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El rrrcto MARTPoSA
Erusnvos soBRE ARrE eN CotoMeln 1985-2000
O Crrollnr Foncc de [¡ón
O Alc¡rldfn May«rr clc Bogotrl
@ lnstituto Dlstrital de Cultura y Tirrismo,
Oerencla de Artes Plásticas
Fo¡ocm¡fl DE cuBtERTA
PReseNrRcróN 11
Felipe Castañeda
Coonotruncló¡l EDtroRtAL
Bárbara Gómez
Óscar Monsalve
Vfctor Laignelet
lupn¡srór'r V
Panamericana Formas e Impresos S.A. N,u,o, TIRANÍAS: EL..PC,,, EL MULTICULTURALISMO Y LA TR]BALIZACIÓN 63t
Primera edición mayo de 2004
V LarNonvÉRrce or.sooeLeoR 6?l
Scgunda edición noviembre de 2005 V EN ms GRIETAS DEL ARTE LATINOAMERICANO DEL NORTE Y DEL SUR 75
ISBN 958.823}.XX.X
lJntupublicación puede ser reproducida, alma- Auículos DE pRENSA soBRE poLírcAS cULTUMLES
ccnacla, en sistema recuperable o trasmiti-
tlu cn medio magnético electrónico, me.
clnlco, í«rtocopia, grabación u otros sin el Los cR¡noon¡.s DE LA MEMoRTA eli
prcvl«r pcrmiso de los editores. El anrs DE sER PúBLrco s5l
( iA'tt I t\ ttt t.tt,ttttt, 99 Mnlrfn',l'litu,sn IllN|nt'tú: sli llA(:li (:AMIN() Al. 20?
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l,l¡rtt l tis rr( )I(RAS( ;( )s( )s 103 EspAt;rtls rN |rl{vtiNttx)s: Al(tt: Y AI{QIJIl l(:'ll,l{A IiN l.A ()llRA l)l:
l,os osos, t-()s utjs()s y LA lllclcl-titA 105 Jixr;r Manto Góurz, PRrRtclR Góruruz v FRsttl ANloNIcl R¡t'¡Ínuz ?.1 t
ARTISTAS COLOMBIANOS
244
Jaime Cerón
Este libro reúne una antología de textos publicados entre 1985 y el irhtr
2000. En ellos están consignadas Lanto mi alianzacon el arte colombiallrr
como mis frustraciones con los "mundos del arte", tanto el de Cokrnrbirr
como el mal llamado mundo del arte "globalizado", donde elarte de Arrró.
rica Latina se enfrenla a toda suerte de obstáculos de representaci(ln.
Como en todo aproceso intelectual, un lapso de 15 años trae ctl¡sigrl
transformaci.ones y contradicciones inevitables. Al revisar estos tcxl()§
he tenido que reconciliarme con los vericuetos de mi propia evoluciírtl,
Hoy en día me sonrojo con los impulsos idealistas, apasionados y un tilll,
to ingenuos latentes en muchos de mis propósitos; o me lamento por lirs
torpezas de notas publicadas como una reacción espontánea, apuratla y
sin distancia. Lo más difícil de esta revisión ha sido enfrentar las dtrclirs
sobre la vigencia de estos textos cuando pasado y plesente parecen irrc'
conciliables. Esto último me parece aún más cierto en Colombia, clott'
de el presente y el futuro se reinventan a diario. Aunque muchas vcccs
combatí la tentación de abandonar este proyecto, seguí adelante c«ttt l¡t
esperanza de que estos textos eventualmente pudieran llenar ul'x) cltl('
otro vacío de la memoria.
Aproveché esta ocasión también paÍa gozaÍ una venganza dulcc cott
las tijeras inclementes de los editores de periódicos. Así, para restil(lrill'
algunos pasajes perdidos o para completar ideas que quedaron trtlllc¡ls,
asumí el desafío de reincorporarme al pasado y "corregir y autttct'ttill'"
muchos de los artículos aquí compilados. Las notas de prensa
surgieron como respuesta inmediata a hechos específicos
esencialmente su versión y tono originales. A pesar de mis cdiciottcs y
¡t(llr ttltt(.\, lr(' irrlt.trl¡rrlt) l)r(,s(,t,\,lu.t.l itrt¡rttls,,
l.rt.lrr¡t,t.o (1il(.nt(.It()lt\,() ll t t.tl.r. ( i¡lrt i:rs rr t.llos rrri visitirr tlt.l lu'tr', rlt'( irlorrrlrirr y tlt'l.lrtitttrlttttúrit'lr, y
r",t t tl rlt llrs,
rui lol t'onro crít iclr y r'trrlr,l,rrir, sc Iurrr ctrt'ir¡rtee itkr sigrrilicirtivlrltlclll('.
r\l lr;rt t'r t'slt' lt'scltlt'rrr(luc()l(igico tlnlbií.n rnc ¡rrcgrrrrlti
si t's ¡r¡silrlt, Allorlr r¡trc rcsicftl cn los E,stircLrs Unickrs, cste desctl sc rcltt¡cv¿l c()l)s-
,1.'r',,1r'.'¡k's;r krs l¡rtistls y rrl púrblico ulla perspcctiva íntegrir
clcl ¡rr.ccs. tllt)tcn)ct)fc cou las batallas y complicidades que hc podicltl corrt¡r:trl it'
r r¡lr,rlrl t.lrr,bi.,. c.nla i.r¡larcialidad de mi experiencia como tes-
ton lrtistus, intelectuales y amigos, como Fátima Bercht, Ritrit (lltrvl'
rrg() y l)i,tícipc. sicrrrprc me ha guiado un intento sincero
de analizar y jrrl, Jaimc Cortés, Deborah Cullen, Sergio de la Torre, Beth Haas, J«thtt
t.rrililrir'lrI nri visiírn sobre las relaciones cambiantes entre los artistas,
Lcaños, Lydia Matthews, Julio Morales, Elaine Katzenberger, Chip Lortl,
t'l rrrrt' y llr socicclacl colombiana. pero es mi visión: una visión marcada
I'r'lba Pilat Andrea Seuss, Ignacio Valero, Gustavo Vásquez y Jr.ran Yba-
P.r' nri scnsibilidad, mis cuestionamientos, mi formación, mi experiencia
rrir, entre muchos otros. Ellos, y los demás miembros de mi familia ctr cl
y t'xigcrrciirs particulares. En estos años escogí unas batallas y
deseché tlcstierro, me han ayudado a ubicar las fronteras de mi "patria" ctlncc¡'r'
( )r ,)c i.tcresé por unas formas de arte más que por otras.
'.s; t rrirl y afectiva en Estados Unidos.
liscrihí ¡rri'cipalmente sobre la obra de los artistas de mi generación,
Agradezco a mi hijo Sebastián, a mi madre Clara Nieto y a mis hcr"
:ilr'l(luc infortunadamente no todos los artistas que lo merecen están
rnrrnos lgnacio, Juana y María Clara (q.e.p.d.) por recordarme sicnr¡rrc
r)rcsc.tcs en estas páginas. Esta publicación no intenta ser una compi-
r¡ué es 1o importante de la vida. Y muy especialmente le expreso todrl llli
l.ciír. exhaustiva sobre el arte de los últimos 15 años en colombia. Es
gratitud a mi esposo, Guillermo Gómez-Peña. Es, en gran parte, grilciirs
sirrrplemente una antología de artículos escritos cuando la oportunidad
il su amOrOSa insistencia y a sus generosas revisiones y sugerencias ¡rilrlt
kr ¡rcrmitió. Por consiguiente, estos textos reflejan sólo una fracción
de mejorar estos textos que finalmente he logrado culminar este proyccl().
l, vida cultural colombiana; reflejan también sólo fragmenros de mi
vi- Es también gracias a é1 y a la locura feliz de nuestra vida int-
siírn personal' Quedo en deuda con los muchos artistas que no
fueron
-poétictr,
predecible, emocionante e intrincada- que he podido aventarnlc sill
i.cluidos en este volumen y pido perdón a algunos artistas mencionados
tcmor a mi nuevo rol de activista cultural en una sociedad ajena.
por la "antigüedad" de ciertos textos, pues estoy consciente de que
su De esta secuencia continua de encuentros e influencias mutuas stlr'
obra, como yo, ha evolucionado en nuevas direcciones.
ge el título de este libro, El efecto maripo.sd, una extensión meta{órica tlc
Son muchos los diálogos que enrablé en colombia enrre rgBO y 1994
la máxima zen según la cual los sucesos del microcosmos ejemplo,
con amigos, artistas y colegas, quienes me retaron, c.n afecto y tenaci- -por
el solo aleteo de unas alas de mariposa- generan repercusiones infini-
clad, a encarar el vértigo de trabajar por el arte en mecli. del
desequili- tas, en el tiempo y en el espacio, sobre el orden universal. Así, est()s cs-
brio de la sociedad colombiana y de sus instituciones culrurales. Estaré
critos surgen de las colaboraciones y conversaciones sin fin con amigos
por siempre agradecida con mi "maestra" Beatriz Gc'nzález y con
José y artistas, de la vida cultural colombiana, de la violencia en mi país, tlcl
Hernández, editor en ese entonces de las páginas culturales clel periódi-
choque cultural entre mundos del arte, de mi desplazamiento succsivtr
co ElTiempo, por empujarme a mantener un arto niver de exigencia.
por fronteras nacionales y conceptuales. Estos intercambios entre tlll()s
Muchas personas me ayudaron a confrontar y a aclarar dudas y propó-
y otros se insertan modesta y momentáneamente en un sistema cultttrlrl
sitos con sus consejos, talento, persistencia y, a veces, con sus
opiniones y personal que se encuentra en permanente estado de transmutacií¡tl,
contrarias: Heidi y Rolf Abderhalden, María Fernanda cardoso,
Jaime Las páginas de este libro son un testimonio de esas interaccioncs illli-
cerón, Bernardo Gutiérrez, María Gresa Hincapié,
Jaime Iregui, Víctor nitas. Con la esperanza de que su aleteo produzca nuevas repercusitlllcs,
Laignelet, Luis Luna, Germán Martínez, el crítico cubano Gerardo
Mos- me atrevo a sacudirlas otra vez.
quera, José Alejandro Restrepo, Ignacio Roca, Luis Fernando Rol-
José
dán, Manuel Romero, Miguel Ángel Rojas, Ana María Rueda y
Doris sar- San Francisco, may() tlc 200()
FRncn¡rruros DE uN RETRATo HABLADo
- E"-y" p"r, .".*"". ,ó* oltt cursÁuría: ialiang o canPrunuo?, Galeía de Arte Ntrcil'
"-.ia
nal, Caracas, octubre
"1
de i994'
lis lit't'rrt'ttlt'('tl(()nlt¡rr t'rr llrs t'ltllt's col,,t¡rlrirulrs il (()¡r(llr( l()r'('s (ilr(' lx)r'ur¡ l:r.lt,, tllrtlt'trrr ¡rcllil ¡niir, c()rrt('lnpr¡t'lirtt'o lt lit ¡rr,,glrttturr.itilt y lr
lrilnriililn cr) c()r)tnrvíir, lrcro c,rn cl vcllículo irviurz¿u)rlrl ctr rcvcrslr. [)t' lrr ¡,r'cscnllrcirirr rlc nrirtcriirlcs irnprcstls y nx)ntirjcs tlc cx¡rosicioncs rk'llr
cstil n)ancrlr c()nlctcll s(rlo una "media infracci«'1n". Értr., una prírclica llihliotcca; I)()r ()tro, contr¿lrrcstar la carga de oficialidad y couvcnci,»ut-
irnírrquica común y está "legitimada" por su extensivo uso. El curador en lisnro qtrc ha caracterizado tradicionalmente a esta instituci(rn. Ha sitlo
llegar a su destino, un curador debe andar "en contravía". Debe tomar Los mecanismos empleados para lograrlo han sido varios:
l,,rrrl,irr. A tnrvós de estos años, dos de mis objetivos centrales han sido, generalmente que se les dé reconocimiento a los artistas.
I Ilry tltrc elrlrcttlltrst'¡t llrs firtrt¡rsflrs rrrlfsticrrs rlu(.g()z:ul t'tltr l¡r irlt.lr t.¡lt.r'tivlr r[.t.slrr , rrllrurr ,lt.violt'trt ilr (ltlc ('s ( lolotttlri:t,
tlt't'sttt srx'it'tlirtl
rlcl ¿rrtistit rlc bt¡ltirrrlillit: rccltrickr cu su mtrnc{() apa[tc, inrucrso cr) sus tirrr crlntrirtlic:tol'iir clrrc clll'ccc aún tlc ittu'tgctrt's t'l¿rlxrrlrtltrs lllrir itlctttifi-
nritoklgíirs pcrsonales y, por 1o tanto, desplazado de cualquier vínculcr cal' sus llr()ccs()s, cxpcricuciir y mctntlriit'
con la realidad sociopolítica. Ir en contravía, por 1o tanto, implica des- Cgmr¡ curadora, trazo los derroteros de mi trabajo a partir tlc ttlt
montar estas concepciones pintorescas que imaginan al artista como un diagnóstico de cómo funciona el engranaje del arte en colombiir. A ¡rirr-
ser inofensivo, socialmenle inepto, despolitizado y excéntricamente ge- tir de ahí, intento trabajar en proyectos que contribuyan a multi¡rlicirr
nial. y transformar los sistemas de valoración con respecto al arte. Antcs tlc
Pero hay más. Los mitos son también las ideas distorsionadas que creer que el trabajo de curaduría comienza a partir del momento ell (ltlc
promueve la prensa acerca del arte. Un ejemplo es la algarabía de la
se decide por algún proyecto, resulta necesario pensar en los parámctrps
prensa con motivo de la instalación de las esculturas de Botero en los
y condiciones contextuales previos. Por eso es necesario clarificar a fir-
Campos Elíseos: los méritos de Botero se interpretan "nacionalistamen-
vor de qué se hace un proyecto curatorial; desde dónde se plantean stlri
te" e, infortunadamente, relegan los méritos artísticos de los demás a la
objetivos; qué representa su planteamiento dentro de las estructuras tlt'
indiferencia. Se distorsionan los parámetros de evaluación. Otro caso de
los museos; cuál es su pertinencia en un momento específico; desde c¡rró
nacionalismo exacerbado ocurre cuando la prensa exalta la participa-
concepción del arte se define; a quién se dirige y para qué. Es un dilg'
ción de un artista en una subasta como la de Christie's en Nueva York.
nóstico ético que implica estrechar los vínculos entre arte y sociedacl y
Lamentablemente las subastas de arte tienen el aura de los precios de
entre identidad indivldual e identidad comunitaria.
venta alcanzados por los Irls de Van Gogh, la ironía histórica que rinde
Para cumplir esto es necesario que el curador contribuya a poner ctl
tributo a su pobreza y oreja mutilada. El arte se exalta con la especula-
evidencia la diversidad de relaciones posibles que el arte puede establc-
ción romantizada del mercado. Nadie toma en cuenta que la mayoría
cer tanto con el entorno local como con los grandes contextos: el lati-
de las obras que se subastan son obras comerciales mediocres, ni que se
noamericano y el internacional. Es importante tomar conciencia sobrt'
trata de ventas manipuladas por la avidez y la astucia del mercado del
esta pluralidad de coordenadas para así activar una visión crítica sol¡rc
arte.
su posición en la compleja geometría de poder eurocéntrico que rigc ill
Está, además, el mito del arte "universal", que se traduce en la tergi-
versación que cometen los artistas mismos cuando buscan "actualizar- mundo del arte internacional. Esta toma de conciencia es un acto tlc
se" siguiendo los dictados de los movimientos internacionales. En gene- complicidad tanto con la función transformadora del arte como ctltl los
ral, es Lln reto para los artistas latinoamericanos encontrar una forma artistas mismos. Esta alianza puede ser una fuerza que ayude a rec()ns-
de hacer arte con una perspectiva verdaderamente "contemporánea" y ¿¡ui¡ medio de la barbarie que vive Colombi¿- sn territorio t¡rrt'
-s¡
c{esde sus propios términos; es decir, hacer arte de una manera crítica y ofrece alternativas a la cultura de [a violencia.
no servil respecto a los modelos de los centros. Su desafío es participar
rlcntro de un foro internacional y estar, alavez, arraigado en la comple.
jidad de su propia experiencia cultural. El curador, en un acto de extre-
nlo heroísmo, tiene la tarea de clarificar o disolver todas estas mitolo.
gías culturales.
Pcrsonalmente me he interesado por apoyar a los artistas que están
corrtribuyendo a desplazar los paradigmas y cánones que la tradición co-
krr¡rl¡iirna y el mercado local han señalado y fr¡ado conlo " buen arte".
Mc irrtcres¿rn los artistas que ayudan a codificar y analizar la experiencia
ArRev¡seruDo Los ocHENTA:
FICCIONES PRIVADAS COMO UNIVERSO
¡'r,r rcc.rtlilicirr .-r'lcrrtr,,.'lc rrnir nlrrrrcií)lr pcrsorrirl- sigrros y sítrrllolos AIrrllt,s ('r)tl'cnlcz( lilrr inrlifcrt:ntculcntc inrligcncs arrtrlhiogniliclrs y ¡rri.
rrrcaicos, gencr¿rlmcntc clc inspiraciírn precolombina (Martha Cornl¡ari- hlicirs y rcfcrcncias a l¿r lristori¿r clel arte y ir la vivencia coticliana. l-lly t,rr
za, Raúl Cristancho, Luis Luna y María Teresa Vieco, principalmente). cllrls un cleliberado "mestizaje" de signos, tiempos y espacios cn kls i¡rrr.
Otra tendencia hace alusión a temas de orden psicosocial, como la cstíl usente cualquier estructura j erárquica.
¿r
ría de las veces, producto de vocabularios personales. En [a obra de Ana más claramente, con relación a qué definen sus representaciones?
María Rueda la naturaleza es un sinónimo de crecimiento espiritual; en La crisis de las ideas filosóficas y políticas que pretendieron ofrr.-
la obra de Víctor Laignelet las referencias incluyen desde la alquimia cer alternativas al capitalismo propició una época de desencanto. E,n el
hasta la simbología judeocristiana. A través de una imaginería inspirada contexto colombiano, esto se acompaña del desasosiego que proclucc t'l
en el torero y su indumentaria, Laignelet explora los mitos masculino- ejercicio de la política en el país: la "apertura democrática" hacia nucvirs
femenino, de la vida, la evolución, la muerte y el conocimiento. fuerzas, tales como la guerrilla desmovilizada y las comunidades inclíge -
Esta búsqueda de un orden religioso subjetivo puede explicar tam- nas, se ve empañada por las alianzas extraideológicas que los grupos rrri
bién, de alguna manera, el auge de la pintura abstracta en la reciente noritarios forman para vencer a la hegemonía de los partidos tradici,rnlr.
generación (Danilo Dueñas, Carlos Salas, Jaime lregui, Jaime Franco, les. Sin duda, la homogeneización de las ideas políticas causada por krs
entre otros). "Cuanto más terrible es el mundo, más abstracto es el arte" 16 años de bipartidismo liberal-conservador del Frente Nacional
-1le-
(Paul Klee). Sin embargo, el "orden" constructivo no significa necesa- ríodo dentro del cual se formó esta generación- también contribr.ryír rrl
riamente espiritualidad. Artistas como Jaime Iregui y Carlos Salas, por desasosiego y a la despolitización general de las propuestas del artc.
ejemplo, se interesan más por especular sobre las estructuras abstractas A pesar de ser un concepto totalmente revaluado por la contcrr¡-
del pensamiento y de la "construcción" conceptual de la pintura. poraneidad, la mayoría de pinturas realizadas en los ochenta tiencn,
Otra tendencia prevalente es la inclinación por crear ficciones que más bien, aspiraciones "universalistas": la tradición simbólica del irrtt.
proyectan la subjetividad personal como imaginario colectivo. La com- religioso judeocristiano (Víctor Laignelet), las estructuras espiritrrirlt.s
plejidad visual de estas imágenes es extensiva a la preocupación por (mandalas) de las religiones orientales (Gustavo Bejarano), las mitolo.
una realidad fragmentada. Esto es patente en las utopías privadas de gías europeas (Gabriel Silva), para nombrar sólo algunos ejemplos. Al
Gustavo Zalamea, quien coloca las referencias de su entorno (la Cate- gunos pintores de esta generación, por el contrario, incorporan una it'o
clral Mayor de Bogotá, el Capitolio, etc.) en espacios con inspiración li- nografía que evoca a la Colombia actual. Por ejemplo: el ambiv¿rlcrrtr.,
tcraria. catolicismo del Caribe en las obras de Bibiana Yélez;la reinvencir'rn sirrr.
Estn suerte de collage que conjuga un repertorio visual de 1o íntimo, bólica de la Plaza Bolívar de Gustavo Zalamea;la revitalizaciírn tlt'rrri
Io rrfcctivo, 1o erótico, lo cotidiano o 1o autobiográ{íco, es igualmente co- tologías indígenas alaluz de la historia contemporánea en las ohr¡rs rlt,
l.ttis I.rrtr¡r rl l{¡rtil ( )'is(¡ln('l¡(); r'l ¡rrt'scrrtt'¡lpo('lrlÍl)tic() tlt. lirs grrt,rrlrs no
Blo-, corvlo EN "BtoGRAFfA",
..k'tliurr.,lrs cn Ijl rlc.rrrlmrocrr l¿¿.s 1r)c(rs (l9tt9) rlc l)icgo Mlrztrclir, y lir vi. "BroLoGíA", "BroGÉNESrs"*
sirin tlcsgirrnrrkrra rlc lir Cokrnrbia urlrirn¿r clc Olruphrcru (1989) dc Carlos
litltutrckl Scrrano.
Es cvirlente que la plástica nacional se articula en forma directa,
xunque irnacrónica, con los movimientos internacionales. Más que co-
ir-rcidencia con los modelos norteamericanos y europeos ha habido, en
sr.r mayoría, hábiles traducciones. Predomina el deseo de pertenecer a
tun "¿rrte internacional" moldeado por los cánones del mercado y revis-
tas de arte. Se aspira a ser partícipe del proceso del arte contemporáneo
concepto sin grietas culturales- y a ubicar lo artístico dentro del
-un
terreno neutro de su discurso formalista. bio- del gíegobio- raízJ canb. debios "uida, curso dc uírLi'
(di:tinn de zam " vila animal, vida organica") .
viar los límites locales y salir de Macondo. catacterizó este tema en las décadas de los años cincuenta y sesenta: cl
La adhesión a movimientos internacionales que se percibe también mal no se presenta como verdugo, ni el bien como redentor o víctimlr.
a nivel continental, se basa en un equívoco: se busca "participar" en los Al contrario, no hay acusaciones o juicios expuestos. Las obras no hir-
procesos culturales contemporáneos sin una reflexión crítica acerca de cen una referencia explícita a hechos específicos. Estos artistas parc-
c(rmo opera, de hecho, el sistema artístico internacional. En su nombre cen colocarse en el límite donde se funden estructuralmente la histtlri¡r
y en el de la historia del arte se evita reconocer el intrincado sistema de personal y la social; ahí donde la historia se puede articular como c()l.ls-
rclaciones de poder que componen el mapa cultural contemporáneo. trucción subjetiva. Se sitúan, por 1o tanto, en una instancia más cercril-
Rrrque la ironía es que el arte latinoamericano escasamente tiene un re- na arquetípica- para elaborar narrativas fragmentadas que ir.r-
-acaso
conocimiento legitimado dentro del contexto internacional. dividualizan el discurso de la violencia en nociones esenciales comr¡ r'l
No se trata de negar los recursos artísticos que surgen en el ámbito duelo, el cuerpo lacerado, la memoria, la espiritualidad o la autoridirrl.
intcrnacional en aras de "crear" un arte que conserve o simule un sabor Las obras expuestas en "Bio-, como en 'biografía', 'biología', 'biog('-
tlc atrtenticidad. nesis"' comparten dos aspectos. Por un lado se refieren directa o intli-
I-ir cuestión es hacer el arte contemporáneo también desde nuestros valores, * La erposición "Bio-, como en 'biogtafia', 'biología', 'biogénesis"' se realizó en el Colombian ( )ortct y
scnsi[¡iliilades e intereses. La deseurocentralización en el arte no consiste en en el Museo del Barrio de Nueva York en 1996. Esta pequeña muestra reunió obras de Alejttrtlrr, ( i,r'
taño, Ana Claudia Múnera y Pablo Van \Wong. E[egí estos artistas para explorar, a través dc sus t,l,r rrr,
volvcr a Ia pureza, sino en asumir la 'impureza' postcolonial para liberarnos
la tenue distinción entre las narrativas de su experiencia individual y una experiencia marcirclir ¡r » [,'
,licicnrkr nucstra palabra propia desde e11a.1 | múltiples eventos que signan y vuelven particular la l'rda cotidiana en Colc¡mbia. La expcricnei;r ¡l't
sonal e histórica manifiesta en estas obras está marcada por múltiples sucesos determinantcs, st'irrr clI,'
I ( i, rtr,l, r Mr tsr¡ttcrt, "lll sínclrorne tlc Marco Polo", en Algunos probbmas mtomo de dlteJ ewocentrisnlr'. el impacto del narcotráfico en las instituciones colombianas, las acciones guerrilleras o parirnrililirre.,',
l't¡rtrt li¡r, rt't¡l¡ir l¡¡torrr.ir»rl sobrc Téorí¿ delas Anes Vsuales, Fundación Instituto para Estudios Supe- en términos más privados, el temor que [a violencia diana ha generado en la psiquis y cn cl st'ntrrnr,'rrt, ,
Iil crrt:r¡ro c()mo un sistcm¿r donde krs flujos de su dese<¡ y sentimiento llitorio dc su biografia.
vit¿ll nutrcn cl funcionamiento "biológico". Pero, por otro [ado, un se- Lir rclación entre cuerpo y proporción expuesta en esta instalatciírll
gtrnckr ¿rspccto compartido es la materialización que estas obras hacen lrace rrnir obvia referencia al Hombre +titruuimto de Leonardo da Vinci.
rlc 1',crformances íntimas donde se funden de nuevo la interioridad con Dentro de la tradición renacentista, el cuerpo sirve de canon para meclir
cl cxtcrior. El nexo entre ser y experiencia se hace evidente mediante la escala o para fijar convenciones de simetría, de equilibrio o de discgr-
cicrta ritualización del proceso artístico: por ejemplo, la demosrración dancia. En la obra de Castaño, el instrumental de medición crea tattt-
cn "c¿rrne propia" de la ley de la gravedad, en el caso de la instalación de bién un desplazamiento de códigos por la correspondencia virtual cntrc
Alcjandro Castaño, o la ceremonialidad de la artesanía en las esculturas la escala del cuerpo y una escala de valores. Sin embargo, la referenciit
tlc P¿rblo Van §7ong, o la ritualización de los gestos familiares en la obra explícita al artista mismo en'Todo tiende al centro de la Tierra oblitera la
tlc Ana Claudia Múnera. Los tres artistas de esta exposición abordan la esencia antropocéntrica y universal desplazando el centro fuera de sí. El
"centro" eS la zona donde se trascienden las condiciones circunstancia'
rcalidad exterior, que en este caso se llama Colombia, desde diferentes
serrsibilidades: pragmática y sin adjetivos en el caso de Castaño, solem- les personales, pero también donde se borran las huellas que los podercs
r-rc y espiritual en el caso de Van §V'ong, emotiva y meta6rica en las sen- autoritarios dejan sobre el cuerpo éste sujeto u objeto- para vol'
-sea
tid¿rs obras de Ana Claudia Múnera. Esta exposición es un registro de verlo subordinado, político, histórico y cultural'
cstos relatos individuales. La trilogía de estas imágenes evoca igualmente la iconografia cristi¿r-
na tradicional: ia trinidad, la crucifixión, e[ maftirio de san Sebastián o
*** el sacrificio. Otra referencia visual pueden ser los registros fotogfáficos
de Vsíring hours (1994) de Bob Flanagan en el New Museum of Con'
bbgafra tf. Gr bio-s uida Í grafra escriwral 1. I¡ historit de temporary Art. El cuerpo, coartado por sus condiciones sicológicas, s<l-
kx vílas de inÁiviluos carc ghno de la literaara 2. Un registro
escrim de la c)i¿a de m indit¡idrc 3 . transf El cr¿rso ¿lc villa de utt
ciales, sexuales o políticas, revela el juego equívoco del bien y el mal dc
hunbre o de otro ser uivientp. la religión católica o de otras instituciones morales que justifican la ne-
gación (la humillación, el hambre, el dolor, el sufrimiento, la guerra) co-
La instalación'Todo tiende al centro de la Tierra (1993) de Alejandro mo acto sacrificial. En este sentido, el cuerpo construcción ()
( )ast¿rño
-como
parece el registro de un proceso de territorialización. Está com- como objeto de destrucción histórica- se supedita a la tensión estruc-
l)ucsta por tres tomas fotográficas de él mismo suspendido en tres po- tural entre las condiciones microsociales o institucionales y la identiclacl
siciones: parado, colgado de los pies y horizontal. El espacio en torno a personal.
srr figurir es abstracto o genérico, como si estuviera reclamando un terri-
tolio por fuera de las condiciones contingentes que lo involucran en la
r¡:rrrirtivir histórica. Coloca al frente de estas imágenes diversos instru-
r¡rcnt()s cle medición y cuelga plomadas de albañil desde diversos puntos bntogíd [md. f. Gr bio-s uid¿ * logia crmocimimtol I. Ijsrr«li '
dela uidal caracter del serhumano 2.Ia ciercia de It +¡ih li:i,u
..lt' srr crrcr¡ro para señalar sus coordenadas personales. Las plomadas y Ia úuisicn de la ciatcia físíca q,Le se acupd cal seres rrgani¡rtrlos I r
rrrilit¿rres y eclesiásticos se funden en el círculo ritual: los cascos militares de or gmtimos ntiuiüúes Dreex^tentes.
Vrirtst cstt' respccto el sentido diario de viaje de Paulo Herkenhoff "Colómbia e'morte: pequeno jor-
a preguntarse, cada día, qué es la vida. La anotación, un reclatl)()
rr
rrrrl ,I virr jcnr", \t Mostrl dil Gravura de Curitiba 31, de outub¡o a 29 de dezembro de 1995, Fundagáo
¡l'i
( rrltrrrl,lt ( lrritil¡rr, (i¡ritil¡a, 1995, p. 166. mordial por la existencia, la llevó a definir al artista como "ttlt tcstigo
tlt'sf I¡risrrr«r".r Srr olrrlr, ('n ('sl(,s(.nti(l(), sit,rtr¡r¡1,Ilt't.tt.t,sllu't'orrli'otr tirin rrjt,rrlr:r trxlrr lt.lt'lctrt'i:r lctrr¡rolrl prtslttllt, l)t'('s('tll('o firtrrt:r. lil rr¡.
llrn(l() r¡l)ir i¡ttcntccirin lrtl vcz ttrctirfisicir cntrc su l)r()c(:s() srrbjctivo y los tttor..lc lit tttlic¡ttit'tit cosit'lltlo ('s ll'llllst('tlll'tll'ill ctlllltl t¡ll lrrrttllo () (()lll()
¡rirnrtligtrrirs cxtcri()res. Un ejcn-rpl«r es btir-k»tgrtu.d, un video de 1992 Ul) IDillltrll.
rLrnrlc clla cstablece un nexo entre las cifras que definen el espacio que Ill scñal¿rmiento que haceMdquind acerca de la relación maclrc c hijrr
cila ocupa, desde los espacios más familiares para ella, hasta los más abs- l)irrcce una metáfora de la biogénesis: es la vida que se prolongtr cn olril
tnrcros. Las imágenes del video muestrar el mundo tangible de su expe- vidir; la única forma de inmortalidad posible. La imagen de la lrijir ctr'
ricnciir, detalles tales como su cama, su casa, sus calles, su ciudad, etc. bierta por su madre preñez potencial- parece ubicarse en cl lill'
-una
Mientras tanto, el audio recita una larga lista de las cifras y de las me- clero donde 1o blológico se acopla con 1o instintivo y precultural' Comtt
rlidas de sus coordenadas que se van superando progresivamente: peso, en las fotografías de Castaño donde no se establece cuál es el espacio clc
alrura, área de su cama, de su casa, su dirección, ubicación geográfica, y su entorno, este embarazo virtual aparece también como un espaci<l clc
así sucesivamente, hasta llegar a laYíaLáctea. Mientras se escuchan las aislamiento del mundo exterior, como un deseo de retornar a un terri'
cifras que corresponden a las coordenadas astronómicas de esta galaxia, torio primordial que representa la plenitud de una protección absolurit,
sc ve la imagen de unos niños jugando, en la calles de su barrio, con ca- ajena a las contingencias exteriores.
nicas como constelaciones. Alrna de quimera (1996) es una proyección video muy emotiva. Strs
Máquina (1996) nos lleva al lugar imaginado del origen. La pieza imágenes provienen de tomas que hizo la artista en los buses urbanos t'lc
consiste en una máquina de coser sobre una mesa con pedal, totalmen- Medellín. En el espaldar de los asientos, forrados con un plástico roj<r
rt: cubiertos por un forro de tela blanca, cosida a mano con hilo rojo. In. imitación cuero, se encuentra con frecuencia [a incisión urgente de la
directamente, esta pieza también evoca símbolos cristianos, tales como expresión urbana anónima, muchas veces en forma de graffiti, otras coll
l¿r asociación entre el blanco de la pureza y el rojo de la sangre. Las cos- simples cortes de bisturí. Los espaldares "heridos" son remendados ptlr
Irrras, como suturas, evidencian en su delicadeza un ritual de curación. sus dueños, creando imágenes cargadas de misterio donde Eros y Tán¿r-
Debajo de la aguja hay un pequeño monitor de video incrustado que tos se funden. Con estas heridas, nuevamente se siente una evocacióll
rnuestra a la madre de la artista cosiendo una envoltura de tela blan- de la mórbida iconografía cristiana, presente en las tallas de santos mirr'
ca en torno a su hija (la hermana de la artista) colocada en posición fe- tirizados o del Cristo caído o crucificado. La herida como erotismo dis'
ral. El hilo ambién es rojo. La obra es la síntesis de un recuerdo infanril locado.
largas horas en que Ana Claudia acompañó a su madre mientras La alusión a simbolismos cristianos en las obras de los tres artistas l)()
-[as
cosía. Támbién remite a un poema de Juan Manuel Roca que dice: parece tener la in[ención consciente de tematizar y problematizar la "cs-
tética del dolor" de la iconografia religiosa, a pesar de recodificarla ctr
Aquí hay cielos absolutamente desnudos términos más abstractos y ambiguos. Sin embargo, la asociación restlltl
y rnujeres enco¡vadas al pedal de la Singer válida e incluso necesaria, como herencia cultural residual, para p()l)cr
rlue hubieran podido llegar con su loco pedal
en evidencia cómo las imágenes religiosas, cargadas de una violetrcilt
l)irstir Java y Burdeos...
perversa y sublimada, perduran en [a conciencia y práctica cultural. I]s
como si el origen de la violencia estuviera ligado al atavismo y perpctt¡l-
Irstas dos asociaciones parecen apuntar hacia una zona donde el re-
ción mítica de las imágenes religiosas, cuya truculencia sembraba cl "tt'-
..'u.'r'tl.r y las acciones más cotidianas adquieren una calidad hipnótica
mor de Dios" y, por ende, perpetuaba la imposición institucional.
.¡rrt'l,rgrir irbrir la conciencia hacia otras vidas soñadas, una imagina-
Las "heridas" proyectadas en Altna de quimera también crean Llllll ctr-
\', ,lrrr r,lrr I )r rt
l.r', "( ) rn*r .n testigo", enBlMundo, Medellín, 24 de septiembre de 1994, p. 12. riosa asociación con las imágenes de sangre y los retratos de la lll()rgtl('
rlc Atrtlltis St'nluro. l.¡t tt'rrsiti¡t ('n l()r'no ir llr t'stt'tizrrtttirr tlt'llr vi,rlcrrtilr IrusrRun¡rruTos DE FE:
t'stii ¡rolt'trt i¡rltrrt'trtc l)t'escnl(', cot¡ro lirttrlli('tr turir c()ltfr()t)lirci(ill colt cl NOTAS PARA UNA EXPOSICIÓN-
( il('r'l)() lrcrirkr, cotr cl crotistno clcsviarlo clcl cirtolicisuro; cl problcma clc
* Ensayo publicado en el catálogo de la exposición 'A propósito de Colombia" (publicado por Ia Ktrl-
turhaus lateinamerika, Colonia, 1995). 'A propósito de Colombia" fue una pequeña exposición curarlr
conjuntamente por la historiadora de arte alemana Karin Stemple y por mí en noviembre de 1995. Tirvr t
lugar en laBBK, un espacio altemativo en Colonia, Alemania. Germán Martínez, Delcy Morehrs, Arrir
Claudia Múnera, José Alejandro Restrepo y José Antonio Suárez fueron los artistas participantes.
I Geeta Kapur, "lCuándo apareció el modemismo en el arte de la India/del Grcer Mundo?", en A(norrs
problemas at nmo de arte y eurocurtrismo. Primer Enrustro sob¡eTeoúl dzb ,\rtesVisual¿s, lnstil rrto Ar
mando Reverón, Caracas, I992.
( l()ln() Ilrtl«' tlc sus l)trx ('s()s.lc ilr,lt'1,.'lr,li.'rr. t,ilr, ltrr srrt ir,tl:rrl(,s l)()\ l)('r'l('rr('rl( r:r crrlltrr:rl lr ( )t 1 i1l1'¡,1r.'. No ,rl,st;rrrtr', t'l filtrrr rrrrilit rr,lor' ,lt'l
. olotrtrrlt's lrrrst ¡rn tolrcsiorurr cl ¡rlrlrirrronio sil¡rlrtilir'o tlr.' srr itlt'rrtirllrrl nr,rtlt'ntisnto (crt l('rtttirtos gcrr('ricos) ¡11r¡'1¡ ¡1'1,q'l¡¡ lir pirrticrrllu'irlrrtl lris
, r¡llul':rl. ltlr ( i,lollrhill, c()n)() cr) r'rluclr()s piríscs tlc Arnóricir l-irtinlr, cstos ttiriclr tltrc irnplica inventtr¡ externponinc¿rr)rel)tc, Iir nrodcrnid¿rd lltino-
l)r'(x('s()s sc lll()yitr()l) en cl c()nvcncinticnto dc clue el arte pLledc colttri- rrrncricun¿I. La aspiración principal consistía en validar un artc autí)n()ur()
l¡trir rr consoliclar r.u-ra iclenticlacl nacional. Desde los años veinte y trein- t¡rrc consolidara tradición, identidad y universalidad. Así, la respr-rcstu
trr, krs lrfistas asumieron inlegralmente esta "responsabilidad" cuando, rlc krs artistas de los años cincuenta fue conciliar el formalismo moder-
:r instlnciirs clcl muralismo mexicano, se explayó por todo el continente r)ista internacional con los cabos sueltos de una tradición precolclml-ri-
sutllnrcricano el ánimo de afianzar la autonomía cultural y la mitología na. Esto ofrecía una solución intermedia que brindab a ala vez un sell«r
rrirtivir an)ericana. Esto implicó rechazar los modelos "cultos" europeos rlc autonomía cultural y uno de arraigo internacional. De esta maner¿I,
(luc nl¿rrc¿rron el arte local desde la Colonia, primero, a través del adoc- cl arte moderno en Colombia promulgó una doble condición histórica:
lrinanricnto que impuso la Iglesia española con el arte religioso, y lue- la herencia espiritual precolombina y la herencia intelectual y cultural
11o, cr.r ópocas republicanas, a través de las influencias afrancesadas de la curopea. En otras palabras, el proyecto modernista nacional consistiír
rrcltlcmia, forjadas como espejismo de progreso intelectual. en mitificar el pasado para inventar la utopía del futuro. Para un país
A finales de los años cincuenta, en Colombia la confrontación apa- que perdió importantes nexos con su legado indígena por el exterminio
rclrtcmente irreconciliable entre 1o local y 1o universal tendió a mode- cultural ocasionado por la colonizaciónespañola, esta solución implica-
r;rrsc. En Colombia las políticas desarrollistas de la economía de las dé- ba en buena medida "reinventar" un pasado mitologizado que pudiera
crrtlirs de los cincuenta y sesenta prometían un despegue económico tras competfu históricamente dentro del comercio cultural internacional.
t'l crrirl se podía aspirar a ingresar al mundo moderno en condiciones Un ejemplo palpable del intento de conjugar üadición y futuro en
rrl'is equitativas. Lo "universal" era el nombre, bandera de una utopía una sola imagen es el Museo del Oro de Bogotá, entidad adscrita al Ban-
l,rrnr clisfrutar de las bondades del cosmopolitismo. Por ello, al intento co de la República, el banco emisor de Colombia y emblema de poder y
..lc crcar la simbología de la identidad cultural nacional se agregaba tam- solidez institucional, económico, político y cultural.s El Museo del Oro
hiú'n la de representar, por medio del arte, el advenimiento de la moder- reúne objetos y orfebrería precolombinos en un despliegue de lujo, der-r-
nitlac'l nacional. tro de una imponente construcción arqui- tectónica de fines de los años
Por tradición, y hasta muy recientemente, el arte colombiano ha esta- cincuenta. En medio de una penumbra solemne, pequeñas luces pun-
..l,r cn rnanos de artistas pertenecientes a las clases privilegiadas.2 Por ello tuales iluminan y dramatizan los vestigios en oro de un pasado espiritual
rrrisrno, hasta las generaciones artísticas de los sesenta existió una aspi- glorioso. El museo linda en su exterior con las tensiones urbanas del "rc-
¡;rt'iírr-t común entre los poderes políticos y los artísticos por representar busque": la economía informal e incierta de vendedores callejeros, incli-
"t'l ¡,rogrcso" como emblema corriente de la identidad cultural nacional. gentes, raponeros que acechan en las calles en medio de centenares clc
( i»no cn muchos países de América Latina, el arte moderno en Colom-
l,irr sc sirviír de modelos eurocéntricos por un sentimiento ambiguo de ;ef p.""rp""ra ¿" ¡,r*.rf¿" prr" l" *ltura del Banco,Je la República es superior al del Instituto ()r-
lombiano de Cultura, Colcultura, organismo del Estado. Menos cle uno por ciento del presu¡rucsto rr;r-
cional se destina a la cultura. La mayor cuantía alcanzada en los últimos años es de 0,29 por cicnto l)¡rrl
lirr l, ,s ri lt intos I 5 airos se ha modificado sustancialmente el origen de clase de los arristas en Colombia. todo el sector cultural (el cual incluye desde las expresiones populares del folclor hasta la proteccirirr rk'l
'\ r rt ct tr rt tnct rt c ústrrs cran hijos de las familias privilegiadas que podían costear sus estudios en el exterior, patrimonio inmobiliario). Una de las banderas de campaña del gobiemo presidido por Ernt:sto Srrrr¡x r
I
,r r,, rl,,rln¡, rrt e e rr Prrrís y Roma. Hoy en día la proliferación de escuelas de arte (cinco en Bogotá y al fue [a creacíón de un ministerio de [a cultura que tuvo como principal opositor al Premio Noltl ,le I -it,'
r r( r r( )\ r¡ n;r t t t t rttlrr crr¡ritirl departamental) ha permitido la formación académica a nivel nacional. Cla- ratura, Gabriel García Márquez, por temor a la idiosrncrasia de la clase política que tantas veccs inr¡rlir rr
r r r, L », t sl t rr I r rs rlc' ¡r,,sgntdo cn el exterior siguen siendo un privilegro escaso, ya que las becas de estudios burocratización, clientelismo, falta tle criterio, protagonismo estatal, políticas culturales sujctirs r crrrrr
l,r\'( ¡r, ( ( n ¡ircrrs l('cnic¡s. ()»r la actual proliferación de artistas y la comiguiente "demmratización" de bios de gobiemo y corrupción. Las deficiencias infraestructurales son muest¡a del escaso cs¡rrcio s, r irrl
L r I
,r.,, t r, , r rr r rsl i( il s( llr ¡rro¡rici;rrlo un cambio estructural en el arte colombiano. que ocupa el arte en un país ahogado por el desequilibrio político, social y económicrr.
lnurs('rinl('s villilr¡trtt's. l'is rrrr t'syrt'r'tiit'r¡l,r tlt' lrr rrr¡1t'rrt iir r¡trc srilo rcvt' l:s itrr¡rosilrlt't'r¡ ( irkrt¡rlrirr rrisl¡rrse rlt't'sl¡rs trrrilli¡,lt:s llu('r'r':rs (lu('('n-
lrtlnlinis(nttivit y cl rlcsanrl',ar., eolcctivo.
lrr llr tlcsollrcirirt, lrt corrtrl.rcititt siulgricllliu) cl ¡rirís. ljstas circutrstattciirs rcfr¡crzirn Iir nrzírr rlc scr tk'
Ijl crlr.rtrnstc cntrc la irn¡rrlnencia institucional del Museo dcl Oro y ln Iotll cxpcriencia pública, desde el deporte hasta los reinados de be llcza,
cultt¡ra de la sobrevivencia de las calles es una metáfora de la herencia ll cicncin, el proselitismo político y las actividades culturales. Tbd¿r acti-
cspiritual preccildmbina extraviada en medio de la farsa política que ha vidad se lleva a cabo como un acto redentor para compensar el detcrio-
derrumbado la cohesión cultural del país. Sin embargo, la aspiración del ro moral del país. Cada actividad pública se convierte en un sistema cle
museo más visitado por turistas y escolares- es ofrecer un espacio pLrrga del desasosiego general.
-el
ceremonial contemporáneo que intenta reconstruir el capital cultural En medio de este ánimo redentor con visos nacionalistas, es curit)str
del pasado indígena para acceder a un atisbo de futuro y a un poco de que el arte colombiano actual se diri¡a permanentemente a confrontar
dignidad espiritual. el caos, a cuestionar el contexto y a forjar una ética artística. Si el ¿rrtc
La utopía de crear emblemas de identidad a través del arte para obli- modernista propició un vínculo entre arte e identidad nacional para lc-
terar el caos sociopolítico se mantuvo presente en los años setenla, gitimar el ejercicio artístico en un país sumido en múltiples crisis, cotr
cuando una nueva generación de escultores, de corte minimalista, pro- el arte contemporáneo ocurre un proceso inverso. Hay un divorcio miis
movió el uso de materiales naturales como piedra, barro, tierra, agua y claro entre arte y propósitos oficiales. El concepto de "identidad cultu-
madera. Estos materiales representaban un retorno "a las raíces" y suge- ral" ya no se asume programáticamente; al contrario, es sometido a url
rían el sentido de permanencia y la armonía "precultural" y metafísica minucioso cuestionamiento crítico.
inherente a la naturaleza. Por ello mismo, estos materiales tenían una En medio de nuevas y continuas crisis, gran parte de los artistas co-
carga "cultural", pues sugerían también Ia vigencia de una espiritualidad lombianos actuales recurre a las opciones del arte contemporáneo para
americana primordial, arraigada en la tierra misma. Este uso de materia- procesar aspectos de la experiencia colombiana sumida en la violencia.
les "culturales" es una reformulación del carácter simbólico de la mate- En este sentido, Ias obras de esta exposición son un testimonio que uti-
ria que extendió en el arte europeo con [a obra de Joseph Beuys. Pero
se liza el arte como un instrumento crítico para descodificar los proces()s
también es una reformulación del carácter mágico de prácticas rituales sociopolíticos colectivos. Y si bien la identidad sigue siendo una preocu-
americanas, En Colombia esta fusión del arte contemporáneo importa- pación central de la práctica artística, 1o es a través de la exploración dc
do con el legado de experiencias americanas ha sido adoptada a través sus múltiples niveles para alterar la lógica de una visión cerrada, fija y
de los años por varios artistas, quienes han utilizado materiales nativos esencialista de la identidad.
por excelencia tales como el maíz o la panela. Una diferencia significativa en la forma de abordar las "herencias"
mitológicas, por ejemplo, es palpable en las video-instalaciones de Jos('
Alejandro Restrepo. En ellas, Restrepo desarticula los ready-mades ideo-
lógicos presentes en los símbolos patrios. En sus diversos trabajos, Res-
Los últimos 10 años de la historia social colombiana han sido par- trepo captura la reincidencia de cierta iconografía de la historia colonial
ticularmente complejos por la diversificación cada vez más enredada y o católica- en las diferentes prácticas de la violencia ac-
-indígena
cruel de la violencia. Esto abarca desde las diversas formas de violencia tual. Sus obras se sitúan en el territorio movedizo de la representacirirr,
(genocidios, lortura, mutilaciones y violencia social, política, económi- la ficción, la interpretación y el documento histórico. Según é1, su obrir
cir y psicológica) hasta las diversas fuentes que la ocasionan (el narco- consiste en " [. . . ] un empecinado retorno de figuras míticas que se reit'r-
trírfico, la guerrilla, las fuerzas militares y paramilitares, y la delincuencia sertan y se recrean en otros contextos". Revisa las versiones oficiales clc
conrún). La violencia es vivencia cotidiana. la historia explorando el "entrecruzamiento de las pasiones individuales y
lirs ohscsiotrts colcctiv¡ts",a A trirvl.s dc srt <lbrit, l{estrc¡ro sc h¡t itlfcrcs¡l- lcntit ctlttclttivo' --"lit lctrit cotr sÍrngrc cntr¡r" - r'rur cl ctrirl sc jrrstificrrhrt
tlo ¡ror krs prolrlcurits clc rcprcscntilción: lcíuno ¡rhorilar la violctrcia polf. cl custigo físico couro método clc cnscñirnzir. Lir «lbra dc Martíncz se re-
tica a travós clcl artc sin ilustrarla o estilizarla? iCómo abordar la histrlri¿r licrc ir la ineptitud de la prensa, y del público, para asimilar la magnitud
c{e Colombia, sus signos, emblemas y mitos sin caer en denuncias panfle- tlc muertes diarias (para el 15 de agosto de 1995 ya se habían registrado
t¿lriasl iCómo o qué representar? lCuáles son los límites o alcances de lL).206 asesinatos correspondientes a este año). La reproducción siste-
una ética artística para formular significados? A través de recursos tanto nrtitica de la obra se refiere igualmente a la cultura del terror, a la impu.
lingüísticos y metafóricos como acústicos y visuales, Restrepo crea una r-riclad y a la saturación colectiva. Como afirma el crítico de arte brasi,
poética de la incertidumbre, como quien cuestiona ofreciendo tan sólo lcño Paulo Herkenhofl en Colombia se entierra todos los días el mismo
nuevas preguntas. Nunca ofrece respuestas. muerto. Nunca se acaba de procesar el duelo.
