Vous êtes sur la page 1sur 22

Comer de más, un diálogo

Una aplicación de los principios de Un Curso de Milagros

Introducción

El subtítulo del libro es “Una aplicación de los principios de Un Curso de Milagros”, y sin familiaridad
alguna con los conceptos manejados en el Curso – especialmente sus enseñanzas respecto a las
relaciones especiales- el lector puede encontrar algunas de las aseveraciones planteadas aquí como
irrelevantes en el mejor de los términos, y en el peor como fuera de lo normal. El formato del diálogo
original no incluía ninguna explicación teórica profunda, ya que los participantes conocían ya los
principios del Curso al igual que el auditorio en cuestión. Así, las aseveraciones hechas eran en realidad
las conclusiones de una larga secuencia de ideas que no fueron verbalizadas. En todo caso, este libro
puede terminar llegando a un auditorio, que en gran parte no esté familiarizado con Un Curso de
Milagros. Es por eso que redactaré una previa presentación con un resumen de las enseñanzas
metafísicas del Curso respecto al especialismo (el contenido) las cuales son el fundamento para la
discusión sobre comer de más (la forma).

Separación, especialismo y comer de más: forma y contenido.


Un Curso de Milagros enseña que la base de todo el mundo material, no se diga nuestra experiencia
como seres físicos y psicológicos, es la creencia en que nos hemos separado de Dios, nuestro Creador,
nuestra Fuente. Este pensamiento, el cual el Curso marca que es ilusorio, consiste en la dinámica del
pecado (la creencia en que el pecado verdaderamente ocurrió), la culpa o el autoaborrecimiento (siendo
éste la experiencia psicológica del pecado), y el miedo (de nuestro esperado castigo de Dios como
consecuencia inevitable del pecado y la culpa). Esta trinidad de pecado, culpa y miedo es el fundamento
del sistema de pensamiento del ego que hemos fabricado como el contenido de nuestra pesadilla. A
través de la dinámica de la proyección, este sueño evolucionó en la fabricación del mundo de la forma
como defensa contra la imaginada furia de Dios. Sin embargo, mantenemos la esperanza mágica de que
esta defensa sea una fortaleza que mantenga el amor vengativo y furioso de Dios, concepto ya en sí
distorsionado, lejos de nosotros. El Curso establece:

El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. Es el símbolo del miedo. Mas ¿qué es el
miedo sino la ausencia de amor? El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar
en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. (L-pII.3.2:1-4)

El mundo y el cuerpo dan forma al pensamiento de separación, ya que, como enfatiza el Curso, lo que se
percibe fuera de la mente es solo el reflejo o la proyección de lo que está adentro: lo interno y lo externo
son lo mismo. Podemos pensar en nosotros como espectadores en un cine, donde lo que se percibe
como real (psicológicamente al menos) en la pantalla es solamente la proyección de la película que corre
por el proyector de películas. Más aún, es imposible que haya otra cosa en la pantalla que no sea lo que
hay en la película que el proyector de películas proyecta (o que esté en el lente del proyector), así como
no se dejará de proyectar en le pantalla nada que sí esté en la película (o en el lente). Esto es análogo a
la situación con los pensamientos (la película) que están en nuestras mentes (el proyector), que son
directamente responsables por nuestra experiencia en el mundo físico (lo que se percibe en la pantalla).

Entonces, para resumirlo de manera simple: lo que percibimos, hacemos, sentimos y pensamos con
nuestros cuerpos, no es más que el reflejo de los pensamientos subyacentes en nuestras mentes.
Observar lo que hacemos nos puede ayudar a entender el contenido de nuestras mentes separadas, las
cuales, incidentalmente, no deben ser confundidas con nuestros cerebros, los cuales son simplemente
parte de nuestros cuerpos. De manera similar. Entender la dinámica básica del sistema de pensamiento
del ego nos ayuda a entender mejor el significado de nuestras actividades corporales.

1
Desde la perspectiva del ego, el pensamiento de separación es una idea horrorizante. Para retomar el
punto, el sueño del ego, tal como el Curso caracteriza el mundo ilusorio del ego, sostiene la creencia de
que hemos usurpado el lugar de Dios, en efecto matándolo, habiendo robado Su Amor, Poder y Vida.
Sobre esta idea de Dios asesinado hemos construido nuestro propio ser triunfante, y nos hemos vuelto
todo poderosos gracias a lo que hemos canibalizado de nuestro Creador. Este ser separado, llamado “el
ego” por el Curso, existe solo por lo que ha robado, sin lo cual simplemente cesaría su existencia.
Desde su comienzo, la existencia del ego ha sido dependiente del Dios que ha percibido afuera de el, de
Quien ha robado su misma “vida”. Esta experiencia de carencia amenaza la existencia del ego y por lo
tanto debe intentar continuamente “alimentarse” de esta fuente de “vida” re-actuando la violación original
al Cielo, que es otra forma de considerar el pensamiento de separación. Esta necesidad continua del ego
de robar algo de afuera para mantener su propia existencia es a lo que el Curso se refiere como
“especialismo”: la necesidad de satisfacer mis necesidades “especiales” canibalizando gente “especial” a
quienes percibo como procesadores del “especialismo” que requiero para vivir mi vida.

Regresando ahora al principio de que lo que está dentro de nuestras mentes es lo que proyectamos,
podemos entender mejor la naturaleza del cuerpo, que es entonces la imagen externa de lo que hay en
los pensamientos de la mente. Un cuerpo- la expresión en forma del pensamiento del ego de separación
y de especialismo- no puede existir sin canibalizar una fuente externa de energía. Sin embargo, sin tomar
alimento de lo externo- a través de matar lo que parecía vivo y haberlo comido- el cuerpo se moriría de
hambre; igual que si dejara de recibir oxígeno, el cuerpo moriría. Podemos entonces entender que muy
profundo en todas nuestras mentes inconscientes está la conexión simbólica de que con cada pedazo
que ingiramos, con cada respiro, estamos re-actuando el pensamiento original de separación. Como el
Curso enseña de manera más abstracta:

Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces sino revivir ese
instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor (T-26.V.13:1).

Creyendo que somos seres corpóreos estamos constantemente reviviendo este terrible instante cada
segundo de nuestras vidas.

Este conocimiento metafísico previo nos ayuda a explicar porque la mayoría de la gente que camina por
este mundo experimenta algún conflicto, ansiedad o problema alrededor de la comida, sin mencionar el
tener una variada gama de asociaciones de especialismo que inevitablemente nacen alrededor de la
comida. Por supuesto esto no significa que debamos sentirnos culpables cada vez que comemos o
respiramos. Pero un entendimiento de cómo y porqué el ego fabricó al mundo en general, y
específicamente al cuerpo, es de suma ayuda para entender exactamente cual es el sistema de
pensamiento del ego. Hasta que no revelemos la película de nuestras cámaras, no sabemos en realidad
que es lo que hay en ella. Sin saber qué es lo que hay que cambiar en nuestra mente, es imposible
hacerlo.

Un Curso de Milagros enseña que nuestras mentes tienen la opción de elegir entre el sistema de
pensamiento del especialismo del ego o el sistema de perdón del Espíritu Santo. El primero está basado
en la creencia de que la separación de Dios realmente ocurrió, como ya lo hemos visto, mientras que el
segundo enseña que la separación no solo no ocurrió, sino que es imposible que haya tenido lugar: aún
somos como Dios nos creó, y nuestros pensamientos de odio y ataque no han tenido efecto en el Amor
de Dios y en nuestra Identidad como Hijo de Dios. Aun así el Curso nos insita a cambiar nuestra mente
del especialismo al perdón, lo cual se refleja en una percepción diferente de nuestro cuerpo. Aprender a
ver el cuerpo de manera objetiva, sin juicio, nos muestra nuestros pensamientos subyacentes de
especialismo, y este proceso de deshacer es a lo que el Curso se refiere con perdón. Es por lo tanto una
parte esencial de las enseñanzas de Jesús en Un Curso de Milagros que sus estudiantes aprendan a
pedirle ayuda (o al Espíritu Santo) para que se les provea de una percepción diferente a la del mundo del
ego. Como dice el Curso:

Esta es la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que tú
hiciste para sanar en vez de para hacer daño (T-25.VI.4:1).

2
El cuerpo que el ego fabricó como un instrumento para el odio, el asesinato y el miedo, visto a través de
la gentil percepción del Espíritu Santo se transforma en un salón de clases en el que aprendemos el
significado del perdón. El tema básico, es entonces, si tomamos como guía e intérprete al especialismo
del ego respecto a mi alimentación, o la vía del perdón del Espíritu Santo. La elección por el ego es una
invitación a la culpa y al sufrimiento, mientras que la elección por el Espíritu Santo es una invitación a la
dicha y el gozo. La elección última no es entonces: comer o no comer. En su lugar la decisión es con
quién (o Quién) elegimos comer. Y en esa decisión se encuentra el infierno o el Cielo:

La percepción es congruente con tu elección, y… elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y
el júbilo, entre el Cielo y el infierno (L-pI.130.10:3; L-pI.190.11:1).

Aprender esta única lección es el objetivo de Un Curso de Milagros.

El Diálogo
Betty: Mi relación con la comida ha sido siempre respecto a más- siempre queriendo más. Mi madre solía
decir, “Come – te va a dar hambre al rato.” Así que eso he hecho toda mi vida. He comido. He comido
para no tener hambre al rato.

Kenneth: ¿Y te ha funcionado?

Betty: No, siempre tengo hambre.

Kenneth: Eso quiere decir que siempre tienes que estar comiendo.

Betty: Así es. Incluso ella solía decir, “Alimentamos a los que amamos.” Así que ese es el lugar del que
yo vengo. Siempre quiero comer. No importa que es lo que esté pasando, una emoción o un
pensamiento, lo que sea, siempre se traduce en: quiero comer.

Kenneth: Implícito en lo que estas diciendo está, que si tu no comes, si tu no haces algo, entonces algo
terrible te va a pasar. Y eso es lo que nos remonta a las enseñanzas del Curso: si nos quedamos
calladitos y mantenemos un espacio vacío, entonces Dios va a llegar a toda prisa a destruirnos (L-
pI.13.2:2). Así que siempre queremos llenar ese vacío. El ego primero nos dice que estamos vacíos, y
después nos dice que si es Dios quien llena ese vacío seremos destruidos. Entonces tenemos que
llenarlo nosotros mismos, y la comida es una de nuestras maneras favoritas para hacer esto. El ego hizo
al cuerpo especialmente para que estuviera vacío y carente, siempre necesitando algo. El ego inventa
todas estas cosas maravillosas que el mundo nos ofrece para llenarnos. Obviamente, la comida es
“grandiosa” para esto- hay muchísimas otras cosas, pero no importa lo que sea que escojamos, nunca es
suficiente porque el sistema completo se hizo para que nunca tuviéramos suficiente. Eso es, el sistema se
perpetúa a sí mismo constantemente porque comemos y luego evacuamos, luego volvemos a estar
hambrientos – como lo dijo tu sabia madre- y entonces nos mantenemos comiendo y comiendo. Mientras
más comamos, más mostramos lo vacíos y carentes que somos, lo que nos hace sentir más ansiedad y
nos mantiene alimentando a la misma. Es por esto que es un ciclo sin final.
Es interesante también, que en el nivel que todos compartimos, todos debemos comer porque nuestros
cuerpos siempre llegan a sentirse hambrientos. Creemos, por ejemplo, que si no comemos nos podemos
morir. Esto hace referencia, claro esta, al ego -si no mantenemos alimentado al sistema del ego, entonces
el ego morirá-. Este es el pensamiento que se expresa en el cuerpo en términos de comer, porque
literalmente si no comemos nos vamos a morir. El sistema está instalado de esta manera. La personas
que identificamos como con problemas con la comida están manifestando un sentido exagerado del tema,
al igual que la gente que decimos que está clínicamente loca o clínicamente paranoide, están

3
simplemente manifestando en extremo formas que todos manifestamos. Cuando el Curso habla de la
locura del ego, se refiere a la locura que todos nosotros tenemos. Son sus formas extremas las que se
encuentran en las personas que encarcelamos. Pasa exactamente lo mismo con la comida. Todos tienen
un problema alimenticio dado que todos creemos ser un cuerpo, y si no comemos, algo terrible pasará.

