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“Sujeto campesino” es una categoría social que incluye a todas las personas, sin distingo de edad, sexo y
género
Debido a la historia y geografías heterogéneas de nuestro mundo rural y a las desigualdades
que han caracterizado el desarrollo regional del país, nuestro campesinado abarca desde
zonas relativamente desarrolladas y con una fuerte articulación con ciudades grandes e
intermedias, hasta otras extremadamente pobres, generalmente en las regiones más
apartadas del país. Abarca también desde zonas (mayoritarias en términos de territorio)
donde predomina la gran propiedad hasta otras donde se asientan pequeños productores
e incluso mini y microfundistas.
En consonancia con el solido marco nacional que establece a la población campesina como
sujeto de especial protección, y en concordancia con la reciente Declaración de los
Derechos de los Campesinos y de otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales,
aprobada en su versión final el 17 de Diciembre del año en curso por la Comisión Tercera
Asamblea General de Naciones Unidas, el PND continuará con los esfuerzos estatales ya
realizados en camino de lograr la igualdad material de los derechos de la población
campesina por medio de 8 líneas estratégicas, a saber: i) acceso, formalización y
territorialidades campesinas-áreas protegidas; ii) fortalecimiento economía campesina y
adecuación institucional; iii) acceso a derechos; iv) infraestructura productiva; v) cultivos de
coca, marihuana y amapola; vi) ambiente y cambio climático; vii) Mujer campesina; y viii)
jurisdicción agraria.
Línea 1. Acceso, formalización y territorialidades
campesinas-áreas protegidas
La tenencia de la tierra en Colombia se ha constituido de manera informal, desordenada y
sin garantías jurídicas. Según el informe de la Misión para la Transformación del Campo “la
tenencia de la tierra es informal, pues solo el 6 % de los municipios tiene un grado de
formalidad total o casi-total, mientras que del 94 % restante, un 16 % se encuentra en
informalidad total o casi total”. Es decir, que una cantidad muy baja de predios tienen una
identificación completa de información catastral y de registro.
Respecto al acceso, la realidad del campo colombino es alarmante. El 37,4% de los hogares
rurales tiene acceso a la tierra y, de estos hogares, el 59% presenta informalidad en la
propiedad. Según el III Censo Nacional Agropecuario, las Unidades de Producción
Agropecuaria (UPA) de menos de 0,5 hectáreas representan el 70,4% del total de UPAS y
ocupan el 2,1% del área censada; en contraste, aquellas con más de 2.000 hectáreas
participan con el 0,1% del total de las UPAS y abarcan el 70,5% del área censada.
La dotación de tierras y la concepción de la propiedad agraria que se destina para los usos
agropecuarios, la conservación de recursos naturales y el medio ambiente obliga a que su
tenencia y aprovechamiento se orienten a la sostenibilidad de los beneficiarios con el fin de
mejorar las condiciones de vida y bienestar comunitario.
La dimensión territorial como atributo de los campesinos parte del reconocimiento de sus
diferencias regionales como un elemento esencial en el relacionamiento con el Estado, su
entorno, sus actividades, la naturaleza y sus decisiones políticas, culturales e institucionales.
Objetivo 1 Formalización.
El gobierno nacional impulse acciones de formalización de la tierra y clarificación de los
derechos de propiedad.
Objetivo 2. Acceso.
Con el objetivo de avanzar en la superación de la pobreza rural y generar condiciones
favorables para el desarrollo de la vida campesina con dignidad el gobierno nacional
desarrollara las siguientes acciones de acceso a la tierra rural.
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Sistema Nacional Ambiental: Conjunto de orientaciones, normas actividades, recursos, programas e
instituciones que permiten la puesta en marcha de los principios generales ambientales orientados hacia el
desarrollo sostenible (Ley 99 de 1993).
Línea 2. Fortalecimiento de la economía campesina y
adecuación institucional
Si bien los sistemas productivos campesinos provienen de profundos arraigos culturales, en
la actualidad el campesino colombiano es un sujeto multiactivo desde el punto de vista de
su actividad económica. Si bien existe una estrecha vinculación con la tierra a través de
actividades agropecuarias, es importante considerar otras actividades rurales que
construyen con los diversos ecosistemas y con el manejo de la biodiversidad para su
subsistencia y la de su hogar, además de prácticas productivas distintas a las actividades
primarias, como son la transformación de los recursos naturales, manufactura de
artesanías, elaboración de alimentos o bebidas en el hogar, así como la prestación de
algunos servicios relacionados con el turismo
La Encuesta de Calidad de Vida de 2016 también evidencia las brechas entre campo y
ciudad. Por ejemplo, la cobertura de acueducto en las cabeceras municipales es del 97.5%
y de 60.1% en la zona rural, y la de alcantarillado es de 93.6% y 17.3% respectivamente. La
asistencia escolar de personas entre 17 y 24 años 65.4% en las áreas urbanas y 32.2% en la
rural.
De este modo urge continuar una intervención decidida del Estado en las areas rurales con
un alto grado de precariedad y de invisibilidad de las manifestaciones autoctonas de
nuestro campesinado. En tazón de lo anterior se plantea una actuación buscando el
reconocimiento de la cultura campesina, la caracterización del Campesinado colombiano;
así que una mayor eficiencia estatal en items tan importantes como educación, salud,
seguridad social, primera infancia, deporte y recreación.
