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llera de Pral
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La teoría
bolchevique
del Estado
socialista
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r> f I ¿ rr!m!!lClKO,)RÍ(jUfZ*A(:Ull f «A DI PRAT, 2005 1 >WAI TI
C NOS (GRUPO ANAVA, S. A.), 2005 1 *,n 'Knar IO I uca de
Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN: 84-}()(M222-X
— _____ ____ Depósito legal: M. 18752-2005
un
/ Impreso en España por Fernández Ciudad, $.
/\ mi padre, que me enseñó el valor del pensamiento racional.
I ra demasiado blan< a tu
sonrisa de negro.
Tu palabra
d<* hijo de os< lavo
tenía demasiada luz.
S<* vio demasiado prontr)
que oras bandera flamante.
Habías encontrado la verdad.
I a verdad sin norte ni sur sin
este ni oeste.
I a verdad
en el centro preciso
de la liljcrar ion de un pueblo.
f ra el sueño ignorado
de millones de seres
lo que llevabas
en la cirt ula< ion de tu sangre.
1.
<XXXXXXXXXXX .XXXXXXx xxx XXKXxx x xxx
✓
Indice
INTRODUCCIÓN ................. D
............................................................ p¿g 11
1.
10 LA MORÍA BOl 0IEVIQUF DF l LSTADO SOCIAt ISÍA
CONCLUSIONES................................................................................ 149
Capítulo I
El Partido y la revolución
1. EL PROCESO POLÍTICO
stí
u'inie'ort una intonsa polémica interna cupular sobro las prior, V 1' h tr
msición económica que, en realidad, lúe la expre do las luchas
fracciónales por el poder. Por tanto, los discutí teóricos do los principales
I,deres. bolcheviques son Inseparables de su práctica política; de ah, que
los cambios Hógicos internos sean resultado de facciones múltiples entre-
i t tVM, 1%9, Slb KRASX), 1970, 2> \ 28 Bw IHHM, 1977, Ib; GIRRA- \KW,
1977, b9-"G.
4 Kot VMA\>KI 1982 480-481; V.i m\ 199). S2; < «RR. 197"h Hoes- ftAWN.
198).
COHIN, 197b, 180 DROZ, 1982, 4~-49
I'IVÍlo demás, los frecuentes cambios de criterio de < asi todos los dirigentes
bolcheviques hac en inútil referirse al «trotskismo», o! «estabilismo» o el
«bujarinismo» como cuerpos teóricos coherentes. Esto es así porque «lo que
importaba no era la lógica ni la verdad histórica de la argumentación, sino su
contenido implí- c ito, su relación con la línea política del momento»6. Además,
fueron altas dosis de dogmatismo en casi todas las posiciones; de ahí que,
frecuentemente, el objeto concreto de una controversia sirviera de pretexto
para avanzar posiciones propias.
Aunque en los primeros tiempos de la revolución bolchevique a menudo
se designaba coloquialmente al Partido como el de «Lenin y Trotski», este
último —incluso en los momentos de máxima influencia— siempre estuvo en
él de modo un tanto periférico. Al margen de su larga militancia
prerrevolucionaria menchevique y de su tardío ingreso en el Partido
bolchevique (agosto de 1917), Trotski se colocó prácticamente siempre en la
oposición interna desde 1921. Su práctica política fraccional fue
extremadamente débil, no supo sacar partido de sus recursos (potencialmente
altos) y claudicó ante el aparato por el mito de la «unidad», que entonces era
objetivo intocable de todos los bolcheviques7. En las luchas fracciónales,
Trotski no comprendió que la pugna no se decidiría por la validez racional de
los argumentos (en este ámbito él estaba absolutamente convencido de su
superioridad teórica), sino por la capacidad de control y manipulación de las
palancas de poder y por la fuerza organizativa. A medida que Trotski fue
quedando cada vez más aislado, «descubrió» las virtudes de la democracia
interna (frente a la cooptación, la elección por voto secreto de la base) y los
peligros del burocratismo8.
Al final, la discrepancia de Trotski se refirió mucho más a los «métodos»
(sin querer ver que eran consustanciales con un 2 *
IfctfTSTHik, 1%‘ía, 344; PROCAI < I, \<)77, 185; Kot AMAS MU 1UU '*>
Bv"*' KMAN, 2001; (intY/NAUMou, 2001; Reveno 2001.
Wí», 1077, 17|| y 1 *m ( MU t'Wt «
>9 ! * m >K(\ HOIC MtVIQUI OH IVÍADOStX lAIISTA
2fí
l a cita es de STALIN en DEUTSCHER, 1969a, 339; AOUIIERA, 1993, 50.
” CERBATANA, 1977, 81;TUCKER, 1977; BFTTEI MEIM, 1983, 66; MCCAULEY,
1981; VH AS, 1995, 188.
U PAR I IDO Y l A REVOt UCIÚN 2 fj
2000
‘ KOIAKOWSKI, 1%), 17-18, r>8 64, 81 y 101-112; 1 |( i|
IMANN,
1 AÍJUWR, 2001. ,
KOIAKOWSKI, 0181, 161, 201, 21 1 y *
■
,6 lAUOKIA^<HtV^O,US1.MX>SOOAlWA
los ámbitos, algo que había obligado a los bolcheviques a la rx,< sidad de
recuperar a la burocracia zarista y a los técnicos burgueses. El bajísimo nivel
cultural de las masas, el predominio de la vieja mentalidad, y el enorme
subdesarrollo económico de Rusia, agravado tras una terrible guerra mundial y
la guerra civil, serían los factores «estructurales» clave que condicionarían irre-
mediablemente la construcción del socialismo, al margen de la pervivencia de
las luchas de clases en otras condiciones26. Al negativo impacto de la herencia
recibida Stalin añade la intervención de agentes del «enemigo de clase» y las
debilidades de la conciencia revolucionaria de los militantes comunistas para
«desenmascarar» a los saboteadores; de ahí la necesidad de intensificar la
vigilancia, depurar y exigir «autocríticas». ParaTrotski la clave estaría, en
cambio, en el prolongado aislamiento postrevolucionario de Rusia, prueba
irrefutable —a su juicio- de la imposibilidad (teórica y práctica) de la doctrina
del «socialismo en un solo país». Fue Bujarin el que más se apercibió de la
escasa idoneidad de Rusia como campo de pruebas para la construcción del
socialismo, pues no sólo tal horizonte estaría a «décadas de distancia», sino
que, incluso entonces, presentaría las características de un socialismo
«atrasado»27.
BIITIIHHM, 1074, 115 y 159; CHATUM, 1977, t»4 EUINMHN ? > *0 17.
deSTMÍNenERANKIIN, 1971. 77f>'790, IA*<1* '*■
M , 1977A, 74; l.« BUIAKIN en < «MHN, 19 9* 7M»
’H IA MORÍA HOK HÍVIQUt IHI I STADO SOCIAIIS1A
pues l.i disputa fue -«n la práctica- un pretexto usado A vers,miente por las
fracciones bolcheviques en su confrontó interna. ldUün
'
Irotski formulo [x>r primera ve/ su teoría de la revolución
|x*r- manente en 1905, tras los dec isivos acontecimientos de
ese año en Rusia, para romper con el deterninismo economicista
y ((‘'(,nder la posibilidad de una revolución proletaria en un país
muy mayoritariamente campesino y atrasado. En consecuencia,
a r< voluc ion democrática tendría que desarrollarse* confinua-
( ,d<
P‘lfa desc'mlxK ar fwir la presión de las masas en la
revo-
luc ion socialista Esto sería posible por la capacidad hmmmi a i del
proletariado ruso ya que, pese a ser minoritario era la v jn guardia social y
podría llevar la revolución de su «fase burguesa» a su «fase socialista».
Aunque Trotski fue criticado por subestimar al campesinado y malinterpretar
las condiciones L <>- nómicas rusas —dos factores que harían inviable el
«salto, que él preconizó—, el asunto quedó zanjado con las Tesis de Abril de
Lenin30.
En el debate revolución permanente/socialismo en un solo país a menudo
el objeto mismo de la controversia es indefinible. En efecto, lo que se discutía
no es tanto si el socialismo podía «construirse», sino si podía completarse en un
solo Estado aislado. Siguiendo a Deutscher, los antagonistas no discutían sobre
si era posible o deseable erigir el edificio que deseaban, tampoco disentían
acerca de los materiales con los que construirlo, ni siquiera acerca de su forma.
El único elemento de divergencia profunda era el de si sería posible «culminar»
la obra, es decir, ponerle «techo». Trotski insistió constantemente en que la
revolución socialista no puede culminar íntegramente en un marco nacional, un
planteamiento que Stalin no podía aceptar de ningún modo. Por tanto, aquí
radica la única diferencia que es de teoría general, puesto que, en lo inmediato,
todas las fracciones bolcheviques estaban de acuerdo en ir «construyendo» el
socialismo (Trotski era incluso más radical en sus propuestas industrialistas que
el Stalin anterior a 1929). En suma, el pretexto teórico del debate resultó más
bien secundario pues lo que esta ha en juego eran las luchas por el poder y las
estrategias politi cas de las diferentes facciones bolcheviques; eso sí, todo reve'
tido con una alta sobrecarga ideológica".
Puede det irse que entre 1917 y 1921 l enin y Trotski tal igual que casi
todos los bolt heviques) i ompartían la misma visión doi proceso revoliK
ionario: 1) tone atenar la revolut ion dunn3 »at¡ ca y la socialista, y 2)
favorecer la revolución mundial para
De ahí se deriva que «la edificación socialista sólo se concibe sobre la base
de la lucha de clases en el terreno nacional e internacional», por lo que «el
"error" de Stalin tiene exactamente el mismo nombre que el de la
socialdemocracia alemana: se llama socialismo nacionalista»32.
Mientras que la teoría de la revolución permanente se vincula a un análisis
integrado de la realidad económica mundial, la del socialismo en un solo país
tiene un trasfondo aislacionista y autárquico que a Trotski se le antojó del todo
irreal: el programa efectivo de un Estado obrero aislado no se puede proponer
como fin «independizarse» de la economía mundial, ni mucho menos edificar
«en brevísimo plazo» una sociedad socialista nacional33. Por su parte, la
descalificación estalinista de la teoría de la revolución permanente es rotunda:
desde este punto de vista, las tesis de Trotski serían antileninistas,
subestimarían el potencial revolucionario del campesinado, pondrían en peligro
la alianza obrero-campesina, revelarían una sospechosa desconfianza en las
masas y en las capacidades del Estado soviético y, en suma, le harían el juego
a los reaccionarios:
La primera cita de TROTSKI en DAY, 1973, 188; las otras dos (de 1930)
en TROTSKI, 1972a, 131 y 132.
