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Otros títulos Este libro reúne una selección de trabajos que se presentaron en
de la colección el “Segundo Congreso Nacional de Vivienda y Segundo Congreso
Pensamiento crítico Latinoamericano de Estudios Urbanos Urbared-Mundo Urbano”.
(Ediciones del CCC - “Habitabilidad y Políticas de Vivienda en México y América Lati-
Universidad Nacional de Quilmes) na”, en la mesa 1 “Producción de Vivienda y Desarrollo Urbano

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable


Sustentable”. El congreso, llevado a cabo en mayo de 2015 en
Miradas y controversias
la Ciudad de México, se realizó con la finalidad de contribuir a
del desarrollo territorial
en Argentina I. Aproximación reflexionar de manera rigurosa, documentada, interdisciplinaria y
a un enfoque analítico. colectiva enfocando las modalidades de mejorar las condiciones
Carlos Fidel y Alejandro Villar de habitabilidad y reformular las políticas de producción, distribu-
(Comps.)
ción y uso de las viviendas de interés social; que se localizan en
Miradas, prácticas un entorno urbano en transformación, en un contexto económico,
y controversias del social y climático que se desequilibra y transitan por un estadio de
desarrollo territorial acentuada degradación.
en Argentina II. Aproximación
Los trece estudios que presenta este libro son originales, algunos
a un enfoque empírico.
Carlos Fidel y Alejandro Villar trabajos respaldados en la utilización de nuevos datos y/o basa-
(Comps.) dos en un enfoque analítico innovador y, en varios casos, apoya-
dos en fuentes primarias. Las principales ideas se abren en un
Las economías regionales.
abanico que se centra en las formas y usos de las viviendas y las
Luces y sombras de un ciclo
de grandes transformaciones articulaciones de las modalidades de reproducción de las urbes.
1995-2007. Uno de los ejes centrales transita en la relación entre los objetos
Alejandro Rofman urbanos y los habitantes de la misma. Esa relación siempre en
agitación, en ciertos momentos genera vínculos asimétricos que
Discurso, política y
Producción de vivienda

Carlos Fidel y Gustavo Romero (coords.)


acumulación en el kirchnerismo. están atravesados por la acción y/o tensión que despliegan acto-
Javier Balsa (Comp.) res públicos y privados. De modo que la estructura y función del
Estado local tiene un papel cardinal en los intentos o propuestas
de planeación y configuración de la morfología de las ciudades y
de las viviendas.
y desarrollo urbano
Alicia Novick • Ángel Francisco Mercado Moraga
Beatriz Corina Mingüer • Bricia del Pilar Arjona Villicaña
sustentable
Carmen García Gómez • Claudia Frisia Puebla Cadena
Daniel Kozak • Esther Maya Pérez • Gustavo Romero
Carlos Fidel y Gustavo Romero
Jorge Fernando Cervantes Borja • Lya Donají Jiménez Ortega (coords.)
María Cristina Cravino • María Elena Torres Pérez
María Milagrosa Pérez Sánchez • Natalia Feld
Norma Angélica Rodríguez Valladares
Patricia Ávila García • Roberto Braga
Producción de vivienda
y desarrollo urbano
sustentable
Carlos Fidel y Gustavo Romero
(coordinadores)

Universidad Nacional Autónoma de México


Coordinación de Humanidades
Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad
Universidad Nacional de Quilmes
Universidad Nacional de General Sarmiento
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable
Carlos Fidel y Gustavo Romero (coordinadores)
Primera edición: marzo 2017

d.r. © Universidad Nacional Autónoma de México


www.unam.mx

Coordinación de Humanidades
Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, c.p. 04510, Ciudad de México.
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Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad


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www.puec.unam.mx

Universidad Nacional de Quilmes


Roque Sáenz Peña 352 Bernal - B1876BXD - Buenos Aires, Argentina. 4365-7100
www.unq.edu.ar

Universidad Nacional de General Sarmiento


Juan María Gutierrez 1150
C.P. 1613. Los Polvorines - Pcia. de Buenos Aires - Argentina

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales


Estados Unidos 1168, C1101AAX. Ciudad de Buenos Aires, Argentina
www.clacso.org

Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini


Av. Corrientes 1547. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
http: www.centrocultural.coop

Corrección de estilo: Alejandro Toussaint

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la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Hecho el depósito Ley 11.723
I.S.B.N 978-987-3920-31-8

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable / Carlos Fidel ... [et al.] ; coordinación general de Carlos
Fidel ; Gustavo Romero. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ediciones del CCC Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini ; Quilmes : Universidad Nacional de Quilmes ; México, DF : Universidad Nacional
Autónoma de México, 2017.
290 p. ; 23 x 17 cm. - (Pensamiento crítico ; 14)

ISBN 978-987-3920-31-8

1. Ciencias Sociales. I. Fidel, Carlos II. Fidel, Carlos, coord. III. Romero, Gustavo, coord.
CDD 301
Índice

Introducción 5

Capítulo 1
Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable

La vivienda, la sustentabilidad y la planeación o


¿qué pasa con la vivienda?
Gustavo Romero 17

Habitabilidad en la vivienda de Alta Densidad:


Villa Jardín, Ciudad Caucel. Mérida, Yucatán
Bricia del Pilar Arjona Villicaña y María Elena Torres Pérez 29

Prototipo de vivienda sustentable en Mérida,


reutilización y reciclaje una propuesta factible
Carmen García Gómez y María Milagrosa Pérez Sánchez 49

¿Cómo se vive la sustentabilidad en materia de vivienda?


El caso de las ciudades rurales sustentables en Chiapas
Beatriz Corina Mingüer 67

La Habitabilidad Cero: una buena práctica olvidada


en la producción industrial de la Vivienda Social en México
Jorge Fernando Cervantes Borja y Esther Maya Pérez 87
Capítulo 2
Cambio climático y ciudades sustentables

Elementos históricos para la planificación sustentable


de las Ciudades Brasileñas
Roberto Braga 105

Servicios habitacionales, resiliencia urbana y cambio climático


Ángel Francisco Mercado Moraga 125

La construcción con tierra, una alternativa contra el cambio climático


Lya Donají Jiménez Ortega 159

Capítulo 3
Nueva morfología territorial y macro proyectos urbanos

Configuraciones metropolitanas: problemas e instrumentos


Alicia Novick 177

Transformaciones urbanas y representaciones sociales


de la ciudad en el Área Metropolitana de Buenos Aires
María Cristina Cravino 199

Impacto urbano local de las grandes intervenciones públicas


en equipamiento y transporte en una zona popular
de la Ciudad de México y los efectos sobre la vivienda:
el caso de San Lorenzo Tezonco, Iztapalapa
Claudia Frisia Puebla Cadena 219

Nuevas urbanizaciones en el contexto neoliberal:


el caso de Altozano en la ciudad de Morelia, México
Norma Angélica Rodríguez Valladares y Patricia Ávila García 241

La llegada al río a través de un macro proyecto urbano:


estudios sobre el espacio público costero en Puerto Norte
en la ciudad de Rosario, Argentina
Daniel Kozak y Natalia Feld 265
Introducción

Carlos Fidel
Universidad Nacional de Quilmes

Gustavo romero
Universidad Nacional Autónoma de México

E
l escrito que se presenta se elaboró con referencias a una selección de los
trabajos que participaron en el “Segundo Congreso Nacional de Vivienda
y Segundo Congreso Latinoameriacano de Estudios Urbanos Urbared-
Mundo Urbano”. “Habitabilidad y Políticas de Vivienda en México y América
Latina”, en la mesa 1 “Producción de Vivienda y Desarrollo Urbano Sustentable”.
El congreso se realizó con la finalidad de contribuir a reflexionar de manera rigu-
rosa, documentada, interdisciplinaria y colectiva enfocando las modalidades de
mejorar las condiciones de habitabilidad y reformular las políticas de producción,
distribución y uso de las viviendas de interés social; que se localizan en un entorno
urbano en transformación, en un contexto económico, social y climático que se
desequilibra y transitan por un estadio de acentuada degradación.
El significativo evento se llevó a cabo del 18 al 20 de mayo de 2015 en la
Ciudad de México. Fue organizado por la Facultad de Arquitectura y el Programa
Universitario de Estudios sobre la Ciudad (puec) de la Universidad Nacional
Autónoma de México con el apoyo de 37 dependencias de la Universidad, tanto
de la Coordinación de Humanidades como de la Coordinación de la Investigación
Científica, en especial la Facultad de Economía y los Institutos de Investigacio-
nes Sociales y de Investigaciones Económicas. Desde el ámbito de Urbared-
Mundo Urbano fueron co convocantes de este evento la Universidad Nacional

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 5


de Quilmes (unq) y la Universidad Nacional de General Sarmiento (ungs) de
Argentina, así como también una decena de otras instituciones académicas y
centros de investigación y docencia, asociaciones sociales, gremiales y civiles.
Los trece estudios que presenta en este libro son originales, algunos traba-
jos respaldados en la utilización de nuevos datos y/o basados en un enfoque
analítico innovador y, en varios casos, apoyados en fuentes primarias.
Las principales ideas se abren en un abanico que se centran en las formas y
usos de las viviendas y las articulaciones de las modalidades de reproducción
de las urbes. Uno de los ejes centrales transitan en la relación entre los objetos
urbanos y los habitantes de la misma. Esa relación siempre en agitación, en
ciertos momentos atraviesa vínculos asimétricos que están transitados por
la acción y/o tensión que despliegan actores públicos y privados. De modo
que la estructura y función del estado local tiene un papel cardinal en los
intentos o propuestas de planeación y configuración de la morfología de
las ciudades y de las viviendas.
Un concepto medular que atraviesa a los trabajos, está expresada teniendo
como fundamento conceptual “la sustentabilidad” material y medio ambiental
de los procesos productivos y los usos de la vivienda y las relaciones con los
espacios urbanos. Otro de los focos de los estudios transita por el análisis de la
“habitabilidad” de las viviendas, concepto muy en boga pero que consideramos
muy polémico en su comprensión ya que sería interesante ver si hablamos de
lo habitable o del habitar y que podemos entender de los tres términos, muy
útil para ordenar la orientación analítica y los estudios empíricos.
Otra línea analítica se desplaza por los variados efectos del fenómeno del
“cambio climático” que se visualiza en determinadas zonas urbanas, consi-
derando las repercusiones de fuertes significación en el funcionamiento
urbano, Otros trabajos abordan las nuevas transformaciones que se registran
en complejos territorios de las urbes en análisis.
Otro eje importante se refiere a como enfrentarse a las producción vivienda y
ciudad en función a lo que se ha denominado “la producción social del hábitat y la
vivienda” en contraposición a visión y acción mercantil de la misma. Se basa princi-
palmente en el eje participativo de todos los actores involucrados, especialmente

6 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


los habitantes o pobladores en el conjunto de discusiones y decisiones que van des-
de los diagnósticos, prioridades, mecanismos, instrumentos, normas, programas
y proyectos. De esta manera se logrará alcanzar acciones más apropiadas y
apropiables para el conjunto de la sociedad en procesos de construcción democráti-
ca progresiva. Esta perspectiva es especialmente importante con los grupos mayo-
ritarios de menor ingreso, tradicionalmente no incorporados en las decisiones que
les incumben.
Ante este interrogante se abren varias visiones para conceptualizar modos
de plantear la sustentabilidad de la producción de la vivienda. Una manera de
abordar esa problemática, fue enlazar la acción de las instituciones públicas
articuladas a las iniciativas que emergen de los sectores populares, en la
búsqueda de potenciar los recursos reales y simbólicos, sumados al aporte
de las técnicas prácticas de los especialistas en los procesos de construcción
y de la importancia de la participación de todos los actores en las decisiones
de las propuestas y acciones. Existe desgraciadamente múltiples experiencias
de incorporar eco técnicas desde hace más de treinta años en México que
en la mayor parte de los casos no funcionan más ya que los habitantes nunca
fueron tomados en cuenta.
Desde un enfoque más específico, centrado en la experiencia de la Colonia
6 de Octubre, la que ha culminado en un proceso exitoso de construcción con
participación de los usuarios finales, se plantea continuar con la evolución
organizativa, mediante la ampliación de los objetivos de consolidación de la
unión del esfuerzo colectivo para el mantenimiento del medio construido.
El texto presenta cinco trabajos sobre la temática de la “producción de vivienda
y desarrollo urbano sustentable”, estos escritos se enfocan a distintas zonas
urbanas de México. A los que se le adicionan tres trabajos referidos al “cambio
climático y ciudades sustentables”, realizados uno en Brasil y dos en México.
Finalmente se exponen cuatro trabajos enfocados a las nuevas morfologías
territoriales y macros proyectos urbanos, tres de ellos son casos de Argentina
y uno en México.
A pesar de que la Mesa aborda solo una parte de las múltiples variables y
enfoques del fenómeno de la vivienda en las aldeas, pueblos y ciudades y sus

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 7


relaciones con la producción, las infraestructuras y estructuración espacial,
—que fueron tratadas en las otras mesas del Congreso—, se presento una
serie de diferentes temáticas actualmente relevantes en la comprensión
de los fenómenos como en las búsquedas de practicas y alternativas para
actuar en las problemáticas existentes. El primero de ellos es de la sustenta-
bilidad en la espacialidad humana construida y en la vivienda en lo particular.
Los cambios del medio ambiente que modifican las morfologías urba-
nas las configuraciones de lo espacial habitable y las percepciones de la
habitabilidad, las modalidades de los procesos constructivos y los nuevos
conflictos de las relaciones sociales en torno a las viviendas, se suman a la
problemática anterior, creando nuevas problemáticas que van modificando
zonas urbanas. Se presentan así, diferentes aproximaciones que van desde las
visiones críticas y generales de las problemáticas del hábitat y la vivienda, de
los análisis de los funcionamientos de las políticas y acciones y las propues-
tas conceptuales, tecnológicas y proyectuales para las acciones concretas.
Esos niveles analíticos y empíricos son el foco de los trabajos que comprenden
las principales tramas problemáticas de los trabajos del texto que responde a
un significativo núcleo de interrogantes; a la par que abre nuevos escenarios
de futuros estudios de la temática de la vivienda y las urbes.

Principales contenidos de los escritos


El primer trabajo presentado es “La vivienda, la sustentabilidad y la planeación
o ¿qué pasa con la vivienda?”. Su autor es Gustavo Romero, de la Facultad de
Arquitectura – unam.
En el trabajo el autor subraya la importancia de la formulación de nuevos
enfoques y modos de entender los procesos de urbanización y poblamien-
to en las ciudades. Centrado el análisis en los procesos de producción de
vivienda sostiene que es indispensable abrir la mirada a la “Producción So-
cial del Habitat y la Vivienda” de modo asistida y participativa, como forma
más eficiente de hacer viviendas “más apropiada y apropiable” para la mayoría
de la población. Esta forma de autoproducción y autoconsumo a diferencia
del mercado inmobiliario no vende las viviendas y ello implica un ahorro

8 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


considerable en el costo y permite por lo tanto alcanzar mejores resultados
materiales con los recursos existentes.
En el trabajo se propone que los diseños arquitectónicos y urbanos en gene-
ral como parte de los proceso de producción del habitat, pero especialmente
en la dimensión habitacional, debería hacerse de forma participativa, con la
intervención de técnicos con actitud y aptitud para dialogar con el conjunto
de actores involucrados. Esto permitirá que la discusión y suma de saberes y
sus decisiones de los actores pueda llegar a mejores soluciones posibles de
las diferentes variables inmersas en su producción y superar los múltiples
problemas generados por los diseños generados por la sola visión parcial
de los técnicos y fuera de las realidades culturales de los grupos sociales a
quienes se dirigieron las propuestas.
El siguiente trabajo es: “Habitabilidad en la vivienda de Alta Densidad: Villa
Jardín, Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán.”
Las autoras son Bricia del Pilar Arjona Villicaña y María Elena Torres Pérez,
de la Facultad de Arquitectura, Universidad Autónoma de Yucatán.
El propósito de las autoras es exponer las condiciones de habitabilidad
de la vivienda mínima producida en serie, a través del análisis de un caso de
estudio sobre un proyecto pionero que se realiza con la particularidad de ser
un conjunto habitacional bajo el régimen de condominio, en un emplazamiento
de alta densidad combinado, que presenta tanto edificios de departamentos
como micro-lotes horizontales; como un modelo que sigue las políticas de
vivienda propuesta en la actualidad. En el estudio se presenta las ventajas y
problemas que se presentan en esta propuesta tipológica.
En el artículo denominado “Prototipo de vivienda sustentable en Mérida,
reutilización y reciclaje una propuesta factible” fue elaborado por las inves-
tigadoras Carmen García Gómez y María Milagrosa Pérez Sánchez, de la
Universidad Autónoma de Yucatán.
En el mismo se analiza y propone opciones de construcción de vivienda
sostenible, en armonía con su entorno local y social. Las autoras refieren
que el crecimiento de los problemas ambientales son producto de las ac-
tividades antrópicas urbanas. Presentan una opción viable para contribuir

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 9


a abatir el rezago de vivienda y la habitabilidad con materiales idóneos en
climas cálido-húmedo.
El interesante prototipo de vivienda incluye un sistema estructural híbrido,
con materiales comerciales de la región y alternativos. El resultado es una
casa que ofrece la disminución en la temperatura interior, importante en
zonas donde se llega a 45°C, promueve el reciclaje y mejora la habitabilidad
de las personas a través de su comportamiento térmico y la sensación de
frescura en la vivienda.
El estudio denominado: “¿Cómo se vive la sustentabilidad en materia de
vivienda? El caso de las ciudades rurales sustentables en Chiapas” fue reali-
zado por Beatriz Corina Mingüer, del El Colegio de México.
Es de resaltar que en el trabajo se rescata algunos de los elementos que
dentro del discurso del desarrollo sustentable (ds), se opera el factor de la
vivienda como uno de los satisfactores más importantes para la población,
y que el mismo se refleja en la política de las ciudades rurales sustentables
(crs), esto es observable en Chiapas desde el interior de su propio discurso
y en su implementación.
El propósito de la autora es evidenciar los elementos que desde el desarro-
llo sustentable se interpretan y la manera en que se convierten en acciones
públicas, así como la forma real en la se vive esta sustentabilidad desde
un elemento muy concreto: la vivienda y de cómo las comunidades se apro-
pian en mayor o menor medida de la crs en los seres que la habitan, padres
jóvenes y niños como han aprendido a vivir o a sobrevivir en ellas.
En el estudio “La Habitabilidad Cero: una buena práctica olvidada en la
producción industrial de la Vivienda Social en México”, los autores Jorge
Fernando Cervantes Borja y Esther Maya Pérez, analizan de manera crítica
las políticas de vivienda y los Programas Nacionales de Vivienda; en ese
sentido revisan la normativa vigente, la cual aseguran, no se respeta en la
edificación de los conjuntos habitacionales diseñados y construidos por los
desarrolladores privados.
Las políticas oficialistas, sostienen, se orientan en abatir el rezago de vi-
vienda, sin considerar los importantes factores como: la habitabilidad, calidad,

10 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


cercanía a los centros de trabajo, deficiencias de transporte y la dotación
de servicios. Factores que influyen en el abandono de las “viviendas de interés
social”, situación que contrasta con poblaciones de asentamientos irregulares,
en iguales condiciones con “casas autoconstruidas”. Sugieren que se debe
privilegiar la calidad del hábitat de la vivienda para revertir el fenómeno y
evitar las modificaciones realizadas al inmueble.
En la temática “Cambio Climático y Ciudades Sustentables”, se presenta el
trabajo “Elementos históricos para la planificación sustentable de las Ciudades
Brasileñas”, realizado por Roberto Braga. Aquí se presenta una investigación
que tiene como intención discutir algunos aspectos históricos de la política
urbana en Brasil y su interrelación con los problemas ambientales urbanos,
con la búsqueda de enriquecer el debate acerca de la planificación susten-
table de las ciudades.
A nivel federal, tanto el Ministerio de Medio Ambiente, cuanto el Ministerio
de las Ciudades tienen responsabilidades y obligaciones con los problemas
ambientales urbanos. La sostenibilidad urbana ha sido considerada en Brasil
sólo como una suma de objetivos sociales y ambientales poco articulados en
las ciudades. El Estatuto de la Ciudad viene a cubrir un vacío fundamental
en las políticas públicas brasileñas. Pero, ante una urbanización consolidada
y ciudades anárquicamente estructuradas, se torna difícil o incluso imposible
la correcta aplicación de sus principios. La solución a esta situación implica
el cambio del paradigma de gestión, transformándola en un enfoque más
transparente y participativo, en el que la comunidad sea el garante de la
sostenibilidad y se logre enfrentar los retos ambientales impuestos por el
modo de vida de las grandes ciudades, agravados por el cambio climático.
El estudio “Servicios habitacionales, resiliencia urbana y cambio climático”,
realizado por Ángel Francisco Mercado Moraga parte del interés por contri-
buir a las iniciativas que buscan reposicionar la temática de la vivienda en la
agenda de grandes asuntos urbanos a nivel nacional.
El texto propone un conjunto de algoritmos para modelar la situación
que guardan los servicios habitacionales en la actualidad y se enfoca en
explorar escenarios en función del “coeficiente de explotación territorial, el

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 11


metabolismo y la residencia de los tejidos urbanos”. En ese orden de ideas,
se concluye que la resiliencia urbana es igual al resultado de multiplicar los
servicios habitacionales por la compacidad urbana, elevado a un exponente
que mide la tasa positiva o negativa con que la resiliencia urbana evolucionó o
involucionó en el pasado o con la que se desea expandir el desenvolvimiento
de las ciudades en el futuro, como estrategia territorial para hacer frente a
las problemáticas que se derivan del cambio climático.
El trabajo llamado “La construcción con tierra, una alternativa contra el
cambio climático”, elaborado por Lya Donají Jiménez Ortega presenta
al modelo de industrialización como una parte fundamental del desarrollo de
las civilizaciones y, en su entramado, la industria de la construcción ha sido
una parte inherente de este desarrollo.
En el mundo, los principales materiales de construcción en la actualidad
son el concreto y el acero, materiales que durante su proceso de elaboración
tienen un impacto negativo en el medio ambiente, porque implican un alto
gasto de energía, emiten Gases de Efecto Invernadero (gei) y consumen
muchos recursos naturales.
Como una forma de mitigar el Cambio Climático, propone que componente
de “la tierra” se puede convertir en una alternativa a estos materiales industria-
lizados y, es también, una forma de revalorar los conocimientos desarrollados
por los pueblos originarios. Este tipo de construcción, además de representar
un ahorro de los costos, puede ser también una vía para la recomposición del
tejido social, fomentando el compromiso y la ayuda mutua entre los indivi-
duos, tal como lo hacen en las comunidades zapotecas serranas de Oaxaca.
En la temática denominada la “Nueva Morfología Territorial y Macro
Proyectos Urbanos” se ubica al estudio denominado “Configuraciones me-
tropolitanas: problemas e instrumentos”, elaborado por Alicia Novick. En
el mismo se encuentra un riguroso análisis que revisa los discursos sobre
el Área Metropolitana de Buenos Aires, considerando un amplio arco temporal
que va desde fines del siglo xix hasta comienzos del siglo xxi, que remiten a tér-
minos gestados en otras latitudes, dado que las nociones y conceptos circulan,

12 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


vehiculizados por expertos, a través de libros e imágenes, y son traducidos y
reformulados en cada sitio.
Se reflexiona acerca de las contraposiciones de los conceptos de la ciudad
tradicional, la ciudad integrada del estado de bienestar a la ciudad segregada
resultado de la aplicación de las políticas derivadas del esquema neo-liberal y
del neo-desarrollismo; para concluir que en el siglo xxi, urbes donde la mayor
parte de la humanidad vive en suburbios desestructurados, sin equipamientos,
dentro de muy cambiantes relaciones campo-ciudad. En ese marco, parte
del desafío reside en construir capacidades para leer las nuevas formas del
territorio en momentos signados por la incertidumbre.
Otro significativo trabajo es las “Transformaciones urbanas y represen-
taciones sociales de la ciudad en el Área Metropolitana de Buenos Aires”
desarrollado por María Cristina Cravino.
En el artículo se analiza las percepciones de los habitantes del Área Metro-
politana de Buenos Aires (amba) en un contexto de una ciudad que presenta
fuertes contrastes urbanos, signado por modernización de algunas áreas y
relegamiento de otras. En el estudio se atiende a cuatro ejes: el barrio como
vivencia del pasado, el barrio en que habitan, las representaciones del área
metropolitana y de la seguridad en la ciudad en relación a los espacios metro-
politanos. A través de entrevistas y foto lenguajes entre habitantes del amba, se
encontró distintas experiencias urbanas, tanto barriales como metropolitanas.
El orden urbano, con sus jerarquías territoriales, sus imaginarios acerca de los
tipos de habitantes de cada uno de los espacios, se reafirma como naturali-
zado, reificado por lo tanto casi incuestionado. El habitus urbano reproduce
las desigualdades y las reafirma por medio de argumentos de la experiencia
urbana y los lugares evitados.
El trabajo “Nuevas urbanizaciones en el contexto neoliberal: el caso de Alto-
zano en la ciudad de Morelia, México”; cuyas autoras Norma Angélica Rodríguez
Valladares y Patricia Ávila García abordan las condiciones de ilegalidad en la que
están asociados los nuevos proyectos urbanos y el papel que juega el Estado
en el establecimiento y consolidación de los mismos. Los planteamientos se

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 13


sustentan en torno al proyecto inmobiliario Altozano en la ciudad de Morelia,
Michoacán. El trabajo se estructura en tres apartados: el contexto neoliberal
que da soporte a los nuevos proyectos urbanos; el concepto inmobiliario del
proyecto Altozano; y las estrategias realizadas para concretar el proyecto.
Las autoras sostienen que en la implementación de las políticas neolibera-
les en México, las ciudades están inmersas en un proceso de privatización de
tierras ejidales y espacios públicos para favorecer macro proyectos urbanos
orientados a sectores de altos ingresos de Morelia.
Finalmente el trabajo “La llegada al río a través de un macro proyecto ur-
bano: estudios sobre el espacio público costero en Puerto Norte en la ciudad
de Rosario, Argentina”, realizado por Daniel Kozak y Natalia Feld tiene como
propósito examinar el caso de Puerto Norte, referido a un nuevo macro proyec-
to urbano en la ciudad de Rosario, en Argentina. Particularmente se enfoca a
analizar su vínculo con el Río Paraná, cuya ribera es uno de los paseos públicos
preferidos por la población, y el principal recurso paisajístico de la ciudad.
Se propone evaluar las características del espacio público costero re-
cientemente constituido, desde el punto de vista de la accesibilidad e inclu-
sión, en relación con los instrumentos de gestión del suelo que permitieron
su construcción.
Los autores concluyen que aún es prematuro evaluar el resultado de Puerto
Norte, cuando aún falta gran parte de su edificación, considera importante el
perfeccionamiento en la implementación de los instrumentos de gestión del
suelo en su correlato físico-espacial en los espacios que otorgan posibilidades
de integración, tanto en relación con la costa como con el resto de la ciudad.
Seguramente, el conjunto de los textos presentados serán de interés y una
aportación a los estudiosos especialistas de las temáticas de las viviendas
y las urbes, enlazado a las problemáticas de las relaciones sociales y el es-
tado, relacionados al entorno morfológico y ambiental urbano. Finalmente
esperamos que el aporte presente sirva para la construcción de las políticas
públicas de la vivienda y sus correlatos urbanos y sustentables en el, no siem-
pre fructífero diálogo entre academia, el gobierno y los aparatos legislativos
responsables de su implementación.

14 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Capítulo 1

Producción de vivienda y
desarrollo urbano sustentable
La vivienda, la sustentabilidad
y la planeación o ¿qué pasa con la vivienda?

Gustavo Romero
Facultad de Arquitectura-UNAM

H
oy en día, hablar de la sustentabilidad y vivienda y, por ende, de la
ciudad y la arquitectura, sin ver lo que sucede en el mundo y en las
sociedades actuales, es no querer entender por qué están las cosas
así y negarse a ver su complejidad. Los seres humanos se enfrentan a darse
cuenta que sus ideas de progreso, de vida segura, de control de la naturaleza
y de las eventualidades de las mismas, con base en su pretendida racionali-
dad, el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico para su dominio,
se empiezan a contraponer en sí mismas.
Todo ello sucede bajo el sistema capitalista, en su actual fase neoliberal,
que ha acentuado la concentración de la riqueza y de las decisiones funda-
mentales en los poderes fácticos, en la disminución del papel de los Estados
y gobiernos, que son servidores de los anteriores; del individualismo y del
consumismo que enajenan cada vez a mayores sectores de las poblaciones
y les propician una postura conservadora.
Lo anterior ha generado formas de producción y maneras de pensar y
concebir al mundo enormemente extendidas, que están poniendo el riesgo
de la raza humana en nuestro mundo habitable, el cual nos hace ver su fragi-
lidad ante los efectos que estamos creando —algunos de los compañeros
de la mesa lo presentarán de forma mucho más amplia—. Nos enfrentamos
entonces a repensar nuestra manera de producir y actuar en el mundo en

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 17


todos los aspectos y a tener un sentido crítico de nuestros paradigmas y
creencias. La vivienda, así como las aldeas, pueblos y ciudades, son algunos
de ellos y el que nos ocupa en este texto.
La vivienda es un hecho y una cuestión fundamental en la vida de los seres
humanos y de sus grupos y sociedades. Tiene que ver con ser el lugar donde
tenemos posesión, seguridad y nuestra territorialidad, instinto esencial de
los seres humanos por encima del de sobrevivencia y el sexual por comparar
con otros de necesidad básica se relaciona con el confort, con lo habitable, con
la seguridad de tenencia y económica, con el estatus ante los demás, es decir
tiene múltiples significados, valores y percepciones más que ningún otro
lugar de nuestra existencia.
A través del tiempo, la vivienda ha sido mayoritariamente y fundamen-
talmente producida, proyectada, resuelta, construida y habitada por sus
propios habitantes, solo una pequeña minoría —emperadores, reyes, nobleza,
sacerdotes, burguesías— tuvo a personas especializadas que les ayudaba
en su ideación, proyección y construcción. Las viviendas y su entorno tenían
diferentes condiciones por los lugares, topografía, clima y, sobre todo, por
la capacidad de recursos que podían utilizar sus habitantes. Existían muy
diferentes condiciones materiales en su arquitectura y en su ubicación pero
en gran parte eran aquello que Cristopher Alexander (El lenguaje de Patrones)
llamó “El modo intemporal de construir y la cualidad sin nombre”.
Evidentemente existían grupos marginados en las sociedades clasistas y
coloniales que tenían condiciones de vivienda muy precarias, especialmente
en las ciudades, pero la mayor parte de las poblaciones era rural.
A partir del desarrollo de la era industrial surge un nuevo fenómeno, la gran
inmigración a los centros urbanos y, por lo tanto, una nueva y gran demanda
de vivienda, servicios e infraestructura urbana. Aparece por primera vez una
preocupación social al respecto y tenemos como ejemplo las críticas a los
problemas sociales que implican. Tal es el caso del libro El problema de la
vivienda, de Federico Engels, en donde demuestra la estrecha relación de la
penuria de la vivienda en la sociedad capitalista y la imposibilidad de resolver
en su totalidad, tal como desgraciadamente lo hemos constatado. También

18 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


están las propuestas de la denominadas “utopías sociales” que a partir de
proponer formas de organización y producción social colectivas tales como
el “El falansterio”, de Fourier, de Idelfonso Cerda en Barcelona, etcétera, llevan
acabo la construcción de conjuntos con estas ideas y de Ebenezer Howard
con la ciudad jardín que va a tener un gran efecto en el imaginario social y las
realizaciones en muchos suburbios en el mundo.
En el siglo XX, la demanda de vivienda y ciudad para las grandes masas
surge como un aspecto crucial en las sociedades modernas y, por primera
vez, atrae a los arquitectos profesionales, especialmente aquellos agrupados
en el llamado Movimiento Moderno de la arquitectura que van expresar en
la Carta de Atenas todo un decálogo urbano arquitectónico de cómo deben
ser las ciudades, la arquitectura y las viviendas en el mundo moderno. Se
propone hacer tabla rasa de todo lo hecho históricamente y surgen entonces
las ideas de organizar la ciudad por funciones separadas: vivienda, trabajo,
diversión, comercio, administración,, transporte y vialidad en función de los
automotores y transporte colectivos, separadas de las edificaciones. El con-
junto habitacional en edificios de gran altura, departamentales, construidos
y prefabricados industrialmente, ubicados en supermanzanas en planta libre,
sin las limitaciones de la parcelación en aparente altas densidades. Esta
modalidad va a tener una enorme influencia en las políticas adoptadas por
los gobiernos y especialmente en Latinoamérica va ser dominante en los
últimos setenta años. Para ello se lleva a cabo una serie de campañas para
convencer a la población y la opinión pública que esta es la solución. Surge
así una unión perversa entre los gobiernos y autoridades con los gremios de
arquitectos y constructores que van a pensar que así podrán resolver el llamado
problema de vivienda. En la realidad van ser grandes negocios inmobiliarios,
de construcción y de discurso gubernamentales, pero poco efectivos en la
resolución a fondo de las demandas de vivienda en todas las dimensiones en
que planteábamos en que está envuelta y relacionada.
En realidad solo algunos grupos de clase media encontraron las solu-
ciones adecuadas pero la mayor parte de los conjuntos habitacionales
se van a convertir en problemas de muy diverso orden hasta llegar a los

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 19


absurdos de los últimos tiempos, en donde existen muchas más viviendas
que familias, en el caso mexicano se habla en el último censo de 5 millo-
nes de excedentes, fenómeno aun aclarado más que parcialmente en las
500 000 declaradas por el Infonavit en datos periodísticos. Esto no resuelve
el hecho de que muchas familias tienen aún diversas problemáticas en sus
viviendas y barrios de deterioro, precariedad, insuficiencia y calidad de
servicios, equipamientos e infraestructura.
Por otro lado, en nuestros países surgieron en los treinta y cuarenta los
asentamientos populares promovidos por diversos actores sociales, pro-
motores piratas, funcionarios gubernamentales coludidos, organizaciones
políticas en venta de terrenos de muy diversas condiciones: medio legales,
fraudulentos, de posesión; con pocos o nulos servicios, generalmente mal
ubicados, y también de invasiones, pero esta última, que en general a pesar
de una opinión pública y de técnicos y profesionales mal informados y des-
conocedores de la complejidad de los fenómenos del poblamiento popular,
es un porcentaje que no llega al 10 por ciento en los casos extremos. Estos
han llegado a representar en Latinoamérica y en México es el caso, aproxima-
damente entre el 60 y el 70 de las áreas urbanas, en ellos los habitantes que
han comprado lo terrenos han edificado por autoproducción (no autocons-
trucción como también erróneamente se dice y se entiende) sus viviendas en
procesos evolutivos (no progresivos como también erróneamente pensamos
los arquitectos), en lapsos que han tomado de 5 a 15 años promedio. Los
habitantes se han enfrentado a tener que gestionar los servicios, infraes-
tructuras y equipamientos en largos procesos de lucha con las autoridades
principalmente locales y en algunos casos estatales y nacionales. Después
de un tiempo, una gran parte de estos barrios o colonias se han convertido en
lugares aceptables, muy diversos socialmente, con economías locales y las
viviendas han llegado a tener dimensiones significativas, en lotes familiares y
densidades medias. Existen algunos de alta precariedad pero en nuestro país
son minoritarios y una gran parte está en procesos de mejoramiento, sin que
ello signifique ocultar los caos dramáticos y más problemáticos. Otro hecho
importante es que los compradores son mayoritariamente los grupos altos

20 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


de la pobreza y que los de menor ingreso rentan en estos barrios los cuartos
y vecindades de los otros pobladores. Son también muchos de ellos depar-
tamentos y casas en renta formal e informal. Lo que queremos enfatizar
es que nos enfrentamos a un fenómeno y universo diverso que no puede
ser generalizado como muchos profesionales, académicos, funcionarios y
opinión pública suelen hacerlo.
Un gran conflicto ha sido el querer que el problema de la vivienda popular
sea solucionado con las ideas y propuestas establecidas por los modelos,
concepciones e ideologías arquitectónicas urbanas de la modernidad y sus
reglamentaciones respectivas. Querer que los profesionales de la arquitectura
que son entrenados fundamentalmente con visiones estéticas, tecnológicas
constructivas dirigidas históricamente para el poder y el dinero y las limita-
ciones financieras de todo tipo, puedan con sus actitudes, herramientas y
concepciones dar respuestas a grupos sociales con patrones y lógicas de
habitar, tecnológicas, económicas y legales necesariamente diferentes a las
dominantes en las nuestras sociedades de desarrollo desigual y combinado.
A pesar de las grandes contradicciones que las formas dominantes de la
producción arquitectónica presentaron desde los años sesenta en el mundo y
en México, han generado el paradigma con el que las políticas de vivienda han
actuado. Para nuestra mayor desgracia desde los años noventa esto se llevó
no solo a aumentar y dominar en gran medida la producción, sino vincularla
y convertirla en una mera mercancía, despojándola de su condición social
preferente y que el mercado llevó al absurdo, ya mencionado, de producir una
oferta muy por arriba de la demanda real. Desde los años 2004 y 2005 en la
Comisión Nacional de Vivienda se les dijo que su famoso tren de vivienda se
iba a descarrilar como sucedió en el año 2008 y se comprobó en el censo del
2010 y que aún no se compone a pesar de todos los apoyos gubernamentales
para evitar la quiebra de las inmobiliarias que con gran irresponsabilidad y con
el apoyo del Infonavit y de la Sociedad Hipotecaria Federal se llevan a cabo.
Desde los años sesenta y setenta en el mundo y en México surgieron las
posturas desde diferentes campos del conocimiento para comprender el
fenómeno y de los profesionales involucrados en su producción para proponer

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 21


alternativas. Tenemos por un lado algunos de los casos relevantes: La lucha
por un techo en un mundo subdesarrollado, de Charles Abrams; Vida y muerte
en las ciudades contemporáneas, de Jane Jacobs; La libertad de construir,
de John Turner, y en el caso de México, la revista Dinámica Habitacional del
grupo COPEVI A.C. de la época de los sesenta a los ochenta. Por la parte del lo
urbano arquitectónico y su diseño participativo están John Habraken y la teoría
de los soportes, Cristopher Alexander con la Teoría de los Patrones, Hanno
Weber y Michael Pyatok con las ONG, Hábitat México con “La Generación de
Opciones”, Rodolfo Livingston y “El Método” y las experiencias significativas
de Henry Sannof en Estados Unidos y de Lucien Kroll en Europa.
Ello se junta con le efervescencia producida por la reunión de Los Asenta-
mientos Humanos de Hábitat I, en Vancouver, de Naciones Unidas y todo ello
va a impactar al Banco Mundial y a los países para construir políticas, para los
grupos de pobreza en el denominado “Tercer Mundo” o mejor dicho los países
de dependencia colonial capitalista como es el caso de los latinoamericanos.
Nuestro país va a tener una serie de políticas, instrumentos, leyes, programas
y proyectos que pretenden ser diferentes de los tradicionales y ser más ade-
cuados a las demandas y realidades de los grupos de menor ingreso, pero que
difícilmente atenderán al 40 por ciento más pobre y además nunca pasarán
en los mejores años de representar entre el 3 y el 7 por ciento del total de la
inversión de vivienda social, lo que nos dice con toda claridad la importancia
que se le da, o sea muy poca a pesar del discurso de “a los más pobres”.
Desde los años setenta, muchos actores y voces en el mundo como la
Coalición Internacional del Habitat (HIC por sus siglas en inglés) que representa
a más de cuatrocientas organizaciones civiles, de las redes de investigadores,
de profesionales, de ONG y de movimientos urbanos han venido proponiendo
y propulsando la denominada Producción Social del Habitat Asistida, y que
podemos delinear de acuerdo con la siguiente cita:

En general, la noción de “producción social del hábitat y la vivienda”


(PSHV), se desarrolla a partir de la necesidad de generar estrategias
para encauzar y potenciar los esfuerzos que realizan los pobladores al

22 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


producir su propio espacio habitable. La caracterización de la PSHV per-
mite proponer un sistema de producción que rescate aquellos aspectos
positivos de los llamados “asentamientos populares —la flexibilidad
para acoger diversos espacios y funciones, la posibilidad de articular una
economía local por medio de comercios y talleres, la creación de barrios
con espacios para la interacción social, etcétera—; y al mismo tiempo,
ayude a superar las dificultades que presentan estos desarrollos —falta
de servicios, falta de recursos, terrenos difíciles y alejados, etcétera—.
Por sistema de producción entendemos a un conjunto de programas,
proyectos y actividades relativos a los procesos de planeación, construc-
ción y distribución de la vivienda, llevados a cabo de manera organizada,
planificada y continua, bajo esquemas de operación estructurados (Íbidem).
En este sentido, la PSHV plantea una forma de producción ordenada
y sistematizada, orientada a apoyar los procesos organizados de auto-
producción de los sectores populares, en donde el Estado debe jugar un
papel fundamental al ser el principal responsable de garantizar el acceso
a una vivienda digna al conjunto de la población, independientemente de
su poder adquisitivo y de sus condiciones económicas.
La PSHV integra diferentes factores: acceso al suelo, dotación de servicios
y equipamiento suficiente, acceso a materiales y componentes, asistencia
técnica, financiamiento y acceso a recursos y, de manera fundamental, la
participación de los usuarios en las distintas etapas de producción.
Podríamos caracterizar a la PSHV como un sistema que permite a los
individuos, las familias, las comunidades y las diferentes organizacio-
nes sociales producir viviendas y hábitat acordes a sus condiciones y
demandas, en forma tal que sean ellos mismos quienes controlen las
decisiones fundamentales, a través de la participación individual o en
conjunto, mediante procesos que tiendan a evolucionar hacia formas
de organización más complejas y efectivas. Es fundamental que este
proceso se lleve a cabo de manera que pueda adecuarse a la realidad
de los productores-pobladores, a sus posibilidades y potencialidades
presentes y futuras, de modo que permita relacionar sus intereses y

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 23


demandas particulares con las de la comunidad del vecindario, del barrio
y de la ciudad en donde habitan. Ello implica que deben existir políticas
públicas, estrategias concertadas, instrumentos de acción, legislación
adecuada, sistemas de financiamiento especialmente diseñados, asesoría
técnica y social y demás caminos, posibilidades y opciones que faciliten
este proceso (Romero, 2002).
Por sistema de producción entendemos a un conjunto de programas,
proyectos y actividades relativos a los procesos de planeación, construc-
ción y distribución de la vivienda, llevados a cabo de manera organizada,
planificada y continua, bajo esquemas de operación estructurados. (Íbidem)
En este sentido, la PSHV plantea una forma de producción ordenada
y sistematizada, orientada a apoyar los procesos organizados de auto-
producción de los sectores populares, en donde el Estado debe jugar un
papel fundamental al ser el principal responsable de garantizar el acceso
a una vivienda digna al conjunto de la población, independientemente de
su poder adquisitivo y de sus condiciones económicas.
La PSHV integra diferentes factores: acceso al suelo, dotación de
servicios y equipamiento suficiente, acceso a materiales y componen-
tes, asistencia técnica, financiamiento y acceso a recursos y, de manera
fundamental, la participación de los usuarios en las distintas etapas de
producción.
Podríamos caracterizar a la PSHV como un sistema que permite a
los individuos, las familias, las comunidades y las diferentes organiza-
ciones sociales producir viviendas y hábitat acordes a sus condiciones
y demandas, en forma tal que sean ellos mismos quienes controlen las
decisiones fundamentales, a través de la participación individual o en
conjunto, mediante procesos que tiendan a evolucionar hacia formas
de organización más complejas y efectivas. Es fundamental que este
proceso se lleve a cabo de manera que pueda adecuarse a la realidad
de los productores-pobladores, a sus posibilidades y potencialidades
presentes y futuras, de modo que permita relacionar sus intereses y
demandas particulares con las de la comunidad del vecindario, del barrio

24 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


y de la ciudad en donde habitan. Ello implica que deben existir políticas
públicas, estrategias concertadas, instrumentos de acción, legislación
adecuada, sistemas de financiamiento especialmente diseñados, asesoría
técnica y social y demás caminos, posibilidades y opciones que faciliten
este proceso (Romero y R. Enet, ídem).

