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legalismo
versus
MARVIN MOORE
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición
MCMXCVTII - 4M
ISBN 950-573-679-7
-36502—
1. Ingresemos a la Epístola a los Calatas—Introducción 7
2. Conflicto entre el cristianismo judío y el cristianismo
gentil 17
3. Llamado a ser un apóstol 27
Gálatas 1
4. Contendiendo por la fe 39
Gálatas 2:1-14
5. ¿Cuan especiales son los judíos? 51
Gálatas 2:15-19
6. Victoria en Cristo 63
Gálatas 2:20, 21
7. La santificación también es por fe 69
Gálatas 3:1-5
8. Probando su evangelio por medio de las Escrituras 77
Gálatas 3:6-14
9. Dios siempre cumple sus promesas 85
Gálatas 3:10-18
5
10. El evangelio según el Sinai - Parte 1 93
Gálatas 3:19, 20
11. El evangelio según el Sinai - Parte 2 113
Gálatas 31:21-24
12. Ya no bajo un tutor 131
Gálatas 3:25
13. Hijos e hijas de Dios 139
Gálatas 3:26 a 4:20
14. Pacto nuevo versus pacto antiguo 159
Gálatas 4:21-31
15. Legalismo 169
16. Las consecuencias del legalismo 191
Gálatas 5:1-15
17. La victoria sobre el legalismo 205
Gálatas 5:15-26
18. Cómo tratar con los legalistas 221
Gálatas 6
6
CAPÍTULO 1
Ingresemos a la Epístola a
los Gálatas-Introducción
S
alí de la casa de un predicador frustrado; no de la mía, sino de
la de un hombre que me había invitado a conversar con él
acerca de la Biblia.
Cuando me llamó por teléfono y me invitó a su casa, dijo que
quería que habláramos acerca de la ley. Específicamente quería saber
si los Diez Mandamientos todavía se aplicaban a los cristianos.
Tras mi llegada, conversamos amigablemente durante unos mi-
nutos y entonces hizo nuevamente la pregunta: ¿Siguen los Diez
Mandamientos en vigencia para los hijos de Dios después de la
cruz?
Le expliqué por qué yo creía que sí. Para empezar, Pablo dijo
que "por medio de la ley es el conocimiento del pecado", y "por el
mandamiento el pecado... [llega] a ser sobremanera pecaminoso"
(Rom. 3:20; 7:13). Pablo también dijo que "la ley a la verdad es san-
ta, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Rom. 7:12), y Santiago
se refirió a "la perfecta ley, la de la libertad" (Sant. 1:25).
Mi anfitrión se puso extremadamente agitado. "¡Eso no es cier-
to!", exclamó casi a los gritos en mi oído. "¿No ha leído usted que
los cristianos han sido liberados de la ley?", dijo refiriéndose a Ro-
manos 7:1-3. "La ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste
vive", dijo leyendo parte del versículo 1. Luego saltó al versículo 3,
en el cual el género de los pronombres pasa a ser femenino. "Pero si
su marido muriese, [la mujer] es libre de esa ley" (vers. 3). "Pues no
estáis bajo la ley, sino bajo la gracia", dijo señalándome Romanos 6:
14.
7
3 8 Evangelio versus legalismo
BOSQUEJO DE GÁLATAS
Referencias
1 Richard N. Longenecker, The Word Biblical Commentary: Galatians [El Comentario bíblico
de la Palabra: Gálatas] (Dallas: Word Books, 1990). El Dr. Longenecker es profesor de Nuevo Testa-
mento en el Wycliff College de la Universidad de Toronto, Canadá.
Ingresemos a la Epístola a los Gálatas—Introducción 15
2 El autor menciona aquí varias versiones de la Biblia en idioma inglés. Los hispanoparlantes
disponemos también de un buen número de versiones bíblicas de estudio que representan traducciones
confiables del texto bíblico. Entre ellas pueden citarse, además de la versión Reina-Valera, la Biblia de
Jerusalén, la Nueva Biblia española, la Biblia del Peregrino de Alonso Schókel, etc.
3 No me refiero a que el legalismo en sí mismo sea pecado. El legalismo es causado por el pro-
blema del pecado que nos infecta a todos por igual. El legalismo hace que digamos y hagamos muchas
cosas desconsideradas que lastiman a otros. Estas formas desconsideradas de comportamiento son pe-
cado. La mayoría de los cristianos probablemente nos comportamos de manera desconsiderada alguna
vez en la vida. En el caso de algunos cristianos, el legalismo es una conducta obsesiva y compulsiva,
una adicción. Para esta clase de gente, juzgar a otros y hacérselo saber es una forma de vida. Ese era el
problema del partido judío en Galacia. Es un problema aún hoy.
4 Algunos adventistas piensan en el sábado fundamentalmente en términos de reglas acerca de lo
que no se debe hacer en él. Sin embargo, eso no es todo lo que significa el mandamiento del sábado.
Correctamente observado, el sábado incluye pasar tiempo con Dios y con Jesús, con los amigos cristia-
nos, con las personas necesitadas, etc. Pero este tema está más allá del propósito de este libr«.
CAPÍTULO 2
Conflicto entre
el cristianismo judío
y el cristianismo gentil
P
iense conmigo durante unos minutos acerca de lo que habrá
significado ser judío durante la época de Cristo. La relevancia
del judaismo era extremadamente importante para los judíos.
Siglos antes, Dios había llamado a Abraham y le había prometido
hacer de él una gran nación, y ellos eran esa nación.
Suponga que en los albores de nuestra historia denominacio-
nal, Dios hubiera dicho lo siguiente a los adventistas del séptimo
día por intermedio de Elena de White: "Voy a hacer de ustedes una
gran iglesia". ¿Qué pensaríamos hoy acerca de nosotros mismos?
Luego Dios dio a los israelitas al gran rey David, y les dijo que
el Mesías descendería de ese rey y gobernaría todas las naciones.
Suponga que Dios hubiera dicho lo siguiente a los adventistas:
"Haré surgir de entre ustedes un gran dirigente. Por medio de su
liderazgo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día llegará a ser la igle-
sia más importante. Ella dirigirá a todas las demás iglesias del mun-
do".
¿Qué pensaríamos de nosotros mismos si hubiéramos recibido
tales promesas? Aquellos de entre nosotros que las hubiésemos creí-
do nos sentiríamos tentados a pensar que somos en algún sentido
mejores que todos los demás.
Eso es en verdad lo que les ocurrió a los judíos tras su retorno
de la cautividad babilónica. La identidad nacional-de los judíos, sus
prejuicios religiosos y su anHelo dc pureza ritual eran tan fuertes
17
38 Evangelio versus legalismo
Referencia
* Las relaciones comerciales entre judíos y gentiles eran obviamente necesarias y por eso permi-
tidas. Lo que estaba prohibido era la interacción con propósitos sociales; por ejemplo, comer juntos.
CAPÍTULO 3
E
l primer siglo de nuestra era fue el período ideal de la historia
cristiana. Los apóstoles guiaban a la iglesia y el Espíritu Santo
llenaba el corazón de cada creyente con el poder de Pentecos-
tés. En consecuencia, el pueblo de Dios vivía en perfecta paz y ar-
monía.
¿Correcto?
te, tenemos que depender de él para que nos diga cuáles eran los ar-
gumentos del partido judío. Desafortunadamente para nosotros,
Pablo da mayormente por sentado que sus lectores estaban familiari-
zados con esos argumentos, y los refuta sin citarlos. Todo lo que
podemos hacer para conocer los argumentos del partido judío es
tratar de inferirlos a partir de una lectura cuidadosa de la respuesta
de Pablo. Si mantenemos eso en mente, ello nos ayudará a lidiar
con algunos de los problemas que encontramos en su carta.
En verdad, nos vemos confrontados por esta dificultad ya en el
primer versículo del primer capítulo. Aparentemente, el partido ju-
dío sostenía que la misión encomendada a Pablo —predicar el evan-
gelio a los gentiles— era de origen humano. Pero Pablo insistía en
que era "apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo
y por Dios el Padre)".
Pablo se presenta frecuentemente en sus cartas como un após-
tol, y con frecuencia subraya el hecho de que era un apóstol "por
voluntad de Dios". Note, por ejemplo, los siguientes ejemplos:
Romanos 1:1: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser após-
tol, apartado para el evangelio de Dios".
1 Corintios 1:1: "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por
la voluntad de Dios".
Efesios 1:1: "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de
Dios".
Es probable que otro de los argumentos principales esgrimidos
por el partido judío contra Pablo fuera que no poseía credenciales
apostólicas. Es importante entender que el partido judío tenía aquí,
en un sentido muy real, un punto válido, al menos en vista de la de-
finición de "apóstol" adoptada en los primeros días de existencia de
la iglesia. Tras la ascensión de Jesús al cielo, pero antes de Pente-
costés, Pedro propuso que el grupo reemplazara a Judas con "uno de
estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo
que Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bau-
tismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido
arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección"
(Hech. 1:21,22).
Note dos cosas acerca de las calificaciones requeridas de un
Llamado a ser un apóstol 29
rece que Pablo estaba hablando de sí mismo, pues dijo: "Tan pronto
se han alejado del que los llamó por la gracia de Cristo". Dios nunca ha
necesitado la gracia de Cristo para llamar a las personas. Pablo sí.
Luego Pablo dijo a los cristianos de Galacia: "Os hayáis aleja-
do... para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que
hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema [la
versión Dios habla hoy traduce: "...que caiga sobre él la maldición de
Dios"] " (vers. 6-9).
Se trata de un lenguaje muy fuerte. Aunque no lo mencione ex-
plícitamente, Pablo se refiere al partido judío. Sus integrantes se
habían infiltrado en la iglesia de Galacia y habían convencido a mu-
chos de los creyentes de origen gentil de que debían hacerse judíos
para poder ser buenos cristianos. Insistían en que los gentiles de-
bían circuncidarse y observar todas las leyes ceremoniales y las festi-
vidades religiosas judías.1
Pablo llamó a esto: "Un evangelio diferente, aunque no hay
otro". Dijo que "hay algunos [el partido judío] que os perturban".
Es crucial entender que las personas del partido judío que ha-
bían llegado a Galacia eran sinceras en sus convicciones. Creían con
todo su corazón que su mensaje era esencial para la verdadera vida
espiritual y para la salvación eterna. Pero, según Pablo, estaban ab-
solutamente equivocados, tanto que quien predicara ese mensaje
¡sería eternamente condenado! Y lo dice dos veces, para asegurarse
de que sus lectores captaran el punto.
Piense en esto. Estas personas eran completamente sinceras y
estaban convencidas de que tenían la verdad. Aseguraban estar ani-
madas de las mejores motivaciones y decían querer lo mejor para los
cristianos gentiles de Galacia. Deseaban que ellos tuvieran la expe-
riencia religiosa más saludable y feliz. Pero Pablo les dijo: "Ustedes
están absolutamente equivocados". Y puesto que aceptamos a Pablo
como un apóstol de Cristo, creemos que estaba en lo correcto.
Dediquemos un momento para aplicar esto a nuestra situación.
A veces algunas personas ingresan a la I g l e ^ A d y e ^ ^ t a y dicen:
"Usted tiene que hacer esto „y .aquello, creer esto y aquello. Si usted
Llamado a ser un apóstol 33
que los únicos dirigentes con quienes habló fueron Pedro y Santia-
go, y estuvo con ellos sólo durante quince días. El punto que parece
destacar es: "¿A qué se refieren cuando dicen que mi doctrina pro-
viene de hombres, si sólo estuve dos semanas en Jerusalén y consul-
té sólo a dos de los apóstoles?"
Aparentemente Pablo ya había relatado su historia antes, y el
partido judío había puesto en tela de juicio su testimonio acerca de
los hechos, pues él responde en el versículo 20:"En esto que os es-
cribo, he aquí delante de Dios que no miento".
¡Pablo estaba realmente preocupado!
Pero no estaba conforme con compartir su autobiografía con
los gálatas. Después de su diálogo con Pedro y Santiago en Jerusalén
había ido a Siria y a Cilicia. ¿Dónde quedan Siria y Cilicia? La costa
oriental del Mar Mediterráneo corre desde Egipto, casi en línea
recta hacia el norte a lo largo de la costa de Palestina hasta llegar a
Turquía. Si avanzamos en línea recta tierra adentro pasando por
Turquía pronto llegamos a la región de la antigua Siria y de Cilicia,
donde también se encontraba Tarso, cuna de Pablo. El pasó muchos
años predicando el evangelio en esa región (véase Gál. 2:1).
Pablo concluye el capítulo 1 diciendo: "Y no era [yo] conocido
de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían
decir: aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe
que en otro tiempo asolaba" (vers. 22, 23).
Y dice luego algo interesante: "Y glorificaban a Dios en mí"
(vers. 24). Siria y Cilicia eran territorio gentil, y, fiel a su llamado,
Pablo debió haber trabajado allí mucho entre los gentiles. Al decla-
rar cómo los cristianos de Judea alababan a Dios por su ministerio
en favor de los gentiles, Pablo estaba demostrando que el partido
judío era una pequeña minoría incluso entre las iglesias cristianas de
extracción judía de la región de Judea.
Al comienzo de este capítulo planteé el interrogante: "¿Qué
deberían hacer los cristianos que se sienten llamados a hacer cierta
tarea para Dios si la iglesia no reconoce ese llamado dándoles res-
ponsabilidades?"
A esta altura estamos en condiciones de contestar esa pregunta.