Colombia es igualmente un eje temático central en la obra de Ger- Miguel Ángel Rojas realiza una obra autobiográfica radical en la que
mán Martínez. Martínez extrae sus materiales conceptuales de la ex- su homosexualidad, suraíz étnica indígena y su origen de clase media se
periencia cotidiana, tales como los modismos lingüísticos, la música de convierten en instrumentos de subversión para confrontar una sociedad
la radio popular, los avisos publicitarios y los comerciales de televisión. de clases, piramidal, católica, conservadora y homofóbica como [a co.
Su proceso creativo asimila los modos de [a economía del rebusque, esa lombiana. En este sentido, Rojas contextualiza su experiencia personal
cultura de la supervivencia que recicla los desperdicios para solucionar con una circunstancia colecdva que es alavez aftística y social.
las carencias domésticas primarias (las llantas de carro para hacer suelas La fotografía ha sido central en su producción artística. Utilizando
de zapatos, una media de nylon para arreglar la polea de un ventilador la fotografía como un recurso conceptual, Rojas recurre a este medio de
de automóvil, una tapa de olla para fabricar una antena de televisión...) una manera no pasiva, aprovechando sus diversas posibilidades de fun-
Martínez toma la precariedad económica como raíz idiosincrásica. Insis- cionar tanto como registro documental como instrumento voyeurista.s
te en promover q través de su obra vínculos de identificación y comu- La coexistencia de diferentes dramas y sociales- se va
-personales
nicación con un público más amplio que el reducido círculo del mundo complejizando en las obras realizadas por "revelados parciales". Algunas
del arte. de sus obras recientes, por ejemplo, incluyen referencias a objetos pre-
La smtgre conletra entra (1992) es un ejemplo de los recursos "lite- colombinos y autorretratos "precolombinizados" que manifiestan una
rales" de su obra. Consiste en una máquina fotocopiadora que desecha conexión étnica resquebrajada, muy diferente a la estilización idealista
cada cuatro segundos la imagen de un muerto, tomada de las páginas de 1o precolombino por los artistas modernistas de los cincuenta. En sus
judiciales de un diario nacional. Las sucesivas copias se van acumulan- obras recientes, Rojas interviene el proceso fotográfico amalgamando
clo anárquicamente sobre el suelo. La obra es la reproducción concep. diversos sistemas de representación, mezclando ala vez reproducción
tual de la muerte en serie y de la violencia sistemática y anónima. La fotográficay dibujos a mano alzada realizados con procesos de revelado
sdngre con letra entra, eltítulo de la píeza, está inscrito al revés, como
rcflejado en un espejo, en grandes leras de vinilo en un muro detrás de 5
A comienzos de la década de los ochenta, Rojas realizó una serie de obras en el Faenza, un teatro de ci-
la fotocopiadora. El texto es la inversión de un antiguo aforismo del sis. ne art déco deteriorado que se había convertido en lugar para encuenüos sexuales fiirtivos de la comu-
nidad gay de Bogotá. Rojas "documentó" fotográficamente esta marginalidad a ultrarza tomando fotos
clandestinas en el teatro. Las tensiones implícitas a la observación voyeurista, como el peligro personal
I , rrú A lcjrrn Jm Restrepo, Musa pmaÁisiaca, video-irutalación, 1 994 al que se sometía, cargaban la función fotográfica de mayor drama.
f
filtogrhtico, Mcdiiurte cstir c()rnhinirciótt, kr "ohjclivrl" y kl "stthjct.ivtt" tlcl ¡trtc ([)cgus, Picrrt dcllir l"rirnccscn), Str rrnivcrso privirclo sc cxficrrtlt'
irclcluicrcn m¿rtices intcrcambiablcs, cvitanclo crcar t¡n sistcrnir nrrrrutivo ¡r ul"lil rccrlrsividad visualprolija que contrasta con la fragilidad flsicrr rlc
cerrado. EI acento "expresionista" de estas obras no se limita, sin em- Ios medios técnicos que emplea. Con su escala íntima y su extrema dc.
bargo, a una emotividad autorreferencial. Establece un vínculo con una licirdeza de trazo, es como si cada dibujo fuera la realización de una me.
realidad "objetiva", intervenida por su proceso personal. Mediante este tlitación interior. Como en la obra de muchos artistas de su generación,
recurso Rojas revela que asume el artg desde una postura donde Ia "lógi- krs dibujos de Suárez transmiten una humildad de recursos que contras.
ca cultural", la sexualidad y la experiencia sicológica se dimensionan por ta con la magnitud traumática de los acontecimientos exteriores. Pero,
su relación con el contexto social. Rojas asume así un proyecto artístico a la vez, está también la urgencia de crear imágenes que procesan lirs
dirigido a hacer una defensa de la marginación. rnuchas realidades inciertas que rodean la vida colombiana. Sus dibujos
son una metáfora de la situación de los artistas en la sociedad colom,
biana actual. Tánto como Germán Martínez, José Alejandro Restrepo
é1
-
Téxto escrito con motivo del simposio "Dislocations: Contemporary Art in Latin America", que tuvo
lugar en el Bronx Museum of the A¡ts, en Nueva York , en 1994'
tlt'tttt:t st¡t'rtt'tlc trihi¡lizltt'iírtr tlt'l
Sirr t.rlhtrrgo, igrurlrrrtrrtc sc tllrtir hi('ll c:itclir ilrrist¿l littin«lirmcricnl'lo quc trrrhrrjc rlclrtro dc clivcrsos c«ln,
ctu)rp() lrrtístictl. Mictttras sc con§trtlyc csttl lltlcvil'lilrrc tlc lllrhcl, c.r- tcxtos culturales.
¡¡l lo [ama Thgmas McEveilly, vienc la "domestic¿rci(rn" c{el fcu(rt'ucntr Otro problema frecuente con las exposiciones "multiculturales', cs
por obra de 1o "políticamente correcto": un proceso quc lima las aspere- clue la producción arrística queda relegada simplemente a ilustrar los de-
zas de la diferencia cultural. El efecto contraproducente se hace palpa- bates teóricos. Por eso, los curadores deberían estrechar su complicidacl
ble cuando un artista identificado coq cualquier grupo cultural especí- con los artistas y no caer en las garras o en el limbo de las discusiones
frco racial, sexual, etc.- se ve "obligado" a representar y ser académicas. una apreciación cabal del "arte de la diferencia" no ocurri.
-étnico,
catalogado por su "autenticidad" como gatattía de legitimidad. Pese a rá hasta que no se entienda el fenómeno multicultural a través del artc
sus intenciones progresistas, lo "políticamente Correcto') está sirviendo mismo. Los curadores y teóricos deberían escuchar más a los artistas y
para encubrir un comportamiento colonizador. Esto, ob- cuestionar los marcos teóricos que no han logrado vencer la formula.
-también-
refuerza la vigencia de la subordinación cultural histórica de
viamente, ción de nuevas categorías. Aun cuando desde el arte mismo se mantie-
la "otredad". ne una crítica viva respecto a las políticas culturales, dentro el "sector
A la larga, el efecto contraproducente de la tribalización, el "pc" y curatorial", por el contrario, todo el mundo parece estar frustrado y sa.
el multiculturalismo podrá impedir que se modifiquen estructuralmen- turado con el debate multicultural.
te las relaciones de poder entre culturas. El fenómeno multicultural se No creo posible, hoy en dla más con todas las implicaciones que
encuentra en un terreno incierto y movedizo: se nos está saliendo de las -y
hay tanto en el ejercicio del arte como en su circulación-, que pueda
manos. se ha convertido en un recurso de poder que mantiene las di- desligarse la discusión esrética de la voluntad ética que moriva a muchos
ferencias culturales domesticadas y bajo control. Es como una cena de
artistas contemporáneos, y entre ellos a los artistas de América Latina
conmemoración cultural (estilo thanksgiuing-con todo y nativos) don-
que proponen vías de señalamiento y de emancipación. Es esencial que
de el plato fuerte no es el pavo sino los acompañamientos que 1o "ador'
los curadores asuman esta complicidad. A mi modo de ver, el euro-amé-
nan". La terrible consecuencia que podría tener es que el entusiasmo
rica-centrismo, e[ multiculturalismo y el "pc" están en el centro de unir
por los "adornos periféricos" sea pasajero. Después de su cuarto de hora
intrincada geometría que rige las políticas del arte. Por ello, se requiere
de "acción de gracias", el "multiculturalismo" tendrá el apetito abierto
de una conciencia alerta por parte de los artistas y de los curadores para
para lo que vendrá después de esta recesión económica.
mantener en cuestionamiento permanente los esquemas que reordenan
La "tribalízación", el "multiculturalismo" y lo "políticamente co-
la diversidad dentro de perspectivas lineales, por no decir verticales. Se
rrecto" son facetas de un mismo fenómeno y constituyen una amerlaza
requiere articular nuevas opciones de negociación cultural y sobrepasar
para cualquier curador que emprende un proyecto multicultural. La ca-
el reblandecimiento que produce tanto lo "políticamente correcto" co.
tegorización de las llamadas "diferencias culturales" ha neutralizado su
mo la institucionalización y academi zación del multiculturalismo.
impulso político y la apreciación de su complejidad y de su propuesta
Es lo que se requiere para mantener vigente el desafío expresado por
estética. Esto es una pérdida cultural enorme, pues Ia producción cul-
tural de la "diferencia" ofrece potencialmente una opción más rica que Hé[io Oiticica cuando afirma que "Vivimos de adversidades".
el canon europeo de "arte culto". Un trabajador cultural está retado
pcrmanentemente a modificar las expectativas prefijadas por las repre-
sclttaciones "auténticas"de otredad (como si ésta no estuviese en per.
tn:ltrct.rtc renovación) y a modificar, igualmente, los cánones artísticos
t,trroc('ntricos clesde los cuales Se "mide" tradicionalmente el arte. Este
rlt'sirlio lo tienc tro s<ilo cualquier curador latinoamericano, Sino tam'
LnnruoeuÉRtcA DESDoBIADA-
-
En disfintas ocasiones se han publicado diferentes versiones de esta ponencia. La primera versión
se
presentó en febrero de 1998 en el encuenrro teórico "Nuevos Dscursos Críticos de Arte Latinoameri-
cano,,, en la Feria de Arte Contemporáneo Arco, en Madrid. Ha sido sustancialmente
modificada para
esta publicación.
r'tr ltrs lrrt'r',rs tt'rilit'os st'l,rrsr'rrltlr tlt'sltrorrllrt r¡r('slr':r proPilr lt'lit'lrt.rlrr r,rr l.,r,rrltncrrtr', r'rr (irlorrrlri:r, llr trÍl it:r t¡rrt, l't.tilrro,,\rrtr,Alrr;r'ir'(r (.n ln
t rrltrrrirl, n cl ntctclttl., ttr'.ryt,rr¡r¡irto sc ihrr rcrrfirrrurrttkr y eonsolitlrrn-
e
l)r'('rlsill tlt'jti e tr clltlo llts rcscrvirs c¡tre ltiry ('rr ( rs:l ¡rol l:r "tnlrrgirlrciírn"
tkr trn cliscrrrs() a la vcz cxotista y cLrropcizalrtc, csta vcz nratizack) c()n la ctrltrrr¿r[. Sc lc acusír tlc ¡lromover
bcnclición de 1¿r clase alta. El modernismo "a lo latinoamericano"
-pro-
pio de los artistas que impdmieron el sello de la "autenticidad cultural" [...] la connotación gringa de minorías obligatorias que generalmente son
sobre las formas modernas del arte europeo, o viceversa- se ajustaba, las menos interesantes. lDónde están los buenos pintores y los buenos es-
como anillo al dedo, a las aspiraciones económicas de ingresar a los mer- cuitoresl Esos que ve¡daderamente nos abrirán un camino cierto, esos quc
cados globales. La asociación de pedigrí intelectual, de economías desa- verdaderamente no están tan preocupados con la marginalidad, la identi-
dad, ni la moda?l
rrollistas y de modernismo artístico dio como resultado la consolidación
de un arte apto para la exportación cultural.
La coincidencia de dos exposiciones en Nueva York en junio de 1993 Esta crítica refleja el subtexto de clase que yace en la práctica y en Lr
ilustra bien las oposiciones, contradicciones y ambigüedades de los de- promoción del arte en muchos países del Sur.
bates sobre el "arte latinoamericano" de la época.l La primera, 'Ante En última instancia, la pregunta que surge es: ise busca resquebrirjar
América", en el Queens Museum,2 trazaba una nueva cartografía he- la pirámide cultural o escalarla/ Cuál es la opción: iser un artista posco-
misférica de América y surgía como una anticonmemoración del quinto lonial o unmdinstTedmlatin anericdn arúlsf? Viene al caso señalar que lir
centenario de la llegada de Europa a América; la segunda, 'Artistas lati- mayoría de artistas de América Latina están relegados de cualquiera clc
noamericanos del siglo xx", en el uoua, era una apología de las vanguar- estas opciones, pues el acceso a los circuitos internacionales del arte cs.
dias latinoamericanas trazadas a imagen y semejanza de las vanguardias tá sujeto a la capacidad de los centros de desplazarse al Sur en busca clc
europeas. ejemplares de globalizedllocal art,
Como nota al margen, es revelador que aftistas con tajantes posturas Esto sucede principalmente cuando pueden establecerse nexos enrrc
antihegemónicas participaran sin resquemores en la megaexposición del los poderes culturales del centro y los "centros" subalternos. Las elitcs
MoMA. Porque, como dijo Eugenio Dittborn en su momento: "El MoMA culturales del mundo están unidas por la misma red. Operan en un eco-
significativo que algunos otros, como James
es el MOMA". Es igualmente sistema de instituciones culturales, curadores, coleccionistas y dealers
Luna o Andrés Serrano, declinaran participar en'Ante América", pese que transitan entre bienales, museos y galerías del Norte y del Sur, dcl
a su afinidad artística y política con una noción de América multirracial Este y del Oeste. Sin embargo, estos networks internacionales tiendcn
y multiétnica, talvez por temer las implicaciones de "segregación" cul- además a establecer nuevas jerarquías, especialmente cuando las par-
tural que la muestra podía tener. Ambos casos revelan el poder que se ticipaciones nacionales dependen con frecuencia de los nimios
puede conferir a las instituciones de arte para "validar" o "quemar" una
-que
presupuestos y de los erráticos criterios de selección de entidades gubcr-
categoría cultural. nums¡¡2[ss- quedan instaladas en espacios poco adecuados como rc-
chazadas de facto del evento (no es sino ver los corredores sin luz en qu(.
L
Otras exposiciones relevantes de arte latinoamericano realizadas entre 1987 y 1994 son: 'Art ofthe
Irantastic, 1920-1987", Indianapolis Museum of A¡t, Indiana, 1987; 'America: Bride of the Surl', Museo se presentan los envíos oficiales de Colombia a la Bienal de Venecia).
,lc Arte Real de Amberes, Bélgica, 1992; "Cartographies", Wiruripeg Art Gallery Canada, 1994, y "The
S¡ririt of Latin American Art", Bronx Museum, New York, 1994.
I 'Arrte Anrérica" (1992) fue organizada por Gerardo Mosquera,
Carolina Ponce de León y Rachel \ü/eiss
¡rrrrir ll lliblioteca Luis Ángel Arango. Luego de su presentación en Colombia, viajó a los siguientes si-
I r ,s: Mus(I) Alcjandro Otero, de Caracas, The Queeru Museum of A¡t, de New York, Centro Cultural
,lt' ilt'Sun l)iego (Califomia), The Cente¡ For the Arts, Yerbabuena Gardens, de San Francisco
Lr ltrr::rr,
((irrliIrrrrrrr),'lk S¡rcnccrArtMuseum-Lawence,deKansas,yMuseodeArteyDiseñoContemporá- r Ana Mala Escallón,'Ante América o anti arte", enElEspecala¡ Bogotá,4 de diciembre rlc l()(),)
tr,,,,,l, Srlr losti rk ()rsta Rica. p.34.
Ln ornn pARADoJA DE LA MoNEDA jrrsr'onlllrtlitr'it,trt'sr¡rrr':rliotrt:rl:rlt'¡lttinr:rttotrrlt'l :rllt'lltlittoltlrtt'trtltrto
,1,.'s.lc t'l itrlt'ri«rr tlt'l rrrrto¡lr,rt'lrrtrlr,l,) ( ('nlr(). Así r'ortto llt solrrt'vivt'rtr t:r
Muchas veces se ha planteado la pregunta "lcuál Ladnoamérica?,, para trrltrrrrrl dc los latinos cn Lst¿rtlos Urrirlos cstii tlurclrclu ¡rrlr prcjrricl()s nt-
ilusüar la imposibilidad de abarcar con una noción única la condición ciirlcs, ótnicos y económicos, I¿rs relaciollcs entre l¿rtinos y ltrtitxlitntct'it rr-
estratificada, multitemporal, mukirracial y multiérnica de América La- nos también están marcadas tácitamente por diferencias de clirsc.
tina. Formular esta pregunta ya no desde el sur sino desde los Estados El idioma, que suele ser visto como un recurso de cohesión cultru'rrl
Unidos, trae una nueva baraja de interpretaciones y paradojas. La pre- cntre Norte y Sur, encierra también un fenómeno bastante rcvclitrl,,t.
gunta ya no implica la pluralidad cultural de un subcontinente denso y Ochenta y siete por ciento de los descendientes latinoameric¿tt't«rs crt
sincrético, no evoca exclusivamente al "buen salvaje" con el cual se ha los Estados Unidos conservan su idioma, lo cual ha provocado cluc s('
romantizado la figura del artista latinoamericano. Nos enfrentamos a la cuestione vehementemente el derecho patrimonial sobre el idiomrr. I-irs
necesidad de reconocer una dinámica cultural que incluye una margina- primeras objeciones surgen desde los virulentos debates en contra clc llr
lidad sin adornos románticos y con visos demonizados: el subcontinente educación bilingtle por parte de la derecha estadounidense; otras objc-
virtual de los latinoamericanos despatriados, exiliados, neocolonizados ciones, no obstante, provienen de la misma América Latina. Durantc t'l
o desterritorializados. se trata de los 35 millones de personas de descen- Primer Congreso Internacional de la Lengua Española (México, abril rle
dencia latinoamericana radicadas en Estados unidos, la población de 1997) se reunieron escritores, intelectuales y lingüistas de España y rlc
un territorio reventado cuya cohesión sólo puede enrenderse a través de América Latina tales como Camilo José Cela, Gabriel García Márqucz,
una noción transgresora pero incierta de inclusividad cultural. Octavio Paz y Carlos Fuentes, para discutir acerca de la necesidacl rle
Las discrepancias entre 1o latino y 1o latinoamericano encierran aspec- que la Real Academia Española de la Lengua otorgue la autoridad suli-
tos reveladores en el contexto de las políticas culturales en Norteamérica. ciente a las sedes latinoamericanas para incorporar neologismos al cits-
La concentración demográfica de las diversas comunidades latinas en los tellano. Sin embargo, aun cuando los intelectuales de América Latirrrr
Estados unidos hace que con frecuencia éstas se perciban como un blo- demostraron 1o incongruente que es ejercer derechos de propiedad cx-
que monolítico pese a las divergencias étnicas, raciales y de nacionalidad clusivos sobre el idioma, al mismo tiempo expresaron su deseo de am1.,l-
intrínsecas (chicanos, nuyoricans, mexicanos, centroamericanos, caribe - rar la "autenticidad" del idioma de la aculturación que afecta a la innri-
ños, sudamericanos, etc.). Esto plantea grandes retos a la hora de repre- gración latina en los Estados Unidos. Lamentablemente, esto revela ttttit
sentar y articular sus diferencias denffo de un discurso cultural "ladno- supuesta superioridad cultural que América Latina, en ocasiones, pre -
americano" más inclusivo. tende tener respecto de la producción cultural de su propia diáspora. N. r
Actualmente, 12 por ciento de la población de los Estados unidos es aceptan la hibridación lingüística, aun cuando la subversión del ingl('s
de origen ladno, hecho que ocasiona transformaciones en el ámbito po- por el spdnglish no es exclusivamente producto de la transculturación.
lítico, social, cultural y lingüístico que resquebrajan el meking pot norte- Poetas, escritores, intelectuales, activistas y diversos grupos culturalcs
americano. En la ciudad de Nueva York, la población latina asciende a 24 latinos asumen el spanglish políticamente, no tanto en aras de preservlrr
l)()r ciento. Para el año 2010 se proyecta un incremento de 75 por cien- 1o que les queda de su lengua original o de marcar su "territorialida,l"
l( ), ('( )n lcr que se llegaría a 42 por ciento de la demografía total. (En otras lingüística, sino como un idioma paradigmático de las transformaciont's
tir,lrrtlt's el número es muy superior: Los Ángeles tiene 47 por ciento, culturales que ellos están imprimiendo en la sociedad norteamericanit y
sr' Anl.nio 70 por ciento, Miami 80 por ciento). Estas cifras y ambiva- que ésta aún no ha querido reconocer del todo.
It'¡rt irrs irrcirlcn indefectiblemente en la negociación de nuevas políticas Existen grandes contradicciones dentro de los conceptos de ¡-r¡¡1¡¡
. rlrurrrl,'s. 'lirrrrl¡ión inciden en la dificultad de comprender las comple- monio e identidad cultural "latinoamericanos" en el seno mismo dc lrrs
r,liv.'rslts totttttrtitllttlt's llttirrts tlt'l Nortt' y tlt'l Strr'. Iistlrs tlistrt'¡)irn( r:rs l.lrlit¡lr y:,i()ttt('l('lt rt llts t.,nturtirllrtlt's llrtillrs lt unll (.(()tl()t¡rílt tlt.polrrt.,lr
virtt nris irllri.lc lrr trociírrr rlc ¡rlrrrirlitlirrl y rlivcrsitlutl sint:r(.ticl tlc "l<r gt'lrcrtrlizltll. ()tra gctrcritlizitcirin cs Iir cx«rtizaciíur tlc Antí'rictr l.trtirrrr y
latiuoarncricirno" celcbradas en las épocas multiculturales. La produc- .lc la clcuroniz¿rciíln dc las "minorías" l¿rtinas. t.n estc scntickr, tlcjlrr rk'
ción cultural y artística "latina" y "latinoamericana" implica un cambio intcgrar la complejidad de la diáspora latinoamerican¿r y pasirr ¡ror rlto
de perspectiva respecto a sus propios términos de periferia cultural: los las negociaciones culturales que ésta genera con los centros, cmptll'lrt.-
artistas latinos los cfricanos y nuyoricans- se caracte. ce la comprensión inclusiva que se puede tener de la producci(rn cr¡lt u-
-principalmente
rizan mayormente por manejar principios de hibridación cultural y, con ral latinoamericana. Sin embargo se hace necesario fomentar relaciont,s
frecuencia, en representación de sus comunidades culturales. Muchas más productivas entre 1o latino y latinoamericano en aras de desarrollirr;
veces esta hibridación hace amplificar el prototipo cultural latinoameri- explorar y problematizar nuevos modelos de representación y de intcr-
cano, bien sea para radicalizarlo a ultranza, como en el caso de las per. pretación cultural que se formulen más allá de una "inclusividad" rcr(r-
forrnances de Guillermo Gómez.Peña, por ejemplo; bien sea para per- rica y sin puntos de tensión.
petuarlo dentro de un instinto de preservación exacerbado, como en el
caso de las instalaciones ki¿sch del puertorriqueño Pepón Osorio. Tánto
la experiencia artística chicana como la nzy orican se nutren directamen-
te de la cultura urbana de Norteamérica, a la vez que hacen una apolo.
gía de la diferencia como instrumento de transformación política. Tám-
bién, la mayoría de los artistas chicanos y nuyoricans que tienen acceso
almainstream con frecuencia trabajan en contextos que se encuentran a
ambos lados de las fronteras del arte (tales como los centros comunita-
rios, las sedes activistas o de servicios sociales y otra suerte de espacios
no institucionales),
Por otro lado, en la mayoría de los países latinoamericanos la pÁctí-
ca artística se enfoca más bien hacia tradiciones propias que surgen por
fuera de la experiencia de los centros, pero que aLavez establecen una
relación dialógica, análoga o mimética con sus movimientos artísticos.
Elmainstreamlatin american (fftist que ha surgido dentro del mercado de
la globalización es el producto más revelador de las desventajas de es-
te proceso. Queda insertado directamente en un percibido "circuito del
arte" mayor o "globalizado". Sin embargo, este desplazamiento de 1o lo.
cal a 1o global a veces implica que se desarraiguen de toda relación con.
textual específica y que se esfumen bien sea en el nirvana aséptico del
mundo internacional del arte, bien en la mitologización de su propio
origen y esencia.
Las relaciones culturales de los Estados Unidos con América Latina
y crn las comunidades de la inmigración son discrepantes. Verbigracia:
Ios Estados Unidos respaldan a las economías neoliberales de América
Eru ns GRTETAs DEL ARTE
I.ATINOAMERICANO
o¡l NoRrr v orL SuR.
Anónimo
.
Una primera versión de este ensayo fue publicada con ocasión de la exposición "Grritorios ausentes",
curada por el crítico y curador cubano Gerardo Mosquera, para la Casa de Amé¡ica (Madrid, 1999).
1
Para simpliffcar, utilizo el término "chicano" para referirme a los mexicanos nacidos en los Estados Uni-
dos, "latino" pam designar a las personas de ascendencia latinoamericana nacidas o arraigadas cultural-
mente en los Estados Unidos, y "latinoamericano" para aquellos cuya experiencia cultural tiene lugaq o
está arraigada, en América l-atina.
jlt tlc rcsotltttciit dc llts c«rnrplcjus políticas culttrlllcs n()rtcanlcricl¡nirs y nrcr,lios lrr llcllt [llonr, quicn, corno ó1, crrrzó cxitrlsirurctrtc lu
clcl nucvo
dc los conflictos intra e interculturales que trataré de presentar en este fiontcra clcl nuirrstrcarr. Macr¡nckl se dcsplaz(r a Mianri, rrtr paracligtnir
texto. Fue a través de estas dos experiencias, también, que comencé a rlc las múltiples Américas Latinas delNorte.
negociar mi propia posición como curadora e intelectual latinoamerica- E[ pop latinoamericano tiene una sobredosis de identidad. En Ho.
na en los Estados Unidos. Lavoz que asumo no es la de una teórica del llywood, [a actriz mexicana Salma Hayek, cansada de representar rolcs
arte, sino la de una curadora que se ha-hecho en la práctica binacional. de mexican spitfire, decidió crear su propia productora de cine. Su primcr
proyecto es representar el papel de Frida Kahlo, la mujer-mito cuyo cds.
ting es codiciado también por las divas "latinófilas" de Hollywood, entrc
2 ellas la temeraria Madonna y, más recientemente, [a mismísima Jenni-
fer L6pez.
En una entrevista televisada, David Letterman, asombrado por ver a Y hablando de identidades sobreactuadas, por esa misma época el
una latina salirse del "barrio" y vestirse con hlgh style, le preguntó a Jen- actor chicano Eddy Olmos emprendió una ambiciosa campaña publici-
nifer López: "Eso que lleva puesto les un traje de gaucho?". "§s taria macronacionalista de la cultura panlatina a través de los Estados
-[s
responde e[a-, es Gucci". Era el verano de 1999, cuando el nuevo Unidos. Consistía en una exposición y un libro de fotografías patroci-
"boom latino" fue creado por los medios de comunicación gringos. A nados por el Instituto Smithsoniano, una película producida por HBo, y
pesar del desconcierto y de la reticencia que la sociedad angloamerica- en conciertos y festivales que se presentarían en diferentes ciudades del
na siente, en general, por la actual fluidez de las fronteras que los sepa- país. Irónicamente, este proyecto se lanzó bajo el rótulo 'Americanos"
ra a "ellos" de "nosotros", músicos como Ric§ Martin, Jennifer López para convencer a los anglos, de una vez por todas, que los latinos forman
y Mark Anthony lograron hacer el "cruce" y alcanzaron los primeros parte de la americanidad. Para el gran público, el momento culminante
puestos del hir parade de la radio norteamericana. fue tener a Olmos, José Feliciano y Gloria Estefan cantando juntos los
Las revistas Time Magazine y Newsweek oportunamente registraron apoteósicos coros del tema musical de 'Americanos" en el horario este-
en sus carátulas y artículos centrales parte de lo que este fenómeno re- lar de la televisión. Gracias alapop cuhure, cierta cultura latina más
-la
presenta: el. cross.oc)er cruce- de la cultura latina al mainsteam fotogénica y menos retadora- había adquirido por fin una visibilidad
-el
pop angloamericano. Los artículos iban ilustrados con los índices de cre- positiva en los Estados Unidos.
cimiento demográfico de los latinos en Estados Unidos y, entre otros Mientras tanto, fuera de cámaras, la industria carcelaria se alimen,
factores, de su grado de educación y de poder adquisitivo.2 Se trataba ta de las políticas de criminalizací6n de los latinos; el cuerpo policial de
del reconocimiento inaplazable de que la cultura dominante angloame- la frontera y el tNs (los servicios de inmigración) atentan impunemente
ricana se ha ffansformado y de que de ahora en adelante tiene que di- contra los derechos humanos e impiden que organizaciones como Am-
gerir el ajiaco cultural que se le mezcló al caldo monocultural del sueño nistía Intemacional o Human fughts'§Uatch documenten 1o que está
americano. pasando detrás de sus puertas herméticas. En fin, nuestra "cosa latina"
El "cruce" ocurrió en varias direcciones: García Márquez traspasó el es un popurrí contradictorio de criminalización y banalización cultural
trrnbral del hrgh cukure al pop, publicando en una revisra de farándula a ritmo de salsa.
gringo-latina sus adulaciones a su paisana colombiana Shakira, la Re- iQué sucede con "1o latinoamericano" en los cruces entre Norte y
Sur? iCómo negociar la "identidad" de la diáspora latinoamericana que
r I Jlr se encuentra en la grieta cultural que separa a los Estados Unidos del
t'sitrlio tlc mcrcado revela que, a pesar de ser uno de los gmpos minoritarios de mayor pobreza en
Lrs list¡rrlrs ( Lritl.s, cl ¡xxler adcluisitivo de los larinos supera los 600 billones de dólares. Sur cuando su "pertenencia" cultural es negada por ambos ladosl lC«1-
nl() crlcilrar ltls srllcrratkls ¡rroblcrnus clc clasc, rirzir y ctniir (lrr(: l)crnl('¿¡n ciul() c:n l¡r casir clc srrliastirs Ohristics, ¡xlr cjcnrpkr, sc incrcnrcl-rtilron dc
las rclacic¡ncs cntre las dos Latinoaméricas sin cacr cn antagonism()s ul- 2,5 millones de dólares en 1981 a rnás de 27 millones en 1999. La fircr.
tranacionalistas o en triunfalismos globalizantesl za del mercado, y en particular Ia de los coleccionistas de arte latinoa.
mericanos, se convirtió en el apoyo colateral, la garantía de que e[ artc
latinoamericano podía ocupar un lugar competitivo en el mundcl intcr.
3 nacional del arte.
Aunque el mercado se ha diversificado mucho en los últimos añtls,
A finales de los ochenta surgieron en los centros académicos de los Esta- en sus inicios,l era sostenido principalmente por coleccionistas mcxicA,
dos Unidos los llamados "debates multiculturales" y los de las "políticas nos y sudamericanos, quienes compraban, por lo general, obras de los
de la identidad" (identity politics) que buscaban complejizar la noción de artistas de su misma nacionalidad. Las elites económicas latinoameri.
la identidad con la diversidad de sus matices de raza, preferencia sexual, canas comenzaron a competir entre naciones para marcar su lugar cn
género, etnia y clase. Un ejemplo que ilustra bien este grado de frag- el terreno simbólico (suntuario, lucrativo y privilegiado) del arte. El fe.
mentación es un pequeño aviso que encontré en el Village Voice de Nue- nómeno era de doble filo. Conjugaba tanto los ánimos nacionalistas (la
va York que convocaba a "las lesbianas musulmanas para conformar un verdadera cara de [a 1'universalidad" del arte) como [a "globalización" dc
grupo de autogestión civil". La identidad posmodema parece desdoblar- la economía neoliberal latinoamericana.
se en una serie sin fin de micronacionalismos. A pesar del rótulo de "arte latinoamericano", tal parece que fue el
A comienzos de los noventa es[as discusiones sobre las políticas de mercado que los debates académicos y las exposiciones panorá.
Ia identidad favorecieron, a su vez, que teóricos, críticos y curadores
-más
rnis¿s- 1o que propició el primer espacio transnacional de arte latino,
latinoamericanos tuvieran una mayor participación en los procesos de americano. Independiente de la contextualización teórica y cultural, cl
"contextualizaciótl' del arte latinoamericano. Se abría la posibilidad de espectáculo y la especulación de las subastas fueron más efectivos para
corregir, desde una perspectiva crítica, los términos de la identidad "exó- singularizar a los artistas con nombre propio y abrir las vías de ingrcso
tica" que nos otorgaba el romanticismo a ultranza de los "exploradores al percibido "circuito de arte globalizado" y de la "vanguardia" interna-
coloniales". Desde la Bienal de La Habana y desde encuentros teóricos cional.
en Sáo Paulo, Bogotá, Santiago, Caracas y otras ciudades, se buscaba Por consiguiente, a mediados de los noventa surgió una nueva seric
atomizar el concepto de "periferia cultural" hasta hacerlo explotar en de exposiciones que se proponían ir más allá de los confinamientos dc
miles de centros regados por el Sur. las "identidades culturales" y de la categoría de "arte latinoamericano".
Fuera de la academia y de las instituciones culturales surgió un fenó- Su meta era romper el carácter monolítico de Ia categoría de "arte lati-
meno paralelo. El mercado internacional del arte latinoamericano co- noamericano" y trascender las contextualizaciones de etnicidad y nacio'
menzó a adquirir fuerua tanto por la repentina emergencia económica nalidad que primaban hasta entonces; [a estrategia: promover nombrcs
de algunos países del Sur como México, como por la expansión de las propios. Se dio fin a una década de exposiciones panorámicas latinoa-
economías neoliberales en Latinoamérica y la recesión en los Estados mericanas4 desde las cuales se intentaba desmentir lo que otros considc.
Unidos. De la noche a la mañana ,los latin american masters (como Die -
I Christies inauguró su departamento de
arte latinoamericano en 1 98 1 ; Sothebys lo antecedi(r por »
go Rivera, \Tifredo Lam, Frida Kahlo, Joaquín Torres-García, Rufino r u rr
pocos años.
Thmayo, Claudio Bravo y Fernando Botero) se volvieron el,upper class a
Las exposiciones latinoamericanas más relevantes realizadas por fuera de América Latina son: 'Art rl
the Fantastic, 1920-1987",Indianapolis Museum of Art, Indiana, 1987; 'America: Bride of thc Sr¡¡i',
clase alta- del arte latinoamericano de exportación. Con los años,
Museo de Arte Real de Amberes, Bélgica, l99Z; 'Ante América", Biblioteca Luis Ánget Arango, lL
-l¿r
cl fcrr(rmeno ha ido in crescendo: las ventas anuales de arte latinoameri- gotá, l99Z; "Cartographies", §Tinnipeg Art Gallery Canadá; "Latin American Artists of the Twcnr ict lr
r¡ll)iln (lu(. cl rrrtc llrtirrrlluncrit'¡ln() cs y Il() cs. l)or ¡rrinrcrit vcz st¡rgicr()tr lrrlttr, Llrtttbiótt, ll rlisolrrciíln clc rnr¡chus olnrs frorrtcrirs ¿rrlfsliclrs. l)cro
rluulcrosils cxposiciones indiviclualcs clc artist¿ts c()nl() Hólio ()iticic¿r, soll "lirrntcrirs" abordablcs, sin ret()s y sin ¡runto clc tcnsi<in: la irltl cos-
Cildo Meireles, Gabriel Orozco, Eugenio Dittborn, Tünga, Kcho o Do- ttrra, [a moda alternativa, el chic corporativo, la diversidac] culttrral y rir.
ris Salcedo en las grandes instituciones de arte de Estados Unidos. Los cial, el exotismo estilizado, el arte radical y el "politizado" son partc rlc
mainstredrns "alternativost' del Norte y del Sur se dieron la mano. una misma estética bajo el lente sofisticado del global chic.
La terminología posmoderna, multicultural y poscolonial se hir
entremezclado en el discurso que promueve la globalizacióndel artc. Pc.
4 ro en términos más glamorosos. La diversidad cultural está condenada ¡r
Ahora en los tiempos post-post del nuevo milenio (postmulticulturales, ción del arte. Se mimetiza con los conceptos de "universalidad, libertad
posétnicos y post-posmodernos) , el arte latinoamericano está sumergi. y progreso social" con los que se promueve la Internet. Esta seudode¡n«l-
do en las aguas de la globalización del arte. La globalización es el nuevo cracia cultural internacionalista es una nueva colonización del territorirr
término para el culto a [a diferencia cultural y a las identidades híbridas. artístico que se apropia de las estrategias de la descolonización. El mun-
Al contrario delos identity politics de los ochenta, que cuestionaban, en- do del arte "globali22ds" decir, el "internacionalismo" hegem(rni.
-ss
tre otras, las relaciones de poder, la globalización ha creado un mundo co- ha forjado una comunidad artística que se extiende más allá de lns
del arte homogéneo mezclando la crema del Sur con la créme del Nor- fronteras geopolíticas pero más acá de las fronteras institucionalizaclas
te. Con el "triunfo" de la globalizaciónya no parece necesario activar o del arte. Los artistas terminan siendo rehenes de este supuesto munck¡
resistir las fronteras conceptuales que dividen las interpretaciones colo. de arte sin fronteras, hecho a imagen y semejanza de los mercados gkr-
niales y poscoloniales del poder. Como dice Gerardo Mosquera, el cen- bales y de sus controles de "calidad".
tro se "autodescentralizó". Se desplazó. Pero no contábamos conque es-
te desplazamiento posmoderno iba a ser tan literal. Más que desplazarse,
se extendió. 5
El mundo del arte internacional se ha convertido en el destino de
lujo del turismo cultural. En esto influyen particularmente las redes "al- Pero no todo es glmnour y pesetas. En el Museo del Barrio de Nuevir
temativas" que se han establecido entre los poderes culturales del cen- York viví la otra cara de las contradicciones inherentes al arte latino.
ro y de los "centros" subalternos (por ejemplo, las múltiples bienales del americano.
Sur como las de Sáo Paulo, Estambul, Johannesburgo y La Habana). El En 1969, aruíz de los movimientos civiles de los años sesenta, rrrr
network internacional es una red móvil bien un club- de insti- grupo de activistas, artistas y profesores fundaron El Museo del Barrio
-más
tuciones culturales, curadores, coleccionistas y dealers que une Nueva para consolidar un espacio político y de cohesión cultural para la comr¡,
York con el resto del mundo y viceversa y que lleva o, más bien, pre- nidad puertorriqueña. Nació, básicamente, gracias al activismo culturnl
tende llevar las riendas de la globalización cultural en sus manos. Cele- de la clase trabajadora puertorriqueña. En 1994 El Museo decidió anr.
pliar su programación incluir la representación del arte ladnoamericrr-
e
Ccntury", Museum of Modem Art, New York, 1993; "The Spirit of Latin American An", Bronx Mu-
seunr, Ncw Vxk, 1994; "The School of the South: el Thller Torres-García and its Legacy", Archer M.
no. Esto desencadenó una complicadísima pirueta conceptual. El rct«r
I lrrntington Art Gallery Austin, Gxas, 1994; "The Spirit of Latin American An", Bronx Museum, New de El Museo era a{ianzat tanto su raíz comunitaria como su ampliaciílrr
Yxk, 1994; "lte-AtigningVision:AltemativeCurrentsinSouthAmericanDrawing",ArcherHunting-
rorr ('illlcry Arrstin,
'Ic'xts, 1997, y "The Experimental Exercise of Freedoni', Museum of Contempomry hacia un museo panlatino y latinoamericano que compitiera con krs al-
Art, lrrs Angck's, 1999. tos estándares de la ciudad. Evidentemente, hay más de una comuniclacl
lrrlinlr tlivitlitlir y srrlxlivir.li..ll ¡',or cl¡rit'itl¡rtlt's, rr¡rt'iorrirlitlirtlcs, cx¡rt't'tlt- "kls rrcotlfnos tlc Nt'w ft'rscy")? 1()ílr«r licliirr c«rtr lir rcalitlntl tlcl rcsrrr-
tivirs y clitsc. gimiento de nacion¿rlisuros y esencialismt'¡s puristas y binaritlsl
Si bien El Museo del Barrio representa la diáspora cultural latint¡' Por otra parte, un amplio sector de la comunidad artística latinoanrc-
americana, la institución confronta las contradicciones inherentes a re- ricana autoexilio en Nueva York- guarda reservas con el Museo
-enpor
presentar el arte latino y latinoamericano como un bloque desconecta- del Barrio considerar que fomenta un ghetto cultural. Otros están a
do de otros contextos culturales y artísticos. Geográficamenle, EI Museo [a espera de que El Museo presente muestras cualitativas de "internacio.
está ubicado en la frontera entre el Barrio Latino y la elite cultural de los nalismo" antes de aceptar mostrar su trabajo allí. Algunos miembros de
museos de la Quinta Avenida. Esta ubicación es simbólica de los puntos la junta directiva (que están respaldados por sus recursos privados) apcl-
de tensión inherentes a su proyecto cultural de "inclusividad". Por un yan con mayor tranquilidad lo que consideran "alta" cultura, por ejem-
lado, la comunidad puertorriqueña reclama su derecho a conservar para plo, el arte precolombino o los latin american masters. (No es por nada
sí, y en sus términos, el espacio que ella fundó. Por otro lado, otros aspi- que muchos de los nuevos "fiIántropos" latinoamericanos que eventual-
ran a que El Museo se "aproxime" aún más al espacio cultural represen' mente podrían incorporarse a la junta directiva solicitan que cambie
tado por sus vecinos de la Quinta Avenida. de nombre, pues las connotaciones de "barrio" poco resuenan con su
Aun cuando El Museo hace esfuerzos significativos para mantener agenda cultural). Divididas entre neonacionalismos esencialistas e "in-
un vínculo activo con su comunidad fundadora, tiene opositores que ternacionalismos" a ultranza, estas expectativas reflejan claramente los
le exigen no apartarse de su misión original. Esta dicotomía resulta en conflictos inherentes a un proyecto cultural que incluye alavez la pro.
la exacerbación de sentimientos esencialistas y fundamentalistas. Para ducción artística de latinoamericanos y de latinos.
ilustrarlo, una pequeña anécdota: en octubre de 1997 se inauguró en El
Museo del Barrio una exposición sobre la cultura taína, [a población na-
tiva del Caribe antes de la Colonia. Como [a población latina de Nueva 6
York es mayoritariamente de origen caribeño (Puerto Rico, Santo Do-
mingo, Cuba), la exposición fue recibida con gran fervor porque honra- Mientras que grandes capitales de América Latina están siendo inverti-
ba y reafirmaba una dignidad cultural obliterada por la marginalidad y dos en la economía global (como socios de los mercados de libre comer-
la des territo riaLizacíón de s us descendientes. cio), nuevas "periferias" latinoamericanas en los próximos años al-
-que
Nos encontrábamos en la ceremonia de apertura. Siendo una de las canzarán4O por ciento de [a población nacional- están reconfigurando
curadoras del museo, yo llevaba un rótulo en la solapa con mi nombre, las grandes ciudades de Norteamérica. Y sin embargo, es una población
Carolina Ponce de León. De repente, un artista autoidentificado como problema tanto para los Estados Unidos como para sus países de origen.
"neotaíno" se dirigió al público. Exaltaba con orgullo y vehemencia la Los Estados Unidos aplican una economía de la pobreza a las comu-
vigencia de su legado taíno. Ahí estaban intactos a pesar del intento de nidades latinas (que son compuestas tanto por inmigrantes como por
aniquilación que esta población precolombina sufrió durante la Colo- personas de origen latinoamericano nacidas en los Estados Unidos, ta-
nia por órdenes de Juan Ponce de León. Juan Ponce de León... Ante les como los puertorriqueños y los chicanos). La consecuencia es la de-
los aplausos emocionados del público y la insinuación cargada de his- monización cultural y las virulentas políticas antiinmigratorias (como la
toria colonial, fui colocando el rótulo con mi apellido discretamente en Proposición 187 en California, que impide servicios médicos, sociales y
el bolsillo. Pregunto: lcómo promover un discurso de inclusividad an- educativos para los inmigrantes ilegales; o la Proposición})9, que elimi-
te,los esencialismos étnicos y culturales que no reconocen sus propios nó la educación bilingüe en el estado de Califomia, donde más de 45 por
procesos de reterritorialización (pues, al fin y al cabo, el grupo se llama ciento de la población es de origen mexicano y centroamericano).
[-irs rc¡lcrcttsiottcs incvitithlcs c¡uc
cl incrcrrrcnto tlc¡reglllic6 rle l¡. rrtt cnnr["lio tlc ¡rcrspcctiv¿r rcslx.cl'() tlc srrs ¡rropirls lórnlinos clc ¡lcrilirirr
ti.,s tc,drá c. los /rmbitcls social, pcllític, y cultural s.lrrc la strcicdild
c r¡l rur¿rl.
norteamericana ha generado toda clase de pariativos ridículos para man-
En el terreno artístico, los artistas latinos no son invitados rnuy fic-
tener a la población latina contenta. por ejempro, las grandes compañías
cLlentemente a participar en el mundo del arte "global", pues su sr.lpucs.
de automóviles, como la Ford, dirigen 80 por ciento de sus recursos de
ta estética barroca y politizada no cabe dentro de los cánones del lrlglr
mercadeo hacia los consumidores latinos avisos publicitarios que
-con rurinimalismo posconceptual que prevalece en el aséptico mundo del ar.
apelan a sus sentimientos de "familia", ,,comunidad,,y ,,fiesta,,- pues,
te. Es como si su trabajo no tuvíera relevancia dentro del discurso te(lri,
según las cifras, tenemos un poder adquisitivo que supera 1os 600
billo. co del arte contemporáneo.
nes de dólares. somos, además, el grupo "minoritario" más grande
en Los latinoamericanos, por su parte, expresan sus propios sentimien,
Estados unidos y el que tiene el índice de crecimienro más rápido.5
La tos de conflicto con el arte de los latinos, pues, según muchos curadores,
campaña presidencial del año 20oo estuvo salpicada de torpes gestos
de "No son latinoamericanos, son norteamericanos". A medida que yo mis-
simpatía y comentarios en español por parte de ambos candidatos para
ma me arraigo más en mi condición de inmigrante latinoamericana y
ganar la simpatía del voto latino. A1 Gore incluso bailó ,,La Macarena,,
asumo una visión bifocal, esta opinión me deja cada vez más perpleja.
en la campaña anterior, y vcente Fernández cantó para la convención Los artistas latinos los latinoamericanos que no han sido "descu,
republicana para endulzarnos el oído. pero al tiempo, estos mismos can- -y
biertos" por los circuitos internacionales- viven en una suerte de limb«l
didatos promueven discursos antiinmigración (por aquello de la seguri- cultural. El subtexto es que se perciben como ciudadanos de segunda del
dad nacional) y quieren aparecer latino-friendly ampliando los úatados mundo del arte. En el caso de los ladnos, la opinión de muchos es quc
de libre comercio hasra el cono Sur (1o cuar beneficia a la economía trabajan en una intersección enlre Norte y Sur demasiado anacrítnica,
gringa pero deja a los latinos sin velas en ese entierro). simultánea- "folk" y "étnica". La recurrente iconografía precolombina, el simbolis.
mente, el congreso estadounidense autoriza recursos billonarios para mo católico, el folclor vernáculo y la cultura popular urbana pareccn
el Plan colombia, un proyecto militar para financiar la guerra contra la indicar que están demasiado obsesionados con reafirmar sus identida,
guerrilla colombiana y para mantener el control gringo sobre el tráfico des culturales, lo cual, según parece, es un proyecto artístico superado y
de drogas (1o cual beneficia la economía norteamericana pero deja
a los
descartado en América Latina desde hace mucho tiempo. Es cierto quc
colombianos con todas las velas de ese entierro) . los artistas latinos los chicanos y nuyoricans- articu,
-principalmente
lan un discurso de identidad "frortteriza" conceptual, política y cultural,
pero se mantienen en ambos lados de las fronteras del arte. Conservan
7 un vínculo vital con su experiencia en el interior de la cultura urbana clc
Norteamérica y con los procesos culturales que van mas allá del restrirr.
