse otras que permiten por la componenda (que no es la negociación sin renuncia a los principios). De hecho,
comprender el momento político-militar de la insurrección: la heterogeneidad una y otra de estas notas distintivas de dos fuerzas que se reclamaban modernas, no
de las fuerzas sociales y políticas involucradas, el carácter instrumental que unas hicieron más que expresar, nuevamente, una constante de la cultura política argentina.
y otras asignaban a la insurrección y al eventual cambio de gobierno, lo que se El Parque representa la debilidad y la fortaleza de la hegemonía organicista.
apreció muy bien después de la renuncia del Presidente. La debilidad generó el intento insurreccional democratizador; la fortaleza permi-
La insurrección fue derrotada militarmente, Juárez Celman y sus acólitos tió su derrota y una solución que reforzó el modo oligárquico de ejercer el poder.
lo fueron políticamente. Según la feliz expresión del senador católico cordobés En el Parque se bifurcaron los senderos de la burguesía (el oligárquico y el
Manuel D. Pizarro: “la insurrección está vencida, pero el gobierno está muerto”. democrático) y, a su vez, los senderos de las fuerzas democráticas (un sector de
No todos los perdedores salieron de la crisis de la misma manera. Lo más signi- la burguesía, la clase media, y algunos sectores obreros y trabajadores). El Parque
ficativo del acontecimiento del Parque –una encrucijada en la cual los sujetos fue el prólogo de la derrota oligárquica y del triunfo democrático de 1912-1916,
plantearon diferentes opciones para construir la historia– es que de ahí en más pero su epílogo fue la derrota democrática de 1930, con su larga secuela de inesta-
se bifurcaron los senderos políticos: la causa y el régimen, el acuerdo y la intran- bilidad y debilidad, cuando no ausencia, de la democracia política.
sigencia, la oligarquía y la democracia. La división política de la burguesía en El año 1890 constituyó, en buena medida, un nudo histórico. La crisis
dos grandes alas –oligárquica una, democrática la otra– definió una parte esencial económica y la crisis política redefinieron el rumbo de la sociedad argentina,
del escenario político del siguiente cuarto de siglo, dentro del cual también comen- afirmando las corrientes favorables a un modelo económico agroexportador con
zaron a desempeñar su papel las clases media y obrera urbanas. Inicialmente, el dominación política oligárquica. La crisis económica enervó posibilidades de un
radicalismo –el bonaerense en primer lugar– fue en buena medida expresión de desarrollo industrial autónomo o de uno combinado agroganadero e industrial.
la burguesía democrática y, a partir de la década de 1910, de la clase media, si Significativamente, poco después, el desarrollo rural pampeano viró de la vía
bien en la Capital Federal debió competir con el Partido Socialista, que recogió farmer –pequeños y medianos productores propietarios de las tierras que traba-
voluntades dentro de ella. La Unión Cívica Radical –partido a la norteamericana, jaban–, abierta con los exitosos procesos de colonización, a la vía chacarera
abierto, sin programa preciso– y el Partido Socialista –agrupación de cuadros a –medianos productores arrendatarios de las tierras, pertenecientes a grandes
la europea, doctrinaria y programática– representaron y dividieron el campo propietarios–, sin que la proposición signifique establecer una relación casual
democrático, no pudiendo constituir un frente antioligárquico. entre crisis económica y cambio de vía de desarrollo rural. La crisis política, a su
222 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 223
en el sistema político argentino (1880-1930)

vez, puso de manifiesto la decisión de la burguesía democrática, la clase media el interior de cada clase, la expresaban. Entre los partidarios de la democracia, los
urbana y sectores de obreros industriales de terminar con la práctica oligárquica de problemas conflictivos aparecieron al proponerse y discutirse sus alcances: voto
la dominación política, lucha para la cual gestaron sus propias fuerzas. La creación calificado o sufragio universal; pleno (masculino y femenino) o restringido (sólo
de la Unión Cívica y los intentos de agrupamiento socialista fueron parte de esta masculino); representación según sistema de lista completa o incompleta; voto
lucha. No obstante, la debilidad de los demócratas y la habilidad del núcleo oligárquico uninominal, por uno y dos tercios, proporcional, etc.
para recomponer su fortaleza se combinaron para asegurar la continuidad del régimen. Tras la Revolución del Parque y la bifurcación de los senderos, el régimen
Antes de concluir, el año 1890 mostró a los argentinos otra novedad. oligárquico ratificó su eficacia decisoria, que mantuvo hasta 1912-1916, si bien
Militantes socialistas comenzaron a editar –bajo la dirección de Germán Ave Lallemant algunas de sus estructuras continuaron operando bajo el régimen democrático.
y la colaboración en la redacción de Augusto Kühn– el periódico El Obrero, auto- La línea de conflicto era centralmente política, esto es, la divisoria no pasaba por
definido “órgano de prensa de la Federación Obrera en formación”. En el primer el modelo económico –en el cual coincidían básicamente conservadores, radica-
número, aparecido el 12 de diciembre de 1890, se presentó “Nuestro programa”. les y socialistas– sino por el político: régimen oligárquico o régimen democráti-
Con él se sentaron las bases para crear un partido político de clase obrera, una cuestión co. La conflictividad política enfrentó, para decirlo una vez más, a oligarcas y
clave para entender las discrepancias entre las diferentes corrientes que luchaban demócratas, planteada ya en 1890. Un corolario de ese antagonismo irresuelto en
por la dirección de la nueva clase (socialistas, anarquistas y sindicalistas, estas dos últimas julio de 1890 será el Acuerdo entre cívicos nacionales y autonomistas, fórmula
adversarias de la construcción de un partido y de la participación en la lucha polí- supresora de la competencia electoral mediante una distribución de cargos previa
tica parlamentaria). Finalmente, en 1896, se constituyó el Partido Socialista (PS). a las elecciones.4
Natalio Botana ha señalado, muy agudamente, que Los radicales optaron por la vía de la violencia política armada para termi-
nar con la dominación oligárquica. Para llevarla adelante, apelaron a la conver-
el ciclo revolucionario iniciado en el noventa [...] fue el primer aconteci- gencia cívico-militar, puesta en práctica en 1893 y en 1905 (y fuera del período
miento con la fuerza suficiente para impugnar la legitimidad del régimen aquí considerado, en 1932). Ellos razonaban –si se me permite decirlo con una
político que había dado forma e insuflado contenidos concretos al orden boutade– en términos weberianos: los mandatos del poder político –el régimen–
impuesto luego de las luchas por la federalización. Los revolucionarios del no debían ser obedecidos porque quienes lo ejercían carecían de legitimidad de
Parque, el 26 de julio, no discutían la necesidad de un orden nacional; la origen. Para terminar con él, la insurrección les parecía el único camino viable.
clase gobernante lo consideraba como un dato incorporado, de modo
definitivo, al proceso de la unidad nacional. Discutían, eso sí los funda- La cuestión de la mediación entre la sociedad civil y el Estado
mentos concretos de la dominación, el modo como se habían enlazado la
relación de mando y de obediencia y las reglas de sucesión.3 En un régimen político democrático liberal –o al menos fundado jurídica
y políticamente en sus principios–, el canal por el cual se expresan las demandas
En definitiva, el año noventa explicita, pone en la superficie un conflicto de la sociedad civil ante el Estado los partidos políticos y el Parlamento. Es decir,
generado por una clara línea de conflicto presente en el interior de la sociedad los partidos con representación parlamentaria son quienes operan como agentes
argentina desde el momento mismo de formación del nuevo orden político. La transmisores de las demandas de la sociedad civil al Estado.
línea de conflicto fue, en este caso, entre el régimen político oligárquico y el régi- El sistema de partidos durante los años 1891-1930 estuvo constituido,
men político democrático o, abreviadamente, entre la oligarquía y la democracia. básicamente, por el Partido Autonomista Nacional (PAN) que desapareció hacia
En términos sociales, la demanda de democracia era policlasista, si bien en 1910 y fue sustituido por el Partido Conservador, la Unión Cívica Radical, el
la práctica no se produjo una acción conjunta o articulada de los sectores que, en Partido Socialista y, a partir de 1914-1915, por el Partido Demócrata Progresista.

3 Natalio Botana, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires,
Sudamericana, 1977, pp. 171-172. El destacado me pertenece. 4 Ibid., p. 172.
224 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 225
en el sistema político argentino (1880-1930)

Excepto el PAN, no fueron partidos clasistas, al estilo de los europeos o los chilenos, Esas cuatro grandes formaciones partidarias dominaron la escena política
quizás porque la estructura social no estaba cristalizada y había una importante hasta 1945-1946. Sin embargo, no pudieron constituir un sistema de partidos
movilidad social ascendente. sólido, aunque sí identidades partidarias fuertes.
El Partido Conservador fue el de los grandes propietarios de la tierra, aunque Si institucionalmente –como ocurre en el caso argentino– los partidos no
no careció –clientelismo mediante– de base electoral popular, sobre todo en las logran consolidar su papel de mediadores y articuladores entre la sociedad civil y el
provincias de Buenos Aires, Corrientes y del Noroeste argentino. Estado, tal fracaso se refuerza con el del Parlamento en igual función. Es probable
La UCR, según Rock, fue un partido inicialmente “retoño, en buena que en éste hayan incidido decisivamente tanto la mecánica de representación
medida, de las facciones terratenientes” que, desde 1905, penetró “en los grupos oligárquica prolongada durante la fase democrática cubierta por las administra-
de clase media urbana; luego de 1912 se convirtió en un vasto partido popular ciones radicales, cuanto la situación de entrampamiento institucional en la cual
que abarcaba muchas regiones del país”, si bien siguió “en gran parte dominado cayó la UCR, en particular durante la primera presidencia de Yrigoyen, quien
por los propietarios de tierras”. En suma: “un movimiento de masas manejado por gobernó con un Poder Legislativo adverso que trababa u obstaculizaba la adopción
grupos de alta posición social”.5 de medidas que requerían el acuerdo parlamentario. Recién en 1918, el radicalismo
La UCR tuvo una pretensión totalizadora: “ser la Nación misma”, como alcanzó la mayoría en la Cámara de Diputados, consolidando posiciones en
decía el Manifiesto del 30 de marzo de 1916. De allí su preferencia por definir- 1920-1921. En el Senado, la mayoría conservadora permitió el efectivo desem-
se como movimiento antes que como partido (Manifiesto del 13 de mayo de peño de reaseguro o garante del orden oligárquico. Adicionalmente, la práctica
1905). La síntesis de la concepción omnicomprensiva, abarcadora de la totalidad contubernista –que los conservadores desarrollaron con eficacia– contribuyó a
social, fue formulada por Hipólito Yrigoyen en su primer mensaje al Congreso complicar el accionar parlamentario de las fuerzas políticas antioligárquicas, divi-
Nacional, en 1916: “La Unión Cívica no está con nadie ni contra nadie, sino con diendo a éstas y diluyendo la eficacia del Parlamento como ámbito en el cual dirimir,
todos para bien de todos”. conforme a reglas, las diferencias, las coincidencias, los acuerdos y hasta las fracturas.
El Partido Socialista era un partido básicamente urbano, integrado por Las dos grandes asociaciones de interés burguesas eran la Sociedad Rural
artesanos y pequeños comerciantes, empleados, obreros y profesionales. Su fuer- Argentina (SRA), institución representativa de los grandes hacendados (espe-
te electoral era la Capital Federal, donde obtuvo resonantes triunfos. Algunas cialmente bonaerenses), creada en 1866, y la Unión Industrial Argentina (UIA),
esporádicas victorias en localidades del interior (Laboulaye, Resistencia, más fundada en 1886 por reunificación de los dos agrupamientos empresariales, el
tarde San Rafael y Mar del Plata) no modificaron el rumbo. En buena medida, Club Industrial (1875) y el Centro Industrial Argentino (escindido del anterior en
esa incapacidad de inserción en las provincias guardó relación con su errónea per- 1878), que reunía y defendía básicamente a empresarios fabriles de Buenos
cepción de la composición étnica de la estructura social extrapampeana. Al igual Aires. La primera de ambas es la institución corporativa burguesa por excelencia.
que la UCR, el Partido Socialista fue un partido intransigente, reacio a alianzas Un mecanismo usual, largamente persistente e ininterrumpido (por lo menos entre
con otras formaciones, a las cuales consideraba portadoras de prácticas viciosas 1900 y 1943), es su ubicación en instancias claves del Estado y del gobierno. En
del pasado, calificadas como “política criolla”. Recién en 1931 se apartó de esa ese lapso, cinco de los nueve presidentes del país (Roque Sáenz Peña, Victorino
postura, al constituir con el Partido Demócrata Progresista la efímera Alianza de la Plaza, Marcelo T. de Alvear, Agustín P. Justo y Roberto M. Ortiz) fueron
Civil, al solo efecto de enfrentar a la fórmula conservadora en las elecciones pre- socios de la Sociedad Rural y más del 40% de las designaciones ministeriales también
sidenciales de ese año. recayeron en miembros de ella. Su inserción fue particularmente acentuada en los
El Partido Demócrata Progresista quiso ser el partido orgánico de la dere- ministerios de Agricultura y Ganadería, Relaciones Exteriores y Hacienda, y en
cha democrática, pero las contradicciones internas y las ambiciones personales cargos militares (especialmente en la Marina). En el caso de Agricultura, doce de
frustraron ese intento y terminó siendo un partido provincial (Santa Fe) con pro- los catorce ministros que ocuparon la cartera en el período indicado pertenecían
yección nacional y con base en los sectores medios urbanos. a la entidad, la que, adicionalmente, era consultada por el gobierno nacional en
ocasión del tratamiento de cuestiones ganaderas.
5 David Rock, El radicalismo argentino, 1890-1930, Buenos Aires, Amorrortu, 1977, p. 71.
226 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 227
en el sistema político argentino (1880-1930)

Acaso el hecho más provocativo fuera el que la Sociedad Rural general- La CACIP y la Liga Patriótica coincidieron en “la idea de un Estado inter-
mente sobrevivía a las vicisitudes de los partidos políticos [...]; la Sociedad viniendo como ordenador y de acuerdo a un plan global que evitara confundir
estaba fuertemente representada en el gabinete, antes, durante y después su accionar en la concesión de respuestas inmediatas a reclamos sectoriales”, idea
de los gobiernos radicales de 1916-1930 [...]. Y en cada uno de esos perí- considerada “básica para la contención del conflicto obrero-patronal”.8
odos distintos, aproximadamente el 15% de todas las bancas del Congreso Lo novedoso estribaba en asumir explícitamente un modelo de articulación
fueron ocupadas por miembros de la Sociedad. Esta institución poseía entre la sociedad civil y el Estado fundado en la doble lógica de las mediaciones
gran poder político; la cuestión es saber cómo lo empleaba.6 partidaria y corporativa. Reforzando la propuesta, la Liga Patriótica Argentina
–esa mezcla de organización armada parapolicial y de generadora de propuestas
Ahora bien, todo el peso político de la SRA no se tradujo necesaria o automá- políticas de alcance nacional, creada en 1919, durante la “Semana Trágica”– propuso
ticamente en la existencia de un Estado –ni siquiera un gobierno– corporativo, ni “institucionalizar la participación obrera en la resolución de sus conflictos a partir
tampoco implicó la ausencia de relaciones conflictivas entre corporación y de la creación de nuevas entidades, acordes con una clara reglamentación estatal”.9
gobierno. En este sentido, durante la primera presidencia de Yrigoyen hubo, en La Liga desconocía la legitimidad de los sindicatos existentes –de filiación anarquista,
varias ocasiones, importantes discrepancias entre la poderosa organización y el socialista y/o sindicalista– y propiciaba formar otros, orientados por los principios
Poder Ejecutivo. Tales conflictos tampoco supusieron la pérdida de poder político de la misma Liga. La propuesta no implicaba una posición simétrica de las orga-
de los ganaderos nucleados en la SRA. Dicho de otro modo, el radicalismo ganó nizaciones obreras y patronales: por el contrario, la Liga entendía necesario reforzar
y ejerció el gobierno entre 1916 y 1930, mas no tuvo el poder. el control de la subordinación de los trabajadores, a su juicio debilitados por la
Otras asociaciones de interés importantes fueron la Bolsa de Comercio, la gestión del presidente Hipólito Yrigoyen.
Bolsa de Cereales, la Confederación Argentina de Comercio, Industria y Es que la política obrera de Yrigoyen había introducido, parcialmente,
Producción (CACIP) y la Asociación Nacional del Trabajo, fundada en 1918. cambios en el modo de tratar y resolver las demandas de los trabajadores. No
La CACIP se creó en 1916 y tenía una faceta interesante: se trataba de una las de todos, sino las de aquellos vinculados particularmente a las actividades
convocatoria a conformar en el ámbito de la sociedad civil un nuevo tipo de orga- estratégicas para la economía agroexportadora, como los ferroviarios y marítimos.
nización representativa de los intereses de la burguesía. Perseguía posibilitar Cuando el conflicto obrero estaba dirigido por anarquistas (sobre todo), Yrigoyen
reprimió duramente a los huelguistas, como en la “Semana Trágica” (en Buenos
la emergencia de un plan económico que [...] pudiera ser retomado por los Aires y en el interior), pero también reprimió a los petroleros de Comodoro
poderes públicos como continente del interés global de la sociedad. El plan- Rivadavia, a los peones rurales de la región pampeana y de la Patagonia y a los
teo apuntaba directamente a abrir para esos sectores un nuevo canal de par- socialistas. David Rock ha mostrado la conexión existente entre los dirigentes sindi-
ticipación en la discusión de las políticas estatales. Consolidado el mismo, calistas y el presidente Yrigoyen, unos y otro interesados en quitarle espacio sindical y
el Estado funcionaría en la sociedad argentina en estrecha interpenetración político al Partido Socialista. No se trató, por cierto, de una operación en la cual
con las organizaciones de interés, funcionamiento que estos dirigentes per- los primeros abandonaran su posición principista de rechazar relaciones formales
cibían como base del nuevo poder de las sociedades más desarrolladas. [...] con el Estado y/o los demás partidos, pero una parte considerable de ellos descubrió
Se trataba también de una convocatoria al resto de la clase dominante para en la política obrera del presidente radical una veta para obtener beneficios para
acomodar sus prácticas a una realidad que estaba cambiando. 7 sus organizaciones, es decir, una posición pragmática para alcanzar la agremiación
masiva y el mejoramiento económico.10 Aunque tal política radical tuvo en su primera
fase (1916-1922) más fracasos que éxitos, a partir de la campaña electoral de 1922
6 Peter H. Smith, Carne y política en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1968, p. 55.
7 Silvia Marchese, “Proyectos de dominación para la Argentina de posguerra”, en Jornadas
Rioplatenses de Historia Comparada. El reformismo en contrapunto. Los procesos de modernización en el 8 Ibid., p. 157.
Río de la Plata (1890-1930), Montevideo, Centro Latinoamericano de Economía Humana/Ediciones 9 Ibid., p. 161.
de la Banda Oriental, 1989, pp. 156-157. 10 David Rock, op. cit., p. 219.
228 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 229
en el sistema político argentino (1880-1930)

–en coincidencia con una combinación de caída de la tasa de sindicalización, frag- del Primer Congreso (1913), en las cuales en primera instancia se aprobó un pro-
mentación social y ausencia de una clara hegemonía dentro del movimiento obre- yecto para impulsar la creación de una formación patrocinada por la propia
ro–, comenzó a gestarse una estrategia fundada en un nuevo tipo de comité radi- Federación, rechazado luego en revisión de votación. La cuestión reapareció en
cal destinado a captar los votos obreros [...]. De allí en más la organización en 1931, después de haber rechazado a socialistas, radicales y demócratas progresis-
comités de la UCR, sutilmente estructurada, reemplazó lo que antes había hecho tas. El resultado fue la efímera experiencia de la Unión Nacional Agraria, que en
Yrigoyen merced a sus contactos personales con los sindicatos, y pasó a ser el las elecciones de ese año apoyó la fórmula de la Concordancia: Agustín P. Justo-
cimiento fundamental de la supremacía política de que la UCR continuó disfru- Nicolás Matienzo.
tando durante la década del veinte.11
Empero, la dirigencia obrera –la sindicalista mucho más que la socialista– Colofón
siguió insistiendo en el fortalecimiento de los sindicatos como organización adecuada
para satisfacer las demandas obreras. Si en el caso del sindicalismo ello era obvio La definición de un modo oligárquico –como opuesto al democrático– de
por razones de principios, en el del socialismo no fue menos perceptible el pro- ejercicio del poder generó una hegemonía organicista (1880-1912-1916) que
gresivo desentendimiento de la dirección partidaria en el efectivo liderazgo de los combinó el accionar de un “partido de notables”, de las asociaciones de interés
sindicatos controlados por sus afiliados o simpatizantes. Esta fractura entre partido capitalistas y del propio Estado. El pasaje a la hegemonía pluralista o compartida,
político y sindicato socialista se hizo más honda en las décadas de 1930 y 1940, tal de corta duración (1916-1930), no alcanzó a consolidar las bases de una efectiva
como se apreció en el notable proceso de trasvasamiento de dirigentes y cuadros democracia política liberal. La debilidad –y quizás, incluso, hasta el desinterés– de las
medios obreros socialistas al proyecto del coronel Juan Domingo Perón. Pero antes, fuerzas democráticas –un sector de la burguesía, la clase media y la clase obrera–, su
durante los treinta, los conservadores practicaron una política que favorecía la dificultad para organizarse como partidos y la preferencia por la mediación corpo-
representación corporatista obrera en detrimento de la representación partidaria. rativa, operaron en la desestabilización del sistema político, como se apreció
Otro caso que ilustra la primacía de la mediación corporatista es el de la claramente en 1930, cuando el golpe militar del 6 de septiembre desnudó la crisis
Federación Agraria Argentina (FAA), la asociación de interés de los chacareros de dirección política, clausuró la etapa de la hegemonía y potenció soluciones
pampeanos creada en Rosario en 1912. A pesar de los notables y persistentes dictatoriales –gobierno del general José Félix Uriburu (1930-1932)– o híbridas,
esfuerzos del PS, e incluso de algunos chacareros, la organización adoptó una bajo la forma de una “democracia fraudulenta” –como en la presidencia del general
clara estrategia corporativa en sus relaciones con el Estado nacional, aun cuando Agustín P. Justo (1932-1938) y de los abogados Roberto Ortiz (1938-1942) y
a escala municipal no fue ajena a la práctica de participar en elecciones comuna- Ramón Castillo (1942-1943)–, situación que concluyó con otro golpe militar, el
les –por lo menos en la provincia de Santa Fe–, mediante el explícito apoyo a can- del 4 de julio de 1943, que desencadenó una serie de hechos y fuerzas que culmi-
didaturas partidarias (radicales) o bien presentando listas y candidatos propios. nó produciendo, como efecto no previsto y no querido, el peronismo (1946-1955).
Las relaciones con el gobierno radical experimentaron un creciente deterioro, La etapa de la hegemonía pluralista tuvo su paradoja: la ampliación de la
especialmente durante la segunda presidencia de Yrigoyen. democracia política resaltó la debilidad de su principal instrumento –el sistema
Las desavenencias entre la FAA y el PS surgieron con el comienzo mismo de partidos– y con ella la de la articulación de la sociedad civil con el Estado
de la primera y se tradujeron en la temprana separación de su propio presidente, mediante la mediación partidaria y parlamentaria. Se produjo un proceso de disi-
el socialista Antonio Noguera, enfrentado con el sector liderado por Francisco dencias y fracturas partidarias, algunas particularmente cruciales, que dificultó la
Netri, más moderado políticamente y defensor de una organización meramente función representativa de los partidos.
corporatista y ajena a vinculaciones partidarias. A la derrota de los chacareros Mi hipótesis es que durante la hegemonía pluralista (1912-1916-1930) se
socialistas, en 1912-1913, por alinear a la Federación bajo la orientación del PS, explicitaron todas las tendencias estructurales que apuntaban, más allá de la apa-
le siguió el debate sobre la necesidad de un partido agrario en las deliberaciones riencia, a trabar decisivamente la construcción de un orden social y político efec-
tivamente democrático, en el marco de una sociedad capitalista. La experiencia
11 David Rock, op. cit., p. 219. gubernamental radical potenció, auque no fuese un efecto buscado, los elemen-
230 CAPÍTULO III Partidos, corporaciones e insurreciones WALDO A NSALDI 231
en el sistema político argentino (1880-1930)

tos que provocaron la crisis de 1930. La colisión entre la dirección política repre- Jornadas Rioplatenses de Historia Comparada. El reformismo en contrapunto. Los pro-
sentativa (los partidos y el Parlamento) y la dirección técnica o burocrática repre- cesos de modernización en el Río de la Plata (1890-1930), Montevideo, Centro
sentada por un Poder Ejecutivo avasallante (sobre todo con Yrigoyen) coadyuvó Latinoamericano de Economía Humana-Ediciones de la Banda Oriental, 1989.
–no en exclusividad– a preparar esa crisis de representación, de autoridad o de ROCK, David, El radicalismo argentino, 1890-1930, Buenos Aires, Amorrortu, 1977.
hegemonía, como se prefiera. SMITH, Peter H., Carne y política en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1968.
Cuando en 1930 se superpusieron la crisis económica y la crisis política,
la burguesía y sobre todo el Estado pudieron solucionar la primera desarrollando la
industrialización por sustitución de importaciones, proceso que había comenzado
mucho antes, acentuándose en la década de 1920 con la instalación de fábricas
de capitales europeos y norteamericanos. Las transformaciones sociales tuvieron
un sujeto principal, el Estado; como en la etapa anterior, pero en una escala cuan-
titativamente más elevada. Detalle muy significativo: los cambios se produjeron
en la forma del Estado, sin alterar la matriz societal. Pero en el plano de la política
se asistió a un fracaso en la reconstrucción (o en la construcción de una nueva)
hegemonía, suplida por la inequívoca primacía de la coerción.
En la perspectiva de la larga duración, las fuerzas sociales y políticas argen-
tinas no actuaron de manera suficientemente consistente para construir una efec-
tiva y sólida democracia política. Conforme al patrón definido hacia 1880
–jamás seriamente cuestionado–, la democracia debía ser liberal. Pero su princi-
pal soporte material, la burguesía, nunca asumió posiciones genuinamente
democráticas, mientras la clase media osciló entre diferentes posiciones. En la
base de la pirámide social, los trabajadores por lo general descreyeron de ella y/o
les importó poco. Así, la democracia política no tuvo, en la Argentina, quien la
practicara seriamente. Los cincuenta largos años que vivió el país a partir de 1930
no fueron otra cosa que el lodo resultante de aquellos polvos acumulados en los
cincuenta años anteriores. Sus efectos se sienten todavía hoy.

B IBLIOGRAFÍA

ANSALDI, Waldo, “Frívola y casquivana, mano de hierro en guante de seda.


Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina”, en
Cuadernos del Claeh, año 17, Nº 61, Montevideo, 1992.
BOTANA, Natalio, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916,
Buenos Aires, Sudamericana, 1977.
MARCHESE, Silvia, “Proyectos de dominación para la Argentina de posguerra”, en
CAPÍTULO III 233

1880-1930 L A VIDA POLÍTICO - ELECTORAL Y LOS MOVIMIENTOS POPULARES

Vida política y electoral (1880-1930). El Ejército

I SIDORO J. RUIZ M ORENO


E SCUELA S UPERIOR DE G UERRA

En 1880 concluyó lo que podría denominarse el “ciclo heroico” de la


Argentina. En efecto, el país contaba con una Constitución, se había establecido
su Capital definitiva –último punto pendiente de la organización institucional
establecida en 1853–, estaba concluido el gravísimo problema de los malones
indios y hasta fueron superadas una crisis financiera de características terribles y la
última guerra civil entre Buenos Aires y las provincias del interior. El general Roca
asumió en aquel año la presidencia, y se contaba entre los artífices del cambio.
Al anunciar su programa de acción ante el Congreso, al recibir el mando
del Poder Ejecutivo, enunció como base de su conducta que ella tendería a la paz
y administración; esto es, a mantener la tranquilidad pública por un lado, y por
otro a dirigir para que el país progresara. Era lo que el Preámbulo de la Ley
Suprema indicaba como norma general: “Promover el bienestar general”. En
materia militar, y para quitar aliciente a algún levantamiento provincial, una ley
prohibió a las provincias “la formación de cuerpos militares bajo cualquier deno-
minación que sea”, quedando solamente el Ejército Nacional para custodia de la
soberanía y defensa de las instituciones.
Sin considerar en detalle los muchos aspectos y realizaciones llevados a
cabo en el período de seis años durante el cual Roca dirigió a la República, cabe des-
tacar que, superados los aspectos indicados –luchas internas, ataques indígenas–,
dificultades de todo orden debían atenderse en un país pobre, poco poblado y
mayormente analfabeto, sin industrias de relieve excepto escasas artesanías, con
un comercio insuficiente y carente de productos necesarios. Es sabida la transfor-
mación que llevó a cabo el presidente Roca, sin que ninguna revuelta turbara su
234 CAPÍTULO III Vida política y electoral (1880-1930). El Ejército I SIDORO J. R UIZ M ORENO 235

gestión, y que ella fue exitosa, aumentándose la inmigración y el trabajo en variado 2


orden, acompañado por una legislación liberal de la cual pueden ser ejemplo la
ley 1.420 de educación laica y obligatoria, y la creación del Registro Civil. No En un principio, la gestión de Juárez Celman prosiguió con el impulso
hay tiempo para considerar en detalle lo realizado, pero reviste importancia para progresista. De esta época subsisten todavía hoy –pese a que se borra desaprensi-
mencionar el adelanto progresivo de la Argentina. vamente cualquier vestigio de nuestro pasado histórico– algunos grandes edificios
A esto se lo calificó injustamente de “materialismo” por algunas características públicos, de ostentosos frentes, incluso escuelas primarias, suntuosamente contruidas,
de la nueva vida, cuando no se trataba más que de disfrutar de ciertas comodidades para dignificar la función a que estaban dedicadas.
postergadas durante largo tiempo por los conflictos y carencias aludidas. Pero el Pero el crecimiento estaba aparejado por un síntoma de crisis creciente, a
bienestar creciente tuvo una incidencia negativa: la búsqueda de satisfacciones causa de mal financiamiento y especulaciones, sumados a la deuda externa que
materiales desinteresó a buena parte de la ciudadanía a tomar participación en la era preciso satisfacer. Y a mediados del período presidencial del doctor Juárez, los
acción política. Porque (pensaban): ¿para qué ocuparse de asuntos públicos, si hay síntomas de peligro se hicieron cada vez más evidentes. Sobrevino la reacción
buenos pilotos que nos conducen? Ahora debía atenderse a lo inmediatamente personal. Ésta fue provocada por una comida de jóvenes universitarios que mostraron
Pero esa apatía cívica tiene un costo para una república. su adhesión casi incondicional a la figura del primer magistrado, dispensador de
El desinterés mencionado se evidencia cuando llegó a término la presi- favores. Lo que provocó un vibrante artículo en el diario La Nación increpando a
dencia del general Julio A. Roca, y los tres candidatos para sucederlo surgieron la nueva generación por dirigirse “en tropel al éxito”, olvidada de lo que su for-
de su mismo partido político, el Autonomista Nacional. No hubo agrupación mación y deber ciudadano le imponía para no aceptar directivas sin análisis. Esa
fuerte para oponérsele; los candidatos fueron su ex ministro el doctor Bernardo clarinada del artículo de Francisco Barroetaveña movió a otro grupo a conformar
de Irigoyen, el gobernador porteño doctor Dardo Rocha, y el ex mandatario la llamada Unión Cívica de la Juventud (fines del año 1889), que realizó una gran
cordobés y ahora senador, doctor Miguel Juárez Celman. Triunfó este último, concentración política en un local de la calle Florida, esquina Paraguay, llamado
sostenido por la antigua “Liga” del interior, que había llevado al triunfo al pro- “Jardín Florida” (donde hoy un local público se denomina con vaga reminiscencia,
pio Roca. El siguiente episodio explica un mote difundido hasta hoy: en cierta “Florida Garden”). La incorporación de personajes con importante trayectoria y de
oportunidad en la cual Juárez llegaba del interior, en horas de la tarde, lo espe- mayor edad forzó a quitar el aditamento “de la Juventud”, y la nueva agrupación
raba una manifestación de sus simpatizantes que, para destacarse en la recorri- quedó sólo como Unión Cívica.
da que luego se organizó para acompañarlo hasta su casa, portaba faroles. De Era, como su nombre lo demuestra, una concentración que mezclaba toda
aquí viene la denominación de “faroleros” para quienes buscan llamar la aten- clase de opositores al gobierno de Juárez Celman. Se propiciaba la libertad del
ción sobre sí mismos. sufragio, sin imposiciones oficiales, para concluir con el “continuismo” del poder
Al efectuarse la transmisión del mando, el 12 de octubre de 1886, el pre- en las mismas filas. Aunque hay que convenir en la frase de que “se votaba mal,
sidente saliente, Roca, dijo al doctor Juárez Celman, como síntesis de lo logrado pero se elegía bien”. Debe aclararse, antes de proseguir, que no todas las eleccio-
y de la nueva Argentina que se asomaba al siglo XX: “Os transmito el Poder con nes de tiempos anteriores habían sido fraudulentas o violentas, pues generalizar
la República más rica, más fuerte, más vasta, con más crédito y con más amor a la en historia es equivocarse. La Unión Cívica abrigaba dentro de sí una mezcla de
estabilidad, y más serenos y halagüeños horizontes que cuando la recibí yo”. En tendencias que sólo tenían como común denominador la crítica al gobierno, agitando
efecto, en 1880 acababa de ser sometida sangrientamente la resistencia de Buenos la autenticidad del voto y la moral pública como banderas casi excluyentes de
Aires a la candidatura del propio Roca. acción. Allí, en dicha Unión, se mezclaban jóvenes sin militancia anterior, católicos
Resulta importante una aclaración: si bien el Partido Autonomista Nacional disconformes con la Ley de Matrimonio Civil, opositores tradicionales como los
mantuvo su predominio, ni Avellaneda auspició a Roca, ni éste a Juárez Celman; y mitristas y hasta hombres de tendencia conservadora, como el doctor Bernardo
este último guardaba diferencias con Pellegrini. Luego, Roca no compartiría la mili- de Irigoyen, competidor de Juárez en la campaña presidencial.
tancia con Quintana. Resulta útil establecer estas precisiones, ante una difundida La crisis financiera que depreció la moneda en el orden interno, e hizo
versión del traspaso del mando entre amigos, que será considerada más adelante. peligrar el pago de la deuda externa, agudizó la tensión.
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Así las cosas, la Unión Cívica organizó otro acto público a principios de Lo que no cesó fue el trabajo de la Unión Cívica.
1890, en el frontón de paleta “Buenos Aires”, donde destacados hombres públi- Al término del mandato del doctor Pellegrini, dicha agrupación inauguró
cos pronunciaron encendidos discursos. El entusiasmo de la concurrencia impulsó una modalidad en las contiendas electorales: la de que una convención partida-
a la Unión Cívica, bajo la dirección del doctor Leandro Alem, a no perder tiempo ria eligiese por medio de representantes al candidato a la nueva presidencia. La
en derribar al gobierno nacional. Y en vez de debilitarlo mediante una oposición reunión se realizó en Rosario, de donde surgió la fórmula de Mitre para presidente
que denunciara insistentemente sus faltas, los cívicos dejaron de serlo para con- y del doctor Bernardo de Irigoyen para vice. Entonces volvió el general Roca a la
vertirse en sediciosos. acción, convenciendo a Mitre que no convenía un enfrentamiento político, pues
La prédica comenzó a ganar prosélitos entre la oficialidad joven, idealista, los ánimos se pondrían en conmoción durante la campaña, y volvería a recrudecer
que se dejó contagiar por una campaña política ajena a su función. el antagonismo entre argentinos, de modo que puestos de acuerdo (con este
Hasta entonces, el Ejército había respaldado a las autoridades, como era su nombre se conoció su entendimiento), Mitre abandonó sus principios del voto
deber. De tal manera, los movimientos insurrectos que estallaron durante la época libre, y eligieron como candidato al doctor Luis Sáenz Peña, venerable magistra-
constitucional habían sido dominados, siendo los últimos los de 1874 y 1880. do sin mayor energía para dominar una difícil situación. El doctor Leandro Alem
En su gran mayoría, los jefes militares sostuvieron al gobierno nacional de turno; rompió ruidosamente su alianza con el general Mitre, mostrándose “radicalmente”
pero en 1890, la Unión Cívica apeló a los oficiales subalternos, introduciendo opuesto al Acuerdo con Roca, y de allí nació el desmembramiento de la oposición,
una deletérea corrosión dentro de las filas del Ejército. bajo el nuevo rótulo de Unión Cívica Radical. Su nueva fórmula fue la de Bernardo
El golpe de Estado se produjo en el centro de la Capital, en el mes de julio de de Irigoyen junto con el doctor Manuel Garro.
aquel año, comandado militarmente por el general Manuel Campos, con escasos En tal momento histórico, otra figura comenzó a buscar su relevancia:
jefes de alta graduación, al tiempo que se constituía una Junta gubernativa enca- Hipólito Yrigoyen, sobrino de don Leandro (sin parentesco alguno con don
bezada por Alem. Bernardo). En la lucha por la supremacía partidaria, Hipólito Yrigoyen advirtió a
Pero el gobierno reaccionó rápidamente, dominando el intento tras dos Pellegrini un inminente estallido armado del Partido Radical, para que al fracasar,
días de lucha en el centro de la Capital. Y si bien el doctor Juárez Celman se vio desplazara de la conducción a su tío Alem; el gobierno dispuso el estado de sitio
forzado a renunciar ante la falta de apoyo, se mantuvo el elenco oficial, contrariando y tomó medidas severas para con los opositores, con lo cual se favoreció la asun-
los anhelos revolucionarios de los “cívicos” para cambiar a todas las autoridades. ción al mando del candidato del Partido Autonomista Nacional, don Luis Sáenz
El gobierno “no estaba muerto”, como lo profetizó equivocadamente el senador Peña, acompañado como vicepresidente por el doctor José Evaristo Uriburu.
Pizarro en el Congreso, ya que asumió el vicepresidente Pellegrini, y el general La Unión Cívica Radical no se aquietó, y comenzó una agitación constante
Roca, principal destinatario de las críticas al manejo de influencias oficiales, fue y peligrosa para la estabilidad de las instituciones. El presidente don Luis Sáenz
nombrado ministro del Interior. Una amplia amnistía, continuando una generosa Peña, desorientado, llegó a incorporar a su gabinete a uno de los dirigentes oposi-
política argentina iniciada después de Caseros y proseguida al vencerse las rebe- tores para calmar a la oposición, y no precisamente el más prudente de ellos, el
liones que siguieron, procuró llevar la calma a los espíritus. doctor Aristóbulo del Valle. Puesto que, en efecto, promovió Del Valle desde el mismo
Me es imposible tratar ahora la tarea de reconstrucción financiera encarada gobierno la insurrección en el interior de la República para derribar a los poderes
por el presidente Pellegrini –que tuvo que salir de una bancarrota interna gene- locales. Los levantamientos armados culminaron en 1893, tendiendo a la revancha
ralizada y con el país al borde del incumplimiento de sus obligaciones con el exte- de la derrota de 1890. En Tucumán, se amotinó el Regimiento de Infantería de
rior–, pero quiero llamar la atención sobre una frase del gran magistrado, válida Guarnición, y en Rosario se sumó a la revuelta el mayor de los nuevos acorazados
para cualquier tiempo: “La confianza vale mucho más que el oro y las armas, por- de la Armada. Mas las medidas impulsadas por el anterior mandatario Pellegrini,
que es todo a la vez”. Ni la dilapidación de los recursos propios, ni el golpe armado y el concurso del Ejército y la Marina, frustraron el intento. Severas medidas adop-
iban a solucionar el estado de la situación nacional, y fueron el nombre y la tadas por el ministro del Interior, doctor Manuel Quintana, restablecieron el orden,
acción de Pellegrini los que permitieron salir paulatinamente de una situación siendo una de ellas la prisión de Alem, jefe del alzamiento, no obstante desempeñarse
sumamente grave. como senador de la Nación, y la detención y el destierro de muchos opositores.
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Finalmente, sin apoyo alguno, Sáenz Peña renunció, y en su mensaje al No olvidemos que las generaciones pasadas han preparado el momento
Congreso dejó caer esta amarga reflexión: “Me retiro seguro de que seré más respe- que vivimos. Y en cuanto a favorecer a la clase obrera, esta Cámara lo ha
tado como ciudadano, de lo que he sido desde que fui investido con la autoridad hecho siempre que se ha presentado una iniciativa plausible, sin necesidad
suprema de la Nación”. El mando recayó en el doctor José Evaristo Uriburu, de la colaboración del Partido Socialista, que no se había formado todavía
manteniéndose la vigencia constitucional. Durante la gestión de éste debió entre nosotros. ¡Ni era necesario que se formase para que nos preocupára-
enfrentarse la difícil, peligrosa y constante cuestión de límites planteada con mos de la suerte de los trabajadores de la República!
Chile, que llevaron a realizar la primera conscripción militar, concentrándose la
reserva en diversos lugares del país, siendo uno de ellos las sierras de Curá-Malal en la En verdad, las corrientes inmigratorias lograban realizar su ensueño de
provincia de Buenos Aires, donde se adiestraban a las tropas a pelear en la montaña. progreso para las familias que llegaban, mejorando sus condiciones de vida, y
En cuanto al radicalismo, en 1896 perdió a sus dirigentes Alem y Del ocupando sus hijos y nietos –y aun algunos de ellos mismos– posiciones en los
Valle (el primero suicidado, por grandes desengaños), sucediéndolos en la direc- más altos cargos de nuestra República.
ción del partido el señor Hipólito Yrigoyen, quien dispuso la abstención revo- También hubo manifestaciones de anarquistas provenientes de Europa,
lucionaria de ahí en adelante, como muestra del repudio a la transmisión del terroristas que llegaron a efectuar atentados mortales. A su accionar quiso poner
mando desde la cúpula del poder –ya se indicó al principio que ello no se daba fin la Ley de Residencia, en 1902, que contemplaba la expulsión del país de los
por completo–, señalando el medio que se emplearía para llegar a él. Por otra extranjeros indeseables.
parte, la nómina de presidentes, ministros y miembros del Congreso es elocuente
para demostrar la calidad de los funcionarios públicos, a la par de una legislación 3
que gradualmente iba dando respuesta a las exigencias populares, con un país en
paulatina mejora. Si bien durante la gestión del general Julio A. Roca no se dieron rebeliones
Una nueva tensión de guerra contra Chile sirvió como condicionante a la de índole política, la creciente y novedosa “cuestión social” agitó la vida pública,
futura presidencia. Ese inminente conflicto movió a Pellegrini a inclinar al elec- con frecuentes manifestaciones y huelgas. El gobierno de Roca procuró dar remedio
torado del Partido Nacional en favor del general Roca como el mejor dotado para a las protestas, y su ministro el doctor Joaquín V. González proyectó un Código
enfrentar la situación. Una confluencia de entidades políticas opuestas que se del Trabajo. Hay que destacar que el doctor González llamó a colaborar en su
unieron con el solo propósito de impedir su llegada a la primera magistratura, proyecto de Código del Trabajo a varios jóvenes talentosos, aunque no todos fueran
denominadas “las paralelas” –marchaban al lado pero sin mezclarse–, fueron derro- de su misma orientación política, encargándoles el estudio de algún capítulo del
tadas y de este modo Roca se consagró presidente por segunda vez. mismo, porque la labor gubernativa se destina a toda la población y debían cola-
Para este tiempo –fines del siglo XIX–, había sido creado en Buenos Aires borar en ella todos los capacitados para abordarla. Fueron convocados entre otros
el Partido Socialista (1896), mediante el impulso del destacado médico doctor Alfredo Palacios, José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea, Augusto Bunge,
Juan B. Justo. Esta flamante agrupación tenía la declarada misión de favorecer a todos ellos socialistas. Si bien el Código no fue sancionado en su conjunto, sirvió
los obreros, y por tratarse de un partido de clase (es decir, sin lugar determinado para que en un futuro próximo el diputado Palacios tomara del mismo varias dis-
de trabajo), comenzó su prédica haciendo ostensible desprecio hacia los símbolos posiciones que propuso al Congreso como leyes autónomas, que fueron aprobadas
patrios, como la bandera y el himno nacional, lo que motivó violentos enfrenta- por los senadores y diputados del “antiguo régimen”.
mientos. También se manifestó duramente contra el Ejército y la Iglesia. En tiempos Otra medida digna de mención de la gestión presidencial de Roca fue la
del festejo del Centenario, en el local socialista se exclamó: “¡No hay que endiosar impulsada por el ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri, otra vez en rela-
a los próceres! La Revolución de Mayo fue un movimiento netamente económico”, ción al enfrentamiento con Chile, al impulsar el servicio militar obligatorio en
lo que revela la índole sectaria del partido en aquella época. Al respecto, un diputado 1901. El proyecto encontró una fuerte oposición, que entre sus argumentos objetó
conservador resumiría ante el Congreso: la falta de necesidad de la conscripción forzosa, ya que cuando la patria entraba
en guerra, voluntariamente la ciudadanía se movilizaba en los cuerpos de la
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Guardia Nacional. De todos modos el servicio militar quedó establecido, al llegar la vaguardia del prestigio de las instituciones constitucionales y del orden. La sedi-
ciudadanía a los veinte años de edad. Debió componerse al efecto un padrón de ción fue vencida, escapando su gestor, Hipólito Yrigoyen, mientras otros correli-
todos los que serían llamados a incorporarse a las filas del Ejército; y veremos la gionarios caían en poder de las fuerzas militares. Al poco tiempo, una ley de amnistía
importancia colateral de esta medida. tranquilizó el ambiente público.
Importante innovación fue la modificación de las elecciones para diputados Se perfilaba un adelanto cívico: el doctor Carlos Pellegrini, elegido dipu-
nacionales, para dar representatividad más auténtica a los electos. A tal objeto, se tado –ese cargo constituía el primer peldaño de su carrera–, pronunció un dis-
dividieron los distritos (provincias) en circunscripciones, de modo que cada curso en la Cámara abogando por una modificación de la ley electoral, para que
barrio –con distintas características poblacionales– pudiera elegir a un vecino sur- los votantes lo hicieran con mayor garantía de libertad. “Anular la venalidad”,
gido del mismo, en lugar de hacerlo por medio de “listas sábanas”, donde no se fue su consigna.
conocía a la mayoría de los que figuran en ellas. De la reforma electoral propiciada En política, las grandes transformaciones son maduradas antes de su rea-
por el presidente Roca y su ministro González surgió, para ocupar un sitial en la lización, aunque no siempre se perciba el trasfondo que las impulsa.
Cámara de Diputados, el joven abogado Alfredo L. Palacios, elegido por La Boca, El doctor Quintana murió al poco tiempo, y asumió el Vicepresidente. Ya
militante en el agresivo Partido Socialista, y vencedor en las elecciones del propio se perfilaba la apertura política aludida, y parlamentarios adversos al nuevo presi-
secretario del general Roca, demostración concluyente de que no siempre se daba dente trataron de mantener sus posiciones, siendo el acontecimiento más ruidoso
el “fraude patriótico”. su negativa a sancionar la ley de presupuesto para 1908, lo que imposibilitaba al
Luego de Roca, asumió la presidencia de la República el doctor Manuel gobierno a actuar. Ante ello, el doctor Figueroa Alcorta recurrió al arbitrio inédito
Quintana. El nuevo mandatario no era partidario de su antecesor, y en su discurso de clausurar las sesiones parlamentarias de prórroga que había dispuesto el
de toma de posesión del cargo no dejó de marcar sus diferencias: mismo Poder Ejecutivo, y por decreto puso en vigencia el presupuesto del año
anterior. La muerte de Pellegrini y del ingeniero Emilio Mitre privó al primer
Soldado como sois, trasmitís el mando a un hombre civil. Si tenemos el magistrado de un apoyo importante, y de eventuales candidatos para sucederlo.
mismo espíritu conservador, no somos camaradas ni correligionarios, y Durante su período, se celebró con gran pompa el Centenario de la Revolución
hemos nacido en dos ilustres ciudades argentinas más distanciadas entre sí de Mayo, asistiendo entre importantes personalidades extranjeras la infanta doña
que muchas capitales de Europa. Isabel de Borbón, la popular “Chata”, primer miembro de la Casa de Borbón en
concurrir a la República Argentina, y cuyo nombre se recuerda en una avenida
Era el 12 de octubre de 1904. Indico esta fecha porque el 4 de febrero de del Parque 3 de Febrero.
1905, apenas transcurrido el verano y en receso del Poder Legislativo, estalló un El candidato de Figueroa Alcorta para sucederlo era el doctor Roque Sáenz
nuevo movimiento revolucionario, el segundo realizado por la Unión Cívica Peña, a quien, para preservarlo del ardor de la confrontación propia del antago-
Radical después del alzamiento de los cívicos en 1890. Los radicales no se habían nismo electoral, se designó como representante diplomático en Europa. Allí, don
atrevido a hacerlo durante la gestión de Roca. Ahora se animaron, cobrándole la Roque se puso de acuerdo con otro diplomático argentino, el doctor Indalecio
cuenta al anterior Ministro del Interior (ahora en la presidencia), quien enérgica- Gómez, para promover una modificación en las prácticas electorales, comprome-
mente los enfrentara en la repetición de su tentativa de 1893. El estallido revolu- tiéndose además a que el gobierno resultante no intervendría en la elección del
cionario se produjo en distantes lugares del país, como en las provincias de futuro primer magistrado. Sería Sáenz Peña el segundo presidente en resultar
Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. En la capital cordobesa fueron apresados el electo estando fuera de la Argentina: el anterior lo fue Sarmiento.
vicepresidente Figueroa Alcorta y otras prominentes figuras que se hallaban vera- Cabe puntualizarse que la elección de Sáenz Peña se produjo ante la persis-
neando, amenazados de ser fusilados si el gobierno enviaba tropas para restablecer tente abstención del Partido Radical. Curiosa circunstancia: la de que el presidente
la situación. Los mensajes cambiados entre el presidente Quintana desde la Casa que forzó la instauración del voto libre, doctrina casi excluyente del radicalismo,
Rosada, y el doctor Figueroa Alcorta, haciéndole ver su riesgo, son dignos de haya surgido como producto del favoritismo oficial, en práctica condenada por
conocimiento para demostrar la entereza de aquel hombre mayor de edad, en sal- la oposición.
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Desde otro punto de vista, esa larga ausencia del radicalismo en la liza cívica Chile, donde se batió heroicamente en la defensa del Morro de Arica contra fuer-
favoreció al Partido Socialista, que pudo llevar a la Cámara de Diputados a sus zas superiores, siendo el único jefe que sobrevivió al asalto, herido y prisionero.
representantes, al renovarse en 1912 por primera vez de acuerdo a la reforma elec- Pero venía de Europa con mala salud, lo que quitó a Sáenz Peña energía para
toral. El Congreso tuvo ocasión de escuchar desde entonces gritos y frases que cumplir su tarea con mayor dedicación; aunque la ley de reforma electoral que
chocaban con las costumbres observadas anteriormente. Muestra de las nuevas justamente lleva su nombre, y que logró mediante la eficaz ayuda de su ministro
modalidades fue la incorporación como diputado del doctor Juan B. Justo, presi- del Interior, el ya aludido Indalecio Gómez, bastó para consagrarlo en la posteridad
dente del Partido Socialista, quien exclamó en la oportunidad: como uno de los grandes impulsores del progreso cívico argentino.
Se hizo cargo del Poder Ejecutivo el 12 de octubre de 1910, pasados los
¡No puedo disimular la profunda repugnancia que siento al ver que mi festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. Al jurar ante la Asamblea
diploma legítimo ha necesitado la aprobación de una Comisión de Legislativa “cumplir y hacer cumplir la Constitución”, ya anunció su “ensayo”
Poderes formada por Diputados fraudulentos! […] ¡También subleva mis (así lo calificó) del voto secreto y obligatorio, y su deseo:
sentimientos democráticos verme rodeado en este recinto por los represen-
tantes de oligarquías cerradas, que en nuestro país, desde hace tantos años, Yo aspiro a que las minorías estén representadas y ampliamente garantizadas
manejan la cosa pública con procedimientos de conciliábulos, defendiendo en la integridad de sus derechos. Es indudable que las mayorías deben
siempre los intereses mezquinos de la clase capitalista! gobernar, pero no es menos exacto que las minorías deben ser escuchadas,
colaborando con su pensamiento y con su acción en la evolución ascen-
Los socialistas continuaron su prédica a favor de la clase obrera, atacando dente del país.
con lenguaje desusado y hasta procaz a la política tradicional. De todos modos,
esta corriente logró aumentar su representación, y hasta en 1913 contaron con Sáenz Peña agregó que “no bastaba garantizar el sufragio”, sino que “se
un miembro en el Senado, el doctor Enrique del Valle Iberlucea (nacido en necesitaba crear y mover al sufragante”.
España), a quienes siguieron otros –el mismo Justo y Niocolás Repetto–, desta- Antes de Sáenz Peña, el voto era público y voluntario. El habitante que quería
cándose el doctor Alfredo L. Palacios de sus “compañeros” (son los primeros polí- convertirse en ciudadano, se anotaba en el padrón cívico si lo deseaba pero concurría
ticos que usaron esta palabra para señalarse) por su romanticismo, cultura y o no a ejercer su derecho en el comicio (el mismo procedimiento para quien, en la
patriotismo. Uno de los diputados socialistas de entonces, Federico Pinedo, que actualidad, se afilia a un partido político en sus elecciones internas). Hasta entonces
evolucionó más adelante al conservadorismo, marcó su conducta: se recibía el voto anunciado en voz alta, que hacía pública la preferencia del elector,
lo que a veces le causaba inconvenientes. Pero ya he expresado que no siempre eran
Los voceros del socialismo en aquellos momentos no tenían el carácter violentas las elecciones, ni fraudulentos los recuentos de votos.
moderado y burgués que predominó más tarde en ellos: eran marxistas Los principales caracteres de la reforma eran la obligatoriedad, la univer-
cabales y actuaban proclamando la lucha de clases bajo el auspicio de la salidad, y el secreto del voto. Aunque todos conocemos ahora su mecanismo,
bandera roja, al son de los virulentos estribillos revolucionarios contra la conviene precisar que no era tan general como anunciaba, pues no votaban las
burguesía, y de las consignas proletarias internacionales. Esta propaganda, mujeres. Uno de los elementos favorables para garantizar la correcta composi-
si bien conmovió a las multitudes obreras de la ciudad de Buenos Aires, ción de los padrones –evitando ausencias o inclusiones falsas–, fue adoptar la
no repercutió en las provincias ni en los distritos rurales. lista –ya conformada– de los ciudadanos llamados a prestar servicio militar,
conforme lo dispusiera la Ley de Conscripción Obligatoria.
Llegó Roque Sáenz Peña a la presidencia de la República, prestigiado su En cuanto a la obligación de concurrir al comicio, esta ley tendió a desviar
nombre tempranamente como diputado nacional y delegado en conferencias a la Unión Cívica Radical de su peligrosa abstención revolucionaria en los comicios.
internacionales, y lo que era también notorio, su desempeño valeroso como De aquí la obligatoriedad de votar, forzando a los radicales a intervenir en la com-
teniente coronel en el Ejército Peruano durante la Guerra del Pacífico contra petencia por ganar el poder; y al obtener bancas en el Congreso participaban en cier-
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ta medida en el gobierno, lo cual, haciendo oír su voz y colaborando en la legis- lante de ocupar los cargos públicos, como también al socialismo con su prédica
lación, sacaba a los radicales de su postura sediciosa. La garantía al sufragante de disolvente de las instituciones argentinas, y en sus orígenes, este Partido Demócrata
contar con un voto secreto constituía un elemento fundamental para que la Progresista mostró una clara tendencia roquista, reflejada en la nómina de sus creadores:
Unión Cívica Radical abandonara su postura negativa. Desde luego, el Congreso Norberto Quirno Costa, Indalecio Gómez, Joaquín V. González, José María
de mayoría conservadora fue el que aprobó la iniciativa para modificar el mecanis- Rosa, Carlos Ibarguren, Julio A. Roca (hijo) y Alejandro Carbó. También
mo del voto, aunque no le convenía políticamente –resulta necesario recalcarlo–. Lisandro de la Torre, cuya mención dejé para el final, porque éste luego evolu-
Por otra parte, la obligatoriedad de concurrir al acto eleccionario tendía cionó hacia una tendencia contraria. Fue íntimo amigo del general José Félix
a “argentinizar” a los hijos de los inmigrantes nacidos en nuestro país, muchos de Uriburu (quien expresó que había encabezado en 1930 la rebelión contra Yrigoyen
los cuales no se habían integrado plenamente a él, manteniendo costumbres, cultura para hacerlo presidente), y siempre un tenaz adversario de Hipólito Yrigoyen y de
y hasta el habla de los territorios de origen de sus padres. Junto con la ley 1.420 los radicales.
de educación común y obligatoria (del tiempo de Roca), y la afluencia inmigra- Hubo esperanzas de que cuando murió enfermo el presidente Sáenz Peña,
toria (época de Juárez Celman), la República Argentina contaba cada vez más con su sucesor el doctor Victorino de la Plaza, no cumpliera con las promesas oficiales.
habitantes y ciudadanos que debían comprometerse con los intereses nacionales. Lejos de ello, el presidente De la Plaza se atuvo estrictamente a la imparcialidad
Esta ley electoral fue una verdadera revolución, en cuanto desplazó de la y no propició ninguna figura para que triunfara en las elecciones.
conducción política a la alta sociedad que tradicionalmente ocupaba los cargos El 2 de abril de 1915 los electores de presidente –el voto era indirecto–
públicos, para dar acceso al gobierno a la clase media, tanto de antiguos criollos no lograron mayoría absoluta, si bien la Unión Cívica Radical obtuvo más
como de recientes argentinos. Como medio de llegar al poder, fortaleció la democra- sufragios para su candidato Hipólito Yrigoyen que sus contrincantes: eran 300
cia –que es lo accidental– pero no siempre para la República –que es lo fundamental– los electores representando a las Juntas Provinciales, y la fórmula Yrigoyen-
por los abusos que a veces cometieron quienes ocuparon los puestos del Estado. Pelagio Luna carecía de los 151 votos para imponerse por sí sola. Hubo gran
Es importante destacar otro aspecto de este tema: cuando en Europa el tensión, ya que podían combinarse sus opositores en el Colegio Electoral, y
doctor Sáenz Peña conversó sobre su programa político con el doctor Gómez, además la Asamblea Legislativa (ambas Cámaras del Congreso reunidas), que
invitándolo a integrar su gabinete ministerial, éste aceptó con una condición, era la que debía aprobar la elección –art. 67, inc. 18, de la Constitución–,
que fue compartida, y que el mismo Indalecio Gómez reveló a la Cámara de tenía mayoría antirradical. Sin embargo, los electores conservadores y demócratas
Diputados tiempo después: “Es entendido que ni en el Ministerio del Interior progresistas dividieron sus preferencias, y finalmente se impuso el señor Yrigoyen
ni en algún otro, se producirá acto, se dirá palabra, se hará indicación que por el estrecho margen de 152 votos contra 148. Desde entonces, el Partido
importe la preparación de un Gobierno futuro”. “¡Convenido!”, respondió Sáenz Demócrata Progresista entró en una declinación constante, no obstante haber
Peña. Lo contrario hubiese sido mantener la práctica que buscaban superar, de mantenido cierto predominio en Santa Fe, por acción de su caudillo De La Torre.
que la ciudadanía careciera de plena libertad de elección libre y auténtica. Ese
pacto solemne hizo que durante la gestión de ambos caballeros, “las entrañas de este 4
Gobierno han quedado esterilizadas, absolutamente esterilizadas –remarcó Gómez al
relatar la entrevista en el Congreso– para concebir una candidatura oficial”. Los radicales tuvieron a su frente, tenaces y ardientes, a socialistas, conser-
En la imposibilidad –por razones de espacio– de detallar la labor admi- vadores, y también luego a radicales disidentes con la conducción personalista
nistrativa de las presidencias (lo que tampoco es el propósito de esta colabo- que imprimió Yrigoyen a su gestión partidaria y oficial.
ración), y concretándome al tema político, diré que en noviembre de 1914 Este personaje no llegaba al poder con una doctrina definida. La bandera
nació un nuevo partido político: el Demócrata Progresista. Tendieron sus fun- radical, desde la aparición de esta corriente política en 1891, era la libertad del
dadores a reagrupar a las corrientes conservadoras, dispersas y poco afectas al votante; es decir, una tesis de combate opositora. Pero resulta que su anhelo había
proselitismo popular, desde que llegaban al poder como consecuencia de acuer- sido ya obtenido, y debido no a sus esfuerzos, sino al impulso de un presidente
dos gestados en las esferas oficiales. Deseaban oponerse al radicalismo anhe- surgido de las filas contrarias, a cuya elección los radicales no habían concurrido,
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absteniéndose por considerar que surgía del fraude. Esa paradoja de vencer por no “reconoció” como gobernador al doctor Julio Roca (hijo) cuando fue elegido
acción de un adversario, sin otra aspiración que la ahora desaparecida, sería fatal por la provincia de Córdoba, y se negó a tener trato siquiera oficial con él.
para la Unión Cívica Radical, esterilizando los frutos que se esperaban de la época El desdén de Yrigoyen por el Poder Legislativo se tradujo en el hecho de no
que se inauguraba. Lo cierto es que careció de plan de gobierno y asumió una concurrir a la apertura de sus sesiones, ni de leer ni enviar su mensaje anual para
política rencorosa contra sus adversarios. dar cuenta del estado del país, como lo dispone la Constitución.
Dada la conformación marcadamente personalista del partido ahora Al finalizar su mandato en 1922, un de los más enconados adversarios en
gobernante, todo giraba en torno a la voluntad de su conductor. Fue, sin duda, el Parlamento, el doctor Matías Sánchez Sorondo, afirmó:
un personaje misterioso por sus actitudes –su lenguaje incluso distaba de ser
comprensible– y mesiánico. A continuación cito dos de sus frases como ejemplo: Yrigoyen quedará como la expresión de un momento de rebajadita social.
“He vivido en la más absoluta integridad de mis respetos” y “Desde que tuve uso Ha roto el pacto federal, ha menospreciado el Congreso, ha desquiciado la
de razón he sido una enseñanza viva del fuego sacro de la vida”. Endiosado por Administración, ha ridiculizado la personería de la República en el con-
sus continuadores, se mostraba solícito en la comprensión de los pobres y con- cierto de las Naciones.
trario a una oligarquía “falaz y descreída” (como la calificaba), con desinterés por
la riqueza y los goces de su posición pública. Con la marcada egolatría, se describió Esto último, por haber aceptado la Argentina ser parte de la Liga de las
a sí mismo no como un “gobernante de orden común”. Naciones, sin condiciones, y luego retirarse al no ser admitida una propuesta para
Pero lo cierto es que su gestión no satisfizo las expectativas vinculadas a la modi- la integración del organismo.
ficación de la cuestión social, tan apremiantemente reclamada por su propio partido. El dominio yrigoyenista del partido, además, lo llevó a designar personal-
Pese a la constante prédica demagógica contra el “régimen” desplazado, el mente, sin recurrir a la Convención Radical reunida para deliberar al respecto, a
presidente Yrigoyen no dio solución a los problemas que esperaban mejoras, lo que su sucesor. Fue el doctor Marcelo de Alvear, embajador argentino en Francia,
llevó a huelgas numerosas, que culminaron en enero de 1919 con el estallido de la ajeno al desarrollo de graves alteraciones en la política nacional. Sabía el Presidente
denominada “Semana Trágica”. Ante la violencia de los reclamos de los obreros, que el candidato no lo traicionaría, pero colocó en la vicepresidencia a un incon-
que superada la presencia de la Policía, sólo pudieron ser dominados por el Ejército, dicional seguidor, don Elpidio González, quien en caso necesario podría suplantar
Yrigoyen designó un “Gobernador Militar” para la ciudad de Buenos Aires, solución al elegido. El resultado de los comicios dio el triunfo a la Unión Cívica Radical
que constituyó un procedimiento insólito porque dicho cargo no existía. con 235 votos de las Juntas Electorales, 60 para la fórmula conservadora encabezada
En el campo institucional, el Presidente mostró cada vez de manera más por Norberto Piñero, 22 para el socialista Repetto, y 10 para la democracia-progresista
acentuada la tendencia a prescindir de los otros poderes nacionales o locales en que postulaba a Ibarguren. Don Marcelo de Alvear no participó en la campaña
todo lo posible, y de dar al gobierno un carácter de centralismo autocrático. En su proselitista, permaneciendo en París.
campaña por desmantelar las antiguas “situaciones oficialistas” en el interior del país, Al revés de su antecesor, el doctor Alvear pronunció un discurso ante el
Yrigoyen se impuso la tarea de intervenir casi todas las provincias para desplazar Congreso en términos carentes de agravios y hasta ponderando el “desarrollo de
a sus mandatarios, a veces manteniendo la presencia nacional varios años, y otras veces la riqueza” lograda desde tiempos lejanos, llamado a la colaboración de todos los
haciéndolo en más de una oportunidad: San Luis fue intervenida en tres ocasiones. argentinos. Su espíritu amplio chocó con los seguidores de su antecesor, de per-
Tales intervenciones tenían como fin suplantar la representación de las sonalidad absorbente, y pronto quedaron escindidos los radicales en dos grupos
provincias en el Congreso (sobre todo en el Senado), que era en gran parte con- cada vez más opuestos, siendo denominado el que se despegaba de las directivas
formada por los partidos conservadores. No obstante el triunfo radical en el orden de don Hipólito “antipersonalista”. El doctor Alvear no tardó en señalar la dife-
nacional, los conservadores en el interior del país lograron –con el apoyo popular rencia, en su primer mensaje al abrir las sesiones del Congreso en 1923: “No ha
y mediante la aplicación de la nueva modalidad electoral– obtener el gobierno de de faltarme la energía de carácter que demande el mantenimiento de la alta digni-
algunas provincias importantes: Córdoba y Santa Fe, por ejemplo, donde su labor dad de mi investidura. Mi Gobierno no desea encontrar en su camino una una-
fue sumamente positiva. Aunque corresponde a su segundo mandato, señalaré que nimidad enfermiza de opinión”.
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Alvear no llevó adelante la intervención a la provincia de Córdoba para un ejemplar de periódico para su lectura con noticias falsas. La consecuencia fue
desplazar al doctor Julio Roca, como Yrigoyen quería; y el propio Yrigoyen fue a un rápido deterioro por no atenderse, nuevamente, a las tensiones sociales, cuyas
hacer campaña cuando finalizó el término del mandatario provincial; pero las manifestaciones fueron reprimidas violentamente por la Policía. El crack financiero
elecciones cordobesas dieron el triunfo al doctor Ramón J. Cárcano, conservador. en Estados Unidos repercutió muy desfavorablemente en la situación argentina,
La divergencia se ahondó cuando al año siguiente (1924) el vicepresidente agravado por la dilapidación de los recursos del Estado, manejados en forma des-
Elpidio González tildó en el Senado de “contubernio” la coincidencia de actitudes ordenada. Las huelgas y manifestaciones marcaron rápidamente el descontento,
de radicales antipersonalistas con conservadores. Sus palabras motivaron la enér- agitadas tanto por obreros como por estudiantes universitarios. El desorden se
gica condena de los opositores –entre ellos los socialistas–, y fueron tachadas del unió a los manejos políticos, sin faltar el fraude que se achara a los conservadores.
diario de sesiones. Un radical de la talla de Ricardo Rojas pronunció en estos términos severos
esa conducta:
5
El gran pecado del radicalismo, acaso, ha consistido no tanto en el desqui-
La presidencia de Alvear fue esterilizada por la postura obstruccionista de cio administrativo, sino más bien en haber violentado la Ley Sáenz Peña
los partidarios del jefe de la Unión Cívica Radical (calificados de “genuflexos”), en Córdoba, Mendoza y San Juan; en haber anulado la colaboración del
y no pudo cumplir con todos sus proyectos, no obstante la corrección de sus pro- Ministerio y el control del Parlamento, por un mal entendido sentimien-
cederes, que enaltecieron a la Argentina ante las naciones extranjeras. to de la solidaridad partidaria; en haber descuidado la selección de sus ele-
Al agitarse la ciudadanía en 1927 por la renovación del gobierno, lo que debía gidos, y en haber coaccionado a la oposición mediante ciertos instrumen-
ocurrir al año siguiente, el presidente Alvear condenó a las agrupaciones “enfermas tos demagógicos. Todo esto significa un olvido del radicalismo histórico,
de sectarismo” –en su expresión–, que vivían poseídas “de la obsesión de considerar de su dogma del sufragio libre, de su programa constitucional, y de sus
irremplazables a los hombres públicos”. En su último mensaje al Congreso, el presi- ideales democráticos.
dente Alvear se quejó públicamente de la obstrucción que hicieron los radicales yri-
goyenistas a muchas de sus iniciativas favorables al bienestar y al progreso de la Un síntoma elocuente de la pérdida del favor del pueblo hacia el gobierno,
República. Sin embargo, don Marcelo para nada influyó en las elecciones, en las cua- lo dio en 1929 el triunfo en la Capital de los candidatos a diputados del Partido
les fue nuevamente electo el señor Hipólito Yrigoyen, con mucho mayor caudal de Socialista Independiente. La unión de los opositores se concretó al poco tiempo:
votos en esta oportunidad que en la primera. Alvear fue tachado de “traidor” por los conservadores, socialistas, radicales “antipersonalistas” y el resto de demócratas
vencedores, que lo silbaron al retirarse de la Casa Rosada. progresistas. Estaba pendiente la amenaza de juicio político al Presidente por “mal
A partir del triunfo del conductor radical, el pueblo festejó el triunfo de desempeño de sus funciones”, tal como lo señala la Constitución Nacional, puesto
su “causa” como el de las reivindicaciones de las clases sociales más necesitadas. que entre otras características de su paso por el Poder Ejecutivo, debe repetirse que
Pero a los 76 años, muy desgastado, no era ya quien doce años antes llegara a la Yrigoyen había abandonado la función pública que le indicaba la Ley Suprema,
primera magistratura impelido por ideales de renovación. Su gobierno se aisló de en la apatía que le provocaba su estado físico e intelectual. Prácticamente no existía
las demás fuerzas cívicas, y él mismo estuvo rodeado y aislado por un círculo que el gobierno: el presidente Yrigoyen estaba aislado por la camarilla indicada y no
lo adulaba. Se formó un grupo violento para defender al Presidente de sus cen- ejercía la función que le estaba encomendada; y, por su parte, el Congreso no se
sores, llamado el “Klan Radical”, que no dejó de apelar a medios violentos para reunía en sesiones ordinarias, por temor a la acusación de juicio político que se le
silenciar. El señor Yrigoyen era entretenido con audiencias intrascendentes, y haría a aquél: ni Ejecutivo, ni Legislativo.
ministros debían aguardar mucho tiempo para ser recibidos. A fin de despachar En agosto de 1930, el Ministro de Agricultura no pudo inaugurar la exposición
los asuntos que no se resolvían, se ideó la maniobra de los “decretos ómnibus”, organizada por la Sociedad Rural por haber sido recibido con una fuerte y sostenida
consistentes en que entre la primera y la última hoja podían intercalarse varias silbatina, que lo forzó a retirarse. Graves escándalos ocurrían en las provincias del inte-
disposiciones, conforme a la redacción empleada. Es reconocido que se imprimía rior, como Mendoza y San Juan, y los diarios criticaban severamente a las autoridades.
250 CAPÍTULO III Vida política y electoral (1880-1930). El Ejército I SIDORO J. R UIZ M ORENO 251

El ambiente público mostraba un continuo y grave descontento contra el Por otra parte, la difundida frase de que los opositores “golpearon las puertas
gobierno. Las manifestaciones callejeras de estudiantes y obreros eran continuas. de los cuarteles”, es equivocada. Si bien la ciudadanía se hallaba en estado de
Sus antiguos partidarios, el Intendente Municipal de Buenos Aires, tanto como rechazo al gobierno, nada hacía presumir la posibilidad de recurrir a las Fuerzas
el Ministro de Guerra, dirigieron elocuentes mensajes a Yrigoyen señalándole la Armadas, pese a que los tiempos electorales no alcanzarían para revertir una
necesidad de un cambio de actitud inmediato, sin ninguna reacción por parte de situación calamitosa. Las condenas de La Prensa y de La Nación, más la virulencia
éste. De su lado, parlamentarios de todos los bloques, identificados como “De los de Crítica, no pasaban de reflejar la oposición y de señalar los preceptos consti-
44” por el número de sus componentes, lanzaron un manifiesto explicativo de los tucionales dejados de lado por el oficialismo radical. El golpe de Estado, ocurrido
malos procederes del oficialismo y de las medidas que debían adoptarse en cum- el 6 de septiembre, fue producido por militares que no obedecieron al reclamo
plimiento de la Constitución. La renuncia del ministro de Guerra, el general de los civiles, los cuales fueron dejados de lado hasta el último momento por
Dellepiane, presentada el 2 de septiembre de 1930 –fecha significativa– fue expresa indicación del general Uriburu. El complot fue organizado como una
redactada en términos alarmantes para el Presidente y para el sistema republicano operación castrense, y si bien es cierto que fue impulsado por un grupo reducido
de gobierno. Véanse algunos de sus conceptos: de iniciados, también hay que tener en cuenta que el Ejército no defendió la esta-
bilidad del Presidente ni del Congreso.
He acompañado a pesar de mi voluntad y contrariando mi conciencia, a La interrupción del sistema constitucional no fue larga: sólo duró un par
V.E., en la refrendación de decretos concediendo dádivas generosas, pen- de años, y el propio encargado del Poder Ejecutivo Nacional lo definió como
sando que esto pudiera liquidar definitivamente una situación sobre la “gobierno provisional”. Sus intentos de reforma de la Constitución de 1853 y del
cual el país no debía reincidir. Me repugnan las intrigas que he visto a mi régimen de partidos políticos no pudo, felizmente, llevarse a cabo, y con el acce-
alrededor, obra fundamental de incapaces y ambiciosos. He visto y veo so al poder en 1932 del general Agustín P. Justo, la República Argentino volvió
alrededor de V.E. pocos leales y muchos interesados. a retomar su rumbo ascendente.

Y aludiendo a la personalidad de Yrigoyen, aludía en su dimisión el minis-


tro Dellepiane:

si V.E. no recapacita un instante y analiza la parte de verdad que puede


hallarse en la airada protesta que está en todos los labios y palpita en muchos
corazones… Sólo lamento no haber podido realizar obra constructiva.

Esta carta es algo así como un fallo casi póstumo a la presidencia radical,
apenas cuatro días antes de ser desplazada del poder. Porque el 6 de septiembre
de 1930 estalló, con gran adhesión de la ciudadanía que antes había apoyado a
Yrigoyen, un golpe militar que derribó al gobierno. Hay que remontarse a 1861
(a Pavón), casi setenta años antes, para que se diera un acontecimiento similar:
hasta entonces –según expuse al comienzo– los alzamientos sediciosos fueron
dominados por las fuerzas que respondían a la autoridad constituida.
Para finalizar la época rememorada, cabe precisar ante todo que el movi-
miento fue encabezado por el general José Félix Uriburu, que estaba retirado del
servicio activo. Circunstancia importante: Uriburu carecía de mando, pero estaba
revestido de autoridad. Hay que tener en cuenta esta diferencia.
253

CAPÍTULO IV

1930-1943
La crisis del modelo agroexportador
y la ruptura institucional
CAPÍTULO IV 255

1930-1943 L A CRISIS DEL MODELO AGROEXPORTADOR


Y LA RUPTURA INSTITUCIONAL

Las contradicciones en el Ejército durante


el régimen conservador

N ORBERTO G ALASSO
H ISTORIADOR / ENSAYISTA / ESCRITOR

La composición social del Ejército Argentino.

Contrariamente a lo que suponen los simplificadores de la Historia, el


Ejército Argentino de aquellos tiempos del treinta no es una casta ni constituye
tampoco “el brazo armado de la burguesía”.
A partir de la presidencia de Mitre, la clase dominante ha entrelazado sus
intereses con el Imperio británico, organizando una Argentina semicolonial,
“granja de su Graciosa Majestad”, economía complementaria de la economía
inglesa. Pero el Ejército, sin embargo, no se modela bajo la influencia británica
(que, en cambio, opera decididamente sobre la Armada) y tampoco se nutre pre-
ponderantemente de hombres de la clase alta. Al constituirse como fuerza nacio-
nal cuando, después de los duros enfrentamientos de 1880, se prohíben las mili-
cias provinciales, quedó integrado especialmente por contingentes del interior del
país –de extracción federal– y más tarde, por hijos de la inmigración. Por esta
razón, en la fuerza militar de principios de siglo palpita un sentimiento antimi-
trista que marca la singular experiencia del Partido Autonomista Nacional, pri-
mero, y luego, una fuerte tendencia radical.
Por supuesto, aparecen en sus filas algunos hombres de doble apellido,
pero preponderan los que pertenecen a familias de clase media, en muchos casos,
empobrecidas. Se puede observar como, en su historia, proliferan apellidos de
inmigrantes como Velazco, Campero, Montes, Mantovani, Mosconi, Mercante,
Farrell, Ferrazano, Pistarini, etcétera.
256 CAPÍTULO IV Las contradicciones en el Ejército durante el régimen conservador N ORBERTO G ALASSO 257

El investigador Alain Rouquié ha analizado esta cuestión: Probablemente la explicación reside en que la subordinación de la
Argentina a Gran Bretaña significaba tomar como ejemplo a una potencia fun-
Los oficiales argentinos raramente proceden de las familias hidalgas de las damentalmente marítima lo cual permitía a nuestra Armada tomarla en arqueti-
viejas provincias coloniales. En su mayoría, son originarios de las zonas po, pero no ofrecía iguales posibilidades al Ejército. Así ocurrió la aparente
más modernas, más urbanizadas y cosmopolitas. Así, pues, los oficiales incongruencia de que, en un país satélite del Imperio británico se diese una com-
forman un grupo abierto y no una casta hereditaria reservada a las viejas petencia, en cuanto a la formación de nuestros militares, entre la influencia fran-
familias tradicionales de ascendencia militar o consular.1 cesa y la germana. También en este aspecto, Rouquié viene en nuestra ayuda:

Se trata, pues, si queremos usar una expresión sintética y popular, de “clase El Ejército adoptó un modelo cultural singular en un país cuyos dirigen-
media con uniforme”. Con respecto a la clase trabajadora, son escasísimos los ofi- tes civiles mantenían relaciones privilegiadas con Gran Bretaña en el
ciales de ese origen aunque, uno de ellos, Domingo Mercante era hijo de un traba- terreno económico y social y profesaban accesoriamente un culto más
jador ferroviario. desinteresado por Francia en artes y letras. Esto llevaría a la crisis entre el
Con respecto a las razones por las cuales se incorporarían al Ejército los hijos de ejército germanófilo (mucho antes de Hitler, por supuesto) y la oligarquía
la clase media inmigratoria, Rouquié señala: “la educación nacionalista y el culto anglófila.3
de San Martín, por ejemplo, y el atractivo de la parada, los desfiles, la bandera y los
uniformes constituyen el basamento emocional de muchas elecciones”.2 En los primeros años de su constitución definitiva, el Ejército Argentino
tomó como modelo al Ejército Francés, en cuanto a los uniformes, reglamentos,
Origen social y tendencias políticas obras teóricas sobre cuestiones bélicas y estratégicas. Más tarde, especialmente a
partir de 1904, comenzó a colocarse bajo la influencia germana. Los ensayos,
Estas reflexiones, resultan importantes para acercarnos a la comprensión artículos y tratados, así como el casco con punta o “el paso de ganso”, fueron
de las diversas tendencias ideológicas y los cambios que se advierten en la historia reemplazando a las modalidades francesas. En el plan de estudios de la época, por
del Ejército durante el siglo XX y que resultan inabordables para aquellos que ejemplo, los cadetes del Colegio Militar estudiaban idiomas francés y alemán,
suponen que nuestros militares constituyen un conjunto de hombres hechos a pero no inglés.
imagen y semejanza de la clase dominante, que comúnmente, en nuestras luchas En sus recuerdos sobre su paso por el Colegio Militar, Juan Domingo
políticas, se ha denominado “oligarquía”. Desde ese antimilitarismo abstracto Perón señala:
resulta incomprensible la historia de nuestro Ejército. En cambio, si entendemos
que preponderan en él quienes provienen de la clase media existe la posibilidad Las voces de mando eran de estilo alemán, los reglamentos y el manejo de
de que se manifiesten tanto posiciones conservadoras como posiciones populares. armas eran igualmente alemanas. Toda mi vida he marchado al paso prusiano.
Si el Ejército Argentino hubiese sido –desde su cohesión como fuerza Soy un hombre racionalista por temperamento y por costumbres. Desde
moderna a fines del siglo XIX– “el brazo armado de la clase dominante” habría 1910, mis profesores fueron alemanes. Cabezas que no dejaban nada al azar.
manifestado el probritanismo que cultivaba la clase dominante, en cuyo caso Todo con orden y sentido.4
habría identificado su destino, de manera permanente, con el partido conservador
y los intereses británicos. No fue así, sin embargo.