’* IKOTSKI, 1977a, 11; DAY, 1973, 126-127; TIXIKIR, 1974, 372; RAOIAVÍ,
1973, 139.
la .«•vohKK.n p™*"-'*: no « **> una subeaimactón de las
posibilidad»^ «-voluc ,orun« del mov.m«.nto campesino ts un,
so(>esiimation del mov.m^to campes.no que conduce a la neeacon de
la leona leninista de la dictadura del proktanadoM s
Toda una vida con vene ido de la inev itabilidad «científica» del ai
\enimiento dol socialismo para dudar ai final, aunque no quilín resignarse a
esta perspec tiva y siguió fiel al mito de Octubre ¿sta su asesinato a manos de
un sicario estalinista unos pocos weses después de esta aguda y pesimista
reflexión.
a teoría del socialismo en un solo país tiene un carácter ecléc- *CO y
pragmático que Stalin consiguió tomando elementos del Pr°pio Lenin, de
Bujarin y hasta de algunas tesis industrialistas
Bmr, tí C,t?^ STAI,N {de 1 9 ^4) en id., 1969, 190; PROCACCI, II, 1975, 57; «mtiHHM,
1977 342
421.4 < lía íe ^TAUN de noviembre de 1939 en DFUTSÍMÍR, 1969b
A ¿ 4*k*qt#MÍt* (¿sufxtttt iones». Se traía de un rm^tímíemo df* ¡nfU| «Ir una
' O AUNE?, 1957. 117-118; CLAUDÍN, 1970, 46 y 57; BETTEIMUM, 1974, 47 y i8,
AÜUIURA, 1993, 54.
l a ( t í a de STAIIN es de 1926 y las cursivas son suyas, en CARK, 1975, 1 7 1 ,
htfXMco, », 1975, 62.
H PARTIDO Y l.A RLVOl Ut K )N J i
que no se va muy lejos con el campesinado, que la idea de una alian* za entre la
clase obrera y el campesinado ya ha pasado, que la ayu da a la revolución en
Occidente no llega a tiempo, que la dictadura del proletariado caerá o
degenerará, que si no se adopta un plan fantástico de superindustrialización,
incluso al precio de romper con el campesinado, habrá que considerar la causa
del socialismo en la URSS como perdida™.
4!SABINE, 1974, 622-623; CARR, 1975, 56-59; COLLETTI, 1977 ' La cita es de STAUN
(1925) en PROCACCI, II, 1975, 54; GAUDÍM ÍQ-1
51 v 86 ; CARR, 1974, 186; CoiE, Vil, 1974, 237-238. ' 14/(1
5
I a < ita de TROTSKI es de 1930, en CARR, 1975, 45.
M CARR, 1981, 37; DFUTSCHER, 1969b, 44; KOIAKOWSKI, IQ*U
H % 't> *»A tHH( HfVftJt t IHl ISTAÍXÍ VXÍAlfifA
funcionó al ser una suerte de dec UtM ^ de írxk'pendencia frente a Occidente que
sintonizaba con t<.n. cieñe ias eslavófilas muy tradicionales. Además, la
consolidar ión di' un enorme af)arato burocrático reforzó aún más tal líne<4
política por su carga conservadora del poder existente. Paralelamente. los
adversarios de Stalin pudieron ser fácilmente desate torizadas como peligrosos
aventureristas e incluso como derrotistas por no confiar en las potencialidades
de las masas soviéticas41. En suma, para Stalin la teoría del socialismo en un solo
país fue esencial para reforzar, a la vez, el poder del Estado soviético y el suyo
propio. La principal consecuencia del triunfo de esta línea fue la prioridad
absoluta acordada a la defensa de la URSS y, por tanto, la subordinación de la
revolución mundial a sus intereses: «la dictadura del proletariado se ha afianzado
en Rusia a consecuencia de la victoria del socialismo en un solo país»42.
Trotski admitió que la teoría del socialismo en un solo país era !a única sólida
que se le oponía: «la teoría del socialismo en un solo país (...) es la única que
consecuentemente y hasta el fin se opone a la teoría de la revolución
permanente»43. En cualquier caso, su descalificación fue rotunda: a su juicio, tal
teoría sería «pequeño-burguesa», «nacionalista» y, en cualquier caso,
inconsistente por imposible, ya que sin revolución mundial e¡ socialismo no
puede «culminar» en un país aislado44 Esta perspectiva sería —a su juicio- del
todo irreal por la inevitable inserción de Rusia en la economía mundial, algo que
la haría vulnerable a la subversión capitalista, y porque militarmente no podría
resistir una agresión imperialista combinada, salvo que el triunfo de la revolución
en Occidente lo impidiera Lo cierto es que, en los años treinta, la URSS se
convirtió en un Estado militar-industrial muy sólido (y de naturaleza totalitaria),
lo que —a la postre— le permitió resistir y vencer la agresión na/i durante la
Segunda Guerra Mundial. Esto es, la URSS dio paso al modelo de lo que
posteriormente se ha denominado socialismo real, que, al margen de si traiciona
o no los ideales comunistas, fue el único empíricamente conocido. En otros
términos, la posible contradicción entre el proyecto teórico marxista y su
plasmación práctica soviética es relevante para la filosofía normativa, pero no
para la ciencia política, cuyo objeto es el de analizar la realidad tal cual es. Mayor
interés tiene, en cambio, la apreciación de Trotski de que el estalinismo como
«termidor» soviético se había debido al éxito de su teoría del socialismo en un
solo país como cobertura de un gobierno despótico-buro- crático:
2. LA VANGUARDIA REVOLUCIONARIA
Foíogratía del embrión del partido bolchevique reunido en torno a Lenin en el comienzo
de la primera década del siglo xx. Este grupo se autodenominó Unión para la lucha por
la emancipación de la clase obrera, y sus militantes asumieron pronto un protagonismo
decisivo en los grupos revolucionarios
rusos de esos años. Gráfica y Política.
’ DH;T$ÍHUÍ, 1989b, 220; BETTELHEIM, 1974, 99; CAKK, 1974, 115; R O ÍA *(mw, 1982, *85.
" PAKTIDOY A REVOUX K“)N W
Kr)i AK( AVSKI, 1982, 395, Sobre l<> teoría y la prát t i t a bolchevique en >'»
cuestión nat tonal vid. MAKIIN, 2001,
^ Moovi, 1956, 04 y 72; I UKAt s, 1997, 25-35 teto Itbfo e *3»» 1**74 "
BKOof, 1971, 174 y 170; I»K<x*< i, I, 1975,11, fd. 1977 15 t \KV * V 247; w
AfMNDKOfM y K. 11 NK €*0 SUBtMAIs/VHANi IVA, 1**^1 .'4 " Mv v; JfWH 1 U,
la miñona revolui lunaria «esc laret ¡da» pr« ¡sámente t>,, dos típicas
0
LIIBMAN, I, 1973, 125; SABINO 1974, 583, 585 y 587; Sonto, 1976,
79; MAKOING, 1977-1981; SHHMBKINI, 1982, 901; RIAD, 2004.
M MARCUSI, 1969, 45; O MI mi, 1977, 12 y 22-23; IIIBMANN, II, 1971,
,m(n0 con los que pudieran sl,rK" l'n..‘>l M*"° ,M P**¡do úr» hH lo
(Irmas como gol órname dio una respuesta |H*rm^
iu'nU' I'V.WV.I, |)rt)Por< (*' f?Un<)' ■ ' Pasito (le la
HK-sontatividad soc ial do los bolchevique*. In efecto, Trouki ,| mtt,,
retóricamente la pregunta do como i omprobar s, el |>at. ¡di. bolehevlquo
expresaba «los intereses del desarrollo históri a), t(K|a veZ que los demás
partidos habían sido disueltos. Su respuesta os puramente voluntarista
al afirmar que formular la mora pregunta os caer en el fetichismo
«liberal» y al añadir que ol gobierno revolucionario «tiene suficiente
material para pro bar su línea de acción», sin más precisiones*4.
Bujarin mantuvo la ortodoxia del partido dirigente hasta su caída
política al defender todas las características básicas leninistas de la teoría
vanguardista. Justificó el monopolio político, la disciplina, la
centralización, la jerarquía e incluso el rechazo de las fracciones hasta
que fue ya demasiado tarde**.
En realidad, el Partido bolchevique que protagonizó la revolución de
Octubre cambió radicalmente su composición de base tras la toma del
poder y, sobre todo, tras la guerra civil, que dispersó a numerosos
militantes veteranos. La incorporación masiva de nuevas oleadas de
afiliados sin experiencia polític a y el control de la renovación de los
cuadros por parte de la cúpula estalinista facilitaron la cristalización del
monolitismo en todos los niveles, dentro del aparato y fuera de él. El
monolitismo presenta tanto una dimensión teórica (solo el Partido repre-
senta al proletariado, sólo es posible una línea correcta) como práctic a
toda vez que el vaciamiento de los soviets y la subordinación de las
administraciones públicas hicieron que sólo el
61 * S , A I I N e n ÜUM
' '• '975' 29"1 * H , 97 I, 390- 39,; Ai a ,
4»* lAWOKiAM >U MtVK.H'í OH IMAMO** IAIIMA
,26; BfnnMf,M
1974,1 0 1 ; C H A T U ! ' '
Stalln: |AVW KSKV 1 %7
39; BROUÉ, 1979, 213 y 398; $omo,' 1976, "s™ * ’ ', <
Esta cita de STALIN es de Mr» tpmnnn'» i L
1975, 277 (nótese I,. significativa meS H^IT" ,9,8< "" UlAM' '<
ANIÓN, 1998, 197 y 199 * Pv,a {L’I f |er( tío); A. ¿LOMEA en
la primera r ila <ic StAON (rio 1926) on KOIAKOWSKI 19)1 i
M
A los bolcheviques nunca se les ocurrió reflexionar sobre qué hacer si,
tras la toma cié poder, perdían de hecho la confianza de los trabajadores
pues —de entrada— les resultaba inconcebible el planteamiento y daban
por supuesta tal voluntad. Todos los discursos de los dirigentes están
cargados de referencias a un proletariado mítico como si éste fuera el
ver da doto divisor, a la ve»/ que quien oc upa el poder lo da siempre
por legitimo.
M
M(XjRr, 1956, 61; BETEELHEIM, 1974, 170-171; DFUTSCHFR 1 9 7 1 462;
KOIAKOWSKI, 1982, 477.
‘ l.» cita de STALIN en PKOCACCI, 1977, 1 10. la última cita es de Ocios
CHE», 1969a, 248.
" COUINH, 1957, 31.
11 p
ARllt)()Y IAKIVOII K l<’)N 41
ión soniira jamas»" . En su cerrada defensa de I. MPP , ,
7
1 2 1 ; AVENAS, 1975, ’ La cita de LENIN en FERNÁNDEZ-BOEY, 1977, 50; la de STAUN íde i<m>
en UIAM, II, 1975, 146.
? ¿ PROCACCI, 1977, 1 8 1 ; BROUÉ, 1974, 588 y 5 9 1 .
y
7!
Ambas citas son de 1928, la primera en CARR, 1983, 157, y la secun da en íd.,
h
154.
7
" La lista en PROCACCI, 1977,162-163; TUCKER, 1971 59 y 60. '
10
UIAM,' 1%9, r>H4; Con, VI, 1974, 124, PmKM' a ^■ 1 1 <*».
otas rio StAtiN (di* 1924) en id., 19<»9, ¡
-7, fí»ANKtlN, l'C/l, 274 77f>.