Las contradicciones que existen dentro de los conceptos de patrimonio gido universo artístico del "mundo del arte". Irónicamente, son artistas
e identidad cultural "latinoamericanos" en el seno de las diversas comu- mexicanos, residentes en Estados Unidos, quienes han logrado pasar cl
nidades latinas del Norte y del sur van más allá de la noción de plura. discurso fronterizo chicano por los exigentes controles de calidad fornrir-
lidad y diversidad étnica y racial celebradas en las épocas multicultura- lista del autoproclamado "mundo del arte global".
Las razones del limbo cultural de los latinoamericanos que no hiur
les. La producción cultural y artística latina y latinoamericana implican
sido "descubiertos" parecen determinadas por los límites infranqueablcs
entre mundos artísticos y algo de peÍezacuratorial. Cuando a princi¡rios
t De ¿Euertkr ct»r
cl ccnso clc 2000, los latinos en ktados Unidos representan 12,5 por
ciento de la po- de los noventa comenzaron a proliferar las exposiciones "multicultrrrir-
blacitin total, liente a I 2 por ciento de nacionales negros.
les" por todos los Estados Unidos, curadores norteamericanos y cr¡r()-
p('()§ t'lllpl('lttlit'ro¡¡ t'x¡x'tlit'iotrt's por l-irlino¡rrrrórit'¡r pllt':t l)lls('¡u ¡ulislits 8
y llt'vlirst'l.rs lrl rt'ci('ll t'slirblt'r'itkr nrrrntl.r tlcl irrl c rrrr¡ltitrrltrrrirl. llrseir-
ltltlt irlgtl c¡trc ¡ttrclicra sol'lrcvivir "artísticar.ner]te" si se trasla{¿rr¿ ¡ u¡ tc- L,l ilttcrcirtrlbi() cntrc las Anróricas Latinirs tlel Nortc y tlcl Strr tro¡ri1.¡¡¡
rrcncl cultural ncutro, y a [a vez que fuera "auténtico" e idiosincrásico.
c()n sus divcrgenciirs internas y con los términos c{c kr cluc cnticn(lc¡l lx)r
Buscaban, también, algo que satisficiera sus estándares de gusto y espec-
"legitimidad" cultural. A pesar del territorio cultural ct¡mún y clc krs ¡.,r.t,-
táculo. Descubrían, por enésima vez, el. arte latinoamericano.
yectos utópicos de reimaginar una América hemisférica, las rclaciolrt,s
Acompañé a algunos en sus visitas a los artistas cuando llegaban a entre latinos y latinoamericanos son contradictorias, difíciles, y 1-r«rsihlt.-
Bogotá, a comienzos de los noventa, cuando preparaban sus exposicio-
mente irreconciliables. Sin embargo, los desplazamientos culturalcs clr
nes conmemorativas de 1492. Uno tras otro, llegaban para hacer su
todas las direcciones transforman, redefinen e infiltran incesantcnle nlt'
pesca milagrosa en dos o tres días. Detectaba sus dudas, expectativas,
las grietas culturales en las cuales ambos extremos están inmersos.
felices hallazgos y decepciones. Me resultaba curioso observar su [or-
peza con su propio discurso. una cosa era su aparente familiaridad con
1o "multi-culti", y otro su vértigo con [o "inter-culti" (que les implica-
ba, necesariamente, entablar un diálogo de igual a igual) . En todo caso,
esas puertas se abrieron sólo brevemente en Colombia, y una o dos artis.
tas lograron cruzar. Pocos curadores han regresado desde entonces para
continuar sus pesquisas por estos lares, pues Colombia (y mucho menos
hoy) no forma parte del recorrido ín de América Latina que pasa por el
DF, Buenos Aires, Sáo Paulo, Río de Janeiro y La Habana.
La mayoría de los países latinoamericanos carecen de un sistema ar-
tístico elaborado con un mercado (galerías, dealers, coleccionistas), po-
líticas culturales, instituciones, espacios alternativos o programas de in-
tercambio. En otras palabras, crüzar la frontera del arte internacional
muchas veces depende de que los sistemas artísticos locales tengan los
recursos financieros o de promoción que puedan respaldar el circuito
Norte-sur. Éste consiste, me temo, en el circuito del turismo cultural de
moda, que saca de plano un gran número de artistas y países enteros del
gran circuito global. Bolivia, Perú, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay,
los países de Centroamérica y del Caribe, Colombia misma, y las Guaya-
nas, están por fuera del muy celebrado circuito internacional del arte de
la globalización. Pacientemente seguimos esperando el próximo boom
de 2092 para ser "descubiertos".
Anrículos DE PRENSA
soBRE polílcas
CULTURALES
Los cnrRooRES DE r.q MEMoRTA'
de la cultura. Por haber logrado cruzar estas fronteras, cllos krgraron cucncia, las galcrías dc arte han usurpad<l l¿r labor qr"rc clchcrían cslirr.
"vencer" la indiferencia endémica del Estado por los artistas. realizando los museos. Esto h¿rsta cierto punto es pclsitivo, ya quc la cli-
A pesar de la nueva Constitución, el Estado no concede a la cultura nílmic¿r de las artes visuales del país ha encontrado nuevos espacios pnrir
expresión viva de una sociedad- la posibilidad de demarcar desenvolverse, pero tiene la limitante de que pocas galerías asumen cl
-como riesgo de presentar arte no comercial y, por lo tanto, perpetúan la no.
un orden ético e histórico. Los presupuestos y las subvenciones a los
museos son insuficientes; no existe un programa de difusión interna- ción de que la obra de arte existe para el consumo, la inversión ecrnír.
cional; las escuelas de arte se limitan a la formación de artistas sin las mica y el status social de quien puede permitirse el lujo de especular con
garantías de proveer verdaderas opciones para que ejerzan su actividad los valores intangibles de la inutilidad. El mercado ha convertido al¿rrtc
profesionalmente. Localmente la realización de exposiciones interna- en objeto suntuario.
cionales se sostiene sobre la azarosa oferta de las embajadas. Támpoco Los lugares comunes que describen al artista como un ser que lab.r¡r
existen oportunidades académicas para "profesionalizar" otras áreas re- solitaria y arduamente en su taller han perpetuado la idea de que el irrte
lacionadas con el sistema artístico, tales como la teoría crítica, la inves- sólo exige una contemplación, y no una comunicación. Las obras de ar.
tigación histórica, la función educativa de los museos, la museologia,la te sistema de conocimiento integrador- ayudan a canalizar y n
-como
administración cultural y sus aspectos jurídicos. Los "profesionales del codificar la experiencia colectiva y son, por ende, fundamentales para la
¿¡¡s" curadores, administradores culturales, directores construcción y elaboración de la memoria, la identidad y la historia. Es
-hi5¡oriadores, decir, en términos ideales, el arte podría ayudar a hacer más explícitos
de museos- ejercen desde la vocación, el heroísmo, la improvisación
o simplemente un "dedazo" (a veces justificado simplemente por el he- los fragmentos de nuestra sociedad disfuncional.
cho de que al o la elegida "[es encanta el arte" o heredaron su afición El comportamiento general de la escena artística nacional es total.
por vía genética. mente previsible, sin sorpresas. El arte no es un valor de cambio corn€r.
La tendencia de descentralizar e[ poder en el ámbito mundial lleva a cial; es un valor de cambio social. Es urgente buscar nuevos modelos clc
la necesidad de extender la función de políticas culturales a otras esfe- acción. Es urgente buscar nuevas alternativas pedagógicas y nuevos mc-
ras que no sólo comprometen a[ Estado. Si en el arte no hay resistencia canismos de difusión que ayuden al estudiante, al artista y a la sociedacl
frente a cualquiera de las formas de poder, no hay arte. Esto comprome- a esclarecer su relación con la historia, la cultura y la vivencia cotidiana,
te a todo el engranaje de las artes plásdcas, compuesto por la produc- y a arrojar luces sobre las zonas oscuras de esta sociedad resquebrajada.
ción artística y por la difusión y comprensión de sus códigos por medio
de la educación, los museos, las galerías, la prensa y la crítica de arte.
Dependiendo de la claridad con la cual cada una de estas instancias
comprenda su compromiso, es decir, en la medida en que cada una en-
tienda la función política de su actividad, se logrará cimentar una base
sólida para que los signos artísticos trasciendan el ámbito privado del ar-
tista e incidan en la formación de modelos, códigos e ideas que configu-
ren a la sociedad como un todo.
El gran problema de las artes plásticas es la forma como en ellas se
Las 50.000 personas que han visitado la exposición "La corrida" de Fer.
nando Botero en la Casa Luis López de Mesa son una prueba de la avi-
dez que tiene el público colombiano por servirse del arte. Para un nú-
mero tan grande de personas, "servirse del arte" puede significar una
búsqueda de explicaciones sobre por qué el arte de Botero tiene este po-
der de convocatoria y sobre cómo un arlista puede ocupar un lugar tan
notorio en relación con la sociedad, la historia y con el mismo público.
A pesar de la actividad mala o regular- que se lleva a ca-
-buena,
bo en las galerías o en los museos, no existe la costumbre de visitar expo-
siciones. Es crox populi que los museos ponen a prueba la resistencia que
cada espectador tiene al tedio. La cultura, la erudición y los museos son
vistos con sospecha y aburrimiento. Por e[lo, una movilización de per-
sonas de esta magnitud para una exhibición individual es un hecho sin
precedentes en Colombia (exceptuando, acaso, la retrospectiva de Ale-
jandro Obregón en e[ ueu de Bogotá el año pasado).
El hecho de que sea la muestra de Botero la que genera esta respues-
ta descomunal hace pensar que 1o que moviliza al público no es tanto
el deseo de ver las pinturas en sí tener una experiencia con sus re-
-de
presentaciones y significaciones específicas- sino la posibilidad de ver
tangiblemente los intangibles que se desprenden de ellas: el aura del éxi-
to, la bendición del mercado y las pinceladas inspiradas por su destino
de terca perseverancia y por su biografía de película. En otras palabras,
el público está condicionado por los parámetros de sacralización holly.
.
Artículo publicado enElEspecmÁor el 18 de abril de 1993.
w(x)(lcl)sc crcll(l()s lr lir nrctlirll rlcl trcrcltcl,r y tlc llt l)rcllsil, l)t'cslrt tlt¡¡- irrtt'tlt'lrt. tt.nt:r rrn ¡lrihlit'rl. Y lir vr''rtllrr.l ('s (lu(. rrrr ¡rtilrli,
I)lrnr t'xist i¡; r'l
ncr:r, el público sc sicntc cn firmilia con ltls hór«lcs dc su prrlpiu coscclttt, c() n() sc llrcc soIo: lrlry c¡trc convocirrl«1, [ilrrnirrkl c infilnllirrlo. listo sig-
con los artistas "elegidos" por la inspiración, el destino, Ia genialidad y trificir motivar al públict) para quc "sc sirvil" clc las cxposicioucs --lilnl()
el mercado. las cle artistas c<lnsagrados como las de artistas emergentes- paril (lllc
En este fenómeno opera una sustitución de valores. Se sustituye el pueda descubrir y participar de nuevas formas de sensibilidad y, cvcn.
carácter único que tiene el arte para elaborar, discernir, explorar y re' tualmente, ser transformado por ellas. Son, en gran medida, los ¡'rroccsos
velar percepciones y experiencias con la realidad, con sofismas de origi' creativos los que le permiten a una sociedad desenvolverse tanto histó.
nalidad basados en la mitificación del artista y del acto creativo. En el rica como espiritualmente. Si fetichizamos a los artistas y a sus obras lc
caso específico de Botero intervienen otros factores. "Servirse del arte" estamos arrebatando al arte su capacidad de establecer conexioncs sig-
representa para el público colombiano una forma de legitimar su pro- nificativas entre las personas. Ahora que se favorece desplazar el ccntro,
pia dimensión cultural. Consagrado por el paradigma de "universalidad" descentralizar el poder, es sano comenzar a explorar las fuerzas
-51¡si¿¡,
con las dimensiones míticas de París, Botero regresa como hijo pródigo a les y creativas- que están al margen y que tienen la capacidad de ahrir
las tierras que lo dejaron partir. Se le coloca en la cima del curubito pa- la conciencia hacia otros modos de percepción y conocimiento.
ra que podamos subir la frente y vernos a nosotros mismos con dignidad Para formar un público activo, crítico y abierto se hace neccsirrir¡
optimista. En él se proyecta nuestra posibilidad de trascender los límites promover otros criterios de valoración. El arte de ser público implicrr
temporales y espaciales que nos sofocan, en aras de alcanzar, al menos forjar instrumentos de análisis y olvidar las jerarquías artísticas arbitr¡r-
metafóricamente, el "París-paisa" que aclama un grafiiti callejero en Bo' rias manipuladas por los titulares, el mercado, las condecoraciones y l«rs
gotá. Nuestro particular acceso al fuero universal nos libera por un rato actos presidenciales. Implica dejar a un lado el culto a los egos y buscirt'
del callejón oscuro de nuestra agobiante situación. en los márgenes las imágenes que los artistas visuales de ahonr y
potencial
-los
"servirse del arte" resulta positivo cuando se hace uso del los de antaño- han creado y están creando para construir y proccslrr
que tienen las imágenes para interpretar la realidad, revelar aspectos de sensiblemente su visión del arte y de las realidades de nuestro entonro,
nuestro desarrollo histórico y cultural y acceder a nuevas formas de co- Es necesario evidenciar la interdependencia ineluctable entre arte y pú-
nocimiento. Sin embargo, es discutible cuando el arte queda relegado blico para así lograr una compenetración integral con los procesos s()-
por las trivialidades de farándula, ya que éstas distorsionan la relevancia ciales y culturales que nos atañen. Para que el arte sea 1o que potenciitl-
del hecho artístico, 1o invalidan en cuanto signo cultural. mente es, el púbIico, también, tiene que asumir sus responsabilidadcs.
Aquí radica un grave problema sobre el que los periodistas cultura'
[es, críticos, directores de museos y galerías deben tomar conciencia: en
vez de mitificar, su responsabilidad es aclarar. Ellos son los grandes res-
ponsables de los modelos aftísticos que se propagan entre el público.
Hay que ayudar a reemplazar los malentendidos y los lugares comunes
que existen acerca del arte y de los artistas: que todos son excéntricos o
solitarios o genios o locos o tocados por una inspiración frenética, o que
el éxito comercial es sinónimo de consagración, etc. Es por estas distor-
siones, por ejemplo, que la gran mayoría del público desconoce el valor
clc.muchos artistas: si no han sido señalados en términos faranduleros,
tto exislcn,
Garo PoR LreaRe'
cultural y ayuden a orientar al público en la comprensión del arte ac- Colombia (Colcultura, Biblioteca Luis Ángel Arango y Museo de Ar-
tual, para que se les preste más atención a los artistas y al compromiso te Moderno) a menudo dependen de un equipo de apoyo exterior para
que ellos han adquirido de jugar un papel de análisis. Las artes plásticas funcionar. Este equipo reúne desde críticos, historiadores y curadores
hasta periodistas, pedagogos, artistas y galeristas. La infraestructura mó-
del país se configuran con la eficacia de un buen engranaje, pero hay
que mirar las obras. Finalmente, ellas encierran los signos de nuestro vil para hacer curadurías, asesorar políticas culturales, enseñar, adminis-
proceso cultural. trar proyectos y demás, está invariablemente enfrentada al travestisurt¡
de los oficios; sin mayores cuestionamientos, se pasa de un ejercicio it
otro sin preocupaciones por los niveles de competencia, conocimienttl
o ética.
Los límites profesionales se están volviendo cadavez más inciertos,
El fenómeno es tan extremo que tenemos a galeristas como curadorcs
de exposiciones "oficiales" del Ministerio de Relaciones Exteriores (co-
merciar con arte es escasamente una forma de autoridad intelectual) ;
-
Artículo publicado en El Espectadc'r el 30 de julio de 1995
l)ilrticipitr cll cl discñ() r.lc l¿t lrtrrrrcracin quc cjr:rccr su i¡r:tivitl¡¡rl y irccillrr
Los osos, Los BESos y LA BtctcLETA'
cc)m() artista clesde la concicncia crítica y dcsdc la inclcpcntlc¡ci¿r ir¡tc
el poder' Hay muchos huecos que la administración curtural debe tapar.
Y el rebusque por parte de los asesores toderos es inevitable.
Esta permeabilidad entre oficios y espacios de trabajo, instituciones
y asesores anula, a la larga, la conciencia crítica y autocrítica. La depen-
dencia mutua entre unos y otros huce q.r. todo el mundo tenga deudas
o intereses para lograr su sobrevivencia (económica, profesional, espiri-
tual, intelectual, burocrática, etc.). No hay duda de que los artistas con
pensamiento crítico son un recurso importante para suplir la carencia
endémica que hay en el país de profesíonales del arte. No cabe duda,
tampoco, de que la importantísima deconstrucción de roles, jerarquías, En esta época de campañas elecrorales, la publicidad política transfr¡r,
absolutos, autoridades y purismos enriquece esta época. pero se están ma dramáticamente el paisaje urbano. Para cada candidato a la Alcal,
revolviendo tanto los papeles de cada uno, y todos están tan involucra- día, al Concejo y al Senado que nos mira fijamenre a los ojos desde vir-
dos con todos, que ya no hay una distancia para ver y cuestionar. lcuá- llas y afiches, dondequiera que estemos, el único antídoto es "devolvcr
les son los esfuerzos que la academia y el Estado están haciendo para for- la mirada". No nos queda oüa que observar (con humor o asombro) la
mar administradores culturales, teóricos, críticos, curadores que pueden forma como intentan convencernos a través de su imagen de su vasto
sostener un diálogo creativo con los artistas? El contrapunto debe exis- conocimiento político.
tir, porque' como van las cosas, los artistas están gritando en el vacío. Es La uniformidad que exige el "tarjetón" electoral obliga a los candida,
decir, adquiriendo un falso poder. Les va a salir el dro por la culata. tos a transmitir su imagen política en fotografías de 2 x 2 centímetros,
creo en el pensamiento crítico como actitud de vida, y creo que tan- La "democracia obliga" los ha llevado a todos a exaltar su retórica visuul
to el arte como la curaduría son ejercicios críticos indispensables para a toda costa. Aun sin temer al ridículo. Latorpezareinante en el manejo
insertar la actividad artística dentro del sistema cultural de una socie- de imagen lleva a pensar que toda la parafernalia visual de la publicidad
dad. Por eso debe haber límites para mantener ra independencia entre política tiene un error de base: no comunica el poder del mensaje sino
quienes están en las instituciones y los que están afuera. sólo en la los (supuestos) mensajes del poder.
dife-
rencia puede surgir una dinámica de renovación, o un diálogo produc- Andrés Pastrana, en podium futurista con videos y con la música de
tivo. Porque si nos mimetizamos todos con todos, no quedará sino una Rocky, se apoya en toda la tecnorretórica de un show de variedades. Ti¡.
burocracia que surge de los elogios mutuos, de la guerra del más vivo, de da imagen publiciraria revela una intencionalidad latente, y la de Pas,
la inercia del más bobo o del tedio. trana y sus asesores de imagen parece estar apuntando a sustituir el lc.
ma de "Habrá futuro" que los gaviristas acuñaron luego del asesinatc¡ dc
Luis Carlos Galán, por el de "81 futuro soy yo", como si fuera Luis XIV
en el Parlamento de París. El derroche no parece incomodarlo. El derro.
che futurista parece ser el brillo de la promesa de su visión económicir
neoliberal. A1 estilo de una campaña norteamericana, la alegre osten.
arte incide, además, en otros aspectos, digamos "decorativos": el tipo de los artistas a obviar parámetros más exigentes. Se dejan llevar por s«rlis-
marquetería, las dimensiones de los cuadros o los medios plásticos de mas de distracción que sólo nutren la vanidad de estar "expucstrls" rrl
preferencia. La producción artística se acomoda al "formato" que admi- lado de "los que son".
ten las galerías. Es decir, se autorrestringe a lo que comercialmente es Cuando el arte se circunscribe a exaltar los mitos personales sirr ¡ro-
viable. O, al menos, hace concesiones para garantizar su acceso a un es- nerlos a funcionar como acciones culturales, termina por verse pol'lrc.
pacio de exhibición. Se ve muy pobre cuando se dedica a promover únicamente el mercarll
Salvo contadas excepciones, es flagrante la poca aceptación y reco. de las vanidades.
nocimiento que hay en las galerías de arte hacia los medios alternativos
a la pintura y la escultura. Con esra observación no me propongo inva-
lidar los medios tradicionales sino señalar la forma como las "oportuni-
dades" influyen sobre la producción artística. Como no hay "espacios"
(físicos, de mercado, teóricos ni institucionales) para las expresiones ex-
perimentales, los artistas terminan por resignarse a utilizar los medios
tradicionales.
Todos los síntomas anteriores son detectables en la muestra "Imáge-
nes y signos" de la galería El Museo, en la que participan 17 artistas de
diversas generaciones. La galería El Museo se ha especializado además
en mezclar a los artistas de generaciones recientes con los artistas esta-
blecidos como una manera de tantear nuevos mercados por asociación.
Pero si bien esta exposición insinúa un planteamiento conceptual a tra-
vés del título de la muestra, el agrupamiento de obras y nombres, con
un nebuloso criterio de selección, parece más bien un intento por lan-
zar posibilidades para tantear la lotería del arte: joven, veterano, bueno,
regular, abstracto, figurativo... hay para todos los gustos (y para todos
los bolsillos). El concepto se diluye en la excesiva flexibilidad de las pro-
puestas seleccionadas. "Vive laposunodernité", parece ser el grito hueco
de libertad y la justificación última.
lCómo se definen, pues, "imagert''y "signo" a la luz de esta selección?
La falta de un concepto de cohesión entre los artistas de esta muestra
contribuye a la descontextualización del arte nacional. Porque eviden-
Pnorera AJENo EN TTERRA PRoPTA'
respondido a través de los años con un conLrapunto de genuinidad, de artistas colombianas que expone en espacios reconocidos por la cúpula
sólida identidad cultural, a los modelos internacionales que constitu- artística del arte contemporáneo internacional, esté sujeta a la endémi-
yen, en otros lares, el mayor problema de subordinación y mimetismo ca indiferencia de la prensa colombiana. No hay voz ni reconocimicn-
artístico. El arte brasileño ofrece otro tipo de conocimiento que el de las to para quienes no tienen un padrino en el árbol genealógico de los cfr,
categorías de la historia del arte eurocéntrico y, desde esta perspectiva, culos de poder, bien sean de clase, institucionales, académicos o de Lrs
resquebraja categorías y estereotipos de vanguardia, de nación e inter- medios de comunicación. Es decir, aun cuando la obra de Doris Salcedo
nacionalidad. Es así como ha ido conquistando un sistema cultural ge- tiene una presencia internacional real colombiana, latinoamc-
nuino y autónomo. ricana y artista contemporánea-, poco se registra en la prensa local. Es
El evento brasileño demuestra que las posibilidades de apropiarse de como si le cobraran la irreverencia de difundir en el exterior el estado rlc
un espacio físico, conceptual e histórico y de participar en el contexto la cultura de la violencia en Colombia.
internacional son el fruto de haber confiado en las fuerzas, modos y pen- Para entender nuestra incapacidad de ser visionarios y selectivos, y
samientos de su propia perspectiva y sensibilidad. Cabe destacar que el de respetar los alcances, las luchas y los aciertos individuales de los itr-
evento es el resultado de un pull entre galerías e instituciones oficiales, tistas recientes, hay asuntos pendientes que tomar en cuenta. Hem«ls
1o cual demuestra efrciencia y un decidido apoyo. abusado de los éxitos de figuras como Botero para decir que existimos
En Colombia, por fuera del "gremio" artístico existe un total desinte- en el mundo. Pocos se preguntan por qué Botero rcaliza muestras org¿r,
rés por las nuevas generaciones del arte nacional. No sólo el panorama nizadas por alcaldes en plazas publicas a través del mundo y no exposi-
se presenta de manera confusa: no se sabe quiénes son ni qué están ha- ciones en museos reconocidos de París, Madrid, Londres o Nueva York.
ciendo. Escasamente se registra en la prensa el terreno que algunos de lCuál es la ficha de exotismo y de turismo cultural que representa Bo,
nuestros artislas más recientes han conquistado en el exterior. No fal- tero? Porque no se trata sólo de estar allá fuera. Es, también, entenclcr
ta, claro está, el reconocimiento sobreactuado y sin criterio de los gran- cómo, dónde y con cuáles instituciones se está allá fuera.
des titulares de triunfo en el exterior, como el mito de París, donde un Pero, lpor qué no se nos toma en cuenta como colectividad culturall
gran número de artistas hacen su aprendizaje cosmopolita (la "Tiibu" lPor qué no nos tomamos en cuenta a nosotros mismos como colectivi,
de los ochenta del gran cacique Plinio Apuleyo, por ejemplo). Además dad? iPor qué el Estado, las galerías, la empresa privada no le han aptts,
de mitificar un mito caduco (el de París como un centro artístico de im- tado al arte para dignificar una imagen carcomida por la voracidad quc
portancia en el mundo contemporáneo), esta glorificación tiene apenas los medios masivos ejercen sobre Colombia? El arte es subutilizado err
otra función: cuando la prensa colombiana registra a los artistas del ex. Colombia. Es terrd ignota. Es un hecho que está aislado del sistema cul,
terior con titulares exaltadores, éstos probablemente encuentran el con- tural, del núcleo vital social. No hay iniciativas locales para cultivarlo rri
suelo de que por aquí, al menos, hay un mercado materno que puede para ser cultivado por é1.
ocuparse de ellos. Porque Ia cosa es así: el principal mercado y reconoci- Colombia tiene exiguos vínculos con el exterior. Ni las granclcs
nricnto de los artistas colombo-parisinos es local. instituciones culturales ni el Estado se ocupan de una difusión cc¡n cri-
tcritt rigttrtlstl, iltlcligctttc y profe'sitlnal tlcl irrtc coklrnhi¿uur ctr cl cxtc-
ittstitttt'iottcs t'ultttrltlcs. (i)ntiltrr()s ('()n ilrlistlls c¡rrc hiln s;rbitl«l integftrr
rior. La prensa se contenta cou cx¿rltar y ronrantizar la infilrmacií>¡ c¡trc
srr cxpcricncia vivencial con n'rcclios experirnentirles quc dcfincn cl pcr.
recibe del exterior creando la ilusión de que nuestros hijos prócligos es-
fil cle nucstras propias dinámicas culturales. Basta con nombrar trlgunos
tán conquistando éxitos mayores.
artistas, como María Fernanda Cardoso, Miguel Ángel Rojas, Antonirr
A diferencia de offos países, como México, Venezuela, Brasil o Ar-
Caro, Beatriz GonzáLez o María Teresa Hincapié.
gentina, pocas instituciones culturales en colombia se han comprome-
Sin embargo, a falta de una mayor interacción entre "nosotros" y las
tido, sistemáticamente, con traer bu"., arte contemporáneo. Esto es la-
gentes y "cosas" de "allá afuera" (artistas, críticos, curadores, historia-
mentable pues hay que ve! por ejemplo, la motivación que el Festival
dores, teóricos, exposiciones, publicaciones, etc.), nuestra contempo-
Internacional de Teatro ha generado en los grupos de teatro locales para
raneidad artística colombiana seguirá estando sujeta a hojear revistas.
lograr un nivel propio de competencia internacional. pero no hay rece-
Las "ganas de mundo" del arte colombiano quedarán condenadas a nu-
tas. La sociedad colombiana se mantiene dormida sobre los laureles de
trirse de traducciones y mimetizaciones. Por ello seguimos en un limbo
la "Atenas Sudamericana".
cultural.
El arte colombiano tiene la tendencia de encerrarse en sí mismo y de
Gran parte de la razón por la cual el arte colombiano no se dimen.
pretender un cosmopolitismo local. La visión cosmopolita en colombia
siona a mayor escala deriva de la falta de políticas culturales efectivas.
se limita a la importación de "bienes culturales" sospechosos (como las
Nuestros museos deberían facilitar la presencia del arte experimentirl
cadenas de fast-food, la ropa deportiva gringa, la arquitectura miame-
de primer nivel propiciando exposiciones y proyectos de artistas indivi-
ra, los centros comerciales). Aunque es un lugar común, pareciera que
duales; esto permitiría un diálogo productivo que estimularía nuestros
nuestra "experiencia de mundo" se diseña en Miami. se accede al resto
diversos procesos culturales. Los curadores independientes y artistas de.
del mundo por privilegio de clase o por el espíritu aventurado de unos
berían ser más contundentes para desarrollar formas de exhibición al-
pocos. Pero la familiaridad con el resto del "mundo" no existe en la con-
ternativas a los paternalismos obsoletos de las galerías de arte o de los
cibncia colectiva.
salones multitudinarios del Estado. La iniciativa privada y pública de-
iQué tan atentas están nuestras universidades al pensamiento y a los
bería unir fuerzas y visión para financiar proyectos que fomenten la rea-
temas que se están discutiendo en los fueros académicos de América La-
lización de obras de mayor ambición. Lo que se necesita es apoyar y fo-
tina, de la India, Europa o Estados unidos? (temas como las políticas del
mentar, creer y apostar. Pero también digerir y superar la etapa de la
posmodernismo, el multiculturalismo, el desequilibrio entre las culturas
mimetización obligada, la cual nos hace creer que "estamos" en el mun.
hegemónicas y la periferia). lcuál
es nuestro entendimiento de noso-
do, cuando en realidad estamos de espaldas a é[.
tros mismos desde la perspectiva de las políticas económicas mundiales?
El reto más contundente para los artistas e instituciones locales es
lcómo se mide la industria editorial en colombia en comparación con
perder el temor de indagar y de validar la idiosincrasia conceprual
la de México, Argentina o Venezuela? iDónde está la industria cinema- -las
sensibilidades, los sistemas de lógica, los medios, materiales y percep-
tográfical lQué fuerzas nos llevan a renovarnos y a mantener el
filo con- sisnss- que hay en casa. De lograrlo se podría establecer una relación
ceptual? iCuál es la presencia de los acontecimientos intemacionales
productiva e interactiva con las instancias del arte internacional. Se po.
políticos y culturales- en la prensa nacional/
-sociales, dría, también, cimentar las bases para adquirir [a conciencia de que tam.
Es cierto que con las generaciones actuales estamos viviendo cierto
bién somos parte de las sociedades, de las dinámicas cukurales y de las
apogeo del arte colombiano. Nunca antes ha habido una colectividad
vicisitudes políticas que están más allá de nuestro propio terruño.
tan, numerosa y con tan alto nivel de seriedad, calidad y compromiso
dispuesta a dilucidar las cambiantes relaciones entre arte, sociedad e
S¡ lo LLEVA LA coRRTENT¡'
E11a,
-
Artículo escrito en 1993.
l)cllsitlllicttto) . Esto firvorccc rrnir inte rircciíur sin lírrritcs tlc r¡rctlios vi- fl,,rrrr), Y ¡r,r. l-lr nrirnt.tizlrciÍrrt, rlc cuitk¡tticr ttitlrtritlt'zlt, tt,t cs cl fecltrs()
suales, espacialcs, textuales o acústicos. rruis irnlrginirtivo ¡rirrlr lr¿rccrse cotrtcnrporíttrco. Ls tttt rir:sgo st'gttir llt t'rl-
Las coordenadas dentro de las cuales se mueve el artista contempo- rrientc pcnsanclo que ésta fluyc tr nuestro favttr. Es ilccir, ah<lrlt c¡ttc l«rs
ráneo, y en particular el artista latinoamericano, son diversas y varia- (cntr()s cxigen demostraciones de otredad, existe e[ riesgo de perpcttlill'
bles. En los años ochenta, una enorme campaña publicitaria promovió l()s cstcreotipos tradicionales del turismo cultural respondiendo co¡r ftrr-
el resurrección de la pintura. Esto representó la apoteosis del centro, del zirclas inspiraciones ancestrales.
yo, muy bien capitalizados por el mercado del arte. En un intento por Para los artistas latinoamericanos resulta un reto ubicarse en vari«ls
fundirse con el mainstream (traducciónr la corriente principal, el cau- c()ntextos a la vez. Es urgente estar alerta al esquema maniqueo quc n()s
dal por donde corre la mayoría) y sentirse contemporánea, una fracción llcva a cumplir obligatoriamente con las expectativas de tropicalismo,
importante de los artistas de las periferias se mimetizó con estos cáno- cxuberancia, rituales, altares y magia que otros requieren de nostltros,
nes. Y presenciamos la adopción inmediata de la transvanguardia y del [1¡r ello es imprescindible que se tome en cuenta el complejo sistema tlc
neoexpresionismo. relaciones artísticas, políticas y culturales dentro de las cuales se produ'
Luego, en los años noventa, la cultura del "yo" se resquebraja con la ce el arte. Que no nos digan: "iQué bonitos calzoncillosl" cuando intelr-
conciencia y el discurso que se desarrolla en torno al "otro": su diferen- tamos convertirnos en los reyes de la selva con autenticidad artificial.
cia, la indiferencia por su diferencia, su subordinación, la relatividad de No tenemos por qué renunciar a nuestra propia experiencia de contem-
su subordinación y, por último, el impacto que tiene el "otro" sobre las poraneidad. Entender esto ayudaría a precisar una óptica artística y cul'
sociedades monoculturales del "yo". En esto están implícitos desde los tural que responde a la sensibilidad, a las múltiples historias del arte y it
procesos de transculturación generados por las oleadas migratorias del [a experiencia vital particularísimas desde las cuales cada artista percihc,
Grcer Mundo a los centros metropolitanos y las "políticas de [a identi- actúa, ordena y da forma a sus parámetros de realidad.
dad" (cultural, sexual, racial y étnica), hasta las conmemoraciones ofi-
cialistas del Quinto Cenrenario.
Entre otras cosas, este fenómeno favorece una mayor atención ha-
cia el arte latinoamericano. Sin embargo, mientras que los propósitos de
descentrar la noción europea del arte y de remediar la indiferencia cul.
tural pueden estar bien intencionados, paradójicamente se mantiene la
misma jerarquía artística: persiste una condescendencia por la base de
minoría cultural. Por algo se ridiculiza a Uanga Tha, el rey de la selva.
Al revisar el arte colombiano más reciente, uno constata que este in-
terés por el "otro" ha sido "asimilado" por mimetización. Si en los años
ochenta hubo una respuesta formal inmediata a los movimientos pictó-
ricos internacionales, en los noventa presenciamos un retorno forzado y
oportunista a las raíces, a 1o mítico, a 1o ritual. Por lo extensivo y gene-
ralizado que resulta este Gnómeno, la motivación comienza a ser sospe-
chosa. La motivación parece estar legitimada por corrientes ajenas.
'Este artículo, publicado en lzouras Duninicales deElTtempo el 13 de marzo de 1988, tuvo muchas
re-
percusiones en su época. Se trataba de una comparación entre los métodos de erueñarua entre los ta-
lleres artísticos de la Universidad de los Andes y Ia Facultad de Artes de la Universidad Nacional. Aun-
que mucho tiempo ha pasado y tal vez las diferencias hoy en día no sean tan marcadas (en parte porque
muchos profesores se desplazan entre un centro de enseñanza y otro), pienso que la prevalencia de la
universidad privada sobre la pública y, por ende, de las diGrencias de clase, siguen siendo problemas vi-
gentes y necesarios de señalar.
El gru¡ro tlc l,«rs Andt's sc carirctcrizir ¡rlinci¡rirlrr)cr)lc: Ix)r cl rt.firrir- tlici«rttltl, clt ('()ltlrrlsle cott lir ('slnrctrrrir elc los tirlk,rcs cx¡rt.rirrrt.rrtllt,s tlt.
tnic¡rto dc su mancjo plástico, que revela, uclcrnírs, cluc han csradrl cx- Lrls Atlclcs: ttlttls ticnclr r¡rily()r c()r)t¿rcr() crxr crl lrtc ilctu¿rl c¡rrc krs «rtr¡s.
puestos a una mayor información y asimilación del arte contemporáneo Unos ha¡r tcnido mírs oportunidad en cu¿rnto a viajes y estucli()s en cl cx.
internacional. Las propuestas son muy diversas y hay indudablemente tcrior para asimilar lo que está pasando en términos de la creaci(ln cor)-
obras talentosas, entre las que se destacan las de Marta Calderón, Ro- temporánea. Pero éste es un privilegio de doble filo: porque entre an).
drigo Facundo y María Fernanda Cardoso. Sin embargo, el refinamienro bos polos académico tradicional y el "académico experime.tal"-y
como tal, más que una cualidad, es una señal de alerta. Uno de los prin-
-el
entre el arte como factura y el arte como buen gusto, no hay, en últimu
cipales problemas que presenta el arte colombiano es el del buen gusto. instancia, mucha diferencia. El arte es un sistema de relaciones, un sis.
Si bien éste es un concepto esquivo e indica contingencias más de orden tema de significación y de lenguajes por articular. Los artisras de ambas
de clase social que artístico, el buen gusto se manifiesta en la prevalen- universidades deben estar en estado de alerta ante el peligro de los refc-
cia de un objetivo formal estetizante que les resta fuerza y contundencia rentes aprendidos para comprometerse exclusivamente consigo mismos,
artística a las obras. con su época y con sus propios significados.
Como contrapartida está la muestra de la Universidad Nacional, más
orrodoxa en sus resultados. Abordar la pintura de una manera contem-
poránea es un desafío artístico diÍícil porque requiere no sólo una forma-
ción académica (histórica) sólida sino, ante todo, de un carácter perso-
nal fuerte y auténtico para lograr deshacerse de [a formación académica
sólida para lograr un aporte significativo. Mientras que el punto de par-
tida para el grupo uniandino parece ser la exploración de estados pri-
vados que imprimen a las obras la individualidad de mundos persona-
les (Diego Mendoza y Eduardo Pradilla, parricularmente), la referencia
para los pintores de la Nacional es la pintura misma: son ejercicios de
composición, color y factura que no han adquirido aún la calidad de
lenguaje.
Para un artista que apenas está iniciando una carrera, esto no es con-
denable, pero sí evidencia que la formación académica puede desviar el
conocimiento artístico hacia la solución de problemas formales sin aten-
der 1o que es esencial en la concepción del arte: usar estos elementos
no como un fin, sino como los medios para transmitir una visión o ex-
periencia sensible. Parecería que los artistas expuestos, sin embargo, no
tuvieran presente que el arte va más allá de las soluciones formales, que
no es un ejercicio de destreza manual o de virtuosismo y que la historia
del arte de este siglo es una historia de transformaciones y conquistas
conceptuales radicales, profundas, anticonvencionales y libertarias.
Las diferencias son aún más claras cuando se entiende que la Facul-
t ¿rd cle Arte de la Nacional está orientada por un pénsum curricular tra-
Srn n orRo PASA DE MoDA*
-
Artículo publicado enBl Espectalnr el 10 de abril de 1994
cl irrtisttr l¡rlilrolrntcriclno: itrtroducirsc (:l't lit crlttt¡rlcirt g('()tttclrf¡t clll'()' tlit'ttlt's, tttttí)lt()tll()s, r'rlttt¡llelos t'n sf luisrrlos, Illf()rtunit(lt¡¡(.¡l(., t.l rrrrrl-
cóntrica. El nrulticrrlturalisnrrl, csa olcucla rlc o¡rrlrttrtrirllttl titti«:rt l)itrlr stt. tit'trltrlrlrlisrtttl síllo Ill¡ lrbicrto csplrcios ¡rlrrir trr¡rrcllo r¡rrc lrircc cc() (:()ll
mergirse en el circuito internacion¿rl del arte y partl cruzirr las frontcras st¡s prcc()l)cc¡ttos dc iurccstr¿rlislr(),
tradici(ill cultural rl con¡liciír¡ "p¡¡j,
de la subordinación, ha comenzado a cerrarse y a admitir la entrada sóIo li'ricu". lcrimo impedir que se pr()pague un lleoexotismo simplistirr
a aquellas "diferencias culturales" que corresponden a parámetros acep- I-as sociedades contemporáneas están viéndose transformtrcl.s ¡xrr.
tados por el poder que maneja el engranaje del arte internacional. Ias mezclas culturales. La contemporaneidad va resultando de lirs irr.
Vemos que hay varios circuitos internos operando cuando miramos flucncias nómadas que van y vienen, de la interacción entre culttrrirs,
de cerca 1o que ha sucedido con los ar[istas colombianos Fer- cle las negociaciones entre culturas dominantes y culturas "subalternirs",
-María
nanda Cardoso, Jaime Franco, Carlos Salazar y Doris Salcedo- que dc temporalidades y perspectivas históricas contradicrorias, y de cx¡rc.
han expuesto en Nueva York recientemente. Aunque sus obras son muy ricncias políticas que la desestabilizan y la úansforman. Proveninros y
diversas, los circuitos bien los mercados- 1o son menos. La am- creamos culturas impuras, donde conviven desde el rock hasta el r«rk.
-más
biciosa pintura postpop de Carlos Salazar y el minimalismo orientalista merecumbé. Por ello es imprescindible estar alertas a los mecanis¡l«rs
de Jaime Franco logran internarse en un mercado netamente comercial manipuladores que nos "lanza" la red multicultural. Debemos evitar c¡rrt.
que neutraliza el origen cultural de los artistas y que está guiado más se propague una taxidermia cultural que nos deje, perennementc, sirr
por los valores "plásticos" de las obras. En el caso de las obras de Ma- presente ni futuro.
alejados del circuito comercial. En otras palabras, los artistas que están
por fuera de las definiciones culturales "aceptables" del mercado cultu'
ral o de los gustos del mercado comercial quedan, hasta cierto punto,
huérfanos.
El multiculturalismo es más que una tendencia artística. Si sólo fuera
un "ismo", su sobrevivencia quedaría sujeta al dictamen de los destinos
artísticos: 15 minutos y ciao. Abrir espacios temporales a los otros, espa-
cios que están regidos por canales, prejuicios y gustos limitados, no bas-
ta. Lo "políticamente correcto" y la estética que 1o acompaña deberían
-
Artículo publicado enElEspectador el 25 de abril de 1993.
l)et'(ust()n('s y res()t'tiul(lils rlu('tlcn('ul) Irltstil (lu('('xl)()lr('s()n nrlnililils. lo ltl t'.it'trt¡rlifit':t t'ottto i¡lrilkr irl rlt'tLr, I.lrs jrrslilit irt iorr(.s (lrr(. rn(' (li(.r()n
L¿rs mírs dc llrs vcccs, cxp()ncr cs un acl() solitirrit¡ r¡liis. liirltirr¡ irrtcrlo- lrlgttlt.rs ltrtistlrs (luc llilrticipilr()n cr) cl prt,yccto clrrr¡: "(,orrro lrtlrrí no
cutores: críticos competentes, otros artistas, un público abicrt() y ctrritl- lrltslt llltrllt, cstl, ltl tllcnos, cs irlg,l clifcrcl'rtc". l:stc cs t¡n síntrltrur tk. lir
so y una prensa crítica y dinámica capaz de crear una atención pública. ,lt'scs¡rcrirttzi¡ dc los ilrrist¿rs por llcntrr cl vacío y la inerciir clc ltls nrcrlios.
Bombardeados con toda suerte de informaciones superlativas, los pe- ()tros cjcmplos se presentan cuando nuestros distinguichs 1-lintrlrcs, co-
riodistas culturales no saben cómo sgleccionar. Pocos se desplazan a ver trro Rodil, actúan en telenovelas como Leonardo da Vinci, o ctrallchl sr,
exposiciones para ejercer con criterio la tarea que les ha sido encomen- l)()llen dc acuerdo para decorar pasteles para celebrar el ex prcsiclcrntc
dada: informar, decantar, diferenciar, seleccionar y promover los even- Ilclisirrio Betancur, como 1o hicieron muchos hace poco en un rectlnoci.
tos en cartelera. La falta de formación entre los periodistas culturales es rkr "templo" de arte de Bogotá. Otros artistas se dedican resignadarncn.
endémica. Su formación tiene muchas veces la profundidad sospechosa tc al bonsái o a figurar en libros para mesas de centro (lucienclo rrljcs
de la "cultura general". Muchos periodistas vienen del campo amorfo de y poses frente a sus cuadros), y otros, simplemente, a entregar, utlu vcz
las escuelas de periodismo (las cuales no tienen áreas especializadas pa- rlás, cuadros para que se subvencionen campañas del político de trrruo.
ra escribir o reportar sobre la cultura). Otros vienen de las letras y, por En este caso, hacen una subasta intentando simular el glamour social rlc
ende, están más atentos a los aspectos literarios de su interpretación o Christie's en provincia.
de las artes plásticas, como 1o biográfico, 1o anecdótico, las traducciones El artista es un rehén. Y su opción de riesgo vital se diluye en un ulc-
en palabras de hechos visuales, etc. dio que sólo lo invita a ser sociable con el poder. Y así va perdiendo krs
Las notas de prensa se ocupan muchas veces de cualquier cosa espacios y las herramientas de acción que le permiten ser una conciclr-
-soz
fi.smas de éxito, retórica elogiosa y, en el mejor de los casos, del "lado hu- cia que cuestiona, procesa y actúa incisivamente para darle forma y ('ti-
mano" del artista: qué come, con quién come y si 1o cocina él o ella mis- ca a la cultura.
ma. Todo, menos qué hace con su obra, cómo 1o hace y por qué 1o hace. lQué hacer? Más cosas. Otras cosas. Quiénes dirigen, organizan ()
olvida que el artista se ha aventurado por una opción de riesgo, vital patrocinan la cultura deberían propiciar que el artista pueda ser y actuitr
,Se
y ético, y que sus intereses y subjetividad nutren y se nutren de nues- como artista. No deberían utilizarlo para justificar su cuota de pode¡ si.
tra experiencia colectiva; que en sus imágenes más autónomas y no para propiciar el espacio social y conceptual- y la finarr-
-por -físico,
privadas que sean- se están cocinando las respuestas de qué es lo que ciación necesaria para patrocinar lo que puede aportar. Debemos abrir
identifica nuestra confusa y vertiginosa contemporaneidad. espacios que permitan una verdadera confrontación para el artista. [)c-
lQué resulta de este pobre engranaje que tenemos, de estas oportu- bemos crear redes, abrir horizontes. El Estado está en mora, por ejempkr,
nidades tan predecibles y encerradas en sí mismas? La mediocrización. de definir una política cultural hacia el exrerior; de participar sistemát i.
A falta de una dinámica que cuestione, exija y necesite del arte y de los ca y dignamente en las bienales internacionales La Habana,
-Venecia,
artistas, éstos comienzan a reblandecerse, a perder el horizonte y a acep- Sáo Paulo, etc.- y de recurrir al arte como redención, como imagen r.lc
tar proyectos menores como única salida a la indiferencia. Por ejemplo, un país creativo que responde constructivamente a la barbarie.
para citar un caso reciente, el paquete comercial "Cuerpos pintados" Y son los artistas, claro, los primeros que tienen el deber de restarrnrr
que surgió en Chile y que se ha propagado por América Latina como la escala de valores. Les corresponde a ellos preservar la dignidad, evirrrr
una plaga. Para este proyecto, los artistas viajaban a un estudio foto- mediocrizarse, no dejarse manosear y activar estrategias que les pcrnri-
gráfico en Chile para crear tableaux con modelos femeninos desnudos tan diferenciarse éticamente. I-a irreverencia artística debe trasccncle r
y pintados al estilo del vocabulario plástico de cada artista. No sé có- los sofismas sociales. Les atañe a los artistas impedir que se les convit.r-
mo ni cuándo se acuñó el término "paquete chileno", pero este even- ta en rehenes o en cortesanos del rey (los administradores culturalcs rlcl
pafs). Los artistas no pueden contentarse con exponer aqufo allá aln to, Anrlculos DE PRENsA
marse esos espacios con la convicción que los mueve. Y ENSAYOS
SOBRE ARTISTAS
COLOMBIANOS
AlerRruono Qanecóru:
n caloe oE lcRRo.
