En esos años acompañé al politólogo norteamericano Paul Oquist, a quien
había conocido en Berkeley –donde él hacía su doctorado y yo mi maestría–, en algunas exploraciones sobre el tema de su tesis, la violencia en Colombia. Nos acercaron amigos comunes y su interés de investigación. Coincidimos al regresar al país y en el desarrollo de su estudio convergimos en las preocupaciones sobre las perspectivas regionales de la violencia y en el caso particular del Tolima, región conocida y comentada en medios familiares y de amigos por la pavorosa incidencia que habían tenido en ella las expresiones más agudas del conflicto. Avivó mi interés por esta historia el contacto con los paisajes y las gentes del Sumapaz, en donde perduraban y aún perduran muchos antecedentes de las movilizaciones y luchas. Movido por crecientes inquietudes políticas, comencé a hacer el estudio sobre la violencia en tres regiones de ese departamento, con el apoyo de una beca de investigación de la Fundación Ford y mientras laboraba en el Ministerio de Agricultura, en un proyecto de la FAO sobre empleo rural. Un nuevo ofrecimiento de trabajo en la Universidad de Antioquia me permitió redactar mi primer libro, Violencia y desarrollo, basado en esa investigación. Nuestra guerra estaba aún lejos de atraer el interés de los académicos y apenas contábamos con instrumentos para acercarnos a su comprensión, pero este trabajo me dejó elementos, no solamente de la lucha política, a la que dediqué el mayor énfasis en ese acercamiento, sino de sensibilización a la aproximación geográfica y cultural, a lo que luego habría de asignarle mayores esfuerzos: la perspectiva regional. Poco después me incorporé en el Departamento Nacional de Planeación a los equipos de trabajo Plan de Alimentación y Nutrición, y Desarrollo Rural Integrado (PAN y DRI). Fue una nueva oportunidad de acercamiento al campo y a los campesinos, ahora desde la óptica del “desarrollo”. Nos faltaba mucho por entender los alcances de esta iniciativa, impulsada por el Banco Mundial en particular, pero no fue menor la posibilidad de acercarse a ese universo que estábamos lejos de comprender. En muchas de las regiones rurales que visitamos aún vivían los impulsos de la reforma agraria, aún se sentían los empujes de las recuperaciones campesinas de las tierras 2 ensayo el rumbo de la agricultura vendría a ser afectado tanto por las políticas comerciales de la liberalización como por los impactos de las variaciones climáticas en el marco político de un renovado autoritarismo. Plasmé algunas apreciaciones sobre esta evolución en dos publicaciones: Territorios de la agricultura colombiana (2009) y Las guerras de la agricultura colombiana (2011), las cuales fueron el punto de partida para mi tesis doctoral. Una gran proporción de los costos sociales de estas orientaciones recaería en las comunidades campesinas y en sus organizaciones, lo cual condujo al debilitamiento de la gobernabilidad y a la búsqueda de una negociación política de los conflictos sociales y armados en el campo, la cual comenzó a desarrollarse en forma abierta a partir de 2012, proceso en el que tuve oportunidad de participar en varias oportunidades, entre ellas en la preparación de los informes de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, establecida por la Mesa de conversaciones. Los acuerdos resultantes de estas negociaciones dieron especial cabida a la temática agraria y dentro de ella al reconocimiento de la deuda largamente acumulada con los campesinados del país. No será tarea fácil corregir el rumbo impuesto con la violencia que ha caracterizado al desarrollo agrario Colombianos pero acá radica el potencial transformador del cumplimiento del Acuerdo de paz suscrito entre los contendientes de esta larga guerra. de La Habana Las relaciones entre el desarrollo del capital y los campesinados han formado parte de la historia del sistema económico mundial, constituido con el apoyo de políticas públicas establecidas para este efecto. A partir de estas relaciones, las agriculturas y la comercialización de su producción han sufrido transformaciones con particularidades de carácter económico, político y cultural en cada país.