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6° básico A
La sociedad colonial tuvo un carácter estamental. Si en el siglo XV lo que ordenó la sociedad fue la
guerra, a lo largo de los siglos XVII y XVIII la sociedad se organizó jerárquicamente, y a cada grupo le
correspondía llevar a cabo una determinada función
Ser mujer en la Colonia
Mujeres aristocráticas: Era común que se casaran antes de los 20 años para que tuvieran muchos hijos.
Algunas se ocupaban de la administración de pequeñas tiendas, como propietarias o atendiendo los
establecimientos de sus cónyuges. Muchas viudas administraban las haciendas.
Mujeres mestizas: Su situación fue variada; muchas lograron casarse o formar en las haciendas un hogar
estable. Otras debieron asumir solas la maternidad, y emprendieron como trabajadoras ambulantes o
atendiendo las chinganas (fondas). Otra se vincularon al servicio doméstico en casa de españoles y
criollos.
Mujeres indígenas: Una parte de las mujeres indígenas logró formar un hogar con españoles o criollos,
pero en su mayoría hicieron familias con hombres mapuches. Algunas optaron por integrarse al modo
de vida español, pero la mayoría intentó mantener sus tradiciones y modo de vida.
Mujeres esclavas: La situación de las mujeres negras fue de una constante vejación. A los abusos
patronales se sumaba el hecho de que sus hijos podían ser vendidos. Esto hizo que muchas optaran por
tener el menor número de hijos.
Las mujeres religiosas: Así como las órdenes religiosas masculinas se dedicaron a las misiones y a la
educación, desarrollando una activa labor en la sociedad, los conventos religiosos femeninos acogían la
vida contemplativa, de oración, aisladas del mundo terrenal. A la vida religiosa se incorporaron muchas
mujeres, las cuales, junto con servir a Dios, pudieron aprender a leer, escribir y recibir instrucción.
Toda sociedad necesita tener espacios para celebrar, conmemorar o, simplemente, divertirse; la
sociedad colonial no fue la excepción. La Plaza de Armas fue el espacio donde aristócratas y mestizos
compartieron para celebrar: la llegada de una autoridad política, el nacimiento de un príncipe, ver el
paso de una procesión, conmemorar el día del patrono de la ciudad o para divertirse observando una
corrida de toros o de caballos. Sin embargo, una sociedad jerarquizada como la colonial, entregaba a
cada sector social sus propios espacios de diversión y ocio.
Reuniones de entretención propia de la élite; allí las familias aristocráticas mostraban y daban a conocer
sus ropas y joyas traídas de Europa. La tertulia reunía a hombres y mujeres que conversaban, jugaban
naipes o reflexionaban sobre el acontecer público. El espacio escogido era el salón principal de la casa,
llamado “cuadra” adornado por espejos, cuadros religiosos y velas. Al ritmo de un arpa o una guitarra
algunos se animaban a bailar danzas como las polcas y cuándos. Mientras tanto los sirvientes se
encargaban de atender a los visitantes con cacao, mistela, dulces, y otras delicias culinarias.
Los sectores populares realizaban Chinganas:
El lento pero sostenido crecimiento demográfico de algunas ciudades como Santiago que a fines del
siglo XVIII albergaba a más de 17 mil personas, o de Concepción que en la misma época alcanzaba a más
de 9 mil habitantes, aumentó las necesidades de abastecimiento de dichas ciudades. Así, se desarrolló el
comercio ambulante que tuvo gran importancia: los vendedores recorrían las calles de las ciudades
ofreciendo una gran diversidad de productos: agua, hielo, velas, pan, leche, entre otros.