El PARTID
0Y l.A KEVOUX ION 4 7
tir 19:
M KmtfÍAtKHOttVKM ,>ft fSÍADUMK IAIISIA
Trotski fue consciente de que eso era imposible, pero no pro- pordonó
entonces indicación práctica alguna que permitiera superar tal
contradicción. Durante los debates posteriores a 1924 Trotski confió en
que, al final, el Partido sería capaz de resolver sus contradicciones, pero
las progresivas dificultades para las oposiciones le hicieron rectificar
parcialmente al admitir la legitimidad de «tendencias», que no
«fracciones»; algo —esto último— que sólo defendería tras la derrota del
«bloque de las oposiciones»78. Una evolución similar tuvo Bujarin, pues
cuando tuvo poder sostuvo criterios ortodoxos: libertad interna de crítica
sí hasta la adopción de la decisión obligatoria de acuerdo con el
mecanismo del centralismo democrático y, por supuesto, rechazo de
fracciones organizadas; «si legalizamos tal fracción dentro de nuestro Par-
tido, entonces legalizamos otro partido y (...) entonces en realidad (...)
nos desviamos de la línea de la dictadura del proletariado», criterio que
sólo cambiaría (pero sin manifestarlo públicamente) en los años treinta79.
El gobierno monopartidista acabó cercenando todo debate, pues sin
competencia electoral real y sin libertad de partidos el Partido bolchevique
se fue tosilizando. En efecto, la supresión
Cuando Bujarin tuvo poder político, estuvo a favor del partido único
con tonos contundentes:
bajo la dictadura del proletariado pueden existir dos, tres e incluso
cuatro partidos, pero a condición de que uno de ellos se encuentre en
el ptxier y los demás en la cárcel1”.
M
U cita de TROTSKI (de 19i(>) en A. t iORZA,en ANIÓN, 1998. 204;
Oiurs <>««, 1%%, 28S; SIKU, II, 1973, 21 y 1CX); ABOS< H, 1974, 1 *>7;
TROISKI 19 \v 218 y 270.
* • «» uta de BUIAKIN (de 1927) en Bnoi-f, 1974, 1S7, COHIN m’n 281-
284.
ta uta de BtjiAKiN (<** de 1918) en tnWY, 197i, 417 t
¿«O 292 y 515
x X* XXKXXKXXX XXxXx XXX x xxx Xxx xxx Xx
Capítulo II
La dictadura del proletariado
y el Estado soviético
T. LA DICTADURA
A) LA TEORÍA
|,t (jeme» r«x i«i es una lorma de f l<> burguesa {...J. I qy*. ^
ju< ,on li.tM enfiló a los limites del sistema burgués, estábamos a f ^ do
la i Ierro x M< ia; fiero tan pronto vimos los primeros signos á> *x huno
en H progreso de la revoluc ión apoyamos firme y resueftament la <l«
t.ulura del proletariado.
Y es que ésta
Do ahí so desprende que «la sustitución del Estado burgués por (‘I
Estado proletario es imposible sin una revolución violenta» \ La clave
para Lenin era la de destruir el Estado burgués, no la do apoderarse de
su aparato, y sólo tras hacer tabla rasa el proletariado construiría su
propio aparato estatal encaminado a extinguirse a medida que
progresara la transición al socialismo, l a dictadura del proletariado
debería presentar una doble dimensión: la más amplia democracia real
para las masas y la represión más implacable contra los enemigos de
clase. Este proceso paralelo de destrucción del Estado burgués y
edificación del I stado proletario no da respuesta teórica a la cuestión
de cómo se regularían las relaciones entre la dictadura efectiva que
ejer- ((ría el I artido bolt hevique en nombre deI proletariado y la aspi-
ra( ‘*1 autogobierno de los trabajadores a través de los soviets.
I enin parece dar a entender (antes de octubre de 1917) una cierta
división de poderes: la dirección política le correspondería al Partido y
la administración de la producción y la organización local a los soviets;
de ahí que el objetivo del autogobierno de las masas fuera instrumental
y subordinado3. El mítico objetivo
.mismos para < uestionar las ineont retas «reglas |(»s» (¿quién y cómo las
dec ide?) que sugiere':
H I si.tdo t*s, en manos *l«* la < laso dominante, una máquina |>aru
aplas tar la resisten* ia d<‘ sus enemigos do * l.is<». I )esde este punto
do vis ta la dit tadura del proletariado no so distingo** do la di* tadura
do otra t las«* * ualquiera ya *|uo ol I stado proletario es una máquina
para aplas tar a la burguesía. lía dijeron* ia os quu| la di< tadura del
proletaria <lo os la dic tadura * I*' la mayoría explotada sobro la
minoría explota dora'
4
t**m, II, t'r/ú, tss¿ V H A S , pm, I*10.
I 'tni,i di? SÍAIIN ídr l'b'U) <»n id 1%‘i, tOD Asimismo, td ,tl '
MlnKMWJti-HÍVKJUI l«i IHIAI« »v - IAÜS.A
está claro que la época inmediata tiene que ser la época de la dic-
tadura del proletariado, la cual tendrá analogía formal con la época
de la di( tadura de la burguesía, esto es, será un capitalismo de estado
invertido, su inversión dialéctica con su propia contraposición'1.
les hemos arrebatado esta máquina (el Estado! a los capitalistas, nos
hemos apoderado de ella. Con esta máquina, o con una porra, aplas-
taremos cualquier tipo de explotación.
Y reiterando la cuestión:
I,» p.d.iho «demot i«u i<í» «iplit ,ul.« ,»l Pattldo < omumsü no «*«,
M»IO Uf'nUfi» amento irtevu tu DespuOs de mai. o do p)l * rs una
H'Í.I puesta al pueblo tovoluilunado tpio Ir mtpkfa emprende» ton
v lihert,td mliopidtv \ MU previa mitón/,i< ion la ndilit m ion de lo míe
\o ION soviets | 11 orno (mh n/Hnfcv dentro del «I simio*. i omopn' t
tiiM>r de la «evtuu ido* de í<s/o t statlo*
l sta asuru ion t'\plit ita del t aun leí no domo ratii o (en sen tido
libetal plutalisla) de! Partido sería del lodo (ontirmada por Stalin. quien
llegó a proclamar abiertamente que, ol lina!, «los cuadros det iden
sobre todo»1". Solo Irotski señalaría, a linales de los años veinte*. el
inconveniente di' haber tundido en la pnutiea el Partido v el I stado y
en babel t onverlido en peona nente la supresión de los partidos y, mas
exat (ámenle, de l.is li.u (l«ne\ internas''1.
B
) U PRÁC TICA *n,í>s de t» tubo» t|(v pn7 |os |)()|( hoviqm's habían proi
(amado <!,|< la di( tadura del proletadado sena la mas amplia denux ra
* 1 , 1 de masas jamas visla y que expandiiía las libeitados basta
,VM
*U 1977, M y M»,
1 tN,N
U»sf* Abtll 11•! 1 '). II MM»mias uinUx.e
siiiuk’lenm»
I ■* <1ta <j<i StAttN (d* l‘í It») *M1 HMIUHIIM 19 M HW I*#?/,,
jo**
1».
íAÍUMOAiWUHVlQUl I>lI tSIADOSOÍ IAIIMA
un grado nuw a antes i onocido. Lo c ierto es que, tras tomar i fKHier (téc
Hitamente a través de un golpe de I stado), ol f^rtid n'twpkió a las masas
al autoatribuirse la representación e° exclusiva de sus «verdaderos»
intereses. Las sucesivas medida* 1 autoritarias que se fueron adoptando
se presentaron siempre como «provisionales», dictadas por las
excepcionales circunstancias de la coyuntura, pero resultaron ser
irreversibles, como bien crítica y lúcidamente se apercibió Luxemburg20.
En el fondo, los bolcheviques tenían una concepción elitista de la política
en su creencia de que las masas —«por el momento»— eran «incapaces»
y debían ser «guiadas». Así, la liquidación del primer gobierno de coalición
posterior a octubre de 1917 y de la Asamblea Constituyente en 1918 sería
seguida de la prohibición de los partidos y las fracciones; de ahí se
desprende que el Partido bolchevique «sólo se representaba a sí mismo»
tras 1920 y sustituyó por completo a las masas a las que decía representar,
debido a su tan reductora concreción de la teoría de Marx (per se bastante
imprecisa, pues nunca aclaró qué implicaciones tendría un régimen de ese
tipo) sobre la dictadura del proletariado21.
En efecto, la especificación práctica soviética de la teoría de la
dictadura del proletariado fue la de la dictadura de «su» auto- proclamada
vanguardia revolucionaria. Lenin aplicó un criterio voluntarista y
sustitutista en su acción política al afirmar claramente que «la dictadura
del proletariado (...] sólo puede ejercerse por una vanguardia» para
estructurar el poder de acuerdo con sus exclusivos criterios, y ello porque
Aun más elitista se mostró Stalin: «las mismas masas quieren que se
las dirija, y ellas mismas buscan una dirección estricta»25. Aunque Trotski,
como menchevique, había criticado el sustitutismo de Lenin, tras la
revolución de octubre de 1917 sostuvo que —dada la debilidad del
proletariado ruso— el Partido bolchevique tenía el «derecho histórico»
(sic) a tutelarlo puesto que encarnaría por definición sus intereses:
, ^ uta de UN* (d* 1919) en Con mi. 1977, 19 (IJS < urs.v.^ »on A
¡¡WUrtniM, n>77( 4H. pRO(M(l( |977, %.
,, "'***, H, 1979, 427.
f1 a,j fj( SIAIIN {de 1927) en I ( »WY, 1971, 151
„ 1S U duU'IUM no «c IMS., en iodo momnnio ,.| ,)( (>,ó turma I de
un» democrac i» obrera ",
Sólo Bujarm intuyó en fecha tan temprana como 1920 que algo fallaba
en el método:
Y es que
17
La cita de LROTSKI (de 1921)en Dt-UTscurR, 1976, 465; BAKHÜK, 1968,
189; BROUÉ, 1974, 172.
18
COHEN, 1976, 110.
2ft
La primera cita es de FERNÁN DEZ-BUEY, 1977, 126. Las otras dos de l.i
NIN en KOIAKOWSKI, 1982, 487; RADJAVI, 1975, 229.
|AI>»< MPURAUH PKÍ >11 (AKIA(K) Y i | iMA|X) ;f|f f) ^
lq>M L<pnnH',‘u '*■ » d«* tININ(de t‘limen GKAY 1948. 4(»9; la segunda uto 1 *
n 1 >N*ts II t*i u (,1) - | ,
v t tm(.M (a«‘ 19201 en RMXWI !9~S H9 la Ola d<‘ Srsns
(de 1**24) en CitKftMANA 19 ' 88; CKAIHIT/VNIK
iMHt. 1% \S7
!
‘ >la d«-]#(nsxMck* 1921>en Kotsxovvw. 1982. »00.
