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De feminismos comunitarios

Por Esteban Romero Álvarez

A lo largo de los últimos años, cada vez que la palabra ​feminismo ​sale a colación en
alguna plática o reunión donde me encuentre, lugar común ha sido el cruzarme con
comentarios bastante desafortunados -y mal construidos- acerca del tema. Resulta
cosa muy sencilla hablar sobre los asuntos que más desconocemos; la distancia
permite observar cualquier evento con una lente distinta, pero también, la mayoría
de las veces, mucho menos objetiva. Uno de los más grandes errores que se tienen,
en lo tocante al feminismo, se da en la equivocada concepción de pensar este
movimiento como una acción única, con las mismas metas en todo tiempo y
espacio. Establecer que existe un solo feminismo equivale a decir que no hay más
que una sola clase de mujer, cuando en realidad la identidad y necesidades de cada
persona se van construyendo, destruyendo y modificando de sociedad en sociedad:
una feminista en Costa Rica no puede tener los mismos objetivos que una feminista
en México. Entre los distintos tipos de feminismo, existe uno de reciente surgimiento
en América Latina que pone en perspectiva la situación de la mujer indígena en
nuestro continente como nunca antes se había hecho: el feminismo comunitario.
Éste, al igual que en los otros casos, cambia de lugar en lugar, pero es en
Guatemala, con Lorena Cabnal como principal representante, donde ha tomado más
fuerza.

​ ibujo, 5 de marzo de 2015, imagen en línea, ​La Jornada.


Feminismo Comunitario, d
http://www.jornada.unam.mx/2015/03/05/ls-central.html

Lorena Cabnal, indígena guatemalteca originaria del pueblo maya-xinka, es una


proactiva defensora de los derechos humanos en su país y miembro de la Sociedad
de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán. Ha dedicado su vida a la defensa
del cuerpo de la mujer, además de ser una experta en feminismo comunitario.
Cabnal tuvo que enfrentar severas adversidades desde pequeña, ya que su infancia
se dio a la par de los años más sangrientos de la Guerra Civil guatemalteca, por lo
que su familia fue expulsada violentamente del territorio en el que se encontraban.
La violencia, injusticia y maltrato reinante en Iximulew -nombre maya para referirse a
Guatemala que quiere decir la “Tierra del Maíz”- generaron en Lorena Cabnal una
conciencia viva de la desgarradora situación, acompañada de inquietantes
preguntas: “¿Por qué los líderes espirituales y del gobierno son únicamente
hombres?”, o peor aún, “¿Por qué las más pobres somos las mujeres?”. La pequeña
niña se encontraba, sin saberlo aún, cuestionando un orden patriarcal impuesto
como natural desde hace cientos de años donde la explotación del cuerpo de la
mujer era -sigue siendo en varias comunidades- lo “normal”. La lucha, sin que
muchos se dieran cuenta, era por partida doble: contra el despojo de los territorios y
contra el machismo violento.

Desde este punto, las preocupaciones derivaron en acciones. La activista se dedicó


al estudio de la historia de Guatemala para poder entender las raíces del problema.
Primero que nada, era imperante reconocer que esta explotación y exclusión de la
mujer no es, en ningún modo, natural. Retornando al origen de las comunidades
indígenas, donde no existían clases sociales ni división, era sencillamente imposible
que las relaciones tuvieran impregnado ya el machismo patriarcal. Erróneamente, se
ha llegado a pensar que el origen de esta exclusión se da en la época colonial,
cuando en realidad, la activista ubica el surgimiento de lo que ella denomina
patriarcado ancestral originario ​en las primeras guerras entre pueblos. Aquí, las
mujeres comenzaron a ser intercambiadas o vendidas a los guerreros como meros
objetos de mercancía, dando paso al inicio de una cultura machista. Cabnal se dio
cuenta que los ritos ceremoniales y las tradiciones culturales son parte importante
de la identidad de un país, pero que estos jamás deben permanecer
incuestionables. Los hábitos no pueden ser sinónimo de excelencia. Parte vital del
crecimiento de una sociedad se da al reconocer que una actividad violenta no puede
seguir siendo practicada, por más que en el pasado haya sido un hábito inamovible.
La activista propone examinar, reconocer, modificar -o eliminar, si es necesario-
todas aquellas conductas “tradicionales” que cosifican al, mal llamado, género
femenino. Los patriotismos falsos y arrogantes en Latinoamérica han desarrollado
una incapacidad para reconocer a las mujeres como seres con intereses
individuales que pueden estar en conflicto con los roles tradicionales que se les han
impuesto.

