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Karla Espinal
TEMA:
LUGAR Y FECHA:
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OBJETIVOS
GENERAL
ESPECÍFICOS:
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Marco teórico:
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Si con Maduro las cosas pintaban mal, ahora que son dos los que se declaran
presidentes y se reparten el reconocimiento de la comunidad internacional, la
deriva a un enfrentamiento civil puede ir en aumento.
Para empezar, Maduro sabe desde las elecciones del 2015 que ni él, ni su
Gobierno, ni el movimiento que dice representar tiene apoyo mayoritario entre el
pueblo venezolano, pero no solo controla todos los resortes del Estado, desde el
petróleo a los jueces, también tiene el apoyo de China y Rusia, que no es menor.
Los dos países han prestado miles de millones desde el inicio de la crisis. Los
chinos a cambio de petróleo y, aunque solo fuera porque quieren recuperar sus
créditos, no van a dejar caer este Gobierno por las bravas. Rusia no necesita
petróleo, pero Venezuela se ha convertido en su principal aliado en una zona
estratégica: el jardín de un rival norteamericano en horas bajas.
Si la nueva fase del conflicto no sirve para forzar un acuerdo en torno a un nuevo
proceso electoral, limpio abierto y con observadores, es probable que el foco que
las grandes potencias se encargaron de poner en Siria, se traslade ahora al
Caribe. Ya sabemos con qué consecuencias.
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Esta ola de manifestaciones y enfrentamientos se desató luego de que el Tribunal
Supremo de Justicia de Venezuela, acusado de servir al presidente de Nicolás
Maduro, buscara asumir las competencias del Parlamento, de amplia mayoría
opositora.
Tras este hecho, los reclamos en las calles venezolanas se han intensificado.
Maduro ha convocado a una Asamblea Constituyente, mientras la oposición
reclama que se llame a elecciones anticipadas, para echarlo del poder.
En medio de la tensión, hay voces que llaman a que exista una mediación
internacional, para que exista una salida pacífica, pero hasta ahora no se ha
concretado. El gobierno de Maduro anunció la salida de Venezuela de la OEA,
mientras este organismo discute en Washington la situación del país
sudamericano.
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reclamó la falta de democracia, sino que la economía comenzó a hundirse, con
escasez, deuda, alto nivel de inflación y además alza en el crimen.
Tras la muerte de Chávez, con figuras como Hugo Enrique Capriles, la oposición
buscó ganar por la vía electoral, pero el chavismo continuó en el poder, con
Nicolás Maduro.
Mientras que, por otro lado, la oposición reclama la falta de libertades, excesos y
otras fallas en el manejo de la nación de Maduro, como la detención de uno de sus
dirigentes, Leopoldo López, preso en Venezuela desde 2014, y acusado por el
régimen de terrorismo y asesinato, señalándolo como responsable de las
manifestaciones violentas en el país.
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En opinión de Colette Capriles, académica de la Universidad Simón Bolivar, la
crisis de 2017 es distinta a las de años previos, porque ahora no solo la clase
política está protestando.
“No es una crisis entre la oposición contra el gobierno, sino más bien de la
sociedad contra el gobierno”, en la que “quienes están actuando no son solo los
líderes de la oposición, la vanguardia opositora, los partidos, sino
fundamentalmente la gente, de todos los sectores”, inconforme ante el proyecto
“madurista”, dijo Capriles.
60 MUERTOS EN 60 DÍAS
Las protestas de los últimos meses (que comenzaron el 1 de abril), han dejado un
saldo de al menos 60 personas muertas y cientos de personas lesionadas.
“Hay algunos casos que son circunstanciales, pero la mayoría de las personas que
han muerto, han sido asesinadas por estar en manifestaciones. Ya sean
manifestaciones pacíficas, como ha ocurrido en Caracas, o manifestaciones en las
noches donde hay violencia, o en situaciones. La mayoría de las personas
muertas, agregó Luz Mely, “son muchachos muy jóvenes, que nacieron durante el
gobierno de Chávez, o estaban muy chiquitos cuando agarró el poder este
sistema”.
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La organización de derechos humanos Foro Penal denunció 2,660 detenciones
desde el 1 de abril, en medio de las protestas, con 161 encarcelamientos
ordenados por tribunales militares.
REPERCUSIONES INTERNACIONALES
Esta declaración no fue bien recibida por el presidente Maduro, quien respondió
diciendo que Trump tiene las manos “metidas a fondo” en los eventos que calificó
como “terroristas” en Venezuela.
Maduro acusó que su país enfrenta una “agresión de fuerzas violentas”, y que
detrás de esta agresión estaba “la mano imperialista de Donald Trump”.
Desde hace más de 10 años, las fricciones entre Venezuela y Estados Unidos se
han incrementado. El entonces presidente Hugo Chávez acusó en varias
ocasiones al gobierno estadounidense de intentar intervenir, e incluso dar un golpe
de Estado en este país.
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¿HAY SALIDAS PARA EL CONFLICTO?
“es importante tener la vista colocada en cómo otros países pueden ayudar a
Venezuela para que la situación se estabilice”. Podrían intervenir con grupos de
mediadores para “buscar opciones y que haya acuerdos entre el gobierno y la
oposición”.
Aunque “hay varias circunstancias que podrían atentar contra los posibles
acuerdos”. De acuerdo con la periodista, una gran cantidad de personas, de la
base opositora venezolana, están indignados con el gobierno y dispuestos a
continuar con las protestas violentas contra el gobierno.