¿Qué hizo Pablo cuando recibió el llamado de Dios para predicar
3 8 Evangelio versus legalismo
Referencias
1 Señalaré repetidamente en este libro que la preocupación fundamental del partido judío era la
ley y su religión como un todo, aunque también destacaré el hecho de que el partido judío parecía
obsesionado sólo con los aspectos ceremoniales de la ley. La respuesta a esta aparente inconsistencia se
encuentra, creo, en entender que los aspectos ceremoniales de esa ley eran usados por el partido judío
para medir la lealtad de una persona al sistema como un todo. De manera semejante, la preocupación
de los adventistas legalistas es el adventismo como un todo, incluyendo las normas como una medida
de la lealtad de una persona a todo lo que la iglesia sostiene.
2 No estoy diciendo que Pedro y Santiago eran cristianos renegados. Ambos dieron todo su
apoyo a Pablo en el Concilio de Jerusalén. Fue precisamente ese apoyo lo que hizo que el partido judío
los considerara "renegados". Habían abandonado lo que sus oponentes consideraban "la fe verdadera".
CAPÍTULO 4
Contendiendo por la fe
Qálatas 2:1-14
M
ientras escribía los primeros capítulos de este libro, un ami-
go me envió un cásete de audio que contenía un sermón
predicado por una persona asociada con un ministerio ad-
ventista independiente. El orador comenzó su tema dirigiendo una
desprolija censura contra quienes enseñan cierta doctrina que él
considera falsa. "Si simplemente estudiáramos la Biblia, todos com-
prenderíamos que la doctrina que se nos está enseñando es contraria
a la Palabra de Dios", declaraba.
Vino a mi mente entonces un vídeo que había visto unos meses
antes, distribuido por otro ministerio independiente, que defendía
precisamente la misma doctrina condenada por el primero. Me sen-
tí particularmente impresionado por el hecho de que ambos predica-
dores oraran fervientemente pidiendo que Dios "revelara su verdad
hoy". Yo me preguntaba cuál de las dos oraciones había escuchado
Dios.
Puesto que no estoy a favor ni en contra del punto doctrinario
en cuestión (no creo que pueda ser demostrado uno u otro punto
de vista, y definitivamente no se trata de un asunto que tenga que
ver con la salvación), escuché ambos lados de la discusión más bien
desapasionadamente.
Mi sentimiento más notorio fue tal vez-el asombro de que las
personas que estaban de cada lado de la cuestión llegaran a estar tan
preocupadas por el asunto y tan absolutamente seguras de tener la
verdad, que daban por sentado que Dios estaba de su lado.
Creo que esta experiencia destaca lo que estaba ocurriendo en
39
3 8 Evangelio versus legalismo
ción breve que tuvo con ellos poco tiempo después en Antioquía.
Pedro había sido uno de los dirigentes de Jerusalén que acepta-
ron el ministerio de Pablo a los gentiles, incluyendo la estipulación
de que los gentiles no necesitaban ser circuncidados (véase el vers.
9). También hizo una firme defensa del evangelio de Pablo en oca-
sión del Concilio de Jerusalén (véase Hech. 15:6-11).
Pedro visitó más tarde la iglesia de Antioquía, y mientras estaba
allí aparecieron algunos representantes del partido judío provenien-
tes de Jerusalén. La ocasión del encuentro fue tal vez una comida
de camaradería posterior a los servicios religiosos del sábado. Pablo
no dice nada acerca de cuál fue la ocasión. Pero cuandoquiera que
haya sido, el partido judío insistió en comer aparte del resto de los
creyentes gentiles, e invitaron a Pedro para que los acompañara.
Pablo se sintió horrorizado cuando Pedro aceptó la invitación de
ellos.
En circunstancias normales no habría nada de malo en aceptar
la invitación de un grupo pequeño para compartir la mesa en una
comida de camaradería celebrada en la iglesia. Pero el partido judío
había preparado deliberadamente un "globo de ensayo", una situa-
ción de prueba, como cuando Pablo llevó a Tito consigo a Jerusalén.
Y Pedro cayó en la trampa. Desgraciadamente, otros cristianos ju-
díos siguieron el ejemplo de Pedro y comenzaron a apartarse de los
creyentes gentiles. Incluso Bernabé, el asociado personal de Pablo,
comprometió sus principios.
La reacción de Pablo fue inmediata y decisiva: "Pero cuando
Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de conde-
nar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con
los gentiles; pero después que vinieron se retraía y se apartaba, por-
que tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación partici-
paban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue
también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que
no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a
Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y
no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?" (vers. 11-
14).
Cuando somos confrontados con un problema de conducta
3 8 Evangelio versus legalismo
Referencia
* Un estudio detallado de este problema se encuentra en el Comentario Bíblico Adventista del
Séptimo Día, t. 6, pp. 315-317.
CAPÍTULO 5
¿Cuán especiales
son los judíos?
Qálatas 2:15-19
H
ace algunos años fui miembro de una congregación adventista
que estaba haciendo planes de construir una nueva iglesia.
Puesto que el dinero no abundaba en aquel lugar, surgió natu-
ralmente la pregunta acerca de cómo conseguiría la congregación
los recursos necesarios para hacer realidad ese ambicioso proyecto
cuyo costo superaba ampliamente el millón de dólares. Se creó un
fondo para la construcción y los miembros contribuyeron durante
varios años con unos 150.000 dólares anuales.
Aquello era mucho dinero, pero ni por lejos lo suficiente para
una iglesia que necesitaba bastante más de un millón de dólares. La
iglesia había vendido su antiguo edificio y alquilaba el local de otra
denominación por mil dólares mensuales.
Aun con una inflación promedio de cero, nadie estaba deseoso
de pasar los próximos ocho años (150.000 x 8 = 1.200.000) juntando
el dinero necesario. Y en vista de las realidades de la inflación y de
los intereses de un préstamo, a razón de 150.000 dólares al año, la
iglesia estaría probablemente contemplando un período de entre 15
y 16 años para financiar el proyecto.
Los dirigentes de la iglesia local decidieron que era necesario
hacer algo para incrementar el nivel de la dadivosidad.
Yo era miembro de la junta en esa época, y recuerdo que anali-
zamos una variedad de posibilidades. Las opciones se redujeron fi-
nalmente a dos: aplicar un programa de recolección de fondos desa-
rrollado y experimentado allí con algún éxito, o contratar los servi
51
3 8 Evangelio versus legalismo
Referencia
* Podría, no obstante, argumentarse que Pablo entró en tantos detalles porque los cristianos gá-
latas no eran judíos. Pero parece poco probable que el partido judío hubiera tenido tanta ascendencia
en una congregación mayoritariamente gentil. De haber estado Pablo explicando la ley y la historia ju-
días a no judíos desconocedores de esos temas, habría dado a su presentación un enfoque muy diferen-
te. El tono general de las observaciones de Gálatas —lo que dice y lo que calla— sugiere que el propó-
sito de su autor no era informar a sus lectores acerca de la ley y ta historia judías, sino ayudarlos a ver
desde una nueva perspectiva lo que ellos entendían muy bien.
CAPÍTULO Ó
Victoria en Cristo
Gálatas 2:20, 21
D
e una discusión puramente teológica en Gálatas 2:15-19, pasa-
mos ahora a uno de los pasajes espiritualmente más significati-
vos de todo el Nuevo Testamento. Es mi pasaje favorito entre
todos los escritos paulinos. Pablo dice: "Con Cristo estoy junta-
mente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2:20).
Durante casi 2.000 años, los cristianos han recurrido a la Epís-
tola a los Gálatas como fuente principal para comprender la ense-
ñanza paulina acerca de la justificación por la fe. Y a menudo, espe-
cialmente entre los protestantes, ha existido una tendencia a cen-
trarse en el capítulo 3, donde Pablo define la justificación con tanta
precisión. Sin embargo, encuentro significativo el hecho de que
cuando Pablo pasa de responder a la falsa enseñanza del partido ju-
dío a definir el evangelio que Dios le comunicó, se detiene sólo bre-
vemente en la justificación (vers. 15-19) y entonces cambia de tema
para analizar la vida de un cristiano transformado. Porque de eso se
trata exclusivamente Gálatas 2:20.
Gálatas 2:20 es el mismo idioma de Romanos 6 al 8, donde Pa-
blo habló acerca de la santificación. No es el idioma de Romanos 3
al 5, que se refiere a la justificación.
Así que hablemos de santificación.
Lo primero que quiero que usted advierta es que la cláusula
inicial de Gálatas 2:20 se encuentra en voz pasiva: "Con Cristo estoy
juntamente crucificado". Podría presentarle una larga lección acerca
de la diferencia existente entre la voz activa y la voz pasiva, pero pa
ra lo que nos hemos propuesto en el presente estadio el punto ini
63
3 8 Evangelio versus legalismo
en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto
vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro''' (vers. 9-11).
Volvamos a Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucifi-
cado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí\
Cuando el "viejo hombre" de Pablo —su naturaleza pecamino-
sa— murió, permaneció muerto. Por eso dijo: "Ya no vivo yo, mas vi-
ve Cristo en mí\ La vieja naturaleza pecaminosa de Pablo nunca vol-
vió a vivir. En lugar de ella, Jesucristo empezó a vivir "en él". Ahora
que los deseos pecaminosos estaban muertos, Jesús estaba libre para
implantar nuevos deseos y motivos en el corazón de Pablo. Por eso
Pablo podía decir: "Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
A menudo hablamos de la justificación por la fe. Pablo ha esta-
do analizando claramente el lugar de las buenas obras en la vida del
cristiano, y concluyó diciendo: "Lo que ahora vivo en la carne [las
buenas obras que produzco en este cuerpo mío], lo vivo en la fe del
Hijo de Dios". La fe en Jesús hace posible nuestra justificación; es
decir, el perdón de nuestro pecado. Y también hace posible nuestra
santificación; es decir, nuestra victoria sobre el pecado. Según lo en-
tiendo, la combinación de ambas, de la justificación por la fe y de la
santificación por la fe, constituye la justicia que es por la fe.
Pablo concluye el segundo capítulo de Gálatas diciendo: "No
desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, enton-
ces por demás murió Cristo" (vers. 21).
Ni la justificación ni la santificación pueden ser obtenidas por
obedecer la ley. Ambas se obtienen sólo por medio de la fe en Jesu-
cristo. Nunca podemos vivir una vida "suficientemente buena" co-
~ífflo~pará merecer el perdón, ni podemos producir buenas acciones
salidas de un buen corazón por nosotros mismos. La justificación
requiere fe en el perdón de nuestros pecados por parte de Cristo, y
la santificación requiere fe en la transformación que sólo él puede
producir en nuestro corazón. "Si por la ley fuese la justicia [ya sea la
"r*justificación o la santificación] entonces por demás murió Cristo".
"c'="=T5studiaremos la santificación por la fe en mayor detalle en el
próximo capítul®.
CAPÍTULO 7
La santificación también es
por fe
Gálatas 3:1-5
L
a abuela de mi esposa era muy celosa en lo que se refiere a la
observancia del sábado. Ella jamás habría hervido o cocinado
una papa en ese día, pues la Biblia dice: "Lo que habéis de co-
cer, cocedlo hoy [viernes], y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y
todo lo que os sobrare guardadlo para mañana [sábado]" (Exo.
16:23).
Sin embargo, la abuela no tenía problemas en llegar del culto el
sábado, rebanar las papas que había hervido el día anterior y freirías,
¡porque la Biblia no decía que no se pudiera freír algo durante el sá-
bado!
Usted y yo sonreímos ante un literalismo tan extremo. Pero
desafortunadamente, la actitud de la abuela, también conocida como
legalismo, está muy viva y goza de buena salud en el adventismo
contemporáneo. Seguramente todos hemos conocido a alguna per-
sona que se erigió a sí mismo en guardián de la ortodoxia de la igle-
sia. Tuve un miembro de iglesia así en un lugar donde trabajé como
pastor. Ella ponía en sus labios la más dulce de las sonrisas, guiñaba
sus ojos y le decía a cada cual en qué se había equivocado. ¡Estoy
seguro de que ella no perecerá en el lago de fuego por no dar a la
trompeta el sonido certero en Sión y advertir a sus hermanos de los :
pecados de ellos!
Si usted lee cuidadosamente Gálatas 3:1-5, descubrirá que éste
69
3 8 Evangelio versus legalismo
pero note que, según Pablo, los cristianos también reciben el Espíri-
tu por fe:
* "¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír
con fe?" (vers. 2).
* "Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas
entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?"
(vers. 5).
El Espíritu Santo cumple una función tanto en la justificación
como en la santificación. Confesamos nuestros pecados y procura-
mos el perdón divino (la justificación) porque hemos sido convenci-
dos de nuestros pecados por el Espíritu Santo. Esa misma convic-
ción hace que deseemos obtener la victoria sobre nuestros pecados.
El J ^ í r i t u Santo viene nuevamente en nuestra ayuda. Él transforma
nuestro corazón, eliminando de él el deseo de pecar, y nos da el po-
der que necesitamos para resistir la tentación. Eso es santificación.
Me gustaría sugerir que la santificación requiere de la fe tanto como
la justificación.
