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Los partidos políticos, son elementos del sistema político que intermedian entre la

sociedad y el régimen político (ALCANTARA, M.,1994). Como tales, es pertinente y


necesario que puedan desarrollar su actividad en virtud de este vínculo, a los efectos de dar
respuesta desde los poderes públicos a los problemas de la sociedad, mediante políticas
adecuadas y soluciones eficientes. Dicho esto, se debería entender que un gobierno de este
estilo imperantemente democrático, debería obrar en razón de los ciudadanos. El problema
surge cuando la incapacidad de los gobernantes por dar respuesta a esas problemáticas o
dudas de la ciudadanía genera situaciones graves de gobernabilidad, en tanto los partidos
políticos siguen realizando la función básica de reunir los votos, pero son incapaces de
responder a la confianza que depositan en ellos los ciudadanos. 1 Confianza que los
ciudadanos deben de poder depositar en sus sistemas democráticos y en sus principales
actores.
Dicho escepticismo o recelo popular en cuanto a los sistemas de partidos políticos se
encuentra estrechamente ligado a su creciente incapacidad de autofinanciación, lo que origina
una mayor dependencia de las subvenciones públicas y de los procedimientos de financiación
irregulares, e incluso ilegales, afirmaciones que se han convertido en inquietudes cada vez
más relevantes en tanto los escándalos políticos frecuentes en lo referente al tema de la
financiación de partidos y campañas, y la incredulidad y sospecha de los votantes, que
ciertamente no conviene a la actividad política. De este modo, se incorporan al lenguaje
habitual de los ciudadanos, conceptos tales como corrupción política, financiamiento ilegal o
de naturaleza antidemorática y fraudulenta, rendiciones de cuentas engañosas, etc., lo que
denota la imperiosa necesidad de conseguir sistemas de partidos sólidos, transparentes y
democráticos.2
Cuando frente a la interrogante de cómo son financiados los partidos políticos y sus
campañas se descubren donaciones de grandes sumas, ante los ojos de los ciudadanos se
entiende que las mismas no persiguen otra cosa que intereses particulares, y que esos
3
contribuyentes ejercen una presión injustificada en el proceso electoral. Cuando los
ciudadanos toman cuenta de la enorme cifra monetaria utilizada en las campañas, es natural
que comiencen a especular que la diferencia y la ventaja electoral no están en las
consideradas “mejores” o “peores” propuestas programáticas de los partidos, sino en su
posibilidad de acceder a los recursos que les permitan una campaña electoral más moderna,

1 CURSO DE PARTIDOS POLÍTICOS,- AKAL Universitaria.


2 DINERO Y POLÍTICA, El Financiamiento de los partidos en la democracia. 2002
3 ídem.
intensiva y mediática. Por tanto, cuanto más dinero en su haber tiene un partido, se asocia una
mayor probabilidad de éxito electoral, cobrando gran importancia los agentes de financiación,
sobre todo los privados. Y la mayor consecuencia, es que los ciudadanos comienzan a dudar
sobre si los gobernantes obran en función de ellos, es decir de quienes los eligieron, o en
función de quienes los financiaron.
En base a esto es preciso señalar que si bien el principio es que los gobernantes deben
obrar en razón de los electores, cuando los procesos irregulares y antidemocráticos de
financiación política muestran a los ciudadanos indicios de que esta relación está alterada en
función del beneficio de burocracias partidarias u oligarquías, se generan condiciones para un
quiebre en la democracia. Ganan entonces apoyo los discursos de populistas y demagogos,
pudiendo tener como consecuencia el acceso al gobierno de figuras con discurso antisistema
o incluso militares, al margen de los mecanismos del sistema democrático de representación.
Entonces, la relación entre dinero y política, en tanto poder y democracia, es de
importancia decisiva para la sostenibilidad de nuestra organización política. El dinero y su
poder pueden desvirtuar la volutad del pueblo, alterar la competencia electoral y las ofertas
programáticas, sobornar, e incluso peor, generar las condiciones para la pérdida de confianza
social en la democracia, instaurando la percepción de que quienes gobiernan accedieron al
poder del Estado por ventajas ilegítimas y para servir a los intereses de quienes los
financiaron. Tornando, todo esto, mucho más fragil la democracia y afectando al conjunto del
sistema político.
En esta relación entre dinero y política pueden distinguirse si se quiere dos grandes
planos, el primero refiriéndose al dinero y su influencia en los procesos electorales, y el
segundo en cuanto al dinero y su impacto en el ejercicio de gobierno. 4 Es en base al primer
aspecto que me planteo la realización de este trabajo.

2.
Unos de los mayores problemas es que quienes establecen las reglamentaciones son los
mismos a los que esta se aplica, generandose un conflicto de intereses.

4 https://www.oas.org/es/sap/docs/oea_poliit_dinero_poder_s.pdf pg. 18

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