.
Artículo publicado enMagaxínDaninical de El Egecador el 1e de marzo de i987.
cló¡r. st¡s ¡ri.ttrrirs irlrrclcn a ln trirclrció.
clcl ,flci, pictóric, y ir s,
pio cucstionatnicnto. Sobre cste r)ro- Sruwaco CAnoeruas:
cjc cle contr¡diccior)cs sc rlcs¿rrrr¡lllr s,
obra actual. UNA RUPTURA QUT NO LO ES
Georges Braque
.
Artículo publicado enElTiunpo el Z de diciembre de 1989.
it¡it io tlc su ( lr'r'('rll. [ )c irlgunr¡ rttiurt. r¡rr llt ollllt ¡r('lull tlt' ( ]íiltlt:rt¡rs tt'str- ill)('rtttr'l lrlttirt ttlt:t rlitttt'lrsiírrr tlc rrriryor scnsulrlitl¡trl ¡rit.lrilit.lr (()¡ r.(.s
nlc l:rs tlivet'slrs cxp('ri(:nci¡rs tlc str triryt,cl«rri:r rrrlístit'r¡. ¡rccttl itl llcrlrl('ticrt rcitlistllo tlc pcrí«rdos irntcrirlrcs. l:stlitr ¡rrt.st.rrtt.s llrs
Las ol¡ras c¡uc rctrlizíl cn su ópoca innlccliirtlnrcntc llntcri()r r»r.rcstnlr) v¿tcilltci«lttcs clc la facna pictórica, que Cárc'lcn¿rs rest¡elvc c()n u¡ rcfirr¿r.
rur-ra sutil y precisa observaci(rn de 1o real. Persiirnns, nluros clclicirclirrlre n- tl«r conocimiento c{cl c¡ficio.
te ilurninados, cartones corrugados, representados a escala natural, sc A diferencia de las corrientes expresionistas actuales, Círrclc¡us ¡6
mimetizan con la realidad a la que aluden. La deliberada cotidianidad cxalta su mundo privado. Ve el expresionismo desde una pcrs¡rcctivrr
de los sujetos recuerda los ready-mades de Duchamp, con los cuales se histórica que alude directamente al arte de principios de siglo (furrvis.
hizo patente que el artista calificó el hecho artístico más allá del objeto mo, cubismo, etc.) . Reafirma con ello una actitud modernista qu.: cor)-
y de su origen, de su significado o de la destreza manual del artista para fina la expresión a las formas y elementos plásticos sin extendersc u l¡r
su ejecución. Sin embargo, las representaciones de Cárdenas se sitúan ilustración, la narración o la anécdota.
en un polo opuesto al de Duchamp, primero, por el recurso al virtuo- Los objetos en los primeros planos de sus lienzos b¿rst.-
sismo (concepto antiduchampiano por excelencia); segundo, porque no -paraguas,
nes, brochas y otros- marcan diferencias. Por un lado estos objet.s cs.
son la realidad sino su simulacro. En este sentido, la obra de Cárdenas tablecen el contrapunto de lenguajes pictóricos y, por otro, delimit¿ln cl
es un comentario sobre [a virtualidad pictórica, sobre la ilusión percep- espacio para evidenciar el plano pictórico y subrayar la pintura. primcro
tiva, y toca una dimensión metafísica en la cual una persiana es una per- está el realismo, y atrás un campo más aleatorio.
siana y no [o es. Aun si su pintura actual es más libre respecto de las intenciones
¡rrt.-
En sus obras actuales, Cárdenas se refiere a la historia del arte (al cu- cisas del oficio realista, sigue atada a unos principios analíticos a los cltrc,
bismo, al expresionismo alemán, a Matisse): un propósito culto sincroni- parece, no quiere renunciar. Aquí se revela con mayor evidencia la aln-
zado con la neofiguración vigente en la pintura de hoy. Es el caso de algu- bigLiedad patente en sus obras. cárdenas se sostiene en un límite. ll-¡r
nas de sus obras donde acude a composiciones cubistas forma de voluptuosidad de las mujeres que esboza en pizarrones ficticios es un (li-
-otra
realismo que condensa, en una imagen bidimensional, una visión multi- bujo en sí mismo o una representación de una representación? lEs con-
'facética de la realidad. Sin embargo, el hecho de incluir objetos realistas
cepto lineal, ilusión visual, o es deseo/ La representación se desdobla cn
sobre un fondo expresionista convierte las imágenes de Cárdenas en un un juego de espejos.
juego de equívocos. Las vacilaciones en el manejo expresivo de la pintu- Las obras llegan al extremo de "representar" lo expresivo, c.m«r si
ra contrastan con los elementos representados hiperrealistamente que él pintara 1o "expresionista" como un hiperrealista; analizando cada tr¿rz.
agrega con minuciosa descripción. Este juego de doble representación es y el color de la misma forma que estudia la sutileza de los juegos clc luz
un indicio de que el interés conceptual de Cárdenas sigue centrado en sobre un objeto que quiere describir con la mayor pericia.
los juegos de representación más que en la expresión subjetiva. su dimensión expresiva es más el coqueteo con un estilo para expkr-
Las contradicciones y diferencias de estilo que surgen entre una y rar una modalidad pictórica diferente, que admite otro tipo de pincclir-
olra etapa no dejan de ser sintomáticas de un principio unificador: la das y otros recursos cromáticos, que una liberación expresiva interi.r,
pintura como un instrumento de percepción alrededor del cual gravita sus referencias al mundo objetivo se vuelven polos a tierra: cárdenas sc
el fenómeno del arte. La capacidad mimética de Cárdenas muestra que oculta ffas la raíz conceptual de sus espejismos perceptivos.
cifra sus intereses más en la reflexión analítica sobre los procesos del Los juegos de percepción y doble lectura son otros cuando recurrc ¿rl
lenguaje pictórico que en una necesidad de expresión interior. No cabe dibulo. Los que presenta con ocasión de esta muestra confirman cl fin,,
duda de que su última etapa pseudoexpresionista (pseudo por la dosis de dibujante que es cárdenas. Este medio siempre ha alternado c.r. srr ¡rrrr
c()ntrol racional a la que somete su expresión) ofrece, no obstante, una tura y sigue cánones expresivos diferentes. Es más emotivo. El grlrlisrr,r
yil ll() es ¡r¡l l'cl)r'(.scr)tir('ií)n tle sf nristrto ('()tlt() ('tl stts ¡ritttttrirs. Iil ¡rlr¡,el Donls Salc¡oo:
rcc()gc u¡rt:l supcrposiciíln clc traz«ls, hr,rclllts, l)r()ccs()s tlc clirlxrl'lrciritr tlc AL MARGEN DE UNA POLÉMICA-
.
Como muchos textos de esta antología, publico ésta y la siguiente notas de prensa como una curiesi-
dad "de época". Fueron escritas en los inicios de la canera artística de Doris Salcedo (la presente n1¡tir sc
publicó en El Túempo elZ) de febrero de 19BB). Aunque son un tanro ingenuas y afectivas, aún rcprt..
sentan los méritos básicos que encuentro en su obra. En 1os últimos 10 años Doris Salcedo ha cles¿rrr¡-
llado una carrera intemacional única en el arte colombiano, exhibiendo su obra en los principalcs rnrr-
seos de Europa y Estados Unidos. Extrañamente, su éxito intemacional es proporcionalmente irrvcrs¡
a la presencia que ella misma ha optado por (no) tener en C.olombia. iCómo se explica este cr»rtrirstt.f
Aunque intento una explicación parcial en "Profeta ajeno en tieüa pro pia" (1995) hay otras prcgu ¡ r rr
, :
que me asaltan cuando hoy en día pierso acerca de su obra. lQué representa la obra de Doris Sirlc«I r
en el exterior que no representa en Colombia, y viceversa? lQué significa presentar su ob¡a exc[rsiv¡r
mente para un público intemacional neutro, pasivo y ajeno a la experiencia colombiana/ lQué sig¡if ir.rr
hacer un arte político pam exportación? lEn qué radica la naturaleza polltica de una ¡bra c¡rrt'sírftr sr.
exhibe en contextos donde es adquirida, asimilada y promovida por el poder hegemónicol lll rlcsrrrrir
llo formal, conceptual y temático de su obra ha sido mínimo en los últimos 12 añ6s; si¡ cnr[iug¡, /,.,
posible que la obra cambie radicalmente de significado por el contexto y recepcitln r¡r¡. rct ilx./ I li¡trr
cierto punto, el cpestionamiento ético que estas preguntas plantean acaso sea nlls irrl(.r(.s¡¡tr.rl¡¡. 1¡r
posibles respuestas.
l,ir iltst llllrt itilr ,lt' S¡rlt't'tkr ct¡ttiplrnt vlrlrlr'.'s ('sl)lt( iill('s y ( ( )t¡sl t u( t iv( )s
Donrs Snlcroo:
cotr sigrrilicrrtlos sitlllxilic.rs. listrls se rclircrzirrr lrululurrcrrtc ¡l,rl l,rs ¡,rrr-
AcctoNes DE D(JELI.
tos dc tcnsión (espacialcs) y por la inquictantc prtlccclcncilr tlc srrs l.ric-
zas: fragmentos de muebles de hospital que aluden ¿r una realidircl cs¡re-
colectivo. mutación.
Pero también hay delicadeza por los sutiles blancos y grises, por la fi- En el recorrido de la exposición se encuentran evidentes alusiones a
nura de las texturas, por el sentido de los gestos: iqué puede represen- Picasso, Braque, Klee, Támayo y Goya, entremezcladas con estructur¿ls
tar el acto de doblar una camisa de alguien ausente? iQué se piensa en de composición inspiradas en el arte primitivo medieval, el precolombi-
el lapso de este ritual íntimol Los gestos someten el abandono ,la ftía no y los códices aztecas, entre otros. Sus imágenes recurren librementc
aridez de los elementos a un tratamiento afectivo y crítico y, por tanto, tanto a la historia del arte, como fuente y referencia, como a la yuxtn-
ambivalente: junta en una sola imagen la dignidad de un rirual de due- posición de estilos como una característica posmoderna íundamental dc
lo con su fatalidad. la pintura actual.
Esta instalación apela directamente a la experiencia colectiva. pero El uso de una metodología derivativa puede, no obstante, correr cl
involucra individual como manifestación de una actitud de compro-
1o riesgo de asimilar, sin trascender, tanto la licencia estilística de esta épo-
miso. Es una imagen sintética de tensiones donde 1o vulnerable llama ca como la excelencia mítica- de sus referencias pictóricas. Lir
-ya
todos los sentidos del respeto. Donde la poética visual busca restaurar afinidad pictórica entre dos artistas puede ahogar una comunión vital y
.
Artículo publicado enElTiempo el 9 de septiembre de 1989
vir (l('lil llillturil tlc l)icgo Mlrzrrcnr. lil ¡rnrt'cso tlc sirrrlroliz¡rt'iílr tlt.r¡rrr JosÉ AruroNro SUAREz Lorrlooño:
tlillrcnsiíln intcritlr abrc un csprrcio rnÍrs srrgcrctrlc, Un() c¡rrt'irtlrrritc r'rtn- EL DISCRETO ENCANTO-
tr¿rpultt()s etrr<tcirlu¿rlcs, La curv¿r c()ntrirsta con kls planos, kr vtlluptuoso
con la rigidez: el deseo se vivifica por la tensión del desequilibrio.
Esta serie de pinturas de Diego Mazuera es conmovedora en este mo-
mento de crisis. El clima onírico de las obras expuestas encierra la na-
turaleza indivisible del temor y el deseo. Pero el deseo es vencedor, es
codificación histórica de la memoria. Son ejemplares de la síntesis visual nuevas composiciones como memoria inconclusa de su vaticinio.
y de un sentido narrativo, no lineal y libre de anécdotas, que apelan a Y es que sus pinturas actuales están diametralmente opuestas al espí-
una complejidad propia de la multifacética posmodernidad. ritu activista de sus primeras obras. Zalamea se sumó a la incertidumbrc
La versatilidad visual de suárez Londoño es ejemplo de su ingenio del momento. Su fe militante se transmutó en desilusión, apatía o im-
conceptual: en algunas imágenes se multiplican los módulos de papel. potencia. Progresivamente su enardecida imaginación política se torn(r
se crean desdoblamientos que sugieren secuencias temporales diferen- una expresión más personal y sentimental donde , a fuerza de repetición,
tes. El sentido decorativo es constante e inteligente, expresión de una sus preferencias artísticas, literarias y poéticas han construido su obsti-
imagen prolija y l,:dica. La sutileza de los medios (témperas, prumilras, nado universo íntimo.
lápiz) admite, a veces, presencias más sensibles aún, por ejemplo en la Las composiciones de Zalamea están subdivididas en secciones c¡trc
serie de la "Gerra-guerra'n, las pinturas de soldados están interceptadas articulan temas, tiempos y ambientes diferentes. Con ellas realiz¿r st¡
casi imperceptiblemente por siiuetas de avión rrazadas por medio de pe- construcción narrativa. Se asocian dibujos de estructura orgánica y "tr<l-
queñas perforaciones hechas con la punta de un alfiler. La sobreposición pical", fragmentos arquitectónicos, ballenas, atmósferas diurnas, noc-
de capas agrega nuevos planos de significación. turnas, telúricas. Aparece también reiteradamente la figura del pint()r
José Antonio suárez Londoño observa, resume y evoca en cada de- vista de espaldas. Se establecen entre ellos relaciones espacio-temporir-
talle un macromundo que deja al descubierto su inflexible complicidad les. Por eso la imaginación poética de Zalamea es más literaria que pict(r.
con una poética de 1o cotidiano. úca. Zalamea ha tenido un interés constante en mantener una relaciíln
estrecha con el público. Esto explica su dedicación a medios gráficos tk.
mayor difusión como el grabado, Ia publicidad o la diagramaci(rn clc rrn
periódico. Los códigos de estos otros medios se infiltran en su obr¿r.
.
Artículo publicado en El liempo el 27 de enero de 1990
cn unil irsociirciíln tlc tictttpo y t's¡ritcio
Srrs c«lrrr¡xlsiciorrcs sc llirsiul Hon¡Eno Acuun:
quc corrcsponclc más a un pcnsanlicnt() litcrrrl (cluc clt sí nrisurrl trrl cs ESPEJISMO EN EL LABERINTO
capa de color, más matérica y brutal en su aplicación que en sus pintu- vicciones. Cada muestra es un acto de fe. La suma de estos actos v¿l
ras, pero que "limpia" la imagen. creando una identidad. Articulan un propósito común. Unas galerías sc
rigen por la calidad. Otras exclusivamente por 1o comercial. Otras por
un género artístico en especial. Las hay elitistas. Las hay más populis-
tas. Las hay convencionales. No las hay experimentales. Cuando se vi-
sita una galería se asume a priori que cualquiera de sus exposiciofles co-
rresponde a los criterios y objetivos que el público ya ha identificado y
reconoce,
La actual muestra de Garcés Velásquez parece contradecir sus pro-
pios criterios y actos de fe. Hay un cambio de coordenadas. Es evidentc
que la obra de Homero Aguilar pertenece a un proyecto artístico difc-
rente al de los artistas de la Garcés, tales como Juan Antonio Roda, Bea-
triz González o Santiago Cárdenas. O, siendo que Aguilar es un artistil
más bien joven (1953), al de artisras más recientes como Lorenzo Jaru,
millo, Bibiana Vélez o Diego Mazuera. El hecho es desconcertante por,
que con esta exposición la galería usufructúa el prestigio adquirido trirs
años de profesionalismo y del nivel de sus mejores artistas.
La obra de Aguilar le cae como anillo al dedo a aquello que se llanrir
"arte comercial". Su hipersurrealismo mágico, anacrónico y desorientlr-
do está diseñado para el consumo; para descrestar, para crear ilusiortcs
ópticas de que ese virtuosismo, esa capacidad de engañar el ojo, es arl('
y del bueno. Por ello, esta exposición fomenta varias de las peores rcrgi-
versaciones que existen popularmente respecto del arte.
-
Artículo publica do en El Tiemyt el 3 de febrero de 1 990
lirr cl iltrsionisnlrl cs siltóttittto rlc cttgrtfltl. litt
cll ¡rcor rlc srrs scnticlos, On¡nn Rnvo:
cst¿r nrcclicla l«rs juegos ópticos clc Aguilar rcprLlscntar) lit InÍts ¡xrl'rrt: tlcfi- EFECTOS DE CAMUFTA'E
truculenta. Nacional, 1970; Bienal de Sao Paulo, l97L), y no obstante cabe la du.
No hay que olvidar que el surrealismo, visto desde su mejor ángulo, da de si este reconocimiento es por su obra o por 1o que ella parece re-
enriqueció la historia de la cultura como una aventura del esplritu; una presentar.
indagación rica en sugerencias psíquicas que dio expresión privilegiada Su obra se identifica con la abstracción geométrica lati-
-versión
al inconsciente. Su sentido profundo está ligado a una emancipación noamericana- de los años cincuenta y sesenta. Una época en Ia cual la
de dimensiones ocultas. Liberó pulsaciones eróticas (Max Ernst, Dalí), influencia racionalista de Josef Albers y la geometría con juegos visuales
lingüísticas o lógicas (Magritte), o vitales, cósmicas o ancestrales (Klee, de Vasarely generaron una fuerte corriente de arte óptico y cinético en
Miró, Pollock). El surrealismo encarnó el ánimo libertario del siglo xx: América Latina, encabezada por artistas como Julio Le Parc, Kosice (ar-
la conquista de la individualidad alienada. En la obra de Aguilar el su- gentinos) y Jesús Soto, Cruz-Díez y Alejandro Otero (venezolanos).
rrealismo es un efecto, no una concepción interior. París fue el escenario de lanzamiento de sus teorías artísticas a tra.
La elaboración técnica, como la de Aguilar, no es una virtud si no vés de la galería Denise René. Esto favoreció un ingreso del arte latino-
está al servicio de una voluntad de incidir en la conciencia, en la rea- americano en el ámbito internacional. Pero también contribuyó a que
lidad, en la utilización del arte como vehículo del pensamiento o de la se asociara esta clase de obras con el arte moderno latinoamericano: un
intuición. Sin ir más allá de los parámetros que la misma galería ofrece, prototipo menos folclorista, tercermundista, que el representado por el
se puede confrontar el burdo realismo de Aguilar con la austera sutile. muralismo mexicano, y más sugerente del reciente poder económico y
za del realismo de Santiago Cárdenas. El oficio hiperrealista combinado del progreso modernista de América Latina. Esto propició un cambio de
a una fan[asía impersonal y vacua sólo exalta un virtuosismo narcisista, mirada hacia la cultura latinoamericana: una mezcla de interés, pater.
poco significante para lo que es el arte. Es la suma de una actitud retró- nalismo y benevolencia.
grada, la vanagloria del academicismo más llano, mezclado con la licen- Además de ingresar en los cánones internacionales del arte, estas co.
cia poética del surrealismo. El arte es pensamiento, aventura espiritual y rrientes buscaron un campo de acción en América Latina misma. Habfa
no factura relamida. No se reduce a la capacidad del artista de usurpar una vocación social, como una didáctica que se tradujo en propuestas
la realidad sin proponer una más reveladora. urbanísticas que querían hacer partícipe a la sociedad de nuevos patro.
.
Artícu1o publicado enElTiempo el 24 de febrero de 1990,
rrcs (lc l)crccpcií)n, tlc nucvir cstéticit clc kl rtttxlcrn(), l)iu'¡r crsirr un
rrtr¿r MapareRrRo:
rlucv() cspcctaclor y con ello una nucva inrugcu tlc sí lllismo. Los crlrtccl'r- ESTADOS DE CONCIENCIA
tos artísticos buscaban traspasar los límites de la obra en sí.
Todo gran movimiento tiene seguidores que acogen, generalmente,
la apariencia pero no el concepto. Así, y a pesar de que Rayo no forma
parte de estos movimientos ni comparte sus leorías, su obra goza del be-
neplácito internacional que existe con respecto a este tipo de arte.
El arte óptico en Colombia no tuvo seguidores de primera línea. Ra-
yo es el que más se aproxima. Por ello ha merecido un lugar dentro de la
plástica nacional, acaso como una forma de acceder tangencialmente al
espacio internacional abierto por los artistas cinetistas latinos. Aquí el be-
neplácito es local: por su analogía con estos movimientos, su obra parece La obra DeMortibus, réquiemparaBeckett, de Mapa Gatro, pone en esce-
representar los prototipos de internacionalidad y de desarrollo cultural y na muchos de los materiales y conceptuales- de la creación
-formales
económico; desconocerlo parecería renunciar a lo moderno, al cosmopo- artística contemporánea. Se nutre tanto de planteamientos dramatúrgi-
litismo, al terreno abonado por los cinetistas. Un círculo vicioso. cos como de las artes visuales: la pintura, la escultura y la performance.
Las obras de Omar Rayo podrían camuflarse dentro de estas corrien- La complejidad de recursos de esta obra comulga con una dimensión
tes. Pero habría que pasar por alto una diferencia fundamental: mientras pluridisciplinaria del arte actual. Tiende a borrar los límites entre las di.
los artistas "ópticos" buscan una nueva estética como propósito social ferentes categorías artísticas para integrar la visión, el sonido, la emoti.
e investigan, casi en forma científica, Rayo recurre a ilusionismos. Los vidad y sus extensiones: el espacio, el tiempo real y la memoria.
pintores y escultores cinéticos y ópticos buscaron eliminar los efectismos Heidi y Rolf Abderhalden van más allá de "representar" una narra-
en la obra misma para hacer un énfasis riguroso en la dimensión mental. ción literaria y teatral. Se proponen "trabajar" el espacio; delimitarlo
Uno de sus propósitos era revelar una ética de la percepción. con líneas trazadas por la coreografla virtual de las voces, por los movi.
El truco visual, al que recurre Rayo, juega en cambio con la ilusión mientos de los actores, por los escasos objetos que resaltan como cons.
del trompe I'oeil. Se manipula la superficie pictórica para producir el en- telaciones sobre la desnudez de la escenografía.
gaño visual. DeMortibus entreteje códigos diversos. Los parlamentos de los acto-
La obra de Rayo se respalda con la importancia histórica del arte óp- res se articulan dentro del silencio y la incomunicación. Visualmente, la
tico latinoamericano y con los prototipos que éste creó, pero desvirtúa árida neutralidad del espacio escénico callejón ciego- se trans-
forma con juegos lumínicos
-un
que suavizan
su esencia. Sólo hay una analogía aparencial. Los visos "personales" que o recrudecen la atmósfera gris.
introduce las sombras y dobleces flcticios- se autojustifican Los actores están igualmente cubiertos de una textura polvorienta y gris
porque remiten a la causa noble de 1o "autóctono": la cestería nativa, lo que crea un tiempo emocional que evoca el olvido, la insatisfacción o
precolombino, la sensualidad latina. Pero son alusiones efectistas que se la existencia desamparada. Simbólicamente, cada personaje carga una
apoyan en una virtud que Ia obra misma no tiene. maleta fardo y alavez su sostén moral, el fetiche de una ilusión-;
-un
los personajes introducen objetos que agregan otros niveles de signifi,
Esta exposición retrospectiva (1973-1989) muestra la insistencia de
Rayo en confundir repetición con estilo y estilo con fórmula. Se queda cación: hojas secas y un árbol inerte sugieren desarraigo, muerte y es.
en las variaciones. Tá1 vez más que ningún otro artista colombiano, Rayo terilidad) ; por el contrario, una rosa roja destella dentro del claroscuro;
representa un ejemplo de cómo la perseverancia aspira a la persuasión. 'Artículo publicado enElTietnDo el10 de ma¡zo de 1990.
¡lr l)itnilr'¡() -" ilnlitrill() -, ()tr() sigtro vital, sc c()nslltl)c! cotr itt(lttilit ittrt- Brsnrle VÉuz:
ccncia, cntrc bocados y palabrtts. Cadir objcttl cs tll't ptlltto tlc ctlk,r qttc Et uaao DE LAs HoRAs
contrasta con la parquedad gris de la escenografía. /Cuaanos DE DIA Y NocHE.
al espectador. La relación con el movimiento y con el tiempo real son aspectos tradicionales del arte, como el tratamiento del paisaje
-tema
parámetros para percibir una realidad {ísica. La escultura necesita tam- diffcil de abordar con criterios contemporáneos- y la representación
bién estas coordenadas para crear un espacio mental para el espectador figurativa.
dentro de la obra. Por la manera expresiva de su pincelada y su paleta se podría pensar
De Mortibus también establece pautas de reflexión para los pintores en una cercanía con la obra de Obregón y aducir una influencia común
en cuanto a la selección precisa de una iconograffa, del color definido por el entorno: el color "tropical" de Cartagena y un ambiente expuest()
por el contexto, y de símbolos abiertos a múltiples sentidos. Pero hay a los fenómenos naturales.
una lección más fundamental para los artistas plásticos contemporáneos Como Obregón, Bibiana Vélez se introduce en el territorio simbólico
en Colombia. El carácter esencialista del teatro de Beckett rompe el es- del paisaje; a diferencia de infunde una subjetividad íntima. El ori.
é1,
quema egocéntrico del arte tradicional; está sintonizado más bien con la gerr personal de su enfoque está marcado por la forma como ella cons.
neutralidad de la estética de la indiferencia de Marcel Duchamp" truye el espacio: el primer plano, siempre enfatizado, marca el punto fo.
La obra de Mapa Gatro está dirigida con precisión; es puntual, mi' cal de su mirada. El paisaje parece ser una extensión de su cuerpo y dc
nimalista y sin artificios. Así como los hermanos Abderhalden desplazan su rrrundo interior.
su "yo" artístico para re-crear el universo literario de Beckett hasta ex' La sensualidad y la exuberancia relación arquetípica de ero.
-una
traer su esencia, los actores neutralizan su yo interior para encarnar otro tismo y cristianismo una fuente de dualidad en su obra. Ért" c,
estado de conciencia. Esta posibilidad de asumir y representar gestos un atavismo cultural que la emparenta de alguna forma con la obra dc
ajenos le enseña al pintor la precisién y la importancia de multiplicarse Luis Caballero, mas sin el matiz que conjuga dolor y eros. La presenciir
otro(s)- para no limitarse a sus pulsaciones primarias. Esta obra erótica en la obra de Vélez es una experiencia ambivalente de unión y
-ser placer: una suerte de fusión libertaria y mística.
enseña el valor de un proceso en el cual el gesto mediatiza, selecciona y
materializa una interpretación de la realidad. Sus imágenes existen en un espacio móvil. Lo suyo parece ser un il'¡r.
DeMortibus compromete la esencia misma del arte. Es una referencia presionismo subjetivo donde las evanescencias lumínicas son metáfir-
qr.re ayuda a comprender los alcances de la creación contemporánea. Mues-
tra que la creación visual no está confinada a las galerías y los museos. " Artículo publicado en El Tibmpo el 18 de agosto de 1990
r¡l§ (h'§tl ('()§rll()l()gf¡l l)('rs()tltll. lislrr rtllacifill t'on
cl ir¡¡rrt,si¡rrisr¡r. tir.-
ttc tlos firtctirs' V('lcz srrltvicrtc llts cilrircl('rÍsricirs Mnnla DE LA Pnz Jnnarr¡rllo:
c:,rrcc¡.rrrrrrlcs tlc csrt. LOS AMANTES DE MARÍA-
Inovínricnttl' Lit gallla crtxnática lúdica y cl contcrriclo
sil¡l¡(rlicrl rlc srs
imágenes sugieren una interpretación subjetiva
ire ra naturaleza. Un ere-
mento compartido, como la representación del agua,
tiene en su obra
un sentido adicionalr es principio femenino, espacio
y elemento donde
se gesta laintuición creadora.
Es en la factura de sus pinturas donde la relación
con el impresio-
nismo es menos afortunada. En alguna medida,
hay en sus pinturas una
especie de academicismo. Éste es un aspecto
un tanto irresuerto en su
obra: las pinceladas están cargadas de esponraneidad pero
también de
cierta factura mecánica. El gesto en sí mismo está
carente de contenido: En los últimos años, el primitivismo pop, derivado de la obra de Beatriz
no tiene la precisión consciente y aravez intuitiva que
se encuentra, González, se ha convertido en un estilo nacional. La caricaturización
por ejemplo, en la gestualidad de la pintura paisajística
orienrar, lo que formal lo ha vuelto un producto folclórico y ha conducido a la banaliza-
podría convertirse en una buena referencia para
ella. ción de los temas que trata, como, por ejemplo, la historia, la sátira so.
No obstante lo anterior, Bibiana vélez produce imágenes
con una at- cial o la idiosincrasia nacional.
mósfera misteriosa. su riqueza visual radica en
la contradicción de sus Es una fórmula travesti que conjuga el kitsch y el arte popular con
fuentes: si bien los elementos naturares
corrientes marinas, un toque de "autor" (a diferencia del anonimato que caracteriza el artc
cambios lumínicos- evocan ra fuerzacreadora -viento,
universal, en er otro ex- popular) . Esta fórmula aparentemente eleva el estatus de la obra "po-
tremo de esta¡experiencia exartada está una más
inmediata: su percep- pular" a la categoría de "arte de museo" y la sitúa cómodamente en cl
ción sensorial. con ella descubre er universo como
en una ensoñación, mercado.
recostada contra el mundo, sumergida en
er agua, en ra ruz encandilada, La síntesis formal, la ingenuidad y la torpeza, y el color plano y pri-
en la noche, en el propio cuadro donde se autorretrata
pintando y asi- mario, se han tomado como modelo indivisible del humor. Se aplican
milando su proceso creativo con una forma de buscar
er conocimiento. superficialmente como si fueran una receta. Esto es lo que uno adviertc
En esto su obra encierra un espíritu neorromántico
característico de ar- cuando visita la exposición del Libro de los amantes de María de la Paz
gunas posiciones artísticas de este fin
de siglo. Jaramillo, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
La integración de múltiples factores vivenciares
y perceptivos es va- Esta pequeña serie de collages es una diversión en torno de los aman-
liosa en su creación plásdca. Értu ., una visión
porisémica propia de la tes históricas y literarias de la cultura nacional. En realidarl,
sensibilidad contemporánea, y una buena alternativa -figuras
para enriquecer el estas obras no parecen tener pretensiones más allá de los juegos visualcs
rcpertorio visual de la tradición pictórica nacional.
que combinan todos los artificios de 1o decorativo y el sentido gráfico clc
la ilustración. Podría pensarse que son un paréntesis ligero dentro clc lir
obra de María de la Paz Jaramillo.
Bri[antes, dorados, papeles hechos a mano, recortes pegados a nrir.
nera de viñeta, muestran un espíritu artesanal, juguetón y frívokr. Dcs-
cho. Parece que la obra de Maripaz ha quedado atrapada en 1o que se corar salones. Decorar un estéril fetichismo cultural. Decorar ei gusto.
ha asimilado de ella: cierto estilo y cierta temática. Pero la progresiva Decorar el estilo de vida.
frlvolidad parece sugerir que su obra ha aceptado asimilarse a un juego Dentro de este esquema, el artista se considera un ser curioso prtr
de sociedad que sólo le pide repetirse formalmente, y que su humor sea el que se siente una mezcla sensiblera de admiración (es una figura an.
"critica" pero sin gravedad. ticonvencional que se acepta) y de compasión (lo anticonvencional se
Estas ilustraciones son, acaso, un paréntesis sin mayores pretensio- entiende más como una desadaptación a la norma social que como una
nes dentro del conjunto de su obra. Tenemos el beneficio de la duda. Sin posición libertaria). Se admite su "diferencia" como una patología ino-
embargo, el museo, como contexto legitimador de las obras, y el apara- fensiva. Pocas veces se confrontan sus ideas. Pocas veces se ve en él o
toso montaje de las mismas, hacen pensar que se trata de una ocurren- ella a alguien que gesta y promueve imágenes que transmiten una con-
cia formal divertida pero desproporcionada. Tánto aparataje hace pen- ciencia que libera, señala y catalizala experiencia colectiva de una épo-
sar, lamentablemente, que la cosa va en serio. ca. Lo lamentable es que el artista mismo acepte reducir su presencia y
su oficio a esta situación de condescendencia.
iPor qué esta introducción para referirse a la obra de Patricia Táverr¡/
Porque en su obra están patentes todos los efectos de este esquema, tlc
este modo intrascendente de entender la función del arte y el papel dcl
artista. Las obras que expone en la galería Diners revelan "los prohlc-
rnas" que confronta el artista desorientado. Desorientación porquc sus
obras parecen limitar su búsqueda a 1o más elemental de la producciírrr
-
Artículo publicado enElTienpo el 7 de marzo de 1991.
l)listi(t: lr'írrrro llrr't'r rur t'rrirrlrol lis tlt'solit't¡l:tt'iiitt ¡rotr¡ttt' tist¡t lrit'tr Orrua Roonfcu¡z:
llrrcr'lc scr unir l)r'cgr.rntl cr¡trivocltrllt. No cs crilrto sc lt¿tt'c tttt tttit,.lr,r, t's LA RELATIVIDAD DE LOS SIGNOS
¡rirrir qtró: l¡laru cluó sc hitcctr iurítgencs/
Considerando únicamente los aspectos formales, cleutro dc las li-
mitaciones de su propia obra, sorprende la carencia de estructura, dc
voluntad constructiva, la falta de estrategia visual y de comprensión
del color. Las obras se remiten a solucionar aspectos plásticos con el
dramatismo del empaste de la pintura. La capa pictórica es un relieve
que registra la gestualidad del artista. Con la materia pictórica la artista
moldea figuras; éstos son recursos formales legitimados por la tradición
pictórica. Con el mismo üatamiento formal, surgen desnudos, figuras
yacientes, perros, gatos. No hay una equivalencia entre el tema pictóri- La evocación sensorial de los colores y de las formas domina las obras de
co en sus obras es banal y académico- y el dramatismo gestual Ofelia Rodríguez. Pero más allá de ese impacto visual se descubre, ade-
-que más, una obra lúdica con una sensibilidad singular basada en el humor
con el que es representado. Hay huellas de Goya, Bacon, de la Violencia
de Obregón, de Andrés de Santa María. Su inspiración en e[ informalis- y el desgarramiento.
mo es convencional, carece de sustancia. Sus obras se emparentan con el surrealismo por su intención de li-
Su obra plantea apenas problemas formales de representación. iCó- berar el inconsciente, particularmente con la imaginación iconográfica
La hoja de vida de Patricia Thvera está nutrida de exposiciones inter- universo macondiano, la cosmovisión mítica, la fantasía de una realidad
nacionales. Pero esto no es un atributo de calidad. Le falm la persuasión desmesurada, imprevisible y, por ende, irracional.
artística. EI arte no es un paliativo hecho materia y gestos vacuos. EI ar- Innegablemente, sus obras heredan de las vanguardias artísticas: Mi-
te es pensamiento. Es instrumento de conocimiento, es signo cultural. ró; la función decorativa y simple de Matisse; [a expresión gráfica dc
Es una herramienta para quien 1o hace y para quien 1o usa. Y si no se uti- Alechinsky. Gmbién están presenres los ingredientes que han configu-
liza así, es algo diferente: decoración, talvez. Y ahí sólo entra en juego el rado la imagen prototípica del "surrealismo" natural americano. No obs-
gusto: la forma más pobre de concebir y disfrutar el arte. tante, las obras de Rodríguez logran desafiar el cliché. Ponen en eviden-
cia la contradicción en una forma que subvierte la obviedad.
Si en primera instancia se recrea una idea de voluptuosidad y exu-
berancia tropical, corno también una noción artesanal que rinde tributo
al arte popular, en otro nivel se adentra en un proceso de simbolizacir'lll.
En é1, elementos autobiográficos y psicológicos del microcosmos dc ll
artista producen una visión perturbadora que se funde con la dimensiírn
macro que implica [a experiencia cultural.
.
Artículo publicado en EI Tiernpo el 24 de marzo de 1991.
l.:r rt,lt,tt,ltr'itr, rrltttt'ltl tto st'litlrillt lr stt ltt¡¡llr.lt',,tt¡1t'rt. I rrt t'li¡.itt't tlt' Luls Caeallrno:
¡rirrt¡rrr lrrcxi(i¡lir liri..lir KrrlrLr y rlt'tttr liltisoltt llrtllt«:s,lt'l
l¡ Si¡11,,.1.'llr LOS SIGNOS DEL CUERPO
1opopular. Tiene, además, una calidad memfórica: el acto de coser alu- 'lcl ideal clásico sin desposeerro de una ecuación inextricabre cre
l:ros y Tánatos-, caballero suma y resta ias ambigüecrades y conflict.s
de a cierto principio femenino que es incisivo y a la vez restaurador. Hay
i,tcrmitentes entfe voluptuosidad y violencia, éxtasis y
una mezcla de desgarrami.ento y de "curación"' muerte, belleza
y I.ceración, mortalidad e inmortalidad, placer y
Lo femenino visto a rravés de las imágenes de Rodríguez es dócil y sacrificio, transgresión
y c.nfesión, religiosidad y emoción sensual.
agresivo. El collage inüoduce un elemento decorativo que no es del to- Su obra no concilia los con-
rrrlrios: los exalta, se ubica en el extremo desde el cual
do inofensivo. La deliberada torpeza en la elaboración de sus obras re- se desencadenan.
Irl cuerpo es el límite.
fuerza la dolencia que evocan sus imágenes. Introduce subrepticiamen'
cabailero establece una idenddad artística basada en ra autobiogra-
te un elemento drarnático: está representada la dolencia misma que es
f í. de una necesidad íntima.
,,hacer" arte. Su obra parecer referirse a la naturale za íntima y desgarra- La gran mayoría de sus imágenes opta por
tr,clucir un equívoco atávico: la contradicción de ra vida
dora de su proceso cfeativo. La invención de formas que afirman una vi' en su aspira-
t iti, de éxtasis. sobre este eje arquetípico clue da
vencia inefable es apenas visible en la relatividad de los signos' a sus imágenes la ex-
¡'rcsión simbólica de la espiritualidad humanista de la que habla pierrc
l;rrr.castel, toca ese extremo sensibre donde nace el
tabú; pone ar cles-
r¡utlo el valor relativo de los moralismos y de la
norma.
La de caballero es una búsqueda de ra soremnidad propia
de ra gra.
¡rirrrura religiosa, heroica e histórica. Er erotismo subliminal en aquellas
ve. El clima es encarnizado, más que voluptuoso. intereses artísticos que alentaban la pintura de Luis Caballero: la inten-
El interés espacial de esta primera exposición adquiere otra dimen- ción de síntesis, inspirado en el pop (del cual adopra, además del cokrr
sión en los años inmediatamente siguientes: el espacio se extiende y las f.erte y plano, ciertos códigos como las líneas punteadas, apropiadas ¿r
figuras, ahora básicamente siluetas hieráticas, se recortan sobre e[ fon- su vez del lenguaje gráfico de las tiras cómicas); la inclinación humanis.
do. El espacio es una superficie cromática lisa y vibrante tras los contras- tir y el deseo de exalmr literalmente la dimensión de la pintura.
, Luis Caballero entrevistado por Ramiro Ramírez; "Caballero y el erotismo", catálogo de la exposición,
galcría Garcés Velásquez, Bogotá, 1978. l.uis Caballero, "Caballero", plegable de la exposición, Biblioteca Nacional, Bogotá, 1968.
l.nOútnuru,.. firc un irct() Ílfirnriltiv<l t{c lu pitrtrrrn conro protng(»'ristir. ttttltlcrnista dc ln ¡rlrtltrt'¡r ¡l ()tr¡r rlc inspiración sinrbrllistn. lil cs¡lircio,
Las figuras, aun clentro del ambiguo rito dramático que persrlnifican, sc cltlc antcs era llcti¡lllcntc plirtro y irbstracto, se torna, a cornicnzos cle [0s
comportan como centros de tensión espaciales. En ese momento Caba- setenta, en una insinuación escueta de paisaje. La desolación es más [i.
llero se compromete abiertamente con la pintura moderna, a la vez clue teral, el ambiente más metafísico, menos abstracto. Son imágenes na.
niega uno de sus principios fundamentales, cual es la destitución del te- rrativas, compuestas en paneles a la manera de los retablos religiosos.
ma pictórico Realiza obras de proporciones descomunales, como si quisiera remediar
Pero si bien la figura humana es el emblema central de su "tema pic- lo que Roland Barthes llama "la crisis teológica de la pintura".4
tórico", no es el único protagonista: el espacio ssgg¡¿yi6- gg La colocación arbitraria de las figuras en el espacio, derivada de la
-como experiencia con la Cárnara del amor, se convierte progresivamente en el
un elemento simbólico de importancia equivalente. "El espacio es indis-
pensable y me parece el problema más difícil de la pintura".3 Las diver- vínculo con el arte renacentista. Recuerda esas figuras celestes, desnu.
sas soluciones en el transcurso de su historia plástica plantean diferentes das e ingrávidas, los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Las
formas de darle significación a la figura, "verdadera existencia", dice. figuras, de rostro anónimo, se iluminan con dramatismo. Los seres "or-
Sus primeras obras (1965-1966) registran, por ejemplo, una visión gánicos" de antes, se definen ahora más voluptuosos. Aquí se inicia un
intrincada de figura y espacio, como unidad plástica inseparable. El es- período más hedonista en cuanto al diseño de los cuerpos, y por ello cer-
pacio cromático de las obras que muestra en 1968 (Biblioteca Luis Án- cano al manierismo italiano. Pero, fiel a la naturaleza de todas las imáge-
gel Arango) contrasta con el alegórico delasPinturas anecdóticas que ex- nes de Caballero, esta sensualidad es tensión sin neutralizar. Se ofrece y
hibe en la exposición conjunta con Beatriz González en el uattl (1973). se repliega; cada cuerpo encarna sus sensaciones fluctuantes.
Desde finales de los años setenta aparece el espacio-ilusión, una con. Se acentúa igualmente la imposición del dibujo sobre la pintura. El
cepclón teatralizada del espacio clásico (piramidal, frontal, jerarquiza- óleo es aplicado transparente, inmaterial. Las líneas son cargas de ten-
do). Alterna estas obras con dibujos de visiones fragmentadas en las que sión, enfatizando la calidad de convención abstracta y no descriptiva
la intensidad del solo gesto representado que tiene el dibujo para Caballero. La carga emocional que se despren-
o cuerpos en acen-
-rostros de de las actitudes de los cuerpos se dinamizacofilos ritmos envolventes
tuado escorzo, por ejemplo- constituye "el espacio" de la imagen, en-
marcada muchas veces por la neutralidad del papel blanco y virgen. del dibujo, con el tejido de líneas sinuosas. Las figuras revelan su energla
a través de la potencia de estos ritmos. Estos "amarres" visuales contras.
tan con el paisaje yermo.
Estas obras se inspiran en la iconografía religiosa, y recuerdan por
Is paisajes y Ia nattndeTa m gmeral rn san más que una huiÁa su poses extremas, artificiosas, las actitudes de los cuerpos en las ex.
fuera del tiempo. De ahí la smsct¡ión de rye nada ha exisnda pulsiones del paraíso, flagelaciones, resurrecciones, etc., de los manie-
jrrntx, caÁa ue7 que nas entregcatús d, ese sueño de la materia que
es la twturaleza. ristas. Sin embargo, lo religioso está presente en estas obras más como
negación que como afirmación. Si todo erotismo es sagrado, como dice
E. M. Cioran
Georges Bataille,5 en este período de Caballero la presencia mística se
ubica en un filo donde la imposibilidad de comunión absoluta es flagran.
La culminación del espacio enla Camara del amor, traducido en un
cubo escénico real, lleva a Caballero a consideraciones más "clásicas". te. Estas obras sugieren más bien "la nostalgia de la continuidad perdi-
A partir de mediados de los años setenta, los cuerpos se convierten la concentración emocional del momento. La voluptuosidad de los tra-
en signos de una existencia desacralizada. Parecería que en su etapa an- zos de estos dibujos se convierte en un registro más pasional y violento.
terior se hubiese gestado la renuncia definitiva: ver lo sagrado a través Laluz es protagonista
fundamental del drama. Los cuerpos son muchas
de la relación amorosa es un estado de gracia inalcanzable. Realiza gran- veces lacerados, mutilados. Son también signo de un destino. La fatali-
des polípticos cercanos, en espíritu y en forma, a las pinturas del roman- dad es perentoria.
ticismo francés del el siglo xx. Lo humano suplanta a lo sagrado. La rea- La referencía a la violencia evoca ineludiblemente su origen cultu-
lidad (el éxtasis) pierde un sentido de trascendencia supranatural. Sus ral y las imágenes que recrudecen la visión de la realidad a través de la
obras se convierten entonces en iconos que exaltan 1o humano. Realzan prensa sensacionalista. Éstas son las obras más truculentas y literales de
la dimensión heroica de la pintura en contraposición a lo efímero y con- Luis Caballero. Podrían asimilarse a una forma tangencial de denuncia
rica en una versión dramatizada. intenta extraer [a esencia genérica. Hay que situar esta referencia en su
La "gracia" se busca ahora en otra trilogía: el artista, el modelo y la obra dentro del contexto simbólico de sus propias imágenes. La violen-
obra. Caballero dibuja del natural y recrea en las relaciones cruzadas en- cia es otro signo de coartación, de libertad restringida.
tre los tres protagonistas de su proceso creativo una situación emocio- En la etapa anterior, las figuras encarnaban un rito amoroso cuy()s
nal, un escenario ritual donde se concentra el drama del deseo. gestos, de unión o repulsión, de placer o sufrimiento, adquirían una di-
Esta forma de abordar el proceso creativo marca un giro radical. El mensión metarreal por habitar un paisaje simbólico. En ésras, la acción
dibujo al natural supone una mirada más analítica. Tiene como conse- es más descarnada, la voluptuosidad de los gestos pasa por el filro de la
cuencia un mayor realismo. Caballero ha objetado reiteradamente el va- violencia corporal. Los cuerpos aparecen con frecuencia semivestidos,
lor de la fotografía como arte: niega su poder de selección. Paradójica.
7
Entrevista de Luis Caballero con Ramiro Ramírez, catálogo de la exposición, galería Garcés Velásqucz,
6lbi.d
Bogotá, 1978.
en ln)sici()n('s ('xtt'cnl¡ls, lritgtttctttlrtk)s, c()n iurl ('¡u'g¡r visrrirl y t't¡rrrt'irl¡r¡rl tlltlt ttl)i(ltt(l t'lltocioltitl y ¡rlfstierr. ljstos I'cgistros tlc visiorrr.s li'lrgrlr.rrlir-
..,nccnlnttllr, ljsto irttrrxlrrce un scnti(l() nuís it¡ructlilrto irl crotisnl() (luc tlas sc fi¡cron suulln.lo l)rrra c()lrvcrtirse cn los puntos clc rcfbrcnci¿r dcl
sírlo la rnucrtc prrcclc culrrir c()ll r.rn vckl clc trasccndcncia. cu¿rdro final pero, a la vez, implicaban una preparación no sók¡ visrral.
Micntras más acerc¿r Caballero [a representaci(rn dcl conflictt¡ hu- Eran las acciones de un rito. Cápsulas de emoción para cargar el cu¿rdrtl
nlarlo ¿l su fuercl íntimo, más hiperrealista su mirada, no en el sentido final. Este proceso revela la importancia que tiene para Caballero vivir
cstilístico sino en la exacerbación del drama. Concentrar la mirada en el proceso de su arte. Es lo que le permite renovar la necesidad. Enfren-
cl modelo, transponer en los cuerpos un simulacro épico, exagerar la tar el dolor. Estimular el deseo para llegar a la creación momen-
tcnsiírn corporal para enfatizar los rasgos del drama, produce una visión
-ese
¡s ¿n5i2ds-, en que logra "un estado de armonía perfecta con el cua.
mhs teatral del erotismo en las obras que realiza en este período. dro".e Magnifica su voluntad de darle prioridad a la vivencia privada dc
su arte.
*** En este sentido, Caballero ha sido un provocador. Renunció al edicto
modernista. A lo largo de su trayectoria ha arriesgado intencionalmentc
Arnu4u rc fuera mas que pensar mi anerpo, hasa el pmm de
recanocer que el hecho que no pueda pensar n:lrs que mí aterpo,
afirmar su individualidad pese al peligro de ser anacrónico, reiterativo,
es rna aaíaÁ que choca cut l¿ cícncia, la modn,l¿ moral, mdas retrógrado. Niega ese peligro porque asume otros: el de afirmar su dife-
las coltctíuilada.
rencia, pero a través del acto creativo, que sólo puede ser intuitivo.