Susan: Esto es muy interesante para mí, porque siempre he tenido un sentimiento que he venido
asociando –especialmente desde que soy estudiante del Curso- con esta terrible soledad que tengo. No
importa que esté haciendo, con quien esté o que sea que esté comiendo, me siento sola. Pero, en mi
búsqueda por llenar esta soledad, parece que la comida presenta las oportunidades más interesantes.
Por ejemplo, especialmente me doy cuenta de esto cuando estoy en la ciudad de Nueva York: no puedes
caminar 3 metros sin que tus sentidos se vean asaltados por todos estos magníficos displays de cómo
llenar esta soledad. Está el mejor helado, y el mejor chocolate; esta por todos lados. No entiendo como
las mujeres que están en casa todo el día no son obesas, dado que en cada programa televisivo de 30
minutos debe haber 30 comerciales de alimentos. Y la comida se ve maravillosa, ya que la gente
comiéndola, también se ve maravillosa. Así que siempre me ha parecido que ahí había un abastecimiento
ilimitado e infinito de algo muy reconfortante, muy interesante, excitante, amorosas maneras de llenar ese
vacío. Quiero decir, por ejemplo, si comes pasta, me parece como si estuviera reemplazando a mi madre:
ya sabes, es reconfortante, calientita, suave.

Kenneth: Te llena.

Susan: Si, te llena. Si comes chocolate, es excitante –como el sexo. Me parece que hay una comida para
todo. Así que en realidad no necesitas hacer nadamas más que comer. De alguna manera cuando la
ingieres, esa sensación inmediata si reemplaza esa terrible soledad.

Kenneth: Absolutamente, ese es su propósito. El ego nos hizo para sentirnos solos, y luego nos ofreció
el mejor remedio. La comida funciona, y funciona tan efectivamente porque en el nivel corporal básico en
efecto necesitamos la comida, de otra manera no podemos vivir. Así que eso alimenta, valga la
redundancia, al sistema completo.

Judy: Pero es solo una gratificación temporal, porque en el momento que terminas con lo que estas
comiendo ya estas buscando algo más; y como dijo Betty, nunca llegas a estar satisfecho. Yo siento lo
mismo, porque la comida no me llena. Es solo la gratificación inmediata y luego me encuentro buscando
otra cosa. Y cuando ya no estás hambriento pero estás comiendo, empiezas a sentirte en verdad
culpable. Me empiezo a preguntar porqué estoy haciendo lo que estoy haciendo si ni siquiera lo estoy
disfrutando ya.

Kenneth: Yo pienso que si en verdad estás atenta después de un rato ya no lo disfrutas. Algo que la
gente hace frecuentemente es comer tanto que se provocan malestar. Llegado ese punto, paran.
Recuerdo a Bill Thetford contándome de un amigo que estando en Londres compró una libra (unidad de
peso) de chocolate Black Magic, y así como la compró también se la comió. Se puso tan mal que estuvo
enfermo por un día o un poco más. Esa es una manera de resolver el problema de ansiedad, porque de
otra manera seguirías come y come. Pero si en verdad provocas sentirte enfermo, terminas con el
problema por un rato. Eso funciona de maravilla también.

Susan: No parece que el Espíritu Santo sea tan rápido como la barra de chocolate. Aquí tengo este
sentimiento –soledad- y tengo esa barra de dulce, y se lo que va a pasar en el minuto en que la ponga en
mi boca. Mientras que no se exactamente dónde está el Espíritu Santo en el momento en que le
pregunto. Uno parece tan inmediato –sin tomar en cuenta el hecho de que me torturo inmediatamente
después de que me lo he comido; y tal parece como si tuviéramos que esperar al autobús numero 2 antes
de que el Espíritu Santo llegue, ¿sabes?

Kenneth: Repito, el sistema está instalado de esa manera porque el Espíritu Santo no tiene nada que ver
con nuestros cuerpos. El está en nuestras mentes, y si nosotros creemos que somos cuerpos, entonces
de ahí es de donde tendrá que venir la gratificación. Y, tú tienes razón, el Espíritu Santo no parece

4
trabajar tan rápido como la barra de chocolate. También es cierto, como tú lo dices, que después de esa
rápida gratificación sigue un sentimiento terrible. Eso es cierto con cualquier relación especial: no te das
cuenta de que después de que se va lo bueno, lo que queda es culpa. Es por eso que te sientes terrible.
¿Y qué haces cuando te sientes terrible? Tienes que ahogar a la culpa de nuevo y alimentarla; así que
continúas comiendo – es un ciclo.

Betty: Pero con algunas personas esto no ocurre. Algunas personas no comen de más. Yo estoy gorda y
algunas personas no lo están. Yo siempre necesito más, quiero más, nunca es suficiente para mí. Pero
para algunas personas, cuando terminan de comer, terminan. Yo soy considerada como obesa y como
más que otras personas. ¿Es porque cargo con más culpa? ¿Es esa la razón?

Kenneth: ¿Estás diciendo que no es justo Betty?

Betty: Si.

Susan: ¡En verdad no es justo!

Kenneth: Lo que están diciendo es verdad – lo puedo entender. Pero la gente escoge sus diferentes
formas; no todas las relaciones especiales son iguales en la forma. Entonces, es muy posible que la
gente que ustedes envidian porque están delgados y porque no comen de más, sientan grandes cargas
de culpabilidad por otras cuestiones – algún secreto con culpa o alguna pena secreta. Ellos han de
envidiarlas porque no tienen sus formas de neurosis y sus especialismos. Así que la comida, o comer de
más no es la única forma de especialismo.
En un sentido, como todos tenemos que comer, es algo que todos compartimos. Pero el exceso en esa
forma no es para todo el mundo, dado que la gente hace cosas distintas. El por qué la gente hace tal o
cual cosa es completamente otro tema. No hay una respuesta real para eso en todo caso. Pero lo que el
ego nos quiere decir en todo momento es que a los demás les va mejor que a mi. A mi me va peor que a
alguien más, justo como dijiste en tu broma antes de empezar nuestra conversación: “si supieras la
privación o insuficiencia que he tenido, entenderías por qué como de más.” Todo el mundo se siente así –
a mi me va peor que a los demás, así que hay una competencia demente de ser más victima que los
demás, y eso te hace especial. Pero la tentación está en siempre compararnos con los demás –ya sea
para ver si estamos mejor que ellos- o, lo que está realmente debajo de esa idea es que soy peor que los
demás. Y entonces, a lo mejor, una de las atracciones de comer de más es mantenerte realmente
miserable para que en verdad seas la mejor victima. Detrás de eso esta la necesidad de probar que he
sido tratado injustamente; y la manera en que logro esto, es demostrando continuamente el problema que
tengo, como tener sobrepeso- ya sea que actualmente tengo sobrepeso o solo psicológicamente, por
ejemplo, cuando pienso que tengo sobrepeso. Mientras más sobrepeso tenga –mientras mas problema
tenga con la comida- mas podré culpar a alguien, como mis padres desordenados, por ejemplo, que me
trataron mal y no me dieron el amor, el afecto y la ternura que yo quería y sentía que merecía. Así que
cada vez que tomo un pedazo de chocolate, estoy en realidad clavando otro clavo a su cruz y diciéndoles:
“ustedes me hicieron esto.”

Susan: Estás llegando a algo que ya te he escuchado antes, que detrás de cada expresión de culpa hay
alguna persona a quien estas acusando, ¿verdad? Entonces si escogemos demostrar nuestra culpa en la
forma de gordura, entonces hay alguien, alguna persona que nuestra gordura representa para nosotros.

Kenneth: Es cierto.

Susan: Pero no es importante encontrar quién es esa persona, ¿verdad?

Kenneth: No tienes que saber quien es. Todo lo que tienes que saber es que con cada cucharada de un
delicioso helado estas crucificando a alguien. Así que el antojo por un delicioso, suave, cremoso, oscuro
chocolate simboliza el odio por esta persona a quien le clavas el clavo. Eso es exactamente lo que es.

5
Susan: Así que el placer que obtengo de lo que sea que esté comiendo, es directamente proporcional a
la manera en que quiero castigar a la persona.

Kenneth: Si, en cierto sentido se puede decir eso.

Susan: Eso tiene sentido para mí: el grado en el que invierto mi sentimiento de dicha en una comida es la
llave al grado en el que realmente quiero castigar a la persona que estoy culpando por algo.

Kenneth: Esa es la atracción- ese es el placer.

Susan: Entonces, mi agradecimiento se convierte: si no tuviera esta comida, que para mí es éxtasis,
nunca podría llegar a la profundidad de mi necesidad de perdonarme por acusar a otra persona. ¿Es eso
lo que dices?

Kenneth: Cierto. Es por eso que hacer dietas no es la solución a ningún problema, porque el problema
no son las calorías que estas consumiendo. El problema son todos esos pensamientos de ataque que
son el contenido detrás de la forma del helado de chocolate o el hot dog. Entonces si dejas el helado o el
hot dog, pero los pensamientos siguen ahí, solo los manifestaras de otra manera.
Por eso las dietas nunca funcionan, haces la dieta, pierdes 15 o 20 k, pero los pensamientos de ataque
ahí siguen; en algún punto, la necesidad se convierte en algo que te agobia – tienes que clavar a la
persona a la cruz de nuevo, entonces empiezas a comer.

Betty: Si en verdad quiero llegar a los pensamientos de ataque, a lo mejor una de las maneras de hacerlo
es dejar de comer compulsivamente, de manera que puedas acercarte a ellos y tratar con ellos de
manera más directa.

Kenneth: Si. No tiene nada de malo hacer dietas o limitar la cantidad de comida que ingieres mientras
que reconozcas que esa es solo parte del reconocimiento del problema. Creo que es bueno tener cierta
disciplina, pero si no haces nada por cambiar tu mente, entonces nada va a pasar. Puedes, incluso,
mantenerte delgada, pero vas a soñar con comida todo el tiempo. Después estarás sentada frente a una
mesa o caminando por la calle donde hay muchas tiendas ofreciendo comida y te sentirás tentada todo el
tiempo porque el pensamiento detrás de todo eso no ha cambiado. La tentación no es la comida ni el
helado: la tentación está en el ataque. Entonces, en un nivel práctico creo que puede ayudar limitar la
ingesta de comida y seguir algún tipo de dieta. Pero si eso es lo único que haces, no has hecho nada en
realidad.

Betty: Lo que quiero decir es que puede ser que al limitar mi ingesta de comida, el problema real va a
aparecer. Y entonces podré manejarlo directamente. Solo así lo podré ver como un problema de perdón y
de culpa.

Kenneth: Si, perdonando a tus padres porque no te dieron suficiente amor cuando eras mas joven, o a
quien sea que ibas a culpar.

Susan: Yo no creo en eso, no estoy a favor de lo que acaban de decir. Yo sigo retando al Curso
pensando que si en verdad funciona, no tengo que hacer nada para encontrar la conexión verdadera. Yo
me resisto a hacer dietas, me decepciono mucho cuando escucho que alguien dice “si hago dieta, y me
porto como una buena niña, y me restrinjo (es la manera en que he estado escuchando lo que dicen y yo
no aplico) y hago lo que el mundo me diga que es lo mejor que puedo hacer, y hago a mi cuerpo un poco
más bonito, sólo entonces voy a poder llegar a esos sentimientos y sólo entonces voy a saber a quien
quiero matar.” Eso me vuelve loca porque entonces estoy de nuevo como en el comienzo en donde el
comportamiento es lo que me hace mejor o peor y no me gusta eso.