1
H. (k* B(((MítN td» 1*120) en C t M U N |97t» 108 1970 80
»NSW. 1**71
f>t> LA MORIA ROK HFVIQUt 1HI l STAÍX) Sí)( IAIISIA
Y ello (jorque
V es que, a su juicio,
rn
la práctica la teoría de la dictadura del proletariado entendida como
dominación social obrera fue virtual al ser ejercida por Partido
bolchevique en nombre de los trabajadores. Lenin lo
AnAm*
AIMU»
if(tnM’i
«*n numerosas oe aniones: «la dk tadura del proletariado rs imposible
sin rnediac ion del Partido c ornunista», «la cli<tadura ||(. ¡(í t lase obrera
es ejer< ida por el Partido», «la dic tadura de | |JSÍ. M* reali/a bajo la diré*
< ion del Partido», «el Partido dorrit [)t, y dehe dominar» y, de modo
rotundo, «sí, jes una di< tadura di- un partido! I sto es lo que defendemos
y no < amblaremos de K)sj( j5n, porque es el Partido el que ha ganado |...|
la posic ion de vanguardia»°\ I s más, I enin llega a legitimar la posterior
fun «lamentación estalinista: «no existe ninguna < ontradicc ion de* prin
(,pj0 entre* la democracia soviética (es decir, socialista) y el rr< urso al
D) LA LIMITACIÓN DE DERECHOS
19
La cita de STALIN (de 1926) en id., 1968, 163.
4?La primera cita de TROTSKI (de 1926) en CARR, 1983, 129, y la segun-
da (de 1919) en BAECHIER, 1968, 196.
21
La cita de BUIARIN (de 1925) en id., 1974c, 349; COHÉN, 1976, 201-202.
IA DIC TADURA DEL PROLETARIADO V EL ESTADO SOVIÉTICO 71
¿es que acaso la revolución concluye con la toma del poder? No I , orna
del poder no es mas que el comienzo. Derribada en un na s la burguesía
por una serie de razones, se hace incluso más fuerte^ el proletariado
que la ha derribado. Por eso se trata de presera? el poder, consolidarlo,
hacerlo invencible44. H var
ei
J'1 dictadura del proletariado significa una cierta relac ión entre pro
Cariado y burguesía y una relación distinta entre* proletariado y < am
4v | 3 n,a de SrAIIN (de 1924) en id., I%9, 102; IIUNMÍIN 197\I leí «
* ' ( d < - STAUN (de 19.16) en A EIOKM, en ANIÓN, 1998 9HJ ( HAírin,
1977, 1 18-141.
» MI,OKUIKX< MIVM» OH INTAtXlSOCUUSfA
]4 L IFBMANN, ll( 1973, 43; RADIAVI, 1975, 286-292; DEUTSCHER, 1976, 343.
” En los distritos rurales correspondía un delegado a cada 125.000 habitantes y en
los urbanos uno a cada 25.000; esta desigualdad se introdujo para evitar que el voto
obrero —concentrado en las ciudades— no quedara ahogado por la enorme masa
campesina rusa (BEHEINEIM, 1974, 88; CAKR, 1483. MI),
los campesinos han sido engañados por la escisión habida en el seno del
partido social-revolucionario. Han votado por un partido que ya no existe. Esta
situación requiere un correctivo: el droit de anulación Corresponde ejercerlo
a los Soviets, que son la más perfecta encarnación del Estado como órgano de
fuerza.
en
la sociedad socialista habrá una forma de parlamento q<re M> ‘r,í
«rrgará de fij.ir las ordenar iones laborales y de insjwH t tonar la
>uf»n rtiaf,»r jón del aparato, pero dicho aparato no sera bunn
ratn»
*|» tUfOKlAHOií HtVIQUíOH IS1A0O 5CX IAII5TA
Y, a continuación, precisó:
l«is elecc iones indirectas a los soviets que no son locales hact>n <
fáciles los congresos de los soviets, hacen que toda la administrad
sea menos costosa, más ágil (...I y es necesario que los electores n
dan proceder con especial rapidez para revocar a su diputado bu o
enviarlo al Congreso general de los Soviets"”.
La uta de TROTSKI (de 1918; en RADCOC, 1972, 59; SfRGl, I, 1973, 87 ’ KOIAKÍAV*.*!, 1983, 197 y
198; RADKK, 1972, 76.
‘ BUJAKIN (en 1925; en id., 1974c, 177.
’f» OKÍA H<>!< MIVK'Jl'f
I )tl ISIAIX > V X IAI
tn junio de 1917 los bolcheviques controlaban el I * por 100 <Je los 'w**Hados
al I Congreso panruso de los soviets; en noviembre d«* 191* en
, afirmó que los soviets eran uno de los prin. ¡pales i„s J ‘
„„s del proletariado para organizarse como clase y qu„
i ........ . la forma rusa de la Retadora del proletariado. En
II A nr ¡meros tiempos de la revoluc.ón se mantuvo la
retórica sobre su naturaleza extincionista del Estado:
I noder de los soviets es un nuevo tipo tic Estarlo, sin burocraria, sin policía
sin ejército permanente, donde la democracia burguesa ha sido reemplazada
por una democracia nueva que dirige la vanguardia de las masas64.
el primer c uidado de la clase obrera tras la toma del poder fue crear un
aparato estatal [...|. Pero la participación de los obreros en los aparatos
estatales, cooperativas y otros implicó el debilitamiento de las
!! V
6 62; L,ebmann' 1973' 33; BETTELHEIM, 1974, 241-242; BROUí,1974, 146;
DUTSCHKE, 1976, 216; SOTELO, 1976, 145).
''4 La cita de LENIN (de 1918) en LIEBMANN, II, 1973, 21; LENIN III I979
78 y 87; LUKÁCS, 1967, 63. ' ' '
" La primera cita de LENIN (de noviembre de 1917) en id., II, 1979 420’
la segunda (de 1921) en CARR, 1977a, 291.
IA DICTADURA DFl PROLETARIADO Y EL ESTADO SOVIETICO 79
i%^ \JO. „
cite (k* BUIAWN (dr 1 9 2 1 ) ( OHFN, I97(>. M'C V¡«t U
lan,
;.á “ ^ S f A H N ( ( k . 1 9 U , ) e n l ) M TuKtA, II, 1977. 1 M
80 i AII ORIA BOLCHEVIQUE DEl ES1AOO SOCIALISTA
•* -sa
s
»¡
iSZSSiZ** +*~
2. EL ESTADO
4 M
Vi V ™
Wfc, SIS; FARAJ.HO, 2001, 147-14‘í y 160.
7Hf' 1<r,íl' 40' Milis, 1%6, 201; t.UKAi s.
7 * *4 C K o f l ' W 2 , 177;VHAS, 1‘1S
|%7, RAUS
iHJ , MH »«!AH04 Í HíVKJUf nn ISTAÍXJSÍX . IAHSTA
democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: ésta es
la democracia de* la sociedad capitalista
H,íi( 1''I'Niñera i ítri delUMINen id , II, 1979, »<• l.i segunda en V\KH MI
Nto»‘ ' '■ la lerierí en IININ. II. 1979, M I, MM KIIM-. MIm-« 19‘M » \
11 IAUMA
*4 legio
srfwn «.upufSl.llTH-nH' un «limpios* que |K*,ir¡.„, din
IIM' .» «OfH-r.H iones tan seru illas de registro, asient,, v
” 'T ------ , ’
J desemnen.uCu
M, 7 ...
V(" . .. ..... MI.» mHitl»*n sor t.u ¡Intente
▼vTI
t'it ación», que pueden sor fácilmente dos»<quiera que sopa loor y
' «*sempeóadas p.„(lll|
escribir, pueden muy
quieta qu. ..............fácilmente
, —■ ^ - ........
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muy fárilm..-.. ' t V í'SaSSí»
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W^Miinf-^nsiv'wj . . .f»'«
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I \ ci i v g vI % trt- \9*g \ ~ **~*“*“
*' ■*“* f
de^mpeñadas por un «salario obrero corriente»
(Uf), I A ^ J
M fc X « X » ■% Añ A + m
10
4. _
nos pueck'n (y dolx-n) sor despojadas do toda sombra do f)r
k
' Stalin, a quien nunca interesarán las cuestiones de teoría del Estado, se
limitó a formular en el apogeo de su poder una vaga declaración general sin
añadir nada original:
el Estado [...] es una organización colosal, que abarca una nar ion ente ra y
gobierna millones de hombres. Esta organización necesita todo un ejército
de empleados, funcionarios, soldados, oficiales, legisladores, juristas,
ministros, jueces, generales, etc,, y abarca grandes < apas de seres humanos,
yuxtapuestos unos sobre otros. Con esta estría lu ra se reflejan como un
espejo todas las relaciones de producción.
V es que
” rita dr- IfNiN (de agosto de 1917) «>n Vil AS, 199S, I9H.
I a cita de SIAIIN (ríe 1919) en íd., 1968, 198.
LA OCTAOCRA OCt PROLETARIADO Y H I5TADO SCJVtfT* O lí >
* fon ,1** la tura i*>liti< a. H í Mario, aun blondo la il<‘! tnteré* real
(social), no t*s ^todavía» id< nt,< o a los int(*n«,, < (
|H4)I,H ion a la que gobierna: sus intereses inmediatos no coi* J< '*
«todavía» con el interés social objetivo83.
hética
do
MARCÓSE, 1969, 110; SOTELO, 1976, 243; BFTTF.LHHM, 1983, 19; KOIA-
KOWSKi, 1983, 99.
la primera cita es de BETTELHEIM, 1974, 85 (las cursivas son suyas)*
V la segunda de BUIARIN (de 1924) en id., 1974c, 45. v> I a cita (de 1926)
es de BUIARIN en id., 1974c, 45.
I A D K IAOUKA IH I (>KOUIAtilAlX)Y|| ISIA| )(
>SOVIffKO tyj
Hay en la teoría leninista del Estado socialista un claro corte neto entre
los escritos previos a la toma del poder y los posteriores- en le» primeros
se afirma la inevitable necesidad de un aparato de poder obrera a la vez
que lo rodea de atributos casi libertarios; en los segundos hay un
reconocimiento de la inviabllidad práctica de sus anteriores propuestas.
La justificación del Estado proletario se basa en os imperativos de la lucha
de clases, para reprimir a los contrarrevolucionarios, aunque Lenin —antes
de la toma del poder- insiste en la teoría de que aquél no será un genuino
Estado «en el sentido estricto de la palabra»96. Así, se supone que el viejo
Esta- o sera sustituido por un semi-Estado proletario que funcionará de
acuer o con los siguientes criterios: 1) electividad y revocación de
representantes y funcionarios; 2) equiparación salarial (generalización e
salario obrero), y 3) «paso inmediato a un estado de cosas en ( ^ue t°d°s
desempeñen las funciones de control e inspección, en,f que todos se
conviertan durante algún tiempo en "burócratas para que asi nadie pueda
hacerse un "burócrata"»97. El precedente invocado por Lenin es el de la
Comuna de París, que, en
Así, por un lado, «el pueblo puede reprimir a los explotadores con
una "máquina" muy sencilla, casi sin "máquina", sin aparato especial:
con la simple organización de las masas armadas», y por otro, bastarán
unas pocas operaciones simples como «registrar, archivar y
comprobar» de tal suerte que «a las veinticuatro horas de acabar con
el capitalismo los obreros controlarán la producción y los soldados
dirigirán el ejército»100. A juicio de Lenin, estas tareas «ya son hoy
accesibles por completo al nivel de desarrollo de los habitantes de las
ciudades y pueden ser desempeñadas perfectamente por "el salario de
un obrero «^principio al que habría que añadir la elegibilidad y
revocación de los funcionarios en todo momento101.
l )(‘b<‘ t<*( ordarse que en / / I sttido y /«» rvvolui ión I ente bahía
sostenido que «sólo un ignorante o un astuto hurgues* podían
' l a«ita di* I (NIN ide l'Hti) i*n ( AKK, *M»*U.HHMANN,,11, 1'^ II
a puniera (ita de l ININ (de noviembre de I‘H 7) en id,, Ib t I 4
*
LA DICTADURA DLL PROl ETARIADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 91
V segunda Irlo IM.Mh-n ( AWK) t*i77a, 2M».