Roland Barthes Buscó la definición más esencial del dibujo, paradigma de lo que es
la sustancia del arte, ese registro sensible que no describe sino que hacc
No hay mejor medío de asociarse can In mente que ahnrla a ww
ifualibertitw.
ver únicamente 1o que él quiere hacer visible. El carácter autobiográfi-
co de su obra y su proceso son un exorcismo, un acto libertario y confe-
Marqués de Sade
sional que confronta la limitación. Y el compromiso que ha optado de
no diferenciar arte y vida 1o mantiene alerta para no desequilibrar la
El desenfreno de las obras de ese período encuentra otra intensidad a
ecuación.
rnedida que finaliza la década de los ochenta. Las batallas del heroísmo
ftrtalista se convierten en escenas de un erotismo más directo y menos
lCómo pintar el sentimiento y no la imagen dei sentimiento? lCómo llegar
alegórico. El impulso libertario es proporcional a la falta de libertades a esa imagen concentrada en que se mezclan placer y dolor; belleza, horror
(lue ofrecen los códigos sociales. y deseo? lCómo crear una imagen que sea reai sin ser descriptival lUna
Las obras que realiza a finales de los años ochenta, y las actuales, tie- imagen que se imponga y que no necesire una "lectura"? /Cómo llegar a 1o
l)cn una expresión plástica más sintética, de trazo más suelto, más suge- sagrado sin que se pierda 1o humano? lCómo reducir una emoción a una
forma y que esa forma sea un cuerpo, y que ese cuerpo exista fuera, inde-
rcnte. La obra más ambiciosa de este momento es el gran mural realíza-
pendientemente de mí?ro
rlo en Bogotá a finales de 1990.8 Esta experiencia pública dejó entrever
c()n mayor claridad las diferentes facetas del proceso creativo de Caba-
En última instancia, persigue una imagen que integre con pasión las
llcro y su significación.
dimensiones expresivas, simbólicas y vivenciales que resumen el mis-
Pequeños bocetos realizados con la intensidad del instante, con la
cspontaneidad del trazo, ponían en evidencia la voluntad de mantener
e
Enffevista a Luis Caballero por Ramiro Ramiez, op. cir.
10
Luis Caballero, "Caballero", catálogo de la exposición, galeía Garcés Velásquez, Bogoth, tlicicrrrlrl
'' l:x¡rosit'irin rcalizada en la galería Garcés Velásquez, septiembre de 1990
de 1978.
tcrlo dc cse "más nllá crótlco" dcl que hnhln ()ctnvkr Pnz,ll l,n lmngcn Juaru AruroNto RoDA:
donde el equfv«lco alcanza su mayor intcnsidacl, HABITAR LA PINTURA-
Ir Oótavio Paz, "El más allá erótico", en I-os signos an romcíóny otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid, 'Ensayo publicado con motivo de la exposición retrospectiva "Juan Antonio Roda: habitar la pintur;r"
1983. (Bogotá, Biblioteca Luis Ángel Arango, mayo de 1992).
,l)l¡u lnll llr ¡rirrrrrr¡r. () s('r'un (.sl)¡ul()l t.rr l'lrrÍs; vivir y rr.rrlrrrj¡¡¡, l1¡1,1,1¡, Llrs olrrlrs lt.nr¡rrrrrrrrr,¡rrt..lrlrrr Anlonio l{.xl:r rt.lrlizlr tlt's,lt,str llt.grr-
t'n ( lrlorlrIli:r. tla lt (itlkrt¡rIrirt, r'tt lt)55, trrlrniliestan cstir t'rcccsitltttl rlc rccirpitrrIirr lirs
Rtltl¿r hit vividtl trlt¿t contliciíln inv¿rri¿rblc tlc cxtrirnjcrrl, rlc lrlr[¡itlrr- cxperiencius clc la pintura moderna. Como en la gran mayoría dc l.linto-
te tlómacla. Se forrnó dentro de icleas fikrst'rficas y prllíticirs crlL:onrrarlils, rcs de este siglo, la presencia de Picasso es contundente. Roda toma cl
en medio de comportamientos sociales contrastantes: el clogmatisnxl dc ejemplo de Picasso como una experiencia global, y realiza obras en lirs
la estructura conservadora de su origen familiar, la opción libertaria clue que cohabitan el espíritu neoclásico en el recurso
encuentra en París (1950), donde se decide por no estudiar para apro- -particularmente
del modelo desnudo-, la descomposición del plano pictórico del cu-
piarse de su situación de artista plenamente , alaluz, tal vez, del espíritu bismo (La siesta,1957 yMeditación, 1958) y el sentimiento trágico de la
sartreano de la posguerra que ofrece la alternativa de asumir la existen- existencia del período azul (I-a familia de Senlis, 1954).Es una erapa clc
cia sin valores previos. experimentación en la que examina los elementos del lenguaje plástico
Luego el encuentro con una Bogotá gris y mojigata, adornada con buscando una expresión más esencial. Las composiciones son estructu-
Ios eufemismos de las buenas maneras y de las dobles morales: un con- rales; el color se independiza del naturalismo con el que antes trabajaba
traste grande con el temperamento directo del español; pero descubre (Desnudo en el campo, ca. 1943) y comienzan a regir la superficie y tonn-
también el impulso avasallador y vital de la bohemia franca lidades casi monocromáticas, a manera de atmósfera anímica. Roda sc
-obregón,
Cepeda Samudio y offos- del grupo de La Cueva de Barranquilla. empeña en reducir y clarificar la gramática de la pintura.
iQué puede resultar de estos etlcuentros y desencuentros? Roda, a Si bien es evidente su destreza en este momento inicial de su trayec-
pesar de cierto ánimo de escepticismo que lo caracteriza, tiende hacia toria, es aún prematuro decir que ha encontrado un lenguaje personal.
la necesidad de construir y afianzar un territorio propio: el espacio de la Es un período en e[ que revisa y analiza los modelos; a través de esta ex-
pintura. Su recorrido por ese ámbito es tan móvil como su circunstancia periencia esclarece sus propias necesidades expresivas e intereses plás-
de vida. La condición de no perrenencia le brinda la libertad de opción. ticos.
No hay verdades absolutas (aparentemente su experiencia le enseña que De los modelos existentes, Roda toma aspectos formales y temáti.
el contrario siempre existe): ni figuración ni abstracción. sólo predomi. cos. Es un clásico en la elección de sus temas alegorías, en
na la curiosidad por explorar la dimensión mental e imaginaria que ofre- -desnudos,
general, imágenes centradas en la figura humana-, pero, a diferencia
cen las diferentes posibilidades de la imagen y de la expresión visual; su de la gran mayoría de los pintores modernos que hallaron en los temas
trayectoria artística es un desprejuiciado itinerario por esta diversidad. tradicionales pretextos formales para subvertir, se alcanza a percibir en
las pinturas de JuanAntonio Roda una resistencia: la fidelidad a la tra-
dición temática de la pintura, en su caso, parece indicar, al contrario,
La ptruruRn coMo tNTERLocuroR el peligro que siente ante una inminente banalización del arte. Roda
enfrenta un problema generado por la pintura moderna. Al asumir cs-
territorio, Roda comienza por abarcar la pintura desde la
Para a{ianzar el te problema, revela su vocación humanista y su deseo de mantener unu
pintura misma. Ningún pintor puede negar que la pintura es una larga concepción trascendente del arte: síntomas, ambos, de su visión román.
conversación con otros pintores, que se sostiene a través de la historia tica del hombre y del arte. La trascendencia primer punto cardinirl
es el
del arte. Resulta superficial reducir este diálogo a una dócil recepción de que define su territorio.
influencias. Hay que ver en él un intercambio activo en el que lo nuevo
puede, en el mejor de los casos, modificar la percepción y experiencia
del pasado, dando paso a otras opciones expresivas.
Hasrtan AL orno: EL RETRATo gritvc.-- tlt'tcl'ttrilr¡r t'l¡rr¡rtnctrrc la atnr(lsli.rt tlcl rctnrlrl. N«r hiry, (.nt()n.
ccs, sókr ur)ll tntr)scripci(»r literal de rasgos físic«ls: hay intcrprct;tción.
Paralclamente a[ períoclo anterior, y com() una fl«rrma cle subsistcucitr, De esto puede concluirse que el otro es un aspecto fundamental cn sr¡
Roda recurre al retrato. Es el único género reincidente en su trayecto' obra: recurrir a la pintura como una forma de conocimiento, y de rcla.
ria artística. Esto podría verse simplemente como una faceta anecdótica ción con el otro, podría ser el segundo punto cardinal en su obra.
de su obra (lo que Roda llama con humor y humildad su etapa "alimen- Un matiz peculiar de la exploración del otro se encuentra en krs
ticia"). Pero el hecho es bastante revelador del prejuicio que el medio autorretratos que realiza intermitentemente, muchas veces como untl
colombiano tiene por la pintura moderna. Prefiere reconocer(se) antes forma de transición entre sus diferentes series temáticas. (Cada nueva
que conocer. serie implica en su obra una ruptura formal y conceptual respecto a la
Para sortear esta circunstancia, este género se convierte, a finales de anterior; esto es un itinerario de transformación visual que, si bien está
la década de los cincuenta y en los años sesenta, en una forma de camu- legitimado por el ejemplo de Picasso, pocos arristas asumen). Roda se
flaje, casi a modo de supervivencia artística, más que económica. Se en' proyecta al exterior de sí mismo. Se convierte en otro. Se distancia emo.
cuentran en los retratos formas, gestos e intereses plásticos reminiscen- cionalmente para volverse a encontrar. Observarse con la penetración
tes de las pinturas que realiza simultáneamente. La calidad plástica que perceptiva que ha desarrollado con sus modelos es una forma de sinto.
envuelve las fisonomías demuestra su preocupación obsesiva por conti- nizar con sus intereses más íntimos. Por ello los autorretratos pueden ser
nuar buscando nuevos y curiosos modos de marcar su territorialidad. vistos como una pausa de autorreflexión, como una metáfora, una in-
Una podría ser la posibilidad para él de conocer trospección sobre el acto de pintar y de ser pintor.
-subrepticiamente
y cual antropólogo idiosincrasia desconocida (de hecho, Roda es
Su ¡'rintura estír carglrd¿r dc [a intcrvcnci(ln de dos estilclrs dc concicl'rcilt: mcnt¿rl del drama, cargado del peso histórico y sirnbólico de la constrr¡c-
una cercana al automatismo de los pintores expresionistas abstract()s, y ción arquitectónica española o del gesto grave de la muerte. En ltts Lut¡t-
otra, fruto del oficio, marcada por su profundo conocimiento y respeto bas, la muerte adquiere igualmente una expresión superlativa, iucltrstl
por la tradición pictórica. Esta combinación revela una concepción de con rasgos de inmortalidad, ya que aquélla no es la común, la nuestra «r
la pintura como experiencia psicológica y espiritual. la de cualquiera, sino la de Felipe II, Agamenón, §7eber o Shakespearc.
Arriesgarse por esta opción es un paso decisivo dentro de la trayec' Cada vez más, la atmósfera dentro de la que se construyen estas t.ril-
toria de Juan Antonio Roda. Implica hacerles frente a los prejuicios que rraciones ("narraciones" porque se desenvuelven en el tiempo y en el cs-
é1 mismo puede tener respecto al arte abstracto: simplificación excesiva pacio) se convierte en la escenografía del drama. La reiteración dc cstir
del lenguaje o uniformación y banalización del arte. Pero también im- dirnensión de la existencia a 1o largo de su carrera artística es un terccr
plica ajustarse a la nueva relación consigo mismo que reside en e[ suce' punto cardinal que delimita su territorio. Muchas veces esta presenciir
so, inédito para é1, de ubicar en primer plano [a expresión de su propio exaltada del drama daráa sus imágenes un tono teatral y grave. Roclir
temperamento interior. recurre, con frecuencia, a una economía de elementos para crear ten-
Este período netamente abstracto decir, en que los títulos de las siones, para intensificar la superficie, bien sea mediante contrapunt()s
-es
g¡¡s¡ie¡- gestuales, tonalidades cromáticas, claroscuros o relaciones simbólicas,
obras no aluden a la realidad está representado por una pe-
queña serie de lienzos. IJna vez sumergido en el proceso, Roda regresa como en el caso de sus grabados.
al territorio deslindado por sus puntos cardinales: la trascendencia y la Ins Escoriales inauguran el trabajo por series que será característi.
necesidad de expresar su relación con 1o otro. co de su proceso creativo. Esta manera de trabajar revela una forma dc
aprehensión orgánica del tema.
HaerrRn LA MEMoRIA [..,] un pintor de temas fijos, lo cual equivale a decir de obsesiones o dc
es
pasiones ffjas, capaz de trabajar dos años sobre una imagen de una tumba
absurda y barroca de El Escorial, más de un año e¡l-as tumbas; igual tienr-
Lo otro puede se! acaso, interioridad, memoria, nostalgia, vivencia ima-
po en los Feltpes IV . Tiene el empecinamiento de captura¡ de poseer senso-
ginaria. Las pinturas abstractas de Roda comienzan a ir más allá de un rialmente un tema.r
repertorio visual de gestos, colores, ritmos y formas, y a evidenciar que
están imbuidas de significado. Roda descubre que si la pintura flo es re -
Cada nueva obra parece sugerir y abrirle al pintor nuevos espncios
presentar, entonces puede ser presentación. iPresentar qué? En su caso, para explorar. Su proceso creativo, en secuencia, y la misma concepciílrr
la respuesta son las sumas y restas de su intuición sobre la naturaleza de orgánica de sus imágenes, se emparentan con la noción del devenir rlc
la existencia. los románticos, con la idea de la existencia como un flujo permancltt.c.
Así aparecen las series El Escorial (1961) y Las twnba.s (1963), cons- Se relaciona igualmente con los simbolistas del siglo xx en su deseo rlc
trucciones plásticas que hace su imaginación a partir de experiencias dar prevalencia a la sugerencia más que a la descripción.
sensoriales. A diferencia de la etapa anterior, estas dos series introducen Aun más tarde, cuando realiza la serie l-as uentanas de Suba (1970),
un nuevo elemento a su obra: el tiempo. En ambas, Roda recurre al tí' el espacio atmosférico que inventa entonces a aquel dc lrs
tulo para indicar coordenadas precisas de tiempo y espacio y abrir su es- -diferente
I Marta Tiaba,
pectro expresivo a una dimensión metafísica. "L.os Felipes de Roda", en Crorno.s, Bogotá, 1965.
scrics iu)tcri()[cs l)()l'lir tlc¡lrrrirciírtt tlcl ¡rlitnt, ¡lictírrit'rl t'slitrlt cltrglttlo cxclttsiv¡ttltt'ttlc t'ottsirlt't'¡rt'io¡lcs (lc Ilirtrrrllczir cstí.tic:r, sirro tirllrlli(.tr rlt.
de signos y sítnbokrs que sintctizitn ut)a cxpcricncia, sin rcct¡rrir il (:sl)c' orclcn ótico. A ¡rirrt ir r.lc lir scrie dc l-os r^elipes, Roda comicnz¿r unrr incl¿r-
cificaciones realistas. gación de la condición humana, que adquiere un aura particular cuirnclo
realiza-bajo el signo de Bacon- la serie l-os Crlsros (1968).
En esta pequeña serie reincide la voluntad de trascendencia que pcr.
Haarran EL HoMBRE
mea toda su obra. La imagen de Cristo es la de la desesperanza, de la
impotencia. La religión no es opción de redención. En estas obras cl
Escenificar el drama con el solo recurso de los elementos plásticos pare'
espacio pictórico desolado- opera como una estructura
ce no basrarle a Roda cuando inicia la serie Felipe IV (1964-1965). Se- -despojado,
simbólica. La acción de la pintura consiste en el testimo¡ie el ras-
gún el auto! no pinta los Felipes -¡¡2s
go incisivo de sus trazos- de una turbulencia metafísica.
Es curioso el contraste de esta serie con el Crlsro que realiza en 1990
[...] para decir que era un rey decadente. No guardo ninguna relación con
para los padres redentoristas. En esta imagen el Cristo es una figura am-
la técnica o con los colores de Velázquez. Támpoco pretendo revaluaciones
formalistas ni una variación pictórica del original. Es simplemente una per- bivalente. Está desnudo (1o cual hace palpable su vulnerabilidad), pero
sona que sufre, representada a través de gamas distintas. no está crucificado: extiende los brazos en señal de esperanza.
Esta imagen aparece en un momenlo particularmente desgarrado clc
La fruición de la buena pintura. Yelázquez es ciertamente un mode' la historia social y política colombiana. Roda le hace frente a la barbaric,
1o incomparable para Roda. Prueba de ello es el amor y el conocimien' pese al sentimiento trágico que impregna, por regla general, su obra. Es
to que les transmite a sus alumnos, en la Universidad de los Andes, por una contradicción que se resuelve tras las palabras de Ernesto Sabato:
el pintor español. Como ejemplos están las obras que Beatriz González
.] E.r un mundo perfecto no habría necesidad espiritual ni psicológica
realizó de I¡ rendicíón de Breda (1962-1963) o l-as Meninas, de Luis Ca- [. . de
esperanza. Si nace y resurge después de cada calamidad es porque, en gene.
ballero (1964).
ral, queremos vivir hasta desesperadamente.2
Pero, más allá del homenaje aYelázquez, Roda explora, nuevamente,
la condición humana. El rostro de Felipe IV se convierte en una espe- Sin embargo, no son el dogma religioso ni el sentimiento místico krs
culación sobre el sufrimiento. La práctica de la pintura abstracta le per' que brindan la posibilidad de esperanza, sino una concepción trascerr-
mite a Roda concebir la imagen como un todo. La figura de Felipe IV dente del hombre.
se funde, invariablemente, con el espacio atmosférico dentro del cual se
inscribe.
A pesar de la variedad temática, Roda siempre regresa, casi incons' Haerran EL cuERPo, HABITAR EL suEño
cientemente, a ciertas preocupaciones que pueden ser consideradas
existencialistas, tanto a nivel psicológico (en función de aquello que la A partir de 1970 aparecen nuevos signos en la semiótica personal dc
fenomenología toma por existencia integral, sin distinción entre dimen- Roda. Su discurso se teje a partfu de relaciones simbólicas arquetípicas:
siones ocultas y conscientes del hombre) como a nivel del sentido clási- el erotismo, la seducción, el dolor, la muerte. Estas dimensiones
co de esta filosofía, que considera la muerte como fin determinante de
-quc
ocultan y revelan tensiones represad¿5- son el tema de las difererrrt's
toda posibilidad. series de grabados que Roda realiza en la década de los setenta.
Por eso no es de extrañarse que Roda pueda moverse sin tropiezos ¿
Ernesto Sabato, En¿re kletrayla songre, conversacbnes conCmlns Carani.a, Seix Banal, Bucnos Airt.s,
entre la figuración y la abstracción, pues lo que motiva su obra no son 1989.
l.lr t(.t.rrit.rr tlr.l gllrlrlrtkr lrl'oport'irlrut t¡llíl tttt('v¡l ()ln)rllll¡i(lll(l ¡r:rrir lir,. llllil
l'('¡l('('ií)lt ¡llrrtrtki,iit'rr: l{rxlir rclrli;lr rrllÍ l¡r st.ric lilorrr, t'orrsisl(.¡tr. (.1¡
¡rcrtiil6lrs visr¡r[:s rlc l{rxlir. IiI rlibtrjo, Iucrliatizirtltl ¡lor llt liitrtirrlt tllctli' l4lgrrlrlirt'rtt's. Al igtrlrl t¡rtc cl cicntílico (luc l)cnctril cl nristr:rio tlt.st.r,-
lica y, prlr tilttt(), con untr línea exprcsivir mcll()S esp()lltállca y uri'ts ctltr' Illt¡ltitl tlcl Nrrcvtl Mt¡trcltl a¡rr<l¡riÍttclosc clc la intintirltrcl r.lc srrs lníis t¡(,-
trolada, ofrece una dimensión más mental, incluso mírs abstracta para ntrcltls clctalles, Rttdtr parecc rctolr¿rr camir-ros dc su cxpericnci¿r crll«lr¡.
la imagen, mostrando así la arbitrariedad del término para desiguar ca' biana, inspirado en las láminas de la Expedición Botánica.
tegorías visuales. El grabado en metal refuerza las tensiones de la pola- Eltrazo es más suelto y sensual; la imagen más plástica en esta scrie
ridad: el contraste de negros profundos iluminados con figuras en cla- de aguafuertes que anticipan la importante etapa pictórica que llcvirrh ir
roscuro realza el carácter dramático y teatral de sus temas. La solemne cabo a su regreso al país, cuando realizalas series Flores (1988) y Mr»r.
apariciones que surgen entre sombras. Son visiones impregnadas de una Muchos autores han encontrado una huella nostálgica en la .hra dc
estructura más literaria que en Sus offas obras, por Su manera de crear Juan Antonio Roda, particularmente por su referencia constantc, [)icr)
una sintaxis a partir de signos y de símbolos. La dimensión espacial suge- sea temática o imágenes atávicas de la cultura religiosa--,
-Escoriales
rida parece imbuida de una atmósfera de irrealidad, de ensueño. Tiene bien sea atmosférica, como la dimensión trágica de su imaginería. Pcro,
un cafáclef narrativo implícito pero a la vez sugerente pof la naturaleza a la luz de las obras que realiza a su retorno a colombia, se podría pc.lsilr
sintética de los signos. que la nostalgia era la cara oculta de un exorcismo personal.
temperamento: la disciplina de la mirada, ejercida a través del retrato, ser español y nacionalizarse como colombiano es tanto una renuncia c«1.
encuentra aquí otra forma de expresar su aguda precisión perceptiva. La mo un desdoblamiento que le permite, además, afirmar la arbitrariecl¿rtl
gestualidad lírica de sus pinturas se transforma en incisión paciente, ana- de las definiciones. Como Ortega y Gasset, parece declarar a travós tlc
lítica y meditada. Cada medio ofrece para él su propia poética visual. su obra: "Yo soy yo y mis circunstancias". La obra de Roda podría vcrst.
Este carácter simbólico, tan propio de la pintura mística española, como una forma de introspección que niega los valores a priori y qrrc uslr
inspira una serie de pinturas que lleva por título lrrts obietos del culto la pintura como una forma de individualizar su experiencia.
(1977-1979). Ésta tal vez sea la serie menos acertada de la trayectoria El encuentro con Barcelona y el retorno a Colombia pareccn crrl.
de Roda, porque la plasticidad de la pintura tiene en sí misma tantas in- minar el exorcismo. La exuberancia toma una rrueva dimensión .:r) sus
tervenciones gesto, el color, la relación figura-fondo- que la pre- obras, ya no en términos de la tragedia barroca que subyace en Lo.s ljs-
-el coriales o Las tumbas.I-as flores ya no ocultan una alusión erótica -.gi-
sencia tan literal de símbolos resulta anecdótica y artificial.
necológica-, como en los grabados de I-a flora. son la explosi(»r rlc rrrr
sentimiento. La gestualidad en estas obras tiene un matiz menos clralnli.
HnerrRn LA NATURALEZA tico que en los lienzos de Las tumbas. Un espíritu sensual habitl ulrorrr
su caligrafía.
Durante un corto período, Roda regresa a la Barcelona de su infancia en Este espíritu, igualmente lírico, tan romántico como los scnl.irnit.¡¡.
urliclad de cónsul de Colombia. El retorno a las raíces parece inspirarle tos que embargan el conjunto de su producción artística, encucr)r ril, sin
(,¡11)¡trgo, otr'¡r lt.l¡rr'ión r',,1r ll
itrrirgt'tt ¡ritlíltirrir, l,¡t tttilltlt'iir tlt'l gcsttr
Arua MnnfA RUEDA:
tlr.tirllir,[1l, ¡rusicll, solrrio, s()n)l)l'í() rlc l.os Ij.rt:rrlir¿lcs sc vtlclvr. llgr('' HACER VISIBLE LO INVISIBLE
siv() y csrructtrr¿rI en lts lkncs y trún utíts c,ltrttttrclctrtc ctt lils Mr»t¿¿¿lt¿.s
rluc cxponc cn 1989. Roda se ha libcrado, cle alguna l)lancril' cle ttrclas
llls ciltcg()ríns exteriores a é1. Ya no se apropia del tema pict(lrico ctl'
lu)() p¿rrtc de la función binaria y forma-, sino como un¿l
-contqnido
rr¡idatl inclivisible de su expresión. "Ésas son mis montañas", declara.
(llran tan-rbién sus Escoriales y sus Tumba.s, pero en ellos había un dis-
ra¡ciamiento de la nosalgia o del exorcismo- que volvía
-producto
str pirrtura un laboratorio para procesar el recuerdo). Con las Montañds
ru1l hay distanciamiento entfe motivo y expresión: están ligados inexo-
rablemente. Hoy en día, cuando la época parece favorecer el uso de medios experi-
Las Montañas y la siguiente y más reciente serie, I'as ciudades perdi- mentales, los pintores enfrentan un reto particularmente difícil. Caclrr
/as, son las obras más audaces, en términos pictóricos, de la trayectoria artista tiene una idiosincrasia personal en su forma de articular su pcn.
clc Roda. El color irrumpe, desafiante, las armonías monocromáticas de samiento visual, su sistema relacional y su lógica personal. Cada uno sc
strs series anteriores. Provoca disonancias, contrapuntos, sin la caligrafía diferencia por qué piensa y, también, por cómo lo piensa y cómo 1o col.r.
sir-ruosa y sin los claroscuros metafísicos de Los Escoriales. vierte en lenguaje. La pintura de Ana María Rueda revela una perma-
La trayectoria de Roda es un crescendo que va revelando su total ne- nente exploración de su intuición personal a través de un imaginarirr
ccsidad de la pintura. En su complejo itinerario por diversas instancias abstracto y sutil que evoca las dimensiones arquetípicas de los cutrtro
clc ltr imagen ha abarcado una dimensión del oficio en la cual habitar la elementos y, más aún, lo que encierran sus interrelaciones mutuas: lil
¡rintura es, para é1, una forma de ser y estar en el mundo; en otras pala' expresión y transformación de la materia, la energía y el principio vital.
[¡ras: la manifestación y el ejercicio de una ética vital. Su serie actual sobre el aire ha superado una etapa ilustrativa quc
caracterizaba su trabajo anterior. Sus pinturas actuales ya no planteau
cómo representar e[ elemento; por el contrario, su plasticidad está inl-
pregnada de su esencia vital. El lenguaje plástico tiene una agencia cx.
presiva. No se sienten los titubeos técnicos, a veces presentes en sus
obras anteriores. Só1o surge en la superficie el registro sincero de las vir.
cilaciones y decisiones que formaron parte de su diálogo con el lienzo.
Es un proceso franco e íntimo que ha logrado la compenetración enrrc
su pensamiento y sus medios. Ella llega a un terreno visual en el cual lir
superficie es la huella del elemento: su poder de transformación y gcnc-
ración de vida. Logra fraguar una imagen por medio de su esenci¿.I y nrir-
nifestación fundamental.
,
Artículo publicado enELEspecadnr el 29 de mayo de 1994
l,¡r olrrir r[.Anlr Mirr'Í¡r l{r¡r,rl¡l (.stf nutl'i(l¡r p()r un l]r'()('('s() rk'it¡rrctttli- Nnorru Osprrun:
:rirjc pt,rsorrirl. ljl lLtc ¡rirrir cllir cs, ilntc lockr, ttn tttctlirl ¡rltt'lt tlcsettlrrirst', PRECOLOMBINO POSTMODERNO
sul)cnrrsc y cottr¡ritt'tir su cxpcrictrcia. E,l altcccclaritt c¡trc rctlitctíl y lltr-
hlic(r con ocasi(¡n dc su exposici(rn actua[ en la Garcés Vclírsqucz señalit
a strs c(rmplices conceptuales, espirituales y artísticos y a kts símbolos y
rcfcrcnci¿rs cardinales que ha elegido pala su recorrido artístico interior.
'Airc, Azul, Aliento... Crecer, Caer, Construir, Destruir, Etéreo... Klee,
Krishnamurti, Levitación, Memoria...", son indicaciones de una bús-
clucda que amalgama 1o artístico y 1o espiritual, lo que cambia y 1o que
pcrmanece como fuerza vital, creadora, destructiva y transformadora.
Lo espiritual en la obra de Ana María Rueda es a la vez tema y medi'
taci(rn. Rueda recurre a la pintura como un medio de conocimiento per- Bogotá es una ciudad que cuenta con pocos museos. Hay tres, principal.
srrnal. Su pintura es su pensamiento mediatizado, entretejido dentro de mente, que intentan dar cobertura al paffimonio nacional para consoli.
un¿l estructura de lenguaje. I por eso mismo, la comunicación artística dar una imagen de identidad. El de mayor prestigio es el Museo del Oro,
cs una transmisión abierta y paradójica que nunca se completa. No hay una construcción modernista de finales de los cincuenta, que reúne los
garantías de que un artista logre, cabalmente, articular todos sus signifi- objetos y orfebrería precolombina, en un despliegue de lujo con visos dc
cados, ni que el espectador los perciba totalmente. Sólo accedemos a 1o joyería fina. En medio de la penumbra, pequeñas luces puntuales ilumi-
que nuestras propias dimensiones simbólicas nos permiten entender. La nan y dramatizan los restos dorados de un glorioso pasado espiritual. Las
comunicación es básicamente un diálogo intersubjetivo. calles destrozadas alrededor del museo son sintomáticas de la corrup.
Su abecedario plantea: lpuede el arte ser invisiblel Se puede dejar ción administrativa y del desamparo en que vive la población civil. N«r
a su maestro Klee [a respLresta: "El arte hace visible 1o invisible"' Esta dificil pensar que el nexo cultural con el presente y ese pasado mítico
es
visión etérea y romántica de la creación artística es, en el caso de Ana y mitificado es el eslabón perdido de la farsa política que ha corroído la
María Rueda, un propósito personal válido y valiente. cohesión cultural del país.
En 1992, Germán Nadin Ospina ganó el premio mayor del Sal(lr
Nacional de Artistas Visuales, el certamen de mayor importancia dc
Colombia, con una obra titulad a In partibus infidelius (En tierra de infic-
Ies). Esta obra "recreaba" una instalación museal de objetos precolombi.
nos imaginarios con piezas "antiguas" nuevas, fabricadas por indígenas
contemporáneos. El espacio ambiental constaba de muros pintados con
paisajes selváticos y ruidos de chicharra. Era una parodia de la recons,
trucción del pasado en el ambiente descontextualizador del museo ct.
nográfico, que impone una mirada aséptica, estética y desnaturalizadrlrir
sobre objetos de función religiosa. El museo, como espacio sacro, esce ni.
fica una estilización del pasado precolombino e idealiza una cohercnciir
.
Artículo publicado en la revrsta Poliister,vol.4, Ne 11, México, inviemo de 1994.
lristririt:r .¡rr.' ,,1''lilt't'lr los sltltgrit'ttlos t'¡ristxliot tlt' l:r ('(ttl(llli\lll ('s[:lll() s('llllt(i(ltl y llr sitrrrtlrrtiírlt cs{lilt ('tl ('s(('nlr l)()r(lu(.t'l lrll tl..lrllisl:r t,sl¡i
trr. lil rrrrrst.o t.slirhlr.t'c un:l nucvlr gnrtttiitir'rt l,:trrt l.rs o[r.ft'los; los ttttittt- .lcsl,lrrz:r.1,, tlt' su ¡rro¡¡¡gonisrnrl l)lr':r (()nv('t'lit'sr. t.n .lil't'. 1.,t-t,,,',,,t,lt1irfrt
l;r,lt'ntr.,.lc rrrr sistcllrir..lt'virl,rr.'s rluc l)()c() ticrrclt (ltl('v('r cotl stt sig- rlctrlis rlc banrhllinirs. llirrthcs (ll rnrrcrtc rlcl irtrtor) , [)trclrlllll'r (l:r ir¡.,rr-
rrificaciíln rlriginal y nr.lcllo c<¡n la nccesiclad r-lc satisfaccr las c]clrutntlits ¡riacitiu tlel «rbjcto clc f¿rbricacirin ajcnir) y Bauclrillarcl (la sinrrrlrrciírrr)
tlc lir simn[¿rciírn como única re alidad posible. Es un medio pnra cousclli' p¿rrcccn scr l«¡s mentores de la obra.
Io contemporáneo y El Dorado para ser eternamente per' quiere una nota de humor y perversión más literal. En medio de ol'rjctos
-inventado cerámicos dotados de un lenguaje formal "precolombino", incluyc rrnir
rlirlr-, de historia y ficción, de representación y simulación, se desen-
vrrclvc esta obra de Nadin Ospina. El arte se convierte en la opción pos- serie de personajes extraídos de los dibujos animados de los Simpson,
rrrrrdcrna de configuración religiosa (del latín religare: volver a unir). traducidos con el hieratismo, frontalidad y materialidad de piezirs clc lrr
El recurso de la apropiación se convirtió en pieza de engranaje fun- cultura agustiniana prehispánica. Los personajes se llaman Críticos bizu.
tlamental de la obra de Nadin Ospina en los años siguientes. A finales rros y aluden socarronamente petite histoire- a una sitr¡¿rciíllt
-como
rlc 1993 presenta una instalación titulada Fausto, en una galería priva- nacional donde los críticos no salen de moldes de vanidad y de mcdiocrt.
tla de Bogotá. Dice Baudrillard que es más humano "depositar nuestra poder en deffimento de la complicidad y del poder comunicarivo. Sin
suerte, nuestro deseo, nuestra voluntad en manos de alguien", que es embargo, más allá de situaciones parroquiales, las piezas parecen pur()-
rnejor ser "controlado por otro que por uno mismo"'1 Esto es 1o que pro- diar el discurso de "centro y periferia" que tanto ha estimulado el del"lirtt
vrrca Nadin Ospina cuando asume el rol de Mefistófeles. Negocia con contemporáneo. Los personajes del mass media se fijan dentro del mol.
Carlos Salas la adquisición de una de sus obras mayores, un "alma" titu- de "precolombino" para convertirse en una especie de Aleph borgiano
lado La anfibia ambigüedad del sentimiento (1989), calificado por el críti' donde convergen tiempos, situaciones, visiones de cultura y relacioncs
co colombiano José Hernán Aguilar como una obra maestra de los años geopolíticas. La mediocridad de la clase media-media norteamericirnl
ochenta nacionales. La obra es descuartizada por Ospina. Es decir, su es enaltecida trasla simulación formal de la sacralidad precoloml'ri¡rr.
arnbición (una tela de 1,50 x 10 metros) fue fragmentada en módulos de El equívoco es un servilismo cultural que desvirtúa dignidades e iclcnti-
formato doméstico y reinscrita dentro de los términos de sus propios có- dades. Es parte de una transculturación propia de la hibridación aurrul;
cligos formales; ocho floreros de rosas blancas en el centro de la instala- pero también, el desplazamiento de El Dorado a cualquier provincia rlt.l
ción en el texto de Goethe son las flores de la salvación-, coros Norte como única opción de paraíso. Esta pieza también deconstrrryr.'
-que como la instalaciónlnpartibusinfidelius- ese inrenro de fijar co,,r.-
celestiales y el eco reverberante de aplausos concluían la complicidad y
-tal
[¿r ironía.2 Con los aplausos bajaba un telón imaginario; Ia representa- denadas de presente a partir de un pasado cuyo nexo con la conterrr¡ro-
ción llegaba a su fin: las luces de la sala se apagaban. raneidad es sólo una sospecha.
Tánto el museo como la galería de arte se convierten en espacio tea- En medio de un debate crítico de multiculturalismo que busca salvirr
tri,rl en la obra de Ospina. Hay una ambientación ambigua. La repre- a toda costa un concepto más complejo de lo "americano", la obrlr tlt.
Nadin Ospina desarticula todos los exotismos que han ambient¿rckr cslt.
discurso. Las piezas precolombinas de su invención representan hi¡,o-
| ( )rrrkrs Salas, "¡.EIOU; a la manera de tc, seis propuestas para una obra postmoderna a partir de la afir-
trrrciín cle Degas'iPintar un cuadro es como cometer un asesinato: es preciso tener previstas todas las pótamos, cocodrilos y tortugas africanas, es decir, todo, menos l«r rrrut'
ltllx ! "', catálogo, galería Arte 1 9, Bogotá, octubre de 1 993.
t , r rrr
ricano; es la invención mítica de 1o americano. La carencia c{c rrn ¡rotlt'r
Álvrrnr Medina, "Melistófeles y Fausto", enMagaxín Dominical de EL Espectalor, Bogotá, 13 de mar-
:,,,1,1994. espiritual nutrió la necesidad de que el multiculturalismo tonlilnl lur (.\
pirei()(lcnll'orlr, lircrrltrrritc()lltcrn[)()ráttcit..l¡ttrt't'csitl¡ttl .lt'ttttrct()rll() Eúes Hau:
ir l¡ts ¡irlccs cr,ry(xi l)l'()lirg()nistils yit n() s()tl lits cttlttlrtts itLelticlts, ¡xl¡lttlit' JUEGOS EN SERIO
rcs, {c il¡torcs auóltinros, conl() cl) óptlcirs clcl ctrbisnltl, sintl stlfistica'
tlps irrtistas "pcriféric9s"- y ha hecho que la ritualidad se haya corIVeI'
tijo cn fctiche cultural ideal para reivindicar y legitimar una diferencia
cultural. Sin embargo, la obra de Nadin Ospina juega con estos nuevos
¡lrrltrltipos de exotismo cultural. Burla el cuarto de hora de neoexotismo
(q¡c el malentendido multiculturalismo le ha otorgado a los artistas) y
sitúa algo que ha sido un fin de las estrategias artísticas de la posmoder'
rriclad periférica, en un medio para decir que la esquiva identidad es un
(Norte-
l]royecro político que esrá aún envuelto de dialécticas binarias
Las escukuras de Elías Heim (cali, 1966) hacen guiños a las gran«les
Srrr; centro-periferia) y que admiten una deconstrucción mayor para ex-
tradiciones del arte colombiano. Logra combinar dos aspectos contra.
pfulrirr otras opciones dentro del programa artístico multicultural.
dictorios. Por un lado, la tecnología y el acabado industrial de sus obras
Eljuego del Fausto precolombino de Nadin es no sólo el de apropiar-
evocan el optimismo modernista de una escultura de Edgar Negret. pe.
sc dc las almas de otros (alfareros indígenas actuales, artistas contempo-
ro, además de cierta solemnidad y espiritualidad, sus obras también g«:-
rírncos), para hacer del acto de la apropiación un mecanismo de supervi-
zan, por otro lado, de u tido del humoi¡EGo y lúdico ue recuerda
vcncia artística que convierte e[ pillaje en una prácdca.cultural legítima,
las obras de artistas Fern¿rndo Botero, Beatriz González, Bernardo
sip.l el de trasladar la noción de cultura, de identidad y de subalterno
Salcedo Lo grave y lo liviano. Estos recursos contra.
cr¡ltural en un camino aún por explorar. El humor, en esta obra, es un
dictorios reflejan el juego serio que caracterizasus obras.
instrumento que abre una vía posible para encontrar un revés a las de'
Pero estamos en un momento histórico diferente y con otra sensibili.
finiciones del momento.
dad. La gran diferencia que podría establecerse, entonces, entre Heim y
sus predecesores' es el cambio de verdades por una parodia que pone
en
duda valores institucionales.
Ties piezas, que funcionan tanto individualmente como en conjun-
to, conforman esta exposición. La primera, Extr.ctor de atmósferas acu-
muladas, es una pieza en dos actos. El interior y exterior del museo están
"comunicados" a través de una máquina que aspira el aire contaminado
del interior a través de tres conos de extracción industriales y lo exhala
afuera a través de una chimenea que recuerda aquellas que se usan para
las obras de mantenimiento urbano. La máquina aspira, absorbe y neu-
traliza los residuos atmosféricos de exposiciones pasadas aura del
arte- para transmutarlos y exhalarlos en la forma de un -el
humo blanco
períumado de coco. Habemus arte consus propios instrumentos de puri-
ficación, como si se tratase de una nueva religión posmoderna.
ffiposición del artista (Bogotá, uara, julio de 1995).
l,ir scgrrrrrlrr ohrrr cs ltarltr«hn uuto¡nitlico dc rrrrr.rcos, rrtrir ¡riczir iultlt)- Eouanoo Raufnez Vtllrr¡rzan:
llorrrírrlicir c¡uc "lL'ctrnrlir cl cspacio". Ilstít c:()ltll)ucstir rlc tlttctos clc ¡tirt' LA UTOPÍA DEL ESPÍRITU-
irconclicionatll quc jtrdetrn r¡ricutras penetran "sexualntcntc" los muros
dcl museo receptor pasivo. El espectador se convierte envoyeuristu,
-e[
tcstigo de un acto inútil, excesivo, casi pornográfico, pero sobrecogedor
clLle es "producir" y "reproducir" arte.
La tercera pieza, Ecos de wt juego venecidno, es la más ambiciosa e in-
teresante de las tres. Consiste en un gran aparataje mecánico y eléctrico
cn el que seis "pescadores", con pantalones de caucho verde en poses
eróticas y masturbatorias, se inflan y desinflan por sistemas de ventila-
ción, creando una coreografía desoladora de torpeza e ingenuidad mas-
culina. Lo femenino vendrlan a ser los cables y los conductos que ani- La escultura geométrica es una tradición en Colombia. Se inauguró c<ln
man la operación. Eduardo Ramírez Villamizar, Edgar Negret y Carlos Rojas y fue desen-
El ambiente es industrial, cómico y lúdico. Su poética una de volviéndose en diferentes direcciones en las generaciones siguientes, a
-es través de la obra de escultores como John Castles, Ronny Vayda, Alber.
contrastes- construye un juego intelectual y visual basado en la inun-
dación que las instalaciones del museo de la Grtulia sufrieron con el to Uribe, Hugo Zapata y Germán Botero, entre otros. Sin embargo, por
desbordamiento del río que corre frente a su predio. El rescate de la alguna razón di{ícil de explicar cabalmenre, esra forma de sensibilidacl
colección permanente del museo resultó de la "pesca" de las obras por no ha contado con la comprensión o con la ponderación merecida. Rrr.
entre las aguas. Esta obra de Heim igualmente alude a un fenómeno si- que, también por tradición, el público de arte en Colombia parece teñcr
milar que acontece con frecuencia en Venecia. Como las mujeres y los una vena sensible abierta a narrativas más explícitas color, a la fcs-
-al
tividad, a los sentimientos, a la sátira o humor de un artista como Botc-
niños en momentos de grandes tragedias, el arte aparece en esta obra
como una entidad vulnerable pero indispensable para la sobrevivencia ro; o a las pasiones, a las intensidades telúricas, a las emociones "tro¡-li.
de la cultura. Pero esta elucubración poética con el afte y la historia y el cales" de un Obregón, por ejemplo.
rol de un museo se desborda por la insistencia con que Heim representa Pero esta polaridad aparente dentro del arte colombiano, que se asc.
mecanismos vitales que ponen a funcionar la gran maquinaria cultural. meja de algún modo a la contraposición entre clasicismo y romanticis.
Representa el aliento vital, el intercambio de fluidos, la sexualidad co- mo en el siglo xtx, es una--falga disyunti.va que opone, a primera vista, lirs
mo energía creadora por excelencia. El arte es un gran aparato repro. cargas emotivas de la pintura figurativa o semifigurativa a las expresio-
Entonces estamos enfrentados a una obra absurdamente múltiple en tiva es falsa, porque en el fondo la carga emocional, e incluso la pcrti.
contrastes. Es cínica pero esperanzadora, deudora de Rebecca Horn, nencia cultural, pueden ser tan fuertes, presentes y válidas en los vakrrcs
Duchamp y Tinguely, artistas precursores de la mecánica erótica en el "universales" de un artista como Eduardo Ramírez Villamizar, como lir
Heim introduce estas obras para devolver una utópica virginidad pa- Son simplemente formas de expresión más contenidas, dotadas de unir
ra que el espacio del museo se convierta en receptor de posibilidades vi- voluntad de orden, por un lado, pero de una vocación por una uto¡rfir
tales y futuras.
.
Artículo publicado en ia revista Dír¡ers, en septiembre de 1995
('sIiriluirl (lu('rr() lr¡r sitlo lo srrfit it'trtt'nl('nl('vltl,,t':t,lit .'n .'l ¡r'rt¡:ttr.'ttl.' l:,s trol lrlrlr,, lrot r.lr.trrIlo,r'¡tr.'lir olll'lt tlt'los lttlos s('s('nllt y st'lt'ttllt tlt'
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l:n lir tl('cirrlirr.lc l,,s vcirrte, los conslnrctivistits rttsos lruscltl',,tt for- gcncilr lrtrrrrrrrir, rr srr princitr'rio r:rcioual, a sn caplcicla.l clc crcitr irrl))()-
llrr t'l lcrrgtrajc irrfísrico cie la nucva s«rcicc{¿rcl. Intcnrabittr Iibrar la csctrl- nía. Si l¡icn sus fbrmas geométricas podían acercarse ar la mutcurÍtticit,
trrnr r.lc cilrgas simhíllic¿rs. Hay que recordar que la escultura, inspiraclir a la abstracción más elevada del pensamiento humano, se aproxinritbittt
..lr¡rirnte siglos por el arte griego, tenía, .hasta bien entrado el siglo xx, igualmente a la naturaleza caracoles, serpientes, insectos-, 1.rc-
-los
prirrcipalmente una función didáctica, conmemorativa, arquitectónica. ro también al diseño precolombino cargado, no sólo de principios or-
Iistrrha ¿rl servicio de otros principios. Se incrustaba en la arquitectu- namentales geométricos simples, sino, más allá de ellos, de una escncilr
rir, crrmplía con representar modelos religiosos, se constituía en las pla- mística. Por consiguiente, el proyecto modernista que se generó a pitr-
zls públicas como emblema de heroísmo patriótico y representación de tir de la obra de un artista como Ramírez Villamizar estaba concilianckr
prírccres. El constructivismo ruso depura la escultura. La libera de las principios de orden cosmológico con una base de fe en la humanidad, ll
ohligaciones de representar, la vuelve autónoma. Lleva los materiales a creación y la inteligencia. Es dar al arte un sentido de trascendencia qrrc
prcsentarse en sus propios valores, a diferencia de la estatuaria que re- cumple con desenterrar y reactivar una herencia cultural precolombinir
prcsentaba piel o cuero o tela u otros materiales con bronce o mármol y proyectarla hacia lo más elevado.