Tal como se propone consiste en que todos los actores involucrados en


la producción, empezando por los habitantes actuales y futuros y además
funcionarios gubernamentales de los diferentes niveles y entidades, de los
mecanismos financieros, de la industria de la construcción y de materiales
y de los técnicos: arquitectos, ingenieros, sociólogos, antropólogos, traba-
jadores sociales, economistas, etcétera participen en procesos de diálogo
deliberado o para primero construir los diagnósticos de las demandas, estar
de acuerdo, ver los escenarios y las alternativas de ideas y conceptos y de
las propuestas urbano arquitectónicas y de otros órdenes, especialmente las
formas y grados de organización social que se requieren para que los sitios,
lugares, barrios y demás habitacionales puedan ser habitados adecuadamente
en la convivencia y mantenimiento.
Un aspecto fundamental entre la propuesta de la vivienda mercantil y la
PSHV asistida además de las ya mencionadas se refiere que es o debe ser
autoproducida o autoconsumida y no se vende. Esto significa que su costo
es más o menos 50 por ciento menor o por poner un ejemplo si una vivienda
cuesta 500 000 pesos en venta e PSHV cuesta entre 250 000 y 350 000
pesos. Esto es importante sobre una vieja discusión, sobre centrar el costo
de la vivienda sobre la tecnología de la construcción, camino muy polémico,
ya que la producción mercantil de gran escala y con constructoras les puede
costar menos el metro cuadrado pero el precio de venta es más alto sin que
ello, signifique mejor calidad y muchas veces mas bien lo contrario.
En cuanto a la organización de la ciudad se han dicho muchos mitos y
malos entendimientos. “Como resultado, tenemos una doble situación en la
que, por un lado, la ciudad crece al margen de políticas públicas y de la nor-
matividad existente y, por otro, la ciudad formal, aparentemente planeada

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 25


y desarrollada dentro del marco normativo, se llena de grandes desarrollos
habitacionales basados en bloques desarticulados, ajenos a la escala y a los
patrones culturales de los grupos a los que están destinados, especialmente
cuando se trata de grupos populares, y que presentan enormes problemas
de deterioro debido a los altos costos de su mantenimiento.
Ante este panorama se hace necesaria la formulación de nuevos enfoques
y modos de entender los procesos de urbanización y poblamiento que se
están llevando a cabo en nuestras ciudades y, paralelamente, encontrar otras
maneras de intervenir en el desarrollo de estos procesos.
El punto de partida que sustenta cualquier propuesta en este sentido es
un asunto que la propia realidad nos ha demostrado: en la gran mayoría de
los casos —más allá de las consideraciones estéticas que tanto preocupan a los
arquitectos—, estos desarrollos autoproducidos han resultado más cercanos
a las demandas de los grupos sociales que los generan, ya que, a pesar de sus
limitaciones y problemas, encierran muchos ejemplos positivos de cómo, en
medio de la escasez y con las circunstancias en su contra, los actores involu-
crados han sido capaces de llevarlos a cabo. Al llegar a las últimas fases de su
desarrollo progresivo, estos asentamientos son, en muchos casos, mejores en
sus condiciones habitables, más sustentables y de más fácil mantenimiento;
además de que en su producción tienden a generar conductas y actitudes
de solidaridad y de compromiso, características comúnmente ausentes en
los desarrollos planificados, diseñados y construidos por profesionales o
empresas inmobiliarias y de construcción, que los desarrollos planificados,
diseñados y construidos por profesionales, que han estado alejados de un
conocimiento de las realidades sociales, de los procesos participativos y que
son sujetos de la especulación ideológica de los diseñadores”.1
Ante la sustentabilidad diríamos, muy elementalmente, que se refiere a la
noción que tenemos como sociedad, como clases, grupos sociales, familias y
personas ante la naturaleza y nuestro frágil nicho ecológico. Evidentemente

1
Romero G. Mesias R. Enet M. et alt. (2004) La participación en el diseño urbano arquitecto hab-
itacional en la producción social del Habitat. México. CYTED, FOSOVI, AC, Arquitectura UNAM.

26 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


esto afecta todas nuestras percepciones de cómo vemos nuestra vida, cómo
producimos y en especial, en nuestro caso, las aldeas, pueblos y ciudades y
todas sus condiciones materiales. Esto implica trabajar en todos los niveles
de conciencia, seguir y buscar las viejas o nuevas formas para una vida más
sustentable o la “buena vida” como dicen los indígenas bolivianos.
Ante las enormes complejidades que representan el mercado de suelo, los
enfoques tecnocráticos de la planeación que pretenden que los “expertos y
los funcionarios de gobierno” saben qué hacer; los diversos intereses de las
clases y grupos sociales, la gran desigualdad social y la falta de mecanismos
reales de mejor distribución de la riqueza, es muy difícil pretender que la
ciudad podrá estar mejor organizada y que se pueda mejorar las condicio-
nes de los barrios, lugares habitacionales y las viviendas especialmente
de los diferentes grupos de la pobreza. Estos últimos necesitan políticas y
programas diferenciados y no propuestas unitarias como si fueran grupos
homogéneos.
Como algunas de las posibles alternativas podemos discutir y ver por dón-
de podemos enfrentarnos ante la transformación del modo de producción
industrial en su modalidad capitalista a partir de las relaciones de fuerzas
existentes buscando los caminos y las articulaciones en un proceso lleno de
incertidumbres, de contradicciones pero de posibilidades. Es de hecho un
lucha que tiene que tener muchas visiones y estrategias, de lo político, de lo
conceptual, del entendimiento del fenómeno y del desarrollo y articulación
de esas prácticas en el proceso transformatorio. Es decir casi, nadie podrá
alegar que sus acciones y prácticas son independientes del todo.
En cuanto a la producción de vivienda debe irse dando cada vez más lugar y
espacio a la Producción Social del Hábitat y la vivienda asistida y participativa,
como forma más eficiente de hacer vivienda “más apropiada y apropiable”
para la mayor parte de la población. Se desarrollan economías locales y mejor
distribución de la riqueza, se pueden articular de mejor manera al desarrollo
urbano que haya sido construido participativamente. Aquí puede haber muchas
empresas de escala apropiada que sean útiles y no monopólicas.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 27


La producción mercantil debe dirigirse a los grupos medios altos y
altos con los cuales tiene congruencia económica e ideológica, y técnicos
entrenados para este mercado. Estas deberán sujetarse con el control
ciudadano y público ordenamiento urbano del consenso social y no solo
de autoridades y “especialistas”.
Debe buscarse grandes acuerdos sociales para limitar la gran especulación
del suelo urbano, también con base en el apoyo y al consenso ciudadano y
romper las relaciones gobiernos, inmobiliarios.
Los procesos de diseño arquitectónico urbano en general pero especial-
mente habitacional deberán hacerse participativamente con técnicos con
actitud y aptitud para saber dialogar con el conjunto de actores involucrados
en los procesos. Esto implica que la organización social que se requiere para
que los lugares habitacionales puedan tener buenos niveles de convivencia. Y
en el caso que se realicen proyectos sin conocimiento de futuros habitantes,
estos deberán diseñar y proyectar la organización social que se requerirá y
cómo debe ser ejecutada. Esto no es una entelequia, existe ya una larga prác-
tica que demuestra estas posibilidad que desgraciadamente se desconocen.

Bibliografía
Romero G. Mesías R. Enet M., et al. (2004). La participación en el diseño
urbano arquitecto habitacional en la producción social del Hábitat.
México: CYTED, FOSOVI, AC, Arquitectura UNAM.
Romero, G. (2002). La producción social del hábitat: reflexiones sobre su
historia, concepciones y propuestas. En Enrique Ortiz y Ma. Lorena
Zárate (coomp.). Vivitos y coleando, 40 años trabajando por el há-
bitat popular en América Latina. UAM–HIC AL.

28 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Habitabilidad en la vivienda de alta densidad:
Villa Jardín, Ciudad Caucel. Mérida, Yucatán

Bricia del Pilar Arjona Villicaña


María Elena Torres Pérez
Facultad de Arquitectura, Universidad Autónoma de Yucatán

Introducción
El tema de la vivienda mínima es relevante como materia prima para varios
enfoques de estudio, desde los del diseño y construcción hasta los de las
formas de vida y habitabilidad. Sin embargo, es frecuente que se analice
parcialmente como objeto aislado y sin integrarse a otras visiones comple-
mentarias, como el contexto inmediato que la rodea.
Esta tendencia se observa con mayor frecuencia en los ámbitos del dise-
ño y de la producción de vivienda, ya que frecuentemente los diseñadores
ponen especial atención en la solución arquitectónica y dejan en segundo
nivel de importancia los espacios complementarios de la vivienda en sus
diferentes escalas, como el espacio exterior inmediato del lote, el espacio
comunitario y el espacio público.
La producción de vivienda se ha centrado en la tarea de hacer la mayor
cantidad posible para satisfacer el rezago habitacional. Bajo este objetivo,
los desarrolladores han justificado la disminución de la calidad de los espacios
construidos, tanto en lo arquitectónico como en lo urbano.
Aunado a esta situación, se encuentra el hecho de que se ha ido gestan-
do un interés por la optimización del suelo, muy entendible para frenar el

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 29


desarrollo extensivo de las ciudades, en favor de la meta: lograr el desarrollo
urbano sustentable.
En el Programa Nacional de Vivienda 2008–2012 se enfatiza la tendencia
hacia un desarrollo habitacional sustentable, que entre sus acciones propone
“[…] el fomento de conjuntos habitacionales que privilegien la verticalidad, el
adecuado aprovechamiento de la infraestructura existente […]” (PNV, 2008,
p. 4) y, en el Programa Nacional de Vivienda 2012-2018 refiere “Transitar
hacia un modelo de desarrollo urbano sustentable e inteligente” (PND, 2013,
p. 54), ya que la nueva política tiene, entre sus propósitos, promover elementos
como la densidad y la movilidad, además de resolver el rezago habitacional
(Topelson, 2013, p. 7).
Sin embargo, tal política se ha entendido más como una carrera por
aumentar tanto la densidad constructiva como la habitacional, de manera
que se apunta a los modelos de alta densidad per se, es decir, a la búsqueda
de maneras de hacer más rentable el suelo en cuanto al área vendible, lo
que deja sin atender, las cuestiones reales de sustentabilidad, tales como,
por una parte, zonas necesarias para regeneración ambiental como área
verde por habitante, espacios de absorción pluvial por hectárea, y por
otra parte, las superficies de equipamiento para recreación y convivencia
comunitaria, es decir, el lugar inmediato a la vivienda y el espacio público
del conjunto urbano habitacional.
Con base en este esquema emergente de desarrollo y consumo de vi-
vienda, es lógico que surjan cuestionamientos acerca de las condiciones
de habitabilidad de las viviendas producidas en general, y más aún en
aquellas específicamente bajo dicho esquema, principalmente sobre la
relevancia que adquiere el espacio de área verde y de espacio público sobre
las condiciones de habitabilidad.
La metodología empleada en este trabajo de investigación es derivada
del proyecto CONAVI CONACYT 168887, que confronta el análisis técnico de
la arquitectura de la vivienda y del diseño urbano, con la evaluación empírica
que el usuario hace como habitante de su propia vivienda. Se confronta
la observación de conductas de los habitantes y las modificaciones que

30 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


estos realizan a sus hogares, con la interrogación y la declaración libre de
los usuarios acerca de los motivos para tales comportamientos y transfor-
maciones en la vivienda.
La investigación diagnóstica se realiza en los modelos de vivienda de alta
densidad, en la vivienda en serie sobre la que se introduce el régimen de
propiedad en condominio, en dos tipos: horizontal y vertical.
Estos modelos en condominio tienen implicaciones de habitabilidad a nivel
urbano y arquitectónico, ya que en principio cambian el concepto de propiedad
privada y dejan sin definir las reglas de uso del espacio común, motivando el
fenómeno de extensión de la vivienda y apropiación de lo comunitario y lo
público, lo cual tiene repercusiones en la conformación de condiciones de
convivencia en las comunidades vecinales, donde se registran diversos grados
tanto de habitabilidad como de la percepción de pertenencia y de seguridad.

Vivienda mínima y habitabilidad


El concepto de vivienda mínima fue definido a raíz de las revoluciones so-
ciales de principios del siglo XX (Klein, 1980: 29-36) con los espacios: social
de sala, de trabajo y comedor, de servicio cocina, de higiene baño y cuando
menos una recámara. Estos lugares han sido la base de diversas opciones
de organización en pro de la búsqueda de un mínimo, tanto funcional como
racional de inversión. No obstante, en el proceso de diseño y construcción
se ha ignorado el desarrollo evolutivo de las necesidades humanas, de ma-
nera que, a pesar de que la vida se ha hecho más compleja y con mayores
requerimientos en funciones y espacio, la vivienda sigue pensándose en la
disminución de espacios y sus dimensiones.
En este sentido, debemos apuntar que la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha es-
tablecido que es necesario que cada ciudad tenga 9 metros cuadrados de
área verde por habitante como proporción mínima, condición tanto para la
salud pública como por calentamiento global, de manera que se observa no
solo necesario para la habitabilidad, en la dimensión mínima de la vivienda
que debe tener y garantizar la conservación de su área verde, sino también

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 31


en la dimensión urbana de la ciudad, en referencia al valor de sus espacios
verdes y espacios públicos a diferentes escalas, desde el comunitario hasta
el de ciudad.
Observamos que la OMS y la ONU enuncian a la vivienda como un indicador
de calidad de vida, como una necesidad inseparable del ser humano, con
base en su habitabilidad (ONU, 1961, p. 4). Por lo que cabe preguntarse si la
vivienda mínima puede mantener o mejorar sus condiciones de habitabilidad.
La Constitución Política Mexicana establece que la vivienda es un dere-
cho de todo ciudadano, la enuncia a través de la ley y se extiende a través de
diversas normativas y reglamentos para vigilar su dotación.
Definir las características básicas de la vivienda como todo elemento de
una buena arquitectura es un tema relevante desde los textos de Vitrubio con
su triada: utilidad, belleza y firmeza. Por lo que se proponen tres constructos
básicos: primero, la seguridad de la construcción en relación con la firmeza,
duración, mantenimiento y composición de los materiales; segundo, la funcio-
nalidad con respecto a la facilidad de uso, tanto como en el aspecto estético
acordes a los requerimientos físicos y culturales del usuario; y tercero, la
adaptación al medio ambiente natural, como un elemento fundamental para
cuestiones de sustentabilidad.
En conjunto, los tres constructos completan la habitabilidad, entendida
como la parte de la disciplina arquitectónica que se encarga de asegurar las
condiciones mínimas de salud y confort en los edificios. En especial mide
los límites del aislamiento térmico y acústico en relación con el ahorro de
energía y la seguridad social, así como la salubridad e higiene en beneficio
de la salud de los habitantes.
La vivienda adquiere un papel trascendental debido a que no solo es un
derecho básico establecido en la Constitución, sino que junto con otros de-
rechos establecidos en la misma, son a su vez satisfactores del hombre y se
suscriben a la existencia de la vivienda, como la salud, el trabajo y la educación,
cuando menos en los niveles básicos (INEGI, 2005, p. 402).
Asimismo, el derecho a la vivienda no estaría cumplido solo por el hecho
de tener una, sino que resulta fundamental que la vivienda cumpla con las

32 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


condiciones de habitabilidad, tanto a nivel interno como externo del conjunto
urbano en el cual se inserta.

Caso de estudio: Villa Jardín en Ciudad Caucel


En el proceso de crecimiento de Mérida cobra relevancia la participación de
la anexión de fraccionamientos periurbanos, dentro de los que sobresale el
caso de Ciudad Caucel, localizada al poniente de la ciudad, junto a un antiguo
asentamiento maya, del cual toma el nombre de Caucel, “lugar de las piedras
de moler” (figura 1).
El proyecto fue iniciativa del Gobierno de Yucatán, cuya finalidad era la de
solucionar el problema de vivienda, en especial el de la falta de terrenos para
construir nuevos conjuntos habitacionales dentro de los límites originales
de Mérida.
Su construcción inició en el 2004 y se concibió para una capacidad de
poco más de 20 000 viviendas y 100 000 habitantes, en más de 30 fraccio-
namientos de clase media y media baja (figura 2).
Por tratarse de un proyecto de gobierno, se programó con equipamiento de
alto nivel como una clínica del IMSS, un núcleo educacional que incluye desde

Figura 1. Ubicación de Ciudad Caucel


Fuente: Google Earth, 25 de abril de 2015, y trabajo de edición.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 33


Figura 2. Ciudad Caucel y sus etapas
Promocional de Ciudad Caucel, elaborado por la revista Actual Mérida, 2012.
Fuente: Disponible en http://actualmerida.com/wp-content/uploads/mapaweb1.jpg .

jardín de niños, primaria, secundaria, hasta preparatoria, con un gimnasio de


alto impacto y, por supuesto, parques recreativos producto de sitios de valor
patrimonial, como Anikabil que conjunta una hacienda y el Arqueo-botánico,
así como el Parque Zoológico de Animaya. Asimismo, se pueden encontrar
en el sitio tiendas departamentales.
Ciudad Caucel cuenta con una infraestructura completa de energía eléctrica
e incluye cárcamos de rebombeo de agua potable y drenaje de aguas servidas.
Algunos servicios urbanos se han consolidado con el tiempo, de manera que
ya se cuenta con 15 rutas de transporte público.
No obstante, este equipamiento y servicios programados no han sido
suficientes, por lo que se dan dos fenómenos importantes. Por una parte, la
gente acude al Centro de Población de Caucel contigua para el suministro de
algunos servicios, lo cual no es muy bien visto por los pobladores locales que
se sienten en competencia y saqueo constante. Por otra parte, los propios

34 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


habitantes han tomado en sus manos el habilitarse equipamiento y servicios,
también como una forma de apoyo a la economía familiar, de manera que
proliferan los comercios variados en giros, guarderías y escuelas privadas
de preescolar, primaria, secundaria y preparatoria, así como restaurantes y
cocinas económicas, entre otros.
Dentro de este gran conjunto, coexisten fraccionamientos de variadas
calidades y cantidades de vivienda, dentro de los cuales se ubica el conjunto
habitacional Villa Jardín de 257 hectáreas, ubicado exactamente en la frontera
entre el nuevo desarrollo de Ciudad Caucel y el pueblo tradicional de Caucel.
Villa Jardín ha surgido como una propuesta de viviendas de alta densidad,
que conjunta dos esquemas de vivienda en condominio: la horizontal, que está
presente en dos zonas, una con andadores y otra con vialidades vehiculares,
y la vertical con edificios multifamiliares de tres pisos. Estas construcciones
son conocidas como “los chiquilotes” y “los departamentos”, respectivamente
(plano 1).

Plano 1. Conjunto Villa Jardín y tipología de vivienda


Fuente: Grupo Archidectura y trabajo de edición.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 35


Vivienda en condominio horizontal: microlotes
La vivienda horizontal de Villa Jardín está dispuesta en lotes en condominio
y presenta dos modelos distintos, denominados para fines de este trabajo
de la siguiente manera: las viviendas en la zona de andadores, como micro-
lote tipo 1 (ML T1) y las viviendas en la zona de vialidades vehiculares como
microlote tipo 2 (ML T2), cuya diferencia estriba en que el T2 presenta una
recámara dormitorio.
La T1 está distribuida en una traza reticular en manzanas rectangulares
a las que se tiene acceso a través de andadores ajardinados como espacios
comunitarios. Además, tienen otras áreas colectivas como los estacionamien-
tos comunitarios que se ubican intercalados entre las manzanas.
El microlote T1 presenta una construcción de 28 m2 con un frente de 4 m
de ancho y 7 m de largo, en un lote de aproximadamente 75 m2 de superficie
en total. Este modelo posee una planta rectangular, de la cual la mayor parte
constituye un solo espacio que da cabida al uso de sala, comedor y cocina,
provista de una meseta que sobresale de la pared que hace de remate visual,
que corresponde a la división del baño al cual se accede a través de un pequeño
vestíbulo. El acceso principal a la casa y el acceso al baño se encuentran en
lados contrarios, provocando que la circulación sea siempre atravesando
en diagonal la única habitación, lo que dificulta la ubicación del mobiliario
(figura 3: microlote Tipo 1).
El microlote T2 presenta una construcción de 38 m2 con un frente de
4 m de ancho y 9.50 m de largo, en un lote de aproximadamente 90 m2
de superficie en total. Este modelo reproduce el diseño de la planta del ML
T1, con un solo espacio que contiene a la sala, comedor y cocina, un baño
aparte. La diferencia estriba en que justo después del baño, el vestíbulo
da acceso a una habitación y único dormitorio con un pequeño clóset que
salta de la planta rectangular de la vivienda (figura 3: microlote Tipo 2).

36 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Micro-lote Micro-lote
Tipo 1 Tipo 2

Figura 3. Tipología de vivienda de condominio horizontal


Fuente: Dibujo de Mario Gutiérrez y Esmeralda Martínez.
Proyecto CONAVI CONACyT 168887.

Vivienda en condominio vertical: edificio de departamentos


La vivienda vertical está constituida por una planta tipo que consta de cuatro
viviendas, se encuentran unidas en pares por muro medianero y cada par se
repite en torno a una escalera que marca el eje de simetría para los pasillos
de acceso. Cada planta se repite hasta tres niveles.
La planta tipo de cada vivienda cuenta con un área social integrada por sala
y comedor en un solo espacio; un área privada compuesta por dos dormitorios; y
el área de servicios compuesta por la cocina, el lavadero y el baño, que se en-
cuentran dispuestos en línea y colindantes a un pasillo de servicio común a las
dos viviendas y formando un tiro de ventilación en los tres niveles (figura 4).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 37


Figura 4. Tipología de vivienda de condominio vertical
Fuente: Dibujo de Bricia Arjona Villicaña, Proyecto CONAVI CONACyT 168887.

Habitabilidad de la vivienda en condominio horizontal


El primer indicador de la habitabilidad estriba en analizar la funcionalidad,
cuestión por demás limitada en este tipo de viviendas.
Si bien el cien por ciento de los usuarios expresó estar contento con poseer
una vivienda propia, también manifestó que es constante su preocupación
por cómo, dónde y cuándo ampliarla, así como en adaptar la estética, para
obtener el hogar adecuado a sus expectativas de familia, lo cual permite
observar que la vivienda es sentida como básica e inicial.
La factibilidad de adecuación está en relación con el lote de terreno y espacio
construido, es decir, el Coeficiente de Ocupación de Suelo (COS), un elemento
de prioridad para el usuario que considera al área verde como espacio en el
cual construir lo faltante de la vivienda, lo que tendrá repercusiones en otros
indicadores como adaptación climática.

38 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


En el tema de la ampliación de la vivienda, un alto porcentaje, el 78 por
ciento, considera ampliar sobre las áreas verdes en la planta baja hasta
saturar el espacio del lote que, por cierto, se considera insuficiente ante
la expectativa de esta práctica. Un bajo porcentaje, el 22 por ciento, ha
pensado en extenderse en el segundo piso, porque considera importante
conservar el área verde por cuestiones de ventilación.
Los usuarios de mayor ingreso económico ya iniciaron las remodelaciones
y han empezado a saturar el lote a costa de ventilación, ya que debido al
reducido espacio interior de la vivienda consideran viable el uso y pago de
aires acondicionados (fotografía 1).
El factor estético es importante ya que la gente manifiesta desagrado
ante la repetición de los prototipos que imprimen una estética uniforme
en las fachadas.
Al interior de la vivienda se dificulta el acomodo del mobiliario, pues se trata
de un espacio reducido para las funciones asignadas de sala comedor-cocina-
habitación, incluso la gente refiere divisiones de uso en horarios, para lo cual
invierten horas del día en estar acondicionando. Por ejemplo, la mesa del
comedor va y viene en posiciones y lugares según el momento del día y la
noche, al igual que sus sillas que entran y salen de la vivienda hacia el pasillo

Fotografía 1. Vivienda original y vivienda ampliada


Fuente: María Elena Torres Pérez.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 39


de servicio según se requiera. Otro ejemplo lo constituye el uso de la cama,
como parte fundamental del mobiliario de sala, porque se usa como sofá.
Otro inconveniente expresado es la convivencia de todos los miembros de
la familia en un solo espacio dormitorio por la noche, lo que implica reducir la
intimidad de la pareja (fotografía 2).
Se identifica que los prototipos condicionan remodelaciones que resultan
en tipos, debido a la falta de espacio sobre el cual tener más opciones, por lo
que aunque las características de la vivienda mínima no son del todo inade-
cuadas para las necesidades iniciales de los habitantes, es de considerar que
esta será progresiva puesto que requiere ampliarse de manera inminente.
Algunos cambios de las casas están en relación con hábitos culturales como
el uso de las hamacas. Si bien cuentan con hamaqueros, estos dificultan y

Fotografía 2. Interior de una vivienda en condominio horizontal


Fuente: María Elena Torres Pérez.

40 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


condicionan el acomodo de los muebles, donde a mayor mobiliario menos hama-
cas, y la gente se queja de no poder mecerse sin recibir golpes o tener dolores
musculares en espalda y cuello por la inadecuada colocación de las mismas.
Así tenemos que los indicadores para evaluar la funcionalidad están en
las dimensiones de los espacios existentes, que se denotan pequeños y en la
habilitación de espacios faltantes que muestran una preferencia por ocupar
la totalidad del lote.
En cuanto a la seguridad que ofrece la vivienda se observa una prioridad
por la rapidez de construcción y por abaratar el costo de producción que da
preferencia a la introducción de nuevas tecnologías, materiales y sistemas
constructivos, que deberían ser evaluados para garantizar las condiciones
de resistencia y adaptación al clima tropical.
Asimismo, la cercanía de las casas es determinante en la adaptación social
y requiere que se regule con base en la percepción de privacidad y de segu-
ridad, así como para aislar sonidos, olores y demás efectos de los delgados
materiales de las viviendas.
Se identificó que en la construcción se coloca una pasta de acabado en
sustitución al sistema de acabados tradicional de tres capas, lo que compro-
mete la resistencia de la construcción a las condiciones sanitarias y salubres
establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2009).
Se registran filtraciones de agua en las uniones de losas y techos y en
las esquinas inferiores de las ventanas, y debido a la retención de humedad
en los muros y techos, se propicia la aparición de hongos que repercute
principalmente en la salud de sus habitantes, quienes presentan cuadros de
alergias y rinitis.
En este sentido, la construcción debe garantizar una vida útil de la vivienda,
que permita conformar también un patrimonio para sus habitantes, al menos
en un tiempo equivalente al que tardan en pagar la vivienda.
La adaptación al medio ambiente natural o adaptación climática está
relacionada tanto con el confort como con la salud. Resulta un indicador
para regular la densidad constructiva y la presencia de área verde, ya que las
remodelaciones que tienden a ocupar el cien por ciento del lote, eliminan la

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 41


posibilidad de ventilación cruzada natural, de soleamiento para sanidad de
los espacios y de absorción pluvial.
Entre las prioridades del usuario para remodelar su hogar está construir más
espacios para adquirir privacidad y seguridad, por lo tanto, amplía la vivienda
sobre el jardín, construye cuando menos una habitación más en el patio, coloca
bardas altas y perimetrales y protectores de hierro en puertas y ventanas.
Tales adaptaciones y ampliaciones son a costa de la adaptación climática,
sin embargo, el habitante las considera inminentes. Dichas adaptaciones
tienen además una repercusión económica, debido al aumento en el costo
de mantenimiento por habilitación de ventiladores y aires acondicionados,
energía eléctrica, impermeabilizaciones y aislamientos térmicos. Por tanto,
da prioridad a la construcción de un dormitorio aislado para privacidad de la
pareja e introduce aires acondicionados.
El usuario parece no ser consciente de las repercusiones del aumento de la
densidad constructiva de su vivienda y de la eliminación de las áreas verdes
tienen en el incremento de la percepción de calor y en el encharcamiento del
espacio exterior por la falta de desagüe pluvial, factores que contribuyen a
la formación de islas urbanas de calor.
Las zonas de estacionamientos comunes son una molestia para los que
tienen vehículos diferentes a motos y bicicletas, ya que se les dificulta el
acceso a las áreas desde su vivienda, sobre todo en ciertos momentos clave,
como el traslado del súper, las herramientas de trabajo, los hijos pequeños
dormidos, entre otros. A este respecto persiste la queja de que son lugares
muy calientes que no permiten su uso para juegos hasta la noche, que por
otras razones se perciben como peligrosas.

Habitabilidad en la vivienda en condominio vertical


No existe otro tipo de vivienda en la que la funcionalidad esté más limitada
que en el condominio vertical. Los usuarios también expresan estar conten-
tos con poseer una casa propia, pero manifestaron la preocupación por no
poder ampliarla, para convertirla en un bien provisional, ya que esperan poder
cambiarse a una de mayor tamaño.

42 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


En este tipo de vivienda se considera como propiedad únicamente al es-
pacio interior y no existe claridad en el límite exterior, así que el tema de la
ampliación es álgido.
Los usuarios actúan según el nivel de su vivienda. Por ejemplo, los de la planta
baja se han apropiado del pasillo de servicio e incluso es común el uso como
perrera lo que molesta a los de los pisos superiores por el olor a excretas de
perro y la contaminación e insalubridad del sitio. Los del tercer nivel superior,
al limpiar los pisos tiran agua , lo que incomoda a los del piso intermedio que se
consideran perjudicados y expuestos ante las prácticas de sus vecinos.
Algunos usuarios expresan que han considerado ampliar la vivienda cons-
truyendo paredes e incorporando el pasillo a su vivienda, por lo que la gente
del segundo y tercer nivel se apropia del pasillo de acceso, incluso coloca rejas.
Otro espacio de apropiación es la parte inferior de la escalera que han
enrejado para resguardo de vehículos
como motos y bicicletas. Esto fue he-
cho por el primer usuario sin conside-
rar las necesidades de los siguientes
habitantes, lo cual ha sido motivo de
pleitos entre vecinos (fotografía 3).
En este tipo de vivienda, el factor
estético es importante. La gente
manifiesta no gustarle la apariencia
uniforme de las fachadas, por lo que
recurre a la colocación de adornos que
personalizan sus hogares.
Al interior se dificulta el acomodo
del mobiliario por las dimensiones re-
ducidas, sin embargo, la gente refiere
que son adecuadas para las necesida- Fotografía 3. Espacio interior de la
des iniciales de los habitantes y que vivienda en condominio vertical
Fuente: María Elena Torres Pérez.
consideran a futuro poder conseguir
una vivienda más grande en otro lugar.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 43


Los indicadores para evaluar la funcionalidad de la vivienda estriban en las
reducidas dimensiones de los espacios existentes, sumado a la imposibilidad
de poder aumentarlos en dimensiones y en número.
En cuanto a la seguridad que ofrece la vivienda, esta se ve supeditada a
la resistencia del edificio, por lo que se usaron sistemas tradicionales ya
probados para las condiciones de resistencia y adaptación al clima tropical
de la región.
La cercanía de las viviendas en el condominio vertical exacerba la percepción
negativa en la adaptación social con respecto a la privacidad y la seguridad,
pues es difícil aislar sonidos, olores y demás efectos de la colindancia de las
habitaciones con el tiro del pasillo que causa ecos.
La adaptación al medio ambiente natural o adaptación climática se rela-
ciona con el confort y la salud y, en este caso, al tratarse de un edificio sin
posibilidad de remodelaciones y ampliaciones, se condiciona a que se con-
serven las áreas verdes que le rodean, lo que repercute en la percepción del
usuario, que refiere percibir menos calor y una ventilación más fresca y fuerte,
conforme más alto es el nivel en que se ubica la vivienda. Sin embargo, todos
tienen ventiladores como auxiliares del confort y solo se quejan del pasillo sin
posibilidad de soleamiento para sanidad, contra una buena absorción pluvial.
Colocar rejas de hierro en puertas y ventanas para mayor seguridad es una
de las prioridades de remodelación que el usuario señala.
Las áreas de estacionamientos co-
munes son consideradas una molestia
más grave que la de los condominios
horizontales, ya que no solo se les
dificulta el acceso a las áreas desde
su vivienda por motivos del traslado
del súper, las herramientas y los hijos,
sino que además se suma el hecho de
Fotografía 4. Interior de una vivienda en tener que subir las escaleras, percep-
condominio horizontal
Fuente: María Elena Torres Pérez.
ción que se agrava mientras más alto
es el nivel de la casa.

44 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Asimismo, las áreas de estacionamiento se perciben como calientes durante
el día e inseguras en horarios nocturnos. La percepción del calor es genera-
lizada en todo el conjunto Villa Jardín, sin importar el tipo de condominio
vertical u horizontal. Se observa que el origen de de usuarios es relevante
para la calificación de la vivienda, pues los inmigrantes la consideran de buena
calidad e identifican las casas como grandes, en cuanto al tamaño del lote
de terreno y de la construcción. Contrario al sentimiento de los yucatecos,
quienes opinan que están chicas y calurosas.

Conclusión
Este trabajo de investigación se ha llevado a cabo con el propósito de medir
las condiciones de habitabilidad de las viviendas construidas en emplaza-
mientos de alta densidad. Hay que reconocer que este tipo de vivienda resulta
un alivio para aquellos que tienen la posibilidad, por primera vez, de adquirir
una vivienda propia. Sin embargo, no todos los habitantes suponen que funja
como patrimonio familiar, sino como una vivienda provisional en tanto puedan
obtener otra mejor. Esto cobra relevancia debido a que, bajo el supuesto de
un cambio de domicilio, poco se preocupan de que las modificaciones para
mejoramiento no tengan efectos negativos, por lo que pueden empeorar las
condiciones de habitabilidad originales.
A partir de una revisión teórica sobre el concepto y la definición de las
variables de habitabilidad (funcionalidad, seguridad de la construcción, adap-
tabilidad al medio ambiente) evaluadas en el caso de estudio, se puede concluir
que en el conjunto habitacional Villa Jardín se han detectado elementos que
acusan deficiencias en el cumplimiento de dichos indicadores e, incluso, ha
sido insatisfactorio en el gusto de la mayoría de sus habitantes.
Muestra de esto es la falta de funcionalidad que expresan los habitantes por
lo reducido de los espacios y la imposibilidad de acomodar de manera óptima
y permanente el mobiliario cotidiano. Además las viviendas están producidas
con una baja calidad constructiva que trae repercusiones no solo respecto
a la seguridad percibida al interior de la vivienda, sino también para la salud
y la economía familiar. Por último, la adaptabilidad al medio ambiente resulta

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 45


deficiente desde la elección de los materiales utilizados para la construcción,
así como el déficit de área verde resultante de las ampliaciones y ocupación
de la misma que pretenden realizar los usuarios en un futuro próximo.
Se puede identificar que ha hecho falta que los principios de sustentabilidad
propuestos a nivel nacional pasen por un proceso de regionalización para su
aplicación en el contexto local, así como considerar los indicadores de fun-
cionalidad, seguridad de la construcción y adaptabilidad al medio ambiente,
para definir los lineamientos que pueden ser aplicados de acuerdo con las
características climatológicas y socioculturales de la región.
En cuanto a la producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable, este
trabajo constituye una aportación a manera de diagnóstico sobre la vivienda
de alta densidad, como un modelo para la optimización del suelo, deseable
de considerarse para el mejoramiento de la Política Nacional de Vivienda,
que expresa la urgencia por dar un giro sustentable a la conformación de las
ciudades a través de proyectos de vivienda similares a Villa Jardín.