1 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, tomo II, Buenos Aires, Emecé,
1978, p. 106. 3 Ibid., p. 100.
2 Ibid., p. 108. 4 Esteban Peicovich, Hola Perón, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1962, p. 62.
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El Ejército en los inicios del radicalismo en que “el Radicalismo sólo fue cosa de unos mozos estancieros y de los
jefes y oficiales del ejército que era donde más se sentía nuestra acción”.5
Esa clase dominante escéptica y despilfarradora no se preocupó por darle
al Ejército una cohesión ideológica tal que lo constituyera en “su brazo armado”. Neutralismo y simpatía por el radicalismo, durante la Primera Guerra
Entendió probablemente que bastaba con la formación conservadora liberal atravesaron los cuarteles en esa época.
expresada en la biografía del general San Martín, escrita por Mitre y con las hipó-
tesis de conflicto hacia Chile y Brasil. Por ello, quizá debió sorprenderse del pre- El golpe militar del 6 de septiembre y los mandos leales a Yrigoyen.
dicamento que iba logrando Hipólito Yrigoyen en los cuarteles, expresado en la
sublevación del 4 de febrero de 1905. El naciente caudillo estaba conquistando a Una cuestión a investigar se refiere a la posición de la mayor parte de los
las fuerzas populares del interior que habían sido la base social del autonomismo. mandos militares durante el levantamiento del 6 de septiembre de 1930. El radi-
Asimismo, lograba que los oficiales y los suboficiales también fueran receptivos a calismo se encuentra acosado por el resto de los partidos y el caudillo está ya viejo
sus denuncias contra “el régimen falaz y descreído” y su propuesta de que “la y enfermo, cuando se produce el alzamiento del Colegio Militar liderado por el
causa” llevase a cabo “la gran reparación”. Un caso interesante es el del general general Reynolds y de la Escuela de Comunicaciones, con apoyo de la aviación,
Pablo Ricchieri, a quien el general Roca le aconseja que colabore con Yrigoyen. sin que se agregue ninguna otra unidad militar. Más aun, un militar, el general
A veces, ocurre que ni los mismos dirigentes radicales aprecian la influencia Dellepiane, ha alertado a Yrigoyen, desde su cargo de ministro de Guerra, acerca
que había alcanzado el partido sobre los cuarteles y de qué modo muchos militares del golpe inminente. Pero el caudillo radical no escucha el consejo.
fueron dados de baja luego de que se sofocó la rebelión de 1905 o trabados en Lo cierto es que los mandos leales son mayoría ese 6 de septiembre y esperan
sus ascensos o enviados a guarniciones remotas. infructuosamente la orden de Yrigoyen de reprimir. En el Arsenal de Pichincha y Garay
Tampoco la mayor parte de los historiadores explican por qué razón la se han citado militares de alta graduación que se mantienen leales. Los insurrectos eran:
clase dominante aceptó el sufragio libre, secreto y obligatorio de la Ley Sáenz
Peña, en 1912. Generalmente lo adjudican a la honestidad del presidente Roque un grupo patéticamente reducido de soldados, en su mayor parte bisoños,
Sáenz Peña o a la intransigencia de Yrigoyen, factores que influyeron seguramente, en desafío al resto del Ejército, que no se plegó. Mientras avanzaban hacia la
pero se desconoce que otro de los factores fue la influencia del radicalismo sobre Casa Rosada, en una empresa condenada al más sonoro fracaso, estaban
el Ejército y la posibilidad de una nueva sublevación. Son los cuarteles agitados alertas, esperando órdenes, el coronel Avelino J. Álvarez, en la Escuela de
por las nuevas ideas de la democracia los que inciden poderosamente en esa decisión Infantería de Campo de Mayo, el coronel Francisco Bosch al frente de la caba-
que conducirá al poder, cuatro años después, a Hipólito Yrigoyen. Y una de sus llería destacada en Ciudadela, el coronel Gregorio Salvatierra con la escuela
primeras medidas será la reincorporación de los militares sublevados en 1905 y de Suboficiales, el general Nicasio (o Sabino) Adalid, jefe del Arsenal de
sancionados por ese hecho. Guerra, el teniente coronel Regino P. Lascano, con el Primero de infantería
Jauretche sostiene: y el teniente coronel Ferré, del Segundo, ambos en Palermo, es decir, una
fuerza capaz de triturar sin trabajo a la anémica columna de Uriburu. Sin
La historia del radicalismo en los años previos a la ley electoral es casi una embargo, estos jefes no recibieron ninguna orden. El general Severo
historia de cuartel. Nunca logró dominar los altos mandos, pero las oligar- Toranzo, inspector general del ejército, viajó desde el interior y solicitó al vice-
quías vivieron sobre un barril de pólvora, pues faltas de apoyo popular se presidente Martínez –presidente en ejercicio a partir del día 5 de septiembre–
sustentaban sólo en las armas y los hombres de armas vivieron permanen- que lo designara jefe de la defensa para proceder a la represión. Pero
temente el duro drama de la disyuntiva entre los mandatos de su concien- Martínez se negó ante el asombro del general.6
cia nacional y los mandatos de la disciplina; la historia del radicalismo fue
así casi una historia militar […]. Más de una vez, después del 6 de sep- 5 Arturo Jauretche, Ejército y política, Buenos Aires, Peña Lillo, 1976, p. 111.
tiembre, oí de labios del octogenario luchador, decir que hubo momentos 6 Miguel Ángel Scenna, Los militares, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1980, pp. 159-160.
260 CAPÍTULO IV Las contradicciones en el Ejército durante el régimen conservador N ORBERTO G ALASSO 261

Asimismo, hasta la noche de ese sábado 6 de septiembre no estuvo asegu- estos oficiales están dispuestos a acompañarlo en la patriada. Luego, cuando
rado el éxito para el general Uriburu: “En el Arsenal estaban reunidos el minis- Yrigoyen triunfa en 1916, consideran que su deber es la obediencia al presidente
tro González, el inspector general Severo Toranzo y los generales Mosconi, Adalid legal, aunque ello los obligue, en algunas oportunidades, a reprimir acciones
y Martínez, todavía en condiciones de reaccionar”.7 populares, donde estiman que se expresan intereses chilenos –o de subversión ideoló-
Resulta evidente que la crisis económica mundial, el periodismo amari- gica al sistema– como en la “Semana Trágica” (1919) y los sucesos de la Patagonia
llista con Crítica y La Fronda a la cabeza, así como la dirigencia política de derecha (1921 y 1922). Por esta razón no se suman a la conspiración, ni al golpe, en 1930.
a izquierda y el propio engangrenamiento del partido incidieron en el camino Entre los más conocidos de ellos pueden citarse a: Enrique Mosconi, Severo
hacia el abismo del Presidente. Pero son varios los historiadores que no evalúan Toranzo, Atilio Cattáneo, Francisco y Roberto Bosch, Sabino Adalid, Gregorio
estos factores y en cambio, prefieren sostener que el Ejército quebró la legalidad. Pomar, Regino Lascano, Manuel Álvarez Pereyra, Gregorio Salvatierra.
Para ello, silencian que buena parte de esos militares esperaban una orden que Al poco tiempo de asumir el gobierno el general José Félix Uriburu,
nunca llegó. estos militares yrigoyenistas se lanzan a conspirar contra el gobierno de facto.
En diciembre de 1930 se produce el levantamiento de suboficiales radicales
Las diversas tendencias dentro del Ejército durante los años treinta. en Córdoba, vinculados al doctor Amadeo Sabattini. Poco después, el general
Severo Toranzo urde una conspiración, con un grupo de oficiales adictos. Con
Los radicales la colaboración de su hijo, Carlos Severo Toranzo Montero, organiza el golpe
para deponer a Uriburu. La conspiración toma cuerpo y va a estallar a fines de
Ya en los sucesos del treinta se pueden advertir tendencias diversas en el febrero de 1931, pero una delación pone sobre aviso a los servicios de inteligencia
seno del Ejército: y se lanza la orden de detención contra los implicados. Toranzo logra fugar
a) los militares de filiación radical; embarcándose hacia Montevideo, desde donde lanza una carta abierta al general
b) los nacionalistas de derecha que se nuclean alrededor del general José Uriburu condenando su golpe usurpador:
Félix Uriburu;
c) los oficiales de posiciones liberal-conservadoras, probritánicos, que res- Le dirijo estas líneas asumiendo también y por derecho de antigüedad,
ponden al general Justo. la representación de los militares de toda jerarquía a quienes usted y sus
esbirros han ofendido infamemente, apoyados en la fuerza brutal, que ha
En los sucesos de 1930, los oficiales radicales no intervienen. Los uribu- tenido en sus manos para deshonra de la civilización, desde el día del
ristas se presentan como protagonistas principales del golpe militar, mientras los malón del 6 de septiembre hasta la fecha. Solamente en un alma vil y
liberales “justistas” participan en segunda línea. cobarde podían anidar los salvajes instintos que usted ha revelado, ensañán-
Los militares radicales provienen del Ejército que se organiza después de dose con sus propios camaradas del ejército al punto de hacerlos azotar y
1880 y entienden que su función es garantizar la libre soberanía popular. Es decir, torturar de uniforme, por verdugos civiles y policíacos que han emulado a
ante las costumbres cívicas adulteradas por el fraude, reclaman que se practiquen los más sombríos y repugnantes personajes de la historia. Cuando pienso
comicios limpios, con sufragio secreto, libre y obligatorio quedando encargada la que una hiena como usted se ha disfrazado durante 47 años con el uni-
institución de velar por la pureza del sufragio. forme de los defensores de la Constitución prometiendo, engañando,
Para este sector, la función del Ejército consiste en defender la soberanía adulando, mintiendo y corrompiendo conciencias de oficiales de todos
ante cualquier ataque externo, que en aquellos tiempos suponen que podría prove- los grados, no encuentro monstruo con quien compararlo en los anales
nir desde Chile o desde Brasil. De esta manera, si el pueblo otorga su confianza de nuestra vida democrática […]. Simulando patriotismo, es usted, en
a Hipólito Yrigoyen y éste se subleva frente a las trampas electorales, muchos de realidad, un agente venal de turbios intereses extranjeros.8

7 Miguel Ángel Scenna, op.cit., p. 160. 8 Atilio Cattáneo, Apéndice de “Plan 1932”, Buenos Aires, Proceso, 1959.
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El 5 de abril de 1931, la dictadura uriburista, se arriesga a otorgar eleccio- Hacia fines de 1932, se produce otro suceso que demuestra la consecuente
nes libres en la provincia de Buenos Aires. El conservadorismo levanta una fór- posición de un sector del Ejército. El coronel Atilio Cattáneo urde una trama
mula típicamente vacuna: Santamarina Pereda, mientras que los radicales llevan conspirativa cívico militar en la cual participan, entre otros, los tenientes Monti,
a Pueyrredón-Guido. El triunfo radical provoca la anulación de estas elecciones Reynoso, Egli, Muzlera, Bruzzone, Olguin y los capitanes Cáceres, Domínguez,
y una vez más los oficiales yrigoyenistas deciden levantarse al encontrar cerradas Coroba, Carriego y Bravo. Pero la explosión de una bomba dejó al desnudo el com-
las vías electorales. En julio de 1931, el coronel Gregorio Pomar se subleva en el plot y los conspiradores son detenidos.
Litoral. Sin embargo, a pesar de que su acción moviliza fuerzas adictas en otras En enero de 1933, estalla una rebelión en Concordia,10 con repercusión
partes del país, el general Justo –que se ha dedicado desde el 6 de septiembre a la en Misiones. Luego, en diciembre de 1933, se produce el levantamiento de Santa Fe
tarea de colocar a sus hombres al frente de los diversos cuerpos– extorsiona a y Corrientes, con fuertes enfrentamientos en Paso de los Libres. En esta oportunidad,
Uriburu: el levantamiento de Pomar será sofocado pero Uriburu debe dar elec- los aviones del gobierno ametrallan a los insurrectos produciéndose alrededor de cin-
ciones antes de fin de año y Justo, merced al fraude, será el nuevo presidente. cuenta muertos y una gran cantidad de detenidos, algunos enviados al sur, otros
En 1932 es asesinado el mayor Regino P. Lascano. Al encontrarse el cadáver, desterrados a Europa.
en su chaqueta aparece una proclama que en sus partes centrales afirma: Esta “resistencia radical” entra en declinación cuando Alvear negocia con
el gobierno de la Concordancia para constituirse en una oposición amable y res-
Guiados por los más nobles sentimientos de reparación institucional y de petuosa. Esto culmina en la Convención Radical, el 2 de enero de 1935, cuando
justicia social, nos levantamos en armas contra el simulacro de gobierno se levanta la abstención y el radicalismo pasa a legitimar los fraudes del régimen.
que preside el General Justo, surgido de las elecciones fraudulentas y espu- Los soldados radicales manifiestan su reprobación a la política alvearista y
rias del 8 de noviembre de 1931, realizadas bajo el imperio del estado de actúan políticamente muy cerca de los hombres de FORJA (Fuerza de Orien-
sitio y de las deportaciones en masa de políticos, militares, obreros y estu- tación Radical de la Joven Argentina, fundada en 1935, cuyo principal dirigente
diantes que encarnaban el espíritu de oposición, de democracia y de liber- era Arturo Jauretche). En 1939, obligados a exilarse por la represión, Roberto
tad del pueblo argentino, cuya mayoría representa el radicalismo. Nos Bosch y Gregorio Pomar, desde Montevideo, rechazan la amnistía con la cual quieren
levantamos en armas contra los herederos de la nefasta tiranía del General amansarlos tanto el gobierno como su propio partido alvearizado:
Uriburu […] patrocinado por el imperialismo petrolero norteamericano
que resucita en el país los gobiernos de castas. Frente a la dictadura del No queremos ser cómplices de leyes que constituyen un Estatuto Legal del
General Justo, las dictaduras de las compañías Standard Oil, Bunge y Coloniaje, como la de la creación del Banco Central y del Instituto
Born, Dreyfus, Asociación de frigoríficos, Tranvías, Unión Telefónica, etc., Movilizador, la de la Coordinación de los Transportes, las concesiones de
frente a esta dictadura extranjera, disfrazada canallescamente con los colores la CADE, etc., y otros actos de entrega del patrimonio nacional, a fuerzas
de nuestro pabellón y a la que sólo civiles y militares que han caído en la extrañas que expolian al pueblo argentino.11
ignominia de traición a la patria pueden apuntalar, proclamamos la revo-
lución con el fin de reconquistar para el pueblo argentino la suma del Otra figura castrense importante fue el general Ramón Molina. Desvinculado
derecho y libertades ultrajadas, aherrojadas por la miserable legión de fas- de la línea uriburista, pero también opuesto a las maniobras fraudulentas que
cistas del Jockey Club y Círculo de Armas, que no han trepidado en vender prohijaba el general Justo, su figura fue creciendo, primero como un soldado de
la nacionalidad a cambio de satisfacer sus bastardas y ruines ambiciones posición nacional y luego, como hombre ligado al radicalismo combativo. Scenna
personales de orden político y comercial […]. Argentinos: ¡De pie, a las señala que Molina propiciaba “un regreso a la pureza del sufragio y asumía una
armas! ¡Viva la Unión Cívica Radical!, Curuzú Cuatiá, 30/6/1932.
Firmado Juan B. Ocampo, Capitán ayudante.9
10 Ibid., p. 86.
9 Atilio Cattáneo, op. cit., p. 251. 11 Ibid., p. 170.
264 CAPÍTULO IV Las contradicciones en el Ejército durante el régimen conservador N ORBERTO G ALASSO 265

posición crítica ante la indiferencia oficial frente a la desocupación y la miseria entrenamiento militar en los cuarteles. El mismo Presidente asistió a su primer desfile
generadas por la crisis y aún no conjuradas”.12 Esta vocación por lo nacional y lo de alrededor de diez mil legionarios por las calles de Buenos Aires, en abril de 1931.
social lo constituía en un germen de caudillo popular proveniente del Ejército lo Sin embargo, el control de los cuerpos militares en manos del general Justo lo
cual preocupó a los mandos liberales. Al principio, intentaron desprestigiarlo y le llevó a aceptar su retiro y a convalidar el fraude que convirtió a Justo en presidente.
otorgaron el mote de “el burro” Molina. Más tarde, consideraron conveniente Alejado del país, Uriburu falleció poco después. Sin embargo, esta línea de
cerrar el paso a su accionar político: “Justo comprendió que Molina podía llegar vocación fascista se mantiene. Son varios los jefes que durante la década expresan esta
a ser un adversario peligroso […]. Molina era un líder en potencia”.13 En 1937 tendencia, entre ellos los generales Francisco Fasola Castaño, Benjamín Menéndez,
fue arrestado, con la imputación de haberse convertido al comunismo y debió Urbano de la Vega, Basilio Pertiné, Nicolás Accame y Juan Carlos Sanguinetti,
pedir el retiro, medida que le hizo perder influencia sobre los radicales que lo pero quien más se destaca por su simpatía con el fascismo es el general Juan Bautista
consideraban uno de sus hombres. Molina, a quien puede considerarse el más consecuente continuador del uriburismo.
En enero de 1941, algunos de esos militares constituyen la Cruzada Renovadora Si bien en algunos casos estos militares admiraban el rearme de los países
del Radicalismo, fundada por el teniente coronel Sabino Adalid, siendo nombrado derrotados en la primera contienda mundial, en otros esto resultaba en una adscrip-
como primer jefe de la entidad el teniente coronel Roberto Bosch. Tanto Bosch, ción a los sistemas corporativos. Son militares que por sobre todo sostienen una
como el teniente coronel Dándolo Breglia, Gregorio Pomar y Atilio Cattáneo posición antiizquierdista, totalitaria, antidemocrática y racista. En algunos casos,
seguirán siendo consecuentes con su posición radical en los años siguientes. va a resultar ostensible su admiración por el nazismo. Así ocurre, por ejemplo, con
También alcanzan importancia, en la línea radical de los años cuarenta, los algunos oficiales cuyo pro nazismo resulta fervoroso, con todos sus ingredientes de
coroneles Aníbal, Miguel Ángel y Juan Carlos Montes. (A Miguel Ángel Montes odio a las masas, antisemitismo, autoritarismo y otras connotaciones reacciona-
se le atribuye haber redactado, junto con Juan D. Perón, una de las proclamas rias. Entre ellos, pueden citarse a los coroneles Enrique González, Luis Perlinger y
que circuló en junio de 1943). Pomar, a su vez, continuó manteniendo relacio- Orlando Peluffo.
nes con los forjistas, aunque éstas se debilitaron cuando el grupo de Jauretche, en
1940, se escindió del radicalismo. La línea liberal-conservadora

La línea nacionalista corporativista y los militares pro nazis Como se ha señalado, el general Justo prefirió quedar en segundo plano
respecto a Uriburu en los días del golpe septembrino del 1930. Pero, instalado el
El general Uriburu había sido neutralista durante la Primera Guerra debido nuevo gobierno, se preocupó por colocar a un hombre de su plena confianza en
a su admiración por el funcionamiento del Ejército Alemán y en el año treinta el Ministerio de Guerra, el general Manuel Rodríguez quien se declara partidario
mantenía simpatías por el fascismo italiano. El núcleo que lo rodeaba, especialmente de que el Ejército se limite a sus funciones específicas y que el debate ideológico
Carlos Ibarguren, no se cansaba de aconsejarle que anulase la Constitución del 53 no ingrese a los cuarteles. Por supuesto, ese “profesionalismo” de Rodríguez se
para reemplazarla por la Carta del Lavoro, que Mussolini había sancionado para Italia. basaba en que los militares radicales debían ser detenidos, dados de baja o enviados
Uriburu sostenía una posición nacionalista de derecha, antipopular y a los últimos rincones del país. Llevado a cabo ese operativo, durante los primeros
autoritaria, centrada en el orden a rajatabla, que lo condujo a una dura política meses del gobierno uriburista, resulta comprensible que el amigo de Justo abogase
represiva que incluyó desde encarcelamientos y torturas hasta fusilamientos; fue porque el Ejército se cohesionara detrás de su figura como ministro y detrás de la
el creador de una organización parapolicial denominada Legión Cívica. figura de Justo, quien fue colocando a sus hombres de confianza a cargo de las
Esta organización se integraba con adeptos al nacionalismo que recibían principales guarniciones. Copado el Ejército por este sector, la institución sirvió a
los planes de la clase dominante, tanto fuese en asegurar el fraude en las elecciones
de 1932 y 1938, como en la política económica probritánica implementada por
12 Miguel Ángel Scenna, op. cit., p. 168. entonces. La crisis económica mundial de 1930 había desajustado la relación
13 Ibid. entre el Imperio y la llamada “su colonia próspera”, para la clase dominante. El tratado
266 CAPÍTULO IV Las contradicciones en el Ejército durante el régimen conservador N ORBERTO G ALASSO 267

Roca-Runciman tuvo por objeto emparchar esos desajustes: para ello el gobierno Otras tendencias
aceptó toda clase de imposiciones como entregar a los frigoríficos angloyanquis
el 85% de las exportaciones de carne, crear un Banco Central Mixto con asesora- En la segunda mitad de la década del treinta se manifiestan algunos fenó-
miento de dos integrantes del directorio del Banco de Londres (Otto Niemeyer y menos nuevos en la sociedad que repercuten sobre el Ejército. La crisis económica
Mr. Powell), armar la Coordinación de Transportes en beneficio de la empresa inglesa mundial de 1929 ha producido sus efectos generando cierto crecimiento industrial
de tranvías para lo cual se apropió de los colectivos que estaban en manos de parti- que se va a acentuar con motivo de la Segunda Guerra Mundial, pues ésta obsta-
culares y otros negocios semejantes. culiza las importaciones extranjeras. Ello va aunado a fuertes migraciones internas
Este período de represión y entrega tuvo a la Concordancia –confluencia de desde las provincias desamparadas del interior y asimismo, influye FORJA, cuyas
antipersonalistas, socialistas independientes y conservadores– con la complicidad consignas fueron ganando terreno: “Somos una Argentina colonial. Queremos ser
del alvearismo, como responsables, pero también tuvo a la mayor parte del Ejército una Argentina libre”, “Tenemos una economía colonial, una política colonial, una
como partícipe, encolumnada detrás de Justo y Rodríguez. cultura colonial”, “Patria, pan y poder al Pueblo”. En sus Cuadernos, FORJA seña-
Entre los jefes importantes que se alinearon detrás de esa política, tanto en laba la dependencia que sufría la Argentina como semicolonia productora de carnes y
retiro como en actividad, pueden mencionarse a José María Sarobe, Bartolomé cereales para Gran Bretaña y denunciaba que “había hambre en un país muy rico”.
Descalzo, Elbio Anaya, Leopoldo Ornstein, Santos Rossi, José Francisco Suárez, Raúl Scalabrini Ortiz lo hacía tanto desde FORJA como desde los diarios Señales
Carlos Márquez, Juan Tonazzi, Arturo Rawson y Adolfo Espíndola. y Reconquista, así como desde los libros Política Británica en el Río de la Plata e
En 1938, al concluir su período, el general Justo apeló al fraude para colocar Historia de los ferrocarriles. También José Luis Torres desmenuzó estas claudicaciones
en la presidencia a un hombre de su confianza –el doctor. Roberto Ortiz, abogado en varios libros: Algunas maneras de vender a la patria, La Década infame, La oligarquía
de empresas extranjeras– para asegurarse de que éste, al cumplir su mandato, lo maléfica y Los perduellis. Así también alcanzan mayor predicamento algunos econo-
devolviera al sillón presidencial. Pero diversas circunstancias incidieron para que mistas como Alejandro Bunge quien publica La nueva Argentina.
su estrategia fracasara. Por un lado, el presidente Ortiz enfermó gravemente y fue La mayor presencia obrera y las ideas antiimperialistas se introducen en
suplantado interinamente por el vicepresidente Ramón Castillo. Luego, Ortiz los cuarteles y producen cambios importantes. Uno de ellos es el desarrollo de
falleció y Castillo asumió plenamente la presidencia. Castillo sostuvo una política una tendencia industrialista, especialmente entre los ingenieros militares. De este
neutral durante la guerra y se apoyó en oficiales antiliberales, mostrando, además, modo, algunos militares, con cierta tendencia antiliberal o antibritánica, expre-
cierta atención a las propuestas de tipo industrialista que aportaban algunos hombres saron sus posiciones nacionales en un creciente interés por la defensa del patri-
del Ejército: dio impulso a Fabricaciones Militares y adquirió algunos barcos, como monio argentino, así como por la industrialización y el desarrollo de la industria
punto de partida de nuestra flota marítima. Justo, por su parte, se vio envuelto en pesada. Entre ellos, sobresalió el general Manuel N. Savio quien se constituyó en
una acusación con motivo de una adquisición de armamentos en Europa. Además, el principal defensor de la siderurgia argentina. Sostenía Savio que un ejército no
su ofrecimiento al Brasil para incorporarse a las fuerzas aliadas en la conflagración tendría autonomía si el país no fabricaba acero. Con la colaboración de Luciano
mundial, provocó rechazo en los casinos de oficiales. Poco después, Justo sufrió Catalano, Savio fue el impulsor de Altos Hornos Zapla.
un derrame cerebral y falleció el 11 de enero de 1943. A pesar de ello, Rawson, Desde otra perspectiva, pues no venía del radicalismo, Savio siguió los pasos
Anaya, Rossi y Ornstein consiguieron jugar roles de cierta importancia en los pri- de ese gran defensor del petróleo argentino que fue el general Enrique Mosconi. En
meros meses después del 4 de junio de 1943. el mismo sentido también merece ser recordado el general Alonso Baldrich.
Asimismo, se produjo un fenómeno interesante en los cuarteles cuando,
dada la declinación sufrida por la Argentina y los casos de corrupción y entrega eco-
nómica sucedidos durante la década, algunos oficiales empezaron a buscar nuevos
caminos. En cierta medida, empezaron a hacer síntesis entre los planteos democrá-
ticos del radicalismo y la defensa del patrimonio nacional sostenida por algunos
268 CAPÍTULO IV Las contradicciones en el ejército durante el régimen conservador N ORBERTO G ALASSO 269

nacionalistas, tendiendo hacia posiciones antibritánicas y a favor de una deci- El 17 de octubre de 1945, el sector liderado por Perón, que expresa, en ese
dida participación popular en las cuestiones centrales de gobierno. momento, a la mayoría del Ejército, se encuentra con los trabajadores en la plaza
Perón, uno de los hombres clave de esta tendencia, leía los cuadernos de histórica, consagrándose así un liderazgo político que perduró tres décadas y cuyas
FORJA en Italia, que le enviaban desde Buenos Aires. Julián Licastro señala asimis- ideas aún mantienen influencia sobre la Argentina de estos días.
mo que Perón le comentó que se nutría ideológicamente de las publicaciones de los
apristas peruanos exilados en Buenos Aires. En esta tendencia se encuentra el coro-
nel Domingo Mercante y algunos compañeros de promoción de Perón como Oscar
Silva, Filomeno Velazco, Humberto Sosa Molina y Heraclio Ferrazano. B IBLIOGRAFÍA
En ellos fue acentuándose la convicción de que el pueblo debía ser prota-
gonista, que el Ejército no había sido creado para reprimir sino para defender la BREGLIA, Renzo, Cruzada Renovadora de la U.C.R., Buenos Aires, Teoría, 1999.
soberanía y en algunos casos, emprender obras de bien público o empresas ligadas CATTÁNEO, Atilio, Apéndice de “Plan 1932”, Buenos Aires, Proceso, 1959.
a las necesidades bélicas. Además, Perón solía recordar que su viaje a Europa, en 1940, JAURETCHE, Arturo, Ejército y política, Buenos Aires, Peña Lillo, 1976.
le había servido para convencerse de que había llegado “la hora de los pueblos”. PEICOVICH, Esteban, Hola Perón, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1962.
ROUQUIÉ, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, tomo II,
El 4 de junio de 1943 Buenos Aires, Emecé, 1978.
SCENNA, Miguel Ángel, Los militares, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1980.
A partir de esta fecha, las diversas tendencias se cruzarán y chocarán una y
otra vez, con sus disímiles proyectos. Poco tiempo atrás se había constituido el
GOU (Grupo de Oficiales Unidos o Grupo Obra de Unificación) que durante
mucho tiempo fue rotulado de pro nazi, aunque la escasa documentación que se
logró recuperar dada su índole de logia secreta, parece indicar, sin embargo, que a
sus integrantes no los unía una concepción ideológica, sino el propósito de recons-
truir el Ejército, depurar sus cuadros y darle un rol prestigioso en la sociedad.
El sector liberal-conservador y aliadófilo, que había orientado el general
Justo, logró ocupar ciertos espacios en los inicios del golpe, a tal punto que
Rawson fue designado presidente, aunque no llegó a jurar, y tanto Anaya como
Ornstein ocuparon ministerios. Sin embargo, esta tendencia fue desplazada al poco
tiempo por la acción mancomunada de los oficiales pro nazis y los nacionales.
Pedro Pablo Ramírez, que tenía relaciones cordiales con radicales y nacionalistas,
ocupó durante un tiempo la presidencia, manteniendo un equilibrio inestable
entre las tendencias que lo sustentaban. Crecieron por entonces las figuras de
Juan Domingo Perón, desde la Secretaría de Trabajo y también las de los corone-
les Enrique González y Luis César Perlinger, que expresaban a la línea pro nazi,
hasta que en julio de 1944, el grupo liderado por Perón logra prevalecer sobre la
tendencia de Perlinger, quedando en posición mucho más firme dentro de la
fuerza, aunque todavía habría de enfrentar una dura oposición de los viejos par-
tidos políticos con abierto apoyo del embajador norteamericano Spruille Braden,
desde mayo de 1945.
CAPÍTULO IV 271

1930-1943 L A CRISIS DEL MODELO AGROEXPORTADOR


Y LA RUPTURA INSTITUCIONAL

La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del


pensamiento estratégico en Mosconi, Savio y Perón

G ENERAL FABIÁN E MILIO A LFREDO B ROWN

Introducción

El período entre guerras fue un tiempo de cambios trascendentes en el


mundo, constituyó un final de época con la debacle del modelo capitalista acu-
ñado en la denominada “Segunda Revolución Industrial”. La crisis de 1930 y sus
devastadoras consecuencias sociales, el surgimiento del comunismo y del fascismo
como alternativas a la democracia liberal y, por sobre todo, la sombra de la guerra
mundial como un destino inexorable para las naciones, mantuvo a las grandes
potencias inmersas en problemas que hacían a su propia supervivencia.
En este contexto, los países periféricos gozaron de una mayor libertad de
acción para formular estrategias de desarrollo independiente. Algunos lo intentaron
con distinto grado de éxito.
Durante estos años, en la Argentina se produjo una profunda transformación
política, social y económica a partir del desarrollo del primer momento del proceso
industrial por sustitución de importaciones cuyo correlato en el ámbito social fue
el crecimiento del movimiento obrero y, en el nivel político cristalizó una forma
particular de Estado de bienestar signado por la inestabilidad de las formas cons-
titucionales a partir del golpe militar de 1930.
El caso argentino es complejo, presenta paradojas y contradicciones. Abordar
estos años desde el presente no es una tarea sencilla para los cientistas sociales
pues este período aún no está plenamente desvinculado de cargas valorativas que
no permiten recrear las condiciones del pasado con la rigurosidad debida, incu-
rriendo en reduccionismos o anacronismos que dificultan comprender cuáles eran
las opciones de las que disponía un argentino de los años treinta y cuáles eran las
categorías analíticas para enfrentar los desafíos de su tiempo.
El tema que voy a desarrollar es la industrialización y la cuestión social: el
desarrollo del pensamiento estratégico en Mosconi, Savio y Perón. El período que
272 CAPÍTULO IV La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del pensamiento G ENERAL FABIÁN E MILIO A LFREDO B ROWN 273
estratégico en Mosconi, Savio y Perón

analizaremos es el de 1930-1943, como se comprenderá, las periodizaciones son En relación con la cuestión social, en 1943, el coronel Juan Perón asumía
arbitrios intelectuales que imponemos en un continuum, que, en este caso es válido como secretario de Trabajo y Previsión del gobierno de facto, planteando en su dis-
para abordar el ámbito de lo político entre dos golpes de Estado, pero los tiempos curso de asunción el comienzo de la “Era de la justicia social” en estos términos:
de los procesos económicos y sociales son distintos y, por lo tanto, en ocasiones
deberé transgredir estos límites. Simple espectador como he sido en mi vida de soldado de la evolución de
la economía nacional y de las relaciones entre patrones y trabajadores,
Desarrollo nunca he podido avenirme a la idea tan corriente de que los problemas que
esa relación origina son materia privativa sólo de las partes interesadas. A
Para una mejor comprensión de la problemática que analizaremos propongo mi juicio, cualquier anormalidad surgida en el más ínfimo taller y en la más
comenzar por el final del período para establecer cuáles fueron las principales oscura oficina repercute directamente en la economía general del país y en
consideraciones respecto al “proceso de industrialización” y a la “cuestión social” la cultura general de sus habitantes. [...] Por tener muy firme esta convicción he
que se plantearon los protagonistas a principios de la década de 1940, a fin de lamentado la despreocupación, la indiferencia y el abandono en que los
intentar responder la siguiente pregunta: ¿Por qué un militar de 1943 pensaba de hombres de gobierno, por escrúpulos formalistas repudiados por el propio
esta manera? E intentar, de este modo, rastrear los orígenes de este pensamiento. pueblo, preferían adoptar una actitud negativa o expectante ante la crisis
y convulsiones ideológicas, económicas, que han sufrido cuantos elementos
Planteo del problema intervienen en la vida de relación que el trabajo engendra. El Estado se
mantenía alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades
En 1944, el general Manuel Savio expresaba con respecto a la necesidad sociales como era su deber, sólo tomaba contacto en forma aislada, cuando
de industrializar el país: el temor de ver perturbado el orden aparente de la calle le obligaba a descender
de la torre de marfil, de su abstencionismo suicida.
Consideramos un imperativo impostergable establecer en la Argentina las Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión se inicia la Era de
bases de una siderurgia racional, pues, de lo contrario, toda la estructura del la Justicia Social en la Argentina. Atrás quedarán para siempre la época de
desarrollo industrial que, lógicamente, esperamos dentro de nuestra evolución la inestabilidad y el desorden en que estaban sumidas las relaciones entre
económica carecerá de fundamento positivo. patrones y obreros. De ahora en adelante las empresas podrán trazar sus
previsiones con la garantía de que si las retribuciones y el trato que otorgan
Y agregaba: al personal concuerdan con las sanas reglas de la convivencia no habrán de
encontrar por parte del Estado sino el reconocimiento de su esfuerzo por
No es posible pretender un desarrollo apreciable como nación si no se dispone el engrandecimiento del país. Los obreros, por su parte, tendrán la garantía
de un mínimo de capacidad propia para desenvolverse sin tutelaje extraño. de que las normas de trabajo que se establezcan habrán de ser aplicadas
con el mayor celo por las autoridades. Unos y otros deberán persuadirse de
En otro discurso expresaba: que ni la astucia ni la violencia podrán ejercitarse en la vida del trabajo, porque
una voluntad inquebrantable exigirá de ambos la vigencia de los derechos
Yo no creo forzar la analogía al comparar nuestra independencia de 1816, y obligaciones.2
en lo político con nuestra independencia en lo económico en 1945 o apro-
ximadamente, sobre la base de la industria siderúrgica como piedra angular
en la que han de desarrollarse sanamente todas las actividades de esta índole.1 2 Fragmento del discurso de Perón en la Asunción del cargo de Secretario de Trabajo y Previsión
el 2 de diciembre de 1943 en Juan Carlos Torre, Los años peronistas, Buenos Aires, Sudamericana,
1 Selva Echagüe, Savio, acero para la Industria, Buenos Aires, Fundación Soldados, 1999, p. 44. colección Nueva Historia Argentina, (tomo 8), 2002, p. 34.
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estratégico en Mosconi, Savio y Perón

¿Por qué los militares de 1943 nos plantean la independencia económica y la La guerra de 1914, democrática, lo es por ser la de los grandes números de
cuestión social como problemas estratégicos esenciales de la defensa nacional? los combatientes, de los medios, de los muertos. Más por ese hecho también
¿Cuáles eran los principales desafíos de la Argentina de esos años que suponían es cuestión de civiles más que de militares; prueba sufrida por millones de
debía enfrentar el país y cuáles las opciones estratégicas de su tiempo? hombres arrancados de su vida cotidiana, más que combate de soldados
¿Fue el pensamiento de Perón un fenómeno excepcional o está arraigado […]. La guerra la hacen masas de civiles en regimientos que han pasado de
en un pensamiento estratégico que se venía desarrollando desde hacía años, si es que la autonomía ciudadana a la obediencia militar por un tiempo cuya duración
se puede afirmar la existencia de tal pensamiento? no conocen, hundidos en un infierno de fuego en el que es más importante
A continuación, trataremos de rastrear el origen de estas ideas que expusieron “sostenerse” que calcular, atreverse que vencer.3
Perón y Savio y su desarrollo en el período entre guerras.
Muy tempranamente nuestro país tomó nota de la profundidad de los
Una dimensión del fenómeno bélico cambios políticos y sociales que se estaban operando en el viejo continente.
Enrique Mosconi, en los primeros años de la década de 1920 reflexionaba respecto
Eric Hobsbawm considera que el “siglo XIX largo” finaliza con la Primera de las consecuencias de la contienda mundial:
Guerra Mundial y sus principales consecuencias sociales y políticas: la Revolución
Rusa y el surgimiento del fascismo. Fuera de esta exigencia, que tiene su fundamento en los caracteres genera-
La Gran Guerra fue un hecho inédito en la historia de la humanidad. Si les de la guerra, según las enseñanzas de la última conflagración, hay otras
bien algunos conflictos armados como la Guerra de Secesión en Estados Unidos razones que nos tocan más directamente, porque no sólo se refieren a
y la Guerra Franco-Prusiana en 1870, preanunciaban algunas de sus principales poner nuestra institución armada a la altura de la época, sino a colocarla
características, esta contienda señala el comienzo de un nuevo proceso histórico. en condiciones de equilibrio con respecto a los ejércitos vecinos.4
Francois Furet plantea que:
Y continuaba de este modo:
Por su naturaleza misma, la guerra es una apuesta cuyas modalidades y efectos
son particularmente imprevisibles […]. De esta regla general, la guerra de No basta tampoco el dominio del mar para afrontar los conflictos futuros,
1914 podría ser la ilustración por excelencia. Su radical novedad trastorna en porque la supremacía del aire tendrá como consecuencia la destrucción de
ambos campos todos los cálculos de los militares y de los políticos, así como las fuerzas adversarias en su misma base, hará inevitable el aniquilamiento
los sentimientos de los pueblos. Ninguna guerra del pasado tuvo un desarrollo de las fuentes productoras imposibilitando toda resistencia.5
y unas consecuencias tan imprevistas […].
Esta novedad, técnica para empezar, puede compendiarse en algunas cifras. En los años treinta, Manuel Savio afirmaba que:
Mientras que franceses y alemanes contaban con obtener triunfos decisivos
en las primeras semanas, con ayuda de sus reservas de armamentos acumuladas, Si la nación no puede mantenerse en condiciones positivas de combatir
ambos agotaron en dos meses sus aprovisionamientos de municiones y de eficazmente, tendrá que aceptar la voluntad del enemigo […]. Al soldado
material de guerra: hasta ese grado la nueva potencia bélica de los dos ejércitos francés no le faltaba bravura sino municiones […]. El propósito esencial
había superado todas las previsiones […]. Los mismos obuses que matan a los que inspiró todos estos trabajos y estudios que habrían de conducirnos al
soldados también entierran sus cadáveres. Los muertos en la guerra son “desapa- proyecto de ley de Fabricaciones Militares, consistió en alcanzar, lo más
recidos” del combate. El más célebre de todos, bajo el Arco del Triunfo, será
justamente honrado por los vencedores como “desconocido”; la escala de la 3 Francois Furet, El Pasado de una ilusión, México, FCE, 2005, pp. 59-60.
matanza y la igualdad democrática ante el sacrificio han sumado sus efectos 4 Enrique Mosconi, Dichos y hechos, Buenos Aires, Círculo Militar, 1928, p. 67.
para rodear a los héroes tan sólo de una bendición anónima. 5 Ibid., p. 102.
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estratégico en Mosconi, Savio y Perón

pronto posible la capacidad de producir en el país las armas y las balas La guerra se juega en los campos de batalla, en los mares, en el aire, en el
indispensables para mantener la soberanía y el honor nacional, liberándo- campo político, económico, financiero, industrial, y se especula hasta con
nos de toda dependencia externa.6 el hambre de las naciones enemigas.
La guerra moderna se caracteriza por ser una lucha de un pueblo contra
No obstante, será Perón, en su calidad de oficial de Estado Mayor y pro- otro o de varios de ellos.
fesor de la Escuela de Guerra, quien mayores aportes conceptuales brindaría res- En ese concepto, esta lucha se desencadena con inesperada potencia y
pecto al conflicto armado. entran en juego insospechados intereses.
En la década de 1930, Perón como profesor de la Escuela Guerra enseñaba Esto ha dado a la guerra un carácter original y ha sentado premisas conclu-
a los alumnos del curso del Estado Mayor, cuyos trabajos están recopilados en el yentes para su realización.
libro Apuntes de historia militar: Foch, al abordar este tema, sintetiza a la guerra moderna en forma práctica
al decir:
Es, pues la guerra del presente y será a no dudarlo la del porvenir, sin limi- Guerra más y más nacional.
taciones en los medios y sin restricciones en la acción. A esa guerra de todas Masas más y más considerables.
las fuerzas, llevada a cabo por un pueblo contra otro pueblo, ha de sucederle Predominio más y más fuerte del factor humano.
otra guerra de iguales o aun mayores proporciones y de características aun Necesidad, por lo tanto, de volver a esa conducción de tropas que aspira a
más siniestras. la batalla como argumento; que emplea la maniobra para alcanzarla.
¿Cuáles son las características de este nuevo período? Son, en nuestro sentir, Conducción caracterizada por preparación, masa, impulsión.
un más acabado perfeccionamiento del concepto de la nación en armas, el Hoy, para cumplir en forma que el país tenga algo que agradecer al ejército,
aprovechamiento al último extremo de todas las fuerzas del Estado para batir es necesario ajustarse a las necesidades de un preparación racional e integral
al adversario. Los militares estudiamos tan a fondo el arte de la guerra, no de las fuerzas vivas de la nación, para emplearlas en la guerra que sucederá
sólo en lo que a la táctica, estrategia y empleo de sus materiales se refiere, en un plazo más o menos largo y de la cual sólo pueden vislumbrarse algunas
sino también como fenómeno social. Y comprendiendo el terrible flagelo posibilidades.7
que representa para una nación, sabemos que debe ser en lo posible evitada
y sólo recurrir a ella en casos extremos. Frente a este fenómeno social que arrasa con los grandes imperios, cambia
La guerra, desde la Antigüedad, ha evolucionado constantemente, pasando el mundo conocido por una nueva cartografía e instala la noción de que la revolución
de la familia a la tribu; de ésta a los ejércitos de profesionales y mercenarios; y la violencia son fuerzas transformadoras, los militares argentinos decodifican esta
a la leva en masa que nos muestra la Revolución Francesa y Napoleón más realidad con las herramientas teóricas que disponían en su tiempo.
tarde. Y por último, a la lucha total de pueblos contra pueblos, que vimos Como se observa en Perón, uno de los pensadores que va a tener una
en la contienda de 1914-1918 y que en la actualidad ha alcanzado su influencia decisiva en el pensamiento estratégico argentino es Colmar von Der
máxima expresión. Goltz, un militar alemán que reflexionando acerca de la Guerra Franco-Prusiana
El concepto de la “Nación en armas o guerra total” emitido por el mariscal de 1870, en 1881, presenta una obra en la cual expone que el concepto de
Von der Goltz en 1883 es, en cierto modo, la teoría más moderna de la “nación en armas” formulado por Clausewitz ya no alcanza para explicar la guerra
defensa nacional, por la cual las naciones buscan encauzar en la paz y utilizar de una sociedad capitalista transformada por la revolución de los transportes
en la guerra hasta la última fuerza viva del Estado, para conseguir su objetivo (ferrocarril y barco a vapor) y la industria del acero, proponiendo un nuevo para-
político. digma: “la guerra requiere de todas las fuerzas morales y materiales de la nación”.

6 Selva Echagüe, op. cit., p. 43. 7 Juan D. Perón, Apuntes de Historia Militar, Buenos Aires, Poder, 1971, p. 115.
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estratégico en Mosconi, Savio y Perón

Este paradigma inferido de las guerras europeas es reformulado por nuestros A su vez Mosconi afirmaba:
militares del período entre guerras entendiendo que Rusia implotó y que Alemania
perdió la guerra en el frente interno más que en el bélico, de allí que por fuerzas La importancia alcanzada por la repartición fiscal en el último período de
materiales se entendiera la necesidad de lograr el autoabastecimiento industrial trabajos, los beneficios comerciales y la perfección técnica lograda, la colocan
del país y por fuerzas morales, la cuestión social, la cohesión nacional para enfrentar en plano superior, desvirtuando los preconceptos que sobre la incapacidad
el esfuerzo bélico. técnica y administrativa del Estado sostienen los enemigos de toda actividad
oficial en los dominios de la industria. [...]
La industrialización Ha llegado el momento de seleccionar hombres y capitales y establecer asi-
mismo protección para hombres y capitales nacionales. Organizando el
El primero en plantear la necesidad de que el país produzca los insumos trabajo y las explotaciones de las riquezas nacionales con hombres y dinero
básicos para su sustento fue Enrique Mosconi, quien desde su cargo de director del país, mejoraremos evidentemente nuestra condición de vida lo que es
de los Arsenales del Ejército, comenzó a predicar sobre la necesidad de cambiar indispensable si, como lo hemos manifestado, nos encontramos aún en la
el modelo productivo por uno que asegurara la autonomía del país: necesidad de continuar atrayendo la inmigración deseable. [...]
Con la cooperación de Europa hemos organizado el país y lo hemos equi-
Creo que los Arsenales de Guerra recién ahora van a empezar a desarrollar pado, colocándolo en condiciones de emprender la explotación de sus
su acción, y sobre el fundamento de los años que han pasado y de estos riquezas y posibilidades en mayor escala; en los últimos años los Estados
inmediatos años que han servido para construir la escuela, para preparar el Unidos, con el envío de capitales y representantes de sus grandes empresas,
personal que ha de formar la base de los Arsenales futuros, llegarán a cerrar se incorporaron a nuestras actividades. Podemos, pues, elegir ahora el ele-
una gran etapa en el desarrollo de nuestra Nación. Digo una gran etapa, mento que nos convenga; pero, en primer término, nuestro deber es rea-
porque así lo es; porque aquella independencia política que hiciera la gene- lizar con nuestros propios medios, una máxima tarea y luego aceptar la
ración grande de la Independencia, la generación de Mayo, no ha sido colaboración de hombres y capitales, sin distinción de nacionalidad, siempre
completada, a pesar del momento incierto en que la humanidad vive, a pesar que éstos se sometan sin reparos a las imposiciones de nuestras leyes.
de que no sabemos todavía en estos momentos cuáles serán los nuevos rumbos Capitales que pretendan condiciones especiales, exigiendo un tratamiento
y las nuevas fórmulas espirituales que den importancia a la institución de excepción que algunas veces no ha de poder acordarse a los del país, no
armada; pero sabemos que es necesario estar prevenidos y preparados para favorecen a la Nación; capitales que aspiren al dominio económico, que tengan
defender el patrimonio que hemos recibido de nuestros antepasados y que el propósito de tomar ingerencias políticas en los países en que operan, que
tenemos el deber de conservar. [...] empleen por sistema procedimientos y normas inmorales, que pretendan
La independencia del año 10 debe ser integrada con la independencia de no ser regidos por las leyes en que se basa nuestra soberanía, deben ser
nuestros cañones. Nuestros cañones hoy día no son independientes, todos rechazados, porque esos capitales llevan en sí gérmenes de futuras dificultades
sabemos por qué, de manera que estamos en una situación que no puede y perturbaciones internas y externas.9
satisfacernos absolutamente y que sólo podrá llegarnos la tranquilidad al
espíritu el día que digamos: “La defensa de nuestro país, nuestro derecho,
nuestras instituciones políticas, nuestra riqueza nacional, todo está garan-
tizado porque la nación tiene el espíritu firme y cañones que pueden tirar
hasta que sea necesario.8

8 Enrique Mosconi, Demostración ofrecida por el personal de Arsenales de Guerra con motivo 9 Enrique Mosconi, Conferencia “El Petróleo y la Economía Latinoamericana”, en Dichos y
del ascenso a Coronel 26/10/1918, en Dichos y hechos, op. cit., p. 34. hechos, op. cit., p. 64.
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estratégico en Mosconi, Savio y Perón

En la década de 1930 Manuel Savio daba continuidad al pensamiento de Se formularán una serie de previsiones a fin de que la Nación pueda adquirir
Mosconi, en la necesidad de asegurar la independencia económica del país: y mantener ese ritmo de producción y sacrificio que nos impone la guerra, al
mismo tiempo que se preverá el mejor empleo a dar a sus fuerzas armadas
Fácil es imaginar que esta fundición “criolla” no podrá competir con la de […]. Sólo aspiramos a nuestro natural engrandecimiento mediante la
origen extranjero si únicamente nos concretamos a comparar sus respecti- explotación de nuestras riquezas y a colocar el excedente de nuestra pro-
vos precios en el puerto de Buenos Aires. Pero tal comparación es errónea; ducción en los diversos mercados mundiales para que podamos adquirir lo
debemos ponderar factores importantísimos a la luz de nuestra real situa- que necesitamos.
ción actual y, sobre todo, futura. No es necesario hacer muchos cálculos ni Las armas, municiones y otros medios de lucha no se pueden adquirir ni
enredarse en complicadas teorías para llegar a lógicas conclusiones. La fabricar en el momento en que el peligro nos apremia, ya que no se encuen-
industria siderúrgica es fundamental, es primordial, la necesitamos como tran disponibles en los mercados productores, sino que es necesario encarar
hemos necesitado, en su oportunidad, nuestra independencia de 1816, en fabricaciones que exigen largo tiempo. En los arsenales y depósitos, es nece-
lo político, con nuestra independencia en lo económico en 1945 o próxi- sario disponer de todo lo que exigirán las primeras operaciones y prever su
mamente, sobre la base del nacimiento de la industria siderúrgica como aumento y reposición. El capital argentino, invertido así en forma segura
piedra angular en la que han de desarrollarse sanamente todas las activida- pero poco brillante, se mostraba reacio a buscar colocación en las actividades
des de esta índole, en equilibrio con las de orden agrícola-ganadero. industriales, consideradas durante mucho tiempo como una aventura desca-
Rechazar la implantación de una industria porque no se cuenta en el país con bellada, y, aunque parezca risible, no propia de buen señorío.
todas las materias primas que ella requiere es una arbitrariedad, es obrar con El capital extranjero se dedicó especialmente a las actividades comerciales,
ligereza, sin fundamento, puesto que son innúmeros los casos contrarios de donde todo lucro, por rápido y descomedido que fuese, era siempre per-
florecientes resultados […]. Seamos optimistas. ¿Por qué hemos de partir de mitido y lícito. O buscó seguridad en el establecimiento de servicios públi-
la base de que si no compramos acero no nos han de comprar trigo y carne? cos o industrias madres, muchas veces con una ganancia mínima, respal-
No nos olvidemos de que hemos quemado y malvendido muchas cosechas dada por el Estado […]. La economía del país reposaba casi exclusivamen-
de trigo y muchas reses de rica carne y que en definitiva, nuestra economía, te en los productos de la tierra, pero en su estado más incipiente de elabo-
en lo substancial, no se resintió. ración, que luego, transformados en el extranjero con evidentes beneficios
La industrialización del país significa una mayor capacidad de consumo para su economía, adquiríamos de nuevo ya manufacturados.
que, lógicamente, debe computarse en productos nacionales y extranjeros, Pero esta transformación industrial se realizó por sí sola, por la iniciativa
de manera que no nos deben impresionar los fantasmas librecambistas a privada de algunos pioneros que debieron vencer innumerables dificulta-
“ultranza”, si tomamos el cuidado de proceder con prudencia; pero, eso sí, des. El Estado no supo poseer esa evidencia que debió guiarlos y tutelar-
con toda decisión […]. Deseamos completar esta apreciación destacando los, orientando y protegiendo su colocación en los mercados nacionales y
que será un serio error desarrollar planes de industrialización con el más extranjeros, con lo cual la economía nacional se hubiera beneficiado con-
mínimo menoscabo de la agricultura y de la ganadería.10 siderablemente. [...]
Lo que digo del material de guerra se puede hacer extensivo a las maqui-
En un discurso pronunciado en la Universidad de La Plata en 1944, Perón narias agrícolas, al material de transporte, terrestre, fluvial y marítimo, y a
define las bases de la política industrial del país orientada a satisfacer las necesi- cualquier otro orden de actividad […]. Los técnicos argentinos se han
dades de la defensa nacional: mostrado tan capaces como los extranjeros. Y si alguien cree que no lo son,
traigamos a éstos, que pronto asimilaremos todo lo que puedan enseñar-
nos [...]. El obrero argentino, cuando se le ha dado oportunidad para
aprender, se ha revelado tanto o más capaz que el extranjero. […]
10 Selva Echagüe, op. cit., p. 68. He pretendido expresar en el curso de mi exposición, y espero haberlo
282 CAPÍTULO IV La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del pensamiento G ENERAL FABIÁN E MILIO A LFREDO B ROWN 283
estratégico en Mosconi, Savio y Perón

conseguido, las siguientes cuestiones: está, señores, nuestra tarea para honrar y mantener fieles a los ideales polí-
Que la guerra es un fenómeno social inevitable. ticos y sociales de los hombres de la Revolución. […]
Que las naciones llamadas pacifistas, como es eminentemente la nuestra, Así nuestra patria será grande como ellos lo concibieron y así ocuparemos
si quieren la paz, deben prepararse para la guerra. al sol un prominente lugar. Así nuestro sol flamígero brillará entonces
Que la defensa nacional de la Patria es un problema integral que abarca con más fulgor, será más intensa su acción creadora y a su calor saltarán
totalmente sus diferentes actividades; que no puede ser improvisada en el en escoria las taras ancestrales, quedando sólo las virtudes de las razas que, en
momento en que la guerra viene a llamar a sus puertas, sino que es obra busca de una nueva luz, de nuevo aire y nueva vida, vienen a compartir en
de largos años de constante y concienzuda tarea que no puede ser encarada el trabajo regenerador los beneficios de nuestro patrimonio de democracia, de
en forma unilateral, como es su solo enfoque por las Fuerzas Armadas, libertad política, de vida intensa, y de abundancia. Y a ese calor se ha de renovar
sino que debe ser establecida mediante el trabajo armónico y entrelazado la vida con alma nacional de una pieza, con mente esclarecida, con todas las
de los diversos organismos del Gobierno, instituciones particulares y de disciplinas del espíritu, con corazones animados por sentimientos de jus-
todos los argentinos, cualquiera sea su esfera de acción; que los problemas ticia y solidaridad social y con brazos fuertes de soldados apasionados de
que abarca son tan diversificados y requieren conocimientos profesionales su misión, de conductores del pueblo en armas, para afirmar la inviolabi-
tan acabados que ninguna capacidad ni intelecto puede ser ahorrado. lidad de la justicia y nuestro derecho.12
Finalmente, que sus exigencias sólo contribuyen al engrandecimiento de la
Patria y a la felicidad de sus hijos.11 Asimismo afirma:

La cuestión social Todos palpitamos con la misma vibración patriótica, todos anhelamos una
patria justa, grande y poderosa; una patria hecha con el trabajo incansable
Como se ha expresado, el pensamiento estratégico desarrollado tras la Gran de sus hijos, en el inquebrantable cumplimiento del deber, con incesante
Guerra percibe en la cuestión social uno de los principales problemas que el Estado solidaridad social que hermane todos los espíritus, que haga del pueblo
debía atender para enfrentar el fenómeno bélico. La Revolución Rusa y la defección todo un solo corazón y un solo brazo.13
interna de Alemania instalaron el concepto de que resultaba fundamental preservar
la cohesión interna de la nación para preparar a un país para la guerra. En el mismo sentido, una década después Manuel Savio expresará:
Mosconi, desde muy temprano, plantea la necesidad de que el Estado debe
tender a minimizar los conflictos sociales mediante una acción equitativa en la A ese precio de costo de nuestra fundición habrá que restarle valores muy
distribución del ingreso, incorporando el concepto de “justicia social”: importantes como el que representa dar trabajo directamente a mineros y
fundidores en el norte del país, igualmente los jornales de los que efectúan
La afirmación de nuestra nacionalidad, el concepto arraigado del deber, el los transportes de materia prima al lugar de elaboración y los transportes de los
culto de la voluntad del carácter, el irreducible espíritu de justicia, el interés productos elaborados, todas esas remuneraciones se traducen en comida y
por el deber público, la noción hecha carne de que los gobiernos son para hogar para muchos argentinos. Pero a ese pan y a ese techo hay que agregarle
los pueblos y no los pueblos para los gobiernos, el respeto de la Constitución el valor extraordinario que significa aprender a fundir, construir hornos, a
y de la Ley, una mejor distribución de la fortuna pública, la aspiración de todo preparar refractarios, a manejar máquinas importantes ¿Cuánto vale la influencia
ciudadano de convertirse en activa molécula de trabajo y de progreso, allí
12 Enrique Mosconi, “La justicia social” (Ceremonia de la colocación de la piedra fundamental
11 Juan D. Perón, “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar” (Conferencia del Monumento de Balcarce, en nombre de la Junta Nacional de Homenaje en el centenario de su
pronunciada el 10 de junio de 1944, en el Colegio Nacional de La Universidad De La Plata), en Obras muerte, noviembre de 1919), en Dichos y hechos, op. cit., p. 46.
completas, tomo 6, Buenos Aires, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, 1998, pp. 535-557. 13 Ibid. (Coronación de la Virgen Loreto), p. 59.
284 CAPÍTULO IV La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del pensamiento G ENERAL FABIÁN E MILIO A LFREDO B ROWN 285
estratégico en Mosconi, Savio y Perón

que tiene en la formación de nuestros compatriotas el perfeccionamiento de su La posguerra traerá, indefectiblemente, una agitación de las masas por
capacidad técnica para tareas en medios mecanizados?14 causas naturales: una lógica paralización, desocupación, y hará, que, com-
binadas, produzcan empobrecimiento paulatino. Ésas serán las causas
Como en los conceptos referidos a la guerra, en cuanto a la problemática naturales de una agitación de las masas; pero aparte de estas causas natu-
social será Perón quien con mayor claridad conceptual explique la importancia rales, existirán también numerosas causas artificiales, como son la penetra-
estratégica de la cuestión social para los militares de los años treinta y cuarenta: ción ideológica, que nosotros hemos tratado en gran parte de atenuar;
dinero abundante para agitar, que sabemos circula ya desde hace tiempo
El mundo ha de estructurarse sobre nuevas formas, con nuevo contenido en el país y sobre cuyas pistas estamos perfectamente bien ordenados; un
político, económico y social […]. La explotación de las divisiones y reyertas resurgimiento del comunismo adormecido, que pulula como una de las
dentro del bloque de países enemigos para provocar su desmembramiento, enfermedades endémicas dentro de las masas y que volverá, indefectible-
etcétera. Y comprenderemos fácilmente que todo intelecto y capacidad mente, a resurgir con la posguerra cuando los factores naturales tengan
política debe ser movilizado para servir a la defensa nacional […]. La polí- presentes. […]
tica interna tiene gran importancia en la preparación del país para la gue- En la Secretaría de Trabajo y Previsión ya funciona el Consejo de
rra […]. Su misión es clara y sencilla, pero difícil de lograr. Debe procurar Posguerra, que está preparando un plan para evitar, suprimir o atenuar los
a las Fuerzas Armadas el máximo posible de hombres sanos y fuertes, de efectos, factores naturales de la agitación, y que actúa también como una
elevada moral y con un gran espíritu de Patria. Con esta levadura, las Fuerzas medida de gobierno para suprimir y atenuar los factores artificiales; pero
Armadas podrán reafirmar estas virtudes y desarrollar fácilmente un elevado todo ello no sería suficientemente eficaz si nosotros no fuéramos directa-
espíritu guerrero de sacrificio. […] mente hacia la supresión de las causas que producen la agitación y sus efec-
Ante el peligro de la guerra, es necesario establecer una perfecta tregua en tos […]. Es indudable que en el campo de las ideologías extremas existe
todos los problemas y luchas interiores, sean políticos, económicos, sociales un plan que está dentro de las mismas masas trabajadoras, que así como
o de cualquier otro orden, para perseguir únicamente el objetivo que encierra nosotros luchamos por prescribir de ellas ideologías extremas, ellas luchan
la salvación de la Patria: ganar la guerra. […] por mantenerse dentro del organismo del trabajo. Hay algunos sindicatos
Todos hemos visto cómo los pueblos que se han exacerbado en sus luchas indecisos que esperan para acometer su acción la presencia de un medio
intestinas llevando su ceguedad hasta el extremo de declarar enemigos a favorable; hay también células adormecidas dentro del organismo que se
sus hermanos de sangre, y llamar en su auxilio a los regímenes o ideologías mantienen así para resurgir en el momento que sea necesario producir la
extranjeras, o se han deshecho en luchas encarnizadas o han caído en el más agitación de las masas.15
abyecto vasallaje […]. Es necesario dar popularidad a la contienda que se ave-
cina, venciendo las últimas resistencias y prejuicios de los espíritus prevenidos. Conclusiones
Se debe establecer una verdadera solidaridad social, política y económica. [...]
Es indudable que una gran obra social debe ser realizada en el país. Tenemos Como planteara al comienzo de esta exposición, he intentado dar res-
una excelente materia prima; pero para bien moldearla, es indispensable el puesta a la pregunta acerca de por qué los militares de principios de la década
esfuerzo común de todos los argentinos, desde los que ocupan las más altas de 1940 reflexionaban acerca de la necesidad de industrializar el país y de encarar
magistraturas del país hasta el más modesto ciudadano […]. La defensa la incorporación y organización de amplios sectores sociales dentro de las estruc-
nacional es así un argumento más que debe incitamos para asegurar la feli- turas del Estado.
cidad de nuestro pueblo.

15 Juan D. Perón, “Discurso Pronunciado en La Bolsa De Comercio, 25 de agosto de 1944”, en


14 Selva Echagüe, op. cit., p. 68. Obras completas, op. cit., pp 560-590.
286 CAPÍTULO IV La industrialización y la cuestión social: el desarrollo del pensamiento G ENERAL FABIÁN E MILIO A LFREDO B ROWN 287
estratégico en Mosconi, Savio y Perón

No es posible comprender la causa que da origen a este pensamiento, que B IBLIOGRAFÍA


se ha podido rastrear desde la década de 1920, si no se recrean las condiciones
históricas del período entre guerras, las categorías analíticas que lo precedie-
ron y las opciones políticas que se le presentaban a un argentino de ese tiempo. BUCHRRUQUER, Cristian, Nacionalismo y peronismo, Buenos Aires, Sudamericana,
En este sentido, la Guerra Mundial fue un fenómeno social fundamental 1987.
para analizar las bases del pensamiento político y estratégico que caracteri- ECHAGÜE, Selva, Savio. Acero para la industria, Buenos Aires, Fundación Soldados,
zaron los años veinte y treinta. La Primera Guerra Mundial no se reducía 1999.
al hecho bélico sino que implicaba la necesidad de un sostén industrial, cien- FERNANDEZ VEGA, José, Las guerras de la política. Clausewitz, de Maquiavelo
tífico y tecnológico del esfuerzo de guerra y, había introducido, tras la a Perón, Buenos Aires, 2005.
Revolución Rusa, el concepto de “revolución social” que a su vez había influi- FURET, Francois, El pasado de una ilusión, México, FCE, 1995.
do decisivamente en el desarrollo de la guerra, particularmente, en la derrota de MOSCONI, Enrique, El petróleo argentino, Buenos Aires, Círculo Militar, 1932.
Alemania. ________________, Dichos y hechos, Buenos Aires, Círculo Militar,1928.
Los militares argentinos percibieron el fenómeno bélico a través de las PERÓN, Juan D., Apuntes de historia militar, Buenos Aires, Poder, 1971.
categorías analíticas que disponían, siendo Colmar von Der Goltz el pen- ___________, Obras completas, tomo 6, Buenos Aires, Instituto Nacional Juan
sador más influyente, cuyo paradigma: “la guerra requiere de todas las Domingo Perón, 1998.
fuerzas morales y materiales de la nación”, si bien data de los últimos años SCASSO, León, “Informe del Jefe del Estado Mayor General de La Armada, 14 de
del siglo XIX, fue reinterpretado en los años veinte, entendiéndose por las febrero de 1944”, en Archivo Histórico De La Armada, recopilado por El Dr. Manuel
fuerzas materiales, la necesidad de industrializar para lograr su autoabaste- Carlos Giavedoni Pita.
cimiento y por las fuerzas morales, la de preservar la cohesión social del país, TORRE, Juan Carlos, Los años peronistas, Buenos Aires, Sudamericana, colección
a través de la formación de un sindicalismo nacional, que hiciera frente a la Nueva Historia Argentina (tomo 8), 2002.
agitación de las masas y la posibilidad de que éstas fueran influenciadas por
el comunismo internacionalista.
Las bases del pensamiento que expresa Perón, uno de los protagonistas
excluyentes de la Revolución del 4 de junio de 1943, pueden rastrearse en
Mosconi desde principios de los años veinte, pudiendo ser seguidos a lo
largo de todo el período entre guerras y, en particular en los años treinta,
tanto en las reflexiones de Savio como del propio Perón como profesor de
la Escuela Superior de Guerra y en los escritos anónimos del Grupo de
Oficiales Unidos (GOU).
CAPÍTULO IV 289

1930-1943 L A CRISIS DEL MODELO AGROEXPORTADOR


Y LA RUPTURA INSTITUCIONAL

¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación


de los intereses en el Estado: la Argentina en los años de 1930

A NA V IRGINIA P ERSELLO
UNR / CIUNR / CEHP / CONICET

La “decepción” democrática. Los años de 1920

La “decepción” democrática experimentada por muchos de los que en la pri-


mera década del siglo XX propiciaron la ampliación del sufragio a través de la
obligación y su depuración a través del secreto se fundamentó en el período de
los gobiernos radicales a partir de la tensión inherente a la conciliación entre
número y razón. El diagnóstico de los partidos políticos de la oposición que la
prensa reproducía y amplificaba coincidía en que la democracia había adquirido
formas plebiscitarias y la incapacidad definía la gestión de gobierno. La adminis-
tración pública, hipertrofiada e inoperante, era producto del electoralismo que se
sustentaba en el caudillo y en el comité. Los partidos, y el ejemplo paradigmático
era el radicalismo, atravesados por una lógica facciosa, seleccionaban sus candi-
datos desconociendo el mérito y el talento. Los resultados electorales no traducían
las diferencias en la opinión y si los procedimientos habían mejorado, la repre-
sentación no lo había hecho. No sólo el número avasallaba a la razón sino que la
sociedad no aparecía “fielmente” representada. La democracia, asociada con el
“gobierno de los capaces” requería la racionalización de la administración, la depu-
ración de las prácticas internas de los partidos y el ajuste de los mecanismos repre-
sentativos.
Una de las respuestas fue la acumulación de proyectos legislativos para sepa-
rar la administración de la política a través del ingreso por concurso, el ascenso por
escalafón y la estabilidad; reglamentar la organización y funcionamiento de los
partidos y reformar el régimen electoral reemplazando el sistema del tercio por la
representación proporcional. Iniciativas todas que se inscribían en los marcos de
la democracia liberal y que partían del supuesto de que el gobierno radical era un
accidente, o en todo caso, una perversión que podía ser superada ajustando los
290 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 291
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

mecanismos de la ley. No se trataba de un sistema en crisis sino de una crisis del una expresión más directa, más real y exacta de su voluntad, creando órganos más
sistema. Y no faltaron las propuestas más generales para reformar la Constitución. técnicos y especialmente un parlamento más fiel y capaz que éste representativo
La mayoría de ellas tendían a producir cambios en el sistema electoral e incluían surgido de un sufragio universal amorfo”.2 El proyecto combinaba la representación
la sustracción de la designación de los senadores a las legislaturas provinciales, territorial en el Senado y la funcional, en Diputados. A esa combinación avalada,
motivo recurrente de interminables conflictos políticos, y su reemplazo por la según Rodríguez, por la concepción orgánica de la sociedad y el Estado presentes
elección popular. Los proyectos de reforma constitucional de Joaquín Castellanos en León Duguit, se sumaba la recuperación de Rousseau. La noción de la soberanía
(1916), Carlos F. Melo (1917), José María Zalazar (1919) y José N. Matienzo, popular indelegable e irrepresentable tenía su traducción en la revocatoria, no sólo
desempeñándose como ministro de Alvear, coinciden en este punto. Los tres pri- del mandato de los representantes sino de los miembros del Poder Ejecutivo y en
meros proponen, además, la reducción del mandato a seis años y la renovación el plebiscito.3
por mitad cada tres años. En el ánimo de los radicales imperaba la necesidad de Estas propuestas no implicaban la desaparición del partido político que
revertir la composición del Senado que durante todo el período contó con una seguía pensándose –a pesar de las críticas a su funcionamiento concreto– como el
mayoría conservadora, cuestión que Yrigoyen no pudo resolver aun apelando al órgano más adecuado al sistema representativo. El énfasis estaba puesto en separar
recurso de las intervenciones federales. El proyecto del diputado cordobés Zalazar, aquello que en Europa se definía como crisis del parlamentarismo y que ponía en
se hizo cargo, además, de otro de los problemas que desde hacía tiempo forma- discusión las instituciones democráticas proponiendo la participación corporativa
ban parte de la agenda política: la exacerbación del presidencialismo. Proponía la de los gremios en el poder legislador, de la crisis del parlamento provocada por la
elección del presidente y vice por el Congreso, reunidas ambas cámaras en Asamblea modalidad que adoptaban los partidos locales que consideraban la función parla-
Nacional, con quorum de las tres cuartas partes, a pluralidad absoluta de sufragios mentaria como posición de combate o recompensa por servicios electorales, por la
y por votación nominal e introducía la figura del ministro responsable individual- falta de iniciativa de los ministerios y la absorción ejecutiva de funciones.
mente y del gabinete ante las Cámaras. Consideraba que sólo el sistema parlamen-
tario realizaba el “gobierno de la opinión pública” y manifestaba haber intentado Los primeros años de 1930. Debate sobre la reforma constitucional y
incluirlo en el programa de la UCR argumentando que la reforma propuesta, en administración pública
todo caso, llenaría deficiencias y vacíos definiendo mejor lo que la Constitución
ya había instituido. A fines de la década de 1920, el reemplazo de la representación territorial
Aunque, paralelamente surgieron planteos diferentes. Ya en 1920, Rodolfo por la representación funcional adquirió connotaciones nuevas asociadas a la prédica
Rivarola, desde las páginas de la Revista Argentina de Ciencias Políticas, planteaba de los grupos nacionalistas y las apreciaciones en torno al modo en que debía reestruc-
que la única forma de perfeccionar la representación era incorporar a los agricul- turarse –o no– el régimen político se inscribieron inmediatamente después del golpe
tores, ganaderos, industriales, comerciantes y militares en los cuerpos representativos. en un debate impulsado por la propuesta de reforma constitucional sustentada por el
La propuesta se resumía en un sistema coordinado de representantes del pueblo
en Diputados y de la sociedad en el Senado.1 Y Carlos J. Rodríguez, el dirigente
radical cordobés, en su condición de diputado nacional, presentó varios proyectos 2 Cámara de Diputados, Diario de Sesiones [CDDS], tomo I, 1928, reunión 40, p. 680.
que, escalonadamente, recuperaban la preocupación por la representación funcional 3 En el período legislativo de 1927, Carlos J. Rodríguez había presentado un proyecto de regla-
de intereses que se fundaban en el imperativo de adelantarse a las consecuencias mentación del contrato colectivo de trabajo (CDDS, tomo I, reunión 11, 9 de junio de 1927, pp.
abiertas por la crisis del Estado liberal marcando nuevos rumbos. En abril de 1930, 581-583) y Leopoldo Bard, también legislador radical, un proyecto de organización y funcionamiento
presentó una iniciativa de reforma de la Constitución “para dar a la soberanía popular de asociaciones profesionales (ibid., reunión 10, 8 de junio de 1927, pp. 490-513). En el proyecto de
Bard, las asociaciones se organizan por oficio y localidad y convergen en una federación nacional.
Su fundamentación se basa en la necesidad de resolver los conflictos entre el capital y el trabajo de
manera armónica para evitar el caos y la guerra civil “si se entroniza el privilegio de clases y se permite
1 Rodolfo Rivarola, “Un poco de teoría... política y otro poco de ideal... social”, en Revista la expoliación del obrero en beneficio de autócratas y capitalistas” con la intervención del Estado que,
Argentina de Ciencias Políticas [RACP], tomo XXI, 1920-1921, pp. 32-56. con el tiempo –dice– “acabará por predominar”.
292 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 293
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

uriburismo que –con más ambigüedades que precisiones– propuso el reemplazo, La introducción de la representación gremial logró unificar en la oposición
total o parcial, según quien y cuando la hiciera pública, de la representación terri- a todo el espectro partidario cuyos argumentos recuperaron los ya planteados en
torial por la representación de intereses funcionales. años anteriores. El diario La Nación aceptó el diagnóstico de Ibarguren, pero
Carlos Ibarguren, en ese momento interventor en la provincia de Córdoba, manifestó en varias editoriales que resultaba “un poco violento” considerar
fue uno de los publicistas involucrados en su diagramación y su difusión. Propiciaba siquiera la hipótesis en cuanto a las soluciones propuestas. El problema no estaba
la reforma para “evitar irrupciones demagógicas” eliminando los “defectos” institu- en las instituciones. Y representantes de diferentes partidos políticos se opusieron
cionales que habían favorecido el accionar del gobierno radical. Esas deficiencias al mecanismo propuesto por el gobierno: convocar al Congreso para que debata
se resumían en la prepotencia del Poder Ejecutivo que anulaba a los otros poderes la reforma aunque manteniendo la presidencia de facto. Aun Carlos J. Rodríguez,
y subvertía el sistema federal y en la ausencia de representación y de intervención cuyo proyecto de reforma constitucional contemplaba algunas de las cuestiones
en el gobierno de los intereses sociales porque “los profesionales del electoralismo” que sustentara Uriburu, escribió inmediatamente después del golpe, aunque
todo lo habían acaparado. El Estado debía dejar de ser “burocracia de comité” y publicó recién en 1934, Hacia una nueva argentina radical, donde, al mismo
el funcionario, “caudillejo de parroquia”. La razón de ser de la revolución era, en tiempo que se reafirma en su propuesta que combina representación territorial y
este planteo, como lo había expresado el presidente del gobierno provisional en representación corporativa, se separa del gobierno provisional. Apenas iniciada la
el manifiesto del 1º de octubre de 1930, sentar a los agricultores, obreros, gana- tiranía –dice en el prólogo– su jefe dio a conocer el propósito doctrinario de la
deros, profesionales e industriales en las bancas del Congreso. En todas sus inter- revolución y esa declaración “me reveló el propósito de la ‘dictadura’, poner las
venciones públicas, Ibarguren, en nombre del gobierno, puso mucho énfasis en manos en nuestra carta magna, para cimentar un régimen reaccionario, con apa-
aclarar que no se trataba de suprimir el sufragio universal o eliminar a los partidos riencias de renovación democrática, al estilo fascista”.5
para convertir al Congreso en una asamblea “puramente corporativa”. Ni vuelta Finalmente, los hechos se impusieron. En abril de 1931, el primer ensayo
a la demagogia, ni reforma fascista. Varias eran las soluciones posibles: reorganizar electoral realizado en la provincia de Buenos Aires demostró que el radicalismo
los partidos e introducir los intereses sectoriales en ellos, establecer un sistema de contaba todavía con el favor del electorado. La crisis se tradujo en el reemplazo del
doble representación –territorial y funcional– dando cabida a los gremios que estu- gabinete y la presentación, en junio, de un proyecto de reforma constitucional.
vieran ya organizados, o, finalmente, si esto se juzgara prematuro Aunque revisar el texto constitucional, en el planteo del gobierno, seguía siendo
“el contenido y la razón histórica de la revolución”, se obviaba ahora incluir
por considerarse que la Argentina no está suficientemente evolucionada toda- modificaciones en la representación. El personalismo, el centralismo y la oligarquía
vía como para que refleje adecuadamente en el Parlamento representaciones que evolucionó a la demagogia, defectos capitales del sistema político, –se decía
tan complejas, ello no impide que los intereses sociales que estén sólida y en la fundamentación– debían ser superados en el marco de la división de poderes
maduramente organizados participen por medio de delegados auténticos, no
de mandatarios ajenos a esos intereses, en los directorios y consejos técnicos de
5 “Y entonces, en plena tiranía, entreviendo el peligro de que pudiera ilusionarse al pueblo con este
grandes entidades de la administración. Así, por ejemplo, en las instituciones
contenido doctrinario novedoso, para desviarlo de la marcha que venía realizando con la Unión
bancarias oficiales, en los Ferrocarriles del Estado, en las cajas de pensiones y Cívica Radical, hacia la nueva democracia, me apresuré a reunir mis principales iniciativas parlamen-
en otros importantes órganos de servicios públicos debieran tener algunos tarias, en que, desde 1922, venía propiciando la reforma fundamental de la Constitución [...] y las
asientos establecidos por la ley en las comisiones directivas, representantes de publiqué en un folleto [...] La Nueva Argentina, aparecido el 26 de octubre de 1930. [...] Dos meses
los intereses sociales vinculados a esas entidades.4 antes vio la luz el libro del poeta D. Leopoldo Lugones: La Grande Argentina, destinado, entre otras
cosas, a combatir ‘la ideología liberal [...] y la democracia mayoritaria’. [...] Con esta leyenda La Nueva
Argentina, síntesis de la idealidad y de la obra de la Unión Cívica Radical, repliqué a los dos intentos
reaccionarios de reformar la Constitución Nacional para implantar una imitación del régimen fascis-
ta [...] estando en prensa este libro, con esa misma leyenda que hice pública La Nueva Argentina, me
informo con sorpresa, que acaban de apropiársela como divisa de lucha, varias entidades reacciona-
4 La Nación [LN], Buenos Aires, 16 de octubre de 1930. rias.” Tal “usurpación” –dice– es lo que lo llevó a modificar el lema agregándole el calificativo radical.
294 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 295
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

