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Actividades y
Materiales
El monstruo de colores es un recurso maravilloso para trabajar las emociones con los más
pequeños. De una manera muy gráfica (usando el color como eje central del relato)
aprenderemos a identificar las distintas emociones.
Os compartimos un recopilatorio de actividades y materiales que podéis hacer después de leer
el cuento y que apoyan el trabajo emocional.
Ficha técnica
Datos
Nombre : El monstruo de colores
Autor: Anna LLenas
Edad Recomendada: 3-6 años
Competencia Socio-Emocional que trabaja: Autonococimiento
.
Ejemplo
3. La rueda de las emociones
Objetivo:
Ser conscientes de por qué nos sentimos tristes, alegres, enfadados etc. Os proponemos
hacer una rueda de las emociones y jugar con ella.
Descripción:
La idea es que cada niño fabrique su propia rueda de las emociones, les proporcionaremos
una plantilla (puedes descargarla aquí)para que: coloreen y recorten la rueda (importante
identificar cada emoción con el colore correspondiente):
Los dividiremos por grupos. Podemos jugar de varias maneras con la rueda.
Adivina cómo me siento. Mímica . El concursante gira la rueda y debe expresar con mímica la
emoción que le ha tocado, los demás tienen que adivinar. De esta manera trabajamos la
gestualidad, detectar las emociones en los demás (lenguaje no verbal):
Explica un día que te sentiste así. El concursante debe explicar una situación referente a la
emoción que le ha tocado los demás tienen que adivinar de qué emoción se trata.
Ejemplo
14 Comentarios
Esta semana, dentro de nuestro Proyecto Cuéntame un cuento, vamos a trabajar El
monstruo de colores.
Se trata de un cuento al que le había echado el ojo hace bastante tiempo, ya que las
protagonistas son las emociones.
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"El Monstruo de Colores no sabe qué le pasa. Se ha hecho un lío con las emociones
y ahora le toca deshacer el embrollo. Una historia sencilla y divertida, que
introducirá a pequeños y a mayores en el fascinante lenguaje de las emociones".
Creo que es bastante evidente que la educación emocional está en auge en los
últimos tiempos. Cada vez somos más conscientes de la importancia de trabajar este
aspecto desde bien pequeñitos. Antes, no sólo no existía la educación emocional, sino
que muchas veces se reprimían las emociones: los niños no lloran (y los hombres
todavía menos), las niñas sí pueden (en las mujeres la tristeza está mejor vista, ellas
son así) pero han de reprimir la rabia (que es más aceptada socialmente en los
hombres), no hay que enfadarse, no hay que tener miedo... ¿Y por qué había que
reprimir las emociones? ¿Acaso hay emociones buenas y emociones malas? Hoy
sabemos que no es así, que todas las emociones son necesarias, y la reacción a
diferentes estímulos. Hoy sabemos que si reprimimos las emociones, si no sabemos
identificarlas y expresarlas, si las evitamos, sólo vamos a conseguir generar malestar
e incluso intensificarlas (la tristeza se puede convertir en depresión, el miedo en
ansiedad...). Hoy invitamos a los niños a hablar de cómo se sienten, de sus reacciones,
les animamos a contar sus miedos para superarlos, les abrazamos si están tristes y les
escuchamos.
Nunca hay que menospreciar las emociones de los niños, aunque sus miedos nos
parezcan absurdos, aunque pensemos que no tienen motivos para estar tristes (¡uy,
pues todo sea eso! ¡ya verás cuando seas mayor!), aunque no entendamos por qué se
han enfadado. Son sus sentimientos, lo que para ellos es importante en ese momento.
Hay que escucharles y acompañarles en el fascinante mundo emocional, porque si no
lo hacen desde que son niños, les resultará más complicado cuando sean adultos.
Aquí os dejo tres recursos que nos facilita la propia editorial. Sólo tenéis que hacer
click en cada enlace o sobre cada fotografía para acceder a él.
Recurso 1: Bote de cristal con emociones. Los niños colocan lanas de 5 colores
diferentes en cada bote según la emoción que sea. Si no tenemos lanas podemos
hacerlo con bolitas de plastilina o bolitas de papel de seda de colores.
Recurso 2: Fotocopias emociones. Una vez leído el cuento y explicada cada emoción,
podemos fotocopiar estas plantillas para que los niños coloreen el monstruo del color
que creen que se siente. Si queremos ampliar los dibujos de este recurso, podemos
comprar el cuento coloreable de la misma editorial.
Recurso 3: Fotocopias neutras. Una vez leído el cuento y explicada cada emoción,
podemos fotocopiar estas plantillas más neutras donde lo que siente el monstruo no
es evidente. Con ellas el niño tiende a proyectar más la emoción propia que él está
sintiendo o que de algún modo le ha llamado más la atención.