Bibliografía
Barrios, D. (2005). Hacia una filosofía de la arquitectura. En A. B. Narváez,
AEDIFICARE, México: Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad
de Arquitectura.
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2005. México: INEGI.
Klein, A. (1980). Vivienda mínima: 1906 – 1957 (Primera edición). Barcelona:
Gustavo Gili, s.a.
Organización de las Naciones Unidas. (1961). Definición y medición inter-
nacional de nivel de vida. Guía provisional. Nueva York: Publicación
de la Naciones Unidas.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2010). Taller OMS sobre vivienda,
salud y cambio climático, realizado en Ginebra, Suiza, octubre del
13 al 15 de 2010. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/
events/meetings/2010/housing_workshop/es/.

46 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


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http://pnd.gob.mx/.
Programa Nacional de Vivienda 2008–2012: Hacia un desarrollo habi-
tacional sustentable (2008). Disponible en: http://dof.gob.mx/
nota_detalle.php?codigo=5076398&fecha=30/12/2008.
Salazar, G. (2012). La habitabilidad en los espacios que habitamos. En: El
espacio habitable. Memoria e historia. Universidad Autónoma de
San Luis Potosí, 23-24.
Topelson, S. (2013). Presentación. En: CIDOC y SHF. Estado Actual de la
Vivienda en México 2013. México, 6-8.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 47


Prototipo de vivienda sustentable en Mérida
Reutilización y reciclaje:
una propuesta factible

Carmen García Gómez


María Milagrosa Pérez Sánchez
Universidad Autónoma de Yucatán

E
l crecimiento urbano es un fenómeno característico de la época actual,
resultado de la estructura misma de la sociedad y de su evolución
histórica. La dinámica de ampliación en las ciudades depende de la
convergencia de diversos factores económicos, demográficos, culturales,
políticos, sociales, geográficos y tecnológicos, entre otros, así como de la
manera en que estos interactúan entre sí, respondiendo al momento histórico
en que sucede.
El crecimiento acelerado de una ciudad, en espacio y población, trae como
consecuencia la necesidad de satisfacer una demanda adicional de bienes
y servicios básicos de equipamiento, infraestructura y servicios con que
funciona pero ahora se requiere, además de la dotación, el tomar en cuenta
los aspectos que influyen en la calidad de vida que ofrecen a los habitantes
(Navarrete Escobedo, 2013, p. 75),
Como se sabe, las zonas urbanas se han convertido en el principal hábitat de
la humanidad. Esa tendencia ha aumentado y no hay ninguna iniciativa que pueda
detenerla. Se estima que el ritmo se mantendrá hasta alcanzar las tres cuartas
partes de la población antes de 2040. Lo más preocupante, para nosotros,
consiste en que los mayores crecimientos se están presentando en los países
en vías de desarrollo, llevando a las ciudades a un punto de insostenibilidad.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 49


A pesar de que se reconoce que el impacto de la ciudad sobre su entorno
y las condiciones resultantes de dicha incidencia es y ha sido un fenóme-
no circunstancial a su surgimiento, hoy es evidente que el crecimiento de
los problemas ambientales son generados por las actividades antrópicas
urbanas, punto sostenido desde el siglo pasado cuando se determinó que
la problemática ambiental actual fue originada de manera principal por el
sobrepasamiento1 de la actividad humana.
Las ciudades son también un hecho social de notables connotaciones,
pues son las concentraciones de hombres y mujeres que aspiran a realizar
un proyecto de vida en el lugar que han considerado más conveniente y que
ofrece las mejores oportunidades. Su uso se refleja en la morfología, vocación
económica y cultural.
También está la complejidad natural que acompaña su existencia, ya que
es al mismo tiempo un hecho físico, cultural, económico y social, considerado
así porque se asienta sobre un conjunto de elementos sin modificar, tierra en
condiciones originales que singularmente es la hace habitable. Esta condición
natural está fuertemente amenazada en las ciudades y a nivel mundial, pues
los impactos producidos en el espacio urbano se extrapolan al entorno y al
ambiente general.
El patrón de ocupación expansivo de las ciudades implica que el suelo con
mejores condiciones de ubicación y dotación de los servicios básicos se ocupe
y termine en manos de los que más poder económico tienen, de manera que
se vuelve escaso, dejando libres las partes periféricas, alejadas o con riesgo.
El territorio urbano está ocupado en su mayoría por vivienda y a pesar de
eso hay déficit. El incremento de hogares demanda soluciones de vivienda
adecuada en nuevos productos o del mercado secundario, que atiende a la
vivienda usada.

1
Concepto introducido por Randholp y Donella Medows en el informe publicado en 1972, denominado
Los límites del crecimiento, para definir que el medio ambiente tiene límites y éstos han sido sobrepa-
sados por la actividad humana, lo cual a causado su deterioro. Martí Mateo (1997) lo ha utilizado para
explicar la insostenibilidad planetaria. (Velázquez Muñoz, 2012, p. xii).

50 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


De manera que más que por su carencia en términos absolutos, el problema
de la vivienda en México se debe a su calidad. Según el diagnóstico del Pro-
grama Nacional de Vivienda 2014-2018 (ofd, 2014), el déficit habitacional
está integrado por tres aspectos: las viviendas que están construidas con
materiales inadecuados; aquellas que sus espacios propician el hacinamiento;
y las que no cuentan con servicios básicos.2
Este trabajo se inserta en dos rubros: atender el impacto a la naturaleza y
ofrecer una opción viable para contribuir a abatir el rezago en el aspecto de
materiales inadecuados para clima cálido húmedo. El prototipo de vivienda3
realizado fue construido con un sistema estructural híbrido, con materiales
comerciales de la región y alternativos,4 como láminas elaboradas con pet
reciclado y madera, producto de poda de árboles5; otra sección es de muros
prefabricados de concreto con aislante; para la losa y los acabados en muros
se usó una mezcla de cemento y la reutilización de empaques de poliestireno.6
El resultado es una casa que ofrece la disminución en la temperatura interior,
importante en zonas donde se llega a 45°C, que promueve el reciclaje y mejora
la habitabilidad de las personas.
Para abordar el tema se describen las tres variables que conforman la in-
vestigación: vegetación, desechos sólidos y vivienda con sus problemáticas
particulares, su inclusión en la propuesta general y la relación entre ellas.

2
Según la metodología para calcular el Déficit Habitacional aprobada en 2012 por el Comité Técnico
especializado del inegi, presidido por conavi y conformado además por la Secretaría de Desarrollo
Social, la Secretaría de la Reforma Agraria, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el
Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, el Fondo de la Vivienda del issste y
la Sociedad Hipotecaria Federal.
http://www.conavi.gob.mx/images/documentos/estadisticas/_vivienda/deficit/metodologia_defi-
cit_habitacional.pdf (cidoc-sif, 2014, p. 22.
3
Es resultado del proyecto Desarrollo de una vivienda ecológica autosustentable, clave YU-
C—2008-C06-107327 financiado por el Fondo Mixto conacyt-Gobierno del Estado de Yucatán.
4
El diseño de la vivienda, las estrategias bioclimáticas, los aspectos de confort térmico, el escalamiento
de los materiales a sistema constructivo y las soluciones estructurales son la aportación de las autoras.
5
Esta sección estuvo a cargo del Dr. Ricardo Herbé Cruz Estrada, del Centro de Investigación Cien-
tífica de Yucatán, a.c., Unidad de Materiales y responsable técnico del proyecto.
6
Esta sección estuvo a cargo del Dr. José Gonzalo Carrillo Baeza y el becario Juan Couoh Nah del Centro
de Investigación Científica de Yucatán, a.c., Unidad de Materiales y la becaria María de los Ángeles Rejón
Santana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 51


a) La masa vegetal y los fenómenos naturales
La industria agrícola es una de las principales fuentes de generación de resi-
duos sólidos vegetales, constituidos por tallos, raíces y hojas, principalmente,
aunque también se pueden considerar otras partes de las plantas que son
desechadas o no utilizadas.
Algunos fenómenos meteorológicos muy comunes en Yucatán como los
nortes, turbonadas, tormentas y huracanes generan una gran cantidad de
material vegetal en forma de ramas y troncos que son derribados por la
acción de los vientos que acompañan a la lluvia (Cruz, et. al., 2005). Pasado
el fenómeno, la acumulación de vegetación caída puede, en algún momento,
representar un serio riesgo en la ciudad y en los montes o selvas en donde se
acumula, ya que una vez seca favorece la formación de otro tipo de siniestros
como los incendios forestales.
En la ciudad de Mérida se han hecho esfuerzos para mantener ambien-
tes urbanos con masa vegetal de mediana y gran altura, para atenuar un
poco el efecto de la incidencia solar y se contribuye también al mejoramien-
to de la imagen urbana. Existen 1 322 áreas verdes en espacios abiertos
—predios clasificados en la normatividad urbana local como sitios públi-
cos (figura 1)— que están distribuidos en 476 parques. En conjunto hacen
un total de 1 071 327 m²: jardines que tienen una superficie de 742 593 m2;
plazas que suman 247 397 m²; 1 720 espacios lineales o camellones ubicados
en avenidas y arterias de circulación vehicular primaria que agregan
773 138 m² y 73 glorietas que junto con la superficie de banquetas incor-
poran 634 683 m² de espacios verdes. A esto se deben incluir 205 predios
baldíos que tienen maleza de mediana y gran altura (Ayuntamiento, 2013a).
Hasta marzo de 2013, la superficie total de áreas verdes en el municipio
fue de 3 469 138 m², lo que representa un aproximado de 4.17 m² de área
verde por habitante, considerando al total de población del municipio que,
según el inegi, en el 2010 fue de 830 732 habitantes.
En ese universo vegetal se incluyen 32 235 árboles que requieren de man-
tenimiento a través de poda periódica, como reporta la Dirección de Servicios
Públicos Municipales (Ayuntamiento, 2013b), mismos que generan alrededor

52 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Figura 1. Áreas verdes de la zona urbana de Mérida
Fuente: Trabajo de campo y Ayuntamiento de Mérida (2012).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 53


de 300 m3 mensuales de residuos vegetales, los cuales son almacenados al
azar en formas de astillas en centros de acopio, que van disminuyendo su
capacidad de almacenaje debido al largo tiempo de permanencia que tienen
antes de su reutilización como abono o composta.
A esa cantidad se debe sumar otra importante fuente de residuos de madera
como las fábricas de muebles y de cimbra para construcción, los aserraderos
y carpinterías registrados en el padrón del inegi (2011), que suman 147
establecimientos distribuidos en toda la ciudad (figura. 2).

Figura 2. Empresas
que producen
desechos de
madera
Fuente: inegi,
(2011).

Los problemas para la ciudad respecto a los residuos de madera son varios.
Estos se generan todos los día; en un volumen considerable; requieren de
trituración, transporte y almacenaje en centros de acopio; su reutilización es
en composta y requiere de personal que esté pendiente de su elaboración. La
cantidad de composta que se ocupa en las áreas verdes y parques es menor

54 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


a la que se hace, de manera que hay excedente y se convierte en un desecho
que ocupa grandes extensiones de terreno.
Una solución es su utilización en algo más que la composta debido a que
los materiales vegetales están constituidos por fibras lignocelulósicas y son
una fuente importante para la obtención de celulosa (Andrade, 1998; Canché
1996; Cazaurang, Peraza & Cruz, 1990), materia básica para la obtención de
materiales compuestos (Zadorecki & Mitchell, 1989; Varghese & Thomas,
1994). Estas propiedades han hecho que muchos investigadores hayan
desarrollado tecnologías para la utilización de fibras vegetales, productos
de agroindustrias, artículos de oficina e industriales y en materiales para la
construcción, entre otros.
También han usado fibras de madera, harina de nueces, fibras de yute,
entre otros (Zadorecki & Mitchell, 1989; Hedenberg & Gatenholm, 1995),
ya que estos materiales además de ser baratos son producidos de fuentes
renovables (Varghese & Thomas, 1994; Coutinho, Costa & Carvalho, 1997) y
poseen algunas ventajas adicionales como baja densidad, flexibilidad durante
su proceso y un menor desgaste de equipos, además son biodegradables.
Se aprovecharon las propiedades del material y se combinó con polietileno
de alta densidad (hdpe7 por sus siglas en inglés), —uno de los principales
termoplásticos utilizados en los últimos años debido a su fácil disponibili-
dad como material de reciclaje—, se hizo un nuevo material ,cuya aplicación
práctica fue una lámina.
También se utilizó el poliestireno expandido (eps por sus siglas en inglés),
que tiene un uso común como embalaje para transporte y almacenamiento
de aparatos electrodomésticos delicados y frágiles, lo que lo convierte en
un material desechable muy común que genera un problema ambiental por
no ser biodegradable.
Otro de sus usos es en la construcción, en donde se fabrican paneles
y bovedillas para techos, placas para muros y perlas que se agregan a los
concretos para brindar a la mezcla mayor homogeneidad y menor peso.

7
High Density Polyethylene.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 55


También funciona como aislante térmico y acústico y es compatible con las
mezclas de cemento.
La determinación de este material consistió en dos partes: las corres-
pondientes a las propiedades mecánicas mediante pruebas de compresión
y las propiedades térmicas por medio de cálculos de transferencia de calor
y resistencia térmica en modelos (Rejón, et al. 2011, p. 59).
Una de las características del material es que sin importar la forma en
que sea fabricado conserva sus propiedades mecánicas y térmicas por lo
que puede ser reciclado.
Después de trabajar con diversas proporciones de mezcla con poliestireno
reciclado y someterlas a pruebas de esfuerzo y ruptura, el resultado a la
compresión fue que las mezclas de eps reciclado resisten un menor esfuerzo
pero solo en un 5 por ciento por lo que la propuesta es viable en la proporción
60-40 con la que se trabajó en la escala 1:1.
El comportamiento respecto a las temperaturas es similar en las placas,
sin haber cambios significativos en eps nuevo y reciclado, ya que ambos re-
ducen la conductividad térmica del material y mejoran la resistencia térmica.

b) Los residuos sólidos


Son todos aquellos materiales o restos que no tienen ningún valor económico
para el usuario pero sí un valor comercial para su recuperación e incorporación
al ciclo de vida de la materia.
La ciudad, desde el mismo momento en que empieza a existir, impacta en la
acumulación de residuos y desechos que son generados en el espacio urbano.
Su cúmulo causa daños porque contaminan los recursos suelo, hídrico, aire
y el paisaje.
La generación de residuos sólidos se ve potenciada por la dinámica y las
prácticas de consumo, la producción y el crecimiento demográfico.
Muchas poblaciones carecen de instalaciones de disposición de residuos,
por lo que continúan con la práctica de uso de los sitios no controlados o
tiraderos a cielo abierto. Según reporta la Secretaría de Desarrollo Urbano
y Medio Ambiente del Gobierno del Estado de Yucatán (seduma, 2013)

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en 89 de los 106 municipios del estado se sigue ese modelo, con lo que se
contribuye al calentamiento global por las emisión de biogás a la atmósfera.
En la mayoría de las ciudades, el manejo de residuos sólidos es insuficiente
e inadecuado. No cuentan con infraestructura conveniente para prestar el
servicio de recolección; no hay programas claros sobre la disposición final;
el acopio es informal; existe almacenamiento sin selección; se carece de
políticas bien establecidas para su manejo y es difícil que los habitantes
lleven a cabo la práctica de separación, clasificación y reciclaje de residuos
sólidos y líquidos.
Actualmente en Yucatán se generan alrededor de, 1 000 toneladas de
basura al día y en la ciudad de Mérida se estima que un ciudadano genera
en promedio 548 kilos de residuos sólidos por año, superando así la media
europea que se sitúa en torno a 522 kilos por año (semarnat, 2010).
Según los expertos europeos, si no se pone freno a la actual cultura de "usar
y tirar" se podría llegar a 770 kilos de basura por habitante por año en 2020,
lo que exigiría aumentar también el gasto público necesario para recoger,
transportar y tratar los residuos públicos, que en la actualidad absorben en
promedio el 20 por ciento de los presupuestos municipales.
Del total de desechos sólidos que se producen en la zona urbana de Mérida,
una gran cantidad son restos plásticos, que en algunos casos son separados
de otros materiales inorgánicos y llegan a sumar alrededor de 286 toneladas
mensuales, de las cuales casi el 27 por ciento corresponde a envases y objetos
de polietileno de alta densidad hdpe, principal termoplástico utilizado reciente-
mente por su fácil disponibilidad como material de reciclaje (Jacobsen, 2003).
El incremento de la tendencia del uso de los materiales plásticos de los
envases con rellenos lignocelulósicos se debe a los beneficios que aporta al
material natural en cuanto a rigidez, resistencia mecánica y bajo peso (Jiménez,
2005; Seethamraju & Deaner, 2001).
Los materiales a base de lignocelulósicos y rellenos vegetales poseen
múltiples aplicaciones en la fabricación de muelles, perfiles para ventanas
y puertas, paneles para la industria automotriz, cercas y barandas; en este
caso fue para una lámina ondulada.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 57


c) La vivienda
Al contexto de un aumento considerable de población se añade la problemática
del requerimiento de un sitio dónde vivir. Actualmente ,el gobierno mexicano
dirige la mayoría de las acciones y ofrece programas para dotar de espacios
dignos a los asalariados de menor rango con la llamada vivienda económica.
Este tipo de edificación se creó a partir del 2000, el gobierno de México
cambió de partido político después de 72 años. Una de las propuestas de
campaña de los nuevos mandatarios fue la reforma de la política de vivienda,
ya que existía un importante rezago y una demanda creciente, a pesar de
tener una producción habitacional aproximada de 382 000 unidades anuales
(García-Peralta, 2010, p. 46).
En esa época, la vivienda masiva construida era de tipo social, dirigida a
trabajadores asalariados del sector privado formal y del sector público que
percibían salarios modestos, excluyendo a los trabajadores informales y a los
que trabajaban por cuenta propia, pues el financiamiento para la adquisición
de esa vivienda nueva era para trabajadores que estuvieran en nómina y con
una antigüedad mínima de cinco años en sus empresas.
La respuesta para revertir el déficit de vivienda era forzosamente incre-
mentar la producción de la misma y la meta fue de 750 000 unidades por
año, lo que significaba un incremento en la producción de un 250 por ciento
(cidoc, 2004, p. 20). Para lograr el objetivo se instituyó como política oficial
la construcción en serie y su estrategia fue la creación de una nueva categoría
denominada vivienda económica. Consideraba un costo de hasta 117 063
veces el salario mínimo mensual (smm) del Distrito Federal y de 35 a 39 m2
de edificación. Con esa disminución del área construida fue posible aumentar
el número de acciones anual.
Ese monto en Mérida, alcanzaba para hacer una casa de 40 m2 distribuidos
en un área habitable que funciona como usos múltiples de estancia-comedor-
dormitorio, un baño completo y una barra considerada como espacio para
cocinar. Este tipo de vivienda estaba dirigida a trabajadores asalariados
con ingreso diario individual o familiar de 1 a 3.9 veces smm, que en Mérida
representa 68.88 pesos mexicanos (aproximadamente 4.4 dólares). La

58 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


construcción se hizo con materiales durables, mano de obra especializada e
incluyó servicios como agua, electricidad, drenaje, pavimentación y banquetas
(fotografía 1).

Fotografía 1. Vivienda tipo económica Mérida, Yucatán


Fuente: Milenio; Sección "Novedades", 5 diciembre 2012.

Resultado: la propuesta
Se construyó un prototipo de vivienda que cumple con la normatividad vigente
respecto a: las dimensiones de los espacios habitables; restricciones de los
espacios abiertos; altura de piso a plafón; estructura en elementos horizonta-
les, verticales y cimientos; especificaciones para los sistemas de dotación de
agua potable, eliminación de excretas y aguas servidas e instalación eléctrica.
También responde a los modos de vida de la localidad.
Diseño y forma: La vivienda es de tipo unifamiliar, de una planta, con
37.56 m2 de construcción; está asentada en un terreno rectangular de
7.70 m de ancho por 20.0 m de largo; orientada al sur. Las orientaciones sur
(el frente de la vivienda) y poniente (el área de lavadero) están protegidas
por las láminas compuestas termoplásticas de 0.70 m de ancho, cumpliendo
con los requerimientos normativos locales.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 59


Espacios-usos: en el interior tiene una sala multifuncional que sirve como
área de estar y dormitorio, ya que para esta actividad el diseño está tropicali-
zado y permite el uso de hamacas por la noche (sin problemas de salud lumbar
para los habitantes en el largo plazo porque se puede extender la hamaca a más
de 3.85 m, el mínimo requerido para dormir cómodo sin molestias corporales
o torceduras musculares), y deja el área útil por el día. Hay un espacio espe-
cífico para cocina y comedor; tiene un baño completo (área de regadera, wc
y lavabo). Tiene espacio para guardado debajo de la barra de la cocina.
El exterior: el frente tiene la distancia reglamentaria de alineamiento de la
acera (6.0 m), es el espacio semipúblico y sirve como transición de la calle a la
casa. Los usos destinados para esta área son jardín y cochera en el mediano
plazo. En la parte oriente, a lo largo del terreno hay un pasillo de 0.94 m de
ancho como lo exige la reglamentación local. Al poniente hay un patio de
lavado con batea y espacio para poner bajo techo una lavadora pequeña. La
ubicación obedece a que lavan por la mañana cuando hay sombra y tienden la
ropa en las horas de sol. En el fondo hay un área de 8.15 por 7.70 m, destinada
al crecimiento futuro de la casa.
Diseño bioclimático: se usaron estrategias de diseño pasivo como ventila-
ción cruzada con la ubicación de vanos y puertas; se aumentó 30 cm la altura
mínima reglamentaria para tener un mayor volumen de aire; se usó vegetación
arbórea en los puntos de vientos dominantes para enfriar el aire caliente; se
calcularon de sombras en muros de mayor exposición al sol y se diseñaron
protecciones; se proponen pisos naturales de baja absortancia y vegetación
rastrera en los exteriores.
Solución técnica estructural: se emplearon procesos constructivos no
convencionales en el estado de Yucatán en techumbre y muros. La losa es de
vigueta de concreto y bovedilla de poliestireno expandido con capa de con-
creto y eps triturado para aligerar el peso y proporcionar mejores condiciones
térmicas al interior de la vivienda. La estructura es mixta a base de marcos
rígidos para los muros de fibrocemento y muros de carga para la solución con
block hueco de concreto. La parte de muros de fibrocemento está formado
por paneles tipo sándwich con eps al centro y 2.70 m de altura, fijado con

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perfiles de acero galvanizado, ubicados en la orientación de mayor incidencia
solar; el resto de la casa es de block. La cimentación para el muro aligerado es
a base de contratrabes de concreto y mampostería de piedra para el resto.
Instalaciones:
Hidráulica: tiene cisterna, la distribución de agua es con tubería plástica de
pvc, sube a un almacenamiento de tinaco y tiene un calentador solar, diseñado
y armado por los investigadores del proyecto para abatir costos.
Sanitaria: esta resulta por tubería convencional de pvc pero el sistema es
un prototipo anaerobio de flujo horizontal que funciona como una fosa séptica
con celda de combustible microbiana para la generación de electricidad y
tratamiento, cuya efectividad se medirá al tener usuarios. El sistema finaliza
con pozo de absorción para el excedente de agua tratada.
Eléctrica: salidas con focos ahorradores, concentradores de carga y cir-
cuitos de alimentación independientes.
Acabados: Los acabados de la azotea son una capa de compresión de
concreto con eps triturado en proporción 60-40 y acabado final de calcreto,
mezcla de cal que sirve para sellar los poros o pequeñas grietas que deja el
concreto o que salen al momento del fraguado final. Es un impermeabilizan-
te y aislante térmico. El acabado de los muros interiores y exteriores es de
mezcla a base de concreto y poliestireno expandido reciclado para fines de
aislamiento térmico y acústico.

Conclusiones
El proyecto planteó el reciclaje de materiales reconocidos como desecho para
hacer una propuesta escalable a sistema constructivo de materiales comu-
nes: los residuos vegetales producto de poda de árboles en áreas públicas,
para combinarlos con los desechos plásticos de hdpe y obtener materiales
compuestos termoplásticos para hacer láminas (fotografía 2).
Se estima que la lámina de madera plástica como material para protección
solar es una buena opción. La rugosidad que tiene favorece la pérdida de calor
por convección, sin embargo, el acabado oscuro le hace ganar mucho calor
por radiación solar y por ello se avanza en nuevas mezclas y pruebas para

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 61


Fotografía 2. Lámina de madera plástica
Fuente: cicy, 2012.

tener un acabado más claro. Su producción es de poco impacto ambiental


y bajo costo de producción por lo que se plantea como una opción viable en
zonas de bajos recursos.
En la búsqueda de una edificación amigable con el medio ambiente se
propone también el reciclaje del poliestireno expandido de los empaques
que, una vez triturado, puede ser agregado a la mezcla de concreto y funciona
como aislante térmico y acústico.
La propuesta de hacer materiales alternativos para la construcción es con
el fin de contribuir al fomento de la cultura del reciclado y a la solución del
problema de la acumulación desmedida de basura en la localidad.
El diseño bioclimático, materiales sustentables y tecnologías de cons-
trucción con uso eficiente de la energía permiten reducir la demanda de
combustibles fósiles y, en consecuencia, coadyuva a disminuir las emisiones
de gases de efecto invernadero.
Las mediciones de temperatura interior realizadas hasta el momento,
en temporada fría reportan una disminución entre 3 y 5 °C del prototipo
en comparación a una casa con sistema tradicional. Se espera que en esta
temporada de calor, la más difícil en la localidad, en el prototipo se mantenga,
cuando menos, la misma diferencia de temperatura.
Este trabajo reporta los resultados de las propiedades generales del mate-
rial, su escalamiento a sistema constructivo alternativo y su comportamiento

62 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


térmico ante el clima cálido húmedo. Es importante resaltar que aún está
en proceso de evaluación, se está midiendo su comportamiento térmico y
la sensación de frescura. Se propone un año de uso para obtener resultados
contundentes de ambiente, del comportamiento de los materiales y del
mejoramiento en la habitabilidad de la familia que vive la casa.

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Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 65


¿Cómo se vive la sustentabilidad en materia
de vivienda? El caso de las ciudades
rurales sustentables en Chiapas
Beatriz Corina Mingüer
El Colegio de México

E
n este breve trabajo trato de rescatar algunos de los elementos que
dentro del discurso del desarrollo sustentable (ds) se manejan en mate-
ria de vivienda como uno de los satisfactores más importantes para la
población y que se reflejan en la política de las ciudades rurales sustentables
(crs) en Chiapas desde su propio discurso y en su implementación.
En este trabajo lo que trato es, no de verificar la sustentabilidad en las vivien-
das en las CRS en Chiapas, sino, en mi calidad de economista y estudiosa del
fenómeno urbano y ambiental, evidenciar los elementos que desde el desarrollo
sustentable se interpretan y la forma en que se convierten en acciones públicas,
así como la forma real en la que se vive esta sustentabilidad desde un elemento
muy concreto, la vivienda. Parto de un análisis del desarrollo sustentable en
tres niveles en donde identifico los problemas que la misma noción presenta:
los obstáculos que tienen desde el propio discurso, especialmente los que
emanan de la visión modernizadora del entorno y las sociedades y la visión
economicista de la que está impregnado todo el discurso; los problemas que
identifico desde la interpretación del DS por la vaguedad del propio término y
las múltiples formas que pueden tomar las acciones públicas en camino hacia
un DS y, por último, los problemas que identifico en la implementación a partir
de lo interpretado como parte de los elementos del DS, generados por un juego
de poderes manifestados en intereses particulares que obstaculizan la concre-
ción y puesta en marcha del DS en materia de vivienda, en las CRS en Chiapas.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 67


La vivienda desde el discurso del desarrollo sustentable
A lo largo de todo el discurso original del DS, que parte inicialmente del Informe
Brundtland (1987), la vivienda es un elemento indispensable para el desarrollo
de la población, señalando adicional a esto, la provisión de servicios adecua-
dos y la promoción de la generación de otros servicios de ayuda a la vivienda
urbana. Se señala puntualmente la necesidad del fomento al “desarrollo de
los pequeños centros urbanos, reduciendo las presiones sobre las grandes
ciudades”. Se explicita que “resolver la crisis urbana pendiente requerirá la
promoción de servicios de ayuda a la vivienda urbana, para los pobres y su
autoconstrucción con un enfoque más positivo del papel del sector privado,
apoyado por fondos suficientes en lo que respecta al abastecimiento de agua,
construcción de desagües y otros servicios”, incluso se percibe a la vivienda
como factor de futura disputa y competencia (onu, 1987, pp. 77, 270).
Los problemas más importantes que se vislumbran en el discurso original
respecto a la vivienda son varios. La infraestructura y los servicios, cuando
existen, son inadecuados, incluidas las cañerías de agua, los desagües u otros
medios de destrucción higiénica de basuras. Un segundo problema, que se
identifica, se encuentra en el sentido de la estrechez y de hacinamiento
por las cuales proliferan las enfermedades contagiosas, en particular en
existencia de malnutrición que hace a la población más proclive al contagio
y resistencia. Y, en último lugar, las personas necesitadas construyen en terre-
nos inadecuados para el alojamiento humano: llanuras inundadas, desiertos
polvorientos, colinas propensas a desprendimientos de tierras o cerca de
industrias concomitantes, debido al bajo valor comercial del terreno que les
evita el desalojo (onu, 1987, p. 280).
Las acciones a tomar en materia de vivienda estarán encaminadas
entonces a:
1. Proporcionar viviendas legales, títulos seguros y servicios básicos por
las autoridades públicas.
2. Que el terreno que se ocupa tenga la capacidad de construirse o mejorar.
3. Suministrar de servicios e infraestructura a las zonas existentes o a
las zonas nuevas de viviendas.

68 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


4. Instalar oficinas en los barrios para el asesoramiento sobre el mante-
nimiento y optimización de la construcción, a los menores costos, con
el objetivo de mejorar la salud y la higiene.
5. Planificar y orientar la expansión física de la ciudad a fin de prever y
distribuir el terreno necesario para las nuevas viviendas, la agricultura,
los parques y las zonas de juegos para los niños.
6. Examinar de qué forma la intervención pública podría mejorar las con-
diciones de los inquilinos y de las personas que viven en habitaciones
o pensiones baratas.
7. Modificar los sistemas de financiamiento de las viviendas, poniendo
a disposición de las personas de bajos ingresos y de los grupos comu-
nitarios créditos económicos.

Otro punto que se menciona es la cercanía con el centro de empleo y los


materiales de construcción sobre todo en lo que implica el bajo costo. En este
sentido, en el informe no se señala la necesidad de materiales que conside-
ren el menor deterioro ambiental. La visión predominantemente económica
que desde el discurso se maneja, sale a la luz constantemente en materia
de vivienda. Y advierte que “la mayoría de los códigos de construcción se
ignoran porque resultarían viviendas muy costosas para las familias” (onu,
1987, p. 283).
Lo que existe intrínsecamente en todas estas medidas es, sin duda, una
visión de lo que la modernidad, en términos de vivienda, implica impregnada
en gran proporción de una mirada economicista, en donde el costo es lo rele-
vante sobre el medio ambiente o incluso sobre la comodidad de las familias;
de una visión antropocéntrica en la que podemos adueñarnos de cualquier
territorio y modificarlo para adaptarlo a los estilos de vida sociales existentes
y; la relevancia de la ciudad por sobre cualquier otro espacio que se considere
distinto también como parte de esta perspectiva modernizadora.
En este marco se desarrolla una serie de medidas que se cree que puede
derivar en beneficios para las sociedades y que se aterrizan en acciones con-
cretas. Tal es el caso de la política de las CRS, en donde se procuró concentrar,

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 69


a la población dispersa, en centros urbanos pequeños, proveerlos de servicios
básicos y ofrecerles el equipamiento necesario para su subsistencia con el
fin de incrementar la “calidad de vida” de la población objetivo.

¿Qué son las ciudades rurales sustentables?


Las CRS en Chiapas son espacios urbano-rurales1 que se generaron con
base en los principios de la sustentabilidad, construidos para abatir la
dispersión que, a decir del discurso, crea pobreza en sí misma.2 De este
modo, diferentes comunidades fueron programadas para asentarse en
dichas ciudades construidas de manera forzada relativamente cercanas
a la cabecera municipal. Estas ciudades rurales procuraban rescatar los
elementos base de la sustentabilidad a través de: crecimiento económico,
generando proyectos productivos que proveyeran de bienes, servicios
comerciales y empleo a los habitantes de estas comunidades; equidad
social a partir del establecimiento de servicios básicos en la vivienda,
equipamiento en forma de centros hospitalarios, educativos y religiosos,
espacios comunes de convivencia y servicios en general para la ciudad; en
materia de conservación ambiental se planteó, a grandes rasgos, la pro-
visión de alumbrado público con celdas solares, planta de tratamiento de
aguas residuales y materiales en la vivienda que permitieran aprovechar
la tierra removida y que generarían condiciones de temperatura interna
adecuadas para la zona.
Las CRS fueron instaladas en cuatro municipios del estado: Ostuacán, en
donde se asentó, entre otras diez localidades, la comunidad de Juan de Grijal-
va; Santiago El Pinar, con cuatro comunidades aledañas asentadas; Ixhuatán,
con catorce familias incorporadas al proyecto, y la CRS de Jaltenango en el
municipio de Ángel Albino Corzo que alojó a quince comunidades.

1
Ya el término ciudad–rural es polémico en sí mismo y muy discutido, pero concretamente se refiere
a la posibilidad de llevar los beneficios de la ciudad a las zonas rurales.
2
Otro punto de controversia pues diversos estudios demuestran que la dispersión no necesariamente
provoca pobreza, aún más en Chiapas, en donde la dispersión ha tenido una función importante haciendo
que la población indígena subsista y se conserve el entorno natural.

70 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Dentro de esta serie de medidas, resulta interesante el papel que hoy juega
la vivienda en estas CRS. Hasta el momento, es el elemento de mayor éxito,
por llamarlo de alguna forma, en estos espacios creados y lo que mantiene a la
población asentada en dicho lugar, coadyuvado con el temor de regresar a sus
tierras originales debido a que se ubican en zonas de riesgo y por otros elementos
que procuraron la cohesión social y arraigo al lugar, como las iglesias y escuelas.

La vivienda desde la interpretación del desarrollo


sustentable en las ciudades rurales en Chiapas
Desde la interpretación de lo que implica la sustentabilidad en las CRS, en
Chiapas, la unach, con un equipo de expertos en vivienda sustentable, hizo
un análisis con base en lo que proyectaron que eran las necesidades de las
comunidades rurales en materia de vivienda. El hábitat rural incorpora la
actividad económica de la familia; no define funciones específicas a todos
los espacios; identifica tres espacios característicos y del peridomicilio: el
primero, que contempla uno o más espacios con la función de acumular objetos
de valor, productos agro y dormitorios; uno o más espacios semiabiertos y
un tercero, la cocina.
Se tomó en cuenta también la forma de utilización del espacio debido a
que la actividad económica original cambiaría;3 los espacios prioritarios se-
rán la cocina, el baño y la habitación de los padres; habrá aprovisionamiento
de agua entubada de manera continua y drenaje; el peridomicilio estará en
contacto directo; debido a la topografía accidentada del lugar la vivienda
estará conformada de volúmenes para su construcción escalonada o en forma
de terrazas para la mejor adaptación al terreno; se pretende una vivienda
enmarcada en la sustentabilidad, de acuerdo con el proyecto original de la
vivienda en las CRS en Chiapas.
De esta forma, la sustentabilidad en la vivienda se interpreta de la siguiente
forma:

3
Pasaría de ser una actividad agrícola en zonas abiertas a ser una actividad agroindustrial, comercial
o de manufactura según lo programado como proyectos productivos en las CRS.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 71


Se contempla la vivienda de forma integral, desde su concepción, pro-
gramación, diseño, elaboración de los materiales, construcción, utilización,
demolición al término de su vida útil (reciclado, rehúso, reintegración a la
naturaleza y control de los residuos), consumo racional del agua, de la energía
(eléctrica, biomasa y gas), optimización en la utilización del espacio habitable,
ventilación e iluminación natural. Condicionado por la cultura de consumo del
espacio del grupo social objetivo, lo que apuntala la apropiación de la misma.
Para una construcción sustentable se sugirió:4
1. Cimentación: Losa de cimentación de concreto armado, asentado sobre
aterrazados de superficies pequeñas que reduzcan los cortes de terreno.
2. Paredes: Utilización de tierra del lugar para la fabricación de adobe de
suelo- cemento tecnificado, con estructura de concreto armado que
garantice la seguridad sísmica.
3. Techos: Entramado de madera tratada y/o perfil metálico para vigas y
largueros, la colocación de teja de barro fabricada en el sitio, lámina de
fibrocemento (excepto asbesto), sistema domotej, con petatillo que
puede fabricarse con la tierra del lugar, los dos primeros colocados
sobre una cama de caña brava, carrizo o caña de maíz, a manera de
plafón protegida con plástico o fieltro asfáltico, para evitar el paso
de agua de lluvia y/o polvo, que también serviría como barrera de
radiación solar, contribuyendo al confort térmico.
4. Se propone una alternativa donde el uso del espacio evolucione en el
tiempo, condicionado por la dinámica de la ciudad rural.
5. Ahorro de energía eléctrica a través de la utilización de páneles solares,
lámparas ahorradoras de energía, electrodomésticos de bajo consumo
de energía, biomasa y gas.
6. Biomasa: ante la situación actual del consumo de leña, se propone
la utilización de la estufa “patzari” de alta eficiencia, con la idea de
fomentar la cultura del cultivo de leña y/o la integración paulatina del
consumo de gas a la comunidad.
4
Datos proporcionados por el Dr. Gabriel Castañeda Nolasco en entrevista. Facultad de Arquitectura
de la unach.

72 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


7. Agua: Utilización de muebles ahorradores de agua (inodoros de doble
descarga, regadera ahorradora, etcétera). Además de estrategias para
el reciclado, de forma integral o celular.
8. Residuos sólidos domiciliarios, generación de composta con los deshe-
chos orgánicos por medio de trinchera en el traspatio y los inorgánicos
por medio de la recolección urbana para su tratamiento, separación
para su reutilización o reciclado y el destino final en un relleno sanitario
que integre a varias comunidades equidistantes.