Así que la pregunta real que Pablo dirigió a los cristianos gálatas
fue: ¿Qué hace de una persona un cristiano genuino, lleno del Espí-
ritu Santo? ¿Qué hace de una persona un cristiano victorioso: ha-
~"cer o creer? ¿Es la verdadera religión un corazón que ha sido trans-
f o r m a d o por el Espíritu Santo, o un estilo de vida? En un sentido,
ambas cosas no pueden ser separadas, porque nuestras obras dan
evidencia de que hemos aceptado al Espíritu Santo por fe y de que
"Hemos experimentado una transformación del corazón. El proble-
ma surge cuando quienes no tienen el corazón transformado piensan
que porque viven de acuerdo con las reglas o normas de un estilo
"He vida cristiano son cristianos genuinos. Eso es legalismo.
Los adventistas hemos sido llamados legalistas durante años
porque observamos el séptimo día, el sábado. No pienso que sea eso
lo que nos hace legalistas. No cabe duda de que existen muchos ad-
ventistas legalistas, y tampoco cabe duda de que muchos (si no la
mayoría) adventistas legalistas guardan el sábado de manera legalis-
ta „Pero,el sábado en sí mismo no es lo que los hace legalistas. Lo
"quijos hace legalistas es su énfasis total en el estilo de vida. El lega-
J k i n o es la .creencia de que lo que uno hace lo convierte en religioso
3 8 Evangelio versus legalismo
Probando su evangelio
por medio de las Escrituras
Gálatas 3:6-14
E
l partido judío había elaborado su teología valiéndose de las
Escrituras. Su doctrina estaba completamente basada en el
Antiguo Testamento. Esto se hace evidente en la aseveración
que hicieron en ocasión del Concilio de Jerusalén: "Es necesario
circuncidarlos [a los gentiles] y mandarles que guarden la ley de
Moisés" (Hech. 15:5). Conocían a la perfección el contenido de esas
leyes. También conocían la promesa divina de hacer de Abraham
una gran nación, y la promesa de que el Mesías sería un descen-
diente de David.
Hasta aquí, Pablo ha compartido con nosotros su comprensión
del evangelio sin tratar de demostrarla a la luz de la Biblia. Usted y
yo podemos aceptar eso porque sabemos que Pablo es uno de los
escritores de la Biblia. Pero el partido judío no aceptaba a Pablo co-
mo escritor bíblico, y éste sabía que los cristianos de Galacia le exi-
girían más evidencia que su simple aseveración: "Dios me dio mi
evangelio mediante una revelación". El tendría que fundamentar su
evangelio mediante la Escritura. Y eso es lo que hizo en Gálatas
3:6-14. En esos pocos versículos hace resonar un pasaje del Antiguo
Testamento tras otro. Sus transcripciones de pasajes del Antiguo
Testamento son tan densas y rápidas que es fácil sentirse confundi-
do. Sin embargo, cuando examinamos cuidadosamente su línea ar
gumentativa, vemos que ella es muy lógica y suficientemente sencilla
como para entenderla.
77
3 8 Evangelio versus legalismo
zaré citando Romanos 4:1-3: "¿Qué, pues, diremos que halló Abra-
ham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justifica-
do por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
Porque, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue
contado por justicia".
Note que Pablo comienza este pasaje mencionando la posibili-
dad de que Abraham hubiera sido justificado por las obras, pero
desbarata inmediatamente esa idea citando el mismo versículo de
Génesis que acabamos de leer en Gálatas: "Creyó Abraham a Dios,
y le fue contado por justicia". Y en Romanos comenzó diciendo:
"¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente parta los de la circunci-
sión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a
Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue conta-
da? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la
circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la incircuncisión
como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún
incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circun-
cidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;
y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la cir-
cuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo
nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado".
Si usted no había escuchado antes el argumento paulino, el he-
cho de leerlo en este pasaje sin explicación alguna puede hacer que
se sienta un poco confundido. Sin embargo, la línea argumentativa
que sigue el apóstol es muy simple.
Génesis 15:6 dice: "Y creyó [Abraham] ajehová, y le fue conta-
do por Justicia". Pero tenemos que esperar hasta llegar a Génesis
17:9 y 10 para leer acerca de la circuncisión: "Dijo de nuevo Dios a
Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia
después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis
entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: será circuncida-
do todo varón de entre vosotros". Un examen cuidadoso de la cro-
nología bíblica interna de estos capítulos del Génesis muestra que
Dios acreditó a Abraham su fe como justicia (fue justificado por fe)
¡JLZ-22S~ a n t e s de que se le ordenara circuncidarse!
El partido judío insistía en que los gentiles no estaban en comli
3 8 Evangelio versus legalismo
H
ace varios años, cuando yo era pastor en Texas, la asociación
me preguntó si estaría interesado en ser trasladado a una igle-
sia mayor en Waco. El cambio haría necesario que mi esposa
y yo vendiéramos nuestra casa en Keene, cerca de Alvarado. Des-
pués de conversar con ella al respecto y orar, decidimos aceptar la
invitación de la asociación. Puse un cartel de venta en el frente de
nuestra casa y un aviso en el diario. Tiempo después, estábamos en
la oficina de un abogado firmando los papeles de la transacción.
Aún me veo tomando la lapicera en mi mano, escribiendo mi nom-
bre en la línea de puntos y pasando luego la lapicera a mi esposa pa-
ra que ella pudiera firmar en la línea punteada. También firmamos
papeles para comprar una casa en Waco.
Hasta que firmamos los papeles para vender nuestra antigua
casa, ésta todavía era nuestra. De la misma manera, una vez que fir-
mamos el contrato de compra por la nueva casa, ésta pasó a pertene-
cemos y dejó de ser del dueño anterior. Mi esposa y yo podíamos
ahora vivir felizmente en nuestro nuevo hogar, sabiendo que los an-
teriores propietarios nunca podrían ir y decirnos: "Esta es todavía
nuestra casa. Nosotros vivíamos aquí, y ustedes tendrán que irse".
Ni mi esposa ni yo podíamos volver a nuestra casa anterior y entrar
en ella cuando nos diera la gana. No podíamos exigir vivir en ella
nuevamente. Esa casa pertenecía ahora a otra gente. Mi esposa y yo
habíamos firmado papeles, los nuevos propietarios también lo hicie-
ron y ninguno de nosotros podía cambiar eso. Una vez que un con-
85
3 8 Evangelio versus legalismo
Dios le dijo que partiera cada uno de ellos en dos (excepto las aves),
y que colocara cada parte frente a la correspondiente dejando un es-
pacio. Cerca del atardecer, Abraham fue sobrecogido por el sueño, y
"el temor de una grande oscuridad cayó sobre él" (vers. 12). Enton-
ces Dios le dijo: "Ten por cierto que tu descendencia morará en tie-
rra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.
Mas también a la nación a la cual servirá, juzgaré yo; y después de
esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y
serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán
acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo
hasta aquí" (vers. 13-16).
Note que Dios predijo el cautiverio de los israelitas en Egipto y
su retorno 400 años después, "en la cuarta generación" (en aquella
época, una generación era significativamente más longeva que hoy).
Era importante en extremo para Dios informar a Abraham acerca
del cautiverio israelita antes de que ocurriera, para que tras su cauti-
verio el pueblo no perdiera su fe en la promesa.
Pero, ¿qué acerca de la "firma" de este pacto o convenio entre
Dios y Abraham? La Biblia dice que: "Puesto el sol, y ya oscurecido,
se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba
por entre los animales divididos" (vers. 17).
En la antigüedad, las personas no siempre concretaban sus
acuerdos legales poniéndolos por escrito en un pergamino y estam-
pando sus firmas al pie. En lugar de ello, cortaban varios animales
domésticos —una ternera, mía cabra o un carnero— y separaban los
pedazos más o menos un metro entre sí dejando un sendero entre
ellos. Los pactantes "firmaban" entonces el convenio caminando en
medio de los trozos de animales. Abraham estaba dormido cuando
Dios "firmó" el documento, así que él no caminó entre los animales
sacrificados. Pero Dios sí lo hizo en la forma de un horno humeante
con una antorcha de fuego.
Y a eso se refiere Pablo en Gálatas cuando dice: "Un pacto,
aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le
añade. Así es en este caso". El punto que Pablo desea destacar aquí
es que cuando Dios hizo ciertas promesas a Abraham sobre la base-
de la fe de éste y luego ratificó esas promesas ("puso su nombre" al
3 8 Evangelio versus legalismo
pie de ellas) al pasar entre los trozos de animales, era imposible que
él diera marcha atrás o que se retractara.
Es importante prestar cuidadosa atención a lo que Dios prome-
tió exactamente a Abraham y a lo que no le prometió. Le prometió
que su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo y
como la arena del mar (Gén. 15:5), que sus descendientes llegarían a
ser una gran nación (12:1-3) y que heredarían la región que hoy lla-
mamos Palestina (15:7). Dios no prometió nada acerca de la salva-
ción. Tampoco dijo a Abraham: "Cree en mí y te daré la vida eter-
na".
Sin embargo, cuando Abraham creyó la promesa divina acerca
de que sus descendientes llegarían a ser una gran nación en Palesti-
na, Dios le acreditó esa fe como justicia. Su fe en la promesa de
Dios llegó a ser una fe salvadora que condujo a la vida eterna. Ese es
el punto que Pablo quiere destacar.
Usted y yo podemos experimentar la misma bendición hoy.
Cuando leemos la Biblia descubrimos muchas promesas que Dios
nos ha dado como una ayuda para la vida diaria. Encontramos ayuda
para lidiar con los problemas personales, familiares, eclesiásticos y
laborales por mencionar sólo unos pocos. Cuando creemos estas
promesas, Dios nos acredita esa fe como justicia.
Creer que Cristo murió en una cruz para salvarnos del pecado y
que resucitó al tercer día para darnos una nueva vida en unión con
él, está sin duda incluido en lo que llamamos "justicia que es por la
fe". Pero lo mismo debe decirse del hecho de confiar en Dios lo su-
ficiente como para permitirle que sea el Señor en todos los asuntos
de nuestra vida. Dios acredita toda nuestra fe en él como justicia, in-
cluyendo nuestra fe en su dirección sobre nuestra vida cotidiana.
Pablo continuó diciendo que: "A Abraham fueron hechas las
promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si habla-
se de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo"
(Gál. 3:16). Cristo es la promesa en el más pleno de los sentidos,
porque la promesa no habría sido más que palabras vacías sin él.
Aunque Dios no lo dijo exactamente de esa manera, Pablo interpre-
tó que la promesa hecha a Abraham significaba que Jesucristo ven-
dría algún día, moriría en la cruz y haría posible que cada persona
Dios siempre cumple sus promesas 89
E
l estudio que realizaremos en este capítulo abarca sólo dos
versículos de Gálatas 3, pero uno de ellos (vers. 19) es crucial,
porque parece sugerir que Dios dio la ley sólo para la gente
que vivió en la época del Antiguo Testamento. En el próximo capí-
tulo descubriremos que Gálatas 3:24, si se lo traduce exactamente
como se encuentra en el original griego, parece decir lo mismo. Por
eso Gálatas 3:19 y 3:24 han llegado a ser los textos favoritos de
quienes quisieran que creyéramos que a partir del Nuevo Testa-
mento los cristianos ya no tienen la obligación de guardar los Diez
Mandamientos.
Si sólo dispusiéramos de la Epístola a los Gálatas, podríamos
fácilmente concluir que los Diez Mandamientos fueron abrogados
cuando Cristo vino. No obstante, Romanos hace que resulte meri-
dianamente claro el hecho de que los Diez Mandamientos cumplen
una función importante en la vida de los cristianos del Nuevo Testa-
mento. Romanos es tan claro al respecto que nos obliga a releer
más cuidadosamente los textos de Gálatas donde parece decirse que
la ley fue puesta a un lado cuando Cristo vino. De ese modo podre-
mos asegurarnos de si lo que Pablo parece decir es lo que en verdad
pretendió decir. A eso vamos a dedicarnos en este capítulo y en el
que sigue.
Antes de avanzar, leamos el texto bíblico que estudiaremos en
este capítulo: "Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a c.nr..i
de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue ln > lu
«M
3 8 Evangelio versus legalismo
vez tras vez por los escritores es lo que llamamos "transición". Pue-
de tratarse de una palabra, una frase o todo un párrafo. Este recurso
sirve para advertir al lector que el escritor está pasando a otra parte
del argumento. La transición le dice al lector: "Esto es lo próximo
que vamos a analizar".
Pablo era un escritor experimentado, y utilizaba las transicio-
nes como cualquier buen escritor. Una de las mejores transiciones
de sus escritos se encuentra en la declaración inicial de Gálatas 3:19:
"Entonces, ¿para qué sirve la ley?". Estas palabras indicaban a los
cristianos gálatas que estaba a punto de iniciar una explicación acer-
ca del propósito de la ley según él lo entendía, en contraste con la
comprensión que el partido judío tenía del asunto. Pablo continúa
desarrollando este tema hasta el final del capítulo 4, aunque pueden
encontrarse algunas alusiones más bien fuertes acerca del mismo tó-
pico incluso en el capítulo 5.
Sería fácil suponer que el propósito con el que Pablo discute el
tema de la ley en Gálatas era oponerse al uso equivocado que ha-
cían de ella los fariseos, quienes ya habían penetrado en las filas del
judaismo en los días de Cristo. Pero ese no era el propósito de Pa-
blo. La carta a los Gálatas fue su respuesta al partido judío, y parece
seguro afirmar que éste había abandonado, casi tanto como Pablo,
las opiniones erróneas extremas acerca de la ley según era interpre-
tada por ciertos fariseos. Sospecho que si hubiéramos podido escu-
char a los integrantes del partido judío, nos habrían dicho que su
deseo era restaurar el verdadero propósito de la ley, el que tuvo
cuando Dios la entregó en el Sinaí. El punto principal es que en
Gálatas Pablo disintió de la interpretación que el partido judío hacía
de la verdadera función de la ley. He allí la razón por la que Pablo
hace la pregunta: "¿Para qué sirve la ley?"; es decir, ¿cuál era la fun-
ción correcta de la ley cuando Dios la entregó en Sinaí?