IA fJMT rADURA Ofl PROtf TARJA!» Y ti tSTAOO SOVIÉTICO f ii
27
La cita de BUJARIN (de 1928) en COHÉN, 1976, 448; LOWY, 1973, 57.
28
La cita de BUJARIN (de 1928) en LOWY, 1973, 410; BUJARIN, 1974C, 15.
29
BETTELHEIM, 1977, 515 y 1983, 218; CARR, 1974, 131-132.
w
CARR, 1983, 40; PROCACCI, 1977, 1 1 3 .
31
Las dos citas de BUJARIN (de 1928) en DEUTSCHER, 1971, 404, y COMEN,
1976, 58, respectivamente.
„4 , MHWlA •«< mVKJUI 1,11 tSÍAÜO VX IA1ISÍA
La cita de TROTSKI (de 1921) en RADICK, 1972, 61; ULAM, 1969, 478, SfRCf,
I, 1973, 98; DI UTSCHFR, 1976, 373-174 y 439 ,M TROTSKI, 1977a, 73.
r
La primera cita de BUIARIN (de 1919) en id., 1971, 83, y la segunda V 1
J20) en id., 1974b, 48 (las cursivas son de Bujarin).
IA OCMDURA OH f'kOt (TARIAOO V !¡ tSTAOO SOVIÉTICO <)7
SIAJIK. l,nVitas 1 ,NIN (de 1922) en BnmuuM, 1074, 261, y F BOMA en Í076,
12.
12* M’fu,dS cit.it de UNIN (de 1922) en Sonic), 1076, 164, y Cune 1074,
Bi
KÍHMOT» DEL PROLETARIADO
IA DICTADURA MaMOHT08«,Y ELliJKypo,
ESTADO SOVIÉTICO
Avurnnm*. 99
na nsHte í nermopy,
*ap»3 noTp*<jHo iHwuiHTM M«A<XStirKa BpaMre/wi
ce^flMe—BCTynaüTe ¿o ¿as HepeoHOt
KIHHOTN
►
.... 1 969a, 233; M<xm, 1995, 150; CoHfN, 1976, 435; Bn-
§' i '974, 87-88. , r.
.. ***"<* 1928) en Eowv, 1973, 326; BKOU ,
Nwm, ij * * 8WI<IN (de 1925) en COHÍN, 197(>, 286 (U < ursiv.
|Ak,N
Y .'974(. noy 163-165.
IA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y EL ESTADO SOVIÉTICO 99
tA „0*|A BOU HtVHJUI Olí ISIAIXJSCX.IAIMA
A su juicio, «el mayor desarrollo posible del poder del Estado con
objeto de preparar las condiciones para la extinción del Estado: tal es la
fórmula marxista», con lo que el refuerzo del Estado socialista se hace
en nombre de su futura extinción, contradicción que quiere sostenerse
con el supremo argumento de los «enemigos de clase» del entorno33.
Esta teoría de un Estado que se «extingue» al «reforzarse» no es más
que pura escatolo- gía ideológica que busca conciliar la preservación de
un referente mítico (Lenin) con los intereses reales del poder soviético.
Puesto que los textos de Lenin al respecto eran intocables, Stalin tuvo
que mantener la retórica «extincionista», pero dándole la vuelta al
argumento por los imperativos de la lucha de clases del momento.
Para Stalin, la construcción del socialismo intensifica la lucha de
clases tanto en el interior de la URSS como en el exterior. Una
)2;
La cita de STAIIN (de 1930) en BKOUC 1974, 409.
1/1
La cita de STAIIN (de 1930) en MARCUST, 1969, 107; CHATEUT/PISIHC
KOUCHNÍK, 1983, 346; MOOKL 1956, 222.
LA DICTADURA DLL PROIHARTADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 101
VeZ
| decretó c ue el
l socialismo ya estaba construido
en a URSS (en 1936), añadió que el Estado debía mantenerse e incluso
forta ecerse a causa del «cerco imperialista/capitalista». La teoría del
cerco permitió justificar un poder omnímodo no solo para defenderse
de una eventual agresión exterior, sino también para extirpar a la
«quinta columna» interior de «traidores» y «saboteadores»1 Pese a la
supuesta culminación integral de la construcción del socialismo en la
URSS, el Estado soviético debía mantenerse al iniciar la «fase
comunista» por el «cerco» pese a la incongruencia teórica que ello
representa desde el punto de vista de la ortodoxia marxista. Así:
«¿subsistirá también el Estado en el período del comunismo? Sí,
subsistirá si el cerco capitalista exterior no ha sido descartado», teoría
que se mantuvo imperturbable hasta el fin de Stalin; de ahí que
Malenkov afirmara en su nombre:
('orno resultado,
las fuñe iones de represión militar en el interior del país se han hecho
supertluas y han desaparecido puesto que la explotación ha sido
suprimida, ios explotadores no existen y ya no ha\ a quien reprimir La
función de represión ha dado paso a la función de protección de la
propiedad socialista contra los ladrones y los dilapidadores del bien
público. La función do defensa militar del país contra la agresión exte-
rior se ha conservado íntegramente’r.
116.
LA DICTADURA DH PROl ITARIAIX) V H tSTADC) SOVIÉTICO 1()í
i' ( HAIMI
I/Pisif K KoU( MNIK, 1*18.1, J57 U>0 M*ow# 19%, 124; UIAM,
1 %*í, 4!»2y4r» >. 197C, J H
// ta »tt4 hMiw íUi- 1922) <*n KIHAMWW
te»;
MAWUM 1’W* nri’iv
49c
hM I A tM HíÍA H< H( MtVJQUl Dfl f SIAIM ) S()( |*| ISJA
Burocracia y sociedad
A) El DtSCONTtCX BUROCRÁTICO
bajo la NIP la burocracia los gerentes, los técnicos \ la infelligcnt- >»a los
«cuerpos ife funcionarios* de la nueva sociedad eran Lasi e\clusi\amonto
elementos extraños al régimen’.
t*
frotski, que Hit' el principal dirigente lx>lchevique (iU<,
. upo a fondo del fenómeno burocrático, «descubrió» el bUfV> i ratismo en
192T, justo cuando empezó a ser cada vez más m ll ginal en la cúpula del
Partido. I n el apogeo de su poder, a eso ano, ('I asunto no le mereció
prácticamente ningún comen* tario; de ahí que su denuncia de la
deformación burocrática sea no sólo tardía, sino —en su jerga—
«oportunista»1. El fenó meno burocrático no sería privativo del Estado, sino
también y esto era mucho más grave— del Partido, como ya había visto
Lenin. I a burocracia habría conseguido autonomizarse de las masas y
escapar a todo control, algo especialmente agravado por i‘l viraje estalinista
de 1929, ya que «la colectivización ha abierto inmensas posibilidades al
parasitismo burocrático»4. La burocracia estalinista había generado
intereses corporativos propios Y conseguido «expropiar políticamente» al
proletariado \ situarse do modo «provisional» por encima de la sociedad
sovié- tit a. «la burocracia soviética |...| se ha ido volviendo cada vez mas
conservadora, cada vez más preocupada de mantener el
lwnon ,l
' “'-IVs,> >’ qut' el análisis trotskista do la burocracia estalinista
es bastante penetrante. no llega a formular una verdulera t<H>ria
acabada por no sacar todas las consecuencias sis- temu as, \ ello en
virtud de sus propios prejuicios ideológicos que limitaron el alcance de
su v isión*'.
Tan contundente en la crítica del fenómeno burocrático se mostro
asimismo Bujarin:
t u,' *1^ * H ,OM *' 1 Js ,HX eMduk'N inmediatas di' las masas cri
'h! n¡H M!* on un f'HitxH ratismo nauseabundo v en la auti>>at;
' A lónanos t so es pura Kutw.e
UH1 ,on ik KK
í
B) CAUSAS DEL TRIUNFO DE LA BUROCRACIA
Y MODOS DE COMBATIRLA
tris WqTí^4' 6?; Betteeheim' '974, 460; RADIAV., 1975 320- EUENS rHN ' '979a, 13;
KOI AKOWSKI, 1982, 501. ' JZU' tü£NS*
BMCH,Fli' 1%8' I33; KKASSO' 1970, 79; COHÉN, 1976, 204 y 430.
BUROCRACIA Y SíXH DA!) \ \ \
Partido v al Estado. I n su
)U .M.OWAXMOtIVM.nMUSfAIKIMK-tAllílA
11()|l,„|ot'l
MH ialismo soviético no podría -wan/.ir y tal Wp,„ vf‘no habría hw
ho más que favortx er a la Inmxrrac ia c*stal»n»s . \)[\het ho de que ('I
RarticJo se viera absorbido fJor |()s S(,r vinos que (iebe proporc ionar el Estado
pues «la fuente del bunm ratismü reside en la concentración creciente de
la aten* non v de las tuerzas del Partido sobre las instituciones y los apa*
ratos gubernamentales y en la lentitud del desarrollo de la industria». 4)
Las contradicciones sociales: «la victoria de Stalin, pese a todas sus
vacilaciones y su inestabilidad, es una manifestación de ios considerables
desplazamientos que se han producido en las relaciones de clase en la
sociedad revolucionaria»; más exactamente, «el burocratismo soviético
[...) es el producto de contradicciones sociales: entre ciudad y campo,
entre proletariado y campesinado, entre Repúblicas nacionales y sus subdi-
visiones, entre los diversos grupos del campesinado, entre las diversas
capas del proletariado, entre diversos grupos de consumidores, en fin,
entre el Estado soviético en su conjunto y el cerco imperialista»14. 5) El
«Termidor» y el «bonapartismo» soviéticos. Trotski recurrió
constantemente a analogías entre la revolución francesa y la rusa que le
llevaron a cometer diversos errores de interpretación, una comparación
muy habitual en aquella coyuntura, pero bien inadecuada desde el punto
de vista científico. El desplazamiento en el poder de los «verdaderos»
bolcheviques (es decir, él y su fracción) es explicado por Trotski con el
recurso a la analogía «termidoriana»: frente a la «derecha» hubo que
apoyar al «centro» de Stalin para evitar la restauración del capitalismo,
pero el «centro» habría hecho muchas concesiones a aquélla en el sistema
soviético. Desde esta perspectiva, el «Termidor» soviético sería causa y
consecuencia de la burocratización del Estado1 ’. A continuación, Trotski
sostuvo la teoría de que la URSS de Stalin había devenido «bonapartis-
B.: Puef que Nf°|leÓn fue Poster¡or al Termidor en Ru,¡, debía haber ocumdo lo
% mismo. Así, el «Termidor so^co" * habría producido en 1924 (justo
. cuando Trotski p,erde el v, aunque no tue la contrarrevolución capitalista
i» (el Termidor h1n cés tue protagonizado por revolucionarios moderados)
renm sentó la toma del poder por la burocracia. A juicio de Trotski las
h
k incorrectas políticas seguidas durante los años de la NEP habrían
favorecido tal desenlace, que culminaría con el ardn vira je de 1929, el
cual encarnaría la «fase» bonapartista del estali- nismo:
fe
en
ei bonapartismo fue uno de ios instrumentos del régimen capitalista en sus
4 períodos críticos. El estalinismo es una de sus variedades pero sobre las
bases del Estado obrero, desgarrado por el antagonismo entre la
burocracia soviética organizada y armada y las masas laboriosas
la- desarmadas16.
