A. El llamamiento de Dios es el ancla del ministro.
Hebreos 6:19 describe la esperanza como "segura y firme ancla del alma Un *ancla es una pieza de metal muy pesada. Los marineros amarran un extremo de un lazo o de una cadena al barco y el otro extremo al ancla. Durante las tormentas, echan el ancla al mar y ésta se va al fondo. Cuando soplan los vientos fuertes, el ancla mantiene el barco en un solo lugar. El llamamiento de Dios es el ancla del ministro. Por ejemplo, cuando las dificultades tientan al ministro a renunciar la esperanza, vuelve a ese momento de su llamamiento para recibir fe y nueva fuerza. Cuando soplan los vientos de las dudas, el ministro recuerda que Dios es el que lo llamó. No importan las pruebas que llegan, él persevera. Cuando siente que tiene poco valor, recuerda que Dios lo escogió. Así el llamamiento de Dios sirve como ancla para mantener al pastor en el ministerio.
B. El llamamiento de Dios es como un espejo especial.
El llamamiento de Dios es como un ancla, pero también es como un espejo. ¿Cómo? Cuando el pastor mira el llamamiento de Dios, éste le Figura 1.2 El llamamiento de Dios es muestra la persona que Dios lo ha llamado a ser como un ancla en una tormenta. Mientras lee las Epístolas, fíjese cómo Pablo se define a sí mismo por el llamamiento de Dios. Él ancla su alma, su propia identidad en su llamamiento. En Romanos l: l se p 4 ¿Cómo es el refiere a sí mismo como "...siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para llamamiento como un espejo? el evangelio de Dios”. En l Corintios I: l él dice que es "...llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios”. El llamamiento es también la fuerza motivadora en su vida. Él declara: "prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil 3:14). El llamamiento de Pablo era como un espejo; cuando miraba en él, veía a un apóstol corriendo una carrera para ganar el premio.