Antes de avanzar me gustaría señalar que Pablo no pregunta:
"¿Cuál era el propósito de los Diez Mandamientos?" (la ley moral).
Tampoco preguntó: "¿Cuál era el propósito de los servicios religio-
sos celebrados en el tabernáculo?" (la ley ceremonial). Pablo tenía en
mente toda la revelación hecha en el Sinaí. Y, como notaremos mas
detalladamente luego, el Sinaí era, por sobre todo, la revelación «I«
3 8 Evangelio versus legalismo
Me gusta eso. Cada vez que Dios nos da una mayor consciencia
de pecado, nos da juntamente con ello una mayor percepción —una
mayor comprensión o entendimiento— del plan de salvación. Y
cuando usted contempla lo que ocurrió en el Sinaí, descubre que
eso fue exactamente lo que Dios hizo allí. Dio a los hijos de Israel
una comprensión más profunda acerca del pecado por medio de lo
que nosotros llamamos ley moral, y acompañó luego esa revelación
con una comprensión mucho más profunda de su plan de salvación
mediante lo que conocemos como ley ceremonial. Cuando Jesús vi-
no, nos dio una comprensión mucho más profunda del pecado por
medio del Sermón del Monte, y reveló el evangelio en su plenitud
absoluta por medio de su vida y de su muerte. Tanto en el Sinaí co-
mo en el Calvario, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.
Lo mismo es cierto acerca del Espíritu Santo. El Espíritu nos
convence, nos hace más conscientes de pecado, y cuando aceptamos
esa convicción y nos arrepentimos de nuestro pecado, él transforma
nuestro corazón para que ya no deseemos pecar. Donde abunda el
pecado —dondequiera que la revelación de la pecaminosidad del
pecado es incrementada para que la entendamos mejor— sobrea-
bunda la gracia. Dios nunca da una mayor comprensión del pecado sin co-
municar juntamente una mayor comprensión del plan de salvación.
Quienes vivimos durante la era cristiana, tendemos a pensar
que la lev y la gracia son dos cosas-opuestas, casi como si estuvieran
en conflicto. Un judío de la época del Antiguo Testamento que en-
tendiera el propósito con el que Dios dio la ley nunca cometería ese
error. ¿Por qué? Porque en el Sinaí tanto la moralidad como la gra-
cia fueron reveladas en forma de ley. Los judíos aprendieron la mo-
ralidad y la gracia juntas por medio de la ley, antes que como si se
tratara de cosas opuestas.
En los próximos pocos párrafos me gustaría que centráramos
nuestra atención en la parte ceremonial de la ley, y me gustaría co-
menzar sentando el principio del que hemos estado hablando: la ley
ceremonial era en realidad el evangelio revelado en términos legales.
He allí porqué el título de este capítulo y del próximo es: "El
evangelio según el Sinaí". Los sacrificios que los judíos ofrecían
eran un tipo o símbolo de la cruz, y el ministerio de los sacerdotes
El evangelio según el Sinaí - Parte 1 103
evangelio.
Hemos dicho mucho hasta aquí acerca de las funciones propias
e impropias de la ley en el Antiguo Testamento. Pongámoslo todo
en un diagrama:
ANTIGUO TESTAMENTO
Función apropiada de la ley Función inapropiada de la ley
1. Instruir acerca del pecado. 1. Como una manera de
2. Instruir acerca de la obtener el favor de
gracia y del plan divino Dios.
de salvación.
3. Proveer una manera sim-
bólica de ingresar en la
experiencia de la salvación.
NUEVO TESTAMENTO
Función propia de la ley Función impropia de la ley
1. Una manera de aprender 1. Una manera de obtener el
acerca del pecado. el favor de Dios.
2. Una manera limitada de 2. Una manera simbólica de
aprender acerca de la gracia entrar en la experiencia
y del plan divino de salvación. de la salvación.
versículos 21 a 25.
Referencias
1 Obviamente, ningún judío podía traer un animal al santuario (o, más tarde, al templo) por
cada pecado cometido. En primer lugar, la mayoría de los judíos vivían sin duda demasiado lejos de Je-
rusalén como para poder viajar hasta allí con frecuencia. Y, por otra parte, a menos que los judíos fue-
ran más santos que la mayoría de los cristianos de hoy, aun el mejor de ellos habría quedado pronto en
bancarrota. Pero la ley hacía provisión para esto mediante los sacrificios matutino y vespertino, los
cuales eran ofrecidos en beneficio de toda la nación.
2 Estoy haciendo una aplicación específica de este texto de Romanos. Los judíos que vivieron en
la época del Antiguo Testamento no se salvaban por medio de las obras, como tampoco los cristianos.
CAPÍTULO 1 1
113
3 8 Evangelio versus legalismo
que Pablo concluye Gálatas 3:21 con la palabra "ley": "Si la ley dada
pudiera justificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley". Si Pa-
blo dice en Romanos 3:20 que la ley convence de pecado, y si con-
cluye Gálatas 3:21 con la palabra "ley", entonces, ¿por qué no dijo
en Gálatas 3:22: "La ley lo encerró todo bajo pecado"?
Los comentadores han estado lidiando con esta aparente rareza
casi desde el momento mismo cuando Pablo escribió esto a los Gá-
latas, y no sé de nadie que haya dado con la respuesta correcta. Ten-
dremos que esperar esa respuesta hasta que podamos preguntarle a
Pablo mismo en el cielo. No obstante, sugeriré algunas posibilida-
des.
La respuesta más sencilla puede ser que no deberíamos atribuir
ningún significado teológico al uso que hace Pablo de la palabra
"Escritura". Es posible que cuando dictó su carta (véase Gál. 6:11),
utilizó aquí inadvertidamente la palabra "Escritura" en lugar de la
palabra "ley", y para cuando advirtió la inconsistencia ya era dema-
siado tarde para cambiarla. Después de todo, Pablo no vivió en
nuestros días, cuando corregir un error de escritura es apenas cues-
tión de unas digitaciones en el teclado de la computadora e imprimir
una nueva página en la impresora láser. Para corregir su error, él
tendría que haber realizado al menos un desprolijo raspado sobre la
palabra equivocada para escribir allí mismo la correcta, o, peor aún,
tendría que haber descartado enteramente el costoso pergamino so-
bre el que el escriba estaba trabajando y hacer otra vez todo el traba-
jo sobre uno nuevo. Es posible que después de notar su error de
dictado, Pablo dijera algo como: "Hubiera querido decir ley en lugar
de Escritura, pero Escritura es suficientemente correcto. Dejemos
que lo que está bastante bien se las arregle solo".
Por otra parte, debemos considerar también la posibilidad de
que Pablo eligiera conscientemente la palabra Escritura en lugar de
la palabra ley. De ser así, ¿cuál fue la razón de esa elección? Mi mejor
suposición es que pudo haber querido evitar que el significado de lo
que dijo en el versículo 22 fuera confundido con lo que quiso decir
en el versículo 23. Este asunto es un punto más bien menudo que no
necesitamos discutir en detalle aquí para no interrumpir nuestra in-
vestigación acerca del tema principal desarrollado por Pablo.
El evangelio según el Sinaí - Parte 1 119
entender de qué estaba hablando Pablo cuando dijo que "ya no esta-
mos bajo ayo". Para ello necesitamos considerar juntos los versículos
23 y 24. Aparentemente Pablo estaba muy ansioso de que sus lecto-
res entendieran el punto que él quería explicitar en estos versículos,
pues usa tres palabras griegas para explicarlo. Transcribiré seguida-
mente los versículos 23 y 24, destacando con cursiva las tres pala-
bras que son traducción de aquellos términos griegos: "Pero antes
que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la
fe".
A continuación aparece un diagrama que muestra las tres pala-
bras griegas que examinaremos, juntamente con la manera como
han sido traducidas por dos versiones bíblicas:
Por cierto que al señalar nuestros pecados, la ley nos muestra nues-
tra necesidad de un Salvador y nos conduce así a Cristo. Además, es
precisamente en este versículo donde Pablo dice que la ley fue un
paidagogós, un guía, un guardián. Si el paidagogós llevaba a los niños a
la escuela, ¿por qué no habría la ley, como nuestro paidagogós, de
llevarnos a Cristo? Existen buenas razones para insertar aquí las pa-
labras "para llevarnos a", haciendo decir a Pablo que "la ley fue
nuestro ayo para llevarnos a Cristo".
Sin embargo, puesto que las palabras "para llevarnos a" son in-
sertadas, debemos preguntarnos si realmente pertenecen a ese lu-
gar, y mi conclusión personal es que no. Creo que ese pasaje debe
decir en castellano lo mismo que dice en griego: "Así que la ley fue
puesta a cargo [fue nuestro guardián] hasta Cristo". Esa manera de
expresarse se adecúa mejor al contexto. En dos ocasiones anterio-
res, en Gálatas 3:19-24, Pablo dijo que la ley cumplió una función
particular hasta que Cristo vino, ¿por qué no aquí? Unamos esas dos
referencias con la del versículo 24 y demos una mirada al conjunto.
He destacado con cursiva las palabras relevantes. Versículo 19: "[La
ley] fue añadida... hasta que viniese la simiente". Versículo 23: "Antes
que viniese la f e , estábamos confinados bajo la ley" (está implícito
aquí que cuando vino la fe, dejamos de estar confinados bajo la ley).
Versículo 24: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevar-
nos a Cristo [recordemos que el original griego dice sólo: "hasta
Cristo"]".
Puesto que el propósito de Pablo en Gálatas 3:19-25 fue expli-
car la función de la ley en la vida de los integrantes del pueblo de
Dios entre el Sinaí y el Calvario, ¿por qué no dejarle decir eso en el
versículo 24? ¿Por qué oscurecer el significado de ese texto aña-
diéndole las palabras "para llevarnos a"? Aunque no es un error teo-
lógico decir que la ley fue nuestro guardián para conducirnos a
Cristo, cuando agregamos esas palabras interpretamos erróneamen-
te lo que Pablo quiso realmente decir.
"A fin de que fuésemos justificados por la fe" (vers. 24). Esta frase es
extremadamente importante ya que constituye el punto principal de
la argumentación de Pablo en Gálatas. Todo encaja en su respectivo
lugar cuando entendemos lo que Pablo quiso decir aquí.
El evangelio según el Sinaí - Parte 1 127
Referencias
1 Por razones de salud, Butler no pudo asistir al congreso, pero su influencia se sintió de todos
modos.
2 La preposición griega traducida en el versículo 23 como "para" (Reina-Valera), "en espera"
(Biblia de Jerusalén), "esperando" (Dios habla hoy), es eis, cuyo significado primario es "a", "hacia", "en".
No obstante, las preposiciones son utilizadas en todos los idiomas con una variedad de significados.
Uno de los significados secundarios de eis es "hasta", lo cual es claramente el sentido preferible en es-
te caso.
La palabra griega eis no es la que se encuentra detrás del "para" de 1 Pedro 1:5. Mi comparación
de Gálatas 3:23 con 1 Pedro 1:5 está basada en la versión Reina-Valera. Sería ideal para apoyar el
punto que deseo demostrar que Pedro utilizara la misma preposición que usó Pablo. No obstante,
creo que mi comparación es fiel al sentido que Pedro quiso dar a sus palabras, como lo sugiere el con-
texto, y los traductores de la versión Reina-Valera coinciden con ello.
3 Véase la nota anterior.
CAPÍTULO 1 2
Ya no bajo un tutor
Gálatas 3:25
H
emos llegado ahora al versículo que causó tanto revuelo en la
sesión del Congreso de la Asociación General celebrado en
Minneapolis en 1888. Este es el versículo que, a primera vista,
parece declarar muy inequívocamente que la ley fue abrogada cuan-
do Cristo vino. Una interpretación tal es naturalmente un gran de-
safío para nuestro énfasis adventista acerca de la importancia de la
ley en la vida del cristiano. Nuestros pioneros, en un esfuerzo para
contrarrestar ese desafío, interpretaron que el ayo o tutor al que se
refiere Pablo significa la ley ceremonial. Y en cierto sentido es así.
Como hemos visto, la ley ceremonial fue una parte importante de lo
que Pablo quiso representar mediante la figura del ayo. Sin embar-
go, también vimos que esa idea incluye mucho más. Limitar el ayo a
la ley ceremonial es aplicar un "pegamento rápido" al problema.
Desafortunadamente, nuestros pegamentos rápidos tienden a con-
vertirse en permanentes y a ser incorporados como doctrina. Quie-
nes aparecen luego con una solución más estudiada para el problema
son entonces considerados como una amenaza para "la verdad", la
cual es en realidad simplemente una solución superficial para el
problema. Esa fue esencialmente la dinámica que operó en 1888 en
la sesión del Congreso de Minneapolis.