14
1
?
||
U 4 J A IM >#íA tf< >H Mf VM ¿I 4 I >H i MAtX > Sí M IAl
IMA
v,i.,|ánti.i revolucionaria desde el punto de vist,, í>0|ftiCí> aumento' la
capacitación técnica desde el administrativo AJ ¡,, selección del personal
debería someterse a «pruebas rigUr,¡' s,simas» y los Í argos políticos (‘star
siempre en manos de con1L¡' nistas «irreprochables», los funcionarios
debían: 1) ser reto mondados por miembros del Partido (lo que no hizo
más que reforzar el sistema de nomenklatura); 2) «sufrir un examen»
(S;C) para comprobar si conocen el aparato estatal soviético; 3) hacer otro
específico sobre las cuestiones administrativas de su sector y 4) trabajar
compenetrados con los órganos de control. Toda una combinación de
supervisión política y eficientismo tecnocráti- co para dar paso al binomio
«rojo y experto» como meta19. Para Lenin, los bolcheviques debían
nos» (el RMrin) para controlar a todas las administraciones, ya que, al poner al
trente del mismo a Stalin, se convirtió en un for midable instrumento para colocar a
sus partidarios y eliminar a los adversarios 21 . Aunque Lenin reconoció
autocríticamente al final de su vida el fracaso de sus recetas, siguió aferrado a su
modelo con rechazo frontal del principio de legalidad (una fórmula ensayada con
éxito en las democracias pluralistas más avanzadas para dar paso a un civil Service
eficiente), pues —a su juicio— eso hubiera sido una marcha atrás y una clau dicación
ante la teoría y la práctica del liberalismo burgués 22 .
El Rabkrin, dirigido por Stalin, no sirvió obviamente para el fin formalmente
propuesto (desburocratización) y se convirtió en una pieza burocrática más (y
relevante) del Estado soviético, además de una suerte de «policía privada» en el seno
del gobierno bolchevique, pues se dedicó a depurar y colocar en altos pues tos a
leales incondicionales 23 . Las críticas de Stalin al burocratismo nunca afectaron a los
principios de jerarquía y autoridad, sino al de ineficiencia, lo que es asunto distinto.
No se pedia que el Estado fuera menos autoritario, sino más, y de manera más
eficiente. Por tanto, la lucha contra el burocratismo en Sta lin no perseguía
democratización alguna, sino racionalización del aparato administrativo férreamente
dirigido por la cúpula del Partido 24 .
En cuantoTrotski asumió la bandera de la lucha contra la buro cra cia, partió de
la base de que ésta y el socialismo eran incompatibles:
1982, 479-480
,, *M, 1969, 57b; Con, VI, 1974, 135; KOIAKOWSM, „
Ul
linista eOimñ'd° ^ an^*s's tr°tsk¡sta del Estado soviético esta- por sus ronH
3
- ° ant° ^)0r ^bilidad de su base teórica como lonamientos ideológicos. De
entrada, Trotski no
Mane en
Tsorsu 197 ) 80 81 v
269; introducción de J.-|. !
1
V t<0 • 419; TKOISKI. t977b. 70; Kot***vsu Í98.Í. t«6
BUKfKRACAYSfXifíH,) U?
propon ionó nunca una dofinición i ompleta de su Uniría y .1 ( [inuación,
su obsesión por «salvar, la revolución de (k tubre0fM! ( 0 como prejuicio
que le impidió ir más allá. Según su teoría |, estruc tura básica de la ec
onomía soviética sería sustanciaren te socialista (al aferrarse al
formalismo de la estatalización de l<,s medios de produce ion y t ambio
y de la planificación centralizada), mientras que la superestructura
política habría sido «pervertida» por la «camarilla» estalinista. Trotski
nunca pudo explicar convincentemente cómo se produjo tal
«usurpación» burocrátic a; de* ahí que atribuir la degeneración
burocrática a la camarilla estalinista y sostener, a la ve/, que en la URSS
sobrevivía en el fondo la dictadura del proletariado (pues las
«conquistas de Octubre» básicas so mantendrían) fuese una explicac
ión teórica muy endeble y contradictoria desde el punto de vista
¿el marxista ortodoxo. En efecto, no deja de ser chocante al respecto la
jptt
i teoría de una superestructura no «sobredeterminada en última
instancia» por el modo de producción, algo incomprensible desde tal
cosmovisión. la teoría del Estado obrero degenerado sostuvo que la
■o URSS era un Estado socialista en la medida en que descansaba en la
cia! propiedad estatal y la planificación, pero no lo sería por el modo de
repartir los bienes, dando más importanc ia a las formas que a los
tadf resultados. Asi, 'al sistema sería con todo «objetivamente» progresista
0' en el plano interior por mantener relaciones de producción socialis* |JS
Uu
l e Irotski reduce a estatistas) y reaccionario en el exterior l H,r
«traicionar» todas Lis luchas revolucionarias mundiales. Se Ma (1e un
análisis a la vez simplista y paradójico que Trotski ,nantuv<> de modo
»hp invariable hasta el fin y con topic os que en ra/°numiento operaron a
i
modo de dogmas: la URSS era un st*‘d‘> obrero de dic tadura del
proletariado que debía ser delendi ( 11 n'udo incondicional frente al
imperialismo y qu< P,utH,a ** > <k* una grave detener,ic ion tM>htu a
debida a una < u/u i,f*
■ ',(a que noc laso sonal al servil ío de un désfxiia» un"
del so< Mlismo
J 'ain jfj|
' una «excrecencia» en el cuerpo sano
I
obrt
la Unión Soviética salió do la Revolución de Octubre ~ obrero. la
propiedad estatal de los medios de produceió°n>° *s,atio (irovio necesario para el
desarrollo socialista, abrió la .xJih'Tfí''0 un rápido crecimiento de las tuerzas
productivas IVm el *
Fstado obrero sufrió a la vez una completa degenerar-■ión'
tlt
>l
V2f>7 M A V K A K | S , 1071, 87; AVINAS, I975, r >9 y «1; IKOIMO, 197 ',»
f ROÍ SKI, 1977a, 67 (las cursivas son de Trotski); StRGi, II, 1971, S7.
TROI SKI, 1977a, 141.
/ ¥ H 1*YV/ Sf 0*2j 12!
’* HAÍ,
" ’ 7H„ MMU OSI 11 \ U**1 b
*Ist K U»M \ ,»14
t
tO \A MORÍA HOUMtVfQUt I >H I STAfK) SCK IAI|$IA
El argumento central deTrotski sobre la «naturaleza» del Estado soviético fue el de que
la burocracia no era clase dominante «porque no ha creado una base social para su
dominación bajo la forma de condiciones particulares de propiedad»* 7 . Desde este
punto de vista se niega el carácter clasista de la burocracia soviética dado que ésta
no podría transmitir la propiedad ni poseer los medios de producción, lo que le
impediría autoper- petuarse como hace la burguesía a través de la herencia. Trotski
no cayó en la cuenta de que la nomenklatura soviética no necesitaba formalizar la
propiedad privada, pues la base de su poder pivotaba alrededor de un sistema cupular
de cooptación autoritaria y de monopolio absoluto del poder de control y gestión que
le permitía transmitir en la práctica el dominio a un círcu lo privilegiado muy
restringido. El sistema de nomenklatura funcionó, de hecho, como «privado», sin
que el derecho soviético tuviera que registrar tal realidad. Por tanto, la aproximación
de Trotski no vio que había surgido una forma particular de apropiación fáctica sin
formalización jurídica gracias a la autono- mización del aparato.
Para Trotski la burocracia estalinista mantendría la propiedad esta tal tanto por
razones «subjetivas» (el «temor» a una eventual reacción hostil de las masas, un
escenario del todo irreal) como «objetivas», pues depende de aquélla. La burocracia
no
!/ BAFCHLER, 1968, 78; DEUTSCHER, 1969b, 281; AVENAS, 1971, 59; j.-j. MARTE
(introducción) en TROTSKI, 1972, 33; SOTEIO, 1976, 226; TROTSM 1977a, 236.
BUROCRACIA Y SOCIHMí) 12 i
,' dase por no ser una fuerza social independiente, sino una
«excrecencia parasitaria»:
2
- U SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA
i
r
A)
CARACTERÍSTICAS DE LA NEP
r Peerás medidas económicas de los bolcheviques fuerí
af|í
r >nalizar las tierras (con microparcelarión «pequen
V,
lib lAIK)KfA HOtCHlVIQUl MI Í5TAOO SOCIALISTA
4/
CAR*, 1978, 281; D*oz, 1982, 14
35BmnHUM, 1974, 119 y 128; \, BOTTA(introducción)en STAUN, 1976,
39. 49 I cita (de 1925) en BimmitM, 1977 265, C ARR , 1978, 179 y 381.
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de tu,)*) en id III 1
U7?^AMN 1^ 9 10; KuAfcUVWl t<»82, 4~4 2fM MSVMS exe«
% ,,
« O »*S IAONU 1»« 1977, ¿8’
MK
^ MÜsmo pero se opuso a cualquier modificar ion riel sístc n,, de gestión
económica, de cálc ulo de? los precios y del mtxH, de* ¡a planificación
centralizada. Es más, llegó a proponer esta' tali/arlo todo, incluyendo los
últimos restos — puramente for. niales— del cooperativismo (los koljc>scs)
.
De entrada, Bujarin sostuvo concepciones ortodoxas a propósito de
la intrínseca superioridad del sector estatal de la economía dada la
«naturaleza de clase» del sistema soviético en el que la política
determinaría a la base. El Estado soviético debía ser tuerte para asumir
las funciones ligadas a la organización social de la producción, el
intercambio y la distribución: «bajo el poder del Estado del proletariado
y con la nacionalización proletaria de la producción, cesa el proceso de
creación de plusvalía, como categoría específica de la sociedad
burguesa», sin aclarar de dónde se obtendría el excedente para la
acumulación socialista* En la URSS de los años veinte, para Bujarin el
problema no era la hiperindustrialización o la planificación integral, sino
la estabilidad de la moneda y la política de precios. A su juicio, el sector
industrial estatal tenía que rebajar los precios y ser más competitivo55.