Kenneth: Creo que ambas tienen razón, no hay una formula. Decir que me voy a poner a dieta y
entonces esto y esto va a pasar, puede funcionar para ciertas personas y se puede convertir en un medio
para algo más. Pero eso mismo puede matar a personas como tu. No funcionaria, solo haría más fuerte

6
tu resistencia y tu oposición. Entonces solo comerías más –para desafiar a Dios de nuevo. No hay una
manera correcta ni una equivocada de hacerlo. Pero lo que es universal en esto es que lo que en realidad
debe cambiar es el pensamiento debajo de todo esto. La manera en que busquemos lograr esto será
diferente para cada persona. Así que para algunas personas una dieta puede ayudar y funcionar justo
como dijiste Betty. Para ti Susan, no funcionaría para nada.

Susan: Cuando me pongo a dieta, hago de la dieta mi dios así como hice del helado de chocolate un
dios. La dieta se convierte en mi salvación o el helado en mi salvación, y ya sea que esté comiendo o no,
de todas maneras lo quiero. Esto me lleva a la idea del campo de batalla. Entiendo que mi pequeño y listo
ego me mantiene en esta terrible batalla, no importa lo que haga, lo que sea, está mal. No puedo estar a
dieta y estar bien, no puedo no estar a dieta y estar bien. Si me como el helado, me odio, si no me como
el helado, me odio –simplemente he construido esta situación en la que nunca gano. En realidad todo se
ha puesto peor desde que soy estudiante del Curso, porque ahora no estoy bien ni estando a dieta. Los
años en los que mantenía una dieta y me mantenía delgada, por lo menos sentía que hacia algo de
manera correcta. Ahora sé, que aún así, no está bien. Así que estoy creando este enorme laberinto
personal sin salida.

Kenneth: Cierto. Repito, creo que independientemente de los medios que la persona use, lo que en
realidad quiere hacer es tratar de entender lo que el comer esta haciendo. No necesitas saber quien es la
persona específica a la que quieres crucificar, pero es de mucha ayuda entender que el problema no es la
comida en sí, sino una forma más de ataque.

Betty: Tu dijiste hace mucho, si me permites citarte: “Come sin culpa y adelgazarás.”

Kenneth: Esa fue una buena frase.

Betty: Fue fantástica Ken. Entonces, decidí comer, ya fuera con culpa o sin culpa.

Kenneth: Eso no fue lo que dije.

Betty: Bueno, pensé que debía practicarlo antes de saber como hacerlo, porque ni siquiera sabia de que
estabas hablando. Siempre que me veías me decías: “estás adelgazando.” Mientras yo observaba la
báscula de arriba abajo y de arriba para abajo. Estaba comiendo y comiendo y tratando de hacerlo sin
culpa. Claro, como no sabía cómo hacerlo, nunca lo hice. Por supuesto, subí de peso.

Kenneth: Y entonces me culpaste a mi.

Betty: ¿Sino a quién? Tú eras perfecto. Tú incluso me dijiste que lo hiciera. Y luego estaba esta idea de
invitar al Espíritu Santo a comer conmigo. Entonces ahora limito mi comida, y ya no como helados de
chocolate porque no se cómo comer un helado de chocolate sin culpa. Pero, he aprendido a comer otro
tipo de comida, comida preciosa, sin culpa y con Espíritu. Y por primera vez, después de comer me siento
bien. Me siento satisfecha. Pero tengo que comer siete horas después.

Kenneth: Eso te da mucha práctica. Pienso que la razón por la que te funciona es porque llega al
verdadero problema que todos tenemos – el problema de la separación que está detrás del sentimiento
de la privación, insuficiencia y carencia. La comida es sólo una manera en que creemos que podemos
remediar esto. El problema central es que creemos que nos hemos separado de Dios, y eso se manifiesta
en nuestra experiencia diaria al separarnos del Espíritu Santo o de Jesús. Y la culpa que viene de ese
pensamiento es la que nos lleva ferozmente a encontrar la culpa en los demás y a atacarlos (matarlos), lo
cual es una descripción de la proyección. Entonces, como tú lo dijiste, cada bocado de comida que
disfrutamos lujuriosamente es otra manera de matar y crucificar a alguien.
Todo esto viene del sentimiento de carencia dentro de nosotros, porque nos hemos separado del Amor
de Dios. Cuando tienes al Amor de Dios contigo al comer, estas des-haciendo la raíz de la causa del
problema. Y mientras puedas experimentar ese Amor contigo más y más, y sentir una verdadera
Presencia del Espíritu Santo o de Jesús contigo, ese es el principio del proceso de des-hacer de la causa.

7
La verdadera razón de comer no es sólo crucificar a alguien allá afuera, sino crucificar constantemente a
Dios. Pero, si estas invitando a la Presencia de Dios dentro contigo, entonces todo el propósito cambia.
En efecto, estás en realidad avivando lo que es el conflicto, lo que sirve al propósito de hacerlo
consciente. Esa es su importancia.

Betty: Claro que no he aprendido aún a comer chocolate sin culpa…

Kenneth: Esta bien, pero si empiezas con un sándwich de roast beef o con un puré de papas, o un cereal
o un café, entonces ya hay un cambio.

Susan: El proceso por el que yo empecé fue invitando al Espíritu Santo mientras comía “comida mala,”
comida que yo consideraba que me hacia engordar. Y eso me hacía sentir mucho mejor- es decir, con
eso tenia una experiencia que me transformaba, todo mi sentimiento cambiaba cuando comía y
recordaba invitar al Espíritu Santo. Pero después subía de peso. Ahí estaba yo, trabajando con grupos de
comida, literalmente, tu sabes, primero chocolate, luego hot cakes y waffles, y el deseo por ellos
desaparecía una vez que comía demasiado de ellos, y me daba cuenta de que el Espíritu Santo no
permitiría que yo me sintiera culpable por todas estas cosas. Luego, mi cuerpo- y en un periodo de
cuatro meses subí cinco kilos. Después, por supuesto, me enojaba mucho. Entonces, ¿qué pasó ahí?
¿Por qué estaba subiendo de peso?

Kenneth: Lo que paso fue que se te olvido el propósito del proceso. El propósito del proceso no era
perder peso. El propósito del proceso era que tú te sintieras bien respecto a ti misma y que ya no sintieras
culpa. Lo que paso fue que tu ego estaba –como el ego siempre lo hace – tratando de sabotearte. Lo
último en el mundo que el ego quiere que tú hagas es que dejes de sentir culpa, y que en lugar de eso te
sientas amada y que amas. Entonces lo que hace es que si no te puede vencer, se une a ti. Con esto no
solo el Espíritu Santo es Quien esta invitado a los hot cakes y el helado sino también el ego. Por una
parte, el Espíritu Santo te permite que no te sientas culpable dado que sentiste su amorosa Presencia
contigo que decía “Está bien, no eres una pecadora”. Pero el ego también estaba allí diciendo “Cómo de
que no eres una pecadora, claro que lo eres. Eres una pecadora porque no te estás sintiendo culpable.
Has roto uno de los mandamientos cardinales que yo te he dado, y eso es que debes sentirte culpable
cuando comes helados, hot cakes y waffles.” A esto tu dijiste “Oh Dios, estoy comiendo helados, hot
cakes y waffles – me debo sentir culpable.” Y entonces, voila, te sentiste culpable. Lo decepcionada que
te sentiste cuando subiste cinco k no fue la causa de los cinco k. Eso sólo fue una cortina de humo para
darte una manera de justificar la culpa que sentías, y una forma de demostrar que comer con el Espíritu
Santo no funciona. No funciona porque tienes un objetivo escondido: que comer con el Espíritu Santo
habría significado que perderías peso y si de alguna manera tú no lo pierdes, entonces lo puedes culpar a
Él.

Susan: Cierto.

Kenneth: El peso es irrelevante. Comer con el Espíritu Santo termina con la pérdida de culpa: y eso si
estaba funcionando. Pero salto el ego al juego. Es la confusión forma/contenido. No tener o sentir culpa
es el contenido; bajar o subir de peso es la forma. Lo que pasó fue que se te olvido cual era el objetivo. El
Curso dice que primero estableces el objetivo, y después ves la situación o la relación como el medio
para ayudarte a llegar a ese objetivo (T-17.VI.2-4). Si el objetivo es no sentir culpa, entonces ves el comer
el helado y los hot cakes como el medio para llegar a tu propósito. Y así funciona de maravilla. Pero, si el
objetivo es bajar de peso, entonces el ego va a entrar con todo a decirte que has fracasado.

Susan: Tengo tanto miedo de este dios seductor que me dice: “Invita al Espíritu Santo, yo te amo; me
preocupas”; y yo acepto y lo hago, y cada vez me pongo más y más gorda. Eventualmente así es como
voy a quedar. El olvido (oblivion, a veces traducido como perdón, a veces como olvido) para mi está en la
obesidad. Así que éste es el escenario perfecto para actuar este rol y probar que Dios en verdad va a
atraparme si confío en Él.

8
Kenneth: Lo estás llevando acabo así porque una parte de ti quiere probar que el Curso no funciona:
esta idea no funciona; Jesús no funciona; Dios no funciona. Ese es el pensamiento que tiene que
cambiar. Entonces pienso que si volvieras a invitar a Jesús o al Espíritu Santo contigo cuando te fueras a
comer todos estos dulces, y te sintieras mejor, dirías “Eso es lo que quiero, quiero sentirme mejor. Quiero
verme en el espejo en la mañana y no preocuparme por lo que la báscula diga, porque yo sé que el Amor
de Dios está en mi, y yo no he pecado, no he hecho nada malo”- si pudieras mantener ese objetivo
siempre en tu mente, también podrías bajar de peso. Porque el subir de peso es parte de tu trampa para
probar que Dios es un mentiroso. Yo no creo que hayas hecho nada equivocado excepto haber olvidado
cual era el objetivo. Y tu ego te estaba diciendo que el propósito estaba en bajar de peso.

Susan: Entonces ahora, si me estoy sintiendo demasiado pesada como para ser capaz de de seguir esa
posibilidad en específico, y he regresado a un programa de dieta muy especial, y me siento enojada
porque debo hacer eso, ¿el próximo paso para mi es invitar al Espíritu Santo al programa de dieta?

Kenneth: Si, justo iba a decir eso. Es correcto. Ahora invitas al Espíritu Santo al programa especial de
dieta.

Susan: ¿Como motivo de no haber podido por ahora manejar mi peso tratando de que funcionara de la
otra manera?

Kenneth: Correcto. Y está bien. Así te darás cuenta de que el Espíritu Santo está contigo tanto si tienes
un programa de dieta de helado de chocolate, o si tienes un programa “especial” de dieta- no hay ninguna
diferencia. Esa es una lección importante: que Él te ama igual, ya sea que tú te estés devorando todo o
que no. Para Él no hay ninguna diferencia.

Betty: Cualquier objetivo con el cuerpo, ya sea que quiero estar delgada, o que quiero estar más
delgada, o que sólo voy a comer una ensalada, está basado en la culpa. Por eso no va a funcionar.

Kenneth: Correcto. No va a funcionar. En todo caso, puede funcionar, como un tipo de expediente
temporal, como decías hace rato, mientras estés consciente de que lo que en verdad estás haciendo es
cambiar tu mente y que el objetivo es eliminar la culpa. La Salvación y el Amor de Dios no dependen de si
peso diez, quince o veinte kilos más. Es totalmente irrelevante. Todo el punto, repito, es que Dios me ama
tanto si me como el helado de chocolate como si no. Esa es la lección que quieren aprender.

Betty: Ahora hay otra cosa, en términos de comportamiento. Hablábamos hace rato de la adicción como
una forma de relación especial, pero también como una manifestación muy real de la separación. Y
cuando me da por comer, no me estoy uniendo con mis hermanos.