La invasión colonial no hizo sino recrudecer el problema. Sumado a la


discriminación sexual por una falsa idea de superioridad por parte del hombre, se
agregó la segregación por motivos raciales. La cruz de las indígenas se duplicó,
aumentando el peso de la carga: no puedes ser mujer y, mucho menos, si no es de
raza blanca. Por estos, y otros motivos, es que Lorena Cabnal remarca lo necesario
de una filosofía feminista de vida comunitaria surgida en la misma comunidad
indígena. ¿Quién sino ellas pueden recrear las realidades que se les han entregado
como dadas y reivindicar la libertad de la mujeres frente al patriarcado machista? La
propuesta de la guatemalteca no nace dentro de una escuela de pensamiento ya
existente, sino que surge a partir de las vivencias experimentadas en carne propia,
es decir, Lorena Cabnal desde su posición privilegiada como maya xinka, no habla
por ​las mujeres indígenas, habla ​como m
​ ujer indígena. En la actualidad, existen aún
ciertos movimientos feministas occidentales que siguen excluyendo a determinados
sectores -la comunidad transgénero, transexual y queer, las mujeres
afrodescendientes, etc. Cabnal rechaza estos seudo feminismos racistas,
colonialistas y eurocéntricos que no entran ni a la fuerza como solución para el
machismo en Guatemala.

La activista indígena, que fue expulsada de su comunidad por tener solamente un


hijo -porque claro, “la maternidad es crucial en la vida de cualquier mujer”- ha
enfrentado numerosas dificultades que, lamentablemente, comienzan desde el
lenguaje. El lenguaje, que funciona como mediador entre el pensamiento y la
realidad, da la posibilidad de ofrecer nuevos significados a los significantes, pero,
¿cómo poder explicar a un grupo de mujeres indígenas los conceptos de ​género​,
patriarcado o ​feminismo​, si éstos ni siquiera existen en su lengua? Cabnal sin poder
crear ​nuevas realidades, ​se ha tenido que encargar únicamente de reconfigurar o
darle forma ​a las partes ya existentes; en lugar de hablar acerca de patriarcado, se
habla acerca de una desarmonización de la vida -concepto que las comunidades
pueden tratar. Al disponer el entorno de una manera distinta a la realidad que se
conoce, los elementos se presentan con una nueva apariencia, como si se jugara
con las mismas cartas pero con diferentes reglas.

Siendo Guatemala uno de los primeros lugares en feminicidio, Cabnal propone una
sanación cósmico política donde las mujeres primero se reencuentran con la
naturaleza, así como con su cuerpo, para identificar los miedos e injusticias que las
traspasan y, así poder después expresarlo políticamente. Lorena Cabnal se ha
encargado de darle una voz a aquellas mujeres que viven en pueblos donde el
tiempo parece sucederse de una manera extraña, donde presente, pasado y futuro
se han unido para congelarse sin permitir a las mujeres moverse, avanzar; es aquí
donde la activista feminista ha sacado a la luz los anhelos de mujeres que buscan
equidad y libertad, para ​destruir ​lo que produce su deseo: el patriarcado ancestral, el
machismo violento y la discriminación fundada sobre el cuerpo sexuado de la mujer.
Al transgredir los dogmas atávicos, el feminismo comunitario se presenta más como
un estilo de vida que como una teoría, que reconstruye nuestra percepción de la
transversalidad de género en las sociedades actuales. A final de cuentas, quién
mejor para expresarlo que la misma Cabnal:

“Yo me opongo y me niego porque este cuerpo nació -aún en medio de esta vida
jodida- como un cuerpo que también tiene la enorme potencia política para liberarse,
para sospechar, para estar inquieta, para cuestionar, para volver a pensar dos
veces las cosas, para atreverme a la posibilidad de recuperar mi cuerpo ante la
vida”.

Foto: Sara Bonilla Barahona, 22 de octubre de 2015, imagen en línea, ​Cimac


​ ttp://www.cimacnoticias.com.mx/node/71022
Noticias. h

-CABNAL, Lorena (2010) ​Acercamiento a la construcción de la propuesta de


pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarios de Abya
​ n Feminismos diversos: el feminismo comunitario, Acsur Las Segovias,
Yala e
Madrid, pp. 11-25.

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