Es interesante que Jones y Waggoner (y éste en particular, ya
que fue quien tuvo a su cargo las disertaciones acerca de Gálatas)
también aplicaron un "pegamento rápido" al problema. Después de
leer los escritos de ambos, me parece que aunque estaban más cerca
de la verdad que Smith y Butlcr, aún estaban lejos de la línea de lie
131
132 Evangelio versus legalis?no
C
ierto domingo de tarde de febrero de 1992 yo estaba regre-
sando a casa en avión como parte de mi trabajo para la Pacific
Press Publishing Association. Poco después de las 15, la voz
del piloto se escuchó por los parlantes pidiendo a los pasajeros que
nos preparáramos para el aterrizaje. Yo sabía lo que eso significaba,
así que plegué la mesa rebatible que se encontraba frente a mí, ajus-
té mi cinturón de seguridad y miré por la ventanilla. El paisaje in-
vernal al este de Boise se veía desolado. Yo contemplaba la pista de
aterrizaje, que se acercaba más y más.
Mientras nos aproximábamos a la pista, se me ocurrió mirar
hacia adelante, y entonces tuve un enfoque doble. A la izquierda y a
unos pocos centenares de metros frente a nosotros se veía un pe-
queño avión volando hacia atrás. ¡Yo no podía creerlo! Claro que un
momento después comprendí que el avión en cuestión no estaba
volando hacia atrás. Cada uno de los dos aviones se estaba aproxi-
mando a su propia pista de aterrizaje, y el Boeing 727 donde yo via-
jaba estaba adelantándose rápidamente al pequeño aeroplano, lo
cual hacía que éste pareciera volar hacia atrás. La realidad no era lo
que parecía ser.
Usted debe conservar este principio en mente mientras ingresa-
mos en los últimos versículos de Gálatas 3 y en la primera mitad de
Gálatas 4. Puede que la realidad no resulte ser lo que aparenta a
primera instancia.
Mientras comenzamos a analizar la última parte del capítulo 3,
necesitamos tener en mente la línea de razonamiento seguida por
Pablo. Hasta este punto de la epístola, y particularmente en el capí-
139
140 Evangelio versus legalis?no
final del capítulo 3 y en buena parte del capítulo 4, hasta que en éste
vuelve a emplear la primera persona del plural de vez en cuando.
¿A quién se refería Pablo cuando usaba el pronombre "voso-
tros"? En el texto griego original el pronombre está en plural, así
como el pronombre "nosotros" estaba en plural en los versículos
anteriores. Parecería obvio que Pablo estaba dirigiéndose a los cris-
tianos de origen gentil que estaban en Galacia. Sin embargo, es pre-
cisamente aquí donde la realidad puede resultar diferente de lo que
parece a simple vista. Por algunas de las veces que Pablo utiliza el
pronombre "vosotros" en el capítulo 4 es incuestionable que se diri-
ge sólo a los cristianos de origen gentil, aunque no siempre. De ma-
nera semejante, no puede decirse que el pronombre "nosotros" se
refiera en todos los casos sólo a los cristianos de origen judío. El
uso alternado que Pablo hace de ambos pronombres ("nosotros" y
"vosotros") parece a veces indicar que se estaba dirigiendo al cuerpo
entero de los cristianos de Galacia, a judíos y gentiles juntos. El
contexto es el factor determinante, y eso hace que debamos pregun-
tarnos en cada caso a quién tenía Pablo en mente.
Vayamos al versículo 26. Pablo comienza diciendo: "Todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". ¿Estaba él dirigiéndose sólo
a los cristianos de origen gentil cuando usó el pronombre "voso-
tros"? Existen varias evidencias clave que indican que estaba diri-
giéndose tanto a los cristianos de origen gentil como a los de ori-
gen judío.
La primera de esas evidencias es la palabra "todos". El dice:
"Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". La palabra "to-
dos" sugiere que Pablo se estaba dirigiendo a cada cristiano de Gala-
cia, no sólo a los de origen gentil. Si interpretáramos que el pro-
nombre "vosotros" se refiere sólo a los cristianos gentiles, le haría-
mos decir a Pablo que sólo los gentiles eran hijos de Dios por la fe
en Cristo Jesús. Pero todo el argumento de Pablo hasta aquí ha sido
que el estado de hijos de Dios por ser descendientes de Abraham,
por medio de una relación determinada con la ley, llegó a su fin con
Cristo. Ahora, por medio de Cristo, tanto los judíos como los genti-
les son hijos de Dios.
Pablo estaba obviamente respondiendo al argumento del parti-
142 Evangelio versus legalis?no
clavo, y un día ordena a ambos que quiten las malezas del jardín. El
hijo, que había planeado jugar ese día con su amigo Romeo, protes-
ta enérgicamente.
"Lo siento, pero hoy no podrás ir a jugar con tu amigo Romeo.
Quiero que quites las malezas del jardín", le dice su padre.
Usted puede estar seguro de que ese muchacho trabajó aquel
día a la par del esclavo en el jardín, sin importar cuánto pudo haber
deseado jugar con Romeo. Tal vez se enojó, refunfuñó y se quejó,
pero tuvo que obedecer a su padre. No tuvo ventaja alguna sobre el
esclavo de la familia, quien también podía recibir de su amo la orden
de hacer lo que éste quisiera.
No obstante, había una enorme diferencia entre el hijo y el es-
clavo de la familia. El hijo heredaría todos los bienes de-su padre.
Algún día dejaría de estar bajo la autoridad de su padre. Algún día
todo el patrimonio de su familia sería suyo. El esclavo no tenía tal
esperanza. Era muy probable que muriera como esclavo de su amo.
Al igual que el hijo, los judíos que vivieron antes de Cristo eran
herederos. Todavía no habían alcanzado la "mayoría de edad". Esta-
ban aún bajo la jurisdicción de la ley y, en un sentido, no aventajaban
a un esclavo que no es heredero. Pero cuando Cristo murió en la
cruz —el punto cuando el hijo alcanza la mayoría de edad—, los ju-
díos quedaron libres de la función supervisora de la ley, libres de la
ley como ayo. Así como la adultez dio libertad y la posición plena de
la filiación al hijo, el primer advenimiento de Cristo dio libertad y el
estado pleno de hijos a los judíos.
Esto hace que surja nuevamente la pregunta: ¿Fue mala la ley
antes de Cristo? ¿Fue una desgracia ser judío antes de que viniera
Cristo? Casi parecería que sí si pensamos en los judíos que vivieron
antes de la cruz como si se tratara de esclavos. Pero el punto que
Pablo destaca aquí en su argumentación es que los judíos que vivie-
ron antes de Cristo aventajaban a los esclavos, a los gentiles. ¡Ellos
eran los herederos! A ellos "les ha sido confiada la palabra de Dios"
(Rom. 3:2). Por lo tanto, Pablo no pensaba que vivir bajo la ley fue-
ra una desgracia. Lo único malo era seguir aplicando, después de la
cruz, una función de la ley que había llegado a su fin con la cruz.
Voy a utilizar seguidamente un par de analogías tomadas de la
146 Evangelio versus legalis?no
vida actual.
Después de completar su primer año del nivel medio, mi hijo
Barry se fue de casa para continuar sus estudios en un colegio con
internado. El disfrutaba de aquella nueva experiencia que lo alejó de
casa, de la jurisdicción de mamá y papá. Ello le dio más libertad e in-
dependencia que nunca antes. Pero todavía puedo recordar el último
semestre de su secundaria cuando una noche nos llamó por teléfono
y dijo: "Papá, las reglas de este lugar son terribles. No me permiten
ni salir a dar una caminata de noche fuera de mi dormitorio sin te-
ner que decirle al preceptor a dónde voy y cuánto tiempo estaré
fuera. ¿Puedes sacarme de aquí?"
Yo le dije: "Hijo, faltan sólo tres o cuatro meses para que termi-
nes tus estudios. Puedo asegurarte que la universidad será muy dife-
rente. Ten paciencia. Aguanta sólo un poco más".
Barry aguantó (no le quedaba otro remedio). Pocas semanas
después de iniciar sus estudios en la universidad le pregunté cómo se
sentía.
"Es como una bocanada de aire fresco, papá. ¡Es tan maravillo-
so estar en la universidad!"
Podía abandonar su dormitorio cuando quería, y si se olvidaba
de hacer firmar su permiso nadie andaba detrás de él por eso. Barry
decidió completar sus estudios en cinco años en lugar de hacerlo en
cuatro, y nunca lo escuché quejarse de las restricciones de aquella
casa de estudios.
Piense por un momento en lo descabellado que habría sido para
el universitario Barry volver a aquel colegio secundario con inter-
nado y ponerse bajo sus reglas y regulaciones. Nadie que estuviera
en su sano juicio lo haría. ¿Significa eso que las reglas de aquel cole-
gio secundario eran malas? ¡Claro que no! Eran muy buenas para
estudiantes internos adolescentes. Cuando Barry fue allí sintió que
aquello era una experiencia liberadora. El era allí mucho más inde-
pendiente que en casa. Qué gloriosa libertad encontró allí, hasta
que descubrió, pocos años después, que aquello que había considera-
do como libertad no lo era en realidad.
De manera semejante, la ley dio a los judíos gran libertad cuan-
do la recibieron en el Sinaí. Pero 1.500 años después ya era hora de
Hijos e hijas de Dios 147
dar otro paso adelante, hacia una libertad aún mayor en Cristo.
Cuán necio era que el partido judío pretendiera colocarse a sí mismo
y a los cristianos gentiles de nuevo bajo la ley cuando todos ellos ya
habían concluido sus estudios de nivel medio y habían ingresado a la
universidad, a un nuevo sistema basado en la fe en Jesús.
Eso es precisamente lo que Pablo estaba diciendo en Gálatas 3
y4-
Aquí hay otra analogía. Tiene que ver con un transatlántico. El
barco de nuestra analogía partió del puerto de Nueva York y se en-
cuentra en camino hacia Londres. Desafortunadamente, naufraga a
mitad de camino, en medio del Atlántico, pero todos sus pasajeros
logran subir en los botes salvavidas. El oficial a cargo de las comuni-
caciones había enviado un mensaje pidiendo auxilio tan pronto co-
mo fue informado del problema, y una o dos horas después llega un
barco que navegaba en las inmediaciones y sube a bordo a todos los
náufragos. Todos están a salvo y felices en el nuevo barco.
¿Fueron los botes salvavidas útiles cuando los náufragos esta-
ban a la deriva en medio del océano? ¡Por supuesto! Aquellas pe-
queñas embarcaciones salvaron sus vidas. Habría sido una necedad
saltar al agua desde los botes salvavidas. Pero una vez que estuvieron
a salvo en el barco que los rescató, habría sido más necio aún volver
a los botes salvavidas. El pequeño bote que les había salvado la vida
en cierto momento se habría convertido en una trampa mortal pocas
horas después.
El punto que Pablo destaca en Gálatas es que el partido judío
estaba tratando de empujar a los cristianos de origen gentil, y en
verdad a sí mismos, de nuevo a un sistema que una vez ayudó al
pueblo de Dios a experimentar la salvación, pero que era una trampa
mortal después de Cristo.
En el versículo 6, Pablo dijo: "Por cuanto sois hijos..." Note el
cambio de perspectiva de Pablo, quien vuelve a usar el pronombre
"vosotros". ¿Estaba dirigiéndose sólo a los cristianos gentiles? Puesto
que acababa de dirigirse a los judíos solamente ("a fin de que [noso-
tros] recibiésemos"), es nuevamente tentador pensar que "vosotros"
se refiere sólo a los gentiles. Y en este caso creo que fue eso lo que
tuvo en mente. Es lo que sugiere el contexto, particularmente los
148 Evangelio versus legalis?no
pronombres.
Sin embargo, hay algo extraño acerca de estos pronombres. He
aquí la declaración de Pablo con los pronombres destacados en cur-
siva: "Y por cuanto ["vosotros"] sois [segunda persona plural] hijos,
Dios envió a vuestros [el original griego dice "nuestroscorazones el
Espíritu de su Hijo" (vers. 6). Puesto que ambos pronombres son
plurales, parece lógico concluir que se refieren a diferentes grupos
que se encontraban en las iglesias de Galacia. De nuevo nuestro pri-
mer impulso nos llevaría a concluir que Pablo estaba pensando en
los cristianos de origen gentil cuando dijo "vosotros" y en cristia-
nos de extracción judía cuando dice "nuestros corazones". Y nueva-
mente este primer impulso es correcto, o al menos así me parece.
De todos modos, tratemos de interpretar esta declaración de esa
manera para ver si tiene sentido.
Pablo parece haber dicho que los judíos no podían recibir el
Espíritu Santo hasta que los gentiles llegaran a ser hijos. Una pará-
frasis de la declaración en cuestión puede ayudarnos a aclarar este
punto: "Puesto que ustedes, los gentiles, son ahora hijos, Dios puede
enviar el Espíritu Santo a nuestro corazón [el de los judíos]".
¿Es eso realmente lo que Pablo quiso decir, que los judíos no
podían recibir el Espíritu Santo hasta que los gentiles dejaran de ser
esclavos para transformarse en hijos por medio de Cristo? Pienso
que sí, y he aquí porqué.
El profeta Joel dijo que en los últimos días el Espíritu de Dios
sería derramado sobre todos, no apenas sobre unos pocos profetas
elegidos, como en los tiempos del Antiguo Testamento, sino sobre
todos (Joel 2:28, 29). Joel mencionó en tal sentido a los jóvenes, a los
ancianos y —sorpresa— aun a las jóvenes. Pero Dios tenía reservada
una sorpresa mayor aún. ¡El tenía planes de derramar su Espíritu
inclusive sobre los gentiles!
