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Enfoque Holístico de la Salud y de la enfermedad:

Extracto del Capítulo 2 libro por publicar: “Manual de Terapia de grupo”. Marina Varas

El Enfoque Holístico de la Salud y de la Enfermedad en Gestalt, desarrollado por la

Dra. Adriana Schnake, pretende no seguir dividiendo al ser humano, restaurándole

su dignidad como persona y es muy novedoso pues permite trabajar con los

órganos enfermos a modo de recuperar el mensaje de la enfermedad e integrar

aspectos rechazados de la personalidad que se han manifestado en dicho

mensaje. Este enfoque ha surgido a partir de los conceptos básicos de esta

orientación como son: lo organísmico y autoestructurantes como propiedades de la

materia viva.

“Los organismos vivos llevan en si una especie de “deseo” o tendencia innata a

estructurarse, a diferencia del ambiente y crecer. En una palabra un mandato a ser.

No así el mundo de lo inanimado, que sigue inexorablemente la tendencia a

mezclarse, hacerse indistinguible, a aplanarse.” (Schnake, en Esto es Gestalt,

Pág. 294).

Estos conceptos de lo organísmico y lo autoestructurante, no habían sido

desarrollados al nivel que han alcanzado en la actualidad, cuando Freud hizo el

genial aporte que iluminó la medicina: lo psíquico podía influir en lo somático y

más aún podía producir síntomas notables como eran las famosas parálisis

histéricas y múltiples síntomas de conversión.


Desde principios de siglo, después de la batalla dada por Freud en el seno mismo

de la medicina, se aceptó el hecho que los seres humanos podían “somatizar”, es

decir, enfermarse de un órgano como expresión de un conflicto. Las

enfermedades psicosomáticas son enfermedades reales, y esto ya fue definido por

los estudios de Alexander (1950), quien fue uno de los iniciadores del estudio de la

psicosomática, con su trabajo se distinguieron las otras somatizaciones en las

que no hay alteraciones orgánicas. Así, se consideraron enfermedades

psicosomáticas y se describieron bajo el término de “Chicago Seven”: el asma

bronquial, la úlcera gástrica, la artritis reumoide, la rectocolitis hemorrágica, las

neuro-dermatosis, la tiroxicosis y la hipertensión esencial. Las investigaciones de

Alexander fueron un gran aporte en su momento y llevaron sobre todo a

conceptualizar organizaciones específicas de la personalidad correspondientes a

una expresión psicosomática, es decir, a un tipo de personalidad es probable que

le correspondiera la expresión de un tipo de dolencia. Actualmente, estas

concepciones se ponen en duda ya que como vemos continúan dividiendo al ser

humano en cuerpo/mente, y son causalistas. Se ha reemplazado el causalismo

biológico por el psicológico.

Muchos son los autores posteriores que en sus enfoques verdaderamente holístas

han zanjado definitivamente la antigua división mente cuerpo, entre otros,

Maturana y Varela (1986) y han demostrado que la mente, cuerpo y emociones

forman un todo indisoluble, lo que desde el inicio fue unos de los aportes más

consistentes de la terapia gestalt es el pensar en ser humano como un todo.


En Gestalt se parte del supuesto que el organismo conoce sus posibilidades, sus

límites y que el ser humano sabe de sí mismo y de cómo funciona. Por otro lado

sabemos que el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, que aunque no

siempre corresponde a lo que somos, no nos impide actuar y relacionarnos. Y que

nuestro carácter y comportamiento no está determinado genéticamente. Lo hemos

ido desarrollando y adaptando de acuerdo al ambiente, a los primeros estímulos, a

la constitución y a diferentes factores que han influido en nuestro desarrollo.

Sabemos también que las emociones juegan un rol organizador del funcionamiento

humano, como así también pueden tener un rol di ruptor, como lo sugirieron Perls,

Hefferline y Goodman (2001).

Lo rechazado, lo que no queremos ser, las características que no aceptamos y que

muchas veces tenemos y no vemos, son lo que Perls llamó “hoyos en la

personalidad”.