Una vez que desde el discurso se han extraído ciertos elementos iden-
tificados como parte de una vivienda sustentable, el siguiente paso es la
implementación de los mismos una vez concretizados. En el caso de las CRS
en Chiapas, la vivienda presentó las siguientes similitudes y divergencias con
el proyecto original.

La implementación de la sustentabilidad en la vivienda


Al procurar concretizar la noción del desarrollo sustentable a acciones
específicas se denotan problemas que devienen de la amplia gama de
elementos que dentro del desarrollo sustentable se pueden incluir, y en
un sentido más original, desde el propio discurso que en sí mismo encierra
limitantes. Sin embargo, al momento de la implementación de la política
interviene otra serie de actores y factores que modifican las acciones pro-
gramadas y alteran los resultados proyectados. La vivienda en las CRS es,
sin lugar a dudas, el elemento que mayormente se utiliza en la práctica. Ni
los proyectos productivos, ni muchos de los servicios sociales que se esta-
blecieron funcionan al grado que la vivienda ha servido hasta el momento en
las CRS. La vivienda, además, es donde más se rescataron, desde el diseño,
elementos que se interpretan como parte de la sustentabilidad. Desde el
planteamiento de la idea, el Dr. Gabriel Castañeda Nolasco,5 invitado a
través de la unach por el Instituto de Vivienda estatal y por el Instituto de

5
Profesor Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas en la Facultad de Arquitectura.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 73


Población y Ciudades Rurales como experto en materia de vivienda sus-
tentable, planteó un proyecto con criterios apegados a la sustentabilidad.

La acción de los actores


El equipo encabezado por Castañeda fue convocado por el coordinador del
proceso de CRS por parte de la unach, el Dr. Franco Escamirosa Montalvo.6
El gobierno estatal hizo la propuesta de trabajo a la unachpara generar el
proyecto de las ciudades rurales sustentables en Chiapas, con expertos en
todas las ramas necesarias para su realización. Hubo un equipo de trabajo
especializado, se realizaron estudios de suelo, de impacto ambiental y social.
Se propusieron materiales y formas de construcción como las óptimas en
costo y calidad. Sin embargo, el gobierno estatal tenía algunos requerimientos
en cuanto a los materiales de construcción que se utilizarían. Se concretaron
los elementos de la sustentabilidad encaminados a desarrollar un proyecto
urbanístico integral que contara con espacios deportivos, de convivencia
social, cultural y equipamiento general además de servicios básicos. Uno de
los puntos medulares del proyecto fue la vivienda y en ese sentido se procuró
resaltar la sustentabilidad en ellas.
Desde un principio, el proyecto se realizó con premura: “me dijeron, tienes
una semana para hacer el proyecto”, comenta con gracia Castañeda. Si bien
en un principio le dejaron desarrollarlo con relativa libertad, se le especificó
que la vivienda debía tener una dimensión de 60 metros cuadrados y que
debería tener un costo de 100 000 pesos ya construida en su totalidad.
Con un desconocimiento previo de las comunidades que se asentarían en el
lugar pero con conocimientos generales de las zonas rurales en el estado, el
equipo inició el trabajo de proyección teniendo en cuenta las limitantes de
tiempo, espacio y recursos. Se planteaba la participación de la gente en la
construcción para hacer distintos diseños de casa pero al gobierno lo que le
interesaba era un pie de casa, una base que posteriormente se modificara por
las familias, “lo importante era tener la casa ya terminada”, dijo Castañeda,

Director de la Dirección General de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma de Chiapas.

74 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


lo cual no le pareció tan descabellado porque era un planteamiento pero no
era la casa definitiva. “Todos sabíamos que iban a modificarse e incluso se
propusieron formas de crecimiento progresivo de la construcción a futuro
según las necesidades familiares”, agrego en entrevista el arquitecto.
Existieron muchos intereses alrededor del proyecto y al momento de
tener que decidir nadie quería decir la última palabra. Se aprobó con apuro
su propuesta con pocas observaciones que modificaron ese diseño original.
El arquitecto me hizo hincapié en que la gente en el campo no ocupa la casa
durante el día; solo para dormir. Ellos usan el peridomicilio en donde descan-
san y conviven. Tomando en cuenta esta dinámica de la población en zonas
rurales se proyectó la vivienda que un 50 por ciento del área construida
fuera abierta y el otro 50 por ciento cerrada. Como los lotes en el campo
no están pegados al paramento, se propuso una separación entre casa y
casa simulando un poco lo que se ve en el campo. En el proyecto original, las
zonas abiertas tenían acceso visual a su terreno con pared ciega hacia las
casas vecinas, creando cierta privacidad y se proyectó el otro par de casas
a manera de espejo para dar posibilidad de que entre miembros de la misma
familia interactuaran, juntando dos terrenos y sin dejar de tener privacidad.
Se diseñaron dos recámaras que en el futuro se podrían incrementar y aun
con ese crecimiento tener espacio para otras cosas “y así le quedaba una
casa increíble”, asegura el arquitecto.
Por otra parte, se tomó en cuenta un traspatio para actividades como cul-
tivo de hortalizas o crianza de animales de granja. La idea era que el traspatio
pudiera tener un espacio de acceso para un auto o carretón por el costado
sin existir una puerta principal. La casa era una escuadra abierta en la que se
proyectó un espacio para un vehículo en caso de necesitarlo. Sin embargo,
hubo modificaciones en la distribución de la vivienda. Se cambió la ubicación
de la recámara principal y la cocina, además de cerrar el corredor, esto a
petición de los líderes de las comunidades, aunque la gente en general es-
taba de acuerdo con el diseño original. El líder mencionaba que esta era una
casa de tierra que no servía y presionaba a la gente amenazando: “si sigue
hablando no te va a tocar nada”. Igualmente, el muro lo pidieron los líderes y

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 75


probablemente tuvo que ver con la inversión que implicaba y que “quedaba
mejor con los proveedores”, según comenta Castañeda.
En cuanto al material principal de las viviendas se señaló desde un prin-
cipio que las casas deberían ser construidas de adobe tecnificado (tierra
prensada) porque iba a haber mucho movimiento de tierra que se podría
aprovechar y ahorrar en el costo de materiales, así como el techo, lo cual era
posible técnicamente. Por otro lado, el adobe tiene una función térmica, y así
se hizo. Se permitió que fueran de adobe de suelo-cemento como se propuso,
con un material de muy buena calidad. Pero requería de una resina a base de
petróleo que aísla por fuera al adobe y lo protege. Esto fue sustituido por una
pintura de aceite que, con poco tiempo de exposición, se despega dejando
descubierta la tierra de las paredes y desgastando más rápido el material
principal de la vivienda. Este hecho hizo que los líderes de las comunidades
protestaran afirmando que las casas no servían y, aunque varias familias no
estuvieron de acuerdo con esto, la postura general de las comunidades se
daba a conocer por parte de los líderes. Se propuso un techo que evitara la
concentración de calor, ya que este ¡ entra por dos partes, explica el arquitecto:
el que entra de afuera y el que es por radiación, el cual entra por conducción.
Así si por fuera está a 30 grados adentro estará a 35. Así que el techo es lo
que genera mayor percepción de calor interno.
No obstante, el gobierno estatal ya había pactado con el proveedor los
materiales para el techo, de modo que uno de los requerimientos, incluso
anteriores al propio proyecto de diseño de la vivienda, era la utilización de
láminas de fibrocemento. Si el techo se hace de tierra, repele el calor, aclara
Castañeda, pero si se construye con láminas de fibrocemento este efecto
no tiene sentido porque el calor va a penetrar y produce un efecto de “olla
express”, porque retiene el calor al interior de la casa. “La gente se iba a cocer
adentro”. El equipo de expertos, tomando en cuenta esta exigencia previa y
sabiendo de antemano las consecuencias que estas acciones respecto a la
alta concentración de calor dentro de la vivienda generarían, propuso una
alternativa. Se usarían dos láminas y, en medio, un aislante de unicel para que
el calor se quedara en ese espacio. Esto hizo que el costo se incrementara a

76 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


casi el doble de lo pactado anteriormente. A pesar de esto, la propuesta se
aceptó ya que logró la convergencia de los intereses particulares: gobierno
estatal, proveedor previamente pactado, población receptora de la política
y los diseñadores de la vivienda.
Menciona que el secretario de obras e infraestructura del gobierno del estado
era una persona experta para trabajar. Castañeda reconoce, en ese sentido, que
hay limitaciones porque “una cosa es plantearlo y otra cosa es hacerlo. Es una
zona donde llueve mucho, es muy complejo, y además, también hay que decirlo,
hay mucho dinero de por medio”. El proyecto quedó asentado y el gobierno se
encargó de los detalles de la construcción. Cuando él vio el prototipo de casa,
era tal como la había imaginado, “muy bonita y muy funcional” a no ser por el
detalle de la resina exterior para la casa. Pero al inaugurar la CRS la gente pa-
recía no estar conforme por las protestas previas de los líderes.
En una evaluación postocupacional con fines más bien técnicos que sociales,
encontraron cosas importantes. Al mover la recámara y cerrar los pasillos
tuvieron que hacer una ventana que daba a un patio con vista a la casa con-
tigua. Esa modificación fue muy importante ya que se eliminó la posibilidad
de privacidad. La estrategia de la gente fue pintar de negro las ventanas o
poner cartones para tapar la vista. “No puedo vivir así, me están viendo todo
el tiempo”, decían los pobladores. Una evaluación técnica constructiva, no
social, fue que la mayoría de las casas no se sabe habitar, hay cochambre en
toda la casa porque no la saben limpiar. Sobre todo en lo referente al confort
térmico que fue muy exitoso en ese sentido.
Otro obstáculo es el cobro de agua. La gente vivía a pie de río y no estaba
acostumbrada a pagar agua. Se negaban en un principio a hacerlo pero ac-
cedieron con el tiempo. Por otro lado, la gente percibía un sabor a cloro en
el agua debido al proceso de potabilización de la planta por lo que exigió se
omitiera dicho proceso. El arquitecto señala: “no existe conciencia o cultura
del cuidado del agua, estamos en un estado con mucha agua y, ellos en es-
pecial, nunca tuvieron problema de abastecimiento de agua”. Y concluye de
manera contundente: “la casa no es lo más importante, lo más importante
es la fuente de sustento y después de eso ya se construye la vivienda. Eso

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 77


no se comprendió al hacer las CRS”. Esa evaluación se hizo en el 2012 por
lo que después de estos tres años, las modificaciones en la vivienda habían
sido ya significativas.

Hallazgos en el trabajo de campo


La justificación original de la política de las CRS era acabar con la dispersión
que en sí misma genera pobreza. Esto solo sucedió en Santiago El Pinar. Las
otras tres CRS, Nuevo Juan de Grijalva, Ixhuatán y Jaltenango, fueron creadas
después de un fenómeno natural que originó que las comunidades asentadas
en estas zonas de riesgo fueran reubicadas. En el trabajo de campo pude
constatar que en el caso de Nuevo Juan de Grijalva, primera CRS construida,
las casas ya no lucen homogéneas como sucede hasta ahora en Ixhuatán y
Jaltenango. Las CRS se distinguen desde lejos por su color rojo en el techo
y ladrillo rojo de sus paredes. En Nuevo Juan de Grijalva las fachadas de las
casas ya no tienen un color homogéneo, la gente las ha ido modificando de tal
forma que los colores e incluso formas ya no son iguales. En varias de ellas se
construyeron ampliaciones incluso distintas a las sugeridas en el proyecto de
crecimiento original. En esta CRS usan gas en lugar de leña, a diferencia de las
otras dos CRS, debido a la falta de leña en el lugar. Desde el principio, la cocina
fue una parte de la vivienda que se modificó de manera radical, pues para los
usuarios no era funcional con la chimenea ahorradora de energía. Lo mismo
sucedió en Ixhuatán y Jaltenango en donde aún usan leña y ubicaron la cocina
fuera del lugar original y no utilizaron el fogón construido. En Nuevo Juan de
Grijalva, Ixhuatán y Jaltenango la permanencia por parte de los habitantes,
especialmente varones, es intermitente. Conservaron sus tierras originales
y, en muchos casos, por la lejanía con respecto a la CRS regresan a ellas solo
el fin de semana y de lunes a viernes se desplazan a sus tierras de trabajo,
principalmente a las zonas cafetaleras.7 En este sentido, a diferencia de las
otras dos, Nuevo Juan de Grijalva es la que parece tener una dinámica más

7
Este año en todo el estado de Chiapas hubo una enfermedad llamada Roya que terminó con toda la
producción de café por lo que muchos productores tuvieron que tomar actividades alternativas como
en la construcción o en el transporte.

78 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


clara. En las calles se aprecia más circulación de personas y de mercancías,
las mujeres y niños permanecen más evidentemente en la ciudad rural y los
hombres regresan el fin de semana especialmente por ser adventistas del
séptimo día.8 En las otras dos ciudades rurales es evidente la falta de pobla-
ción fija y lucen casi desiertas entre semana. En las tres CRS es claro que lo
que genera la permanencia en ellas son las viviendas que se han fortalecido
por un profundo miedo a regresar a sus lugares originales por el riesgo que
representaban a pesar de conservar aún sus tierras de trabajo, además de
elementos de cohesión social como algunas canchas deportivas, escuelas
e iglesias que han servido de arraigo al lugar. Ni los proyectos productivos,
ni los servicios de salud y lugares al aire libre funcionan como se esperaba.
Las viviendas en la CRS están haciendo la función de la vivienda en la
periferia de las ciudades sirven, en el mejor de los casos, como dormitorio,
habiendo un movimiento pendular de la población y, en otros como de casa
de fin de semana, al menos en el de los hombres. Las mujeres y niños perma-
necen más en la CRS y se arraigan más al lugar, debido a la seguridad que les
proporciona con respecto a sus lugares originales.

Fotografías 1 y 2. Vista interior de la cocina y exterior de la vivienda en Ixhuatán


Fuente: Beatriz Corina Mingüer, trabajo de campo febrero 2015.

8
Religión protestante cristiana no evangélica que se caracterizan por no laborar el día séptimo de
la semana, sábado, además de cualquier otro tipo de actividades que no sean de convivencia familiar y
al aire libre y realizan un servicio de adoración a Dios durante el día.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 79


Por otro lado, a seis años de la construcción de la primera CRS en Nuevo Juan
de Grijalva se ve claramente que, por parte de actores internos y externos a
las comunidades hay ya una especulación del mercado del suelo. Desde que se
anunció su construcción, presidentes municipales, empleados en general del
gobierno municipal y estatal, líderes de las comunidades, políticos y familiares
de ellos, hicieron uso de influencias para ostentarse como beneficiarios de la
política. Se calcula extraoficialmente que entre el 15 por ciento y el 20 por
ciento de las viviendas es propiedad de personas ajenas a las comunidades
destinatarias y en su mayoría están desocupadas. Esto es evidente para
los habitantes de las tres CRS. “Había gente que no tenía casa y eso fue un
beneficio, pero había gente que vivía en mejores condiciones y cuando vieron
esas casas no pensaban cambiar las suyas”, señalan los pobladores, pero sí
tomaron una casa a pesar de no pensarla habitar. En ese mismo sentido, el
expresidente municipal de Jaltenango de la Paz señala que desde antes de
la construcción de la CRS en las listas de beneficiarios figuraban personas
ajenas a las comunidades objetivo, incluso de otros estados del país. Hoy

Fotografías 3 y 4.
Vista de casa en
Nuevo Juan de
Grijalva
Fuente: Beatriz
Corina Mingüer,
trabajo de campo
febrero 2015.

80 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Fotografía 5.
Vista exterior
de las viviendas
en Jaltenango
Fuente: Beatriz
Corina Mingüer,
trabajo de campo
febrero 2015.

día las casas en Nuevo Juan de Grijalva se están vendiendo por alrededor de
600 000 pesos utilizando figuras legales distintas a la venta pues el contra-
to impide tal transacción. La herencia y la donación son las más usadas. En
Jaltenango e Ixhuatán paulatinamente se están presentando estos casos,
aunque ellos aún no cuentan con escrituras por lo que esta transacción es
aún informal.

El caso en Santiago El Pinar


Santiago El Pinar constituye un caso particular de entre las CRS en Chiapas.
Si bien fue la segunda CRS en donde se esperaba conservar el diseño primario
en materia de vivienda, las casas construidas fueron totalmente diferentes,
sin duda, debido a que las comunidades objetivo fueron también distintas a
las asentadas en las otras tres CRS.
Santiago El Pinar, ubicado en la zona de los Altos de Chiapas está compuesto
en más de un 90 por ciento por comunidades indígenas. Este fue uno de los
principales determinantes que hizo que se eligiera un modelo distinto de casa
habitación. En esta CRS las viviendas se construyeron de madera delgada y
techo de lámina sencilla.
El proyecto de Santiago El Pinar desde su ubicación y construcción de-
muestra lo poco redituable de la inversión: son casas semiconstruídas de no
más de 25 metros cuadrados, en un terreno cerril, lo que indica que en época
de lluvias será complicado vivir ahí. De acuerdo con uno de los arquitectos,
efectivamente el terreno no es el adecuado y el tipo de construcción tampoco

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 81


“es una tecnología holandesa que aunque se anuncia con la durabilidad de
50 años, no parece que pueda pasar las pruebas climatológicas” (Camacho,
2013, p. 189). Incluso se llegan a romper con un golpe y en tiempo de lluvias,
cuando eran habitadas, se filtraba el agua (Velázquez, 2012).
Actualmente, la CRS está prácticamente deshabitada. Ni antes ni ahora
hubo agua, drenaje o luz. Hoy las casas lucen prácticamente desmanteladas
después de que las comunidades beneficiarias y otros habitantes de los
alrededores hicieron uso de lo que podía servirles para sus propias casas,
como ventanas, cables, focos etcétera.
Feliciano, representante de la ensambladora quien fue también beneficiado
por la política de las CRSn participante del proyecto productivo de la ensam-
bladora y de una vivienda en la CRS, afirma que la idea fue del presidente
municipal en turno, así le gustó la imagen de las viviendas y por eso fueron
construidas de esa forma. “Las personas no pretenden vivir en esas casas…
no analizó si nos convenía”, señala.

Fotografías 6, 7 y 8. Vista de la parte baja


e interior de casa en Santiago El Pinar
Fuente: Beatriz Corina Mingüer,
trabajo de campo febrero 2015.

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Fotografía 9. Vista exterior de la vivienda en Santiago El Pinar
Fuente: Beatriz Corina Mingüer, trabajo de campo febrero 2015.

Conclusiones
El concepto de vivienda ha sido relacionado con la visión de la modernidad
que impregna todo el discurso original de la sustentabilidad. La vivienda pre-
tende ser un espacio habitable desde una perspectiva moderna en términos
de distribución, mobiliario y servicios básicos. Busca seguir un modelo que
emule los beneficios de la vivienda urbana en cualquier espacio habitable.
Sin embargo, al ignorar, deliberadamente o no, ciertas prácticas que en las
comunidades rurales se viven dentro y fuera de las casas que habitan, dejan
un gran vacío como un satisfactor real de una necesidad.
La vivienda, como uno de los componentes básicos a satisfacer desde el
discurso primigenio de la sustentabilidad, fue también uno de los temas más
destacados dentro de la política que generó a las CRS. Se creó un proyecto
original basado en la interpretación de expertos en materia de sustentabili-
dad y se contó, en un principio, con los recursos necesarios para hacerlo. No
obstante, hubo un desconocimiento previo y posterior de las necesidades
de las comunidades que no se remitía a la vivienda.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 83


La vivienda se habita de manera distinta en las CRS. Son espacios artificial-
mente construidos, las comunidades objetivo no tenían necesidad directa de
vivienda. El problema se presentó por los riesgos que representaba vivir en sus
tierras originales, según el discurso oficial. Así que no existía un conflicto por
parte de las comunidades, ni exigían algún tipo de beneficio concreto, específi-
camente en materia de vivienda. Una vez establecido un problema a solucionar
debido a las zonas de riesgo en la que estas comunidades vivían, las casas
se utilizaron con motivos de resguardo y protección en un primer momento.
Pero al mismo tiempo otros actores, externos e internos, a las comunidades
beneficiarias de la política se hicieron propietarios de una vivienda dentro de
la ciudad con fines especulativos desde, incluso, antes de la construcción de
las CRS. En el futuro cercano, otros pobladores que sí han sido beneficiarios
originales podrían iniciar el proceso de venta (con figuras legales distintas
por las restricciones en las escrituras respecto a la venta), ya que se están
comercializando hasta por 600 000 pesos y la mayor parte de ellos ya tienen
una casa en sus tierras originales además de que no cuentan con muchos de
los elementos que consideran importantes la y convivencia en las viviendas.
Sin embargo, hay otra parte de la población que presenta un proceso de
arraigo de la CRS a través de la apropiación de la vivienda. La acondicionan
y transforman de modo que sea habitable y útil para ellos. Especialmente
la población joven se ha adaptado de manera más clara, padres jóvenes y
niños han hecho de estas ciudades rurales su casa y han aprendido a vivir o
a sobrevivir en ellas.
En síntesis, la vivienda en las CRS presenta obstáculos en cuanto a la
efectiva aplicación del desarrollo sustentable desde su implementación. Esto
ocasionado por el juego de poderes que entre los actores se ha suscitado;
desde el gobierno estatal que inició el proyecto y que sujetó a ciertos limitantes
de construcción y financieros; el gobierno municipal que intervino de manera
parcial en las acciones a tomar en materia de vivienda; la unach que influyó
en las condiciones de construcción y los materiales; hasta las comunidades
que se han apropiado en mayor o menor medida de las viviendas y, en ese
sentido, de la CRS en la que habitan.

84 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Por otro lado, la interpretación de la sustentabilidad en materia de vivienda
encuentra una amplia gama de elementos que se pueden ajustar a los ele-
mentos que se ostentan como parte del DS, lo que hace imposible saber si
efectivamente se encamina hacia los objetivos del discurso original.
Por último, desde el propio informe existe una visión modernizadora que
pretende enmarcar en un modelo universal de desarrollo y a un estilo de vida
que se cree generador de calidad de vida sin tomar en cuenta los propios
procesos de desarrollo de cada población y lo que consideran calidad de vida
desde sus propias necesidades. En todos los sentidos, la CRS y sus viviendas
están impregnadas de una visión economicista desde su propio diseño hasta
la dinámica que, al final, se genera a partir de ella.

Bibliografía
Camacho, D. (2013). Las Ciudades Rurales Chiapanecas ¿El fin de la dispersión
y la pobreza o formas novedosas de control social? En M. Aguilar,
O. Avilés, & C. Aguirre, Depredación. Ciudades Rurales. comunida-
des intervenidas y espacios en conflicto. (pp. 185-204). Ciudad de
México: Juan Pablos.
Castañeda, G. (27 de febrero de 2015). Arquitecto encargado del proyecto
de vivienda CRS. (B. C. Cestelos, entrevistador).
Gobierno de Chiapas. (2009. Última reforma 2010). Decreto 125. Ley de
Ciudades Rurales Sustentables. Tuxtla Gutiérrez.
_____. (5 de agosto de 2014). Instituto de población y Ciudades rurales. Re-
cuperado el 8 de octubre de 2014, de http://www.ciudadesrurales.
chiapas.gob.mx/.
onu. (1987). Nuestro Futuro Común. Noruega: onu.
Velázquez, R. (16 de diciembre de 2012). contralínea.com.mx. Recuperado
el 14 de febrero de 2015, de http://contralinea.info/archivo-revista/
index.php/2012/12/16/santiago-el-pinar-ciudad-rural-el-embuste/.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 85


La habitabilidad cero: una buena práctica
olvidada en la producción industrial
de la vivienda social en México

Jorge Fernando Cervantes Borja


Esther Maya Pérez

“La esencia de la arquitectura está en el construir espacios habitables


por el hombre, contemplado en su compleja integralidad sustancial”.
José Villagrán García, Teoría de la Arquitectura, 1989.

Introducción

L
a “habitabilidad” ha sido un concepto totalmente ignorado en el diseño
arquitectónico de las viviendas auspiciadas por los Programas Nacionales
de Vivienda. Aunque la Ley de Vivienda vigente alude a la sustentabilidad
como cualidad fundamental de la vivienda e, incluso, determina la necesidad
de utilizar bienes y servicios normalizados en su producción, la carencia de
buenas prácticas de los desarrolladores privados en la industria ha evidenciado
mucha negligencia, ignorancia, corrupción y/o falta de controles de calidad,
en la planeación, gestión, administración, diseño, construcción y operación
de los conjuntos habitacionales, lo que da como resultado que para ellos la
ley sea “letra muerta”.
Esta situación resulta también de la forma en que se ha manejado el pro-
blema de la producción de vivienda con intereses políticos voluntaristas y
asistencialistas, para los estratos medios y bajos de la población, denominada
eufemísticamente como “vivienda de interés social”. En este tema, las políti-
cas oficialistas se han empeñado en abatir el rezago de vivienda, sin que en

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 87


ello importe la calidad del producto que se produce, que de esta manera no
ha podido, hasta el momento, alcanzar la calidad de “habitable”. Es decir, el
gobierno se ha afanado en hacer casas, pero no verdaderamente en producir
viviendas como moradas. Por tal razón, hoy día, se ha llegado al punto de
quiebre que marca el hartazgo total de los potenciales compradores, que ya
no se van tan fácilmente con el engaño mercadotécnico, y cada vez exigen
más calidad en las edificaciones de conjuntos de vivienda.
Hoy, la población rechaza los engaños de las promotoras y ya no compra,
ya no paga y rechaza los productos que se ofrecen., hecho que se encubre
y/o se justifica por factores como la lejanía de los centros de trabajo, las
deficiencias de transporte, la falta de servicios, etcétera, aunque la realidad
nos muestra que cuando existen condiciones mínimas para el arraigo, pobla-
ciones de asentamientos irregulares, en iguales condiciones y con los mismos
o peores problemas, no abandonan sus “casas autoconstruidas”, como lo hacen
los habitantes de los conjuntos habitacionales de factura industrializada.
Por lo tanto, pensamos que además de los problemas descritos, la razón
principal del abandono se debe, sin duda, a las carencias de buenas condiciones
de habitabilidad de las viviendas industrializadas. Este problema crítico es
al que nos avocamos en este trabajo, en el que probamos que la calidad del
hábitat de la vivienda es el principal factor que influye negativamente para
su aceptación por la población y, por tanto, al que se debería privilegiar en la
planeación y producción de ella.
Aunque hoy nos encontramos con que no existe una definición precisa
y concisa del término de habitabilidad, en lo general su uso se ha relajado
a una definición que ha perdido el carácter de condicionalidad cualitativa
calificativa del hábitat, para pasar a un sustantivo locativo que denota el
habitar en un sitio.
En México, el artículo 4º constitucional, que se instrumenta en la reglamen-
taria Ley de Vivienda 2006, establece en sus artículos dos y tres, lo que es la
vivienda digna y los medios para su consecución. Ponemos aquí, solo lo que
concierne a la vivienda digna porque es lo que nos interesa tomar en cuenta
para el análisis de la habitabilidad.

88 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


“Artículo 2. Se considerará vivienda digna y decorosa la que cumpla
con las disposiciones jurídicas aplicables en materia de asentamientos
humanos y construcción, habitabilidad, salubridad, cuente con los servi-
cios básicos y brinde a sus ocupantes seguridad jurídica en cuanto a su
propiedad o legítima posesión, y contemple criterios para la prevención
de desastres y la protección física de sus ocupantes ante los elementos
naturales potencialmente agresivos”.

En este precepto se relacionan las condiciones de ciudad y vivienda, de la


misma forma como también lo reconoce el Comité de Derechos Humanos de
Naciones Unidas (cdh-onu), que en su observación general 4 define y aclara
que una vivienda digna se construye en un espacio apropiado, con seguridad,
iluminación y ventilación adecuadas así como con infraestructuras, zonas
verdes, equipamientos de calidad, etcétera.
Por lo anterior, se considera que la dignidad es una sumatoria de las caracte-
rísticas anotadas, además de otras relacionadas directamente con lo urbano y
lo arquitectónico, como el que se ubiquen en espacios equipados, dotados de
servicios urbanos accesibles, áreas que permitan la intra e interrelación familiar
y vecinal, que favorezcan y potencien redes sociales, en suma, sitios que hagan
posible el desarrollo con calidad de vida en la vivienda, el barrio y la ciudad.
Con la precisión anterior, y reinterpretando la observación general 4 del
cdh-onu, para que una vivienda sea digna debe tener las cualidades de:
• Ser habitable sin riesgos.
• Tener calidad de diseño y construcción.
• Ser asequible y accesible.
• Tener seguridad jurídica.
• Favorecer las interacciones familiares y vecinales.

Estos conceptos refuerzan la idea de que la habitabilidad es una cualidad


compleja, que conjuga elementos físicos, sociales, psicológicos y ambienta-
les, que interaccionan dinámicamente y generan un sistema fenomenológico
complejo, lo cual se diferencia de lo que en el campo de la arquitectura se

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 89


maneja como habitabilidad simple, puesto que esta solo se refiere al contexto
proyectual del programa arquitectónico, que se conjuga en la composición
físico espacial de las habitaciones.
Puesto así, la creación de la vivienda social desarrollada por los productores
privados, en nuestro país, no cumple a cabalidad con el problema de la habitabi-
lidad, ni simple ni compleja, por tanto no se puede justificar de ninguna manera,
que sus productos sean verdaderamente de interés social, porque ni mejoran
la calidad de vida, ni dan bienestar a los tenedores de este tipo de vivienda.
Esta necesidad de manejar la habitabilidad compleja se requiere porque
esta surge como condición dialéctica que se da entre la vida natural y la vida
mental, representa el factor de equilibrio que distingue la importancia de la
calidad del hábitat que para nosotros es la vivienda. Por ello es que no debe
distorsionarse ni menospreciarse el concepto de habitabilidad compleja,
cuando se trata de planear, diseñar, construir, dotar e incluso mantener una
vivienda dirigida a las clases de menor capacidad económica que, quizás, solo
van a tener una oportunidad única en la vida para conseguirla. Por lo tanto,
cualquier acción en ese sentido no debiera dejar de considerar que, ante todo,
la calidad del hábitat, incluido el de la vivienda social, es premisa central del
diseño arquitectónico de la misma, no importando si su modo de producción
es artesanal o con tecnología de producción industrializada. Incluso para esta
última, en la que se acelera la edificación del envolvente arquitectónico, con
mejores estructuras, materiales y procesos constructivos, debería procurarse
una dualidad de objetivos, que permitan no solo que la población logre “obtener
(tener)” una vivienda, sino también que esta tenga la calidad suficiente para
permitirle el “bien estar” y el “bien ser” a plenitud.
Por eso, la producción del objeto arquitectónico solo se debe definir,
caracterizar y valorar en función de su condición de hábitat, tal como en su
momento lo planteó el arquitecto José Villagrán, teórico de la arquitectura
del siglo xx: “La meta del arquitecto y del estudiante no puede ser en ningún
caso la obra representada, sino la obra viva, habitada y ambientada”(Olmos
Aguirre, 1998, p. 36), aspectos en los que coincide un poeta como César
Vallejo que a su vez establece: “Las casas nuevas están más muertas que

90 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


las viejas, porque sus muros son de piedra o acero, pero no de hombre. Una
casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan
a habitarla” (Vallejo, 1975, p. 155).

“Habitabilidad cero”, el punto de partida


Lo habitable es, sin duda, una cualidad derivada de la interacción entre el
continente (envolvente físico de la vivienda) y el contenido (espacio que
contiene la actividad del habitante). Esta cualidad se establece como parte
del proceso sistémico de interacciones que se dan en el tiempo y espacio,
entre continente y contenido, que por eso, forman un proceso de adapta-
ción–construcción entre el espacio arquitectónico y el hombre que lo habita.
La adaptación como función que conlleva a la satisfacción del haber (tener)
de la necesidad humana con su hábitat y la construcción como medio para la
realización del bienestar del habitante, evidenciada por el cumplimiento de
sus aspiraciones o satisfacción del ser.
Puesto así, el concepto de habitabilidad como proceso sistémico, lo vemos
como una cualidad que deviene de un proceso natural y cultural universal porque,
finalmente, en cualquier parte del mundo, el hábitat reúne cualitativamente las
condiciones para el habitar que cada población encuentra óptimo a lo largo de un
proceso cultural de etapas de ajuste que se dan en el tiempo y el espacio como
un devenir ontológico. La dinámica de este proceso ocurre en un contexto de
ensayo y error, por lo cual, el mismo, se vuelve transformante y evolutivo, con
fases de adaptación al ambiente, la ecología y los avances del desarrollo eco-
nómico, tecnológico y las nuevas prácticas culturales que adopta la población.
Con base en lo anterior, podemos establecer que los elementos que con-
forman dicho proceso sistémico son el espacio contenido, su envolvente
continente y la interacción de las relaciones que surgen de la actividad del
habitar humano, que puesta en el concepto funcional, operativo de un modelo
sistémico, implica flujos de energía y materia, que entran, se transforman y
salen como productos biológicos, de la psique, informativos, socio-culturales
y económicos (figura 1).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 91


Figura 1. Contexto sistémico funcional del hábitat, considerando la habitabilidad
simple, compleja y los flujos que la determinan

En este proceso, la vivienda como continente del hábitat es el elemento que


fundamenta el proceso de habitabilidad y, entonces, la arquitectura se inicia
con la “habitabilidad cero (Ho)”, para conformar espacios desde Ho, hacia otros
de “habitabilidad óptima (HoP)”, que permitan las condiciones de sobrevivencia
y supervivencia, propicios al “bien haber, bien estar y bien ser” del habitante.
Por eso, “la producción arquitectónica tiene una condición significativa que
se evidencia en las manifestaciones de aceptación o rechazo, que comunican
las diversas expresiones y experiencias del habitar humano en la vivienda”.1
Con esto proponemos que la arquitectura debe dejar el manejo de la “habi-
tabilidad simple” que, como dijimos, nos remite a la confección tecno-estética

1
Miguel Hierro. Ponencia “La Comunicación y las Expresiones de lo Arquitectónico” 14va. Jornada
de Avances de Investigación de la ciaup. 2012 (inédito).

92 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


de la vivienda, para iniciar la búsqueda de la “habitabilidad compleja” que se
inicia con la “habitabilidad cero”.2 Todo esto, deducido de conceptos como los
del maestro José Villagrán (1989), quien indica que: “la forma arquitectónica
maneja un espacio construido doble: el edificado que es el constituido por el
material y el habitable que es el que ocupa el cuerpo humano”. Villagrán con
su concepto de que “la arquitectura es el arte de construir espacialidades en
las que el hombre integral desenvuelve parte de su existencia colectiva” se
adelanta así a las bases fenomenológicas que después expresarían Martin
Heidegger y Norberg Schulz.3
Con este último concepto de Villagrán podemos arribar al concepto de
que “la habitabilidad es un proceso que consustancia la interacción del habi-
tante con su espacio habitáculo, lo cual potencia o reduce las proyecciones
noemáticas del tener y el ser en la búsqueda del bienestar”.4
Queda así superado el concepto de la habitabilidad, tan solo como la “cali-
dad de lo habitable”, que resulta solo de considerar las características físico
espaciales adecuadas de la habitación. Objeto habitable que el proyecto
integra como condición de cualidades de “buena práctica profesional”, por-
que “constituye la esencia de lo arquitectónico” o de la arquitecturiedad”,5 es
decir, lo que es propio de los objetos arquitectónicos, que los diferencia de
otros. Es en suma el conjunto de condiciones que determina que una obra sea
arquitectónica y no, simplemente, edificatoria.
Así surgió la noción de que el programa debe anteceder al proyecto y ser su
piedra angular, aspecto que ha perdido importancia en mucho del quehacer

2
Término que proponemos, para recalcar que todo proyecto arquitectónico es inhabitable hasta
que no se pruebe y compruebe lo contrario.
3
Ramírez Ponce, (Ibíd.) indica que Villagrán desde 1927, analiza el concepto de la habitabilidad, un
cuarto de siglo antes de Heidegger y un poco más de medio siglo antes que Norberg Schulz.
4 Proyecciones Noemáticas son las estructuras inteligibles trascendentales por las que los objetos
adquieren funciones significativas y objetuales. Véase Montero, F. (1987). Retorno a la Fenomenología.
En Philosophy, pp: 154-155.
5
Es un neologismo de Ramírez Ponce (Ibídem) a partir de un pensamiento de Roman Jakobson “El
objeto de la teoría de la literatura no es la literatura misma, sino la literariedad; es decir, las características
que hacen que una obra sea considerada literaria”. Si la literariedad es lo propio de lo literario, entonces
la arquitecturiedad es lo propio de lo arquitectónico.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 93


arquitectónico, y específicamente en la producción de la vivienda social, donde
ha quedado reducido a cero, y por ello es que hasta el proyecto mismo ha sido
degradado por el imperativo económico a partir del cual, como es notorio en
la arquitectura industrializada, se han edificado millones de viviendas con
espacios carentes de todas las cualidades que los principios básicos de la
arquitectura establecen en términos de utilidad, solidez y belleza, además
de la ausencia de otros elementos y características de carácter urbano, am-
biental, ecológicos, sociales, de salud y bienestar, que simplemente han sido
ignorados con toda intención, porque sobrepasan los costos de edificación.
Estas condiciones, de mala o nula calidad de habitación de las edificaciones
y sus espacios generados, se tratan de enmascarar con adornos de fachada
de molduras, pretiles, cornisas, tableros, repisas, pilastras, antepechos, he-
chos de poliuretano, poco resistente al uso y al paso del tiempo para casas
que, por la condición económica de sus ocupantes, al menos deberían durar
un periodo más amplio que el otorgado para el pago del crédito con el que
se adquirieron.

El Programa Nacional de Vivienda 2014-2018


Hoy nuevamente en el Programa Nacional de Vivienda (pnv 2014–2018) se
comete el grave error de privilegiar la política con el enfoque centrado en el
medio financiero y dejar relegada la importancia en el objeto (la vivienda)
que es el receptor pasivo de la problemática que hasta ahora ningún plan
de vivienda, ni por sus planteamientos tampoco este, se podrá resolver, con
respecto al diseño de habitación óptima de la vivienda.
El nuevo pnv 2014-2018 responde según su declaración de principios al
derecho a la vivienda que mandata el artículo 4º constitucional, La Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos (art. 25.1) y el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 11.1), con lo cual se
establece como estrategia de la política de vivienda, el derecho a la vivienda
en el marco de las garantías individuales y, por lo tanto, todo el sector reco-
noce que el diseño y aplicación de la política pública en la materia enfocará
sus acciones y recursos totalmente al abatimiento del déficit habitacional.