y el sistema federal: autonomía del Congreso, de las provincias y mayor independencia Las juntas y comisiones asesoras creadas por el gobierno de Uriburu, en
del Poder Judicial. Nuevamente el espectro político coincidía con el diagnóstico pero parte podrían pensarse como figuras de reemplazo del Parlamento disuelto, sin
ahora lo rechazaba en función de su oportunidad –Vicente Gallo y Marcelo T. de embargo, sus antecedentes en la administración alvearista y su continuidad, supe-
Alvear, radicales; Correa, dirigente del PDP; Carlos Melo, antipersonalista, Nicolás rada la coyuntura del gobierno provisional, nos obliga a asumirlas como nuevas
Repetto, socialista, emitieron declaraciones en ese sentido–. En los períodos normales formas de articulación entre el Estado y la sociedad, nuevas interacciones entre
–respondió nuevamente Ibarguren en nombre del gobierno– las instituciones no se organizaciones de interés, partidos políticos, instituciones representativas y buro-
modifican, “la cura en salud es nociva”, y los intereses creados lo impiden, la historia cracia estatal.
enseña que las grandes reformas son hijas de revoluciones. Los constitucionalistas se
dividieron en el análisis de las propuestas puntuales. El Poder Judicial ocupó el cen- Partidos y régimen electoral
tro del debate. El proyecto del gobierno involucraba a la Corte Suprema en las inter-
venciones federales y le daba participación en el nombramiento de los magistrados. Las Entre 1930 y 1935 se acumuló el mayor número de reformas institu-
críticas más fuertes las esgrimió José Nicolás Matienzo: se le otorgaban funciones polí- cionales tendientes a limitar el espacio opositor y cuando finalmente el radica-
ticas, lo cual era inconcebible y se creaba una “oligarquía” judicial. lismo decidió levantar la abstención el terreno del fraude estaba preparado. La
Mientras el debate transcurría, el gobierno operaba sobre la administración mayoría de ellas pretendía diagramar, sin derogar la Ley Sáenz Peña, un nuevo
para cumplir con el objetivo prioritario que se había impuesto frente a la crisis econó- mapa electoral.
mica: equilibrar el presupuesto y en ese sentido no había originalidad, se trataba de La selección de candidaturas era uno de los espacios que la legislación
restringir gastos y aumentar impuestos. Un amplio repertorio de medidas, de las que electoral había dejado a la práctica política. El 4 de agosto de 1931 Uriburu,
no nos ocuparemos aquí, se orientó en ese doble objetivo de poner “orden” en la renunciando a sus intenciones corporativistas y “traicionando” el espíritu de la
administración y achicar los gastos del Estado: cesantías, rebajas de los sueldos del per- revolución septembrina –en el planteo de aquellos que propiciaban un cam-
sonal, refundición de oficinas e introducción de nuevos gravámenes, a las transacciones bio de régimen que erradicara las instituciones del demoliberalismo–, dictó un
y a los réditos. Y, paralelamente, comenzaron a diagramarse instancias más o menos decreto reglamentando el funcionamiento de los partidos políticos, gesto que
institucionalizadas de consulta y búsqueda de asesoramiento para dar respuesta a los implicaba otorgarles legitimidad como personas de derecho público, aunque su
problemas que aparecían como más acuciantes. La función de los nuevos organis- intención última fuera la de controlar su accionar. Establecía para el otorgamien-
mos era diagramar políticas, por un lado, relativas a la producción, tales como la to de la personería la obligatoriedad de contar con una carta orgánica, plata-
Comisión Asesora de la Agricultura, la Comisión Nacional del Azúcar, de la Yerba forma (art. 3°), tesoro formado por la cuota de los afiliados (art. 11), manifesta-
Mate y del Algodón o la Junta de Abastecimientos, por otro, para “racionalizar la ción pública de su composición, registros de la contabilidad y correspondencia
administración”: la Comisión de Presupuesto, la reguladora de gastos y la Comisión ajustado al código de comercio (art. 10) y elección de autoridades locales y dele-
de personal que se transformó luego en Junta de Servicio Civil y finalmente, para gados a las convenciones o asambleas de distrito por el voto directo de los afiliados,
reglamentar y organizar la recaudación de los nuevos tributos. La mayoría de ellas aceptando el segundo grado para las autoridades centrales (art. 12). El radicalismo
combinaba en su composición a funcionarios y representantes gremiales, tal la pro- fue el primer partido en adoptar sus disposiciones reformulando su carta orgánica
puesta de Ibarguren inmediatamente de producido el golpe.6 para ponerse en condiciones electorales.
Entre el estatuto de reglamentación del funcionamiento de los partidos
políticos dictado por Uriburu en agosto de 1931 y el anteproyecto de Código
6 El espacio y las características de este trabajo no nos permiten caracterizar acabadamente a estos Político elaborado por Miguel Culaciatti, ministro del Interior de Castillo en
organismos, cuestión que puede verse en Ana Virginia Persello, “El estado consultivo. Argentina en
1943, entraron a las cámaras, desde todos los sectores políticos, una importante
los primeros años 30”, Ponencia presentada a las V Jornadas “Espacio, Memoria e Identidad”,
Rosario, octubre de 2008; “Los alcances y límites de la racionalización estatal”, disponible en línea: cantidad de proyectos de ley con el objetivo de pautar la organización interna
<www.historiapolítica.com>, y “De las juntas y comisiones al Consejo Nacional Económico”, dis- y las actividades de los partidos, organismos centrales del gobierno representativo,
ponible en línea: <www.saberesdeestado.com>.
296 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 297
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

para depurar sus prácticas, aunque ninguno fue sancionado.7 Muchos de ellos en ella y sin acumularle los votos de otra lista. En 1934, una iniciativa de la ban-
apuntaron al proceso de selección de candidaturas, espacio que la legislación cada radical antipersonalista entrerriana establecía que debía respetarse el orden
electoral había dejado a las prácticas, y que ahora se pensaba como factible de ser de preferencia que determinaran los partidos en la confección de las listas. Es iló-
controlado para impedir el entronizamiento de los “peores”. El presidente Justo, gico e injusto, sostenían, que se deje librada la elección de candidatos a factores
en 1933, elevó una iniciativa a diputados en la que se contemplaba el voto direc- ajenos al partido que los proclama y hasta se llega al absurdo de que en un partido
to para candidatos a cargos representativos y en el mismo año, José N. Matienzo, que obtenga minoría, la elección de los candidatos, la pueda realizar el propio
consecuente con su prédica anterior, propuso también en su proyecto la selección adversario. En 1941 el legislador concurrencista tucumano Fernando de Prat Gay
directa por los afiliados incorporando la representación proporcional, según insistió en el mismo sentido al introducir en Diputados un proyecto para que se
planteaba, para evitar los cismas. En 1938, el presidente, Ortiz; el senador socia- tuviera por no hecha cualquier modificación a las listas de candidatos fundamentado
lista Alfredo Palacios y el diputado radical Arquímedes Soldano y en 1940 el en la necesidad de prestigiar la vida de los partidos políticos.8
legislador Santiago Fassi, insistieron en la misma cuestión. El anteproyecto de La idea de reglamentar la selección de candidaturas se fundamentaba a
Código Político de 1943 –que entre otras cuestiones excluía el voto de los anal- partir de la necesidad de eliminar el caudillismo para lograr que gobernaran los
fabetos– pautaba un sistema de elecciones primarias por voto directo de los afi- capaces. Esta cuestión volvió a ser planteada en relación al universo de votantes.
liados para la selección de candidatos, con la sola excepción del presidente y vice- Una de las cuestiones que originó mayores debates en los años treinta fue la
presidente de la Nación, para cuya elección proponía el segundo grado, que extensión del cuerpo electoral. Si bien se planteaba la ampliación a partir de la
comenzaba en la “unidad básica” donde se elegían los candidatos a concejales y incorporación del sufragio femenino, los proyectos entrados en el Parlamento
diputados provinciales y seguía en el distrito –unión federativa de unidades básicas tendían a restringir el universo de electores a partir de ampliar las inhibiciones.
territorialmente delimitadas– para elegir candidatos a diputados nacionales, elec- En julio de 1933 Manuel Fresco, Ramón Loyarte, Dionisio Schoo Lastra, Ernesto
tores de senador nacional y gobernadores. Las mujeres votaban en las internas Aráoz y Pedro Groppo, todos ellos miembros de la bancada concordancista, pre-
pero no podían ser votadas. sentaron una iniciativa para modificar el art. 2° de la ley 8.871, título 3°, incisos
La insistencia en la presentación de iniciativas legislativas que colocaran a a) y d). Fresco la fundó en la doctrina de la calificación del elector (incorporada
los partidos como personas de derecho jurídico, independientemente de que no a la ley 8.871):9
se sancionaran, implica un reconocimiento, ya otorgado en la práctica, de que
eran los espacios donde parte del proceso electoral se sustanciaba. Dan cuenta de No quiero para mi país el voto de los delincuentes. Proyecto […] la pros-
ello, otros proyectos que intentaron reglamentar el sistema de lista. Si en la prác- cripción del delincuente […] con propósitos antidemagógicos y de higiene
tica los partidos presentaban listas de candidatos éstas no eran obligatorias ni social porque quiero reivindicar para mi país el derecho de ser gobernado
cerradas. La borratina y el desdoblamiento, en todo caso, no eran transgresiones por los mejores […] los mejores no podrán ser ungidos por el voto de los
a la norma sino su concreción. Para saldarlo, en 1933, Melo, ministro del Interior indignos.
de Justo, incluyó en un proyecto al que nos referiremos más adelante, la elimina-
ción del procedimiento de las borratinas estableciendo que la designación de can- Un mes después, Leopoldo Melo presentó un proyecto semejante alegando
didatos dentro de cada lista debía hacerse de acuerdo con el orden en que figurara que con el régimen vigente imperaba el número. Excluía del padrón a los recluidos
en asilos públicos; sargentos, cabos y soldados de los resguardos de aduana;
aumentaba a diez años la duración de la indignidad de los reincidentes; agregaba
7 Adrián Escobar, CDDS, 17 de mayo de 1933, pp.191-198; Agustín Justo/Leopoldo Melo, ibid., no sólo a los quebrados sino a los concursados fraudulentos; los que hubieran
8 de septiembre de 1933, pp. 65-68; José N. Matienzo, CSDS, 1933, pp. 469-472; Alfredo Palacios,
ibid., 17 de mayo de 1938, pp. 93-105; Roberto Ortiz/Diógenes Taboada, CDDS, 1º de junio de
1938, pp. 282-284; Arquímides Soldano, ibid., 21 de noviembre de 1938, pp. 345-351; Santiago Fassi,
1º de agosto de 1940, pp. 725-728; Armando Antille, 29 de mayo de 1940, pp. 157-159; J. Perkins, 8 CDDS, tomo IV, 15 de septiembre de 1941, pp. 439-441.
A. Arbeletche y J. Sancerni Jiménez, 2 de septiembre de 1941, pp. 731-733. 9 Ibid., tomo II, reunión 27, 21 de julio de 1933, pp. 457-458.
298 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 299
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

sido objeto de cuatro o más sobreseimientos provisionales; los tratantes de blancas, ¿no tenemos el recuerdo panorámico de aquellos comités de la UCR irigo-
rufianes, sodomitas, toxicómanos, expendedores de tóxicos; los que atentaran contra yenista de la Capital, que eran verdaderos refugios de toda clase de elementos
la Constitución, pertenecieran a asociaciones ilícitas, mafiosos, terroristas, ladro- antisociales; donde había rufianes caudillos que acaudillaban masas de
nes, estafadores y pequeros y los ciudadanos naturalizados que hubieran realizado rufianes, que llenaban de votos las urnas y donde había ladrones caudi-
actos que importaran el ejercicio de la nacionalidad de origen (art. 80, ley 346). llos que incorporaban a la acción política los elementos más inferiores de la
Establecía que las causas se investigarían de oficio o por denuncia y que las autori- sociedad y ejercían una influencia indiscutible sobre comisarios y jueces.
dades policiales remitirían, también de oficio, las listas a los jueces o encargados
de los registros electorales. El “elemento indeseable e indigno” debía ser eliminado Otro de los cambios impuestos, tuvo que ver también con el lugar de la minoría.
del padrón para sanear el ambiente político en la medida en que ya no se justifi- En 1933, Melo presentó un proyecto que propiciaba el reemplazo de la lista
caba “la actividad de aquellos que, pensando que de ese modo se aseguran votos, incompleta por la representación proporcional. El sistema propuesto era el del
muevan influencias para liberarlos de la policía o la justicia”.10 cociente. Los argumentos para defenderlo no eran nuevos. Habían sido ya expuestos
Los proyectos se unificaron para su tratamiento y en el debate11 que se sus- en los debates de 1911 y se había insistido en ellos en los años veinte para frenar
citó, los legisladores de la Alianza Civil –Enrique Dickmann por el socialismo y el avance del voto radical reivindicando la traducción parlamentaria de la diver-
Pomponio por el PDP– y uno de los miembros del bloque concordancista, el sidad de opiniones. El entonces ministro del Interior recuperó a Sáenz Peña
diputado radical antipersonalista santafesino Bossano Ansaldo, se opusieron. La quien habría planteado que la lista incompleta constituía un ensayo transitorio
negativa a considerar las iniciativas propuestas se fundaba en la falta de oportu- que debía preceder a la reforma definitiva, sostuvo que el sistema que fijaba la
nidad para modificar la ley 8.871 cuando la mayoría de la población bregaba por minoría en el tercio limitaba la posibilidad de la formación de nuevas fuerzas
su respeto antes que por su reforma y en ausencia del radicalismo del Parlamento. políticas y finalmente, que consagraba mayorías relativas. Pero el proyecto no se
Además, uno de los argumentos de peso era que la ley ponía en manos de la Policía sancionó y finalmente el cambio se dio en un sentido casi inverso. En 1935 se
la construcción del padrón, con lo cual bastaba un proceso por desacato para eli- produjo el reemplazo de la lista incompleta por la completa para las elecciones de
minar a los comunistas, a los que criticaran al gobierno, a los directores de dia- electores de presidente y vice y senadores por la Capital. Carlos Pueyrredón fun-
rios opositores y a los afiliados a los sindicatos para lo cual bastaba declararlos damentó el proyecto en la cámara de diputados y al igual que Melo se apoyó en
asociaciones ilícitas. Sáenz Peña argumentando que la propuesta era una copia textual del artículo 44º
Todo el debate estuvo atravesado por el juzgamiento del radicalismo. El elevado por el Presidente en 1911 al Parlamento, modificado por una iniciativa
legislador socialista independiente Manacorda, evocando los fraudes cometidos en del entonces legislador Fonrouge que propuso extender la lista incompleta. Esto
Mendoza, San Juan y Córdoba en las elecciones legislativas de 1930, sostuvo que hubiera sido razonable –dice Pueyrredón – si el Poder Ejecutivo fuera un triunvirato–
se pretendía eliminar de los padrones a los delincuentes porque nadie ignoraba pero siendo unipersonal lo único que logra es fragmentar a los electores. Cuando
que la política yrigoyenista se había basado “en que los caudillos han podido ningún partido alcanza los 189 electores necesarios, la disciplina que obliga al
influir en la policía para obtener, cuando convenía y cuando estaban en vísperas elector a votar por el candidato proclamado por su partido da paso al tráfico de
electorales, la libertad de todos los delincuentes que se procesan, pero que siempre votos, las conveniencias personales y las venganzas políticas. En este caso, según
obtienen la libertad porque nunca hay fundamentos bastantes para condenarlos”. propuso el conservador bonaerense De Miguel cuando se discutió el proyecto, la
Y Fresco, quien alegando que el voto más que un deber y una obligación era una opinión de la mayoría, podía ser defraudada por el conjunto de minorías relativas.12
función y como tal requería idoneidad, sostuvo Finalmente, se reformó el reglamento de la Cámara de Diputados. Bajo el
régimen anterior, cuando se trataba de elecciones que no ofrecían dificultades los
diplomas se aprobaban en sesiones preparatorias y los electos juraban y se incorporaban

10 CDDS, tomo III, reunión 39, 23 de agosto de 1933, pp. 354-356.


11 CDDS, tomo IV, reunión 50, 14 de septiembre de 1933, pp. 299-309. 12 CDDS, tomo II, reunión 26, 20 de julio de 1933, pp. 394-398.
300 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 301
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

de manera definitiva. Y si se trataba de elecciones que ofrecían dificultades, se deja- sabilidad de impedir que “la horda fugitiva. […] se adueñara, orgullosa y enso-
ban los diplomas para las sesiones ordinarias; pero el electo no juraba ni se incorpo- berbecida, del primer baluarte político de la República” (Loncan).13
raba. El juicio de la elección era previo a la incorporación. A partir de los cambios Los partidos y las elecciones periódicas seguían siendo reconocidos como
introducidos en 1934 se eliminó el requisito de la previa aprobación de los diplomas instrumentos legítimos de asignación de la ocupación de roles en el gobierno
para la incorporación de los nuevos diputados, dejando abierta la posibilidad de aunque en la práctica se utilizaran mecanismos legales y extralegales para cercenar
que la Cámara rechazara los que fuesen impugnados. Los argumentos que fundaron el lugar de la oposición. Federico Pinedo, ministro de Hacienda entre 1933 y
la modificación recuperaban prácticas anteriores: abusos y arbitrariedades de las 1935 y uno de los responsables de la profundización de medidas intervencionistas,
mayorías para asegurar el diploma de sus amigos y rechazar el de sus adversarios; la lo justificó años más tarde apelando a la capacidad para el gobierno.
postergación por largo tiempo de un diploma privando a la provincia de repre-
sentación por razones puramente políticas; los famosos escrutinios de conciencia; Teníamos sin duda motivos para creer que estábamos haciendo una gran
la prolongación de las sesiones preparatorias indefinidamente por largos debates obra, y había entonces alguna razón para suponer que nuestros rivales de
políticos. aquel momento no estaban muy capacitados para hacerla mejor ni para
En 1936 la Cámara se constituyó e inmediatamente las fuerzas de la oposición continuarla. Fue ese convencimiento de que se estaba realizando una tarea
impugnaron los diplomas de los diputados electos por Mendoza y Buenos Aires de saneamiento y de progreso imprescindible y que había que salvarla de
y presentaron un pedido de investigación sobre los diplomas de Santa Fe iniciando la incompetencia de los posibles rivales, exteriorizada de 1916 a 1930 en
un largo e insoluble pleito que se prolongó durante varios meses. Los legisladores un gobierno muy malo, uno mediocre y uno abominable, lo que llevó a
de la concordancia sostuvieron que ya estaban incorporados a la Cámara y los los gobiernos con los cuales he colaborado y a algunas de las fuerzas cívicas
opositores inscribieron la reforma del reglamento en el proceso de imponer al cerca de las cuales he actuado a iniciarse en expedientes políticos que pau-
sucesor del presidente Justo que se había iniciado con la reforma de la Ley Sáenz latinamente degeneraron en prácticas electorales perniciosas, que nadie
Peña, continuado con la intervención a Santa Fe y rematado con las interpreta- puede aprobar.14
ciones rebuscadas del artículo 19º provocadas por el levantamiento de la absten-
ción del radicalismo. El oficialismo lo admitió, se trataba –dijeron– de un problema Nuevas modalidades administrativas. El Estado consultivo
político. El enfrentamiento estaba planteado con los “desalojados” el 6 de sep-
tiembre que cansados de la abstención e impotentes para la revolución se incor- Las corporaciones no tenían cabida en el diseño institucional. Sin embargo,
poraban a la vida política ostentando “exacerbados sentimientos de revancha” en la elaboración e implementación de políticas comenzó a otorgárseles un espa-
cuando tenían “la tremenda responsabilidad de dos presidencias que pusieron al cio relevante que superaba con creces el que habían desempeñado en etapas ante-
país al borde de la ruina” (Solá). Los yrigoyenistas no tenían autoridad ética, dere- riores. La intervención estatal en la economía instauró una nueva modalidad
cho moral para acusar, para constituirse en jueces porque “llevan en su entraña, administrativa que, aunque tenía antecedentes, se desplegó y, creemos, adquirió
certificadas por el ejército y la historia, las taras de la inmoralidad, de la concu- perfiles bien definidos, entre el golpe de septiembre de 1930 y el de junio de
piscencia y de la demagogia, están inhibidas para erigirse en custodias vestales del 1943: el desarrollo de organismos consultivos, juntas y comisiones asesoras del
pueblo y en tutores de la dignidad nacional” (Kaiser). Las acusaciones contra el Poder Ejecutivo, algunas integradas por técnicos, pero las más, por funcionarios
radicalismo justificaban el fraude. Había que cuidarse de los excesos del legalismo. y representantes de intereses sectoriales, cuyas funciones eran amplias e incluían
Olvido y perdón no implicaban “rehabilitar de oficio a los prófugos y a los delin- la elaboración de proyectos que serían sometidos al Parlamento para aportar solu-
cuentes del 6 de septiembre” cuando el candidato a gobernador de Buenos Aires ciones a una amplia gama de problemas –diría que casi la totalidad de la agenda
“prometía que si llegaba al poder gobernaría con las mismas normas de conduc-
ta moral y política de H. Yrigoyen. Semejante anuncio, de evidente carácter sub- 13 Las expresiones citadas corresponden al largo debate sobre diplomas realizado en la Cámara de
versivo […] semejante apología desembozada […] significaban un agravio y una Diputados entre abril y junio de 1936.
ofensa para el ejército y el pueblo”. Fue Manuel Fresco el que asumió la respon- 14 Federico Pinedo, En tiempos de la república, tomo I, Buenos Aires, Mundo Forense, 1946.
302 CAPÍTULO IV ¿Qué representación? Elecciones, partidos e incorporación de los intereses A NA V IRGINIA P ERSELLO 303
en el Estado: la Argentina en los años de 1930

de los gobiernos de la década– la producción, la comercialización, el régimen y asimétrico. La doble desconfianza, en el régimen democrático y en la capacidad
financiero, el sistema tributario y la administración pública. Algunas fueron creadas del Estado, condujo a buscar fórmulas que salvaran el déficit representativo, y las
por decreto y otras por ley; las hubo transitorias y permanentes y en muchos transformaciones en la ingeniería estatal formaron parte de ese proceso.
casos superpusieron funciones y áreas de incumbencia o se yuxtapusieron sin arti-
cularse con comisiones parlamentarias creadas con los mismos fines. El diagnós-
tico que presidió su constitución fue, por un lado, la incapacidad del Estado para
lidiar con la creciente complejidad y, por otro, el déficit de la representación polí- B IBLIOGRAFÍA
tica provocado, para algunos, por la experiencia de los gobiernos radicales y por
otros, por las propias características del régimen. El objetivo era racionalizar la
administración y fortalecer –no reemplazar– a los funcionarios y al Parlamento. CÁMARA DE DIPUTADOS, Diario de Sesiones, tomo I, 1928.
El argumento consistía en que sólo la colaboración de los directamente interesados, PERSELLO, Ana Virginia, “El estado consultivo. Argentina en los primeros años 30”,
que por otra parte eran los que poseían el saber técnico necesario, otorgaría pres- Ponencia presentada a las V Jornadas “Espacio, Memoria e Identidad”, Rosario,
tigio al gobierno, uniría a la autoridad con la población y sobre todo, crearía soli- octubre de 2008.
daridades para sostener políticas entre el gobierno y los directamente afectados _________________________, “Los alcances y límites de la racionalización
por ellas, hoy diríamos, posibilitaría la gobernabilidad. El diario La Nación, en estatal”, disponible en línea: <www.historiapolítica.com>.
algunos de sus editoriales, denominó a la nueva modalidad administrativa “com- _________________________, “De las juntas y comisiones al Consejo Nacional
penetración consultiva” y si bien admitió que la consulta a los “interesados” no Económico”, disponible en línea: <www.saberesdeestado.com>.
era nueva, sí lo era que fuera de carácter público. PINEDO, Federico, En tiempos de la república, tomo I, Buenos Aires, Mundo Forense,
Con excepción del Partido Socialista, que con matices internos era la agru- 1946.
pación que más fielmente defendía los principios del liberalismo, el resto de los RIVAROLA, Rodolfo, “Un poco de teoría... política y otro poco de ideal... social”,
partidos aceptaba la intervención estatal para recuperar el equilibrio perdido y en Revista Argentina de Ciencias Políticas (RACP), tomo XXI, 1920-1921.
centraba sus críticas al gobierno en el carácter sesgado de sus políticas y en la asi-
metría que implicaba incorporar a representantes de entidades de representación
de intereses sectoriales: mientras la presencia de la Sociedad Rural Argentina estaba
sobredimensionada, prácticamente no había consumidores y mucho menos obreros
en el seno de las nuevas agencias estatales.
Hacia finales de la década, los mismos que propiciaron y se beneficiaron
con las nuevas modalidades adoptadas por el Estado “consultivo” exigían una inter-
vención diferente, que limitara el peso de la burocracia estatal y que institucionali-
zara la participación corporativa, ya no en cuerpos de consulta, sino en un amplio
organismo –un Consejo Nacional Económico– que contuviera y a la vez limitara
la injerencia de los cuerpos de funcionarios.
En los hechos, la Constitución no fue reformada, la democracia siguió
siendo invocada como el mejor régimen posible aunque no se dudó en imponer
mecanismos de manipulación del sufragio y se desarrolló un proceso de consti-
tución de nuevas agencias estatales que, con matices, incorporaron representantes
de intereses sectoriales y expertos –términos que la mayor parte de las veces aparecen
confundidos– para asesorar al Poder Ejecutivo, con carácter limitado, experimental
CAPÍTULO IV 305

1930-1943 L A CRISIS DEL MODELO AGROEXPORTADOR


Y LA RUPTURA INSTITUCIONAL

Política, ideas y el ascenso de Perón

M ARIANO B EN P LOTKIN
UNTREF / CONICET

El surgimiento del peronismo fue uno de los procesos más decisivos de la


historia argentina contemporánea. El ascenso meteórico del entonces coronel
Perón, que pasó de ser un oficial casi desconocido a convertirse en el hombre
fuerte del gobierno militar establecido en 1943 y luego en el líder indiscutido del
movimiento de masas más exitoso del siglo sin tener el anclaje de un partido polí-
tico en menos de tres años, ha dado lugar a una enorme literatura y todavía genera
preguntas difíciles de responder. Además, el peronismo ha polarizado a la socie-
dad argentina redefiniendo por décadas las identidades políticas (y no sólo polí-
ticas), las que pasaron a articularse en términos de la dicotomía peronismo/anti-
peronismo. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos realizados tanto por peronistas
como por antiperonistas –aunque desde luego con motivos opuestos– con el fin
de caracterizar al peronismo –sobre todo los primeros dos gobiernos de Perón–
como una ruptura total con el pasado del país, lo cierto es que Perón (como todos
los seres humanos) fue un producto de su tiempo; y su surgimiento como líder
indiscutido, así como su particular estilo de gobierno, resultan más sencillos de
comprender a la luz de la situación en la que se encontraban el país y el mundo.
Lo que intentaré realizar aquí es focalizar algunas dimensiones de la ideología de
Perón tratando de vincularlas con el momento en que la misma fue formándose.
El año 1930 marcó un punto de quiebre en la historia argentina del siglo
XX. En efecto, durante ese año un golpe militar, el primero de los que asolarían
al país en las décadas siguientes, puso fin a un período de casi ochenta años de
relativa estabilidad institucional bajo un régimen constitucional. Si bien es cier-
to que hasta 1916 no puede hablarse de la existencia de una verdadera democra-
cia representativa (la “República Verdadera” con la que había soñado Alberdi),
sino de un sistema político bastante cerrado y excluyente –aunque menos de lo
que habitualmente se consideraba–, es decir, más parecido a la “República Posible”
alberdiana, lo cierto es que no eran muchos los países en el mundo de entre siglos
306 CAPÍTULO IV Política, ideas y el ascenso de Perón M ARIANO B EN P LOTKIN 307

que pudieran jactarse de ser gobernados por sistemas más inclusivos. Y si observa- fuertes matices–, constituido la ideología dominante durante la segunda mitad
mos desde una perspectiva actual (2009), no son muchos los países europeos que del siglo XIX. En América Latina, los desastres de la guerra forzaron a algunos
hayan disfrutado de un período tan largo de democracia constitucional continuada intelectuales a replantear los términos de la dicotomía “civilización y barbarie”
(limitada o no): definitivamente no es el caso de Francia, ni de España, ni de Portugal; establecida por Sarmiento, puesto que los bárbaros ya no estaban sólo de este lado
y menos los de Alemania, Italia o Grecia, y la lista continúa. del Atlántico, sino también en los campos de Francia cubiertos de sangre, según
Por lo tanto, podríamos afirmar que la longeva estabilidad institucional la expresión del tango “Silencio en la Noche”.
argentina hasta 1930 constituyó un caso bastante único, y no sólo si tomamos La crisis ideológica, por supuesto, se profundizó en 1930, cuando a ésta se
como punto de comparación al resto de los países latinoamericanos, lo cual hace agregó la gran crisis económica que generó dudas todavía mayores acerca de la
retrospectivamente más dolorosa su ruptura. La otra peculiaridad argentina fue posibilidad de supervivencia (y aun su deseabilidad) del sistema democrático
probablemente la fuerza con que la tradición liberal-democrática se siguió desarro- liberal. Y todavía dentro de las democracias, parecía claro que la situación tam-
llando en la cultura política del país. En efecto, la república fraudulenta restau- bién se modificaría y que los cambios serían definitivos. Desde el New Deal de
rada en 1932 bajo la presidencia del general Justo, que dio origen a la llamada Roosevelt hasta la posterior implantación de las ideas keynesianas que conserva-
“década infame”, fue menos sorprendente por las limitaciones que las elites rían su hegemonía en Occidente hasta la década de 1970, las áreas de intervención
gobernantes impusieron al funcionamiento de la democracia representativa, que del Estado no cesarían de ampliarse, y el consenso, a su vez, parecía indicar que
por el hecho de que fuera allí, al menos en teoría, donde el régimen siguiera bus- esta ampliación constituiría la base de la supervivencia del sistema en un mundo
cando el fundamento de su legitimidad, en un momento en el que el mundo cada vez más polarizado.
parecía encaminarse hacia otro tipo de experimentos políticos, experimentos que, La situación internacional sin duda afectó a la Argentina, pero con matices
desde luego, contaban con simpatizantes en nuestro país.1 Aun el Partido Radical, particulares originados en la situación local. Si analizamos el clima ideológico de
proscripto y derrotado en 1930 aceptó, a partir de 1935, incorporarse al sistema la Argentina hasta la década de 1930 (y me atrevería a decir que hasta mediados
de democracia limitada que en los hechos lo excluía del acceso al poder. Sin embargo, de esa década), lo que llama la atención es la fuerza del consenso que venía articu-
el momento político inaugurado en 1930 dio origen a la aparición de un nuevo lándose desde la segunda mitad del siglo XIX alrededor de la democracia liberal.
actor político cada vez más alejado de los ideales democráticos: el Ejército, que ejer- La fuerza de este consenso explica la convivencia pacífica de individuos que en
cería a través de su cuerpo de oficiales, una influencia decisiva en la política argen- muchos casos se encontraban en los extremos opuestos del polo ideológico y, más
tina de las décadas siguientes y que se autoasignó un papel tutelar sobre la misma sorprendentemente, el hecho de que el espacio de convivencia fuera muchas
con las consecuencias nefastas que todos conocemos. veces el Estado mismo. Un ejemplo claro y particularmente inesperado es el sis-
El período que comenzó a partir de la primera posguerra ha sido caracte- tema destinado a la “formación de las almas” de los argentinos, es decir, el exito-
rizado como de crisis ideológica, lo que implicó un brusco desplazamiento y sísimo (y no sólo en términos latinoamericanos) sistema educativo, donde encon-
cuestionamientos de ciertas certezas. La Revolución Rusa de 1917 y los breves tramos coexistiendo a conocidas figuras de la extrema derecha (recordemos que
experimentos comunistas en países como por ejemplo Alemania y Hungría, y Leopoldo Lugones fue durante décadas un funcionario del mismo en tanto director
luego el surgimiento de los regímenes de extrema derecha en Europa, mostraron de la Biblioteca Nacional de Maestros) con comunistas activos y algunos simpa-
un dinamismo que parecían estar perdiendo las democracias representativas. Por tizantes anarquistas que, en tanto militantes, se oponían a las políticas de nacio-
otro lado, los horrores de la Primera Guerra (luego opacados por los aun peores nalización de las masas que las políticas educativas venían desarrollando desde la
de la Segunda) pusieron en cuestión la idea de progreso indefinido basado en el década de 1910 pero que cumplían seguramente de manera fiel, en su condición
avance de la ciencia y la tecnología que había, de alguna manera –aunque con de funcionarios educativos. Así, todavía en 1945, el periódico comunista Orientación
publicó un artículo de Juan Nissen, caracterizado como un asiduo lector del
1 Un excelente examen de la situación ideológica del país en esos años y su vínculo con el contexto periódico y por lo tanto, suponemos, al menos un compañero de ruta sino un
mundial puede encontrarse en Tulio Halperin Donghi, La Argentina y la tormenta del mundo. Ideas e miembro del partido, criticando la orientación antiliberal que estaba imprimiendo
ideologías entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003. el gobierno militar a la educación. Lo curioso es que la afiliación política del autor
308 CAPÍTULO IV Política, ideas y el ascenso de Perón M ARIANO B EN P LOTKIN 309

de la nota no le había impedido tener una carrera exitosa dentro del sistema edu- mundo cultural argentino, campos que fueron definiendo sus propias instituciones
cativo habiendo ocupado, entre otros, los cargos de profesor de la prestigiosa Escuela con menos lugar para los representantes del campo contrario: uno vinculado al
Normal de Paraná, secretario del Consejo Escolar de Mercedes, inspector de escuelas nacionalismo cada vez más radical, asociado a versiones intergralistas del catolicismo
primarias de Entre Ríos, culminando su carrera como secretario técnico del Consejo sostenidas en numerosas oportunidades por miembros de la jerarquía de la Iglesia, y
Nacional de Educación.2 un polo vinculado al liberalismo al cual se asociaban cada vez más firmemente
La crisis de 1930, pero ante todo los episodios europeos tales como la “compañeros de ruta” inesperados como los comunistas, en el momento en que el
Guerra Civil Española, la radicalización del fascismo (al que a principios del a PCUS estableció la política de frentes populares. Esto último, junto con la paula-
década de 1920 algunos todavía seguían considerando como una experiencia de tina recuperación de la actividad sindical controlada en buena medida por éstos,
extrema izquierda), el surgimiento del nazismo y posteriormente el desencadena- promovió la alarma de sectores de la elite y también de miembros del cuerpo de ofi-
miento de la Segunda Guerra Mundial; y a nivel nacional los golpes de 1930 y ciales del Ejército, alarma que se manifestó en una influencia cada vez mayor de
de 1943 y más aun el surgimiento del peronismo, contribuyeron a radicalizar ideas antiliberales. Si había un punto de superposición entre estas dos corrientes, sin
posiciones rompiendo puentes antes existentes. Así, el historiador revisionista embargo, era la certeza cada vez mayor de que al Estado (definido de manera dife-
Julio Irazusta recordaba en sus memorias, refiriéndose a sus periódicas visitas a la rente en cada caso) le correspondería un papel central en definir el futuro del país que
casa de Victoria Ocampo: se transformaba rápidamente social, económica y políticamente.
Juan Domingo Perón, que había participado con el grado de capitán en el
Eduardo Mallea, Pedro Henríquez Ureña, María de Metzu, Carmen Gándara golpe de Estado de 1930 fue tributario de los cambios que se fueron producien-
[...] e innúmeros otros que no tengo presentes alternaban con nosotros en do. Aunque Perón nunca fue (ni se definió jamás a sí mismo) como un hombre
un ambiente de convivencia civilizada. [...] Si este experimento cesó fue en de ideas, sino más bien de ejecución (“la conducción es un arte simple y todo de
parte debido a la guerra europea que confundió los espíritus y los dividió ejecución” repetiría más tarde en sus clases de la Escuela Superior Peronista)
en banderías internacionales. Pero a mi ver debiose también a que el nacio- podemos encontrar como base de su accionar político un núcleo ideológico duro
nalismo degeneró en una internacional ideológica y ya enteramente que reconoce su origen en la situación en la que hubo de socializarse políticamente.5
maniobrado por el régimen, colaboró con los sucesivos gobiernos y no Es cierto que el peronismo como movimiento jamás logró articular una ideología
cuajó en la práctica.3 coherente y precisa. Esto se debió, en parte, a sus condiciones de origen. Recordemos
que el peronismo nació en 1945 como un conglomerado heterogéneo de diversos
El campo intelectual argentino se politizaba y al mismo tiempo se polari- sectores políticos y sociales: sindicatos, grupos nacionalistas, católicos tradiciona-
zaba. Como señalaba la famosa psiquiatra infantil Telma Reca a un funcionario listas, sectores del Ejército, y otros que se incorporaban al naciente movimiento
de la Fundación Rockefeller en 1944, “la situación política presente [...] ejerce su con objetivos propios y diversos. Perón actuaba como elemento aglutinador de
influencia sobre todas nuestras actividades”.4 un movimiento cuyas tendencias centrífugas se hicieron notar pronto y la atenua-
Podríamos decir (tal vez a riesgo de simplificar brutalmente dejando de ción (o represión en algunos casos) de las cuales se convirtió en una obsesión del
lado matices importantes) que a lo largo de la década de 1930 se van configuran- líder hasta el día de su muerte. Cada uno de estos grupos constitutivos efectuó
do gradual pero rápidamente dos campos cada vez más incompatibles dentro del una lectura particular del mensaje de Perón, quien a su vez debía responder a las
expectativas de cada uno de ellos. Sin embargo, aunque la “ideología peronista”
no puede reducirse a la “ideología de Perón” la centralidad de éste en el movi-
2 Véase Juan Nissen, “Grave regresión cultural y derroche de caudales públicos”, en Orientación, miento fue absoluta como mito unificador del movimiento y como uno de sus
31 de octubre de 1945.
3
elementos definitorios –y no solamente vinculados al culto a su personalidad que
Julio Irazusta, Memorias, citado por John King, Sur: A Study of the Argentine Literary Journal and Its
Roke in the Development of a Culture, 1930-1970, Cambridge, Cambridge University Press, 1986, p. 74.
4 Citado en Mariano Ben Plotkin, Freud en las Pampas. Origen y desarrollo de una cultura psico- 5 Las clases de Perón en la Escuela Superior Peronista fueron publicadas en Juan Domingo Perón,
analítica en la Argentina (1910-1983), Buenos Aires, Sudamericana, 2003, p. 92. Conducción política, Buenos Aires, Escuela Superior Peronista, 1952.
310 CAPÍTULO IV Política, ideas y el ascenso de Perón M ARIANO B EN P LOTKIN 311

Perón impuso desde el gobierno–. Recordemos que la llamada “doctrina peronista” masculina subalimentada en muchos casos y con problemas de salud no era con-
nunca fue otra cosa que una compilación de las palabras del jefe del movimiento.6 siderada apta para el servicio militar obligatorio. Por otro lado Perón parece
Y recordemos también que, sobre todo durante su exilio y vuelta al poder, la leal- haber sido mucho más perceptivo que la mayoría de los políticos respecto a las
tad proclamada a Perón fue uno de los pocos elementos que definía la identidad posibles consecuencias políticas que tendría el fuerte proceso de migraciones
de un movimiento que ya incluía en su seno a los más diversos extremos del internas acelerado a partir de la rápida industrialización que estaba viviendo el
espectro ideológico. país como resultado de la crisis de 1930. Pero fue en Europa donde se puso en con-
¿En qué contexto se socializó políticamente Perón? Perón era fundamen- tacto con los horrores de la Guerra Civil Española (que él interpretó como conse-
talmente, y antes que nada, un producto del Ejército que se había profesiona- cuencia del avance del comunismo) y con el estilo de movilización de masas que
lizado rápidamente a lo largo de las primeras décadas del siglo XX. Y dentro de Mussolini estaba llevando a la práctica exitosamente.
ese Ejército, Perón también fue influenciado por un fuerte cambio ideológico que Aquí hay que hacer, sin embargo, una precisión importante: ni la Iglesia ni
se fue acelerando a lo largo de la década de 1930 y que el historiador italiano Loris el Ejército eran instituciones monolíticas y en el seno de ambas es posible distin-
Zanatta definió como el paso del “Estado liberal a la nación católica”. El mito de guir importantes matices que se revelan en los avatares del gobierno militar
la nación católica, que identificaba a la nación con un orden católico integral, establecido en 1943. Pero el pensamiento hegemónico en ambas –y Perón no
que consideraba al Ejército como una institución que precedía en existencia a la se cansaría de repetirlo aunque no logró convencer a quienes deberían ser los
nación y que fue definida por Zanatta como “un orden diferente de cualquiera interlocutores privilegiados para su mensaje: los sectores empresarios– consistía
de los órdenes políticos fundados por las ideologías seculares modernas y por en que la Argentina estaba viviendo una situación prerrevolucionaria y que sólo la
ende alternativo a la declinante democracia liberal, pero también a la aborrecida combinación de la Espada y la Cruz, sumada a las políticas de justicia social ins-
solución comunista y a la derivación ‘pagana’ asumida por la reacción antiliberal piradas en la doctrina social de la Iglesia, podrían ponerle freno. Y esto implicaba
asumida en algunos estados totalitarios”; un mito (como todo mito) ahistórico, terminar con la puerta abierta proporcionada a la revolución por el Estado liberal.
ya que esta identificación era eterna.7 Se trataba del mito de la alianza indestruc- Pero no es mi intención abundar sobre esta dimensión de la formación
tible entre la Iglesia y la espada, alianza previa al surgimiento del propio Estado, ideológica de Perón que ya ha sido muy estudiada. Más bien me interesa cen-
del cual Perón también extrajo sus propias conclusiones y que contribuyó de trarme sobre su concepción militar de la política, lo que el historiador José Luis
alguna manera a hacer realidad. Y si la preocupación fundamental que motivaba Romero caracterizó como “ideología de Estado Mayor”. Considero que las ten-
a los proponentes del mito de la nación católica era la defensa contra los avances dencias sin duda totalitarias que pueden detectarse en el gobierno de Perón pueden
(reales o imaginarios) del socialismo y el comunismo, ésta sería y continuaría siendo rastrearse más en esta concepción particular de la política que en posibles (aunque
hasta el final, otra de las obsesiones de Perón. Catolicismo integralista y experiencia nunca desmentidas por él, ni aun luego de su “giro a la izquierda”) admiración
militar serían pues dos elementos esenciales en la formación política de Perón –que por las experiencias europeas de entreguerras.
luego haría esfuerzos para transformar a su movimiento en una verdadera “religión Perón fue desarrollando una concepción de la política que consistía en una
política”–, como también lo fueron sus viajes a Europa y la particular lectura que rea- adaptación de la doctrina militar que había absorbido a través de sus lecturas de
lizó de las experiencias que le tocaron vivir sobre todo en la España de posguerra los manuales europeos en particular los textos de Clausewitz y Von Der Goltz
y en la Italia fascista. Como el propio Perón recordaría años más tarde, fue (sobre todo la idea de “nación en armas”, vinculada a la industrialización y a cierta
durante su experiencia como militar destinado a diversos puntos del país, donde idea de justicia social) a los que él combinaba con otros elementos locales.8 Para
se puso en contacto con las miserias que sufría parte importante de la población del Perón como para Clausewitz, guerra y política constituyen dos instancias comple-
país, lo cual constituía, además, un problema de seguridad nacional. La población mentarias. Decía Perón en sus Apuntes de historia militar escritos como texto para

6 Partido Peronista, Doctrina peronista, Buenos Aires, 1947. 8 Sobre el impacto que las lecturas de los manuales de guerra tuvieron en la formación ideológica
7 Véase Loris Zannatta, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y ejército en los orígenes del y política de Perón, véase León Rozitchner, Perón, entre la sangre y el tiempo. Lo inconsciente y la polí-
peronismo, 1930-1943, Bernal, UNQ, 1996. tica, Buenos Aires, CEAL, 1985.
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sus clases en la Escuela Superior de Guerra en 1934: “El militar sirve al político en Comandante en Jefe, del conductor en palabras de Perón, el que fija las metas y
la guerra aniquilando al poder enemigo, a fin de que el primero consiga imponer frente al cual no puede haber disidencia posible. “El conductor dirá: Ésta es mi
su propio objetivo político que es el de la Nación”.9 Nótese la identificación del concepción. Ella se transforma en hecho. Desde ese momento la principal tarea
objetivo del político con el de la nación, lo que no dejaba demasiado espacio para del comando consistirá en conseguir que un solo pensamiento domine al de todo
lo que es esencial del juego político: el debate y la negociación. Por otro lado, en el Ejército. Ese pensamiento será el del Comandante en Jefe”.11
tiempos de paz, la tarea del político, diría Perón siguiendo a Von Der Goltz, era Como veremos, la idea de “unidad espiritual”, que fue desarrollada o tomada
preparar la nación lo mejor posible para la guerra para lo cual habría que lograr por Perón de otros autores como un concepto aplicable a ejércitos en operaciones
la independencia desde el punto de vista económico y fijar objetivos que debían iba luego a ser reformulada para ser aplicada a la sociedad como un todo. ¿Es que
ser únicos, sin disenso. Recordemos, asimismo, que la “independencia económica” Perón concebía a la política como una guerra como señala León Rozitchner? No
parecía ser un objetivo alcanzable. En 1943 y como consecuencia de la guerra, me atrevo a decir tanto, más bien creo que aplicó a la política parte del arsenal de
por primera vez en la historia argentina la producción industrial había superado ideas (formado en su vida militar) disponible para él, puesto que su experiencia de
en valor a la agropecuaria. Cabe destacar que así como la idea de “justicia social” interacción social estaba articulada alrededor de su experiencia con las tropas. En
venía discutiéndose desde décadas anteriores al ascenso de Perón en diversos agosto de 1944, Perón visitó la Bolsa de Comercio de Buenos Aires donde tiene
ámbitos, la de independencia económica vinculada a la industrialización también la oportunidad de dirigirse a un grupo de empresarios y ofrecerles su visión de lo
constituía una vieja obsesión entre círculos intelectuales desde las últimas décadas que deberían ser las relaciones entre el capital y el trabajo:
del siglo XIX pero que fue llevada a la categoría de eslogan por Alejandro Bunge
y su grupo desde la Revista de Economía Argentina fundada en 1918. No es casual Yo estoy hecho en la disciplina. Hace treinta y cinco años que ejercito y
que buena parte del staff técnico de Perón durante su primera presidencia fuera hago ejercitar la disciplina, y durante ellos he aprendido que la disciplina
reclutado entre antiguos colaboradores de Bunge. A la vieja idea de Bunge y de tiene una base fundamental: la justicia. Y que nadie conserva ni impone
otros antes que él, el Ejército le agrega el componente de la importancia que la disciplina si no ha impuesto primero la justicia. Por eso creo que, si yo fuera
independencia económica tendría para la defensa nacional. Recordemos que en dueño de una fábrica no me costaría ganarme el afecto de mis obreros
1941 se creó la Dirección de Fabricaciones Militares. mediante una obra social realizada con inteligencia. Muchas veces ello se
De cualquier manera, de las ideas obtenidas de los manuales de la guerra, logra con el médico que va a la casa de un obrero que tiene un hijo enfermo,
compatibles con los fundamentos del mito de la nación católica, aparece un elemento con un pequeño regalo en un día particular, con un patrón que pasa y palmea
que constituiría, junto con el miedo a los avances del comunismo, el elemento central amablemente a sus hombres y les habla de cuando en cuando, así como
y probablemente el más perdurable del universo mental de Perón y me atrevo a decir nosotros lo hacemos con nuestros soldados.12
alrededor del cual formuló buena parte de la política propagandística que contri-
buiría a conformar el núcleo de la liturgia peronista, de cuyo lugar central me ocupé En estos consejos un poco pedestres dados a quienes no se lo habían pedido,
ya en otro trabajo.10 Me refiero a la idea de “unidad espiritual”. Esta idea, en el interior Perón ponía de manifiesto, sin embargo, una idea más importante, la necesidad de
del discurso de Perón, sufrió un desplazamiento desde las situaciones de guerra a la eliminar el conflicto social y los mecanismo que pondría en juego para lograr este fin:
política como un todo. Podemos seguirlo con cierta facilidad. En una situación de disciplina y justicia social concebida como una gracia tanto en términos reales (el
guerra, nos dice el Perón profesor en sus Apuntes, “toda disidencia interior debe cesar médico en la casa) y simbólicos (la palmada amable) otorgada por el patrón y, más
ante el peligro que amenaza desde afuera la vida de la nación [...]. Los elementos tarde, por el Estado.
peligrosos para la existencia del Estado deben reprimirse y se deben contrarrestar
los esfuerzos del enemigo”. Una vez que se desata la guerra es el pensamiento del 11 Juan D. Perón, Apuntes, op. cit., p. 243.
12 Juan D. Perón, Obras completas, vol. 7, tomo 3, Buenos Aires, Hernandarias, 1985, p. 377; citado
9 Juan D. Perón, Apuntes de historia militar, Buenos Aires, Círculo Militar, p. 123. en Tulio Halperin Donghi, “El lugar del peronismo en la tradición política argentina”, en Amaral,
10 Mariano Ben Plotkin, Mañana es San Perón, 2ª ed., Buenos Aires, Eduntref, 2007. Samuel y Mariano Plotkin (comps.), Perón: del exilio al poder, 2ª ed., Buenos Aires, Eduntref, 2004.
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Pero detengámonos en la idea de unidad de doctrina y su evolución dentro He podido detectar al menos dos ediciones de dicho manual: una de 1948 y otra
del discurso de Perón. La unidad de doctrina, nos decía el Perón profesor y militar de 1954, y en ambas ediciones también es posible observar un desplazamiento
en 1934 era un concepto indispensable dentro de la órbita militar. Diez años más del concepto de unidad espiritual. En la edición de 1948, por ejemplo, las ideas
tarde, el Perón ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión cuyas ambi- de “unidad de acción” y de “unidad de concepción” eran presentadas como aglu-
ciones políticas no escapaban a nadie, fue invitado a dar la clase inaugural de la cátedra tinantes necesarios en el interior del Partido Peronista: “De una misma manera
de Defensa Nacional en la Universidad Nacional de La Plata. En esta oportunidad, de ver resultará una misma manera de apreciar, y de una misma manera de apre-
cuando sus ambiciones políticas ya eran evidentes, Perón expandió sus ideas de 1934 ciar, una misma manera de resolver”. En la segunda edición, la doctrina peronista, el
exponiendo ante sus alumnos (ahora civiles): fundamento de la unidad de pensamiento y de acción, era presentada como el
marco que debía fijar la orientación de todo el pueblo:
Si en las cuestiones de forma de gobierno, problemas económicos, sociales,
financieros e industriales, de producción, de trabajo, etc., caben toda suerte La doctrina es una concepción total de la vida, fija las orientaciones del
de opiniones e intereses dentro de un Estado, en el objetivo político derivado Pueblo hacia las grandes obligaciones comunes de la nacionalidad. Es el
del sentir de la nacionalidad de ese pueblo, por ser única e indivisible, no caben conjunto de postulados que responden a las aspiraciones, necesidades y con-
opiniones divergentes. Por el contrario esa mística común sirve como un aglu- veniencias nacionales y por extensión populares [...]. La Doctrina Peronista,
tinante más para cimentar la unidad nacional de un pueblo determinado.13 que es Doctrina Nacional, es exclusivamente argentina y está basada en lo que
llamamos Peronismo, principio de nuestra organización política actual
La necesidad de obtener unidad de pensamiento, aun en cuestiones tan poco que aplicará cada país de manera distinta.14
definidas como “el sentir de la nacionalidad” y aun dejando amplias áreas afuera,
ya no se restringía, sin embargo, a la esfera militar, sino que se hacía extensiva a toda Esta doctrina, que tendría un lugar tan importante en la definición de los
la sociedad. objetivos de la nación, y que, como se sugiere al final de la alocución, tendría pro-
Pocos años después, ya como presidente, Perón tiene una oportunidad de acla- yecciones internacionales, nunca fue sistematizada de manera coherente, ya que
rar y precisar este punto con motivo de la presentación del Primer Plan Quinquenal. los libros que llevaban ese título consistían en fragmentos de discursos de Perón
En esta ocasión Perón puntualizaba que “la doctrina es el sentido y sentimiento acerca de diversos temas, a veces conteniendo mensajes contradictorios entre sí.
colectivo que ha de inculcarse en el pueblo mediante la cual se llega a la unidad de Aun en lo que probablemente fue la presentación más sofisticada de la doctrina,
acción en las realizaciones y soluciones”. el discurso de Perón pronunciado con motivo del Primer Congreso de Filosofía
En vista de esta evolución de la idea de “unidad espiritual” es decir unani- de 1949, se nos informa que,
midad, no debería sorprender que durante su gobierno, Perón haya promovido la
legislación que declaraba a la “doctrina peronista” (su pensamiento) como “doctrina La sociedad tendrá que ser una armonía en la que no se produzca disonancia
nacional”. Esta doctrina no debía ganar adhesiones por persuasión sino por medios alguna, no predominio de la materia, ni estado de fantasía. En una armonía
cuasi religiosos. En palabras de Perón: “hay que salir a predicar esa Doctrina; no que preside la Norma puede hablarse de colectivismo logrado por la supe-
enseñarla sino predicarla”. Uno de los mecanismos a través de los cuales se pensaba ración, por la cultura, por el equilibrio. En tal régimen no es la libertad
predicar la doctrina (aparte de una reforma profunda del sistema educativo, el con- una palabra vacía, porque viene determinada su incondición por la suma
trol de la prensa opositora y un esfuerzo de propaganda oficial sin precedentes) era de libertades y por el estado ético y moral.15
por medio de la publicación de libros tales como el titulado Manual del peronista.
14 Partido Peronista, Manual del peronista, Buenos Aires, 1954, pp. 20-21.
15 Juan D. Perón, Conferencia del Excmo. Señor Presidente de la Nación Argentina, Gral. Juan Perón,
13 Juan D. Perón, “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”, en El pueblo pronunciada en la ciudad de Mendoza el 9 de abril de 1949 en el acto de clausura del Primer Congreso
quiere saber de qué se trata, Buenos Aires, 1944, p. 79. Nacional de Filosofía, Buenos Aires, 1952.
316 CAPÍTULO IV Política, ideas y el ascenso de Perón M ARIANO B EN P LOTKIN 317

B IBLIOGRAFÍA
Esta unidad espiritual debía ser impuesta por el Estado aun en el universo
de las artes y las letras. Como el propio Perón dijo a un grupo de intelectuales con
los que se reunió en 1947: HALPERIN DONGHI, Tulio, La Argentina y la tormenta del mundo. Ideas e ideologías
entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003.
Espero que ustedes [los intelectuales] se organicen en forma de sociedad; PARTIDO PERONISTA, Doctrina peronista, Buenos Aires, 1947.
espero que se unan, que piensen como piensen, sientan como sientan y ____________________, Manual del peronista, Buenos Aires, 1954.
quieran como quieran; pero que cumplan dentro de la orientación que sin PERÓN, Juan D., Conducción política, Buenos Aires, Escuela Superior Peronista,
duda alguna fijará el Estado [...]. Es necesario que el Estado dé también en 1952.
este aspecto su propia orientación, que fije los objetivos y que controle la _______________, Apuntes de historia militar, Buenos Aires, Círculo Militar.
ejecución para ver si se cumple o no.16 _______________, “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista
militar”, en J. D. Perón, El pueblo quiere saber de qué se trata, Buenos Aires, 1944.
Como vemos la idea de “unidad espiritual”, es decir unanimidad, era _______________, Conferencia del Excmo. Señor Presidente de la Nación Argentina,
central en el universo mental de Perón. Esta idea provenía de diversas fuentes y Gral. Juan Perón, pronunciada en la ciudad de Mendoza el 9 de abril de 1949 en
a ese objetivo se dirigió su acción. El consenso limitaría (o más bien eliminaría) el acto de clausura del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Buenos Aires, 1952.
el conflicto social y por lo tanto alejaría el peligro comunista que Perón (y sus PLOTKIN, Mariano Ben, Freud en las Pampas. Origen y desarrollo de una cultura psi-
mentores espirituales) veían como inminente. El problema fue que este objetivo coanalítica en la Argentina (1910-1983), Buenos Aires, Sudamericana, 2003.
fracasó en parte porque Perón no fue capaz de convencer a los sectores capitalistas ROZITCHNER, León, Perón, entre la sangre y el tiempo. Lo inconsciente y la política,
del peligro en que se encontraban. Paradójicamente, al no contar con el apoyo Buenos Aires, CEAL, 1985.
que esperaba asegurarse de una parte importante de la sociedad, Perón se vio forzado ZANATTA, Loris, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orí-
a radicalizar su discurso y a apoyarse cada vez más en el sector que se mostraba genes del peronismo. 1930-1943, Bernal, UNQ, 1996.
más hospitalario a sus políticas: los obreros, aunque es justo reconocer que obtener
este apoyo le costó más de lo que habitualmente se supone. Por lo tanto, el objetivo
de construir un amplio consenso social se materializó en una serie de políticas que
terminaron ampliando el conflicto. El resto es historia conocida.

16 Juan D. Perón, “El Presidente de la Nación Argentina, Gral. Juan Perón se dirige a los intelectuales,
escritores, artistas, pintores y maestros”, Buenos Aires, 1947.
CAPÍTULO V

1945-1955
El peronismo y el compromiso industrialista
CAPÍTULO V 321

1945-1955 E L PERONISMO Y EL COMPROMISO INDUSTRIALISTA

Industria, Fuerzas Armadas y peronismo

TORCUATO D I T ELLA
ITDT

Comenzaré afirmando algo que puede resultar una sorpresa: que yo per-
tenezco a una familia militar; y que ha visto bastante fuego enemigo. Esa familia,
eso sí, fue militar italiana; porque a mi padre, en 1915, ya residente en la Argentina
pero nacido en Italia, le correspondió participar en la Primera Guerra Mundial,
donde estuvo cuatro años en el frente. Era teniente y le ofrecieron ser capitán al
final. No lo aceptó y volvió a la Argentina. Y un tío suyo empezó como fraile
en un pequeño pueblo del sur de Italia, y al llegar las tropas de Giuseppe Garibaldi
en 1860 lo reclutaron en el Ejército y terminó, tras dos campañas por la unifi-
cación del país, como furier maggiore, un puesto bastante alto dentro de los
suboficiales.
La empresa SIAM, creada por mi padre con dos técnicos italianos en 1910,
prosperó hasta ser conocida por la famosa heladera. No voy a contar su historia,
pero sí las experiencias de sus relaciones con la corporación militar, sobre todo con
el Ejército. Mi padre era bastante amigo del general Enrique Mosconi, dirigente
de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, y a través de él fue que consiguió durante
los años veinte el derecho de instalar surtidores en la vía pública, producidos por
su empresa, que en aquellos tiempos era simplemente “el taller”. Años más tarde man-
tuvo una relación muy estrecha con el general Manuel Savio, a cargo de
Fabricaciones Militares. Recuerdo, al respecto, en el año 1942, haber visitado
con mi padre el Alto Horno de Zapla, que estaba recién empezando a funcio-
nar. Tengo además algunas fotos muy interesantes de la fábrica de SIAM en
Avellaneda, del año 1935 o 1936, en donde se ve a una veintena de militares
visitando las instalaciones, y hay una persona que, creo, era el Ministro de
Guerra. Es decir, había un interés de la fuerza militar en la industria, y la indus-
tria sabía que las relaciones en cualquier país con los militares son importantes
por la provisión de insumos necesarios para su profesión, como acero, máquinas
y elementos de transporte, además de armamentos.
322 CAPÍTULO V Industria, Fuerzas Armadas y peronismo TORCUATO D I T ELLA 323

El Instituto de Estudios y las Conferencias Industriales de la UIA de hecho después de la guerra no hubo ningún estallido social (excepto que se
considere como tal al 17 de Octubre, pero éste fue más bien su alternativa fun-
Un fenómeno crucial aunque poco conocido es el que comenzó en 1942, cional), es común subestimar las voces de Casandra como puramente paranoicas,
o sea antes del peronismo, cuando en la Unión Industrial Argentina, de cuyo o como provenientes de quienes por todos lados veían la amenaza roja. Sin
Consejo mi padre formaba parte, se creó un Instituto de Estudios y Conferencias embargo un examen más cuidadoso de los acontecimientos de la época y su pues-
Industriales, que organizaba eventos cada dos o tres semanas, que después se ta en perspectiva comparada llevan a considerar razonable la previsión de que al
publicaban como folletos, que el ingeniero José Gilli, organizador de esa actividad, terminar la guerra se desataran, tanto en Europa y Asia como entre nosotros, graves
juntó en tres volúmenes. Vistos todos juntos forman un material muy impresio- conflictos sociales, algunos de ellos revolucionarios. De todos modos, era una
nante. Ahí se encontraba un grupo amplio de gente. Habían convocado al Rector percepción muy extendida entre los actores de la época.
de la Universidad de Buenos Aires, y también a quien era un importante candidato En el ambiente empresarial era importante lo que pensaba la Unión
presidencial conservador aperturista, Carlos Saavedra Lamas, que había tenido Industrial Argentina, y algunos grupos de profesionales cercanos a la temática
un rol muy conocido durante la Guerra del Chaco. Estaba por supuesto industrial, como los economistas y otros científicos sociales nucleados en la Revista
Alejandro Bunge, economista católico nacionalista, y además Ricardo Ortiz, un de Economía Argentina y en el Instituto Bunge de Investigaciones Económicas y
poco extraño porque aunque prestigioso en su profesión era comunista; un poco Sociales. Ya hemos visto la creación, en 1942, del Instituto de la Unión Industrial
una mosca en esa leche. Había una participación de radicales antipersonalistas, Argentina, que funcionó hasta 1946, y que fue claramente un intento de enten-
con un predominio de Concordancistas que apoyaban los proyectos de apertura dimiento militar-industrial.
institucional del presidente Roberto Ortiz. Y más o menos la mitad de los con- En esos años muchos compartían la perspectiva de un mundo perma-
ferencistas eran militares. Uno era Savio, que escribió sobre las necesidades de la nentemente dividido en cuatro grandes bloques: Estados Unidos, Rusia, Japón y una
industria metalúrgica, y había muchos otros, que hablaban sobre aeronáutica, Europa dominada por Alemania. El general José M. Sarobe, en una conferencia pro-
industrias químicas, textiles y minería. Claro está que el problema principal era nunciada en octubre de 1942, vaticinaba la “emancipación material de la Gran
la guerra. Había que prepararse para ver qué pasaba durante su transcurso y luego Asia”, cualquiera fuera el resultado de la guerra, y la incorporación de Ucrania al
de finalizada. Claro que en esa época no se sabía quién iba a ganarla. Además, “Nuevo Orden en Europa”, reemplazando a la América del Sur como proveedora
eran muchos los que pensaban que podría haber llegado a América. ¿Por qué no, de cereales. La Argentina podía intentar hegemonizar una quinta área, ya que era
acaso somos países pacíficos? Llegó a África, llegó a Asia, ¿por qué no a América necesario “conquistar una cierta autonomía económica, para conservar la inde-
Latina? Me acuerdo en el año 1941 o 1942, mirar aterrorizado unos mapas que pendencia política”.1
publicaba el diario Crítica, donde había unas flechas que salían de Europa, de
Alemania, y llegaban al Brasil y a la Argentina. La posibilidad de que nuestros 1 José M. Sarobe, Política económica argentina, Buenos Aires, UIA, 1942, pp. 16, 17 y 31. Esta publi-
países fueran incorporados a la Guerra Mundial no se descartaba, y no necesaria- cación es parte de una serie de folletos editados por la Unión Industrial Argentina, basados en confe-
mente del mismo lado. rencias dadas en su sede y organizadas por el Instituto de Estudios y Conferencias Industriales. En las
referencias siguientes los folletos de esta serie se identificarán con la sigla UIA y el año en que fueron
publicados, salvo indicación en contrario. El teniente coronel Mariano Abarca, en su conferencia del
El gran miedo de 1942-1943 31 de mayo de 1944, también visualizaba la formación de grandes grupos económicos, incluida una
Europa bajo hegemonía de “Oriente o de Occidente”, y afirmaba que no era posible mantener en esta-
En la Argentina, durante la Segunda Guerra Mundial el peligro de la agi- do de colonia a un país con la capacidad de la Argentina (La industrialización en la Argentina, UIA,
tación social para cuando terminara el conflicto llegó a convertirse en una especie 1944). Más tarde, el mismo año, el teniente de navío Horacio J. Gómez, presentado por el contralmi-
rante Pedro S. Casal, recordaba a su audiencia que “las naciones están siempre potencialmente en con-
de psicosis colectiva, especialmente sentida por quienes estaban más en contacto
flicto”, y que en las guerras actuales toda la masa de la población participaba, porque quien las gana es
con el ambiente obrero, y por ciertos especialistas ideológicos, así como por los el general Industria (La industria nacional y los problemas de la Marina, UIA, 1944, pp. 12 y 16). Véase
militares, que a través de la conscripción y de su circulación por los cuarteles del para la situación económica anterior a la guerra, Arturo O’Connell, “La Argentina en la depresión: los
interior podían visualizar mejor las tensiones sociales que se acumulaban. Como problemas de una economía abierta”, en Desarrollo Económico, Nº 23, 1984.
324 CAPÍTULO V Industria, Fuerzas Armadas y peronismo TORCUATO D I T ELLA 325

Los años de la guerra fueron de particular agitación en el ambiente político que la guerra les había traído.4 El entonces coronel Manuel Savio, uno de los pri-
y social de la Argentina, como en muchos otros países de la zona. En la Argentina meros invitados a la serie de exposiciones patrocinadas por la UIA, instaba a
la enfermedad del presidente Roberto Ortiz (alejado del poder en julio de 1940 aceptar la intervención del Estado para planificar la economía, porque “el peor
y renunciante definitivamente en junio de 1942) creaba una situación favorable aspecto de la posguerra es el caos económico”.5 El año anterior él había sido desig-
a las tendencias nacionalistas y conservadoras del vicepresidente Ramón Castillo, nado director de la recientemente creada Dirección General de Fabricaciones
quien pretendía perpetuar el fraude para evitar una segura victoria radical. Militares, que ya estaba construyendo el Alto Horno de Zapla, en Jujuy. Su pré-
Contra él se levantaba una versión local del Frente Popular chileno o del francés, dica industrialista es por lo demás muy conocida, y por supuesto se realizaba en
que se fue constituyendo a lo largo de 1942, que nuclearía en la Unión conjunción con ciertos sectores del empresariado. La preocupación por lo que
Democrática a radicales, demócrata progresistas, socialistas y comunistas, respal- ocurriría después de la guerra se centraba, para algunos, en el previsible caos pro-
dados por una Confederación General del Trabajo politizada y activa. La situa- ductivo, que como lo señalaba el doctor Leopoldo Melo, profesor de la universi-
ción ha sido repetidamente analizada, desde muy diversas perspectivas, que bus- dad y ex candidato presidencial radical de centro derecha, podía “hacer más víc-
can aclarar las alianzas, estrategias y tácticas de los actores sociales, muy divididos timas que la guerra misma”, lo que era mucho decir, o ser “más destructiva que
y desorientados por la existencia de presiones en sentidos contrarios en casi todos constructiva”, como también sostenía Luis Colombo, presidente de la UIA. O, según
los niveles.2 el ingeniero Ricardo Gutiérrez, el fin de la guerra sería capaz de inducir en la

La convergencia industrial-militar de los años cuarenta

Lo que corresponde enfatizar aquí son las actitudes de militares e indus- 4 Alejandro Díaz, en su obra Ensayos sobre la historia económica argentina (Buenos Aires,
triales, especialmente en dos temas: la necesidad de industrializar el país para pro- Amorrortu, 1973), niega que la guerra haya significado un crecimiento particularmente intenso de
veer a su defensa, y la prevención de agitaciones sociales que se visualizaban para la industria argentina (pp. 103-104). Esta afirmación, basada en datos estadísticos globales, debe
después de la guerra. Para los militares el tema industrial era esencial, aunque confrontarse con la percepción que tenían los actores de la época, basada quizás en su mayor preo-
subordinado a su preocupación profesional por la defensa.3 Para los industriales cupación por ciertos sectores que dependían particularmente de la protección. Para Ricardo Ortiz,
era consustancial con su propia sobrevivencia, y para consolidar la prosperidad miembro del Instituto de la UIA, no había duda de que “la guerra actual ha sido acicate poderoso
para estimular nuestra capacidad de transformación” (Un ciclo de 16 conferencias radiotelefónicas,
UIA, 1943, p. 15). En el mismo ciclo de radio, Luis Colombo, presidente de la UIA, se ufanaba de
que “la industria ha evitado una grave crisis obrera” (p. 12), y en el ciclo del año siguiente Rolando
Lagomarsino se refería al “extraordinario desarrollo alcanzado por la industria argentina durante el
2 Félix Luna, Ortiz. Reportaje a la Argentina opulenta, Buenos Aires, Sudamericana, 1978; Eduardo último decenio, particularmente a partir de la iniciación de la guerra actual” (p. 37). Un miembro
Míguez, “El ‘fracaso argentino’. Interpretando la evolución económica en el ‘corto siglo XX’”, en del Instituto Bunge de Investigaciones Económicas y Sociales, en una obra colectiva basada en artí-
Desarrollo Económico, Nº 44, 2005. culos publicados en el diario El Pueblo entre junio de 1943 y diciembre de 1944, señalaba que “toda
3 El 30 de septiembre de 1943 el coronel Carlos J. Martínez, director de la Fábrica Nacional de la prédica de unos cuantos precursores y los esfuerzos de algunos industriales inteligentes hubieran
Aceros, fundada en 1935, señalaba la necesidad de prepararse para caso de guerra, y de potenciar permanecido en el vacío si la guerra no hubiera cortado la corriente importadora de artículos manu-
el rol del Estado, que debía cubrir “las necesidades mínimas de defensa nacional” (La industria side- facturados” (Soluciones argentinas a los problemas económicos y sociales del presente, Buenos Aires,
rúrgica nacional, UIA, 1943, pp. 42, 45 y 47). En la misma línea el mayor Juan Rawson Bustamante, 1945, p. 112). Véase Oscar Cornblit, “Inmigrantes y empresarios en la política argentina”, en
profesor de organización y movilización aeronáutica en la Escuela Superior de Guerra, señalaba el Desarrollo Económico, Nº 6, 1967; Jorge Schvarzer, La industria que supimos conseguir. Una historia
rol que había tenido el Estado durante la Primera Guerra Mundial (Las posibilidades aeronáuticas política y social de la industria argentina, Buenos Aires, Planeta, 1996; Pablo Gerchunoff y Lucas
de postguerra, UIA, 1944). En una conferencia del 15 de junio de 1944, inaugurando un ciclo radial Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas, Buenos Aires,
patrocinado por la misma entidad industrial, el teniente coronel Alejandro G. Unsain se hacía eco Ariel, 2003; para un elemento comparativo, Celso Furtado, “Obstáculos políticos para el desarrollo
de una “magistral” alocución que el coronel Perón había hecho ante la Universidad de La Plata económico del Brasil”, en Desarrollo Económico, Nº 4, 1965.
poco antes sobre la relación entre industrialización y defensa nacional (Un ciclo de 22 conferencias 5 Conferencia del coronel Manuel N. Savio, 10 de septiembre de 1942 (Política de la producción
radiotelefónicas, UIA, 1944). metalúrgica argentina, UIA, 1942, p. 33).
326 CAPÍTULO V Industria, Fuerzas Armadas y peronismo TORCUATO D I T ELLA 327

Argentina, por desocupación, “la paradoja de la emigración de sus hijos, remedio Se daba aquí un acercamiento entre ciertos influyentes empresarios indus-
sugerido por ciertas tendencias teóricas que todo lo resuelven”.6 triales y grupos militares con intelectuales ligados al pensamiento social católico
La gente del Instituto Bunge, que desde junio de 1943 a diciembre de 1944 y al nacionalismo. Por diversas razones, todos ellos coincidían en una política de
tuvo acceso al diario católico El Pueblo para difundir sus análisis de la situación, com- industrialización intensificada, proteccionismo y producción de bienes que sir-
partía la opinión de que al reabrirse la importación habría “una competencia ruinosa vieran para la defensa nacional, especialmente cuando el Brasil estaba adquirien-
para buena parte de la industria nacional y se provocaría la desocupación industrial y do ventajas en base a su alianza con Estados Unidos.9 Esta convergencia de inte-
el estancamiento de la actual diversificación de la producción”. Por eso concluían que reses económicos, actitudes profesionales, ideologías y temores sentó las bases
“el capitalismo es enemigo de la propiedad”, novedosa formulación de una larga tra- para el reclutamiento de la elite política que llevó a Perón al poder, y que tuvo en
dición de pensamiento social católico, que reemergería en la doctrina de la “tercera el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) su expresión militar desde comienzos de
posición” planteada por Perón. Más adelante los editores de El Pueblo señalaban que 1943. En esta elite política los elementos más visibles fueron los militares, los
había que evitar que el retorno de la paz “produjera un verdadero cataclismo econó- intelectuales nacionalistas, ciertos sectores del clero y algunos dirigentes políticos,
mico y social para el país”. Señalaban también que aunque la guerra evitaba la desocu- y en una segunda etapa dirigentes de los sindicatos. En el conjunto, los industriales
pación, ésta iba a volver con la paz. Había cada vez más proletarios, y eso, unido a su no fueron tan evidentes, aunque hubo algunos que alcanzaron prominencia,
condición extranjera, hacía temer por “la unidad social de nuestro país”. Era impres- desde temprano, como el textil Rolando Lagomarsino (miembro del Instituto de
cindible apoyar la reconversión a la paz de las industrias, y aunque no era posible la Unión Industrial) y más tarde el metalúrgico Miguel Miranda (también activo
protegerlas a todas, había que evitar la formación de ejércitos de desocupados”.7 en ese instituto).10
El grupo ideológico-político nacionalista más extremo, que fue enviado por Sin embargo la directiva de la Unión Industrial patrocinó, en 1945, a los
la Revolución de Junio de 1943 a la gobernación de la provincia de Tucumán, quiso candidatos de la Unión Democrática. Tan es así que esto llevó a muchos obser-
convertir su experiencia en anticipo del nuevo orden que se iba a instaurar. También vadores a afirmar que no hubo una participación de la burguesía industrial en la
ellos estaban seriamente preocupados y, como decía el interventor Alberto Baldrich, iniciación de la coalición peronista sino todo lo contrario. Alain Rouquié, por
“si no se llega a solucionar el problema de los trabajadores, la desesperación humana ejemplo, así lo señala, adjudicando a la izquierda nacionalista y a ciertos grupos
puede llegar a venderlo todo a quienes llegan con promesas mesiánicas. Para que la marxistas esa tesis, a su juicio no fundamentada en los hechos. Incluso Rouquié
Argentina no sea comunista, es necesario que sea cristiana, no sólo en el orden de la fe ejemplifica la paradoja al constatar que el candidato continuista del gobierno
sino en el de la organización social”. Al poco tiempo agregaba, en una alocución conservador, apoyado por los intereses agrarios y emblema de aquello contra lo cual
radial, que los que se oponían a su gobierno estaban negando la “única posibilidad se levantó el peronismo, Robustiano Patrón Costas, era un fuerte industrial, y
de paz social en los días sombríos y amenazantes de las próximas convulsiones sociales necesitado de protección, como azucarero que era.11 Si un industrial que necesitaba
o de la turbulencia de la posguerra”.8
honestos, y “basta ya de tantos malos elementos que se han filtrado” (Las industrias argentinas en el pasa-
6 Leopoldo Melo, La postguerra y algunos de los planes sobre el nuevo orden económico (UlA, 1942, p. 15); do, presente y porvenir, Buenos Aires, UIA, 1943, pp. 33-34 y 62).
Luis Colombo y otros, Discursos pronunciados con motivo del banquete con que se celebró la clausura del pri- 9 Mario Rapaport, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas: 1940-1945;
mer ciclo de conferencias (1942, p. 13); y Ricardo Gutiérrez, alocución en la primera serie de conferencias Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1981; Carlos Escudé, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación
radiales, del año 1943. argentina, 1942-1949, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1983.
7 Instituto Bunge, op. cit., pp. 37, 154, 176 y 200-204. 10 Respecto del apoyo empresarial al peronismo, véase Judith Teichman, “Interest Conflict and
8 Intervención Federal en la Provincia de Tucumán, Causas y fines de la Revolución Libertadora del 4 de Entrepreneurial Support of Perón”, en Latin American Research Review, 1981; Eduardo Jorge, Industria
junio. Nueve meses de gobierno en la provincia de Tucumán, Tucumán, 1944, pp. 72 y 145; el doctor Alfredo y concentración económica, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971; Mónica Peralta Ramos, Etapas de acumu-
Labougle, vicerrector de la Universidad de Buenos Aires y luego director del Instituto de la UIA, en su lación y alianzas de clases en la Argentina, 1930-1970, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972; Respecto del
conferencia del 14 de julio de 1943, apenas producido el golpe militar, aprovecha la oportunidad para GOU, Robert Potash, Perón y el GOU, Buenos Aires, Sudamericana, 1984; y El ejército y la política
solidarizarse con el teniente general Pedro P. Ramírez (presidente de facto), quien ya en 1930 había seña- en la Argentina, 3 vols., Buenos Aires, Sudamericana, 1994.
lado la caducidad de la Ley Sáenz Peña en un país “con 40 % de analfabetos”. Agregaba Labougle que no 11 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, tomo 2, Buenos Aires, Emecé,

era previsible que viniera mucha gente de Europa, después de la guerra, porque allá querían retener a los 1981-1982, p. 16.
328 CAPÍTULO V Industria, Fuerzas Armadas y peronismo TORCUATO D I T ELLA 329

protección estaba en el bando antiperonista, y lo mismo ocurría con la principal orga- mayoría de los otros. Así, pues, no basta plantearse si un individuo era o no indus-
nización de los industriales, ¿qué queda de la tesis de la convergencia entre industria- trial y si favorecía o no el proteccionismo. Hay que agregar el tipo de industria del
les y ciertos sectores populares, aglutinados en el liderazgo del coronel Perón? que se trataba, y contra quién se debía construir la barrera aduanera. Porque una
Desde ya es preciso decir que en su expresión más simplista la tesis no se cosa es protegerse contra el azúcar cubano o brasileño, y otra hacerlo contra los
puede sustentar. Otra cosa es, sin embargo, si se reformula más cuidadosamente la bienes industriales de consumo duradero que iban a venir directamente desde las
naturaleza de la alianza y de la elite involucrada. Esta última no es necesariamente metrópolis. Para protegerse en este último caso había que estar dispuestos a herir
representante directa de nadie. Es una elite que actúa por sí misma. Pero el hecho intereses mucho más fuertes que los que podrían irritarse por no acceder con sus
de que se forma como resultado de tensiones sociales existentes en determinados azúcares al mercado argentino. De ahí que el ejemplo de Patrón Costas no sea rele-
lugares del espacio social hace que en alguna medida esté signada en su actuar por vante para lo que lo emplea Rouquié, aparte del hecho de que con un caso indi-
ese origen. Es preciso rastrear aun más en las características específicas de ese origen vidual no basta para invalidar una hipótesis sobre relación entre grupos sociales y
no siempre fácil de documentar, para no caer en alguna versión de la generación políticos numerosos.
espontánea de las elites, o de su nucleamiento como simple efecto de la capacidad Los militares tuvieron un rol protagónico en la formación de la coalición
carismática de un jefe. populista liderada por el entonces coronel Perón, lo cual es obvio. Pero además
expresaron en alguna medida intereses industriales, lo cual es menos obvio. Este
Los problemas de una clase social “nueva” rol combinado industrial y militar fue resultado de la coyuntura, pero se trata de
un tipo de coyuntura que se repite con frecuencia en condiciones latinoamerica-
Lo que le ocurrió a la burguesía industrial argentina es bastante típico de nas y en otras tercermundistas, donde hay una asociación entre los militares y la
clases nuevas, en formación en un sistema económico que les permite nacer y nueva clase media burocrática en formación. Esa vinculación fue percibida por
progresar, pero que se resiste a entregarles las palancas principales del poder. Esas Perón. Extrañamente no participó de las reuniones antes aludidas, que siguieron
clases en proceso de formación, esos hombres nuevos, en general tienen dificultad hasta 1946, y luego no hubo condiciones demasiado propicias para seguir
para expresarse políticamente, justamente debido a lo reciente de su formación y a actuando de forma independiente y concluyó.
su escasa tradición generacional en ocupar espacios políticos de manera legitimada. El hecho es que la guerra fue un gran negocio para la Argentina, porque para
Es así como sólo los sectores más dinámicos, o más decididos por alguna razón, las empresas que producían bienes industriales de consumo civil se creó un merca-
de la clase o grupo en cuestión, se deciden a participar políticamente, y que algún do fantástico, ya que no podía entrar ni un tornillo del exterior, pues sus fábricas
grupo funcional como las Fuerzas Armadas, o el clero, o una elite político-ideológica estaban ocupadas en otras cosas más urgentes. Y más tarde, Perón, al llegar al poder,
asume su rol, como sustituto.12 Este sustituto no está, por cierto, totalmente des- mantuvo esa protección casi total, que había existido durante la guerra sin que
conectado de la clase cuyos intereses representa de alguna manera. Las conexiones nadie la impusiera, y que ahora lo sería a través de disposiciones de política econó-
existentes no son siempre obvias ni evidentes sino más bien del tipo de las que se mica. Esta estrategia de proteccionismo y sustitución de importaciones, que hoy es
dieron en la convergencia empresaria y militar de los años anteriores o inmediata- la bestia negra de los teóricos neoliberales, es la que –en condiciones políticas dis-
mente posteriores al golpe de 1943, que facilitaron el reclutamiento de una elite tintas, pero económicas parecidas– contribuyó a la prosperidad de Estados Unidos
política en un determinado ambiente social. Por otra parte, en general, las situa- durante el siglo XIX. Tan es así que el sistema proteccionista era conocido como el
ciones de transición de este tipo exigen, para entenderlas, que a uno de los actores “American system”, y lo mismo siguió siendo cierto hasta bien entrado el siglo XX,
se lo divida y subdivida con extrema minuciosidad, lo que no es necesario para la para no hablar del Japón, Corea, Taiwán, y otros tigres asiáticos. La diferencia se
debe a muchísimas causas, pero estriba principalmente en la estabilidad política de
esos países, comparada con nuestra espeluznante inestabilidad.
Para volver a una anécdota familiar, les diré que en el año 1958 el presidente
12 Fernando Henrique Cardoso, Ideologías de la burguesía industrial en sociedades dependientes: Arturo Frondizi les dijo a los dirigentes de SIAM, entre los cuales estaba mi her-
Argentina y Brasil, México, Siglo XXI, 1971. mano Guido, que quería que el país tuviera una industria automotriz. Ya estaba
330 CAPÍTULO V Industria, Fuerzas Armadas y peronismo TORCUATO D I T ELLA 331

la IKA norteamericana, y quería que se estableciera la FIAT, y que la SIAM también B IBLIOGRAFÍA
hiciera su aporte. Otras empresas no podrían entrar, lo cual sería una gran opor-
tunidad de crecimiento para el pelotón seleccionado y, si se toman los ejemplos
asiáticos –donde esas decisiones se toman en las casas de té y luego se cumplen– sería CARDOSO, Fernando Henrique, Ideologías de la burguesía industrial en sociedades
también bueno para el país. Lo que ocurrió entre nosotros es bien conocido, y a dependientes: Argentina y Brasil, México, Siglo XXI, 1971.
los tres años había ya no tres sino veintitrés empresas dedicadas a ese rubro, prin- ESCUDÉ, Carlos, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-
cipalmente extranjeras. 1949, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1983.
Hay que estudiar la experiencia internacional para evaluar cuáles son los GERCHUNOFF, Pablo y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo
componentes políticos de un proceso de industrialización, sobre todo cuando se de políticas económicas argentinas, Buenos Aires, Ariel, 2003.
trata del primer empuje, que nosotros deberíamos haber tenido y que ha fracasado, JORGE, Eduardo, Industria y concentración económica, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971.
pero los fracasos pueden superarse. Hablando de fracasos, veamos el caso de Alemania: LUNA, Félix, Ortiz. Reportaje a la Argentina opulenta, Buenos Aires, Sudamericana, 1978.
es un país exitosísimo, pero ¿cuánto les costó? ¿Cuánto les costó a los europeos que PERALTA RAMOS, Mónica, Etapas de acumulación y alianzas de clases en la Argentina,
son tan civilizados, civilizarse? Les costó 50 millones de muertos, entonces yo les 1930-1970, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
dijo, no vengan a darnos tantas lecciones, vamos a aprender de ustedes pero no POTASH, Robert, Perón y el GOU, Buenos Aires, Sudamericana, 1984.
nos hablen como si fueran el cura que está ahí arriba dando el sermón. ______________, El ejército y la política en la Argentina, 3 vols., Buenos Aires,
Esos países, sobre todo en Europa, constituyen sin duda un gran ejemplo Sudamericana, 1994.
de experiencia y de cómo se han recuperado de la carnicería no sólo de la Segunda RAPAPORT, Mario, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas:
sino también de la Primera Guerra Mundial. Menos mal que mi padre se salvó, y 1940-1945, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1981.
yo no sé si no habrá matado a un par de austríacos, o salvándose por poco de ROUQUIÉ, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, tomo 2, Buenos
correr igual suerte a sus manos. Esos desastres han quedado muy marcados en la Aires, Emecé, 1981-1982.
memoria de esos países. En la nuestra, la de América Latina, no tenemos nada SAROBE, José M., Política económica argentina, Buenos Aires, UIA, 1942
parecido a eso, aunque por supuesto han sucedido cosas gravísimas, incluyendo SCHVARZER, Jorge, La industria que supimos conseguir. Una historia política y social
los millones que mueren de hambre o de enfermedades producidas por la miseria. de la industria argentina, Buenos Aires, Planeta, 1996.
Éste es mi aporte a la serie de debates organizados por el Ministerio de
Defensa, además de brindarles algunas anécdotas personales que tienen algo que
ver con el tema. En definitiva, que la vinculación entre los sectores industriales y
los militares es muy importante históricamente, así como lo ha sido la relación
militar y sindical, que justamente Perón en cierto momento trató de incorporar
a un proyecto de desarrollo nacional. Las evoluciones y avatares de estas conexio-
nes deben ser estudiadas desapasionadamente, teniendo en cuenta que conocer el
pasado es esencial para entender nuestro presente, y prepararnos para el futuro
sin repetir los errores cometidos.
CAPÍTULO V 333

1945-1955 E L PERONISMO Y EL COMPROMISO INDUSTRIALISTA

Defensa Nacional y Fuerzas Armadas.


