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ZAZEN, O SI PREFIERES

SIÉNTATE Y ESCRIBE…
Por: Carlos Rolong De la Cruz*

H ACE UNOS DÍAS VI EN INSTAGRAM UNA PUBLICACIÓN DE UNA

IMAGEN QUE DECÍA: ¿Sabías que 50.000 células de tu cuerpo mueren y son
reemplazadas mientras tu lees este dato? Esto me movió a preguntarme ¿cada
momento que pasa somos los mismos? Estamos hechos de polvo y estrellas y
contenemos todos los elementos de la materia terrestre, fracciones de un
sistema solar, universos enteros que son templo de Dios, habitados por él, solo
hace falta encontrar la iluminación de ese camino que conduce al ser que nos
da la vida, al misterio que hizo vibrar la primera pieza del dominó en cadena
en el cual observamos impávidos que se mueve desde su centro en espiral
hacia el exterior. Somos un proceso continuo y extenso se vida y muerte, y no
tenemos control sobre nadie, ni siquiera sobre nuestro mismo cuerpo, el cual
muchas veces reclama nuestra indiferencia y deslealtad. Un maestro yogui me
enseño un día que cuando nacemos lo primero que hacemos es inhalar el aire
y cuando miramos lo ultimo que hacemos es exhalar, así que nuestro diario es
eso aspirar la vida y soltarla, sin temor y sin pensar que la próxima respiración
pueda ser la última.

Las sorpresas de la vida, las sorpresas que no puedes controlar. ¿Cuántas


veces puedes enviar una carta manuscrita o un mensaje de texto hacia un
destino incierto, mágico o irreal? El hecho no está en mandarla, el hecho está
en comprender que cada vez que lo hacemos, sino que no lo hacemos de la
misma forma rutinaria que nos han vendido, nos han hecho esclavos de la
rutina, nos han dicho que existe y por esa razón creemos que la rutina hace
parte de nuestras vidas, la rutina es irreal, la rutina no es precisa así lo parezca;
la cuestión no es en cuanto se parece una acción o cosa a otra, es en cuanto
se diferencia, y justamente en el caso de vida y rutina en las pequeñas
diferencias radica la disyuntiva: ¿vida rutinaria o rutinaria vida?. El orden de
estas palabras no se asocia a las matemáticas, el orden en este caso sí altera
el resultado. La vida rutinaria no existe, es un espejismo que creemos que
existe, pero si nos detenemos a pensar, no somos los mismos de hace 5
minutos, y al terminar de leer este texto, no seremos los mismos tampoco;
nuestro cuerpo se adecua a los patrones que vendemos con nuestra mente, la
mente es una excelente vendedora y una magnifica organizadora, también nos
puede esclavizar a la mal llamada rutina o nos puede hacer creer que el estrés
es totalmente malo, que tampoco es tan cierto. La rutinaria vida es un proceso
dinámico, donde la vida trasciende y se escribe en cada segundo, la vida no se
congela en el pasado ni se vuelve gaseosa en el futuro, simplemente vive en el
presente; la rutina de la vida es continuar. Si morimos, llegamos a la
culminación de nuestra vida, la muerte es solo una puerta al cambio, a la
transformación, al enigma de la misma vida, pues es necesaria para saber que
no somos cadáveres vivientes que arrastran su esqueleto por un mundo de
espectáculo. Si morimos la vida sigue, no se detiene, se abre camino.

En la escuela nos enseñaron las matemáticas, no enseñaron a medir la vida,


nos enseñaron a calcular y a resolver los problemas con las matemáticas, estas
son tan solo una interpretación abstracta de lo que se necesita para tener una
visión de la vida. La vida va mas allá, no se detiene en las matemáticas, a veces
parece no ser tan exacta, a veces parece imprecisa, pero nada en ella es
arbitrario, nada en ella se da sin que sea libreteado en su propio misterio,
quien, acompañado de la existencia y el destino, regulan y dan equilibrio en el
universo tomados de la mano de Dios.