94 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Prosiguiendo una vez más con la política de abatir el rezago de vivienda, sin
que en ello importe mucho, la calidad como hábitat y la satisfacción plena de
la calidad de vida y patrimonial de sus habitantes.
De esta manera, el Programa Nacional de Vivienda 2014-2018 ha sido
formulado en apego a las prioridades de la política de vivienda y no tanto,
aunque el discurso lo diga, en proporcionar una “vivienda digna” puesto que
aún no se han definido las características de lo digno de acuerdo con están-
dares de calidad internacional como el mismo documento del pnv lo precisa
en sus prioridades y objetivos 2 y 3 de un total de 6 que aluden a la calidad y
que son:.. “2. Mejorar la calidad de la vivienda rural y urbana y su entorno, al
tiempo de disminuir el déficit de vivienda; 3. Diversificar la oferta de solu-
ciones habitacionales de calidad de manera que responda eficazmente a las
diversas necesidades de la población”.
Es necesario recalcar la necesidad de mejorar los espacios y la calidad de
las construcciones, tanto en los aspectos arquitectónicos como urbanos, a
través de la implementación de nuevas tipologías y diseños que se adapten
a los nuevos tipos de hogares, sobre todo ahora que la estrategia de retornar
a los centros urbanos dotados de mejores capacidades de equipamientos y
servicios permitirán, en construcciones verticales, un mayor aprovechamiento
del suelo proyectado en altura, a un mínimo de cinco niveles. Dicha posibilidad
confrontará el déficit habitacional nacional global de 15 298 204 viviendas
que agrupa tres tipos de carencias: (pnv 2014-2018. Op.cit.)

1. Calidad de los materiales de construcción


2. Espacio insuficiente para evitar el hacinamiento, y
3. Dotación completa y suficiente de servicios básicos.

Según el pnv, las carencias de espacio se reflejan en el hacinamiento que


entre los años 2000 y 2010, la cantidad de viviendas en hacinamiento en
el país pasó de 8 a 7.6 millones, es decir, de 36.6 a 26.4%, cifra que solo
sería creíble si todas las viviendas construidas en dicho periodo estuvieran
ocupadas. Pero como tenemos que el parque habitacional abandonado o

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 95


no ocupado creció considerablemente, el porcentaje de hacinamiento debe
haber crecido en una proporción inversa a la que plantea el pnv.
Pero, ya sea en la periferia o en la ciudad central, en plan de desarrollo ho-
rizontal o vertical, en la práctica se tendrán que resolver las contradicciones
que se han dado hasta ahora entre los principios teóricos de la arquitectura y
los diseños que han sido utilizados en la producción de vivienda por las cons-
tructoras, que carecen de una conceptualización teórica en sus diseños. Esta
realidad evidencia ausencias y/o malas prácticas arquitectónicas que como
constante caracteriza a muchas clases de conjuntos habitacionales, no solo los
sociales, en los que el diseño está totalmente maniatado y finalmente ignorado,
por las decisiones financieras y los criterios economicistas que terminan por
rediseñar el objeto arquitectónico dejándolo como un objeto escenográfico
de ínfima calidad y cero habitabilidad y dignidad. Productos que han resultado
de la omisión de reglas y controles de calidad mínima de los construcciones
auspiciadas por el gobierno mexicano, que confió el desarrollo de viviendas a
los empresarios privados y, estos, llevados por la especulación y la ganancia
fácil y de corto plazo, terminaron por hacer la peor vivienda posible, no solo
por inhabitable, sino también, por lejana, insegura, cara, de pésima calidad
en materiales y a menudo sin servicios y con un entorno agresivo de riesgo.
Ante tal situación, no es difícil explicarse las conductas sociales negativas
de abandono, transformación, desocupación, vandalización y no pago, que se
han desarrollado en los conjuntos urbanos y arquitectónicos, en los que pro-
gresivamente se incorporan nuevos y anteriores habitantes, los cuales, según
nuestras evaluaciones iniciales, nunca terminan unos y otros por integrarse
totalmente ni a la condición de vida ni al inmueble mismo. Esto nos muestra
entonces que es fundamental la necesidad de contar con un diseño ad hoc
con la demanda social, porque de no contarse con ello se pueden presentar
grandes periodos de ajuste, transformación y cambio de la población y sus
recintos urbano y arquitectónico. Periodo en el que los habitantes, con trans-
formaciones continuas, tratan de adaptarse finalmente al espacio urbano y
de la vivienda. En ese fragor, las casas y el conjunto, cambian día con día y son
un excelente modelo social de inadaptación, en el que los espacios devienen

96 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


de espacios de malestar a de conflicto permanente, que sintetizan como foco
rojo, la inseguridad social.
Toda esta problemática se ha evaluado desde el año 2003 hasta el 2013
con encuestas aplicadas en las viviendas de las Mega Unidades Habitacionales
(muh). Este instrumento se realizó para conocer la trascendencia que a nivel
económico, social, psicológico, ecológico y de salud tiene la producción de
vivienda industrializada de los pnv´s y también conceptualizar teóricamente
la importancia de la habitabilidad compleja que es un parámetro hasta ahora
poco estudiado en México. En todo esto destaca, además, la evaluación de
parámetros de buenas prácticas y calidad de los procesos constructivos
utilizados en línea de producción industrial de viviendas, el uso de materia-
les y elementos preconstruidos y, finalmente, el trasfondo de la planeación
del diseño urbano y arquitectónico, que exhiben carencias fundamentales
de modelos de experimentación y control de calidad. Todo ello ha dado por
resultado la generación de problemas de estabilidad estructural, operación
segura y mantenimiento de las viviendas.
La ausencia de buenas prácticas de la vivienda construida en las muh (op.
cit) se refleja profundamente en la mala “calidad de vida” del ocupante. Este
fracaso se evidencia aún más al observar las modificaciones hechas por el
propio ocupante al ampliar y adecuar los espacios a su necesidad y la de su
familia, demostrando así que la práctica de transformar plástica y funcional-
mente su vivienda, responde, desde su origen, a la necesidad de reconformar
el espacio para hacerlo más funcional y habitable. Esta manifestación de rea-
decuar el hábitat por parte del usuario deja como resultado el gran problema
que representa la falta de espacio y la inseguridad para los habitantes, quienes
desde que inician la ocupación de las viviendas tienen que realizar gastos de
readecuación de los espacios que no son justificables en una vivienda nueva.
En la gráfica 1 se establecen las condiciones de habitabilidad de ocho mega-
conjuntos habitacionales ubicados en la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México. El mejor evaluado es “Villa Olímpica”, en la capital, y el peor “San Juan,”
en el municipio de Zumpango, Estado de México. Tal como se ve, el promedio
de aceptación que incluye los conceptos de excelente y aceptable, está por

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 97


abajo del 40%. Mientras que son más del 65% de los habitantes que están
en condiciones de salirse y abandonar la vivienda en cuanto puedan.

Epílogo
En las unidades o conjuntos habitacionales desarrollados por inmobiliarias
privadas, bajo las políticas de los programas nacionales de vivienda, desde
el siglo pasado existe un gran descontento de la población con los productos
adquiridos, al grado que la mayoría de los tenedores de vivienda piensan
dejarla de habitar y venderla o, simplemente salirse de ella y, en tanto que
las condiciones no mejoren, no regresar.
No obstante, mientras la salida es viable, la actividad de readecuación
para generar un hábitat de mejores posibilidades de bienestar establece una
dinámica de cambios constantes en el conjunto. El resultado de tal actividad
se manifiesta como una modificación drástica de lo “ordenado”, cuyo resultado
es un abigarramiento del paisaje urbano, que cambia y se mueve con mucho
dinamismo, alejándose así radicalmente de cualquier estilo y/o tipología, pero
con una generación de formas culturales variopintas que resaltan y particu-
larizan al interior de los conjuntos, manzanas, andadores, calles, edificios,
subconjuntos, plazas, estacionamientos, calles, con pinceladas sociales de
diferente origen y nivel, situación que clarifica umbrales de segregación social,
que se integran y desintegran con la movilidad forzada de sus habitantes, que
al final van dejando la escoria social más primitiva que se apropia bajo leyes
del más fuerte e impunidad los cascotes remanentes de las casas originales.
Es preocupante cómo esta dinámica frenética de cambios físicos, sociales,
ambientales y urbanos, ha llevado a situaciones de anarquía en el que “todo se
vale” para finalmente llegar a la trasformación total de los inmuebles al punto
de quedar en una situación de fragilidad y riesgo de colapso. Las modificaciones
que afectan las estructuras sin saberlo son ya realidades no perfectamente
valoradas, que desafortunadamente tendrán que manifestarse en desastres
más o menos graves para que interesen por lo menos por un tiempo las planas
de los medios noticiosos y con ello se active el aparato social, para incorporar
soluciones temporales y por eso totalmente insustentables.

98 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Estos son ya los resultados de la crisis que surge de la contradicción de
pensar que una casa es una vivienda y que por tanto cualquier tamaño de
casa es habitable por el solo hecho de producirse formalmente por el estado.
Por eso cuando se encarga a los desarrolladores hacer casas baratas, solo
pensando en la construcción de un habitáculo, lo hicieron de acuerdo con algo
que encajaría muy bien con la Ley de Murphy, “piensa en metros cuadrados y
ahórrate los cúbicos”, es decir, cobra la superficie construida y no los espacios
desaprovechados.
Así, para los fines del desarrollador inmobiliario de hacer un producto
barato para la economía de estratos sociales de menor ingreso, resultó un
producto que ha terminado por quedar como un bien intermedio que requiere
de inversiones continuas en las cuales no solo se pierde dinero con la transfor-
mación del inmueble, sino que además no se logra consolidar la consecución
del sentimiento de apropiación y pertenencia necesarios para que progre-
sivamente se consolide en el habitante el “haber y el ser” fenomenológico,
que consustancia la vivienda con sus habitantes, para que estos afirmen el
sentido de apropiación con sus necesidades y forma de vida.
Por lo anterior las casas resultan más caras de lo previsto, porque un
inmueble así, resulta definitivamente caro en la medida en que los gastos
de transformación de muchos de estos estratos sociales son injustos y de-
masiado onerosos para una población que carece de dinero excedente, por
lo que sus inversiones son a costa de privaciones de diferentes tipos, lo que
merma su calidad de vida. Por dicha razón, el título de vivienda social dado a
estos inmuebles queda definitivamente fuera de cualquier contexto que se
pregone para legitimar el atender y, sobre todo, satisfacer el interés social.
Todo esto sucede a pesar de que en materia de vivienda, en México, se
cuenta con el marco jurídico vigente, que reconoce el derecho a una “vivienda
digna”, la cual debiera cumplir con condiciones funcionales, constructivas y
plásticas óptimas.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 99


Gráfica 1. Condiciones de habitabilidad en ocho Megaconjuntos Habitacionales
de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Fuente: Laboratorio de Sistemas de Información, Monitoreo y Modelación
Urbana y de Vivienda (simmuv), 2013. Centro de Investigaciones en
Arquitectura, Urbanismo y Paisaje (ciaup), Facultad de Arquitectura-unam.

100 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


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102 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Capítulo 2

Cambio climático y
ciudades sustentables
Elementos históricos para la planificación
sustentable de las ciudades brasileñas
Roberto Braga

A
ctualmente, la sustentabilidad ambiental es uno de los principales
conceptos normativos para el desarrollo de políticas públicas, tanto a
nivel nacional como internacional. La sostenibilidad ambiental puede
entenderse como la capacidad de desarrollar cualquier proceso o producto
de acuerdo con los estándares de producción y consumo para el ahorro de
materias primas y energía, con el fin de generar el menor impacto posible en
los ecosistemas. En este sentido, la planificación urbana debe garantizar que la
producción y el consumo en las ciudades puedan desarrollarse de una manera
ambientalmente sustentable, especialmente la construcción de viviendas.
En Brasil, la política de desarrollo urbano está regulada y guiada por la Ley
10.257 de 2001, conocida como el Estatuto de la Ciudad. El Estatuto deter-
mina, como principios fundamentales de la política urbana, la función social de
la ciudad y de la propiedad urbana, así como la sostenibilidad y la protección
del medio ambiente. Este es el gran reto de la planificación urbana en Brasil:
cómo manejar la fuerte y justa presión de los movimientos sociales para las
viviendas e infraestructuras urbanas, por un lado, y la grave crisis ambiental de
las ciudades, por el otro, las cuales sufren con la mala gestión de los recursos
hídricos y con los desastres naturales ahora exacerbados por el cambio climático.
Así, el presente trabajo tiene como objetivo hacer una discusión de algunos
aspectos históricos de la política urbana en Brasil y su interrelación con los
problemas ambientales urbanos, con el fin de ofrecer una contribución al
debate de la planificación sustentable de las ciudades.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 105


La sustentabilidad urbana
Antes de responder a la pregunta de lo que resulta ser una ciudad susten-
table, es importante aclarar lo que es la sostenibilidad ambiental. Hablar de
este tema implica reconocer que hay un problema de falta de sostenibilidad
ambiental en el proceso de desarrollo actual, es decir, que los recursos del
medio ambiente y los ecosistemas están al límite de su capacidad de carga
frente a los modelos de producción y consumo vigentes. El actual modelo de
desarrollo no puede sostenerse ambientalmente en el corto plazo.
La humanidad experimenta una crisis ambiental sin precedentes, en la cual
el modelo de desarrollo es, al mismo tiempo, la causa y la solución. Las crisis
ambientales que antes eran locales, o máximo regionales, pasan no solo a
tener una dimensión global, también se percibe que pueden ser irreversibles,
como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. De ahí la idea de
la necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo que sea ambientalmente
sustentable, es decir, ahorrador de energía y que cuide los recursos naturales.
Implementar un nuevo modelo de desarrollo más sustentable requiere no solo
el cambio tecnológico, también amplias mudanzas culturales, sociales y políticas.
Esto se debe a que los problemas no son solamente de producción, sino sobre
todo de consumo. Se debe transformar la manera en que consumimos y ello,
en una era en la que el consumo es el motor de la vida cotidiana es un gran reto.
Las ciudades son el centro de este debate, principalmente como fuente
de los conflictos. Aunque las zonas urbanas constituyen geográficamente
una fracción muy pequeña del territorio, concentran casi el 90 por ciento de
la población. Esto implica que en las ciudades es donde se realiza casi todo
el consumo. Por otra parte, es en la ciudad que se lleva a cabo la producción
industrial, el principal responsable de la demanda de energía y materias primas.
Las urbes son la intervención del hombre con el mayor impacto ambiental.
En tales circunstancias, el término sostenibilidad urbana puede parecer
un oxímoron, una contradicción en sí misma. Sin embargo, la ciudad también
puede ser vista como un nuevo hábitat humano, como un ambiente en el cual
vive más de la mitad de la humanidad. Desde esta perspectiva, la sostenibilidad
se convierte en un problema fundamentalmente urbano. Un buen ejemplo es

106 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


el cambio climático. Las ciudades no solamente constituyen el 75 por ciento
de la demanda mundial de energía, también concentran las poblaciones más
vulnerables a los efectos del cambio climático, como los desastres naturales
y las enfermedades tropicales. El desarrollo urbano sustentable surge en-
tonces, no solo como un eslogan, sino como un imperativo para hacer frente
al cambio climático global.
Dos cuestiones entonces se presentan. En primer lugar, lo que hace que una
ciudad sea más sustentable que otra, a saber, que las normas urbanas deben
adoptarse para reducir el impacto ambiental de las ciudades y aumentar su
capacidad de adaptación. En segundo lugar, cómo se pueden lograr estos es-
tándares, cuáles son las herramientas de gestión urbana que pueden conducir
a un mayor grado de sostenibilidad urbana. En otras palabras, se debe cambiar
la forma en que las ciudades son producidas, consumidas y gestionadas.
Alberti (1999) asocia los estándares urbanos al desempeño y la calidad
ambiental de las ciudades, y señala que la dinámica de los ecosistemas se ve
afectada por la configuración espacial de la estructura urbana.
Rosenzweig, Solecki, Hammer y Mehrotra (2011) señalan que muchos
factores relacionados con el uso de la tierra urbana afectan a los riesgos
asociados con el cambio climático:

the natural features of a city’s geography, e.g., coasts and flood plains;
its urban form, e.g., is the city compact or characterized by “sprawl”; and
the nature of the built environment, e.g., whatis the extent of impervious
surfaces that can exacerbate runoff [...]. A city’s urban planning and ma-
nagement structure also affects its ability to respond to climate change,
[...] . Through urban planning and management, cities determine their land
use, neighborhood densities, character of the built environment, parks
and open spaces, as well as public infrastructure and facilities (p. 9).

En el campo de la planificación urbana sustentable, las ciudades más


compactas y con usos mixtos del suelo son las más ahorradoras de energía
y materias primas y, por tanto, más sustentables. La justificación es que la

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 107


compacidad, combinada con la proximidad y la integración de actividades, no
solo optimiza la infraestructura urbana, también reduce los costes económicos
y ambientales. Esto optimiza los cambios urbanos y reduce el consumo de
combustible y, en consecuencia, la emisión de gases de efecto invernadero.

O processo de urbanização e a crise


socioambiental das cidades brasileiras
La urbanización brasileña es reciente y se llevó a cabo a un ritmo acelerado. A
poco más de 50 años, más de la mitad de la población vivía en zonas rurales
(cuadro 1) y solo dos ciudades tenían más de un millón de habitantes, São
Paulo y Río de Janeiro. En 1950, la población urbana de todo el país era infe-
rior a la corriente de la Zona Metropolitana de São Paulo, que ahora supera
los 20 millones. La tasa de urbanización de Brasil alcanza actualmente casi
el 85 por ciento, un valor superior al de muchos países desarrollados, como
Estados Unidos.

Cuadro 1. Brasil:
población total, urbana y tasa de urbanización 1940-2010

Población Tasa de
Año
Total Urbana urbanización
1940 41 236 315 12 880 182 31. 2%
1950 51 944 397 18 782 891 36. 2%
1960 70 992 343 31 303 034 44. 7%
1970 94 508 583 52 084 984 55. 9%
1980 121 150 573 80 436 409 67. 6%
1991 146 917 459 110 990 990 75. 6%
2000 169 590 693 137 953 959 81. 3%
2010 190 755 799 160 977 894 84. 4%
Fuente: ibge-Censos demográficos.

108 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


La urbanización brasileña se caracteriza no solo por su velocidad, sino tam-
bién por la concentración geográfica. Alrededor de un tercio de la población
se concentra en las ciudades con más de 500 000 habitantes. Más del 60 por
ciento vive en las urbes con más de 100 000 habitantes y pueblos en el rango
entre 100 000 y 500 000 habitantes. Las llamadas ciudades intermedias
son las de mayor crecimiento. La población también está aglomerada geo-
gráficamente: muchas de las ciudades principales están situadas a lo largo
de la costa y en la región centro sur de Brasil, como se muestra en la figura 1.

Figura 1. Brasil-Distribución de la población urbana 2010


Fuente: ibge-Atlas do Censo Demográfico de 2010.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 109


La metropolización es también otro fenómeno importante en la urbani-
zación brasileña. El número de ciudades con más de un millón de habitantes
creció de 13 al 15 entre 2000 y 2010 y las 10 áreas metropolitanas más
grandes ya albergan a más de 60 millones de personas, casi el 40 por ciento
de la población urbana de Brasil (cuadro 2).
Internamente, la reciente urbanización de las ciudades grandes e inter-
medias se caracteriza por dos procesos: el vaciamiento demográfico de las
áreas centrales y el crecimiento descontrolado de las áreas periféricas. Estos
procesos están asociados con una característica básica de la urbanización
reciente en Brasil, a saber, la segregación residencial o socio-espacial. Las
periferias son ocupadas en su mayoría por los pobres, segregados en barrios

Cuadro 2. Brasil - Población de las 10 más


grandes Regiones Metropolitanas, 2010

Región
Estado Población
Metropolitana

São Paulo São Paulo 19 672 582


Rio de Janeiro Rio de Janeiro 11 711 233
Belo Horizonte Minas Gerais 5 413 627
Porto Alegre Rio Grande do Sul 3 960 068
Distrito Federal* Distrito Federal 3 716 996
Recife Pernambuco 3 688 428
Fortaleza Ceará 3 610 379
Salvador Bahia 3 574 804
Curitiba Paraná 3 168 980
Campinas São Paulo 2 798 477
Total ---- 61 315 574

* Región Integrada del Distrito Federal y Entorno, que abarca el Distrito Federal e algunos
municipios de los estados de Goiás y Minas Gerais.
Fuente: ibge, Censos Demográficos.

110 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


marginales o urbanizaciones con infraestructuras y equipamientos sociales
mínimos y distantes de las áreas de generación de empleo. También hay una
tendencia de las clases medias y altas de ocupar zonas periféricas más nobles
a lo largo de las principales vías de acceso en barrios cerrados por muros en
forma de condominios y urbanizaciones, en un proceso de autosegregación.
Las áreas centrales, que a su vez están mejor equipadas, padecen un va-
ciamiento y un deterioro físico, como el caso de São Paulo, donde hay más
de 200 000 inmuebles vacíos en la región central. Esto deja espacio para
ser ocupado por población de bajos ingresos, atraídos por la proximidad de
empleo, en los llamados “cortiços”, que son edificios degradados que están
ocupados precariamente, en condiciones a menudo aún peores que muchas
favelas (fotografía 1).

* Región Integrada del Distrito Federal y Entorno, que abarca el Distrito Federal e algunos
municipios de los estados de Goiás y Minas Gerais.
Fuente: ibge, Censos Demográficos.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 111


Otro aspecto de la crisis ambiental urbana en Brasil es la degradación de
las fuentes de agua por la ocupación desordenada de las zonas periurbanas,
por personas de bajos ingresos que no tienen acceso a la vivienda. La región
metropolitana de São Paulo sufre las graves consecuencias de este proceso
con la crisis actual del agua que pone en peligro el suministro de la mitad de
su población. La crisis hídrica, a pesar de que se asocia con una sequía sin
precedentes, no puede atribuirse únicamente al cambio climático, sino tam-
bién, a la degradación de sus fuentes de agua por ocupación no reglamentada
(fotografía 2).

Fotografía 2. Ocupación irregular por población de bajos ingresos en las márgenes de la represa
Guarapiranga, uno de los principales manantiales de la Región Metropolitana de São Paulo

Las soluciones urbanas adoptadas para las personas más pobres también
se han demostrado insustentables, como los conjuntos habitacionales. En la
región metropolitana de São Paulo, estos grandes conjuntos en áreas peri-
féricas y escasamente dotados de mejoras (fotografía 3) tienden a agravar
los problemas de sostenibilidad social y ambiental e imponer altos costos
sociales y ambientales. Desafortunadamente, los recientes programas de
vivienda de interés social, como el “Minha Casa, Minha Vida”, están reprodu-
ciendo el mismo patrón insustentable.
El modelo adoptado por la parte más rica de la población, los barrios ce-
rrados, es problemático. Este prototipo, que ahora prevalece para las clases

112 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


medias y altas (fotografía 4), igualmente impone costos de sostenibilidad a las
ciudades. Al igual que en los conjuntos habitacionales, promueve la segrega-
ción residencial, la expansión urbana y el aumento de los costes de movilidad.

Fotografía 3. Conjunto habitacional Cidade Tiradentes implantado en la década de 1980 en la periferia


de São Paulo. 40 000 unidades habitacionales situadas a cerca de 30 km del centro de la ciudad
Fuente: cohab-sp.

Fotografía 4. Bairro Fechado Tamboré, de alto padrão, na periferia da Região Metropolitana


de São Paulo

Fuente: www.tambore.com.br/Galeria/.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 113


La política urbana y la cuestión ambiental en Brasil
Un aspecto fundamental de la planificación urbana en Brasil es que se ha
producido tardíamente, en discrepancia con el proceso de urbanización.
São Paulo, la ciudad más grande de Brasil, solo llegó a tener su primer Plan
Maestro y su Ley de Zonificación Urbana en 1972, cuando tenía alrededor
de 6 millones de habitantes. Incluso hoy en día, la planificación urbana no ha
sido bien asimilada por las ciudades brasileñas, que siguen creciendo desor-
denadamente, impulsadas por los intereses privados a menudo en conflicto
con el interés público.
La primera regulación federal dirigida al proceso de urbanización se produjo
en 1979, con la promulgación de la Ley 6766, que establece normas para la
división de la tierra urbana, con imposición de restricciones de planificación
ambiental y urbana. Esta ley, por primera vez, define las dimensiones mínimas
de los lotes urbanos, la reserva obligatoria de áreas para establecer instala-
ciones públicas y áreas recreativas en los nuevos barrios, entre otras cosas.
También prohíbe la ocupación de áreas sujetas a inundaciones y condiciones
geotécnicas desfavorables, y ha restringido la urbanización en terrenos con
más del 30 por ciento de pendiente.
Sin embargo, esta ley se produjo cuando el proceso de urbanización ya se
adelantó para la mayoría de las ciudades. Brasil ya tenía una tasa de urbanización
de casi el 70 por ciento y una población urbana de unos 80 millones de personas.
También esa ley ha cubierto solo parcialmente la necesidad de la planificación
urbana, porque otras cuestiones como el uso de la tierra, no se incluyeron.
En la década siguiente, en 1988, en el periodo de democratización, después
del final de la dictadura militar en 1984, la nueva Constitución Federal ha
incorporado un capítulo sobre la política urbana (artículos 182 y 183) que ha
consagrado la función social de la ciudad como principio de Desarrollo Urbano,
donde se determinó la preparación obligatoria de los Planes Maestros para las
ciudades con poblaciones superiores a 20 000 habitantes. Pero la nueva Cons-
titución no se pronuncia sobre la sostenibilidad de las ciudades. Sin embargo,
el capítulo VI, que se ocupa del medio ambiente (artículo 225) establece que
el medio ambiente ecológicamente equilibrado es un derecho del ciudadano.

114 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


En la década siguiente, después de la finalización de la Conferencia de Río
92, el Ministerio de Medio Ambiente de nueva creación generó un programa
para el desarrollo de una Agenda 21 Brasileña, un proceso que duró de 1996
a 2002. En este último año, el Ministerio de Medio Ambiente publicó los dos
documentos que conforman la Agenda 21 brasileña. El primero, “Agenda
21 Brasileña-Resultado de la Consulta Nacional” (cpds, 2002a), explora las
propuestas presentadas durante las discusiones para la elaboración de la
Agenda 21, organizada en seis grandes temas: manejo de recursos naturales;
agricultura sustentable; ciudades sustentables; infraestructura e integración
regional; reducción de la desigualdad social; y ciencia y tecnología para el
desarrollo sustentable.
El segundo documento, “La Agenda 21 Brasileña - Acciones Prioritarias”
(cpds, 2002b) presenta las acciones prioritarias para el desarrollo sus-
tentable en Brasil, también estructurado en seis temas: una economía de
ahorro en la sociedad del conocimiento; la inclusión social de una sociedad
solidaria; estrategia para la sostenibilidad urbana y rural; recursos naturales
estratégicos; el agua, la biodiversidad y los bosques; gobernabilidad y ética
para promover la sostenibilidad.
En el documento que presenta el resultado de las discusiones, el tema
“Ciudades sustentables” fue desarrollado a partir de la premisa de que los
problemas sociales y ambientales son indisociables y que la sostenibilidad
de las ciudades depende de la mejora de calidad sanitaria y ambiental de las
poblaciones urbanas. Otro principio establecido es que la reorientación del
desarrollo urbano de manera sustentable depende de la reestructuración
de los sistemas de gestión en el sentido de fortalecer la participación de
la sociedad civil. La descentralización de las decisiones, fortaleciendo la
instancia local y la gestión local es entendida también como base para una
gestión urbana más sustentable.
El concepto de ciudad sustentable no es explícito en ninguno de los dos
documentos. El primer documento consolida sus propuestas para la soste-
nibilidad urbana en cuatro estrategias: 1) regulación del uso y ocupación del
suelo para mejorar la calidad de vida de la población; 2) desarrollo institucional

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 115


y fortalecimiento de la capacidad de planificación y gestión democrática de
la ciudad; 3) promover cambios en los patrones de producción y consumo
de la ciudad con la adopción de tecnologías urbanas sustentables; 4) fomen-
tar la aplicación de instrumentos económicos para la sostenibilidad urbana.
El segundo documento, “Acciones prioritarias”, a su vez, enumera tres obje-
tivos a alcanzar para la sostenibilidad urbana: gestión del espacio urbano y la
autoridad metropolitana; promover la Agenda Local 21 y el desarrollo integrado
y sustentable; implementar el transporte masivo y la movilidad sustentable.
En 2004, la Presidencia de la República (Decreto 24/2004) creó una comi-
sión para coordinar y supervisar la aplicación y las revisiones periódicas de la
Agenda 21 Brasileña, así como apoyar el desarrollo de las Agendas 21 locales.
Este comité, sin embargo, no produjo ningún documento de acompañamiento
o incluso propuso cualquier revisión de la Agenda 21 Brasileña. Este comité
se reunió solo hasta el año 2009 y, desde entonces, ha estado inoperante.
Actualmente, el Ministerio de Medio Ambiente agrupa en la rúbrica “ciu-
dades sustentables” un conjunto de políticas ambientales sectoriales para
las áreas urbanas:
1. El agua en la ciudad: el control de inundaciones, las fuentes de agua,
orillas de ríos, parques fluviales.
2. Áreas verdes urbanas: áreas de protección permanente, parques y
zonas verdes.
3. Planificación urbana ambiental: indicadores, instrumentos económicos,
instrumentos de planificación.
4. Calidad del aire: control de las emisiones, las definiciones, las fuentes
estacionarias, estándares de calidad del aire, el plan nacional para la
calidad del aire, los contaminantes del aire.
5. Los residuos sólidos: los recicladores, clasificación de residuos, instru-
mentos de política y de los residuos; logística inversa, el Plan Nacional
de Residuos, la política nacional de residuos
6. Residuos peligrosos: áreas contaminadas, Convención de Basilea,
la gestión y eliminación de los pcb (bifenilos policlorados), logística
inversa, registro de emisiones y traslado de contaminantes.

116 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


7. Urbanismo sustentable: la construcción sustentable, la movilidad
sustentable, la prevención de desastres.

Lo que se observa de las políticas del Ministerio de Medio Ambiente para


las ciudades sustentables es, sobre todo, que son abordadas por sector en
lugar de forma integrada como sería esencial en la perspectiva de la soste-
nibilidad. En segundo lugar, estas diversas políticas se desarrollan a ritmos
diferentes, mientras que en algunas se han hecho progresos significativos,
como la política nacional de residuos sólidos, en otras, como la planificación
ambiental urbana, son todavía incipientes.
Esta dificultad para articular las políticas ambientales a nivel urbano se
debe principalmente a la naturaleza del pacto federal brasileño, que da auto-
nomía a los municipios en la gestión de la política de desarrollo urbano. Así, la
jurisdicción del Ministerio es limitada para poner en práctica muchas de estas
políticas y, sobre todo, articularlas, lo cual estaría a cargo de los gobiernos
locales. Esto se ve reforzado por el hecho de que no hay un enfoque integrado
para la ciudad sustentable a nivel ministerial.
Otro aspecto a destacar es que hay un conflicto de competencia entre el
Ministerio de Medio Ambiente, que se encarga de la política ambiental y el
Ministerio de las Ciudades, que se encarga de la política urbana. De hecho, la
Comisión de Políticas de Desarrollo Sustentable y de la Agenda 21 Brasileña,
creada en 2004, deberían dar cuenta de esta integración y de la coordinación
de políticas entre los distintos órganos, pero como hemos visto, este comité
está prácticamente inactivo. Así, la cuestión de la sostenibilidad urbana sigue
en una especie de limbo administrativo.
El Ministerio de las Ciudades fue creado en 2002 después de la promul-
gación del Estatuto de la Ciudad en el año 2001 (Ley Federal 10.257), que
regula la política nacional de desarrollo urbano. La misión fundamental de
este ministerio es llevar a cabo la política urbana, trabajando principalmente
en tres áreas: la vivienda, el saneamiento y la movilidad urbana. Otro papel
importante de esta dependencia es apoyar a los municipios en la conducción
local de la política urbana y en la implementación del Estatuto de la Ciudad.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 117


El Estatuto de la Ciudad es el principal instrumento de la política urbana
en Brasil, que, aunque con retraso, establece principios y directrices para
el desarrollo urbano nacional. Su objetivo principal es la promoción de la
llamada reforma urbana, que es la democratización del derecho a la ciudad,
entendida como el acceso a una vivienda digna, la calidad del medio ambiente
y la infraestructura social urbana.
El derecho a la ciudad sustentable es la directriz principal de la política
urbana del Estatuto de la Ciudad. Esta es definida como “el derecho a la tierra
urbana, vivienda, saneamiento ambiental, infraestructura urbana, el transporte
y los servicios públicos, el trabajo y el ocio, para las generaciones presentes
y futuras” (artículo 2). Se puede observar que el concepto de sostenibilidad
urbana adoptado en el Estatuto es solamente la extensión de derecho a la
ciudad para las generaciones futuras. Nada se dedicó a la política urbana en
el contexto de los problemas de sostenibilidad a nivel regional o mundial, o
el vínculo entre las demandas sociales y ambientales en el espacio urbano.
Esta ley establece una serie de instrumentos de política urbana que se
pueden utilizar para alcanzar dichos objetivos. De estos instrumentos, los más
importantes desde el punto de vista de la sostenibilidad urbana, por tener
rango ambiental, son el impuesto predial progresivo, el derecho de tanteo, la
transferencia del derecho de construir, el estudio de impacto de vecindario
y las zonas espaciales de interés social (cuadro 3).

118 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Cuadro 3. Principales instrumentos de política urbana
definidos en el Estatuto de la Ciudad (Ley 10257/2001)

Instrumento Objetivos Alcance Ambiental


Inducir la ocupación de
Permite contener la
los vacíos urbanos y evi-
fragmentación y la
Subdivisión, edificación tar la expansión excesi-
dispersión de la trama
o uso obligatorio del va de la trama urbana.
urbana y aumentar la
suelo; Impuesto pro- Combatir la retención
eco eficiencia urbana.
gresivo en el tiempo a especulativa del suelo
También disminuye la
la propiedad; expropia- urbano.
presión sobre las áreas
ción con pago en títulos. Aumentar la oferta de
periurbanas de interés
suelo urbano para la
ambiental.
construcción.

Usucapión especial de Regularización


---
la propiedad urbana. fundiaria.

Concesión de uso es-


Regularización
pecial para fines de ---
fundiaria.
vivienda.

Regularización
Derecho de superficie. ---
fundiaria.

Facilitar la adquisición
de terrenos para la eje- Puede ser utilizado
Derecho de tanteo. cución de instalaciones para la implementación
e infraestructuras de parques urbanos.
urbanas.

Redistribución de be-
neficios y cargas de la
Concesión urbanización.
onerosa del derecho Combatir la especula- ---
de construir. ción inmobiliaria.
Controlar las densida-
des urbanas.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 119


Instrumento Objetivos Alcance Ambiental
Facilitar las alianzas
entre el gobierno y los
inversionistas privados
Operaciones urbanas en la implementación
---
conjuntas. de los equipos y la in-
fraestructura urbana,
en general de gran
tamaño.

Conservación de Conservación de in-


Transferencia del dere- los bienes de valor muebles de interés
cho de construir. histórico, cultural o medioambiental en po-
ambiental. sesión de particulares.

Reducir al mínimo los


conflictos de uso de la Reducir el impacto
Estudio de impacto de
tierra. socio ambiental del
vecindario.
La gestión democráti- desarrollo urbano.
ca de la ciudad.

Impedir la ocupación
Zonas especiales de Regularización
de zonas no aptas
interés social. fundiaria.
ambientalmente.

Garantizar la sosteni-
Colegiados de política Gestión democrática
bilidad ambiental a las
urbana. de la ciudad.
políticas urbanas.

Garantizar la sosteni-
Debates, audiencias e Gestión democrática
bilidad ambiental a las
consultas públicas. de la ciudad.
políticas urbanas.

Garantizar la sosteni-
Iniciativa popular en la Gestión democrática
bilidad ambiental a las
política urbana. de la ciudad.
políticas urbanas.

120 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Instrumento Objetivos Alcance Ambiental
Asociación público-pri-
vada en proyectos de
Consorcio inmobiliario. ---
urbanización de áreas
de interés social.

La aplicación de estos instrumentos debe ser operada por los gobiernos


municipales a través de los Planes Maestros, que definen las directrices y nor-
mas para la política urbana a nivel local. Estos planes deben por ley hacerse de
manera participativa y con plena publicidad, con consultas y audiencias públicas.
La aplicación del Estatuto de la Ciudad, sin embargo, se ha hecho muy
lentamente y con baja eficacia. Los Planes Maestros no se están aplicando
correctamente, generalmente dejados de lado por los alcaldes o modifica-
dos de acuerdo con los intereses inmobiliarios. Su principal instrumento,
el impuesto progresivo a la propiedad inmobiliaria, importante para frenar
la expansión urbana y la especulación inmobiliaria, ha sido escasamente
aplicado y sin obtener los resultados esperados. Las zonas especiales de
interés social que podrían combatir la segregación residencial y la ocupación
de áreas ambientalmente críticas, a menudo se han aplicado en la dirección
opuesta, para confinar las personas más pobres de las zonas más remotas
y ambientalmente frágiles. Hoy, catorce años después de su promulgación,
el saldo de Estatuto de la Ciudad es bastante bajo, a pesar de que todas las
ciudades con más de 20 000 habitantes aprobaran sus planes maestros.

Conclusiones
La cuestión de la sostenibilidad no ha sido considerada en las políticas urbanas
brasileñas como requieren los desafíos planteados. A nivel federal, tanto el
Ministerio de Medio Ambiente, como el Ministerio de las Ciudades tienen
responsabilidades y obligaciones a los problemas ambientales urbanos. Pero
carecen de la necesaria integración de estas políticas, tanto internamente
como interministerialmente. Aunque establecido formalmente en las leyes y

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 121


las políticas públicas, la sostenibilidad urbana ha sido considerada en Brasil
solo como suma de objetivos sociales y ambientales poco articulados en las
ciudades. Estos objetivos no pueden ser alcanzados perfectamente con el
modelo de ciudad y de urbanización actual. La sostenibilidad urbana requiere
nuevos paradigmas para la producción del espacio urbano y esto no está
señalizado en la política medioambiental o en la política urbana.
El Estatuto de la Ciudad viene a cubrir un vacío fundamental en las políticas
públicas brasileñas, pero, en la medida en que encuentra una urbanización con-
solidada y ciudades anárquicamente estructuradas en bases insustentables,
la correcta aplicación de sus principios se torna difícil o incluso imposible.
La solución a esto, sin duda, implica el cambio del paradigma de gestión para
una manera más transparente y participativa en el que la comunidad sea el
garante de la sostenibilidad.
Ciudades brasileñas, especialmente las metropolitanas, enfrentan hoy una
verdadera crisis socioambiental. La sostenibilidad urbana se convierte no
solo en un eslogan, sino una necesidad, donde las políticas e instrumentos de
planificación urbana deben operar con el fin de conciliar inmensas demandas
sociales a los retos ambientales impuestos por el modo de vida de las grandes
ciudades, ahora agravados por el cambio climático.

