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Resumen “Ética Nicomaquea” de Aristóteles

El arte, la investigación, las acciones y las elecciones tienden a un fin. Por eso dice que
el bien es aquello hacia lo que las cosas tienden. El fin de la acción es el bien que se busca.
Por lo tanto, el fin se identifica con el bien.
Para Aristóteles los fines de algunas ciencias, actividades o acciones son más importantes
o preferibles a los fines de otras que están por debajo de estas. Así, por ejemplo, si la
actividad de fabricar una casa es el fin más importante, la fabricación de los ladrillos será
de menor importancia.
El autor busca demostrar cual es aquel fin que queremos por sí mismo y que nos lleva a
elegir a las demás cosas por causa de él. También encuadrar el mismo dentro de cuál
ciencia y cuál facultad pertenece.
Para Aristóteles la ciencia que cumple con lo antes dicho es la política, ya que regula las
normas que rigen en la ciudad que aseguran el bien para todos los ciudadanos. Los fines
de las demás ciencias apuntan a ella.
Los Jóvenes deben excluirse de la política porque no tienen experiencia en la vida, de
modo que no razonarán de forma correcta a la hora de elegir una acción, porque serán
guiado por sus pasiones.
El bien supremo hacia el que tienden las acciones de la política es la felicidad
(eudaimonia). Ésta la elegimos siempre por sí misma y nunca por otra cosa, se basta a sí
misma e incluye en sí todo lo que deseamos en la vida. No se subordina a ningún otro
bien. Cuando poseemos la felicidad, nos hace independientes, pues lo somos cuando
tenemos todo lo necesario para ser felices. Es la actividad del alma de acuerdo a la virtud
perfecta durante una vida entera (libro x).
La felicidad necesita de los bienes exteriores para poder hacer el bien, ya que hay veces
que es imposible o muy difícil hacer el bien sin recursos. Es perfecta y digna de ser
alabada, porque es un principio a partir del cual hacemos todas las demás cosas.
Los demás fines, como lo son el honor, el placer, la inteligencia, etc., son deseados por sí
mismos también, pero las deseamos en pos de la felicidad, ya que, gracias a ellas
pensamos que seremos felices.
El discípulo ideal es aquel que es llevado adelante por sus buenas costumbres, ya que, si
ellas en primera instancia tienden a las cosas buenas y justas, no habrá necesidad de
reflexionar sobre el accionar. Si viven según sus pasiones, no escucharán razones ni las
comprenderán. La educación y las costumbres de los jóvenes deben ser reguladas por las
leyes, para que se hagan hábito en ellos. De esta manera no harán ni voluntaria ni
involuntariamente lo que es malo.
Para Aristóteles, hay tres modos principales de vida:
1. La vida voluptuosa (la que identifica la felicidad con los placeres, propia del
vulgo)
2. La vida política (vida orientada a los honores que son el fin de esta vida, mediante
las virtudes éticas o de carácter en el contexto de la convivencia ciudadana. No se
refiere a los políticos propiamente dichos, sino al ciudadano medio virtuoso)
3. La vida contemplativa (en ella radica la felicidad suprema y representa la cumbre
de la vida virtuosa y de los placeres. Es la vida más semejante a la de los dioses,
por lo que solo es accesible a unos pocos)
El hombre es por naturaleza un ser social. Aquel que sea solitario es un desgraciado.
Nuestras acciones son las que nos hacen felices o desgraciados.
El bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si son varias
virtudes, la más perfecta y la mejor. Esta actividad debe realizarse durante toda la vida y
solo con el ejercicio de las mismas y a una edad adulta se alcanza la felicidad.
La felicidad es el fin último de todo lo humano. Se cree que la felicidad radica en el ocio
y solo se realiza completamente, es decir, alcanza la perfección, en la contemplación. La
vida política ofrece el mayor grado de felicidad que se puede adquirir, sin necesidad de
recurrirá a la vida contemplativa.
Los bienes se dividen en tres clases:
1. Los exteriores: son los recursos, como por ejemplo dinero, amigos, poder político.
Los llama también bienes auxiliares. Son susceptibles a desaparecer, por lo que,
si basamos nuestra felicidad en ellos, es probable que se corrompa la misma.
2. Los del alma: son los más importantes, los llama “bienes por excelencia”. Son
bienes necesarios.
3. Los del cuerpo: los placeres
Los bienes pueden ser un fin en sí mismos o también instrumentales (los buscamos a
partir de otras cosas.
Aquel que estudia la felicidad que es la actividad de una parte del alma, debe conocer el
alma entera. El alma consta de dos partes, una irracional y la otra racional. De la primera
una parte es vegetativa (causa de la nutrición y el crecimiento, propia de las plantas) y
otra sensitiva y apetitiva, propia de los animales). La racional corresponde al hombre ya
que es un animal racional. Se divide también en dos, una que percibe los entes necesarios
y otra los contingentes.
Las virtudes se dividen, tal como las partes el alma, en dos:
1. Virtudes dianoéticas o intelectuales (la sabiduría la prudencia, ciencia, arte y la
inteligencia): se origina y crece con la enseñanza. Requiere de experiencia y
tiempo.
2. Virtudes éticas (la liberalidad y la moderación): proceden y se perfeccionan por
medio de las costumbres. No existen por naturaleza en el hombre. Se refieren a
las pasiones y a las acciones. En ellas hay excesos, defectos y término medio.
Tienden a este último.
Las virtudes se adquieren por actividades anteriores, es decir, las aprendemos haciendo.
Pero dependiendo del ejercicio de la actividad es que serán buenos o malos. Aquí es donde
se demuestra la importancia de los maestros, para guiar la actividad de los jóvenes para
adquirir buenas costumbres. La actividad preferible por cada hombre será aquella que se
adecue más a su modo de ser, por lo tanto, para el hombre bueno será aquella que está de
acuerdo con la virtud. La actividad contemplativa será la que proporcione la felicidad al
hombre (ya que es la virtud propia del hombre bueno). Esta última se ama por sí misma,
porque nada se saca de ella salvo la contemplación.
La virtud no basta solo con conocerla, sino que debe ponerse en práctica.
Las acciones deben estar guiadas por la recta razón. Esta es la que determina el justo
medio de las virtudes morales y es obra de la sabiduría práctica (phronésis). Pero el límite
o norma de esta recta razón es la contemplación, obra de la filosofía (sophía). La vida
conforme a la mente será considerada la vida más feliz.
Las virtudes se destruyen por exceso y por defecto, pero se conservan en el término
medio. Si nos apartamos de los placeres nos hacemos moderados y por el habito nos
apartamos mejor luego de estos placeres.
La virtud moral está relacionada a los placeres y a los dolores, pues hacemos lo malo por
el placer y nos alejamos de lo bueno por el dolor. La educación es la encargada de
enseñarnos a moderar al hombre entre estos.
El placer perfecciona las actividades, ya que, si ejercita en las cosas que se juzgan, las
volverán más exactas. A cada actividad le corresponde un placer diferente. Los placeres
de otras actividades son obstáculo de aquellas de las que no son específicos.
La virtud tiende a hacer lo que es mejor respecto del placer o el dolor, mientras que el
vicio hace lo contrario. También regulamos nuestras acciones a partir del placer o el dolor.
El estudio de la virtud y de la política tornara en base a estos dos principios, ya que el que
se sirva bien de ellos será considerado bueno y el que se sirva mal, malo.
La virtud tiende al término medio. Es un modo de ser selectivo, ya que determina por la
razón y por lo que decidiría un hombre prudente un término medio relativo a nosotros.