Kenneth: Ese es su propósito. Recuerda que todo el propósito de comer de más o compulsivamente es
reforzar los sentimientos de carencia y separación. Así que cuando estás comiendo de más, te estás
separando de Dios; te estás separando de tus padres si es que los estás culpando; te estás separando de
la gente ahora mismo porque no quieres estar con nadie cuando comes, y no quieres estar con nadie
cuando estás gorda; etc., etc. Pero eso es todo lo que es. Es sólo una manera de probar que yo tengo la
razón y que Dios esta equivocado, y que la separación, la fealdad y la gordura son la ley: No tengo
esperanza y eso nunca va a cambiar. Pero eso es lo que es: comer es la manera de mantenerte
separada.

Judy: Pero también es una manera de unirte. Yo me siento muy unida con la gente cuando comparto una
comida con ellos. Es algo que de alguna manera busco con frecuencia.

Kenneth: Pero en ese punto, la probabilidad es que no comas de más. Si estás comiendo con alguien y
el momento es en verdad una expresión de amor, de unión, entonces estás des-haciendo la causa. Es lo
mismo que invitar al Espíritu Santo: el Curso dice que cuando realmente te unes con alguien, estás
invitando al Espíritu Santo (T-17.V.2-3). Así que cuando el propósito de la comida es tu unión con alguien,
no habrá ningún exceso en la comida, porque el propósito ha cambiado.

9
Susan: Entonces, si durante este proceso invito al Espíritu Santo, estoy empezando a deshacer el
propósito original que se creó para mantenerme separado. ¿Y después de eso el Espíritu Santo te
conducirá hacia tus hermanos?

Kenneth: Si. No solo te conducirá hacia tus hermanos; simplemente al invitarlo a Él contigo, ya estás
siendo conducida hacia tus hermanos. Todo funciona simultáneamente.

Susan: ¿Y que hay del hambre? El hambre es un gran símbolo para todos, y yo no confío en ella.
Algunas personas dicen que cuando sientas hambre, comas, y que cuando no tengas hambre, no comas.
Estoy hablando del sentimiento corporal de estar hambriento: creo que eso puede ser otra trampa. ¿Qué
es el hambre?

Kenneth: Bueno, en última instancia el hambre, por supuesto, es el hambre de Dios. Y si redefinimos
“sentir hambre,” que suena como algo físico, por el concepto de “anhelar,” sería exactamente lo mismo.
Por lo que todos anhelamos o sentimos hambre es por Dios. Sabemos que hay algo que nos falta. Todo
el mundo sabe en sus adentros que hay algo que falta. Justo como en ese maravilloso ejercicio
“Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar” (L- pI.182), el cual dice al principio que todo el
mundo se siente como un extraño aquí, todo el mundo siente que éste mundo no es su hogar. Todo el
mundo.
En ese hermoso, hermosísimo ejercicio, Jesús dice, “No hay nadie que no sepa de qué estamos
hablando.” Este mundo no es nuestro hogar; no es aquí a donde pertenecemos; hay algo que falta. Pero
entonces, por supuesto, lo que la gente hace, como también lo explica el ejercicio, es disfrazar u ocultar
esos sentimientos y unirse con especialismos con otros. Nos mantenemos ocupados haciendo todo tipo
de cosas: tratamos de embellecer nuestro cuerpo, de embellecer al planeta; queremos embellecer todo
porque aquí es donde vivimos. Claro que nunca funciona así. Ese es el anhelo o el hambre que todo el
mundo tiene. Lo que siempre hace el ego es transferir ese anhelo y esa hambre de la mente al cuerpo.
Esa es otra forma de entender porque el cuerpo se hizo de la manera en que se hizo. Al cuerpo siempre
le va a dar hambre. Creo que por ser prácticos podemos dejar a un lado el hambre normal que el cuerpo
experimenta a lo largo del día, al igual que la necesidad normal de dormir. Eso es parte del sistema del
ego, pero básicamente hay límites normales. Aquí hablaremos de lo anormal, esa hambre feroz que
sientes aún cuando comiste una hora antes y tu cuerpo no necesita comida – o cuando sientes que tienes
que dormir catorce o quince horas al día cuando tu cuerpo no lo necesita. De eso estamos hablando: del
hambre excesiva y la insuficiencia.
Ese es en realidad el ego tomando el papel de la ansiedad y la carencia, los sentimientos que todos
tenemos de ser huérfanos y de no tener hogar, y de transferir todo eso al cuerpo. Todo esto se convierte
entonces en sentimientos o sensaciones físicas con las que tengo que lidiar, como el estar hambriento
entre otros. El Curso nos explica que el cuerpo, en todo caso, nunca siente nada. No es el cuerpo el que
se siente hambriento; no es el cuerpo el que siente deseos sexuales, o que siente dolor; es la mente que
transfiere su creencia en la carencia al cuerpo (T-19.IV-C.5:2-4; T-28.VI.1-2). Esto entonces, se convierte
en un distractor muy efectivo, una cortina de humo, dado que sentimos que esta en el cuerpo lo que
debemos satisfacer; así que vamos atrás de lo que sea que creemos que lo satisfará. Pero nunca
funciona porque el anhelo debajo de todo esto nunca se llena. Es por eso que el sistema es “perfecto,”
porque se perpetúa constantemente a sí mismo. Es por eso que, justo como tú decías Betty, nunca es
suficiente: quiero más y más y más. Es el ego el que continuamente nos obliga a enfocarnos en el cuerpo
y luego en el mundo, el cual proveerá al cuerpo con lo que necesita, para que nunca lleguemos a lo que
en verdad necesitamos. Repito, si pudiera empezar con la idea de invitar al Espíritu Santo o a Jesús
conmigo a comer, ya sea que coma sutilmente o que me devore los alimentos, empezaría a des-hacer el
sistema de pensamiento.

Susan: Entonces, el comportamiento no es en sí lo que importa.

Kenneth: El comportamiento no importa -eso es lo que te mantiene en la trampa todo el tiempo. Ahí es
donde siempre tienes a Jesús, verás. Lo que el te promete es paz, amor, felicidad e inocencia (ausencia
de culpa) en tu mente; y lo que tu respondes es, “yo no quiero eso, yo lo que quiero es estar delgada.” Tú

10
pones la condición de esa manera- como la historia que les cuento de Hellen y su petición no-negociable
a Dios1. Tú le dices a Jesús que tus condiciones no son negociables: quiero perder diez kilos.

Susan: Cierto.

Betty: Si tu me amaras, me dejarías hacerlo.

Susan: Si, tu lo harías por mi.

Kenneth: Si es cierto, pero inconcientemente tu estableces que no vas a bajar los diez kilos. Mira, tu eres
quien ha elegido subir diez kilos, no él. Pero se te olvida eso y lo culpas. Es un sistema de presión. Como
dice el Curso: El sistema del ego es a prueba de todo – no a prueba de Dios, pero a prueba de todo (T-5.
VI.10). Se presiona a sí mismo. Luego entonces, te sientes perfectamente justificada para renunciar a él,
renunciar al Curso, renunciar a las dietas, renunciar a todo. Después te sientes tan mal que lo único que
haces es comer más, pero lo que en verdad debes hacer es darte cuenta de que todo es una farsa. Tú
mismo la estás actuando para que fracase. El Curso dice que la premisa del ego es “busca pero no
encuentres” (T-12. IV.1). Eso es lo que estás haciendo; porque quizás estés haciendo lo que el te dice al
invitarlo, pero lo estas haciendo solo en parte. Lo estás haciendo en la forma, pero no en el contenido.

Susan: Entonces solo estoy llevando a cabo las cosas en la forma. Y, por supuesto, no lo estoy
manejando universalmente: escojo los alimentos, elijo las circunstancias bajo las que invito al Espíritu
Santo. ¿Lo que dices es que debo invocar o invitar al Espíritu Santo a todo? ¿Simplemente generalizarlo?

Kenneth: Si, ya sea que comas una zanahoria o un helado de chocolate.

Susan: Dices que Lo siga invitando tanto si bajo como si subo de peso. Cuando estoy subida en la
báscula y veo diez kilos de más, Lo invito a esa experiencia – porque me gustaría un poco de compañía,
¡mientras no haga que la báscula siga subiendo!

Kenneth: El punto central que ya hemos discutido respecto a comer helados de chocolate es que si
lograras comerlos con Jesús o el Espíritu Santo acompañándote, entonces dejaría de haber culpa. Eso
funciona, y a ti te funcionó hasta que saltó al juego tu ego, te saboteó y dijo “Qué quieres decir con que
funcionó, subí 2 kilos en lo que va del día!” Pero perdiste 2 kilos de culpa, y eso es lo que el ego no te
dice. Lo que en verdad quieres aprender es que no eres culpable de nada y que no importa lo que creas
que le hiciste a Dios o a Jesús, eso no tiene ningún efecto en Su amor por ti. Eso es lo que en verdad
quieres aprender. Tu ego se siente tan amenazado que dice “No, no, no, no es eso lo que quiero
aprender, lo que quiero es bajar de peso.”

Judy: Entonces lo que pasa es que el objetivo cambia constantemente. Se quiere asegurar del resultado,
que seria bajar de peso, cuando en realidad el verdadero objetivo es estar con Dios –tu sabes, alinearte
con el Espíritu Santo para que tu relación con Dios se profundice. Pero ahora veo que en esto siempre
hay inconsistencia. No permanecemos de manera constante con esa compañía.

Kenneth: Eso es porque tememos al objetivo. Pero lo que tu debes y quieres hacer, como lo dice el
Curso en diversas ocasiones, es mantener tus ojos, tu mente siempre enfocada en el objetivo (ver por
ejemplo, T-17.VI; T-20.VII). El objetivo es eliminar la culpa, sentir el amor y la paz. La inconsistencia de la
que habla Judy se da porque tememos al objetivo, ya que para el ego, estar sin culpa implica que eres
culpable. Ese es el problema. Pero entonces lo que haces es lo que todos hacemos cuando fracasamos:
en lugar de decir, “Fracasé porque me dio miedo sentirme libre de culpa,” decimos que fracasamos
porque Jesús no llego a nosotros, o nos mintió, o el Curso no es verdad.

Susan: O que el Curso no funciona.

1 Ausencia de la felicidad: La historia de Helen Shucman…. pp.76-77.

11
Betty: También decimos que no alcanzaremos la salvación sino hasta que todos lo hagan. Para mi es
muy duro. Tengo momentos en los que sí logro sentirme libre de culpa, y entonces no importa. No me
preocupo por la báscula, ni la ropa que compro cada vez más grande, pero el resto de la Filiación me va a
ver y va a decir “wack.”

Kenneth: ¿Porque tú los sostienes? ¿Por qué tú les otorgas realidad?

Betty: No, sino porque ellos están libres de culpa también. Entonces me van a ver gorda.

Kenneth: Cierto, y ellos lo atacarán porque no quieren verlo en ellos mismos.

Betty: Pero entonces para mi es duro caminar entre la gente sintiéndome bien mientras que otros no se
quieren acercar por mi gordura.

Kenneth: Pero, si fueran buenos estudiantes de Un Curso de Milagros, lo cual es su responsabilidad y no


la tuya, reconocerían que cuando se enojan con Betty o se decepcionan de Betty porque ha subido de
peso, es en realidad con y por ellos mismos. Entonces deberían sentirse agradecidos contigo, porque tu
eres una pantalla en la que ellos proyectan su gordura interior.

Betty: Pero después me siento sola por ellos, porque hay una separación entre nosotros.