El modelo peronista (1943-1955)

M ARCELO FABIÁN S AÍN


UNQ / UTDT

A partir de 1930, cuando un golpe castrense exitoso derrocó al gobierno


constitucional de Hipólito Yrigoyen, el poder militar se proyectó como uno de
los protagonistas centrales del sistema político argentino.1 Desde entonces, las
Fuerzas Armadas se fueron convirtiendo, poco a poco, en verdaderos sujetos de
poder, en actores que contaban con un alto y creciente grado de autonomía política
y de corporativización institucional dentro del escenario nacional. Su intervención
política tuvo variadas modalidades de expresión que abarcaron desde el ejercicio
de formas de arbitraje en las pujas políticas partidarias y sociales hasta el posicio-
namiento como factor de poder de fuerzas políticas locales o como grupo de pre-
sión contra sectores políticos y gubernamentales adversos. Tal como se apreció
durante los años treinta y, en particular, durante el interregno dado entre el golpe
militar del 4 de junio de 1943 y la asunción de Juan Domingo Perón como pre-
sidente constitucional en 1946, las Fuerzas Armadas y, en particular, el Ejército,
aún cruzado por numerosos conflictos y disputas internas, se limitó, más bien, a
intervenir en procura de encontrar una salida política auspiciosa a corto plazo,
conformando gobiernos militares de carácter provisorios y orientativos. Se trató
de experiencias en las cuales el poder castrense intentó direccionar, orientar y
condicionar el proceso político local,2 constituyéndose así en agentes de arbitraje
de las disputas políticas, pero no de ejercicio directo y permanente del poder
gubernamental.
Esta impronta quedó claramente expresada durante el gobierno militar
iniciado en junio de 1943. El entonces coronel Perón, hombre clave del núcleo
1 Véase Robert Potash, El Ejército y la política en la Argentina, 1962-1973, 2 tomos, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1985; Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, 2 tomos,
Buenos Aires, Emecé, 1994.
2 Este tipo de régimen militar es coincidente con el “modelo moderador” de relaciones cívico-militares
conceptualizado por Alfred Stepan en Brasil: los militares y la política, Buenos Aires, Amorrortu, 1972.
334 CAPÍTULO V Defensa Nacional y Fuerzas Armadas. M ARCELO FABIÁN S AÍN 335
El modelo peronista (1943-1955)

castrense que ejerció el poder hasta las elecciones de 1946, se desempeñó como por Perón desde 1944 y había sido expuesto en numerosas conferencias y eventos
secretario de Trabajo y Previsión y como ministro de Guerra y, desde esos orga- públicos. Se sustentaba, por un lado, en una visión convencional y limitada de la
nismos, desarrolló lo que Ernesto López denominó un “manejo coyuntural” del guerra, la que, en proyección, contemplaba la posibilidad de confrontaciones
Ejército tendiente a proyectarlo como instrumento de reorganización del sistema bélicas locales con los países vecinos, en particular con Chile y con el Brasil. Con
político y del Estado, apuntando a producir una redefinición política en el marco Chile existían cuestiones limítrofes irresueltas y con el Brasil, la Argentina mantenía
de una fuerte alianza entre dicha fuerza y los sindicatos.3 una manifiesta rivalidad por el predominio político-militar en el área de América
Este proceso no estuvo exento de virulentas confrontaciones desatadas en del Sur. Desde los años treinta, estas dos hipótesis de conflicto de carácter vecinal con-
el interior de esa fuerza. La impronta popular que Perón le infringió a su proyec- figuraban los parámetros predominantes en torno a los cuales se organizaron y des-
ción política desde la estructura del gobierno militar fue resistida tanto por algu- plegaron las Fuerzas Armadas argentinas.
nos de sus camaradas del Ejército –básicamente, del arma de caballería– como Por otro lado, la DDN también suponía una visión total de la guerra. En
por la Marina, dos sectores que en 1945 intentaron desarticular dicha proyección una conferencia brindada en 1944 acerca del significado de la defensa nacional
a través del encarcelamiento del polémico pero cada vez más popular Coronel. desde el punto de vista militar, Perón indicó que aquella no configura una esfera
Ellos expresaban, además, el fuerte rechazo que Perón despertaba entre los parti- de la vida nacional restringida únicamente a las Fuerzas Armadas de un país, sino que
dos políticos tradicionales, desde los conservadores hasta los comunistas y radi- comprometía a “todos sus habitantes, todas las energías, todas las riquezas, todas las
cales. Vale decir, Perón no expresaba al conjunto de las Fuerzas Armadas ni del industrias y producciones más diversas”. En ese marco, dijo que las Fuerzas Armadas
sistema partidario argentino, pero sí a aquel sector compuesto por sindicatos y no eran más que “el instrumento de lucha de ese gran conjunto que constituye la
dirigentes laboristas, socialistas y anarco-sindicalistas que a partir del 17 de octu- ‘Nación en armas’”.
bre de ese año se impuso a través de una incontenible movilización popular.
Así, estas pujas apuntalaron la participación política de los militares y Un país en lucha puede representarse con un arco con su correspondiente
reforzaron aquella pauta de arbitraje que ya había sido puesta de manifiesto a flecha, tendido al límite máximo que permite la resistencia de su cuerda y la
comienzo de los treinta. Como lo señaló López, “Perón operó políticamente elasticidad de su madero, apuntando hacia un solo objetivo: ganar la guerra.
desde su respaldo en la institución castrense” y, “mediante la alianza del Ejército Sus fuerzas armadas están representadas por la piedra o el metal que constitu-
con los sindicatos y, más tarde, con la constitución de un partido político”, con- ye la punta de la flecha; pero el resto de ésta, la cuerda y el arco, son la Nación
siguió participar y triunfar en las elecciones de febrero de 1946. El Ejército fue, toda, hasta la mínima expresión de su energía y poderío […]. La defensa
entonces, el escenario principal en el que se dirimió la correlación de fuerzas polí- nacional de la patria es un problema integral, que abarca totalmente sus
tico-castrense desatada en 1945 entre peronistas y antiperonistas y fue el ámbito diferentes actividades; que no puede ser improvisada en el momento en
desde donde Perón conformó la organización política que lo llevó a la presidencia que la guerra viene a llamar a sus puertas, sino que es obra de largos años
de la Nación. Sin embargo, una vez iniciado su mandato presidencial, Perón pos- de constante y concienzuda tarea; que no puede ser encarada en forma
tuló un nuevo papel político para los uniformados y propuso una relación unilateral, como es su solo enfoque por las fuerzas armadas, sino que debe
“mediada, no directa” entre las Fuerzas Armadas y el sistema político, esto es, una ser establecida mediante el trabajo armónico y entrelazado de los diversos
relación asentada en la subordinación militar a los poderes constitucionales.4 organismos del gobierno, instituciones particulares y de todos los argenti-
El marco conceptual e institucional en cuyo contexto Perón estructuró su nos, cualquiera sea su esfera de acción; que los problemas que abarca son
vínculo con las Fuerzas Armadas giró en torno de lo que se dio en llamar Doctrina tan diversificados, y requieren conocimientos profesionales tan acabados,
de la Defensa Nacional (DDN). Este cuerpo doctrinal venía siendo sistematizado que ninguna capacidad ni intelecto puede ser ahorrado.5

3 Ernesto López, “El peronismo en el gobierno y los militares”, en José Enrique Miguens y
5 Juan D. Perón, “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”, en Perón y
Frederick Turner, Racionalidad del peronismo, Buenos Aires, Planeta, 1988.
4 Ibid. las Fuerzas Armadas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1982, pp. 35-36 y 51.
336 CAPÍTULO V Defensa Nacional y Fuerzas Armadas. M ARCELO FABIÁN S AÍN 337
El modelo peronista (1943-1955)

De acuerdo con esta visión de “guerra total”, Perón asumía que, desatado la planificación, explotación y control de los recursos humanos y materiales fun-
un enfrentamiento bélico y dados los avances de la tecnología militar, la totali- damentales para un desarrollo nacional autónomo y, en su interior, para un esfuerzo
dad de los recursos humanos y materiales de un país así como sus fuerzas produc- de guerra. Para ello era central lograr un sostenido proceso de industrialización
tivas nacionales debían comprometerse –y ser organizadas por el Estado– en el –en especial, de industrialización pesada– y conseguir una autosustentación eco-
sostenimiento del esfuerzo bélico militarmente consumado por sus Fuerzas Armadas.6 nómica. En el contexto de la DDN, se postulaba un modelo de desarrollo indus-
Así, la defensa nacional era conceptualizada como el esfuerzo desarrollado trial autónomo en el mayor grado posible ya que, para Perón, el “problema indus-
por el país en función de hacer frente a situaciones conflictivas derivadas de agre- trial” constituía el “punto crítico de nuestra defensa nacional”.8
siones militares de origen externo, esto es, agresiones contra el territorio nacional En este marco doctrinal, las Fuerzas Armadas constituían instancias básicas
llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas de otros países. Las Fuerzas Armadas del desarrollo nacional, adjudicándoles tareas productivas de envergadura en el
locales constituían apenas el instrumento militar de tal esfuerzo. área siderúrgica y petroquímica. La Dirección General de Fabricaciones Militares
Pues bien, en el marco de estos parámetros conceptuales, era central que creada en 1941 bajo la orientación del general Manuel Savio recibió un sosteni-
la Argentina alcanzara un mayor nivel de autonomía respecto de los recursos do impulso en el marco del denominado Primer Plan Quinquenal (1947-1952),
estratégicos vitales para sostener un esfuerzo de guerra, particularmente en todo del que posteriormente se conformó la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina
lo relativo a la industria de base y, en su marco, a la producción de acero, petró- (SOMISA). Del mismo modo, fue notable el grado de reequipamiento sostenido
leo y carbón, así como también en lo relativo a la producción y provisión de que tuvieron las Fuerzas Armadas y, en especial, el Ejército, el que mediante la
armamentos militares. Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial incorporación de blindados y unidades motorizadas, la modernización organiza-
y el consecuente cierre de los mercados internacionales y la reorientación de la tiva y la adquisición de nuevos sistemas de armas modernas, alcanzó un amplio
producción industrial de los países desarrollados, imposibilitó a la Argentina el despliegue territorial y profesional.
acceso concreto a recursos estratégicos y al mercado de armas; lo que colocaba a Ahora bien, un paso fundamental para la institucionalización de estos cri-
las Fuerzas Armadas locales frente a una virtual carencia de elementos básicos en terios doctrinales estuvo dado por la promulgación en 1948 de la primera Ley de
el corto plazo y producía serios obstáculos para el desarrollo de un hipotético Defensa Nacional existente en el país, es decir, la primera ley que reguló la orga-
esfuerzo de guerra de corte convencional durante un lapso extendido de tiempo. nización institucional necesaria para hacer frente a eventuales situaciones de guerra.
Esta vulnerabilidad de base y defensiva ya era vista con preocupación por los En efecto, el 1º de septiembre de ese año, la Cámara de Senadores de la Nación
militares que llegaron al gobierno tras el golpe de 1943.7 sancionó la ley 13.2349 destinada a la “organización de la Nación en tiempo de gue-
El coronel Perón era consciente de la vulnerabilidad argentina en materia rra las que serán adoptadas en tiempo de paz”. Dicha ley reguló exclusivamente
de defensa nacional. Por ello, entre los postulados centrales de la DDN se inclu- todo lo atinente a la dirección de la guerra, la organización territorial en tiempo
ía la existencia de un Estado que adoptara un papel protagónico y dinámico en de guerra, la defensa interior en tiempo de guerra y las requisiciones para la defensa
nacional.
6
Con relación a la dirección de la guerra, la ley le fijó al presidente de la
Véase Ernesto López, “Doctrinas Militares en Argentina: 1932-1980”, en Carlos Moneta,
Ernesto López y Alberto Romero, La Reforma Militar, Buenos Aires, Legasa, 1988.
Nación, en su carácter de jefe supremo de la Nación, comandante en jefe de las
7 Además, la tradicional tendencia de la política exterior argentina de rechazo y confrontación con Fuerzas Armadas y presidente del Consejo de Defensa Nacional (CODENA), la
los lineamientos proyectados por Estados Unidos hacia la región, sumado a la actitud neutralista “responsabilidad superior de la preparación, organización y dirección de la defensa
seguida por nuestro país desde el estallido de la contienda bélica mundial, colocó a la Argentina nacional” (art. 1º). El conjunto de “previsiones necesarias para la organización de la
como una amenaza para los intereses políticos norteamericanos en América Latina. El virtual embargo Nación en tiempo de guerra” debía ser adoptada en tiempo de paz de acuerdo a las
económico decretado por Estados Unidos contra la Argentina, sumado al permanente hostigamiento
directivas fijadas por el CODENA, mientras que a los ministerios o secretarías de
político-diplomático y a la exclusión de la asistencia militar estadounidense –e incluso a la amenaza
militar indirecta–, afectó severamente el desarrollo de las instituciones militares locales y minó la
posición argentina en el marco de la concepción de guerra vigente en ese momento y en el contexto 8 Juan D. Perón, “Significado de la defensa nacional…”, op. cit., p. 44.
de balance de poder subregional. 9 Publicada en Boletín Oficial, Buenos Aires, 10 de septiembre de 1948.
338 CAPÍTULO V Defensa Nacional y Fuerzas Armadas. M ARCELO FABIÁN S AÍN 339
El modelo peronista (1943-1955)

Estado le correspondía la preparación y ejecución de las medidas destinadas a la determinar la correlación entre la política internacional y la preparación de todas
aplicación de aquellas previsiones (art. 2º). De este modo, luego del presidente las fuerzas del país para hacer frente a las necesidades de la defensa nacional; impar-
de la Nación, el CODENA se constituyó en la instancia de conducción y orga- tir a los diferentes organismos y ramas del gobierno nacional las directivas gene-
nización superior más importantes en materia de defensa nacional y, particular- rales para la preparación y ejecución de la defensa nacional, sin intervenir en la
mente, en la organización nacional para la guerra. Se le otorgó la responsabilidad disposición de las propias Fuerzas Armadas; armonizar las potencialidades del
de establecer “las medidas tendientes a pasar de la organización del país en tiem- país con relación a su posición internacional y a los factores que influyen sobre
po de paz a la organización para tiempo de guerra” y de emitir las orientaciones el desarrollo nacional; y estudiar y evaluar los proyectos de leyes relativos a la orga-
necesarias a todos los organismos del Estado en todo lo relacionado con la movi- nización defensiva del país y a las situaciones de emergencia en caso de guerra. En
lización de las Fuerzas Armadas; la organización de la defensa civil, la seguridad tiempo de guerra, se le sumaban la función de intervenir en la dirección superior de
interior y el funcionamiento de la administración y de los servicios públicos; el la guerra y los grandes problemas derivados de la misma, sin inmiscuirse en las
aseguramiento del ritmo de trabajo intensivo en todos los órdenes de la produc- operaciones militares. La ley 13.234 convalidó ambas normas y las funciones del
ción, el comercio y la industria; y, finalmente, la creación de los organismos nece- CODENA allí establecidas.11
sarios para planificar, coordinar y dirigir el aprovechamiento del potencial de La conducción de la guerra en sus aspectos político-militares competía
guerra de la Nación (art. 3º). Para ello, el CODENA debía fijar, en tiempo de paz, “directamente” al presidente de la Nación, para lo cual éste debía ser asistido por
las atribuciones y responsabilidades de cada ministerio o secretaría de Estado en el Gabinete de Seguridad Exterior o Gabinete de Guerra, presidido por el ministro
la “preparación del país para la guerra” y en la “movilización y utilización de las de Relaciones Exteriores y compuesto por los secretarios de Relaciones Exteriores, de
personas y recursos concerniente a cada rama de la administración pública” y de las Guerra, de Marina y de Aeronáutica (art. 11). A los efectos de la conducción de la
actividades privadas (art. 7º). La movilización de las Fuerzas Armadas y de todos guerra y de la coordinación de las fuerzas militares, dicho gabinete debía ser asis-
aquellos recursos correspondientes a los ministerios civiles debía ser ejecutada por tido por el Estado Mayor de Coordinación, compuesto por jefes y oficiales de los
los respectivos organismos militares o civiles, pero siguiendo la orientación y los Estados Mayores de las tres fuerzas castrenses (art. 12). Asimismo, en caso de guerra,
planes aprobados por el CODENA (arts. 8º y 9º), para lo cual debía establecer, el presidente de la Nación designaría un Comandante Supremo de las Fuerzas
en tiempo de paz, las prioridades para la utilización de las personas y recursos Armadas encargado de la dirección integral de las operaciones con la asistencia del
según las necesidades de las Fuerzas Armadas y de los ministerios civiles y debía Estado Mayor de Coordinación (art. 13).
disponer y utilizar todas “las fuerzas de que dispone la Nación, los establecimientos También se organizó un Gabinete de Seguridad Interior, presidido por el ministro
destinados a la fabricación del material de guerra, la movilización industrial, la dis- del Interior y compuesto por los secretarios de Justicia e Instrucción Pública, de
tribución de la mano de obra y las materias primas, y todo lo concerniente al Obras Públicas y de Salud Pública, y encargado de coordinar los problemas rela-
abastecimiento general para las tropas, población civil y las necesidades de la pro- tivos al “frente interno de la Nación en guerra”. Y, finalmente, se conformó un
ducción económica” (art. 10). Gabinete de Seguridad Económica, presidido por el ministro de Hacienda y
El CODENA se componía del conjunto de los ministros del Poder Ejecutivo compuesto por los secretarios de Agricultura, Comercio e Industria y de Trabajo y
y las resoluciones tendientes a resolver “los problemas fundamentales que atañen a Previsión, y encargado de la coordinación de “los problemas de los abastecimientos,
la organización general de la Nación para la guerra” debían ser tomadas en su la producción, el comercio y las finanzas” (art. 11).
seno en acuerdo general de ministros. Había sido creado el 20 de septiembre de En tiempo de guerra, el país sería dividido en Zonas de Operaciones terrestres,
1943 por acuerdo general de ministros y bajo la inspiración del coronel Perón. A navales o aéreas, y en Zona del Interior (art. 14). En las primeras, un Comando
través de los decretos-leyes 9.330/43 y 13.939/4410 –el primero de ellos era de Superior castrense ejercerá la autoridad total del gobierno militar, civil y administrativo,
carácter secreto–, se le fijaron como principales misiones en tiempo de paz las de
11 Horacio Ballester, “El ordenamiento de la defensa nacional. La ley 13.234 de organización de la
Nación para tiempo de guerra”, en Leopoldo Frenkel (comp.), El justicialismo. Su historia, su pensa-
10 Publicada en Boletín Oficial, Buenos Aires, 5 de junio de 1944. miento y sus proyecciones, Buenos Aires, Legasa, 1984, p. 338.
340 CAPÍTULO V Defensa Nacional y Fuerzas Armadas. M ARCELO FABIÁN S AÍN 341
El modelo peronista (1943-1955)

subordinando inclusive a las autoridades civiles de dichas zonas (art. 15). La Esta institucionalidad se completó con la creación en 1949 del Ministerio
segunda comprende todo el territorio nacional que no haya sido declarado zona de de Defensa Nacional. Esto daba cuenta de otro aspecto básico de la DDN dado
operaciones y en ellas las autoridades civiles nacionales, provinciales y municipales por la postulación de la pauta de estricta subordinación militar a las autoridades
mantendrían sus jurisdicciones y atribuciones típicas de tiempos de paz (art. 17). gubernamentales, esto es, el sostenimiento de un profesionalismo militar políti-
Posteriormente, la ley 13.234 establece un conjunto de previsiones referi- camente prescindente. Dicho profesionalismo debía conllevar una estructura ins-
das a la defensa antiaérea en la zona del interior y establece un conjunto de pres- titucional de conducción gubernamental sobre las Fuerzas Armadas y a ello
cripciones relativas a la “vigilancia y defensa antiaérea territorial pasiva”. También apuntó esta importante medida. En efecto, en junio de ese año, se sancionó y
regula el Servicio Civil de Defensa Nacional definiendo a éste como “el conjunto promulgó la ley 13.52912 mediante la cual se establecieron los ministerios de
de obligaciones que el Estado impone a sus habitantes no movilizados para el ser- Estado y sus competencias. En ella, al Ministerio de Defensa Nacional se le fijaron
vicio militar a los efectos de contribuir directa e indirectamente a la preparación importantes funciones en lo atinente a la conducción y coordinación de los asuntos
y sostenimiento del esfuerzo que la guerra impone a la Nación”. Dicho servicio referidos a la defensa nacional y de las fuerzas militares.
debía ser decretado por el Poder Ejecutivo Nacional y su preparación estaría a cargo En lo atinente al papel institucional de las Fuerzas Armadas, en el marco
del CODENA. del esquema normativo e institucional descrito, se les adjudicaba a éstas el papel
Finalmente, la mencionada ley establece un conjunto de extensas regula- central de constituir los instrumentos castrenses de la defensa nacional, sin inje-
ciones acerca de las requisiciones en tiempo de guerra, comprendiendo los servi- rencia alguna en tareas relativas a la seguridad interior, más allá de las estableci-
cios personales y de sindicatos, las sociedades y asociaciones de todo género, la das en la propia Constitución Nacional. El mantenimiento del “orden y la segu-
propiedad y el uso de los bienes muebles, inmuebles y semovientes, las patentes ridad pública” eran tareas prioritarias de las fuerzas de seguridad y cuerpos poli-
de invención y las licencias de explotación que resulten necesarios para la defensa ciales federales, tales como la Policía Federal Argentina, la Gendarmería Nacional
nacional. y la Prefectura Nacional Marítima. La conducción orgánico-funcional de estas
Pues bien, la ley 13.234 dejó en manos del presidente de la Nación la con- fuerzas y de las policías provinciales con relación a la seguridad federal era una
ducción superior y centralizada del esfuerzo nacional en tiempo de guerra y de la responsabilidad del Ministerio del Interior. Según lo dispuesto en la ley 14.071,13
preparación de dicho esfuerzo en tiempo de paz. Reflejando, asimismo, los pará- promulgada en noviembre de 1951, la armonización de las tareas policiales nacio-
metros básicos de la DDN claramente sintetizada por el peronismo, dicha norma nales y provinciales en lo atinente al mantenimiento del orden y la seguridad
no restringía la guerra al conjunto de operaciones bélicas llevadas a cabo por las pública, las disposiciones legales y normativas necesarias para ello, la orientación de
Fuerzas Armadas, sino que comprometía al sistema político, administrativo, eco- las actividades de dichas fuerzas, el estudio y la proposición de los planes y fun-
nómico y social del país. No se estableció en ella el papel institucional de las ciones de las diversas policías y el intercambio de información entre ellas, eran
Fuerzas Armadas ni fijó sus instancias de conducción, ni sus funciones y misio- funciones del Consejo Federal de Seguridad presidido por el Ministro del Interior.
nes o su estructura orgánico-funcional. Estos aspectos quedaron regulados en Es decir, en este esquema institucional había una clara diferenciación funcional
otras normas. Tampoco se conceptualizó en ella a la defensa nacional, aunque, a entre la defensa nacional y la seguridad interior y entre las Fuerzas Armadas y las
partir de su contenido y del marco doctrinal en el que se concibió, quedaba claro fuerzas de seguridad y policiales.
que ella englobaba el esfuerzo nacional necesario para hacer frente a agresiones Ahora bien, en lo relativo a las relaciones cívico-militares, la relativa esta-
militares externas, esto es, agresiones producidas por las Fuerzas Armadas de otro bilidad político-institucional lograda durante los primeros años del primer
Estado. En cambio, en ella se fijó la estructura de gobierno, de gestión y opera- gobierno peronista (1946-1952), estabilizada y ciertamente asentada en una mar-
tiva necesaria a los fines de la defensa nacional en tiempo de paz y de guerra. Para cada profesionalización de las fuerzas militares, se comenzó a resquebrajar a fines
esto, por cierto, se le reservó al CODENA la responsabilidad institucional máxi-
ma en la preparación y coordinación del esfuerzo nacional defensivo, en asisten-
cia del presidente de la Nación. Todo ello, en definitiva, convirtió a la ley 13.234 12 Publicada en Boletín Oficial, Buenos Aires, 15 de julio de 1949.
en una norma precursora en la materia tanto a nivel nacional como regional. 13 Publicada en Boletín Oficial, Buenos Aires, 13 de noviembre de 1951.
342 CAPÍTULO V Defensa Nacional y Fuerzas Armadas. CAPÍTULO V 343
El modelo peronista (1943-1955)
1945-1955 E L PERONISMO Y EL COMPROMISO INDUSTRIALISTA
de 1951 a partir del levantamiento militar encabezado por el general (R) Benjamín
Menéndez y del que formaron parte numerosos jefes y oficiales que, hacia 1955,
formarían parte del grupo que protagonizó el derrocamiento del gobierno pero-
nista y el inicio de la llamada Revolución Libertadora (1955-1958).
Hacia 1955: la crisis del peronismo

B IBLIOGRAFÍA S USANA B IANCHI


UNICEN

LÓPEZ, ERNESTO, “El peronismo en el gobierno y los militares”, en José


Enrique Miguens y Frederick Turner, Racionalidad del peronismo, Buenos Aires, Con el objetivo de establecer la hegemonía del catolicismo como principio
Planeta, 1988. organizador de la sociedad, el ascenso del peronismo había sido percibido por
________________, “Doctrinas Militares en Argentina: 1932-1980”, en Carlos algunos actores de la Iglesia católica como la posibilidad de acercamiento –imple-
Moneta, Ernesto López y Alberto Romero, La Reforma Militar, Buenos Aires, mentando los aparatos de Estado– a diferentes grupos sociales, en particular, a los
Legasa, 1988. sectores populares de los que se sabía particularmente alejada.1 La posibilidad de
PERÓN, JUAN D., “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista un acercamiento entre la institución eclesiástica y los gestores del naciente pero-
militar”, en Perón y las Fuerzas Armadas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1982. nismo se abrió a partir de dos consideraciones. En primer lugar, el general Perón
POTASH, ROBERT, El Ejército y la política en la Argentina, 1962-1973, 2 tomos, era considerado como el “candidato” del Ejército, con el que la Iglesia había esta-
Buenos Aires, Hyspamérica, 1985. blecido una fluida relación desde los años treinta a partir del temor compartido
ROUQUIÉ, ALAIN, Poder militar y sociedad política en la Argentina, 2 tomos, a la amenaza del comunismo y de la progresiva identificación entre catolicismo y
Buenos Aires, Emecé, 1994 nacionalidad.2 En segundo lugar, la posibilidad de un acuerdo radicaba en el
amplio arco de coincidencias que presentaban sus proyectos de sociedad. Tanto
la doctrina social de la Iglesia como el peronismo reconocían la realidad de los
conflictos sociales y proponían su superación a través de una conciliación de clases
en la que el Estado jugaba un papel central, tanto en el rol de mediador como
implementando una política redistributiva definida como “justicia social”. Dentro
de esta perspectiva, el peronismo podía ser considerado como una eficaz barrera
contra el comunismo.

1 La ruptura entre el catolicismo y los sectores populares era reconocida explícitamente: “si hay dos
términos sociales opuestos, si hay dos sectores que se han declarado una guerra implacable, son sin
duda, el capital y el trabajo. Ahora bien, todo el mundo sabe que el obrero ha aliado en su mente el
capital con la Iglesia, de suerte que el abismo que separa al capital del trabajo es el mismo que separa a
los trabajadores de la Iglesia” (monseñor Emilio Di Pasquo, “Conferencia en las Jornadas de Vocaciones
Sacerdotales”, en Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, abril de 1946, p. 307).
2 Loris Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo,
Bernal, UNQ, 1996; Perón y el mito de la Nación católica, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
344 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 345

En esta línea, en noviembre de 1945, una Pastoral Colectiva del Episcopado negativa a reconocer, según las disposiciones de la ley, a aquellas agrupaciones
fue considerada, sin demasiado margen de error, como la condena a la Unión sindicales constituidas en base a credos religiosos, lo que constituía el fin de todo
Democrática –a la que se percibía como peligrosamente cercana a los temidos proyecto de organizar un “sindicalismo católico”. Las protestas no fueron sin
Frentes Populares– y el explícito apoyo a la candidatura de Perón. Sin embargo, embargo demasiado insistentes. La Iglesia no parecía estar dispuesta a presentar
este apoyo no dejó de producir reticencias dentro de las mismas filas eclesiásticas. batalla en un campo, como el sindical, en el que nunca habían tenido demasiado
Por un lado, Perón distaba de ser el ideal de “militar católico”. Su pública convi- éxito. Por otra parte, se consideraba que la “peronización” de los sindicatos ya
vencia con una joven actriz y su afición por ciertos cultos esotéricos eran vistos con constituía una barrera contra los avances del comunismo. Desde la perspectiva
desconfianza. Por otro lado –y era mucho más alarmante– se encontraba el exce- eclesiástica, los mayores problemas radicaban en los avances del Estado en áreas
sivo “obrerismo” de las políticas que había desarrollado el candidato. De un modo consideradas de estricta incumbencia de la Iglesia, fundamentalmente aquellas
u otro, la Iglesia no tenía demasiadas opciones y se esperaba alejar los peligros: sólo que eran percibidas como básicas para la implementación del proyecto que bus-
era necesario, según la expresión del presbítero Virgilio Filippo, “cristianizar al caba colocar a la religión como el principio organizador de la sociedad: la educa-
peronismo”. ción, la familia, las organizaciones juveniles y femeninas, y la asistencia social.5
Desde que Perón asumió la presidencia (4 de junio de 1943), la Iglesia católica Dentro del campo de la educación siempre se consideró –y con razón– que
mantuvo una fuerte presencia en el espacio público, mientras el gobierno hacía un la aprobación de la Ley de Enseñanza Religiosa en las escuelas públicas era indi-
gran despliegue de sus buenas relaciones con la jerarquía eclesiástica. Varios de los cativa del amplio espacio que el gobierno peronista otorgaba a la Iglesia católica.
funcionarios gubernamentales provenían de las filas del laicado católico. Sin embargo, Sin embargo, desde el comienzo, la implementación de la ley fue objeto de múl-
a pesar de estas manifestaciones, pronto se advirtió que “cristianizar al peronismo” tiples conflictos jurisdiccionales: el gobierno peronista no estaba dispuesto a dejar
no iba a ser una tarea fácil. Ya desde comienzos del gobierno de Perón, relevantes de controlar la designación de funcionarios en la Dirección Nacional de Enseñanza
actores de la institución eclesiástica comenzaron a observar con preocupación lo Religiosa, ni de los profesores responsables de enseñar religión en las escuelas.
que se consideraban avances del Estado sobre la sociedad civil, fundamentalmente Muy pronto, algunos católicos podían denunciar que “se trata de una educación
sobre aquellas áreas que la Iglesia tenía particular interés en controlar. En esa línea, religiosa impartida por el Estado, con sus propios maestros y bajo su propia direc-
muy pronto comenzaron las denuncias sobre lo que se definía como “estatismo”. ción”,6 en la que la Iglesia tenía escasa incumbencia.
Uno de los intelectuales más destacados del catolicismo argentino, monseñor Pero además los católicos también advirtieron los límites que se presentaban
Gustavo Franceschi podía advertir que “De acuerdo con las enseñanzas sociales para la enseñanza religiosa. Uno de ellos, y no el menor, era la mala formación
católicas siempre hemos sostenido que las organizaciones del gobierno no tienen de los docentes responsables de dicha instrucción.7 Otro límite para el catolicismo
derecho a intervenir en las actividades de las instituciones privadas. Es misión del lo constituían tanto la permanencia de contenidos “iluministas” en la enseñanza
Estado ayudar pero nunca absorber plenamente al sector privado”.3 de la historia, la literatura, la filosofía que contradecían los principios religiosos,
como algunas innovaciones. En efecto, la introducción de la “escuela activa”,8 la
Los campos del conflicto enseñanza de la higiene, el impulso a los deportes eran cuestiones que, desde la
perspectiva eclesiástica, estaban demasiado centradas en lo corporal, pudiéndose
Una de las primeras reacciones católicas estuvo vinculada a la sanción de por lo tanto deslizarse a terrenos vedados. En rigor, el principal obstáculo que
la Ley de Asociaciones Profesionales (1946).4 La preocupación radicaba en la
5 Susana Bianchi, Catolicismo y Peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955, Tandil,
3 Gustavo Franceschi, “La Sociedad de Beneficencia”, en Criterio, Nº 959, 1º de agosto de 1946, p. Prometeo-IHES, 2001.
112. Véase también “Comunidad, sociedad”, en Criterio, Nº 978, 12 de diciembre de 1946. 6 “Reglamentación de la ley de enseñanza religiosa”, en Orden Cristiano, Nº 141, primera quincena
4 “La Acción Católica Argentina formula reparos al decreto sobre organización y funcionamiento de septiembre de 1947, pp. 67-68.
de las asociaciones profesionales obreras”, en Orden Cristiano, Nº 121, primera quincena de noviembre 7 Gustavo Franceschi, “Después de la sanción”, en Criterio, Nº 992, 27 de marzo de 1947, p. 274.
de 1946, p. 23. 8 Rómulo Amadeo, “La escuela activa”, en Criterio, Nº 982, 9 de enero de 1947, pp. 36-37.
346 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 347

paulatinamente se encontró fue el del mismo carácter que asumió la política edu- La dificultad mayor para el catolicismo parecía radicar en la imposibilidad
cativa: los avances crecientes de la “peronización” de la enseñanza. Los textos de penetrar en la fina trama del tejido social, en la imposibilidad de modelar con-
escolares pusieron su acento en la glorificación de las obras del peronismo mien- ductas, actitudes y valores, en la dificultad para controlar los cuerpos. Un “hedo-
tras se insistía en la comparación del general Perón con distintos personajes de la nismo” que, según la perspectiva eclesiástica, era un “explosivo aniquilador” de los
historia nacional. Dentro de esta línea fueron los principios del peronismo y no vínculos sociales que penetraba en la sociedad.13 Y el problema, también desde la
los de la religión, que quedó reducida a unas pocas horas semanales de las llama- perspectiva eclesiástica, era que ese “hedonismo” de la vida cotidiana estaba fomen-
das clases “especiales”,9 los que constituyeron la base de las políticas educativas de tado por las mismas políticas estatales, por el “bienestar” señalado como el objeti-
la “Nueva Argentina”. vo deseable. “Por tener alguna virtud y cultivarla empieza la dignificación de los
El tema de la familia ocupó un lugar central en la preocupación de la pueblos y no porque todos sus habitantes tengan lavarropas eléctricos, cocinas a
Iglesia católica por el avance del “estatismo” en áreas privadas. En rigor, catolicis- gas, y puedan ir todas las semanas al cine y cosas por el estilo.”14 Dicho de otra
mo y peronismo compartían una misma concepción de la vida familiar. Más aun, manera, la redistribución de bienes materiales –la “justicia social”– implicaba una
el núcleo familiar se transformó en el eje articulador de numerosas políticas redis- redistribución de bienes simbólicos que transformaba profundamente a la sociedad.
tributivas del peronismo. Además, en un país con baja densidad demográfica, el Otro punto de conflicto se refirió al papel que las mujeres debían cumplir
peronismo impulsó políticas de protección a la natalidad, asistencia a la madre y dentro de la sociedad, cuestión que tanto para el catolicismo como para el peronis-
al niño, severa represión del aborto, regulación de las actividades extradomésticas mo estaba indisolublemente ligada al tema de la familia. El peronismo, en muchos
de las mujeres. Si bien estas políticas reforzaban una concepción afín al catolicismo, aspectos, reforzó las ideas dominantes acerca de la posición de las mujeres dentro
no dejaban de despertar las desconfianzas eclesiásticas ante lo que se consideraba del núcleo familiar, con fuertes contactos con el catolicismo, desalentando todo
una ingerencia excesiva del Estado. Se consideraba que “lo que se persigue es una aquello que las alejara “de su destino y su misión”. En La Razón de mi Vida, un
negación de la familia” o por lo menos “una familia sin padre ya que el esposo ha capítulo llamado precisamente “La fábrica o el hogar” es particularmente explícito
sido sustituido por el Estado”.10 acerca de cuál debía ser la opción:
Los conflictos en torno a la familia tuvieron sus puntos más críticos en el pro-
yecto gubernamental de conceder a la concubina los derechos previsionales al Todos los días millares de mujeres abandonan el campo femenino y empie-
fallecimiento del titular (1946), en la reforma del Código Civil que reemplazaba zan a vivir como hombres. Trabajan casi como ellos. Prefieren, como ellos,
la denominación de “hijos adulterinos e incestuosos” por la de “hijos naturales” la calle a la casa. No se resignan a ser madres ni esposas. […] Sentimos que
(1946) y en la Ley de Equiparación de Hijos Legítimos e Ilegítimos (1952).11 Es cierto la solución es independizarnos y trabajamos en cualquier parte, pero ese tra-
que la presión eclesiástica frenó muchos proyectos, sin embargo constituían seña- bajo nos iguala a los hombres y ¡no! no somos como ellos. […] Por eso el
les de los límites que se imponían. De este modo, a comienzos de 1948, se publicaba primer objetivo de un movimiento femenino que quiera hacer bien a la mujer,
un documento titulado “Todo lo que el Estado debe asegurar a la Iglesia”. Entre que no aspire a cambiarlas en hombres, debe ser el hogar.15
las garantías que se exigían figuraban precisamente “aquellas condiciones materiales
y espirituales que favorecen la tutela de la familia cristiana”.12

9 Las clases “especiales”, como trabajos manuales o gimnasia, eran aquellas que por requerir
menor concentración mental figuraban en los últimos tramos del horario escolar. 13 Gustavo Franceschi, “Por la familia”, en Criterio, Nº 1.092, 26 de mayo de 1949, pp. 259-262.
10 Juan Francisco Vidal, “Una Pastoral en defensa de la familia”, en Criterio, 13 de febrero de 14 “Comentarios. Reflexiones de actualidad”, en Criterio, Nº 1.161, 10 de abril de 1952, p. 242.
1947, p. 160. 15 Eva Perón, La Razón de mi Vida, Buenos Aires, Peuser, 1952, p. 15. Este libro se proyectó una vez
11 Eran medidas que en un país sin ley de divorcio, con numerosas uniones de hecho, intenta- conocido el carácter terminal de la enfermedad de Eva Perón. Presentado como una autobiografía, el
ban adaptar la legislación a la realidad que la sociedad ofrecía. texto –que fue de lectura obligatoria en los establecimientos escolares– estructuraba una serie de prin-
12 Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, marzo de 1948, p. 138. cipios definidos y definitivos que permitieran suplir el discurso de Eva Perón después de su muerte.
348 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 349

Sin embargo, a pesar de las coincidencias, cuestiones como el sufragio feme- –que pueden multiplicarse– es la presencia del antropólogo católico Santiago
nino y fundamentalmente la aparición de organizaciones como el Partido Peronista Peralta, autor de La acción del pueblo judío en la Argentina (1943), en la Dirección
Femenino,16 fueron observadas con creciente desconfianza. Se temía que la politi- de Migraciones y al frente del Instituto Étnico Nacional.19 Sin embargo, esto no
zación femenina privara al catolicismo de su tradicional influencia sobre las mujeres. fue obstáculo para que, desde 1946, Perón fuera el primer presidente argentino en
La Iglesia podía además contabilizar, dentro de los espacios perdidos, el de la saludar a la comunidad judía para sus festividades, ni para que se les otorgara
asistencia social. Las instituciones caritativas católicas no podían competir frente asueto a los soldados judíos en esas ocasiones, ni para designar funcionarios de
a la poderosa y eficaz Fundación Eva Perón que invadió el campo asistencial otor- ese origen. Las relaciones con el Estado de Israel fueron fluidas y la Fundación
gándole un vigoroso signo político. Además la Fundación –como el Partido Eva Perón colaboró con el envío de alimentos, medicinas y otros artículos de pri-
Peronista Femenino– era indisociable de la persona de Eva Perón que constituía mera necesidad. Además –ante el sostenido antiperonismo de la DAIA– se creó la
una de las figuras del peronismo más irritantes para amplios sectores eclesiásticos: Organización Israelita Argentina por iniciativa gubernamental con un sector de la
sus orígenes “ilegítimos”, su pasado poco claro, sus vinculaciones artísticas, su convi- colectividad judía dispuesto a apoyar el peronismo,20 mientras el rabino Amram
vencia pública previa al matrimonio con Perón no eran datos menores. Además, Blum era designado asesor presidencial en asuntos religiosos.
ella había asumido un particular estilo que contrastaba con la moderación y recato Si bien estas relaciones no dejaron de perturbar a aquellos grupos católi-
que correspondían al papel de primera dama. cos que desde comienzos de siglo denunciaban la inmigración judía como un
atentado contra la nacionalidad, el conflicto en el campo de la religión surgió
El conflicto en el campo de la religión fundamentalmente a partir del avance de ciertas formas religiosas que competían
eficazmente con el catolicismo dentro de los sectores populares. Y la cuestión se
A partir de 1950, si bien las relaciones entre las cúpulas mantuvieron su profundizó en la medida en que los sectores eclesiásticos consideraron que el
formalidad, las manifestaciones públicas de mutuo apoyo entre la Iglesia y el gobierno peronista favorecía el desarrollo de las disidencias. Entre estas formas
Estado se redujeron notablemente. Y el conflicto alcanzó un punto de no retorno al religiosas se encontraba el espiritismo, en una versión local conocida como la
instalarse en el mismo campo de la religión. La jerarquía eclesiástica comenzó a denun- Escuela Científica Basilio,21 a la que el gobierno había otorgado personería jurí-
ciar que, a pesar del estatuto privilegiado que el catolicismo debía gozar, el gobierno dica y por la que Perón parecía demostrar ciertas simpatías.
peronista había comenzado a dar un gran espacio a otras confesiones religiosas. Según El primer enfrentamiento abierto entre el gobierno y sectores vinculados a
se señalaba, las autoridades habían dejado de cumplir con su “deber de gobernantes” la Iglesia estalló a raíz de un multitudinario acto que la Escuela Científica Basilio
ya que debía ser su obligación “la defensa del patrimonio religioso del pueblo contra había organizado en el Luna Park, en octubre de 1950. El acto, convocado bajo
cualquier asalto de quien quisiera robarle el tesoro de su fe y de la paz religiosa”.17 la consigna “Jesús no es Dios” –considerada blasfema por los católicos–, fue inau-
Muchos aspectos del antijudaísmo católico se habían mantenido incólumes gurado por la lectura de un telegrama de adhesión firmado por Perón y su esposa.
dentro del peronismo. Tanto el presbítero Virgilio Filippo –designado Adjunto Pero el desarrollo del acto se vio imprevistamente alterado: jóvenes de la Acción
Eclesiástico de la Casa de Gobierno y, desde 1948, diputado nacional– como el Católica ubicados estratégicamente en las tribunas y en las inmediaciones del
jesuita Hernán Benítez –representante de Perón ante el Vaticano en 1947 y asesor estadio provocaron un considerable tumulto. Como consecuencia, la Policía detuvo
de la Fundación Eva Perón, entre otras responsabilidades– no dudaban en emplear los
términos “judío” y “sinagogal” como calificativos denigrantes.18 Otro de los ejemplos
19 Susana Bianchi, Historia de las Religiones en la Argentina. Las minorías religiosas, Buenos Aires,
Sudamericana, 2004, p. 209.
16 Susana Bianchi y Norma Sanchís, El Partido Peronista Femenino, Buenos Aires, CEAL, 1987; 20 La Nación, 21 de agosto de 1948

Carolina Barry, Evita Capitana. El Partido Peronista Femenino, Buenos Aires, Longseller, 2009. 21 El tono y la frecuencia de los artículos que alertan a la feligresía sobre el peligro del espiritismo
17 Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, 1952, p. 349. constituyen un buen reflejo de la preocupación eclesiástica. Véase por ejemplo, El Pueblo, 23 de
18 Véase, por ejemplo, Hernán Benítez, “La Iglesia y el justicialismo”, en La aristocracia frente a noviembre y 4 y 18 de diciembre de 1947; 7 y 16 de enero; 5, 10, 17 y 19 de febrero de 1948. Véase
la revolución, s/e, Buenos Aires, 1953, p. 339. también Lila Caimari, Perón y la Iglesia católica, Buenos Aires, Ariel, 1995.
350 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 351

a cerca de trescientos jóvenes por alterar el orden público, mientras que el arzo- perseguía objetivos de consolidación ideológica en el momento en que el gobierno
bispo de Buenos Aires, el cardenal Santiago Copello, era presionado por sus pro- debía enfrentar una serie de dificultades. Desde sus páginas, el peronismo se pre-
pias filas para pronunciarse a favor de los militantes católicos que habían actuado sentaba como una “religión política,” con su propia sacralización y sus propias
con una considerable cuota de autonomía. Pocos días más tarde llegaba al país el figuras para venerar. La enfermedad y la muerte de Eva Perón en 1952 acentuó
cardenal Ruffini, como legado papal ante el Congreso Eucarístico Nacional. Una la incorporación de una simbología religiosa: rezar por ella, hacer peregrinaciones
multitud aguardó el paso de Ruffini por las calles de Buenos Aires, que lo aclamó por su salud, escribirle oraciones eran conductas altamente valoradas. Sin embargo,
al grito de “¡Jesús es Dios!”, lema antiespiritista que deslizó su sentido a consigna estas actitudes no se redujeron a la figura de Eva Perón, cuya temprana muerte
antiperonista. Quedaba claro que las manifestaciones religiosas podían tomar un fue revestida de rasgos de martirio. Ya durante su vida desde Mundo Peronista se
sospechoso cariz antigubernamental.22 impulsaba la construcción de altares domésticos que debían incluir en primer
El conflicto por la difusión del espiritismo –que desde la perspectiva ecle- lugar la figura de Perón,26 mientras la adhesión al peronismo podía ser descripta
siástica continuó y se profundizó–23 pronto se confundió con otra cuestión que en términos, de “devoción”, “fervor” y “fe”.27
también se ubicaba en el campo de la religión: los avances del protestantismo a Poco espacio quedaba para el catolicismo. Desde 1950, dado el carácter
través de las campañas pentecostales que, iniciadas en 1952 alcanzaron un éxito monolítico que adquiría el peronismo y el estrechamiento de los canales opositores,
masivo en 1954. La Iglesia católica había tolerado al protestantismo de origen la Iglesia comenzó entonces a perfilarse como un espacio –tal vez el único posible–
inmigratorio en la medida en que se mantuviese dentro de los límites de sus propias de oposición. Muchas manifestaciones religiosas que incorporaron adhesiones de
comunidades nacionales. Pero el problema estaba en que el pentecostalismo –con sospechosa piedad pronto fueron percibidas, sin demasiado margen de error,
militante vocación expansiva– no sólo no estaba vinculado a ningún grupo étnico como manifestaciones antigubernamentales.
o nacional sino que encontraba sus bases de reclutamiento, como el espiritismo
y el peronismo, en las mismas clases populares urbanas que se pretendía catolizar. La crisis: 1954-1955
El conflicto alcanzó su punto más alto a mediados de 1954, cuando el predicador
norteamericano Theodore Hicks, que practicaba el “don de la sanidad” reunía Describir la trama del enfrentamiento entre el Estado peronista y la Iglesia
multitudes en estadios deportivos de Buenos Aires.24 Y la causa de este éxito, católica no explica otras cuestiones: ni la forma ni el momento en que estallaron
según la perspectiva eclesiástica, radicaba precisamente en el apoyo que el gobierno los acontecimientos que sacudieron a la Argentina entre 1954 y 1955. Es cierto
peronista había dado a la misión pentecostal.25 que una vez desencadenada, la crisis puede explicarse, en parte, por su propia
Pero dentro del campo de la religión también se colocaba el principal obs- lógica, es decir, por el juego de acciones y reacciones. Empero la coyuntura del
táculo para la “catolización” de la sociedad: la aspiración del peronismo –más allá estallido no fue accidental: fueron los mismos conflictos internos que atravesaban
de los logros obtenidos en sus bases– de constituirse en una especie de peculiar tanto al peronismo como al catolicismo los que hicieron que la colisión fuese
religiosidad. A partir de 1951 comenzó a publicarse Mundo Peronista, revista que inevitable.28
Dentro del gobierno peronista, debido al fin del período de bonanza, la
22 La Nación, 16 al 30 de octubre de 1950; Gustavo Franceschi, “Comentarios. A quien me confe-
política económica había dado un fuerte giro de timón al revisar las prioridades.
sare ante los hombres”, en Criterio, octubre de 1950, p. 871. Lo cierto es que en su segunda presidencia parecía que Perón entraba en contra-
23 “Pastoral Colectiva del Episcopado Argentino sobre el Espiritismo”, en Revista Eclesiástica del dicción no sólo con los principios que había defendido sino también con los inte-
Arzobispado de Buenos Aires, diciembre de 1954, pp. 469-474. reses de los sectores sociales que lo apoyaban. De la política distributiva –es decir,
24 “Hablan varios enfermos tratados por el pastor Hicks”, en Ahora, Nº 2.187, 8 de junio de 1954;

“La actuación del viernes en Huracán fue asombrosa”, en Ahora, Nº 2.189, 15 de junio de 1954; “Como
arrojó las muletas un joven de Ramos Mejía” y “De todos los puntos de la República y de los países vecinos 26 Mundo Peronista, Nº 14, 1º de febrero de 1952
nos llegan cartas para serles entregadas a Hicks”, en Ahora, Nº 2.190, 18 de junio de 1954. 27 Mundo Peronista, Nº 11, 15 de diciembre de 1951
25 Gustavo Franceschi, “Libertad de cultos y apostolado católico”, en Criterio, Nº 1.218, 26 de agosto 28 Susana Bianchi, “Peronismo e Iglesia. 1954-1955: La crisis de la hegemonía”, en Criterio, Nº

de 1954, pp. 603-604. 2.305, junio de 2005, pp. 273-275.


352 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 353

la “justicia social”– se pasaba a otra etapa, donde el eje estaba puesto en la pro- invadía los espacios. “El mal ha echado raíces y amenaza con la subversión total
ducción.29 La alternativa requería reajustes considerables. Se hacía necesario acti- de la vida del país”.31 Si el monstruo había salido de su guarida, según la metá-
var los mecanismos del consenso y penetrar en todos los resquicios de la socie- fora de Donoso Cortés, la unión de la Cruz y la Espada era la única garantía del
dad, “peronizar” los espacios que se sospechaba aún permanecían ajenos y barrer sostén de la civilización contra la barbarie.
con los obstáculos. Dentro de este clima, en noviembre de 1954, Perón convocó en una reunión
También el catolicismo debía afrontar sus propios conflictos, más allá de a funcionarios del gobierno, legisladores y representantes del Partido Peronista
las monolíticas imágenes construidas. La cuestión de los vínculos con el peronis- con el objetivo de informarles sobre el estado de la “oposición”. Pero a las reiteradas
mo fracturaba a la cúpula eclesiástica. El tema de la relación entre la Iglesia y el referencias a los adversarios políticos, en especial a los radicales, y a los estudiantes
Estado se confundía con otras cuestiones estrictamente eclesiásticas (desde la crí- universitarios de la FUBA se agregaron elementos nuevos: la Acción Católica
tica al modelo de monarquía absoluta en que se fundamentaba la institución Argentina y varios miembros del clero. Entre los nombres de los sacerdotes consi-
eclesiástica hasta cuestiones de moral y ritualismo) que conmovían a cada vez más derados “opositores”, figuraban algunos miembros del Episcopado: Fermín Laffite,
amplios sectores del clero. Muchos parecían desoír las apelaciones jerárquicas a la arzobispo de Córdoba; y Froilán Ferreira Reinafé, obispo de La Rioja. Indudablemente
disciplina. En la crisis del catolicismo, las organizaciones de laicos –cuyo peso en la denuncia adoptaba un claro tono amenazante. Según Perón, “Aquí hay como
las filas eclesiásticas argentinas siempre fue considerable– encontraban un terre- diez y seis mil integrantes del clero. ¿Cómo vamos a hacer una cuestión porque
no fértil para avanzar en sus aspiraciones de autonomía. haya veinte o treinta que sean opositores? Es lógico que entre tantos haya algunos.
En los comienzos de la crisis, fue notable la desigualdad de las fuerzas que ¿Qué tenemos que hacer? Hay que tomar medidas contra esa gente. Tiene razón
se enfrentaron. La Acción Católica Argentina, sobre todo la sección de jóvenes la jerarquía eclesiástica cuando me dice que no es la Iglesia sino que son algunos
varones que asumieron gran parte del protagonismo, era insignificante cuantita- curas descarriados de la Iglesia. Nosotros vamos a ayudarlos para que los pongan
tivamente y sus intenciones primeras no fueron tanto “atacar” o “derribar” a un en su lugar”.32
peronismo que parecía inexpugnable como denunciar la inacción de las cúpulas A partir de allí, los acontecimientos se precipitaron respondiendo a su propia
eclesiásticas en la defensa de los “derechos de la Iglesia,” defensa de la que los lai- lógica de acción-reacción. La denuncia de Perón desencadenó el mal contenido
cos parecían haberse hecho los únicos responsables. Su actuación les otorgó indu- anticlericalismo de las filas sindicales. Mientras desde el diario La Prensa, contro-
dable visibilidad. La Acción Católica se transformaba en un actor político, un lado por la Confederación General del Trabajo, se continuaba agitando el clima
“partido católico”,30 cuyo discurso opositor al peronismo articulaba inquietudes –“Que los malos sacerdotes abandonen la sotana. […] Todo el que se desmande
caras a las clases medias –de las que la mayoría de sus miembros provenía– y altas sentirá el peso de la ley”–,33 la CGT declaraba un paro general de actividades y,
de la sociedad. junto con las dos secciones del Partido Peronista, convocaba a un masivo acto en
En efecto, la “defensa de los derechos” de la Iglesia se confundía con otras el Luna Park para reiterar su adhesión a Perón ante los “ataques católicos” (25 de
cuestiones. El peronismo había transformado abruptamente las relaciones sociales noviembre de 1954). Las pancartas con las leyendas “Perón sí, curas no” o “Cuervos
y la misma sociedad que se pretendía “catolizar” se había vuelto irreconocible: a la Iglesia” y el tono de los discursos fueron expresivas del carácter que asumió
según un colaborador de Criterio, la muchedumbre, “hato animal, recua irracional”, el acto.34 La respuesta católica al acto del Luna Park se dio en la misa del domingo
siguiente, donde se debía leer una Carta Pastoral: en iglesias desbordadas por el
público, los atrios se transformaron en explícitos ámbitos de oposición.
29 Pablo Gerchunoff y Damián Antunez, “De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo”, en Juan
Carlos Torre (dir.), Los años peronistas (1943-1955), Buenos Aires, Sudamericana, colección Nueva
Historia Argentina (tomo 8), 2002. 31 Carlos Fernando de Nevares, “Sobre diversas manifestaciones de incultura”, en Criterio, Nº
30 También algunos grupos laicos católicos que se autodenominaban “demócratas” habían intentado 1.115, 11 de mayo de 1950.
organizar desde 1950 un partido político que tras innumerables fraccionamientos lograron formar 32 La Nación, 11 de noviembre de 1954.

–siguiendo el modelo europeo– el Partido Demócrata Cristiano en 1954 (Enrique Ghirardi, La demo- 33 La Prensa, 18 de noviembre de 1954.

cracia cristiana, Buenos Aires, CEAL, 1983). 34 La Nación, 26 de noviembre de 1954.


354 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 355

Por su parte, el Episcopado, ante las denuncias formuladas por Perón, le nacional”. Los actos religiosos debían efectuarse únicamente en lugares cerrados.
había enviado una carta el 19 de noviembre, aún en tono conciliador que apelaba Además el Poder Ejecutivo podía impedir la celebración de cualquier acto cuan-
a la “relación armónica” que siempre habían mantenido.35 Sin embargo, ante la do “mediare peligro inminente de alteración del orden o de la tranquilidad
intensificación de los acontecimientos, pocos días después, dio a conocer la Carta pública, o cuando la celebración fuese contraria a los intereses del pueblo”.41
Pastoral que debía leerse en todas las iglesias al domingo siguiente. A pesar de Indudablemente la Iglesia quedaba fuera del espacio público.
algunas ambigüedades –reflejo tal vez de la falta de unanimidad episcopal–, el Ya en 1955, mientras los incidentes se sucedían y las campañas de “panfletos”
tono ya había cambiado. Si bien se recordaba que tanto el clero como la Acción incentivadas desde las parroquias se acentuaban, la Iglesia procuraba infundir áni-
Católica no debían incluirse en pugnas políticas, también agregaba que frente a mos a sus huestes: “habrá que seguir a Pedro y a Juan cuando ante el Sanhedrín
los actuales problemas “ningún sacerdote podría permanecer indiferente sino que afirmaron que era justo obedecer a Dios antes que a los hombres, y sufrir con
debería asumir la defensa serena y firme de los valores eternos”. Diferenciaba de este toda paciencia las persecuciones”.42 Pero también el Episcopado debía cohesionar
modo, “la política” de la “defensa obligada del altar”.36 En síntesis, y tras fracasar las y disciplinar a sus propias filas. Las posiciones católicas no eran unánimes y –ante
gestiones del Nuncio Apostólico frente al Ministerio del Interior, la guerra que- la intensificación del clima– se temían predecibles desbordes de las organizaciones
daba declarada. de laicos. “La Acción Católica deberá tener conciencia clara de su grave responsa-
Desde el gobierno rápidamente las acciones se encaminaron a reducir los bilidad: su colaboración en el apostolado de la Jerarquía de la Iglesia le exige ate-
espacios de influencia eclesiástica. En los primeros días de diciembre, el ministro nerse estrictamente a prestar su decidido apoyo a la Iglesia a la consecución de
de Educación, Armando Méndez San Martín,37 mediante una resolución suprimía sus fines apostólicos, sin apartarse jamás de los mismos ni de las orientaciones
la Dirección Nacional de Enseñanza Religiosa, por considerar que el sistema que de ella reciba”.43
“resulta inadecuado, ineficaz y oneroso”,38 iniciando una serie de medidas destinadas El 1º de mayo, en la celebración del Día del Trabajo frente a una multitu-
a suprimir las clases de religión en las escuelas públicas. Las protestas del Episcopado dinaria concentración en la Plaza de Mayo, la cuestión de la reforma constitucional
nada hicieron para cambiar la situación.39 Más aun, la ofensiva se trasladó al para establecer la separación de la Iglesia y el Estado –presentada como una soli-
Congreso. El 13 de diciembre en una prolongada sesión de la Cámara de Diputados citud de la CGT– quedaba públicamente establecida.44 Pocos días después, la ini-
se modificó el artículo 7º de la Ley de Matrimonio Civil. Con inusitada rapidez, al día ciativa pasaba al Congreso. Como respuesta –pese a las advertencias de la jerarquía–
siguiente el Senado también aprobaba la modificación. En vano el Episcopado una manifestación de la Acción Católica recorrió las calles de Buenos Aires “gri-
solicitó al Poder Ejecutivo el veto de la ley: el divorcio había quedado incorporado tando improperios contra las autoridades nacionales”. Después de algunas escara-
a la legislación argentina.40 El 21 de diciembre, en una agitada sesión, la Cámara muzas con la Policía, fueron detenidos diez manifestantes, incluido un semina-
de Diputados transformaba en ley un decreto que restringía las reuniones públicas. rista. Ante lo sucedido, un comunicado de la CGT asumía un tono claramente
Sólo se podían realizar en lugares públicos los “actos patrióticos o de significación amenazante: “Advertimos por última vez a la reacción oligárquico clerical: si con-
tinúan los atropellos, la consigna será de casa al trabajo y del trabajo a las ratoneras
35
en donde se preparan los atentados contra el pueblo. Y no hemos de dejar ni una
“Episcopado Argentino. Carta al Excmo. Señor Presidente de la Nación” (19 de noviembre de
1954), en Criterio, Nº 1.224, 25 de noviembre de 1954, p. 843.
cueva con vida”.45 El 13 de mayo la Cámara de Diputados derogaba la Ley de
36 “Carta Pastoral a los Cabildos Eclesiásticos, el clero diocesano y regular y a todos los fieles” (2 de

noviembre de 1954), en Criterio, Nº 1.224, 25 de noviembre de 1954, pp. 844-845. 41 La Nación, 22 de diciembre de 1954.
37 Ya en 1950 el reemplazo del católico Oscar Ivanissevich responsable de la cartera de educación 42 Juan T. Lewis, “El Magisterio de la Iglesia”, en Criterio, Nº 1.231, 10 de marzo de 1955. Véase
por Armando Méndez San Martín, conocido por sus simpatías laicistas, fue un motivo de preocupa- también “La Iglesia del Silencio”, en Criterio, Nº 1.234, 28 de abril de 1955.
ción para los actores de la institución eclesiástica, quienes calificaban de “masón” al nuevo ministro. 43 “Carta del Episcopado Argentino a la Acción Católica Argentina”, en Criterio, Nº 1.235, 12 de
38 La Nación, 3 de diciembre de 1954. mayo de 1955.
39 “Nota del episcopado argentino al Ministerio de Educación acerca de la ley de enseñanza religio- 44 En esa oportunidad, un Perón más moderado intentaba evitar mayores disturbios recomendando

sa” (2 de diciembre de 1954), en Criterio, Nº 1.233, 7 de abril de 1955, p. 262. dirigirse “de casa al trabajo y del trabajo a casa”, La Nación, 2 de mayo de 1955.
40 La Nación, 14 y 15 de diciembre de 1954. 45 La Nación, 8 y 9 de mayo de 1955.
356 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo S USANA B IANCHI 357

Enseñanza Religiosa culminando las iniciativas desarrolladas desde el Ministerio de Pero ya era muy tarde. Y en la medida en que las demandas católicas coincidieron
Educación. Ese mismo día, se derogaba la exención impositiva que gozaban las (sin ser exactamente idénticas) con la de las Fuerzas Armadas el conflicto adquirió
instituciones católicas, por considerar que dentro de ellas había “sectores finan- su forma.
cieramente poderosos que disponen de ingentes capitales”.46 La Iglesia nueva- Cuando en junio de 1955, los aviones de la Marina bombardearon la Plaza
mente quedaba identificada con la “oligarquía”. de Mayo, nadie dudó de la complicidad católica. El golpe fracasó por las desco-
ordinación de las acciones pero su saldo fue una gran cantidad de muertos y heri-
De Corpus Christi a septiembre de 1955 dos52 y un estado de estupor generalizado. La reacción no se hizo esperar y esa
misma noche fueron asaltados e incendiados varios templos del centro de Buenos
Mientras se aceleraba el juego de acción-reacción en una compleja escala- Aires y la Curia Metropolitana. En un clima festivo se asaltaron altares, se destru-
da, el 11 de junio debía celebrarse la festividad de Corpus Christi. El ministro del yeron imágenes y archivos y en un juego carnavalesco los atacantes se vistieron
Interior, Ángel Borlenghi, según la reglamentación vigente, prohibió la realiza- con ropas sacerdotales y remediaron los gestos del rito. Quienes atacaron las iglesias
ción de una procesión pública: los actos debían realizarse dentro del recinto de la pudieron moverse libremente en un amplio radio durante varias horas sin que
catedral de Buenos Aires. Pero la celebración convocó a una verdadera multitud nadie intentara detenerlos. Pronto se advirtió la gravedad de las consecuencias.53
–muchos de sospechosa piedad–47 que aclamando a “Cristo Rey” desbordó Perón procuró deslindar responsabilidades, atribuyendo las culpas a los “comu-
ampliamente la capacidad de la catedral e incluso de la Plaza de Mayo. El desafiante nistas”,54 mientras Copello deploraba las consecuencias del cruento golpe.55 Pero
significado político del acto superaba ampliamente a su contenido religioso. Pronto si éstas eran intenciones de poner paños fríos, ya era demasiado tarde: al día
los acontecimientos se volvieron ingobernables para las mismas autoridades ecle- siguiente, la Secretaría de Estado del Vaticano daba a conocer el decreto de exco-
siásticas.48 Los congregados se lanzaron por las calles de Buenos Aires, apedrearon munión de Perón.56 Según recordaba un calificado testigo, para muchos católi-
sedes de diarios oficialistas, destrozaron vidrios de edificios públicos, pintaron cos se presentaba una única salida: “Hasta los más escépticos comprendieron que
consignas como “Muera Perón” y “Viva Cristo Rey” y al llegar frente al Congreso, sólo quedaba abierto el camino a la revolución”.57
arrancaron una placa de homenaje a Eva Perón y arriaron la bandera nacional Amplios sectores católicos estuvieron nuevamente con las Fuerzas Armadas
para enarbolar la papal.49 en septiembre de 1955, en un golpe cuya simbología religiosa –los aviones desde
Por supuesto la reacción gubernamental no tardó en sentirse, aunque el dis- Córdoba llegaban bajo la consigna “Cristo Vence”– superaba ampliamente la de ante-
curso radial de Perón ante los acontecimientos no dejaba de recomendar a sus riores golpes militares. Sin embargo, queda una cuestión pendiente. ¿Qué relación
seguidores “calma y tranquilidad”.50 También desde Criterio, sin hacer referencia
explícita a los desmanes, en un artículo sobre San Francisco de Asís, se procuraba
poner distancia con la violencia: “Es evidente que es infinitamente más fácil y más
rápido organizar lo que suele llamarse una cruzada y echar mano de la violencia,
lograr algunos éxitos aparentes, que luego se transforman en derrotas verdaderas”.51
52 Los primeros cálculos, de fuentes de insospechadas simpatías gubernamentales, refieren 350
muertos y más de 600 heridos (La Nación, 17 de junio de 1955).
46 La Nación, 14 de mayo de 1955. 53 Un dato era la repercusión que los hechos tuvieron en la prensa internacional que los comparaba
47 Puede señalarse como ejemplo la participación de militantes de la Federación Universitaria Argentina, con los acontecimientos de la Guerra Civil Española.
véase Julio Godio, La caída de Perón (de junio a septiembre de 1955), Buenos Aires, C EAL, 1985. 54 La Nación, 19 de junio de 1955.
48 Un editorial planteaba el problema bajo la pregunta: “¿De quién y de dónde partió la consigna 55 Santiago Luis Copello, “Carta Pastoral del Arzobispo de Buenos Aires con motivo de los últimos

de alejarse del lugar en columna?”, en La Nación, 13 de junio de 1955. sucesos”, en Criterio, Nº 1.239, 14 de julio de 1955, p. 498.
49 La Nación, 12 de junio de 1955. 56 Sobre la excomunión de Perón, véase “La excomunión”, en Roberto Bosca, La Iglesia Nacional
50 La Nación, 13 de junio de 1955. Peronista. Factor religioso y poder político, Buenos Aires, Sudamericana, 1997, pp. 369-390.
51 Gustavo Franceschi, “Una lección de historia”, en Criterio, 23 de junio de 1955 57 Mario Amadeo, Ayer, Hoy, Mañana, Buenos Aires, Gure, 1956.
358 CAPÍTULO V Hacia 1955: la crisis del peronismo CAPÍTULO V 359

1945-1955 E L PERONISMO Y EL COMPROMISO INDUSTRIALISTA


puede establecerse entre el conflicto con la Iglesia y la caída del peronismo? Sin
duda, la magnitud del conflicto y la inimaginable escalada de violencia polarizaron
posiciones y crearon un particular clima de sentimientos. Sin embargo, considerarlo
como la causa desencadenante de la caída del gobierno de Perón –sin tener en cuenta,
entre otras razones, las debilidades estructurales del peronismo– resultaría simplista. El peronismo político, apuntes para su análisis
Pero también es cierto que, más allá del peso relativo que pueda atribuírsele, resulta
indudable que el protagonismo alcanzado consolidó el papel de la Iglesia católica
(1945-1955)
como un insoslayable factor de poder en el campo político.
C AROLINA B ARRY
UNTREF / UNSAM

B IBLIOGRAFÍA
Uno de los aspectos menos abordados por la historiografía ha sido el de la
conformación política del peronismo. Es probable que el énfasis puesto en las
BARRY, Carolina, Evita Capitana. El Partido Peronista Femenino, Buenos Aires,
características del liderazgo de Perón haya opacado, por no decir mutilado, su
Longseller, 2009.
estudio. Los análisis abundan en publicaciones referentes a la estructura sindical
BIANCHI, Susana, Catolicismo y Peronismo. Religión y política en la Argentina,
y obrera como columna vertebral del movimiento, pero descuidaron a las otras
1943-1955, Tandil, Prometeo-IHES, 2001.
dos ramas, es decir, a las que hicieron al peronismo político propiamente dicho.
_________________ y Norma Sanchís, El Partido Peronista Femenino, Buenos
Este trabajo se propone analizar cómo se llegó a dicha conformación y cuál fue
Aires, CEAL,1987
el criterio utilizado para concluir que la mejor manera de organizar el peronismo
_________________, Historia de las Religiones en la Argentina. Las minorías reli-
y respetar sus diferencias era la división en el Partido Peronista (PP), el Partido
giosas, Buenos Aires, Sudamericana, 2004.
Peronista Femenino (PPF) y la Confederación General del Trabajo (CGT).
PERÓN, Eva, La Razón de mi Vida, Buenos Aires, Peuser, 1952.
ZANATTA, Loris, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los
Hacia el peronismo
orígenes del peronismo. 1930-1943, Bernal, UNQ, 1996.
________________, Perón y el mito de la Nación católica, Sudamericana, Buenos
La jornada del 17 de octubre de 1945 tuvo varias derivaciones, entre ellas,
Aires, 1999.
la restitución del coronel Juan Domingo Perón al centro de la escena política,
convertido en un visible líder popular y candidato a la presidencia de la Nación.
Lo más importante fue la súbita revelación de esa base social cultivada por Perón
y su transformación en un nuevo actor político, que le valió un apoyo diferente
del que hasta entonces le habían dado los dirigentes sindicales, que se vieron obli-
gados a encabezar una movilización obrera que los superaba.1 Esto derivó en un
conflicto por la apropiación de la resurrección de Perón y el manejo de las bases.
Esta disputa se mantuvo, en esencia, a lo largo de los años, y se contrapone con
la imagen de un campo rígido y uniforme de las fuerzas del peronismo inicial.
1 Samuel Amaral, “Historia e imaginación: ¿qué pasó el 17 de octubre de 1945?”, en Boletín de la
Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 2009, en prensa.
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El ascendiente sobre la masa lo tenía Perón; el resto era la construcción posterior del partido. La actuación de Perón no fue ajena a su formación, sino su
política. De allí que su reposicionamiento también dejara en claro la necesidad razón de ser. Es probable que haya sido él mismo quien tuviera la iniciativa, para
de organizar y amalgamar a los heterogéneos apoyos ante el súbito llamado a elec- luego dejarlo organizarse con aparente autonomía. Su única potestad, aparente-
ciones realizado por el presidente Edelmiro J. Farrell, que obligó a los sectores mente, era la de ser el “Primer Afiliado”,4 que no es lo mismo que ser un jefe de
allegados a Perón a organizarse y limar rápidamente posibles asperezas a fin de partido; aunque hubo –dentro del Comité Directivo Central– quien considerara
conformar una alianza que lo llevara a la presidencia de la Nación. En torno a la conveniencia de que lo fuera. Estas potestades entrañaban otras discusiones, y
él se nuclearon fuerzas de distinto origen social, composición, ideología y número, la búsqueda de un equilibrio entre el predominio de la persona o el partido
que buscaban perpetuar las políticas sociales y laborales implementadas durante acompañó a los dirigentes sindicales durante las distintas instancias organizativas
su gestión. que se sucedieron en el peronismo.
La coalición que llevó a Perón a triunfar el 24 de febrero de 1946 estaba Respecto del apoyo de la UCR a la candidatura, se trataba de un grupo de
integrada por una triple estructura compuesta, por un lado, por el Partido dirigentes sin mayor envergadura nacional, pero bien conocidos y respetados dentro
Laborista (PL); por otro, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora, y una tercera del partido, que aceptaron la propuesta de integrarse al gobierno surgido de la
fuerza menor, denominada Partido Independiente. La activa actuación de los sec- Revolución de Junio y que fueron expulsados del radicalismo. Con miras a las
tores obreros el 17 de Octubre, y su consecuente afianzamiento, fortalecieron la futuras elecciones presidenciales, resolvieron la organización y estructuración de
idea de crear una estructura política sindical permanente, que incorporara sectores una línea dentro de la UCR que actuaría con prescindencia absoluta del Comité
más amplios.2 La reunión fundacional del PL se efectuó el 24 de octubre de 1945 Nacional. Se la denominó UCR Junta Renovadora (JR),5 y su propósito era el de
en la ciudad de Buenos Aires. Participaron de ella unos cincuenta dirigentes sin- mantener el ideario yrigoyenista y los postulados de justicia social inspirados por
dicales provenientes del socialismo, el radicalismo, integrantes de la CGT, de la el coronel Perón.6 Presuntamente, los renovadores podrían canalizar el voto peronista
Unión Sindical Argentina y de los sindicatos autónomos tanto de la Capital no alineado con la estructura sindical, aportar máquinas electorales y ese conoci-
Federal como del interior del país. La afiliación indirecta al estilo del laborismo miento del quehacer político que tan bien sabían manejar. Además, como señala
inglés, que suponía que los sindicatos podían ingresar y formar parte del partido Torre, esta alianza permitiría quitar a la candidatura de Perón el tinte clasista-
fue una de las innovaciones. De esta manera, sus miembros quedaban automática obrerista que estaba adquiriendo, lo cual le posibilitaría captar el apoyo de otros
e indirectamente afiliados a él, salvo que manifestaran su voluntad en contrario.3 sectores del electorado.7 Otras fuerzas provenientes del radicalismo disidente fue-
Con su creación se buscaba generar una correa de transmisión con el movimiento ron algunos de los jóvenes intelectuales de la Fuerza de Orientación Radical de la
sindical en la arena política. La incorporación orgánica y masiva de la clase obrera Joven Argentina (FORJA) y un pequeño grupo radical compuesto especialmente
a la vida política argentina implicó, también, un replanteo de las reglas de juego. por santafesinos, santiagueños y riojanos provenientes de la Concordancia.8
En pocos meses, el PL se transformó en la organización más fuerte de la coalición Perón también sumó el apoyo de la Guardia de Restauración Nacionalista y la
peronista y en una de las fuerzas políticas más importantes del país. Alianza Libertadora Nacionalista, que le permitió, a través de sus voceros, influir
¿Qué influencia y gravitación tuvo Perón, tanto en la creación del PL
como en su desarrollo posterior? Aunque se plantean distintas versiones, pocas
dudas existen sobre dicha influencia, y esto de alguna manera pesó en el desarrollo 4 Sobre la forma y el motivo por el que se designó a Perón como primer afiliado, véase Luis Gay,
El Partido Laborista en la Argentina. La historia del partido que llevó a Perón al poder, Buenos Aires,
Biblos-Fundación Simón Rodríguez, 1999, p. 91.
5 En un principio utilizaban indistintamente Junta Renovadora o Junta Reorganizadora, pero
2 Juan Carlos Torre, La vieja guardia sindical y Perón: sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires, luego sólo la primera denominación.
Sudamericana-Instituto Di Tella, 1990, p. 149. 6 La Razón, 23 de octubre de 1945. Todos los diarios que no llevan mención de ciudad entre
3 Por otra parte, la incorporación de un sindicato caducaba si más del 50% de los asociados se paréntesis pertenecen a la ciudad de Buenos Aires.
oponía a la afiliación. Véase Carlos Fayt, La naturaleza del peronismo, Buenos Aires, Virachocha, 7 Juan Carlos Torre, op. cit., p. 157.
1967, p. 134. 8 Félix Luna, El 45. Crónica de un año decisivo, Buenos Aires, Sudamericana, 1971, p. 415.
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en sectores reducidos de las clases media y alta. Prestigiosos caudillos conserva- El hecho de denominarse “Peronista” buscaba dejar en claro que su exis-
dores se incorporaron a la alianza electoral, aunque el Partido Conservador no tencia se debía a la acción de un único líder y su configuración era un instrumen-
tuvo una actitud uniforme y esto provocó una escisión en sus filas.9 También se to de su expresión política y no de un partido o coalición de partidos. Perón dejó
logró el apoyo de los llamados Centros Cívicos que, si bien era habitual que sur- de actuar como el Primer Afiliado y pasó a ser el Jefe Supremo del Movimiento,
giesen antes de una elección para apoyar a un candidato, en ese momento adqui- dejando en claro quién era el verdadero vencedor de la elección de febrero.
rieron una relevancia significativa. Éstos formaron el Partido Independiente. También quedó definido que las rivalidades en el partido podían producirse entre
tendencias, pero siempre en un nivel inferior, sin implicarlo directamente a él.
Los conflictos Si bien Perón parecía disponer de un poder casi absoluto sobre el PP, den-
tro de éste existió una conformación más compleja durante sus primeros años de
El único acuerdo indiscutible fue la candidatura de Perón a la presidencia, existencia, y él se vio en la necesidad de negociar con actores partidarios que,
de ahí para abajo todos los lugares en las listas fueron cuestionados: los laboristas también, controlaban recursos de poder. El PP se hallaba en medio de una nebu-
objetaron la inclusión de los radicales y la consecuente distribución de candida- losa de grupos y organizaciones, de fronteras mal definidas e inciertas, entre orga-
turas. Los laboristas no querían aceptar una alianza con quienes de alguna manera nizaciones formalmente autónomas que integraban el movimiento. Todas las
encarnaban a la vieja política caracterizada por exclusiones y fraudes, situación decisiones aparecían teñidas por las distintas instancias organizativas que busca-
que se sentían llamados a desterrar. Ambas fuerzas se mostraban irreconciliables ban lograr un equilibrio entre las fuerzas coaligadas. La decisión de que fuera en
respecto de varios puntos. El contraste se daba entre los laboristas que, aun siendo última instancia quien determinase la línea a seguir desfavorecía un reforzamien-
vírgenes en política, habían protagonizado ásperas luchas sindicales y se sentían to de la organización que, de existir, inevitablemente sentaría las bases para una
representantes de un fenómeno original, renovador, revolucionario, exento de “emancipación” del partido de su control.11 Un líder carismático de las caracte-
ataduras y compromisos con el pasado. En cambio, los renovadores sólo podían rísticas de Perón tiende a desalentar, por vías y motivos diversos, la instituciona-
aportar la reiteración, ya fatigosa, de formas cívicas utilizadas anteriormente, ade- lización.12 Esta actitud ambivalente signa los primeros años del PP al manifestar
más de la exaltación de la tradición yrigoyenista.10 Pero también, tupidas redes un divorcio entre, por un lado, una actitud aparente en la búsqueda de una fuerte
clientelares en el interior del país. organización, contrarrestada por una acción de mayor control.
El 4 de junio de 1946 Perón asumió la presidencia de la Nación en medio Los enfrentamientos internos para las elecciones de 1948, tanto para la
de una importante crisis dentro de la coalición electoral. Sólo los unía un impe- renovación de diputados como de convencionales para la reforma constitucional,
rativo de fidelidad al líder. Estos conflictos no lo involucraron directamente dan cuenta de la generación de una nueva, aunque tímida, forma de acatamiento
–puesto que tuvieron como objetivo los segundos, terceros o cuartos puestos del a la existencia de las otras subunidades dentro del partido. Antes de estas eleccio-
poder– pero podían llegar a afectar la gobernabilidad. Los constantes choques lo nes, señala Mackinnon, el enfrentamiento se expresaba en términos de la cons-
convencieron de la necesidad de crear un partido que las unificara: el Partido trucción de un partido obrero con base en los sindicatos versus un partido más
Único de la Revolución Nacional. Esta decisión tampoco estuvo exenta de nue- clásico con base en los comités políticos; para aparecer –a mediados de ese año y
vos y muchas veces violentos conflictos, que derivaron en la creación del PP pro- aunque las diversas fuerzas internas continuaran enfrentadas– mecanismos de
piamente dicho en enero de 1947. Esto implicó no sólo un cambio de nombre, transacción alternativos dentro de la estructura del partido. Ésta estuvo atravesada
sino también la discusión en torno a las afiliaciones, la Carta Orgánica y un por una bochornosa elección interna que devino en la intervención del partido
nuevo reparto de poder. en todo el país. En las elecciones comienza a delimitarse más definidamente la

9 Manuel Mora y Araujo e Ignacio Manuel y Llorente (comps.), El voto peronista. Ensayos de socio- 11 Ángelo Panebianco, Modelos de Partido, Organización y Poder en los Partidos Políticos, Madrid,
logía electoral argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1980, pp. 289-290. Alianza Universidad, 1990, p. 136.
10 Félix Luna, op. cit., p. 397. 12 Ibid.
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representación por sectores: trabajadores y políticos. Se produce una mayor acep- tampoco, el hecho de que el gobierno hiciera lo suyo para que las mujeres votaran
tación de una representación proporcional. Es decir, poco a poco se fue perfilando por primera vez cuando considerara que estaban “preparadas” para hacerlo. Es decir,
la existencia de dos caminos en torno de la representación partidaria. Por un lado, organizadas fuertemente en un partido que las incluyera y que no generara sorpresas
los sindicalistas comenzaron a presionar por sus intereses en tanto trabajadores; los en una elección. La ley no dejaba de ser una suerte de salto al vacío, pues no se sabía
políticos, en tanto políticos y no como representantes de los laboristas o renova- cuál sería el comportamiento electoral de quienes conformarían el cincuenta por
dores respectivamente. Mientras tanto, se hacía cada vez más visible un nuevo ciento del padrón. Además, era probable que se buscara establecer como un hito
actor constitutivo de las bases de representación peronista: las mujeres, primero de histórico que la primera vez que las mujeres votaron, lo hicieron (y masivamente)
forma espontánea y luego organizándose en centros cívicos femeninos, al tiempo por Perón. Pero para eso era necesario realizar una reforma en la Constitución
que se perfilaba cada vez con más fuerza la presencia de Eva Perón. Nacional que habilitara a éste a ser elegido para un segundo mandato consecutivo.
Si la sanción de la ley de sufragio había sido la coronación de Evita, la reforma de
La nueva actriz política la Constitución fue el signo más acabado del poder y la influencia que llegó a tener.
Ella no era una convencional constituyente; sin embargo, acerca de determinadas
Algunas características de su liderazgo ayudan a entender las claves de cuestiones tomó decisiones como si lo hubiera sido, ejerciendo su poder, incluso,
organización del peronismo femenino. Eva Perón alcanzó un poder impensado para por encima de la misma Asamblea; a lo que se agregó la inclusión de un articulado
una mujer a mediados del siglo XX. El liderazgo de Perón ya estaba establecido propio en la Nueva Constitución.13
cuando asumió la presidencia de la Nación, y el de Eva se fue desarrollando a lo
largo de su mandato. Ella ejerció un fuerte liderazgo carismático dentro del movi- El peronismo femenino
miento peronista a partir de una serie de roles informales y fuera de toda estruc-
tura política, pues no ocupó ningún puesto oficial en el gobierno. Era la persona En 1949 se organizó la primera Asamblea Nacional del PP, que buscaba
de mayor confianza del líder, su delegada, y celosa guardaespaldas. Mientras él se proyectar las bases para la organización definitiva del partido. La cuestión prin-
ocupaba de los asuntos del gobierno, ella tomaba a su cargo la actividad política cipal era el espacio que se les asignaría a los distintos sectores que integraban el
del peronismo. El único que tenía poder sobre Evita era Perón, y ella sólo reconocía peronismo, es decir, a los políticos y los gremialistas;14 aunque, en un primer
su autoridad. Eva Perón podría haber circunscripto su rol de primera dama a momento, nada se decía acerca del que ocuparían las mujeres. En las etapas pre-
acompañar al Presidente o a realizar tareas de beneficencia. Pero dio un paso más vias a la organización del PPF se aprecian una suerte de acuerdos y conciliaciones
y organizó y presidió una fundación de ayuda social cuyo objetivo era paliar las previas que desembocaron en lo que sería la futura organización femenina. Las
necesidades del pueblo, aunque constituyera, también, un instrumento político formas de elección de los representantes dan la pauta de los mecanismos de poder
invalorable y se convirtiera en una fuente de disputas políticas y de conflictos con que se utilizaban hacia mediados de 1949; los delegados del PP fueron elegidos
otros poderes del Estado. Desde mediados de 1947, el peronismo, a diferencia de directamente por los interventores partidarios, y en su mayoría eran diputados
otros movimientos y partidos pudo albergar en su seno un liderazgo doble y com- provinciales, ex convencionales nacionales, afiliados con cargos en los organismos
partido, situación por demás novedosa. partidarios provinciales y hombres con actividad partidaria que pudieran hacer
La situación política de la mujer cambió notablemente durante el primer un “aporte positivo a la asamblea”.15 En cambio, las delegadas eran mujeres conocidas
gobierno peronista a partir de dos hechos esenciales. El primero, la aprobación de Evita o de gente cercana; en general, obreras, empleadas, presidentas e integrantes
de la Ley de Sufragio Femenino en 1947 –y la consecuente oportunidad de que
las mujeres votaran y fuesen votadas– tuvo una implicancia simbólica para el
peronismo: la coronación de Evita como la promotora indiscutida del ingreso de 13 Sobre este tema, véase Carolina Barry, Evita Capitana, el Partido Peronista Femenino, 1949-1955,
las mujeres a la política; el segundo, la creación del PPF, que buscó su incorpora- Buenos Aires, Eduntref, 2009, cap. 2.
ción masiva. Las mujeres votaron recién cuatro años después debido a una mezcla de 14 La Nación, 12 de mayo de 1949.

diversos factores, tanto culturales como organizacionales y políticos, sin despreciar, 15 El Día (La Plata), 6 de junio de 1949.
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de los centros cívicos femeninos, de la Fundación Eva Perón, universitarias y pro- circunscripto a una entidad más o menos organizada y presidida formal o simbó-
fesionales. El 25 de julio de 1949 se realizó la ceremonia inaugural en el Luna licamente por la esposa del presidente de la Nación. Pero esto no sucedió, pues
Park, y Eva Perón se sentó en la primera fila junto a las principales personalidades también entró en juego el liderazgo que había adquirido Eva Perón a lo largo de
del gobierno, pero no en su rol de primera dama sino en el de la líder de una fuerza estos años, que la llevó a organizar un partido político exclusivo de mujeres, des-
política en ciernes. vinculado del CSPP y que le respondería sin ningún tipo de miramientos.
Lo más importante y sustancial del acto fue que las mujeres compartieron ¿Cuál fue la táctica de organización empleada tanto en el ámbito nacional
una actividad partidaria con los mismos derechos y obligaciones que los hombres, como en el provincial, y sobre qué base se decidió la selección de las que serían
tal como Perón se ocupó de destacar al inicio de su discurso.16 Como corolario dirigentes del Partido (teniendo en cuenta que no contaban con una tradición y
se acordó que el PPF se desarrollase autónomamente dentro de las fuerzas peronistas experiencia de participación política, como sucedía con los hombres)? No era una
y desvinculado del Consejo Superior; aunque Evita, su presidenta, participara de tarea sencilla comenzar de cero. ¿O sí?
dicho Consejo, y aunque el PPF formase parte del movimiento peronista junto
con el PP y la CGT. No se denominaría “rama” sino “partido”, para evitar ser La organización
considerado una parte accesoria o una derivación del PP. Las mujeres debían
organizarse políticamente siguiendo un único camino: la unidad del movimiento El PPF se caracterizó por tener una estructura centralizada, dominada por
femenino peronista al servicio del líder y de la Nación, y sólo podían aspirar a el principio de obediencia al mando, en la que la simbiosis entre la organización
convertirse en sus colaboradoras. Por otra parte, no existirían corrientes internas, y la líder fundadora fue total y absoluta. Ella decidió cómo sería la formación y
y debía ser depuesta toda ambición personal, pues “atentaría contra la unidad, la estructura del partido y quiénes ocuparían los puestos clave. Esto disipó la
contra la revolución, contra el pueblo y por ende contra Perón”. La experiencia posibilidad de divisiones faccionales susceptibles de un encuadramiento promo-
de los fuertes conflictos dentro del PP motivó la toma de algunas decisiones que cionando a tal o cual persona para ocupar el puesto de delegada. La elección se
sólo se entienden en ese contexto. Evita, en su discurso de apertura, encuadró y hizo a partir de la selección personal que realizó Eva Perón de cada una de ellas
marcó los límites de la actividad partidaria femenina y la primera circular orga- y del establecimiento de lazos personales, otra de las características del liderazgo
nizativa dio cuenta de ello: las mujeres peronistas debían tener como “gran ideal carismático, lo que obligó a desarrollar actitudes fuertemente conformistas y
el de la Patria; como único líder, Perón, y como única aspiración política: servir reverenciales para obtener su favor. Estas conductas iban desde el exceso en los
a las órdenes de Evita”.17 Las mujeres ingresaban a la política con las limitaciones ditirambos hasta la constante y detallada información sobre el partido femenino
propias de su género y la pertenencia a un partido de características carismáticas. y masculino, los gobiernos provinciales, comunales, etc. Evita buscó que estas
¿Por qué se las sumó separadas de los hombres? ¿Hubieran tenido cabida mujeres se adecuaran a su voluntad y le fueran absolutamente leales. Ninguna
como sector sindicalizado dentro de los laboristas, o como sector político, den- delegada censista era enviada a su provincia o lugar de origen, para evitar así la
tro de los renovadores? Desde el ámbito sindical era poco probable que se las conformación de caudillas, y hasta tenían prohibido estar en contacto, aunque
incorporase, si tenemos en cuenta que el censo del año 1947 marcaba que sus más no fuera telefónico, con las delegadas de otras provincias. Las delegadas eran
niveles de participación en el mercado de trabajo y en los sindicatos no eran sig- una suerte de interventoras y llegaron a tener, en algunas circunstancias, más
nificativos, por lo cual mal podrían encuadrarse en el ámbito laborista-sindical. influencia que el gobernador de las provincias donde trabajaban. Se autoprocla-
Pero tampoco podía asociárselas con los renovadores; no podían quedar presas de maban representantes directas de Evita más que del Partido, lo que era cierto,
estas luchas intestinas entre sectores. Sin embargo, el PPF podría haber quedado pues habían sido elegidas directamente por ella para que la representasen perso-
nalmente: allí radicaba la naturaleza de su poder. Las afiliadas y simpatizantes las
seguían en tanto se las identificaba con la líder.
16 Esta cita y todas las referentes al discurso de Perón del día 25 de julio de 1949 fueron extraídas El PPF, a diferencia del PP, se organizó a partir de una táctica política de
de La Nación, 26 de julio de 1949. penetración territorial consistente en un “centro” que controlaba, estimulaba y
17 Movimiento Peronista Femenino, Presidencia, Circular N° 1, octubre de 1949. dirigía el desarrollo de la periferia; es decir, la constitución de los mandos locales
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e intermedios del partido. Este tipo de desarrollo organizativo implica –por defi- su rol desde la unidad básica con tareas domésticas. Sin lugar a dudas, se encaró
nición, y siguiendo a Panebianco– la existencia de un “centro” suficientemente una tarea netamente política, por más que se la intentara teñir con otros adita-
cohesionado desde los primeros pasos de la vida del partido. Con esta estrategia mentos y que la misma Evita –probablemente sabiendo las resistencias que pro-
de penetrar el territorio, a mediados de octubre de 1949, Evita eligió 23 mujeres, vocaba– buscara disimularla llamándola sólo “acción social”.
una por provincia o territorio. A diferencia de lo que sucedió con el partido de El ingreso de hombres estaba prohibido en estos gineceos modernos. Este
los hombres, el PPF se organizó con una rapidez llamativa, producto del trabajo celo buscaba impedir cualquier injerencia del PP en el PPF y al mismo tiempo
frenético de Evita, pero también del buen ojo que tuvo al elegir a sus infatigables para resguardar la reputación de las mujeres. El PPF buscó movilizar e incorporar
colaboradoras. a la vida política a las mujeres como grupo social específico, más allá de sus con-
Eva Perón impidió, con éxito, cualquier posibilidad de línea interna o de diciones de clase. No era ésta una tarea sencilla, y comenzó a tallar un discurso
formación de caudillas, como ella las llamaba, a partir de una serie de medidas. artificioso18 que, con arte y habilidad, a través de la sutileza generaba cautela. En
De cualquier manera, más allá del control que Eva Perón ejercía, tampoco estaba él se intentó suavizar el impacto que provocaría su ingreso en la vida política: así,
en el ánimo ni de las delegadas ni de las subdelegadas formar líneas o facciones las mujeres no estaban en un partido sino en un movimiento; no se las afiliaba,
que pudieran remotamente disputarle el poder a Evita; de existir este tipo de nuclea- se las censaba; ellas no hacían política sino acción social. La principal función de
mientos, era con el fin de ganarse una mayor preferencia de la líder. En definitiva, las mujeres, siempre, era ocuparse del hogar; sin embargo, las funciones partida-
la única aspiración política que podían tener estas mujeres era servir a las órdenes rias y políticas muchas veces prevalecieron sobre las hogareñas. Lo cierto es que
de Evita, dejando de lado cualquier tipo de aspiración personal, aunque el contacto estaban convocadas a afiliarse a un partido justamente para hacer política en una
estrecho o contar con su confianza y sus bendiciones constituían una aspiración organización celular partidaria, llamada unidad básica femenina: una “prolonga-
en sí misma. ción del hogar”.
La naturaleza de este liderazgo generó también diferentes percepciones
sobre las prácticas políticas entre el PP y el PPF. Mientras los hombres “hacían ¿El treinta y tres por ciento?
política”, las mujeres se sentían parte de una especie de misión mística. Esta situa-
ción era alimentada por la presidencia del partido, que empleaba un vocabulario El PPF contó con una estructura política propia, compuesta por una
rayano al religioso. Las delegadas –“apóstoles de la doctrina peronista”– predicaban Comisión Nacional que comenzó a funcionar dos años después de su creación y
la “verdad peronista”. Las censistas, imbuidas por este celo misionero, no reparaban de la que Evita era presidenta, pero que en los hechos carecía de poder. El PP
en horarios y soportaban extenuantes jornadas de trabajo. Los lazos de lealtad que masculino tenía también su propia estructura organizativa, el Consejo Superior
unían a la líder con las delegadas y las subdelegadas produjeron una relación política del PP (CSPP), del que formaban parte Evita y Perón, por supuesto. Sin embar-
derivada del “estado de gracia”; así, ellas formaban parte de la misión que, según sus go, el CSPP no tenía ningún tipo de injerencia sobre el PPF, salvo cuando adop-
seguidoras, la líder estaba destinada a cumplir: salvar a las mujeres y a los humildes. taban medidas en conjunto, como ser las listas de candidatos para las elecciones.
Hubo una política diferenciada para hombres y mujeres, y sus prácticas en En el PPF, el único modo de hacer carrera era adecuarse a la voluntad de la líder.
las unidades básicas fueron muy diferentes. Las femeninas fueron el ámbito de Así lo demuestra la selección de candidatas para ocupar puestos de legisladoras
socialización y congregación de mujeres peronistas, y formaban parte, además, de nacionales y provinciales en la primera elección de 1951. La estructuración sepa-
la táctica política de penetración territorial del PPF. Su composición y jerarquía rada por sexos llevó a resolver el problema de las candidaturas y la ocupación de
interna, sus estructuras edilicias, los estilos de captación de prosélitos eran bien cargos electivos de maneras diferentes.
diferentes de los masculinos. El partido masculino se ajustaba a las formas tradi- Los candidatos de ambas ramas no surgieron por votación directa de sus
cionales de hacer política: afiliación, discusiones, asados, etc. Las mujeres apun- afiliados. En el partido masculino, las pujas internas y el control de zonas de
taban a la afiliación pero también a la capacitación y la ayuda social. Si bien se
las interpelaba en tanto madres, al mismo tiempo se las convocaba a participar
18 Carolina Barry, Evita Capitana, op. cit., p. 248.
activamente fuera del hogar, sin descuidar sus deberes femeninos y potenciando
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poder permitían dirimir los puestos en las listas. Las censistas ocupaban dentro acto eleccionario, obligaron a Perón a recurrir a una dirección colegiada que lle-
de la estructura partidaria el mismo lugar que los demás miembros, y el hecho de vara adelante las huestes femeninas. En 1954, Delia Parodi asumió como presi-
ser delegadas no significó que fueran jefas de ninguna sección o grupo que les denta y debió salvaguardar el espacio ganado por las mujeres que tanto los inte-
permitiese postularse electoralmente. Las candidatas fueron elegidas en pos de un grantes del PP como de la CGT, ansiosos, querían aprovechar.
cupo acordado por la misma Evita con la autoridad del Consejo Superior En sus últimos años, el peronismo experimenta un lento, sinuoso, confuso
Peronista, es decir, Perón. Y una vez establecido ese cupo se incluyeron sus nombres. y pronto truncado proceso de institucionalización de las tres ramas, que cobra,
Se las buscó leales, peronistas, obedientes, trabajadoras y sin ambiciones personales. incluso, una fuerza simbólica. Esta integración se reflejó en la asignación de cargos
Además, a diferencia de los hombres, cada mujer fue estudiada hasta en sus en las Cámaras. En 1953, Delia Parodi fue nombrada vicepresidenta primera de
“mínimos detalles”,19 vale decir, lealtad y cualidades morales. El número de la Cámara de Diputados, una de las primeras mujeres en el mundo en ocupar un
mujeres electas fue altísimo y excepcional si se lo compara con otros países. cargo de tan alto nivel.20 El presidente era Antonio J. Benítez, por el PP; el vice-
Aunque no se llegó al mentando 33%, esas cifras no volvieron a producirse hasta presidente segundo, José Tesorieri, por la CGT. En forma simultánea, en el
fines del siglo y bajo el amparo de la Ley de Cupos. Las mujeres ocuparon puestos Senado, Ilda Leonor Pineda de Molins ocupó el cargo de vicepresidenta segunda,
en las listas con posibilidades reales de ser elegidas, pues todas las candidatas también primera mujer en ocupar ese cargo. La presidencia provisional la ocupó
resultaron electas. Sin embargo, fueron considerablemente menos, comparadas con Alberto Iturbe y la vicepresidencia primera, Juan Antonio Ferrari, por la rama
los candidatos varones. política y gremial respectivamente. Durante la campaña electoral para la vicepre-
Evita, por su parte, remarcaba que las mujeres no debían aspirar “a los sidencia de Alberto Tesaire, el candidato recorrió el país entero junto al delegado
honores sino al trabajo”. Si la líder había renunciado a la candidatura a la vicepre- general de la CGT, Vuletich, y a Delia Parodi. Los tres aparentaban tener la misma
sidencia de la Nación, cargo por demás merecido, en pos de “objetivos políticos jerarquía política y daban la pauta de ser las cabezas visibles de los tres sectores,
más importantes”, con “su ejemplo”, ayudó a justificar la selección de determinadas aunque Tesaire, en tanto vicepresidente de la Nación, tenía otras prerrogativas.
mujeres y no de otras para ocupar los cargos de legisladoras nacionales y provin-
ciales que en muchos casos pelearon por un puesto. Esta situación las dejaba, de Consideraciones finales
hecho, fuera de todo tipo de competencia.
En menos de dos años de ardua tarea, el PPF logró su objetivo político Una de las características del peronismo es la de haberse constituido como
más importante: la reelección de Perón para un segundo período presidencial. integrador de los sectores antes ausentes de la escena política. La integración polí-
Las mujeres superaron en cantidad de votos peronistas a los varones en todos los tica de los trabajadores fue posible gracias a la formación del Partido Laborista y
distritos. Estos altos índices fueron superados en las elecciones de 1953 y 1954. luego del PP; y de las mujeres, a través de la sanción la Ley de Sufragio Femenino
La muerte de Evita cambió las reglas de juego, no sólo del PPF sino del peronismo. y la creación del PPF. Sin embargo, los sumó separados, producto de varias cir-
El tema principal que se planteaba era cómo sustituir todos los roles que ella cunstancias. Por un lado, el conflictivo escenario que presentaba el PP en sus años
había desplegado, y los mecanismos de decisión absorbidos por ella. Su muerte iniciales hacía casi impensable integrarlas en dicha estructura; por otro, y simul-
hizo entrar en juego de manera más acabada el ejercicio del liderazgo de Perón táneamente, el ascendente papel protagonizado por Eva Duarte de Perón como
en el partido de las mujeres, zona reservada en exclusividad a Evita. Buscó frenar una dirigente política poderosa. Su liderazgo, la inexperiencia política de las
el proceso de institucionalización del partido mostrándose como cabeza de éste, mujeres y la difícil situación imperante en el PP, llevaron a la conformación de
intentando anular las posibles rivalidades internas en la organización femenina en un partido político singular que como tal funcionó poco más de dos años.
disputa por la sucesión. Pero la imposibilidad de conducir el partido como lo El PP nació a partir de una coalición heterogénea cuyo fin político era la
había hecho Evita, sumada a la tarea gubernativa y la inminencia de un nuevo lucha electoral que llevaría a Perón a la presidencia de la Nación. En cambio, el

20 Marta Raquel Zabaleta, O Partido das Mulheres Peronistas: história, característica e conseqüencias
19 Democracia, 24 de febrero de 1951. (Argentina 1947-1955), San Pablo, Estadual de Maringá , 2000, p. 15.
372 CAPÍTULO V El peronismo político, apuntes para su análisis (1945-1955)

PPF nació como rama de este partido originario, pero con dos fines: encauzar la
emergente movilización política de las mujeres, que aún no habían votado y
lograr la reelección de Perón para la segunda presidencia.
El peronismo político, luego de conflictivas instancias organizativas,
quedó constituido por el PP, el PPF y la CGT. Las tres fuerzas eran independientes
unas de las otras, pues en lo inmediato se ocupaban de sectores diferentes y de
problemas distintos, aunque persiguieran los mismos objetivos generales. La
acción política se comenzó a desplegar en conjunto con los presidentes de las tres
ramas. La posibilidad de crear una organización que pudiera contener la diversidad CAPÍTULO VI
social y política de los integrantes se resolvió apelando al reconocimiento de sus
diferencias. Pero también, a la aceptación de los nuevos liderazgos que surgieron
en el seno del peronismo. El Partido Laborista y el Renovador fueron desapare- 1955-1976
ciendo y su lugar fue ocupado por los sindicalistas, los políticos y las mujeres. La alternancia de los gobiernos civiles y militares.
El partido militar y el peronismo.
La influencia de las doctrinas extranjeras
B IBLIOGRAFÍA sobre las Fuerzas Armadas

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CAPÍTULO VI 375

1955-1976 L A ALTERNANCIA DE LOS GOBIERNOS CIVILES Y MILITARES .


EL PARTIDO MILITAR Y EL PERONISMO. L A INFLUENCIA DE LAS DOCTRINAS
EXTRANJERAS SOBRE LAS F UERZAS A RMADAS

Las Fuerzas Armadas en misión imposible:


un orden político sin Perón

M ARÍA M ATILDE O LLIER


UNSAM / UBA

Excluir al peronismo (1955-1966)

Desde la óptica de la institución militar, la relación de las Fuerzas Armadas


con Juan Perón y su movimiento entre 1955 y 1976 atraviesa dos ciclos. El primero
abarca desde aquella fecha hasta 1966, y el segundo comienza con la Revolución
Argentina, que desemboca en el regreso del justicialismo al gobierno luego de su
larga proscripción. El lapso iniciado en 1955 encuentra en las Fuerzas Armadas dife-
rencias internas en torno a qué hacer con el peronismo, sobre la base de un acuerdo
común: construir un orden político que excluya al jefe del movimiento.
El golpe de Estado que desaloja a Perón de la presidencia encuentra dos
posiciones respecto de su movimiento. Bajo el general Eduardo Lonardi, el pero-
nismo podía formar parte del nuevo régimen, así, el día de su asunción, dos diri-
gentes sindicales Andrés Framini y Luis Natalini ocupan el palco junto a él.1 El
primer proyecto de un peronismo sin Perón dura escasos dos meses, pues las
Fuerzas Armadas no están dispuestas a permitir su participación en la arena políti-
ca. De ahí que su sucesor, el general Pedro E. Aramburu, inaugure el proceso de
desperonización, fundado en la represión del movimiento. Pero el desencuentro en
el interior de las Fuerzas Armadas acerca de qué hacer con el peronismo va en
paralelo a otro, en el interior de la clase política; me refiero a la división del radi-
calismo. Como resultado de esa escisión, en la UCRP con Ricardo Balbín a la cabeza,
y en la UCRI comandada por Arturo Frondizi, se rompe el pacto de proscripción,
cuando Perón y Frondizi firman el pacto de Caracas.

1 Tulio Halperin Donghi, La democracia de masas, Buenos Aires, Paidós, 1986.


376 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 377
un orden político sin Perón

Frondizi alcanza, con los votos peronistas, la presidencia de la República, en la premisa la inclusión de Perón durante el lapso 1943-1955. Esto implica asi-
con una propuesta de reconstrucción del orden político, más cercana a la de milar lo militar con lo popular al quedar selladas, en Perón, dos figuras: trabajador
Lonardi: un peronismo sin Perón. Las Fuerzas Armadas, al igual que la UCRP, y general. Perón encarna la unión Pueblo-Fuerzas Armadas. Semejante colocación
no están dispuestas a perdonar al presidente intransigente su traición.2 Sus virajes histórica funda una esperanza: la eventualidad de su repetición en algún otro
en relación al peronismo llevan a que su gestión se vea jaqueada por la treintena general. ¿Qué representa Lonardi acaso? Con este trasfondo, al confiar a los mili-
de “planteos” militares hartos nombrados. Vetar el triunfo de la fórmula Framini- tares, luego de 1959, la tarea de garantes, ya no de un determinado proceso polí-
Anglada en la provincia de Buenos Aires, constituye la prueba del infortunio de tico-institucional sino de la civilización misma, se los sitúa por encima de la
sus maniobras para usar al peronismo a favor de la acumulación de poder en sus sociedad y se introduce la necesidad de una violencia organizada en la textura del
manos. pensamiento y de la acción política. De ahí que la guerrilla peronista refuerza el
El malogrado plan de Frondizi obliga a la institución militar a rediscutir posible ensamble peronismo/comunismo. De ahí que “el estudio de esa nueva
la proscripción del peronismo. El enfrentamiento entre azules y colorados, bajo forma de guerra, la lucha contrarrevolucionaria, ocupó en adelante un lugar prefe-
el interregno de José M. Guido, refleja ese desencuentro en el interior de los rencial en la formación de los oficiales”.3 Guerra y política van de la mano en la
hombres armados. Los dos bandos encierran perspectivas diferentes sobre el conservación del orden doméstico. La institución militar, al tiempo que se entrena
peronismo, que se ensambla ahora con la cuestión comunista. Si para los azules para gobernar el país se prepara para derrotar al enemigo interno. En esas condi-
el peronismo constituye el freno al comunismo, para los colorados, el movimiento ciones llegan a 1966.
popular resulta una puerta abierta que lo invita a pasar. El triunfo de los azules Ahora bien, lo militar como constitutivo del campo político se une de
paradójicamente es seguido por la victoria de un presidente partidario de la facción manera diferente, he aquí la segunda consideración, al descreimiento de las
adversaria, Arturo Illia. Qué hacer con el peronismo que continuaba siendo un potencialidades de la democracia y de la política en tanto procedimientos, cuyas
problema insoluble para las Fuerzas Armadas. consecuencias fueron que los miembros de las elites construyeron sus alianzas en
un terreno sin ley. A aquella desconfianza contribuyó la incapacidad de los par-
Rasgos del régimen político post 1955 tidos para ser mediadores del conflicto social, para convertirse en los protagonistas
centrales de la vida política,4 para reconocerse entre ellos como interlocutores y
La imbricación entre civiles y militares en la democracia argentina comienza por lo tanto conformar un sistema de partidos como tal,5 pese a su precariedad
en 1930, principalmente a partir de que el general Agustín P. Justo resulta electo institucional.6 Estas carencias no impiden, sin embargo, descubrir su fortaleza
presidente. De ahí que para comprender las posiciones de las Fuerzas Armadas individual,7 su peso desde el punto de vista electoral,8 y la considerable incidencia
luego de 1955 se requiera entender los rasgos del régimen político del cual forman de los caudillos. Siendo ellos, Balbín, Frondizi, Alende, Perón, quienes junto con
parte. De este modo, propondré hacer un breve desvío, a partir de cinco consi- otras figuras claves de las corporaciones armada y sindical (Augusto Vandor, José
deraciones, con el fin de mostrar esa imbricación civil-militar que termina con la
decisión de la Fuerzas Armadas de hacerse cargo del Estado argentino en 1966.
La configuración del espacio de la política hacia la década de 1960, primera
consideración, se caracteriza por lo militar como constitutivo del campo y de la 3 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, 1943-1973, Buenos Aires,
cultura política. Ello significa la presencia concreta de los hombres de las Fuerzas Emecé, 1978, p. 158.
Armadas en el gobierno de la República –con o sin consenso popular–, arriesgando 4 Liliana de Riz, “Partidos políticos y perspectivas de consolidación de la democracia: Argentina,
Brasil y Uruguay”, en Documento de trabajo, Nº 2, Buenos Aires, CLACSO-CEDES, 1987.
5 Andrés Thompson, “Los partidos políticos en América Latina. Notas sobre el estado de la
temática”, en Documento de trabajo, CLACSO-CEDES, s/f.
2 Catalina Smulovitz, Oposición y gobierno: los años de Frondizi, tomos I y II, Buenos Aires, CEAL, 6 Oscar Landi, “La trama cultural de la política”, Buenos Aires, CEDES, 1987, mimeo.
1988; en este trabajo la autora desarrolla la relación entre la UCRP y la UCRI durante el gobierno 7 Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y Democracia (1955-1983), Buenos Aires, CEAL, 1983.
de Frondizi, mostrando las posiciones contestatarias de la primera. 8 Oscar Landi, op. cit.
378 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 379
un orden político sin Perón

Alonso, Lorenzo Miguel, José Rucci, Alejandro Agustín Lanusse, Pedro Eugenio peronista. De otro modo ¿cómo se explica la presencia de Augusto Vandor en el
Aramburu, entre otros) negocian, pero también disputan, la articulación de una palco junto al general Juan C. Onganía el día de su asunción? Pero desperonizar
opción política de salida a la grave crisis por la que atraviesa el país al iniciarse los al sindicalismo va a constituir, para las Fuerzas Armadas, una misión imposible.
años setenta. Con la Revolución Argentina comienza el segundo ciclo o la segunda respuesta a
En esta configuración política, cuarta consideración, la figura de Perón qué hacer con el justicialismo. De ahí que los tres recambios presidenciales, Juan
adquiere un lugar singular. Sigal y Verón sostienen que existe una ausencia de la C. Onganía, Marcelo Levingston y Alejandro Lanusse, expresen los avatares para
figura de Perón.9 Sin embargo a partir de 1969 semejante ausencia halla en con- lidiar con el peronismo, incluido Juan Perón, a partir de 1968.
trapartida una fuerte presencia de su imagen y las frecuentes visitas que recibe de El arribo de Onganía goza de un consenso que le permite transitar sin
activos dirigentes, lo cual le permite negociar, proponer o rechazar acciones políticas. mayores sobresaltos sus primeros dos años de gestión. A partir de allí una inédita
Por todo esto, su ausencia física halla la presencia de quienes invocando una iden- dinámica social contestataria comienza a jaquear el proyecto de los tres tiempos
tidad peronista influyen o condicionan la actividad política concreta. Por lo tanto, planteados por el Presidente. En este nuevo escenario participan, además, un sindi-
desde mi perspectiva, Perón está y no está dentro de la escena política argentina. calismo dividido entre el gobierno y Perón, una guerrilla urbana con capacidad
La quinta consideración remite a la ciudadanía y al tipo de participación plebisci- para incidir en la marcha de la política, partidos que enfrentan el fracaso de la
taria que acompañó la actividad política, que implicó aprobación, o no, de pro- proscripción y la creciente influencia de Perón. No obstante, Onganía mantiene
puestas antes que participación en las decisiones.10 su intransigencia frente al peronismo, y su líder, e intenta acercamientos tácticos
La peculiar y decisiva intervención de los hombres armados en la vida hacia las figuras sindicales (participacionistas) más propensas a su estrategia.
pública encuentra entonces en el reverso de la moneda, el desprestigio de los polí- El año 1969 es testigo de una violencia social y armada que pone al gobierno
ticos, la debilidad partidaria, el peso de los caudillos, el escaso desarrollo de la ante un dilema: ¿cuánto más puede prolongarse el primer tiempo? El “Cordobazo”
participación y el descrédito de la democracia. Si a ello añadimos la forma particular prefigura la caída de Onganía y simboliza “una revuelta aunque organizada no
en que la economía y la política se han interconectado a través de la figura del coordinada a nivel nacional, con nuevos líderes, capaz de atraer y combinar sec-
Estado,11 las Fuerzas Armadas desde el Estado garantizan la construcción de la nación, tores sociales y políticos diversos, dirigida no sólo contra el régimen militar sino
su conservación histórica y los aspectos que demandan cambios. Ésta es su situación objetando y obviando a las direcciones tradicionales del movimiento obrero y de
con la llegada de la Revolución Argentina. las fuerzas políticas”.12 El clima de efervescencia popular, que tiene como epicentro
al interior del país, al ser reprimido desde el Estado, favorece las posibilidades de
La fundación de un nuevo orden (1966-1971) Perón de incidir en la política nacional. A ello se suma el secuestro de Aramburu,
por parte de Montoneros. Sin embargo, Perón evalúa que no están dadas las condi-
La serie de experimentos fracasados para construir un orden político en ciones para su regreso, dada la dispersión peronista, donde el sindicalismo, luego
medio de un mundo bipolar conduce a las Fuerzas Armadas a un ensayo inédito: de los asesinatos de Vandor y de Alonso, todavía oscila entre acordar con Onganía
hacerse cargo del Estado para cambiar la estructura económica argentina en su o con el viejo conductor.
primer tiempo, la social a continuación y, finalmente, iniciar el último tiempo, el Pero el tiempo del Presidente se ha agotado pues resulta incapaz de profun-
político. Con el sindicalismo pero sin el peronismo, o con un sindicalismo no dizar el proyecto original. El recambio obedece al desprestigio alcanzado por
Onganía, a su falta de flexibilidad política frente a circunstancias sociales cam-
biantes (él cree cabalmente que el viejo sistema de partidos ha muerto) y al temor
9 Silvia Sigal y Eliseo Verón, Perón o Muerte. Los fundamentos discursivos del fenómenos peronista, que infunde, en los militares, la creciente generalización del descontento social y
Buenos Aires, Legasa, 1986.
10 Vicente Palermo, “Democracia interna en los partidos: las elecciones partidarias de 1983 en el

radicalismo y justicialismo porteños”, en Hombre y sociedad, Nº 4, Buenos Aires, IDES, 1986.


11 Juan Carlos Portantiero, “La crisis de un régimen: una mirada de retrospectiva”, en José Nun y Juan 12 María Matilde Ollier, Golpe o Revolución. La violencia legitimada, Argentina 1966/1973, Buenos
Carlos Portantiero, Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina, Buenos Aires, Puntosur, 1987. Aires, UNTREF, 2005, pp. 40- 41.
380 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 381
un orden político sin Perón

el auge de la guerrilla. De ahí Levingston, y su visión sobre el proceso electoral El “Gran Acuerdo Nacional”entre Lanusse y Perón
como “la culminación de una etapa en la que todos intervengan activamente”,13 es
decir, en un horizonte lejano, para lo cual precisa consenso. En ese marco se com- El fracaso de Levingston conduce a otro recambio gubernamental, el jefe del
prenden varios de sus gestos. Ejército, general Alejandro A. Lanusse se hace cargo de la presidencia. Siguiendo a
Realiza un guiño hacia las juventudes rebeldes, para aislarlas de los grupos O’Donnell, Lanusse se plantea ser el presidente de la transición; en ella “los partidos
armados, y afirma que “la estabilidad no implica que se adopten medidas antinacio- volverían a escena, sin proscripciones ni limitaciones, salvo las de tener que acordar
nales”.14 Aldo Ferrer propone un programa económico asentado en el “compre los términos del ‘Gran Acuerdo Nacional’ (GAN) con grandeza capaz de ‘renun-
nacional” y en la reducción de préstamos a ciertos consorcios exportadores, entre ciamientos’ –de candidaturas presidenciales–”.18 Para O’Donnell tanto los antipero-
otras medidas. Como parte de su promesa electoral efectúa una serie de consultas nistas, como la gran burguesía deberían ceder –los primeros aceptando un lugar
a referentes políticos y otorga algunas gobernaciones a civiles. Este ofrecimiento a protagónico e institucionalizado del peronismo y de Perón, y los segundos admi-
las fuerzas políticas, sin excepciones, de dialogar comprende al justicialismo, aunque tiendo la apertura de un período de “sensibilidad social” capaz de aliviar las tensiones
el objetivo de superar la antinomia peronismo-antiperonismo excluye la figura de existentes–. El prestigio que alcanzaría Lanusse en una situación como la supuesta daría
Perón, a quien Levingston demanda un renunciamiento histórico para pacificar el pie para luego lanzar su candidatura, con gran chance, cuando se convocara a elec-
país. A su vez el gobierno anuncia que evitará la intervención en el mundo sindical, ciones presidenciales. En ese trato entrarían los sindicatos pero también las Fuerzas
ya que ésta ha producido distorsiones más que soluciones. Esta decisión guberna- Armadas, que comenzarían a aparecer como las garantes de la transición democrática.
mental recibe una buena acogida en las huestes sindicales que allana el terreno para “Si por alguna razón las partes no lo aceptaban ellas no lanzarían al país a un ‘salto
la negociación ya que se “reconoce en las Fuerzas Armadas uno de los aliados natu- al vacío’; en este caso ocurriría un nuevo golpe que postergaría por largo tiempo cual-
rales de la gran empresa que el pueblo argentino está llamado a protagonizar”.15 quier salida democrática.”19
Sin embargo, los estallidos sociales se reiteran y vuelven a tener su epicentro En esta versión, Perón tenía que desligarse de la guerrilla, del sindicalismo
en Córdoba (el “Viborazo”), e influyen en el ánimo de importantes militares. radicalizado y de los sectores no moderados del peronismo. Ésta era una primera
“Las Fuerzas Armadas son una carga necesaria de todas las naciones capitalistas o condición. A cambio se devolverían a Perón su grado militar y las compensaciones
socialistas. Habrá una solución constitucional en plazo breve”.16 Por lo tanto, las económicas negadas desde 1955. Si Perón acordaba, debería cumplirse otra condi-
razones de la separación de Levingston de la presidencia obedecen a “su posición ción, que ambas calmaran el ánimo popular. Para lo cual se hacía necesaria una
reacia a la institucionalización del país y a su incapacidad para promover una tercera condición: que no empeore la situación económica. En cuarto lugar, no
alternativa de salida a la crisis”.17 El General personifica el segundo fracaso de la debía crearse un clima hostil al gobierno y, finalmente, las Fuerzas Armadas preci-
Revolución Argentina: cada vez resulta más claro la misión imposible que significa saban apoyar el proceso a lo largo de los avatares que atravesara. Según O’Donnell
continuar con la proscripción del peronismo. Pero además, la proscripción no sólo sólo se cumple la última condición. Pues entre marzo de 1971 y 1973 los conflictos
fracasa en borrar al peronismo del mapa político argentino, sino que, a partir de sociales y la actividad guerrillera aumentan; la situación económica se descontrola
1971, comienza –paradójicamente– a tornar cada vez más imprescindible a Perón. y la figura de Lanusse se deteriora, sobre todo en el frente militar (a raíz del malestar
que continuaba en el país).
Entre las condiciones, planteadas por O’Donnell, existe una de índole sub-
jetiva: las palabras y las acciones de Perón. Las otras no dependen de la voluntad de
una sola persona (la calma popular y el mejoramiento de la situación económica).
13 Revista Periscopio, N° 40, 23 de junio de 1970. El desligamiento de Perón de los sectores rebeldes pertenece al primer condicio-
14 Ibid.
15 Primera Plana, N° 410, 8 de diciembre de 1970.
16 General López Aufranc, en Primera Plana, Nº 425, 23 de marzo de 1971. En el mismo sentido se 18 Guillermo O’Donnell, El Estado burocrático autoritario, 1966-1973. Triunfos, derrotas y crisis,
expresa Gnavi “las Fuerzas Armadas no van a contradecir la promesa de institucionalizar el país” (ibid). Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982, p. 370.
17 María Matilde Ollier, op. cit., p. 109. 19 Ibid., p. 371.
382 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 383
un orden político sin Perón

namiento pensado por Lanusse, que es fundamental y que no se cumple, al tiempo los sectores políticos y de forma encubierta a Perón. La incógnita a despejar, aun
que alimenta la vida de los otros. Pues Perón al animar la guerrilla colabora para para el nuevo presidente, remite al lugar público que ocupará el líder justicialista
volver más amenazante la protesta. A su vez la guerrilla, los jóvenes rebeldes, el sin- en la naciente etapa; lugar cuya construcción final dependerá, entre otras cosas, de
dicalismo radicalizado y la revuelta civil configuran una serie de factores que dan las posibilidades y de la voluntad política del anciano líder y de las circunstancias
imagen de una atmósfera hostil al gobierno. Con lo cual la cuarta condición tam- de toda índole que acompañen el camino recién inaugurado.
poco se cumple. Finalmente el clima antimilitar fomenta las divergencias dentro Sin embargo la decisión ha sido tomada; por esos días se anuncia la dispo-
de las Fuerzas Armadas. sición gubernamental de negociar con Perón su retorno legal a la vida política, a
Como consecuencia del fracaso de este plan, el Presidente se encuentra partir de proscribir las causas penales y proceder a la devolución de sus prerroga-
ante una nueva preocupación: conducir una transición que permita salvar la ima- tivas ciudadanas. La apertura del gobierno y su intento de acercamiento a dife-
gen de la institución militar. Frente a un peligro de “desintegración nacional más rentes sectores claves del país se manifiesta además en el campo socioeconómico.
acentuado del que supuestamente habrá venido a corregir en junio de 1966”,20 Son derogadas las restricciones que afectan el libre funcionamiento de las nego-
la tarea del gobierno militar, y por lo tanto la responsabilidad de Lanusse, consiste ciaciones colectivas de trabajo.
en garantizar la cohesión de la nación. En esa lógica, la coherencia interna de las Como era de esperar, la designación de Mor Roig origina posiciones encon-
Fuerzas Armadas deviene crucial. Pues si, como advierte Viola, uno de los ejes del tradas dentro de la Unión Cívica Radical. Desde Córdoba, Arturo Illia, entre
orden social amenazado –cuando la corporación militar se decide a iniciar la aper- otros, pide, en un primer momento, su expulsión para moderar, más tarde sus
tura democrática– es su propia posición en la estructura institucional, Lanusse no posiciones al solicitar la convocatoria del Comité Nacional. Desde Buenos Aires,
ignora que la unidad de las Fuerzas Armadas se transforma en una misión a cumplir. Raúl Alfonsín disiente con la actitud de Mor Roig, si bien deja sentado su acuer-
Un enfrentamiento interno arriesgaba la integración nacional. do con el documento, “Que hablen los hechos”, lanzado por el balbinismo. En
Las razones, entonces, que alimentan la salida democrática son la necesidad cuanto a Ricardo Balbín, su disposición a aceptar el nombramiento de Mor Roig
de derrocar a la guerrilla y la premura por apaciguar la disconformidad evidente queda sujeta a que el peronismo cuente con una representación de similar impor-
frente al gobierno militar. En este sentido, los motivos que promueven la salida tancia en el Gabinete Nacional.21 Toda una muestra de hasta qué punto la UCRP
democrática se combinan en la percepción de Lanusse: si el pueblo y la guerrilla acuerda con la incorporación del peronismo a una posible salida institucional.
se encuentran en una actitud adversa a las Fuerzas Armadas, existe el riesgo de que Una apertura, dirigida a las cúpulas partidarias y sindicales delata el callejón
esta oposición se articule en torno a Perón. Es decir, el viejo caudillo se convierte de la Revolución Argentina: convencidos sus miembros de la necesidad de la reno-
en el único actor político en condiciones de articular el pueblo y la guerrilla. Por vación partidaria requieren acordar con los dirigentes antes calificados de porta-
la misma razón, también resulta el único capaz de separarlos. Pero además una dores de la ineficacia y la degeneración del sistema político. ¿Por qué el acuerdo?
salida democrática avalada por Perón puede conciliar al pueblo con las Fuerzas
Armadas. En consecuencia, Perón debe ser ganado para este proyecto: la inclusión nadie debía engañarse sobre cuál era el fondo de la cuestión, porque el
del peronismo, vía Paladino, en La Hora del Pueblo configura una prueba de fondo de la cuestión no era si Balbín era o no demasiado veterano para
Perón reconocido como interlocutor legítimo del régimen militar y de los dirigentes hacer política, o si Américo Ghioldi expresaba o no ideas anacrónicas. El
políticos fondo de la cuestión se llamaba Juan Domingo Perón. Si ese problema no
De ahí que a los nueve días del nuevo gobierno, Arturo Mor Roig, ministro se abordaba franca, abiertamente, la existencia política de los argentinos
del Interior, proclama que la prohibición política partidaria ha concluido. Sin duda, seguiría envenenada por un tabú que acecharía cada uno de sus pasos.22
el período abierto por Lanusse se encuentra signado por la firme determinación
de institucionalizar el país. Tarea para la cual se convoca, de manera abierta, a todos

20 Eduardo Viola, Democracia e autoritarismo en la Argentina contemporánea, tesis doctoral pre- 21 Alejandro Lanusse, Mi Testimonio, Buenos Aires, Lasserre, 1977, p. 223.
sentada en la Universidad de San Pablo, 1982, p. 265. 22 Ibid., p. 229.
384 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 385
un orden político sin Perón

Por lo tanto, el clima de apertura se vincula de manera directa al intento de importancia para la vida nacional –como el movimiento obrero organizado–
entablar conversaciones con Perón. En ese marco se explican las palabras de ni podía dejar de recordar que el sindicalismo había recibido importantes
Paladino, en abril de 1971: “El retorno de Juan Domingo Perón a la Argentina estímulos durante las anteriores etapas de la Revolución Argentina. Hubiera
va a ser un hecho. Actualmente se están dando las condiciones propicias para su sido insensato para todos, aun para los partidos, hacer ver que el retorno de los
vuelta al país. Y se están dando en forma acelerada”.23 políticos llevaba a su desplazamiento. Hubiera sido, además, desconocer
De todas maneras, la pulseada entre Lanusse y Perón tenía un final abierto, la realidad.26
más allá de las intenciones y posibilidades de cada caudillo. Por eso las siguientes
palabras de Mor Roig, pronunciadas poco tiempo después de aquellas de Paladino, El general proscripto ha tomado, también, frente a Lanusse una decisión
expresan esa puja pese a ir en la misma dirección: inequívoca: impedir que Lanusse sea el candidato de cualquier transición, ya sea
por medio de un gobierno de coalición o alguna fórmula semejante. Sin embargo,
Yo creo que se han alentado muy falsas expectativas, con buena o con mala para llevar adelante sus planes, Perón encuentra obstáculos dentro de sus propios
intención. Si queremos pensar con un poquito de sensatez comprenderemos seguidores: el sindicalismo continúa más apegado al Estado que a los intentos por
que en estos momentos el retorno de Perón a la Argentina podría resultar modificar el régimen político. El personal político del peronismo tiene cierto
un elemento irritativo y no un elemento de pacificación [...]. No están peso en el nivel de las relaciones interelites –de ahí el relativo éxito de Paladino
dadas las condiciones... Recién se está en el proceso para el logro de la paci- durante un período prolongado de tiempo–, pero carece de capacidad para movilizar.
ficación nacional que abriría esa posibilidad.24 Por este motivo Perón, además de verse favorecido, objetivamente, por la rebelión
social, cuenta a su favor, de modo exclusivo, para presionar al régimen y obligarlo
No están dadas las condiciones supone dos cuestiones: que todavía no hay a una retirada, con la juventud y la guerrilla, únicos actores que llevan –junto con
acuerdo entre las elites y que una transición debe ser controlada por el gobierno. los sectores de izquierda y del sindicalismo no tradicional– una oposición frontal
Si se comparan las declaraciones de Mor Roig con las de Paladino, cuando al gobierno militar. Porque el actor juvenil –armado o no– beneficia a su rival,
expresa que Perón ansía volver cuanto antes, aunque “eso no significa que sea Lanusse persigue, sin éxito, la condena de Perón a la guerrilla; al mismo tiempo
hoy”25 se ve que un campo de acuerdos comienza a dibujarse. La certeza de incluir a busca diversas maneras de combatirla: discursos, leyes, medidas represivas.
Perón en el proceso de acabar con la Revolución Argentina no resuelve la incógnita De ahí que la incorporación de las “formaciones especiales” al movimiento
acerca de la manera en la que arribar al final de ese proceso. Lanusse piensa una peronista no pasa desapercibida para el gobierno. La violencia de la guerrilla se
estrategia electoral capaz de incluir la presencia de Perón, ya que advierte que no ha convertido en terreno donde Lanusse y Perón disputan sus posibilidades.
hay resolución feliz sin el líder justicialista como interlocutor. Es decir, el propio Mientras Perón legitima a los partidos armados invitándolos a luchar contra el
Perón debe legitimar la institucionalización, justamente porque su candidatura pre- gobierno militar, Lanusse, los aísla, para lo cual promulga una ley que los dife-
cisaba ser proscripta. En síntesis, la estrategia de Lanusse se dibuja claramente: rencia del resto de los actores civiles (la Ley de Represión del Terrorismo, número
legalizar el peronismo en vistas a la institucionalización democrática, proscribir el 19.081, como parte de la Ley de Defensa Nacional) y constituye una Cámara
nombre de Perón en la fórmula peronista, y conseguir que éste lo legitime. Federal en lo Penal para juzgar exclusivamente delitos de terrorismo. Es decir,
Para ello comprende que debe incluir al sindicalismo: mientras Perón los pretende confundir con el movimiento y la oposición al régi-
men, Lanusse, al tiempo que le resta oportunidades a líder justicialista, los aparta.
La estrategia del gobierno no podía consistir solamente en una reconcilia- En este sentido para el jefe militar se hace necesaria la presencia de Perón en el país
ción entre los militares y los políticos o un sondeo con Perón. Yo compren- pues esto no le permitiría bendecir a Montoneros y a los sindicalistas al mismo
dí desde el primer momento que no podía descuidar a sectores de esencial
23 Primera Plana, 27 de abril de 1971.
24 Primera Plana, 4 de mayo de 1971.
25 Ibid. 26 Alejandro Lanusse, op. cit., p. 232.
386 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: M ARÍA M ATILDE O LLIER 387
un orden político sin Perón

tiempo, porque la juventud contaba con planes propios y porque Perón respaldaría Numa Laplane, y con ello triunfa el profesionalismo integrado, es decir, la parti-
estructuras más sólidas como los sindicatos y las unidades básicas.27 cipación de las Fuerzas Armadas en la política. Este hecho acompaña la interven-
El desafío lanzado por Lanusse desde el Colegio Militar a Perón, permite ción del Ejército en Tucumán para combatir la guerrilla y la circular firmada por
al líder justicialista “acordar sin que se note”. Sabiendo que su candidatura no Luder ordenando a las Fuerzas Armadas aniquilar la subversión. Comenzaba
será posible, como tampoco la del jefe militar, Perón da a conocer el documento entonces para el gobierno peronista la cuenta regresiva. Luego de la primera amenaza
“Bases mínimas para el Acuerdo de construcción nacional” en el que realiza un golpista, en agosto de 1975, el general Jorge R. Videla reemplaza a Numa Laplane
evidente acercamiento a las Fuerzas Armadas colocándolas como garantes de la y el 18 de diciembre se levanta la aeronáutica, en Morón y en Aeroparque, bajo el
transición democrática. El Presidente expresa la necesidad de terminar con el mando del brigadier Capellini.
“mito Perón”. De allí que declara en sus memorias que “mi intención, muy clara, En medio del desbarranque económico y el vaciamiento de la política, el
era que Perón volviera para terminar de una buena vez con el mito, para demostrar gobierno utiliza el poder del Estado para organizar y mantener sus escuadrones
que iba a volver y no iba a pasar nada en el país y que volviera, en lo posible, con- parapoliciales mientras distintos grupos, de izquierda a derecha del espectro político,
dicionado por las Fuerzas Armadas”.28 De todas maneras y a pesar de la presión en confrontan violentamente. En esa lógica terminan involucradas las Fuerzas Armadas,
contrario, Perón nunca se pronuncia contra sus formaciones especiales. en la que algunos de sus miembros resultan incluso víctimas de la Triple A.30 La
Hacia octubre de 1972, se torna evidente el acuerdo entre los dos generales imbricación entre civiles y militares para resolver la construcción del orden político
y el 17 de noviembre, Perón retorna al país dejando clara su posición “por si mi volvía, otra vez, a desplegarse en la escena argentina.
presencia allí puede ser prenda de paz y entendimiento”.29 Perón ha aceptado su
proscripción. Lanusse obtiene una retirada militar honrosa, dejando que Perón
resuelva las diferencias internas del movimiento. La estrategia de Lanusse resulta
exitosa, ya que logra –en un contexto altamente conflictivo– un acuerdo general, B IBLIOGRAFÍA
respaldado por las Fuerzas Armadas, los partidos, los sindicatos y el propio líder
exiliado. El Acuerdo Nacional que durante años se busca entre las figuras más
importantes del período, finalmente lo llevan a cabo Lanusse y Perón. Sus pilares Revistas: Periscopio; Primera Plana.
básicos radican en salvar a las Fuerzas Armadas en medio del proceso de despres- CAVAROZZI, Marcelo, Autoritarismo y Democracia (1955-1983), Buenos Aires,
tigio ciudadano que han alcanzado y terminar con la guerrilla. La democracia, en ese CEAL, 1983.
sentido, opera como el instrumento necesario para el cumplimiento de estos dos DE RIZ, Liliana, “Partidos políticos y perspectivas de consolidación de la demo-
objetivos. Lanusse, en forma velada, construye a Perón como aliado, y así se desen- cracia: Argentina, Brasil y Uruguay”, en Documento de trabajo, Nº 2, Buenos
vuelven los últimos años de la Revolución Argentina. Aires, CLACSO-CEDES, 1987.
El espiral de violencia lejos de detenerse se agrava desde la vuelta del justi- HALPERIN DONGHI, Tulio, La democracia de masas, Buenos Aires, Paidós, 1986.
cialismo al gobierno y se traza, así, la ruta hacia el regreso de las Fuerzas Armadas LANDI, Oscar, “La trama cultural de la política”, Buenos Aires, CEDES, 1987, mimeo.
al poder. En vida de Perón su propuesta presidencial fue renovar la relación entre LANUSSE, Alejandro, Mi Testimonio, Buenos Aires, Lasserre, 1977.
civiles y militares sobre la base del “profesionalismo neutro”. El general Anaya, O´DONNELL, Guillermo, El Estado burocrático autoritario, 1966-1973. Triunfos,
comandante en jefe del Ejército nombrado por Perón, comparte esta visión con derrotas y crisis, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.
el caudillo, es decir, la no participación de las Fuerzas Armadas en política. Pero OLLIER, María Matilde, Golpe o Revolución. La violencia legitimada, Argentina
bajo la presidencia de Isabel Martínez, López Rega reemplaza a Anaya por el general 1966/ 1973, Buenos Aires, UNTREF, 2005.

27 Primera Plana, 6 de julio de 1971.


28 Alejandro Lanusse, op. cit., p. 231. 30 En marzo de 1975, la Triple A asesinó al coronel Rico, jefe del Servicio de Inteligencia del
29 Juan D. Perón, “Mi Regreso”, en Nueva Plana, Nº 4, 14 de noviembre de 1972. Ejército, que estaba investigando los escuadrones parapoliciales de extrema derecha.
388 CAPÍTULO VI Las Fuerzas Armadas en misión imposible: CAPÍTULO VI 389
un orden político sin Perón
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estado de la temática”, en Documento de trabajo, Buenos Aires, CLACSO-CEDES, s/f. A mediados de los años ochenta, el coronel retirado –hoy fallecido– Ulises
VIOLA, Eduardo, Democracia e autoritarismo en la Argentina contemporánea, Muschietti, me entregó anotados en una pequeña hoja, con la cuidada caligrafía
tesis doctoral presentada en la Universidad de San Pablo, 1982. de los militares de viejo cuño, los nombres de cuatro oficiales franceses que habían
sido los maestros de la primera camada de uniformados argentinos formados en la
Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN): Patrice de Naurois, Robert Bentresque,
François Badie y Jean Nouguès. Fue para mí un hecho inesperado, que agradecí
en su momento con aprecio: en esa época había iniciado una investigación sobre
los orígenes de la DSN en la Argentina. Pegué ese trozo de papel en el vidrio de
una ventana contra la que se ubicaba mi mesa de trabajo; me acompañó durante
todo el tiempo que duró la pesquisa. Me apresuro a aclarar, debido a lo que se dirá
más abajo, que Muschietti no había sido ni era peronista. Era un hombre inteli-
gente y tolerante, muy interesado por la historia militar argentina. Con el tiempo,
valoré mucho más que en el momento inicial aquel en apariencia pequeño pero
generoso gesto. Encontré allí una punta de ovillo que me permitió, tirando de ella,
corroborar ampliamente la existencia de una influencia francesa en la introducción
de esa doctrina y avanzar en el desarrollo de la ya mencionada investigación.1

1 Sus resultados pueden consultarse en mi libro: Seguridad Nacional y Sedición Militar, Buenos
Aires, Legasa, 1987. Para esa época existían sólo brevísimas referencias sobre la presencia francesa, de
no más de una docena de renglones, en los textos de Robert Potash, El ejército y las política en la
Argentina 1945-1962, Buenos Aires, Sudamericana, 1981, p. 429; y Alain Rouquié, Poder militar y
sociedad política en la Argentina 1943-1973, Buenos Aires, Emecé, 1982, p. 158.
390 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 391
en el Ejército Argentino

Aquella corroboración y su exposición ordenada y sistemática contribu- alcanzó la presidencia, en el paradigma sobre el cual se basaron sus políticas de
yeron a modificar una hasta entonces extendida creencia: la de que la DSN había defensa y militar. Como se sabe, la DDN de aquellos años postulaba una concepción
sido introducida en el país con posterioridad a la Revolución Cubana, por acción clásica que concebía a la guerra como convencional y al hecho bélico como emer-
de Estados Unidos. En efecto, la constatación de la influencia francesa no solamente gente de agresiones militares externas, y preveía un despliegue territorial de fuerzas
vino a establecer precisiones historiográficas sino que, al correr hacia atrás en el y una política de formación y adiestramiento en consonancia con esos conceptos.
tiempo la filiación del origen de la DSN en Argentina, otorgó crédito a la opinión La DSN varió el sentido del conflicto desplazando la preocupación hacia el control
de algunos viejos oficiales peronistas pasados a retiro con posterioridad al derroca- y/o neutralización de la guerra revolucionaria; torció el foco hacia el enfrentamiento
miento de Juan Domingo Perón, en septiembre de 1955, que afirmaban que la interno iniciando una nefasta deriva hacia la visualización de una subversión interna
introducción de aquella doctrina había estado ligada a la voluntad de “desperonizar” a la que elevó a la condición de enemigo principal; modificó las políticas de adoc-
el Ejército que animó a la sedicente Revolución Libertadora. La contigüidad entre trinamiento, formación y adiestramiento, pero mantuvo el despliegue clásico. No
ambos hechos –el golpe contra Perón y la renovación doctrinaria– tornó creíble la clausuró la posibilidad de agresiones militares externas de carácter convencional,
opinión de aquellos viejos oficiales, hasta ese entonces prácticamente ignorada en pero las mantuvo en una posición meramente secundaria. Así, la DSN y la DDN
los medios académicos. coexistieron, podría decirse que yuxtapuestas, en base a un predominio sustancial
Por otra parte, como se sabe, la Revolución Cubana triunfó el 1° de enero de la primera, aunque la segunda continuara proveyendo la estructura orgánica formal
de 1959. Las relaciones entre ésta y Estados Unidos fueron de tensión creciente del Ejército, con todo lo que ello implicaba en términos de presupuesto, dimensión
durante los años finales de Dwight Eisenhower, al punto de que hacia el final de del cuerpo de oficiales y del cuadro de suboficiales, servicio militar obligatorio y
su mandato presidencial se encontraban prácticamente rotas. Con John F. Kennedy volumen de las incorporaciones anuales, despliegue territorial, servicios de apoyo
ya en la presidencia –asumió el 20 de enero de 1961– se afianzó en Estados Unidos vinculado al anterior, etc.
el temor a la irradiación de aquella revolución hacia América Latina. En función de La acción desperonizadora dentro del Ejército implicó entonces dos movi-
esto fueron movilizadas tanto iniciativas de apoyo al desarrollo, como fue el pro- mientos concomitantes: una depuración (en rigor, una verdadera purga) acom-
grama Alianza para el Progreso, enviado para su aprobación al Congreso el 14 de pañada de reincorporaciones y una mudanza doctrinaria. Esta última quedó
marzo de 1961, cuanto un redoblado esfuerzo por incidir sobre el control de las envuelta, así, en un proceso más amplio que debe ser puesto en un primer plano
Fuerzas Armadas de los países de la región y la propagación de la DSN. Emblema de consideración analítica. Pero es también necesario analizar los cambios en el
de esto último fue la Escuela de las Américas, con sede en Panamá, que se convirtió contexto estratégico mundial que trajo aparejado el conflicto entre Occidente y
en usina de contrainsurgencia. El punto de ruptura definitivo entre ambos –Estados el Mundo Comunista –para utilizar una vieja retórica– establecido al finalizar la
Unidos y Cuba– sobrevino en abril de 1961, tras el fracaso del intento de invasión Segunda Guerra Mundial, cuyo perfilamiento en términos de Guerra Fría comenzó
contrarrevolucionaria de Bahía de Cochinos. con la Guerra de Corea y recién se consolidó a mediados de los años cincuenta.
Entre ambas fechas, 1956 y 1961, medió entonces una diferencia temporal El examen de la ventana de oportunidad para la mudanza doctrinaria vernácula
que tornó opaca y/o no trascendente la inicial presencia francesa, y dificultó la per- que propiciaron estos cambios de escala planetaria debe ser también traído al primer
cepción de que la depuración del Ejército posterior al golpe de septiembre de 1955, plano del análisis, para comprender acabadamente bajo qué condiciones, cómo y
había venido acompañada de una renovación doctrinaria que significó, en rigor, por qué se introdujo la DSN en el Ejército Argentino.
una mudanza. Hasta entonces, regía exclusivamente en las Fuerzas Armadas la
Doctrina de la Defensa Nacional (DDN), que el propio Perón había contribuido Desperonización: depuración y reincorporaciones
a actualizar y a ajustar para el caso argentino,2 convirtiéndola, más tarde, cuando
La Revolución Libertadora llegó impulsada por un afán cancelatorio. El
peronismo, aun con sus limitaciones e imperfecciones, expresaba una alternatividad
2 Véase su conferencia “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”; puede económica, política y social –cabe aquí ¿por qué no? recordar sus tres clásicas
consultarse en Juan D. Perón, Perón y las Fuerzas Armadas, Peña Lillo, Buenos Aires, 1982. banderas: independencia económica, soberanía política y justicia social– que al
392 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 393
en el Ejército Argentino

establishment de poder, siempre presto a buscar fórmulas de asociación subordi- Se estima que a principios de 1956 habían sido pasados a retiro o dados
nadas al gran capital internacional en desmedro de posibilidades de desarrollo de baja alrededor 1.000 oficiales filo-peronistas, lo que representaba aproximada-
más armónicas y saludables para el país, y a priorizar su propio beneficio en detri- mente el 20% de la oficialidad activa.5 Un grupo imprecisable, pero en todo caso
mento de un más equilibrado reparto del ingreso y de la puesta en vigencia de no menor al de los purgados, quedó en servicio pero postergados y relegados a
políticas sociales, le resultaba indigerible.3 Con prolijidad y esmero los hombres destinos sin importancia. Más preciso es el dato sobre los generales: 63 de los 86
de aquella Revolución se dieron a la tarea de desmontar el Estado peronista, de en servicio a mediados de septiembre de 1955 pasaron a retiro en forma casi
desbaratar su economía, de cancelar por decreto el orden constitucional preexis- inmediata. De los 23 restantes, uno fue fusilado y 17 pasaron a retiro a finales de
tente a su éxito, de interdictar y proscribir al peronismo como movimiento polí- 1956.6 Está claro que se trató de una limpieza profunda.
tico y cultural, de intervenir la CGT, de perseguir a dirigentes y activistas, y hasta Este movimiento se completó con una política de reincorporaciones de
de secuestrar y hacer desaparecer el cadáver embalsamado de Eva Perón que fue, personal que había pasado a retiro o había sido dado de baja por ser responsables
en rigor, la primera desaparecida de una nefasta y trágica historia. Debían también o estar involucrados en acciones golpistas contra Perón. Eran prácticamente
recuperar un control suficiente de las instituciones militares, en particular del Ejército, todos liberales. En los dos años y medio en que, aproximadamente, los libertado-
que los pusiera a cubierto de sobresaltos. Es que en éste permanecía un apreciable res permanecieron en el poder fueron reintegrados: 8 generales (uno de manera
número de oficiales filoperonistas, aún después del triunfo libertador. Por añadidura, simbólica pues había ya fallecido); 27 coroneles; 29 tenientes coroneles; 13
había una también amplia cantidad de oficiales profesionalistas formados en los mayores; 50 capitanes (dos también de manera simbólica pues habían fallecido);
marcos de la DDN, que sin ser peronistas se habían amoldado sin mayores pro- 36 tenientes primeros; 17 tenientes y 7 subtenientes. En total 184, si se descuen-
blemas a las políticas de defensa y militar practicadas por Perón. Por otro lado, ta a los fallecidos, lo que representa aproximadamente un 5% de los que habían
los golpistas militares de septiembre constituían un heterogéneo conglomerado permanecido en actividad (vale decir, descontados los purgados). Prácticamente
que había actuado unido por el objetivo de derrocar a Perón, pero tenía marcadas el 80% de los reincorporados, sin contar a los fallecidos, ascendió al grado inme-
diferencias políticas. Estaba integrado por algunos –pocos– peronistas desencan- diato superior. El 50% de los generales de brigada reintegrados ascendió a gene-
tados, por nacionalistas que habían roto con Perón por diversas circunstancias y ral de división y también el 50% de lo coroneles al de general de brigada. Pero el
liberales, que debido a las intentonas fracasadas previas a 1955 habían quedado dato que ilustra de modo más elocuente el control institucional que adquirió el
reducidos a una mínima expresión aunque estaban muy cohesionados y eran los sector liberal vía las reincorporaciones es el siguiente: entre 1955 y 1962, el 73%
que mejor conectaban con el universo político civil que había apoyado el golpe. de los ministros o secretarios de Guerra fueron oficiales reincorporados, así como
Las diferencias en el grupo triunfador eclosionaron cuando el nacionalista general el 66% de los comandantes en jefe.7
Eduardo Lonardi, jefe de la Revolución y primer presidente provisional de ésta
fue desplazado por un golpe dentro del golpe y reemplazado por el general liberal La Guerra Fría como contexto de la mudanza doctrinaria local
Pedro Eugenio Aramburu. Esto demuestra que los triunfadores no las tenían
todas consigo. Temían, por añadidura, un contragolpe que finalmente se concretó Si bien el final de la Segunda Guerra Mundial alumbró el período signa-
aunque no fue exitoso.4 Y tenían que afianzar –especialmente los liberales– su do por el enfrentamiento entre el Mundo Occidental y el Mundo Comunista, el
posición de poder dentro de la institución. establecimiento de los parámetros básicos de lo que se llamó Guerra Fría ocurrió

3 He trabajado con cierta amplitud este tema en mi El primer Perón, Buenos Aires, Le Monde
Diplomatique-Capital Intelectual, 2009, pp. 15 y ss. 5 Véase Robert Potash, op. cit., tomo 2, p. 293.
4 El junio de 1956 se produjo el alzamiento del general Juan José Valle, que fue sanguinariamente 6 Véase Ernesto López, El primer Perón, op. cit., pp. 143 y ss. Estos datos revelan que casi todos los
reprimido. Fueron fusilados 18 militares, incluido Valle, y 14 civiles a los que se acusó de estar com- generales nacionalistas que apoyaron o acompañaron el golpe habían pasado a retiro a fines de 1956.
plotados con los golpistas. Los fusilamientos militares carecieron de sustento legal aunque se procuró 7 Para todos los renglones que se acaba de mencionar –reincorporaciones, ascensos y puestos de
otorgarles alguna validación jurídica; los procedimientos contra los civiles fueron directamente clan- comando– véanse Ernesto López, Seguridad nacional y sedición militar, op. cit.., pp. 111 y ss.; y El pri-
destinos. mer Perón, op. cit., pp. 142 y ss. En tiempos de Frondizi, el cargo de secretario reemplazó al de ministro.
394 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 395
en el Ejército Argentino

bastante tiempo después de 1945. A la bipolarización, a la paridad atómica y su Descartado el enfrentamiento directo entre ellas, las superpotencias procurarían
concomitante equilibrio del terror acompañado del vaciamiento de la posibilidad sacarse ventajas por medio de procedimientos vicarios, indirectos: todo aquello
de victoria entre los contendientes más poderosos, al evitamiento de la guerra sin que sirviera para debilitar la posición relativa de una de ellas trataría de ser apro-
por ello vivir en paz, a la conversión de las zonas de influencia de ambos sistemas vechado por la otra con el objeto de perjudicar al rival y aumentar el poder propio.
de alianza en soterrados o, a veces, abiertos escenarios de desestabilización o de Ahora bien, arribada la era nuclear con su lógica de mutua destrucción asegurada8
conflicto se llegó a marcha más bien lenta. En un principio, no obstante los catastró- y establecida la tendencia a la acción indirecta, es decir, desarrollada fuera de los
ficos resultados de los ataques a Hiroshima y Nagasaki, Estados Unidos consideró respectivos núcleos centrales y sistemas de alianza militares (la OTAN, por un
las bombas atómicas sólo como un armamento más dentro de una concepción lado, y el Pacto de Varsovia, por el otro), comenzó a visualizarse la mediata pero
general de guerra total, de carácter convencional, tal como defendió todavía el general peligrosa relación que podía establecerse entre la lucha insurgente en los escenarios
Douglas Mac Arthur, al mando de las tropas americanas en Corea, a la postre sin secundarios, y la paridad nuclear y el equilibrio del terror, en los centrales. En ese
éxito. Tardaron en advertir que la diferencia cualitativa que era capaz de introducir marco, la defensa del continente americano fue perdiendo sentido –desde la óptica
ese tipo de armamento cambiaba la naturaleza de la guerra y conducía a un rediseño estadounidense– en clave de guerra total. América Latina, en particular, alejada
de políticas y de estrategias. de la posibilidad de recibir un ataque directo del “enemigo comunista” por razo-
El reconocimiento de la recién mencionada diferencia cualitativa parece nes geográficas, comenzó a ser vista desde los Estados Unidos privilegiándose la
haberse iniciado en el lapso que va desde la constatación de que la entonces seguridad interior. Y se abrió camino, entonces, la idea de que la seguridad regional
Unión Soviética había construido la bomba atómica, hasta la Guerra de Corea. debía ser el resultado de la sumatoria de las seguridades internas de cada país, en
En efecto, la primera explosión nuclear practicada por aquélla en 1949 encendió reemplazo de la desactualizada concepción de defensa hemisférica establecida en tér-
luces de alerta. Y el conflicto coreano, comenzado en junio de 1950 y finalizado en minos de guerra convencional. Como ya se ha mencionado, esto no ocurrió rápida-
julio de 1953, con sus vaivenes y alternativas, colocó una delicadísima disyuntiva. mente: fue un proceso que, cuando ocurrió la Revolución Cubana –que materializó
¿Debía llevarse la guerra a China, como quería Mac Arthur, y atacar Manchuria la peor pesadilla–, se hallaba ya comenzado aunque lejos de estar concluido.
–que funcionaba de retaguardia de los norcoreanos que, además, recibían el apoyo El inicio de la mudanza estratégica estadounidense fue más o menos coin-
de los chinos– con el peligro de generalizar un conflicto que podía escalar hacia cidente en el tiempo con las necesidades de desperonización (depuración, rein-
la dimensión nuclear y desencadenar una nueva contienda internacional de pro- corporaciones y cambio doctrinario) que tenían –en el plano local– los sectores
porciones? ¿O debía prevalecer la cautela? El presidente Harry Truman era parti- liberales de la Revolución Libertadora. Contribuyó, por lo tanto, a brindar una
dario de esto segundo. Terminó relevando del mando a Mac Arthur que, como ventana de oportunidad a la mudanza doctrinaria vernácula. Estados Unidos, sin
se acaba de ver, proponía otra cosa. Y en dos trazos concisos pero clarificadores embargo, carecía de experiencia en la lucha contrainsurgente. Francia, en cambio,
definió la estrategia general a seguir en Corea que pueden, a su vez, ser conside- con su amarga experiencia en Indochina y habiendo comenzado ya sus tribula-
rados los primeros lineamientos que bosquejaron la lógica de la Guerra Fría: guerra ciones en Argelia, sí.
limitada y respuesta flexible. Mediante el primero se iniciaba el abandono de la
concepción de guerra total que había imperado hasta la Segunda Guerra Mundial La introducción y el primer desarrollo de la DSN en la Argentina
en las Fuerzas Armadas estadounidenses y el tránsito hacia otras formas más con-
troladas y menos comprometedoras; y a través del segundo se graduaba el empe- La influencia francesa comenzó con la llegada del entonces coronel Carlos
ñamiento de sistemas de armas conforme el tamaño y la relevancia de la amenaza. Jorge Rosas a la subdirección de la ESG, en 1956. Venía de prestar servicios en
La terrible capacidad destructiva del armamento nuclear convocaba a la prudencia Francia como agregado militar, posición desde la cual había tomado contacto con la
y a la disuasión, antes que a la ofensiva. experiencia contrarrevolucionaria que los franceses habían cosechado en Indochina.
Con ese comienzo, pues, se fue abriendo camino el cambio de concepciones,
es decir, el viraje estratégico estadounidense y la instalación de la lógica de Guerra Fría, 8 La lógica MAD (su acrónimo en inglés) como se la llamaba, se asentaba sobre la capacidad de res-
que a mediados de los años cincuenta comenzaba ya a tomar su forma definitiva. puesta remanente de cualquiera de las dos superpotencias luego de recibir un primer ataque nuclear.
396 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 397
en el Ejército Argentino

