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Las mujeres son la mitad de la población mundial y tienen los mismos derechos que

los hombres.

Tienen derecho a no sufrir discriminación ni violencia por el hecho de haber nacido


mujeres. Tienen derecho a no ser maltratadas ni asesinadas por sus parejas o ex parejas,
a no vivir con el miedo constante a ser agredidas sexualmente con impunidad, a no ser
discriminadas en el trabajo ni en el acceso a los recursos económicos y de producción, a
vestirse como quieran, a estudiar lo que quieran, a decidir sobre su cuerpo, su sexualidad
y su reproducción sin coacción ni presiones. Tienen derecho a expresarse libremente, a
hablar alto y reclamar sus derechos sin miedo a ser encarceladas, perseguidas o
asesinadas por ello.

«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos».


Artículo 1, Declaración Universal de los Derechos Humanos, 10 de diciembre de 1948

Hace 70 años, las naciones del mundo adoptaron el compromiso de fomentar los derechos
humanos y libertades sin distinción de sexo, raza, idioma y religión. Desde entonces se
han puesto en marcha numerosos mecanismos y leyes, a nivel internacional, regional y
nacional, para asegurar que dichos derechos y libertades llegan de manera efectiva a esa
mitad de la población, las mujeres.

 El primer gran hito fue la aprobación, en 1979, de la Convención sobre la


Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, instrumento clave de Naciones Unidas en la protección de los derechos de
las mujeres.

 También han tenido enorme relevancia las sucesivas resoluciones del Consejo de
Seguridad de la ONU (ocho hasta la fecha, desde la resolución 1325 del año 2000)
que reconocen el impacto desproporcionado de los conflictos en las mujeres y
las niñas y promueven su participación en el mantenimiento y consolidación de la
paz, dada su contribución clave en dichos procesos.

 Un nuevo paso hacia la igualdad entre hombres y mujeres fue la creación, en


2010, de ONU Mujeres, organismo de Naciones Unidas centrado en impulsar la
igualdad de género en el mundo.

 En Europa, en 2011 se aprobó el Convenio de Estambul, con el objetivo de


abordar todas las formas de violencia hacia las mujeres.

 Por su parte, el Foro Económico Mundial hizo un llamamiento para que 2018
fuera “el año en que las mujeres prosperen”, dando luz a otro ámbito, el laborar y
económico en el que también son discriminadas.

 España dio un gran paso al aprobar en 2004 una ley integral contra la violencia
de género, y en 2017 se acordó un pacto de Estado orientado a abordar las
deficiencias aún existentes en la protección efectiva de las mujeres.
COMO PREVENIR

¿Existen entonces señales de alerta que deberían ser tomadas en cuenta para la
prevención de este delito? ¿Es posible intervenir oportunamente y evitar descelances
fatales? Es imperativo realizar una adecuada gestión de riesgo, promover la mejora de las
rutas de atención, desterrando estereotipos y mitos, y aplicando el Principio de Debida
Diligencia, es urgente transformar las relaciones sociales, familiares y personales,
basadas en el patriarcado, machismo y la discriminación, que abonan peligrosamente a
justificar y legitimar la violencia contra las mujeres.

Un reciente estudio de CIES denominado Feminicidio: Determinantes y evaluación del


riesgo[10] señala en sus conclusiones la necesidad de medidas de prevención y
erradicación de la violencia no solo individuales sino estructurales asociadas a la forma de
relacionarnos, valores generales de la sociedad respecto de la masculinidad, la
dominación, los roles de género rígidos, etc. Cita este estudio a la OPS y la OMS (2015),
para enfatizar que la violencia contra la mujer aumenta cuando el sistema tolera y
promueve la discriminación y otras formas de violencia contra la mujer.
Para concluir citamos a Eva Giberti[11], psicóloga psicoanalista, asistenta social, docente
y creadora del Programa “Las Víctimas contra la Violencia” en Argentina, quien señala
sobre la tipificación del feminicidio que el acto de reconocimiento que impone el derecho
penal no es todavía un acto ético propiamente dicho, sino que este se desarrolla a partir
del reconocimiento de la subordinación y vulnerabilidad de las mujeres en el sistema
capitalista/machista/colonial/opresor y de las múltiples violencias contra ellas. Éticamente,
este delito y su grave incidencia nos confrontan con un mandato de lucha, solidaridad,
denuncia y compromiso.

Prevención de feminicidios
Nuestro país se ha estremecido recientemente por el aumento de feminicidios.
Esta es la manifestación más cruel y despiadada del maltrato a la mujer.
Mundialmente, el 30% de estos es cometido por parejas o exparejas
sentimentales. Por eso en vez de decir violencia doméstica se prefiere el
término intimate partner violence, o violencia de compañero íntimo (VCI).

Una autopsia histórica de casos de VCI muestra signos de problemas crónicos.


Generalmente, en su niñez los asesinos fueron abusados o presenciaron
violencia en casa. Durante la adolescencia se ven tendencias a la agresividad
verbal con las compañeras y/o matoneo. Además, todos los feminicidas
previamente habían maltratado repetidamente a sus compañeras.

Si hacemos el perfil psicológico encontramos celotipia, machismo excesivo y


lucha por poder y control, buscando la sumisión femenina. En los casos de
mujeres que lograron separarse el mensaje es “yo soy tu dueño y si no eres
para mí, no lo serás para nadie”. Los estudios muestran una tendencia a
problemas de alcoholismo y explican cómo las drogas aumentan el nivel de
violencia. Además, hay rasgos de personalidad antisocial o enfermedades
como el trastorno explosivo intermitente.

Los feminicidios se pueden prevenir usando un enfoque sistémico que incluya


alianzas de los sectores públicos, privados y comunitarios. Estas son algunas
de las acciones sugeridas:
Campaña educativa masiva que ayude a la concientización de que la mujer
tiene iguales derechos que el hombre y entender que no hay justificación para
ningún maltrato.

Educación de padres para prevenir el abuso infantil.

Educación de hombres. Los familiares, amigos, entrenadores deportivos,


maestros y otros pueden repetir constantemente mensajes contra el machismo.

Programas de empoderamiento para mujeres.

Identificación de mujeres a riesgo. Los profesionales de la salud pueden


ayudar en esta tarea.

Un sistema que permita hacer reportes discretos al identificar mujeres a


riesgo.

Sistema de apoyo a mujeres abusadas. Refugios o asistencia personal, por


teléfono o virtual.

Programas de rehabilitación para hombres abusadores no-homicidas. En los


Estados Unidos estos programas han demostrado efectividad. Tanto con
participación voluntaria o por mandato judicial.

Acceso a servicios de salud mental para mujeres afectadas y los familiares


sobrevivientes. Incrementar la seguridad con identificación temprana, control
y/o aseguramiento de los compañeros violentos.

Ya la Gobernación del Atlántico, la Alcaldía de Barranquilla, EL


HERALDO, las universidades y otras instituciones han empezado a trabajar
en estas áreas. Pero se necesitan más recursos. Cada uno de nosotros puede
hacer algo para deshacernos de este vergonzoso flagelo. Tenemos muchas
oportunidades. Aprovechémoslas.

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