Pienso que Pablo quiso decir que el Espíritu no podía ser derra-
mado sobre nadie —tampoco sobre los judíos— hasta que pudiera
ser derramado sobre todos. Cuando los gentiles fueron también
convertidos en hijos por medio de Cristo, y dejaron de ser meros
esclavos domésticos, ésa fue la señal para que el Espíritu fuera derra-
mado sobre todos, incluyendo a los judíos. Esa es mi mejor suposi-
Hijos e hijas de Dios 149
ción acerca de lo que Pablo quiso decir con: "Y por cuanto [los gen-
tiles] sois hijos, Dios envió a nuestros corazones [de los judíos] el
Espíritu de su Hijo". Pero es una suposición.
Pablo dice en el versículo 7: "Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo". Ob-
viamente Pablo estaba refiriéndose aquí a los gentiles. Su analogía
esclavo/hijo así lo exige. Antes de Cristo, los judíos no tenían más
derechos que los esclavos, pero aun así no eran esclavos sino hijos.
Sólo los gentiles eran realmente esclavos durante la etapa precris-
tiana de sus vidas. Así que en este caso Pablo estaba claramente diri-
giéndose sólo a los gentiles cuando dijo "[tú] ya no eres". Antes de
Cristo, los judíos no tenían ventaja sobre el esclavo familiar ya que
estaban bajo la jurisdicción paterna. Ahora, después de Cristo, los
otrora esclavos estaban en un pie de igualdad con el hijo que llegó a
ser heredero, pues aquéllos también habían sido adoptados como
hijos y declarados herederos maduros.
Pablo dice en los versículos 8 y 9: "Ciertamente, en otro tiem-
po, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son
dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conoci-
dos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y po-
bres rudimentos?".
Pablo estaba obviamente dirigiéndose de nuevo a los gentiles,
pues emplea el pronombre tácito "vosotros". El no habría dicho de
los judíos: "En otro tiempo no conocíais a Dios". Los judíos siempre
conocieron a Dios. Podían haber tenido ideas confusas acerca de él,
pero tenían en mente al Dios verdadero. Eran los gentiles quienes
no conocían al Dios verdadero.
Pablo dijo luego: "Mas ahora, conociendo [los gentiles] a Dios,
o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nue-
vo a los débiles y pobres rudimentos?'''' (vers. 9). En su vida precristiana
anterior, los miembros gentiles de Galacia habían sido paganos. Da-
ría la impresión de que Pablo estuviera acusando a los cristianos
gentiles de volver a sus antiguas prácticas paganas. Pero no existe
indicio alguno de ello en la epístola. Pablo escribió a los gálatas para
desaprobar el hecho de que los cristianos gentiles estaban dirigién-
dose hacia el judaismo. ¿Qué quiso decir con la pregunta "¿cómo es
150 Evangelio versus legalis?no
una parte de la ley moral, mientras que todas esas fiestas y celebra-
ciones formaban parte de la ley ceremonial. Los Diez Mandamien-
tos son principios eternos entregados a toda la humanidad, mien-
tras que la ley ceremonial y sus celebraciones fueron una parte del
ritual del templo que fue dado sólo a los judíos.
Claro que todo esto es cierto. En la actualidad no observamos
los festivales lunares y anuales que pertenecían al ritual del santuario
judío. Hacerlo significaría volver a los débiles y pobres rudimentos
que Pablo condenó en el versículo anterior.
Pero, ¿es ésta la única aplicación válida de Gálatas 4:9 y 10 para
nosotros hoy? Me pregunto si al limitar el comentario de Pablo a la
ley ceremonial no estamos perdiendo de vista todo el objetivo de la
argumentación desplegada por él hasta aquí en Gálatas. Me pre-
gunto si en verdad no estamos retomando la interpretación defec-
tuosa que nuestros pioneros hicieron acerca del ayo antes de 1888.
Como usted recuerda, nuestra explicación tradicional de ese
pasaje era similar a nuestra explicación de los días, meses, tiempos y
años. Igualábamos entonces el ayo con la ley ceremonial. Lo hacía-
mos porque nos parecía impensable que la ley moral pudiera estar li-
mitada a la era judía en cualquier sentido.
Si bien es cierto que la comprensión que Waggoner tenía de
Gálatas 3 era en cierto modo limitada, su conclusión de que el ayo
incluía la ley moral nos puso en la dirección correcta. Y si el asunto
del ayo en Gálatas 3 es el contexto necesario para nuestra compren-
sión de Gálatas 4 —lo cual obviamente es así—, entonces necesita-
mos considerar la posibilidad de que el sábado del cuarto manda-
miento podría estar incluido en los comentarios que hace Pablo en
el versículo 10 acerca de los días, meses, tiempos y años.
Un punto a ser destacado es que si bien casi todos los comenta-
rios de Pablo en lo que va de Gálatas han sido de carácter teórico,
éste es uno de los pocos lugares de su epístola donde él hace una
aplicación práctica. Inclusive al afirmar eso, ¿estamos contemplando
la epístola de Pablo desde nuestro punto de vista limitado? Estoy
seguro de que para Pablo, toda su epístola era intensamente práctica.
El estaba explicando a los cristianos gálatas la implicación teológica
del estilo de vida que estaban llevando. Los días, meses, tiempos y
152 Evangelio versus legalis?no
años habían llegado a ser una parte importante de ese estilo de vida,
y la explicación teológica que hace Pablo en Gálatas 3 se aplicaba a
ese problema.
Creo que existe una manera muy apropiada de incluir el sábado
semanal en las observaciones que hace Pablo en Gálatas 4:10 (lo
cual no disminuye de ninguna manera nuestro deber de observar el
cuarto mandamiento). Déjeme asegurarle desde el mismo comienzo
que el asunto tratado en este pasaje bíblico no es sábado versus do-
mingo, ya que, entre otras consideraciones, no existe evidencia algu-
na en el Nuevo Testamento de que la observancia del domingo fue-
ra un asunto debatido por la iglesia cristiana antes del año 100 de
nuestra era. El tema en cuestión tampoco es si los Diez Manda-
mientos deben ser obedecidos por los cristianos, ya que Pablo aclaró
sobradamente que sí en su Epístola a los Romanos. La cuestión es
cómo guardamos los mandamientos.
Y ésta es una lección que se aplica a los adventistas y a nuestra
manera de observar el sábado tanto como a los cristianos del Nuevo
Testamento, y también a su manera de observar tanto el sábado se-
manal como los otros días festivos judíos.
El asunto es cómo guardamos el sábado. ¿Lo guardamos de
acuerdo con las reglas, con nuestra atención puesta primariamente
en lo que es correcto o incorrecto hacer durante el sábado? ¿O hace-
mos que el centro primario de nuestro reposo sabático sea nuestra
relación con Jesús y con nuestros hermanos y hermanas cristianos?
Si nuestro caso es el primero, Gálatas 4:10 se aplica al sábado sema-
nal tanto como a los sábados anuales, nuevas lunas y otras festivida-
des del año religioso judío. La observancia del sábado centrada en
los sí y los no significa "volver a los débiles y pobres rudimentos"
de los que Pablo habló en Gálatas 4:9, justo antes de hacer sus ob-
servaciones acerca de los días, meses, tiempos y años.
Por favor, no piense que estoy poniendo a un lado las reglas.
Los Diez Mandamientos —principios de amor— están presentados
como reglas. Las reglas tienen un lugar muy importante en la vida,
especialmente para los niños y para quienes son jóvenes en la fe
cristiana.
Señalé en un capítulo previo que los padres establecen reglas
Hijos e hijas de Dios 153
por ellos" (vers. 17). Nuevamente, ¿le suena eso familiar? Existen
numerosos ministerios independientes buenos que están sirviendo
a la Iglesia Adventista. Los dirigentes de esos ministerios tienen una
actitud positiva para con la iglesia y animan a sus sostenedores a
permanecer fieles al cuerpo principal de creyentes. Sin embargo,
hay unos pocos que parecen esforzarse por separar de la iglesia a la
gente. Fomentan sospechas y dudas, e incitan a las personas para
que se sumen a sus críticas. Estas almas enemistadas dedican enton-
ces dinero y energía a la "causa" de la crítica, lo cual es, por supues-
to, lo que la crítica pretende lograr. Al igual que el partido judío, es-
tos críticos "quieren apartaros de nosotros [la iglesia como un to-
do], para que vosotros tengáis celo por ellos".
El motivo oculto detrás de esta clase de conducta suele ser el
orgullo. "Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no sola-
mente cuando estoy presente con vosotros", dijo Pablo (vers. 18).
Cualquiera que lee el material impreso distribuido por esos ministe-
rios independientes críticos, quienes escuchan sus casetes o ven sus
videos, sienten inmediatamente un celo intenso. El crítico asegura
que ama a la iglesia y que quiere lo mejor para ella. Pero sólo hace
falta leer, escuchar o ver sus materiales durante unos pocos minu-
tos para descubrir que ese celo "no es para bien". Es en cambio críti-
co y destructivo.
Otra cosa que he notado en relación con estos celosos ministe-
rios independientes es la fascinación que sienten por las normas. Su
principal preocupación parece ser señalar los defectos que hay en
todos los demás. No estoy diciendo que las normas sean algo malo.
Todos necesitamos de ellas. El problema de estos ministerios inde-
pendientes y de quienes se unen a ellos es que las normas parecen
ser el centro de su religión, la medida principal con la cual deter-
minan si las demás personas son cristianas. Toda vez que permiti-
mos que las reglas y las observancias acerca del estilo de vida se
conviertan en el centro de nuestra religión caemos en la trampa del
partido judío, aunque no insistamos en sus leyes particulares.
Y ahora viene una de las declaraciones más solícitas y amorosas
de toda la carta de Gálatas, la cual nos ayuda a entender la verdadera
motivación por la que Pablo escribió esta epístola: "Hijitos míos,
Hijos e hijas de Dios 157
por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y
cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros" (vers.
19, 20). La aparente dureza con la que Pablo se expresó anterior-
mente se desvanece de pronto. El amaba a estas personas. No era
su intención condenarlas. Estaba profundamente preocupado por su
vida espiritual. Temía que perdieran el gozo y la libertad en Cristo
que habían aprendido de él. De eso se trata, en resumen, la carta a
los Gálatas. Ese es el mensaje que todos nosotros, independiente-
mente del tiempo en que vivamos, podemos tomar de Gálatas y
aplicar a nuestro propio corazón.
¡Nunca cambie el gozo y la libertad que usted tiene en Cristo
por una religión sin gozo centrada en reglas y observancias!
CAPÍTULO 1 4
E
n este capítulo examinaremos otro de esos pasajes que han
puesto en aprietos a los adventistas durante muchos años. Di-
cho pasaje no se refiere a la ley como tal, excepto por el pri-
mer versículo, donde dicho término se refiere al Pentateuco entero
(este es un punto que explicaré brevemente). El problema con ese
pasaje es que se refiere al Sinaí de una manera más bien despectiva.
Puesto que los Diez Mandamientos, que nosotros apreciamos tanto,
provienen del Sinaí, cualquier comentario desfavorable acerca de él
tiende a ensombrecer los Diez Mandamientos.
He aquí el pasaje que consideraremos en este capítulo:
"Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la
ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la es-
clava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne;
mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas
mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual
da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí
en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con
sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es
madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate,
oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que
no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada,
que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como
Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había
nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espiri-
to, así también ahora. Mas, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la
159
160 Evangelio versus legalis?no
Por el contrario, Pablo parece haber tenido en alta estima ese siste-
ma mientras estuvo en vigencia. El libro de Hebreos, por otra parte,
dice claramente que había algo equivocado en el primer pacto, y di-
ce que esa equivocación estaba en las personas, es decir, en los is-
raelitas (véase Heb. 8:7, 8). Por lo tanto, podría decirse en cierta
medida que cuando pretendemos que la exposición de Pablo acerca
de los dos pactos en Gálatas arroje luz sobre el tema de los dos pac-
tos en Hebreos o viceversa, estamos comparando manzanas con na-
ranjas. Por esta razón, voy a analizar los dos pactos de Gálatas sin
referirme al libro de Hebreos.
Pablo dijo que Agar y su hijo representan "a la Jerusalén actual,
pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud" (Gál. 4:25). Él ya se
había referido a la esclavitud en Gálatas. Como usted recordará, en
el capítulo 4 él comparó al hijo que es heredero con el esclavo que
carece de derechos. En esta analogía, el hijo representaba a los ju-
díos antes del Calvario y el esclavo representaba a los gentiles antes
de que aceptaran a Cristo. No obstante, en su analogía de Sara y
Agar, los esclavos son los judíos. Agar, la esclava, representa "a la Je-
rusalén actual". Eran los judíos quienes pretendían relacionarse con
Dios, después de la llegada de Cristo, de la misma manera como se
11 a 1 > i ai?' reí ac u>~n a d o con g a n t e s de Cnfto.
Por cierto que los judíos de la época del Antiguo Testamento
no pensaban que su religión fuera una esclavitud, ni Dios pretendía
que lo hicieran. Pero_después de que Cristo llegó, cua!quier esfuerzo
por permanecer en el judaismo era esclavitud, y equivalíala que un
hijo mayor de edaclTnsistiera en volver a estar bajo la jurisdicción
paterna como si se tratara de un niño; algo así como si mi hijo
Barry, después de concluir el nivel medio e ingresar en la universi-
dad, tratara de colocarse bajo las reglas que anteriormente tuvo que
respetar en el colegio secundario.