-la imitación de lo real más extrema y, por tanto, falsa. El constructi- La calidad de estos principios utópicos refleja, por un lado, el carác-
vismo ruso se fundamentó en propiciar un principio de realidad: el de ter idealista de la obra de Eduardo Ramírez Villamizar, pero también unir
nlostrar materiales reales en espacios reales. Es el deseo de dotar al arte raíz emocional grande, no obstante el clasicismo formal. Esto es particL¡-
rlc rrna voluntad de verdad sin artificio. larmente visible cuando, a mediados de la década de los ochenta, luego
Si bien la abstracción geométrica de los construciivistas rusos es la de un viaje a Machu Picchu, la obra de Ramírez Villamizar se benefici¿r
rlíz formal de un artista como Ramírez Villamizar, y si bien la vocación de un gran cambio que se percibe, principalmente, en los materiales quc
p()r una utopía por "un nuevo mundo" es un patrimonio común, hay, sin desde entonces deja sin pintar. La oxidación presente en estas obras no
curbargo, diferencias esenciales. El constructivismo fue un movimien- es sólo un cambio formal. Su obra anterior, pintada industrialmente con
t() que surgió como utopía ideológica y política. Contó con el apoyo una gama reducida a rojos naranjas, blanco o negro, y ocasionalmentc
tlcl nuevo Estado soviético en un programa global pot construir el fu- el amarillo, ofrecía, por la asociación tecnológica e industrial, una evo-
trrro ideal. En los años cincuenta, en Colombia, cuando artistas como cación más cercana a la idea de modernidad y de progreso; la oxidaciíxr
Eduardo Ramírez Villamizar, Negret u Obregón abrieron la brecha de la en cambio, emite otro tipo de sensación y de textura. Su presencia cs
rurodernidad en el arte, hubo, sin duda alguna, la aspiración de introdu- mineral, su color profundo es atemporal, se nutre del misterio de 1o nir-
cir nuesüa sociedad a la modernidad. En medio de una cruenta violen- tural, a diferencia de 1o puramente mental de sus obras anteriores. Estus
cia sociopolítica, estos artistas buscaron inyectar un ánimo de progreso calidades dan a su obra un cierto dramatismo nuevo v una esencia nrís-
y optimismo humanista a un ambiente caótico y deprimido. El "nuevo tica más emotiva que su obra previa.
nrtrndo" que requeríamos no era tan sólo el del progreso tecnológico. El Gran parte de las obras de los últimos 10 años presentan elemetrtrrs
proyecto modernista en Colombia, en especial aquel propiciado por la comunes: son arquitecturas o acueductos inspirados en los sistent¿ts tlt'
ilhstracción geométrica, se constituía en una alternativa de sosiego es- irrigación incaicos. Son proyecciones hacia un espacio espirittral. Sorr
pirirtral. catedrales o templos. Muchas se construyen a partir del diamantc
-ul)l
forma gótica, pero también símbolo de luz o de riqueza o emblctttit, t'tr
muchas culturas, de "centro místico". Es una figura rica formtrlrnctrtt' y
ricil (.n cvocilci()n(!s. S«rhrc clla, I{nmfrcz Villumiznr c()r)stnry(!, c.rt í,rrtn¡r. Mnnfe Tenrsa HrrucaprÉ:
ahora dramáticarncntc más com¡rlcjas y articrrladirs, cs¡rncios para albcr- SE HACE CAMINO AL ANDAR
gar la utopítr de un misticismo moderno.
capital, por todas las zonas rurales, caminos alternativos, pequeños puc-
blos; con noches a la intemperie o en escuelitas; una alimentación fru,
fronteras entre arte, vida y ritual. La peregrinación tiene un carácter trucción y de vida". Escenas en un monitor presentan una figura lc.rrrc.
como acto religioso (re-ligare),la vida como un proceso de transitorie- nina, vestida de novia, con sólo el vientre enfocado por la cámirr¿l; un¡l
dad hacia un origen sacro. Los pies, las piernas, como soporte del cuer- mano con guante de encaje blanco sostiene el cuchillo con el que cvcrr-
po erecto, signo del dominio humano, son igualmente el contacto entre tualmente cortará la torta matrimonial. Sin que la imagen constittryir lir
cielo y tierra y, por extensión, surgen como motor del alma en su cami- representación de una secuencia lógica, convergen en ella signos irrrr-
no al retorno. La caminata de María Gresa Hincapié igualmente mar- biguos que permiten interpretaciones transversales entre arquetipos tlt.
caba los linderos entre la construcción social del espacio y la acción de pureza virginal, violencia, vida, penetración, gestación, muerte. En r¡tro
un cuerpo marcado por la historia, es decir, un cuerpo sujeto a las órde- fragmento, los monitores muestran documentos sobre los implantcs th,
nes de género, violencia política y clase. El cuerpo histórico y el cuerpo senos, bolsas de silicona para la construcción del cuerpo.ilusión. Micrr-
místico, como binomio de la experiencia, se desplaza marcando el espa- tras tanto, en el primer plano, María Teresa, aludiendo a la mutilaciírrl
cio ideológico. de los senos de Santa Bárbara, toma pedazos de gelatina transparcnt(.
Otro ejemplo son las acciones realizadas en años anteriores, como que intenta recoger y reconstruir ritualmente. Junto con estas imírgcnt.s,
Vitrina (1989), Intempestiva.s (1993) y Una cosd es una costt (1990), per- el programa de presentación del evento reproduce una noticia clc prcn-
formance que obtuvo ese año el primer premio del Salón Nacional de sa sobre lamutilación de senos y lengua de que fue víctima unir nrrr.jc.r
Artistas Colombianos.Vitrina fue realizada por primera vez en una vitri- por haber divulgado su testimonio del asesinato de un líder sindicrrl ¡ror
na callejera en pleno centro de Bogotá. Era básicamente un acto anó- parte de grupos paramilimres. Mito, historia y la construcción sinlhili
nimo, sin medios exteriores noticias de prensa, etc.-, que ca de 1o femenino se entrecruzan por múltiples niveles de significaciírrr
-cámaras, e interpretación.
legitimaran públicamente esta intervención urbana como acto artístico.
Durante ocho horas diarias, que son las reglamentarias de un día labo- ConUna cosa es Ltna cosa, María Teresa Hincapié creó una tax()r)()
ral, María Teresa Hincapié se dedicaba a realizar los oficios de aseo de mía de 1o femenino. A partir de la totalidad de sus pertenencins p(!l's()
la vitrina. El vidrio que separaba la esfera privada del espacio público nales, que revelan por otra parte el grado extremo de su vida atrslt'l'rr,
era transparencia, barrera y pantalla de proyección de doble superficie. María Teresa desplazó al ámbito de la sala de exposición, su colchírn, r'o
Sus desplazamientos estaban marcados por gestos funcionales: enjabo- pa, cosméticos, loza, ollas, cubiertos, comida, objetos varios. La lrct itilr
nar, enjuagar, barrer, y monólogos íntimos que se comunicaban hacia el consistía en organizar, durante doce horas conseculivas, estos clcnrt,rr
exterior a través de inscripciones sobre el vidrio, marcadas con el rojo- tos de su historia personal, mediante diversos sistemas de clasificlrt'irirr,
sangre de un pintalabios: graffitis de la seducción alienada como forma sistemas lógicos que, en última instancia, sólo apuntaban haciu sir pr()
manifiesta de las tensiones que la violencia psicológica, social o política pia paradoja. Su presencia fisica, gestos y movimientos, artículablrr .li
ejercen sobre la identidad de 1o femenino. versas construcciones narrativas y se constituían en "canlpo clc ¡rr,,.h,r"
La mitología de lo femenino está igualmente presente en imágenes del que informaba Vito Acconci, para proyectar una interacciírn vil tulrl
específicas de Intempestívas (1993), obra conjunta con José Alejandro con otros.
Oirtl¡r clcnlcnl() cnc()ntrlrllrr cl gcsto irclccrlrtl.l cn su frlrt¡rir rlt: scr cr¡-
Espactos TNTERVENTDos :
krcltckl ctr cl cs¡ritcir». Ootttrl, ¡rrlr cjctu¡rkr, utta llrrgir lÍtrcir clc irlfilcrcs r¡uc ARTE Y ARQUITECTURA EN LA OBRA
ella insert(l minuciosamente en c[ tapete, uno tras otro, dándolc a catla DE JoRcE Manro Góuez, PerRlcre
uno su tiempo de dedicación y su espacio. Y así con cada papa, cada ce- Gón¡ez y Fnslo Arrlroruro RRvlfRrz.
bolla, cada objeto. La acción total creaba un muestrario de gestos y ob-
jetos que representan el universo privado femenino en el territorio de
su dimensión cotidiana y doméstica, alienada del pensamiento racional
y productivo del "orden" masculino. Los gestos devenían movimientos
rituales que dotaban de sentido un espacio femenino desplazado y remi-
tían a la reconstrucción de la división entre 1o espiritual y lo material, 1o
-
Este artículo, aparecido primero enelMagaxínDomini.caldeDlEspecttÁor en1995, fue publicrrtlr rrrrr
el título "Gómez, Gómez, Ramírez" en la revista Poüéster,vol.5, Na. 15, Ciudad de México, ¡rrinurvc
ra de 1996.
inlrgirurrilrs rlt,lrlro,lt.l¡r r'irr.l¡rr'1, Al tttisltto tit'ttt¡ro, llrtttslirrttttttr t'l ¡rttt trrrlirllttl lirrtttrrl tlcl ohjcto nrcr'lirrrrt..lr lirrrt'ií»r socilrl inr¡rlícitlr t.rr lir rrr-
tt,so clclrtiv() tnisln() ell ullir ¡lríttitir tttri¡ric:t.l Stt ¡rt'opttcstir lr¡lísliclr t¡tritccrtrrlt); Llna tcrccra intervctrciírn consiste cn llevar cl ltroccso ilc
eonsistc cll ullit ¡rtlótica l"rtlsnrtl.lcruir (luc cr()si()llir llts litllltcrits ct)lrc tlr. análisis y razonamiento múltiple de la arquitectura examina l¿r
tc y arc¡uitccrur¿r y (luc cultrplc Lln¿r función alcg(lrica sintctizutla il travós -quc
función, la historia, la forma, el modelo social, político o econ(rmic. tlc
dc lu in'rirger'¡ o c'lel objeto. su proyecto-a una definición formal sintética que "suspende" la fr¡n-
Ilomenaje a Bolfuar (1983), por ejemplo, parte del hecho revelador ción práctica para crear un hito visual, un icono que "organiza" poéticir-
clc quc en Colombia se conmemora la muerte del Libertador, a diferen- mente el espacio donde confluyen tradición, historia y rito.
cia cle Venezuela, donde se celebra su natalicio' En los planos arquitec- Remodelación de un sector en el centro de la ciudad propuesta para kt ax-
ttinicos que conforman este proyecto se trazan comparaciones entre la posición Arte Erótico (1982), organizada por Alberto sierra en la galeríu
Quinta de San Pedro Alejandrino, donde Bolívar encontró la muerte, La Oficina de Medellín, se desarrolla, en forma de dibujo, en tres nivc.
y la plaza que en Medellín lleva su nombre. En torno a esta plaza se ar- les. En el centro se muesrra la planra del Oikema diseñado por C. N.
ticula y define una serie de referencias y códigos culturales y relaciones Ledoux. similar a los planos en forma de cruz de las iglesias cristia.as,
sirnbólicas y de conductas que son medulares a la identidad regional an- la planta de esta "casa del placer" sigue un contorno simbólico, en cst¿l
tioqueña. El plano arquitectónico se sobrepone al mapa del territorio ocasión una silueta {álíca al interior de la cual se reparten diversos es¡ra-
nacional y sobre él se proyecta, igualmente, el paisaje representativo del cios para el ejercicio de la voluptuosidad. En la zona inferior del dibuj«r,
camino por donde se llevó a cabo la gesta libertadora. Los diversos pla- la estructura fálica se sobreimpone a los techos de los solares del b¿rrri«r
nos que se intercalan en este metaplano conceptual son metáforas que San Antonio, una zona en decadencia de Medellín. La tercera proycc.
revelan las "distancias" o proyecciones entre memoria y símbolo, histo' ción de la planta de Ledoux es un pastiche arquitectónico que reúne cli.
ria e identidad. versas citas como el baño de la Villa Savoy de Le Corbusier, y la Torre clc
Los proyectos de los arquitectos de Medellín aplican los múltiples Pisa como erección culminante. Estos juegos proponen una parodia quc
recursos estilísticos y metódicos que el instrumental posmoderno ofrece transforman las zonas de (in)tolerancia de Medellín en centros dondc cl
para procesar un pensamiento visual, tales como la cita, el pastiche, los hedonismo encuentra su legitimación social.
sistemas relacionales. Juegan, alavez, con los diversos niveles de con- Las referencias en sus proyectos son numerosas y combinan tant«r lir
ceptualización e interpretación que su condición de locales y profesio- historia y teorías de la arquitectura como de la pintura. Estas referenciirs
nales entrenados en contextos internacionales les permite, para dialogar se articulan con la licencia estilística de apropiación, reinterpretaci(')n y
en forma transcultural y transhistórica con el arte "universal". Este cor' recodificación de estilos históricos característicos del arte y de la arc¡rri-
te transversal les permite, no obstante, acomodar igualmente este patri- tectura de los ochenta. La Isla de los muerto.s (1986) es un proyecto dc-
monio a los códigos culturales de una región específica para lograr una rivado de la pintura con el mismo nombre de Arnold Bócklin. Par¿r urr
elucubración cultural de doble filo; una paradoja compleja. colombiano, la enigmática imagen de esta pintura romántica, prodrrct.
El deslindamiento de fronteras entre las diversas disciplinas les ha asociaciones inmediatas con la isla de Gorgona, una isla a unos kil(¡nlc-
permitido a estos tres artistas-arquitectos formalizar múltiples "inter- tros de la costa pacífica, al sur del país, que sirvió durante muchos años
venciones". La primera consiste en "intetvenir" la ciudad a través de de cárcel para convictos peligrosos, a la vez que sus condicionesnatrlrl-
mecanismos propios del arte (creando un objeto visual); la segunda, les hacían de ella una isla paradisíaca hermética y misteriosa por cl rt'-
en "intervenir" el arte a través de la arquitectura (rompiendo la neu' ceso restringido y reservado por el Estado para estudios científicos y cco-
I "Utópía: una mirada re[ospectiva a la obra de Antomtt lógicos. La representación de 1o enigmático muerte, la arquitcct rrr.lr
Jorgc Mario Gómez, Patricia Gómez y Fabio
llimírez", Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, 1992.
-la
como respuesta metafísica, la relación entre cultura y naturalcztr l)r.o.
tlrrt'c, cl) cslc trirbirio, rrnir se ric rlc intcrprctltciotrcs rtrt¡ttircr:ríltticiut (ltlc Lurs Frn¡raNDo RoLDAN'
pnrrcll clc principios crrbistirs cv«lcrtklscl laclo oculttl clc lit islir.
trrrlr
La utopía "pclsmclderna" es a la utopía mcldcrnista lo que el cubismo
lnalítico es a la perspectiva unifocal. Ambos parten de una perspecti-
va común, que amplían o extienden para propiciar una multiplicación
conceptual e histórica de la mirada. Técnicamente, hoy en día, la ero-
sión posmoderna de las fronteras disciplinarias se ha desenvuelto en
prácticas artísticas que asumen a priori un sistema combinatorio para
la producción cultural y la producción de significados. Retrospectiva-
mente, cuando se toma en cuenta la prevalencia que tiene la pintura en
Colombia, en especial durante los años ochenta, se aprecia con mayor
fuerza la opción particular que abrió este grupo de arquitectos a nivel
En los úldmos ocho años, Luis Fernando Roldán (Cali, 1955) ha segui,
nacional. Al asumir un trabajo transdisciplinario de colaboración, este do sin vacilar el desenvolvimiento orgánico de su proceso creativo. Sin
grupo de arquitectos de Medellín ha logrado fijar una posición al mar- embargo, si se colocaran lado a lado obras de su primera etapa con las
gen de los cánones del mercado y del rol del artista como dueño exclu- de su última serie, escasamente podría adivinarse el trayecto interme.
sivo de la subjetividad. dio. Hace siete, ocho años, Roldán hacía una pintura abstracta en l¿l
cual se vislumbraba cierto sentido del humor. Figuras infladas, un poco
infantilizadas, que uno de sus hijos bautizó "submarinos", se suspendíau
sobre planos de colores apastelados. En ese momento, como puros ejer.
cicios pictóricos, los elementos pictóricos plano, color, fondo
-línea,
y forma- entablaban un diálogo directo entre ellos y se combinaban
sin jerarquías, eliminando efectos o artificios. En esta etapa, las "figu.
ras" ofrecían un asidero para producir una estabilidad tanto visual co.
mo emocional.
Con el paso del tiempo la figura se ha ido desdibujando, y la super,
ficie paulatinamente se ha ido "accidentando", particularmente desdc
la serie Parque de la Independencia, que realizó en 1994, en la cual la fi-
gura y el dibujo han desaparecido por completo. El único denominador
común en la evolución de su pintura ha sido la utilización de una es,
tructura latente que "amarra" la composición de sus obras. El paso quc
ha dado la obra de Roldán no se dirige hacia una forma de abstrac-
ción más radical. Actualmente la figura ya no cuenra con la definición
de su contorno ni con un dibujo que delimita el espacio pictórico en fi-
gura y fondo. La definición de sus imágenes actuales es fantasmag(rricir,
con deüitus callejero que se redefinen a través de un juego de contrarios repetición, y subvierte su formalidad autosuficiente y sintética incorpo.
deseo y el desprecio- como ejemplos de ficción y realidad cruda. rando materiales dotados de una carga cultural.
-el Los elementos que ella ha utilizado a lo largo de su trayectoria son
La obra final, vista en conjunto, es la ficción; en sus detalles, en sus va-
cilaciones, avances y retrocesos, registra las vicisitudes de la realidad. tan variados como las evocaciones que suscitan: animales disecados,
La obra de Roldán es netamente intuitiva. É1 entiende el proceso como pirañas, moscas, gusanos o reptiles; flores de plástico, concreto,
de la pintura como un diálogo donde cada elemento se añade, se con- neumáticos, semillas, escamas, estrellas de mar, conchas, maí2, dulces clc
firma o se niega respecto a otro, hasta lograr un punto de fluidez entre guayaba, totumas, medias de nylon y más. Cada material genera asocia.
las partes. Curiosamente, en esta eliminación de soportes tradicionales ciones diversas con asuntos como la sexualidad, el mito, las dialécticas
pueden ser el dibujo, la figura o un tratamiento del color más naturaleza-cultura o vida-muerte, como también, a la larga, la altera,
definido- la obra llega al límite extremo del desequilibrio. Requiere ción de estas dialécticas desde la perspectiva de las diferencias culturu.
de soluciones milimétricas y sutiles. Si antes su narrativa jugaba con les. De cierta manera, la estrategia central de la obra de María Fernandir
1o imaginario, ahora, en el arduo proceso de ordenar el caos, su naffa- Cardoso radica en desplazar, sobreponer o conectar diferentes contex.
ción se presenta como metáfora misma de la vida como construcción, tos culturales; se ubica dentro de un sistema de referencias transversal
como re-creación y respuesta, duda e ímpetu. Sus obras son presencias o transcultural.
sin emociones dominantes y, sin embargo, en el recorrido visual todas Las obras que realizó para su tesis de posgrado del programa de escul.
El contrapeso 1o ofrece María Fernanda Cardoso al año siguien- El interés mundial por la diferencia cultural (véanse las publicidades
te, cuando presenta en la galería Garcés Velásquez de Bogotá una de Coca-Cola o de Benetton), bendecida por 1o "políticamente corrcc-
gran instalación compuesta de jardines verticales con rosas de plásti- to", se ha convertido en una suerte de turismo cultural que admite toda
co incrustadas directamente en la pared, coronas funerarias con orquí- clase de exotismo (social, sexual, político, racial) mientras se manten.
deas artificiales y anturios (emblemas nacionales) y títulos como La vi- gan las diferencias domesticadas y bajo control. María Fernanda Cardo-
tla no es wt sendero de rosas. El signo de muerte que apesadumbraba la so, residente en San Francisco, parece estar buscando nuevas formas clc
cotidianidad colombiana toma un giro optimista, extrañamente festivo, transgredir las nuevas fronteras supuestamente erosionadas por la apcr.
sostenido por Ia levedad del kitsch. Eljardín artificial se convierte en un tura hacia la diferencia.
medio adecuado para encerrar la idea de naturaleza dentro de un orden Entre 1993 y 1995, Cardoso realizó una serie de construcciones con
netamente cultural. base en productos "naturales" provenientes de la industria turísticir.
(irnclrirs, ¡ririrlrirs, cstrclli¡s tlt' tr¡ltr y (:()Ii¡l(fs se t:trsrurtllliut r:.ltl t'l itttt'tr- tcllillli('lll() y t'it'ttt'iit, Sitr t'nthitrgrl, ttittgruur tlc llrs r'lrtt.g«lrf¡rs rt.srrlll¡rr
to (lrcctrctrtc cl) cs()s irltos) tlc ciu'girr c incIt¡so tlc "lctrcttizitr" - cl suficictttcs cn sí tttisnt¡rs ¡rrrrlr cllific¡lr cstil l)rcsclttil('i(itr. l)csdc ll ltcrs-
nlinir¡ralisrlr«l nrccliirntc contcniclos divcrsrls. A mcdio canlir)o cntrc cl pcctiva del etrtretenintictrt«r, cl uricrocosmos dcl circo ¡-loco ulcanzrr l¿r
nrinimalismo, el arte povera y la cultura del consumc¡, estas piezas estáIl esc¿lla de "espectáculo"; el proceso científico está teñido de nostalgia y,
cargadas de una base ideológica que rechaza e[ turismo cultural propi- dentro del terreno artístico, caben dudas sobre qué género es o qué ti-
ciado por el multiculturalismo. Son una parodia de la domesticación de po de construcción narrativa propone. lQué función artística se cumplc
Ia otredad. La interpretación de las obras está sujeta a contextos que se con amaestral por ejemplo, dos pulgas para ejecutar un acto de Batman
integran y se excluyen. La artista se propone, nuevamente, subvertir la y Robinl
asepsia modernista y la industrializaci1ny mercantilizacíón de [o exóti- Básicamente, el Circo Cardoso es una performance concentrada en
co, sea éste emblema de 1o femenino, primitivo o multicultural. la figura de la artista misma, cuyo nombre de cartelera es "El Profesor
La interacción de la befleza con el objeto "animal" propone una ecua- Cardoso" y quien, con su presencia, mediatiza la relación entre lo hu.
ción que logra un pensamiento estético transgresor: comenta cierto tipo mano y la naturaleza y entre lo femenino y lo instintivo. A diferencia
de relación tanto con el mundo natural como con la cultura misma; una de sus obras anteriores, ésta es la primera vez que Cardoso se involucra
relación totalmente alterada por la civilización aséptica de la era posin- como presencia y ente significante dentro de su trabajo. Su traje de ce,
dustrial; una relación donde la naturaleza manipulada, domesticada y remonia consiste en una capa, botas y brassiére plateados, y minifalcla,
alienada, tal como la presenta ella, parece embalsamar 1o que está acon- además de los instrumentos imperiosos para llevar a cabo el espectáculo:
teciendo con la diferencia cultural en territorios asépticos. lentes de aumento y linternas para dirigir sus acciones, ya que las pulgas
Desde 1993 y hasta la fecha, María Fernanda Cardoso se ha dedi- responden al calor, a la respiración (bióxido de carbono) y a la luz. Aurr.
cado a investigar y a amaestrar pulgas para integrar el Circo de Pulgas que María Fernanda Cardoso se proclama tímida y explica su presencia
Cardoso: un espectáculo de pulgas "humanas" (diferente de las pulgas apenas como un recurso instrumental, su atuendo ha ido adquiriendo
de gato o perro) que ejecutan actos de malabarismo, cuerda floja, baile mayor acento significativo dentro del conjunto, palpable por ejemplo en
de tango, levantamiento de pesas y salto al vacío. el aumento y redondez de las copas delbrassiére para enfatizar el aspecto
La primera función pública del Circo Cardoso tuvo lugar en octu- maternal de la relación física enúe la amaestradora y el pulguero. Es mc-
bre de t995 en el Exploratorium de San Francisco. Por razones obvias, diante su propia sangre que Cardoso alimenta a sus 300 pulgas estiran.
el público no podía exceder una totalidad de quince personas ala vez; do, cual abnegada madre, su brazo a morder. La cena dura unos treint¿r
por ello, una proyección de video en directo a una sala contigua permi- minutos. Esta conexión física y de dependencia con las pulgas refleja la
tió ampliar la presentación a un grupo mayor, incorporando así nuevas melancolía por el vínculo con el mundo natural que Cardoso ha enfati-
tecnologías a una tradición circense centenaria. Desde la perspectiva de zado a través de su obra, y en este caso, por el carácter parasitario de la
las pulgas, ampliar la audiencia de 15 a 350 personas es un logro propor- pulga, resulta más evidente su intención por crear situaciones dondc cs
cional a sus hazañas naturales, si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la naturaleza quien canibaliza a la cultura, y no 1o contrario.
la fuerza de una pulga equivale a que un humano arrastre 24 millones Hasta la fecha, su circo de pulgas es la realización más ambiguir y
de libras: una pulga puede mover 160.000 veces su propio peso, saltar críptica de su investigación. Sus obras anteriores con animales revelan
una altura equivalente a 150 veces su tamaño y brincar 30.000 veces sin más claramente su interés por acentuar las tensiones entre discursos hl-
descansar. cales y globales. Sin embargo, tal como en sus obras anteriores, donclc sc
Esm función en el Exploratorium institución dedicada al arte refiere al mundo animal, el circo se desarrolla sobre arenas movedizas rle
-una
y la ciencia- realza el propósito de este trabajo de fundir arte, entre- significación: lquién canibaliza a quién? iSon exclusivamente relirciont.s
,lt.¡l,rtlt.r lirs,¡rrr.'s('r'('v('liur lllrs t'l lllur('sl rnnli('nlo y lrr lrttlro¡rotttorli- BrRrnrz GoruzÁlrz:
.:lrr'it'rtr rlt'llrs ¡rrrlglrsl lIis trtrlr lllrrotlilt tlc llt..lotttestit'rtt'irirt rlc hr t'xtilittr LA HISTORIA EXTENSA DE COLOMBIA^
rl rrrlr filrrnir.lc,lcsvcllrr lo grotcsco, ()scrrr() y rlcrrlt<l rlc utr httlnitnisrlr()
irrr¡rcrfcctol lSerír cstc lado oscurtl ul-I coment¿rrio silbrc la prttyccci(ln
rlc clcmonios internos sobre el "otro"? lQué revelan la fascinaciítn, las
Ixrrirs cle observación y alimentación que estos ejemplares del reino ani-
rnirl proc'lucen y reciben de su domador? En una entrevista, Cardoso su-
Ante todtt la culuua 1 transcenlatalismo tla l\mt¡tLr, t h»
gicrc: "Tá1 vez yo no encontré a las pulgas, talvez ellas me encontraron latinoonwricutos rcs mcó refugíamos cn el lwnx¡r Mr st,/rrr«lt,
a nrí". Al otro lado de la ecuación arte-espectáculo-ciencia parece estar soponar unn situación sm é1.
naturaleza, sus obras se desenvuelven sobre la paradoja, muchas veces portantes o no, de los grandes maestros europeos. No es sino con lir cx-
con el riesgo de caer en la trampa de sus propias parodias. posición Obras maestras delMuseo deLieja, presentada en 1986 en la lJi-
La obra de Cardoso se ha caracterizado por explorar las intrincadas blioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, que se exponen por primera vcz
intersecciones entre sistemas culturales. Siendo una artista colombia- en Colombia obras de Paul Gauguin, Hans Arp, Kurt Schwitters, Mrrrc
na, quien reparte su vida entre Sydney, San Francisco y Bogotá, su ex- Chagall y René Magritte, entre otros. Tánto la producción artísticir co.
perierrcia personal la ha llevado a cuestionar y relativizar la unidad de mo la recepción del arte en los países de América Latina están irrerr)c-
los escenarios internacionales del arte contemporáneo en estos tiempos diablemente sujetas a las políticas culturales nacionales. El presupucsto
cultural de Colombia representa menos de 0,5 por ciento del presuptrcs-
1-rostmulticulturales. Su obra comparte un recurso característico en el
rrrte de sociedades ajenas a las corrientesmainstream: por un lado acoge to nacional.2 Las principales instituciones culturales públicas están clc-
sus formas o estructuras de lenguaje, pero a la vez las subvierte intro- dicadas al patrimonio nacional, casi de manera exclusiva. El reclucir.Lr
cluciendo contenidos que producen un desequilibrio. En este sentido, a presupuesto estatal para la cultura y la ausencia de financiación cor¡ro-
través de sus obras Cardoso parece investigar tanto los límites de los cir- rativa falta de una tradición filantrópica y de alicientes rrihutrr-
-por
cuitos internacionales del arte como las zonas irresueltas de los discursos ¡i6s- limita de manera considerable las oportunidades para la colc. -
ción y exhibición de arte internacional. Esto afecta directamente f¿rnto
trrosmodernos, feministas y multiculturales sobre la "diferencia" en rela-
ci(¡n con la globalización del territorio del arte contemporáneo. la producción como la recepción del arte, y explica cierta vocaciór-¡ ¿rr¡-
La parodia del circo pone en evidencia la incongruencia o el conflic- torreferencial y regionalism de la producción cultural en Colombiir. I-os
ro, r'¡tricncs cxilccrhiul kls signrls ctrltrrralcs krcirlcs hirstir rlrtlicirlizltlkls, lt Errcujeru ulnrunuquc Piclroju ( l9ó4), llc¿rtriz GonzÍrlez f uc "trarrsfirnrrirñ.
la vez quc integran Ia mcmoria de la pintura y de la litcratura "t¡I)ivcr- tlo la Encajerd, recortándola hasta desligarla de Vermeer, de su ambicn-
sal" (Fernando Botero: Piero della Francesca y Goya; García Márquez: te, de sí misma",ó desplazándola de un contexto formal a uno más con-
Virginia'§7oolf y Graham Greene). Nacida en Bucaramanga ciu- ceptual. Con el cambio de coordenadas, Bearriz González despoja a la
-una Encajera de su
dad de provincia colombiana- en 1938, Beatriz González llegó a la uni- súdúr¿s de pieza de museo para revelar su procedencia: una
versidad en Bogotá en 1959 con una conciencia aguda sobre este regio- lámina de almanaque tras la cual la encajera extiende su ámbito domés-
nalismo. tico a los hogares de las clases populares en Colombia. Es una imagen
reinventada y vuelta anónima.
Con estas primeras obras, Beatriz González deslinda las fronteras
"colombianas" dentro de las cuales va a desarrollar su trabajo. Comien.
La encajera un anaÁro peEwnito (0,24 x 0,21 m), perfecto,
es
za a trabajar con extensos campos de color plano y con un lenguaje figu-
sagraÁo, inncable, ml ue7 porq.re tíene eL tabú de todo lo que
pertenece allnure o aL gobiemo de Frarcia. rativo que la llevan a abandonar el expresionismo abstracto. Este giro es
significativo; salvo algunas excepciones, desde los años cuarenta y cin-
Beatrü González, 1964r
cuenta, el arte moderno en Colombia vive el auge de la pintura abstracta
con artistas como Guillermo \Tiedemann, Juan Antonio Roda, Alejan-
Er,1964, a los dos años de graduarse en la Universidad de los Andes
dro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Carlos Rojas y Edgar Negret.
de Bogotá, Beatriz González rcaliza su primera exposición individual en
Al hacer eco al proceso de desarrollo e industrialización del país, el arte
el Museo de Arte Moderno de Bogotá (r'aavr). Expone una serie de 13
versiones abstractas deLa encajera (ca, 1665) de Jan Vermeer, en las que
abstracto ofrece un proyecto nacionalista de modernización. Al combi-
nar formas modernas alusivas a la tecnologíay la industria con formas
se percibe la influencia del expresionismo abstracto que ella había estu-
geométricas de inspiración precolombina, el arte abstracto era un recur-
dlado y visto en 1960, durante una excursión de la universidad a Nueva
so para legitimar tanto los ideales del progreso como el legado ancestral
York y §Tashington. Con un artículo titulado "iClaro que hay jóvenes
de la cultura nacional. Por 1o tanto, el desprendimiento de Beatriz Gon-
con talento!", la crítica argentina Marta Tlaba, entonces radicada en
záIez de las formas abstractas aras de un lenguaje figurativo más
Colombia y directora del ueu, expresa su respaldo entusiasta: -en
directo- implica también un cambio de perspectiva sobre el país: pasa
de una noción idealizada a una definida por sus contradicciones.
Como ejercicio de estilo, como afinamiento de los medios expresivos, como
afirmación de una clara voluntad de pintar, la exposición es excelente. Y tie-
ne por encima de todo, 1o que desvela y enfurece a los mediocres: talento.4 ***
Me simn preo rsnra de tm ate colmnbiano, más dún, d?. wt arac
Por "talento", Marta Tiaba se refiere no sólo a Ia destreza plásdca de
provircitna c\ue rn Wde circukn urúqtersal¡nente siw o¡dso cúru)
Beatriz González, sino a su forma de desarrollar una idea "con inteligen- curbsiÁal.
I
Jaime Ardila, A¡tntes paralahismria extmsa de Colonbirl, Ediciones Grcer Mundo, Bogotá, 1974, p.
9t.
a Emma Araujo de Vallejo (ed.),Maxa ?ab¿, Museo de Arte Modemo de Bogotá-Editorial Planeta,
6 Ardtla, op cit., p.93.
Bogotá, 1987, p. 64.
s
lbiÁ, p. 64.
7
IbiA,p.79.
l-its rlllr¡ts tlc (itlltzÍrlcz tirtubión cxpkrrirtr lirs lt.lirr.iorrcs tlc c.lirsc so-
lilr 1965 ¡rirrlrr l.os s¡ltirlrrs r[,],\is¡1rt, llr t,ltrrt rlt't'isivlt l]:ll'¡l §ll tlt's¡trr,t-
(l(' ciirl, plrrtictrlarnleute cótno éstas se tracluccr.r ir tr¿rvés dcl gust6. Est() §(.
Il«t fr¡trrr<1. Iistír [irsarla cn Iir riltinut filttl c¡trc tttrlt llitrcjit sc ttltltíl ill)tcs
rcflcja en obras como Esrlrpe (1967), que representa una foto de fanrilirr
arrojirrse al agrra. Junto ccln [a fclttl, [¿r nttta cle prensa clicc:
de un político de Ia alta sociedad colombiana reproducida en la prinrcrir
Los enamorados suicidas dejaron su última foto; se la hicieron tomar partr plana del periódico liberal El Tiempo. Tu hijo, b1 doctor Benjmnin sprrck
dejarla de recuerdo a sus parientes. Los novios, cuyos cadáveres fue¡on ha- (1971) es una obra irónica que reproduce una ilustración del libro
llados flotando en las heladas aguas del'Sisga habían anunciado: "Nos ire- lindo y sano bebé de la clase media norteameric en un corral -trn
dc
mos para siempre,,. Un pacto siniestro, llevado a cabo por lazones místicas,
madera pintado de negro. El título bilingüe juega con la disparidad entre
como librarla del pecado y preservarla del mal con la muerte'8
los dos contextos socioculturales sugeridos.
otros ejemplos son las obras realizadas sobre la familia real inglesa. A
La nota de prensa revela la esencia de 1o que ella observa en las
través de ellas, González se burla de la fascinación que la clase alta co-
imágenes de crímenes pasionales, asesinatos y suicidios: los misterios de
lombiana siente por la rcaleza británica. Esta afición existe desde cuan-
la muerte y del amor en manos de |a prensa y su ploximidad al kitsch'
Apunta a la irracionalidad y fragilidad de la existencia en un entorno do Inglaterra asistió en la financiación de las guerras de independenciir
cultural marcado por [a ignorancia, el sentimentalismo y un misticismo contra la corona española a comienzos del siglo xx. costumbres bri-
fetichista. Con Los suicidas del Sisga se introduce el tema de la muerte tánicas tales como el derby, o la exisrencia ranro del Jockey club y clcl
en su trabajo como también un lenguaje visual derivado de avisos pu' country club como de prep schools calcados sobre el modelo británicr,
blicirarios y carteles populares. El color y espacio plano, la centralidad, son comunes en Bogotá. Lejos delglamour de los personajes del pop drt,
fronmlidad y falta de volumen de las frguras confieren un carácter icó' el deliberado mal gusro en la serigrafía La actualidad ilustrada (1974),
nico a la imagen. basada en una foto de la princesa Ana y su marido durante un viaje u
En Colombia, la prensa escrita representa a los partidos políticos Li- cartagena, son irreverentes con los símbolos de clase y con la subordi,
beral y Conservador y, por ende, es tribuna para el proselitismo de las nación cultural implícitas. Estas obras también son un índice de su uso
dinasrías políticas de [a oligarquía. La falta de prensa independiente en estratégico del mal gusto para criticar la capacidad persuasiva del artc,
una sociedad tan marcada por la división de clases confiere a la prensa "Esa actitud de rechazo del bogotano al mal gusto, esa elegancia fingicl,,
un mayor impacto ideológico sobre la construcción social, política y cul- le impide el acceso a muchas vías del arte".e
tural de la sociedad colombiana. Las fotografías de prensa suscitan en Hasta finales de los años sesenta, el arte de Beatriz GonzáIezse apro¡riir
ella un inrerés doble. A nivel formal, revelan el gusto que ella tiene por de imágenes de la crónica roja, de láminas decorativas y religiosas p<>prr.
el espacio plano, y las imperfecciones tales como las figuras recortadas y
lares y de avisos de prensa. Víctimas de crímenes pasionales, suicidas, clc.
sin volumen, producidas por los sistemas rudimentarios de impresión' A
portistas, reinas de belleza y próceres de la patria son los protagonistas dc
nivel temático, ella encuentra en ellas una iconografía que deja al des-
1o que ella llama "la historia extensa de colombia".lo Además de la pi..
cubierto las creencias, supersticiones y fetichismos de la imaginación
tura al óleo, trabaja simultáneamente en dibujos a tinta china, mucllos
colectiva colombiana. Su apropiación de fotografías y de las mitologías
de los cuales reproduce en heliograbado y colorea a mano. LJna serie rc,-
que envuelven surge de lo que ella distingue como "la alegría del sub'
lizada en 1969 introduce un registro formal y emotivo muy distinto al tlt.
desarrollo": una práctica cultural populaq generalizada, que consiste en
sus pinturas. El esplendor cromático de sus pinturas contrasta con
piratear, reciclar y convertir todo el sistema cultural en un instrumento cl tt's-
del klrsch. Las obras de Beatriz González se apropian de esta práctica cul' e
Entrevista con Beatriz González, en Carlos Duque, "Beatriz González: escarbando el gr¡st¡ c¡[rr¡rlri¡r
tural como una estrategia que es a la vez ctítica y poética' no", enBlEspectador, Bogotá, 22 de mayo de 1983.
10
Enrrevisra de la aurora a Beatriz Gonzále2, 16 de agosto de 1996.
§
lbid, p.83
tinronio rrrirs írritkr tlillrtjos, lirr ( )ltl tttrntu«'ifrt,., (19()9) los t'st'¡tsos
tlc hrs vcrtl¡ttl ltllcrttlttivlt, cs lit csl'rirlt.gi:r rrrctliirnrc lir cuirl l'rirst()n)it cl ('trt()r.
sigrros .lcl crinrc:n y clc llr csccllil clc lir rttttcrtc -'-los hltltltlsines, lit llt:clllt rro clonréstic o: h úbima mesa (197 0) reinrerpreta It úhimu cenu (l !9t))
señ¿rlancltl c[ salto y lu tlto del suicicl¿r- cvoc¿ltl la visiti¡r clcl 1'xrtctisrntr de Leonardo da Vinci; la efigie papal bendice la mesa de noche saluti di
tragicí)mico de la condici(rn humana. Compuestgs por trazos fings y ner- SanPietro (1971); el fetichismo político se hace parenre en una mcsa clc
viosos que registran diferentes niveles emotivos, los dibujos brindan cier- noche donde explora la devoción sentimental por un político a quien st
to carácter psicológico que está ausente de las pinturas. Elementos más honra como a un mártir en Kennedy (John FitTgerald), político demócru.
detallados, tales como la mano que cae inerte, se combinan con líneas ta norteamericano, 1917-1963, presidente de los Estados Unidos en 196t.
más conlroladas que apenas siluetean las figuras y el espacio, transmitien- Murió asesinado (1971). La fesdvidad con la que celebra el arte univer-
do un aire de precariedad que convierte e[ cuerpo en una figura fantasmal sal brota también de incorporar obras maestras, por primera vez, a krs
y etérea. La espontaneidad e intuición que se percibe en estos dibujos do- museos colombianos mediante el sistema que los recicla para un consu.
cumentan su convicción de que "el dibujo es la conciencia del artista"'Ir mo funcional, provinciano y doméstico. Es una parodia doble de los sis-
temas del arte tanto locales como internacionales. "Mi pintura es una
subpintura para países subdesarrollados", dice.13
Estas obras se presentan a nivel internacional en [a Bienal de Sáo
A1 terminar los años sesenta y a comienzos de los setenta' Beatriz Paulo de 1971. Una declaración suya de este momento ayuda a enten-
González expande su territorio temático de las microhistorias de la so- der lo determinante que es el ángulo regional desde el cual concibe sr¡
ciedad nacional a la metahistoria del arte occidental. Los mecanismos trabajo:
de la producción, circulación y recepción del arte son un aspecto central
de las obras de este período. Hasta comienzos de los años ochenta' juega Yo no soy una artista de mundo, es deci¡ no estoy interiormente dispues.
con el sentimentalismo, con la transmutación de la cultura a través del ta a sacar provecho de es¡os acontecimientos ni a gozarlos, pero la idea de
representar a Colombia con un arte nacional en la Bienal de Sáo paulo me
kitsch y con la irrisión parética de la realidad nacional. Realiza pinturas
entusiasmó.14
sobre lámina de metal que ensambla en muebles de lata que adquiere en
mercados populares y que vienen con decoraciones que imitan texturas
Reconciliando el arte culto con el popular, los modelos europeos colr
y materiales como el mármol y la madera. Explora nuevos recursos téc'
el gusto de provincia, la identidad cultural con rasgos de universalidacl
nicos, tales como Ia pintura de esmalte, los sistemas de impresión indus'
y elfaux industrial con 1o artesanal, sus pinturas sobre muebles y objctos
triales y los soportes tridimensionales, tales como objetos artesanales de
hablan elocuentemente de la naturaleza contradictoria de la moderni.
barro, madera, metal y plástico. Pinta imitando la factura impersonal de
dad latinoamericana.
las pinturas industriales, pero con la laboriosidad y el espíritu paródico
Beatriz González considera los muebles y objetos como pinturas
de la simulación. Empareja objeto y un icono del arte occidental (por
tridimensionales. PlatónDegas (1975), una tinaja de lata dentro de la
ejemplo, una toalla para el Nacimiento deVenus de Botticelli (ca.1482),
cual reinterpreta El baño (1886) de Edgar Degas, es una muestra dc krs
enBotticelliWash andWear (L976), creando un juego tautológico que
retos pictóricos que ella se plantea muchas veces con las obras de cstc
ella llama "representaciones de representaciones"'12 La imitación, como
período. Otros ejemplos son Cortina de bano para la Orangerie (l9Zu),
rr Maritza
una pintura de 20 metros sobre plástico que reproduce los Nenúfarc.s
]iménez, "El dibujo es la conciencia del arrista", enElUníuersal, Caracas, 20 de septiembre
de i986.
12
Marta Calderón , Beatriz Guqálp.z: ul1d Püttord de provírci,t, Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1987, 1'Ibil,p. 190.
p. lBB. 'a
ibrd, p. 1BB.
(192l)rlc Ol¡rrrtlt'Moncl;o I)rci r¡('ftl,s rlc l(crrrtir (1977), ut¡ /rlt'o solrrc llir:lrlcr y Sigrrrlrr l)olkc, corrro rlt. Arrrúricrr l,ittinit, cronto [(r¡hctt ( it'rslt-
¡rir¡rcl t¡rrc rcpitc I;' M,rulht cla luCulatta (ltl7u) rlc Augtrstc l(crtoir; conto tutiut, licruiutdo I]otcrrl, Jrtrgc tlc lir Vcgit, Jactlbtl l3orgcs y Nclson l-cir-
si fircrir cl cstuurtrrackr indt¡striirl dc t¡tra tela dccorativ¿r. Esta cxtraordi- ner. Rrr su parte, Beatriz González extiende los términcts del pop a trtr
r)i¡riil pr()cza pict(rrica fue cortada y vendida por centímetros cuadrados contexto cultural muy lejano del mundo consumista, industrial y urhtt-
cuando fue expuesta en la galería Garcés Velásquez de Bogotá en 1978. no que 1o propició y definió, y al cual parecía circunscrito. Aunque cl
Pirra su participación en la Bienal deVenecia, en 1978 pinta una serie tema social es frecuente en el arte de América Latina, particularmeutc
dc encrrmes telones, tales como Telón de boca para wt almuerzo (1975), desde el movimiento del muralismo mexicano en los años veinte y trein,
Sigu usted (1977), y Sea cuko: siembre árboles, regale más libros (1977), ta, la naturaleza crítica de las obras de Beatriz González es precursora dc
krs cuales reinterpretan obras estelares de la pintura francesa como Le una generación más joven de artistas latinoamericanos que inscriben en
déjeuner sur l'herbe (1863) de Édouard Manet, D'oü uenons-nous? Que un ángulo político, y no didáctico, el arte conceptual que se desarrolla
sommes-nous? Oú allons-nous? (1897) de Paul Gauguin y Estudio para un con plenitud a mediados de los años setenta. La perspectiva crítica de
tlcsuyuno sobre kt hierba (1866) de Claude Monet. El tema de la bienal, su trabajo es afln, igualmente, a la crítica sobre la historia del arte y ltrs
"De la naturaleza al arte y del arte a la naturaleza",La estimula a llevar imágenes delmedia que artistas feministas como Cindy Sherman, Laurie
el significado de sus apropiaciones a su máxima confrontación: "devol- Simons, Sherrie Levine, Barbara Kruger y Jenny Holzer, desarrollan en
ver" a Europa la desnaturalización que sufren sus iconos de la pintura al la década de los años ochenta.
desplazarse del museo a un mundo cultural rezagado: "Reproducir a los
clásicos con materiales grotescos no es un desprecio sino el fiel reflejo de
l¿r alteración que sufre la cultura al llegar a América".15 Su participación
Antes yt hscaba bs caras, bx expresiaus, la cursibrí¿ dc ltu
no tuvo mayor repercusión ante la crítica europea. remns, Lrfiestns de sociedad. Ahora busco murho L,s espac«rr,
Las apropiaciones de la historia del arte concluyeron en 1981, con bs gr,trrdes esparios. Tanbiin me interesut cíertts actiatdes. I\»
ejempln, alrededor de la maxmza de Segovia hubo wt gran dcs-
Mural para fábrica socialista, una reinterpretación en tonos de azul y Dlieeue fongráfiro y lq una imagen m k Ee están entrantil¡
.le amarillo sobre 12 paneles de madera, delZ,Z0 metros de largo, del m ato.¡l[y hay utw persau caminarLdD muy angustiada, curut
sí btrcma más atrniÁes, y m soltlaÁo está de pie, recostarla xtlnc
Ouernica (1937) de Pablo Picasso. Escribe un diario "práctico" durante la pared, perfectttrnente tranquila, miranln con cierta sonrku u Lt
persma 41r pdsd.Yo na vo1 d pintdr eso, pero sí quiero pinar Lt
l«rs nueve meses en que realiza la obra, donde registra el desarrollo for-
smación quemeprodure esafon, ae cantrate, esaíranírL.Yt ni'
mal, las difíciles condiciones flsicas, tales como las dimensiones y el peso ro ln t'on '¡ cttcutntro un misterio.
Marta Tiaba
Tiaba publicada por Planeta Editores y el vau, o su libro Historia abiertd pendencia, con frecuencia han creado un ambiente desconsolador, ()s-
del arte colombianot son precedentes importantes que, sin embargo, no curo y malsano. Muchos consideran que ejercer la crítica, estando virr-
cuentan con experiencias análogas en lo que corresponde al arte poste- culado a una institución, coarta la objetividad y la independencia tlt'
rior a los años setenta. opinión. Incluso se puede ver como una falta ética. Esta independenciir
Este proyecto propone evaluar la presencia y la función de la críti- ideal es imposible en Colombia. Los medios de comunicación no 1'rro-
ca de arte en Colombia después de Marta Tiaba, particularmente en lo tegen a sus columnistas de arte con un sueldo que les permita subsistir.
que corresponde al lapso comprendido entre 1974 hasta el presente, y No se puede "ganar la vida" como crítico; por lo tanto, quien ejercc cs-
estudiar si se han desarrollado nuevas opciones en el curso de los últi- te oficio debe adaptarse a las condiciones que ofrece el medio y esperÍlr
mos años. que, en el mejor de los casos, cuando ejerce simultáneamente un trahl-
Estoy consciente de las sospechas que puede generar el hecho de que jo institucional, la integridad de su labor en ese medio pueda servir clc
sea yo, una crítica de arte, quien haga este balance. No se debe ser juez aval intelectual y ético.
y parte. Mi motivación para sacar adelante este proyecto es hacer justi- Gran parte de mis conclusiones vienen de experiencias, obscrvir-
cia a un ejercicio que creo indispensable para el desarrollo de la buena ciones, reflexiones e interpretaciones personales. He participado y rt'-
salíd histOrica, política y cultural de una sociedad democrática. Por [o flexionado frecuentemente sobre aspectos recurrentes de la críticrr cn
tanto busco entender el porqué de la sentencia "en Colombia no existe Colombia: sobre el ambiente de animosidad o de indiferencia, sol'rrc t'l
la crítica de arte", que he escuchado de manera reiterada en mil opor- desinterés de la prensa y de los medios para crear un contexto qrrc rtgi-
lice su dinámica. (Cuando yo escribía para El Tiempo, por ejempkr, sr'
L
Marta Tiaba, Histona abiera del mte cctlonbimtq Museo La Grtulia-Colcultura, Bogotá, 1984. publicaba la página'Arte" en un cuadernillo de los sábados llanllrl,t
"'l'it.rnrs y 1llrlrtkrs". At'lulrlrlrcrrtt'l¡r t'olrrr¡ur:t rlc fosó Ik'rrri¡r Agt¡il¡rr; rlt'lrtirt', t¡ttictt, itrclrtso, hiztt su dcbut litt'rlrrio crln un c()nlcrrtlrrio sohrt.
('r'r csc nlisnro tliirrir,, sc rlcs¡rllrzir lxrr tlili'rctrtt's ¡láginlrs y rlfas tlc lit sc- cl silló¡l clc artc cn 1845. En este serltido, la crítica de irrtc cs cscnci¿rl,
n)ilrlir, o sinrplcmcntc sc asicntir cn la scccirirr "Oultt¡ra y cspcctítcrrkrs", nlente un producto de la modernidad. En un breve credo concc¡rruirl
jlurr() il l¿rs notici¿rs de farándula, conciertos, circos, hor(rscopos y tiras sobre 1o que es la crítica de arte, Baudelaire descarta la tendencitr fría,
cómicas). /Quién se preocupa por encontrar un lugar adecuado para descorazonada y matemática de cierta práctica crítica y favorece, por el
presentar la crítica de arte? iA quién le corresponde? contrario, la crítica "parcial, apasionada y política" y, además, "diverti.
