Heidegger nos está hablando aquí de tres planos que van creciendo en nivel de
fundamentalidad y decreciendo en especificidad:
1) El plano óntico, que está dado por las disciplinas particulares: una pregunta de una disciplina particular como, por ejemplo, la Historia, sería “quién ganó la batalla de Waterloo”. Esa pregunta se refiere al plano óntico, ya que trata de determinar un hecho histórico. 2) El plano ontológico, que (siguiendo con el ejemplo de la Historia) estaría dado por la determinación de lo que es histórico. El historiador aparte de preguntarse por un evento óntico concreto, a saber, quién triunfó en la batalla de Waterloo, tiene que determinar por anticipado sobre qué hechos se va a preguntar. Es decir, a qué hechos le concede el status de histórico. El historiador se vuelve un teórico de la historia cuando determina por anticipado cuál es el objeto de la disciplina Historia (qué es lo que vuelve a un fenómeno un fenómeno histórico). Ahora, cuando el historiador se encarga de determinar esto, hay algo que no está haciendo: no está estudiando un hecho histórico, es decir, no está trabajando como historiador sino que está fundamentando conceptualmente de antemano su propio concepto del ser de aquello que es historia, está determinando qué es lo propiamente histórico, qué es la historia. Cuando trabaja en ese nivel, el historiador está trabajando como un ontólogo de la historia. Esto no necesariamente tiene que hacerlo un historiador, muchas veces es la Filosofía la que se encarga de determinar las ontologías regionales. Heidegger da el ejemplo de Kant. Kant, al escribir La crítica de la razón pura, determina el objeto de toda posible ciencia físico-natural, a saber, los objetos que se dan en el tiempo y el espacio como formas puras de la intuición, que son a su vez considerados de acuerdo a alguna de las doce categorías del entendimiento en que puede pensarlo el pensamiento puro. Cuando un objeto es abordado de esa manera, es posible un conocimiento científico de él. Ahora, lo que Kant está haciendo es una teoría de la constitución del objeto como fenómeno científico. Por otro lado, el objeto también puede presentarse de una manera no científica, no fenoménica (no como material empírico intuido en la forma del espacio y el tiempo y pensado de acuerdo a las categorías que rigen el sujeto trascendental), es decir, puede presentarse también como noúmeno, por ejemplo en los fenómenos morales. Pero estos fenómenos ya no son objetos de una ciencia específica. Es decir, Kant establece la ontología de los objetos propios de las ciencias específicas en La crítica de la razón pura que es fundamentalmente una teoría de la constitución ontológica de las ciencias naturales. A sí mismo, el historiador cuando determina por anticipado qué es lo que ha de entenderse como histórico no lo hace como historiador sino como ontólogo de la historia, no está mirando documentos históricos. Ése sería, entonces, el segundo nivel. El primer nivel depende del segundo. 3) Pero hay todavía un tercer nivel: el plano del ser. A este plano lo podríamos llamar “trascendental”. ¿Por qué es necesario introducir este plano? Heidegger nos da aquí una respuesta: “Toda ontología, por rico que sea y bien remachado que esté el sistema de categorías de que disponga, resulta en el fondo ciega y una desviación de su mira más peculiar ―es decir, resulta caprichosa ―si antes no ha aclarado suficientemente el sentido del ser”. ¿Por qué les parece a ustedes que este trabajo ontológico, que realiza tanto Kant como cualquier otro ontólogo fundamental (Hartmann, Aristóteles), requiere de la pregunta por el ser? Tal vez resulte más claro si pensamos de la siguiente manera: nosotros ya tenemos en claro lo que son los hechos históricos, determinamos que la historia es tal por ser un pasado significativo específicamente humano (porque el existente es histórico); ahora, necesitamos la pregunta por el ser porque, si no queremos que todo parta de un gran prejuicio, de una petición de principios o de un supuesto, tenemos que preguntar “cómo puede ser que el ser llegue a ser histórico”, “cómo es posible que el ser sea histórico”. Yo determino qué es el ser histórico [plano ontológico], pero no determino cómo es posible que el ser sea histórico [plano trascendental], aquél horizonte sobre el fondo de lo cual algo puede emerger como histórico (en este caso el existente humano con su pasado significativo para el presente). Lo que es importante entender es que toda Ontología (tomen la ontología de Aristóteles) supone algún modo del ser. Voy a dar el ejemplo que da Heidegger: Aristóteles puede explicar el conjunto de la realidad a partir de su concepción de sustancia. La ontología fundamental de Aristóteles es la ontología de la sustancia, porque la sustancia va a explicar ―tal como se ve en la Metafísica― la Física, la Retórica y la Ética aristotélica. Todo parte de su concepción fundamental de sustancia. Sin embargo, lo que no se pregunta Aristóteles es cómo es posible que el ser se manifieste como sustancia. Si no quiere estar desligada de su fundamento último, toda Ontología requiere aclarar su propia comprensión del ser. Si no la aclara, se vuelve básicamente un presupuesto (27:30). Entonces, Heidegger concluye el parágrafo diciendo: