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Iusnaturalismo:

El iusnaturalismo se preocupó sobre todo por determinar la esencia del derecho y por mostrar las
conexiones existentes entre el orden jurídico y un orden de naturaleza superior que, en último
término, remitía a una idea de tipo religioso.

La fundamentación teológica del derecho se encuentra incluso en los autores más “secularizados”
de esa tradición, como pudiera ser el caso del español Legaz y Lacambra, cuyo iusnaturalismo se
ha calificado recientemente de “peculiar” (Delgadp ïnto 2002). Para Legaz (1964), “todas las cosas
están ordenadas a Dios” (p. 282) y ese es el punto de partida para ocuparse también del mundo
del derecho, ya que “el criterio supremo de verdad está en la religión, en Dios” (p.306)

Pero no es hasta Gustav Radbruch, uno de los adalides del “renacimiento del derecho natural”
después de la segunda Guerra Mundial. Su reacción frente al positivismo jurídico se produce como
consecuencia de la experiencia nazi, y lo que busca Radbruch en el derecho natural bien puede
decirse que es, más que nada , una forma de realizar los valores de lo que luego se ha llamado “el
Estado Constitucional”

Radbruch era consciente de que la validez (la validez en sentido pleno) del derecho no podía venir
del propio derecho positivo, ni tampoco de ciertos hechos, sino de algún valor de carácter supra-
positivo (Radbruch 1951). Su idea del derecho contiene en realidad tres noviones de valor: la
justicia, la adecuación al fin y la seguridad jurídica, que se complementan mutuamente, aunque
también pueden entrar en conflicto.

Una cuestión importante en relación con el iusnaturalismo (y con el positivismo jurídico): la


necesidad de tener en cuenta las circunstancias históricas, el contexto, para poder juzgar acerca
de la adecuación de esa concepción del derecho, e incluso para poder producir definiciones con
sentido de lo que cabe entender por iusnaturalismo y por positivismo jurídico.

El Escepticismo Jurídico:

La forma más característica de escepticismo jurídico hasta finales del siglo xx ha sido el marxismo
jurídico, Al igual que los realistas, los marxistas subrayaron el carácter instrumental del derecho,
pero mientras que los primeros nunca pusieron en duda la funcionalidad de ese instrumento, su
idoneidad como herramienta de construcción y de cambio social, los segundos fueron escépticos
también en este segundo aspecto. En general, los marxistas tendieron a considerar que el cambio
social el paso del capitalismo al socialismo, no era una empresa en la que el derecho pudiese jugar
un papel importante: lo esencial habría de consistir en transformar la base socioeconómica de la
sociedad, el modo de producción y las relaciones de producción, y la lucha para ellos debería
librarse, en todo caso en el terreno de la política no del derecho.

El derecho (como aparece reflejado en el título de una conocida obra de los años setenta) es visto
sobre todo como un “obstáculo para el cambio social” (Novoa Monreal 1975). De manera que, en
el marco teórico del marxismo, el discurso interno de carácter justificativo, lo que constituye el
núcleo de la argumentación jurídica, no es posible.

Lo que podríamos llamar como marxismo clásico, pero no en relación con diversas direcciones de
marxismo jurídico que empiezan a surgir desde finales de los años sesenta y que se caracterizan
por “debilitar” las tesis marxistas tradicionales. Así, el carácter clasista del derecho no significa ya
que el derecho sea simplemente la expresión de la voluntad de la clase dominante sino que la
igualdad ante la ley típica del derecho moderno esconde en su seno un trato de carácter
discriminatorio, o sea, elementos desigualitarios.

Así pues, como en el caso de los realistas, el discurso jurídico justificativo en sentido estricto es
imposible. Lo que existe es un discurso que esconde (deliberadamente o no) sus motivaciones
reales. Y de ahí que lo único que tenga sentido propugnar sea la crítica a ese discurso
pretendidamente justificativo (desvelar sus verdaderas motivaciones) o bien un uso persuasivo del
mismo dirigido a la obtención de objetivos políticos e ideológicos. La teoría de la argumentación
jurídica de los autores críticos, por eso, no puede consistir en otra cosa que retórica, en crítica
ideológica o en alguna combinación de ambas cosas.

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