Al final de la guerra civil los campesinos presionaron para que se
suavizaran las requisas y, por otra parte, la reconstrucción del país
exigía una radical reorientación económica. Esto fue la NEP, aceptada
como necesidad «objetiva» inevitable por casi todos los bolcheviques e
interpretada muy mayoritariamentetan sólo como mero «repliegue
táctico» coyuntura!, no como «estrategia» soviética de transición al
socialismo. Paralelamente, a partir de la NEP también quedó claro que
el «comunismo de guerra» no había sido la vía soviética a! socialismo,
sino otra respuesta forzosa en circunstancias excepcionales. Con la NEP
el Partido bolchevique abandonó parcialmente el control sobre gran
parte de la economía del país, pero esta asunción forzosa de cierto
pluralismo socioeconómico de mercado acabaría pro-
u
HURtK RAC'IAY SOPIOAD J4>«*
Í U >
1 *#7^ *'04, /()<); HMIIIMIIM, 1 ‘>74, 10; l AHK. * ^
' Cmu' 1**75, 77, ( AKK, 1«»7H, W*M, < <>U,VI Í(N
J m s IIOKÍA NOll HIVIQUI DM ÍSIAOOSCM lAHSfA
' Las tres citas de LENIN (de 1922) en BFTTEIHEIM, 1974, 454, v LENIN, lll,
1979, 676 y 677.
" I a cita de TROTSKI (de 1925) en id., 1928, 33; CARR, 1978, 397.
H1 IR( K PAí IA V r ,
A ,Ay 4
#»MÍAO in
suficiente* para mantener ta MM úili^.u Irtn ck* un «w, , ,
HY l , * " vilordo la gfün ini (m
,
U NEP abría un largo período de* economía d<> m,r( lílf bajo la
% guía del Estado soviético y sería éste (-1 «„* diriR.rí!. oí proceso
% para encaminarlo al socialismo. La cuestión f u n d í mental era la
J
'Cfí de concretar cómo el Estado podría influir en el mercado de
k mercancías pot sus propios medios económicos para ak an/ar el
n
¡tir nivel de acumulación deseado en una a^rícul tura que estaba en
y manos campesinas. I a clave sería la de dotar al campo de un valor
^lílT equivalente de bienes de produt ción y con sumo al de las ciudades
lj. y la industria. En el análisis de Bujarin, la NEP era la restauración
tod pardal del mercado, pero c ontrolado |K>r el Estado soviético, lo
eio que aseguraría el mantenimiento del objetivo final socialista. La
NEP propiciaría una estimulante competencia entre el Estado y la
iniciativa privada, y este modelo híbrido permitiría atraer a los
campesinos al sistema global de la economía socialista en un
contexto de avance pacífico: «el papel desempeñado por la
competencia en la sociedad c a p it a lista [...] tiene que
desempeñarlo en nuestro país la presión constante nacida de las
necesidades de las masas», y, más en partí- uilar, «la lucha por la
reducción de los precios es el mejor mcdio para combatir la
burocracia; en cambio, el aumento de os precios es el efecto y la
causa de todo burocratismo»^.
BKTELHFIM, 1977, 338-339. A mediados de los años veinte éste era el Pa"™a™
a r
P oximado de los diferentes tipos de campesinado presentes en la U R S S ,
campesinos medianos (serechniaki), 64,7 por 100; campesinos po res ( />*(
hnaki), 24,0 por 100, y campesinos ricos (kulaks), 6,9 por 100.
vid. DROZ, 1982, 46. K
I l 4 IMI I Si AlM > Si M IAI IN|A
%
íty t\»i (onsiguiimto
or^.,,
^ ftt l.t «f Mlslutt t ion )M MM l«tlÍMttn |l*l IWoM<MM(kl| »'M,t 1 t V)M A
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' ,»oMukn i» lias tk' >» A lo*, t antjM'Nuv*s | j pmManatk» tM»e vtNv
/MI *V
IX\:«■ A* pttrvlt) tjtti' «te olio ItStxk) MO |M»«II,1| <ni)M>t\(u *'| |MMjt>»‘
■i
li» dh tadura del prolnf.iri.ido y drs.irroll.imos, .1 un ntnu, ado
nuestra industria so« i.ilist.i (...). IVro aún no minado Lis rali os del
(apitalísmo», y, por otro, «10s que ^ sobre la no» esidad do
disminuir ol ritmo do nuestra m(j, !n zai ion son enemigos ÍLd so<
i.ilismo, .igonfos de nuestros ^ ' migos do < lase»
Pata Irotski l,i toma de podor (mr los bol< heviques fue t,m S))|
('I pune ifiio do un proc oso revolut ¡(inario ininterrumpido y <1,! ah am e
mlorna» ion.il. I n ol interior, fui' ol máximo defensor d!> a< elerat l.i
estatali/ac ion e< onómic ,1 poro liquidar la (impiedad (invada y los restos
dol capitalismo: «la estatalización de los medios de producción, 1 ondú
ion ntn i'sorio del desarrollo so» lisia, ha ahicolo la posibilidad do un < reí
i miento rápido do las fuerzas produt tivos38/ do a< uerdocon sus ti»sís
ostalalisfas y pm du< livislas quo ignoraban la autogestión obrera y la
emancipa non do la servidumbre «taylorista» 4. Para Irotski, si la industria
estatal si* desarrollaba a un ritmo más lento quo la agricultura, sena
inevitable la restauración del capitalismo. Por tanto, la vk tona del so»
lalismo dependía de la industrializar ion estatal y do la transformar ion
radical do la economía campesina. Como gobernante Irotski detendió los
métodos más expeditivos para imponer la disciplina laboral o incrementar
la productividad, ím luso con propuestas do militarización del trabajo, y
os que desdo su porspo< tiva sólo una l *KSS fuerte podría propagar la
revolución mundial (sin explu a sus 1 (instantes crítk as a la NI P y su
defensa abstrae ta y doctrinaria do la planificación inte gral. sin
verdaderas considera* iones (xir las (jrc unstanc ias roa les del país. ( on
todo, debo señalarse que el proyei to industrialista y de colectivización
agraria preconizado por Irotski no c*s asi milable al de Stalin. I st(* lo
tomo el programa con niuc ha mayor radu alidad y contunden* ia en PL’O,
(x*ro irotski c ntu oeste viraje. No obstante, los prejuicios ideológicos su
antepusieron ('ti su
38 l.i primera cita de SIAIIN (do WH) en id,, 1%8. 1*1* \ la segunda (de
PMO) en U IA M . I l 1 !/'» m; HnimuiM m*7, 111, 11H, IMO \ 404-408;
K- MKr«\V M, lOftt, 8* M\ V K \ M S , 1071 41 4 M A V KA M V 1071, »S K»
* w
.
I Ifi |A H< »kl\ H» il i HIVHJUI |)|| IStAMi ) S< M IAIISIA
el
viraje
*' OFUTSCHFR, 1971, 129; id., 1976, 471; DAY, 1973, 17 y 24.
Ambas c itas de TROTSM (de 1920) en KKASSO, 1970, 166, y BFTTEIHOM,
1974, 146; ABOSCM, 1974, 64.
la uta de TROTSKI (de 1920) en BITIUHFIM, 1974. 347; DCUTSCHÍR,
1976, 456
n
* BmMMttM, 1974, 14».
BUK< X RA( IA Y SC.K H ÍMD i 4 ]
l a cita de LENIN (de 1922) en id., III, 1979, 679; BETTELHEIM, 1974, 352. '
ULAM, 1969, 508; DEUTSCHER, 1971, 54; DAY, 1973, 31; BFTTELHEIM, 1974, ; RADIAVI, i4()
81
La cita de TROTSKI (de 1921) en KOLAKOWSKI, 1982, 500; BROUÉ, 1974,
burguesas», «anarquistas» y, por supuesto, «trotskistas»91. Bujarin, de entrada, vio como
inevitables las desigualdades dado el atraso histórico de
1
91.
40
Las dos citas de BUJARIN (de 1926) en id., 1974c, 43, e id., 1974b, 49
LOWY, 1973, 143.
” Estructura social de la URSS (según datos oficiales soviéticos).
1928 1934 1939
17,6% 31,2% 50,2%
Obreros y empleados
Campesinos koljosianos y artesanos coopera- 2,9% 46,2% 47.2%
tivistas
(
74,9% \\v\. 2,6 w
ampes,jnos parcelarios y artesanos libres
4,6% 0,1%
i y nepman _
surgen otros elementos, otras capas sociales, las fracciones de otras clases
que acaparan una buena parte, si no del poder, por lo menos de la influencia
sobre éste. Estas otras clases —los funcionarios del Estado, de los sindicatos
y de las cooperativas, los elementos de las profesiones liberales y los
intermediarios— constituyen cada vez más todo un sistema de vasos
comunicantes (...]. En esta misma cate-
39
MOORE, 1956, 161; BUJARIN, 1974c, 170,
40
La primera cita de STAIJN (de 1936) en DEL TURIA, 1977, 114, y la segunda (de
1939) en FRANKLIN, 1973, 367; MAVRAKIS, 1971, 101; CAKR, 1974, 99-100;
BmeiHEiM, 1983, 29.
I ,, i \ III >KIA Ht )|( HfVIQtM PH ! SIAPO *)< IAIISIA
D) UN SOCIALISMO PRODUCTIVISTA
Lenin siempre mostró una alta fascinación por la ciencia y la técnica como
medios clave para potenciar el desarrollisrno soviético; de ahí su énfasis
en aprender del capitalismo y beneficiarse de sus logros. Hay pues, en
Lenin, una exaltación unilateral de tales instrumentos, vistos como
«neutrales» en sí y que dependen del uso burgués o proletario que se
haga de ellos:
ík<),
í»Kf 0929) en fd., 1969, 8-9.
(
hifwi'7 ^ LLNIN (do 19f8)en íd., III, 1979, 724; UIAM, 1969 494 en - I*'«Y, 1977, 140
1'ftn, df‘ItNfN (d<' 1918) en DM.IIy HIK, 1978 ,M» d.» < t » «c
M* i * 9* tlí MÍ MtVHJUÍ LMl ISIAlK » M M IAMMA
la uta de LFNIN (de 1921) en UIAM, 1969, 529; Moow, 1956, 165. ' i a cita dí'
LFNIN (de noviembre de 1917) en L)n TURIA, 1977, 221 (las cursivas son de 1
enm/.
" Ut tf,i <)<• S f A I IN (de 1 9 1 1 ) en UIAM, I, 1975, 401.
técnicos, ni en sustituirlas por todas partes y en cada ocasión por < orn.
siones electivas'00.