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122 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


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Porto Alegre: Editora ufrgs.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 123


Servicios habitacionales, resiliencia
urbana y cambio climático

Ángel Mercado Moraga


uam-Xochimilco/cyad/Teoría y Análisis;unam/fa/pmdu México

Introducción

S
obre la vivienda siempre es posible añadir algo nuevo en virtud de las
múltiples aristas que ofrece su análisis.1 Sin embargo, durante los
últimos años, tanto en México como en otros países, parece haberse
alcanzado un umbral en el que los trabajos se vuelven reiterativos, lo mismo
desde una posición teórica, que de otra opuesta. No es casual que las noveda-
des sean los estudios sobre la vivienda que produjo la modernidad en los dos
primeros tercios del siglo xx, cuyos principios, además del valor documental
que revisten,2 todavía constituyen un método complementario muy eficaz
para evaluar el presente.
Este texto es de naturaleza exploratoria, interesa contribuir a las inicia-
tivas que buscan reposicionar la vivienda en la agenda de grandes asuntos
nacionales, no como problema en sí mismo —siempre relevante— sino en
relación orgánica con los tejidos urbanos y procesos territoriales. Se inscribe
en la problemática del cambio climático y uno de los ejes para hacerle frente:
la resiliencia urbana. Este ensayo forma parte de la investigación Cambio
climático y resiliencia urbana que realiza el autor en la uam-Xochimilco en

1
Sust, 1996; Parra Bañón, 2003; Bourdieu, 2008; Montaner, Muxí y Falagán, 2011; Giglia, 2012.
2
La bibliografía internacional es abundante. En México, ver Sánchez, 2006, y Ayala Alonso et al., 2013.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 125


el marco de tres proyectos institucionales sobre vivienda productiva, ciudad
compacta y cambio climático, respectivamente.3 La hipótesis es que por su
tamaño, población involucrada y poder catalizador del metabolismo urbano,
los principales componentes de la resiliencia en las ciudades (el de mayor
envergadura socio-ambiental) son los servicios habitacionales que provee
la vivienda por sí misma y a través de los tejidos urbanos.4

1. Marco de referencia
De acuerdo con la Ley General de Cambio Climático de México (lgcc),5 por
cambio climático se entiende la “variación del clima atribuida directa o indi-
rectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera
global y se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos
comparables” (artículo 3º, fracc. iii). La resiliencia, por su parte, es “la capacidad
de los sistemas naturales o sociales para recuperarse o soportar los efectos
derivados del cambio climático” (fracc. xxviii); en tanto que la resistencia es
definida como “la capacidad de los sistemas naturales o sociales para per-
sistir ante los efectos derivados del cambio climático” (fracc. xxix). Aunque
la distinción teórica entre ambos conceptos es aparentemente clara, en la
práctica no es así, por lo que suele asumirse que la capacidad de resistencia
natural o social de un sistema va acompañada de la resiliencia natural o social
del mismo, o, más aún, que esta última incluye a la primera.6
Aquí se propone que la resiliencia urbana (ru) comprende los alcances de
resiliencia y resistencia señalados en la lgcc y, por tanto, que las políticas
de adaptación —“fortalecer la resiliencia y resistencia de los sistemas
naturales y humanos”— (lgcc, artículo 27, fracc. ii), como las de mitigación
(“elaborar e instrumentar planes y programas de desarrollo urbano que

3
conavi-conacyt/165465, conavi-conacyt/166011 y sedesol-conacyt/167834.
4
La presente es una versión editada de uno de los capítulos de la investigación mencionada.
5
dof, 06/06/2012.
6
La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad, p. e., las define de manera conjunta: “la resilien-
cia es la capacidad de un ecosistema para tolerar disturbios sin colapsar” (teeb, 2011, p. 38). En otros
términos: la reorganización posdisturbio debe conservar la función esencial, la identidad y la estructura
de los sistemas; al igual que la capacidad de adaptación, aprendizaje y transformación (ipcc, 2014b, p. 5).

126 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


comprendan criterios de eficiencia energética y mitigación de emisiones
directas e indirectas, generadas por los desplazamientos y servicios reque-
ridos por la población, evitando la dispersión de los asentamientos humanos
y procurando aprovechar los espacios urbanos vacantes en las ciudades”
(lgcc, artículo 34, fracc. ii, inciso c), y “crear mecanismos que permitan mi-
tigar emisiones directas e indirectas en la prestación de servicios públicos,
planeación de viviendas, construcción y operación de edificios públicos y
privados, comercios e industrias” (lgcc, artículo 34, fracc. ii, inciso d) forman
parte de un mismo expediente.
Con relación a la ciudad resiliente, la literatura internacional (Newman et
al., 2009; Otto-Zimmermann (ed.), 2012, Foster, 2011; unisdr, 2012; iclei,
2013, ) ofrece numerosas definiciones —muy generales algunas, demasiado
específicas otras— en orden a los valores que las sustentan, y a su posición
en el espectro de ciudades postindustriales (gráfica 1). Fuentes recientes
(Elmqvist, Barnett y Wilkinson, 2014, pp. 22-25), por ejemplo, plantean que
la RU comprende tres dimensiones: 1. el metabolismo urbano, de cuyos flujos
dependen las funciones urbanas y la calidad de vida; 2. los sistemas socio-e-
cológicos, basados en la conexión sistémica entre personas y naturaleza; y
3. la gobernanza adaptativa, que posibilita el aprendizaje y la planeación
bajo incertidumbre. También, que equivale a la capacidad de los sistemas
urbanos –marco natural, marco construido, estructuras socioeconómicas–
para procurar servicios ecosistémicos bajo escasez progresiva de recursos
e impactos crecientes del cambio climático (Ernstson et al., 2010); y para
aprender de situaciones límite según la capacidad intrínseca de recuperación
plena (reversibilidad perfecta) o la de arribar a nuevos estados postestrés
debido a la histéresis (reversibilidad imperfecta) (Bateman et al., 2010;
Martin, 2011; Acebillo, 2012; Newton y Doherty, 2014).
En estas y otras definiciones de resiliencia urbana que ofrece la literatura,
la idea es lograr que ciudades y comunidades estén mejor protegidas contra
las fuerzas desestabilizadoras y disturbios de diversa índole que ponen en
riesgo a ecosistemas, instituciones y estructuras sociales, especialmen-
te las de grupos vulnerables y de menor ingreso relativo. En ese tenor, la

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 127


Gráfica 1. Posición (equidistante) de la ciudad resiliente en el espectro de ciudades
postindustriales
Fuente: Rapp, 2012.

Estrategia Nacional de Cambio Climático (encc, 2013) se pronuncia por “una


nación socialmente equitativa, con una economía verde, con ecosistemas y
poblaciones resilientes al cambio climático y con ciudades sustentables”.7
Para alcanzar esta visión, con base en una ruta a 10, 20 y 40 años,8 la encc
define “los pilares de la política nacional de cambio climático que sustentan
los ejes estratégicos en materia de adaptación que nos dirigen hacia un país
resiliente y los de mitigación que nos conducen hacia un desarrollo bajo en

7
Ver también pecc 2014-2018, dof, 28/04/2014.
8
Ver también ipcc, 2014a, 2014b y 2014c.

128 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


emisiones, (…) lo que supone promover el desarrollo territorial sustentable,
incrementar la competitividad y mejorar la salud pública y la calidad de vida
de la población” (encc, 2013).
Los ejes estratégicos planteados por la encc son cinco:9 M1: Acelerar la
transición energética hacia fuentes de energía limpia; M2: Reducir la inten-
sidad energética mediante esquemas de eficiencia y consumo responsable;
M3: Transitar a modelos de ciudades sustentables con sistemas de movilidad,
gestión integral de residuos y edificaciones de baja huella de carbono; M4:
Impulsar mejores prácticas agropecuarias y forestales para incrementar y
preservar los sumideros naturales de carbono; y M5: Reducir emisiones de
contaminantes climáticos de vida corta (ccvc)10 y propiciar cobeneficios
de salud y bienestar. Todos tienen que ver con el tema del presente ensayo,
aunque más específicamente los ejes estratégicos M2, M3 y M5. En los tres,
el ámbito de aplicación es local y están presentes los servicios habitacionales
procurados por la vivienda.
En los análisis de resiliencia urbana suelen tomarse en cuenta condicio-
nantes de origen externo (exógenos) y de origen interno o local (endógenos),
acorde con Newton y Doherty (2014, pp. 7.18), también denominados ma-
cro y micro, respectivamente. Aunque difíciles de generalizar a todo tipo
de ciudades, la literatura señala que entre los primeros se encuentran las
restricciones impuestas por los recursos naturales, el cambio climático, los
eventos extremos (sequías, inundaciones, huracanes, incendios, etcétera),
las transformaciones demográficas, el proceso de poblamiento, la intensidad
del desarrollo urbano, la bioseguridad y la incertidumbre financiera. Newton
y Doherty (2014: 7-18) afirman que entre los internos están la vulnerabili-
dad de la infraestructura, los cambios sociodemográficos, el capital social
y humano, la base económica de la ciudad y la calidad del medio ambiente.
Por razones de espacio y orden de prelación nos ocuparemos únicamente

9
Subrayado de amm.
10
ccvh: Carbono negro (bc), metano (ch4), ozono troposférico y algunos hidrofluorocarbonos (hfc).
Por sus características (vida corta), el control de ccvc incide a corto plazo en la mitigación del cambio
climático, la solución a problemas de contaminación local y el impacto neto positivo en la salud pública.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 129


del ámbito externo, aunque nuestro interés radica en instrumentar el ámbito
interno o endógeno de la resiliencia urbana.
Aquí se plantea que a nivel macro o exógeno los argumentos metodológicos
de un modelo de resiliencia urbana en nuestro medio son los mismos de la
trayectoria objetivo 2010-2050 de la Estrategia Nacional de Cambio Climá-
tico (dof, 2013), pues, aunque no obligatorios sectorialmente,11 conforman
la imagen objetivo de los ensayos prospectivos.
El punto de partida es la línea base de emisiones de gases de efecto inver-
nadero (gei) para México, la cual es una proyección tendencial de las emisiones
en ausencia de acciones de mitigación.12 Se construye a partir de los datos del
Inventario Nacional de Emisiones de gei (inegei), las Prospectivas Sectoriales
y las proyecciones de crecimiento del pib y la población. La línea base supone
un crecimiento promedio anual del pib de 3.6 por ciento, consistente con las
Prospectivas Nacionales de Energía (registradas por la sener en 2012).13 De
acuerdo con este escenario, las emisiones de gei de México alcanzarían 960
MtCO2e (millones de toneladas de co2 equivalente) en 2020, 1 276 MtCO2e
en 2030, y 2 257 MtCO2e en 2050 (gráfica 2). En el mediano y largo plazos,
como es de suponer, aclara la fuente, la incertidumbre de los cálculos de la
línea base puede ser considerable. La gráfica 2 señala también un escenario
alto y un escenario bajo que muestra el rango del escenario tendencial.

11
La encc/Anexo ii, p. 14, aclara que el diseño de la trayectoria objetivo es un ejercicio teórico y no
genera ningún compromiso a nivel sectorial. Debe considerarse tan sólo como una ayuda de visualización
de la dirección que México puede definir en materia de reducción de emisiones de gei al mediano y largo
plazos. En el mismo tenor, el pecc 2014-2018 (dof, 28/04/2014, p. 7) anota que los escenarios de
cambio climático no son pronósticos sino el resultado de modelos climáticos que simulan condiciones
futuras ante el cambio de las concentraciones de gases de efecto invernadero (gei), proyectadas bajo
diferentes condiciones económicas y sociales a nivel planetario.
12
La línea base representa una dinámica de emisiones de gei conforme al supuesto de ningún
cambio fundamental en la política pública. Sin embargo toma en cuenta las tendencias actuales (en
términos de inversión pública y privada) de la evolución tecnológica (semarnat/encc, 2013, Anexo ii).
La Ley General de Cambio Climático (lgcc; dof 06/06/12), por otra parte, establece que la encc debe
contener escenarios de línea base, trayectorias de mitigación de emisiones y metas específicas (….)
por cada sector en la economía mexicana.
13
Las variaciones del PIB en la realidad no cambia mayormente nuestro razonamiento.

130 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Gráfica 2. México. Línea base y trayectoria objetivo de emisiones de gei 2010-2050.
Millones de toneladas de CO2 equivalente
Fuente: semarnat/encc, 2013: 45. Ver en Anexo ii: 14-15 del
mismo documento las premisas de la trayectoria objetivo.

Lo planteado por la encc consiste en:


1. Tomar en cuenta la reducción del pecc 2009-2012. En 2012 se asume
una reducción anual de 51 MtCO2e y la tasa de reducción resultante de
este periodo (1.2 por ciento anual) se mantiene hasta 2013.
2. Proyectar una tasa anual de reducción de emisiones entre 2014 y
2020 (0.5 por ciento anual) que permita alcanzar el abatimiento de
288 MtCO2e, correspondiente al 30% de las emisiones totales pro-
yectadas para el 2020 (960 MtCO2e), y mantener el mismo ritmo de
abatimiento hasta 2024.
3. A partir de 2025 y hasta el 2033, modelar una tasa de mitigación más
agresiva (1.3% anual), y a partir de 2034 asumir una intensificación
en la reducción de emisiones (a un 3.7 por ciento anual), que permita
alcanzar las metas al 2050 (320 MtCO2e/año).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 131


Téngase presente que, aunque difíciles de medir,14 se estima que entre
el 70 y el 85 por ciento de las emisiones es atribuible a las ciudades y, por
tanto, que en una proporción similar se esperaría contribuyan a la trayectoria
objetivo (Sedesol, 2012, p. 30; Newton y Doherty, 2014, p. 10). La gráfica 3
ilustra esto esquemáticamente sobre la base de 70% atribuible a las ciuda-
des (cálculo conservador). Hacia el 2020, por ejemplo, según la línea base de
emisiones del pecc 2014-2018, del total de compuestos y gei (MtCO 2e) a
las ciudades correspondería más de la mitad;15 el sector residencial sería el
octavo emisor de gei y el segundo de carbono negro.16

2. La vivienda como portadora de servicios habitacionales


El término servicios es un concepto consolidado y de amplio consenso en
el medio ambiental, lo mismo teórica como operativamente (semarnat,
2004; pecc 2014-2018, p. 16). En su acepción más amplia se le define como
“contribuciones directas e indirectas de los ecosistemas al bienestar de la
sociedad” (teeb, 2011, p. 38).17 Su acceso da lugar a “pagos monetarios u
otras modalidades de compensación para promover la conservación de un
ecosistema o, en su caso, también para su restauración y rehabilitación” teeb,

14
un-Habitat, 2011:16, señala que aunque es difícil precisar las emisiones urbanas en ausencia de
un criterio global para medirlas, pueden situarse entre 40 y 70% del total, es decir, alrededor del 65%
(dos tercios). Lo que se sabe es que por efecto de la concentración en las ciudades, las emisiones per
cápita son menores a la de sus países respectivos. Por ejemplo, una muestra de emisiones per cápita en
12 ciudades de países desarrollados y en desarrollo (Washington, Glasgow, Toronto, Shanghai, Nueva
York, Beijing, Londres, Tokio, Seúl, Barcelona, Río de Janeiro, Sao Paulo) revela que con excepción de
Shanghai y Beijing, en todas se cumple esa condición (Ibíd., p. 14). Significa que aunque es amplia la
contribución, en muchas ciudades el margen de mitigación —luego del primer umbral— es relativamente
reducido y/o complicado.
15
Residencial (3.39%) + transporte (18.96%) + industria (16.94%) + residuos (13.75%) = 53.04%.
No incluyo las emisiones de petróleo y gas (18.09%) ni generación eléctrica (10.71%) aun cuando parte
de las plantas respectivas se encuentran o están muy cerca de las ciudades. Tampoco, por supuesto,
tomo en cuenta los sectores agropecuario (14.05%) y forestal (4.12%). (ver pecc 2014-2018: 22).
16
El carbono negro (bc, por sus siglas en inglés) proviene en su mayoría de la quema incompleta de
combustibles fósiles en procesos industriales (energía), transporte, ladrilleras, etc., y también de la
quema de leña, esquilmos agrícolas y residuos urbanos e industriales. Se considera el segundo conta-
minante que más contribuye al cambio climático después del CO2. Ver encc: 36-37 (dof, 03/06/2013).
17
En la definición de semarnat, 2004, pp. 9 y 71, por su parte, se señala que los sa son “procesos
y funciones de los ecosistemas que, además de influir directamente en el mantenimiento de la vida,
generan beneficios y bienestar para las personas y las comunidades”.

132 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Gráfica 3. México. Línea base y trayectoria objetivo de emisiones de gei 2010-2050
total y urbano (esquema). Millones de toneladas de CO2 equivalente.
Fuente: Elaboración propia con base en gráfica 2.

2011; semarnat, 2004, pp. 25-38).18 En ese contexto, la conservación equi-


vale a la preservación de unidades biológicas (genes, especies, poblaciones,
ecosistemas) para evitar su extinción; y la restauración-rehabilitación a un
conjunto de acciones necesarias para fortalecer su resiliencia y regresar un
área natural o construida a su estado original. Pensemos en los tejidos urba-
nos y el razonamiento es el mismo. Por analogía, entonces, pero también por
pertinencia propia, aquí se propone el término “servicios habitacionales” en
alusión a las contribuciones directas e indirectas de la vivienda y los procesos
habitacionales al bienestar de la sociedad.
Dicha contribución es ampliamente reconocida por actores e institucio-
nes vinculadas a la vivienda, pero asimismo por instituciones nacionales e
internacionales (coneval, imco, bm, onu, oms, ocde, bid, cepal, etcétera) que
acuden a la vivienda para documentar aspectos centrales de la sociedad como
el crecimiento económico, la formación bruta de capital fijo, la explotación
de recursos naturales, el deterioro ambiental, la salud, la pobreza, la margi-
nación, el empleo, la competitividad, la gobernanza, entre otros, es decir, el
18
Ver también Merino, L. y J. Robson, 2006, y los textos de la Sociedad de Restauración Ecológica
(ser, por sus siglas en inglés) en www.ser.org.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 133


bienestar social en el más amplio sentido.
En cambio, en cuanto a la segunda parte de la analogía (pago o compensa-
ción por los servicios recibidos), es nada lo que se ha avanzado, acaso porque
los actores e instituciones involucrados ven a la vivienda solo en términos
de producción simple (oferta) y, consiguientemente, porque los productos
que generan están pensados únicamente como objetos que se agotan en el
consumo inmediato (demanda de mercado), como ocurre con la mayoría de
productos,19 y no como recurso que provee “servicios habitacionales” durante
una larga vida útil de 80 a 100 años en promedio (demanda social), una mitad
de ese tiempo en condiciones relativamente eficientes y otra mitad muy
ineficientes en ausencia de mantenimiento y a causa de factores externos
acumulados. Aun si fueran reconocidos los servicios habitacionales faltaría
todavía zanjar el problema de su valoración.20 Volveremos a esto en el punto 5.
El hecho que los recursos naturales existan por sí mismos (incluso los pro-
ducidos o domesticados por el hombre) y que la vivienda deba ser producida
socialmente transformando con ayuda de diversos medios los recursos natu-
rales, no hace que difieran mayormente, tan es así que teeb y otros métodos
que estudian la economía de los ecosistemas y la biodiversidad se refieren por
igual a áreas naturales y construidas estratégicas como recursos a conservar
y restaurar-rehabilitar por los servicios vitales que prestan a la sociedad.
Entre las áreas construidas con esas características están la vivienda y el
patrimonio histórico-cultural, la primera con una participación superior al 50
por ciento de la superficie urbana y el segundo —dependiendo de la ciudad—
con alrededor del 4 por ciento pero una elevada carga simbólica que crece
o disminuye según la antigüedad de los inmuebles y los valores culturales.

19
Tal es el enfoque que priva en la valuación inmobiliaria. Ver Ramírez, 2012.
20
El concepto de servicios habitacionales que aquí se propone amplía el de “servicios-vivienda” que
la economía de la construcción emplea convencionalmente para dimensionar el ajuste de los mercados,
según el cual en una situación de oferta fija a corto plazo, el equilibrio es determinado por los precios; o
bien cuando el número de unidades demandadas es una función de utilidad cuya maximización está sujeta
a la capacidad de pago. En ambos casos, el supuesto es que la demanda de servicios vivienda depende del
ingreso, la riqueza, el precio de una unidad y el precio de otros bienes y servicios, en cuyo caso la demanda
agregada será la suma de las demandas individuales. De ese modo el consumo obedece al flujo de servicios-
vivienda por unidad de tiempo y espacio (Taltavull de la Paz, 2001, pp. 90-91, 97 y ss.).

134 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


La vivienda, aunque en principio reutilizable, es un recurso relativamente
no renovable por los costos de construcción y mantenimiento, su elevada
carga simbólica en el imaginario familiar y la impronta territorial que ejerce
sobre las estructuras económicas, sociales, ambientales y culturales donde
se asienta; en tanto que el patrimonio histórico es un recurso enteramente
no renovable, equivalente a una especie natural endémica. Cuando la vivien-
da es también patrimonio histórico, su condición de recurso relativamente
no renovable deviene aún más estratégica por su vulnerabilidad material y
exposición a las prácticas especulativas.21

3. Analogía de categorías
Los servicios ambientales se dividen en cuatro categorías:22
Servicios de provisión23 (alimentos, materiales de construcción, agua
potable, recursos medicinales); 2. Servicios de regulación24 (clima local,
calidad del aire, captura y sumideros de carbono, control de fenómenos
naturales extremos, tratamiento de residuos líquidos, prevención de erosión
y mantenimiento de suelo fértil, polinización, control biológico); 3. Servicios
de hábitat o soporte25 (hábitat de especies, mantenimiento de diversidad
genética); y 4. Servicios culturales (recreación mental, salud física, turismo,
apreciación estética, inspiración cultural, artística y de diseño, experien-
cia espiritual, sentido del lugar). En el mismo tenor los define el gobierno
federal (gráfica 4) (teeb, 2011, pp. 3-4).

21
No existe en México una estimación de la vivienda como patrimonio histórico, más allá de las
catalogadas por el inah (usualmente antiguas residencias de gran tamaño o de escala variada en zonas
históricas, y viviendas vernáculas prototípicas del hábitat rural) y pocas –muy pocas- por el inba. Un
cálculo elemental sobre la base del parque habitacional que había en 1950 (5.3 millones de viviendas),
que a la fecha —las que existen— cumplen 60 años o más de antigüedad, llevaría a suponer que al
menos una quinta parte (un millón) reúne los atributos de patrimonio cultural sea por características
propias o por lo que ofrecen como contexto, si bien muchas de ellas con elevado deterioro. Equivale a
3.5 por ciento del total de 28.1 millones de viviendas particulares habitadas que registró el censo 2010.
22
De las cuatro categorías, solo la primera se valora (aunque imperfectamente) en precios de mercado.
Las tres restantes carecen de un mercado definido. Ver semarnat, 2004, p. 8.
23
Servicios ecosistémicos que dan cuenta del material o energía proveniente de los ecosistemas.
24
Servicios provistos por los ecosistemas para regular la calidad del aire y el suelo, así como inun-
daciones, epidemias, etcétera.
25
Servicios provistos como espacios para asegurar la vida y la diversidad de plantas y animales.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 135


La vivienda, por su parte, como función urbana responsable de cuando
menos el 50 por ciento de la superficie de las ciudades y factor determi-
nante del bienestar humano por su articulación con las demás funciones de
la ciudad, de una u otra forma tiene que ver con todo el espectro social de
los servicios ambientales mostrado en la gráfica 4. Se beneficia directa e
indirectamente de ellos y más o menos en la misma proporción contribuye
a su valoración y reproducción pero también a su deterioro y destrucción.
Análogamente, es decir, similar a los servicios ambientales, la vivien-
da es una fuente de servicios sociales —probablemente más que ninguna
otra— que contribuye al bienestar humano, pero también a su contrario si
la conversión —metabolización— de servicios ambientales en sociales se

Gráfica 4. México. Espectro social de los servicios ambientales


Fuente: México, pecc 2009-2012, con base en la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio
2005. Ver también semarnat, 2004, p. 8.

136 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


realiza ineficientemente o en términos negativos para el medio ambiente y
la sociedad. Desde la perspectiva de los servicios ambientales, entonces, la
evaluación de la vivienda es también una evaluación del bienestar humano
en general y de las políticas públicas respectivas.
En ese orden de ideas veamos la contribución que los servicios ambientales
y los habitacionales hacen al metabolismo urbano. Ambos proveen funciones
indispensables para la subsistencia y reproducción social, ayudan a regular los
ecosistemas, proporcionan el hábitat o soporte de estos y procuran valores
culturales (salud, recogimiento, placer estético, etcétera).

4. Contribución de los servicios ambientales y


los servicios habitacionales al metabolismo urbano
La gráfica 5 muestra que la producción de vivienda no solo es una fase inter-
media entre la provisión inmediata de recursos naturales y manufacturados
(agua, energía, materiales de construcción, mobiliario, electrodomésticos,
etcétera) y el consumo de esta durante su vida útil (línea punteada), sino que
además forma parte de ambos durante el tiempo de la construcción (líneas
continuas A y B sobrepuestas). Si este es de corta duración (digamos de cuatro
a seis meses que toma normalmente la construcción de una vivienda formal
de interés social), la articulación entre la producción y el consumo es sucesiva
(comienza el consumo en el momento que termina la producción). Si, en cambio,
es de larga duración, señala Bazant (2003), (digamos de veinte a treinta años,
como es lo usual en la vivienda social progresiva) la articulación se mantiene
continua y recíproca a lo largo del tiempo: producción-consumo-producción-
consumo, etcétera.
Ahora bien, si la fase intermedia se ve no ya como producción simple (a
concluir tarde o temprano) sino como reproducción ampliada durante toda la
vida útil, el flujo entre servicios ambientales y habitacionales es permanente;
positivo si la resiliencia es igual o superior a la entropía, o negativo si no lo es.
Mucho dependerá del tipo y localización de la vivienda (vertical intraurbana,
horizontal periurbana) y de la gestión que sociedad e instituciones hagan del

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 137


parque habitacional como recurso estratégico.26
El concepto de flujo, entonces, incluye la aportación material e inmaterial
de los usuarios a lo largo del tiempo (capacidades sociales movilizadas),
de modo que tanto la vertiente proveniente de la naturaleza (metabolismo
natural) como la que viene de la sociedad (metabolismo social) constituyen
un sistema de flujos que se materializa en la vivienda y se difunde (positiva
o negativamente) a través de los tejidos urbanos, dando lugar a lo que aquí
denominamos “servicios habitacionales”.
El cuadro 1 resume vis a vis la contribución de los servicios ambientales
y los habitacionales a la reproducción social, según lo visto en la gráfica 5.

Gráfica 5. La vivienda como fuente de servicios habitacionales y catalizador del


metabolismo urbano
Fuente: Mercado, 2014a.

26
Ver Eibenschutz y Goya, 2009, y Centro Mario Molina, 2014.

138 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Cuadro 1. Contribución de los servicios ambientales y
los servicios habitacionales a la reproducción social

A B
NATURALEZA VIVIENDA
(Ecosistema natural) (Ecosistema social)

habitacionales
ecosistémicos
Servicios

Servicios
Descripción Descripción

1. Provisión de servicios

Alimentos para el consumo


Alimentos

humano por medio de agro-e-


cosistemas terrestres, ma-
rítimos, acuáticos, bosques,
horticultura urbana, etcétera.

Materiales de construc-
Materiales

ción y otros, como madera,


Flujo de recursos a
Metabolismo urbano

biocombustibles, aceite
diversas escalas
vegetal provisto por plantas
salvajes y domesticadas.
Materiales de construc-
Abasto, almacenamiento, ción, agua, energía y
potabilización, distribución. nutrientes (Kennedy et al.,
2007; Acebillo, 2013).
Agua

Bosques y masas vegetales


determinan la disponibilidad
de agua de una ciudad.
medicinales
Recursos

Amplia variedad de plantas


para la medicina tradicional
y la industria farmacéutica.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 139


2. Servicios de regulación

Árboles, áreas verdes y espa-


microclimas cios abiertos a la naturaleza
Aire y

regulan la calidad del aire, los


microclimas y la remoción de
contaminantes atmosféricos.

Ecosistemas y organismos
Moderación

extremos

vivos actúan como barreras


eventos

contra desastres naturales de


todo tipo, reducen los daños
y aceleran su recuperación.
Tratamiento

Los microorganismos del suelo


de residuos
líquidos

filtran residuos, eliminan agentes


patógenos, enriquecen nutrien-
tes y reducen contaminación
Procesos habitacionales
La erosión de los suelos es un saludables y económi-
sión y conservación de
la fertilidad del suelo
Prevención de la ero-

factor decisivo en la degrada- camente accesibles.


Habitabilidad

ción, la desertificación y la ca-


pacidad hidroeléctrica. La capa Vivienda segura y
vegetal de los suelos contrarres- sana por ubicación,
ta la erosión, protege la fertilidad tamaño, confort, flexi-
y provee nutrientes para la evolu- bilidad, diversidad
ción de la vida animal y vegetal. y progresividad.

Insectos y viento polinizan las


plantas, lo cual es esencial para
Polinización

el desarrollo de frutas, verduras


y semillas. La polinización animal
es un servicio ecosistémico
esencialmente provisto por
insectos, aves y murciélagos.

Los ecosistemas son impor-


Control biológico

tantes para regular pestes


y enfermedades a través de
parásitos y depredadores. Aves,
murciélagos, moscas, avispas
y ranas actúan como controla-
dores biológicos naturales.

140 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


3. Hábitats (soportes de servicios ecosistémicos)

Los hábitats proveen todo Poblamiento


lo que un individuo animal o Barrios conceptualizados
vegetal requiere para sobrevivir como hábitats o soportes
Hábitat para especies

(alimentos, agua, cobijo). Cada que proveen lo que un


ecosistema provee diferen- individuo, familia y grupo
tes hábitats que pueden ser requieren para repro-
esenciales para el ciclo de ducirse socialmente en
vida de las especies. Todas las condiciones adecuadas.
especies migratorias (aves,
peces, mamíferos, insectos) Estructura territorial
dependen de diversos ecosiste- Vivienda (principal
mas durante su desplazamiento. elemento de los tejidos
urbanos) conceptualizada

Competitividad del entorno


no como objeto emplaza-
do sobre el territorio para
cumplir una única función
y para una sola familia o
La diversidad genética (variedad especie (equivalente al
Conservación de la diversidad genética

de genes entre especies de una monocultivo), sino como


población y entre especies de estructuras flexibles y
poblaciones distintas) distingue diversas que proveen
las razas entre sí y provee las ba- servicios habitacionales
ses de adaptación de los cultivos de largo plazo a varias
al modo de una incubadora de familias y generaciones.
genes. Algunos hábitats cuentan
con un número excepcionalmen- Funcionamiento y
te alto de especies lo que gené- conectividad
ticamente los hace más ricos y Articulación de la vivienda
diversos que otros (conocidos al entorno mediante
como nichos de biodiversidad). la mezcla de usos y la
conectividad, como con-
dición para garantizar el
funcionamiento sistémico
de los tejidos urbanos.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 141


4. Servicios culturales

Caminar y practicar un deporte


en espacios verdes ayuda a
Recreación y salud

relajarse. El papel que juegan los


espacios verdes en la conserva-
física y mental

ción de la salud física y mental es


cada vez más reconocido social-
mente no obstante las dificulta-
des que entraña su medición.

Los ecosistemas y la biodi-


versidad son esenciales en
numerosos tipos de turismo
Apropiación social
(cultural, ecológico, deportivo,

Simbolismo y apropiación social


e identidad
etc.), muchos de los cuales
devienen en fuente de recursos
Valores estéticos
económicos que contribuyen
Turismo

procurados por el diseño


al crecimiento económico de
urbano-arquitectónico
una ciudad, región, país.
y/o la apropiación social
de los procesos habita-
Biodiversidad, ecosistemas
cionales no únicamente
y paisajes naturales histó-
desde el punto de vista
estéticos

ricamente han sido fuente


Valores

material y funcional sino


de inspiración en el arte,
también simbólico.
la cultura y la ciencia.

Muchos sitios naturales del


mundo (bosques, cuevas, ríos,
montañas) son considerados
Experiencia espiritual

sagrados y/o con alto contenido


religioso. La naturaleza es un
y sentido de lugar

componente fundamental en
el ámbito religioso, los saberes
tradicionales y la construcción
social de identidades y sentido
de pertenencia a un lugar.

Fuente: teeb, 2011 (columna A), y Mercado, 2014a (columna B).

En suma, en cuanto a la provisión, los servicios habitacionales consis-


ten en el flujo metabólico de recursos (materiales de construcción, agua,
energía) utilizados en la vivienda. Dichos recursos no son producidos por
esta, ciertamente, como sí lo son por la naturaleza, pero un uso racional y

142 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


reciclamiento de estos disminuye la presión sobre los recursos que provee
la naturaleza e incrementa, al menos en proporción similar, la magnitud de
los servicios ambientales. En ello radica la sustentabilidad de la vivienda.
Los servicios de regulación se manifiestan como procesos habitacionales
accesibles que procuran habitabilidad en términos de ubicación, tamaño,
confort, flexibilidad, diversidad funcional con espacios para la producción
(vivienda productiva) y la reproducción, y progresividad de la vivienda unifa-
miliar a la multifamiliar polivalente27. En ello consiste parte de la calidad de
vida procurada por la vivienda. Otra parte tiene que ver con que los procesos
habitacionales también sean seguros y saludables, lo que a su vez propicia
que al menos la mitad de la ciudad también lo sea.
Los hábitats o soportes de servicios ecosistémicos son la parte más
compleja de los procesos habitacionales, comprenden tres aspectos
reunidos bajo el concepto de competitividad (o complejidad) del entorno:
1. Proceso de poblamiento, en el que los barrios son conceptualizados
como hábitats o soportes que proveen lo que un individuo, familia y grupo
requieren para reproducirse socialmente en condiciones adecuadas; 2.
Estructura territorial, donde la vivienda (principal elemento de los tejidos
urbanos) es conceptualizada no como objeto emplazado sobre el territorio
para cumplir una única función y para una sola familia o especie (equiva-
lente al monocultivo), sino como ecoestructuras flexibles y diversas que
proveen servicios habitacionales de largo plazo; y 3. Funcionamiento y
conectividad, que se refiere a la articulación de la vivienda a su entorno
mediante la mezcla de usos y la conectividad física, funcional y tecnoló-
gica, como condición para garantizar el funcionamiento sistémico de los
tejidos urbanos.
Por último están los servicios culturales inherentes a la vivienda, sea por
los valores estéticos procurados por el diseño urbano-arquitectónico 28 y/o

27
Usualmente la progresividad se refiere a la evolución de una situación precaria a otra satisfactoria.
Aquí también implica la evolución de una vivienda unifamiliar a una multifamiliar polivalente (polifuncional).
28
Por diseño me refiero al acto racional (arquitecto, empresa, gobierno) o espontáneo (vivienda au-
toproducida) de materializar y beneficiarse de una idea que obedece a determinados valores culturales.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 143


la apropiación que hace la sociedad de sus procesos habitacionales no única-
mente desde el punto de vista material y funcional, sino también simbólico.
La similitud entre servicios ambientales y servicios habitacionales hace
que compartan también la dificultad de su medición y valoración social.

5. Valoración de los servicios habitacionales


La valoración de servicios ambientales es un tema de la mayor relevancia, que
ha permitido apreciar mejor la influencia del medio natural sobre los procesos
socioeconómicos y viceversa, y en consecuencia mejorar el cálculo económico
y diseñar con mayor propiedad las políticas públicas correspondientes (eco-
nómicas y ambientales). Varios son los métodos para valorar los servicios
ambientales. Entre los más difundidos se encuentran: ajuste en los precios
de mercado, cambio en las funciones de producción, costos por prevención de
daño que protegen a los servicios ambientales de su degradación, inducción
de conductas sociales hacia la salud, preferencias manifiestas, preferencias
reveladas, etcétera, cada uno para enfrentar situaciones específicas con ins-
trumental monetario o de orden cualitativo, o ambos (Bateman et al., 2010)29
Dado que este no es un espacio destinado a profundizar en estos métodos,
en las siguientes líneas únicamente se hace referencia a las modalidades de
su aplicación en lo que aquí hemos denominado “servicios habitacionales”.30
Por el lado de la oferta:
1. Ajuste en los precios de mercado: Corrección de distorsiones moti-
vadas por normatividad urbana, impuestos acumulativos, subsidios
mal colocados, información insuficiente, prácticas no competitivas
(monopólicas, oligopólicas), etcétera.
2. Cambio en las funciones de producción: Cálculo del valor añadido por
la complejidad de la vivienda como estructura habitable y el manejo
adecuado de los servicios ambientales en la producción-reproducción
de la misma (ver gráfica 5).

29
Ver también semarnat, 2004.
30
Aunque la valoración inmobiliaria no se ocupa de esto, no sería difícil emplear su propio instrumental.

144 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


3. Costos por prevención y restitución de daños: medidas diversas en
vivienda, desarrollo urbano y medio natural para evitar el deterioro de
servicios ambientales y habitacionales, elevar la resiliencia de ecosis-
temas naturales y construidos y, en su caso, emprender la restauración
sostenida de ambos.

Por el lado de la demanda:


1. Valoración de capacidades sociales en la gestión habitacional: inclu-
sión de la provisión y gestión social de servicios habitacionales en el
cálculo económico;
2. Preferencias manifiestas: valoración de la vivienda y los conjuntos habi-
tacionales en función de los servicios ecosistémicos que metabolizan; y
3. Preferencias reveladas: evaluación de la calidad de la vivienda y los
procesos habitacionales a partir de encuestas a usuarios y documen-
tación de historias de vida.

6. Set de algoritmos para modelar los servicios


habitacionales, el metabolismo urbano y la resiliencia
de tejidos urbanos frente al cambio climático31
La premisa sobre la que descansa el siguiente set de algoritmos es que al ser
la vivienda una fuente de servicios sociales –probablemente más que ninguna
otra– que contribuye al bienestar humano, pero también a su contrario si la
conversión de servicios ambientales en sociales se realiza ineficientemente
o en términos negativos para el medio ambiente y la sociedad, se plantea que
los servicios habitacionales procurados por la vivienda son susceptibles de
valorarse positiva o negativamente en función de la habitabilidad (calidad
de vida), la competitividad (bienestar), el desarrollo social (equidad) y el
metabolismo urbano (eficiencia), según la expresión:

α
SH = f (H, C, DS, MU) …………………… [Algoritmo 1]

31
En adelante se sigue a Mercado, 2014a, y Mercado, 2015.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 145


Donde SH son los servicios habitacionales; H, la habitabilidad; C, la compe-
titividad; DS, el desarrollo social; MU, el metabolismo urbano; y α, un factor de
ponderación (positivo o negativo) aplicable al objeto de la evaluación, o una
tasa (también positiva o negativa) si bajo determinados supuestos se pretende
explorar escenarios. La igualdad [1] también puede expresarse como sigue:
n α
SH = Σ [H, C, DS, MU] ………………… [Algoritmo 2]
i=1

Donde los servicios habitacionales resultan de la suma simple o ponderada


de los valores que en un momento determinado presentan la habitabilidad, la
competitividad, el desarrollo social y el metabolismo urbano de la vivienda,
elevada a un exponente α para la construcción de escenarios.
Una forma alternativa de las expresiones anteriores es vinculándolas entre
sí por medio de un índice compuesto, que hace de los servicios habitacionales
una función no lineal, es decir, evolutiva (Camagni, 2005: 215) de producción
de espacio:

H+C α
SH = [(-------)* MU] ………………… [Algoritmo 3]
Mg

Donde H es un índice de habitabilidad con indicadores referidos a una


escala de 0 a 100;32 C un índice de competitividad también en escala de 0
a 100; Mg un índice de marginación social en escala de 1 a 10 (mayor valor
indica mayor marginación); MU un índice de eficiencia metabólica en escala
de 0 a 1;33 y α un exponente que mide la tasa positiva o negativa con que los
servicios habitacionales fueron ofrecidos en el pasado (evidencia empírica)
o con las que se desea crezcan en el futuro (escenarios exploratorios) según
ciertos parámetros de costo-beneficio o costo-eficiencia.
La ecuación [3] muestra que el elemento ------ articula en tiempo y espacio
tres de las principales variables del poblamiento urbano (calidad de vida,

32
A calcular mediante el método de componentes principales o similar (Schuschny y Soto, 2009).
33
El valor mínimo es cero. Un supuesto caso de valor máximo sería: SH= [(100 +100)/1]*1=200.