Sí, llevo velas en este entierro, si esto se llama entierro. Pero asumo da y poética".
cste aspecto testimonial como un telón de fondo importante para el de- Desde su primera nota crítica, Baudelaire señala los ejes de su pen-
s¿rrrollo de esta investigación. Mi propósito aquí no es "hacer denun- samiento, tales como la modernidad, el romanticismo, el concepto de
cias". No me coffesponde juzgar a mis colegas. Me concentro más bien belleza, el ideal, la imaginación y el papel del artista en la creación, for.
en aspectos y temas generales, en describir las líneas directrices que de- mulación e interpretación de la época moderna.2 Sigue el impulso de
finen el comportamiento crítico con relación al arte de los últimos 20 llevar "la voluptuosidad a la conciencia": una metodología que consiste
años. Evito, en 1o posible, hacer referencias directas a mi participación en traducfu una experiencia sensible con la obra, pasando esa voluptuo.
para no anteponer mis buenas intenciones a mis propias limitaciones sidad por el filtro de los porqué para luego analizarla, calificarla y llegar
personales. Me siento tan responsable como mis colegas de los vacíos al conocimiento.
que hemos dejado. La crítica es un elemento provocador dentro del proceso de recep-
ción de una obra. Comúnmente se la ha calificado de "puente", pese a
que 1o sea de una manera incierta y provisoria. Estimula la dinámica de
¿QuÉ ES LA cRÍlcA? ideas e interpretaciones tanto entre la obra y el público como entre la
obra y un contexto.
Qué importtttte es uer.
Este puente crítico ha asumido formas diversas, tales como la inter-
Alejandro Obregón pretación, la pedagogía y la traducción, o también como un acto creati-
vo paralelo; pero, en última instancia, cada una de estas formas preten-
Para efectos de este estudio, entiendo la crítica de arte como una for- de esablecer vínculos entre el público y la obra. Similar al historiador
ma especializada de periodismo cultural o como un ensayo analítico en de arte, el crítico rcaliza un ejercicio de contextualización o de inter-
el que se aventura una interpretación conceptual. Idealmente la crítica pretación conceptual, formal, histórica o cultural; pero, a diferencia del
de arte sirve tanto para activar una dinámica en torno a la actualidad historiador, su práctica compromete más visiblemente una toma de posi.
artística como para señalar aspectos relevanles de los intereses, las bús- ción: la crítica de arte arriesga cierto juicio valorativo. Es reconocida,
quedas y las ideas que están fundamentando la creación plástica en un por ejemplo, la severidad con que Baudelaire descalificó el arre de In-
momento específico. La crítica de arte podría ser, entonces, un instru- gres o de Courbet; o el uso reiterado de la primera persona singular, quc
mento analítico invaluable cuyos señalamientos eventualmente podrían é1, no obstante, justifica:
coniribuir a articular una historia de las artes plásticas.
Se podría decir que la crítica de arte sigue, en principio, un sano pre-
a Tzrietan Jbdorov, Iiteratwe auJ i* Theoriss: A persorwlView of Twatieth Catwry Criticism, Comell
t Roland Barthes
University Press, Ithaca, 1984. ,I¡ Grain fu la Vom, Editions du Seuil, Purís, 198l.
Irgflts tlt'¡ul'tlisis rk'srlt'srrbjclivirs lrirstir intcrtlisciplinlrrirrs trirs lirs tliscrrtihlc cl cst¿tttts i¡trc Mitrllr'lilrl'lr logrr'r (¡rc sLr crlncctlicrir ll lrrit.t,n
cultlcs ilttcl'l)lctil y clitlrrlru lul c()ntcxt() rlc ¡rcrccllciírr) l)ilril cl objcto r:s- trnu s«rcicdacl que nunca antcs lrabía privilegiado sus méritos. L,lla rryrrclír
tr¡diado. Lucgo, hriy también un potcncial crc¿rtivo pcrsrlnal quc trutrc a mostrar el arte como un vehículo de conocimiento de mayor imprlr-
su visión y que hace de la crítica una fusión de análisis y de percepción tancia dentro la estructura y el desarrollo de una sociedad y a erraclicirr
subjetiva. Ért. ., el doble filo de la crítica de arte: es donde puecle apare- la idea del arte como objeto decorativo o suntuario.
cer el abismo insalvable entre la crítila (el rigor de la buena intención) Marta TLaba repartió su labor educativa en varios frentes: la cáteclrrr
y el crítico (sus limitaciones). universitaria (Universidad de los Andes, Universidad de América, Uni.
versidad Nacional); diversos programas de televisión ("Historia del artc
universal", "L.]na visita a los museos", "El
ABC del arte", "El arte moder.
Prnnl DE uN MoDELo: MARTA Tnaea no visto desde Bogotá");la prensa escrita con artículos publicados en
varios semanarios y diarios, como Cromos, Estampa, Pldstica, I-a Nueuu
Ins criterias de qnbr rumca se fornan solos: alguim los hare.
Prensa, Intermedio (nombre que tomó El Tiempo cuando fue censuradtl
Marta Tiaba por el gobierno del general Rojas Pinilla); fundó la revista Prisma; ejcr.
ció como curadora, como directora de museo y tuvo su propia galería.
Para 1974 ya habían transcurrido cinco años desde que Marta Tiaba Su capacidad para extenderse y cubrir, ella sola, las necesidades clel
partió de Colombia para radicarse en Montevideo. Ese lapso es un tiem- diverso público el público "entendido" hasra el público general
po de transición. Su salida produce y coincide con muchos cambios en -desde
que podía acceder al arte gracias a sus programas de televisión- klgró
el panorama general del arte en Colombia, tanto a nivel artístico e insti- difundir un conocimiento que ni el pénsum educativo, ni los medios dc
tucional como en la forma en que, partir de su ejemplo, los críticos de
a comunicación divulgaban sistemáticamente.
arte que la suceden se ven obligados a definir su oficio. Marta Tiaba logró un reconocimiento "masivo" que no ha tenido eqtri.
La "exaltada volunmd de servicio"6 de Marta Tiaba en Colombia valente. No es que ella hubiera sido e[ principio y elfin de la crítica de artc
cóndujo, en gran medida, a la creación de una infraestructura para la en Colombia. Antes de ella y simultáneamente, otros tales como Casimir«r
difusión del arte en el país. Un ejemplo es el Museo de Arte Moderno Eiger, \Walter Engel,
Antonio Bergman o Eugenio Barney Cabrera la ejcr.
de Bogotá, una iniciariva suya que emprendió recién llegada a Colom- cieron con similar autoridad intelectual. Sin embargo, Marta Tiaba krgrír
bia en 1954. una proyección insólita para un crítico de arte. Esto obedece en gran rnc-
Pero esta infraestructura no es sólo institucional. La educación "ma- dida a su presencia en televisión en momentos cuando ésta aún era it'¡.
siva" que impartió Marta Tiaba a través de la prensa y la televisión es cipiente y eran "pocos" los elegidos y los elogiados y cuando la televisiírrr
parte integral de la infraestructura "conceptual" que ella contribuyó a aún tenía una influencia casi mitológica, y no la familiaridad domésticir
formar. A través de la televisión, introdujo nociones básicas entre el con la que cuenta hoy en día. Marta Tiaba, de cierta forma, era un fenír-
gran público, siguiendo su creencia de que la crítica de arte en Colombia meno de los medios. Darío Ruiz llamó a este tipo de crítica, la "crítica cs.
debería cumplir con una función didáctica que le permitiera al especta. pectáculo", cuyo mejor exponente quizá sea Robert Hugues, el crítico clc lir
dor definir sus propios elementos de juicio. Aunque difícilmente se pue- revista Trmes después de su serie televisiva "The shock of the new". H,stir
de precisar si cada cual formó sus parámetros valorativos propios, es in- serie relató, de una forma amena y didáctica, el desarrollo de las primcrrrs
vanguardias artísticas del siglo xx. Fue un importante intento de prtpulirri-
ó
Marta Tiaba, "Me considero un ciudadano libre de toda sospecha", en revisra Semana, Bogotá, ene- zar el arte adaptando su discurso para el deleite de un público gencr¿rl (lu(,
rcde 1983.
pide agilidad, seducción, chismes artísticos y dinamismo visual.
l.rr ¡rt'rsorurlitllrrl rlc Murtlr 'li'irh¡r le rrfir tllnt() un ingrctlicttle tttcsillri, ¡'ticzlt itrconrpctcntc clc lrt trrrrr¡uinirriu ¿rrtfsticir. No birstnrr lns crllrutrrrrrs
lixtcrttlíir l¡t Irttciritr clt'
c() c()nl() un cirrisnlr c¡trc cnvtllvín uI grittr públictl. solit¿rrias para repercutir rnás allá del círculo de los intercsaclos: sc rc,
que el nrte puedc rehasar los línrites elitistas. Esto, tto hay cltrcla, cs sitr- quiere que los medios de comunicación contribuyan a crear una estra.
gular dentro de la experiencia colombiana, en la que tanto la crítica co- tegia de comunicación.
mo el arte han sido una labor de especialistas para especialistas. Marta Tiaba representó un modelo tan fuerte de lo que puede ser la
Nada mejor que la televisión para crear experiencias simuladas. Ima' crítica de arte, que se espera, a partir de su ejemplo, que la crítica scir
ginarse en e[ Louvre o en el National Museum de'§Tashington, o en el una categoría absoluta, única; como si ella sola pudiera definirse con
Palacio de los Oficios, en Florencia, viajando por la historia del arte mayúsculas; como si fuese un logos, un sistema de conocimiento exclusi.
guiados por sir Kenneth Clark, o Robert Hugues, o Marta Tiaba, es una vo a sí mismo, tal como la filosoÍía. La autoridad incluso el autorit¿r.
rismo-
-e
de Marta Tlaba propició la idea del megacrítico:
forma de aprendizaje canalizada por el placer' Si la televisión es un ins' la voz singular
trumento de la crítica, se entiende fácilmente por qué cuenta con las que se expande por tribunas simultáneas en los medios de comunica.
mayores indulgencias. ción, con la proliiidad para escribir que algún colega tildó de "grafoma.
Después de las series en televisión de Marta Tiaba, han sido pocos ftía".7
los programas dedicados al arte en este medio, salvo excepciones como A la irradiación de su presencia
se sumaba la amplitud de su cono-
'Arte y parte" a finales de los años setenta, dirlgido por Fausto Panesso, y
cimiento de su cultura, pues su campo de estudio no sólo abarcó las
o a finales de los ochenta, "Ojo a[ arte" del veu y "Primera fila", dirigi- artes plásticas, sino también la arquitectura, la literatura, la filosofía, la
dos respectivamente por Lina Botero y Pía Barragán. Estos programas museología y los problemas de definición de una práctica artística y cul.
funcionaron como gacetas culturales y llenaban un vacío informativo. tural latinoamericana dentro de un contexto dominado por las corrien.
Pero, desde la perspectiva de la crítica de arte, no había una presencia tes europeas y norteamericanas.
constante que tuviera la autoridad intelectual y el conocimiento que La mezcla de conocimiento y pasión de Marta Tiaba parece ajustar.
envuelve o seduce, como los de Marta Tiaba. En este sentido, la ausen- implantado por Baudelaire. Su pasión no se refleja exclusi.
se al modelo
cia de la crítica carismática y populista en los medios audiovisuales ha vamente en sus juicios categóricos. Es también la fluidez de su palabra.
contribuido a alejarla del gran público, llegando al extremo actual de Una emotividad en su forma de escribir y de hablar que lograba corrv(),
que la crítica opera dentro del campo exclusivo del público "entendido", car la mente y la sensibilidad para participar de la experiencia que en.
y que el arte opera dentro de un territorio poco estructurado. vuelve la creación artística. En sus escritos, la carga emocional con lir
Pero cabe preguntarse si los programas de televisión pueden ser "ex' obra se traduce a través de diversas aproximaciones metodológicas o
tensiones" de la crítica. En Colombia se confunde al crítico con el his- cuestionamientos: la sociología del arte, la función ética del arte, la in.
toriador, con el pedagogo, con el comentarista, con el curador y con el terpretación de los signos plásticos, etc.
periodista. Porque, a falta de una infraestructura que permita capacitar, Marta Tiaba había recibido una formación académica global. Inici(r
diferenciar y especializar los roles de la divulgación del arte, el "promo' estudios en Argentina, su país natal, con Jorge Romero Brest. En Parfs
arte ha perdido la benevolencia que protegió a Marta Tiaba con sus pro' 7
Daío Ruiz, "Se acabó la tiranía de los críticos", enEllvlmÁa Sanmtil, Medellín, 10 de ocrubrc tlt,
gramas de televisión. La crítica, pues, se ha convertido apenas en una 1988.
ircil(l('nli(ir intrrrhrt'f¡r srr visiótr r.lcl ¡rrtt'r'lctrlr,, tlc rulir cottcepciótt srl- lin cstc I]l¡lrc(), cl ¡trtt'l¡rnrlrión sc lsr¡nlfir clcntro tlc rrn or'.lt.n cxirlt¡r.
ciolristririclr. No conlirrirhl lir ¡rliicticlr irrtístic¿r ir krs lít¡¡itcs dcl cliscrrrsr¡ d,: el modernism() sc ase.talra c()ln() eco del progreso s.ci¿ll. Era cl p,,
irrtístictl, c()r'¡lo cril la tcnclcncia dc la crítica nr«ldcrnista quc sc gcrtertt[ra saporte a la sociedad cosmopolita, el paso esperanzado del subdcsarrrl.
cn l«rs ccntros rnetr()politanos y que tendía a despojar a las obras de arte 11o hacia una "sociedad en vías de desarrollo". Pero, junto con el ímpetu
dc cuirlquier referencia histórica, social y cultural. de su aliento y de su espíritu de renovación, el arte se difundía, además,
Interrogada sobre su forma de proceder, responde: a través de protagonismos: Alejandro Obregón, Edgar Negret, Fernan,
do Botero, Eduardo Ramírez Villamizar y Guillermo §Tiedemann, prin.
iMetodología? La sociología del arte, tal cual la pensó y enseñó Pierre Fran- cipalmente, fueron personajes emblemáticos, cubiertos de un aura que
castel. Cuestionando la obra hasta llegar a su análisis profundo, para montar
expandía con fuerza la acción redentora de la modernidad. Las políticas
tlespués una empresa crítica que recoffa toda la probiemática de 1o imagi-
económicas desarrollistas prometían, a inicios de los sesenta, un des-
nario.s
pegue económico tras el cual se podía aspirar a a participar del mundo
moderno en condiciones más equitativas. Lo "universal" era nombrc c
insignia de una utopía para disfrutar de las bondades del cosmopolitis.
BrucrRarucrA Y uroPíA cosMoPoLrrA
mo. A partir de ese momento, la confrontación irreconciliable entre el
In que Mmn liaba defadia fue L.ryt Ínteúd sercibilidad m un arte local y el universal que propagaron los artistas Bachué
país de rumeta, cenfenarista, wwherencia Etz. recogió de críticos
G6mez Jaramillo, Pedro Nel Gómez, Carlos Correa y
-Ignacio
cann Jorge Zalamea y Ballornero Smtín Cono.
demás- en los
años treinta tendió a moderarse.
Daío Ruiz
Como un mecanismo propio del modernismo, la fuerza de la oposi.
ción, tanto en la política como en el arte, tendía a recurrir a la metodo,
De cierta manera, el ambiente político y artístico a finales de los años logía que consiste en negar la validez de lo existente e imponer una re.
cincuenta y comienzos de los sesenta fueron puntos de apoyo para la novación radical. Marta fraba asumió, así, la defensa del arte modem«r
labor crítica de Marta Tiaba. Por un lado, las políticas económicas as-
atacando implacablemente el espíritu nacionalish y localista de la ge-
piraban al progreso desarrollista. El anhelo socialista permitía proyec- neración precedente de los "Bachué" para ampliar el horizonte hacia kr
tar una sociedad de mayor justicia y equilibrio. A pesar de los muchos que ella llamó la "resistencia", es decir, una autonomía artística con los
conflictos, el clima general, nacional e internacional permitía inclinarse alcances plásticos de cualquier metrópolis.
por una suerte de activismo optimista. Los ánimos se dirigían al desen- La visión claramenre politizada de Marta Tlaba y su formación m¿rs
volvimiento de grandes planes e ideales, a soluciones globales, a una humanista y europea la llevaron a ubicar el arte dentro de un gran pr«r-
mejoría que nos libraría de las vicisitudes y de las limitaciones del sub- yecto de dignificación cultural, social y político. Y en esre sentido, acútr
desarroilo.
en varios frentes: abriendo un espacio de respeto por el arte dentro clc
Marta Tlaba fue, sin duda, la primera crítica de arte en Colombia que la sociedad colombiana, tanro a nivel del público general como de srs
cnfocó la creación continental dentro de los márgenes geopolíticos. Ella clases dominantes. contextualizó el arte colombiano dentro de un pr.-
fue, én este sentido, una voz beligerante animada por la gran corriente yecto histórico a través de publicaciones como Lahistoria abierta del urtt,
socialista que se propagó por todo el continente sudamericano a raíz de colombíano, y ubicó el arte nacional dentro de un contexto geopolític()
la Revolución Cubana de 1959. global a ffavés de su proyecto de la "resistencia" del arte latinoamericlr-
*
Beatrii Go¡uále2, "Entrevista aternporal" (preguntas y respuestas seleccionadas de reportajes concedi
no. Esto es visiblemente una posición alejada del concepto europeo rlt'
tlos por Marta Tiaba), enMaraliab¿, Museo de Arte Moderno-Planeta Edrtores, Bogotá, 1984. modernidad que nace en el siglo xx, la cual trae una visión del artc c¡rrc
llrvotcr't' lit r's¡rt'r'ilit itl:r.'l .'lt'l nr('(li(). lirr lrrs ¡rrl('s lrlristi(':rs, p()r «'it'trr¡rlo, Mlrrtlr'liirbl se vlt tlt'( ltlhr¡rrlri¡r t'tr l()(19. Sr¡ pirrt irllr r'olr.ltrr't'll un r'('-
lriry rrn inlcrtls ¡r,rr tlesliglrr lir.,l',rl¡ rlcl irrttor rl tlc st¡ ¡rirhlico, rrtribttycrt- lcvo rllrligircltl. E,s un nl()llcrll() tle trtrrrsiciírn r)luy ¡rirrticrrlar.
..l,r ur.ur ir.rrlcpcr.rtlcnci¿r a la olrra ¡rlírsticu, Iil¡cnirrckrlir clc cot'rsirlcrilci()l)cs
t,n efecto, a comienzos de los setenta no hubo propuestas irnportantcs quc
cxtcn'las cle inrcncirin o dc refcrencia. Hay ut'r énfasis cn pcrcibir lir obr¿r
enriquecieran esa misma historia Ide arte contemporáneo colon-rbiirnol. N«r
pllistica conlo una estructura visual autosuficiente, en la cual el muucltt
hubo, como en los cincuenta, la vitalidad y el contenido del arte propucst()
r:xtcrior sobra para su interpretación.
por Alejandro Obregón, Edgar Negret, Fernando Botero, Guillermo Wieclc.
Afianzado en una lucha conceptual y política encendida por la íz- mann o Enrique Grau. Ni el equivalente a la respuesta a ellos, representaclu
r¡tricrda latinoamericana, el espíritu aguerrido de Marta Tlaba no en- partir del 65, aproximadamente- en Ia obra de Beatriz Gonzále2, San-
-a
contr¿) eco en los críticos que la sucedieron. Su "exaltada vocación de tiago Cárdenas, Pedro Alcántara, Bernardo Salcedo, Felisa Burszryn o Luis
scrvicio", tal como ella misma la calificó, estaba permeada por una aspi- Caballero. En ese período-paréntesis podríamos hablar, no obstante, de un
rnci(rn utópica de una sociedad más justa y más culta. nombre solitario, Antonio Caro, que consolidó su prestigio aportando a las
artes plásticas del país un nuevo lenguaje con notable contenido.e
Los críticos en los años setenta, en cambio, no consideraron situar
la producción artística dentro del marco mayor del contexto cultural.
En el mejor de los casos buscaban una ecuanimidad de tono y un nivel
Se puede tomar la exposición "Los novísimos colombianos" quc
Marta Tiaba organizó en 1977 para el Museo de Arte Contemporánco
de profesionalismo: un tono impersonal, antibaudelaireano. En el peor
de Caracas, como un ejemplo representativo de los cambios que encc-
tle los casos, se servían de la prensa para generar controversias, aprove-
rraba esta transición. Esta gran muestra colectiva presenta las más rc.
chando el aval que esa tribuna podía dar a sus aseveraciones. Esto sóIo
cientes generaciones de artistas colombianos al público caraqueño. Sc
sirvió como sofisma de distracción: no atrajo la atención del público de
reúnen ahí obras de 44 artistas seleccionados con la asesoría de Edurrr.
rnanera formativa, ni generó valores, ni difundió obras o trayectorias ar-
do Serrano, Galaor Carbonell, Germán Rubiano, María Elvira Iriartc y
tísticas a cabalidad.
Luis Fernando Valencia, entre otros. En el texto de presentación de la
Marta Tiaba llevó a la crítica de arte al estudio de las intenciones
exposición, Marta Tiaba se refiere a ellos como "la nueva crítica en Crl-
complejas que articulan un contexto social y cultural para mostrar el
lombia".
papel estructural del arte en ese contexto. La amplitud de su visión, su
En esta muestra aparecen artistas como Miguel Ángel Rojas y Anto-
rigor intelectual, su elocuencia, su carisma personal y su ambición para
nio Caro, quienes ya en ese momento contaban con apariciones sigrri-
defender una utopía fueron los elementos que contribuyeron a difundir
ficativas en e[ medio artístico nacional. Sus obras son el primer alicnto
sus ideas.
conceptualista que corre por el arte colombiano: un cambio fundamcn.
tal respecto a los modelos y valores anteriores defendidos por Milrtl
Tiaba.
El Rrlevo
Después de las dos generaciones artísticas de los modernisl¿rs
Mart"q Traba defadía unas posicíones nuy pte can y la de Beatriz González, Bernardo Salcedo, Santiago Cárdenas-
-la
singulmes, c¡rrt'
l¡t rweva actinl frnte aL arte, don¿phú) ma pluralidal mu1
grctnde, le hubieran creada probbws a elld. Ya rc podría drcir
Marta Tiaba apadrinó por afinidad intelectual y estética, es sorprcn.lcrr-
qtrc san seis [anistas] kts mejor¿s, como ttcostwnbraba. Ahora el te y revelador que ella hiciera énfasis en el texto del catálogo de las oblrs
público no se guía por ese mmti4ueísmo de Io hrcno y lo malo.
de Luis Caballero, Darío Morales, Antonio Barrera y Ór.ur Muñoz.
Luis Fernando Valencia
e
Álvaro Bamos, "Un arte para los ochenta", en Re-Vista, Ne 5, vol. 2, Medellín, 1980, pp. 42-45
l.it iitir'it, t¡tttl();rl)li(¡ttlit rt l¡t tt's¡xrttslrlrilitllrrl th:l trrlistir (()t¡t() l¡ sr¡ n,lirt ir'ut tlistintrt r.lt'itst¡ttti¡'r'l irr.tr', l¡rtrto tlcstk'Lr ¡lcrs¡rcr'tivtr tlt.lir ¡rrtxlut'r'ir'rtr
tott t'l tttt'tli0, (()llt() il lt(r(l(llt('\ y s('lrl¡nti('t)l()s t¡llis ttlrsl¡lttl()s, (l()iltiil¡t ('sl:t llrtísticil cot¡lo rlt. lrr lt.tt,¡rci(rn y dc la difusirin clel ¿rrrc.
cxpositiiln. Sc ltt tecollt,cc clr krs lcrriblcs irlrsolr¡los.lcl lrnt,rr lx.r'segui(l()s
Hasta cierto plurto, cl arte colombiano había estado cn uranos clc ¡rr-
por Luis Cablllcro [.. . I
tistas pertenecientes a las clases favorecidas. En los últimos l5 ¿rños sc
ha modificado sustancialmente el origen de clase de los artistas. Si cn llr
Estas obras envuelven una visión extemporánea, clásica y europea
primera mitad del siglo éstos provenían de familias que p«rdían costcrrr
del arte, contraria al espíritu de la "redistencia" tan defendido por ella.
sus estudios en el exterior, principalmente en París y en Roma, lxly cn
Ante el cambio que está sucediendo en el arte, donde el "gran arte"
('¡p¿ss¡¡es"- día la formación académica local es viable gracias a la proliferacitin clc
arte de los está siendo revaluado y relegado por un
-el escuelas de arte (cinco en Bogotá y al menos una por cada capital dcpar,
arte eflmero, experimental y desmaterializado, ella se aferra a los últimos
tamental) . Las consecuencias de este cambio son varias. Por un lac'kl, las
hilos de un arte basado en los grandes principios humanistas:
posibilidades del arte se multiplican y alcanzan un espacio más derrlo.
crático; pero por otro modifica estructuralmente la concepción tradicio.
[...] el arte vuelve por sus viejos fueros: acepta seguir siendo una forma su-
perior de conocimiento donde se descarta, de plano, la actual degeneración nal que la sociedad colombiana tiene del artista. En términos generalcsr
del arte en mercancía.ro el reconocimiento a un'artista de esa época se refuerza con los detallcs
de su vida; por ejemplo, la obra de Obregón se exalta por el hecho dc
En escritos posteriores a su partida, donde comenta las exposiciones que é1 es una figura proteica, con un carisma personal que recuerc{a tr
de arte colombiano particular el controvertido Salón Atenas- Picasso. Se le asocia a la gran bohemia, a la mitología intelectual dc lrr
-en Cueva de Barranquilla, a sus múltiples esposas. Botero es otro ejem¡rlo,
muestra el divorcio conceptual tanto con las nuevas generaciones aftís-
ticas, como con la posición cútica de sus sucesores. con su lrayectoria por los caminos que van de la humildad provincianir
al destino iluminado por el éxito, gracias a la perseverancia y al empcño
No es ajeno a ello ei tono dominante que ha ido tomando el arte colombia- nato del antioqueño. Esta dimensión personal es menos aparente cn lir
no en manos de Eduardo Serrano, en el Museo de Arte Moderno de Bogo- promoción que se hace de los artistas de las generaciones siguientes. IJI
tá; de Miguel Gonzálezen Cali; de Álvaro Barrios en Barranquilla y Alberto arte ya no parece e[ fruto de la inspiración y del genio. Támpoco se hir
Sierra en Medellín, quienes han apoyado 1o que consideran vanguardia
-es individualizado a los artistas de las generaciones más recientes al extrc.
decir, el empleo de sistemas diferentes a los soportes tradicionales de pintu-
mo de mitologizar sus biografías. Luis Caballero es, acaso, el único irr-
ra, escultura y gtáfíca-, de un modo tan entusiasta y excluyente, como pa-
ra descorazonar a todo aquel que se atreva a disentir.ll
tista de la siguiente generación cuya vida y oL,ra se han promocionlcl()
de esta manera.
Estos cambios fundamentales en el arte, en el artista y en la s()ci(,-
Hay indicios además, por la amplia participación que tiene la exposi-
dad inciden directamente en las formas como se desarrolla la "nucvil"
ción de los "novísimos", que se está generando un cambio de comporta-
miento dentro del arte en Colombia. LJn contexto artístico más extenso crítica de arte. Después de una figura tan omnipotente, omniprescntc: y
y "dgmocrático" se diferencia del contexto más reducido y privilegiado omniabarcadora como lo fue ella, se busca la Marta Tiaba perdida clc lirs
nuevas generaciones, pero la mezcla candente de pasión, conocil¡ricr)t()
de las generaciones anteriores. Se está generando igualmente una forma
y Francastel no encuentra sucesores. Cuando uno hace el seguirlicnto
r0
Marta Tiaba, "L-os novísimos colombianos, antología ejemplar", e¡ Arte m Cnknnbn, Nq 5, Bogotá, de notas de prensa, críticas o estudios sobre un artista tan central dc lrs
agosto-octubre de 1977, p. 23.
1r
Marta Tiaba, "El vlr Salón Atenas; ya que estamos", en Ane m Cobnbn, Ne 17, Bogotá, diciembre setenta, como lo fue Antonio Caro, por ejemplo, puede constatar (¡rc su
de 1981, pp.74-76. dlfuslón corrió más por cuenta de los periodistas culturales quc p()r ur¡
l() lrltos rlt'lrltyt't lot'i:r, stilo lit'ttt'll'(':, tl()l :ls
r'('sl)ll(l() t t'Íl ito. ( l:tl'o, r'ott t'rr l()7(). l't'trr llt lt'rttlt'rtti:t lrrc rt'¡trcst'rrtlrtlir cscncilrlnrt.rrte ¡ror irLtrslrrs
trÍlitrrs: ul)lt (l(. liluirnL, St't'ltttt,r t'lr cl Ilr¡/t'ti¡ ,lt'l ¡ul¡V tlt'llogot:i (tli. rrrisjrivcrrcs corrro Migucl Ángcl Rojas y Antonío Caro (Bogotá), quicrr,
t ir.nrblc tlc l()75), trr.lr .lc Migtrcl (itlnzlilcz ("'liltkr cstli Itttty Ollro", t'tt sicndo rrrin estudiante, presentó en el Salón de 1970 un busto en sal clcl
A¡'tc ctt()tktrnbiu, N9 lJ, octubrc dc 1980) y utlt brcvc y cliscrcta nota prcsidente Carlos Lleras Restrepo que colocó en una urna con agua. Al
..lc Jrrirn Gust¿rvo Cilbo Borda en [a revista Gacetu dc Colculturir (vol. cabo del tiempo, el agua diluyó la cabeza dejando las gafas flotando y
ul, Ntr 27, 1980). Lo demás son entrevis[as, comentarios esporáclicos cle el espacio inundado. Otras figuras centrales de esta corriente a finirlcs
y notas al margen. Y su ejemplo no es único.
cxl.rosiciones colecdvas de la década de los setenta, fueron Alicia Barney (Cali), Adolfo Bernal
IQué puede indicar estol Por un lado, muestra que después de Marta (Medellín) y el grupo (efímero) del Sindicaro de Barranquilla. Thmbión
-kaba
los críticos privilegiaron la organización y la difusión de eventos se desarrolló una vertiente del arte conceptual, el "arte de procesos", en
rurtísticos en detrimento de una labor crítica puntual. Cuando uno ve la el que participaban artistas como Jonier Marín, Áluu.o Herazo y Eduar-
proliferación de artículos de Marta Tiaba, con los que ella hacía el se- do Hernández.
gr.rimiento a los artistas de su predilección, entiende la responsabilidad Otras dos tendencias paralelas, predominantes en las representacio-
clue ella asumiótanto con los artistas que era ella quien los había nes figurativas de la década, fueron, por un lado, el hiperrealismo, con
-ya
expuesto previamente al público- y con el público que fue ella artistas como Santiago Cárdenas, Miguel Ángel Rojas, Ór.u, Muñoz y
-ya
quien llamó su atención sobre los artistas. Darío Morales; y el tema urbano desarrollado por artistas como Ever As-
Marta Tiaba mantenía una lealtad con los artistas que defendió' Con tudillo, María de la Paz Jaramillo, Saturnino Ramírez y Ót.ur Jaramilkr,
respecto a Obregón, por ejemplo, no renunciaba a él aun cuando lo sen' entre otros,
tía decaer, aun cuando manifestaba públicamente los peligros que lo Hacia finales del segundo lustro se inauguraba una corriente de geo.
acechaban. La antología de los textos de Marta Tiaba realizado por el metría abstracta y minimalista, tanto en pintura como en escultura, c«ln
MAM de Bogotá y publicado por Planeta Editores muestra que elia confi- escultores como Sara Modiano, Alberto Uribe, John Castles y Germtin
guró una obra, un seguimiento detenido a sus artistas. El hecho de que Botero; o pintores como Manolo Vellojín y Rafael Echeverri.
un artista como Antonio Caro esté tan precariamente comentado en la Estas corrientes son las que, a grandes rasgos, marcaron la décacln
prensa y publicaciones del país muestra el grado de abandono al que los de los setenta y constituyeron el núcleo que defendían tanto Eduarcft',
artistas de la época postMarta se han tenido que resignar. Luego, posi' Serrano desde el Museo de Arte Moderno de Bogotá, Alberto Sierru
blemente, cuando se condena la ausencia crítica en Colombia, Ia queja desde su galería La Oficina de Medellín, Miguel González en Cali y cl
real es que los críticos no han creado una obra crítica, ni un cuerpo teó' artista barranquillero Ál.ru.o Barrios, quien hizo la curaduría de la cx.
rico, ni un seguimiento leal. posición "El arte de los ochenta" para inaugurar esa década. Sin embar-
Con el estímulo de eventos internacionales de gran envergadura, co' go, el proyecto de Barrios terminó siendo, a la larga, contrario a sus as-
mo la Bienal de Medellín o la Bienal de Artes Gráficas de Cali, se de- piraciones. Las premoniciones que proyectaba a través de esta mucstrl
sarrollan varias corrientes artísticas. LIna, el conceptualismo, surgió en de un arte conceptual de vanguardia- resultaron ser más bicn Ilr
-las
vario-s puntos del país Cali, Medellín, Barranquilla- y fue conclusióny el cierre de los años setenta. Por ironías de la historia, rt.-
-Bogotá,
difundido principalmente a través del Salón Atenas, evento anual del gresaba con fuerza la pintura de caballete.
Museo de Arte Moderno de Bogotá, curado por Eduardo Serrano. Se le En los setenta el protagonismo está menos centrado en el arristlr y
puede atribuir a Bernardo Salcedo la potestad artística de la tendencia más en los eventos mismos y, claro está, en las personas que los orgir-
rr raíz.de su obra Hectárea deheno, empacada en 500 bolsas en polieti- nizan. Rápidamente, a comienzos de la década, las fuerzas sc ubie:ur:
lcno numeradas al azar, con Ia que participó en la lt Bienal de Coltejer, Eduardo Serrano regresa al país después de estudiar antropologíl t,n
Nrrcvir Vrrk y pront.() firnrln llr gtlcrln []clirrcir; Alhcrto Sirrrrir i¡¡irrrgrrrir H rnnauterures coNDrcroNADAs
Lrr ()licin¿rcn Mcdcllln; Ilirrrios, la galcrfl Áluur., Ilarrios cn llarr¿ur-
cprilla; Miguel González, la gulería Cuidad Solar en Cali. Por otro lado,
Ojalá el crítico de arte fuera capaT de dacribir ww olnu lc tttt,
cutn nmra wt krcutor m paniú: fu futbol.
Germán Rubiano regresa de Londres, donde había seguido estudios de
Alberto Sicrr¡r
historia del arte en el Courtauld Institute. Hacia 1973 regresa también
Ál ru.o Medina de Nueva York, de donde llegó "imbuido de las teorías
La expectativa que existe comúnmente con respecto a la crítica es quc
estructuralistas".12 Rubiano asesora el Instituto Colombiano de Cultura
debería ser objetiva, como si existiera una forma de interpretar el artc
y forma parte del comité de selección del muy controvertido xxm Sa[ón
que sea única y correcta; como si su grado de eficiencia sólo fuera com.
Nacional de 1972.
probable a través de sus aciertos; como si la posteridad fuera e[ campo
Este evento fue el origen de la polarización del ámbito artístico na-
para evaluar sus apreciaciones. La realidad es que la crítica se redefinc
cional. La eliminación de los premios, anunciada en la convocatoria,
parece haber encendido los ánimos. ElEspectador.t3 publica en primera
con cada autor. Y en Colombia, la crítica de arte sí existe; aun cuando
talvez conviene más bien preguntar: lcómo existe?
página el rechazo de los artistas a la medida, y entre Rita Agudelo (gale-
En Colombia el medio privilegiado de la crítica es la prensa escrita,
ría San Diego) y Eduardo Serrano (galería Belarca) organizan el Primer
ya que, aparte de Marta Tiaba en la televisión y de Casimiro Eiger en
Salón Independiente de la Universidad Jorge Tádeo Lozano, que conce-
la Radiodifusora Nacional, poca ha sido su incidencia en otros medios
dió 30 premios patrocinados por la empresa privada y con una concur-
(Álvaro Medina, por ejemplo, sólo tuvo acceso de 197 4 a 197 5 a un pro.
rencia casi tres veces mayor que la que tuvo el "Salón Oficial", término
grama de arte en la Radio Nacional de Colombia). La especialización dc
acuñado por Serrano.la
la crítica proviene de los métodos y de las herramientas de análisis que
Y para ilusffar el ambiente de cizaña promovido por "la disidencia",
hoy en día, a medida que el arte expande su territorio, se vuelven cadir
reproducimos parte del anecdotario doméstico surgido durante la aper-
vez más interdisciplinarios. Si en su origen la literatura apadrinó la críti,
tura del Salón de Colcultura: Flavio Ramírez suelta, en pleno acto inau-
ca el ejemplo de Baudelaire fue correspondido en Colombia por los
gural, centenares de bolas de ping-pong "que rebotaban estrepitosamen- -y
poetas-críticos: Mario Rivero, Darío Ruiz, Darío Jaramillo, Juan Gusta.
te sobre obras, paredes y piso, aportando la nota de humor en su tenso
y patético acto de apertura",l5 y luego una famosa "cachetada concep- vo Cobo Borda, Juan Manuel Roca, Ramón Cote Baraibr.-, la crítica
posteriormente se extendió a la filosofía (la estética), la historia y la so-
tual" proferida por Antonio Caro a un crítico, Ál'ou.o Herrán, Bernardo
ciología del arte para abarcar hoy en día a las ciencias sociales (e[ psicoa,
Salcedo, Alberto Sierra y Arnulfo Luna se pasean por las salas con un
nálisis, la teoría crítica literaria o social, la filosofia analítica, la antropo.
trío que canta, al son de "Espumas", estrofas despidiendo "los salones
que se van
logía, los estudios culturales, etc.).
[...]"
Tiaducir estas diatribas en criterios críticos, es dect en posiciones Según Marta taba, era apremiante ejercer en Colombia una crítica
Incntc contrl cr'íticos rlc irrtc, [r()r(luc brrsciul cicrtlt "olrjt:livitlirtl" (trtur prlr cl contrario, el arraigo con una época. Uno asocia así el romirnticis.
neutrtrlidad de juicio) colltr¿rria al modclo l¡auclclaircaut¡. rno con Baudelaire, el expresionismo abstracto con Clement Grecnhcrg
Gil Tbvar, por ejemplo, publica a finales de los setenta artículos dc y Harold Rosenberg, la generación de los "Nuevos" con Marta Ti.ahir, lir
temas generales, como "lEl artista para qué1", "Cursilería y mal gusto" y transvanguardia con Achiles Bonito Oliva, etc. En otras palabras, un()
"Valor real-valor museal".16 Los temas, en sí mismos, son provocadores asume a priori que la principal fuerza del crítico es ser el vocero clc trr.l
y señalan preocupaciones genuinas del momento. Sin embargo, aborda momento específico en el que se juega tour
force de establecer unir
el. de
los temas con una orientación más genérica, sin basarlos en ejemplos relación premonitoria con la historia, o lograr que el historiador no puc,
del arte colombiano, o señala el arte de una forma descriptiva, sin tomar da prescindir de los nombres acuñados por é1 para el nuevo arte, conl()
necesariamente partido. Se apoya, sin embargo, en el instrumenhl filo- el fauvismo o el cubismo, bautizados así por Louis Vauxcelles.
sófico a través de referencias a Hegel o Adorno. Pretender esto, sin embargo, dentro del contexto colombiano es un
Germán Rubiano, en cambio, no aborda problemáticas del fenóme. poco ingenuo. Porque el desarrollo del arte nacional el de cual.
no artístico, sino que concentra su atención sobre artistas individuales quier sociedad poscolonial- se entreteje con los grandes movimientos
y eventos. Rubiano sigue una metodología no interpretativa desarrolla- internacionales por un lado, y con su propia historia por otro. La consc.
da a partir de Gombrich, basada en clasificar dentro de las corrientes cuencia mayor de esta forma de desarrollo es que sólo se puede extrilcr
existentes, comentando el desarrollo de una obra a través de la descrip- un conjunto de figuras insulares, independientes de todo movimiento.
ción de su proceso y características formales. Busca una aproximación Por comodidad se hacen "clasificaciones" generacionales, como si ést.
metódica y objetiva en la medida en que se basa en datos comprobables fuera un "criterio" en sí, porque de otra manera no se podría juntirr'
(descripción visual, fechas, técnicas, referencias biográficas, etc.). Sin en un mismo grupo conceptual a Obregón, \Tiedemann, Ramírez Villn-
embargo, con frecuencia entreteje, en algún aparte de sus textos, un mizar, Negret y Botero: el rótulo de "Los Nuevos" que se acuñó para clc-
comentario personal discreto aunque controvertido, como cuando cita signarlos sólo responde a una coincidencia temporal (laxa). Cada urlo
aAndré Bretón pereza y la fatiga de los demás no me ¿¡¡¿sn"- de estos artistas se distingue conceptualmente del otro hasta el grado rk.
-"la
para sugerir su propio juicio con respecto a la figuración naturalista en la incompatibilidad (son bien conocidas, por ejemplo, las diatribas clr.
el arte colombiano.17 Botero con respecto al arte abstracto).
Aun cuando ambos, Gil Tovar y Rubiano, comentan sobre artistas o Esto se reitera posteriormente, cuando se confina la obra de Santiir.
temas de actualidad, [o hacen mediante instrumentos del historiador de go Cárdenas, Beatriz González, Luis Caballero y Ál,ruro Barrios a la cti-
arte, y en este sentido escriben con el mismo "tono" didáctico sobre Pi- queta del "pop nacional". Sus puntos de parentesco individuales c«»l cl
casso, Miguel Ángel, Vásquez y Ceballos u Obregón. El arte se comenta movimiento original son en sí mismos cuestionables (y vuelve el únit'rr
dentro del campo específico del arte: un campo donde el tiempo es li- punto de conexión entre ellos aún más relativo). La clasificación rcsul-
neal y la historia, un desenvolvimiento de estilos sucesivos. Uno advier- ta arbitraria y obedece talvez a una forma crítica acomodaticia quc sr'rkr
te en este tipo de aproximación que los autores no parecen identificar- puede organízar conceptualmente el arte colombiano con los térnrirros
se a'nivel personal con épocas, esdlos, artistas, actitudes o corrientes de ya clasificados por fuera. Un gran equívoco.
pensamiento particulares.
De todas formas, esto conlleva a señalar la flexibilidad conceptrrirl :r
16
Francisco Gil Tova! respecrivamente: Ane enColunb¡¿, Nq i, p. 38, julio de 1976; Na 4, abril-junio de que está sujeto el crítico colombiano. A diferencia de aquellos crífi('()s
1977, p. 54; Ne B, julio-septiembre de 1978, p. 28.
internacionales mencionados anteriormente, que avanzaron hornhlt, rr
'7 Geimán Rubiano, 'Arte colombiano en el exterior", en Ate en Cohmbn, Ne 5, agosto-octubre de
1977, p. 18. hombro, exclusivamente, con el movimiento bajo su influenciir, crr ( i r
Itltltltiit lt,r ltrty tttovitlticttt«rs sino irgrtr¡rlrcioncs tlc ligrrrirs insulrrrt.s, Iisl¡r tl'o tlc ttll c¿lttll)() supu('stiun('ntc intcrtracioturl, sc cxlrllc clc crurk¡rrit.r
flexil¡ilitltd incvitirlllc cs pirrliculilnncnlc notoriir cn l()§ scrcntir, cuiln- contexto cultural, históricct o artístico propio que podría acl¿rrar sus vir.
ckr un mismo crítico, o grupo dc crític«rs, dicl amparrl a ()bras tan clispil- tudes específicas.
res conceptual e ideológicamente como los actos puntuales y precarios
de Antonio Caro y el arte de "oficio" de Darío Morales, por ejemplo.
En gran medida, es por ello que las paqiones vienen acompañadas de las LR vrurrpucAcróN DE LAs vocEs
grandes contradicciones intrínsecas a su naturaleza. Este corte transver-
sal, generacional, que suele hacer el crítico de arte colombiano, conlleva Para naáíe es lm secreta que la escma artístíca coltmtbiuru astd
replea de incongruercitrs oLttistas qlrc se dcsempeíun cuaut
a limitar sus valoraciones a términos esquivos de "calidad": un criterio anaÁores, crítiros qte se desempeñan como esanltores, g«lcrittrr
que divide el arte en "bueno" y "malo". Es el único común denominador que se desanpe-nan curc finadas, jmaÁns qtr se repiten lusttt l0
ueces en el mismo certannm, saLrír1t Eu demoran mfiniunnottc
que podría juntar prácticas artísticas tan distantes como las de Antonio s1ls pdgos d IDs atisns o qtre les cmtceLm ccrn clwqtes sin ftm&x,
Caro o Darío Morales. La debllldad conceptual es la consecuencia prin- saktnes mruales Eu se realizan cala dns oinos, biattlt:s 4rut st,
celebrm coúa rueue años, y osí wraivanunte hasn ctmr¡>fut:n
cipal de esta forma de crítica, la limita a formular juicios valorativos o a wulisn de abswdos diga de camperir cmlas funs dc Ril¡lay.
homogeneizar las diferencias artísticas.
Eduardo Scrr:rr¡r
La flexibilidad conceptual se refleja rambién en los autores que cita
cada autor. A grandes rasgos, los críticos con formación académica en
El intento por diversificar las voces y los oficios es parte de lir
historia del arte, como Germán Rubiano, María Elvira Iriarte o Galaor
profesionalización del engranaje artístico que comienza a sentirse muy
Carbonell, se basan en estudios de Ernst Gombrich, '§Tilhem Worringer,
especialmente en la década de los setenta. Previamente, Marta Tiaba sc
Benedetto Croce, Pierre Francastel, Erwin Panofsky, Arnold Hauser o
había ocupado de todos los frentes: la historia, el periodismo y la edtr-
Herbert Read, a quienes han seguido para ajustar ciertos sistemas meto-
cación, los diversos medios de comunicación, el museo y la galería, lirs
dológicos. Muchos críticos formados "sobre la marcha", como Eduardo
artes plásticas, la literatura, la museología y la arquitectura, etc. Ac.
Serrano o Miguel González, entre otros, emplean criterios extraídos más
tualmente, en esta época de especializaciones y de profundizaciones, su
eclécticamente, guiados principalmente por el desarrollo interno ciel ar-
ejemplo no sólo sería visto como algo descomunal sino incluso como irl.
te nacional y por "la actualidad" difundida por las revistas internaciona-
go muy cuestionable.
les de arte; un método compartido igualmente por muchos artistas en su
En los setenta, los museos de arte moderno nacidos en la década all-
necesidad de estar al día en términos artísticos. Ahí encuentran la base
terior comenzaron a ampliar sus plantas de personal. Nació Ia figura tlcl
de sus niveles de calidad, la dinámica de valoración.
"curador" con responsabilidades claramente diferenciadas de las dcl dl-
La consecuencia más palpable de restringir el arte colombiano a su
rector. Comienzan a formularse políticas culturales de conservaci(ln y
propio contexto pero a la vez asimilándolo a los movimientos interna-
protección del patrimonio. Se amplían las aspiraciones de la Bien¿rl tlc
cionales, es que conlleva a una falsa contextualización conceptual. Por
Coltejer a inicios de la década; la Tertulia de Cali emprende la realizrr-
ejemplo, al referirse a la obra de Santiago Cárdenas, tildado de artisra
ción de la Bienal de Artes Gráficas del hemisferio. Y, a nivel de la crfri.
"po-p", Serrano, en Un lustro wisual, cita a Eddie \X/ofran en una referen-
ca de arte, la iniciativa de la revista Arte en Colombia, fundada y dirigi-
cia al arte pop norteamericano para establecer las analogías que tiene
da por Celia Sredni de Birbragher desde 1974, es parte de este proc:cso
Cárdenas no sólo con el pop sino con los movimientos que dieron preva-
de profesionalizacíón que instauró una tribuna tanto para el arte co¡no
lencia a la utilización de objetos fabricados, como el Dadá o el surrealis-
para el crítico.
mo. En otras palabras, al situar é1 la producción artística nacional den-
listrr rt.vislir r'rt.ír rlt.¡rlgunir nl¡ln('rir cl ¡rrirttt'r ('ucl'l'x) t't'ftir'rl tlc (lo- stt itrtctlcióll littil'toitntcricltnista, p()r un lltkr, cornrl tlrnr[riórr ¡rrlr t l ltlrro
Ionrhiir. Sin cnrbirrgo, lirs intcnci()llcs l)irrcc(ln (lucrcr ltlcjlrrsc ,lc li¡ t:tltr- ¡rolórnico y vanguardista. La gran diferencia entre las dos publicacioncs
tr()vcrsiil clr.¡c caractcriza a l¿r crítica auspiciuda tr'r«rr lir tr'lrct-rsit. I.it rcvistlt cs que la primera reunía escritores de formación académica más ort<1.
promueve un tono informativo, profesional y sereno. Opera c()ttlo tltl doxa, quienes, además, eran profesores universitarios (lo cual tiene cier.