Kenneth: No tiene que ser así. En tu mente no tiene que haber separación. Tú lo sabes, tú puedes ver a
esas personas como tus hermanos y hermanas. Puede ser que manifiesten sus culpas de diferentes
maneras a subir de peso, y tú la manifiestas a través de tu sobrepeso. Pero siguen siendo hermanos y
hermanas porque comparten el mismo sistema de pensamiento del ego. También comparten el anhelo
por Dios, es por eso que esta lección es muy útil. Todos compartimos el anhelo de regresar a casa, y no
sabemos el camino. No sabemos dónde está. De hecho, sentimos que lo hemos perdido y que estamos
aquí atrapados. Es como estar en medio del océano en una balsa. Sabes que este no es tu hogar y no
sabes como regresar –solo estas en esta miserable balsa, en medio del océano. Si te dieras cuenta de
que todo el mundo esta en una balsa así y que la manera de salir de ahí es a través de la unión con los
demás en sus balsas, entonces todos podrían regresar a casa juntos.
El ego, entonces, te mantiene en todo momento separado. Hace que te percibas separada de tus
hermanos y hermanas porque tienes sobrepeso y ellos no, o porque ellos están decepcionados de tu
sobrepeso, esa es la manera de ver las cosas desde el punto del ego. La otra manera de ver las cosas es
que en realidad todos estamos decepcionados, y estamos perdidos, y todos manifestamos nuestros
especialismos de diferentes maneras. Si ves las cosas así, dejas de ver tu sobrepeso como interferencia
o como una manera de acentuar la separación. Se convierte entonces en una herramienta muy útil, una
manera muy útil para que te des cuenta de que aun con lo que tu has hecho con tu cuerpo, aun así no
estas separada de nadie, y a pesar de toda la comida que has ingerido, aun así no estas separada de
nadie ni de Dios. Lo has usado con el fin de separar pero no tiene porque ser así.

Judy: Sabes, creo que ese fue uno de los ejercicios del Curso que más me movió. Ayer estábamos
platicando de las causas y las maneras en las que nos unimos, y yo dije que yo soy siempre una persona
“causa”. Siempre me sentí tan separada de todos en el mundo que me unía a grupos, o trataba de
involucrarme en muchas cosas diferentes, pensando que alguien tenía algo que yo no. Y así, cuando
entraba en un círculo nuevo de amistades o una nueva causa, me daba cuenta de que no había nada allí
para mi. Seguía teniendo este sentimiento de vacío, hasta que llegue a este ejercicio, “permaneceré muy
quedo por un instante e iré a mi hogar.” El ejercicio básicamente dice que este no es tu hogar –nadie esta
en su hogar aquí. Encontré una emoción muy satisfactoria porque supe que ya no debía seguir buscando
nada –que la búsqueda en realidad era en mi interior. De nuevo, debía establecer una relación profunda
con Dios, lo cual no hago todo el tiempo, pero ya se que ese es el verdadero objetivo. Ya se que esa es la
verdad que persigo. Pasamos mucho tiempo hablando de este tema ayer. Hablamos del movimiento por
los derechos civiles, el movimiento por los derechos de las mujeres, de las instituciones educativas y los
grados educativos que hay por obtener. Yo seguí todo ese esquema, esa ruta. Sentía que debía lograrlo.

12
Lo tenía que hacer. Esos fueron los objetivos que me tracé. Y al final de todo, me encontré en la misma
situación en la que me encontraba al principio.

Kenneth: Sigues con hambre.

Judy: Aun tengo hambre, Si. Así que empiezo a picar unos M & Ms.

Betty: O matándote de hambre. Aquí hemos estado hablando de comer en demasía o compulsivamente,
pero también hay personas que se matan de hambre, que partiendo del miedo –en algunos casos, del
miedo a engordar –se privan y dejan de comer. No dejan entrar ni el nutrimento ni el amor.

Kenneth: Ves, el ego nos ataca de cualquier manera: no importa si te conviertes en anoréxica o si comes
todo el tiempo. Ultimadamente, debemos pensar en la comida como una expresión del canibalismo, que
es en realidad como el ego hizo al mundo y al cuerpo: hay algo de lo que yo carezco y hay algo allá
afuera que yo necesito, que me va a llenar. La comida, literalmente hace eso. Hacemos eso todo el
tiempo –psicológicamente en nuestras relaciones, pero la comida es una expresión literal de esto. Y
básicamente, lo que sea que esté afuera de nosotros, lo tenemos que matar para poder comerlo. En otras
palabras, para que un cuerpo permanezca vivo, ya sea humano o cualquier otro organismo llamado vivo,
tiene que matar algo para ingerirlo- tanto si estás matando a una zanahoria, o estás matando a una vaca,
o un pez, o lo que sea.
Esa actividad refuerza el recuerdo de lo que le hicimos a Dios. El ego no existe si no sostiene que Dios ha
muerto. Así que tenemos que matar a Dios y comerlo, y eso, por supuesto, es de lo que trata la
Eucaristía. Los católicos en Misa en el rito de la comunión comen el cuerpo de Jesús, de manera que su
santidad, amor y vida se conviertan en suyas, pero a costa de él. El es el sacrificio. Es la idea de tener
que matar. El Manual para el Maestro dice, en un sentido, que la regla del mundo es “mata o te matarán”
(M-17. 7:11). Ese es el mundo del ego en nuestras mentes. Comer los alimentos, entonces, se convierte
en el recuerdo constante de ese pensamiento. Por lo tanto, no es sorprendente, repito, que casi todo el
mundo tenga asuntos del ego con respecto a la comida. La culpa no es porque hemos comido algo que
estaba vivo; la culpa viene de la idea de haber comido a Dios, simbólicamente claro, ya que en el
principio no éramos cuerpos. Robamos algo de Él y después sobre Su cadáver construimos nuestro
propio reino.
Para mantenerlo sencillo, la gente puede reaccionar a esto solo de dos maneras. Una es seguir
enredándose con la culpa: Mientras más culpable me siento, más penas, más pesares deberé esconder o
cubrir. Me mantengo haciendo cosas que me hagan sentir culpable. La gente que padece de anorexia, o
la gente que no come mucho por miedo a engordar una pulgada de la cintura o un kilo en la báscula,
están pasando por el proceso al que llamamos “formación de reacción.” Ellos hacen lo contrario: le
otorgan realidad al “pecado” de canibalismo y luego dicen, yo no hago eso, y yo te lo puedo comprobar, al
mundo y a Dios yo no les hago nada de eso porque mira que delgada estoy. Si yo fuera obesa, eso es
una prueba. Estaría caminando entre todos dando testimonio del hecho de que vivo como caníbal: yo soy
quien ha robado algo de Dios. Pero si puedo caminar entre la multitud estando siempre delgada,
entonces Dios no puede culparme a mi; Él va a culpar a todos los obesos. Así que mágicamente espero
que mientras no coma y me mantenga delgada, pueda evitar la furia de Dios y darle pruebas de que yo
no soy la culpable. Las personas que necesitan hacer eso son tan obesas como quienes lo manifiestan
físicamente pues se sienten muy culpables. La culpa es el sobrepeso, la obesidad está en ella. Con esto
entendemos que la expresión de querer estar delgada significa que quieres tener la ilusión de ser
inocente. Siempre medimos las cosas por la forma y por eso nunca funciona.

Susan: Así que por eso queremos estar delgadas, básicamente. Para tener la ilusión de no ser las
culpables. Sentir que no fui yo quien lo hizo, sino alguien más.

Kenneth: Si, y el que yo tenga sobrepeso se convierte en un símbolo: canibalismo; he robado algo
externo a mi y lo he llevado adentro de mi.

Susan: Es interesante y me recuerda algo que dijiste anteriormente: por qué la gente ataca a las
personas obesas, por qué la sociedad ha hecho de la gordura algo malo. Dijiste algo respecto a que

13
nuestro juicio sobre el tema es porque no lo queremos aceptar en nosotros mismos. ¿Podemos retomar
eso?

Kenneth: Básicamente, eso encaja perfecto con lo que acabo de decir. La esencia del sistema de
pensamiento del ego es el canibalismo. Nos hemos comido a Dios, y cuando el Curso habla de las
relaciones especiales, aunque no usa la palabra “canibalismo,” es eso de lo que está hablando –hemos
arrebatado la verdad (T-16.V.10-11). Creímos haber robado de Dios y haber robado unos a otros. Y si
éste es el punto central del sistema de pensamiento del ego, aquí es donde radica nuestra culpa. Nuestra
culpa está basada sobre nuestro canibalismo y entonces llevamos esto a la experiencia en la forma a
través del cuerpo. Hicimos un cuerpo que literalmente debe ser caníbal para sobrevivir. Nosotros
miramos atrás y llamamos caníbales a quienes primitivamente comían otros cuerpos humanos, eran
caníbales físicamente. Pero eso es lo que todos hacemos. Ya sea carne humana o vegetariana o lo que
sea. Eso es lo que hacemos. Y ahí radica la culpa. La única manera de sobrevivir para el ego es robar
algo de Dios continuamente. Este sistema del ego esta entonces materializado en un cuerpo, lo que
implica que la única manera para que sobreviva es robar continuamente de los otros cuerpos. Y como
eso es lo que la comida hace, si yo tengo sobrepeso esa es la prueba de que yo soy la o el culpable. Pero
todos sentimos eso, ya sea que uno pese 50, 100 o 200 kilos. Me siento culpable porque he robado algo
de Dios. Pero si soy delgada, tengo la ilusión de ser inocente de eso. Y al verte a ti entre todos pesando
100 kilos digo: “Caray, esa es la prueba, esa es la prueba de lo que he hecho.” Y entonces te odio. Una
parte de mi trata de escapar y por eso me siento muy bien con la idea de que seas tú a quien Dios va a
castigar. Pero más allá, se que tú sólo eres una muestra de mi pecado frente a Dios, y en algún
momento, Dios me va a encontrar.
Pienso que esa es una de las muchas razones por las que tanta gente en Estados Unidos criticó tanto a
Nixon en su época –porque lo atraparon. Su error no consistió en las grabaciones y lo que ellas
conllevaron, finalmente todos roban y engañan –ese es el mundo del ego. Pero a él lo atraparon. Y tan lo
atraparon que tuvo que renunciar a la presidencia. Así de feo se puso. Lo odiamos porque, en primer
lugar, vemos el pecado en el. Pero el verdadero aborrecimiento se da porque él lo expuso por todos
nosotros. Es por eso que odiamos a todos los violadores y a todos los criminales, las trampas, el
espionaje, el engaño, todo eso –porque están mostrando lo que está dentro de todo el mundo. Y yo lo he
mantenido oculto con mucho esfuerzo. Así que bajo de peso, me mantengo delgada, y estoy en esta
figura fabulosa, viéndome tan inocente. Luego llegas tú, que no cabes ni en tu ropa y tu gordura se
desborda –y por Dios, eso soy yo, eso que estoy viendo en ti, y te odio por eso.

Susan: Entonces dime porque en nuestra sociedad Americana las mujeres están adelgazando? Es
común culpar a los diseñadores ya que son tan codiciosos que solo quieren ganchos para colgar su ropa
(no gente). Pero eso solo es la superficie. ¿Qué es lo que en realidad está pasando? Si miramos la moda
de hoy en 1990, nos damos cuenta de que es necesario estar mucho más delgada que hace dos años
para que te quede lo “nuevo”.

Kenneth: Tenemos que seguir el mismo patrón: El intento de verme inocente. Mantenerse delgado es un
“valor” en nuestra sociedad. No siempre ha sido así. Ha habido culturas y tiempos en los que estar
pesado era lo importante. Fíjate en las mujeres que pintó Reubens: todas son un poco rellenitas y eso es
lo que se concebía como “deseable.”

Judy: Durante los años de la Depresión incluso era una señal de prosperidad.