146 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


bienestar y marginación social) en términos interdependientes (ninguna se
explica por sí misma sino en función de las otras dos) y recíprocos (el incre-
mento o decremento de cualquiera de ellas afecta en sentido opuesto la re-
lación conjunta). Me refiero a ello como coeficiente de explotación territorial
o cet, que por su dinamismo se diferencia de los coeficientes de ocupación y
utilización del suelo (cos, cus), muy útiles para ciertos propósitos (calcular
la compacidad urbana por medio de la densidad de construcción),34 pero in-
suficientes para otros debido a su naturaleza estática circunscrita a lo físico.
Así, se concluye que los servicios habitacionales equivalen a multiplicar
el coeficiente de explotación territorial por la eficiencia metabólica de su
funcionamiento, es decir, SH=CET*MU, cuyo resultado es elevado a una tasa
α positiva o negativa para apreciar la dimensión que los servicios habitacio-
nales tuvieron en el pasado, o la que podrían tener en el futuro según ciertas
hipótesis de comportamiento conjunto o individual de las variables.
Ahora bien, si

α
SH = [CET* MU] ………………… [Algoritmo 4]

Donde el coeficiente de explotación territorial, CET, sustituye al


elemento H+C; y si el metabolismo urbano se expresa como un valor inversa-
Mg
mente proporcional a los residuos emitidos, es decir, MU=1/R, el resultado
es SH = [CET* 1/R], o bien:

SH = [CET
α

R
] …………………………. [Algoritmo 5]

Donde R es la suma de todos los tipos de residuos (sólidos, líquidos, gaseo-


sos) producidos en un tiempo determinado, la cual, convertida a una unidad
única, por ejemplo, miles o millones de toneladas de CO2 equivalente, permite
vincular los resultados a problemas de gran calado como el cambio climático.
En ese sentido, si los servicios habitacionales (algoritmo 5) son ponderados
34
Por ejemplo el índice Floor Area Ratio (far) que, similar al cos y el cus, se obtiene dividiendo la
superficie total construida (Floor Area) entre la superficie del predio (Site Ratio). Ver Pedersen, 2011.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 147


por un factor de compacidad urbana (Co) a fin de introducir en el análisis la
textura o viscosidad del tejido urbano35, el resultado es un índice de resiliencia
urbana (RU) frente al cambio climático cuya expresión es la siguiente:

CET α
SH = [ ] * [Co] = RU…………………………. [Algoritmo 6]
R

Es decir:

α
RU = [SH * Co] ………………………….. [Algoritmo 7]

La lectura de este último algoritmo es como sigue: la resiliencia urbana es


igual al resultado de multiplicar los servicios habitacionales por la compacidad
urbana,36 elevado a un exponente α que mide la tasa positiva o negativa con
que la resiliencia urbana evolucionó o involucionó en el pasado o con la que
se desea crezca en el futuro como estrategia territorial para hacer frente al
cambio climático.
La serie de siete algoritmos comprende seis fases (gráfica 6). A la fase 1
corresponde el diseño conceptual según términos de referencia acordados

35
La evidencia muestra que cuanto mayor es la textura-viscosidad (o complejidad) de los tejidos
urbanos, mayor es su incidencia positiva en los procesos territoriales y el bienestar social; y viceversa,
cuanto menor es la complejidad de los tejidos urbanos, mayor es su incidencia negativa. Se expresan en
el mercado inmobiliario como externalidades positivas y negativas respectivamente (Mercado, 2014b).
36
Varios son los métodos para medir la compacidad urbana. Por ejemplo, el geométrico (Gámiz
et al., 1995, pp. 212-214) y el más común –desde Dantzig y Saaty, 1973- basado en la densidad de
población y la distancia al centro o a sitios de relativa centralidad, aunque depende de los propósitos y
el instrumental utilizado. En general se acude a la comparación de indicadores simples o compuestos
de ocupación territorial (socioeconómicos, volumen construido, etcétera.) y al comportamiento de la
ciudad en términos de productividad, competitividad, impacto ambiental, gobernanza, etcétera., sobre
la base de que lo compacto por sí mismo no es más eficiente que lo disperso, sino en función de la com-
plejidad de los ecosistemas, es decir, del metabolismo urbano frente a la capacidad de carga ecológica
y de los resultados obtenidos frente a los costos y el bienestar social. De no ser así, como sostienen
varios autores (Neuman, 2005; Bruegmann, 2011, etcétera), significa que existen situaciones donde lo
disperso, sea permanente o temporal (es decir, en vías de compactarse), es mejor opción a lo compacto.
Es necesario, entonces, comparar las situaciones en el tiempo sin juicios de valor predeterminados
(Jenks y Burgess, 2004). El procedimiento consiste en: a. documentar la compacidad-complejidad en dos
momentos clave de la ciudad (digamos 1980 y 2010); b. analizar la textura-viscosidad del tejido urbano
con relación a determinados indicadores de eficiencia y bienestar; y c. efectuar comparaciones entre
ciudades a seleccionar y -a modo de muestra- de algunas de sus partes más representativas referidas
a una medida única, por ejemplo 1 km2.

148 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


con los tomadores de decisión (objetivos, metas, horizontes de planeación,
etcétera), incluye la definición de los algoritmos 1 y 2 y la prueba de consis-
tencia respectiva. A la 2 toca la definición y documentación de indicadores
de habitabilidad, competitividad, marginación social y metabolismo urbano,
y a su integración como servicios habitacionales en el presente (2010) y
algún punto del pasado (digamos 1980) para calcular las tasas (positivas,
negativas) con que evolucionaron en el tiempo.
En la 3 tiene lugar el primer ejercicio de simulación que requiere convertir
los indicadores de la fase 2 en índices, con los cuales alimentar los algoritmos
3 y 4, y una vez obtenidos los resultados, verificar en campo su consistencia y
someterlos al juicio de expertos y actores involucrados mediante entrevistas
y/o la instrumentación del método Delfos.37 La fase 4 introduce dos grupos
nuevos de indicadores: la emisión de residuos en unidades equivalentes (por
ejemplo, toneladas de CO2 equivalente) y el grado de compacidad que presentan
los tejidos urbanos bajo estudio, luego de lo cual se realiza el segundo ejercicio
de simulación con base en los algoritmos 5 y 6. En la fase 5 tiene lugar el ter-
cer ejercicio de simulación con base en el algoritmo 7. La fase 6, última de la
serie, integra los informes producidos en las fases 3, 4 y 5, respectivamente.
No es necesario completar las seis fases en todos los casos, en algunos
bastará llevar el proceso hasta la fase 3 y concluir con el informe 1; en otros,
especialmente los referidos al cambio climático, se requerirá completar las

37
Con el método Delfos (md) lo que se busca es explorar el futuro no adivinarlo. Consiste en consultar
a expertos sobre el estado que guardarían en el futuro uno o varios temas relacionados entre sí, bajo
el supuesto que los expertos disponen de experiencia, información privilegiada y juicios más consis-
tentes de los que normalmente cuentan los no expertos (recuérdese, sin embargo, que la condición de
“experto” es siempre relativa pues en principio todos los sujetos son expertos en algo que los demás
desconocen parcial o totalmente). Los elementos básicos del md son la apreciación cualitativa del futuro
y la estructura de comunicación grupal, de ahí su definición como: Estructura de comunicación grupal
dirigida y a distancia (postal o electrónica) que facilita el debate en torno a un objetivo específico a fin
de orientar la toma de decisiones con base en previsiones de futuro (las cuales pueden ser resultado o
no del consenso). Propicia la interacción asincrónica e implica: a. anonimato en las respuestas, y b. un
proceso de retroalimentación que permite a cada participante modificar juicios previos con base en la
opinión grupal (Bas, 2004: 83). A solicitud de cidoc, Ángel Mercado diseñó y asesoró la aplicación del
md para las ediciones 2011 y 2012 del libro Estado Actual de la Vivienda en México que anualmente
coeditan cidoc y shf con el apoyo de diversas instituciones públicas (ver www.cidoc.com.mx).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 149


Gráfica 6. Set de algoritmos para modelar los servicios habitacionales en función del
coeficiente de explotación territorial, el metabolismo y la resiliencia de los tejidos urbanos

Fuente: Mercado, 2014a Termina


150 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)
fases 4 y 5 con el informe respectivo.38 Es muy importante que los informes
den cuenta del estado que guardan las cosas en un momento determinado
(diagnóstico) y formulen propuestas de solución a corto y largo plazo a nivel
de políticas y cartera de proyectos potenciales (estrategia).

7. Set de indicadores para dimensionar


los servicios habitacionales39
A grandes rasgos, dos generaciones de indicadores de vivienda han trascurrido
en el país desde que fueron creados los fondos sectoriales (infonavit, fovissste,
etcétera) a principios de los setenta del siglo pasado, correspondiéndole más o
menos veinte años a cada una en función del modelo económico dominante. Fordista
o neofordista el primero, con la vivienda como proceso y énfasis en la demanda;
y posfordista el segundo, con la vivienda como producto y énfasis en la oferta.
El eje rector de la primera generación fue la variable social y la construc-
ción de una nueva institucionalidad con base en la cual fueron estructurados
el Programa Nacional de Vivienda 1978-1982 (primero en su género) y el
Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Vivienda 1984-1988, muy debi-
litado por las crisis económicas de 1982 y 1988, los fenómenos telúricos de
1985 y la sucesión de actores políticos. El eje rector de la segunda genera-
ción, vigente de principios de los noventa hasta la actualidad, con puntos de
inflexión en 1995 y 2010 a causa de nuevas crisis, es lo económico-financiero
en el contexto de la apertura comercial iniciada en 1986 con la adhesión de
México al gatt, la entrada en vigor en 1994 del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (tlcan) y la asunción internacional del paradigma de la
sustentabilidad; y en forma concomitante, la liberación del mercado interno,
el cambio de las políticas habitacionales hacia un Estado facilitador en sus-
titución del Estado proveedor (Puebla, 2002). La concentración económica
del sector y el debilitamiento de los multiplicadores intersectoriales de la
industria de la construcción (Romero et al., 2006).

38
teeb, 2011, p. 30, propone un diagrama similar por fases para docu-
mentar y administrar los servicios ambientales en las ciudades.
39
Por razones de espacio únicamente se hace la presentación. Ver Mercado, 2014a.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 151


La política de vivienda emprendida por el gobierno federal a partir de 2013,
formalizada en el Programa Nacional de Vivienda 2014-2018 (dof, 30.04.2014),
incorporó cambios en la gestión de los procesos habitacionales del país, los
cuales, no obstante, al tratarse de una modalidad que no sustituye en esencia
el modelo económico-financiero dominante, requiere nuevos indicadores para
evaluar su desempeño y eficacia de resultados en orden a sus implicaciones
territoriales. El pnv 2014-2018 plantea seis indicadores de cumplimiento: uno
de localización (porcentaje de viviendas en perímetros de contención urbana),40
otro de calidad (porcentaje de viviendas con calidad mínima necesaria),41 dos
de orientación al financiamiento (porcentaje de financiamientos para vivienda
usada, autoproducción, renta, mejoramientos y ampliaciones;42 porcentaje
de financiamientos anuales para soluciones habitacionales con respecto al
déficit habitacional y las necesidades de vivienda);43 uno de costos indirectos
(porcentaje promedio de los costos indirectos de la vivienda), y uno de informa-
ción (porcentaje de la información de las acciones de vivienda a nivel registros,
proveniente de los onavis integrada en un sistema de información).
Aquí se propone un sistema de indicadores que denominaremos de tercera
generación porque incorpora elementos que apuntan hacia la instrumentación
del marco fer en un nivel de mayor complejidad.44

40
“Los perímetros de contención urbana se clasifican en intraurbano (U1): zonas urbanas consolida-
das con acceso a empleo; primer contorno (U2): zonas en proceso de consolidación; y segundo contorno
(U3): zonas contiguas al área urbana”.
41
“Las viviendas en déficit habitacional son aquellas que tienen muros, pisos o techos precarios,
que tienen hacinamiento, que no cuentan con baño o es de uso compartido, que no cocinan con leña o
carbón, o si utilizan dicho combustible su cocina tiene chimenea”.
42
“Los financiamientos son los otorgados por infonavit, fovissste, shf, conavi, banca, fonhapo,
sofoles/sofomes, orevis, Hábitat México, cfe, issfam, Banjército y pemex”.
43
“Las viviendas en déficit se calculan con la última publicación del Módulo de Condiciones Socioe-
conómicas, con la metodología del Comité Técnico Especializado de Vivienda”.
44
En el marco fer o fuerza motriz-estado-respuesta (ocde, 1993, 2006) los indicadores de fuerza
motriz representan actividades humanas, procesos y patrones que impactan el desarrollo sustentable a
nivel de empresas, industrias o sectores económicos, así como tendencias sociales (tasa de crecimiento
de la población, emisión de gases de efecto invernadero, etcétera.); los indicadores de estado proveen
una señal del estado que guarda el desarrollo sustentable o un aspecto particular de este en un momento
determinado, su expresión es cualitativa o cuantitativa (expectativa de escolaridad, concentración de
contaminantes en zonas urbanas, etcétera); y los indicadores de respuesta son las opciones de política
y otras respuestas sociales a los cambios en el estado del desarrollo sustentable, miden la disposición y
efectividad social en la construcción de respuestas (legislación, regulaciones, instrumentos económicos,

152 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Si el eje rector de la primera generación de indicadores (veinte años, entre
1970 y 1990) fue lo social y en la segunda (veinte años también, entre 1990 y
2010) lo económico-financiero; en la tercera generación que aquí se propone
son los servicios habitacionales. En rigor no se trata de nuevos indicadores
sino de índices, o indicadores compuestos, con mayor poder explicativo a
distintos niveles de complejidad.45

Conclusión
La relevancia adquirida por las ciudades a partir de los noventa con motivo
de la globalización, es la misma que tienen ahora como emisoras de gases
de efecto invernadero. A la habitual concentración de población, activos y
bienestar se suma la elevada vulnerabilidad para sí y el mundo en general
frente al cambio climático. En adelante cualquier medida de adaptación y
mitigación que se asuma a nivel nacional e internacional deberá incluir las
ciudades como áreas estratégicas globales, y a la vivienda como área estra-
tégica local por los servicios habitacionales que presta a la sociedad. Por su
tamaño, población involucrada y poder catalizador del metabolismo urbano,
se plantea que los principales componentes de la resiliencia en las ciudades
(el de mayor envergadura socio-ambiental) son los servicios habitacionales
que provee la vivienda por sí misma y a través de los tejidos urbanos.
El texto propone un set de algoritmos para modelar la situación que guardan
los servicios habitacionales en la actualidad y explorar escenarios en función
del coeficiente de explotación territorial, el metabolismo y la resiliencia de
los tejidos urbanos. En ese orden de ideas, se concluye que la resiliencia
urbana es igual al resultado de multiplicar los servicios habitacionales por
la compacidad urbana, elevado a un exponente que mide la tasa positiva o

actividades de comunicación, etcétera). En el presente, su aplicación se ha extendido prácticamente a


todos los campos. Paralelamente al fer han surgido otros marcos que se proponen explicitar aún más la
complejidad, introduciendo fases intermedias, como dpsir, por sus siglas en inglés (Ferrâo y Fernández,
2013), o P-E-I/E-R (Presión-Estado-Impacto/Efecto-Respuesta). Ver Quiroga/cepal, 2011.
45
Un indicador compuesto es una representación simplificada que busca resumir un concepto
multidimensional en un índice simple (unidimensional) con base en un modelo conceptual subyacente.
Puede ser de carácter cuantitativo o cualitativo según los requerimientos (Schuschny y Soto, 2009).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 153


negativa con que la resiliencia urbana evolucionó o involucionó en el pasado, o
con la que se desea crezca en el futuro como estrategia territorial para hacer
frente al cambio climático.

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158 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


La construcción con tierra,
una alternativa contra el cambio climático

Lya Donají Jiménez Ortega

Introducción

E
l cambio climático, causado por las actividades humanas, es innegable. En
las últimas décadas hemos visto con mayor claridad las consecuencias
negativas del deterioro de la naturaleza. El aumento de la temperatura
del planeta, producto de la acumulación de gases de efecto invernadero en
la atmósfera, trae consigo desajustes en los ciclos normales de la naturaleza
como el caso de los fenómenos meteorológicos: huracanes más frecuentes
e intensos, graves sequías e inundaciones, fuertes olas de calor, además del
aumento del nivel del mar por el deshielo que pondría en riesgo asentamien-
tos humanos en las zonas costeras así como el hábitat de animales y plantas.
Los efectos por el cambio tendrán una amplia repercusión negativa en los
ecosistemas, en la economía y en la sociedad.
Ante este problema es necesario tomar medidas que regulen las emisiones
de gases de efecto invernadero. Pero, ¿qué se puede hacer para mitigar el
cambio climático desde la arquitectura? Se propone la construcción con tierra
como una alternativa a la construcción convencional (una de las industrias
que generan una parte importante de CO2), reconociendo y recuperando el
conocimiento desarrollado por las antiguas civilizaciones de nuestro país y
del mundo.
La propuesta de la construcción con tierra, como una forma de mitigar

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 159


el cambio climático, surgió gracias a la investigación que se realizó para la
elaboración de la tesis de licenciatura en Arquitectura “Centro de Desarrollo
de la Cultura Zapoteca” en la comunidad de San Miguel Cajonos en la Sierra
Norte de Oaxaca.
La arquitectura que se produce en esa comunidad se basa en los principios
de comunalidad, aprovechamiento responsable de los recursos naturales
locales y respeto a la Tierra. Estos son los aspectos que en la actualidad se
han desplazado para poder producir vivienda como mercancía, de forma
masiva y de alto impacto ambiental.
La construcción con tierra representa la mejora de las condiciones de vida
de los usuarios, ahorro económico al utilizar recursos locales tanto de mano
de obra como de materiales y revaloriza el conocimiento de los pueblos ori-
ginarios que siempre han sido vigentes. Estos aspectos la hacen una buena
opción para cubrir el déficit de vivienda en México.

La industria de la construcción e impacto ambiental


La arquitectura no puede considerarse solo como la planeación y construcción de
un proyecto, sino como una actividad asociada a la producción de los materiales
con los cuales se realiza. La industria de la construcción es parte importante del
problema del cambio climático, sobre todo por las emisiones de gases de efecto
invernadero (gei). “Se estima que demanda un 40 por ciento de la energía de un
país, produce un 25 por ciento de las emisiones de CO2, genera un 50 por ciento
de los residuos sólidos y contamina el aire en un 30 por ciento ” (Olid, 2013). La
durabilidad de estos materiales se obtiene a costa del elevado gasto de energía:
1000°C para producir cemento portland y 1 700°C para obtener el acero.
El acero, producto base de la siderurgia, es el insumo básico de las diferen-
tes industrias importantes del país y, además, una de las principales consu-
midoras de minerales metálicos. Durante su producción puede generar una
amplia gama de contaminantes como monóxido de carbono (CO), dióxido de
carbono (CO2), compuestos orgánicos volátiles (COV), óxidos de azufre (SOx),
óxidos nitrosos (NOx) y, en menor proporción, clorhidratos y fluoruros (Owen
Jenkins y Mercado García, 2008, p. 253). Esta industria tiene un alto potencial

160 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


de impacto ambiental como la industria cementera.
En el proceso de fabricación del cemento, el problema fundamental es la
generación de gas carbónico CO2 (principal agente causante del calentamiento
global), pues el 5 por ciento de las emisiones globales de este compuesto
son directas de las cementeras. Durante el proceso de elaboración de este
producto, un 40 por ciento de la emisión de CO2 corresponde a la quema de
combustibles en las operaciones de producción, el transporte de la materia
prima representa un 5 por ciento, la quema de combustible fósil para la gene-
ración de energía eléctrica necesaria para las operaciones de su fabricación
5 por ciento aproximadamente, y a las emisiones de la reacción química de
carbonatación corresponde el 50 por ciento (Humphreys y Mahasenan, 2002).
Otra de las desventajas es que una vez que ha hecho reacción química con
el agua no puede volver a su estado original, lo que imposibilita su reuso en
elementos estructurales y obliga a utilizarlo siempre nuevo, lo que aumenta
su demanda y, por lo tanto, la emisión de gei a la atmósfera.
Monterrey es claro ejemplo de la contaminación por la producción de acero
y cemento. Es la zona industrial con los índices más altos de emisiones tóxicas
así como de metales pesados que generan las empresas de fundición de acero
como Hylsa e IMSA, la cementera Cemex e industrias químicas como Pyosa
y LTH, entre otras más (Valadez Rodríguez, diciembre 15, 2006).
En la actualidad, aunque en la producción del cemento y el acero se utilicen
tecnologías verdes para mitigar el deterioro ambiental, la contaminación
seguirá siendo un problema mientras la demanda de estos productos siga en
aumento. Es necesario el manejo y consumo responsable de los materiales
de construcción tratando de disminuir, en la medida de las posibilidades,
su utilización.
En contraste con lo anterior, la tierra no requiere de grandes cantidades
de energía para su elaboración, los principales recursos que se utilizan son la
energía solar, el viento, el sol y la tierra. Por esa razón no produce contaminación
ambiental y no emite ningún tipo de gas de efecto invernadero. Para preparar
y trabajar el barro solo se necesita el 1 por ciento de la energía requerida
para la preparación, transporte y elaboración del concreto y ladrillos cocidos.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 161


Este material siempre es 100 por ciento reciclable y biodegradable. Una
vez que la construcción haya alcanzado el tiempo de su vida útil o se decida
demoler, se reintegrará a la tierra nuevamente, sin producir ningún tipo de
residuo o escombro. La tierra puede volver a utilizarse sin límite de veces.
Solo es necesario que sea triturada y humedecida con agua para obtener el
barro con el que se pueden fabricar otra vez adobes, construir con bahareque
o con cualquier otro sistema.
Para construir no se requiere ningún tipo de maquinaria pesada aunque
para hacer la mezcla de barro se puede utilizar la fuerza de caballos o bueyes.
También es posible el uso de revolvedoras para hacer grandes cantidades
de mezcla, pero aun así el gasto energético resulta menor. Tanto el trabajo
con cemento como con tierra son pesados, pero hay una diferencia muy im-
portante para el trabajador: la tierra no contiene ningún químico que pueda
repercutir en su salud.
Sus desventajas son:
• La tierra no es un material estandarizado
• Se contrae al secarse
• No es impermeable

Las ventajas:
• Regula la humedad ambiental
• Almacena calor
• Ahorra energía y disminuye la contaminación ambiental
• Es reutilizable
• Economiza materiales de construcción y costos de transporte
• Es un material apropiado para la autoconstrucción
• Preserva la madera y otros materiales orgánicos
• Absorbe contaminantes

La tierra tiene tres desventajas que pueden ser solucionadas sin que re-
presenten un obstáculo para seguir construyendo con ella. Las ventajas que
tiene la hacen una mejor opción frente a la construcción industrial.

162 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


La construcción con tierra, conocimiento milenario
En un principio, el hombre se integró a la naturaleza al habitar las cuevas para
protegerse de las inclemencias del medio ambiente. Después, desarrolló y
elaboró las herramientas necesarias para construir sus refugios, aprovechando
los recursos naturales que tenía a la mano. La tierra fue el primer material
utilizado en la edificación de viviendas que respetaba y se integraban al medio
en el que se construían.
La tierra es por excelencia el material de construcción más antiguo en la
historia de la humanidad. Las grandes civilizaciones como la persa, la egip-
cia, la babilónica, la andina, entre otras, la utilizaron este material en sus
edificaciones en gran escala como la pirámide de Dahsur, en Egipto, hecha
totalmente de barro hace más de 5 000 años, la ciudad de Chan Chan, en Perú,
con 2 800 años de antigüedad (fotografía 1) o la ciudad de Shibam en Yemen
(fotografía 2), donde los edificios datan del siglo xvi y los más altos alcanzan
los nueve niveles, construidos con bloques de tierra, por lo cual la llaman la
Manhattan de desierto o la ciudad de rascacielos más antigua del mundo.

Fotografía 1. Zona arqueológica de Chan Chan, Perú


Fuente: Ministerio de Cultura, Perú.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 163


Fotografía 2. Shibam: El Manhattan del desierto.
Fuente: Will de Freitas.

Al día de hoy se calcula que la mitad de la población del planeta habita en


construcciones de tierra. La mayor parte se concentra en África, Medio Oriente,
América Latina, China e India. La versatilidad de la tierra y las características
propias de las regiones permiten construir con diferentes técnicas como el
bahareque, el btc, la tapia pisada, el adobe, el cob, etcétera.
En México, los pueblos originarios han empleado diversos materiales para
la construcción de sus viviendas y su equipamiento. Los materiales y su forma
de utilizarlos son resultado de la interacción entre la diversidad étnica y la
diversidad biológica, por lo que en cada región la arquitectura está determi-
nada por los recursos naturales que tengan a su alcance y por la tecnología
desarrollada. Además, estos pueblos tienen ciertos ritos y costumbres a
través de los cuales refrendan su compromiso y respeto con la Tierra, la parte
espiritual que en las ciudades ya no existe.
San Miguel Cajonos es una de las muchas comunidades zapotecas que se han
beneficiado de sus recursos naturales para construir, pertenece al municipio

164 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Figura 1. Localización del municipio de San Francisco Cajonos
Fuente: Elaboración propia.

de San Francisco Cajonos, distrito de Villa Alta y se localiza al noreste de la


capital del estado de Oaxaca, en la llamada Sierra Madre de Oaxaca o Sierra
Juárez. Sus coordenadas son 17°09’59’’ latitud norte y 096°16’21’’ longitud
oeste, con una altura de 1917 msnm.
Su forma de vida gira en torno a la comunalidad y consiste en la igualdad de
derechos y obligaciones para todos los miembros de la comunidad. Se basa
en la distribución igualitaria de bienes, solidaridad y la reciprocidad basada en
el principio de la ayuda mutua, el poder colectivo constituido en asamblea, la
voluntad de servir gratuitamente a la comunidad y la defensa de un territorio
histórico y culturalmente propio (Rendón Monzón y Ballesteros Rojo, 2003).
Los integrantes de esta comunidad se involucran activamente en esta colec-
tividad porque es una forma de aceptar el trasfondo cultural que les subyace;
expresiones artísticas, tecnologías ancestrales, mitos, valores, creencias,
conductas y normas, aceptando de esta manera su pertenencia a la comunidad.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 165


Cuando algún individuo decide construir una vivienda puede recurrir a la
gozona,1 con sus familiares, amigos o conocidos. Si aceptan, le ayudarán a
levantar su casa y, llegado el momento, el propietario tendrá que corresponder
a la ayuda que le han brindado. Cuando se construye equipamiento urbano,
todos los miembros de la comunidad dan su tequio, todos cooperan y trabajan
sin haber un pago de por medio. Esa es la vida en comunalidad, trabajo en
equipo para el disfrute colectivo. Estas prácticas, además de que represen-
tan un ahorro económico, establecen y fortalecen los vínculos parentales y
sociales de intercambio y de ayuda mutua.
Los rituales también tienen un papel muy importante en el desarrollo de sus
actividades. Para el aprovechamiento de los recursos naturales es necesario
pedir permiso a la Tierra. Esta es considerada como un ser vivo que provee lo
necesario para vivir, por lo cual debe ser tratada con respeto. Por ello, antes
de empezar la excavación para los cimientos de una casa “se da de comer a la
tierra”. La ofrenda consiste en huevo, pescado, champurrado, mezcal y tabaco,
y es colocada al centro como agradecimiento. Después, el dueño invita a sus
vecinos champurrado, como una forma de establecer un vínculo con ellos y
mostrar su disposición de tener una buena relación entre vecinos. Una vez
hecho esto, la construcción puede continuar sin interrupciones.
Las casas en este lugar se hacen de adobe pues es la mejor opción. Basta
con observar las que hasta el día de hoy se mantienen en pie para afirmarlo.
Su forma de vida y sus recursos naturales lo permiten. La tierra se puede
obtener de los alrededores de la comunidad, debido a la existencia de bosque
el agua, un recurso existente y abundante. Este factor es muy importante
ya que la elaboración de los adobes demanda una gran cantidad de agua,
que representa el 30 por ciento del volumen de la tierra seca. De los ríos se
aprovecha la piedra, la grava, la arena, y del bosque se obtiene la madera para
hacer los moldes de adobe, muebles y para techar las viviendas.
Con la apertura de las vías de comunicación otro sistema constructivo llegó
a esta comunidad y las personas que habían salido en busca de trabajo y que

1
Palabra en zapoteco para referirse a la ayuda mutua, entre individuos como entre comunidades.

166 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


ahora tenían poder adquisitivo empezaron a construir con mampostería de
tabique rojo y concreto armado.

La tierra como material de construcción en la actualidad


Con el auge del concreto como material de construcción, la tierra fue estig-
matizada socialmente. Se le ha asociado con pobreza y atraso, y se cree que
es un sistema constructivo frágil frente al uso del concreto, principalmente
porque a este último se le atribuyeron características de alta duración y re-
sistencia. Sin embargo, en los años recientes se ha visto que existe un gran
número de estructuras de concreto deterioradas que ya no son funcionales
ni eficientes y, por lo tanto, no cumplirán con su vida de servicio estimada
(cerca de sesenta años). Las causas de este deterioro pueden ser por la ac-
ción de agentes medio ambientales, condiciones de servicio y por reacciones
químicas propias del material o por la mala calidad en la ejecución de la obra.

Fotografía 3. Casa construida con adobe de dos niveles


Fuente: Lya D. Jiménez O.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 167


Es evidente que un mal manejo de los materiales, cualesquiera que sean,
así como un mal mantenimiento en una construcción, mermarán su capacidad
de resistencia y duración.
En San Miguel Cajonos se observa que las edificaciones más antiguas
alcanzan los 300 años, lo que indica que la tecnología en la construcción
alcanzó un gran desarrollo en esta comunidad logrando viviendas de gran
calidad. Los constructores supieron aprovechar los beneficios de la tierra,
pues los adobes de barro son malos conductores de calor y actúan como
equilibrantes térmicos (absorben el calor de día y lo liberan poco a poco
durante el frío de la noche y viceversa). Es también notable su capacidad de

Fotografía 4. Casa
de adobe de dos
niveles. Se observa
el contraste entre
los materiales
del lugar y los
industrializados
Fuente: Lya D.
Jiménez O.

168 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


aislamiento acústico y electromagnético, además de que el riesgo de incendio
en estas construcciones es bajo porque puede soportar el fuego durante 180
minutos antes de empezar a arder (Sangronis Padrón, 2009).
Los aspectos más importantes que hacen a las construcciones de tierra
sismorresistentes y seguras son cuatro: la elección de materiales de cons-
trucción de buena calidad, una buena ejecución de obra, la consideración de
las condiciones climáticas y las geográficas.
Los constructores de San Miguel Cajonos contemplaron estos aspectos
en la edificación de sus viviendas, obteniendo como resultado obras que
aún se mantienen en pie y el análisis de estos sistemas constructivos son de
gran importancia ya que permitirá saber cuáles son sus deficiencias y cómo
se pueden mejorar para garantizar una vivienda sismorresistente, con las
mismas características formales del modelo actual y de mucha mayor calidad.
En el país este trabajo ya ha empezado a dar frutos y se ha demostrado
la calidad de vivienda que se puede obtener con la construcción con tierra.
Las siguientes son algunas imágenes de una casa habitación construida en
la periferia de la ciudad de Oaxaca.
La primera (fotografías 5 y 6) es una casa de bahareque modificada. Como
resultado del análisis del sistema de bahareque tradicional se determinó que
era necesario reforzar la estructura por la alta actividad sísmica en el estado.
El resultado fue una estructura mucho más estable, debido a los refuerzos
colocados en esquinas, en los postes que conforman los muros y la disposi-
ción de la jaulilla de tiras de madera que además de contener la tierra tiene
la función de fortalecer los muros. En esta construcción se combinó la tierra
con materiales industrializados, probando que se pueden utilizar solo en
donde es necesario y que de la obra total representa un pequeño porcentaje.
Las siguientes imágenes (fotografías 8 y 9) ilustran los resultados de la
rehabilitación de una casa de adobe también en el estado de Oaxaca. En ellas
se observa la calidad de los acabados que se pueden obtener con la tierra.
Los muros son de adobe, el repello de tierra y la pintura de cal.
Con tierra de color se pueden elaborar pinturas naturales las cuales pue-
den ser aplicadas tanto en muros repellados con cemento o con tierra. Con

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 169


la mezcla de tierra, agua y engrudo se obtiene una pintura ideal para interio-
res; si se utiliza en exteriores se puede agregar aceite de linaza o un sella-
dor. El costo de esta pintura es muy bajo y además no tiene ningún agente
químico contaminante.Estos son algunos ejemplos de los resultados que se

Fotografías 5 y 6. Casa de bahareque modificada


Fuente: Cortesía de Eco Constructores Oaxaca.

Fotografía 7. Casa
de bahareque en
San Sebastián
Tutla, Oaxaca.
Fuente: Cortesía de
Eco Constructores
Oaxaca.

170 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Fotografías 8 y 9. Antes y después de una rehabilitación de casa de adobe
Fuente: Cortesía de Eco Constructores Oaxaca.

pueden obtener al construir con tierra, desde la estructura hasta los acabados.
Queda en cada uno de nosotros elegir lo que nos convenga como individuos
y como habitantes del planeta Tierra.

Conclusiones
Al analizar los antecedentes de la construcción con tierra y la produc-
ción de la arquitectura en la comunidad serrana de San Miguel Cajonos
se concluye que es una opción viable para la producción de vivienda en
zonas rurales y en la periferia de las ciudades (sobre todo por la facilidad
de acceso a los materiales). Aunque también para las ciudades y en las
edificaciones hechas con materiales industriales puede usarse la tierra
(como pinturas de tierra de colores, acabados y elementos no estructurales
como muros divisorios).
Construir de esta manera no requiere de gran cantidad de energía ni de
recursos naturales si se utilizan de manera responsable. La emisión de gases
de efecto invernadero es mínima, comparado con la industria de la construc-
ción. Además el uso de la tierra representa un ahorro económico importante
pues no se necesita pagar el acarreo de materiales, ni su costo en algunos
casos. El ahorro se incrementa si se construye por el mismo propietario o
implementando la gozona, la ayuda mutua y el respeto a la Tierra, valores que
tenemos que aprender de los habitantes de San Miguel Cajonos.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 171


Este tipo de construcción tiene más ventajas para el beneficio del medio
ambiente y la salud. Si sabemos aprovecharlas, la calidad de vida de los usua-
rios mejoraría considerablemente. Por eso es urgente la implementación de
políticas públicas que contemplen e incentiven la construcción con tierra.

Fotografías 10 y 11. La pintura de tierra, una alternativa barata y libre de elementos


nocivos para la salud y el medio ambiente
Fuente: Lya D. Jiménez O.

Bibliografía

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rado el 23 noviembre 2014, de Revista Claves 21 website: http://cla-
ves21.com.ar/arquitectura-sustentable-mas-que-una-pancarta-verde/.
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vida en los pueblos indios (Primera edición). México: Consejo Nacional
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Valadez Rodríguez, A. (2006, diciembre 5). Monterrey, la zona industrial
más contaminada de México. La Jornada, Sección “Estados”.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 173


Capítulo 3

Nueva morfología territorial


y macro proyectos urbanos
Configuraciones metropolitanas:
palabras, problemas e instrumentos

Alicia Novick 1
Universidad Nacional General Sarmiento

Z
wischenstadt —término que se traduce como “entre ciudad” o between
city— es la noción que propone Thomas Sieverts para dar cuenta de
esos territorios ambiguos, que se extienden entre la ciudad y las zonas
rurales, donde como resultado de múltiples acciones individuales se enfrenta
un paisaje urbano disperso, que no forma parte de lo que imaginamos como
ciudad o como paisaje natural: “En ausencia de un término más apropiado de-
signaremos Zwischenstadt a esa estructura configurada de dominios, en los
cuales los usos, las construcciones y las topografías son muy heterogéneos,
se desarrollan sobre terrenos muy extendidos y presentan características a
la vez urbanas y rurales” (Sieverts, 2004:16). El autor remite así, en sentido
amplio, a las configuraciones territoriales europeas en las que se superponen
barrios de casas individuales, residuos de actividades agrarias, centros de
industria, comercio y ocio que se localizan lejos de las ciudades consolidadas
que, no obstante, están conectadas con ellas.
Esa acepción la aplica además a fenómenos de otras latitudes e ilustra su texto
con fotos alusivas de lotes de las periferias de la Ciudad de México, caseríos de
Ismir en Turquía, barrios e industrias que configuran los alrededores de Colonia,

1
Arquitecta, Doctora en Historia y Magister en Investigación Histórica, Máster en Urbanismo y Plani-
ficación Territorial (iu de París, París xii). Profesora e investigadora de la Universidad de Buenos Aires y
de la Universidad Nacional General Sarmiento donde es Directora del Doctorado de Estudios Urbanos.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 177


en Alemania, argumentando que se trata de manifestaciones diferentes en cada
continente, pero que presentan características comunes que requieren ser exa-
minadas en su especificidad. Según plantea, para considerarlas en programas
públicos, políticas sociales y/o de vivienda es necesario olvidar las cualidades
de la ciudad histórica que aún siguen muy presentes en las referencias mentales
de funcionarios, urbanistas y sociólogos. La centralidad, la mixidad social, los
valores de urbanidad y la densidad son tenidos en cuenta aunque, afirma, ya
no son útiles para comprender y actuar sobre esos nuevos paisajes desolados.
Ciertamente, la Zwischenstadt de Sieverts se suma a una línea de múltiples
denominaciones que, desde la década de 1990, intentaron caracterizar los
omprender y transformar ciertos oerritorios yos Aires, ndo nos referimos a
esos ni por das, la omprender y transformar ciertos heterogéneos espacios
que se fueron configurando más allá de las fronteras físicas y/o jurídico ad-
ministrativas de las ciudades, convirtiéndose en objeto de estudio y acción de
políticas urbanas como la Edge City (Garreau,1991), la “ciudad archipiélago”
(Viard, 1994) o la “metápolis” (Acher, 1995). Al mismo tiempo, la búsqueda
de nuevas denominaciones se conecta con una larga historia de léxicos que,
desde los más antiguos, como los arrabales o los suburbios, opusieron la ciu-
dad y lo que estaba afuera, dando cuenta además de profundos y crecientes
procesos de diferenciación social. Pues si la ciudad es desde el iluminismo una
metáfora de la sociedad que la habita, en ese marco de incesante formación
y reformulación de paisajes geográficos del capitalismo (Harvey, 1995), la
figuras del centro y de la periferia funcionan como imágenes contrapuestas.
En los intentos de respuesta a las interrogantes motivadas por la expansión
de la ciudad moderna—¿ciudad cerrada o extendida?, ¿vivienda pública como
herramienta de urbanización del suburbio o créditos que habilitan la vivienda
individual?— se gestan muchos de los dilemas constitutivos del debate ur-
banístico. Las tensiones entre la localización de la vivienda y el mercado de
suelos, entre la ciudad concentrada y la que se extiende con baja densidad,
entre las estrategias de los promotores inmobiliarios y los poderes públicos
que condicionan el territorio y al mismo tiempo libran tierras al mercado, son
algunos de los problemas que se fueron formulando y reformulando a lo largo

178 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


del tiempo. En estas líneas nos interesa contribuir a ese debate, considerando
en perspectiva histórica la dimensión territorial de los procesos de desigualdad,
segregación y pobreza urbana.
Las interrogantes que planteamos en este artículo son tributarias de dos
líneas de investigaciones concurrentes. Por un lado, en el marco de una inves-
tigación en curso sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires (ungs, 2014),
identificamos una serie de nuevas configuraciones de difícil clasificación,
que no eran contempladas por los instrumentos de planificación y gestión,
y que iban más allá de la oposición entre “villas miserias” y “urbanizaciones
cerradas”, pues mostraban un panorama heterogéneo y diverso, resultado
de mutaciones, desplazamientos y superposiciones. El relevamiento fue
planteando interrogantes que motivaron el estudio sobre los territorios y los
procesos, los actores y los factores intervinientes en su constitución. En ese
camino, retomamos los resultados empíricos y metodológicos de un trabajo
colectivo sobre las “palabras de la ciudad”, iniciado hace más de una década
y liderado por Christian Topalov (Topalov, Coudroy de Lille, Depaule, Marin,
2010; Topalov, Bresciani, Coudroy de Lille, Riviére d Arc, 2014). En el marco
de ese programa, investigadores de varios países examinamos las palabras
utilizadas para designar los “nuevos territorios urbanos” (Héléne Riviere
d´Arc, 2001), sobre las cuales volvemos ahora con interrogantes renovadas.
De un modo más ilustrativo que sistemático, estas notas plantean una
reflexión sobre la articulación entre las “cosas y las palabras”, en torno a las
palabras y nociones mediante las cuales los especialistas designaron las
configuraciones metropolitanas, los temas que visualizaron como problemas
y los instrumentos que desarrollaron para resolverlos en diferentes esce-
narios históricos. Indagar sobre términos e ideas, examinando la diversidad
de interpretaciones, tiene el objetivo de contribuir a la reflexión sobre la
emergencia de los nuevos territorios, las metodologías y herramientas con-
ceptuales y operativas de la gestión urbana. El léxico de referencia es profuso
y evidencia cambios de realidades y de perspectivas de análisis, pues la apa-
rición de otros términos o la reformulación de antiguas palabras bajo nuevas
acepciones marca generalmente el surgimiento de nuevas problemáticas. No

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 179


obstante, la secuencia no es lineal. Las transiciones son complejas y siempre
coexisten los nuevos y los viejos significados a los que cada ciudad les ad-
judica contenidos específicos, alimentados por las experiencias concretas.
El análisis que presentamos revisa discursos sobre el Área Metropolitana
de Buenos Aires en un amplio arco temporal que va desde fines del siglo xix
hasta comienzos del siglo xxi, que remiten a términos gestados en otras la-
titudes, pues las nociones y conceptos circulan, vehiculizados por expertos,
libros e imágenes, y son traducidos y reformulados en cada sitio. El texto está
organizado en cinco apartados, según criterios cronológico- problemáticos:
“El centro y el suburbio”, “La neutralidad del urbanismo”, “La ciudad y el cam-
po”, “Los léxicos de la globalización” y “Las incertidumbres del ‘entre ciudad’”.