Este último recurso me gusta especialmente, porque creo que da lugar tanto a la
creatividad de los niños como a la expresión de su propio mundo emocional. Me
encantaría dibujar cada monstruo después de cada emoción que vemos en el
Emocionario, pero ya os digo que con 42 emociones es complicado. Eso sí, no
descarto elegir algunas de ellas (a medida que avancemos en el proyecto) y plasmarlas
en nuestro monstruo. Me gustará ver qué expresión facial escogen, qué colores, qué
añaden alrededor del monstruo... Si el monstruo les gusta, igual se vuelve un recurso
más en el aula para trabajar la educación emocional. ¡Al final, ellos mandan según sus
gustos, preferencias y reacciones!
En ese momento, el adulto puede decirle que recuerde cuándo se siente así, como esa
purpurina que se agita con fuerza. Cuando la purpurina comienza a caer lentamente al
fondo, el nerviosismo pasa y el niño consigue relajarse.
1. Vierte agua templada o caliente en el bote de cristal. Si el niño es muy pequeño, es mejor
que utilices una botella de plástico. Será mucho más seguro.
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2. Ahora, echa dos cucharadas soperas de pegamento con purpurina y remueve bien.
3. Llega el turno de la purpurina. Escoge un color y echa tres cucharaditas de postre llenas
de purpurina. Remueve.
4. Añade una gota de colorante alimentario del color que más le guste a tu hijo y vuelve a
remover.
5. Sólo te queda cerrar el bote con la tapa. ¡Ya tienes tu botella de la calma! Si lo
prefieres, puedes seguir el vídeo en donde se explica paso a paso cómo crear tu botella
mágica.
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debes tener en cuenta, sobre todo a la hora de encontrar un tipo de detergente cuidadoso con la delicada
piel de los bebés.
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Mucho he visto sobre el Frasco de la Calma en las redes sociales, con todo tipo de promesas
sobre su efecto, por eso, me quiero detener un poco en él:
En general, los niños aún no tienen desarrollada su lenguaje al nivel que le permita expresar
sus emociones, entonces, las actúan. En ese contexto, el frasco de la calma es una analogía a
la calma de las emociones.
Pero hay otro truco. Si queremos que los niños controlen sus emociones, mucho más efectivo
que el frasco de la calma, es ver que los adultos controlamos nuestras emociones.
De esta forma, tener nuestro propio frasco (yo tengo uno) o pedir prestado el de nuestros
niños para calmarnos nosotros, puede ser una estrategia más potente. Los niños ven que ante
una emoción intensa, nosotros pausamos y buscamos ayuda para volver a centrarnos. Eso
enseña una forma de manejo emocional que le va a ser útil al niño (y a nosotros) por el resto
de su vida.
Si este tipo de cosas no te relajan, busca algún otro elemento que te permite anclar tu
atención al momento presente y calmar las emociones “calientes”. Luego, pueden abocarse a
resolver la situación o el problema. Nunca actuar cuando nuestras emociones (si, nuestras, las
de los adultos) nos desborden. Podemos decir o hacer cosas que quizás no diríamos ni
haríamos si estuviéramos en frío. No podemos exigirle lo mismo a los niños ya que ellos no
tienen su capacidad de auto control desarrollada aún. Pero sí podemos ayudarlos a
desarrollarlo y esta es una forma de hacerlo.
Lenka Kegevic
Psicóloga clínica y educacional UC. Magíster en Educación Superior y Profesional, Institute of
Education Inglaterra.
-CriandoPositivo-
FB: Criando Positivo
Foto: eresmama.com
IY MONTESSORI: ¿CÓMO HACER PLASTICINA ORGÁNICA?
Creado a las 03:14h en DESTACADOS, DIY, LO MÁS RECIENTE, NOTICIAS, tips revolucionarios por Revolución
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A los niños les encanta jugar con plasticina orgánica o masitas como ellos dicen. Por eso te
contamos cómo hacer plasticina en casa, porque si hay un pasatiempo favorito de los
pequeños es hacer figuritas con masa, es una actividad muy entretenida para niños entre 3 a
8 años.
2 tazas de harina
1 taza de sal fina
1 taza de maicena
Dos (2) cucharadas de aceite (girasol)
2 tazas de agua hirviendo
Dos (2) cucharadas de vinagre blanco con limón (para conservación de hasta 3
meses, sin bacterias)
Para colorear: utiliza alimentos naturales en polvo como azafrán, comino, curry, el jugo
de la remolacha, etc., o bien compra colorantes de repostería.
También, hay mamás que agregan cremor tartaro, que es una sal ácida (acidificante)
y conservante natural, muy utilizada en el área de alimentos (bebidas gaseosas,
salsas, sopas, cremas, confitería y dulces en general).
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PROCEDIMIENTO
Verter los ingredientes en un recipiente grande, agregar el color (debe estar líquido, por que
previamente debes mezclarlo con un poco de agua hirviendo), de a poco ir vertiendo el agua
hirviendo formando la masa.
Cuando los ingredientes estén húmedos y bien mezclados, comienza a amasar la mezcla con
las manos hasta que la textura sea firme y parezca plasticina.
Si ves que la masa está muy seca, agrega más agua, si la ves demasiado líquida, añade más
harina. Cuando tenga una consistencia blanda, deja enfriar y amasa. Y a disfrutar con tus
pequeños.