Kenneth: Nos va a ayudar mucho entender que todo esto es relativo. En otras palabras, todo depende de
la manera en que se vea, que es el punto central del Curso, obviamente. (Ver por ejemplo, T-21.V.1; T-
22.III.3-8.) Así que mientras las formas cambian, el significado es siempre el mismo. El significado es que
yo decido la forma en la que voy a comprobar que soy inocente, y que soy una buena persona. Hoy en
día, una de las formas favoritas de nuestra sociedad es mantenerse delgada. Así que la atracción, la
necesidad y la obsesión por estar delgada es lo mismo que decir, “Soy inocente.”

Susan: De manera que al exigirles a las mujeres que estén más y más delgadas, la sociedad se va
sintiendo más culpable, ¿y la culpa solo se va intensificando? ¿Podemos decir eso?

14
Kenneth: Creo que corremos peligro al sugerir que la sociedad puede ser más culpable –no estoy seguro
de que ese sea el caso. Es solo que la forma cambia, y ahora la forma en la que voy a demostrar mi
inocencia es a través de mi delgadez. Durante la Depresión, repito, la forma en la que mi inocencia se
habría manifestado habría sido a través de mi robustez, ya que haber sido delgada habría significado
carencia económica, que en última instancia, significa que Dios me estaría castigando. Así que esto se
convierte en que voy a demostrar que Dios me ama porque me veo gorda o muy saludable. Eso
demuestra que tengo dinero, es la prueba de que Dios no me castigó y no me quitó todo lo que yo tenía –
de la manera en la que lo hizo con Job, por ejemplo. Es por eso que la historia de Job es una historia
maravillosa del dios del ego, no el Dios verdadero. Dios arrebata. Dios te da todo, y luego el te lo quita.
Entonces, si yo tengo mi dinero y lo pierdo en 1929 significa que he fracasado. Lo que le robé a Dios, El
me lo ha arrebatado. El me encontró. Le tomó su tiempo, pero El me encontró, y encontró donde tenia
todas mis joyas y las pertenencias que había robado de El. Es por eso que estar delgada en ese
entonces era la prueba de ser culpable, viviendo el castigo de Dios. Y, al mismo tiempo en esa época, la
manera de probar que Dios no me había castigado a mi –sino sólo a ti – era siendo robusta. Eso
significaba prosperidad, lo que decía que no había perdido mi dinero, que Dios no me lo había
arrebatado. Entonces yo no le había robado nada a El y me habría sentido libre de culpa. En esta época
se manifiesta diferente, pero es la misma cosa.

Susan: ¿Podrías decir entonces que lo que estamos haciendo es seguir el sistema de pensamiento a su
conclusión natural? Quiero decir, un año estás delgada; y te sientes menos culpable y por lo mismo a lo
mejor quieres estar más delgada el próximo año. Nunca estamos contentos con la comida; nunca
estaremos contentos tampoco con nuestros cuerpos. Nunca serán lo delgados suficiente, nunca serán lo
voluptuosos suficiente. Por eso existe la cirugía plástica y demás.

Kenneth: Cierto. Nunca llegaremos a tener el cuerpo perfecto. Lo que todo el mundo quiere, ya sean
hombres o mujeres, es tener un cuerpo perfecto. Y eres tú quien decide qué es perfecto. Así que en
ocasiones es estar delgada y en otras es estar gorda. Y es el cuerpo perfecto, dado que lo que quiero es
negar lo que el cuerpo es en realidad. El cuerpo es el símbolo de que le he robado a Dios, de que soy el
pecador más grande del mundo. El cuerpo, por esta razón, debe ser imperfecto, lo cual así es ya que
siempre se está descomponiendo. El cuerpo debe ser imperfecto ya que viene de un pensamiento
imperfecto. Ahora lo que quiero hacer es mágicamente negar el pensamiento imperfecto, porque de ahí
es de donde viene toda mi miseria, mi angustia y mi culpa. Niego esto diciendo: “Miren, soy perfecto.
Finalmente tengo el cuerpo como lo debería tener. Tiene el tamaño perfecto, el ancho perfecto, el peso
perfecto, el color perfecto, el lo que sea perfecto y esto y aquello. Finalmente lo logré. He probado que
soy inocente.” Y luego, al día siguiente me despierto y algo ya no está en su lugar. Tengo gripe o subí
medio kilo, o me salió un barrito o me están saliendo canas –y eso significa que Dios me ha encontrado.
Mi defensa no funcionó y no soy perfecto. Eso me lleva de regreso al pensamiento imperfecto de que soy
culpable. Es por eso que nunca termina.

Judy: Ken, mientras hablaba con Susan y Betty ayer, les dije que casi toda mi vida había sido delgada y
que mi problema con el sobrepeso es relativamente reciente, y dije que me odiaba tanto, si no es que
más, cuando estaba delgada. Así que sé que la respuesta no está en el cuerpo. Sin embargo, hay algo
que me mantiene apegada al cuerpo. Tiendo a entrar en este comportamiento obsesivo porque evito
meterme en otros trabajos más importantes que concentrarme en mi cuerpo.

Kenneth: El cuerpo, por supuesto, es el gran distractor, por eso lo fabricó el ego. Es una maravillosa
distracción. Pensamos que es nuestra salvación o nuestro infierno. La salvación viene cuando
reconocemos que el cuerpo no hace la diferencia. Lo que la hace es el propósito que le damos. Así que tú
podrías estar gorda o percibirte gorda y no molestarte por ello, sino agradecer que sea un salón de clases
en el que puedes aprender que tu cuerpo no es lo que eres. (Ver por ejemplo, T-19.IV-B.10,14.)

Susan: Esto me lleva de regreso a una pregunta que he estado guardando, sobre algo que tocaste antes
–la idea de que cuando la culpa se va, la gordura también desaparece. Eso es un poco extraño para mí.
Me pone nerviosa.

15
Kenneth: Cuando la culpa desaparece, la obsesión con la gordura desaparece –eso es lo que quieres.
Tú quieres vivir sin culpa, lo que obviamente significa vivir sin la obsesión con el sobrepeso. Pero lo que
haces es programar todo en tu mente para probar que Jesús está equivocado.

Susan: Entonces para mí, el apego al sobrepeso significa que esto no funciona: no importa cuantas
veces lo haya llamado, Jesús no esta conmigo; esto no va a funcionar para mí.

Kenneth: Si, quieres tener la razón. No solo tú, todos. Queremos la salvación a nuestro modo.
Básicamente queremos tener nuestro pastel y comerlo. Queremos tener a Dios, pero queremos tenerlo
en nuestra propia cajita. Y queremos vivir sin culpa pero que sea también sin sobrepeso –lo que significa
que sigues haciendo real el cuerpo, sigues haciendo real el sobrepeso, lo que en conjunto significa que
sigues atrapada en la trampa.

Susan: Entonces, aunque suene espantoso, puede ser parte de mi proceso de perdonarme –ya que
tengo un odio intenso por la gordura en mi cuerpo- debo aprender que puedo estar en paz aun con
sobrepeso. Odio pensar en eso.

Kenneth: En definitiva. Creo que sería un gran aprendizaje. Tú crees que no quieres esa lección dado
que ves la gordura como un gran problema. La verdadera razón por la que no aceptas esta lección es
porque al final te traería paz –eso es a lo que le temes. Hay una parte maravillosa en el Texto, “El miedo
a la redención,” en donde Jesús dice que nuestro verdadero temor no es a la crucifixión: nuestro terror es
a la redención (T-13.III.1-5). Eso es a lo que en realidad le temes: si sueltas tu obsesión con el
sobrepeso, serás feliz. Y entonces para protegerte de la felicidad, sigues enloqueciéndote con la comida y
con tu cuerpo. Esta programado que nunca te debes sentir feliz, eso es lo que el ego quiere.

Betty: Estabas hablando del cuerpo perfecto. Me encantó la idea de Susan de que a lo mejor el día que
te mueres y por fin ves a Dios, Lo encuentras corpulento, nadando entre capas de gordura. Por Dios pude
haber sido gorda y feliz todo este tiempo. ¡Quería estar delgada y la obesidad era de lo que se trataba!

Kenneth: Y feliz. Piensa en todas las estatuas del Buda gordo. Hacemos a Dios a nuestra imagen,
obviamente, pero la idea seria que puedes ser igual de feliz en este mundo ya sea con sobrepeso,
delgada o muy delgada.

Betty: Hemos estado hablando de todo lo que no nos satisface de nuestros cuerpos, ya sea pelo chino o
lacio, largo o corto, maquillaje o sin maquillaje, lo que sea.

Kenneth: Todo es lo mismo. Nos identificamos con nuestro cuerpo, y en cierto sentido el objetivo del
Espíritu Santo es el mismo que el del ego, pero termina totalmente diferente. El objetivo del Espíritu
Santo, obviamente, es que nosotros vivamos sin culpa. El ego también dice que ese es su objetivo. Nos
dice que viviremos sin culpa. En sí, el verdadero objetivo, el que esconde, es mantenernos como
culpables. Pero nos dice que el objetivo es que no carguemos con culpa, y toma la culpa de nuestra
mente y la proyecta al cuerpo. Entonces decimos que el cuerpo es el problema –tenemos ya algo
tangible. Lo que pasa en realidad es que el pensamiento de culpa se queda en la mente. Y ahora con la
culpa que le cargamos al cuerpo el ego dice, “Bueno, ahora vamos a hacer un cuerpo perfecto. Y
después de eso ya no tendrás ninguna culpa y te sentirás maravilloso.” Una de las formas prevalecientes
en esto – y es por lo que estamos reunidos hoy aquí- es la creencia de que lo que me mantendrá libre de
culpa y me mantendrá sintiéndome maravilloso es el estar delgada. Y lucho constantemente por estar
delgada. El ego esta siempre preocupado por el cuerpo. La culpa en mi mente descansa segura y feliz y
nunca nadie la toca.

Susan: Sabes, es muy duro ver que proyectamos sobre nuestro cuerpo de la misma manera que
proyectamos sobre la gente. Si me decepciono por algo que Betty hace, si acuso a Betty de ser mala y en
verdad me decepciono, puedo ver que he proyectado sobre Betty una acusación personal de ser mala, y
a quien debo perdonar es a mí misma. Pero cuando hacemos eso con nuestro cuerpo, dado que nos

16
identificamos como si sólo fuéramos nuestro cuerpo, es muy difícil entender que estoy proyectando sobre
mi cuerpo. Cuando estoy acusando a mi cuerpo de que no puede ser amado por estar tan gordo, es sólo
otra proyección igual que si lo estuviera haciendo con Betty.

Kenneth: No hay diferencia ya que tu cuerpo está tan fuera de tu mente como lo está el cuerpo de Betty.
No hay diferencia.

Susan: Eso es aun más difícil de ver para mí.

Kenneth: Si, pero ese es el camino de salida para ti: te das cuenta que tú estás tendiendo la trampa de
manera que siempre te sientas culpable, y luego puedas culpar a alguien más por ello. Ultimadamente,
culparás a Dios. De cierta manera, tú has impuesto las reglas y sostienes todas las cartas en el asunto,
porque tú podrías controlar el que tu cuerpo suba o baje de peso. Pero si tu propósito es probar que Dios
es un mentiroso y tú un fracaso, lo puedes lograr, ya que tú inventaste las reglas para que subieras de
peso, y es por eso que siempre subes de peso.

Susan: ¿Vas a hablar de eso? Te he escuchado decir antes que no subes de peso por las calorías en la
comida; subes de peso por una decisión que has tomado.

Kenneth: Correcto –igual que fumar no provoca un cáncer: la culpa provoca el cáncer. Una decisión en tu
mente de ser culpable es lo que hace que te de cáncer. Es exactamente lo mismo. Subes de peso porque
tu mente le da una instrucción a tu cuerpo que dice, “Sube de peso porque esa es la manera en la que
vas a probar que eres fea, que no vales nada, que eres una pecadora y que estás separada.” Como dice
Betty continuamente, el alimento te mantiene separada. Definitivamente te mantiene separada de tu
verdadero Ser. Te mantiene separada del amor de Dios dentro de ti. Te mantiene separada de Jesús
porque hace que lo culpes. Y te mantiene separada de otras personas porque estas avergonzada de ti
misma. Y así sigue y sigue. Subir de peso, entonces, viene de un deseo de estar separada -un deseo de
culparte, un deseo de ser culpable. Fue la mente, la mente del ego, la que hizo al cuerpo y las leyes del
cuerpo. Ahora, una de las leyes del cuerpo es que si te comes cinco helados de chocolate, vas a subir de
peso. Incluso te vas a sentir un poco mal, pero sin duda vas a subir de peso. Eso es lo que hace que
subas de peso. Es la misma idea que decir que si levanto este reloj y lo suelto, va a caer al piso gracias a
la ley de gravedad. No cayo por la ley de gravedad –no hay ley de gravedad2. La mente invento una ley
de gravedad que dice que si sostengo un reloj y lo suelto, va a caer. Pero si mi mente cambiara esa ley, si
mi mente cambiara lo que desea, entonces soltaría esa idea y el reloj quedaría flotando en el aire. No cae
por la ley de gravedad; cae porque inventamos la ley de gravedad y nos hicimos sus esclavos.

Susan: Esa es la razón por la que mucha gente puede comer enormes cantidades de comida y no subir
de peso, y otros comen poco y suben.

Kenneth: Exacto –así es como nuestras mentes lo han dispuesto. Entonces aquellos de nosotros que
tenemos sobrepeso nos sentimos culpables y terribles porque comemos y subimos de peso, y están
estas otras personas quienes comen y no suben nada. No aceptamos la responsabilidad por habernos
hecho a nosotros mismos de esa manera. Sin embargo, me podría dar cuenta de que he sido yo quien ha
hecho esto de mi mismo para poder sentirme culpable. Y así, lo que quiero cambiar no es la manera en
que mi cuerpo se ve; lo que quiero cambiar es la manera en que mi mente piensa (T-21.in.1). Todo esta
en mi mente: subo de peso cuando como helados porque me he programado a mi mismo de esa manera.

Susan: Para mi forma de ver las cosas esa es la comida mala.

Kenneth: Si, esa es la comida mala para ti (percibida como mala por ti) ya que has conceptualizado al
mundo en términos de buena comida y mala comida. Lo que en realidad has hecho es que has

2
Estoy hablando en sentido metafísico. En realidad, no hay ley de gravedad ya que no hay universo
material. El mundo es simplemente un pensamiento de separación en nuestras mentes; un pensamiento
profundamente enterrado en nuestra mente inconciente y compartido por casi todo el mundo.

17
proyectado sobre el mundo y sobre los alimentos la división que hay en tu mente. Hay una “tu” buena y
una “tu” mala, y la ultima división recae en los dos bandos opuestos profundamente escondidos en la
mente: el ego y el Espíritu Santo. Mi ego es bueno y el Espíritu Santo es malo. Esa es la división que tú
pones en el mundo: hay comida buena y comida mala. Entonces hay una Susan buena y una Susan
mala. Esta la Susan buena cuando come comida buena y la Susan mala cuando come comida mala.

Betty: Ahora la teoría de las adicciones continuas ve el comer de manera compulsiva como una evasión
de los sentimientos. Ahora hablas solo de sentimientos. Así que tu estas hablando de sentimientos de
culpa; ellos hablan de sentimientos de perdida y agonía. En realidad es lo mismo.

Kenneth: Si, básicamente es lo mismo. Yo pienso que el Curso lo lleva un paso más adelante. Pero
básicamente, es lo mismo. Comer es una manera de amontonar sentimientos. Estoy ansioso, entonces lo
voy a amontonar. Solo voy a amontonar capas y capas de comida, o capas de alcohol, o capas de
drogas, o lo que sea a lo que se tenga la adicción- dinero, posesiones o sexo. Lo que sea la obsesión, la
voy a usar para ocultar mi ansiedad y mi sufrimiento. En ese sentido son similares.

Betty: ¿Podemos hablar de la ansiedad y el sufrimiento? Dije hace rato que cuando dejas de comer, es
cuando puedes entrar en contacto con algo de esa culpa y verla de frente, y te liberara trabajar con ella
con el Espíritu Santo. Pero ahora hay que platicar en estos términos: estoy haciendo esto para liberarme
de mi angustia, y no tener que pasar por el sufrimiento, y para no… ¿entonces que son finalmente los
sentimientos?

Kenneth: Una de las cosas que ha hecho el ego es hacer todo muy muy complicado. Solo hay un
sentimiento en la mente del ego, y ese es la culpa- o podemos usar la palabra “miedo”. Puedes hablar de
sentimientos de ansiedad, de pánico, de inseguridad, etc., etc.; pero básicamente todos vienen de la
misma cosa. Eso es lo que no queremos reconocer. Lo que hace el ego es tomar el sentimiento de culpa
que está en la mente, transferirlo hacia el cuerpo, y entonces tenemos algunos sentimientos o
sensaciones corporales, ya sea en el cuerpo físico o en el cuerpo psicológico (la personalidad). Y
entonces eso es lo que tenemos que proteger (T-18.VI.2-6; T-18.IX.4-5).
Mira, el ego nos aleja cada vez más del verdadero problema. En última instancia, el problema es la culpa
en mi mente: siento que no merezco el amor de Dios, debido a que creo que me he separado de El.
Transfiero ese pensamiento al cuerpo, y entonces me siento mal, por ejemplo, porque de pequeño carecí
de muchas cosas. Ese estado emocional de carencia en la infancia no tiene nada que ver con mis padres;
en realidad tiene que ver con lo que yo he hecho con Dios. Esto se traduce directamente en un estado
corporal de vacío: hay un hueco dentro de mí y lo debo llenar con comida. Así, la comida adquiere el valor
simbólico del amor, lo cual es obvio que ha pasado. Entonces tenemos que, me siento carente de amor,
vacío de amor, necesito llenar mi cuerpo de amor, y el amor lo representa la comida. No quiero lidiar con
el dolor que me causa el que mis padres no me hayan amado, entonces simplemente me lleno de
comida. Volviendo a un tema del principio, cada vez que tomo una pequeña porción de comida, estoy
crucificando a mis padres diciendo, “Si ustedes hubieran sido amorosos y me hubieran cuidado como
deberían haberlo hecho, entonces yo no tendría que atragantarme y verme tan fea y gorda- esto es todo
por su culpa.” En ese sentido, lo que la gente dice hoy en día es verdad: la comida es una defensa. Es
una defensa en contra de verme a mi mismo.
Ahora, en lo que el Curso diferiría es respecto a contra qué es una defensa la comida: no es contra lo que
pasó hace cuarenta años cuando mis padres no me dieron amor suficiente. Es una defensa contra una
decisión que estoy tomando ahora mismo. Pero esa es una defensa, es verdad- comer compulsivamente
es una defensa, así como dejar de comer es una defensa. Es una manera de mantenernos alejados de
los sentimientos o los pensamientos debajo de todo esto. Repito, el Curso re-define cuales son estos
pensamientos.

Betty: Acabas de equiparar al miedo con la culpa. ¿Podrías hablar de eso por un minuto?

Kenneth: Básicamente como ya lo saben, hablo del pecado, la culpa y el miedo. Sentimos que hemos
pecado porque nos hemos separado de Dios. Nos sentimos culpables por lo que hemos hecho, y
entonces tenemos miedo del castigo de Dios. Hablamos de ellas como si fueran entidades discretas. Esa

18
es una manera fácil de hablar de ellas porque nuestras mentes están orientadas a pensar en términos
lineales. En realidad, todas son lo mismo. Son una constelación del mismo pensamiento. El Curso
constantemente va y viene entre el pecado y la culpa, o la culpa y el miedo. Y eso es en realidad lo que
yo hice. La sección “Las dos emociones” dice del miedo y el amor: “una la inventaste tú y la otra se te dio”
(T-13-V-10). Así que Dios nos dio el amor y nosotros lo sustituimos por el miedo. Pero puedes igualmente
usar la palabra “culpa”. Básicamente no es una emoción, aunque esa sección habla de emociones. El
amor ciertamente no es una emoción. El Amor de Dios no es una emoción como las que conocemos. Y el
miedo es en realidad un pensamiento. Lo experimentamos como emoción porque los pensamientos se
traducen en experiencias corporales para nosotros gracias al ego. Entonces siento miedo y se lo que es
el miedo, y hablamos del miedo como una emoción. Pero en última instancia es un pensamiento. Es el
pensamiento de estar separado de Dios y de estar siendo castigado. Por eso siento como sube la
adrenalina y me pongo ansioso, y siento que tengo que ahogar o mitigar el sentimiento- escapar de el,
etc. Pero básicamente es solo pensamiento.

Susan: En términos de lo que Betty acaba de decir, tampoco hay magia. Mientras que no hay nada de
malo en ello, no hay magia alguna en tener esos sentimientos. En otras palabras, lo que Betty está
diciendo es que la idea prevalecerte respecto a la teoría en adicciones es que estás acumulando y
guardando sentimientos y que lo mejor que puedes hacer es dejar de acumularlos: lidiar con ellos. Pero
eso es una trampa también. No hay ninguna magia en ningún lado. Lo que quiero decir, es que en
realidad no importa. Puede funcionar para ti; puede ser de gran ayuda, pero no quiere decir que sea el
único camino.

Kenneth: Correcto.

Susan: Ya que esos sentimientos se representan en cualquier cosa que hagamos de todas maneras, y
todo se resume a la culpa, entonces lo único que “funciona” es invitar al Espíritu Santo. ¿Es eso lo que
estás diciendo?

Kenneth: Si, absolutamente cierto. Esa es la línea de fondo: reconocer que todos nuestros problemas
vienen de la culpa, y que la culpa emana de la creencia de estar separado de Dios. Ese es el problema.
El Curso nos repite y nos repite lo simple que es- solo hay un problema, una solución. El problema es la
separación, y la solución es el Espíritu Santo (L-pI.79,80). Lo que hacemos es tomar a la culpa, que es
abstracta, y que es un pensamiento enterrado en lo profundo de nuestra mente, y la proyectamos sobre el
cuerpo. La forma que toma la culpa- la cual estamos discutiendo de manera específica aquí- es la forma
del sobrepeso o de comer compulsivamente. Me siento culpable, y luego me siento gorda y me siento fea.
Y eso me comprueba lo poco que merezco y lo culpable que soy. Si pudiera mantener la claridad en
cuanto a que el problema no es el número que alcance la báscula en la mañana, sino que me siento
separada de Dios, si yo pudiera tener eso presente, entonces la solución no es bajarle al número de la
báscula, sino unirme al Espíritu Santo para ver el problema que tengo. Esa es siempre la línea de fondo.
Por ejemplo, me puedo unir al Espíritu Santo cuando como el helado de chocolate, y entonces sentirme
contenta con eso y contenta conmigo misma. Me sentiría bien respecto a mí debido a la Amorosa
Presencia que he traído a mi conciencia. Eso es lo que quiero. Entonces el Espíritu Santo me ayuda a ver
mi obsesión con la comida y mi hambre voraz, y me dice que no pasa nada: “Por lo que en verdad estás
hambriento es por Mi, y estoy justo aquí, contigo. Yo soy lo que tú quieres, no el helado de chocolate.
Pero hasta que Me puedas aceptar y aceptar Mi Amor, me unirá a ti mientras te comes tu helado.”
Helen solía invitar a Jesús cuando iba de compras. Ella estaba obsesionada con las compras. También
estaba obsesionada con la comida, pero resolvía ese problema siendo muy estricta consigo misma. Helen
siempre sintió que Jesús iba con ella y le decía donde comprar. Para ella era muy reconfortante sentir
que El no la estaba juzgando ni condenando. El jamás le dijo que no comprara, hasta muchos, muchos
años después. 3
Recuerdo que una tarde dejamos el Centro Médico para ir de compras. Solíamos caminar por la Quinta
Avenida a Lord & Taylor y Altmans, y después íbamos a todas las tiendas de calzado en la calle 34. Ese
era nuestro ritual. Ese día Helen dijo, “Él me dijo” (no decía siempre “Jesús”), “Él me dijo que no debería

3
Ausencia de la Felicidad, pp.229-30, 426.27.

19
seguir haciendo esto- que ya no era bueno para mi.”4 Ahora, esto fue después de años y años y años.
Desde ese día nunca fuimos de compras- no de ese estilo de compras obsesivo. Pero tomó un largo,
largo tiempo. Y su experiencia, que era muy importante para ella, fue que Jesús no la condenó porque
ella usaba la ropa y sus compras para evadirlo. Era obvio que eso era lo que ella estaba haciendo. Nos
pasábamos horas enteras de un sábado dando vueltas entre las tiendas sin encontrar nada, solo para- al
final del día- pasar media hora en oración junto con Jesús. Fue casi como si hubiera tenido que hacer
todo eso primero, para que al final pudiera pasar veinte minutos o media hora con el. El día entero se
destinaba, en cierto sentido, a distracciones que la apartaban de el, y al mismo tiempo era su manera de
comprometerse y decir, “Bueno, al rato te voy a dedicar un tiempo, pero tu me tienes que dedicar unas
cuantas horas.”

