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SIÉNTATE Y ESCRIBE…
Por: Carlos Rolong De la Cruz*
IMAGEN QUE DECÍA: ¿Sabías que 50.000 células de tu cuerpo mueren y son
reemplazadas mientras tu lees este dato? Esto me movió a preguntarme ¿cada
momento que pasa somos los mismos? Estamos hechos de polvo y estrellas y
contenemos todos los elementos de la materia terrestre, fracciones de un
sistema solar, universos enteros que son templo de Dios, habitados por él, solo
hace falta encontrar la iluminación de ese camino que conduce al ser que nos
da la vida, al misterio que hizo vibrar la primera pieza del dominó en cadena
en el cual observamos impávidos que se mueve desde su centro en espiral
hacia el exterior. Somos un proceso continuo y extenso se vida y muerte, y no
tenemos control sobre nadie, ni siquiera sobre nuestro mismo cuerpo, el cual
muchas veces reclama nuestra indiferencia y deslealtad. Un maestro yogui me
enseño un día que cuando nacemos lo primero que hacemos es inhalar el aire
y cuando miramos lo ultimo que hacemos es exhalar, así que nuestro diario es
eso aspirar la vida y soltarla, sin temor y sin pensar que la próxima respiración
pueda ser la última.
Hace una semana a mi hijo se le manifestó una vez más un episodio de crup
faríngeo, este crup no le había repetido desde hacia 8 meses, pero llegó
nuevamente en el momento menos esperado. Su mamá me preguntó “¿Por
qué si los médicos dijeron que a los 5 años su cuerpo tendría las defensas
suficientes, ahora le repite eso? Ya tiene 5 años desde marzo” Ojalá todo en la
vida estuviera en la matemática médica, le dije. Creemos en que podemos
controlar todo, creemos que podemos medir todo, creemos poseer un reloj
inequívoco, lo más tenaz es que así pensemos que es una gran falacia, la
respuesta es sí, sí lo tenemos, lo que no tenemos es la consciencia para
escucharlo ni la sabiduría para descifrar sus anuncios. “Vivimos en una
sociedad primitiva, ni salvaje ni sabia” dijo Hannibal Lecter a Will Graham en
una carta, mientras este navegaba en su bote. Es cierto un animal salvaje
comprende más su biología y atiende mas a los anuncios de su cuerpo que el
ser humano, quien poco a poco pierde la consciencia y se ensimisma en el ego,
renunciando tajantemente a la sabiduría.
Una piedra no es consciente, no tiene vida celular, una planta vive pero no
tiene consciencia de que vive o muere solo existe, puede vivir cientos de años
como las majestuosas secuoyas rojas, engrosar como los imponentes baobabs
o ser tan pequeños como la dormilona común, pero tienen una vida que no
espera la muerte, solo viven con calidad, hasta que la muerte llegue y cambien
su estado energético; los animales son algo mas complejos, se mueven a su
manera y según sus géneros por tierra, agua o aire y todos siguen sus patrones
evolutivos y su adaptación al medio, a nuestras basuras, a nuestras selvas de
cemento, a nuestra mezquindad; pero aun ellos no son conscientes de la
muerte igual que nosotros, aunque saben el momento en el que su bioenergía
los está abandonado, no viven pensando cuando morirán no se preocupan por
morir sino por vivir; llegamos al ser humano, el mas complejo de todos, y quien
asume la piedra angular de los seres sobre la tierra.
No permitamos cárceles sin barrotes, esas son las mas peligrosas del
mundo, pronto te hacen cambiar y te restan el brillo hasta volverte opaco. Mi
médico homeópata me dijo hace unos días: “¿qué ocurre cuando te colocan
un yeso en el brazo?” yo le dije: “muchas cosas pasan, se adelgaza el brazo, la
piel cambia de color, se atrofian los músculos, la movilidad es torpe…” “Así es,
todo eso es cierto, así ocurre cuando encierran tu amor”