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En tres de las cuatro muestras obtenidas (las que corresponden a las bajadas
0, 1 y 3) los resultados fueron alarmantes, ya que se obtuvieron “valores por
encima de los parámetros límite en algunos de los grupos de bacterias usados
como indicadores de contaminación bacteriana fecal”.
Los números más altos se dieron en la bajada 0, mientras que sólo en la
bajada 2 no se detectaron cifras “de preocupación”.
La presencia de bacterias fecales en la playa puede acarrear distintas
enfermedades, y, según expresó la bióloga Maite Narvarte “son indicadoras de
la existencia de muchas bacterias más”, por lo cual se multiplicarían las
dolencias a la que podría estar expuesto cualquiera que tome contacto con el
área contaminada.
Otro de los datos preocupantes es que las mayores filtraciones de aguas
residuales en el acantilado se dan “principalmente entre las bajadas 0 y 4, que
en un tramo cuentan con la formación de grutas que dan nombre al balneario”.
Un área delicada debido, justamente, a la oquedad de la roca, que queda
completamente sometida a la aceleración del proceso de erosión que produce
ese constante escurrimiento.
Por otra parte, a los valores de contaminación bacteriana se suman otros datos
que también generan alarma.
Los expertos incluyeron en el citado informe los indicadores obtenidos a través
de una tesis de 2012, que en muestras de agua de los acantilados halló
contaminantes de origen físicoquímico, tales como materia orgánica
particulada, nitritos, nitratos, fosfatos y silicatos. Todos ellos marcan que es
continuo el drenaje hacia la costa de residuos líquidos procedentes del riego y
de otros usos urbanos. Algo qué, como se precisó antes, contribuye a la
degradación de la barranca.
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