Hace una semana a mi hijo se le manifestó una vez más un episodio de crup
faríngeo, este crup no le había repetido desde hacia 8 meses, pero llegó
nuevamente en el momento menos esperado. Su mamá me preguntó “¿Por
qué si los médicos dijeron que a los 5 años su cuerpo tendría las defensas
suficientes, ahora le repite eso? Ya tiene 5 años desde marzo” Ojalá todo en la
vida estuviera en la matemática médica, le dije. Creemos en que podemos
controlar todo, creemos que podemos medir todo, creemos poseer un reloj
inequívoco, lo más tenaz es que así pensemos que es una gran falacia, la
respuesta es sí, sí lo tenemos, lo que no tenemos es la consciencia para
escucharlo ni la sabiduría para descifrar sus anuncios. “Vivimos en una
sociedad primitiva, ni salvaje ni sabia” dijo Hannibal Lecter a Will Graham en
una carta, mientras este navegaba en su bote. Es cierto un animal salvaje
comprende más su biología y atiende mas a los anuncios de su cuerpo que el
ser humano, quien poco a poco pierde la consciencia y se ensimisma en el ego,
renunciando tajantemente a la sabiduría.

La explicación de las enfermedades en nuestro cuerpo no son el camino


para conocerlas, a veces nos preocupamos tanto por el final de las cosas que
olvidamos el principio. En el evangelio gnóstico de Tomás dice: «¿Es que habéis
descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde
está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en
el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte». El verdadero misterio
no está en las innumerables interpretaciones de como finiquitará esta tierra
desordenada con su humanidad enferma y su megalomanía, el misterio es el
inicio, del cual sabemos menos; es mas facial augurar y profetizar sobre el final,
si se entiende que es una humanidad decadente con sus sistemas políticos,
religiones decadentes, una tierra que llora y no es consolada ni escuchada,
unos animales que se extinguen y unas plantas que no se pueden mover y son
condenadas a morir. El origen del universo se encuentra en cada ser humano,
en cada animal, en cada planta, en cada mineral, en orden inverso hay menos
movimiento, mas simpleza, pero menos problemas y preguntas que apunten
a un ¿Por qué?

Una piedra no es consciente, no tiene vida celular, una planta vive pero no
tiene consciencia de que vive o muere solo existe, puede vivir cientos de años
como las majestuosas secuoyas rojas, engrosar como los imponentes baobabs
o ser tan pequeños como la dormilona común, pero tienen una vida que no
espera la muerte, solo viven con calidad, hasta que la muerte llegue y cambien
su estado energético; los animales son algo mas complejos, se mueven a su
manera y según sus géneros por tierra, agua o aire y todos siguen sus patrones
evolutivos y su adaptación al medio, a nuestras basuras, a nuestras selvas de
cemento, a nuestra mezquindad; pero aun ellos no son conscientes de la
muerte igual que nosotros, aunque saben el momento en el que su bioenergía
los está abandonado, no viven pensando cuando morirán no se preocupan por
morir sino por vivir; llegamos al ser humano, el mas complejo de todos, y quien
asume la piedra angular de los seres sobre la tierra.

«Quisiera compartir una revelación que he tenido durante el tiempo que he


estado aquí. Me llegó cuando traté de clasificar tu especie: Me di cuenta
que realmente ustedes no son mamíferos. Cada mamífero en este planeta
desarrolla instintivamente un equilibrio natural con el ambiente que lo rodea,
pero los seres humanos no. Los humanos se trasladan a un área, y se
multiplican, y multiplican, hasta consumir cada recurso natural. La única
forma de sobrevivir es instalarse en otra área. Existe otro organismo en este
planeta que sigue el mismo patrón: El VIRUS. Los seres humanos son una
enfermedad, un cáncer para este planeta, una plaga…» palabras del Agente
Smith de la película Matrix.

Es cierto a medida que nos hacemos mas complejos, menos consciencia


tenemos de nuestro cuerpo y el planeta, es así como, quien no conoce su
cuerpo y no se hace consciente de él, jamás podrá respetar a los otros seres
del mundo.

Hace dos días pasaba por la calle 30 de Barranquilla, junto al mercado el


Playón, yo iba en un caluroso bus público, me dirigía a La Antigua Aduana,
cuando de pronto el señor que iba al lado mío, me interrumpió la canción que
tenia en mente y me señaló a la calle; había una mal llamada “loca”, una
indigente que bailaba eufórica una champeta que alborotaba el sector, ella
mostraba una clara hernia en su abdomen que visualmente era impactante,
creerá que sufre por eso en su salud, pero ella bailaba, como extasiada, como
si en el mundo no hubiese nada más sino la música y su cuerpo, la mente se
había conectado a él, no le decía que la estaban viendo, no le condenaba por
estar feliz. El señor a mi lado me miró y solo dijo: “Pa’ jodé la loca esa” yo le
dije, cuantos quisiéramos ser ella, evidentemente es feliz con algo tan simple
como dejarse llevar por el ritmo de la música, bailar sin condicionamientos ni
esfuerzo alguno, si lo hace bien o mal no importa, es como una niña.

