, y té de varias clases distintas si es que queda, y comida
‘griega y turca y china y japonesa en la heladera, toda mez-
da porque estuvimos encargando por teléfono durante
dias y dias y dias y las fuimos misturando hasta dejar sélo una
masa glutinosa, un gumbo irreconacible al paladar como no-
sotros mismos,
Asi somos, se dijo, y ademas se dijo: Ya estoy ligada a Agus-
tin para siempre
porque.
él no apunté al corazdn sino al cere-
bro yyo le conté Ja historia dela masa encefalica porque si, de
pura crueldad indefinida no més, y él me habia mentido al de-
cirme que su victima era un hombre y en alguna zona de no-
sotros dos esta agazapada la oscura venganza, pero ya no sa-
bremos dénde, ni por qué 0 contra quién.
Momento de abrir los ojos y encontrarlo a Agustin obser-
vandola desde toda su altura, un poco majestuoso si se desa-
tienden los detalles y se perdonan las arrugas en rostro y ropa
y la falta de corbata que en él es imperdonable, y si se lo
vuelve a reconocer como era antes.
-Te esta creciendo la barba.
—Si. Vamonos.
-Esperate, nos traen té. Me despido, no puedo irme asi.
~¢D6nde te creés que estas? Ahora me toca a mi, y te in-
sisto. Vamos a lavarnos los dientes, a darnos una ducha, a em-
pezar a ser de nuevo.
~Te doy las Ilaves, anda vos. Yo no vuelvo. Hay comida
toda mezclada en la heladera. No vuelvo.
-No vamos a tu casa, vamos a la mia. Busco mi ropa, mis
cosas, mi correspondencia. Le tocamos el timbre a la subin-
quilina y le decimos que acabo de llegar de viaje, que nos deje
pasar. Depués veremos. Pero vos aca no te quedas.
Voy al bafio.
-Es un sitio asqueroso. Si querés vamos rapido a tu casa,
hacés lo que tenés que hacer y después salimos y no volvemos
por un tiempo, si querés. Pero vamonos porque
Tae