Es interesante_supon er que al comparar a Agar con la Jerusa-
lén~3elúrdías, Pablo estaba pensando en el legalismo judío, tan pe-
netranttréfTlos días ele Cristo y que distorsionaba la ley dada por
Dios en el Sinaí. Cristo se opuso vigorosamente a ese legalismo, y
Tícícabe duda de que Pablo también lo habría considerado una forma
de esclavitud. Pero aquí, como por doquier en Gálatas, Pablo tenía
Pacto nuevo versus pacto antiguo 163
a ese punto.
Actuar de otra manera sería estar entre las cinccvvírgenes in-
sensatas que perdieron la vida eterna porque no mantuvieron ar-
diendo sus lámparas. Creo que podemos decir sin temor a equivo-
carnos que esas cinco vírgenes insensatas representan a quienes no
siguen el consejo dado por Pablo en Gálatas. Ellas permanecieron,
"levantadas con sus lámparas encendidas. Fueron cristianas vcrdade-
ramente converti das. Pero a medida que el tiempo transcurrió se
fueron deslizando hacia atrás. Volvieron a una experiencia anterior.
¿Cómo lograron las vírgenes prudentes seguir creciendo en lu-
gar de volver atrás? Perseveraron diariamente en la oración y en el
estudio de la Palabra. Continuaron regularmente en comunión con
el pueblo de Dios. Aprovecharon cada oportunidad de compartir
con otros el testimonio de lo que Dios había hecho por ellos. Culti-
varon la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Así es como evita-
ron volver atrás. Así es como usted y yo podemos preservarnos de
volver atrás.
En Gálatas 3:1 y 2, Pablo dijo: "¡Oh gálatas insensatos! ¿quién
os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos
Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucifi-
cado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu
por las obras de la ley, o por el oír con fe?" Pablo puso mucho énfa-
sis en la presencia del Espíritu de Dios en la vida de las personas. Y
dijo: "No vuelvan atrás. Ustedes recibieron el Espíritu Santo por
'Creer lo que oyeron; no vuelvan atrás ahora tratando de recibir el
"Espíritu Santo por lo que hacen".
- Los cristianos genuinos dan por sentado que su experiencia
cristiana del día de mañana estará por encima de la de hoy. Los cris-
tianos genuinos van en busca de la experiencia del mañana. Piden
continuamente a Dios un cambio mayor de su corazón, mayores
victorias sobre sus malos hábitos y sus pecados. La única garantía
de no volver atrás es seguir avanzando. Esa es una de las más im-
portantes lecciones que podemos aprender de la carta de Pablo a los
Gálatas.
Otra lección que podemos aprender hoy de Gálatas es la necesi-
dad de evitar el legalismo. Ya he analizado esto en parte en capítulos
Pacto nuevo versus pacto antiguo 165
Legalismo
C
omencemos este capítulo con una pequeña evaluación. Escriba
en una hoja una columna de números del 1 al 10, y conteste
las siguientes diez preguntas colocando junto al número co-
rrespondiente la respuesta "Sí" o "No":
1. Estoy preocupado por la creciente mundanalidad que percibo
en la iglesia, especialmente en lo que respecta al relajamiento de las
normas por parte de muchos de sus miembros.
2. Tengo amigos que también están preocupados por esto y
conversamos acerca del asunto muy a menudo.
3. Desearía que Dios me utilizara de alguna manera para con-
ducir a la iglesia nuevamente a su estado de pureza original.
4. Me parece que algunos pastores destacan demasiado la justifi-
cación por la fe, pero no suficientemente la obediencia.
5. A veces me pregunto cómo puede ser que los miembros de
iglesia que usan joyas (aros, pulseras, brazaletes, collares, etc.), que
hacen cosas incorrectas durante el sábado, que asisten al teatro o al
cine, y que hacen otras cosas mundanas puedan tener una relación
con Jesús.
6. La Biblia y el espíritu de profecía parecen tan claros acerca de
nuestras normas, que a veces me pregunto si algunas personas han
leído alguna vez ese material.
7. Estoy tan preocupado por esas personas que he animado a
algunos de ellos a ser fieles, o al menos he pensado que debería ha-
cerlo.
8. Me esfuerzo mucho por educar a mis hijos de acuerdo con
169
170 Evangelio versus legalis?no
gión.
El legalismo no es el único método que las personas han usado
para controlar a otros cristianos. Algunas personas usan su dinero.
Otros usan su posición en la comunidad para influir sobre las deci-
siones de la iglesia. Otros incluso usan el enojo. Un amigo mío que
es pastor en New England me contó acerca de cierto hombre que
usaba su enojo para intimidar a una congregación entera y mante-
nerla sometida a él. Los legalistas usan su versión de la moralidad
para controlar la conducta de otros cristianos o grupos de cristia-
nos. Seguidamente enumeraremos algunas de las características de
esta forma de legalismo.
Crítica e intimidación. Uno de los métodos usados más común-
mente por los legalistas para controlar a otros es la crítica y la inti-
midación. Los legalistas que quieren controlar a los individuos, los
atacan verbalmente en relación con ciertas cosas que éstos están ha-
ciendo y que aquéllos consideran incorrectas. Después de todo, ¿no
nos ordenó Jesús que señaláramos los pecados de la gente? (Véase
Mat. 18:15-20.) Las mujeres que usan joyas, adornos similares o
pantalones, los adventistas que almuerzan en restaurantes durante
el sábado, las personas que van a ver una película al cine, todos ellos
tendrán que escuchar a los legalistas hablando de esos asuntos.
Las iglesias también pueden resultar objeto de los esfuerzos de
los legalistas por tener el control. Dependiendo de la tradición reli-
giosa de cada iglesia, el uso de velas, de cruces, de otras versiones
bíblicas diferentes de la Reina-Valera, los árboles navideños y ciertos
estilos de música religiosa están entre las numerosas prácticas que
provocan la crítica de los legalistas. En cierta ocasión fui pastor de
una congregación que estaba construyendo su templo. Allí había
unas pocas personas que se oponían a poner un campanario en el
techo porque supuestamente cierta cultura pagana de la antigüedad
usaba las cúspides como símbolos fálicos.
Rara vez ocurre que los legalistas logren controlar una congre-
gación entera o una denominación. Su éxito radica en captar la
atención de un reducido número de seguidores que compartan su
espíritu de crítica, y en crear luego una guerra entre las dos faccio-
nes. Muchas congregaciones, y en varios casos denominaciones en-
Legalismo 183
Ejemplos de legalismo
Uno de los mejores lugares para dar un buen vistazo al pensa-
miento legalista existente en la actualidad dentro de la Iglesia Ad-
ventista es la sección de cartas de los lectores de nuestras revistas
denominacionales. No estoy condenando a los editores de esas pu-
blicaciones por publicar esas cartas. Francamente, estoy contento
de que lo hagan, pues me permite ver cómo piensan otros dentro
de mi iglesia.
Otra excelente manera de tomar contacto con algo del pensa-
miento legalista presente en la iglesia es leer las preguntas enviadas
por algunos lectores a una sección especial (que dirigía Miriam
Wood) en la edición norteamericana de la Revista Adventista. Me
gustaría citar a continuación unos pocos ejemplos:
"Querida Miriam: Soy padre de un joven de 22 años que tiene
su propio departamento y es económicamente independiente. Desde
hace un par de años, mi esposa y yo estamos percibiendo su paulati-
no distanciamiento de la iglesia, y ayer, sábado, llegamos a un punto
crítico. Él no llegó para el horario de la escuela sabática, sino para el
sermón, y se mostró disgustado cuando supo que se celebraría la
Santa Cena. Cuando las hermanas y los hermanos se separaron para
participar del rito de la humildad, él me dijo: 'Papá, ¿te molestaría
mucho si no participo esta vez de la ceremonia?' Entonces agarré a
ese muchachón del brazo y le dije que no sólo participaría sino que
no me despegaría de él hasta que llegáramos al lugar preparado para
el lavamiento. No dijo una sola palabra durante todo el servicio reli-
gioso. Lo habíamos invitado a almorzar, y cuando llegamos a casa
Legalismo 187
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 0
I I I I I I I I I I
190 Evangelio versus legalis?no
Las consecuencias
del legalismo
Qálatas 5:1-15
de ello. Y lo digo con cariño, pues tengo buenas noticias para usted.
Dios puede perdonar el legalismo así como puede perdonar cual-
quier otro pecado. Más aún, él puede ayudarlo a usted a vencer su
legalismo. Es posible escapar del legalismo. Probablemente sea uno
de los pecados más difíciles de abandonar pues es muy penoso reco-
nocer que existe en nosotros mismos. Pero no se desanime por el
hecho de que sea difícil. Lo que importa es que es posible. Analizare-
mos esto mucho más detenidamente en el próximo capítulo.
Hablemos de Gálatas 5:7-12: "Vosotros corríais bien; ¿quién os
estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede
de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo
confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro
modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que
sea. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padez-
co persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la
cruz. ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!"
Pablo habló muy específicamente acerca de quienes estaban
creando problemas en Galacia. No dio nombres, pero no cabe duda
de que estaba refiriéndose a ciertas personas en particular. Él dijo:
"Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la
verdad?" Los cristianos gálatas ciertamente sabían quiénes los ha-
bían estorbado. Sabían exactamente quiénes eran los miembros del
partido judío y quiénes simpatizaban con éstos en las congregaciones
de Galacia.
En el versículo 10, Pablo dijo: "El que os perturba llevará la
sentencia, quienquiera que sea". Note que Pablo usa la forma singu-
lar al referirse al partido judío. Probablemente tenía en mente a una
persona específica. Un grupo de personas se había infiltrado en las
iglesias de Galacia y una de esas personas era sin duda el líder del
grupo. He allí la razón por la que Pablo se refiere a "el que os per-
turba". Pablo podría haber dado un nombre específico. Probable-
mente sabía cuál era ese nombre, pero prudentemente dejó ese dato
fuera de una carta que debía ser públicamente leída en la iglesia.
Ello constituye un ejemplo de cómo deben ser tratados los legalistas
que hay en la iglesia: con firmeza, pero también con amabilidad.
Pablo dijo finalmente —y ello indica que más de un represen-
Las consecuencias del legalis?no 199
Referencia
* The New Century Bible Commetitary [Comentario bíblico del nuevo siglo] (Londres: Marshall,
Morgan y Scott, 1974), p. 105.
CAPÍTULO 1 7
H
ace algunos años, mi esposa y yo asistimos a un seminario de
historia denominacional dictado en la Universidad Andrews.
Uno de los asistentes era un caballero de unos 75 años de
edad, con quien compartimos en una oportunidad el almuerzo en la
cafetería de la universidad. Durante la conversación, él dijo: "Yo era
un legalista acérrimo e intransigente. Estoy seguro de que mi pre-
sencia resultaba sumamente desagradable para la gente a la que me
acercaba. Debo haber hecho miserable la vida de mi pobre esposa.
Pero hace unos tres años, el pastor de mi iglesia presentó una serie
de temas acerca de la justificación por la fe, y comencé a verme co-
mo realmente era. Estoy agradecido de que Dios haya cambiado mi
vida. Él ha transformado mi corazón y ya no soy un legalista".
Mientras mi esposa y yo conversábamos con aquel hombre
comprendimos que él realmente había sido un legalista y que ya no
lo era. Más tarde, cuando estábamos en nuestra habitación, dijimos:
"¡Alabado sea Dios. Si eso puede ocurrir con un hombre de 75
años, puede ocurrir con cualquier persona!" La edad no importa
cuando Dios transforma los corazones.
Sí, la victoria sobre el legalismo es posible. Y ése es el tema de
la segunda mitad de Gálatas 5. Creo'que la manera más sencilla de
comprender esa sección será verla en primer lugar como un todo,
para luego analizar los detalles. Eso nos permitirá movernos entre
los versículos con libertad en lugar de examinar versículo por versí-
culo o sección por sección. Será una metodología mucho más ade-
cuada en este caso particular. He aquí los versículos 16 y 17: "Digo,
205
206 Evangelio versus legalis?no
parece una pequeñez, piense que ello puede ser la clave o la eviden-
cia de que usted también es legalista en otros sentidos que ni siquie-
ra sospecha. Siga elevando esas oraciones. ¡Dios seguirá respon-
diéndolas!
Si usted descubre que ha sido un legalista furibundo durante
años, la súbita percepción de que ha dañado a muchas personas a lo
largo de la vida podría dejarlo sumamente agobiado. Aquí es donde
el tercer paso del proceso resulta absolutamente esencial: confesión
y perdón. Pongo esas dos cosas juntas porque Dios lo hace: "Si con-
fesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
La victoria sobre cualquier pecado requiere confesión. Los al-
cohólicos que vencen su adicción por medio de Alcohólicos Anóni-
mos han aprendido eso. Sólo hace cincuenta años el mundo conoció
una manera de que los alcohólicos pudieran controlar su hábito.
Antes de eso, fueron muy pocas las personas que realmente vencie-
ron el alcoholismo. Estoy convencido de que Alcohólicos Anóni-
mos tiene éxito porque emplea un método profundamente espiri-
tual para enfrentar el problema. Y me parece sumamente significati-
vo que varios de los doce pasos del método empleado por Alcohóli-
cos Anónimos tienen que ver con la necesidad de reconocer y confe-
sar el pecado; en el caso de ellos, el pecado del alcoholismo. He
aquí los pasos que tengo en mente:
Paso 4: "Hagamos un análisis y un inventario moral valiente
acerca de nosotros mismos".
Paso 5: "Admitamos ante Dios, ante nosotros mismos y ante
otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros errores".
Paso 8: "Hagamos una lista de todas las personas a las que he-
mos lastimado, y desarrollemos la disposición a reparar todo ese da-
ño que hicimos".
