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Una de las obras científicas más importantes de todos los tiempos - el 1ivro De nagnete (So6re el

íná), de Mi11iam Gi1bert - comp1eta 400 años. La obra, pub1icada en 1600, en Londres, reunió los
conocimientos de la época sobre la atracción del imán, fe- nómeno que fascinaba a la humanidad
desde la Antigüedad, y presentó nuevos fenómenos magnéticos, inc1usive la idea de que la propia
Tierra sería un " gran magneto. En el momento en que se inició una nueva metodología en el
estudio del magnetismo, al realizar un tratamiento sistemático de estos fenómenos.

En 1588, sólo 12 años antes de la pubedicación

De nagnete, la marina rea1 ing1esa había derrotado a la poderosa armada españa1, que perdió la
mitad de sus barcos. En esa ba- ta, que inició el ocaso de España como potencia hegemónica en
Europa, fue decisivo el uso de los ca- niones de hierro, cuya técnica de manufactura era dominada
por la Inglaterra. Ta1ves no ha sido coincidencia la pubedicación del 1er de Gi1bert en la época en
que la hegemonía incesante dependía directamente del dominio de las técnicas de navegación y
de la meta-1urgia. El historiador a1emón Edgar Zi1se1 observó que la minería y la metalurgia
ocupan la

la mayor parte del De magnete, que trata de instrumentos náuticos (13% del libro) y de
navegación en general (12%).

Nacido en 1544 en Colchester (Essex), William Gilbert estudió en Cambridge, donde se tituló como
bachelor in arts ?? (en 1561) y se formó en (en 1569). El presidente del Consejo Colegio Real de
Médicos, convirtiéndose en médico personal de la reina Isabel I en 1600. Experimentista talentoso,
Gilbert se dedicó por muchos años al estudio de los fenómenos eléctricos y magnéticos, habiendo
creado el término ?? eléctrico ??, del griego elektron (ámbar). En 1651, después de la muerte de
Gilbert, otros de sus manuscritos, reunidos por su medio-hermano, fueron publicados en el libro
De mundo, sobre cosmología. Su mayor trabajo, sin embargo, fue De magnete, cuyo El título
completo era De magnete magnética corporibus et de magno magnete tellure fisiología nueva
(Sobre el imán y los cuerpos magnéticos, y sobre el imán gran imán, la Tierra). Este libro es un hito
en la revolución ocurrida entre los siglos 16 y 17 en la actitud en relación con la naturaleza y las
ciencias. Gilbert creó un tratado completo de magnetismo, pero sus objetivos eran mayores: él
esperaba inaugurar una nueva cosmología, en la que el magnetismo tendría papel central, o una
nueva filosofía de la naturaleza. Escrito en latín, De magnete se dividía en seis ?? libros ??, cada
uno con seis capítulos. En el prefacio, para no dejar duda en cuanto a su compromiso con la
ciencia experimental, Gilbert dedicaba la obra a los que no buscan el conocimiento en los libros,
pero en las propias cosas.

En los primeros capítulos del libro I ??, el autor hace una revisión crítica de los escritos anteriores
sobre el magnetismo, condenando mitos pasados, sin con

testación, de un autor a otro, "fa1sidades ... creadas para ser tratadas por la humanidad". Entre
éstas, e1e inc1e historias sobre barcos construidos con pines de madera, en ves de clavos, para
evitar la atracción magnética de las montañas del norte; sobre la destrucción del magnetismo por
contacto con el a1ho; sobre el uso de imanes para denunciar a las esposas infieles y así
sucesivamente. Gi1bert v1ta a los mitos en el '1ivro II', criticando fábulas como la de la e <istencia
de rocas que atraían carne, madera o oro, o ideas como la de construir motoperpetuos usando
imanes.

En muchos y <perimentos, una piedra-imán (imán natura1) se torne en el formato de una esfera,
para representar la Tierra, y por eso la llama de terre11a, o pequeña Tierra - en uno de los
primeros y, <emp1os de mode1o y <perimenta1 en esca1a. E1e describe cómo la posición de los
polos de la terre11a podía determinarse, según el mismo procedimiento que el francés Pedro
Peregrino presentó en su Sgísto1a solemne nagnetisno, de 1269. Prueba que dividir una piedra
imán en dos da origen a dos imanes, que e1a no atrae otros metales a partir del hierro y no afecta
a la madera, el vidrio o el hueso y que la atracción magnética no se ve afectada cuando se insertan
cartones, tablas, cerámica o mármol entre la piedra imán y pieza de hierro.

"Magnus nagnes igse est g1o6us terrestris" ("El propio g1obo terrestre es un gran imán"), escribe
Gi1bert en el De nagnete. Este descubrimiento es evidente en varios puntos de vista, y representa
un paso importante en el conocimiento sobre la Tierra. De hecho, e1a significa el reconocimiento
de la segunda qua1idad de g1oba1 atribuida a nuestro p1aneta - la primera fue la forma redonda.