Las virtudes deben realizarse sabiendo lo que se hace, eligiéndolas por ellas mismas y de
forma firme e inquebrantable. Surgen realizando de esta manera muchos actos justos y
moderados. De esta manera llegamos a ser buenos hombres.
La virtud es un modo de ser, ya que este es aquello por lo cual nos comportamos bien o
mal con respecto a las pasiones (placer y dolor). La virtud del hombre por tanto será el
modo de ser por el cual este se hace bueno y realiza bien su propia función.
Aristóteles llama término medio de una cosa al que dista lo mismo de ambos extremos,
siendo uno y el mismo para todos. En cuanto al hombre, el término medio será relativo a
cada uno. El término medio pertenece a la virtud, mientras que los excesos y defectos
pertenecen al vicio.
Hay pasiones y acciones que pueden ser malas en sí mismas y no cuentan con un término
medio (como son por ejemplo la malignidad, la desvergüenza, el adulterio, el robo, el
homicidio y la envidia).
Ejemplos de términos medios:
DEFECTO TERMINO MEDIO EXCESO
TACAÑERIA GENEROSIDAD PRODIGALIDAD
PUSILANIMIDAD MAGNANIMIDAD VANIDAD
COBARDIA VALOR TEMERIDAD
RUSTICIDAD GRACIA BUFONERIA
MANCEDUMBRE INDOLECIA IRACIBILIDAD