Susan: Estamos haciendo lo mismo con la comida.

Kenneth: Exacto.

Susan: Vamos a todos los restaurantes, comiendo toda esa comida, tomando refrigerios y después,
puede ser…

Kenneth: Después le decimos a Jesús, “Si he subido algo de peso, entonces al diablo contigo; de todas
formas no te voy a dejar entrar.” La idea es sentir su presencia contigo, ya sea el Espíritu Santo o Jesús-
el término que sea que vayas a usar. Eso te permite no sentirte culpable. Y ese es el propósito. La idea
es siempre tener presente cual es el propósito- y no es estar delgada. El propósito es que te sientas bien
respecto a ti misma. Pero si sentirte bien con respecto a ti misma se asocia con el tamaño de tu cintura,
entonces estás acabada. Por otro lado, si sentirte bien contigo misma se asocia con la presencia del
Espíritu Santo en tu mente, entonces el final será uno feliz. Esa presencia es constante, y eso nunca
cambia. Ese es el valor de dejar entrar a Jesús, ya sea que estás comiendo comida de la “buena” o de la
“mala”. Eso es en realidad lo que tienes que aprender: que el estará contigo cuando comas ensaladas y
también estará contigo cuando comas helados. Esa es su manera de enseñarte que no hay diferencia:
“Mi amor por ti no depende de si tu eres bueno o malo.”

Susan: Es como una de las primeras lecciones del Libro de Ejercicios que dice que mires a tu alrededor
sin excluir nada (L-pI.1.3; L-pI.2.2). Estas diciendo lo mismo que dice ahí.

Kenneth: Exactamente la misma cosa.

Susan: Suena muy simple. No fácil. Pero ahora, con cada paso del camino no importa que sea, no
importa lo que haga, no importa el juicio que haya hecho, invito al Espíritu Santo. Punto. Final de la
historia.

Kenneth: Eso es lo que hay que hacer. Luego observa junto con El, da un paso atrás y observa con El
mientras te devoras lo que sea, o mientras comes una ensalada que solo tiene 150 calorías. Da un paso
atrás y observa con El mientras haces esto. Eso es lo que te ayuda a poner distancia entre tú y la comida,
y a cambiar el propósito de la comida. Así la comida se convierte en santa en lugar de ser un símbolo de
tu pecaminosidad, tu culpa y tu fracaso. Se convierte en un símbolo que te dice que este es el camino por
el que Jesús o el Espíritu Santo te va a enseñar que te ama (L-pII. 5.4; T-8.VII.3).

Susan: Aun cuando te estás devorando algo.

Kenneth: Aun cuando te estás devorando algo. No hay ninguna diferencia.

Susan: Porque lo estás haciendo con el Espíritu Santo.

Betty: El Espíritu Santo utiliza todo. Con el Espíritu Santo todo puede ser una lección de perdón.

4
Con esto Jesús quería decir que Helen ya era capaz de soltar esa defensa contra el.

20
Kenneth: Correcto. Ese propósito del perdón se convierte entonces en la importancia de todo en el
mundo. De hecho deberían pensar en esto de manera muy literal cuando se trate de comida. Hay una
frase en el Texto que dice que el Espíritu Santo nunca te quita tus Relaciones Especiales; El las
transforma (T-17.IV.2; T-18.II.6). Nunca te va a quitar los helados- va a transformar su significado. Y
cuando el significado cambia, con el tiempo, el apetito por ello va a cambiar. El antojo por el helado viene
de querer castigarte, de querer alejar a Dios y a tu verdadero Ser-ese es el “verdadero” significado. En
eso radica el antojo por ello. Cuando sientes la Presencia de Dios en ti, todo ha cambiado y es ahí
cuando ese anhelo desaparece. Pero definitivamente no puedes sabotear el proceso subiéndote a la
báscula después.

Susan: Pero si te subes a la báscula vuelves a pedir la ayuda del Espíritu Santo. Y, también, cuando te
enojas porque subiste de peso, vuelves a pedir la ayuda del Espíritu Santo, y no importa a donde vaya tu
ego, tú te mantienes con el Espíritu Santo. Y continúas haciendo eso.

Kenneth: Esa es la respuesta.

Susan: Entonces la única fe que se pide aquí es la fe en que si haces esto con el Espíritu Santo, o con el
Amor de Dios, o la memoria de Dios, o lo que sea, eventualmente te vas a sentir mejor.

Kenneth: Cierto. Y luego acabas diciendo “me voy a sentir mejor”; en lugar de “voy a estar flaca” – me
voy a sentir mejor.

Susan: Entonces tu enfoque debe estar en sentirte mejor, no en ninguna otra cosa.

Kenneth: Si, ese es el objetivo. Como hemos dicho antes, estableces el objetivo primero. Hay una
sección en el texto llamada “Estableciendo el objetivo”, en donde se explica muy bien (T-17.VI). Si el
objetivo es estar delgada, entonces eso es lo que puedes conseguir, pero no vas a encontrar paz. Si mi
objetivo es no sentirme culpable, sentirme bien conmigo misma y sentir el Amor de Dios en mi, entonces
voy a ver la experiencia de comer un helado de chocolate como el medio para alcanzar el fin deseado. Si
veo “perder peso” como el objetivo, entonces voy a ver que el objetivo de no comer el helado es bajar de
peso, y probablemente voy a fracasar, porque me voy a programar para hacerlo así. Pero si veo que
comer el helado de chocolate puede ser un medio para alcanzar el objetivo de deshacerme de la culpa, y
me como el helado con Jesús a mi lado y me siento libre de culpa, entonces he ganado, y Jesús ha
ganado también. Fíjate como tu manera de ver las cosas hace que uno gane y el otro pierda. Tu vas a
estar en lo correcto y entonces vas a comprobar que el está mal. Si el objetivo en cambio, es que ambos
estamos en lo correcto porque yo quiero vivir sin culpa, y ese se convierte en el objetivo de mi
alimentación- ya sea una zanahoria o un helado- entonces voy a comer, sentirme libre de culpa, y decir,
“si funciona”.

Susan: Entonces ese debería ser el propósito de mi gordura también. El propósito de mi gordura, dado
que te he seguido a ti, he pasado por todos los pasos, y he comido helados y lo que sea y estoy gorda- el
propósito de mi gordura es entonces probar que soy inocente: usar la gordura como la lección de
transformación respecto a que Dios me ama.

Kenneth: Correcto. Y la gordura se convierte en tu amiga. Hay una frase maravillosa en el manual del
maestro que dice, “No te desesperes, pues, por causa de tus limitaciones (se refiere a las limitaciones del
cuerpo). Tu función es escapar de ellas, no que no las tengas” (M-26.4:1-2). Podemos traducir eso al
tema de la gordura: “No te desesperes, pues, por causa de tus limitaciones respecto a tu gordura. Tu
función es escapar de ella, pero no que no la tengas.” En otras palabras, es tu función escapar de la
culpa, de la rabia, de la desesperanza, el desaire y el rechazo que has asociado con el sobrepeso; pero
tu función no es estar sin el. No quiere decir que no lo pierdas algún día, pero esa no es la función. La
función es escapar de la culpa o de la interpretación que tú le has dado al sobrepeso. Si eso es la lección,
después estarás sumamente agradecida con tu gordura por haberte permitido aprender una lección que

21
te hubiera tomado miles y miles y miles de años aprender en la ilusión del tiempo- y eso es que tú eres
inocente.

Susan: Entonces la intensidad de mi aborrecimiento a la gordura será la intensidad de mi curación, la


profundidad de mi sanación una vez que realmente aprenda la lección- estaré curada en todo grado. ¿Es
eso lo que estás diciendo?

Kenneth: Eso es lo que estoy diciendo.

Susan: Nunca pensé que estaría feliz de estar gorda.

Betty: Esperen, aun no ha pasado, no ha tenido lugar.

Kenneth: Déjenme leer algo para cerrar esto. Es del libro de ejercicios, la sección que responde a la
pregunta, “¿Qué es el cuerpo?” Solo leeré una parte. Lo podemos traducir a lo que hemos estado
trabajando referente al sobrepeso: hemos hecho al cuerpo para atacar y mantener a Dios alejado, y
hemos fabricado la gordura como una prueba de que hemos tenido éxito. Sin embargo, nuestro cuerpo se
ha convertido en un terrible símbolo de nuestro pecado contra Dios. El cuerpo no desaparece ni el
sobrepeso desaparece; pero la función cambia, y al cambiar esa función, o el propósito del cuerpo, el
cuerpo se santifica. Básicamente, lo que hemos hecho con el cuerpo es que lo hemos usado para
identificarnos con nuestra culpa y nuestro miedo, lo usamos como una defensa contra lo que
verdaderamente buscamos para conocer nuestra identidad, que es el Amor de Dios o el Amor de Cristo
que somos. Con lo que nos identificamos es lo que nos demuestra lo que somos. La sección termina con
la idea de que deberíamos identificarnos con el amor y no con el cuerpo. Y así entonces se hace posible
que usemos el cuerpo como un medio para recordarnos que realmente somos amor; habituarnos a
invocar a Jesús o al Espíritu Santo es lo que nos lleva a eso. Repito, todo es cuestión del propósito que le
demos al cuerpo. Así que cerraremos con la lectura de una parte de esta sección del libro de ejercicios:

“El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de
otras partes. Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que esta se deteriora y se desmorona.
Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella. Al identificarse con lo que considera es su seguridad,
cree ser lo que ésta es. ¿De qué otro modo, si no, podría estar seguro de que permanece dentro del
cuerpo y de que mantiene al amor afuera?...
El cuerpo es un sueño. Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede
súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la
verdad jamás puede temer. Hecho para ser temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le
fue asignado. Más podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con
respecto a su finalidad.
El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue
concebido para condenarlo al infierno para siempre, el objetivo del Cielo ha substituido a la búsqueda del
infierno. El Hijo de Dios busca la mano de su hermano para ayudarlo a marchar por la misma senda que
él. Ahora el cuerpo es santo. Ahora su propósito es sanar la misma mente para dar muerte a la cual fue
concebido.
Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad. Sea lo que sea, creerás que ello es lo que
tú eres. Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras. El amor es tu seguridad. El miedo no existe.
Identifícate con el amor, y estarás a salvo. Identifícate con el amor, y estarás en tu morada. Identifícate
con el amor, y hallaras tu Ser.” (L-pII.5.1,3-5)

22

Vous aimerez peut-être aussi