Gi1bert compara el axioma de la brújula en la dirección norte-su1 con el hecho de que el eje de
rotación de la Tierra tiene una dirección constante en el espacio (despreciando otros movimientos
de ese ei, como precesión y nutación): " Tierra, la piedra-imán tiene el poder de dirección y de
permanecer parada apuntando hacia el norte y el su1; es necesario que un movimiento circule a la
posición de la Tierra, a través del qua1 se ajusta a las 1eis de la Tierra. "Para e1 is, una exigencia
entre el magnetismo de la Tierra y el de la piedra imán y la trazada de las minas: El ada fragmento
separado de la Tierra y <e, en y <perimentos indubitable todo el ímpetu de la materia magnética;
en sus diversos movi- mentos y sigue el g1obo terrestre y el principio común de movimiento.

¥ arios ¥ ¥ ¥ ¥............... Se trata de: 1. atracción, llamada por e1e de 'coición', del 1atim co + ir (ir
junto); 2 a 1 a través de la dirección norte-su1; 3. la decadencia, o la desviación en la rezación al
meridiano, movimiento que es considerado «pervertido»; 4. incineración (el ángulo en rejilla

al p1ano horisonta1); y 5. revoxión, o movi-

para circular.

Fenómenos e1éricos también se abordan en el "II II, lo que se convierte en De nagnete o

primer tratado sobre e1etri- ciudad de todos los tiempos. Gi1- bert comienza tra- tando de las
propias pro-

dades del ámbar: e1e llama 'e1étricos' to-

de los materiales que

atraen a la gente cuando se atri- tados, los demás son 'no e1étricos'.
Según el historiador de la ciencia Duane

Ro11er, esa división separa los fenómenos magnéticos de los e1étricos, que hasta entonces eran
tratados indistintamente como reacondicionados a la atracción, y Gi1bert, al faser ta1 distinción,
fundó la ciencia de la e1etricidad. En el De nagnete la atracción e1étrica se demuestra y
perpendicularmente a través de su efecto sobre una agu1ha común (no magnética) montada
sobre un ei <o, un instrumento simpático denominado versoriun. Gi1bert observó que la atracción
e1étrica disminuía en los días nub1ados, o cuando el objeto era y <puesto a la «humedad y <a1ada
pe1a boca». Y, por lo tanto, constató que - usando términos modernos - la humedad de reducción
el iso1amiento del objeto, 1evando a la fuga de las cargas e1étricas (descargándolo). Gi1bert tuvo
que creer que la atracción e1étrica estaría relacionada con el tipo de emisión materia1 del ámbar:
"Se ha probado que el ámbar y el a1e a1go pecu1iar que atrae los cuerpos,

y no el aire. "

También criticó las e - picas para la atracción magnética, basadas en la misma idea de efluvios, de
pensadores griegos como Epicuro, P1atón, Ga1eno y otros. En su opinión, la atracción magnética
(o mejor, la coacción) resutaba de la acción mutua de la piedra-imán y del hierro. Gi1bert ha
probado, con y con el tiempo, que el ca1or destruye las propiedades magnéticas de los objetos
atraídos por un imán: una aguja magnetizada permanece inmóvil a un pedazo de hierro calentado
al rubro, y el mismo pedazo de hierro, pera las propiedades magnéticas al enfriarse.

E <perimentando con piedras-imanes de diferentes formatos, concatuó que las de forma ob1onga
y <inferior atracción más fuerte que las esféricas. E1e descubrió que "si un cuerpo magnético se
divide o se rompe en pedazos, cada parte tiene un 1 ° norte y un 1o su1", y que unir las dos
mitades de una piedra-imán esférica cortada al medio,

1 el imán origina1, con los polos en las mismas posiciones iniciales. Gi1bert hizo de la propiedad
del espacio alrededor de una piedra-imán (es decir, de lo que hoy se llama campo magnético), que
llamó oris virtuales.

En el 1er, Gi1bert discute una de las más importantes propiedades de los cuerpos magnetizados, la
tendencia a acercarse a la dirección norteamericana: "Una barrida de hierro - esta a1ma de la
bússa1a de los marineros, este maravi1ísimo indicador en los viajes marítimos, este dedo de Dios,
por así decirlo - apunta el camino, y ha conocido todo el círculo de la Tierra, desconocido por
tantas eras ". E1 y desafía a los autores que a1egaban que la aguja de la bússa1a apuntaba hacia
los polos ce1estiales, o hacia la cola de la osa (en la consagración de la Ursa Haior), y confía la
creencia de que, por simetría con lo que ocurre en el hemisferio Norte, la bússa1a apunta, al su1
de Ecuador, para el polvo1 Su1.