En este orden de ideas es necesario pasar de una visión en la cual la afiliación al sistema de
seguridad social, garantiza el acceso, a una afiliación en la cual haya seguridad de una oferta
adecuada e innovadora de servicios. Esto significa desarrollar un modelo dual, que continúe
con los subsidios a la demanda en los centros urbanos, pero que fortalezca los subsidios a
la oferta en los municipios rurales y rurales dispersos con alternativas flexibles y móviles,
con énfasis en promoción y prevención. Estos modelos son fundamentales para eliminar las
barreras de acceso y acercar la oferta a las familias, especialmente en los municipios más
dispersos, es decir, donde los servicios de salud deben llegar a la gente en vez de
meramente esperar que la gente llegue a los servicios.
De acuerdo con el DNP, la red de carreteras del país cuenta con 214.946 Km, de los cuales
17.423 Km corresponden a red primaria, 43.327 Km a la red vial secundaria y 141.945 Km a
la red vial terciaria. Esta se distribuye, a su vez, en 27.577 Km a cargo del Instituto Nacional
de Vías (INVIAS), 13.959 Km son administrados por 21 departamentos del país y 100.409
Km están bajo responsabilidad de los municipios; los 12.251 Km restantes son de
particulares.
Otra área de gran atraso en infraestructura es, sin duda, la de riego y regulación de
corrientes de agua. El país carece incluso de una evaluación clara de las necesidades, que
se ha hecho evidente con los problemas que generan las inundaciones en años recientes.
Los programas de desarrollo rural tendrán como beneficiarios a las comunidades locales y
a él o los municipios que conformen un territorio. En función de sus objetivos de desarrollo
productivo, proveerán bienes públicos relacionados con la producción, agregación de valor,
comercialización (centros de acopio, distritos de riego, centros de asistencia técnica,
información y apoyo empresarial, etc.) y, en general, todo lo referido a inversiones y
capacidades para dinamizar la economía del territorio y para hacerla más incluyente.
El Estado dará apoyos directos a los campesinos para que desarrollen proyectos de
riego de carácter asociativo.
Los distritos pequeños, así ́ como los mecanismos económicos de captura,
almacenamiento y utilización del agua, y las estrategias de retención del agua en el
suelo, hacen parte de la estrategia de inclusión productiva y agricultura familiar y se
financiaran a través del Fondo de Desarrollo Rural
Línea 5. Cultivos de coca, marihuana y amapola
Colombia es considerado uno de los países más biodiversos por su alto endemismo y por la
concentración de especies sin parangón en el mundo entero. Los ecosistemas estratégicos
del país garantizan los bienes y servicios ambientales necesarios para el bienestar social y
el desarrollo económico de la nación. El incremento y expansión de los cultivos de uso ilícito
incide en la desaparición de los cultivos tradicionales, o la desaparición del sistema de
bosque en las zonas de frontera agrícola. Pese a la ausencia de estudios oficiales con
mediciones detalladas de la presencia de cultivos de uso ilícito en ecosistemas estratégicos
(zonas de reserva forestal, parques naturales y territorios colectivos), se sabe que en las
áreas en las cuales la biodiversidad corre mayor riesgo, como resultado de actividades
antrópicas, tienen fuerte presencia de cultivos de coca, amapola y marihuana. En
consecuencia, afrontan una doble presión: la de los cultivos y la de las operaciones
indiscriminadas de aspersión aérea con glifosato.
La reducción sostenible de los cultivos declarados ilícitos será una consecuencia del
cumplimiento por parte del Estado de sus obligaciones y de su presencia constante e
integral en los territorios, implementando la reforma rural integral para la transformación
de los territorios, superando un enfoque restrictivo anclado en la apuesta por la seguridad.
Es por ello, que el territorio se entiende como un espacio socialmente construido por sus
habitantes, quienes desarrollan allí la mayor parte de su vida política, económica y social.
En este espacio confluyen relaciones sociales, una historia compartida, la identidad y
diversidad cultural y étnica, así como instituciones, una estructura ecológica y productiva
similar. Es así como un territorio no necesariamente es un espacio geográfico delimitado en
términos políticos y administrativos. En consecuencia, los territorios campesinos se definen
y se caracterizan en el marco de su relación con el espacio físico en el que vive el campesino
y el conjunto de interacciones sociales, económicas, históricas y culturales que establece.
En tal medida es posible decir que el espacio propiamente rural exhibe una creciente
interacción con los espacios urbanos y viceversa.
En este sentido, los campesinos se ubican tanto en zonas rurales como en las urbanas, sin
perjuicio de que la mayor parte del tiempo que dedican a su trabajo se desarrolla en el
campo; se desenvuelven en espacios que hacen parte de su territorio como red
fundamental de supervivencia.
La Misión para la Transformación del Campo señala que la situación de las mujeres rurales
es peor que la de los hombres rurales y la de las mujeres urbanas. Según el Tercer Censo
Nacional Agropecuario, el 12.6% de las mujeres rurales mayores de 15 años son analfabetas
frente al 12.4% de los varones. Sumado a esto, las mujeres rurales tienen menores y peores
oportunidades de trabajo remunerado debido a, entre otros, una carga excesiva de tareas
de cuidado sin remuneración ni reconocimiento. De hecho, la Encuesta Nacional del Uso del
Tiempo (ENUT) precisa que las mujeres en Colombia dedican a diario un promedio de 7
horas 23 minutos a las labores del cuidado no remuneradas; mientras, en el campo, las
mujeres rurales dedican aproximadamente 8 horas 12 minutos
Frente a los anteriores elementos se hace necesario una nueva institucionalidad que tenga
en cuenta que los conflictos por la tierra (y su judicialización) presentan características
diferentes a aquellos que ocurren en las ciudades. Es necesario evitar que los elementos
que caracterizan los litigios relacionados con la propiedad se trasladen de la jurisdicción civil
a la agraria sin una revisión crítica de sus efectos en este nuevo espacio.