La emoción subyacente y la dificultad de aceptación de algunas características de

la personalidad, plantea la hipótesis de que los aspectos negados pueden ser el

“campo fértil” para que una determinada enfermedad pudiera tener más

posibilidades de presentarse justamente en un órgano que en sus características

anatómicas o en su funcionamiento fisiológico, tenga precisamente esta cualidad

que la persona niega y rechaza en sí misma.


Con esto, estamos hablando de una posibilidad de favorecer la aparición de una

enfermedad en un órgano determinado. No estamos hablando de una “causa”. Es

un elemento más del proceso de salud y enfermedad, que en algunos casos y

momentos puede tener una mayor importancia en el proceso de la enfermedad.

Adriana Schnake, en su libro “Diálogos del Cuerpo”, postula que a través del

diálogo con los órganos de nuestro cuerpo podemos llegar a identificarnos con

estas características negadas, características que curiosamente aparecen, o más

bien, son parte del órgano enfermo.

Los grandes descubrimientos de estos últimos 30 años, en donde se ha

demostrado, por ejemplo, que nuestro cerebro es como una gran glándula capaz

de producir un número todavía no conocido de sustancias en relación a nuestro

pensamiento y nuestras emociones. Ornstein y Sobel en su libro El cerebro que

cura basado en recientes investigaciones de neurología y química cerebral ofrecen

un material preciso sobre el cerebro humano y como éste utiliza las emociones

para mejorar decididamente el estado general de la salud, revelándose en

aspectos antes desconocidos.

Y no sabemos qué puede ocurrir o como se puede alterar el funcionamiento de un

órgano que para funcionar tiene que tener alguna característica que no aceptamos.

Por ejemplo un colon que para funcionar bien, es necesario que acepte lo que le

llega. Aceptar una flora intestinal capaz de “descomponer” lo que llega. Si por
ejemplo tenemos una persona que se pelea con su propia aceptación, con su

capacidad de retener y absorber... probablemente se producirán problemas.

Por último, el mensaje posible de una enfermedad o dolencia tiene que ser

entendido y aceptado por la persona como parte de su autonomía y libertad. Como

un modo de no seguir enajenados y dependiendo de su entorno que no siempre

favorece nuestro crecimiento.

Para finalizar una cita de la autora:

“Con una visión holística, nuestra primera tarea es restituir la integridad de la

mirada hacia ese cuerpo, que es un cuerpo-para-otro, en el cual puede estar

ocurriendo algo que lo limita y que él permitió que se adueñara de todo el escenario

y actuara como protagonista. Le mostramos que él, el paciente, la persona, es el

verdadero protagonista y es preciso que aclare su relación con ese otro con el cual

está en un impasse.

Permitimos a la persona que establezca un encuentro y un diálogo con ese otro-

que-no-es-él, y ofrecemos ayudarla si cree conocerlo poco. Podemos hacer este

ofrecimiento con seguridad, porque, afortunadamente, la anatomía y fisiología de

los seres humanos son sensiblemente iguales. Lo que no podemos ni siquiera

sospechar es lo que puede decir la persona a ese 'otro". Qué le reprochará o qué le

agradecerá. Los órganos mismos tienen un discurso limitado por su estructura y su

función, que nos impide fantasear o interpretarlos antojadizamente. Aun con los
límites naturales, el discurso de nuestros órganos es extremamente complejo y no

necesariamente aceptado por las personas.

En estos diálogos nos damos cuenta de lo increíble que puede ser la escucha de

una persona para con el órgano o la parte que le duele, ya que la lleva a aceptar

aspectos que rechaza violentamente como partes de si.” (A. Schnake, enfermedad

síntoma y carácter, 2008 Pág. 23)

“La modalidad incorporada por nosotros al diálogo gestáltico nos facilita

enormemente esta tarea y nos permite con prontitud corregir los errores de

información de la persona, para que, por lo menos, no siga distorsionando la

relación y atribuyéndole cualidades o defectos inexistentes al órgano que ha dado

síntomas.” (A. Schnake, enfermedad síntoma y carácter, 2008 Pág. 27).

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