Y se había puesto al día, asimismo, con las novedosas concepciones sobre la gue- tizaba en términos de guerra general con empleo de medios estratégicos atómicos,
rra atómica. Hombre de fina inteligencia, informado y culto, Rosas se convirtió y se retenía también la posibilidad de que sobreviniera una guerra convencional
en al alma de la mudanza doctrinaria. Bajo su influjo, la ESG se convirtió en la usina con empleo limitado de armamento nuclear. Esto último podía ocurrir, por ejemplo,
del cambio; cuando pasó a desempeñarse como Jefe de Operaciones del Estado si debido a una crisis económica o a disturbios sociales un país entronizaba un
Mayor General del Ejército, destino que ocupó en 1959 –ya con el grado de gobierno comunista o se libraba en él una guerra civil en la que los bandos enfren-
general– tras dejar la Escuela, completó su labor en el plano orgánico-operacional. tados recibían apoyo ya del bloque occidental, ya del oriental.10 Pero despuntaba
La ESG tiene como función formar a los oficiales de Estado Mayor. En también una segunda manera de enfocar las cosas, más ajustada a lo que luego fue
aquellos años, en que no existían todavía los cursos para oficiales superiores ni las corriente. Por ejemplo, en el segundo de los artículos iniciáticos de Montes se lee que:
universidades de las Fuerzas Armadas y la Escuela de Defensa Nacional daba sus
primeros pasos preponderantemente orientada hacia el medio civil, era un muy el grupo de naciones de Occidente tiende a realizar una guerra nuclear res-
calificado instituto de formación que centralizaba –junto con el Colegio Militar– tringida, o mejor aún, una guerra atómica táctica, para equilibrar la actual
la educación militar. Era, pues, el espacio propicio para poner en marcha una desproporción que tiene en lo referente a fuerzas convencionales, con res-
reforma doctrina. Sus aulas se abrieron a la contratación de especialistas extranjeros pecto al grupo Oriental. En cambio, este última finca, al parecer, sus mayo-
y su prestigiosa Revista de la Escuela Superior de Guerra (RESG) se convirtió en divul- res probabilidades de éxito en la más amplia y decidida ejecución de la guerra
gadora de las nuevas ideas y en caja de resonancia de las novedades doctrinarias. social revolucionaria, sin por ello descuidar su creciente potencial nuclear.11
Los profesores extranjeros –los principales fueron los entonces tenientes
coroneles franceses De Naurois, Badie, Bentresque y Nouguès, ya mencionados– Por su parte, los artículos propiamente referidos a la guerra revolucionaria,
sugirieron orientaciones, organizaron cursos, dictaron clases e impartieron semi- con su deliberado sesgo hacia la seguridad interior, se iniciaron con el aporte de
narios y conferencias. Fueron acompañados por un grupo de oficiales argentinos Patrice de Naurois titulado “Algunos aspectos de la estrategia y de la táctica aplicados
–como los tenientes coroneles Miguel Ángel Montes y Manrique Mom, y el propio por el Viet-minh durante la campaña de Indochina”.12 Pero fue en su segundo trabajo
coronel Rosas, entre otros– que en su mayoría habían pasado por Francia. El en el que ofreció sus tal vez más punzantes –e inquietantes– proposiciones. Decía
mejor reflejo del movimiento que pusieron en marcha ha quedado registrado en De Naurois:
las páginas de la RESG.
En concordancia con lo que había ocurrido en el escenario principal, los
“Ataque en ambiente atómico”, ibid. Cabe destacar que los artículos de Rosas nombrados en primer y
desarrollos en la Argentina que enfocaron la actualidad de la guerra atómica prece- cuarto lugar contienen referencias explícitas a la relación entre las guerras nuclear y revolucionaria.
dieron, por escaso margen, a los referidos a la guerra revolucionaria. Debe aclararse, 10 Así, por ejemplo, en Carlos J. Rosas, “Una estrategia general atómica”, op. cit. Debe señalarse, sin

no obstante lo que se acaba de decir, que era frecuente que en esos trabajos ini- embargo, que en su trabajo inicial, “Estrategia y táctica”, Rosas había introducido un concepto audaz
ciales se establecieran conexiones entre ambas modalidades bélicas. para la época: el de agresión interna (véase op. cit., p. 140).
11 Montes, M. A., “Las guerras del futuro en la era atómica”, en Revista de la Escuela Superior de
El primer artículo que expresaba las nuevas concepciones centradas sobre
Guerra, Nº 326, julio-agosto de 1967, pp. 391-392.
la guerra nuclear fue el del teniente coronel Montes titulado “Las armas atómicas 12 La lista completa de los artículos sobre la guerra revolucionaria o subversiva, aparecidos en la RESG
en el campo de batalla”, publicado en la RESG, en el número 325, correspondiente entre 1958 y 1962, es la siguiente: Patrice de Naurois, “Algunos aspectos de la estrategia y la táctica apli-
a abril/junio de 1957; en el número siguiente apareció, del mismo autor, “Las guerras cados por el Viet-Minh durante la campaña de Indochina”, N° 328, enero-marzo de 1958; Carlos J.
del futuro en la era atómica”. Y ya en 1958 todos los números tuvieron por lo Rosas, “Estrategia y táctica”, ibid.; “Una estrategia general atómica”, N° 329, abril-junio de 1958; P. de
menos un artículo dedicado al tema.9 En algunos de estos trabajos todavía se hipote- Naurois, “Una teoría para la guerra subversiva”, ibid.; “Guerras subversiva y guerra revolucionaria”, N° 331,
octubre-diciembre de 1958; Manrique Mom, “Guerra revolucionaria”, ibid.; François Badie, “La guerra
9 La lista completa de los artículos sobre el particular publicados en 1958 es la siguiente: Carlos J. Rosas, psicológica”, ibid.; Manrique Mom, “Guerra revolucionaria” (2ª parte), N° 334, julio-septiembre de
“Estrategia y táctica”, N° 328, enero-marzo; “Una estrategia general atómica”, N° 329, abril-junio; N. 1959; F. Badie, “La guerra revolucionaria en China”, ibid.; A. López Aufranc, “Guerra revolucionaria
Hure, “Situación estratégica de los bloques Oriental y Occidental”, ibid.; C. J. Rosas, “La batalla ofensiva”, en Argelia”, N° 335, octubre-diciembe de 1959; Jean Nouguès, “Características generales de las operaciones
N° 330, julio-septiembre.; N. Hure, “Estrategia atómica”, N° 331, octubre-diciembre; y J. Devalle, en Argelia”, N° 337, abril-junio de 1960; H. Grand D´Esnon, “Guerra subversiva”, N° 338, julio-septiembre
398 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 399
en el Ejército Argentino

La guerra subversiva tiene origen político y proviene de la acción sobre las examinarlos a todos. Basta con señalar que propalan en la misma longitud de
masas populares de elementos activos sostenidos y apoyados de varias onda de los que sí se han revisado. No obstante, también es conveniente detenerse
maneras por el extranjero. Tiene por finalidad destruir el régimen político sobre el artículo de Jean Nouguès que cierra la serie y contiene una especie de diagnós-
y la autoridad establecida y reemplazarlos por otro régimen político y otra tico sobre la situación que se había alcanzado. Su objetivo central era el de examinar
autoridad. Esta acción es secreta, progresiva, y se apoya en una propaganda en qué grado y cómo el peligro revolucionario podía manifestarse en la Argentina.
continua y metódica dirigida a las masas populares. Parece muy probable Conviene señalar que este texto fue publicado en el número de la RESG correspon-
que una guerra futura eventual cuente con el empleo de las armas atómicas diente al primer trimestre de 1962. Presumiblemente, su autor, al momento de
y termonucleares, del arma psicológica, de la subversión, etc. Es decir, que redactarlo, estaba ya al tanto de la intentona de Bahía de Cochinos y de la opción de
la subversión sería una de las formas de dicha guerra.13 Fidel Castro por el marxismo-leninismo, producidas ambas en 1961. De manera
que, para ese entonces, el comunismo en el continente había dejado de pertenecer
Ésta fue una de las primeras definiciones de la guerra subversiva que cir- al mundo de lo meramente posible para convertirse en una realidad concreta.
culó entre los uniformados argentinos. Aparecen ya en ella algunos temas que se Nouguès expone una serie de razones que no favorecerían el desarrollo
harían “clásicos” más tarde: la acción subversiva como una de las facetas del de la subversión en nuestro país: su homogeneidad cultural y étnica, su nivel de
enfrentamiento entre Oriente y Occidente; el apoyo desde el extranjero, que derivó educación y la importancia de su clase media, entre otras. Podría eventualmente
luego, con el tiempo, en el burdo concepto de enemigo apátrida administrado suceder, señalaba, que la presencia de ciudadanos de naciones vecinas radicados
con generosidad por las dictaduras militares vernáculas; y la idea de infiltración, en la Argentina, llegado el caso formaran “quintas columnas” que actuaran de
subyacente a la de “acción secreta y progresiva”, que se viene de leer.14 El militar conformidad con regímenes totalitarios constituidos en sus países de origen. Pero
francés describe también los principios de la lucha antisubversiva. Señala que la no le asignaba a esta alternativa mayores posibilidades. “En conclusión –decía–
información es fundamental. Y que para conseguirla es conveniente dividir “cada la Argentina ofrece a la subversión un campo relativamente poco favorable. Sin
parte del territorio por una cuadrícula tan densa como sea posible; cada parte de embargo, el peligro existe. ¿Cómo puede concretarse?” Y respondía: “El comu-
esta cuadrícula está a cargo de un elemento de gendarmería, de policía, de adua- nismo, a cara descubierta, tiene pocas posibilidades… Pero la más eficaz e insi-
na o de una unidad de ejército”.15 El fin último era obviamente desbaratar a las diosa correa de transmisión del comunismo en la Argentina es evidentemente el
células subversivas y mantener bajo control a la población. fidelismo, que puede aprovechar la permanencia de un antiguo sentimiento anti-
Los aportes de los demás autores consignados en la nota al pie número 12 norteamericano y la disponibilidad de una masa peronista aún imperfectamente
colaboraron en el desarrollo doctrinario. A los efectos de este trabajo no es necesario integrada a la vida política de la nación”.16
¡Et voilà!, para decirlo en francés como corresponde, en atención a los tex-
tos que se ha venido considerando. El peronismo –un muerto que permanecía
de 1960; T. Sánchez de Bustamante, “La guerra revolucionaria”, N° 339, octubre-diciembre de guardado en un ropero– aparecía, así, al final del ciclo, reconocido en su condición
1960; Robert Bentresque, “Los acontecimientos de Laos”, ibid.; R. Sánchez de Bustamante, “La de amenaza. Pero conviene dejar en suspenso esta verdadera confesión de parte y
situación mundial”, N° 334, enero-marzo de 1962; J. Nouguès, “Radioscopia subversiva de la
Argentina”, ibid.
regresar al texto de Nouguès para ver qué decía sobre la estructura creada para
13 Patrice de Naurois, “Una teoría para la guerra subversiva”, op. cit., pp. 226-227. enfrentar a la subversión. Reconocía que se había realizado ya “una importante
14 En el texto exsite cierta sinonimia entre las expresiones “revolucionario” y “subversivo”, que fue obra técnica y práctica”: se había avanzado en la doctrina, se habían redactado los
poco después corregida por el propio De Naurois. La primera quedará reservada para aquellas for- reglamentos internos, y se habían ejecutado algunas operaciones de orden interno
mas insurgentes de la guerra, como la Resistencia Francesa, no ligadas a la “conquista del poder como el Plan Conintes17 y una acción contra opositores al dictador paraguayo
total”. Mientras que la segunda debería aplicarse a quienes combaten por instaurar “formas totalita-
rias de poder” (véase “Guerra subversiva y guerra revolucionaria”, op. cit., p. 689). 16 Jean Nouguès, “Radioscopia subversiva de la Argentina”, op. cit., pp. 30-31.
15 Ibid., p. 235. Resulta obvio que la centralidad de la información y la cuadriculación del país, 17 Elaborado para hacer frente a convulsiones internas de carácter social o político que rayaran en
que fueron parte de la tecnología del terrorismo de Estado que aplicó la dictadura del Proceso (1976- lo subversivo –conforme a la retórica militar que venía abriéndose camino– fue aplicado en tiempos
1983), respondían a este origen. de Arturo Frondizi para hacer frente a un período de agitación sindical y política.
400 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional E RNESTO L ÓPEZ 401
en el Ejército Argentino

Alfredo Stroessner, radicados en Misiones y Formosa, entre otras. Textualmente d) se conceptualiza la guerra subversiva y comienza a desarrollarse una
decía, además: “Con la creación de una organización territorial militar (zonas de doctrina de guerra antisubversiva, avanzando sobre el terreno abonado por el
defensa, subzonas y áreas), la Argentina ha sido dotada de la infraestructura anti- diagnóstico de insuficiencia (o, incluso, anacronismo) de la DDN y por la nece-
subversiva que le hacía falta”.18 Señalaba asimismo los avances en materia de inte- sidad de incorporar la novedad de la problemática bélica nuclear;
ligencia, advertía sobre la existencia de tareas pendientes en este plano y reco- e) comienza y se afirma el proceso de desplazamiento a un segundo plano
mendaba la constitución de una Comunidad Interamericana de Inteligencia, en de las hipótesis de guerra con países vecinos y, por el contrario, empiezan a tomar
el seno de la Junta Interamericana de Defensa. importancia los conceptos de enemigo interno y frontera interior;
Finalmente, en el terreno orgánico y operacional cabe mencionar que la f ) la reunión de información sobre grupos presuntamente subversivos y el
cuadriculación territorial estaba ya diagramada en 1962 y permanecía yuxtapuesta control de la población comienzan a ser tareas de significativa vinculación con la
al despliegue operacional clásico. Se preveía activarla sólo cuando fuese necesario. misión de seguridad interior.
Asimismo, se realizaron cursos de divulgación y adiestramiento orientados hacia Andando el tiempo –es decir, superada la etapa de influencia francesa–
el conjunto de la institución –puesto que obviamente debía avanzarse más allá de los estas características se perfilaron mejor o se acrecentaron. Por ejemplo, con la
límites de la ESG– que llevaron los nombres de Hierro y Hierro Forjado, entre plena instalación de la lógica de la Guerra Fría, quedó clara para la región –y por
otros. Y se desarrollaron ejercitaciones sobre la carta, sobre temas antisubversivos, tanto, también para la Argentina– una división del trabajo. A Estados Unidos le
que llevaron los nombres de: Tandil, Reflujo, Nikita y Libertad, entre otros. correspondía proveer seguridad en términos de enfrentar amenazas internacionales
Hacia 1962 el cuadro estaba completo. La fase de introducción y el primer y disuadir eventuales intervenciones abiertas provenientes del Mundo Comunista.
desarrollo de la DSN estaban cumplidos. A cada uno de los países de la región le competía velar por la seguridad interior
y controlar la subversión.
Conclusiones Otros fenómenos fueron también concomitantes con los anteriores o deri-
vados de ellos. El más notorio de éstos fue, quizá, el de la autonomización cas-
Tal como dice el dicho tribunalicio, a confesión de parte relevo de prueba. El trense respecto del control civil. Las instituciones militares ganaron autonomía
reconocimiento explícito (y final) de Jean Nouguès sobre la amenaza peronista respecto de su subordinación a los poderes cívicos, al amparo de la significación
demuestra –por si no hubiera sido suficiente la batería argumental y de datos expuestos creciente que Estados Unidos le asignó al resguardo de la seguridad interna de los
precedentemente– que la introducción y desarrollo de la DSN, en su fase inicial, países del continente, en consonancia con la importancia que le daban a su propia
estuvo condicionada por la necesidad desperonizadora que acuciaba a la Revolución seguridad. Como consecuencia de ello florecieron una diplomacia militar paralela
Libertadora. Claramente, por lo demás, la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962, a la desarrollada desde las cancillerías, y vínculos directos entre los institutos cas-
derrocado por golpe militar) no obstaculizó aquel desarrollo. trenses y el Pentágono o, un poco más modestamente, con el Comando Sur.
Las ideas y conceptos que le dieron forma en ese primer ciclo pueden resu- De aquí a la pesadilla de los golpes militares con pretensiones refundacionales
mirse de la siguiente manera: (la Revolución Argentina, primero y luego el Proceso de Reorganización Nacional),
a) se establece la vinculación entre guerra nuclear y guerra subversiva, como que dieron lugar a la postrer instalación del terrorismo de Estado, no hubo más que
formas del conflicto Este/Oeste; pasos sucesivos.
b) se presenta la guerra subversiva como una posibilidad plausible, a pesar de La larga y negra noche del horror tuvo a la DSN como inspiradora; su genea-
la escasa envergadura del fenómeno comunista a escala local, y se reconoce final- logía es la que se acaba de examinar. Probablemente sería preferible no olvidarlo.
mente que existe una amenaza peronista;
c) se conceptualiza y justifica la opción por un alineamiento estratégico GUATEMALA, 2 DE DICIEMBRE DE 2009
con Occidente;

18 Ibid., p. 38. La nomenclatura usada durante el Proceso fue prácticamente la misma.


402 CAPÍTULO VI La introducción de la Doctrina de la Seguridad Nacional CAPÍTULO VI 403
en el Ejército Argentino
1955-1976 L A ALTERNANCIA DE LOS GOBIERNOS CIVILES Y MILITARES .
B IBLIOGRAFÍA EL PARTIDO MILITAR Y EL PERONISMO. L A INFLUENCIA DE LAS DOCTRINAS
EXTRANJERAS SOBRE LAS F UERZAS A RMADAS

LÓPEZ, Ernesto, Seguridad Nacional y Sedición Militar, Buenos Aires, Legasa,


1987.
________________, El primer Perón, Buenos Aires, Le Monde Diplomatique- La sociabilización básica de los oficiales del Ejército
Capital Intelectual, 2009. en el período 1955-1976
PERÓN, Juan D., “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista
militar”, en Perón y las Fuerzas Armadas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1982.
POTASH, Robert, El Ejército y la política en la Argentina, 1962-1973, 2 tomos, LUIS EDUARDO TIBILETTI
Buenos Aires, Hyspamérica, 1985. CEPADE
ROUQUIÉ, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, 2 tomos,
Buenos Aires, Emecé, 1994.
Vivencias

“En lo altooo la miraaada, luchemos por la patria redimida”,* en abril de


1966, cuando me entregaron el papel con la letra de esta canción –que debía aprender
y rápido–, me sonaba tan desconocida como me imagino lo será ahora para la inmensa
mayoría de los lectores.
Habían pasado tres meses desde que ingresara al Colegio Militar de la
Nación (CMN) y once años desde la Revolución Libertadora de la que ya no se
hablaba (al menos en las casas y los colegios donde yo había vivido mis dieciséis
años de vida). Sólo mis compañeros que habían estado en el Liceo Militar la cono-
cían pues los habían obligado a cantarla desde los doce años.
Rápidamente, con un compañero del Curso Preparatorio –del que me había
hecho muy amigo–, escribimos la canción de nuestra sección pensando en la revancha
contra esa “gorilada liberal”. Se la llevamos al oficial instructor a quien le sonó muy
bien y empezamos a ensayarla: “Frente al sol con la mirada clara, irrumpirán los
héroes del ayer”. Sólo recuerdo estas primeras letras, pues cuando la cantamos por
primera vez orgullosos por la avenida principal del CMN, parece que pasó un liberal
y advirtió que tenía la música de la canción falangista “Cara al sol”. Claro, mi
amigo era Santiago Sánchez Sorondo, hijo del dirigente nacionalista que luego
fuera candidato con Perón en 1973, don Marcelo Sánchez Sorondo. El resultado
fueron diez días de arresto al pobre instructor y nunca más la pudimos cantar… lástima,
nos sonaba mejor que la otra... Igual recibimos una calurosa felicitación del padre
Ullet, que vestido de rigurosa sotana recorría las cuadras a la noche arengándonos en

(*) N. del Coord.: Se conservó el registro oral de la exposición.


404 CAPÍTULO VI La sociabilización básica de los oficiales del Ejército LUIS E DUARDO T IBILETTI 405
en el período 1955-1976

la sana doctrina nacionalista del padre Castelani contra el progresismo del capellán bilización3 básica, cuestiones que venían estudiándose desde largo tiempo en la
oficial del Colegio que osaba ¡vestir de clerigman! literatura de sociología militar en el mundo anglosajón.4
Poco tiempo después, las rencillas entre liberales y nacionalistas se aplacaron Todos estos estudios iniciales y los muchos que se desarrollaron posterior-
frente al logro común: el 28 de junio de ese año llegaba el final de los horribles mente, con sus obvias diferencias culturales según la sociedad de que se trate, tienen
partidos políticos en el poder y la llegada de nosotros, la reserva moral de la patria en común la identificación de las prácticas habituales con que todas las Academias
junto con Onganía y la tan esperada Revolución Argentina… militares del mundo buscar moldear a sus oficiales desde muy temprana edad.
Claro que la paz entre las eternas fracciones de liberales gorilas y nacionalistas A su vez todos coinciden en que en muchos casos (salvo en algunos países
católicos fue sacudida sólo dos años después cuando apareció un actor inesperado: el de Europa occidental en los últimos años)5 las academias militares adoptan la
nacionalismo revolucionario católico –heredero del Concilio Vaticano y la Populorum característica de “instituciones totales”.6 Ello implica, según Goffman, que un elevado
Progressio, contemporáneo del peruanismo inspirado en el régimen militar refor- número de personas son concentradas en un recinto cerrado y apartadas del resto de
mador del general Velazco Alvarado, de la Conferencia del CELAM en Medellín la sociedad. A través de éste y otros mecanismos sofisticados se logra romper parte
de 1968, etcétera–. del pasado del sujeto y el surgimiento de un espíritu de cuerpo.
Encarnado en el CMN por los oficiales instructores tenientes Licastro y Esto ha sido reconocido por casi toda la literatura como una condición
Fernandez Valoni, junto a otros, prendió como una mecha entre los jóvenes cadetes necesaria para el adecuado funcionamiento de la institución militar, aunque, como
y fue el inicio de la aproximación de muchos de nosotros al campo nacional y señalan Agüero7 y García8, se trata de una cuestión de grados para evitar los efectos
popular, y permitió que pasáramos a acompañar al resto de la juventud argentina negativos, especialmente la creación de una alteridad con respecto al resto de la
reclamando el regreso del líder del pueblo: el general Juan Domingo Perón. sociedad y una sensación de superioridad moral.
Quise colocar estas anécdotas al principio del trabajo para dar una idea del
clima de cultura oficial versus contracultura “insurgente” que vivíamos en aquel período 3 Aclaro a esta altura que utilizo el término sociabilización y no socialización siguiendo a Julio Busquets,
y que –de un modo u otro– considero se extendió hasta el golpe de 1976. que sostiene que esta última expresión refiere al “proceso de apropiación por el Estado de los medios pri-
vados de producción” (op. cit., p. 271).
La sociología militar y el proceso de formación básica 4 Charles Moskos, Public Opinion and the Military Establishment, Beverly Hills, California, Sage, 1971;
Gary Wamsley, “Contrasting Institutions of Air Force Socialization: Happenstance or Bellwether?”, en
American Jorunal of Sociology, Nº 78, pp. 399-417.
La formación básica de los militares es uno de los temas que interesó desde el 5 En relación con esto no puedo dejar de relatar mi asombro cuando en enero de 1970 llegué al Colegio
inicio a la disciplina de la sociología militar1 y a la que recurrentemente se vuelve Militar de Francia y al Jefe de Compañía que me recibió, le pregunté:
para poder explicar tanto el comportamiento profesional –donde se analiza cómo –¿Por qué tienen tantos profesores?
muchos fracasos militares provienen de errores en la educación militar básica–, –¿Por qué lo decís?
como también el comportamiento político de determinada cohorte existencial de – Por la cantidad de autos
los militares.2 –Los autos son de los cadetes –me dijo –, ahora estamos en los seis meses de trabajo académico y edu-
cación física, así que todas las tardecitas toman su auto y vuelven a sus casas o pensiones, después nos
Muy especialmente hace ya un cuarto de siglo en España, aparecen los pri- vamos tres meses al terreno y allí los formamos en las capacidades militares.
meros trabajos científicos sobre la formación respecto de los valores en la socia- A esa altura yo ya había acumulado cuatro años de internado de domingo a sábado y aún me faltaba uno
más y confieso haberme sentido un extraño espécimen proveniente sin duda del cuarto mundo.
6 Irving Goffman, Internados. Ensayos sobre la situación de los enfermos mentales, Buenos Aires, Amorrortu,
1 Julio Busquets, El militar de carrera en España, Barcelona, Ariel, 1967; John Van Doorn, The Soldier 1961, pp. 17-19; José Miguel Florez, “La educación militar en el Perú en el proceso educativo: los valores
and Social Change, Beverly Hills, California, Sage, 1975; Bengt Abrahamson, Military Professionalization militares y la democracia”, en Felipe Agüero, L. Hurtado y J. M. Florez, Educación militar en democracias,
and Political Power, Beverly Hills, California, Sage, 1972. serie Democracia y FFAA, Nº 3, Lima Idele, 2005, pp. 124-125.
2 Véase, en relación con el Uruguay, Carina Perelli, Convencer o someter: el discurso militar, Montevideo, 7 Felipe Agüero, “Educación militar y profesionalización”, en F. Agüero, L. Huratdo y J. M: Florez,
EBO, 1986; y, para el caso del Paraguay, Horacio Galeano Perrone y otros, Los Generales del siglo XX y op. cit., pp. 17-19.
cómo piensan los del siglo XXI, Asunción del Paraguay, Intercontinental, 1998. 8 Prudencio García, Ejército: presente y futuro, Madrid, Alianza, 1973, pp. 225-238.
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en el período 1955-1976

No haré, por lo tanto, especial hincapié en este aspecto, que provenía desde que propone analizar las academias, pues ambos aspectos no han sido suficientes.
antes del período analizado y que se ha mantenido con algunas correcciones en los En ese mismo momento, por estas tierras, esos fenómenos eran simple-
últimos tiempos, particularmente para evitar los aspectos degradantes por el régi- mente desconocidos y si a alguien se le ocurría pedir permiso para ir a la univer-
men de internado, sumado al sistema jerárquico y los ritos iniciáticos adosados, sidad ya era considerado un traidor y condenado a rendir examen de conocimiento
que aparecieran descriptos en La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa.9 de la totalidad de los reglamentos militares.12
Sí intentaré recordar algunas de las problemáticas que la sociología militar ha Si bien debe reconocerse la calidad de los profesores civiles –que eran los mis-
detectado con carácter universal y que cuando se potencian con determinados com- mos que formaban a los jóvenes en el Colegio Nacional Buenos Aires–, y en esto
ponentes ideológicos –que luego analizaremos–, producen serios problemas para la Argentina hacía punta en la región –como en el conjunto de su sistema educativo–,
debida integración del militar en el contexto de la vida democrática de la sociedad. lo cierto es que el reloj de la educación militar ya atrasaba varios años en relación
Así, por ejemplo, el coronel español Prudencio García señala en 1973: con la experiencia europea.
Ya vimos la diferencia con el tiempo de internado y para dar otro ejemplo:
a nuestro juicio la solución del problema de la debida simbiosis Ejército- los cadetes no teníamos accesos a los diarios, ni podíamos escuchar radio, para no
Sociedad debe abordarse descendiendo al alma mater de nuestro Ejército: distraernos con la realidad.
las Academias militares. En ellas debe impartirse al futuro oficial y jefe un Por su parte, Felipe Agüero nos dice:
tipo de preparación que desborde ampliamente la ciencia militar propia-
mente dicha, incluyendo una sólida preparación intelectual en disciplinas otro componente fundamental de la educación militar se refiere a la socia-
humanas y sociales […] para lograr un contacto suficientemente estrecho lización, más o menos formalizada, en códigos y valores que diferencian la
con el complejo y conflictivo mundo sin el cual no puede sentirse plenamente institución militar de otros grupos y organizaciones de la sociedad. Esto es
integrado con la comunidad a la que pertenece, ni aspirar a defender valor necesario por su cometido específico: es una organización en la que se
permanente alguno con una mente alejada de las cambiantes realidades de llama a dar la vida por la patria. Pero estos elementos son relevantes para la
su época.10 relación educación militar-democracia por lo que se debe estar siempre incluyendo
la reflexión sobre esto para evitar la extrema diferenciación y la sensación de
Y luego advertía: superioridad sobre el resto.13

nunca han de faltar argumentos de evasión tendientes a limitar lo profe- Y, analizando específicamente al campo latinoamericano, continúa:
sional a esa clase de patriotismo que durante siglos se le pidió –y se debe
seguir haciéndolo– y que exigía: valor físico, disciplina y cierta técnica. El la literatura destaca la apropiación por parte de las Fuerzas Armadas de la
patriotismo de hoy exige eso y bastante más, incomparablemente más.11 noción de interés nacional y la auto-identificación de éstas como los princi-
pales garantes del interés y los valores nacionales.14
Lo que resulta interesante señalar es que García identificaba la vigencia de
un extrañamiento de los militares con su sociedad a fines de los sesenta (de allí Ahora bien, esto no era algo acostumbrado en el período anterior a 1955.
provienen sus trabajos de campo), a pesar de que un gran número de oficiales En el Reglamento de 1947 que aplica un decreto ley de 1944, figura la siguiente
cursaba en la universidad y un 80% ejercía el pluriempleo, y es por este motivo
12 Incluso como me recordaba hace poco otro camarada de los “33 orientales” en aquellos tiem-
pos se veía horrible que algún oficial que egresara entre los primeros de su promoción decidiese ir
9 Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros, Buenos Aires, Sudamericana, 1969. a estudiar a la Escuela Superior Técnica para formarse como ingeniero militar.
10 Prudencio García, op. cit. (este destacado y los que figuran en el resto de la citas me pertenecen). 13 Felipe Agüero, op. cit., pp. 22-23.
11 Ibid. 14 Ibid.
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en el período 1955-1976

definición del Ejército: “es la parte de las fuerzas armadas destinada, fundamentalmente esa fecha. Recién en ese año y al calor del enfrentamiento ya abierto entre Perón y parte
a la realización de operaciones de guerra terrestre”. de las Fuerzas Armadas, aparece el reglamento RRM20 titulado Adoctrinamiento,
Consideremos la diferencia respecto de la definición que figura en el Educación e Instrucción que contenía dos páginas dedicadas a explicar la Constitución
Reglamento de Servicio Interno RV 200-10 de 1968, que deriva de la ley 16.970 de 1949 y los objetivos de una patria, justa, libre y soberana.
de Seguridad Nacional de 1966: “su existencia es indispensable y su acción será Como ya expliqué, la desperonización va a comenzar a cambiar acelera-
decisiva en la vida del país […] su misión es salvaguardar los más altos intereses de damente a partir de 1968-1969, hasta llegar a la situación del 17 de noviembre
la Nación, garantizar el mantenimiento de la paz interior […] constituye una de de 1972 cuando ya los militares que apoyaban el regreso de Perón eran tantos, que
las reservas morales de la patria” (sin aclarar cuáles son las otras pero puede suponerse hasta le rendían honores en la ruta de Ezeiza a Buenos Aires y los Comandantes
que la Armada y la Fuerza Aérea, por ello es sólo una de ellas, aunque en los en Jefe no se animaron a enfrentarlos y detener al viejo líder, por temor a la fractura.
documentos internos con los que estudiábamos en el CMN decía “la reserva El segundo proceso, el de la intromisión de la DSN en su versión extrema17
moral”). Este reglamento será modificado en 1991, volviendo a una redacción de siguió por el contrario un camino ascendente hasta culminar en el paroxismo con
la misión acorde a la de 1947, pero manteniendo todos los demás aspectos de la el Proceso de Reorganización Nacional.
definición macro. Para entender la lógica de ese crecimiento deben entenderse las características
específicas de la versión argentina, entre ellas la enorme influencia de los sectores
La especificidad de la formación ideológica durante el período. católicos de ultraderecha en su formulación, que le dieron el tono de guerra religiosa.
Otra vez, este fenómeno ya ha sido descripto en abundancia por autores civiles y
Considero que este aspecto debe ser leído desde la relación entre dos pro- militares,18 por lo que limitaré a analizar el impacto en el CMN.19
cesos distintos: uno específicamente argentino en clave de la evolución antipero- Para ello voy a utilizar los documentos conocidos como BEIE (Boletines
nismo-peronismo y el otro –similar en toda América Latina–, de la paulatina de Educación e Instrucción del Ejército) que comenzaron a editarse a principios de
imposición de la Doctrina de la Seguridad Nacional y en nuestro caso, además, de los años sesenta. Así, ya en 1964 aparece en el BEIE número 9 la necesidad de “pre-
la influencia de la doctrina de contrainsurgencia francesa. parar a los oficiales para soportar la tensión ideológica y psicológica a la que se verán
El estudio de estos procesos generales dispone de varios trabajos,15 de enfrentados en la lucha actual”. Pese a que en ese mismo BEIE se hace hincapié en
manera que sólo procuraré identificar su impacto en el momento de la sociabili- que “educar no es adoctrinar”, en 1966 –el año en que ingresé al CMN– se publi-
zación básica en valores. ca y distribuye el BEIE número 14 titulado “Conducción Interior Plan I”.
Aquí el primer proceso tuvo –más allá de la anécdota sobre la marcha de Para todos los que tuvimos que estudiarlo y enseñarlo en nuestra época de
la Revolución Libertadora– una influencia decreciente aunque sobre la base de un cadetes, en realidad es conocido por una expresión que de tanto repetirla, final-
supuesto original: a mediados de los años sesenta, simplemente a nadie se le ocu- mente sonaba a broma y que es la proposición del Núcleo Temático número 1:
rría que un militar podía ser peronista después de la furiosa desperonización que “Vida humana: milicia multiforme”.
López describe con amplitud.16
Aquí vale la pena señalar que hasta 1954 todos los reglamentos de los años
peronistas eran tan absolutamente profesionales y apolíticos como los escritos hasta 17 Alain Rouquié, Extremo occidente: una introducción a América Latina, Buenos Aires, Emecé, 1994;
Horacio Verbitsky, La última batalla de la Tercera Guerra Mundial, Buenos Aires, Legasa, 2009.
18 Véanse, entre otros, Horacio Verbitsky, op. cit., y Mario Orsolini, La crisis del Ejército, Buenos
15 Ernesto López, El primer Perón, colección Los otros militares, Buenos Aires, Capin, 2009; Aires, Arayú, 1964.
Prudencio García, El drama de la Autonomía militar, Madrid, Alianza, 1995. 19 Sí me parece importante transcribir las proféticas palabras que el coronel Orsolini publicara en
16 Es notable la coincidencia con la descripción que hace Juan Rial (Las FFAA: soldados políticos La crisis del Ejército: “La ideología como causa conduce a la guerra santa […] desarrolla en todas
o garantes de la democracia, Montevideo, CIESU-CLADE-Ediciones de la Banda Oriental, 1986) las jerarquías del ejército la tendencia a compartir las ideas de los políticos más extremistas, a imitar
acerca de la situación en el Uruguay, donde cabía imaginar “blancos” o sea adherentes al Partido los procedimientos terroristas del adversario […] y a considerar como enemigo a todo aquel que
Nacional pues el Ejército era históricamente colorado y dentro de él antibatllista. levanta la voz contra esa demencia colectiva” (op. cit., pp 52-53).
410 CAPÍTULO VI La sociabilización básica de los oficiales del Ejército LUIS E DUARDO T IBILETTI 411
en el período 1955-1976

En la página 7 enuncia los objetivos generales del Boletín (de 451 páginas): netrados con nuestra concepción cristiana del mundo y del hombre y nuestra
forma de vida democrática y occidental.
– Afirmar la formación moral de los principios que engendran la concepción
cristiana de la vida y del hombre. Por si alguna duda queda a esta altura de que este BEIE era un verdadero
–Despertar confianza y adhesión a nuestra forma de vida occidental y demo- Manual de Adoctrinamiento (pero con 451 páginas en lugar de las dos que tenía
crática donde el hombre puede realizarse en libertad. el de Perón) –mezcla criolla de integrismo católico con manual mal traducido del
inglés–, leamos estos otros textos:
Cabría recordar que en el momento de su publicación, la democracia acababa
de ser anulada por el golpe militar contra Illia. El cristianismo: código de doctrina-vida para Occidente. El cristianismo no es
Llegamos luego al desarrollo de la proposición señalada sobre “La vida sólo una fe, una Iglesia, un culto particular. Dio un código de doctrina-vida
humana: milicia multiforme” donde se desarrolla el principio de Séneca de que a Occidente que, superando los errores del paganismo sobre el que se elevó
“la vida es lucha”: (el judaísmo, bien gracias), ha regenerado al mundo. Todas las Instituciones y
prácticas sociales de nuestra civilización están impregnadas de esa doctrina-vida,
De hecho todo ser humano vive en perpetua lucha, ofensivo-defensiva; la Doctrina que deben acatar aun aquellos carentes de fe y de culto que han nacido
vida del hombre es milicia, lucha, combate, guerra, pugna; en estar preparado o conviven en nuestra sociedad.
para ello consiste la profesión vocacional militar.
Consideremos la vigencia de la visión internacional impuesta a partir del
Pero ¿contra quién es la lucha?, en la página 27 leemos: golpe del 1955 en la siguiente frase (p. 224):

el ser humano es enfermo (in-firmus) y por eso se subleva contra el Bien No puede dejar de recordarse que el mundo está dividido hoy en dos orbes
que es Dios y así aparece el mal. La extensión del mal es consecuencia enfrentados: el Comunista y el Occidental; incluso hay un tercer mundo que
directa del abandono de la fe y su suplantación por idearios, doctrinas teorías al desertar de nuestro campo favorece al socialista.
que no han cultivado la Verdad, Justicia, Amor y Libertad. Esta situación llega
hasta nuestros días con las últimas manifestaciones de la Guerra Ideológica que En reemplazo entonces de la “tercera posición” tenemos esta nueva inter-
padece el mundo. pretación del mundo (lo notable es que sólo cuatro años después la Argentina
comenzaría en Lusaka su aproximación al Movimiento de Países no Alineados,
(Como se podrá advertir, George W. Bush no era un innovador en la mate- participando como observadores en la 8ª Conferencia bajo el gobierno militar del
ria). Luego el ¿contra quién? de la lucha perpetua se torna más específico aun: general Levingston).
Este abandono de la “tercera posición” será acompañado –como podremos
Si bien existen distintas escuelas, doctrinas o sistemas menoscabadores de la ver en otros núcleos temáticos del BEIE–, por la introducción del concepto de
dignidad del hombre, excede a todos ellos por su saña e inhumanidad el “guerra revolucionaria”. Para este concepto se apela a un trabajo de 1959 del general
Comunismo marxista, […] en su propósito confesado de adueñarse del mundo. español Díaz de Villegas que dice entre otras cosas “en esta guerra el objetivo es, además
de la destrucción del aparato, la recuperación de la población, de sus almas y de su
El instrumento para esta lucha contra el comunismo aparece en la página ideología”.
44, a partir de la idea de “El Ejército de la Libertad”, donde nos instaba a Finalmente, leamos el “Código Moral para el Combatiente en la Guerra
Revolucionaria”: el mismo es un decálogo (probablemente traducido de algún docu-
Ser integrantes del ejército de la libertad a fin de asegurarla para nosotros, mento estadounidense redactado luego de la Guerra de Corea y luego “argentinizado”
para nuestros hijos y para todos los hombres de América y de la tierra compe- con comentarios) del cual transcribo sólo algunos puntos:
412 CAPÍTULO VI La sociabilización básica de los oficiales del Ejército LUIS E DUARDO T IBILETTI 413
en el período 1955/1976

7) Grave relajación de los conceptos éticos militares, asumiendo la tortura


1) Soy un combatiente americano. Soy valor humano de América toda que como método habitual y sistemático en el campo de la información.
lucha por su supervivencia. Mi acción ofensiva-defensiva salvaguardia mi 8) Frecuente respaldo de las Fuerzas Armadas a modelos económicos de
país, todo el Continente igualmente amenazado y al estilo de vida sostenido fuerte base oligárquica y gran desigualdad social.21
en la doctrina-vida del Cristianismo […].
2) Nunca recibiré favores del enemigo: ante la tentación diabólica responderé Queda para las actuales autoridades civiles y militares del sistema de defensa
con actos y palabras; si se rinden los cobardes, el brazo de mi madre me señaló corregir todas aquellos aspectos del proceso de sociabilización básica de los militares
la ruta iluminada. [Sí, es una estrofa de la “Canción de la Libertadora”]. que signifiquen rémoras de aquellos errores, tanto en el aspecto de alteridad y/o supe-
rioridad en relación con el resto de la sociedad como de la contaminación ideoló-
Otro elemento significativo en el proceso de ideologización creciente del gica del período de la Doctrina de Seguridad Nacional y la guerra contrarrevolucionaria.
“combatiente americano”, fueron las definiciones de seguridad y defensa: seguridad
como situación y defensa como todas las acciones que se llevan a cabo para alcanzar
la seguridad. 20
No he querido incursionar, obviamente, en la diferenciación de contenidos B IBLIOGRAFÍA
pre y post 1955 en otro tipo de material, como por ejemplo la Revista del Soldado
cuyos contenidos de los años anteriores a 1955 instarían a intercalar los números
actuales, o la Revista de la Escuela Superior de Guerra, porque no formaban parte ABRAHAMSON Bengt, Military Professionalization and Political Power, Beverly
del material en uso en el ámbito de la sociabilización básica, es decir el CMN. Hills, California, Sage, 1972.
Quiero terminar volviendo a citar al coronel Prudencio García pues no AGÜERO Felipe, “Educación militar y profesionalización”, en F. Agüero, L.
puedo sino compartir las conclusiones que figuran en su libro: Hurtado y José M. Florez, Educación Militar en Democracias, serie Democracia y
FFAA, Nº 3, Lima, IDELE, 2005.
Características generalizadas del militarismo latinoamericano entre las ALVIRA MARTÍN, Francisco, “A modo de epílogo” en Julio Busquets y Valentina
décadas de los cincuenta y los ochenta: Fernández Vargas (coords.), La enseñanza militar en España. Un análisis sociológico,
1) Intensivo adoctrinamiento anticomunista, conducente a un ultraderechis- Madrid, CIFAS-CSIC, 1986.
mo radicalizado. BEIE, Nº 9, Ejército Argentino, 1964.
2) Aguda intensificación de esta tendencia formativa durante el período de BEIE, Nº 14, “Conducción Interior Plan I”, Ejército Argentino, 1966.
la “guerra fría”. BUSQUETS, Julio, El militar de carrera en España, Barcelona, Ariel, 1967.
3) Creciente desviación de la idea de “Defensa” hacia el concepto de “ene- FLOREZ, José Miguel, “La educación militar en el Perú en el proceso educativo:
migo interior”. los valores militares y la democracia” en Felipe Agüero, L. Hurtado y J. M. Florez,
4) Implementación de la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional”. Educación Militar en Democracias, serie Democracia y FFAA, Nº 3, Lima, IDELE, 2005.
5) Auto-atribución excluyente por las Fuerzas Armadas de los conceptos de GALEANO PERRONE, Horacio y otros, Los Generales del siglo XX y cómo pien-
patria y patriotismo, y de la representación exclusiva de la nación. san los del Siglo XXI, Asunción del Paraguay, Intercontinental, 1988.
6) Progresiva desviación de las Fuerzas Armadas hacia funciones de carácter GARCÍA, Prudencio, Ejército: presente y futuro, Madrid, Alianza, 1973.
policial. _______________, El drama de la Autonomía militar, Madrid, Alianza, 1995.
GAZZOLI, Luis, ¿Cuándo los militares tenemos razón?: de Frondizi a Levingston,
Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.
20 Osiris Villegas, Políticas y estrategias para el desarrollo de la seguridad nacional, Buenos Aires,
Pleamar, 1969. 21 Prudencio García, El drama de la Autonomía militar, op. cit., pp. 236-237.
414 CAPÍTULO VI La sociabilización básica de los oficiales del Ejército CAPÍTULO VI 415
en el período 1955-1976
1955-1976 L A ALTERNANCIA DE LOS GOBIERNOS CIVILES Y MILITARES .
____________, El dilema militar argentino, Buenos Aires, Pleamar, 1989. EL PARTIDO MILITAR Y EL PERONISMO. L A INFLUENCIA DE LAS DOCTRINAS
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VAN DOORN, John, The Soldier and Social Change, Beverly Hills, California, Habrá que empezar señalando de un modo claro, contundente, una cuestión
Sage, 1975. que no se tiene bien analizada, que se la oscurece con deliberada frecuencia. En
VARGAS LLOSA, Mario, La ciudad y los perros, Buenos Aires, Sudamericana, 1967. suma, que se quiere ocultar, no reconocer. Desde 1955 hasta 1973 –cuando Cámpora
VERBITSKY, Horacio, La última batalla de la Tercera Guerra Mundial, Buenos asume democráticamente el gobierno de la República con una mayoría de votos
Aires, Legasa, 2009 (última edición corregida). que llega casi al 50%, desde la firma del decreto 4.161 en que Aramburu prohíbe
VILLEGAS, Osiris, Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional, nombrar a Perón, nombrar a Evita, al Partido Justicialista y lo excluye de la política,
Buenos Aires, Pleamar, 1969. de la participación dentro de la democracia– la República Argentina atraviesa una
WAMSLEY, Gary, “Constrasting Institution of Air Force Socailization: Happenstance etapa de profunda ilegalidad constitucional. De modo que habría que modificar
or Bellwether”, en American Journal of Sociology, Nº 78, 1972, pp. 399-417. algunas expresiones que nos hemos acostumbrado a utilizar. Por ejemplo, Andrew
Graham Yoll dice en uno de sus libros que el movimiento sedicioso que encarnaba
Juan Carlos Onganía derroca al gobierno constitucional de Arturo Illia. No es así.
El gobierno de Arturo Illia no era constitucional y lo increíble es que suene raro.
Que nos hayamos acostumbrado a que sí, a que lo era y a que el doctor Illia era un
demócrata ejemplar. Cuando en la película La República Perdida, que se proyecta
durante la campaña electoral del radicalismo, durante el año 1983, se lo presenta
como un baluarte, un ejemplo de la democracia, que recibe en su despacho al
general Julio Alsogaray y le dice de un modo casi heroico “Usted es un bandolero que
se alza contra las autoridades constituidas, etc.”, la gente aplaudía en el cine. Yo creo
que Julio Alsogaray debe haber pensado: “Este hombre se la creyó, se creyó que él
es la autoridad constituida, pero en realidad nosotros lo pusimos ahí”. Es absurdo
lo que dice Illia. A Illia lo habían puesto las Fuerzas Armadas como una máscara
democrática más para disfrazar al país de país democrático. Cuando en realidad
no lo era en absoluto, porque las mayorías no podían votar y el líder de esas mayorías
no podía regresar al país y la mujer que esas mayorías habían venerado estaba
escamoteada, su cuerpo estaba desaparecido, porque, como bien habían calculado
416 CAPÍTULO VI Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 417

los militares aramburistas, donde estuviera enterrado el cadáver de Eva Perón iba todos. Si ahí yo gano, mi gobierno será democrático. De lo contrario, sólo es la
a haber un foco de concentración rebelde. ¿Por qué? Porque el pueblo humilde careta de una situación de ilegalidad institucional”.
–al que Evita había favorecido cálidamente– la seguía amando y no quería que se Pero Illia acepta y –como parece ser una persona honesta– los militares sos-
vejara su cuerpo. pechan que dará elecciones libres, para todos, sin proscripciones. Lo echan porque es
¿Por qué son todos gobiernos ilegales? El gobierno de la llamada Revolución un golpe preventivo. Lo echan porque es muy posible que dé elecciones ampliadas
Libertadora era profundamente ilegal porque surge de un golpe contra un gobierno con el peronismo. Entonces viene eso de la tortuga, de las palomas que le dibujan
constitucional, contra el gobierno de Juan Domingo Perón. Este gobierno de en la cabeza. Illia es un tipo lento, torpe, y el país necesita un macho. Argentina
Aramburu se propone desperonizar al país y concede elecciones en las que apuesta es un país de machos, y los militares eran concebidos como los grandes machos del
por Balbín pero gana Frondizi. De todos modos, ya esas elecciones establecen un país. Y asume entonces Onganía. Pero Illia, de haber sido un auténtico demócrata,
método que algunos jóvenes de hoy, lo juro, casi no pueden entender. Cuando cuando le propusieron presentarse a elecciones debió haber dicho “No señores, yo
uno le dice a un joven de hoy, “Mirá, en este país pasó esto, un señor que se lla- no me presento. Me presento si se presenta el peronismo; pero hacerles de careta
maba Andrés Framini ganó democráticamente en la provincia de Buenos Aires y democrática a ustedes, lo siento mucho. Soy un hombre democrático y no me presto
cuando fue a ocupar su puesto las Fuerzas Armadas lo echaron a patadas y al pre- a esto”. Ésa era la gran muestra de un espíritu auténticamente democrático, pero
sidente que había otorgado esa elección lo derrocaron, lo mandaron a Martín sin embargo acepta presentarse y servir de careta democrática para seguir frenando
García y pusieron a un señor mínimo, José María Guido, para cubrir la fachada al peronismo.
democrática”, el joven de hoy (los jóvenes ignoran nuestra historia, la desconocen) Entre tanto, para introducir un tema del que no hemos hablado, hay que
cree que le están haciendo una broma, contando un cuento absurdo, demencial. hablar de la contrainsurgencia. La contrainsurgencia, en efecto ya se ha dicho aquí,
La Argentina no se puede constituir legalmente porque insiste en la margi- llega a la Argentina ya con Aramburu. No con Aramburu en el gobierno, sino con
nación de la fuerza mayoritaria del país y del líder de esa fuerza. Todo eso potencia Aramburu como figura principal de las Fuerzas Armadas. La figura de Alcides López
a ese líder, porque lo transforma en un objeto maldito. El pueblo está esperando Aufranc es poderosa, y llegan los instructores franceses. Para decirlo de un modo bru-
que regrese en un avión negro. No hay nada más maldito que lo negro, lo negro es tal, que sacuda, lo que habían descubierto los franceses en Indochina y en
lo prohibido, aquello que se niega. Es como una actitud neurótica, cada uno de Vietnam –lugares en los que habían perdido, pero en el fondo ellos estaban seguros
nosotros vive negando cosas en sí mismo hasta que estallan como síntoma. Bueno, de que ésa era la táctica– es la tortura. La doctrina francesa se basa en la tortura. ¿Por qué?
el peronismo estalla como síntoma, lo tapan acá, lo tapan allá, lo sofocan, lo silen- Porque para derrotar a la contrainsurgencia hay que poseer una muy buena y precisa
cian, lo persiguen, etc. El primer síntoma grave de ese sistema enfermo que había información. Y la información, según el general Paul Aussaresses o Roger Trinquier
establecido el Estado gorila es el secuestro y la muerte de Aramburu. u otros militares fundamentales en la doctrina francesa, se obtiene con la tortura. La
Pensándolo desde la amplia perspectiva histórica que tenemos ahora, debe- tortura garantizaba la palabra del torturado, que ponía en conocimiento de los tor-
ríamos decir que ese juego manejado por las Fuerzas Armadas entre gobiernos turadores lo que necesitaban saber. A esta tarea, de un modo irónico o trágico, se
militares, gobiernos civiles manejados por militares, gobiernos civiles que terminan la llama “tarea de inteligencia”. Es decir, la tarea de inteligencia consiste en torturar.
por hacer lo que no quieren los militares y son derrocados (por los militares) y se Hay una película norteamericana (admiro mucho a Estados Unidos y su cine por
ponen ellos, y ponen a otro gobierno civil que tampoco hace lo que quieren y lo la capacidad autocrítica que tiene) en la que un personaje que ve torturas en Iraq llega
sacan y se vuelven a poner ellos es un ciclo de lamentable sustancia democrática. a Estados Unidos, y le dice a una agente de la CIA “He visto torturas en Iraq y
De 1955 a 1973 no hubo democracia en la Argentina. Hubo ilegalidad, sofoca- yo no lo pude tolerar”. “Momento”, le dice la agente, “Estados Unidos no tortura,
miento, hubo falta de libertad. obtiene información, eso que quede claro”.
Lo que yo y muchos le podemos reprochar a esa buena persona que fue Entonces, la contrainsurgencia ya se está preparando desde los tiempos de
Arturo Illia es que él, en lugar de irse legalizando a lo largo de su breve gobierno, Aramburu, y efectivamente proviene de los instructores franceses. Aussaresses, por
debió no aceptar una democracia excluyente. Debió decir: “Señores, yo no quiero ejemplo. ¿Quién había sido Paul Aussaresses? Había sido un heroico luchador
lavarle la cara a nadie. Si ustedes quieren elecciones, que las elecciones sean para contra el nazismo. Como vemos, la lucha antinazi queda sólo en el mapa. Luego
418 CAPÍTULO VI Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 419

venía la lucha contra el verdadero enemigo, el comunismo. Para los franceses, la le dijo: “Cuidado con la Argentina, la Argentina no es la Cuba de Batista, la
lucha en Argelia no era una lucha colonialista, era la lucha contra la insurrección Argentina tiene fuerzas poderosas de represión”. Y Ernesto Guevara le contestó:
marxista como cualquier otra lucha que se tiene. Los ejércitos tenían que inter- “Son todos mercenarios”. Esto no fue una respuesta correcta, porque un mercenario
venir en la seguridad nacional para luchar contra el enemigo interno marxista. En es muy peligroso, un mercenario es un guerrero muy bien entrenado y es mentira
el plano internacional, en la Guerra Fría, eran los dos bloques los que se ocupaban que no tenga los ideales de un joven idealista revolucionario, porque tiene una
de mantenerse enfrentados pero no beligerantes. Las guerras se daban en el Tercer ideología que se le ha metido al mercenario: “Usted está luchando por la libertad de
Mundo, en Vietnam por ejemplo. En Vietnam también se aplica la doctrina fran- este continente, usted está luchando contra el poder comunista que intenta devorar
cesa con el Plan Fénix, que genera una cantidad de muertos, sesenta mil, ochenta al mundo, usted está luchando por la religión de sus padres”, miles de causas se le
mil…, pero que sigue la doctrina francesa no sólo de matar al culpable, sino de pueden inocular a un mercenario. Y en última instancia un mercenario es un sádico
matar a todo el círculo que lo rodea. Los boinas verdes responden con enorme y su tarea es la guerra, y es un muy eficaz guerrero. Entonces cuando el “Che” dice
crueldad a cada uno de los suyos que caen. Por cada uno de los suyos que caen, “son todos mercenarios” comete un error. Los mercenarios son muy poderosos.
ellos matan 500. Por lo que vemos que esta relación entre 5 y 1, que es tan trágica, Entonces ¿qué tenemos acá? Tenemos una revolución que es aceptada en
se da de distintas maneras. Porque el 5 y 1 de acá terminó siendo el 50 por 1 de una situación excepcional por Estados Unidos; un personaje carismático que fue
las fuerzas del golpe de 1976. Ernesto Guevara, que crea una teoría ajena al marxismo. La crea junto con Régis
Pero ¿qué pasaba con la insurgencia? Creo que ésta es la parte más discutible, Debray, y Hobsbawm abre paréntesis y pone “el francesito de turno” (como buen
la que más me va a costar, la que más crítica puede recibir, pero hay que introducirla. inglés, Hobsbawm hace un chiste: no podía faltar ahí un francés).
En su Historia del siglo XX, Eric Hobsbawm –porque uno siempre se apoya El francesito escribe Revolución en la Revolución, donde desarrolla la teoría
en esta gente– califica a los movimientos guerrilleros latinoamericanos de la década del foco. La teoría del foco no tiene nada que ver con el marxismo. Marx y Engels
del sesenta a partir de que han obtenido un fracaso espectacular, lo pone en están en contra del terrorismo. Si uno lee (y yo las he leído) sobre todo las obras de
mayúsculas, y muy simplemente explica los motivos. Marx advierte que siempre une la lucha revolucionaria con las masas. No hay lucha
Primer motivo: exageración del poder contra el cual luchó la Revolución revolucionaria si las masas, el pueblo, no acompañan. Debray y Guevara crean la
Cubana. La Revolución Cubana no fue el suceso de doce guerreros que luego fueron teoría del foco, que consiste en esto: el movimiento guerrillero debe centrar un foco
sumando fuerzas y derrocaron a un régimen poderoso. El régimen no era poderoso. revolucionario de 8, 10, 15 personas que comienzan a actuar, y ese foco tiene un
El Ejército de Batista estaba corrupto, desalentado, Batista llevaba ya mucho poder gradualizador que va atrayendo cada vez más a las masas, logrando cada vez
tiempo en el poder, Estados Unidos no lo respaldaba y veía con simpatía a estos más poderío hasta que se realiza el asalto final. Es decir, no se parte de las masas, sino
barbudos rebeldes que venían a quitarles de encima a un régimen realmente incó- que se parte de la elite. En suma, es una teoría de vanguardia. ¿Cuál es el problema
modo como era el de Batista, porque era sanguinario, impresentable. Además, de la vanguardia? Que la vanguardia actúa desde afuera, la vanguardia cree conocer
Castro maneja al campesinado, es decir, no se trata de una guerrilla foquista. las leyes de la Historia. Lenin decía “La vanguardia conoce las leyes de la Historia”,
Castro responde al campesinado, a los sectores sindicales, y se enfrenta a un ejército y Rosa de Luxemburgo le decía que nadie puede conocer las leyes de la Historia. Pero
muy debilitado. el Partido Comunista en la URSS se legitima porque conoce las leyes de la Historia
Segunda, tremenda, incomprensión: Ernesto “Che” Guevara publica un y las puede bajar a las masas. La vanguardia siempre va a decir “Nosotros sabemos
panfleto, un texto muy importante que se llama Cuba: “Vanguardia en la lucha más que las masas, porque conocemos las leyes de la Historia”. Ocurre algo muy
revolucionaria o excepcionalidad histórica”. Guevara se echa furibundamente contra simple, la historia no tiene leyes, nadie sabe adónde va la historia. Esto lo hemos
aquellos a quienes llama excepcionalistas, entre los cuales me tendría que ubicar advertido desde hace tiempo, pero hay muchos que insistieron en que la historia
yo. Porque esta tesis que estoy dando es la del excepcionalismo de la Revolución tenía leyes, y en que el mundo marchaba al socialismo. Como dice Walter Benjamin,
Cubana. La revolución en Cuba fue excepcional porque Estados Unidos no la veía en Tesis de la Filosofía de la Historia, nada causó más daño a la clase obrera alemana
como una revolución marxista, porque el gobierno de Batista se caía y el Ejército que creer que nadaba a favor de la corriente. Nunca se nada a favor de la corriente,
no era una fuerza poderosa. Eso se lo dijo Valle al “Che” Guevara en 1961. Valle porque no hay una corriente. La corriente hay que crearla, entonces hay que crearla
420 CAPÍTULO VI Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 421

con el pueblo y hay que trabajar con el pueblo. Esto es lo que surge desde una En la película La Patagonia Rebelde, cuando los obreros se están equivo-
lectura atenta de los textos de Karl Marx. cando, discuten dos anarquistas europeos, el alemán Schultz y el gallego Soto. El
Entonces tenemos una situación histórica que constituye una trampa for- gallego Soto le dice “Los compañeros están equivocados, los compañeros van a
midable. La Revolución Cubana que aprovecha una situación excepcional, teoría dialogar con los militares y los militares los van a matar. Yo no soy carne para tirar
del foco que se da en gran medida, como dice Hobsbawm, por el carácter errático a los perros, así que me voy”. Y el alemán Schultz le dice “Yo no me voy, yo pre-
de Ernesto Guevara, el Congo, Praga, Bolivia… Y surgen así los movimientos de la fiero equivocarme con los compañeros a tener razón solo”. Bueno, ésta es una
guerrilla latinoamericana, uno de cuyos mayores problemas es no preguntarse jamás gran lección de lo que es un revolucionario. Un verdadero insurgente, honesto,
¿cuál es la fuerza del enemigo, contra quién peleamos? Ignoraban por completo entero, que quiere que sus trabajadores y compañeros mejoren sus condiciones
todo esto de la doctrina francesa. Sabían algo de la Escuela de las Américas, pero de vida, va con ellos hasta el final. Y esto no lo entendió la guerrilla argentina.
ignoraban que el Ejército, como decía un compañero mío en los setenta, todavía no Tampoco lo entendió Perón, pero ésa es una historia tremendamente desdichada
se había puesto en serio con la guerrilla. que quizás no sea momento de tratar aquí.
La idea de la insurgencia argentina no estuvo mal en principio, y esto viene Para sintetizar esto, voy a tomar otro caso tremendamente delicado pero
de Cooke, porque la insurgencia argentina fue cookista. John William Cooke, un que les pediría que lo pensaran profundamente. Yo escribí una novela que se
hombre muy inteligente que había leído completa La Crítica de la Razón Dialéctica llama Timote, secuestro y muerte del General Aramburu, en la cual Aramburu y
de Sartre –que para mí es el gran libro del siglo XX–, decía “tenemos aquí a las masas Fernando Abal Medina dialogan largamente. Por supuesto yo inventé los diálo-
peronistas, si tenemos a las masas peronistas, hay que entrar en las masas pero- gos, porque no hay ningún documento veraz salvo algo que hizo publicar
nistas y llevar a las masas peronistas a la revolución”. Tarea imposible. ¿Por qué? Firmenich en La Causa Peronista en el año 1974, y si lo hizo publicar Firmenich
Porque las masas peronistas se habían formado bajo los dos gobiernos de Perón, su verosimilitud histórica es por lo menos devaluada, salvo que ustedes crean en
y efectivamente ese gobierno de Perón fue muy generoso con esas masas, llevó su la palabra de Firmenich, y yo no creo en la palabra de Firmenich.
participación en el Producto Bruto Interno al 53%, subió la renta, la participación Entonces estos dos personajes discuten durante horas y Aramburu le dice
de la clase trabajadora en un 33%, y como todos sabemos brindó muchos derechos en un momento: “Ustedes están peleando por Perón y están peleando por un per-
a los trabajadores. Esos trabajadores incorporaron la doctrina fundamental de sonaje aborrecible. Yo, pibe, te podría contar cosas aborrecibles de Perón” y
Perón: “Del trabajo a casa, y de casa al trabajo”. No hay doctrina más reaccionaria Fernando Abal Medina le dice: “No se moleste mi General, yo me crié escuchando
que esa, o menos revolucionaria, porque si vamos del trabajo a casa y de casa al cosas aborrecibles de Perón. Ustedes me hicieron, yo soy el resultado perfecto del
trabajo no sé en qué momento vamos a hacer la insurgencia, porque o la hacemos Estado gorila, ustedes me fabricaron, ahora jódase”.
desde el trabajo o la hacemos desde casa. Y cuando Perón mandaba al trabajo, Entonces, este primer acto de los Montoneros se monta sobre un vago deseo
mandaba a la producción nacional. Hoy la idea de Perón suena maravillosa porque de las masas argentinas, de tenerle bronca a Aramburu porque había sido el gran
ese país se destruyó. Perón era de un país productivo, un país que tenía industria, gorila, porque fusiló a Valle, el tipo de los fusilamientos en León Suárez, el tipo que
que producía. Y cuando un país produce tiene consumidores, porque la producción participó del bombardeo de 1955. En el primer operativo espectacular que hacen,
necesita consumidores. Ésta es la dialéctica entre la producción y el consumo que los Montoneros se montan en eso y dicen actuar en nombre del pueblo. Aramburu
está en Marx: la producción necesita consumidores, los consumidores necesitan le dice a Abal Medina: “¿Usted me puede mostrar un acta donde el Pueblo le haya
productores; es decir que entre la industria y los consumidores hay una dialéctica delegado ese poder?”, a lo que Abal le responde: “No me diga tonterías, yo no puedo
que se establece en la cual se alimentan mutuamente. Eso lo intentó desarrollar tener un acta. Yo no puedo andar por las fábricas pidiendo un acta para matarlo
Perón, y eso fue aniquilado por los planes liberales posteriores. Pero ese pueblo a usted, pero yo sé lo que siente el pueblo”. “Y ¿cómo lo sabe?”. “Yo lo sé, yo lo sé,
peronista que la guerrilla, los Montoneros sobre todo, invocaban tanto no era un pero usted también dese cuenta de que nosotros no tenemos modo de expresarnos.
pueblo guerrero. Y lo demostró, porque apenas estalló la violencia hubo un reflujo Este crimen que vamos a cometer lo cometemos bajo una dictadura encabezada por
de masas que muchos no entendieron, no acompañaron, y que muchos sí enten- un Franco tardío, en medio de un país donde las mayorías no pueden expresarse
dieron y dijeron “cuando las masas inician un reflujo hay que acompañarlas”. y son terriblemente reprimidas. Este país necesariamente tenía que pelearnos”.
422 CAPÍTULO VI Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 423

Entonces, termino lo que quiero decir, diciendo lo siguiente: un país demo- Es decir, yo creo que el golpe fue dado contra todo el progresismo de esta
crático, verdaderamente democrático, donde no haya hambre, que sea justo, que sociedad argentina y con el objetivo de proyectar el terror para poder aplicar el
redistribuya su ingreso, donde no haya resentimiento, marginados, no va a generar neoliberalismo. Finalmente lo implementó Menem, en un contrato formidable
nunca un movimiento insurreccional de relleno. Un país injusto, dictatorial, que hizo con la oligarquía, y se desnacionalizó el país. Pero si no hubo resistencia,
donde la riqueza se distribuye fenomenalmente de manera desigual, va a terminar también fue porque el terror seguía, siguió mucho tiempo y no sé hasta qué punto
por generar, no sé qué generará hoy, pero nada bueno. Vale decir que nuestra lucha no sigue presente, porque Menem cuando ve a los maestros hacer huelga dice “ahí
es, ante todo, por la democracia, pero una democracia inclusiva, para todos, sin ham- están los próximos desaparecidos” y después hubo muchos menos maestros que
brientos ni marginados, con niños que no se desmayen en la escuela porque tienen asistieron a esa huelga.
hambre. El golpe de 1976 es un golpe que está armado con la doctrina francesa y
No estamos proponiendo el socialismo porque uno no está loco. El socia- con la Escuela de las Américas, y con un toque de una crueldad tan enorme que
lismo hoy no puede existir. El capitalismo triunfó. El capitalismo es un sistema que es típicamente perteneciente a los militares de ese momento, porque los franceses
se basa en la desigualdad, desde ya, pero no necesariamente en la exclusión extrema no empalaban. ¿Ustedes saben lo que es empalar? Drácula empalaba a sus enemigos.
del pobre. Adam Smith se horrorizaría si viera el mundo de hoy. Adam Smith era un Cocinaban gente viva. Hay una crueldad que proviene de una venganza, de una con-
tremendo enemigo de los monopolios, de los oligopolios, porque decía que alte- cepción de un castigo, y está además el tema impresionante del campo de concen-
raban el mercado, se concentraban y el mercado se alteraba. tración. No hubo campos de concentración en otras dictaduras latinoamericanas.
Nuestra lucha de hoy es como siempre por la vida, por la democracia y para En la nuestra, según Pilar Calveiro, entre 1976 y 1983 funcionaron 340 campos
que no surjan movimientos irracionales que arrojen a nueva gente joven al destino de concentración.
errático y frecuentemente desolador de las armas. Busquemos entre todos la forma
de tener un país más justo, porque no queremos tener más muertos. En un diálogo Pregunta: Entre el 25 de mayo de 1973 y el 24 de marzo de 1976 hubo
que estoy escribiendo entre Roca y un anarquista, Roca le dice al anarquista: un gobierno democrático legítimo, constitucional republicano, y sin embargo la
“Mire, la diferencia entre ustedes y nosotros es que nosotros tenemos héroes y violencia siguió, ¿qué la justificaba?
estatuas, y ustedes mártires y a lo sumo tumbas donde poder llorarlos”.
Que esa terrible dicotomía ya no sea posible, que tengamos un país para todos, José Pablo Feinmann: Es muy compleja la cuestión, pero acá tenemos que
sin excluidos, sin hambrientos. analizar muchas cosas. Hay una conducción de Montoneros, hay un momento
donde esa enorme masa de jóvenes que formaban la Juventud Peronista pasa a ser
Preguntas hegemonizada por Montoneros. En lugar de la Juventud Peronista le empiezan a
decir Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista. Hay a partir de ese
José Pablo Feinmann: El golpe se dio por muchos motivos. Económicos, momento en las bases juveniles una aceptación de época de la violencia. Ocurre
por ejemplo. En una reunión, Emilio Fermín Mignone (narra en su libro Iglesia lo de Ezeiza, que es una masacre, y Perón enfrenta a la Juventud Peronista con
y dictadura) estaba con el padre del economista Walter Klein. Llega de pronto el una metodología muy frontal que no sirvió para integrarla bajo ningún aspecto,
general Alcides López Aufranc. Klein le dice: “Hay un problema grave con la menos aun por la conducción con la que se enfrentaba. En esto la conducción de
Comisión Interna de Acindar”. López Aufranc le dice que no se preocupe. Que Montoneros tiene mucha responsabilidad, Firmenich, Vaca Narvaja, Perdía. Y el
él está ahora al frente de la empresa. Y que todos esos delegados ariscos “están ya hecho definitivo de la violencia es el asesinato de Rucci. Perón gana con el 64%
bajo tierra”. Luego, este mismo general cavernícola, confesará en el documental de los votos y dos días después asesinan a Rucci, y Montoneros asume ese asesi-
de Marie-Monique Robin Escuadrones de la muerte que “Con la sangre se aprende nato, lo cual determina una furia en Perón que le hace dictar un Documento
mucho”. Lo dice sonriendo para colmo. Le decían “El Conde”. Era un tipo muy Reservado que comienza a reflotar todas las leyes represivas. Mientras está vivo
elegante, en efecto, pero el apelativo debió provenir de las oscuras semejanzas con Perón, las bandas gubernamentales no actúan excesivamente, pero ya se está for-
el Conde Drácula, “el empalador”. mando la Triple A. ¿Por qué se forma la Triple A? Porque Perón no contaba con
424 CAPÍTULO VI Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 425

el Ejército. Para responder a la guerrilla, Perón tenía que acudir a formar grupos contra personas que no tenían nada que ver con su ideología o con la lucha de la
clandestinos, porque el Ejército le hubiera dicho: “Ah, usted ahora nos quiere a que se estaba hablando. Así que me parece que Montoneros no estaba buscando
nosotros. ¿Y por qué los avaló, por qué les dio manija, por qué les enviaba cartas, el bien común o estaba en contra de la anarquía, sino que estaba en contra de un
les decía formaciones especiales, juventud maravillosa? No, ahora arréglese”. sistema político, por la implantación –insisto, lo dice en sus proclamas– de un
Perón tiene que encarar una tarea poco agradable con personajes totalmente sistema comunista.
desagradables, como Villar, el comisario Navarro en Córdoba, López Rega, etc.
Villar y Margaride son los policías que Perón pone al frente de la Policía Federal, José Pablo Feinmann: Veamos: hay una etapa en que la organización
y lo sube a López Rega de cabo a comisario general. Y cuando muere Perón, se da Montoneros surge en medio del gobierno de Onganía, en medio de una tiranía, de
una guerra de aparatos. Montoneros pasa a la clandestinidad dejando en la super- una dictadura. Y esto es una buena lección, porque cuando no hay democracia,
ficie a un montón de gente que la Triple A mata, y la Triple A y Montoneros cuando hay sofocamiento, cuando no hay canales de expresión, surgen estos movi-
empiezan a enfrentarse. Y usted dirá ¿qué justifica la violencia? Lo que siempre mientos. Entonces yo había citado que Fernando Abal Medina le dice a Aramburu
justifica la violencia, la ambición de poder. La violencia en la historia está, para mí, “Ustedes me crearon”, pero ocurre que la conducción de Montoneros primero
motivada porque el hombre es un animal cuya pulsión fundamental es el deseo tenía a Fernando Abal Medina, luego al “Negro” Sabino Navarro, y cae en manos de
de dominación, entonces la violencia existió, existe y existirá. Hay un vacío de poder Firmenich, y cae en un delirio vanguardista y soberbio que le propone a Perón
luego de la muerte de Perón, la conducción de Montoneros se transforma en un compartir la conducción, porque hay una consigna muy célebre que es “Conducción,
aparto militar y la Triple A en un aparato clandestino manejado desde el Ministerio conducción, Montoneros y Perón”. Perón eso no lo iba a aceptar nunca, jamás,
de Desarrollo Social por López Rega, que importaba armas sutilísimas. Finalmente incluso se reúnen en Madrid y Montoneros le da una hoja con 500 nombres para el
los militares no intervienen, porque esperan que todo esto llegue a un estado en el nuevo gobierno. Perón la mira y sin contestarle la tira. Habían logrado una acep-
cual el pueblo ya pida el golpe, y eso es lo que finalmente ocurre. Porque cuando tación de masas por identificarse con el peronismo, por haber luchado por el regreso
se produce el golpe hay una semana, dos semanas de respiro, pensando que bueno, de Perón, por no actuar como el ERP, sino que actuaban para lograr el regreso de
al menos habrá uno solo que concentre la violencia. Esa violencia es una violencia Perón. Se produce lo de Ezeiza, se enfrentan con Perón y ahí se ve que el proyecto
de aparatos, sin pueblo. El pueblo se ha retirado a su casa. La violencia no tiene de ellos es otro, y que el de Perón no es de ellos, entonces ahí colisionan con Perón.
justificación para mí, pero cuando no tiene al menos una base social importante El acto inaceptable que realizan es el asesinato de Rucci en 1973. Y algunas
como la tuvo la Revolución Francesa, que le dé legitimidad ante la injusticia, ante de las acciones que usted menciona corresponden al ERP, que es otra organiza-
la tiranía, la violencia es simplemente violencia, es simplemente matar al otro, no ción. Sí, es una organización troskista que comete lo de Monte Chingolo, la guar-
otra cosa. nición de Azul, lo del coronel Larrabure, que nosotros repudiamos totalmente. Pero
también tenemos que pensar que Larrabure y el capitán Viola son dos casos del
Pregunta: Disiento un poco con el filósofo Feinmann, en cuanto a la orga- ERP, lamentables, que por supuesto repudiamos en sí, y que también repudia-
nización Montoneros. Ellos no buscan la justicia y el bien común, lo dicen ellos mos porque dieron lugar a una respuesta catastrófica. Se mató a demasiada gente
mismos en sus proclamas y lo revalidan a través de sus acciones, las cárceles del por esas dos personas que merecían vivir. De ningún modo nadie merece morir
Pueblo, los secuestros extorsivos como Born… Me parece que era una organización en la política. La política es el arte de entenderse, no el de matarse. Ahí mueren
emanada del peronismo y que en algún momento se descontroló. Por algo después injustamente Larrabure y Viola, pero la respuesta es desmedida, es cruel, es tre-
Perón los echa de la Plaza de Mayo y todo eso que ya conocemos. menda y se produce el sistema de la desaparición de personas. Hay algo terrible
Puede ser que Montoneros haya tenido como enemigo interno al Ejército, en la respuesta que dan estos militares, atacados por Lanusse. Lanusse le dice a
porque era el opositor principal a sus planes netamente comunistas, lo dice inclusive Videla: “usted tiene que detener a la gente, no secuestrarla”, y Videla insiste en
también el “Che” Guevara en sus notas. Lo que sí me parece es que no se hace el sistema de desapariciones que injuria al Ejército. Y el mismo Lanusse se lo dice:
mención, como dice el doctor Moreno, al ataque indiscriminado que hicieron a “¿Cómo vamos a educar a nuestros oficiales, si ven salir con capucha a sus compa-
la sociedad también, porque no fue solamente contra las fuerzas militares, sino ñeros todas las noches?”.
426 CAPÍTULO VII Ilegitimidad democrática y violencia J OSÉ PABLO F EINMANN 427

Yo escribí un largo artículo, porque ustedes tienen su interna y yo la mía, puede aprobar, y que tampoco aprueba otras que se hicieron del otro lado, que
y a mí los Montoneros no me quieren, para nada. Escribí un artículo a favor de no es el mismo, que es otro, que es otra historia, pero vamos a remitirnos a lo
Lanusse, porque Lanusse se presenta en el Juicio a las Juntas y declara por Elena que le pasa a usted. Usted siente el peso de la responsabilidad de vestir un uni-
Holmberg y por Edgardo Sajón, y declara algo extraordinario. Dice que en un lugar forme que fue mancillado en el pasado. Lo que yo le deseo es que eso no ocurra
van a buscar a Elena Holmberg él y Bignone. Y Bignone le dice: “General Lanusse, más y que usted pueda vestir su uniforme con dignidad, alegría y que cuando
yo hace un año también pensaba como usted, ahora no”, entonces Lanusse le dice: camine por la calle la gente lo mire como a un ciudadano que está al servicio de
“Entonces general Bignone, yo hace un año tenía de usted una opinión y ahora la patria. Ojalá lleguemos a ese país. Yo le aseguro que de mi lado lo que voy a
tengo otra”. Lanusse era un hombre que quería al Ejército, que quería al Ejército hacer es tratar de impedir que cualquier corriente política que se genere tenga la
limpio de esas atrocidades a las que lo sometió la Junta, y cuando va a buscar a más mínima idea de recurrir otra vez a la violencia. Es mi compromiso puntual.
Elena Holmberg con Suaréz Mason llegan a un río que hay por ahí. Y Suárez
Mason pregunta: “¿acá apareció el cadáver de Elena Holmberg?”. “Sí”, le dice el
encargado, “encontré un dedo con un anillo”. “¿Y cómo no me entregó ese cadáver?”.
Y el otro le contesta a Suaréz Mason, delante de Lanusse: “¿Y cómo le voy a entregar
ese cadáver si tiramos como 8 mil?”. Y esto lo dice Lanusse en el Juicio a las Juntas.
Lanusse, un general de la Nación al que yo respeto mucho. No sé si eso le responde
algo, no es fácil pero tampoco imposible que nos acerquemos.