"Frente Nacional" dentro de la incipiente guerra entre críticos. (Esta tas repercusiones a nivel de lenguaje y de la voluntad de servicio). Rc.
guerra se revela en hechos como la prohibición que sentenció Eduardo Wsúa, en cambio, reunía autores más "protagónicos", más involucrados
Serrano de vender Arte en Colombia en el Museo de Arte Moderno de en las instituciones, en el ejercicio del poder, en los medios masivos, en
Bogotá). Pocos artículos buscan generar polémica, aun cuando es me- los sistemas de autopublicidad y en el escándalo vanguardista. Re-Ws.
morable la "Carta abierta a Luis Caballero" de Galaor Carbonell, en la úd promueve la participación activa de los artistas, tanto invitándolos a
que señala los peligros que enfrenta el pintor por concentrar sus imáge- rcalizar proyectos artísticos para producir y distribuir con la revisra, co.
nes en la representación de modelos: mo convidándolos a escribir (Bernardo Salcedo, Ál rrro Barrios, Beatriz
Gonzálezy Luis Caballero, quien, a propósito del Salón Nacional, escri,
[...] estas figuras suyas de ahora no logran ir más allá de ia relativa habili- bió una pequeña fábula, basada en El nuevo traje del emperador de Hans
dad de ios modelos quienes ante nosotros representan Ia muerte, y quienes Christian Andersen, para ilusüar la relación entre artista y crítico: una
pueden ser buenos o regulares actores, pero nunca más que actores. Porque
sátira sutil al premio otorgado a la obra Atmósfera de Ana Mercedes
esos modelos no podrían estar más lejos, aun si lo deseasen, de los aspectos
Hoyos en el Salón de 1978).1e El mérito de vincular a los arrisras como
trascendentales de la muerte. [...] Igualmente peligroso es confundir versos
autores dentro deRe-Vista consistió en quebrantar la noción generaliza,
con poesía, muerto con muerte y arrechera con amor,ls
da de que el artista no tiene capacidad teórica o conceptual. Esto, en la
En términos generales, en la primera década de Arte en Colombia,los época del "arte de ideas" fue fundamental.
autores Carbonell, Álrruro Medina, Germán Rubiano, Anto- Ambas revistas, Arte en Colombia y Re-Vista, se dirigieron hacia la
-Galaor creación de un contexto crítico para discutir y promover el arte nacio-
nio Montaña, Francisco Gil Tovar, enffe los más asiduos- comentan
en tono moderado eventos nacionales e internacionales y hablan sobre nal; la primera dentro de coordenadas pedagógicas; la segunda, buscan-
artistas de diferentes momentos de la historia plástica colombiana. Las do una complicidad con las vanguardias latinoamericanas para afianzar
edi su sentido.
controversias se localizaban, más bien, en la sección de las cartas al
tor. Con el ingreso de Luis Camnitzer, en 1978, con el artículo "Concep-
Muchas veces Re-Msra fomentaba la controversia entre sus propios
tuales vs. hiperrealistas", la revista se abre hacia una nómina de escrito- autores, como cuando Darío Jaramillo Agudelo, con cierta ironía, se rc.
La Re-Vista del Arte y la Arquitecturd en ,Nnérica Latina, editada en traron urgente quejarse de que 'últimamente los artistas no exhiben rl
Medellín y dirigida por Alberto Sierra, alcanza a publicar ocho números muestran o exponen, los artistas pro-pon-en"'. Esta manera de "diakl-
entre 1978 y 1982. Si Arte en Colombia se abanderaba de un tono in- gar" ilustra la dialécdca "conceptual" entre colegas, claramente marcil.
vestigativo y profesional moderado, Re-Vista se caracterizaba tanto por da por animosidades personales camufladas en tomas de posición intc-
lectuales, filosóficas o éticas.
r8
Ghlaor Carbonell, "Carta abierta a Luis Caballero", en Arte enColombia, Na 5, agosto-octubre rlc
1977 , p. 43. re
Luis Caballero, "El traje nuevo del emperador", en Re-Vrsta, año 1, Nq 3, 1979,p.43
l,os t.ictrt¡rkls sc r(.¡)ilcn ullir v('z lrils ()lrir, ( irtrlo cs t'l t:¡rs,l tlc'l¡t.,tett- ZLr cnfrtca vs. EL cRÍTrco?
sirciotrcs cn l()u'r() a ¡lirrciirlist»()s y irtir(lucs prrlt'siottitlcs tlc lj.lrrirr,.lt, Sc-
rnln() il Cicrnlírn llubiatro y viccvcrsa a t.ravés clc las ¡rírginus c{c "Notus al A mettuda los críticos ccmsídertt¡t ltt <tctiuithl quc ürs eirrurrrür
conlo merd decadercia 1 negacím del a¡rc, k, cul lcs irrr¡rirlt,
cditcrr" de Ar¿c en Cokmtbia.za contyrmdn la etema creath,íÁad lummw.
infección mayor de la crítica de arte en Colombia. conocemos todos y tenemos relaciones personales, sean positivas o negari-
vas, lo cual impide la objetividad de la crítica.
ve rehén de manipulaciones hechas en nombre de una autoridad pero 1o una dinámica de múltiples voces que saca a la crítica del monólogo clc
sin escrúpulo o édca. sus columnas, sino también una infraestructura que le dé contexto, bicrr
sea a través de secciones culturales más dinámicas en la prensa, bien scir
Cuando la crítica logra despertar el interés por fuera de la "elite", pocas ve- a nivel institucional.
ces es por la trascendencia de una obra, sino cuando algo estimuló la curio-
sidad de un público sensible al efectismo emocional de los comen-
-más Como en el caso de los artistas, nuestra c¡ítica no se ha interesado jamás en
tarios que a los argumentos de comprensión-, es decir, cuando un crítico
organizarse y por ello no existe en Colombia una entidad que Ia una, ni si-
voraz atrapa presa o cuando los medios se saturan con el nombre de un ar-
quiera el capítulo correspondiente a 1a Asociación Internacional de C¡íticos
tista para simular el éxito. Se usa la reiteración para crear la costumbre y
de Arte (cuya conformación requeriría únicamente una reunión con Fran-
el gusto.22
cisco Gil Tovar, quien por ser el miemb¡o más antiguo es su presidente).2r
Más que las exposiciones en galerías o museos, más que las obras o
Eduardo Serrano define la labor del crítico mediante una cita de Fcr-
los mismos artistas, son los salones nacionales los que convocan el ma-
mín Fevre:
yor número de pronunciamientos críticos. Por ello, se puede decir que
los salones han sido la columna vertebral de la crítica de arte en Colom-
[El crítico es quien] elabora un pensamiento [sobre la obra de arte], le cla
bia a partir de la década de los setenta. No sólo por la controversia que contexto, la sitúa en el espacio y en el tiempo; y con ello la valoriza, la in-
cada edición suele provocar, sino porque los comentarios abarcan el se- serta en un orden racional y la difunde.2a
ñalamiento de obras específicas y de nuevos potenciales artísticos. Pero,
2r
Eduardo Serrano, "Ins años setenta y el arte en Colombia", en Re-V¿s¿¿r, año 1, Ne 4, 1980, pp. 14.4 l.
rr (l¿rrolina R»rce de Leí¡n en encuesta de Adriana Alfaro a cinco cíticos de arte, "Un oficio espinoso",
2a
Fermín Fevre, citado por Eduardo Serrano en "Los años setenta y el arte en Colombia", en lir.Virt,r,
en ltcturcts Dominicales áe ElIiempo,2 de febrero de 1992. año 1, Nq 4, 1980.
Est¡t cit¡t llu('§tr¡l r'írtrto irlgrrt'ros crfticos tlcfir.ntlcn srr ¡rr/rcticrr, ¡'rcro lll()nlcnt(). Esas clccl¿tritcioncs ('r¡lt¡ partc clc un siste rnÍrtico y srrhrcpt.icio
t¿ttrtbiórr cílnxt cstu dclcnsir tcriricl sc vuclvc trrr ¡lirliativrl ¡rirrir rr:s¡rirklirr cruce rle fuegos entre serrano y la artista-historiac{ora-críticir, Bcatriz
su lirbrlr concrct¿l, la que ntl sicnrpre coinciclc ct¡n las intcncioncs. González, miembro del comité asesor de la Brblioteca, el cual erosion(r
En el contexto de este artículo de Serrano, la cita es utilizada para enormemente el medio artístico de entonces.
avalar su revista, su museo, su curaduría. Califica y por la misma vía des-
califica, dice: "Hay muchos artistas que.sospechan de los críticos porque
erróneamente los consideran una autoridad que consagra y condena El oespRrsnc¡o DE LA cRíTtcA
(manes de los años sesenta!)". Llama la atención, por ejemplo, que no
rnencione a Marta Tlaba con nombre propio cuando se refiere a la críti. [...] la idea general pmece crlxistjn m Ete, dota qte cl urw
conton\oráneo es tan lament¿ble, bs crítiros cpe lo tarum an
ca de los sesenta; la menciona entre líneas, lo cual será característica de serío sólo pueden ser wbs tüúas.
enElTiempo que "[...] nuevamente la Biblioteca Luis Ángel Arango qué es peor, si ieer que "rodo es posible en una visión del mundo donde exis-
te la simultaneidad atemporal" (Ana María Escallón) o "razón tiene Beatriz
censura una obra de arte [...]", dando a entender que la Biblioteca se
salazar cuando afirma que trasladar el salón Nacional a cartagena es com()
cledióaba a censurar con regularidad, una insinuación presentada junto
con una acusación directa a la junta asesora de la Biblioteca, como si la
']5 Eduardo caballe¡o calderón, "La cítica y los c íticos" , en ltcruras Dotnjnícales de E¿ T¿mr)o, 9 dc l¡
censura proviniera de su voluntad de controlar la moral pública. El artí- brero de 1975.
2ó
Véar»e, por ejemplo, de Beatnz González, "jY ahora qué nos depara el pasadol,', en Artc ot ()iltnn.
cukr manipulaba un falso tono de información y denuncia tono en
-el
lxrga propiciado por las campañas de moralización de la prensa
b¡¿, Ne 43, febrero de i990, p. 83, y "El florecimiento del joven talento", en Arte en cblr¡nbrr¡, N! ,l?,
de ese mayo de 1991, p. 72.
lr¡rslrrtl¡tr t'l ( lttttctltst, tlc llcllt':ll¡ ¡t l}rrgot¡i" (litlrrrrlrl.r Scttltttrr)' Illr t rltittr rrlo trilrrrlurs tlc ¡trovoclrciírlr. Serr¡rtro s('ll)()ylt ctr l«ts tttct'itllisltttls tlc lit
lrir llt'grrrlo ir n¡errciorurr crr lirs riltirrrirs s('ullnils r¡tte "N,r llty tlttlit lrt¡is lt'tr (luto)ptrbliciclad, ctlrno cuanckl ()t()r'gil "rlintc¡rsiílt't histílrica" lt kls cvctt'
cu lir pintrrrir Lluc ()lx)ncl'trn lnrirt'illo ziulirh()riit it ttrt ttlitlvit srrhicltt" (.ftrsú tos que é[ organiza. Un ejemplo palpable surge a taíz del Salírn dc la
'lir'
Hcrnírn Aguilar). iQuó efcc«r pucclc tcne r sol¡rc cl artistit trn c()rncntlrri() (lc
deo:
este géneroJ Sólo lo llevará al desprecio por la crítica cle arte.27
Este certamen pasa a ocupar un puesto definitivo en la historia del arte co'
El desprestigio de la crítica tiene varias causas. El lector común obje-
lombiano, y entra en inapelable relación con ia oportuna y fundamental rc'
ta el lenguaje especializado. Pero también lo descalifica con objeciones definición y cuestionamiento de objetivos que ha caracterizado permanen-
tales como que la crítica de arte es parasitaria: depende de la creativi- temente la celebración de los certámenes independientes.2s
dad de otros para existir, luego es un oficio inferior y subordinado; que
es autoritaria; que no enseña: sentenciai que es enjuiciadora: consagra Palabras más, palabras menos, en cada uno de los eventos organizadtls
o descalifica; que es hermética, generalmente por un problema de len- por é1 Atenas, bienales, etc'- enuncia a priori, desde la prc'
guaje y de comunicación, pero también porque sus argumentos de va[o'
-Salón
sentación misma en el catálogo, el carácter "controvertido" de lo que cl
ración son intangibles, arbitrarios u oscuros; que es parcializada: lquién, público verá, y eso se cumple con una campaña de prensa proporcionnl
sino el artista, puede saber de qué se trata la obra?; que es amiguista, que propaga "la controversia por Ia controversia" como criterio artístic()
enemiguista, vanidosa, etc. Por todo esto, la crítica de arte se considera y publicitario.
cuestionable por naturaleza.
El desprecio de Obregón por la crítica es legendario; la "cachetada" Se sabía la demosrrada calidad de las obras de los artistas invitados así
-por figuración- que la
conceptual del artista Antonio Caro a Germán Rubiano en la inaugu- como por su sob¡esaliente, aunque relativamenle corta
P¡imera Bienal de Arte de Bogotá sería una exposición enriquecedora y re'
ración del Salón Nacional del 72, a raíz de su exclusión por parte del
frescante. Se sabía igualmente la coherencia de sus estructuras, el nú-
comité de selección, también forma parte del anecdotario doméstico de -por
mero de obras presentadas por cada artista y la seriedad de los críticos invo'
la incómoda relación entre críticos y artistas. Entonces surge una duda
lucrados- que la Bienal sería un evento de difusión artística excepcional.
adicional: lpuede existir la crítica sin público, o el crítico sin artistas? Támbién era de esperarse su orientación hacia el arte más innova-
Marta Tiaba formó un público, dio una cohesión conceptual a los artis-
-dada
dor e iluminante la Bienal provocaría cierta angustia y resquemores
-que
tas de una época y abrió un espacio social para el arte. Generó además entre los más inseguros. Y se sabía también su carácter intencio'
-dado
un clima de opinión. La crítica ejercida posteriormente parece haber ce- nalmente polémico y clarificador- que el premio, no importa quién 1o hr-r'
rrado este espacio y espantado al público y a los artistas. biera merecido, causaría la más viva discusión y una que otra impugnaci(rn
fuera de tono. Lo que no se sabía era que la Bienal se convertiría
-tanto
po¡ su contenido como por las reacciones que habría de suscitar- en ver-
dade¡a radiografia de la escena artística nacional en estos turbulentos años
SERRnruo, BREVEMENTE
ochenta.2e
r"
liluirrdo ser¡ano en encuesta de Adriana Alfaro a cinco cíticos de arte, "un oficio espinoso", en Izc
trrrrn I)¡¡rrúütah.s tleElTiempo,2 de febrerode 1992. rr
Colcultura, Bogotá, 1978
Carr¡aro DE MoDELo A rrrirs tlc ct¡r¡ttlor tlcl Musco rlc Altc Mtrtlcrno, cs lnl il[l¡slll c()lre('l)l uirl
Inctliittizittlo cu tnuscókrgo. 1... I Scrlirrro 'invcntu' l()s t()I()s tlc Iil¡rir clc virlrit¡
tlc Cristir-ra Franco, a los cuales ella rnisma no daba miryor inr¡-rortanciir, y
De los colegas críticos que íorman parte clcl network clcl "nttcv<l tlrtc",
que ahora explica eruditamente sin excluir la (obvia) alusiírn ¿r Picasso.|'
casi ninguno hace crítica escrita con la misma vehemencia que Serrantl,
y en este sentido mantienen un nivel de independencia. Sierra, quien
Álur.o Medina, a través de su programa "Orientación plástica" crr
poco escribe, es más bien un organizador de eventos ambicioso y mu-
la Radio Nacional también objeta las curadurías que Eduardo Serrano
chas veces visionario. Miguel González opta por reseñar o comentar in-
rcaliza en el Museo de Arte Moderno. Se refiere particularmente a lir
formativamente eventos nacionales e internacionales, más que ir fron.
exposición del "Paisaje colombiano", cuestionando la inclusión de obrirs
talmente en contra. Escribe artículos de fondo sobre diversos artistas,
como Enchufe (1972) de Santiago Cárdenas (por la línea de horizontc
tanto de los nuevos, como Antonio Caro o Alicia Barney, como de ar-
del guardaescobas y el cable sinuoso como un río), o de las laberínticns
listas activos de generaciones anteriores, como Bernardo Salcedo o Ed-
cabezas humanas realizadas por Ned Tiuss, las cuales demandaban un
gar Negret.t2 Son notas respetuosas, serias y estudiadas. Áluuto Barrios,
enorme esfuerzo de creatividad conceptual por parte del público parir
otro incondicional de la vanguardia y defensor dei arte conceptual, va
explicar su presencia en la muestra. Las críticas reiteradas y fervientcs
por donde 1o llevan sus pasiones, mas no por el camino de la polémica.
d. Álrrrro Medina son la principal disidencia, abiertamente en contril
Esto representa también una situación particular de la crítica de arte en
de la institución, de su curador y del "Mambo que baila el Mambo".14
Colombia: se encuentra fragmentada por regiones.
Galaor Carbonell, en cambio, marca su diferencia a través de notirs
Esta particularidad reproduce a pequeña escala 1o que la crítica en
publicadas en Arte en Colombia, donde profesa su preferencia ital(rfilrr
Colombia representa nacionalmente: las limitaciones impuestas por [o
por la historia, por el oficio y los valores humanistas (contraria a unir
pequeña que es la "sociedad" artística llevan muchas veces a "ser res-
posición del "arte por el arte"), por lo "latinoamericano" como valor ¡lrlr
ponsables" con artistas a quienes se promueve principalmente por el
concederse, por la cultura popular y por una activa posición antivalt-
mérito de ser oriundo de la región particular del crítico, lo cual va en
guardista. Siguiendo los pasos de Erwin Panofsky, sus predilecciones sc
detrimento de una valoración artística definida en términos extraterri-
basan en una decomposición por categorías técnica, significrr,
toriales. Esto limita, en gran medida, la posibilidad de generar una inte- -oficio,
dos- y en el conocimiento histórico. Escribe un libro sobre la obra clc
racción de ideas; y de alguna manera parece inhibir a los críticos de las
Edgar Negret que es uno de los textos más elaborados de esa época s«r-
regiones a asumir una voz pública a nivel nacional, llevándolos a ser más
bre un artista moderno. Finalmente, abandona la crítica para dedicarsc
activos en sus respectivas zonas de influencia.
a la pintura y a la escultura.
Por el otro lado, Galaor Carbonell, Álrrto Medina y Darío
Jaramillo
En una sociedad como la colombiana, estructurada sobre un marcil-
cuestionan las actividades de Eduardo Serrano como crítico y curador,
do sistema de clases, muchos críticos optaron por la moderación con cl
como cuando Darío Jaramillo, en una nota sobre el ry Salón Atenas, lo
fin de no arriesgar conflictos a nivel personal. Y en esta medida la crÍ.
describe así:
tica difundida a través de la prensa se dividía entre arriesgar una indc-
pendencia (al rojo) de opinión, o mantener una independencia de t«rno
sereno. La primera estaría representada en los setenta por Álvar,l Mc-
r2
Véase, por ejemplo, Miguel González, "Alicia Bamey: el parsaje altemativo", en Arte en Cokvmbia,Ne
r] Darío
19, octubre de 1982, p.44;"Elfotógrafo Femell Franco", en Arte err Colombi¿, Ne I 1, diciembre de 1979, Jararnillo, "El ru Sa1ón Atenas: de todo como en botica", en Re-Vista, año 1, Ne J, | !J9, ¡r. 'r(r.
p. 44; "salcedo no en-caja", en Aru m Colombú, Ns 15, junio de 1981; "Todo está muy Caro", en Arte ra
Véase, por ejemplo, Álvaro Medina, "El Mambo que baila el Mambo", enl-;ecnuas Dr»niriirl's ,k' lil
mColonbia, Ne 13, octubre de 1980, p.39. Tiempo, 25 de agosto de 1974, p. 10.
(lin¡r y lihr¡rtltl St.rrlurrl; lrr tt'grttrrllr ¡ror Mi¡1rt'l (iotuflclr, (it'rtrtrltr l(tr- ¡tlítslicos rlrgitttizltrltts prlr r'ttt.lttlore s-t'rfl ir'rls, krs itrt islirs y krs itlros scl(.n.
lriirno, Ml¡ríir ljlvirlr Iriirrtc y, llrrctrrrrrrtl() entrc llts rk,s o¡'tsi1¡¡11'¡;, (illlror tlt t¡ttcrlrtrotr ltu('rfitntls tk'utrir visiírn itrclivirlrrll y tlc ctlntcxto, Llulrt.rr-
Oirrbtxrcll, Lttis F'crnan,.lo Vtlc¡rci¿r, Antrrt'tio Mtltrtaita, ()il "lilvar y L)a- t¿rblctnctrtc cs una sitr.raci(lrr c¡trc ha perdurado. I-irs siguicntcs pirlirbrirs
río Ruiz, principalmente. Esta escogencia deriva, en parte, de una tttma dc Be¿rtriz González pronunciadas al cierre cle la décacla cle los ochcnrn,
clc posiciírn pers()nal, como también de un rasgo de personalidad. Marta lo confirma:
Tiaba, sin duda, ejerció una influencia por la magnitud de su carisma,
su voluntad de proyectarse como mujer profesional, por un don de lide- El artista se ha convertido en un solitario que se refugia en [a auttrcrítica.
Como 1o anotó al finalizar el año Aquille Bonito Oliva, se necesita quicn
razgo intelectual que respaldó con criterio y conocimiento. Pese alafial-
teorice sobre arte en el país y al hacerlo agrupe a los artistas. En este pÍlfs
ta de estas virtudes, sería distorsionado pretender que este atributo per-
de contradicciones, Ios que teorizan no tienen buen ojo para ver el artc o se
sonal fuera indispensable para el ejercicio crítico. O, incluso, que fuera dejan llevar por el compromiso, y los que tienen ojo no saben teorizar. Estir
trna garantía de calidad per se. En este sentido, el paradigma de Marta ausencia de cultura estética es más peligrosa cuando los vicios de la política
Tiaba también ha servido para distorsionar lo que uno debe esperar de empiezan a contaminar la situación del arte del país: la aparición del clicn-
un crítico. lCuáles son los límites de las expectativas y exigencias que telismo, feo vicio político que consiste en cambiar bienes por votos. En ar-
uno debe tener con el crítico de arte? te se observa la alarmante señal de deterioro al comprobar que se ofreccn
bienes por inclusiones en exposiciones. Este flagelo, más el reflejo en la ac-
Personas como Germán Rubiano, Galaor Carbonell, Miguel Gonzá-
tividad artística del fascismo ordinario que conmueve al país y que quiere
lcz o Luis Fernando Valencia, por mencionar sólo algunos, todos profe-
convertir al artista en la negación del intelectual, empobrecieron aún más
sr¡res universitarios, todos autores de columnas críticas en un momen-
el panorama del arte en el país en 1988.15
ro dado, todos autores de estudios sobre artistas, a veces curadores, han
contribuido a consolidar un terreno de mayor conocimiento a nivel de En este sentido, uno puede preguntar por qué nombres centralcs
se ¡r
la educación artística; como han contribuido, además, a establecer po- esa época Antonio Caro o Miguel Ángel Rojas- no son reco-
líticas culturales y niveles de profesionalismo que han permitido el me- -como
nocidos fuera del círculo de "entendidos" del arte. Uno podría declucir
jor desenvolvimiento del sistema de difusión del arte. Sin embargo, las
que las principales diatribas y compromisos de la crítica en la década iur-
zonas inconclusas o inexploradas que dejó la crítica de arte en los años
terior centraron en la promoción de eventos colectivos donde previl,
se
setenta también muestran que los críticos renunciaron a ejercer un pa-
lecían el nombre de la institu cíón organizadora y el del agente-curacl«rr,
pel mesiánico.
Se podría aducir que la sociedad no está madura para asimilar la irrevc.
La divulgación de arte en Colombia depende, hoy en día más que
rencia del arte de los setenta; o que es el sistema de mercado el quc, crr
nunca, de un engranaje que debería ser más complejo e incluir el siste- principal instancia, otorga el aval popular al arte.
ma educativo, las políticas culturales del Estado, el derecho a la informa-
Sin embargo, Ia promoción crítica de la vanguardia no supo con¡lr,
ción a través de los medios de comunicación, el calendario de activida- nicar los méritos ni logró seducir al público con las expresiones dc su
des de los museos, que no sólo deben exhibir obras sino idear campañas
tiempo. Tál vez las rivalidades entre instituciones no permitieron quc sc
para atraer al público, para educarlo y hacerlo partícipe. En este sentido,
hiciera un consenso en torno a la producción artística; tal vez se dch¡r
la verdad sea dicha, el crítico es, hasta cierto punto, el chivo expiatorio
también a que los críticos se dedicaron a autopromocionarse a travós rlc
clc las muchas dolencias que padece el sistema artístico en Colombia.
los eventos que organizaban o criticaban (salones o bienales) y no a rles-
Pero si bien el crítico no puede con todo pesar del ejemplo de
-a tacar las obras de los artistas que participaban en ellos.
Marta Tiaba-, la crítica posterior a ella careció de proyectos críticos
(c¡trc sí deberían y podrían existir). A pesar de los numerosos eventos
J5
Beatriz González, "No todo lo que brilla es oro", en Arte en Co¡omb,a, N, 39, febrero de l9tl9, ¡r.
(r(r
Iil lrcclr,r.'l,.'r'¡trt'rt,r sr'l'¡¡tr'c ur) s('guinli('nt() (rÍti(() it los rtllistlrs tlt' vo ¡r¡'l¡¡¡i1iv¡¡¡¡¡r(), ('xlu('rlon('s ,l,,tr,[' r'l lronrllrt' vrrt,lvt, lr rr,v¡rlrrirt l¡r lristo..
krs setcrrll, rclcglirrrLrl.rs ¡rl olvitlo cor¡ro Alir'ilr llirrtrcy y Atrtottio Olt- tiit, t¡ttt', evirlctrlcnrcrrtt', lrrt'rrrrir l¡t'lilrrtl t¡trc tulu't:ír lir scrrsihilirltrrl rlt,r,slos
itiros. Y un¿t lllilllcl'il tlc ser r¡torlcrtro crir sicrtdrl rcircci«lnario lsicl crrtno trtrir
r()-- rnucstra cicrto o¡rortuttistrt«r clc lir crítica ¡'ror rtfcrrirrsc rt scgttir los
firrma de rcchazo dcl cstridcnte afán innovativo, corr)o una rcacciírn rliná-
grandes pas()s clel arte, sin clesenvolversc en sLrs complejidadcs y cn sr.ls
rnica a lo anterio¡ y como una expresión nostálgica típica de la época. "'
caminos alternos.
Er-r la década de los ochenta ei arte tomó varios rumbos [...] como el
neoexpresionismo, la mala-pintura, el arte -narrativo, la nueva ola, el nue-
'ó Ana María Escallón, "Una década crítica", enElEspectttdor,20 de julio de 1990, p. 3A
lil s('ilrtlitl()rit lrirs cl cicrrt'
t«rno tlc cselrrrl¡rl,l rlt. lt,s s¡rkrncs Atcttirs ttt¡tlt,s cr»rl.inítrn, I«rs t.sPltt.it,s ¡,lirr.urs sc cntrcclrrzilrr, cl color tlcjir tlc st.l.cs-
clcl ccrtlnrcrr t:rr l9tl5, clcsptrós clc l0 ¡rirrls tlc virlir y rlilttrill¿rs. Sitr cttl- ¡xrtrtílneo para entrar en una etapa más opaca, posiblcmcnte rlrhs rircitltrirl.
hargo, cotno nunca lrntcs, g¿rlcrías (Vtrlenzucla y Klcnnc¡ El Mtlsetl, Di- [.'.] son pinturas que responden a inquietudes simultáneas d.,de argurra
geometría ronda, una necesidad a la abstracción se estudia y un refercntc
ners) y las salas institucionales (nma, Planetario Distrital) centran su
figurativo se impone.is
atención sobre las nuevas generaciones. Luego, las corrientes de ¿rire
fresco no dependen ya de una difusiól amplificada por el tono de con-
A pesar de la vaguedad conceptual de sus análisis, del tono frecuc..
troversia. Aunque esta afirmación mmbién es relativa, si se consideran
temente grosero, de sus adjetivos oscuros, tales como la "promiscua p«1,
los ya mencionados mecanismos de difusión de la Bienal de Arte del
sibilidad", de sus contradicciones reiteradas ("ser moderno era ser reac-
MAM inaugurada en el 88, siempre abriendo paso con bulla y cizaia.
cionario"), el mayor mérito de Ana María Escallón se encuentra en sr¡s
La guerra fría sigue, esta vez encarnada en una confrontación insti-
artículos más periodísticos, donde ataca proyectos artísticos que atentlul
tucionalr el ueu vs. la BLAA, encendida tras la renuncia de Beatriz Gon'
contra la ciudad, como cuando cuestiona los criterios de selección pa-
zález al Museo de Arte Moderno por discrepancias por la orienlación
ra obras en espacios públicos como e[ mural de Jorge Elías T]iana en cl
dada al museo por sus directivas. La polarización del medio artístico no
centro histórico de Bogotá, o las esculturas de Salvador Arango dispcr-
tiene tregua. La guerra fría entre las instituciones opacó la posibilidad
sas por la capital; o cuando denuncia el despropósito de empresas edito,
de salirse del margen y creó un ambiente desalentador y sesgado a prio-
riales como el Beso de Dios, una publicación ostentosa con grabados clc
ri. No hubiera tanto un vacío de la crítica, sino una inoperancia
es que
David Manzur y textos de Juan Gustavo cobo Borda, que Ana Marfn
producida por luchas de poder, rivalidades personales y una total falta
Escallón satiriza con el nombre de Beso millonario.
de diálogo o de interlocución cualquiera'
José Hernán Aguilar, en cambio, favorece el arte alternativo y kls
Nuevos autores ingresan a los medios: Ana María Escallón inicia su
nuevos medios de experimentación como la fotografía conceptual, cl
columna'Arte de hoy" en ElEspectador en agosto de 1984, y poslerior-
video arte y las instalaciones. lJtiliza un lenguaje crítico-críptico-téc-
mente en 1988 José Hernán Aguilar y yo en las páginas áe ElTiempo.
nico-científico con términos articulados por é1, tales como "la autobio,
Ana María Escallón asume una voz aguerrida en contra de las "vacas
vanguardia":
sagradas" (Obregón, Grau, Manzur) .
viembre del 86, anuncia que Marta Tlaba ha reencarnado. vismo" ya habían sido tratados en relación con la arquitectura por au.
Su estilo es más bien literario: tores como Alberto Saldarriaga o Juan carlos Pérgolis y, con relaci(»r ir
las artes plásticas, por Galaor carbonell, es José Hernán Aguilar quicrr
[...] poco a poco, se puede observar cómo la vida transcurre en el universo
pictórico de este artista. Su historia de símboios avatrza, las líneas concep- 18
Ana Maía Escallón, 'Arqueología urbana", en EI Esp ecndor, l7 de julio de 1992, p.3A.
re
José Hemán Aguilar, "En el proceso regional de la autobiovanguardia", en Arte en C,ol¿¡mái¿, Nu jtt,
]7
Ana María Escallón, "Manzur: la intriga de una mecánica", enElEspecnlnr' 1988. sepriembre de 1985, pp. 69-?a.
lrlirrrt.ro lurtt"'uso".lt'lt,s.,,»rr'.''l)l()s y l,rs irl',lit'lr tlo stilo rrl iltt('.lt'1,,. l-os lrños tlclrcrrtlr tluulritlrr vicron strrgir ¡rcrirxlistlrs crrltttt'¡tlcs Ittiis
()cl)cnlil y n()vclrll sirro rltrc los intt'glr it srts ¡lro¡li¡¡s lí'r'rtitrts ('líti(lrs. lrctivos y preparacl«ls, tirl vez col.no rcspucstrr a la firltir rlc r¡n¿r tlilll'ultic¿r
Oitir ir krs arrrtlrcs tlcl pcnsarlicnt() p()scstnlctrlrillistir, conro l'ixtcltrtll, crítica, quienes presentaron el arte de manera m¿is infrlrm¿rtivir y r)lcn()s
Brrrthcs, Lacan, Biruc'lrillarcl y L)erricla en sr.ls tcorizlcir¡t'tcs sohrc cl irrtc interpretativa y "creativa". José Hernández enElTiempo y Mirría Mirr-
colombiano y aplica sus teorías para intentar construir un nucv() tnorlckl garita García enI-aPrensa ayudaron, con criterio y sensibilidad, tr flcuar
de texto crítico, "deconstruyendo", en buen sentido derridiano, cl tnrl- un vacío informativo, generando para muchos artistas de la época [o c¡rrc
delo del crítico convencional. Esto lo hace tanto en el análisis del con- serían los únicos comentarios publicados en la prensa sobre su obra.
tenido como en la forma de su texto, como cuando basa sus coment¿rrirls Los ochenta representaron igualmente la era de las empresas c()nrcr-
acerca de la obra de Carlos Salas sobre una estructura lúdica inspiracla ciales en torno al arte, visible tanto en la marcada presencia de las galc-
en Lewis Caroll, haciendo una analogía con los juegos de construcciírn rías como en los proyectos editoriales. El libro de arte, en edición de lujo,
en las obras de Salas con la "construcción" de su texto.4o Pero también fue una promoción particular de ese momento. Empresas como Seguros
intenta otros sistemas para presentar conjuntos de ideas y de artistas; Bolívar realizaron publicaciones que fueron las primeras en recopilirr lir
por ejemplo, acude al concepto de "neobarroquismo romántico" para obra de los artistas colombianos más aclamados (por la elite burgucsa)
presentar las obras de artistas que formalmente poco tienen en común, Manzur, María de la Paz Jaramillo, Juan Antonio Roda, Satr-
-David
utilizando la alegoría del lardín.4' tiago Cárdenas, Alejandro Obregón, etc. Lamentablemente, muchas clc
Lo interesante de estas lecturas transversales que Aguilar desarrolla estas publicaciones carecieron del profesionalismo y de la investigacirlu
es que é1 intenta crear alternativas para conceptualizar el trabajo de los suficiente; muchas veces, también, prescindieron de incluir ensayos crí,
artistas, diferentes a las vagas categorías de "generación", de afinidad ticos. Con frecuencia se comisionaban estas páginas de presentaci«itr
formal y de la "innovación" per se. Su intento es, también, concebir un a figuras más públicas, como, por ejemplo, a periodistas renombrados,
modelo de crítico-creador: un autor que sea cómplice de los procesos como Fernando Garavito, Antonio Caballero, Daniel Samper Piz¿rno rr
artísticos, llegando a presentarse é1 mismo como artista pro- Juan Gustavo Cobo Borda. Eso tal vez se haya debido a la falta de ".scx
-incluso appeal social" endémica de los escritos realizados por críticos de artc.
duciendo obra plástica- en la exposición "Breve jardín bogotano" (cu-
rada por é1),a2 donde reitera la metáfora del jardín y del "tecnojardinero" En cambio, el prestigio de periodistas con glamour intelectual resultirhrr
para referirse a los procesos artísticos del momento. Y el posmodernismo un aval suficiente para garantizar la erudición de los textos de prescn-
llega, a la luz de sus escritos, al extremo de la esquizofrenia, la enferme- tación (a pesar de su frecuente desconocimiento de las artes visualcs) y
dad social por excelencia de la época: agregaba un atractivo adicional para el mercadeo de la publicación. Es-
te fenómeno es, además, indicativo del desconocimiento general quc lrr
Claro, la pregunta es: iqué tienen en común Durero, Gatúbela y Baudri- sociedad colombiana tiene del mundo del arte. Los críticos no cuentrr)
llardl De pronto la respuesta no importa demasiado como sí 1a posibilidad con la popularidad del periodista culto ni se les respeta por su especiali-
de abrir tantos senderos creativos cuanto más cerrada es la incógnita.ar dad. Si se quiere transmitir las ideas de la creación artística, que kr hir-
gan los comunicadores. En otros casos, cuando se busca "profesionali,
a0
José Hernán Aguilar, "Carlos Salas: jugando al conejo", en Arte, Nq 12., 1991, p. 13. zaÍ" laedición, se incluye un ensayo crítico. Pero aún así, en la socicdirtl
a'
José Hemán Aguilar, "Jardineros en claroscuro", en Arte, Ne lZ, 1991, pp. 56-60. colombiana, el crítico es si mucho un convidado de piedra.
ar Gaula, septien.rbre
de 1991 (exposición irinerante: Centro Colombo Americano, Medellín; Museo
de Arte Modemo de Cartagena; Cámara de Comercio, Cali; Centro Colombo Americano, Bucara- La actividad editorial es extensa, y surge pocas veces como iniciat ivrr
manga).
lrJósé Hemán Aguilaq "Melancolía", texto del catálogo de la exposición homí¡nima. Museo de Arte de
o con el respaldo de un autor de arte. No es por esa vía que se hir cottt-
la Universidad Nacional, Bogotá, agosto-septiembre de 1993. pensado el vacío de la crítica en otros medios; tampoco son las intctr-
cioncs tlc tli[rrnrlir, rlc rcgistrirr o tlc irrvcstig¡tr cl itrrc lits r¡ttc null ivrur Iit conl«r Ana Mcrccrles Monl:rt\rr,.f rrvicr (iil y Mirrfir ()lirrrrlin I)itriirs, r¡rric,
lnityor pilrtc clc cstc lrrxrr¡r cditoriirl, sino cl brill«r c¡uc lit cs¡rcctrlirción rlcl trcs ctltrtribllycr()ll ir cirrtirlizur kls csfuerzos dc la revista hacia cdicioncs
mcrcirdo, tan clcslumbrante en kls tlchenttr, arrojó sobre el artc. monotemáticas en torno a diversos asuntos de interés, tales comrl kl fL..
Por fclrtuna hay publicaciones de arte con textos críticos e inves- menino en el arte, arte e identidad, la difusión y representaci(ln c'lel artc
tigativos importantes, como, por ejemplo, Eduardo Rarnírez Villamizar, latinoamericano en circuitos internacionales, o el museo como entidad
patrocinado por la Flota Mercante, con textos del brasileño Federico conceptual.
Morais; ManuelHemandeT, de acc Editores, con textos de Camilo Cal- Lo interesante es que este cambio se hace evidente con demostra.
derón; BeatrizGonzález: wra pintora de prouincia, de Carlos Valencia Edi- ciones y no con enunciaciones. La nueva generación de "críticos" se in,
tores, con ensayos de Marta Calderón, Carolina Ponce de León y Marta corporó a una zona deprimida, pero parece ofrecer criterios para lograr
Tlaba; como también los libros temáticos de Germán Rubiano: Escuku- cambios estructurales dentro de los mecanismos de difusión y de sus vi.
ra colombiana del siglo xx, publicado por el Fondo Cultural Cafetero en cios de vanidad, arrogancia y controversias desgastadoras. Por Io inci.
piente de su labor, aún queda por ver cómo se desenvuelve esto, se de-
1983, y la Historia de la serigrafta en Colombia, por María Elvira Iriarte,
canta o se desencanta.
una investigación patrocinada por la Universidad Nacional (1987). El
Siguiendo los parámetros "posmodernos" del arte, tales como la plu.
Museo de Arte Moderno, con el auspicio de la Flota Mercante, publi-
ralidad de tendencias, de medios artísticos y de campos de conceptua-
có varias ediciones de lujo, como la Historia de la fotografía, cien años del
lización, pero más importante aún, de la descentralizaci1n, la labor de
drte en Colombia y Andrés de Scmta María, todas con autoría de Eduar-
los críticos regionales tiene una mayor presencia e incidencia a nivel na-
do Serrano. Junto con la editorial Planeta, el ueu también se lanzó a la
cional en el curso de los años noventa. Los comités asesores de las ins-
enorme empresa de hacer la antología, ya mencionada, de los escritos
tituciones de la Bienal del uau como del Consejo Nacional clc
de Marta Tlaba. -tanto
Artes Plásticas de Colcultura y de la Biblioteca Luis Ángel Arango-
cuentan con representaciones regionales. De cierta manera, Bogotá sc
quedó sin críticos. La única columna periódica, firmada por Ana Marla
LR rrcrrroranDrNERíA PosMoDERNA
Escallón, ya no se refiere a la actividad plástica nacional (por encontrar-
se ella dirigiendo el Museo de la opa en \ü/ashington). Eduardo Serrano
El estado tan desconsolador de la crítica al {inalizar los ochenta llevó al
se retiró de algún modo de la actividad pública al cumplir su labor comtr
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario a crear un curso de pos- curador del utett, Beatriz González se concentró en la investigación his-
gra-do en crítica de arte (1988-1990), dirigido por el profesor Francisco
tórica, y yo misma me retiré por estar residiendo actualmente en Nuevir
Gil Tovar. York. Revistas como Semanay Cambio 16 presentan la actividad plásticl
Los egresados se incorporaron a los museos, revistas e instituciones, por medio de comentarios periodísticos, EI Espectador inauguró la pági.
inyecmndo col-rceptos más sólidos, desde el punto de vista de los méto- na "Martes de las artes", asesorada por los artistas plásticos, pero sin no-
dos de investigación, y más acordes con las ideas sobre la práctica ar- tas firmadas por críticos de arte.
tístifa contemporánea. Esta inyección de ideas es palpable en el nuevo La situación "posmoderna" ha llevado no sólo a una mayor presenciit
formato de la revista Artelnternaciorwl del uelvt. Esta revista, iniciada a de los críticos regionales sino a la participación más directa de los artis-
mediados de los años ochenta, fue principalmente un instrumento de tas en la difusión del arte. Esto se refleja, mayormente, en la actividacl
difusión de las actividades del museo y, lamentablemente, muchas veces curatorial y en asesorías institucionales donde los artistas Alc,
-José
jandro Restrepo, Jaime lregui, Miguel Huertas, Raúl Cristancho, entrc
sirvió de tribuna para camuflar ataques a los rivales. A partir de los no-
venta el enfoque cambia tras el ingreso al comité editorial de personas muchos otros- han asumido roles de pedagogos, curadores, autores tlc
l(.xt()s tcílrictls y tlc t'orrlcrcncistirs ¡trrrir srt¡rlir lrt irttscttciit tle ttttit t'rftir'rt enlrt. Ilr ¡lrotlrrcciíln sinrlúlicir y cl cucr¡ro sot'iirlJ Si bicrt (ilkllltbilt lttrir-
tlc irrtc ntiis irlcntiliclthlc, cspcciitlizitelit y cs¡rccíficir, vicsir un mon"rcnto cle crisis soci«rpolítico de dimensioncs dcscolllttttltlcs,
El firncionamicnto clc las institucioncs dcclica.lirs ¿tl ¿trtc ctr (iolotrt. el nrte no se ha insertado en sus procesos de saneamiento espirittrall. hls
bia (nma, Colcultura, vav) depende, en gran n'redida, de este ec¡ui¡'xl cle cliversos circuitos generados por museos, galerías, sistemas educativos,
apoyo exterior. Pero la infraestructura móvil de personas disponibles pa- medios de comunicación, críticos, comentaristas, etc', carecen de un
ra hacer curadurías, asesorar políticas.culturales, enseñar, inventar pro- puente por donde pueda transitar el flujo cultural. Curiosamente, todos
yectos y demás, está invariablemente enfrentada al travestismo de los los elementos de la infraestructura están presentes tanto a nivel editorial
oficios. Las "hibridaciones" han sido tan extremas como cuando galeris- como institucional, así como la vocación profesional y la de la creación
tas hacen curadurías para organismos oficiales (pese a que la comercia. artística. Pero falta un ingrediente canalizador: un contexto social, espi'
lización del arte sea escasamente una forma de autoridad intelectual). ritual, cultural e histórico que permita que cada pieza del engranaje en-
Esta situación representa una suerte de "erosión" de las fronteras profe- cuentre su nivel de e{iciencia, competencia, profesionalismo y dignidad.
sionales del campo artístico que ha sido característica del sistema de di-
fusión arfística en Colombia pero que alcanzó un punto extremo, por la
presencia influyente de artistas en roles antes ocupados por académicos, Coruclusrorurs
curadores y críticos.
lExiste o no la crítica de arte en Colombia/ Sí, existe. Existe de una . No cabe duda alguna sobre la vitalidad artística en Colombia. Sin
manera precaria y confusa. Existe mal. El modelo del crítico es excesi- embargo, la infraestructura del periodismo cultural del país no ha
vamente amplio por cuanto ningún crítico de arte ejerce esta actividad desarrollado los mecanismos suficientes para asimilar y discernir
sin ejercer otra complementaria, sea ésta la pedagogía, la curaduría o la cualitativamente esta proliferación.
administración cultural. El vacío de la crítica se siente tanto por la falta . No existe el "crítico de arte" a secas. Quien ejerce la crítica ex-
de una presencia permanente de un autor, con voz y visión, como por tiende su campo de acción a la enseñanza, la curaduría, la admi-
la falta de contextos periodísticos que podrían respaldar, ampliar y dina- nistración cultural o al arte mismo'
mizar su presencia en la prensa. El vacío de la crítica es la falta de obra . La falta de una actividad específica llamada "crítica de arte" pue-
"teórica": la inadecuada o insuficiente labor editorial, la falta de proyec- de ser el resultado de múltiples factores:
tos de investigación y documentación más sistemáticos que consoliden
no sé]o el arbitrario paso de las décadas, sino aspectos puntuales y par- a) Ecónomico: la imposibilidad de ejercer este oficio con auto'
ciales en cada una. nomía a nivel económico. En otros países el crítico escribc
Esta investigación es sólo un diagnóstico parcial y somero de una si- con exclusividad sin extenderse, por ejemplo, a la curaduría,
tuación que requiere enfocarse más dedicadamente para lograr cohesio- la cual es considerada tanto una actividad especializada comtl
nar una historia inédita del arte en Colombia en los últimos 20 años. No un conflicto de interés cuando se mezcla esta actividad con la
intenta colocar a los críticos en el banquillo de acusaciones. El medio ar. crítica, tarea que realizan otros colegas e instituciones.
tísiico en Colombia es cada vez más complejo y sofisticado y ninguna pie- b) Socíal: el contexto social reducido coarta la independencil
za del engranaje global es el responsable único del ineficiente funciona- crítica. Fiscalizar la actividad artística se ve como un ejercicio
miento. Los críticos también merecen estímulo: es decir, un estudio que parasitario y de mal gusto, ya que, de por sí, el arte está sujctrr
deb.ería complementar el presente, es el rol que tiene actualmente el arte a muchas dificultades de difusión.
dentro de la sociedad colombiana. lPor qué existe un abismo tan grande
() ol¡rrrs sirro itlcrrr clrrrr¡tlriilrs ¡rrrt'lr ¡rttrrt,r't.l ¡,rilrlir'o,
Ar'rfrlt'tnlt rt lrts.'st'ttt'llts tlt' :trlt' ttrt oftt't't'lt ttltit l()rlrrit( iírlt lt'ri' ¡llrrlr t.tlrrtlrrlt, y
ricil rluc cstinlul('llt ¡rrolt'siottrrlizrrtirilt tlc lit trít it'lt. l.rtcgo, lo- lllcclkr ¡rlrrt íci¡te .
ikrs l«ls críticos hltr inr¡lrovisirrltl stt cs¡tccirrlicllrtl, E,lproblerna de la crítica de arte en Colombia es sólo un síntonrir
d) '[imperamcrtto: el protitg()nismo dcl crítico clcpcr-rtlc ctl gritl] de un problema mayor de educación y difusión, y de la falta cle trn
parte de un rasgo de pcrsonalidad de quien irrricsga strscrihir espacio social para Ia actividad artística.
con nombre propio afirmaciones sujetas a prov()car clisidcrrcia La crítica de arte justifica como un mal necesario. Si se diera
se
e) Atractiqto profesional: el desprestigio endémico de la crítica clc tica, en Colombia tan vital, y si se pudiera reclamar a las institu-
arte hace que nadie quiere asumir este rol a cabalidad. ciones y a sus políticas culturales el cumplimiento cabal de su de-
Contextohistórico: es posible que en medio del contexto socio' ber para elevar los niveles de calidad, la crítica podría, entonces,
político del país, se asume la crítica como juicitr representar un bien útil.
-entendida
negativo- como una forma adicional de "violencia" innecc-
saria.
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rcsina plásdca. Forocrafo: Alejandro Manccra. Cr»tcsÍr
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