Aristóteles promulga la dificultad de ser bueno, ya que en todas las cosas es difícil hallar
su término medio. El criterio del bien o el mal reside en la percepción. Para él, entre
ambos vicios, uno de ellos es más erróneo que otro, por lo que insiste en que se debe
tomar el “mal menor”.
Las pasiones y las acciones pueden ser involuntarias, se hacen por fuerzas externas o por
ignorancia, o bien voluntarias que es cuando son objeto de la elección. Hay acciones que,
si bien son involuntarias en sí mismas, son elegidas para evitar ciertas consecuencias
convirtiéndolas en voluntarias. Las circunstancias caracterizaran cada caso en singular.
Las acciones voluntarias pueden ser elegidas o impulsivas. Estas últimas son relativas a
los niños y a los animales. Las elecciones en cambio refieren a cosas que dependen de
nosotros, son un juicio fruto de la deliberación previa del hombre.
La deliberación se realiza sobre aquellas cosas que dependen del hombre, por ejemplo, la
necesidad y la inteligencia. Se realiza sobre aquellos medios que conducen a un fin, por
tanto, este es el objeto de la misma.
El objeto de la voluntad para el hombre bueno es el verdadero bien, para el malo será
cualquier cosa. El hombre bueno juzga bien las cosas y se le muerta la verdad. El placer
engaña al hombre, pues parece un bien sin serlo.
Las elecciones del hombre deben ser según la recta razón. El objeto propio de la parte
intelectual y practica es la verdad que se manifiesta por el recto deseo.
El principio de la acción es la elección y el de esta ultima el deseo. El bien o mal obrar
no pueden existir sin reflexión y carácter.

Virtudes intelectuales (tienen por objeto aquellas cosas que pueden ser de otra manera):
 Ciencia: es capaz de ser enseñada y aprendida, partiendo de lo ya conocido
mediante la inducción o de los silogismos. Es un modo de ser demostrativo.
Refiere a los principios de las cosas.
 Arte: es un modo de ser productivo acompañado de verdadera razón. Todo arte es
considerar lo que puede ser o no ser según el que lo va a producir.
 Prudencia: deliberación entre lo que es bueno y conveniente para uno mismo para
vivir bien. Es un modo de ser racional verdadero y práctico respecto de lo que es
bueno o malo para el hombre. Se considera una cualidad propia de los
administradores y los políticos. Puede ser adquirida por el común de los hombres
libres.
 Intelecto: tiene por objeto los principios de lo científico.
 Sabiduría: es la excelencia de un arte. El sabio debe conocer los principios y
poseer la verdad de los mismos.
La prudencia y la política comparten un modo de ser, que es práctico y deliberativo. Quien
es prudente busca lo que es bueno para ellos y creen que esto es lo que debe hacerse. Se
centra en lo particular que llega al hombre por medio de la experiencia, por medio de la
percepción sensible.
El entendimiento se ejercita en la opinión que se da al juzgar las cosas que son objeto de
la prudencia. Aristóteles lo equipara al aprender.
El hombre obra mediante la prudencia y la virtud moral, porque la virtud hace elegir un
fin recto y la prudencia los medios para alcanzar este fin. Las virtudes morales en su
totalidad están vinculadas unas con otras por medio de la prudencia, ya que según dice el
autor no es posible ser bueno sin prudencia, ni prudente sin virtud moral.
El sabio es el más feliz de los hombres, ya que es quien se avoca a las actividades
contemplativas. Esto se debe a que es apreciado por los dioses, ya que cultiva el intelecto
por medio de sus actividades, actuando de acuerdo con la virtud. Por otro lado, esta
práctica se puede llevar a cabo con bienes moderados.
La ley tiene fuerza obligatoria y es la expresión de prudencia e inteligencia a la que deben
acatar los hombres. Mediante ellas nos volvemos buenos hombres/ciudadanos. Según
cada ciudad, las leyes y las constituciones serán diferentes y dirán lo que está bien o mal,
ya que, según cada ciudad, algunas leyes serán más apropiadas que otras.
La ciudad debe ocuparse de que cada ciudadano ayude a sus hijos y amigos para tomar el
camino de la virtud, o al menos, proponerse educar a los demás ciudadanos. En ellas
tienen fuerza las leyes y las costumbres y, por otro lado, en la familia, el padre es quien
imparte una primera enseñanza de sus costumbres a los hijos.

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