Pregunta: De esta historia trágica que todavía sangra, por un lado quiero
decirle que los que más la sufrimos somos los que hoy vestimos el uniforme. Y
en relación con eso, apuntando al filósofo Feinmann, ¿cree usted como filósofo
que mucha gente siente que toda esa sangre derramada, todos esos muertos
enterrados de uno y otro bando, tienen diferente precio, diferente valoración?
Están tan muertos unos como otros, con balas de un lado y balas del otro, sin
embargo muchos tenemos una sensación, si quiere, de que sufren muchas familias
de un lado y más que las otras. Y no se puede poner en la balanza la magnitud de
la barbarie de un lado, que no se compara con la otra, lo cual ya lo entendimos.
Lo entendemos y no lo justificamos, pero eso tampoco justifica ensañarse con unos
muertos que por una causa o por otra hoy siguen siendo defenestrados o desvalorados.

José Pablo Feinmann: Le agradezco mucho que podamos acercarnos y tener


un diálogo. Para usted quizás es una sorpresa que exista yo, y para mí una sorpresa
que exista usted. Si miramos para adelante, lo que le queda a la Argentina es fun-
damentar una ética de la vida, y en este sentido todas las muertes han sido errores,
han sido equivocaciones, nadie merece ser asesinado, nadie merece morir.
Ahora, hay condiciones históricas que hemos venido analizando. Creo que el dolor
cubre a todos, pero a los militares, a los que llevan el uniforme como usted, creo que
el dolor los cubre más porque usted posiblemente, sin duda alguna, es un militar
sensible que siente que hay en el pasado de su institución cosas que usted no
CAPÍTULO VII

1976-1983
La dictadura militar y el terrorismo de Estado.
La Doctrina de la Seguridad Nacional
y el neoliberalismo
CAPÍTULO VII 431

1976-1983 L A DICTADURA MILITAR Y EL TERRORISMO DE E STADO .


L A D OCTRINA DE LA S EGURIDAD N ACIONAL Y EL NEOLIBERALISMO

El nuevo funcionamiento de la economía a partir de la


dictadura militar (1976-1982)

E DUARDO M. B ASUALDO
UBA / FLACSO / CONICET

Introducción

Las transformaciones impuestas por la última dictadura militar en la Argen-


tina dieron origen a un nuevo régimen o patrón de acumulación de capital, equi-
valente a lo que anteriormente fue el modelo agroexportador de principios de
siglo o la industrialización por sustitución de importaciones que le sucedió en el
tiempo.1 Ciertamente, durante esta etapa no sólo se aplicó el terrorismo de Estado,
de por sí decisivo en términos de los impactos políticos, sociales de las políticas
represivas, sino también de las modificaciones económicas, las cuales perduraron
durante los posteriores gobiernos constitucionales bajo otras modalidades internas
e internacionales.
En este contexto, las siguientes notas acerca de este período trágico de la
historia argentina tienen como propósito realizar un somero análisis de la vincu-
lación que mantiene la política económica y algunas de las transformaciones
estructurales más relevantes que se desplegaron durante esos años, con el nuevo
comportamiento de la economía argentina. En consecuencia, no se trata de encarar
un recuento detallado de ambos aspectos (la política económica y las transforma-
ciones estructurales) sino de sus contenidos generales y su vinculación con el
patrón de acumulación de capital que rigió de allí en más hasta el año 2001.

1 El concepto de régimen o patrón de acumulación de capital exhibe un significativo nivel de


abstracción y alude a la articulación de un determinado funcionamiento de las variables económicas,
con una definida estructura económica, una peculiar forma de Estado y las luchas entre los bloques
sociales existentes.
432 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 433
de la dictadura militar (1976-1982)

Notas acerca de la política económica aplicada entre 1976 y 1982 industrial se produjo gracias a la modificación de la naturaleza del ciclo corto sus-
titutivo que a partir de 1964 ya no implicó una reducción del PBI en términos
Desde la perspectiva adoptada, es imprescindible comenzar señalando que absolutos durante la etapa declinante del mismo, debido a la creciente participación
la política económica dictatorial no se instauró en un contexto de agotamiento que exhibían las exportaciones industriales en las ventas totales al exterior las cuales,
de la sustitución de importaciones, tal como está inscripto en el sentido común. junto a la revitalización de las exportaciones agropecuarias. Este conjunto de trans-
Por el contrario, la industrialización, aun con sus contradicciones y limitaciones formaciones planteaba la posibilidad cierta de plasmar una industrialización con
había presentado en la década previa una evolución positiva.2 Este crecimiento un significativo grado de sustentabilidad al disminuir la virulencia de las típicas crisis
del sector externo de la economía.3
La estrategia dictatorial tuvo el propósito de interrumpir esa expansión
industrial para disolver las bases materiales de la alianza vigente entre la clase tra-
bajadora y la burguesía nacional y, al mismo tiempo, restablecer las relaciones de
2 Al respecto Bernardo Kosacoff señala que: “-El análisis de los resultados económicos del Censo Industrial dominación en función de los intereses de los sectores dominantes que constituían
de 1974 nos brinda elementos muy valiosos para la determinación de algunos rasgos estructurales del sector
su sustento económico y social.
manufacturero anterior a 1976 [...]. En relación a la comparación intercensal 1974-64, los resultados indican
un comportamiento del sector industrial altamente positivo: El patrón de acumulación que impuso la dictadura militar mediante la
-La producción manufacturera creció continuamente durante el período –sin ningún año de dis- política económica, constituyó una variante particular del enfoque neoliberal que
minución– a una tasa anual cercana al 8%, lo que significa la expansión histórica más importante predominó en la economía mundial. Siguiendo la tendencia predominante en el
del sector industrial; capitalismo mundial, en la sociedad argentina se impuso un planteo donde la
-el crecimiento de la producción estuvo acompañado por un mayor volumen de empleo. En este valorización financiera del capital devino como el eje ordenador de las relaciones
período se incorporaron 290.000 personas al sector industrial, que totaliza en 1974, 1.600.000 personas
ocupadas. La tasa anual de crecimiento intercensal del personal ocupado en la industria fue del 2%;
económicas. Esto no implicó únicamente una mayor importancia del sector
-el mayor ritmo de crecimiento de la producción en comparación al registrado por el empleo, se traduce en financiero en la absorción y asignación del excedente, sino que se vinculó con un
un incremento de la productividad de la mano de obra, que creció entre los dos censos a una tasa anual del proceso más amplio que estuvo caracterizado por la acumulación financiera que
6%. Este crecimiento de la productividad está ligado al mayor dinamismo en el período de los sectores de revolucionó el comportamiento microeconómico de las grandes firmas oligopó-
mayor productividad y del aumento significativo de los tamaños medios de los establecimientos; licas, así como el de la economía en su conjunto.
-el crecimiento del tamaño medio de los establecimientos –medido en términos de ocupación– fue superior
Hay pleno consenso en que la Reforma Financiera4 fue el primer paso
al 25% para el total industrial de todo el período. Los que ocupan más de 100 personas son los que más
crecieron y en 1974 representaban la mitad de la ocupación y las dos terceras partes de la producción. Su hacia esa modificación drástica de la estructura económico-social asociada a la
tasa de crecimiento casi duplicó a la de los establecimientos de menor ocupación y originó casi las 4/5 partes sustitución de importaciones, ya que puso fin a tres rasgos centrales del funcio-
del crecimiento del producto y absorbió 250.000 de los 290.000 nuevos puestos de trabajo. En el período namiento del sistema financiero hasta ese momento: la nacionalización de los
intercensal se incorporaron más de 700 establecimientos nuevos de este tamaño; depósitos por parte del Banco Central, la vigencia de una tasa de interés contro-
-Los sectores metalmecánicos, químicos y petroquímicos ya representaban en conjunto más del 50% del lada por dicha autoridad monetaria y las escasas posibilidades de contraer obliga-
producto industrial, privilegio que treinta años antes tenían las industrias textiles y alimenticias. Las industrias
metalmecánicas constituían una tercera parte de las actividades, habiendo acompañado el ritmo de creci-
ciones financieras con el exterior por parte del sector privado. Así, el Estado le
miento industrial. Los sectores químicos y petroquímicos resultaron ser los más dinámicos. Estos sectores
fueron además, los de mayor productividad y nivel salarial y los que han tenido menor crecimiento de
sus precios. 3 Al respecto, véase Eduardo M. Basualdo, Estudios de historia económica argentina. Deuda externa
-En síntesis, la comparación intercensal nos indica un fuerte incremento de la producción y el empleo, y sectores dominantes desde mediados del siglo XX a la actualidad, Buenos Aires, FLACSO-Siglo XXI,
con un liderazgo de las industrias metalmecánicas, químicas y petroquímicas y una importancia creciente 2006, pp. 63 y ss.
de los establecimientos de mayor tamaño, cuya productividad tuvo avances significativos y fue acompañado 4 La misma, se instaura legalmente a comienzos de 1977 mediante la sanción de la ley 21.495
positivamente por salarios medios más elevados y menores precios relativos” (“El proceso de industriali- –que norma la descentralización de los depósitos– y la ley 21.526 –que establece un nuevo régi-
zación en la Argentina en el período 1976/1983”, en Documento de trabajo, Nº 13, Buenos Aires, CEPAL, men para las entidades financieras–, las cuales se ponen en vigencia a partir de junio de 1977
1984, pp. 7-8). (Memoria del Banco Central de 1977).
434 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 435
de la dictadura militar (1976-1982)

transfirió a ese sector privado uno de los instrumentos más relevantes mediante Financiera con la apertura externa en el mercado de bienes y de capitales.6 La pri-
los cuales se concretaban las transferencias intersectoriales de recursos durante la mera y la última fueron intentos orgánicos mientras que la segunda fue, única-
sustitución de importaciones. mente, una transición entre las anteriores.
No obstante, sería un error interpretar que las modificaciones estructurales La primera de ellas provocó una crisis indiscriminada que impidió la con-
derivadas de la aplicación de políticas monetaristas instalaron una contradicción solidación en la economía real de las fracciones del capital dominantes y la expul-
entre el sector financiero y la economía real (o el sector industrial), como antinomia sión del resto de los integrantes del mundo empresario, ya que la misma todavía
central del proceso económico y social. Así como en la sustitución de importa- operó en una economía prácticamente cerrada en términos de la competencia
ciones la contradicción central no se desplegó entre el mundo urbano y rural, importada y, en consecuencia, el conjunto de los fracciones empresarias conservó
ahora tampoco se dirimió entre lo financiero y lo productivo. En realidad, en la capacidad de fijar los precios de sus productos y neutralizar el efecto de la tasa
ambos casos –en los que el papel central estuvo centrado en la pugna entre el de interés y la modificación de los precios relativos en general. En otras palabras,
capital y el trabajo– se desplegaron dos tipos de alianzas diferentes entre las dis- la política monetaria ortodoxa fracasó porque fue incapaz de introducir discrimi-
tintas fracciones del capital que subsumieron tanto al espacio financiero como al naciones contundentes que salvaguardaran a las fracciones empresarias que eran la
productivo –sea agropecuario o industrial–. base social y económica de la dictadura y expulsaran a la burguesía nacional, que
Igualmente, sería un error concebir que la Reforma Financiera, y el proceso eran condiciones innegociables para la conducción económica dictatorial.7
que se inició con ella, estuvo basada en el libre juego del mercado sin las “perni- Por el contrario, la política que le sucedió entre mayo y diciembre de 1978
ciosas interferencias” del Estado. Éste siguió siendo central en la conformación impulsó una reactivación de la producción interna y una reducción de la infla-
de la tasa de interés interna, del costo del endeudamiento externo del sector pri- ción mediante una disminución relativa de las tarifas de los servicios públicos. Es
vado, y, por lo tanto, de la diferencia entre la tasa de interés interna e internacional. indudable, que durante esa época la influencia del posible conflicto limítrofe con
En el mismo sentido, su propio endeudamiento externo así como sus reservas dis- Chile, afortunadamente coyuntural, impuso la necesidad de implementar medidas
ponibles fueron vitales para la expansión de las fracciones dominantes internas y antirrecesivas generalizadas. La influencia de ese conflicto en la política económica
externas, al igual que el hecho de haber estatizado una parte significativa de la también se corrobora si se tiene en cuenta que inmediatamente fue superado
deuda externa e interna del sector privado. Al mismo tiempo que esto ocurría, el
Estado concretó ingentes subsidios y transferencias hacia los integrantes del
6 Un análisis de sus características y repercusiones se encuentra en Roberto Frenkel, “El desarrollo
nuevo bloque de poder5 que se canalizaron en forma directa, mediante las com-
reciente del mercado de capitales en la Argentina”, en Desarrollo Económico, Buenos Aires, IDES, 1980.
pras de bienes y servicios, e indirecta, a través de los regímenes de promoción 7 Esta problemática es planteada con notable agudeza por Adolfo Canitrot al señalar que: “Cuando
industrial. En suma, se trata de un nuevo tipo de Estado que, además de dirimir se habla de estabilización –de políticas de estabilización– se sugiere, implícitamente, la existencia
la puja entre capital y trabajo, asumió un papel decisivo en las transferencias intra básica de un comportamiento normal aceptado. Se estabiliza lo que temporariamente se ha apartado
e intersectoriales del excedente y, en consecuencia, en la formulación del nuevo del equilibrio. Estabilizar es reencauzar las cosas a su estado previo, a su normalidad. Hay un inventario
bloque de poder dominante. amplio de experiencias económicas que caben dentro de este concepto de estabilización. Las de los
países europeos después de 1975, la aplicada en México últimamente. Éstos fueron proyectos de
A partir de esa crucial reforma se desplegaron, siempre bajo la consigna de estabilización destinados a normalizar el funcionamiento económico alterado temporariamente por
la lucha contra la inflación, varias políticas de corte monetarista, que fueron: la problemas inflacionarios y de balance de pagos. Pero en esta definición no cabe ni el caso argentino
política monetaria ortodoxa (entre junio de 1977 y abril de 1978) sustentada en de 1976 ni tampoco, permítase la extensión, los de Chile y Uruguay en 1973 y 1974, respectiva-
la contracción de la base monetaria; aquella orientada a eliminar las expectativas mente. En estos tres casos el objetivo fue la transformación de la estructura económica. La solución
de inflación (entre mayo y diciembre de 1978); y el enfoque monetario de balanza de de las cuestiones de corto plazo –la inflación, la crisis de balance de pagos– son requisitos impres-
cindibles –o casi imprescindibles– para que el programa de largo plazo pueda tener efectiva vigencia,
pagos (entre enero de 1979 y febrero de 1981) donde convergieron la Reforma
pero, finalmente, no son sino objetivos secundarios. Son desde el punto de vista de quienes diseñan
la política, etapas por las cuales deben pasarse, pero no el punto final del recorrido” (“Teoría y práctica
5 Respecto del concepto de bloque de poder, véase Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales, del liberalismo. Política antiinflacionaria y apertura económica en la Argentina. 1976-1981”, en
México, Siglo XXI, 1980. Estudios, Buenos Aires, CEDES, 1980, p. 455).
436 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 437
de la dictadura militar (1976-1982)

(diciembre de 1978) se puso en marcha una política económica opuesta y sustentada económica. La vigencia de una tasa de interés interna que sistemáticamente superó
en el enfoque monetario de balanza de pagos, que retomó y perfeccionó ese primer el costo de endeudamiento con el exterior –debido, entre otros motivos, a la reva-
intento basado en el enfoque monetario ortodoxo. luación del peso que introdujo la tablita cambiaria– inició un acelerado endeuda-
El enfoque monetario de balanza de pagos también se aplicó bajo la con- miento externo de las fracciones dominantes con el propósito de valorizar esa masa
signa de la lucha antiinflacionaria pero, a diferencia de las políticas anteriores, de recursos en el mercado financiero interno y fugarlos al exterior.
contuvo los instrumentos necesarios para beneficiar a algunas fracciones del capital Todos los elementos disponibles indican que, a partir de 1979, la política
y perjudicar acentuadamente a otras, al conjugar una tasa de cambio pautada económica dictatorial encontró finalmente las claves para lograr la reestructuración
sobre la base de una devaluación decreciente en el tiempo, con la apertura impor- buscada, al conjugar una notoria expulsión de amplias franjas de la burguesía
tadora –disminución de la protección arancelaria y para-arancelaria– y el libre nacional –e incluso de numerosas empresas extranjeras industriales que no adscri-
flujo de capitales al exterior. bieron a las nuevas pautas económicas–, con la expansión económica de las frac-
Por otra parte, el adelantamiento de las modificaciones arancelarias fue un ciones dominantes del capital que constituían su base económica y social. Así como
recurso reiteradamente utilizado sobre la base de diversas justificaciones. Tal, por la primera –el redimensionamiento industrial– se desplegó a partir de la confluencia
ejemplo, las disminuciones arancelarias anticipadas –aduciendo aumentos de precios de la reforma arancelaria con la revaluación del peso, la expansión de las fracciones
no justificados por los costos– que se pusieron en marcha durante el mismo enero de dominantes se concretó a través de las transferencias de capital fijo y la desaparición
1979, afectando, especialmente, a los bienes de consumo; o la eliminación de aran- de empresas en la economía real pero, especialmente, por la apropiación de una
celes para la importación de bienes de capital fundamentada en la necesidad de renta financiera derivada de la diferencia entre la tasa interna e internacional de
aumentar la productividades sectoriales. En síntesis, se implementó una reforma interés, la cual les permitió ser los destinatarios fundamentales de la transferencia
arancelaria profunda con notables sesgos derivados de la intencionalidad de preservar de ingresos proveniente de la pérdida de participación de los asalariados y de las
a determinadas actividades/fracciones empresarias y de excluir a otras.8 fracciones empresarias más endebles.
La libre movilidad del capital fue un aspecto clave para definir el carácter
de la reestructuración económica y social que trajo aparejada la nueva política El nuevo funcionamiento de la economía argentina basado en la valorización
financiera del capital

8
En el nuevo patrón de acumulación de capital, la deuda externa, y especí-
En una revisión general de la reestructuración económica sobre esta época, Hugo J. Nochteff
señala: “Entre 1976 y 1982 se desplegaron políticas aperturistas muy asimétricas, especialmente pro- ficamente aquella parte contraída por el sector privado, cumplió un papel deci-
fundas en los mercados menos oligopolizados y en los sectores más diseño y ‘skill’ intensivos; en otras sivo para la valorización financiera que realizó el capital oligopólico local –consti-
palabras, en aquellos que Pavitt y Dosi denominan ‘de base científica’ y ‘de proveedores especializados’. tuido por los grupos económicos locales y conglomerados extranjeros radicados
Si bien no existieron prácticamente políticas industriales explícitas, y las sucesivas administraciones en el país– a partir de la misma. Se trató de un proceso en el cual esas fracciones
económicas sostuvieron –con mayor o menor énfasis– que el mercado asignaría los recursos, las fuertes del capital contrajeron deuda externa para luego realizar, con esos recursos, colo-
asimetrías de la apertura (en las que coincidieron bruscas y profundas caídas de la protección efectiva
con el mantenimiento de cuasi-reserva de mercado), las formas de acceso al crédito local y externo,
caciones en activos financieros en el mercado interno (títulos, bonos, depósitos,
así como la orientación de los subsidios hacia algunos segmentos del empresariado y ramas indus- etc.) para valorizarlos a partir de la existencia de un diferencial positivo entre la
triales a través de políticas de precios, de promoción, de estatización de la deuda externa y de compras tasa de interés interna e internacional, y posteriormente fugarlos al exterior.
del Estado tuvieron impactos profundamente diferenciales sobre distintas ramas y tipos de empresas De esta manera, la fuga de capitales locales al exterior estuvo intrínseca-
manufactureras. Operaron sistemáticamente en contra de los sectores mencionados, y a favor de un mente vinculada al endeudamiento externo porque este último ya no constituyó,
pequeño grupo de conglomerados económicos y de ramas productoras de bienes intermedios de uso
en lo fundamental, una forma de financiamiento de la inversión o constituir
difundido, hasta el punto que se caracterizó a la política económica como la inversión del argumento
de la industria infante. Los efectos más intensos de estas políticas se registran entre 1976 y 1982, capital de trabajo sino un instrumento para obtener renta financiera a partir de que
pero sus consecuencias se extendieron a los años posteriores” (“Reestructuración industrial en la la tasa de interés interna (a la cual se colocaba el dinero) era sistemáticamente superior
Argentina”, en Desarrollo Económico, Nº 123, Buenos Aires, IDES, 1991, p. 342). al costo del endeudamiento externo vigente en el mercado internacional.
438 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 439
de la dictadura militar (1976-1982)

Este comportamiento no hubiera sido factible sin una modificación en la externos representaron una proporción minoritaria respecto a la fuga de capitales al
naturaleza del Estado que, desde este punto de vista, se expresó al menos en tres exterior que realizaron los residentes locales (el 37% y el 36% en 1979 y 1983,
aspectos fundamentales. El primero de ellos, radicó en que gracias al endeuda- respectivamente). Esto significa que dentro del bloque de poder que sustentaba
miento del sector público con el mercado financiero interno –donde era el a la dictadura militar el predominio en términos de la apropiación del excedente
mayor tomador de crédito en la economía local– la tasa de interés en dicho mer- económico transferido al exterior fue ejercido por la fracción interna (grupos
cado superó sistemáticamente el costo del endeudamiento en el mercado inter- económicos y conglomerados extranjeros) y no por los acreedores internacionales
nacional. El segundo, consistió en que el endeudamiento externo estatal fue el (bancos transnacionales y organismos internacionales).
que posibilitó la fuga de capitales locales al exterior, al proveer las divisas nece-
sarias para que ello fuese posible. El tercero y último, radicó en que la subordi- Gráfico Nº 1 Evolución de la deuda externa, la fuga de capitales locales y los
nación estatal a la nueva lógica de la acumulación de capital por parte de las frac- intereses pagados, 1975-1983 (miles de millones de dólares)
ciones sociales dominantes posibilitó que se iniciara la estatización de la deuda
externa privada mediante los diversos regímenes de seguro de cambio que se pusieron
en marcha a partir de 1981.
Al devenir la deuda externa en un instrumento para la obtención de renta
financiera se produjo su escisión respecto a la evolución de la economía real. La
deuda externa no solamente trajo aparejadas recurrentes crisis económicas que desen-
cadenaron, tal como ocurrió en la economía internacional, la destrucción de
capital ficticio sino que también provocó al menos dos efectos que restringieron
severamente el crecimiento económico. El primero de ellos, consistió en la salida
de divisas al exterior por el pago de los intereses devengados a los acreedores
externos (los organismos internacionales de crédito, los bancos transnacionales
y los tenedores de bonos o títulos emitidos tanto por el sector público como por
el sector privado); mientras que el segundo, fue la fuga de capitales locales al exte-
rior que llevaron a cabo los grupos económicos locales y una parte de los capi-
tales extranjeros radicados en el país.
Al respecto, en el Gráfico Nº 1 se verifican empíricamente las principales
características que, en términos del endeudamiento externo, adoptó la economía Fuente: Elaboración propia sobre la base de la información del BCRA y el Banco Mundial
argentina. En primer término, el aceleramiento de la deuda externa total y la
fuga de capitales locales al exterior e incluso, aunque en menor medida, de los En términos monetarios, se desplegaron dos comportamientos opuestos con
intereses pagados a los acreedores externos, a partir de la adopción del enfoque profundas repercusiones en la economía interna. El primero de ellos fue la mencio-
monetario de balanza de pagos en 1979. En segundo lugar, la estrecha asociación nada emergencia de una ingente renta financiera para las fracciones dominantes
entre la evolución de la deuda externa y la fuga de capitales locales al exterior, la cual que se endeudaron con el exterior y valorizan esos recursos en el sistema finan-
fue creciente en el tiempo ya que la salida de capitales locales al exterior repre- ciero local. El otro, fue la consolidación de una elevada tasa de interés interna real
sentó el 68% del endeudamiento total en 1979, elevándose al 81% en 1983. En que debieron enfrentar las fracciones más débiles del empresariado que irremedia-
otras palabras, mientras que en el primero de los años mencionados por cada blemente las colocó en una situación de insolvencia y crisis. Estas situaciones diame-
100 dólares de endeudamiento externo se fugaban al exterior 68 dólares, en 1983 tralmente opuestas entre unos y otros a partir de la misma tasa de interés nominal, se
lo hacían 81 dólares. Finalmente, y no menos importante porque contradice la debió a que mientras las fracciones dominantes colocaron a esa tasa los recursos que
creencia instalada en el sentido común, los intereses pagados a los acreedores obtenían en el exterior a un costo sustancialmente menor, el resto del empresariado
440 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 441
de la dictadura militar (1976-1982)

se endeudó a una tasa interna cuya incidencia no pudo ser trasladada a los precios, 49% del monto total (poco más de 8.000 millones de dólares) mediante las ope-
porque el techo de estos últimos estaba determinado por el precio de los productos raciones que realizaron alrededor de 180 de sus empresas controladas.
importados, lo cual, debido a los sesgos de la desregulación comercial, afectó prin- Tanto o más importante, es que estos datos permiten comprobar que el
cipalmente a la burguesía nacional y sólo en menor medida a los grupos económicos endeudamiento promedio de los grupos económicos locales (212,6 millones de
locales y conglomerados extranjeros. dólares) fue equivalente a tres veces el promedio total (69,9 millones de dólares),
La carencia de información detallada sobre los agentes económicos que y a casi cuatro veces del que alcanzaron los conglomerados extranjeros (56,6
transfirieron recursos al exterior implica una restricción relevante para identificar millones de dólares), que fue la forma de propiedad que le siguió en orden
a las fracciones del capital que fueron centrales en la valorización financiera. Pese importancia y donde las entidades bancarias fueron mayoritarias. Este estado de
a ello, la disponibilidad de información detallada –proveniente del BCRA– sobre situación se completa con la escasa participación de las empresas locales indepen-
la deuda externa para el año 1983, permite superarla. Esta posibilidad, se origina dientes (burguesía nacional) que tuvieron el promedio de endeudamiento exter-
en las características que asume el proceso de valorización financiera en la Argentina, no más reducido de todas los tipos de capital considerados.
ya que, como se mencionó, lo sustancial de ese fenómeno estuvo vinculado con En términos generales, y pese a la nutrida presencia de bancos nacionales
capitales internos (locales y extranjeros) que valorizaron internamente los recursos y extranjeros, estas evidencias también indican que el 67% del monto del endeu-
obtenidos de su endeudamiento con el exterior y, posteriormente, colocaron esos damiento externo privado (11.101,8 millones de dólares) respondió al endeuda-
fondos en el mercado financiero internacional, desvinculándolos de las alternativas miento de empresas pertenecientes a capitales que tenían un papel protagónico
que se registran en la economía local. en la producción industrial local. Al realizarse un somero análisis de cada una de
Sobre la base de dicha información y considerando las operaciones de 9 o las formas de propiedad, se percibe que, nuevamente, los grupos económicos
más millones de dólares,9 en el Cuadro N° 1 se puede apreciar su distribución de locales –dejando de lado las asociaciones cuya incidencia en la deuda externa pri-
acuerdo a las diferentes fracciones del capital10 que participan en el endeudamiento vada es insignificante– fueron los que tuvieron el mayor porcentaje de la deuda
y, en consecuencia, de la importancia que asumieron las mismas en el proceso de vinculada a capitales con implantación industrial (82,5% de su respectivo total),
valorización financiera y fuga de capitales durante la dictadura militar. seguidos por las empresas locales independientes (72,6% de su total) y recién des-
Los datos indican que el predominio en el endeudamiento externo privado pués por las dos fracciones del capital extranjero debido a la influencia que ejercen
fue detentado por 38 grupos económicos locales al concentrar, prácticamente, el las entidades puramente bancarias dentro de los mismos.
En conjunto, las evidencias presentadas hasta el momento permiten extraer
9 La base de datos del BCRA sobre la deuda externa privada de diciembre de 1983 está compuesta por una conclusión de vital importancia. Éstas indican que durante la dictadura militar
8.811 registros (operaciones de endeudamiento externo) que comprometen 21.278 millones de dólares. el aspecto predominante del ciclo del endeudamiento externo que sustentó la
Dentro de las mismas, hay 433 operaciones (4,9% de las operaciones totales) que alcanzan a 9 o más valorización financiera fue la fuga de capitales locales al exterior, y que dentro de la
millones de dólares, las cuales en conjunto suman 16.690 millones de dólares, es decir, el 78,4% del total misma el papel protagónico lo tuvieron, a partir de su incidencia en las políticas
de la deuda externa contraída por el sector privada hasta la fecha mencionada anteriormente. estatales de la época, los grupos económicos locales cuya base económica era fun-
10 Para evaluar cuantitativamente la importancia de las diferentes fracciones del capital en el endeu-

damiento con el exterior, se consideran los siguientes tipos de capital: Se denominan conglomerados
damentalmente industrial y no financiera.
extranjeros a las transnacionales que controlan el capital de 6 o más subsidiarias locales y empresas trans- La importancia de la conclusión anterior no debería oscurecer otro aspecto
nacionales a las que controlan menos de 6 subsidiarias en el país. En términos del capital local, se man- definitorio de la naturaleza de la deuda externa y del proceso en que se insertó,
tienen las empresas estatales como categoría analítica y las controladas por la burguesía nacional se como es el hecho de que la misma no genera renta por sí misma. Es decir, que de
denominan empresas locales independientes, en tanto se trata de grandes firmas que actúan por sí solas la deuda externa no surgió el excedente que se les transfirió a los acreedores externos
en las diversas actividades económicas consideradas, sin estar vinculadas por la propiedad con otras
en concepto del pago de los intereses y la amortización del capital, ni tampoco
empresas de la misma u otra rama económica. Por otra parte los grupos económicos locales comprenden
a los capitales locales que detentan la propiedad de 6 o más firmas en diversas actividades económicas. los recursos que los deudores externos privados transfirieron al exterior. Para estos
Finalmente, se agregan las asociaciones como un sexto tipo de empresa, que son los consorcios cuyo últimos, su endeudamiento externo fungió como una inmensa masa de recursos
capital accionario está compartido por inversores del mismo o diferente origen. pasible de ser valorizada en el mercado financiero interno, pero no generó la renta
442 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 443
de la dictadura militar (1976-1982)

Cuadro Nº 1 Composición de la deuda externa privada según tipo de capital e que dichos agentes económicos obtuvieron al endeudarse pagando la tasa de interés
inserción industrial de los mismos, 1983 (cantidades y millones de dólares). internacional y percibiendo la tasa de interés interna.
Identificar el origen del excedente apropiado por la valorización financiera
y las transferencias de recursos a los acreedores externos es de una importancia
vital para comprender la profunda revancha social que implicó el nuevo patrón
de acumulación de capital. Ciertamente, el mismo no se originó en la expansión
económica porque el crecimiento de las transferencias de recursos al exterior y de
los intereses pagados lo superó largamente. Su origen se encuentra en la redistribu-
ción del ingreso que comenzó con anterioridad al funcionamiento pleno de la
valorización financiera en 1979, cuando convergió la Reforma Financiera de 1977
con la apertura discriminada en el mercado de bienes y en el mercado de capitales
(Gráfico Nº 2).
En efecto, la condición previa que posibilitó la valorización financiera fue
la inédita redistribución del ingreso en contra de los asalariados que la dictadura
militar puso en marcha desde el mismo 24 de marzo de 1976. La misma adquirió
una magnitud desconocida hasta ese momento debido a que la abrupta disminución
del salario real –superior al 40%, incluyendo el año 1977– provocó una notable
reducción de la participación de los asalariados en el ingreso nacional (descendió
en sólo dos años del 45% al 25% del mismo). Es insoslayable destacar que la par-
ticipación de los trabajadores en el ingreso durante el último año de la dictadura
representó, prácticamente, a la mitad de la alcanzada en 1975. Asimismo, que en
todos los años de la dictadura la misma, más allá de los altibajos, se ubicó muy
por debajo de la registrada en el peor año (1969) de la segunda etapa de sustitución
de importaciones.
Desde este punto de vista, la instauración de la valorización financiera le
permitió al nuevo bloque de poder (grupos económicos locales y acreedores
externos) darle un carácter estructural a las dos redistribuciones de ingresos que
se sucedieron en el tiempo. La primera de ellas, volvió irreversible el nuevo nivel
de la participación de los asalariados en el ingreso y la otra, excluyó como desti-
natarias de esa redistribución a las fracciones más débiles de la burguesía local.
La redefinición regresiva de los términos de la relación, de por sí desigual,
entre el capital y el trabajo fue inédita y por su magnitud debe entenderse como
una revancha sin precedentes históricos en el país. Desde el golpe de Estado en
adelante, los trabajadores fueron perdiendo los derechos laborales más básicos y
elementales que habían conquistado a través de las luchas sociales desarrolladas
(*) En negrita y cursiva figuran los grupos con inserción industrial. a lo largo de muchas décadas. En tanto la valorización financiera desplazó a la
Fuente: Elaboración propia sobre la base de la información del BCRA publicada por la revista El Periodista, producción de bienes industriales como el eje del proceso económico y de la
4 de julio de 1985. expansión del capital oligopólico, el salario perdió el atributo de ser un factor
444 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 445
de la dictadura militar (1976-1982)

indispensable para asegurar el nivel de la demanda y la realización del excedente. La alianza policlasista de la sustitución de importaciones terminó de des-
En consecuencia, de allí en más, incidió preponderantemente como un costo de estructurarse con la creciente marginación política y económica de la burguesía
producción que debía ser reducido a su mínima expresión para garantizar una nacional. No se trató, como ocurrió durante la segunda etapa de sustitución de
mayor ganancia empresarial. importaciones, de su subordinación al capital extranjero y de su desplazamiento
hacia los tamaños de empresas con menor valor de producción y ocupación,
Acerca de las modificaciones en la economía real sino de una creciente expulsión de este tipo de empresas a medida que avanzó
la desindustrialización, pese a que se trató de una fracción del capital que, en tér-
La profundidad y trascendencia de las transformaciones que introdujo la minos generales, adhirió inicialmente al golpe de Estado que derrocó al gobierno
valorización financiera en la estructura económica y social de la industrialización, constitucional.
supusieron una modificación abrupta de las relaciones básicas que caracterizaban No menos trascendentes fueron las alteraciones que se desplegaron en la
la sociedad y la economía argentinas. Así es como cambió drásticamente la relación composición y el comportamiento de los propios sectores dominantes. En este
entre el capital y el trabajo y en consecuencia el carácter del Estado, adoptando sentido, cabe destacar que a medida que se fue consolidando un nuevo patrón
ambos sesgos inéditos a favor del gran capital oligopólico. Pero también, influen- de acumulación centrado en la valorización financiera, se fracturaron y realine-
ciadas por esos mismos factores, se desplegaron alteraciones decisivas en la propia aron las firmas extranjeras industriales que habían sido el núcleo dinámico de la
esfera del capital, a partir de la destrucción y reasignación del capital. De allí en más, segunda etapa de sustitución de importaciones. En otras palabras, el conjunto
cambió la fisonomía, el comportamiento y las contradicciones de las propias fracciones de las empresas extranjeras industriales no fue la fracción del capital que encarnó
dominantes, al mismo tiempo que se redimensionó la presencia de la burguesía nacio- la dominación imperialista en la dictadura militar. La prueba palpable de la
nal, especialmente la fracción industrial que era el núcleo central de la misma. disolución del poder que ostentaba el capital extranjero industrial es que esta
actividad productiva perdió la centralidad económica que exhibía anteriormente
Gráfico Nº2 Evolución del PBI y de la participación de los asalariados en el para entrar en un proceso de progresiva y sistemática desindustrialización, carac-
PBI*, 1974-1982 (números índices y porcentajes) terizada, entre otros rasgos regresivos, por una pérdida de incidencia en el valor
agregado total, una acentuada reducción del espectro productivo y del grado de
integración local de la producción, la repatriación de capital extranjero industrial,
un salto de la concentración de la producción sectorial en un reducido conjunto
de firmas, etcétera.11
En consonancia con el proceso de desindustrialización se fracturó el bloque
industrial extranjero, registrándose, por un lado, una acentuada repatriación de
capital industrial durante la década de 198012 y, por otro, una modificación sus-
tantiva del comportamiento de varios conglomerados extranjeros que asumieron
los parámetros vinculados al nuevo patrón de acumulación de capital. En otros

11 Un análisis general del proceso de desindustrialización de las últimas décadas se encuentra en


Daniel Azpiazu, Eduardo M. Basualdo y Martín Schorr, “La reestructuración y el redimensiona-
miento de la producción industrial argentina durante las últimas décadas”, Buenos Aires, Instituto
de Estudios y Formación de la CTA, 2002.
12 Respecto de la repatriación de capitales extranjeros durante la dictadura militar, consultar Eduardo

M. Basualdo, Edgardo Lifschitz y Emilia Roca, Las empresas multinacionales en la ocupación indus-
(*) La participación de los asalariados en el PBI, no contiene los aportes jubilatorios. trial argentina, 1973-1983, Ginebra, Organización Internacional del Trabajo (OIT), Oficina de
Fuente: elaboración propia sobre la base del FIDE y BCRA. Empresas Multinacionales, 1987.
446 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 447
de la dictadura militar (1976-1982)

términos, se disgregó el bloque extranjero en tanto algunos de sus integrantes cuando los grandes capitales se estaban diversificando rápidamente, mediante
retiraron sus inversiones productivas en el país, mientras que otros confluyeron distintas estrategias, hacia diferentes ramas de la actividad económica.
con los grupos económicos locales incorporándose al nuevo bloque de poder Debido al predominio de la centralización del capital durante esos años,
dominante.13 En realidad, como fue mencionado, la contraparte extranjera fun- una evaluación de las transformaciones en la economía real puede realizarse sobre
damental en el nuevo patrón de acumulación no es ese conjunto de conglomerados la base del análisis de la cúpula empresarial, considerando como tal las doscien-
extranjeros industriales, sino que ese papel es privativo del capital financiero inter- tas empresas de mayores ventas en la economía argentina, cualquiera sea su sec-
nacional, incluidos los organismos internacionales de crédito que fueron sus repre- tor de actividad excepto la producción agropecuaria y la actividad financiera,
sentantes políticos durante esa etapa. debido a la carencia o incompatibilidad de la información disponible.
Sin embargo, pese a la importancia que asumió la desindustrialización no Al respecto, en el Cuadro N° 2 consta la evolución entre 1975 y 1983 de
puede obviarse el hecho de que la misma fue un aspecto de un proceso más abar- la composición de las ventas de las doscientas empresas de mayor facturación en
cativo que consistió en la centralización del capital.14 De allí, que para poder las diferentes actividades económicas –salvo la financiera y la agropecuaria– con-
apreciar las significativas modificaciones que se desplegaron en la economía siderando los distintos tipos de capital que componen la tipología empresaria
durante la dictadura militar sea necesario considerar otros sectores de actividad mencionada precedentemente.
además de la producción industrial, porque es la manera más idónea para captar La evolución de las variables durante el período refleja transformaciones
el derrotero seguido por las fracciones dominantes en una etapa en que el grupo trascendentes y muy significativas en la economía real. En efecto, dejando de
o el conglomerado económico era la unidad económica preponderante. Es decir, lado las asociaciones por su escasa significación, es rápidamente comprobable que
los capitales que se sustentaban en una diversificación estructural (grupos econó-
13
micos y conglomerados extranjeros) fueron los únicos que incrementaron su inci-
De acuerdo con las evidencias disponibles, el apoyo de estos capitales extranjeros a la dictadura
militar fue tan intenso como el brindado por los grupos económicos locales, llegando inclusive a permitir
dencia, mientras que el resto de los capitales la disminuyó tanto en la cantidad
e impulsar la represión a los trabajadores de sus plantas industriales. Al respecto cabe mencionar la de empresas como en su participación en las ventas de la cúpula.
denuncia presentada por los dirigentes de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) ante el Aun más, estas mismas evidencias indican que fueron los grupos económicos
Juzgado número cinco de la Audiencia Nacional de Madrid, España en 1993 (mimeo). En la misma los que incrementaron en mayor medida la cantidad de firmas y su incidencia en
se denuncia la participación de las empresas Ingenio Ledesma, Astarsa, Mestrina, Acindar y Ford las ventas. Tan es así que fueron receptores de más del 80% de las firmas (25 de
Motors Argentina.
14 La centralización del capital alude a los procesos económicos por los cuales unos pocos capita-
las 30 firmas) y de casi el 60% de las ventas (7,4% del 12,9%) que se reasignaron
listas acrecientan el control sobre la propiedad de los medios de producción con que cuenta una entre los diferentes capitales que participaron de la cúpula empresaria entre 1975
sociedad, mediante la expansión de su presencia en una o múltiples actividades económicas basán- y 1983, mientras que los conglomerados extranjeros absorbieron el resto de cada una
dose en una reasignación del capital existente (compras de empresas, fusiones, asociaciones, etc.). La de estas variables. En términos de su evolución, es importante reparar que su predo-
centralización del capital no se produce necesariamente en una rama de actividad, sino prioritaria- minio en las ventas de la cúpula respecto a los conglomerados extranjeros se diri-
mente a través de la compra de empresas, fusiones o asociaciones que aumentan el control por un mió a partir de 1981, momento en que se consolidó la valorización financiera y
mismo capital de diversas actividades. En términos más precisos, Karl Marx indica que: “No se trata
ya de una simple concentración, idéntica a la acumulación, de los medios de producción y del poder
el proceso de desindustrialización.
de mando sobre el trabajo. Se trata de la concentración de los capitales ya existentes, de la acumulación Entre las formas de propiedad que disminuyeron su gravitación en las
de su autonomía individual, de la expropiación de unos capitalistas por otros, de la aglutinación de variables considerables, las empresas locales independientes fueron las más afectadas,
muchos capitales pequeños para formar unos cuantos capitales grandes. Este proceso se distingue del indicando nuevamente el profundo deterioro que sufrieron las empresas inte-
primero en que sólo presupone una distinta distribución de los capitales ya existentes y en funciones, grantes de la burguesía nacional al quedar excluidas de la valorización financiera
en que, por tanto, su radio de acción no está limitado por el incremento absoluto de la riqueza social
y expuestas a la competencia de los productos importados que impulsó la políti-
o por las fronteras absolutas de la acumulación. El capital adquiere, aquí, en una mano, grandes pro-
porciones porque allí se desperdiga en muchas manos. Se trata de una verdadera centralización, que ca económica de ese momento. Su retracción fue especialmente significativa en
no debe confundirse con la acumulación y la concentración” (El capital. Crítica de la Economía términos de cantidad de empresas, al perder más del 55% de las firmas que se rea-
Política, tomo I, México, FCE, 1971, p. 142). signaron dentro de la cúpula (17 de las 30) y menos intensa, aunque relevante, en
448 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir E DUARDO M. B ASUALDO 449
de la dictadura militar (1976-1982)

las ventas al perder el 27% de las reasignación de las mismas (3,4% sobre 12,8%). Al igual que las empresas locales independientes, la retracción de esta fracción
Esta asincronía en la retracción de las empresas locales independientes –entre la del capital extranjero no se originó únicamente en el menor dinamismo de sus
profundidad de la disminución de sus empresas y su caída en las ventas de la ventas sino también –y de una manera significativa– en la pérdida de firmas en
cúpula– se debe a la severa disminución de la participación de las empresas trans- diferentes mercados (descienden de 52 a 42 durante el período) debido a la repa-
nacionales en la facturación de las doscientas empresas. triación de capital extranjero durante el período analizado. Finalmente, las empresas
estatales disminuyeron su importancia en ambas variables pero con una intensidad
relativa menor a los capitales analizados previamente.
En términos de una conclusión general del trabajo, cabe señalar que las
evidencias disponibles indican que la reestructuración económica y social que
Cuadro Nº 2 Evolución y composición de las ventas de las doscientas empresas impuso la dictadura militar coincide con las tendencias que impuso el neolibera-
de mayor facturación diferenciando los distintos tipos de capital(*), 1975-1983 lismo a nivel internacional, en tanto en ambos casos las mismas fueron la depresión
(cantidades y porcentajes) económica y la concentración del ingreso. Sin embargo, estas coincidencias esconden
una diferencia decisiva para comprender el caso argentino que se relaciona con las
luchas específicas que se desarrollaron en el capital y el trabajo durante las déca-
das anteriores. En efecto, la reestructuración económica y social en la Argentina
no respondió a una adscripción ideológica a las reformas en la economía mundial,
ni tampoco a un proceso digitado exclusivamente por las fracciones del capital
extranjero. Su peculiaridad no radicó únicamente en su imposición a sangre y fuego
por parte de la dictadura militar, sino también en que se trató de una revancha cla-
sista sin precedentes contra los trabajadores, que implicaba necesariamente la
interrupción de la industrialización basada en la sustitución de importaciones, en
tanto esta última constituía la base estructural que permitía la notable movilización
y organización popular vigente en esa época.
Esta revancha histórica fue llevada a cabo por un nuevo bloque de poder
constituido por la alianza entre la fracción del capital local (los grupos económicos
locales) con el capital financiero internacional. Ambas fueron los beneficiarios de
este proceso, pero la fracción interna fue la que condujo la implementación de las
transformaciones económicas y sociales a partir de su control sobre el Estado y la
que adquirió el predominio en la estructura económica a través de liderar el pro-
ceso de endeudamiento externo y de transferencia de capitales locales al exterior y
constituirse como la principal beneficiaria de la centralización del capital en la
economía real.
(*) Las empresas estatales incluyen a YPF.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de la información de las revistas Mercado, Prensa Económica
y el Área de Economía y Tecnología de la FLACSO.
450 CAPÍTULO VII El nuevo funcionamiento de la economía a partir CAPÍTULO VII 451
de la dictadura militar (1976-1982)
1976-1983 L A DICTADURA MILITAR Y EL TERRORISMO DE E STADO .
B IBLIOGRAFÍA L A D OCTRINA DE LA S EGURIDAD N ACIONAL Y EL NEOLIBERALISMO

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Siglo XXI, 1980. período central del siglo XX, dibuje una parábola entre 1942 y 1982, dos años que
marcan los dos momentos de más alta conflictividad del país en su ubicación en
el contexto internacional, enfrentado a las potencias principales y conducido en ambos
casos por gobernantes sin sustento de legitimidad democrática.
Esta presentación propone una descripción de la incidencia que tuvieron
las relaciones cívico-militares en el seno de la elite del poder y en la política exte-
rior argentina. Asimismo, pretende plantear la relevancia que tuvo un determina-
do sistema de creencias fraguado en esa socialización cívico-militar y su influencia
en el modo en que sus dirigentes enfrentaron los desafíos más importantes.1

1 Sobre el tema véase Fabián Bosoer, Generales y embajadores. Una historia de las diplomacias para-
lelas en la Argentina, Buenos Aires, Javier Vergara, 2005. También, textos de referencia ineludible
son los de Robert Potash, El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, Buenos Aires,
Sudamericana, 1971 (dos tomos más se publicaron años más tarde); Alain Rouquié, Poder militar
y sociedad política en la Argentina, 2 tomos, Buenos Aires, Emecé, 1982; Andrés Cisneros, Carlos
452 CAPÍTULO VII El Proceso, último eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la FABIÁN B OSOER 453
Argentina del siglo XX

El período 1976-1982, que culmina con la Argentina empeñada en el con- Este ciclo encuentra uno de sus episodios iniciales en la Conferencia de
flicto bélico con Gran Bretaña en el Atlántico Sur, puede abordarse como una Río de Janeiro en enero de 1942, donde la Argentina defendió a capa y espada la
fase terminal de ese ciclo histórico, indicativa tanto de los fallidos intentos auto- neutralidad en la Segunda Guerra, frente a las presiones de Estados Unidos y las
ritarios por definir una política de Estado superadora de los vaivenes y conflictos posturas mayoritarias de los países americanos en respaldo de los Aliados. Y se
políticos internos, como de la particular relación que se estableció entre nuestro cierra en abril-mayo de 1982, cuando la dictadura del autodenominado Proceso
país y las principales potencias y países de la región, sobre todo en los momentos de Reorganización Nacional se embarca en la aventura de recuperar las islas
de crisis o transición del sistema internacional. Malvinas, declarando la guerra a Gran Bretaña y rompiendo su alineamiento con
Al interior de aquellas cuatro décadas, entre los años de 1940 y los años de Estados Unidos, su principal aliado y sostén. El círculo se abre y se clausura, en
1980, encontramos que la Argentina vivió sucesivos momentos de la alteración más algunos casos emblemáticos, inclusive con los mismos personajes y familias políticas:
profunda en su vida institucional, política, económica y social. Al mismo tiempo, Mario Amadeo, por ejemplo, joven asistente del canciller Enrique Ruiz Guiñazú en
la relación del país con el mundo durante esos cuarenta años estuvo signada de la Conferencia de Río de 1942 es quien, cuarenta años después, actúa como vocero
manera traumática por los fantasmas de cuatro guerras: la Segunda Guerra Mundial, informal del canciller Nicanor Costa Méndez, el 1º de abril de 1982 por la noche,
la Guerra Fría, la Guerra Contrarrevolucionaria y la Guerra de las Malvinas. para anunciar a los periodistas acreditados en Cancillería, el comienzo de la ope-
Esta suerte de hibernación cultural y geopolítica, en un ambiente condi- ración militar de desembarco en Malvinas.2
cionado –e inficionado– por la existencia real o supuesta de constantes acechanzas La hipótesis que se postula es la existencia de una alta correlación entre la
y peligros para la nación, podría explicar el por qué de la actuación protagónica continuidad de una misma elite de poder –de sus bases constitutivas, modos de
de generales y embajadores en el manejo de las riendas del poder. Podía resultar funcionamiento y fuentes de inspiración ideológica– y la debilidad, discontinuidad
natural que en un escenario caracterizado por la distancia del país respecto de los o erraticidad de las conductas gubernamentales y decisiones estratégicas adoptadas
epicentros de la política y el poder mundial y al mismo tiempo, la percepción de en materia de política exterior.
constantes amenazas externas o internas derivadas de aquellos epicentros, y un Hubo una clase política que permaneció, aun en medio de los más espec-
escaso reconocimiento de la legitimidad democrática, fueran entonces los militares taculares vuelcos político-institucionales.3 En otros países, como Estados Unidos,
y los diplomáticos quienes se colocaran al comando del gobierno nacional y tuvieran el Brasil o Chile, esta característica contribuyó a establecer una reconocible con-
la batuta de la orquesta estatal. tinuidad de políticas de Estado y a la conducción de las burocracias estatales, que
Sin embargo, esta lógica no explica el hecho de que buscando acomodar moderó diferencias ideológicas o de orientación entre los sucesivos gobiernos. En
al país al imperativo de adaptarse al contexto externo, los resultados fueran exac- la Argentina, ello no fue así; más bien por el contrario, la permanencia de un
tamente los inversos y esa orquesta que representaba a la Argentina en el exterior mismo grupo dirigente fue precisamente de la mano de las más fuertes disputas,
sonara invariablemente desafinada y suscitara permanentes desconfianzas. cambios de gobierno, operaciones conspirativas y rupturas institucionales.
Tampoco explicaría otra notable contradicción: a lo largo de esas cuatro décadas,
pese a la inestabilidad y las grandes fluctuaciones políticas, es posible encontrar a 2 En Fabián Bosoer, Malvinas, capítulo final. Guerra y diplomacia en Argentina (1942-1982),
una misma clase dirigente –los mismos nombres y apellidos– en el centro o en tomos I y II, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2007. Sobre el período 1943-1955, véase Mario
las adyacencias inmediatas del poder. Es aquí donde se inician posibles recorridas Rapoport y Claudio Spiguel, Relaciones tumultuosas. Estados Unidos y el primer peronismo, Buenos
por algunos de los laberintos más o menos explorados de nuestra historia, con Aires, Emecé, 2009.
hallazgos curiosos y eslabones sorprendentes. 3 Para un análisis sociológico de las elites políticas argentinas a lo largo del siglo veinte, véanse
los trabajos clásicos de José Luis de Imaz, Los que mandan, Buenos Aires, Eudeba, 1964; y Alain
Rouquié, op.cit.,1982. También, los libros de Tulio Halperin Donghi, La Argentina y la tormenta
Escudé y otros, Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Buenos Aires, del mundo. Ideas e ideologías entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003; La República impo-
GEL-CARI, 1998; Juan Archibaldo Lanús, De Chapultepec al Beagle. Política exterior argentina: sible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel Historia, colección Biblioteca del Pensamiento Argentino,
1945-1980, tomos 1 y 2, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986; José Paradiso, Debates y trayectorias de 2004; y de Carlos Altamirano, Bajo el signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel Historia,
la política exterior argentina, Buenos Aires, GEL, 1993. colección Biblioteca del Pensamiento Argentino (tomo VI), 2001, estudio preliminar.
454 CAPÍTULO VII El Proceso, último eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la FABIÁN B OSOER 455
Argentina del siglo XX

Entre 1930 y 1982, período signado por la inestabilidad política, la debi- verbial pragmatismo de un grupo dirigente con capacidad para extraer beneficios
lidad de las alternativas civiles de gobierno y la preponderancia del poder militar o minimizar costos de cada crisis política.5
como factor decisivo en el proceso de toma de decisiones en la cúspide del gobierno, Hubo personalidades descollantes que se despegaron de ese pantanoso
hubo en la Argentina 23 presidentes y 44 cancilleres. La duración media de las juego. El canciller más importante de la llamada “década infame”, durante los
presidencias fue de dos años y medio y la de los ministros de Relaciones años de la restauración conservadora y el “fraude patriótico”, fue Carlos Saavedra
Exteriores, de poco más de un año. De los 23, catorce fueron militares y trece de Lamas, ganador del Premio Nobel de la Paz por su mediación en la Guerra del
ellos alcanzaron el poder por un golpe de Estado o como consecuencia de cons- Chaco entre Bolivia y Paraguay (1936). Durante el primer gobierno de Perón, el
piraciones palaciegas. Estos 13 regímenes de facto tuvieron un total de 252 minis- primer canciller argentino que presidió el Consejo de Seguridad de las Naciones
tros. De haberse respetado la vigencia del régimen constitucional, habrían sido Unidas, y el primero, además, en llegar a ese cargo proviniendo de orígenes gre-
durante ese período 8 los presidentes en lugar de 23. Suponiendo que cada uno miales y socialistas, Atilio Bramuglia, tenía debajo suyo a funcionarios que coor-
de ellos hubiera mantenido su elenco de ministros, estos hubieran sido alrededor dinaban el ingreso de fugitivos nazis y fascistas a nuestro país luego de la guerra,
de 64, en lugar de 252. que simpatizaban con aquellas ideas y que conspiraban contra la propia gestión
Sólo dos presidentes surgidos de las urnas, Agustín P. Justo (1932-1938) y de su ministro de Relaciones Exteriores. Otro eminente jurista del derecho inter-
Juan D. Perón (1946-1952), pudieron completar su mandato de seis años. Ambos nacional, Luis Podestá Costa, fue canciller de la llamada Revolución Libertadora,
eran generales y difícilmente hubieran llegado al gobierno sin el antecedente de un el gobierno que más militares sin experiencia diplomática alguna ni conocimiento
golpe militar que abrió un paréntesis para la desembocadura en un proceso electoral de los asuntos internacionales, designó como embajadores.
con respaldo del Ejército. La enumeración de algunas de estas grandes contradicciones y contrastes
Se puede comprobar, asimismo, que en medio de la inestabilidad guber- tiene el solo propósito de señalar una manera de proceder en la cúspide del poder
namental y las rupturas institucionales existe una singular continuidad de esa por parte de quienes, civiles y militares, definían e implementaban las principales
elite conservadora en la dirección política de la diplomacia y su predominio cul- decisiones. En 1956, el almirante Isaac Rojas, jefe de la Armada, vicepresidente de
tural en la formación de percepciones sobre la inserción internacional del país. La facto y hombre fuerte del gobierno de la Revolución Libertadora, le ordenó a su subor-
constante que se evidencia en su sistema de creencias, y que al mismo tiempo dinado, el contralmirante Aníbal Olivieri –que había sido secretario de Marina de
explica las afinidades electivas con distintos interlocutores militares, es una Perón, participó luego en su derrocamiento y fue designado como embajador argen-
sobrestimación del peligro revolucionario que, bajo diferentes formas, oficiará de tino en las Naciones Unidas– que solicitara ante la Asamblea General ni más ni menos
justificativo ideológico para las intervenciones de 1943, 1955, 1962 y 1966. Esta que la expulsión de la Unión Soviética de la ONU. Olivieri no acató la extravagante
sobrevaloración de la amenaza puede explicar, asimismo, la naturalidad con la que idea y terminó exiliándose en Estados Unidos, en su casa de San Diego, California.
los intereses sectoriales, económicos o corporativos de grupos de poder o sectores Otro caso es el del general Carlos Toranzo Montero, designado como embajador en
de la elite tradicional que resultaban afectados fueron identificados con el interés Venezuela por el mismo régimen, que participa activamente en la conspiración que
nacional que debía ser salvaguardado.4 derroca al dictador Marcos Pérez Jiménez, quien había recibido y protegido al
Si el primer aspecto permite definir esta constante desde su caracterización general Perón en el inicio de su exilio. Toranzo Montero sería uno de los líderes
ideológica –un pensamiento de derecha autoritaria en sus más diversas variantes: de la facción más dura del Ejército en sus planteos al presidente Arturo Frondizi.6
conservadora, liberal, populista, nacionalista– el segundo aspecto remite al pro-
5 Véase Raúl José Romero, Fuerzas Armadas. La alternativa de la derecha para el acceso al poder
4 Alain Rouquié remonta a la “Semana Trágica”, en 1919, este rasgo de la derecha argentina que (1930-1976), Buenos Aires, Editorial Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, colección Análisis
le asigna un creciente rol tutelar a los militares en materia política y al que define como“anticomu- Político (vol. 16), 1988.
nismo sin comunistas”. Explica, asimismo, que la aparente contradicción entre el nacionalismo 6 Véase, además de los citados libros de Alain Rouquié y Robert Potash, Carlos Florit, Las Fuerzas
antiliberal y el liberalismo pro occidentalista, de los años de 1940 a los de 1960, se resolvería a partir Armadas y la guerra psicológica, Buenos Aires, Ediciones Arayú, 1963; Rosendo Fraga, El Ejército y
del recrudecimiento de la Guerra Fría y el conflicto Este-Oeste tomando como variable principal Frondizi. 1958-1962, Buenos Aires, Emecé, 1992; Albino Gomez, Arturo Frondizi. El último estadista,
dicha constante ideológica (véase op. cit., p. 352). Buenos Aires, Lumière, 2004.
456 CAPÍTULO VII El Proceso, último eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la FABIÁN B OSOER 457
Argentina del siglo XX

En la Conferencia extraordinaria de la OEA, realizada en Punta del Este Otro personaje singular, el general Juan Enrique Guglialmelli (1922-1983),
en enero de 1962, donde se aprueba la expulsión de Cuba del sistema interame- publica en 1979 Geopolítica del Cono Sur, libro en el que postula la inserción sudame-
ricano, el veterano canciller Miguel Cárcano, prominente embajador argentino ricana de la Argentina, el desarrollo patagónico, la integración regional interna y la
durante los gobiernos que se habían sucedido en los pasados veinte años, deberá valorización del Cono Sur como “núcleo de poder regional frente a los grandes
lidiar con los servicios de inteligencia y Estados Mayores de las Fuerzas Armadas centros de poder mundial”.8 Se trataba de un militar que mientras sus pares se
de su propio país, ante el desconcierto de los funcionarios del Departamento de acomodaban a los dictados de la Doctrina de la Seguridad Nacional y las hipótesis
Estado norteamericano. A su regreso, será forzado a renunciar y aquella reunión de conflicto interno y externo, supo colocarse al frente de un programa político
es la que precipitará la caída de Frondizi semanas más tarde. Apuntemos que fue intelectual de largo aliento, plasmado en el Instituto de Estudios Estratégicos y de las
durante los gobiernos de Frondizi y de Arturo Illia cuando nuestro país obtuvo Relaciones Internacionales y la revista Estrategia, durante los años de1970.
los principales logros diplomáticos en su reivindicación de la soberanía sobre las Se puede continuar con la cadena de contrastes y contradicciones. El Consejo
islas Malvinas, reconocimiento y respeto internacional.7 Y no hace falta recordar Argentino para las Relaciones Internacionales, el CARI, el más prestigioso ámbito
que ambos gobiernos tuvieron como principales factores de desestabilización a de reunión y reflexión de políticos, diplomáticos y académicos abocados a la polí-
los jefes de las Fuerzas Armadas y adversarios políticos que, junto con aquellos, tica exterior e internacional, se creó en 1978, uno de los momentos históricos de
conspiraron para derrocarlos… y terminaron derrocándolos. mayor trastorno de la personalidad argentina en el mundo, mientras se realizaba
Hubo también, por cierto, militares que lograron sortear la politización el Campeonato Mundial de Fútbol en nuestro país, la represión ilegal de la dic-
facciosa; que acompañaron y apuntalaron los caminos de la racionalidad y el tadura se cobraba miles de muertes y desapariciones, incluidos diplomáticos y
buen entendimiento; que participaron de esa “gran diplomacia” en defensa del embajadores en actividad como Héctor Hidalgo Solá y Elena Holmberg, y en el
interés nacional que no logró fructificar. El almirante Oscar Quihillalt fue un mismo momento en que los generales argentinos y chilenos se trenzaban en esca-
tenaz defensor del desarrollo nuclear autónomo para uso pacífico, como presi- ladas beligerantes por disputas territoriales, lo que llevó al borde de una guerra
dente de la CoNEA entre 1955 y 1973. Era una base de poder interno para las entre la Argentina y Chile por el Canal de Beagle, a fines de 1979, evitada a último
Fuerzas Armadas –y para la Marina, sobre todo– pero a la vez una herramienta momento por la intervención del papa Juan Pablo II.
de poder externo y de proyección internacional que el país tampoco supo apro- Se fue conformando de tal manera un sistema muy particular de relaciones.
vechar. Hay muchos otros casos, como el del general Hernán Pujato, que instala Generales, almirantes y brigadieres buscaron inspiración intelectual en abogados,
la Base General San Martín en la Antártida, bajo el segundo mandato de Perón. catedráticos, periodistas, historiadores y políticos. Estos recurrirían a aquellos
O el del coronel Jorge Leal, fundador de la Base Esperanza y jefe de la primera cada vez con mayor naturalidad para alcanzar y mantener espacios de poder,
expedición argentina que llegó al Polo Sur por tierra, lejos de las tensiones cuar- influencia o pertenencia. Juntos, unos y otros, conformarían el tablero de la polí-
teleras y zozobras que se vivían en Buenos Aires. tica y escribirían sus páginas más destacadas y también las más ominosas. Hasta
que la vorágine llevará al extremo las fuerzas y contradicciones que ellos mismos
7
alimentaron y los arrastrará al despeñadero en el que terminó el último intento
En relación con el reclamo por la soberanía de Malvinas, durante la presidencia de Frondizi, el
14 de diciembre de 1960 se vota en la Asamblea General de la ONU la resolución 1.514 sobre desco-
de restaurar manu militari el legado de la Generación del 80 del siglo XIX, cien
lonización, siendo Mario Amadeo el embajador argentino ante la organización. Cinco años después, años más tarde.
es durante la gestión del presidente Illia que se aprueba el 16 de diciembre de 1965 la resolución En la etapa final 1976-1982 se repite, en numerosos casos con los mismos
2.065 que reconoce los derechos del país sobre las islas e insta a las partes a iniciar negociaciones elencos de personalidades jugando similares roles, un ciclo semejante de disputas
directas. Quien expone la posición argentina en la Asamblea General, invitado por el canciller intestinas, alternancias forzadas y rotaciones compulsivas dentro de un mismo
Miguel Angel Zavala Ortíz es el ex canciller Bonifacio del Carril, un frontal adversario del gobierno
gran círculo de decisores y voces influyentes. Mientras todo el país y más allá, el
radical vinculado con el sector más antiperonista de las Fuerzas Armadas. Véase Fabián Bosoer, op.
cit., tomo 1, p. 40; y además, Lucio García del Solar, “La política exterior del gobierno de Arturo Cono Sur en su conjunto, se internaban en experiencias dictatoriales sin prece-
Illia”, en Silvia Ruth Jalabe (comp.), La política exterior argentina y sus protagonistas 1880-1995,
Buenos Aires, CARI-GEL, 1996. 8 Juan Enrique Guglialmelli, Geopolítica del Cono Sur, Buenos Aires, El Cid Editor, 1979.
458 CAPÍTULO VII El Proceso, último eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la FABIÁN B OSOER 459
Argentina del siglo XX

dentes por su grado de intensidad represiva y militarización del Estado y de la Hasta entonces, la aparición de nuevas camadas u orientaciones renovadoras
sociedad, los grupos de actuación preponderante vinculados a las elites conserva- en la política exterior argentina, incentivada por los momentos de ruptura o la aper-
doras tradicionales pretendieron participar de la misma como si se tratara de una tura del sistema gubernamental como resultado de procesos electorales, algo que
“vuelta a la normalidad”, una restauración del orden no exenta de “excesos”, ocurrió con la llegada del peronismo al gobierno en 1946 y luego en 1958, con la
luego de una etapa de desorden y subversión. En ese canto del cisne de la elite presidencia interrumpida de Frondizi, había resultado absorbida o neutralizada
diplomática y militar prohijada por cuarenta años de quiebre institucional y con- por los núcleos y actores tradicionales, que no llegan a perder el dominio de sus
tinuidades fácticas se encontrarán, como dice el tango, “en un mismo lodo, todos fuentes y recursos de poder. Esta permanencia de una misma elite conservadora
manoseados”, sin advertir que la mayor subversión institucional se había termi- –que en algún sentido se expresa como alternancia entre sectores más liberales o
nado de consumar con el llamado Proceso de Reorganización Nacional. más nacionalistas– contrasta nítidamente con la inestabilidad política, los cambios
Tras el golpe del 24 de marzo de 1976, la política exterior y la diplomacia fue- de gobierno y de régimen, los antagonismos entre principios de legitimidad, la
ron colocadas bajo la supervisión de la Junta Militar integrada por los tres coman- debilidad de los gobiernos civiles y las contradicciones internas de los gobiernos de
dantes en jefe. Al frente de la Cancillería se sucederán los vicealmirantes César facto y las dictaduras militares que se sucedieron durante ese período.
Guzzetti y Oscar Montes y el brigadier Carlos Washington Pastor, sin antecedentes Uno de los representantes de esa elite conservadora, el escritor y político
ni conocimientos en materia de política internacional. Lejos de unificar criterios, nacionalista Marcelo Sánchez Sorondo sintetizó de manera elocuente las respon-
esta militarización de la política exterior reprodujo el faccionalismo y la comparti- sabilidades civiles en las intervenciones militares:
mentación dentro del poder, con áreas de actuación autónoma y contradictoria.
En el seno de la elite tradicional, algunos seguían jugando el mismo juego Según esta sismología de la crisis, tras cuyos sacudimientos se estanca nues-
aprendido a lo largo de las pasadas cuatro décadas en un escenario que, sin tra decadencia, a partir de 1955 los gobiernos de las Fuerzas Armadas son la
embargo, se había deslizado al despeñadero interno y el ostracismo internacional. regla, y los civiles la intercalada excepción: cada vez más módica y penosa.
Otros se habían apartado, extrañados o espantados por el grado de brutalidad Desde entonces hasta 1983, el macizo militar se extiende pesadamente sobre
que había alcanzado la dictadura. Y otros, más comprometidos con ella, partici- la vida pública. Son casi tres decenios –salvadas las tentativas de signo civil–
parían con distintos tonos de entusiasmo en su camino de perdición, buscando cuya íntima debilidad contrasta con la aparatosa e insaciable exhibición de
atenuar o precipitar la caída. Sólo un resultado externo catastrófico como la derrota actos de fuerza. Pero, es claro, la ceguera política, el exagerado triunfalismo
en la Guerra del Atlántico Sur, la única que a la postre libró aquel país asaltado de las Fuerzas Armadas no se explican si se omite incluir como dato previo
por los fantasmas de las guerras a lo largo del siglo XX, la última batalla de la Tercera al análisis el desmoronamiento de las convicciones cívicas y la consiguiente
Guerra Mundial que creían estar protagonizando los cruzados del Extremo Occidente, pérdida de energía que ello acarrea al conjunto de la sociedad.10
revierte sobre sus jefes y consejeros liquidando toda posibilidad de permanencia
en el poder.9 Desde entonces, la Argentina se sigue preguntando –y muchos se han
9
lamentado– por la ausencia de una clase dirigente lúcida e ilustrada. Se tiende a
Sobre los diversos aspectos político-militares y diplomáticos de la Guerra de Malvinas véase
Martín Balza, Malvinas: gesta e incompetencia, Buenos Aires, Atlántida, 2003; Horacio Verbitsky,
aludir con ello a los tiempos de nuestra historia reciente, perdiendo de vista el
Malvinas. La última batalla de la Tercera Guerra Mundial, Buenos Aires, Sudamericana, 2002; Nicanor cuadro en el que emergió la posibilidad de recuperar la democracia en 1983.
Costa Méndez, Malvinas: ésta es la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1993; Ricardo Kirchbaum, Por contraste, se reiteraron las visiones panegíricas de tiempos más lejanos,
Oscar Cardoso y Eduardo Van der Kooy, Malvinas, la trama secreta, Buenos Aires, Planeta, 1984; Rogelio “edades de oro”, Arcadias y etapas doradas en las que habrían existido visiones precla-
García Lupo, Diplomacia secreta y rendición incondicional, Buenos Aires, Legasa, 1984; Virginia Gamba ras y proyectos de país, con estadistas en condiciones de llevarlos a cabo. Convendría
y Lawrence Freedman, Señales de guerra, Buenos Aires, Vergara, 1992. Otras perspectivas más recientes,
no olvidar, de igual modo, los claroscuros y extravíos que condujeron en tantos
Rubén Oscar Moro, La trampa de las Malvinas, Buenos Aires, Edivern, 2005; Federico Lorenz, Las
guerras por Malvinas, Buenos Aires, Edhasa, 2006. Para un análisis de la cuestión Malvinas en la cultura
política argentina, véase Vicente Palermo, Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argentina con-
temporánea, Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 10 Marcelo Sánchez Sorondo, La Argentina por dentro, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, p. 565.
460 CAPÍTULO VII El Proceso, último eslabón de un sistema de poder antidemocrático en la FABIÁN B OSOER 461
Argentina del siglo XX

casos a aquellos hombres esclarecidos junto con otros sin méritos ni capacidades no es insular sino “peninsular”, sostenía, y en este sentido se definiría como “con-
para las responsabilidades frente a las que se encontraron, a participar en las más tinental, bioceánica y antártica”. La idea de una “Argentina peninsular” es la de un país
graves frustraciones, desaciertos y tragedias de nuestra historia; sin dejar de dete- que dada su constitución morfológica, mantiene su condición marítima pero
nernos en aquellos instantes o intervalos en los que las cosas podrían haber resul- asume también su rol continental. Su territorio, al norte de la línea Cabo San
tado de otro modo. Antonio (Buenos Aires)-San Rafael (Mendoza) se articula con la masa terrestre
Precisamente el último número de la revista Estrategia dirigida por el general continental “introduciéndose” en ella. Esta zona, además de las fronterizas peri-
Guglialmelli, publicado en junio de 1983 y dedicado a exponer una radiografía féricas, tiene un importante sector central, con epicentro en Córdoba. Al sur de
de la crisis argentina, sus causas, responsabilidades y soluciones, contiene lo que sería aquella línea, el territorio se prolonga como una cuña entre los dos grandes océanos.
el artículo póstumo de su director, “La Argentina peninsular”, en los umbrales En esta área patagónica, la franja al norte de Neuquén-San Antonio Oeste con-
del cambio de época que significaría el fin de la última dictadura y el inicio de la formaría una zona de sutura con el resto del país y en su extremo austral, incluye
transición democrática.11 Escribían en esa publicación los principales dirigentes los sectores insular y antártico. Debido a esta conformación, nuestro país recibe
de un amplio representativo espectro político: Raúl Alfonsín, Antonio Cafiero, la influencia del Pacífico y del Atlántico, en particular de este último, sobre parte de
Italo Lúder, Oscar Alende, Rogelio Frigerio, Roque Carranza y Emilio Hardoy. cuyas aguas, plataforma y subsuelo, extiende su soberanía.
Impresiona constatar la vigencia y actualidad de muchas de aquellas considera- Esta caracterización no definía sólo una situación geográfica sino también la
ciones; entre ellas, una en especial: la necesidad de formular un nuevo modelo de necesidad de una economía integrada e independiente, un mercado interno en perma-
desarrollo basado en las capacidades y aspiraciones de las mayorías nacionales, nente expansión y una irrenunciable vertebración cultural con los países de América
superador de la alternativa de hierro entre el modelo agroexportador y el modelo del Sur, en particular con los vecinos y el Perú. En esa visualización geopolítica, el Cono
autárquico de sustitución de importaciones, e integrado a la región sudamericana. Sur debía considerarse como el punto de partida para la ulterior unidad de América
En aquel artículo explicaba Guglialmelli lo que sería su último aporte a esa Latina. ¿Pero cómo avanzar en esa dirección con países subsumidos en hipótesis de con-
empresa de reconstrucción: la invitación a trabajar por una geopolítica “de la flicto interno, dilemas de seguridad y “fronteras calientes”, cuyas elites civiles y cúpulas
integración para la liberación” en la consolidación del poder nacional como ins- militares se cultivaron durante un siglo en el recelo y la desconfianza permanentes?
trumento de la política exterior. Aunque reconocía que existían divergencias con En el mismo número de la revista Estrategia, Raúl Alfonsín trazaba el siguiente
el Brasil, consideraba que estaban dadas las vías propicias para la búsqueda de diagnóstico sobre las responsabilidades de la elite dirigente:
acciones concertadas que contribuyeran a la adquisición de mayor capacidad
autónoma de decisión, evitando confrontaciones en el Cono Sur que pudieran Nuestro país ha carecido durante muchos años, décadas quizás, de una autén-
ser aprovechadas por intereses extrarregionales. Proponía superar alternativas ana- tica dirección nacional. En Argentina ha habido uso y abuso del poder, pero
crónicas, como la rivalidad argentino-brasileña y la actitud imperial-hegemónica también una ausencia deletérea de autoridad. Quienes se hicieron cargo de los
brasileña, y estimular la cooperación bilateral, “que permitiría a ambos países asuntos públicos, salvo contadísimas excepciones, con uno u otro argu-
aumentar su capacidad de negociación frente a los organismos económicos y finan- mento, con una u otra razón, con uno u otro mandato han gobernado
cieros internacionales”. cada vez más para el interés de un grupo que para el conjunto de la sociedad.
El planteo cuestionaba la pretendida “insularidad” de la Argentina del modelo El Estado, instrumento privilegiado para la transformación de la sociedad,
agroexportador de vinculación con el mundo, y sus implicancias: el menosprecio ha sido degradado para convertirse en un instrumento para aumentar los
o simplificación del componente territorial, la falta de integración física, el olvido privilegios de los sectores que ocupaban el Gobierno.
de las regiones fronterizas y la ausencia de una política demográfica. La Argentina Así hemos llegado a ver que la Argentina, sus problemas, su gente, termina-
ban siendo una cuestión accesoria para los gobiernos. Pero debe comprenderse
bien que a pesar de que el último período de facto exhibió como ningún
11 Revista Estrategia, Nº 73-74, Buenos Aires, Instituto Argentino de Estudios Estratégicos y de otro estos caracteres, ellos están presentes desde hace mucho más tiempo en
las Relaciones Internacionales, junio de 1983. la vida política argentina.
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Argentina del siglo XX

Lo que hoy vivimos es la suma condensada de todos nuestros errores, debili- de paradigma. Mientras la geopolítica clásica observa a los Estados construyendo
dades y fracasos del pasado. Y si algún beneficio tiene haber decaído tanto, y organizando a las sociedades nacionales “de arriba hacia abajo” y de los centros
es que al mostrar la Argentina descarnadamente, sin velos, sin confusión, a las periferias, extrayendo recursos de ellas y tendiendo a observar los conflictos
todas sus distorsiones, sus patologías, sus incapacidades, también dibuja el en su interior como una debilidad antes que como una fortaleza, y a sus fuerzas
contorno de lo que imperiosamente necesita, lo que ahora debe probar: la de cambio como una amenaza, antes que como una oportunidad de progreso, la
democracia con poder.12 actual debe colocar el centro de gravitación en las sociedades en movimiento y en
profunda transformación, y al Estado y sus instituciones como agentes organiza-
En el espejo de aquella etapa histórica, podemos reconocer lo mucho que dores de esas energías para el logro de objetivos nacionales democráticamente
se ha avanzado a partir de diciembre de 1983 en la reconstrucción institucional reconocidos.
del Estado de Derecho y en el proceso de integración regional en los últimos En las puertas del Bicentenario argentino y latinoamericano, es una buena
veintiséis años de continuidad del régimen democrático. La reinserción de las oportunidad para revisar nuestra historia y rescatar de ella algunas ideas olvidadas
Fuerzas Armadas como instituciones de la Nación encargadas de la defensa y el y desafíos pendientes. Lo decía con visión de futuro el general Guglialmelli en
resguardo de la soberanía, en estricto cumplimiento de sus funciones y plena- 1983, en aquel artículo póstumo sobre los desafíos de la “Argentina peninsular”:
mente subordinadas a la conducción del Estado democrático, forma parte en este
caso de una transformación cultural de envergadura, que involucra a militares y América Latina vive su segunda revolución nacional. La primera fue la del
civiles. Es sólo sobre cimientos sanos que se puede construir políticas e institu- movimiento emancipador. La de ahora, la de nuestra generación, es la revo-
ciones consistentes, adaptadas a los cambios y preparadas también para participar lución por el desarrollo integral con independencia, y la del ascenso de los sec-
en las genuinas transformaciones, que son aquellas que permiten alcanzar propó- tores nacionales al gobierno y al control efectivo de los resortes del poder […].
sitos sociales compartidos y aspiraciones nacionales postergadas. En el marco de una democracia pluralista de profundo sentido social y
Entre estas aspiraciones y propósitos, la política exterior y la defensa nacional participativo, hemos de tener como propósito fundamental vertebrar defi-
deben responder al desafío que supone la reaparición de los temas de la geopolí- nitivamente a la Argentina como nación independiente, de modo tal que el
tica como uno de los rasgos de esta primera década del siglo XXI.13 Esto no debería centro de decisión soberana le pertenezca.14
implicar el regreso a la vieja geopolítica del siglo XX, fuente de inspiración de los
nacionalismos territorialistas autoritarios que enfrentaron a los países de la región Acaso una buena síntesis convocante para pensar el 2010 rastreando el pasado,
en disputas, conflictos y competencias especulares. La novedad que hoy tenemos interpretando el presente y construyendo el porvenir.
se asienta en democracias conscientes de su interdependencia y parte de la noción
de que las condiciones geográficas y territoriales en las que se desenvuelven la
vida de los pueblos, las disputas en torno a los recursos energéticos y las altera-
ciones en el medio ambiente son asuntos de crucial importancia y por lo tanto,
la construcción de capacidades políticas nacionales y regionales autónomas se
plantea como condición ineludible de existencia en un contexto internacional
cambiante y complejo.
Esta nueva geopolítica del siglo XXI no supone solamente una adaptación
a otras condiciones estructurales y contextos históricos sino también un cambio

12 Raúl Alfonsín, en Estrategia, op. cit.


13 Véase Fabián Bosoer y Fabián Calle, “Introducción”, en 2010. Una Agenda para la región,
Buenos Aires, Taeda, 2008. 14 Revista Estrategia, op. cit.
CAPÍTULO VII 465

1976-1983 L A DICTADURA MILITAR Y EL TERRORISMO DE E STADO .