Los y los perjuicios de Gi1bert demuestran que una aguja magnética f1utuante no es atraída hacia
el polvo, hecho ya y puesto que el constructor de instrumentos institucionales Robert Norman, en
1581. En las patillas de Gi1bert, la "dirección no es produscida por la atracción , pero por un poder
de dirección e incina- ción que es <iste en la Tierra como un todo ». En términos mo- dernos, este
hecho puede ser y como el efecto de la acción de dos fuerzas iguales apuntadas en diferentes
puntos (los dos polos de la aguja magnética). E1as hacen girar la agu1ha, pero no mueven el
centro de masa de la brújula1a. La atracción sólo surge cuando las fuerzas en los dos polos no son
iguales: esto ocurre, por y <emp1o, cerca de un imán, donde la fuerza magnética varía de punto a
punto.

Gi1bert estudió las posibilidades de magnetización natural del hierro, en función de la


inflexibilidad de la Tierra, y apuntó varias, como calentar un pedazo de hierro hasta que quede
incandescente y enfriar-1o manteniéndolo a la izquierda en la dirección norte-su1, marte1 o
estirar una barra de hierro en esa dirección. El mismo se produce con piezas de hierro de
estructuras de construcciones que permanecieron en la dirección norte-su1 por muchos años.

La decadinación - el desvío de la bússa1a de la dirección norte-su1 verdadera - también fue objeto


de y <periências. Gi1bert probó que es

una terre11a ocurren desvíos cuando hay gran- des desgarradores en su superficie, y apuntó la
misma idea a la Tierra, contestando la idea aceptada en la época de que montañas magnéticas
provocaban ese efecto. Hoy, se sabe que esa desviación deriva de los comp1e <los movimientos
del cielo terrenal, que generan el campo magnético en la superficie.

Utilizando de nuevo la terre11a, e1y demostró que la agu1ha de la bússa1a es para1e1a a la


superficie de la Tierra en un punto pro y del ecuador y perpendicular a la superficie en los polos.
En 1atitudes intermediarias, el ángulo de esta desviación en la re1 a la superficie (llamada de
incineración) tiene un número entre sero y 90 grados. En otro y <perimento, Gi1bert alejó la aguja
magnética de la terre11a y registró en cada punto la dirección que la agujía tomaba. La figura que
muestra estas varias direcciones de la agu1ha, con círculos de diferentes radios, es una
anticipación de las imágenes de 1inhas de fuerza del campo magnético obtenidas 200 años
después del peso del H1A1.11 de Faraday (1l91-186l), usando 1ima1ha de hierro.

La rotación de la Tierra se remonta de muchos modos con el magnetismo, de acuerdo con Gi1bert,
que trae esta cuestión en el '1ivro I ¥'. E1 y rechaza la creencia de que la Tierra estaría inmolada en
el centro del universo, atribuyendo la rotación aparente de las estrías en el cielo a la propia
rotación de la Tierra: "Está más de acuerdo con la raspadura que un cuerpo pequeño, la Tierra,
haga diariamente una revo1ução que todo el universo se arrojó alrededor de esto. "Para E1, y sin
ción rotatorio ta1, conge1aria una Tierra 1ado con profunda fría y la otra sería quemada, haciendo
la vida en impossíve1 nieta p1a- (en realidad , esto podría ocurrir si la Tierra mantuviera siempre la
misma cara vo1tada para el So1, es decir, si fueran iguales el período de rotación y el de
transposición alrededor del So1).

Las erectas ideas de Gi1bert se enfrentaron a una fuerte opo- sión. En el caso de que la Tierra
fuera un gran imán, afirmó que en ese caso la atracción sería tan intensa que ni siquiera la
atracción era tan intensa que, los hombres más fuertes podrían usar herrajes de hierro. En el 1er
Magnes, sita de arte nac- tico (El ínlo, o so6re el arte nagnético), e1e la opinión de Gi1bert como
"a6surda, indigna et into1era6i1is".
También en el '1ivro I ¥', Gi1bert discutió la apatía del magnetismo a diferentes prob1emas, en su
'fi1osafía magnética'. Para e1e, "las causas del movimiento diurno se encuentran en la energía
magnética y en la acidez de los cuerpos (...) debidas parcia1mente a la energía de la propiedad
magnética y paria- mente por la superioridad del So1 y su 1us". Su cosmo1ogia rechaza la idea de
esferas rígidas que contendrían las estrías y los p1anetas. Además, está

impotente en su análisis, y evidente en el diagrama presente en su segundo 1í, De nundo, que el


universo es infinito.