Paso 9: "Compense directamente a esas personas por el daño
que les hizo siempre que eso sea posible, excepto en los casos en
que hacer eso significaría perjudicar a otras personas".
Los doce pasos de los Alcohólicos Anónimos dan resultado en
personas de toda clase de religión que los ponen verdaderamente en
práctica. También funcionan en el caso de personas que no tienen
La victoria sobre el legalismo 215
que usted tal vez siga sintiendo tristeza o inclusive dolor por el daño
que ha causado a otros. Esto es especialmente probable si esas per-
sonas perjudicadas no aceptan su confesión ni lo perdonan. Pero
eso no tiene por qué privarlo de su sensación de estar en paz con
Dios.
Ahora estamos listos para referirnos al último paso del proceso
para vencer el legalismo: la conversión.
"¡Pero si yo me convertí hace años! ¿A qué se refiere usted
cuando dice que necesito conversión?", podría estar pensando us-
ted.
Es probable que usted en verdad se haya convertido hace tiem-
po. Pero, ¿cuán a menudo dijo Pablo que moría? ¿Y qué quiso decir
con la expresión:"Cada día muero" (1 Cor. 15:31)? Como usted re-
cuerda, Pablo utiliza en Romanos 6 la muerte y la resurrección de
Jesús como una ilustración de la muerte del cristiano al yo y de su
resurrección a una nueva forma de vida (véase Rom. 6:3, 4). Eso es
la conversión. Así que si Pablo dijo que moría cada día, eso significa
que también era resucitado a una nueva vida cada día. O, para llevar
la ilustración hasta su conclusión lógica, Pablo era convertido cada
día.
Me gustaría sugerir que la conversión incluye dos aspectos. La
primera forma de la conversión es la que todos los pecadores experi-
mentan cuando van a Cristo por primera vez. Demos a esta conver-
sión el nombre de "conversión general". No obstante, como todos
sabemos, Dios no nos da la victoria instantánea sobre todos nues-
tros defectos de carácter en el momento cuando lo aceptamos co-
mo nuestro Salvador personal. Vencer esos defectos requiere cierto
tiempo. Necesitamos convertirnos de cada uno de esos defectos, y
en el caso de algunos de ellos —probablemente en la mayoría de
ellos— tendremos que experimentar la conversión muchas veces,
hasta que la nueva manera de vivir se haya fijado permanentemente
a nuestro carácter. Puesto que este aspecto de la conversión tiene
que ver con áreas o pecados específicos de nuestra vida, demos a
esas conversiones repetidas el nombre de "conversión específica".
Creo que Pablo estaba refiriéndose a la conversión específica, no a la
general, cuando escribió la parte de Gálatas que estamos examinan-
La victoria sobre el legalismo 217
sea.
No obstante, debo prevenirlo de que no siempre resulta fácil
elevar esas oraciones. No siempre es fácil elegir el camino de Dios.
No siempre es fácil pensar en lo que el Espíritu desea. He aquí có-
mo describe Pablo este problema: "Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis" (Gál. 5:17).*
Su vieja naturaleza pecaminosa no se someterá ni permitirá que
se le dé muerte sin oponer resistencia. Usted descubrirá que su de-
seo de incurrir en el legalismo reaparecerá vez tras vez. Y a veces
parecerá tan acertado. He allí lo engañoso del legalismo. Parece acer-
tado. Y no sólo parecerá acertado; puesto que es parte de su natura-
leza pecaminosa, usted querrá que siga funcionando. Usted querrá
seguir siendo legalista.
¿Cómo hará frente a eso? Pablo nos da una clave en el versículo
24: "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pa-
siones y deseos".
¿Qué significa crucificar la carne (la naturaleza pecaminosa)?
Bien, ¿qué significa crucificar algo? Significa conseguir unos trozos
de madera, formar una cruz con ellos y clavar allí lo que usted se
propone crucificar. Por supuesto que usted no puede extraer de su
cerebro su naturaleza pecaminosa y clavarla en una cruz. Se trata de
una metáfora. ¿Cuál es entonces el significado real detrás de esas
palabras?
¿Cómo se sentiría usted si alguien lo acostara sobre una cruz,
extendiera sus manos y las atravesara con clavos? ¿Y cómo se sentiría
si esa misma persona fijara sus pies al madero vertical mediante otro
clavo? Creo que no se sentiría muy a gusto. En verdad, ¡estoy segu-
ro de que esa sería la experiencia más difícil de su vida!
Eso es lo que significa crucificar la naturaleza pecaminosa, muy
probablemente la experiencia más dolorosa de su vida. Esa es la ra-
zón por la que usted necesita estar muy cerca del Espíritu Santo
mientras está pasando por esa experiencia. He allí la razón por la
que usted necesita pronunciar esas tres plegarias y cualquier otra
que a usted se le ocurra y que se parezca a ellas. Por cierto, me gus-
taría ahora compartir con usted una cuarta oración que lo ayudará a
La victoria sobre el legalismo 219
Referencia
* La expresión "carne" es traducción exacta del original griego y tiene el sentido de: naturaleza
humana pecaminosa. Otras versiones de la Biblia traducen esa expresión como "malos deseos" {Dios
habla hoy).
CAPÍTULO 1 8
Cómo tratar
con los legalistas
Gálatas 6
pero puedo asegurarle que no son los mejores padres. Los mejores
padres conceden a sus hijos lo que éstos les piden, siempre que les
resulte posible y que no dañe a nadie, independientemente de lo
que los padres piensen acerca de lo solicitado.
Así que el segundo principio que debe tenerse presente mien-
tras estemos en contacto con legalistas es que Dios los ama y trabaja
con ellos dentro de la medida de la percepción que ellos tengan de
lo que es correcto o erróneo.
Lo tercero que debemos recordar acerca de los legalistas es que
son absolutamente sinceros. Nunca he conocido legalistas que pre-
tendan destruir la iglesia. Ellos quieren ayudar a la iglesia. Quieren
ayudar a sus respectivas familias.
Hace varios años, cuando yo era pastor en Texas, tuve un feli-
grés que era conocido por su actitud legalista. Él fue un día a verme
a mi oficina. Quería hablar acerca de sus hijos, quienes todavía eran
lo suficientemente jóvenes como para conformarse a los deseos de su
padre, pero yo me temía que llegaría el momento cuando la dureza
de éste y su espíritu crítico y enjuiciador terminaría apartando a sus
hijos de sus raíces espirituales y de la iglesia. No obstante, aquel
querido hermano lloraba mientras compartía conmigo su profunda
preocupación por sus hijos. El no pretendía que se alejaran de la
iglesia. Nada estaba tan cerca de su corazón como sus hijos, y de-
seaba desesperadamente verlos salvos.
Los legalistas son absolutamente sinceros, y sólo puede ayudar-
los de manera redentora quien logre ver debajo de su áspero exterior
su profundo anhelo de que la iglesia entera esté en armonía con
Dios.
Para ayudar efectivamente a los legalistas debemos, pues, respe-
tar sus opiniones, aunque no estemos de acuerdo con ellas. Debe-
mos reconocer que Dios los ama y que obra en favor de ellos en los
términos de ellos, no en los nuestros. Y debemos entender que su
deseo de que la iglesia prospere es tan profundo como el nuestro.
Si podemos aproximarnos a los legalistas de esta manera, estaremos
en mejores condiciones de seguir el consejo del apóstol Pablo y los
trataremos amablemente.
Pablo mencionó una cualidad extremadamente importante de
228 Evangelio versus legalis?no
que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que
cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo
de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro". Este es un
consejo extremadamente importante para quienes tengamos que
tratar con legalistas.
Recientemente leí una carta sumamente crítica y dura que cier-
ta persona dirigió a un grupo de amigos míos y en la que criticaba a
un grupo de personas a las que consideraba legalistas. Era obvio que
el tal tenía un muy elevado concepto de sus cualidades espirituales.
Pero su carta estaba llena de acusaciones y comentarios insidiosos
acerca de la supuesta estrechez mental de sus oponentes. En mi opi-
nión, este hombre debería haberse juzgado a sí mismo antes de juz-
gar a aquellos a quienes estaba acusando. Debería haber revisado
sus propias palabras y acciones antes de revisar las de ellos (véase
Mat. 7:1-5). Quienes se burlan de los legalistas están en última ins-
tancia comparándose con ellos y diciendo: "Dios, te doy gracias
porque no soy como esos legalistas" (véase Luc. 18:11). ¡Es tan fácil
para los no legalistas pensar que son algo cuando no son nada!
Quisiera ahora llamar su atención a una aparente contradicción
a la que me referí antes entre lo que he dicho hasta aquí en este ca-
pítulo y lo que he dicho en capítulos anteriores. A lo largo de la ma-
yoría de este libro he asumido un tono más bien severo para con los
legalistas. Lo hice siguiendo el ejemplo de Pablo. En Gálatas 3:1, él
dijo: "¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó?" En Gálatas 4:17
dijo: "Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren
apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos".
Luego, en el mismo capítulo, dijo: "Echa fuera a la esclava y a su
hijo" (vers. 30). Y en el capítulo 5 dijo: "De Cristo os desligasteis, los
que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído" (vers. 4). Final-
mente dijo: "¡Ojalá se mutilasen [se castrasen] los que os pertur-
ban!" (vers. 12).
No cabe duda de que en la mayor parte de su Epístola a los
Gálatas, Pablo se opuso a los legalistas con algunas de sus más duras
expresiones. ¿Cómo pudo entonces aconsejar en los primeros versí-
culos del capítulo 6 que se asumiera una actitud más benévola para
con ellos? A primera vista, es una de las mejores razones para supo-
230 Evangelio versus legalis?no
que sus letras eran mucho mayores que las de su escribiente. Esto
podría haberse debido a un problema ocular (véase Gál. 4:15). De
haber tenido una visión mejor, podría haber escrito todas sus epísto-
las por sí mismo.
Pobre Pablo. Se sentía tan perturbado por el partido judío que
tuvo que hacer una apelación final a los cristianos de Galacia para
que no les prestaran atención: "Todos los que quieren agradar en la
carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no pa-
decer persecución a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aun los
mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que voso-
tros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne" (vers. 12, 13).
Probablemente la cuestión más significativa suscitada por este
pasaje sea: ¿Por qué dijo Pablo que el motivo principal de la insis-
tencia del partido judío para que los cristianos gentiles se circuncida-
ran era "no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo"?
¿Quién estaba persiguiendo al partido judío, y cómo evitaría la cir-
cuncisión de los cristianos gentiles esa persecución? La persecución
provenía probablemente de los judíos no cristianos que acusaban a
los judíos cristianos de destruir la fe de sus padres. Pablo sugirió
que la insistencia del partido judío en que los cristianos gentiles se
sometieran a la circuncisión era motivada, al menos en parte, por el
deseo de responder a esa crítica de los judíos.
Podría escribirse todo un capítulo acerca de la siguiente decla-
ración de Pablo. Ciertamente se han predicado muchos sermones
acerca de ella. "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a
mí, y yo al mundo" (vers. 14), dijo. Probablemente hizo esa declara-
ción para contrastar la motivación que lo impulsaba a predicar, con
la del partido judío. El hecho de que Pablo tuviera que escribir una
carta tan enérgica a los cristianos de Galacia sugiere que el partido
judío había ganado muchos adeptos entre ellos, y aparentemente es-
taba haciendo alarde de su gran éxito (véase Gál. 4:17). Pablo dijo:
"Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesu-
cristo".
Continuó diciendo: "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación" (vers. 15).
Corno tratar con los legalistas 238
que sus letras eran mucho mayores que las de su escribiente. Esto
podría haberse debido a un problema ocular (véase Gál. 4:15). De
haber tenido una visión mejor, podría haber escrito todas sus epísto-
las por sí mismo.
Pobre Pablo. Se sentía tan perturbado por el partido judío que
tuvo que hacer una apelación final a los cristianos de Galacia para
que no Ies prestaran atención: "Todos ios que quieren agradar en la
carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no pa-
decer persecución a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aun los
mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que voso-
tros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne" (vers. 12, 13).
Probablemente la cuestión más significativa suscitada por este
pasaje sea: ¿Por qué dijo Pablo que el motivo principal de la insis-
tencia del partido judío para que los cristianos gentiles se circuncida-
ran era "no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo"?
¿Quién estaba persiguiendo al partido judío, y cómo evitaría la cir-
cuncisión de los cristianos gentiles esa persecución? La persecución
provenía probablemente de los judíos no cristianos que acusaban a
los judíos cristianos de destruir la fe de sus padres. Pablo sugirió
que la insistencia del partido judío en que los cristianos gentiles se
sometieran a la circuncisión era motivada, al menos en parte, por el
deseo de responder a esa crítica de los judíos.
Podría escribirse todo un capítulo acerca de la siguiente decla-
ración de Pablo. Ciertamente se han predicado muchos sermones
acerca de ella. "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a
mí, y yo al mundo" (vers. 14), dijo. Probablemente hizo esa declara-
ción para contrastar la motivación que lo impulsaba a predicar, con
la del partido judío. El hecho de que Pablo tuviera que escribir una
carta tan enérgica a los cristianos de Galacia sugiere que el partido
judío había ganado muchos adeptos entre ellos, y aparentemente es-
taba haciendo alarde de su gran éxito (véase Gál. 4:17). Pablo dijo:
"Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesu-
cristo".
Continuó diciendo: "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación" (vers. 15).
Corno tratar con los legalistas 239