En la vida lo mas simple es lo mas hermoso, pero nuestro ego siempre


quiere más, quiere gloria, quiere reconocimiento, quiere protagonismo, quiere
que lo que hagamos sea complejo, descollante y majestuoso. La mente nos ha
jugado una mala pasada, un juego cruel y despiadado, nos ha hecho que
olvidemos que los milagros mas grandes del universo están en comunicarse
con el jardinero cuando entras al parqueadero y dices “buenos días amigo”,
cuando vas a la nevera y te sirves un chocolate caliente, cuando tienes la
oportunidad de secarte el sudor con un pañuelo, cuando puedes sacarle una
sonrisa a alguien con algún detalle. Nos acostumbramos a cobrar por todo, a
creer que somos alguien en la vida, a creer que debemos recibir, nos
acostumbramos a desear y desear es algo que alimenta lo exterior, lo
superficial. Creemos que dar es menos que recibir y olvidamos que no es
cierto.

“Soy vecino de este mundo por un rato


Y hoy coindice que también tú estás aquí
Coincidencias tan extrañas de la vida
Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”

-Alberto Escobar 1986.

Creemos que merecemos algo… ¿por arrastrar nuestro cadáver al que


llamamos cuerpo? “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” titula su filme
Almodóvar. No hemos hecho nada, no debimos hacer nada, pero recibimos
regalos de la vida, milagros del universo, milagros del amor. La biblia dice en
un pasaje: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas
buenas a los que le piden?” El amor es un milagro, la amistad es un milagro,
que podamos coincidir en un mundo con tantos tiempos, países y lugares, y
justo estar compartiendo espacios con alguien, respirar el mismo aire, tener
sombra bajo el mismo techo, iluminarnos con el mismo sol y dormir bajo las
mismas estrellas es un gran milagro de la vida, amemos cada segundo y
brindemos con alegría.

Amar es el camino, vibrar por el amor y conocer nuestro ser, tomar


consciencia diariamente de nuestros dedos de los pies, de las rodillas y muslos,
de los glúteos y genitales, de la parte inferior y superior de la espalda, del
abdomen, del pecho, de nuestro cuello y garganta, de los dientes y labios, de
la nariz y el aire que pasa por sus fosas, de los ojos y oídos, de nuestra cabeza,
de nuestros hombros y brazos, de nuestros dedos de las manos, de la armonía
entre los miembros y la geografía y cartografía de nuestro cuerpo con sus nadis
y meridianos. Caminamos como muertos vivientes, ni siquiera nos damos
cuenta que nuestras piernas están ahí, ellas te apoyan incondicionalmente con
la rapidez que les exiges por tus preocupaciones y aceleración; sabes que están
ahí, porque cuando llegas al lugar que pensaste, ellas te dicen: “estamos
cansadas, mira y siente nuestro palpitar” y tú les contestas “dejen de molestar,
ahora vamos de regreso” en el cristianismo se nos fuerza a sacrificar el cuerpo
para que el espíritu crezca, pero olvidamos que el cuerpo es necesario para
que las voces que Dios coloca en la tierra sean escuchadas, pues ¿Cómo
hablaríamos si estamos muertos?

No permitamos cárceles sin barrotes, esas son las mas peligrosas del
mundo, pronto te hacen cambiar y te restan el brillo hasta volverte opaco. Mi
médico homeópata me dijo hace unos días: “¿qué ocurre cuando te colocan
un yeso en el brazo?” yo le dije: “muchas cosas pasan, se adelgaza el brazo, la
piel cambia de color, se atrofian los músculos, la movilidad es torpe…” “Así es,
todo eso es cierto, así ocurre cuando encierran tu amor”

El amor es libertad, el amor que no es libertad no es amor, es prisión, es un


confinamiento a la oscuridad y en la oscuridad está el miedo, el verdadero
antónimo del amor. Rompamos los paradigmas y las cárceles en las que
voluntariamente hemos consensuado estar, la libertad es el mayor de todos
los derechos humanos, pues aun la vida como derecho primordial se convierte
en muerte cuando carece de libertad.

*Artista visual e investigador inquieto por la vida, a veces ordena líneas y


colores, a veces palabras.

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