L A D OCTRINA DE LA S EGURIDAD N ACIONAL Y EL NEOLIBERALISMO

Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos,


una relación impuesta

H ORACIO V ERBITSKY
CELS / PERIODISTA / ESCRITOR

La relación de los organismos defensores de los derechos humanos con las


Fuerzas Armadas no ha sido voluntaria sino impuesta por las más terribles cir-
cunstancias: el secuestro por parte de personal militar de miles de jóvenes que
nunca reaparecieron con vida. Éste es el caso del origen del CELS, fundado en
1979 por Emilio Fermín Mignone y Augusto Conte. Ambos eran padres de jóvenes
detenidos-desaparecidos por la práctica represiva de la última dictadura y debie-
ron hacer un proceso personal que los llevó a un compromiso absoluto y a una
reflexión en profundidad, que se extendió por el lapso que les quedaba de vida y
que fue asumido por quienes los sobrevivimos. Ese camino lo recorrieron junto
con sus compañeras de toda la vida, Angélica Sosa de Mignone y Laura Jordán
de Conte, en compañía de los demás fundadores del CELS víctimas de la misma
o similar tragedia, como Carmen Lapacó, Boris Pasik, Alfredo Galleti y José F.
Westerkamp.
Durante los largos años de la dictadura, la tarea del CELS abarcó tanto las
gestiones ante quienes detentaban el poder como la denuncia nacional e interna-
cional de sus crímenes y la documentación detallada de cada caso. Esta actividad
resultó fundamental como apoyo para el trabajo de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) que visitó el país en septiembre de 1979 con el
fin de investigar la desaparición forzada de personas y sus responsables. Pero, ade-
más, permitió llegar a una reconstrucción de la estructura y la lógica del Estado
terrorista de asombrosa precisión, como se vería después.
Mignone y Conte habían sido dirigentes políticos relevantes en la época
previa al terrorismo de Estado y eran conscientes de la fragilidad de la vida demo-
crática en el país antes del golpe de 1976. Por ello, con el colapso del último ciclo
466 CAPÍTULO VII Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, H ORACIO V ERBITSKY 467
una relación impuesta

militar, el CELS participó en la tentativa de construir una democracia más sólida La posibilidad de impugnar los ascensos militares depende tanto de que
en comparación con ese período. Con esos fines, junto con los otros organismos exista un mecanismo institucional, como de la calidad y tipo de información con
de derechos humanos, aportó materiales que nutrieron a la labor de la Comisión que se cuenta. Las limitaciones para recabar dicha información han estado deter-
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1984 y de la Cámara minadas por la clandestinidad y negación propias del terrorismo de Estado. De
Federal, que a partir de abril de 1985 juzgó a las tres primeras juntas militares. ahí la importancia de las acciones que han realizado los organismos de derechos
El CELS se planteó entonces hacer realidad la consigna que dio título al informe humanos y las medidas posteriores para enfrentar los crímenes en el orden judicial,
de la CONADEP y para ello se propuso incidir en la transformación de las administrativo y político. Los organismos produjeron documentación sobre los
Fuerzas Armadas y su forma de inserción en el aparato estatal. Por un lado exi- crímenes en base a las denuncias de las víctimas. Durante muchos años, estos tes-
gió la separación de sus filas de quienes cometieron delitos de lesa humanidad, timonios y archivos fueron la única información disponible. Y sin duda fue sobre
cuyo castigo procuró en los expedientes judiciales en que los abogados del CELS la base de la información recabada por las organizaciones de derechos humanos
representaron a las víctimas y sus familiares. Pero al mismo tiempo planteó un que se construyó el relato de lo que era el terrorismo de Estado, del repudio a la
cambio imprescindible en la formación de las nuevas promociones de oficiales y dictadura y, con posterioridad, de la valoración de la democracia.
suboficiales. Las impugnaciones llevadas adelante por el CELS contrastaban con la acti-
tud de gobernantes elegidos por el voto popular que no se decidían a ejercer la
Impugnaciones a los ascensos militares conducción de las instituciones armadas que la Constitución Nacional confiere
al poder legalmente constituido. Los años de 1980 pusieron de relieve la carencia
Con estos objetivos, una de las tareas iniciales que asumió el CELS fue de una política hacia las Fuerzas Armadas que separara de las filas castrenses a los
estudiar las listas de ascensos para sugerir a las autoridades políticas la no promo- oficiales consustanciados con prácticas de terrorismo de Estado. También mos-
ción de determinadas personas que tenían antecedentes de graves violaciones a los traron un gobierno presionado por sucesivos levantamientos militares, que pactó
derechos humanos. El complejo mecanismo de ascenso de militares a los grados con los sectores que pugnaban para poner fin a la posibilidad de hacer justicia
superiores articula a las Fuerzas Armadas, el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo por los crímenes de la dictadura. Además, ni el Poder Ejecutivo ni el Congreso
y la sociedad civil. La aprobación o desaprobación de los ascensos militares es una realizaban consultas formales a los organismos de derechos humanos. Sólo algu-
decisión política de designación de funcionarios públicos. nos asesores parlamentarios lo hacían de manera informal. Sin embargo, como la
Una práctica de la Comisión de Acuerdos a partir de 1993 es requerir prensa publicaba listados totales o parciales de los oficiales cuyos ascensos esta-
información sobre el listado de militares propuestos para ascender al archivo de ban en estudio, las organizaciones tomaban conocimiento de los nombres pro-
la ex CONADEP de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, al CELS puestos y enviaban los cuestionamientos al Congreso. Estas notas eran acompa-
y a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). La Comisión ñadas de material documental, por lo general párrafos de testimonios o testimo-
solicita a estas instituciones que le remitan toda la información que posean sobre nios completos de sobrevivientes, artículos periodísticos y copias de documentos
el desempeño de dichos militares. Los organismos de derechos humanos han parti- judiciales en caso de que estuvieran comprometidos con alguna causa. La debili-
cipado de sesiones y audiencias públicas y han logrado que la Comisión de Acuerdos dad del control sobre los uniformados y la inexistencia de una voluntad política
cite a declarar a testigos y produzca su propia prueba. Asimismo, el Ministerio de por parte del gobierno para exigir autocrítica y cambios institucionales fue la
Defensa incorporó la práctica de adjuntar a las propuestas enviadas al Senado el característica central de esos años. Mientras que la CONADEP generaba pruebas
legajo militar de los miembros propuestos. Esta información ha resultado de cabal para el esclarecimiento de los crímenes a través del juicio a los comandantes de las
importancia frente a la inexistencia de documentación oficial. De esta manera, el juntas militares, el gobierno radical esperaba que las Fuerzas Armadas realizaran su
mecanismo de impugnación de ascensos militares se ha complejizado gracias a la propia “depuración”. Esto no sucedió.
participación de la sociedad civil y a las reformas tanto del reglamento del Senado La tarea de monitoreo de los ascensos militares fue necesaria pero incompleta,
en lo atinente a la difusión y participación pública como de la información enviada porque una parte fundamental de los procedimientos represivos fue mantener en
por Defensa. el anonimato a sus autores, aun al precio de colocar bajo sospecha a las instituciones
468 CAPÍTULO VII Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, H ORACIO V ERBITSKY 469
una relación impuesta

militares en su conjunto. Los testimonios de los sobrevivientes y las investigacio- Este hecho promovió que el 25 de abril de 1995 el entonces jefe del Estado
nes de civiles pero también de militares (como los hermanos Federico y Jorge Mayor del Ejército, general Martín Balza, hiciera pública una autocrítica con
Mittelbach y José Luis D’Andrea Mohr) permitieron un conocimiento extenso relación a los crímenes de la dictadura, proseguida por otra similar del jefe del
pero parcial del mapa represivo. Algunos ascendieron por decisión de un lideraz- Estado Mayor de la Armada, Enrique Molina Pico. El caso de Rolón y Pernías, a
go político que no asumió la tragedia argentina en toda su dimensión y procuró casi diez años de vigencia del régimen constitucional, demostró que era posible
conciliaciones inaceptables. Otros porque consiguieron pasar inadvertidos. Aun frenar la carrera de los represores sin recibir como respuesta una sublevación militar
así, los grandes debates de opinión pública que varios de esos casos motivaron y sin dañar con ello a las instituciones castrenses, sino todo lo contrario.
fueron de gran utilidad para que porciones cada vez mayores de la sociedad asu- El agujero negro de la última dictadura necesitaba medidas de separación
mieran esta problemática que alguna vez fue exclusividad de las personas directa- categóricas de una etapa histórica con respecto a otra. Era imprescindible librar
mente afectadas e incluso dieron lugar al repudio de lo sucedido por parte de las del peso de las responsabilidades de quienes habían conducido las Fuerzas
nuevas conducciones castrenses. Armadas en ese período a quienes comenzaban la carrera militar. Actualmente
quedan muy pocas personas en actividad que lo hayan estado en ese momento.
Debates y confesiones Las generaciones de los jefes de los Estados Mayores de cada una de las tres Fuerzas
Armadas, teniente general Luis Alberto Pozzi (Ejército), almirante Jorge Omar
Uno de esos debates tuvo lugar en la década de 1990, cuando los procesos Godoy (Armada) y brigadier general Normando Constantino (Fuerza Aérea), son
de ascensos militares muestran una mayor complejidad. Un cambio sustancial se prácticamente las últimas. Durante la dictadura eran muy jóvenes, recién egresaban
produjo a partir de los acontecimientos desencadenados por el tratamiento de los de sus estudios militares. Este hecho implica tomar conciencia de la distancia cro-
pliegos de ascensos de dos conocidos represores de la Escuela de Mecánica de la nológica que separa una época de otra.
Armada (ESMA): los marinos Juan Carlos Rolón y Antonio Pernías. El 28 de
diciembre de 1993 publiqué en el diario Página/12 la información brindada por Los pedidos de hábeas data
las víctimas y los familiares sobre la actuación de ambos.1 El gobierno de Carlos
Menem los respaldó, pero cuando reconocieron en su descargo ante la Comisión Además de la tarea de análisis de los pliegos de ascenso militar, que se ha
de Acuerdos del Senado los métodos que utilizó la Armada para torturar, desapa- continuado hasta el presente, el CELS también ha respondido a pedidos origina-
recer y asesinar, se logró el freno de los ascensos. El caso desató un intenso deba- dos en las Fuerzas Armadas. A comienzos de esta década, en marzo de 2001, 663
te en la opinión pública, que se prolongó hasta 1995, cuando el ex torturador oficiales del Ejército interpusieron solicitudes de hábeas data donde requerían
Adolfo Scilingo, en reacción frente a lo que calificó como la “injusta” situación conocer qué información poseían la Secretaría de Derechos Humanos y los orga-
de los marinos Rolón y Pernías, declaró públicamente sobre la metodología sis- nismos acerca de ellos. El CELS aclaró que la ley 23.326 (de Protección de Datos
temática de la Armada de arrojar prisioneros vivos al Río de la Plata. Scilingo Personales, comúnmente llamada Ley de Hábeas Data) no resultaba aplicable a
confesó que ese método atroz había sido consultado con la jerarquía eclesiástica, la institución por no constituir un banco de datos destinado a dar informes. Sin
que lo aprobó por considerarlo “una forma cristiana y poco violenta” de muerte. embargo, fue la única organización que contestó, dentro de sus posibilidades, a
Al regreso de cada misión, los capellanes calmaban el escrúpulo de los participan- ese requerimiento, porque comprendió que efectuar esa solicitud implicaba un
tes con parábolas bíblicas sobre la separación de la cizaña del trigo,2 pasando por paso adelante en el respeto a los procedimientos del Estado de Derecho y cons-
alto que en la teología católica ésa no es una tarea de los hombres en el mundo tituía un derecho de integración de los ciudadanos soldados en la democracia.
sino de Dios en el Día del Juicio. Hubo otras entidades que lo rechazaron como si se tratara de la misma realidad
de la década de 1970.
El CELS entregó la información recabada, de la cual se desprendía que
1 Horacio Verbitsky, “Premios y castigos”, en Página/12, 28 de diciembre de 1993. menos del 1,5% del total de los militares que presentaron los pedidos estaban
2 Horacio Verbitsky, El Vuelo, Buenos Aires, Sudamericana, 2005 (1995). incriminados por graves violaciones a los derechos humanos: sólo nueve oficiales.
470 CAPÍTULO VII Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, H ORACIO V ERBITSKY 471
una relación impuesta

Sin embargo, dentro de este porcentaje se encontraba el entonces jefe del Ejército, policías federales estaban detenidos por la apropiación de una criatura, hija de
general Ricardo Brinzoni, debido a su responsabilidad por el fusilamiento de un detenidos desaparecidos, pero no era posible procesarlos por el secuestro, tortura
grupo de detenidos políticos en 1976 en la provincia del Chaco, conocida como y ejecución clandestina de sus padres. Con la autorización de las Abuelas de Plaza
“Masacre de Margarita Belén”. de Mayo que llevaban el caso, el CELS se presentó en esa causa. Faltaba un año
Por otro lado, esa tarea permitió que el CELS descubriera que Brinzoni para el 25° aniversario del golpe de 1976 y era previsible que la intensa moviliza-
había encomendado preparar los pedidos de hábeas data a un abogado que era uno ción social equilibrara las presiones de los poderes fácticos y permitiera a los tri-
de los máximos dirigentes del partido neonazi “Nuevo Triunfo”, Juan Enrique bunales fallar de acuerdo a derecho. Así fue, y en marzo de 2001 el juez federal
Torres Bande. Ese hallazgo no formaba parte del propósito inicial, pero contri- Gabriel Cavallo fue el primero en declarar nulas esas leyes. Lo siguieron otros
buyó a reflexiones como: ¿Qué quieren de sí mismas las Fuerzas Armadas? y magistrados en el resto del país, varias cámaras federales y el Procurador General
¿cómo se insertan en una realidad nacional que va a ser durante muchos años de en un dictamen ante la Corte Suprema de Justicia. Ése era el cuadro de situación en
subordinación al poder civil y de democracia? mayo de 2003 cuando asumió el presidente Néstor Kirchner, el primero que no se
opuso a ese proceso impulsado desde la sociedad civil. En 2005 la Corte Suprema
El CELS también participó en forma activa en el proceso que condujo a de Justicia confirmó el fallo de Cavallo.
la nulidad de las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida. En 1996, luego de
la confesión del capitán Scilingo, su presidente, Emilio Mignone, consiguió que Defensa Nacional y Seguridad Interior
la Justicia declarara el derecho de los familiares de las víctimas a conocer lo suce-
dido a partir de la desaparición de sus seres queridos, por más que las leyes de Por supuesto, los juicios a los responsables de los crímenes de lesa humanidad,
impunidad impidieran castigar a sus responsables. Los juicios por la verdad se reactivados entonces, son una forma imprescindible para permitir esa escisión, esa
extendieron así a todo el país. Cuando el gobierno del presidente Carlos Menem distancia entre dos etapas, pero no son la única. Afortunadamente, tanto en el
y su Corte Suprema de Justicia adicta intentaron cerrar este proceso, el CELS gobierno nacional presidido por Cristina Fernández de Kirchner, como específica-
patrocinó a su directiva Carmen Lapacó ante el sistema interamericano de pro- mente en el Ministerio de Defensa dirigido por Nilda Garré, hay conciencia res-
tección a los derechos humanos y consiguió que no se paralizaran esos juicios. pecto de este hecho. Asimismo, que se haya delimitado claramente la diferencia
También aportamos documentos y testimonios al proceso iniciado en España por entre defensa nacional y seguridad interior, por obra de distintas fuerzas políticas
el fiscal Carlos Castresana y el juez Baltasar Garzón, que redundó en la solicitud que coincidieron en el Parlamento para sancionar las Leyes de Defensa Nacional,3
de extradición de un centenar y medio de represores. En 1998, año del cincuen- Seguridad Interior4 y de Inteligencia Nacional,5 implica que la confusión entre
tenario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, la Justicia espa- estos conceptos sea patrimonio del pasado. Estas leyes plasmaron un marco norma-
ñola también detuvo en Londres al ex dictador chileno Augusto Pinochet. tivo que buscaba “privilegiar la defensa nacional como ámbito exclusivo de organi-
Devuelto a Chile, el Senado lo privó de su inmunidad y comenzó una causa judi- zación y funcionamiento de las Fuerzas Armadas, reformular sus misiones y fun-
cial en la que fue procesado y que no concluyó por su muerte. Esto reactivó en ciones institucionales, y desarticular el conjunto de prerrogativas legales e institu-
la Argentina las causas por el saqueo de bienes y la apropiación de bebés de las cionales que detentaban en materia de seguridad interior”.6
personas detenidas desaparecidas, delitos que no habían perdonado las leyes de
impunidad. En 2000, ex miembros de las Fuerzas Armadas argentinas habían
sido condenados en Italia, Francia y Estados Unidos, y había procesos abiertos en
3 Ley 23.554 de Defensa Nacional, publicada en el Boletín Oficial el 5 de mayo de 1988.
Alemania y España. Los juicios por la verdad se habían extendido a todo el país
4 Ley 24.059 de Seguridad Interior, publicada en el Boletín Oficial el 17 de enero de 1992.
y medio centenar de altos mandos estaban bajo arresto por saqueo de bienes y 5 Ley 25.520 de Inteligencia Nacional, publicada en el Boletín Oficial el 6 de diciembre de 2001.
apropiación de bebés. El CELS consideró que no quedaban razones jurídicas, éticas, 6 Marcelo Saín y M. Valeria Barbuto, “Las Fuerzas Armadas y su espacio en la vida democrática”,
políticas, nacionales ni internacionales para que subsistieran las leyes de impuni- en Centro de Estudios Legales y Sociales-CELS, Derechos Humanos en Argentina, Informe 2002,
dad y ese año solicitó su nulidad a la Justicia en un caso paradigmático. Dos ex Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p. 499.
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una relación impuesta

Sin embargo, la ausencia de reglamentación de estas leyes otorgaba un propusieran involucrar a las Fuerzas Armadas en acciones de contención de la crisis
margen para diversos proyectos que intentaban avanzar sobre la distinción entre social.8 La propuesta de rever los límites de defensa y seguridad estuvo ligada a
seguridad interior y defensa. Un caso notable fue el de la realización de activida- los intentos de otorgarle a las Fuerzas Armadas un rol de interlocutores políticos.
des de inteligencia interna en la Base Naval Almirante Zar en Trelew, provincia Pretensión que se acrecentó entre los años 2001 y 2003 a medida que los juicios
de Chubut, que involucró a altos funcionarios de la Armada, denunciado por el por violaciones a los derechos humanos tomaron un nuevo impulso y los sectores
CELS en 2006. Este hecho promovió la reglamentación del Sistema de Inteligencia más conservadores de las Fuerzas trataron de recuperar un rol que asegurara la
de la Defensa y del segundo párrafo del artículo 16º de la Ley de Inteligencia impunidad de los responsables.
Nacional, que colocó definitivamente bajo la órbita del Ministerio de Defensa las
actividades de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Ese mismo año también fue El Partido Militar
reglamentada la Ley de Defensa Nacional, que significó un intento acertado de
recorte de autonomía de cada una de las Fuerzas, al someter a la dirección del La utilización de concepciones laxas y ambiguas de seguridad y de defensa
Ministerio de Defensa el sistema total de defensa y la regulación del Estado Mayor y la asignación de tareas sociales para las Fuerzas Armadas en democracia conllevan
Conjunto, tanto en términos administrativos y técnicos como estratégicos. Los un alto riesgo de violación de derechos fundamentales y pueden alterar la subor-
mecanismos propuestos en la reglamentación de la ley contribuyen a la instala- dinación al poder civil. En términos generales, porque la capacitación, la lógica
ción efectiva de un poder civil que supervisa un instrumento militar y que, ade- de acción y de eficacia de las Fuerzas Armadas es la opuesta a la que se necesita
más, encara la definición de las funciones de un cuerpo que forma parte de la ins- en seguridad. La indiferenciación de estas dos concepciones era para los militares
titucionalidad democrática. argentinos la conclusión normal de un proceso que abarcó prácticamente sesenta
La sanción de la normativa que rige la diferencia entre roles de defensa y años del siglo XX. A diferencia de lo sucedido en otros países de la región, los sec-
de seguridad interior planteó un nuevo ámbito de trabajo para el CELS. La sis- tores económicos y sociales dominantes fueron incapaces de transformar su hege-
temática intervención de las Fuerzas Armadas en cuestiones de política interior monía y su prestigio social en poder político por medios democráticos. Esta inca-
durante gran parte del siglo XX tuvo un alto costo en materia de violaciones a los pacidad de las clases dominantes argentinas coincidió con el agotamiento del
derechos humanos y un legado de cultura autoritaria que penetró las institucio- proceso de liberalismo político de fines del siglo XIX y con el fin del enfrenta-
nes del Estado. Por esta razón, se planteó un trabajo constante destinado a moni- miento con la Iglesia católica iniciado en 1884 por su resistencia a la seculariza-
torear el cumplimiento de las normas que vedan cualquier rol militar en cuestiones ción de la sociedad.
de seguridad o política interior. Este trabajo se volvió particularmente importante A comienzos del siglo XX, ese liberalismo que exaltó los valores del laicismo
a partir de la segunda mitad de la década del 1990 y cobró fuerza luego de los y el constitucionalismo liberal y confrontó por ello con el antiguo régimen se
atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Los cues- encontró sin discurso para enfrentarse con las nuevas tendencias mundiales y con
tionamientos más serios a la normativa sostuvieron que era ineficaz para enfrentar la gran crisis que se manifestó con la fallida revolución bolchevique de 1905 y la
las denominadas “nuevas amenazas” tanto a nivel global como regional. Éstas fueron exitosa de 1917. Convergieron entonces la incapacidad de esa clase para expre-
definidas como el conjunto de riesgos y situaciones conflictivas no derivadas de los sarse democráticamente dentro de un sistema institucional y el rechazo que, por
conflictos interestatales, limítrofes-territoriales o de competencias por el dominio razones dogmáticas, la Iglesia católica aún conservaba hacia la concepción de
estratégico. Esta “nueva agenda” incluiría desde el narcotráfico hasta el terrorismo, soberanía popular, que se oponía a aquélla del origen divino del poder. Por un
tomando también problemas de naturaleza social, política o ambiental.7 El lado, sectores económicos que no podían llegar al poder por la vía electoral y, por
impacto de este cambio de paradigma a nivel local llevó a que algunos sectores el otro, un discurso de legitimación y justificación que derivó en una visión paranoica,

7 Sección II, párr. 4, inc. k y m de la Declaración sobre Seguridad de las Américas, Conferencia Especial 8 Gastón Chillier y Laura Freeman, “El nuevo concepto de seguridad hemisférica de la OEA: una
sobre Seguridad, México, Organización de los Estados Americanos, 27 y 28 de octubre de 2003. Disponible amenaza en potencia”, en WOLA, julio de 2005. Disponible en línea: <http://www.wola.org/publi-
en línea : <http://www.wola.org/security/declaracion_seguridad_americas_espaniol.pdf>. cations/seguridad_lowres.pdf>.
474 CAPÍTULO VII Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, H ORACIO V ERBITSKY 475
una relación impuesta

perfeccionada más adelante por la doctrina contrarrevolucionaria francesa que ha La democratización de las Fuerzas Armadas
tenido una influencia enorme en la Argentina, superior a la alcanzada en la mayoría
de los lugares del mundo. El remedio a estas consecuencias es el camino en el que la Argentina está
La Argentina vivió la formación de un nacional catolicismo que no pro- empeñada en este momento: el de promover reformas institucionales con sentido
dujo una guerra civil como la española de 1936-1939, pero que marcó a fuego democrático en el ámbito castrense y el de respetar el rol militar pero con defini-
nuestra vida política social y cultural. Entre 1930 y 1990, hubo más gobiernos ciones precisas sobre cuál es su función, bajo la conducción del poder civil. Es por
originados en las botas que en los votos, por lo menos un golpe militar por década ello que otro eje de trabajo para el CELS es la demanda de un rol activo por parte
y golpes dentro de cada golpe. Esto ocurrió a partir de la utilización de las Fuerzas de las instituciones gubernamentales encargadas del control sobre las Fuerzas y la
Armadas y su constitución en Partido Militar por parte de los sectores dominantes concreción de reformas institucionales con sentido democrático. El CELS se ha
y la jerarquía católica y se reforzó después del golpe de 1955 con un adoctrina- pronunciado a favor de realizar dichas reformas en temas como educación, meca-
miento intensivo de las Fuerzas Armadas. Esa doctrina, forjada en la guerra de nismos de evaluación de cargos y libertad religiosa, y ha puesto especial énfasis en
Argelia por el Ejército y la inteligencia franceses, fue rechazada en ese país por la los mecanismos de aplicación de sanciones, procedimientos de la justicia militar y
jerarquía católica conducida por el arzobispo francés y obispo castrense cardenal tribunales de honor.
Maurice Feltin, ya que consideraba anticristiana la tortura y el asesinato de oponentes Por ejemplo, desde el CELS se contribuyó a la derogación del Código de
políticos. En cambio, en la Argentina esa doctrina fue introducida por el presi- Justicia Militar a través de la presentación del caso del capitán del Ejército
dente del Episcopado y obispo castrense Antonio Caggiano y continuada por quien Rodolfo Correa Belisle ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
lo sucedió en ambos cargos, el arzobispo de Paraná, Adolfo Servando Tortolo. Correa Belisle había sido sancionado por un tribunal militar en el que se violaron
En el prólogo del libro El Marxismo-Leninismo de Jean Ousset –el funda- sus garantías al debido proceso, sin el amparo de sus derechos como ciudadano
dor de Cité Catholique, organización integrista que se importa en la Argentina por la vigencia de aquel código arcaico. El oficial había sido citado en calidad de
bajo el nombre de Ciudad Católica–, Caggiano considera a esa obra como un testigo en la causa por el asesinato del conscripto Omar Carrasco en el
instrumento de formación para una “lucha a muerte” que, sin embargo, califica Regimiento de Zapala, provincia de Neuquén, en 1994, que determinó el fin del
de “ideológica”. El marxismo, dice, nace de la negación de Cristo y de su Iglesia servicio militar obligatorio. En su testimonio afirmó que el personal de inteligencia
“por la Revolución”. La lucha entre la verdad y el error, el bien y el mal, existió del Ejército había realizado tareas vinculadas con el caso Carrasco y que se habían
siempre, pero ahora está organizada a escala universal. Aunque los enemigos alterado pruebas para encubrir el hecho. El Jefe del Estado Mayor le inició un
todavía “no han presionado las armas” hay que preparar “el combate decisivo”.9 proceso penal en la justicia militar por la conducta de “irrespetuosidad” a raíz del
Esto es en 1961. Como corresponde a un país de importación, la doctrina del cual fue dado de baja y condenado a tres meses de arresto. Se trataba de una contra-
aniquilamiento llegó antes que el desafío revolucionario y ha tenido las conse- dicción grave, pues al dar su testimonio el militar se encontraba cumpliendo con
cuencias conocidas.10 el deber civil de presentarse a declarar como testigo y la obligación de decir la ver-
dad bajo juramento. El Estado argentino negó en todas sus respuestas ante la
CIDH que se hayan violado garantías como imparcialidad e independencia (los
jueces de la causa dependían jerárquicamente del Jefe del Estado Mayor), y que
9 Antonio Caggiano, “Prólogo”, en Jean Ousset, El Marxismo Leninismo, Buenos Aires, Iction, se haya lesionado el derecho a la defensa (el Código de Justicia Militar prohibía
1963, pp. 9-17. la asistencia letrada de un defensor de confianza civil, ya que sólo admitía la pre-
10 Para profundizar, véase: Horacio Verbitsky, Cristo Vence: La Iglesia en la Argentina. Un siglo de
sencia de defensores militares; los tribunales militares rechazaron sin fundamento
Historia Política (1884-1983), tomo I: De Roca a Perón, Buenos Aires, Sudamericana, 2007; La
diferentes solicitudes de pruebas que podían establecer la inocencia del imputado
violencia evangélica: La Iglesia en la Argentina. Un siglo de Historia Política (1884-1983), tomo II:
De Lonardi al Cordobazo, Buenos Aires, Sudamericana, 2008; Vigilia de armas: La Iglesia en la y la condena no pudo ser revisada por un tribunal ordinario pues no estaba con-
Argentina. Un siglo de Historia Política (1884-1983) tomo III: Del Cordobazo al 23 de marzo de templado en el Código). Sin embargo, en el año 2004, la Cancillería argentina
1976, Buenos Aires, Sudamericana, 2009. aceptó iniciar un proceso de solución amistosa que culminó con el compromiso
476 CAPÍTULO VII Fuerzas Armadas y organismos de derechos humanos, H ORACIO V ERBITSKY 477
una relación impuesta

del Estado argentino de eliminar esa reglamentación perimida, para lo cual se trabajó B IBLIOGRAFÍA
en el Ministerio de Defensa en una comisión que el CELS integró. Este hecho
permitió que los oficiales de las Fuerzas Armadas estén sujetos a un régimen disci-
plinario con todas las garantías y sean juzgados por cualquier delito que cometan CAGGIANO, Antonio, “Prólogo”, en Jean Ousset, El Marxismo Leninismo, Buenos
ante los mismos tribunales que el resto de los ciudadanos. Aires, Iction, 1963.
También el CELS tuvo una posición clara frente a dos episodios que han CHILLIER, Gastón y Laura Freeman, “El nuevo concepto de seguridad hemisférica
sido muy conmocionantes en los últimos años. Uno fue la propuesta realizada al ex de la OEA: una amenaza en potencia”, en WOLA, julio de 2005. Disponible en
presidente Néstor Kirchner de retirar los cuadros de los represores Jorge Rafael línea: <http://www.wola.org/publications/seguridad_lowres.pdf>.
Videla y Reynaldo Benito Bignone del Colegio Militar de la Nación. Si bien hubo SAÍN, Marcelo y Valeria Barbuto, “Las Fuerzas Armadas y su espacio en la vida
quienes recibieron esa propuesta en forma negativa, su intención era en beneficio democrática”, en Centro de Estudios Legales y Sociales-CELS, Derechos Humanos
de las Fuerzas Armadas, porque ese acto simbólico revestía una carga poderosa en Argentina, Informe 2002, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
para marcar el deslinde entre un pasado inadmisible y un presente que debía ser VERBITSKY, Horacio, “Premios y castigos”, en Página/12, 28 de diciembre de
distinto. 1993.
El otro episodio fue la construcción del Espacio para la Memoria y para la _____________________, El Vuelo, Buenos Aires, Sudamericana, 2005 (1995).
Promoción y Defensa de los Derechos Humanos donde funcionaba la ESMA. El _____________________, Cristo Vence: La Iglesia en la Argentina. Un siglo de
CELS fue el único organismo de derechos humanos que propuso que de esas die- Historia Política (1884-1983), tomo I: De Roca a Perón, Buenos Aires, Sudame-
cisiete hectáreas y cuarenta edificios sólo se tomaran el Edificio Central, las ricana, 2007.
columnas y el altillo donde funcionaron los sectores conocidos como “Capucha” _____________________, La violencia evangélica: La Iglesia en la Argentina. Un siglo
y “Capuchita”. En el resto del espacio, se consideró que se debía dar continuidad de Historia Política (1884-1983), tomo II: De Lonardi al Cordobazo, Buenos Aires,
a las actividades navales. La idea rectora de esta propuesta era que, de este modo, Sudamericana, 2008.
la Armada de hoy le rendiría homenaje a las víctimas de la Armada de ayer, y esto _____________________, Vigilia de armas: La Iglesia en la Argentina. Un siglo de
no sólo sería una reivindicación para las víctimas de la dictadura sino que tam- Historia Política (1884-1983), tomo III: Del Cordobazo al 23 de marzo de 1976,
bién implicaría un proceso formativo para los integrantes presentes y futuros de Buenos Aires, Sudamericana, 2009.
la Fuerza. Han pasado seis años de ese debate. Tal vez, si hoy se replanteara esa
discusión, la posición del CELS ya no quedaría en rotunda minoría, porque parece
haberse fortalecido la comprensión de la necesidad que los ciudadanos soldados
sean incorporados a la sociedad de una manera distinta y que sus instituciones
puedan librarse de ese peso heredado.
El indeclinable trabajo de los organismos defensores de los derechos
humanos y el pueblo argentino ha logrado que la impunidad y el olvido no tengan
ya lugar en nuestro país. Nos sentimos orgullosos de contribuir a juzgar las res-
ponsabilidades del pasado porque esto permite enfrentar el desafío de construir
instituciones militares para la democracia. Pero esa democratización también implica,
fundamentalmente, afirmar los derechos del presente y el futuro para quienes hoy
integran las Fuerzas Armadas de la Nación.
CAPÍTULO VII 479

1976-1983 L A DICTADURA MILITAR Y EL TERRORISMO DE E STADO .


L A DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL Y EL NEOLIBERALISMO

La Guerra de Malvinas

M ARTÍN B ALZA
T ENIENTE G ENERAL (R) / E MBAJADOR / E SCRITOR

La decisión

Antes de comenzar este artículo quisiera reafirmar que: las islas Malvinas
son incuestionablemente argentinas desde el punto de vista histórico, geográfico y
jurídico, y que la forma de recuperarlas es el diálogo entre las dos partes. La guerra
no es una obra de Dios.
A principios de 1982 la Junta Militar tomó la decisión de ocupar las islas
Malvinas, sobre la base de análisis y asesoramientos efectuados por personas incom-
petentes que creían que nuestro país podría invocar y sostener, ante la comuni-
dad internacional, la “teoría del hecho consumado”, como reiteradamente lo hizo
Israel en el Cercano Oriente. La Argentina contaba con la capacidad para ocupar
las islas pero nunca para mantenerlas; la operación, pues, no era ni factible ni acep-
table. La obnubilada conducción política y militar superior basó sus decisiones en
dos supuestos:

• Gran Bretaña no reaccionaría por unas desoladas islas, pobladas por


menos de 2.000 súbditos, aceptaría la situación militar una vez consumada
su recuperación, y negociaría una solución definitiva sobre la soberanía.
• Estados Unidos apoyaría a la Argentina o adoptaría una posición neutral
en el conflicto. Algunos tontos hasta hablaban de “un guiño de los gringos”.

En marzo de 1982 ambos bandos habían alcanzado sus objetivos. El


gobierno británico logró:
480 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 481

• Romper las negociaciones sobre la soberanía de las Malvinas impuestas da; el aeropuerto –vital objetivo– fue habilitado, y el gobernador británico, Rex
por la ONU. Hunt, detenido. Las tratativas para su evacuación y la del personal militar británico
• Levantar el prestigio de una gestión alicaída tratando de lograr la reelección a Montevideo se iniciaron de inmediato. El resto de los isleños permaneció en las islas.
de la Primer Ministro. Pronto se completó el control de los establecimientos Darwin, Pradera del Ganso
• Impedir una reestructuración que disminuyera el poderío de la Armada y otros.
Real, a fin de lograr mantener una flota integral por oposición a los planes
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Situación de las Fuerzas Armadas en 1982
• Satisfacer a los grupos de presión del lobby de los isleños en el Parlamento,
principalmente el de la Falkland Islands Company. No estábamos preparados para una guerra en Malvinas por las siguientes razones:

El gobierno argentino, por su parte, intentó revitalizar y profundizar una • Durante la década de 1970 las Fuerzas Armadas estuvieron afectadas a la
exhausta y desprestigiada dictadura, jugando bastardamente con una causa aglu- lucha contra la subversión y alejadas de su adiestramiento para un conflic-
tinante de nuestro pueblo: el sentimiento Malvinas. to convencional. La incursión en gobiernos de facto las había alejado,
desde 1955, del profesionalismo que todos deseábamos.
Recuperación de las islas • Nuestro enemigo era un miembro de la Organización de Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) y una potencia nuclear de segundo orden que
Ante el cariz de los acontecimientos se pusieron en ejecución, en forma contaría –como contó– con el apoyo de una de las dos superpotencias del
casi simultánea, la Operación Georgias (ocupación de los puertos Grytviken y mundo –Estados Unidos– y de otros miembros de la citada alianza.
Leith) y la Operación Azul (ocupación de las Malvinas). Posteriormente, a esta • Se carecía de preparación y adiestramiento para la acción militar conjunta.
última se le dio el nombre de Operación Rosario. • Soportábamos una grave crisis socioeconómica y política, y el gobierno
La Junta Militar había dispuesto poner en ejecución la Operación Rosario nacional era sometido a durísimas críticas de los principales países del mundo
el 26 de marzo; fijó como el “Día D” el 1° de abril, en horas de la noche, con la por violación de los derechos humanos.
posibilidad de postergarlo veinticuatro horas. Para ello se constituyó la Fuerza de • El equipamiento moderno de las Fuerzas Armadas no se había completado
Tareas Anfibia 40, a las órdenes del contraalmirante Walter O. Allara, integrada (armamento antiaéreo en el Ejército, material de aviones Super Etendart-
básicamente de la siguiente forma: Exocet para la Armada, etc.).
• No se disponía del tiempo mínimo para preparar y adiestrar los medios
• Batallón de Infantería de Marina 2 (BIM 2), Agrupación de Comandos en forma aceptable, salvo en casos especiales y sólo en aquellas unidades
Anfibios, una sección de tiradores del Ejército pertenecientes al Regimiento conformadas masivamente por oficiales y suboficiales. En el Ejército recién
de Infantería 25 y una pequeña reserva. se había incorporado la clase 1963 y sólo algunas unidades –entre ellas la
• Un grupo de transporte integrado por el buque de desembarco de tro- mía– contaban con soldados adiestrados, como consecuencia de tener un
pas Cabo San Antonio, el rompehielos Almirante Irizar y el buque de trans- sistema de incorporación cuatrimestral.
porte Isla de los Estados. • Era la peor época para permitir operar en forma adecuada a la Aviación,
• Un grupo de apoyo, escolta y desembarco, formado por las fragatas tipo debido a las pocas horas de luz diurna, nieblas, lluvias, etcétera, en Malvinas.
T-42 Hércules y Santísima Trinidad y las corbetas Drumond y Granville.
Un grupo de tareas especiales constituido por el submarino Santa Fe. En la aventura de 1982 nadie pensó que, en las grandes decisiones en que se
involucró el poder militar, el éxito correspondió –en la mayoría de los casos–a los
La recuperación de la capital de las islas se inició la noche del 1º al 2 de que respondieron como reacción frente a quien tomó la iniciativa en las acciones.
abril y se consolidó en pocas horas; la guarnición local fue rápidamente reduci- Permitir que el adversario actúe y se manifieste para sólo después tomar la iniciativa,
482 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 483

requiere ágil concepción estratégica, inteligencia, liderazgo, voluntad y medios Por su parte, Chile obtuvo:
disponibles. El Reino Unido estaba habituado a responder de esa forma. La dic-
tadura militar no apreció algunos aspectos muy simples: • Aviones de bombardeo Canberra, usados en operaciones secretas duran-
te el conflicto. Al término de éste recibió, por lo menos, seis de ellos.
• Aceptar la resolución 502 no era una decisión totalmente negativa, ya • Un escuadrón de aviones de caza-bombardeo Hawker de la RAF, que fueron
que se habría logrado llamar la atención internacional y podría haberse entregados una vez finalizada la guerra.
negociado tratando de optimizar los réditos. • Parte del armamento argentino que quedó en Malvinas y el crucero liviano
• De continuar con la ocupación, con seguridad se nos consideraría agre- Glamorgan, de la Armada Británica.
sores ante la opinión pública mundial (como sucedió a la postre). • La derogación de las restricciones británicas a la venta de armas a Chile,
• En caso de una confrontación contábamos con escasas o nulas posibili- la provisión de uranio enriquecido y la oferta de un reactor nuclear inglés
dades de éxito. tipo Magnox.
• El apoyo político y diplomático para neutralizar las investigaciones reali-
Pacto secreto entre Gran Bretaña y Chile zadas por las Naciones Unidas (ONU) con relación a la violación a los
derechos humanos por parte del régimen dictatorial chileno, oponiéndose a
Días después del 2 de abril, el embajador británico en Chile, John Heath, un nuevo tratamiento de investigadores de la ONU.
inició conversaciones para arribar a “entendimientos” con los chilenos y lograr su
apoyo en el conflicto. Inicialmente intervino su Fuerza Aérea, cuyo comandante en Chile realizó una intensa campaña de acción psicológica, principalmente
jefe y miembro de la Junta Militar entre 1977 y 1989, general Fernando Matthei, radial, con comentarios adversos a nuestra recuperación de las islas, calificándola
recibió en Santiago al capitán de la Real Fuerza Aérea (RAF) David L. Edwards de “reivindicaciones territoriales argentinas en desmedro de intereses chilenos”.
(jefe de Inteligencia en el cuartel de la RAF en High Wycombe, Gran Bretaña), ¿Lo hizo para cubrir las espaldas de la Argentina, como expresó el embajador chi-
quien le entregó una carta de su comandante en jefe, sir David Great, en la cual le leno en Buenos Aires? Ciertamente que no.
solicitaba apoyo. El general Matthei informó al entonces presidente Augusto
Pinochet, quien prestó su consentimiento y dispuso la más estricta confidencialidad Ayuda de Estados Unidos
sobre el tema. Sergio Onofre Jarpa, embajador chileno en nuestro país en 1982,
declaró: “En lo que se refiere a Chile, la Argentina tiene las espaldas cubiertas”. Washington apoyó al Reino Unido, proporcionando amplia, actualizada y
¿Cubiertas? Veamos, bajo los términos del pacto, Gran Bretaña obtuvo: eficaz información satelital, permitiendo el uso de las islas Ascensión –vital e indis-
pensable base de apoyo logístico para la flota y la aviación inglesas– y proveer lo
• El uso de la base aérea chilena de Punta Arenas, en el extremo sur del misiles aire-aire Sidewinder y los misiles antirradar Shrike. Además, reemplazó en
país, para los aviones y acciones de inteligencia y espionaje de la RAF, que Europa a los británicos encargados de operaciones de reabastecimiento aéreo de
utilizó en sus máquinas colores y distintivos chilenos, cosa especialmente combustible en el marco de la OTAN.
prohibida por los usos y leyes de la guerra.
• El uso de Punta Arenas y otras áreas para infiltrar fuerzas especiales Ayuda de Francia
(Special Air Service –SAS–y Special Boat Service –SBS–) dentro de nuestro
país, con fines de inteligencia y sabotaje de aviones y material argentino en El secretario de Defensa británico durante el conflicto, John Nott, en sus
tierra, con prioridad sobre Río Grande y Río Gallegos. memorias, cuyos extractos fueron publicados por el diario londinense The Daily
• Intercambio de información e inteligencia, incluyendo el monitoreo y Telegraph el 13 de mayo de 2002 dijo:
descriptado de códigos y señales argentinos, que les proporcionó el servcio
de Inteligencia de la Armada Chilena.
484 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 485

De muchas maneras [el presidente François Mitterrand y los franceses] fueron • Comandante del Teatro de Operaciones Sur (general de división Osvaldo
nuestros grandes aliados; cuando el Presidente de los Estados Unidos [Ronald J. García).
Reagan] presionaba a Thatcher a que resolviera la disputa a través de la • Comandante de la Fuerza Aérea Sur (brigadier Ernesto Crespo).
negociación, la Dama de Hierro se enfrentaba a Mitterrand por la futura • Comandante de la Guarnición Militar Malvinas (general Mario Benjamín
dirección de Europa, pero el galo salió inmediatamente en ayuda de Gran Menéndez). De este Comando –el único instalado en las islas– dependían:
Bretaña después de que las fuerzas argentinas ocuparon las islas, el 2 de abril • Comandante Agrupación “Ejército” Malvinas (general Oscar Jofre).
de 1982. […] Cuando comenzó el conflicto, Francia facilitó al Reino • Comandante Agrupación “Aérea” Malvinas (brigadier Luis Castellanos).
Unido aeronaves Super Etendard y Mirage –que había suministrado antes a • Comandante Agrupación “Armada” Malvinas (contraalmirante Edgardo
la Argentina– para que los pilotos británicos de los aviones Harrier pudieran Otero).
entrenarse para luchar contra ellos. • Comandante de la Flota de Mar (contraalmirante Walter Allara).
• Centro de Operaciones Conjuntas en Comodoro Rivadavia, a partir del
Además, Francia canceló el envío de diez misiles Exocet que la Armada 24 de mayo (general García, vicealmirante Lombardo, brigadier Helmut
argentina había comprado meses antes de la iniciación del conflicto. Weber).
• Comando de las Fuerzas Terrestres del Teatro de Operaciones (creado y
Ayuda de la OTAN disuelto a los pocos días).
• Centro de Operaciones Conjuntas.
Además de los Estados Unidos y Francia, el resto de los países de la OTAN • Comando Aéreo de Defensa.
no tardaron en sumar su apoyo, y para obtenerlo la diplomacia británica actuó con • Comando Aéreo Estratégico.
su reconocida sagacidad: • Comando Aéreo de Transporte.
En la OTAN había que convencer a los socios de Gran Bretaña de que el • Comando de Defensa Aérea Sur.
envío de un considerable contingente naval al Atlántico Sur, con el inevitable debi- • Centro de Operaciones Conjuntas.
litamiento de las defensas de la OTAN en Europa, era, sin embargo, la reacción
esencial ante la agresión. El argumento no tardó en aceptarse y, a pesar de algunas El principio estratégico, vigente a través de la historia de las guerras, el de
preocupaciones, en particular ante el aumento del tamaño del contingente naval, “unidad de comando”, en este caso brilló por su ausencia.
la OTAN nunca dudó en respaldar públicamente la campaña militar británica.1
Estrategia y táctica
Comandos operativos
La estrategia es el arte de la lucha de voluntades para resolver un conflicto,
Los principales Comandos que proliferaron durante todo el conflicto fueron: y, más precisamente, el arte y la ciencia de la conducción y el empleo del potencial
nacional por el gobierno de la Nación, durante la paz y la guerra, para concretar
• Comité Militar y Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas (Anaya, la obtención de sus objetivos políticos. La táctica es la conducción que se realiza
Galtieri y Lami Dozo). en los niveles de mando inferiores al nivel estratégico, que se sintetiza en las reglas
• Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (vicealmirante y los procedimientos a los que deben ajustarse las operaciones de combate.
Leopoldo Suárez del Cerro). La estrategia implica disponer libremente de todas las fuerzas, en amplio
• Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (vicealmiran- dominio de espacio-tiempo, con miras a un fin lejano que es precisamente una
te Juan José Lombardo). situación táctica. La táctica por su parte, presume que las tropas están en contacto,
en una situación definida en el espacio y en el tiempo.
1 The Sunday Times Insight Team, Una cara de la moneda, Buenos Aires, Hyspamérica, 1983, p. 179.
486 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 487

Consideraciones estratégicas los Comandos subordinados confeccionaran planes superficiales, incompletos y,


más aun, incumplibles.
La Operación Rosario podría haberse explotado de manera muy positiva si La Inteligencia estratégica –nacional y militar– careció de solidez, pues
después del 2 de abril se hubiera mantenido una guarnición de alrededor de 400 desde décadas anteriores, y particularmente a partir de la década de 1970, estuvo
hombres, lo que habría evidenciado una seria actitud negociadora por parte de la orientada al “caso Chile” en lo externo y, prioritariamente, a la subversión en el
Argentina. Difícilmente el Reino Unido hubiera movilizado la fuerza expedicionaria marco interno. Los jefes de inteligencia de las Fuerzas Armadas sólo tomaron
más importante desde la Segunda Guerra Mundial (28.000 hombres y más de 100 conocimiento de la Operación Rosario cuando ésta se inició. Un ejemplo de esto
buques) ni recibido el apoyo de otros países. Los principales países del mundo es que el jefe de inteligencia del Ejército, general Alfredo Sotera, que se encon-
hubieran conocido la legitimidad de nuestros derechos, y de este modo se habrían traba en Estados Unidos, fue alertado de los acontecimientos por nuestro agregado
originado discusiones, publicaciones y –muy probablemente– pronunciamientos militar en Washington, general Miguel A. Mallea Gil.
favorables para terminar con un anacrónico colonialismo. La contrainteligencia –que es la acción que consiste en negar información
Hasta ese momento habíamos exhibido profesionalidad y eficiencia, sin al enemigo– fue desatendida, lo que posibilitó que los británicos dispusieran de
derramamiento de sangre británica, pero, como dice el Talmud,2 “la ambición información útil y oportuna a sus propósitos durante todo el conflicto.
destruye a su poseedor” y, si bien destruyó la dictadura militar, lamentablemente
dejó en la turba malvinera y en las gélidas aguas del Atlántico Sur a jóvenes vidas Consideraciones tácticas
cuya pérdida podría haberse evitado.
El Planeamiento estratégico –en lo político y lo militar– no se basó seria- • La batalla tuvo dos fases: la primera, predominantemente aeronaval, entre
mente en lo que el Reino Unido se hallaba en capacidad de hacer como respuesta el 1° y el 20 de mayo; y la segunda, predominantemente terrestre, entre el
a la ocupación de las islas. En ningún documento se encontraron “los supuestos”3 21 de mayo y el 14 de junio. Durante la fase aeronaval los efectivos en tierra
para encarar la confección de un plan o una directiva. Sin embargo, resulta claro fuimos sometidos a un desgaste psicofísico en las húmedas y frías trincheras,
que la Junta Militar aceptó, erróneamente, dos suposiciones que afectaron todo esperando el desembarco británico. La fase terrestre la iniciamos conscientes
tipo de decisiones posteriores al 2 de abril. Éstas fueron: de nuestras propias limitaciones, de haber cedido totalmente la iniciativa al
enemigo y de la incapacidad de recibir apoyo del continente.
• El Reino Unido sólo reaccionaría por la vía diplomática ante la ocupa- • Nuestras Fuerzas fueron eliminadas por partes: primero, nuestra flota, que
ción de las islas. En caso de recurrir al uso de su poder militar, lo haría en se automarginó del conflicto sin siquiera intentar disputar el espacio marí-
forma disuasiva, sin llegar a un empleo real. timo; segundo, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval, debido a las impor-
• Estados Unidos ayudaría a la Argentina o permanecería neutral. Nunca per- tantes pérdidas sufridas, a pesar de los reconocidos éxitos iníciales y la exce-
mitiría una escalada militar del conflicto y obligaría a las partes a negociar. lente profesionalidad evidenciada; por último, los efectivos terrestres del
Ejército y de la Infantería de Marina, cuando el estrangulamiento terrestre
El proceder de la Junta marginó las más elementales normas de planificación cerró definitivamente el previsible cerco total que condujo a la inevitable
contenidas en los reglamentos para el trabajo de los Estados Mayores; ello se puso rendición.
en evidencia antes, durante y después del conflicto, y fue condicionante para que • El primer conflicto de la era misilística. Así calificaron algunos autores a la
guerra, pero es muy importante destacar que, pese a los adelantos tecnológicos,
en el combate se puso de manifiesto el rol decisivo de la infantería de todos los
2 Talmud: Recopilación de la tradición oral judía, que interpreta la Ley de Moisés y constituye
tiempos.
el código civil y religioso del pueblo de Israel. Explica y aclara la Torá (Pentateuco).
3 Un supuesto es una condición, proposición o principio que es aceptado con el objeto de obtener • La guerra tuvo casi la misma duración que la del Golfo, en 1991, en la
sus secuencias lógicas o encauzar y/o facilitar el trabajo de un Estado Mayor, o por ese camino com- cual la campaña aérea estadounidense duró 38 días y la terrestre sólo 4 días
probar su acuerdo o desacuerdo con los hechos. –en total, 42 días–, con un saldo de 144 estadounidenses muertos en combate.
488 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 489

En Malvinas, la campaña aérea y naval británica duró alrededor de 20 días menos que un huevo en una canasta”, antes de que las circunstancias las
y la terrestre 24 días –en total, 44–, con un saldo de alrededor de 300 ingleses tornaran obsoletas. Se aprendió a trabajar en forma expeditiva, sin máquinas
muertos en acciones bélicas, y 650 argentinos. de escribir y con órdenes verbales, marginando lo superfluo y retardatario.
El adversario empleó simultáneamente una estrategia de desgaste y de Valoramos por qué el mariscal Von Manstein5 conducía Grupos de Ejércitos,
estrangulamiento. La primera, a partir del 7 de abril, consistió en la ame- durante la Segunda Guerra Mundial, con órdenes que no superaban una
naza marítima, sanciones económicas junto con sus aliados de la OTAN, hoja de papel.
gestiones diplomáticas y un efectivo empleo de la acción psicológica. La
segunda buscó la batalla decisiva mediante un cerco completo. En una entre- La Junta Militar
vista en Londres con el general británico Jeremy Moore le pregunté por
qué atacaron Pradera del Ganso (28 y 29 de mayo) y realizaron un segundo Los miembros de la Junta Militar y otros altos mandos que visitaron las islas
desembarco en Bahía Agradable (8 de junio) sin protección antiaérea, y se fotografiaron en ellas antes de que se iniciara la guerra se “borraron” cuando
teniendo en ambos casos importantes bajas, cuando esas acciones no eran comenzó el ruido de combate y silbó la metralla. No asumieron su responsabilidad
necesarias. Sin hesitarse me contestó: “Fue un gran error”. ante la derrota, iniciaron un proceso de “desmalvinización” y no rescataron los
• La batalla de cerco que condujo al aniquilamiento perfecto se vio facili- valores de la gesta. Buscaron chivos expiatorios entre los jefes que combatieron;
tada por la ejecución de una defensa lineal carente de profundidad, movi- muchos generales olvidaron que no podían justificarse y eludir sus responsabilidades
lidad y reservas. Ésta fracasó históricamente, aun en los casos de fortifica- por la batalla perdida, e invocaron estériles argumentos, como decir que, contraria-
ciones sólidas y consideradas infranqueables, como la famosa línea Maginot.4 mente a su voluntad, tuvieron que “cumplir órdenes” de Galtieri, En ese caso, les
En junio de 1982 no disponíamos de nada para golpear seriamente a los quedaba el camino de la “desobediencia debida”, que no se produjo.
ingleses; a pesar de la amenaza que significó nuestra aviación, el agotamiento
de las fuerzas era más que evidente. El Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMC)
• La organización para el combate de la Guarnición Militar Malvinas –a las
órdenes del general Mario B. Menéndez– evidenció dispersión de esfuerzos, El EMC evidenció, tanto antes de las operaciones como durante ellas, ser
unidades asignadas en forma no proporcional, poco correcto aprovecha- un organismo inoperante y burocrático. Tuvo la responsabilidad primaria de pla-
miento del terreno, superposición del mando e inadecuada acción conjunta nificar y coordinar los esfuerzos de las Fuerzas Armadas, así como la de instru-
de las Fuerzas. De los nueve regimientos de infantería disponibles en las islas, mentar el planeamiento, la dirección, la ejecución y la evaluación de la Acción
sólo cuatro combatieron en forma efectiva (RI 4, RI 7, RI 12 y BIM 5) y Sicológica (AS); en ninguno de estos casos estuvo al margen de la incompetencia
parcialmente sólo dos (RI 6 y RI 25); y no participaron en las acciones el que se evidenció en otros niveles.
RI 3, RI 5 y RI 8 (los dos últimos aislados en la isla Gran Malvina). Esto Desconoció la importancia que tiene en la guerra moderna un sensible
facilitó a los británicos aplicar su táctica metódica y doctrinaria: “concen- recurso de la conducción como es la AS, que incide no sólo sobre las tropas que
tración del ataque en el punto más débil”, aprovechando su mayor poder combaten, sino también sobre otros países y el propio enemigo, que, por el con-
de combate, movilidad y libertad de acción. trario, hizo un por demás efectivo empleo del citado recurso. En tal sentido, el
• El ritmo de las operaciones, durante la guerra demostró la inutilidad de Estado Mayor no utilizó la aceptable organización y equipamiento de que disponía
la burocracia papelera a la cual son tan adictos algunos Estados Mayores. la Secretaría de Información Pública, a cargo del embajador Rodolfo Baltiérrez.
En el combate, muchas órdenes de operaciones y administrativas “duraban Como en otras áreas, en ésta se trabajó en compartimientos estancos, lo que impidió

5 Erico von Leinski, conocido como Erich von Manstein (1887-1973). Militar alemán, partici-
4 Sistema de fortificaciones construido por iniciativa de André Maginot (ministro de Guerra pó en la Primera y la Segunda Guerra Mundial; en esta última se destacó en la campaña de Francia
francés) entre 1927 y 1936, en la frontera franco-alemana (en territorio francés). (1940), la conquista de Crimea (1941) y la victoria de Charkow (1943).
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la coordinación entre los pocos especialistas existentes que, al igual que todos los Estratégico-Militares en el conflicto del Atlántico Sur (CAERCAS) para evaluar el
organismos a que pertenecían, habían acentuado la desnaturalización de su misión comportamiento de los miembros de la Junta Militar y otros jefes militares y miem-
desde el inicio de la dictadura, al priorizar todo lo relacionado con el marco interno. bros del Gabinete Nacional durante la Guerra de Malvinas. Dicha Comisión
La guerra moderna exige la integración a nivel conjunto de las Fuerzas estuvo integrada por dos oficiales superiores de cada Fuerza, en situación de retiro:
Armadas, para lo cual es necesario un desarrollo armónico, racional y balancea- por el Ejército, el teniente general Benjamín Rattembach y el general de división
do de dichas fuerzas. De nada sirve que alguna de ellas prevalezca sobre las otras. Tomás A. Sánchez de Bustamante; por la Armada, el almirante Alberto P. Vago y
La cohesión se logrará eliminando disputas estériles, desarrollando una doctrina el vicealmirante Jorge A. Boffi; por la Fuerza Aérea, el brigadier general Carlos A.
militar conjunta y un sistema logístico compatibilizado, delimitando ámbitos de Rey y el brigadier mayor Francisco Cabrera.
competencia y efectuando ejecuciones conjuntas en el gabinete y en el terreno.
Es imprescindible –para lograr esta transformación– modificar disposiciones Opinión de la Comisión Rattembach sobre decisiones y responsabilidades
legales para dotar al EMC de facultades para comandar las Fuerzas Armadas, y de la Junta Militar (Galtieri, Anaya y Lami Dozo)
prestigiarlo con la asignación de los medios humanos y materiales necesarios.
• No realizó una apreciación completa y acertada de la reacción británica, de
El Síndrome del estrés postraumático Estados Unidos, del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Comunidad
Económica Europea y de la OEA. Máxime teniendo en cuenta que el
Este síndrome es también conocido como “neurosis de guerra” o “fatiga de gobierno estaba seriamente desprestigiado en la comunidad internacional,
combate”. Se manifiesta en forma de psicosis, neurosis, ansiedad, depresión, aluci- que Estados Unidos nos había embargado e impedido importar armamento,
naciones, angustia, insomnio, disfunciones sexuales y otros síntomas; puede aparecer que no teníamos buena relación con los países No Alineados y que el con-
durante la guerra y después. Cientos de veteranos –oficiales, suboficiales y soldados– flicto con Chile estaba vigente.
lo padecieron, y muchos aún hoy continúan sufriéndolo. • Trató de condicionar el acatamiento de la Resolución 502 –de la ONU–
Alrededor de 250 ex combatientes en Malvinas han llegado al suicidio. Un y con ello renunció a las negociaciones impuestas por el Consejo de Seguridad.
número similar se ha detectado entre los veteranos británicos del conflicto. • Como máximo órgano del Estado, condujo a la Nación a una guerra con
Como antecedente comparativo, Estados Unidos tuvo los siguientes índices Gran Bretaña, sin estar debidamente preparada para un enfrentamiento de
de afecciones psiquiátricas en sus Fuerzas Armadas: en la Segunda Guerra Mundial semejante magnitud, pues se trataba de una potencia del “Primer Mundo”
(1939-1945), 23%; en Corea (1950-1953), 6%; en Vietnam (1965-1975), 5% que recibiría apoyo de los más importantes países. No logró el objetivo y
(que llegó al 60% al incrementarse la drogadicción entre sus soldados, en 1972). llevó a nuestro país a una crítica situación política, social y económica.
En Malvinas, nosotros tuvimos aproximadamente el 3% –los ingleses, el • Desaprovechó las contadas y concretas oportunidades que se tuvieron
2%– de combatientes afectados por traumas similares. En nuestro caso, ello guarda para lograr una solución honorable del conflicto.
directa relación con la ausencia de la correspondiente, e imprescindible, revisión • Confundió –con premeditada intencionalidad– un objetivo circunstancial,
psicosomática, que debió haberse practicado, sin excepción, a todos los comba- subalterno y bastardo, como la necesidad de revitalizar la alicaída dictadura
tientes a nuestro regreso al continente. También influyó la carencia de médicos psi- militar, con una gesta aglutinadora y legítima de reivindicación de algo incues-
quiatras en la zona de operaciones. tionablemente argentino.
• Subestimó la reacción de Chile, que, al desplegar efectivos importantes en
La Comisión Rattembach nuestra frontera sur, obligó a que las Brigadas de Montaña VI (Neuquén)
y VIII (Mendoza) fueran a su vez desplazadas en el sector cordillerano central
El 2 de diciembre de 1982 la nueva Junta Militar –general Cristino y sur, lo que impidió que tropas especialmente aptas para el ambiente geo-
Nicolaides, brigadier Omar R. Graffigna y almirante Rubén O. Franco– conformó gráfico de Malvinas concurrieran a las islas.
una Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades Políticas y
492 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 493

• No evaluó que tras la reacción británica y la amenaza de Chile nos encon- De todos los juzgados, los máximos responsables –la Junta Militar–fueron
traríamos en una guerra de dos frentes, imposible de sostener. Lo sensato los únicos condenados. El Consejo Supremo impuso al almirante Jorge I. Anaya
hubiera sido postergar cualquier enfrentamiento con Gran Bretaña, dejando la pena de catorce años de reclusión con la accesoria de destitución y baja; al
una pequeña guarnición de 300 a 400 hombres, y aceptar negociar, o haber general Leopoldo Fortunato Galtieri, y al brigadier general Basilio Lami Dozo, la
resuelto con anterioridad el conflicto con Chile, sin subestimar o ignorar su pena de ocho años de reclusión más la accesoria de destitución y baja.
probable proceder en apoyo al Reino Unido. La sentencia impuesta en primera instancia fue apelada ante la entonces
Cámara Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, que modificó par-
Encuadramiento normativo de la Comisión Rattembach cialmente la sentencia de CONSUFA y condenó a los tres ex comandantes a cumplir
la misma pena: “doce años de reclusión, más la accesoria de destitución y baja”.
La Comisión Rattembach evaluó que la conducta de los responsables era Ante esa decisión los causantes interpusieron un recurso extraordinario
susceptible de ser examinada en distintos campos: político, penal, penal militar, ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJ), que fue concedido por la
disciplinario militar y en el de honor. Cámara Federal. En las circunstancias procesales aludidas, antes de que la CSJ se
expidiera, el Poder Ejecutivo Nacional, emitió el decreto 1.005, del 6 de octubre
• En lo político: porque la Junta Militar determinó, en un acta del 18 de junio de 1989, que, entre otras cosas, disponía: “indultar al teniente general (retirado)
de 1976, que “tomaba para sí la responsabilidad de considerar la conducta Leopoldo Fortunato Galtieri, al almirante (retirado) Jorge Isaac Anaya y al brigadier
de aquellas personas que hubieran ocasionado perjuicio a los superiores general (retirado) Basilio Ignacio Lami Dozo”. Entre otros “considerados”, el decreto
intereses de la Nación o lo hicieran en lo futuro”. Y todos conocemos el per- expresaba: “es menester adoptar aquellas medidas que, suavizando la rigurosidad
juicio que ocasionó la Junta a la Nación. legal, generen las condiciones propicias que permitan la mayor colaboración de
• En lo penal, no se observó la existencia de conductas que pudieran con- los habitantes en la reconstrucción y el progreso de la Nación”.
figurar delito alguno contemplado en el Código Penal de la Nación. Todos ellos conservaron –indulto mediante– sus grados y su estado militar.
• En lo penal político, recomendó que los delitos tipificados en el Código Ello fue una bofetada para los veteranos de Malvinas.
de Justicia Militar (ley 14.029) “deberán ser sometidos al órgano jurisdic-
cional competente, a fin de que sea sustanciada la pertinente causa penal”. Acciones meritorias de nuestras Fuerzas Armadas
Este órgano era el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CONSUFA)
–presidido por el general de división Horacio A. Rivera–, lo que se concretó • Ejército: “La Artillería de Campaña (Grupo de Artillería 3 y Grupo de
en su oportunidad. Artillería 4) y de Defensa Antiaérea, las Compañías de Comandos, el
• En lo disciplinario militar, se recomendó que las sanciones deberían ser Escuadrón de Exploración de Caballería 5, los elementos de la Aviación de
evaluadas y sancionadas por la Junta Militar. En el Ejército esto sólo se aplicó Ejército (helicópteros), algunos elementos de apoyo de combate y especial-
en algunos niveles medios e inferiores. mente elementos del Regimiento 25 de Infantería, demostraron un elevado
• En lo relacionado con el honor, la Comisión no apreció transgresiones grado de adiestramiento y profesionalismo, así como una adecuada acción
pero dejó una vía abierta por si surgían en el futuro, con posterioridad a la de Comando, lo que fue puesto de manifiesto especialmente en la defensa
intervención en los ámbitos penal y disciplinario militar. Nadie fue juzgado de Puerto Argentino, donde tuvieron un desempeño destacado”. (Informe
en este aspecto. Rattembach)

La Comisión Rattembach evaluó, entre otros, el comportamiento de todos los • Armada: La Aviación Naval, con sus aviones Sky Hawk-A4Q y Super
citados, con excepción de los generales Nicolaides y Trimarco (Juan Carlos); elevó Etendard de reciente incorporación, operando desde el continente, infligió
su informe a distintas instancias y al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas daños fuera de toda proporción con respecto a los análisis previos de poder
(CONSUFA). de combate relativo (medios propios, medios británicos, influencia del
494 CAPÍTULO VII La Guerra de Malvinas M ARTÍN B ALZA 495

Teatro de Operaciones, etcétera). El BIM 5, operando en el marco de las “Nos encontramos con 300 prisioneros, incluidos el jefe del RI 4 y varios
fuerzas terrestres en Puerto Argentino, puso de manifiesto vocación por el oficiales. Esto muestra las mentiras de las informaciones de la prensa según los
accionar conjunto, un excelente adiestramiento, un equipamiento adecuado cuales los oficiales huían dejando a sus soldados conscriptos para que fueran
y un destacado desempeño en la defensa de Puerto Argentino. masacrados o se rindieran como ovejas […]. Oficiales y suboficiales se batieron
duramente” (General Julian Thompson, comandante de la Brigada 3 de Comandos
• Fuerza Aérea: Desencadenado el conflicto de naturaleza aeronaval, el británicos).7
Comandante decidió no sustraer a sus medios de la batalla aérea y aceptó “Las unidades argentinas que evidenciaron un alto grado de cohesión y se
las desventajas y riesgos. Infligió a los británicos significativas pérdidas. La destacaron por su excelente desempeño en combate fueron: el Batallón de Infantería
formación y adiestramiento de sus pilotos –de combate y de transporte– de Marina 5, el Regimiento de Infantería 25, las Compañías de Comandos 601
respondieron cabalmente a las exigencias impuestas. Junto con hombres del y 602, el Regimiento de Infantería 7, así como el Grupo de Artillería 3” (Consignado
Ejército y de la Armada, conformó un adecuado Centro de Información y por la doctora Nora Kinzer Stewart).8
Control (CIC) en las islas, que coordinó todo lo relacionado con la ate-
nuación y neutralización del enemigo aéreo británico. Conclusiones

Finalmente, el Informe Rattembach sintetiza el comportamiento de las Toda guerra es una desgracia para cualquiera de los adversarios. ¿Quién
Fuerzas Armadas en su conjunto, en los siguientes términos: podrá reemplazar la vida de los soldados caídos para siempre y compensar el dolor
de sus seres queridos? Un militar y político israelí, Yitzak Rabin (1922-1955),
Es importante señalar que hubo Comandos Operacionales y Unidades que señaló claramente que “el sendero de la paz es mejor que el sendero de la guerra”.
fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la Años antes, Gandhi había expresado: “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”.
espera, en el combate o en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado. Sin duda, la guerra no es una obra de Dios.
Tal el caso, por ejemplo, de la Fuerza Aérea Sur, la Aviación Naval, los Por mi parte, sigo pensando que la guerra es un renunciamiento a las escasas
medios aéreos de las tres Fuerzas destacados en las islas, el Comando Aéreo pretensiones de la humanidad.
de Transporte; la Artillería de Ejército y de Infantería de Marina; la
Artillería de Defensa Aérea de las tres Fuerzas Armadas, correcta y eficaz-
mente integradas, al igual que el Batallón de Infantería de Marina 5, el
Escuadrón de Caballería Blindada 10, las Compañías de Comandos 601
y 602 y el Regimiento de Infantería 25. Como ha ocurrido siempre en las
circunstancias críticas, el comportamiento de las tropas en combate fue
función directa de la calidad de sus mandos.

Comentarios británicos y norteamericanos

“No cabe duda de que los hombres que se nos opusieron eran soldados tenaces
y competentes, y muchos han muerto en su puesto. Hemos perdido muchísimos
hombres” (General Anthony Wilson, comandante de la Brigada 5 de Infantería).6
7 Julian Thompson, No picnic, Buenos Aires, Atlántida, 1987, p. 168.
8 Nora Kinzer Stewart, “South Atlantic Conflict of 1982: A Case Study in Military Cohesion”
6 The Sunday Times Insight Team, op. cit., p. 382. en ARI Research Report, Nº 1.469, abril de 1988.
La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas 497

NOTAS BIOGRÁFICAS

MORENO, OSCAR (COORDINADOR)


Abogado. Profesor de la UBA, la UNTREF y la UNSAM. Director de la
Licenciatura en Administración y Políticas Culturales de la UNTREF (modalidad
virtual). Publicó (coord.) Pensamiento contemporáneo (2008).

ANSALDI, WALDO
Doctor en Historia. Investigador del CONICET. Profesor titular y Director
del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, de la Facultad de Ciencias
Sociales de la UBA. Es autor y/o compilador o editor de doce libros, el último de los cua-
les es La democracia en América Latina, un barco a la deriva (2007).

BALZA, MARTÍN
Embajador argentino ante el gobierno de la República de Colombia. Teniente
General (R). Ex Jefe de Estado Mayor (1991-1999). Obtuvo innumerables con-
decoraciones. Publicó el libro Malvinas. Gesta e incompetencia (2003).

BARRY, CAROLINA
Doctora en Ciencias Políticas. Coordinadora del Programa de estudios de
historia del peronismo (UNTREF). Investigadora de la UNGSM. Escribió y publicó
numerosos artículos relacionados con la mujer y la política durante el primer pero-
nismo, su última publicación es Evita capitana. Formación y organización del Partido
Peronista Femenino (2008).

BASUALDO, EDUARDO
Licenciado en Economía (UCA) y Doctor en Historia (UBA). Investigador
del CONICET y de la FLACSO. Miembro del CELS. Publicó, entre otros, Estudios
de historia económica argentina; Modelo de acumulación y sistema político en la Argentina.
Notas sobre el transformismo argentino durante la valorización financiera (2001).

BIANCHI, SUSANA
Profesora de la UNICEN (Tandil, provincia de Buenos Aires). Fue directora
del Anuario del IEHS. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas
nacionales y extranjeras. Su último libro es Historia de las Religiones en la Argentina.
498 NOTAS BIOGRÁFICAS La construcción de la Nación Argentina.El rol de las Fuerzas Armadas La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas 499

BOSOER, FABIÁN FEINMANN, JOSÉ PABLO


Licenciado en Ciencia Política y Magister en Relaciones Internacionales. Licenciado en Filosofía. Profesor de la UBA. Periodista. Publicó más de
Profesor de la UBA, el ISEN y la FLACSO. Publicó Generales y embajadores, veinte libros, el último de ellos es Timote, secuestro y muerte del General Aramburu
Malvinas, capítulo final, 2010: una agenda para la región en coautoría con Fabián (2009). Es autor de numerosos guiones de films nacionales. El diario Página/12
Calle. Se desempeña como editorialista y editor del diario Clarín desde 1994. publicó Historia del peronismo.

BRAGONI, BEATRIZ FRADKIN, RAÚL


Doctora en Historia, profesora de la Universidad Nacional de Cuyo e Licenciado en Historia. Enseña en la Universidad de Luján y en la UBA.
investigadora del CONICET. Publicó Los hijos de la revolución. Familia, negocios Publicó numerosos artículos sobre la historia social rioplatense. Su último libro
y poder en Mendoza en el siglo XIX (1999), La agonía de la Argentina criolla. es ¡Fusilaron a Dorrego! (2008).
Ensayo de historia política y social, ca.1870 (2002), Microanálisis. Ensayos de histo-
riografía argentina (2004). GALASSO, NORBERTO
Galasso dio vida a Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Manuel Ugarte,
BROWN, FABIÁN EMILIO ALFREDO Hernández Arregui, entre otros, bautizándolos como los “malditos” de la historia,
Oficial del Estado Mayor egresado de la Escuela Superior de Guerra. para describir a aquellas figuras que fueron intencionalmente silenciadas por la
Licenciado y Magister en Historia. Publicó Libro Riccheri, El Ejército del siglo XX historia oficial. Integra la corriente ideológica denominada Izquierda Nacional
y numerosos artículos referidos a la historia militar y del Ejército del siglo XX. que hizo importantes aportes al pensamiento nacional y popular. Dicha corriente
En la actualidad es Director del Colegio Militar de la Nación. contó con destacados intelectuales de la talla de Juan José Hernández Arregui,
Jorge Abelardo Ramos, Jorge Eneas Spilimbergo, entre otros.
DE MARCO, MIGUEL ÁNGEL
Doctor en Historia. Ex presidente de la Academia Nacional de la Historia. GELMAN, JORGE
Sus obras La Armada Española en el Plata (1845-1900) y José María de Salazar y Doctor en Historia. Investigador principal del CONICET y profesor de
la Marina contrarrevolucionaria en el Plata fueron declaradas obras de interés en los la UBA. Fue presidente de la Asociación Argentina de Historia Económica. Entre
centros de estudios estratégicos y de formación de la Armada del Reino de España. sus numerosos trabajos se destacan, Rosas, Estanciero y Expansión Capitalista y
Transformaciones Regionales.
DE PRIVITELLIO, LUCIANO
Doctor en Historia. Profesor de la UBA y la UNSAM. Investigador del LANTERI, SOL
CONICET. Publicó Agustín P. Justo, las armas en la política (1997); y otros títulos Profesora, Magister y Doctora en Historia Iberoamericana. Investigadora
en colaboración y artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales, del CONICET. profesora en la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Desde el año
manuales de educación básica y polimodal. 2001 hasta el presente ha publicado trabajos que versan sobre la situación de la
provincia de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX.
DI TELLA, TORCUATO
Sociólogo formado en las Universidades de Columbia y de Londres. Fue LÓPEZ, ERNESTO
profesor de la UBA; es investigador del Instituto Di Tella, del que fue fundador. Sociólogo. Embajador Argentino en Guatemala. Profesor Titular Ordinario
Publicó Sindicato y comunidad: dos tipos de estructura sindical latinoamericana y de la UNQ (en uso de licencia). Ha publicado diversos libros, entre otros, Seguridad
Estructuras sindicales en la Argentina y Brasil, Historia Argentina (dos volúmenes); Nacional y Sedición Militar (1987); Ni la ceniza ni la gloria: actores, sistema político
Historia de los partidos políticos en América Latina, entre otros. y cuestión militar en los años de Alfonsín (1994).
500 NOTAS BIOGRÁFICAS La construcción de la Nación Argentina.El rol de las Fuerzas Armadas La construcción de la Nación Argentina. El rol de las Fuerzas Armadas 501

MATA, SARA E. RUIZ MORENO, ISIDORO J.


Profesora, licenciada y doctora en Historia. Investigadora del CONICET. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Profesor de Historia Argentina en la
Enseña en la Universidad Nacional de Salta. Publicó varios libros sobre la historia del Escuela Superior de Guerra del Ejército. Autor, entre otros libros premiados, de
norte argentino, entre ellos Los gauchos de Güemes (2009); Tierra y Poder en Salta. La lucha por la Constitución; Relaciones hispano-argentinas; Campañas militares argen-
El noroeste argentino en vísperas de la Independencia (2000). tinas. La política y la guerra (cuatro tomos publicados, el quinto en preparación).

OLLIER, MARÍA MATILDE SABATO, HILDA


Doctora en Ciencia Política. Profesora e investigadora de la UNSAM. Publicó Historiadora, profesora de la UBA e investigadora del CONICET. Trabaja
El fenómeno insurreccional y la cultura política. Argentina 1969-1973 (1986), sobre temas de historia argentina y latinoamericana del siglo XIX y participa en los
Orden, poder y violencia (1989), Las coaliciones políticas en la Argentina. El caso de debates culturales acerca de nuestro pasado. Su último libro publicado es Buenos Aires
la Alianza (2001). en armas. La revolución de 1880 (2008).

OYARZÁBAL, GUILLERMO A. SAÍN, MARCELO FABIÁN


Oficial del Estado Mayor y doctor en Historia. Profesor de la UCA. Publicó Licenciado, Magister y doctor en Ciencia Política. Profesor Titular Ordinario
varios libros entre los que se destaca Guillermo Brown (2006). Secretario del Instituto del Área de Sociología, UNQ, desde 1992. Profesor de la Escuela de Defensa Na-
Nacional Browniano. cional y la Universidad Torcuato Di Tella. Publicó Política, Policía y Delito y Segu-
ridad, Democracia y Reforma Policial de la Argentina.
PAZ, GUSTAVO
Profesor de Historia de América de la UBA y la UNTREF. Investigador TIBILETTI, LUIS EDUARDO
del CONICET del Instituto Ravignani (UBA). Capitán (R) del Ejército Argentino. Licenciado en Relaciones Laborales.
Investigador del CONICET en el PIA “La cuestión militar en la prensa escrita entre
PERSELLO, ANA VIRGINIA 1983/86”. Profesor de la Escuela de Defensa Nacional y de la UNTREF. Miembro
Profesora, licenciatura y doctora en Historia (UBA). Profesora de la UNR. fundador de la asociación civil Seguridad Estratégica Regional en el año 2000 y
Investigadora del Consejo de Investigaciones de la UNR (CIUNR). Publicó El director de la revista homónima.
partido radical. Gobierno y oposición, 1916-1943 (2004) e Historia del radicalismo
argentino. VERBITSKY, HORACIO
Presidente del CELS (Centro de estudios legales y sociales). Periodista.
PLOTKIN, MARIANO BEN Trabajó en distintos medios y durante los últimos años es columnista de Página/12.
Doctor en Historia por la Universidad de California, Berkeley. Enseñó en Publicó entre otros libros: Malvinas. La última batalla de la Tercera Guerra Mundial;
Harvard University y en Boston University. Actualmente es investigador del CONICET La posguerra sucia. Medio Siglo de Proclamas Militares; Robo para la Corona.
y profesor de la UNTREF. Entre sus libros se destacan Mañana es San Perón (2007)
y El día que inventaron el peronismo (2007). WASSERMAN, FABIO
Doctor en Historia (UBA). Profesor de la cátedra de Historia Argentina I
RATTO, SILVIA en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Investigador del CONICET (Instituto
Doctora en Historia. Investigadora del CONICET y Profesora de la UNQ. Ravignani). Autor de varias publicaciones sobre historia argentina y latinoameri-
Autora de La frontera bonaerense (1810-1828); Espacio de conflicto, de negociación y cana. Actualmente está desarrollando una investigación sobre prensa y vida pública
de convivencia; Indios y cristianos. Entre la guerra y la paz en las fronteras; y coeditora en Buenos Aires entre 1852 y 1862.
de tres libros sobre el contacto fronterizo en el sur bonaerense.

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