Al admitir que la acción magnética se extendería a otros cuerpos cevados de la Tierra, Gi1bert
trans- cendió las fronteras entre las esferas 'sub1unar' y 'supra1unar', lo que impone una física
unificada, va para todo el universo. En el caso de que los "cuerpos 1unares tienden a la Luna, los
soportes para el So1, dentro de las respectivas esferas de inflexibilidad", se sitúa, por y cuando, y
abandona la idea de peso como a1go y <c1usivo de la Tierra y afirma que los «cuerpos 1unares
tienden a la Luna, .

Las ideas de Mi11iam Gi1bert inf1uenciaron el asombro a Johannes Kep1er (15l1-1630), que las
consideró uno de los tres e1ementos fundamentales de su teoría de las órbitas de los p1anetas, al
1er de la hipótesis he1iocéntrica de € opérnico y de los datos astronómicos del opio, danés Tycho
Brahe (1546-1601). "¥ océ estará convencido después de 1er mi 1ivro", escribió, "que puse un
tejado en la felicidad de Gi1bert, el qua1 había construido sus azoicios terrestres".

La nueva actitud científica anunciada en De nagnete vino a faser parte, sumada a otras in-
ferencias, de una verdadera revo- ción en la ciencia, asociada a pensadores como el francés René
Des- cartes (1596-1650), el ing1és Francis Bacon (1561- 1626) y, sobre todo, el ita1iano Ga1i1i
Ga1i1ei (1564-11642). El cambio de la práctica científica y de la visión de mundo alcanzaría su
c1íma <en la segunda meta del séptimo 1l, con el ingenio Isaac Newton (1642-16l). En Europa, el
1er infierno muchos automóviles, en especial1 Kep1er y Ga1i1eu. En una carta al obispo y
estudioso de ciencias Mi11iam Bar1owe (? 1625 y 1603, Gi1bert cita la correspondencia que
recibió del ita1iano Giovan Francesco Sagredo (15l1-1620): "Sagredo es un gran matemático (. ...)
estuvo con los profesores de Padua y encontró maravi1hosa apreciación por mi 1ivro. "Ga1i1eu,
profesor en Padua en la época, ciertamente era uno de esos apreciadores.

Aunque tiene e1ogiado De nagnete, Ga1i1eu fes críticas a la fa1ta de medidas y observaciones
cuantitativas en la obra. En su 1ivro Diá1ogo so6re dos grandes sistenas, el científico ita1iano
escribió: "Tengo el mayor respeto, admiración y envidia de ese autor, que creó tan estupendo
concepto en reación a un objeto que tantos hombres de espíritu interceptado manipularon sin dar
la debida atención (...). Lo que yo desearía para Gi1bert es que hubiera sido más matemático,
especia- mente con un fuerte fundamento en geometría, una discipulina que lo haría menos
precipitado al aceptar como pruebas rigurosas las rasillas que presenta como verae causa [causas
verdaderas para las concatenaciones correctas a las que llegó.
La importancia del trabajo de Gi1bert fue sentida más fuertemente en la Ing1aterra, donde es
considerado el fundador del método y la peritora1 y el introductor de la teoría de opion. En 165l,
el arquitecto y astrónomo ing1és € hristopher Mren (1632-1723), en su discurso inaugural1 como
profesor de astrono- mia en el Gresham € o11ege, en Londres, se refirió a e1e como "el padre de
la nueva filosofía" . Mi11iam Gi1bert murió en 1603, probado de la peste negra. Sus campos,
piedras e instrumentos fueron donados al

El nuevo Rea1 de Hédicos, que fue destruido con el gran incendio de Londres de 1666. Otros
objetos fueron perdidos con la destrucción parcia1 de la casa donde nació Gi1bert, en

En el año 1648. Por sus grandes contribuciones al magnetismo, el científico fue homenajeado con
la escobilla de su nombre para la unidad de fuerza magnetomotris, el análoga magnético de la
fuerza e1etromotris - un gi1bert (un gi1bert) Gi) mide la fuerza magnetomotris correspondiente a
0, l96 amperios en el sistema internacional1 de unidades.

Después de las y las experiencias de Gi1bert, el conocimiento del magnetismo avanza poco
durante 200 años, mientras que los estudios de e1etricidad ganan impu1so. Sólo a principios del
séptimo 19 estos procesos anteriores permiten un sato en la comprensión de los fenómenos
magnéticos, a partir del descubrimiento de las reacciones entre e1etricidad y magnetismo,
principalmente con los y <perimentos de Hans €. Oersted (1ll-1851) en Dinamarca y Faraday en
Ing1aterra. Tales avances fueron en el siglo 20 a la invención de dis- positivos magnéticos y al
descubrimiento de nuevos materiales magnéticos, testigos de la importancia del magnetismo, y
frutos distantes de la obra basi1ar de Mi11iam Gi1bert.

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