ífí t A KuKtA tH >H MEVK >14 I >H INfADO SCK IAIISIA
Como gobernante Lenin rectificó a fondo a propósito de la gestión de
la maquinaria política y económica y, en esta última dimensión, su
obsesión fue la de captar a los especialistas y a los antiguos empresarios
convertidos ahora en directores de fábrica con sueldos bastante superiores
a los de los obreros. Lenin admitió que esta «recuperación» era
contradictoria con las Tesis de Abril, pero la justificó como «medida
provisional» indispensable para la reconstrucción industrial. Los
bolcheviques «usaron» a los antiguos capitalistas como expertos, pero
éstos —como directores y técnicos— gozaron de muy amplia autonomía
de gestión, además de privilegios materiales. Literalmente Lenin consideró
mucho más valioso a un empresario capaz de construir una vía férrea que
veinte resoluciones de un comité cualquiera del Partido101. En suma, en el
seno del Partido bolchevique predominaron con mucho concepciones
economicis- tas y tecnocráticas sobre la construcción del socialismo al
darse una prioridad absoluta a la productividad por encima de la
emancipación obrera y a los intereses específicos del Estado soviético
sobre los trabajadores. Desde tales parámetros, el desarrollo socialista
sería puro efecto del crecimiento de las fuerzas productivas; de ahí la
obsesión por emular al capitalismo usando sus técnicas. Por tanto, todo el
proceso de construcción del socialismo se atribuyó al Estado, lo que
reforzó sus tendencias a a mas amplia autonomización frente a la sociedad;
de ahí que os ocurrentes anuncios oficiales de que toda explotación había
concluido no fueran más que meras declaraciones ideológicas ■ 0 taracter
propagandístico102. El proyecto de edificación soda- usta de Lenin es
claramente produtivista y desairol lista, con ^anización «taylorista» del
trabajo y alta disc iplina laboral 1OM\
que Sulin Nevaría hasta las últimas conset uencias con obsesión
JH>I el crecimiento constante de la producción y por el desarrollo ten
nológico: «el sor ialismo sólo puede vencer sobre la base de una alta
productividad del trabajo, más elevado que bajo el capitalismo»,
pues ley económica fundamental del socialismo es la de «asegurar
la máxima satisfacción de las siempre crecientes exigencias
materiales y culturales de toda la sociedad, mediante el aumento
ininterrumpido y el perfeccionamiento de la producción socialista
sobre la base de una técnica superior»10*. También Trotski mostró
criterios hiperproductivistas y desarrollistas con especial énfasis en
el industrialismo y la planificación centralizada. Finalmente, Bujarin
compartía en lo esencial la idea de que el socialismo integral
BUROCRACIAV SCKJfÜAI) 147
representaría la culminación de la civilización industrial, difiriendo en
los modos y ritmos para llegar a ello. Mientras estuvo presente en la
escena pública el principal problema que preocupó a Bujarin fue el
de cómo transformar la dictadura del proletariado en fuerza
económica dirigente sin romper la alianza obrera y campesina. Por lo
que hace a los instrumentos operativos, Bujarin compartió el lugar
común de los bolcheviques de que ciertas «técnicas» eran neutrales
tanto en el Estado capitalista como en el socialista y, en este sentido,
el desarrollo tecnológico permitiría avanzar per se en la URSS104.
:,,t
Los criterios económicos de LENIN en ULAM, 1969, 31 7-318, y RADIA-
VI,
1975,148. La primera cita de STALIN (de 1935) en id., 1968, 182, y la
segunda (de 1952) en id., 1976, 98.
1 ‘ los criterios económicos de TROTSKI en SOTELO, 1976, 218 y 273, y
B*;IA#>N, 1 9 7 4 C, 1 7 .
Conclusiones
tariado al Partido. Ni que decir tiene que esta identificación UH> rica
contribuyó extraordinariamente a la rápida transformación totalitaria del
Estado soviético, y sólo Bujarin entendió en los años veinte que tal fórmula
encerraba claros riesgos de despotismo arbitrario.
Si la dictadura del proletariado era, de hecho, la dictadura del Partido,
que no respondía ante nadie, está claro que el modelo resultante dio paso
a una concentración y centralización del poder político sin precedentes,
con desconsideración absoluta de contrapesos, equilibrios y —peor— con
ausencia prácticamente completa de derechos y libertades con sus
correspondientes garantías legales operativas. En la cultura política
bolchevique todo ello se asociaba indefectiblemente al liberalismo
burgués, considerado «fetichista» y ficticio, lo que no hizo más que refor-
zar la lógica del descontrol autoritario. SóloTrotski y Bujarin, pero tras caer
en desgracia, descubrirían las virtudes de los contrapesos del poder,
aunque tampoco con demasiada claridad a la hora de proporcionar
indicaciones prácticas sobre cómo articular una «democracia soviética».
Precisamente, los bolcheviques tuvieron siempre una visión puramente
instrumental de las elecciones competitivas, el pluripartidismo o el
constitucionalismo: 'as primeras fueron descalificadas de entrada al no
coincidir con sus expectativas (la Asamblea Constituyente) y contrapuestas
a la «verdadera» voluntad de las masas, que sólo reflejarían los soviets
(controlados por el Partido bolchevique). Lo cierto es que los soviets
fueron rápidamente vaciados de real autonomía V convertidos en «correas
de transmisión» del propio Partido v ( e nuevo, Trotski y Bujarin
propusieron revitalizarlos sólo cuan- 0 Perdieron el poder. Por lo demás, el
constitucionalismo sovio* t,c° tuvo siempre un carácter semántico y
propagandístico, pues ni r°£uló efectivamente la vida política del país, ni
funcionó do
IJ10 n°rmativo, limitándose a ser mera pantalla propaganda t'ca del
poder.
j l<)S bolcheviques tuvieron un concepción claramente ins niment.il y
reductora del I stado, visto de modo estricto tomo <*h i 'n ^ st‘rv'( io
de los intereses de la clase dominante \ aparato 1 {) r’senc.ial coactivo,
l os bolt hoviques reforzaron \ amplían*'
a rondo las estructuras del Estado soviético y ninguna fracción las puso nunca
en duda, salvo Bujarin y Trotski matizadamente en los años treinta. El modelo de
Estado soviético bajo Stalin se convirtió en obligatorio para el movimiento
comunista internacional: en otras palabras, se hizo de la necesidad virtud al con-
cluirse que no había más modelo posible de Estado socialista que el soviético. Por
tanto, las promesas prerrevolucionarias de dar paso a un semi-Estado, al Estado-
Comuna de Marx, fueron del todo archivadas tras tomar el poder, siendo la
excepción Bujarin, siempre fiel al proyecto originario de reducir las dimensiones
del Estado para acercarlo a la sociedad. Todas las fantasías leninistas sobre la
facilidad del manejo del Estado moderno, de la gestión de tal maquinaria «por la
más modesta cocinera», así como la revocación de los funcionarios y la
equiparación salarial de los mismos con los obreros, fueron descartadas por invia-
bles de inmediato a la hora de edificar el nuevo poder. Lenin reconoció no sólo
que era imposible llevar a la práctica la rápida extinción del Estado, sino que el
poder soviético estaba urgentemente necesitado de especialistas y técnicos
burgueses y que, por tanto, no se podía «destruir hasta los cimientos» todo el
viejo aparato heredado.
Aunque Lenin, como gobernante, detectó muchos serios problemas de
funcionamiento práctico del Estado soviético, en general se quedó en los efectos
o en causas derivadas y no asumió la causa originaria fundamental de las
«deformaciones» que era el sistema de partido único irrestricto. Sin duda, el
atraso histórico, el peso de la burocracia tradicional y la incompetencia técnica
de muchos cuadros bolcheviques eran responsables de numerosos defectos, por
no ir más allá en el análisis muestra los límites de la autocrítica de Lenin, que es,
a veces, realmente muy severa, pero incompleta. Esto es lo que explica que las
recetas para enmendar los defectos fracasaran sucesivamente, pues no iban a la
raíz del problema y operaban a modo de parches que dejaban inalterado el
modelo: ni los castigos a los ineficaces ni la creación de nuevos órganos de control
(que superpusieron burocracias) sirvieron al efecto para atajar las «deforma*
dones» del Estado soviético. Sólo Bujarin se apercibió de la
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jf, "' ",ho V',:,n »*MHÍI¡SUI es el título con el que oficialmente se iilenuluo1 s|•'
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CONCLUSIONES ! S7
ntn esidad do tomarse en serio la propia legalidad socialista y opo- rar
on consecuencia para dar garantías y seguridad efectivas a
los ciudadanos soviéticos.
No deja de ser chocante la teoría estalinista de la necesidad de
reforzar constantemente el Estado soviético para poder preparar su
futura extinción, horizonte mítico éste que se mantuvo tan sólo como
referente retórico por razones ideológicas, a modo de inevitable tributo
al legado de Lenin. La justificación residiría en el «cerco capitalista»
que exigiría extremar la vigilancia revolucionaria para liquidar a los
«enemigos de clase» del entorno; una teoría, pues, muy útil para
consolidar el poder totalitario. Pese a la afirmación de Stalin de que el
socialismo ya estaba íntegramente construido en la URSS —lo que, en
teoría, hacía inútil al Estado—, es precisamente el recurso al «cerco»
lo que permite legitimarlo. Al margen de lo contradictorio y hasta
absurdo desde el punto de vista ortodoxo (un país íntegramente
socialista que inicia incluso el paso al comunismo y que mantiene el
Estado), lo cierto es que se trata de un puro artificio retórico de Stalin
para dar barniz marxista a la necesidad de preservar a toda costa un
poderoso Estado en la URSS
Naturalmente, la recuperación bolchevique del grueso de la
burocracia tradicional tuvo su precio, pues, aunque permitió
reconstruir el Estado, contribuyó a archivar cualquier propuesta real
de «autogestión» social del poder político y administrativo. La mayoría
de los dirigentes bolcheviques captó bien los problemas burocráticos
concretos del Estado soviético, pero no entendió (o no quiso ver) las
causas de fondo de los mismos ya que de hacerlo— eso hubiera
cuestionado necesariamente las bases del sistema que habían
edificado. Fue Trotski el dirigente bolchevique que proporcionó un
intento bastante elaborado de teoría de la burocracia en el Estado
soviético, aunque con notorias limitaciones derivadas de sus propios
prejuicios ideo- ogicos y del temor subyacente a verse desautorizado
como corresponsable pionero del modelo construido. Aunque Trotski
arrnien se aferró a las explicaciones causales de Lenin (atraso !s orico,
ineficacia técnica de los cuadros comunistas, contra-
(
mn( s sociales derivadas de la NEP), fue un poco más alia,
i ,(> lAHOKlAHOLCHWIQUf Dll KSTADO S(K ÍAUSTA
ec
^° °le que el Estado soviético no tuviera ningún refe- ejR e en
que inspirarse hizo de la experimentación tentativa dio n,C0 cam'no empírico
para intentar avanzar: con la NEP so sus v"0 a Un moc^e^0 muy singular de
«economía mixta» que a pró ,imPortantes debates en el seno del Partido
bolchevique t U r < J | s u carácter «provisional» o, en su caso,
«estrut c i e r t o c r ^ e r ' ° S(^° 1° sostuvo do forma clara Bujarin). lo
* ( - (|uo un modelo adoptado por las c iri unstanc tas resulto
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