“En un panorama así, la solución pacífica con acuerdos sería lo más deseable,
pero es muy complicado”, porque el gobierno “tiene la mayor posibilidad de salir
ganando, porque tiene la fuerza militar, tiene dinero, tiene la organización, aunque
no tiene el apoyo popular”, dijo.
“El gran problema”, de acuerdo con Capriles, “es que no se ve cómo semejante
cosa puede ser reconocida por la sociedad y por el resto de las instituciones del
Estado como legítima”, y aún si ésta se legitima, “¿eso le garantiza a Maduro
estabilidad suficiente para llegar a diciembre de 2018?”
Para la analista política, la mira tendrá que estar en los procesos de negociación
entre actores nacionales e internacionales, que en muchas ocasiones no suceden
en lo público y que avanzan de manera lenta. En todo caso, dice, debería
buscarse la mediación del conflicto teniendo como objetivo principal que los
acuerdos que se alcancen no perjudiquen a la sociedad de Venezuela.
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SIRIA: LA GUERRA QUE COMENZÓ CON UN GRAFITI
Estas son las seis fases de un conflicto que ha destruido un país clave en Oriente
Próximo
Tras siete años y medio de combates y bombardeos, Siria está en ruinas. Sufre el
conflicto más cruento de los que estallaron con las revueltas y revoluciones
incluidas en el concepto de “primaveras árabes”. Al menos 465.000 sirios han
muerto, más de un millón han resultado heridos y 12 millones han huído
forzosamente de sus casas. "Si el conflicto no termina pronto, éste podría ser el fin
de Siria tal como la conocemos", sentenció António Guterres cuando acababa su
mandato como Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a
finales del 2015.
Tras Túnez, Egipto y el inicio de la rebelión en Libia, en marzo del 2011 estallaron
las protestas contra el presidente sirio, Bashar el Asad, cabeza del régimen del
partido Baaz, en la ciudad de Deraa (sur). Se iniciaron tras el arresto y tortura de
unos adolescentes que pintaron en la pared de su escuela: “Es tu turno, Doctor”,
en referencia a Asad, que es oftalmólogo.
"Al principio del conflicto, muchos creyeron dentro y fuera de Siria que Asad
duraría pocos meses. Vieron el efecto dominó que se estaba produciendo, con
caídas de líderes fuertes en países árabes", apunta Yaron Friedman, profesor de
la Universidad de Haifa y experto en Siria.
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FASE 2: COMIENZA LA GUERRA CIVIL
"Hasta el 2012, la mayoría pensaba que el final del régimen estaba cerca, pero
entonces Asad consiguió ayuda de sus aliados. Primero de Irán y de (el
movimiento chií libanés) Hizbulá, que mandó a su milicia a luchar con Asad y le
aportó avances que lo salvaron y le dieron mucha motivación", indica Friedman.
Los rebeldes fueron creciendo y obteniendo armas, una parte de ellas “financiadas
por Arabia Saudí y Catar” y destinadas especialmente a los grupos islamistas. Así
lo explicaron a este diario, en junio del 2012, en la ciudad libanesa de Trípoli,
combatientes de las Brigadas Faruk, integradas mayoritariamente por hombres de
Homs y desertores y que formaban parte del ESL. Muchos de estos combatientes
eran de Baba Amro, un barrio de Homs masacrado por el Ejército sirio.
Los yihadistas aumentaron y las fuerzas seculares del ESL perdieron terreno.
Aparecieron grupos como el yihadista Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y
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el Estado Islámico (EI), que lanzó una fuerte ofensiva en Irak en junio del 2014, y
luego en la zona de Siria cercana a la frontera iraquí. El EI proclamó un califato en
el área que controla en Irak y Siria cuya capital de facto es la ciudad siria de
Raqqa.
Integrado por miles de extranjeros, el EI lucha contra todos los bandos: las fuerzas
gubernamentales, los rebeldes, el Frente al Nusra -con el que se ha aliado en
algunas ocasiones- y las fuerzas kurdas, también opuestas a Asad y contra las
que arremete Turquía.
En septiembre del 2014, una coalición internacional liderada por EEUU, con
Jordania, Baréin, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU)
empezó a bombardear al EI. Francia inició los ataques en septiembre del 2015 y el
Reino Unido, en diciembre.
Rusia comenzó en septiembre atacando a “los terroristas del EI”. Pero además, ha
bombardeado a grupos rebeldes y ha conseguido que el régimen de Asad, que
hace medio año estaba al borde del colapso, haya recuperado terreno en zonas
clave como Alepo (norte). “La intervención rusa es fundamental, puede cambiar el
curso de la guerra a favor de Asad”, asegura Phillip Smyth, investigador de la
Universidad de Maryland.
El 4 de abril del 2017, un ataque con armas químicas causó al menos 86 muertos -
según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)- en la localidad siria
de Jan Sheijun, en la provincia de Idleb (noroeste de Siria). La oposición siria,
EEUU y otros países acusaron al régimen de Damasco del ataque, pero las
autoridades sirias negaron haberlo perpetrado. Rusia alegó que se había
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bombardeado un almacén donde los rebeldes que controlan Jan Sheijun
guardaban armas químicas.
El agua, como arma de guerra: las infraestructuras para el suministro de agua son
atacadas o inutilizadas. Se calcula que 14,6 millones de personas carecen de
acceso a agua potable.
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CONCLUSIÓN
“No es una crisis entre la oposición contra el gobierno, sino más bien de la
sociedad contra el gobierno”, en la que “quienes están actuando no son
solo los líderes de la oposición, la vanguardia opositora, los partidos, sino
fundamentalmente la gente, de todos los sectores”, inconforme ante el
proyecto “madurista”, dijo Capriles.
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