1. El centro y el suburbio
A finales del siglo xix, los higienistas —con sus tratados sobre higiene pública—
fueron los primeros en plantear el suburbio como una alternativa habitacional
a la ciudad central. Esa apreciación se hizo de modo contradictorio pues, por
un lado, el suburbio de Buenos Aires —seguramente influido por los textos
y relatos de la comunidad británica— se asociaba con una imagen idílica, un
lugar de salud y vida sana donde estaban localizadas las residencias de recreo
de las clases altas. En contraste, los territorios de borde fueron asociados
crecientemente con lo negativo, como “amenazas continuas y terribles contra
la salubridad de las ciudades”, a ser eventualmente redimidos por la inter-
vención pública y la construcción de vivienda obrera. Lo cierto es que ambas
imágenes han coexistido a lo largo de la historia. En un primer momento, el
suburbio, que fue el lugar a la vez de la cura y la enfermedad física y social,
paulatinamente se fue constituyendo como un espacio contrapuesto al centro.
En su Curso de Higiene Pública, con el ilustrativo título de su manual, “Po-
licía de los suburbios”, Oscar Wilde mostraba las características negativas
de los arrabales localizados en las partes bajas de las ciudades, más allá de
los límites del municipio y de su población miserable, viciosa y corrompida,

180 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


que constituía una amenaza para la ciudad —y la sociedad— en su conjunto.2
Dichos sitios eran considerados, por lo tanto, como un ámbito adecuado para
una intervención pública en vivienda y equipamientos, que serviría también
para alejar a los pobres del centro. Una intensa red de relaciones apuntaba
a la complementariedad entre el centro y el suburbio: “Allí en los arrabales
se aglomera todo cuanto hay de malo, de inmundo, de miserable, de corrom-
pido y de mal sano. Allí va, podemos decir, la espuma de la ciudad, lo que
arrojan sus calles centrales, lo que rechazan sus casas lujosas y decentes,
tanto en materia de industrias, de profesiones, de medios de ganar la vida,
como establecimientos de perversión y de insalubridad” .El relato aludía a la
solidaridad que existe entre el centro y el suburbio, pues los desperdicios de
las calles centrales inevitablemente retornan a ellas: “mandando sus produc-
tos dañosos por la atmósfera, como si los suburbios quisieran vengarse del
abandono arrojando en las ventanas de las ricas habitaciones el mal olor de
la peste” (Wilde, 1877: 266). Se replicaba así la peligrosa cartografía de las
epidemias, que mostraba que la peste, al igual que las enfermedades sociales
de los pobres, afectaban a la ciudad y a la sociedad en su conjunto: “No hay
propiamente un barrio exento de enfermedades infecciosas (...) la epidemia
de cólera muestra una faja negra circundando por todos lados el Municipio; la
difteria alcanza su mayor magnitud en ‘el verdadero centro urbano’, en tanto
la viruela forma una faja intermediaria entre este centro y la circunvalación
hecha en la última epidemia de cólera” (Memoria, 1887:102).
Una vez caracterizada la amenaza se propone una acción pública que opere,
a su vez, como una poderosa herramienta de valorización inmobiliaria.3 Por
2
En los términos de Wilde, los “suburbios” o “arrabales” se localizaban en “las partes bajas de las ciudades”,
“las que tocan los límites del municipio”, “las cercanas a las murallas”. Las imágenes utilizadas intentaban
golpear al lector: “allí viven los animales confundidos con los hombres”, “se come y se bebe en medio de
la suciedad y la miseria”, “su aspecto es grotesco y repugnante”. La clave de esta situación deplorable se
suscita por la población que vive en ella: “los suburbios son el “refugio de los bandidos, de los ladrones, de las
mujeres de la mala vida”, son “la madriguera de los vicios y de la incuria”. Sus “miserables consumidores” se
surten en los mercados de “pescado averiado”, “fruta podrida”, “verduras fermentadas”. (Wilde, 1877: 267).
3
”A donde quiera que se erija un edificio importante, especialmente en los barrios excéntricos de
la ciudad donde las casas de inquilinato han de fijarse con preferencia, el terreno de cincunvección
aumenta mucho en su valor y la contribución directa impuesta sobre esos terrenos ha de producir sin
duda sumas mucho mayores que las que ahora se perciben en razón de las bajas evaluaciones que son
las consecuencia del presente abandono de aquellos barrios”. (Wilde, 1877:270).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 181


un lado, “la localización de inquilinatos destinados a ‘la gente industriosa’, que
debería localizarse en esos (...) barrios menos edificados (...) donde la atmós-
fera es más oxigenada y hay menos elementos de inmoralidad y perversión”.
Años más tarde, al calor de los debates sobre la localización de la vivienda,
algunas voces radicalizadas se opusieron a esa estrategia: “construir casas
para obreros (...) es crear barrios obreros (...) una fatalidad amenazante: la for-
mación de una masa proletaria estable, densa, nido de rebeliones y amenaza
de conflictos” (Franco, 1912: 172). Esa voz discordante de los reformadores
del Museo Social Argentino apunta también a limitar la expansión urbana y
sus peligros potenciales: “la idea corriente es que para resolver definitiva-
mente el problema de la vivienda es necesario localizar a los trabajadores en
las afueras de la ciudad (...). Esta razón económica de aparente importancia
relega a segundo plano una cuestión social que es a todas luces primordial”
(Franco, 1912: 172). No obstante, esta hipótesis quedará soslayada por la
tendencia dominante a ocupar los barrios alejados dentro de la ciudad, debido
a las evidentes exigencias del mercado inmobiliario.
En esa transición, que va desde la “cuestión social a los problemas urbanos”
tuvo un rol determinante, una constelación de reformadores que actuó hasta
el fin de la Primera Guerra Mundial con relación a dos órdenes de cuestiones
que ilustran los discursos analizados. En primer lugar, para los especialistas
el “suburbio”, “los arrabales” o el “barrio suburbano” son un espejo de las ideas
sobre la ciudad y la sociedad: un lugar de condensación de problemas y un labo-
ratorio para imaginar soluciones. En un primer momento, los arrabales tuvieron
alternativamente connotaciones positivas y negativas. Esos nuevos barrios
excéntricos se contraponían al antiguo municipio, a pesar de la solidaridad entre
el centro y los suburbios, reclamada tempranamente por los higienistas. En
segundo lugar, las oposiciones “ciudad consolidada-gente decente” y “suburbio
obrero-maleantes y delincuentes” remitían también a su complementariedad.
Es por eso que se presenta como un espacio para la intervención pública, sede
de los equipamientos y la vivienda obrera, como un modo de resolver problemas
sociales y de acondicionar ese enclave diferenciado y complementario que
resolvería ilusoriamente las tensiones entre la integración y la segregación.

182 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


La concepción de una ciudad cerrada ya era arcaica y, más allá de las ten-
siones que resultaban de la consideración de los suburbios, la idea de la
expansión de las ciudades fue adquiriendo consenso entre reformadores,
especialistas y funcionarios. Paulatinamente, la inscripción de la ciudad en
la región y el estudio de la aglomeración contribuyeron a crear una nueva
representación de la ciudad y del territorio.

2. La neutralidad del urbanismo


El peligro de la expansión de la conurbación era criticado por la metáfora poética
de las “ciudades tentaculares” de Emile Verhaeren (1895), que las presentaba
como los excitantes espacios de la modernidad y como peligrosos pulpos que
fagocitan y vacían los hogares y la vida rural. Esa imagen es reformulada en el
léxico de los especialistas que traducen el dramatismo de la metáfora mediante
palabras neutras como ensanches, extrarradios, áreas metropolitanas, que
desplazan las imágenes de la miseria hacia cuestiones de orden y racionalidad.
En 1909 la aproximación técnica “aglomeración” fue planteada por Meuriot
con connotaciones estadísticas. Sus estudios trataban de componer una
suerte de región con las ciudades y las localidades vecinas, cuyos habitantes
participaban de las actividades de la ciudad. En consonancia con la noción de
“conurbación”, propuesta por Patrick Geddes, estas caracterizaciones tenían
como objetivo mensurar y comparar, a los efectos de analizar los procesos de
ocupación del territorio. La dispersión territorial se relacionaba con la capa-
cidad de estructurar el territorio, propia de las unidades humanas colectivas
de menor escala como la garden city, que en ese momento se visualizaba
como alternativa comunitaria a la gran ciudad. También en esa clave términos
como “ensanche” o “extrarradio”, acuñados en España, apuntaban a lograr una
percepción unitaria e indiferenciada de las nuevas y heterogéneas periferias
de las ciudades. La neutralidad de ese lenguaje erudito –sobre las huellas
del proyecto lingüístico de Cedrá, de cuño decimonónico– fue anulando los
lenguajes de la diferenciación. Ya no se trata de suburbios miserables, pobres
o peligrosos, sino de un área geográfica de la expansión urbana sobre la que
es preciso intervenir (Coudroy de Lille, 2001).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 183


Esos desplazamientos se encuentran también en el discurso de un urba-
nista argentino, formado en Francia, que promovió desde 1920 la necesidad
de trazar un plan regulador para Buenos Aires (Novick & Caride, 2001). En
efecto, Carlos María Della Paolera retomó la argumentación inaugurada por
los higienistas asociando los barrios suburbanos y su población –en particular
el área externa a la capital– en tanto peligro higiénico y social.
Su primera operación consistió en mostrar que las “comunas suburbanas”,
esos “partidos limítrofes” no eran “formaciones aisladas e independientes”,
sino ”parásitos”, “tentáculos”, “satélites”, en definitiva “parte de la ciudad
misma”. La “aglomeración bonaerense” reinterpreta la solidaridad del centro
y los suburbios planteada durante el siglo anterior. Su desarrollo discursivo
apunta a mostrar el horror de esas extensas “barriadas exteriores” a las que se
aplicó la palabra “cau-chemar” (pesadilla), “que utilizaría tan exactamente Le
Corbusier”. La argumentación decimonónica persiste en las denominaciones
que delatan el peligro en cierne de las “zonas desheredadas”, “amenazadas
por el grave estado sanitario”, “polvareda arcillosa del verano”, “mar en los in-
viernos lluviosos”, “terrenos bajos e inundables”, “poblaciones lacustres”. Pero
su solución no se restringió al saneamiento, a la provisión de equipamientos
o la normativa, tal como lo planteaban los higienistas, sino que legitimaba
así la necesidad de efectuar un trabajo metódico de diagnóstico a cargo de
técnicos a los efectos de formular un Plan Regulador. “La ausencia total de
un plan de extensión metódica de la Capital Federal puede ser la causa de un
peligro constante para el devenir de la aglomeración amenazada por el grave
estado sanitario de las zonas desheredadas que la circundan. (...) la forma
más eficaz de hacer propaganda en favor de la realización del plan regulador
de la aglomeración bonaerense es proyectar en los grandes cinematógrafos
centrales una serie de cintas tomadas en esos barrios malsanos y fangosos,
que no conocen ni el verde de los yuyos y en los que en medio de densas
humaredas se albergan, en tolderías de lata y materiales viejos, grandes
colmenas humanas instaladas en las puertas mismas de la Capital” (Della
Paolera, 1927a). Su segunda operación consistió en reformular las dimen-
siones sanitarias y sociales del problema suburbano, poniendo énfasis en “el

184 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


desorden”, “el caos”, “el desarrollo incontrolado” o “vertiginoso y caótico”, “la
improvisación”, “la desorganización integral”, una “cintura de construcciones
que se extiende sin soluciones de continuidad ni principios directores en
los trazados”. “Estos sitios ‘extramuros administrativos’ (…) constituyen un
dominio abandonado que se edifica sin planos ni reglamentos, bajo la férula
absoluta de la especulación sobre la tierra (...) La población obrera se des-
parramó irregularmente en los barrios apartados” (Della Paolera, 1927b).
A esa falta de orden le opone la “organización”, la “regulación”, la “sensatez
administrativa”, la “respuesta de orden general y válida” que otorgaría un
“plan orgánico y científico que encause las energías divagantes que reinan
con absolutismo en el desarrollo de nuestra metrópolis”.
Las nuevas ópticas del urbanismo, al igual que las del higienismo, recurren
a imágenes negativas que evocan el peligro. Pero los problemas higiénicos
y sociales se traducen en esta instancia en términos de “desorden”, en co-
rrespondencia con los instrumentos técnicos requeridos para el control de
la extensión de la ciudad, con soluciones técnicas que se presentaban como
universales. Ensanche, extraradio, aglomeración bonaerense —en su corres-
pondencia con la solución del Plan— operan también como herramientas de
legitimación de un grupo de especialistas que pretende constituir la ciudad
en su objeto de estudio y acción.
Las “aventuras de las palabras” que designan esos bordes de la urbanización
varían según los países, y algunas de ellas viajan y son traducidas instalán-
dose en el léxico de los especialistas. En particular la expansión urbana y la
incertidumbre de las delimitaciones entre el campo y la ciudad dieron lugar,
en los años cuarenta en el medio anglosajón, a la noción de “periurbano”.

3. Entre la ciudad y el campo


En Inglaterra, ciudad y campo fueron planteados como dimensiones cons-
titutivas del problema de la planificación. Se designaba así a los territorios
que se extendían más allá de la urbanización continua, esos “espacios de in-
terpenetración de la ciudad y el campo, caracterizados por la importancia de
las migraciones cotidianas de trabajo hacia la ciudad y por el desarrollo en las

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 185


periferias del hábitat de casas individuales de la clases medias“ (Jean, 1995)
que fuera reinterpretado más tarde en Francia como “un espacio periférico
en situación de discontinuidad con relación a la aglomeración urbana” (Levy y
Lussault: 706). El termino rur-ubanisation, tardíamente introducido en Francia
(Bauet y Roux, 1976) según el cual las visiones del periurbano se construyen
de modo irradiante desde el centro hacia la periferia, muestra que “Implícita-
mente la ciudad está en el corazón de los planificadores. Hay una relación de
desigualdad en relación a lo que ‘no es ciudad’. Todo lo que es periurbano está,
en cierto modo, devaluado” (Chaline, 1993). En esos años se presenta también
una serie de designaciones: fringe, suburbs, pseudo suburbs, satellites y pseudo
satellites que trataban de identificar las lógicas que gobiernan la urbanización
de la periferia analizadas por Thomas en 1974 y revisitadas por Nick Oatley.
Thomas ponía de manifiesto la confusión terminológica, agravada por el tipo
y escala de urbanizaciones marginales que difieren en sus características.
Contribuyendo a ese debate y tratando de caracterizar nuevas configura-
ciones, en 1961 Gottmann propuso el término “megalópolis” a los efectos
de describir la aparición de una región metropolitana polinuclear en varias
ciudades de Estados Unidos, como Nueva York o San Francisco. Se trata
de la emergencia de dominios urbanos gobernados por otras lógicas de
localización, no continuas. Se planteaba la emergencia de una región que
concentraba población, equipamientos industriales, comerciales, financieros y
culturales, conformada por ciudades centrales que se rodean de multiplicidad
de suburbios en los que se superponen usos de suelo urbanos y rurales. Esta
concepción encontró eco en el concepto de “ciudad región”, establecido por
Giancarlo de Carlo, entre otros autores europeos que la adoptaron.
Es preciso inscribir estos nuevos términos en el clima de las iniciativas de
planificación de la segunda posguerra, que apuntaban a evitar la ocupación
de los territorios productivos vinculados al abastecimiento de alimentos
mediante cinturones verdes, sistemas de ciudades nuevas y/o polos de de-
sarrollo capaces de reorganizar los territorios a escala nacional. Estos eran
algunos de los temas problema que los grandes planes regionales intentaban
controlar mediante la planificación del uso del suelo y la zonificación, que

186 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


permitía diferenciar unidades de planeamiento. Sobre ese esquema genéri-
co se dibujan las infraestructuras y el emplazamiento de los equipamientos
regionales, las zonas de preservación rural y promoción forestal junto con
un sistema jerarquizado de centros, capaz de estructurar el espacio metro-
politano. Por detrás de esos esquemas abstractos, signados por las miradas
críticas acerca de la ocupación y el crecimiento desordenado, está presente el
modelo de una ciudad que se contrapone a la existente, donde las manzanas y
parcelas se sustituyen por volúmenes de habitación, donde la superposición
entre residencia, comercio e industria se sistematiza en una estrategia de
reversión de las tendencias de la ocupación y el crecimiento desordenado.
Las nuevas formas urbanas, como la del monoblock o las barras, con sus
variantes conceptuales y proyectuales, eran consensuadas por los especia-
listas y los funcionarios que tenían a su cargo la responsabilidad de asegurar
la vivienda, las infraestructuras y los servicios como derechos universales.
Esos proyectos “modernistas” suscitaron no poca discusión. Pero, el fracaso
de los conjuntos habitacionales y la expansión de las periferias degradadas
no podían atribuirse solamente a las fallidas respuestas al problema de la
vivienda del ciclo de posguerra, pues es necesario trascender la esfera de
la arquitectura y considerar los límites del desarrollo de un proyecto a la
vez político y técnico, fundado en ilusorias certezas acerca del devenir, con
el auspicioso telón de fondo del desarrollo económico y el pleno empleo
propios de los gloriosos treinta años de la posguerra. Como ya sabemos,
esas certezas y esas ilusiones se fueron diluyendo junto con las figuras del
técnico y la imagen del plan.
Desde fines de los años sesenta, el cambio de tendencias que caracterizó
el nuevo ciclo de la ciudad “posindustrial” cuestionó las bases más profundas
del ideario planificador. El freno del crecimiento, las transformaciones pro-
ductivas por un lado, la movilización política desde el marxismo y la teoría
de la dependencia y las nuevas ideas sobre el ambiente pusieron en crisis
el planeamiento de esos años de posguerra. Al calor de los debates de la
teoría de la dependencia y las perspectivas críticas de la sociología francesa
y el marxismo, en América Latina fueron dominantes. Tal como lo planteara

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 187


Hiernaux, la noción de periferia también se resignifica, pues América Latina
ya es periferia de un centro, y a su vez las ciudades se vinculan con sus pro-
pias periferias, remitiendo a situaciones de desigualdad. En ese contexto
se gestan las denominaciones que oponían la “ciudad legal” con la “ciudad
ilegal”. El tema fue indudablemente un problema de políticas públicas desde
mediados del siglo pasado (Ballent y Liernur, 2014), pero en esta instancia ya
no se trataba solo de la oposición centro-periferia pues ese hábitat precario
estaba también situado en los intersticios de la ciudad consolidada.

4. Las palabras de la globalización


En otra esfera de reflexiones, sobre la base de los antecedentes de quienes
venían reflexionando sobre las características de esas nuevas urbanizaciones,
una multiplicidad de términos intentó caracterizar el nuevo paisaje territorial
de concentración de empleos, industrias y otras actividades que asumen una
cierta autonomía en su desarrollo. El fenómeno “exurbano” fue propuesto en
términos de edge city por Garreau con el fin de definir las nuevas aglomeracio-
nes de Estados Unidos. “Se trata de enormes comunidades, semiautonómas,
ricas en empleos, equipadas y comunicadas por rutas y que surgen en los
márgenes del tejido urbano, donde no existían más que barrios residenciales
y terrenos baldíos. Estas nuevas ciudades se caracterizan por crear nuevos
empleos que logran descentralizar las actividades de la ciudad central”. Con
una caracterización similar, Robert Fischman propuso el término “tecnoburbio”
(1977), Hall y Castells (1994) se refieren a la “tecnópolis”, Indovina se refiere
a una “ciudad difusa” respecto a los núcleos dispersos que signan el territorio
del norte de Italia. Soja propone por su parte la noción “exópolis” (la ciudad de
afuera) para referirse irónicamente a su cualidad urbana de “no ciudad”: “…
una reestructuración radical de la forma urbana y del lenguaje convencional
que sirve para describir las ciudades (…) la forma urbana o la organización
espacial de la ciudad posmoderna se distingue de manera significativa de la
ciudad del periodo moderno, típicamente centralizado por líneas concéntricas
y sectores especializados (…) Ella se distingue también de la ciudad del fin del
periodo moderno, de esa metrópolis más heterogénea repartida alrededor

188 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


de un sector de negocios dominante, con barrios de pobres, de obreros, y
barrios dormitorios habitados por las clases medias, que se extienden hasta
la “exurbia” (Soja, 1996:111). Según este autor, esta nueva ciudad, diferente
de la premoderna y de la moderna, establece una nueva red de relaciones
entre el centro y la periferia. Por detrás de estas nociones e interpretaciones
subyace un análisis de factores económicos, sociales políticos y culturales
que puede generalizarse al mundo occidental.
En Argentina, empiezan a discutirse las características del nuevo sistema
urbano a escala internacional y su impacto territorial a la par de los debates
que abre la “Ciudad Global” de Saskia Saasen, que plantea la hipótesis de la
existencia de una red de ciudades principales —según su capacidad de cen-
tralización y gestión de las operaciones financieras— así como de un modo de
desarrollo “informacional”, en términos de Manuel Castells. Años después
de redactar el prólogo a la edición argentina del libro de Sassen, bajo el telón de
fondo de las privatizaciones argentinas de los años noventa y en vísperas
de la crisis del 2001, Pablo Ciccolella e Iliana Mignaqui (1999) pusieron de
manifiesto los procesos en curso en el caso de Buenos Aires, señalando que si
bien existe un fuerte vínculo financiero e informativo con el mercado global, este
se apoya fundamentalmente en los llamados servicios banales (de consumo),
con efectos de polarización y desigualdad socio-territorial. La investigación
latinoamericana ha intentado limitar los referentes teóricos e interpretativos
a la literatura proveniente de países desarrollados, con particular cuidado en
identificar lo que está en juego en cada sitio en relación, considerando “a los efec-
tos espacial y socialmente fragmentadores de la globalización” (Duhau, 2000).
De igual modo, la jerarquización a veces excesiva de la relación entre fuerzas
macroeconómicas y resultados urbanos ha dado lugar a trabajos encaminados
a dilucidar qué de global tienen las ciudades objeto de estudio en relación con el
sistema internacional y el lugar que ocupan dentro de la red planetaria (ranking
de ciudades), soslayando otros aspectos no menos importantes.
Un amplio conjunto de los trabajos de y sobre la Región Metropolitana
(Vecslir, 2010) ponen de manifiesto una serie de nuevas configuraciones

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 189


territoriales que resulta de una lógica inmobiliaria y del mercado de suelo, que
remiten a procesos de valorización territorial selectiva con el consiguiente
incremento de la fragmentación territorial y segregación social. En primer
lugar, las transformaciones en la movilidad de la población en relación con
la oferta de transporte público metropolitano, el rediseño de la red viaria
arterial, construcción de nuevas autopistas y remodelación y ampliación
de las existentes, así como los sistemas portuarios y aeroportuarios de la
región, dan cuenta de las nuevas din “cartografia de lana suerte de uerte de
titervenciones de onfiguraciones de Saskia Saasen, que plantea la hiprios
dormitorios hámicas”. En relación, en segundo lugar, con la reestructuración
de la centralidad metropolitana mediante intervenciones en viejos y nuevos
centros, y en relación, además, con los grandes equipamientos de la gestión
empresarial, el consumo y el ocio. Asimismo, en tercer lugar, se presentan las
tipologías residenciales emergentes de las élites (urbanizaciones cerradas,
clubes de campo, ciudades privadas y torres), paralelamente a la consolidación
de villas y la expansión de los asentamientos informales.
Es ilustrativo mencionar que, en el año 2000, las urbanizaciones cerra-
das ocupaban en torno a Buenos Aires una superficie de 300 kilómetros
cuadrados, es decir, una vez y media la superficie de la ciudad. En ese lapso,
según el INDEC en la ciudad y su región la población con necesidades básicas
insatisfechas pasó del 30 al 52 por ciento.

5. Las incertidumbres de la entre ciudad


En las tareas de relevamiento territorial y revisión bibliográfica de trabajos
recientes que estamos llevando a cabo (ungs, 2014; Catenazzi, Novick,
Cañellas, Colella, 2014) hemos identificado un conjunto de trabajos y de fe-
nómenos que plantean interrogantes renovados: el conjunto de mapas de las
“nuevas centralidades” (Vecslir & Cicolella, 2009, 2012), tesis (Del Río, 2012)
e investigaciones que dan cuenta de las localizaciones de las villas, asenta-
mientos, barrios cerrados y los nuevos programas públicos habitacionales,
tales como el Plan Federal de Viviendas (2004), el Plan procerar (2012)
y las tres versiones del promeba (2004, 2008 y 2012). A ese panorama, es

190 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


preciso agregar los territorios de las riberas del Río de la Plata y sus cuencas,
fuente de movilizaciones y conflictos sociales y ambientales (Merlinky, 2014)
donde se superponen los modos de ocupación así como los bordes más difu-
sos, producto de la geografía irregular de los nuevos asentamientos y de los
conjuntos de vivienda pública localizados en parajes aislados. Examinando
las dinámicas de los procesos de constitución, es posible visualizar los des-
plazamientos –las operaciones inmobiliarias y las intervenciones públicas
de nueva generación van ocupando los lotes de lo que eran urbanizaciones
populares–, las mutaciones en la ocupación del espacio y las superposiciones
entre antiguos y nuevos modos de habitar (Colella, 2014). Asimismo, al cambiar
la escala –recuperando los resultados de los estudios de caso de los antropó-
logos y sociólogos– en los intersticios de la ciudad construida se visualizan
los sectores de hábitat precario, los hoteles, pensiones y casas tomadas.
Los nuevos y largos itinerarios de viaje, los mercados de las estaciones, los
espacios resultantes de prácticas cotidianas se suman a las evidencias. Está
claro que las oposiciones tradicionales entre ciudad consolidada y periferia
han ido perdiendo definitivamente validez.
Es en ese punto donde cabe retomar las propuestas de Sieverts, que pro-
cura aportar inteligibilidad a esos “espacios sin nombre y sin expresión”, que
están afuera de la ciudad –pero también adentro, agregamos– poniendo en
crisis las cualidades de la ciudad tradicional. La centralidad, la mixidad social,
los valores de urbanidad y densidad ya no son útiles, afirma, para enfrentar
esos nuevos paisajes desolados, de adentro y de afuera de las ciudades. Las
ciudades tradicionales –suponiendo que en algún momento hayan existido
como tales, agregamos nosotros– ya no son un modelo a seguir. Todas las
tentativas por recuperar la imagen y la estructura de la ciudad histórica
europea están condenadas al fracaso, pues sus configuraciones resultan de
procesos y condiciones muy diferentes.
El problema es que muchas nociones conservan su vigencia y operan
como referencias desde lo estético y desde lo ético. La urbanidad, por
ejemplo, remite a formas de vida social y cultural que se atribuyen a ciertos
espacios públicos y que, en general, se vinculan con los comportamientos

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 191


de una burguesía iluminada y se instituyen como clises de las cualidades de
la vida urbana. De igual modo, cabe razonar sobre las centralidades, pues
la pluralidad y heterogeneidad de los centros existentes ponen en crisis la
propia idea de lugares centrales y jerarquizados a pesar de las múltiples
iniciativas que se proponen recuperarlos. ¿Qué centros y para quiénes?,
cabe interrogarse en un marco de procesos de dispersión de actividades.
La urbanidad y la centralidad se vinculan con ”la densidad”, otra de las cua-
lidades ponderadas de la ciudad compacta que se diluyen en las periferias
extendidas resultantes de planes de vivienda pública con coeficientes sin-
gulares de ocupación de los suelos. De igual modo, es casi inútil insistir sobre
las potencialidades de la “mixidad social”, que se asocia con una ciudad no
segregada donde coexisten e interactúan los diferentes grupos sociales. Es
evidente que urbanidad, centralidad, densidad y mixidad social han dejado
de ser términos válidos de referencia.
¿Cómo estudiar, entonces, la “entre ciudad”? Según nuestra perspectiva, el
camino complejo y poco lineal recorrido por el planeamiento en sus diferentes
etapas evidencia la inutilidad de razonar en términos de oposiciones, pues la
complejidad de los problemas requiere de perspectivas múltiples.
Por un lado, esas nuevas configuraciones territoriales obligan a superar
los esquemas polares de las investigaciones que oponen estudios de caso
y estudios generales explicativos, lógicas estructurales y estrategias de ac-
tores, aproximaciones cuantitativas y cualitativas, foco en las perspectivas
sociales o económicas versus análisis espaciales, pues se requiere de una
reflexión que tenga en cuenta simultáneamente una multiplicidad de escalas
y enfoques. Por otro lado, se requiere de los saberes y las metodologías de las
variedad de disciplinas que confluyen en el campo de los estudios urbanos.
Más que en cada enfoque en particular, el desafío se plantea en cuanto a la
integración de las diferentes perspectivas analíticas. Es preciso, por cierto,
rescatar la fuerza de las matrices disciplinares de la economía, la sociología
y la antropología, la ciencia política, la geografía o la arquitectura que cons-
truyen sus propias objetos. Eso no es necesariamente negativo. El problema

192 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


es que las miradas particulares no siempre se articulan y es necesario, por lo
tanto, promover e intensificar los diálogos y las conversaciones.
En este contexto rescatamos la relevancia del aporte de las lecturas terri-
toriales propias del urbanismo. Muchos estudios soslayan la especificidad del
espacio construido y persiste una caracterización que consiste en reducirlo a
una mera manifestación de fenómenos que se juegan en otras esferas y no en la
interacción con él. El “espacialismo” tuvo y tiene graves limitaciones, no obstante
es fuente de valiosos interrogantes sobre la constitución del territorio a ser
respondidos mediante múltiples saberes y metodologías. Se trata de conocer
al mismo tiempo las modalidades de ocupación y sus disposiciones, los tipos
de tejido y las formas y las normas que los regulan sin soslayar la pregunta
sobre quiénes y cómo los ocupan según otro tipo de mapa, el de los actores
en acción. Se trata de un procedimiento metodológico y también conceptual
pues si el territorio es a la vez un objeto material y una construcción social,
es necesario examinar lo que estuvo y está en juego en ambas dimensiones.
El análisis de los espacios difusos que se gestan dentro y en torno de las
ciudades, sede de ocupaciones del suelo de muy diferente naturaleza, donde
se superponen el hábitat precario, las urbanizaciones cerradas y los equipa-
mientos de nueva generación creando una multiplicidad de incertidumbres
plantea numerosas preguntas aún sin respuesta. El análisis de las formas
materiales es una de las entradas posibles. Sieverts, autor con quien iniciamos
este texto, plantea al respecto un programa de trabajo. Propone recuperar
fundamentos teóricos, considerar el rol que le cabe a las imágenes mentales
de los habitantes y a sus formas de percepción y valorización del territorio
y sus espacios domésticos. Se trata de volver visibles algunos elementos
invisibles, revertir espacios negativos en valores positivos, articulando los
elementos que se presentan aislados. Desde esta perspectiva, lo que está
en juego es la emergencia de nuevas modalidades de pensar el proyecto y la
planificación regional en espacios y tiempos signados por la incertidumbre.
Todo esto implica, repitiéndolo a modo de conclusión, realizar una “acción
paralela”, implicarse activamente en las políticas de la ciudad vis-à-vis de
la desigualdad social creciente que atraviesan las nuevas configuraciones

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 193


territoriales, al tiempo que se desarrollan de modo profesional nuevos mé-
todos de diagnostico. (Sieverts, 2004).
¿Es pertinente, entonces, recurrir a la designación “entre ciudad”? En
todo caso, la noción invita a revisar los procesos territoriales, los actores y
factores subyacentes así como la historia de las denominaciones para dife-
renciar entre nuevas y viejas configuraciones. La lectura de Sieverts con su
perspectiva innovadora permite sumar ítems a la agenda académica, aunque
no es seguro que su experiencia en el Escher Park sea útil in toto para pensar
y operar sobre las transformaciones urbanas en América Latina.

Reflexiones
En las vísperas de 1930, las crónicas periodísticas caracterizaban con cierto
dramatismo la realidad de la aglomeración de Buenos Aires. El “peligro cons-
tante” en las puertas mismas de la ciudad capital aludía a la amenaza de las
enfermedades, pero sobre todo a las revueltas sociales y a la delincuencia de
quienes vivían en los barrios extramuros y que solo podría resolverse median-
te un plan regulador metódico y razonado. Más allá de las similitudes que se
pueden encontrar entre las visiones apocalípticas de ayer y de hoy, no caben
los anacronismos. Hasta 1970, la multiplicidad de los problemas sociales y
espaciales metropolitanos se planteaba en correspondencia con las figuras del
técnico y del plan. A pesar de las restricciones del perfil del planificador o de la
factibilidad de sus propuestas, operaban como un proyecto de futuro en el que
parecía posible la resolución de todos los desajustes. Esas ilusorias certezas
se fueron diluyendo junto con los cuestionamientos acerca de las herramientas
conceptuales y operativas del planeamiento. A finales del siglo xx, las metáforas
de la ciudad “archipiélago”, “collage”, “difusa”, plasmaron algunos de los intentos
por caracterizar las configuraciones de nueva generación propias de las áreas
metropolitanas. En cierto modo, a la continuidad de la ciudad tradicional se
contrapusieron los archipiélagos de la fragmentación, a la ciudad integrada del
estado de bienestar se contrapuso la ciudad segregada del neo-liberalismo
—y también la del neo-desarrollismo—. Es indiscutible el contraste entre
las barriadas de los planes sociales y las crónicas policiales y las ciudades

194 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


centrales que se renuevan con productos inmobiliarios. No obstante, marcar
las diferencias entre la ciudad tradicional y los suburbios desestructurados
o singulares resulta hoy a todas luces insuficiente. En esa caracterización se
continúa recurriendo a nociones de “urbanidad”, “centralidad” y “mixidad so-
cial”, propias de una ciudad tradicional que ha perdido protagonismo frente a
otras formas de habitar. La ecuación de pares polares soslaya la complejidad
de una realidad urbana y social que requiere de nuevas lecturas. En el siglo
xxi, la mayor parte de la humanidad vive en suburbios desestructurados, sin
equipamientos, dentro de muy cambiantes relaciones campo-ciudad. En ese
marco, parte del desafío reside en construir capacidades para leer las nuevas
formas del territorio en momentos signados por la incertidumbre.
Una larga historia de palabras, configuraciones, problemas e instrumentos
pueda, tal vez, dar cuenta de una preocupación de larga data por compren-
der las desigualdades sociales y urbanas en su dimensión territorial. En esa
orientación, estas deben ser leídas como notas preliminares para discutir en
el marco de una investigación que comienza.

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Transformaciones urbanas y
representaciones sociales de la ciudad
en el Área Metropolitana de Buenos
Aires de las últimas décadas

María Cristina Cravino

Introducción

E
l Área Metropolitana de Buenos Aires, (amba), comprende la ciudad
de Buenos Aires —capital de la República— y 24 municipios que la
rodean. Este aglomerado urbano albergaba en 2010 una población
de casi 13 millones de personas (la ciudad capital aportaba 2 891 082 y los
24 municipios 9 910 282). Desde el punto de vista político administrativo, la
ciudad de Buenos Aires es autónoma desde 1996 y tiene un estatus similar
al de una provincia, mientras que los municipios del Conurbano Bonaerense
pertenecen a la provincia de Buenos Aires, que cuenta con un total 134
municipios. La ciudad de Buenos Aires funciona como el centro de la región
y allí afluyen diariamente más de un millón de habitantes del Conurbano a
trabajar, estudiar o realizar otras actividades, aunque es posible detectar
otras centralidades, algunas incluso por fuera del área.
Buenos Aires, como área metropolitana, asienta a un tercio de la población
del país. Se conformó siguiendo la extensión del ferrocarril desde el centro a la
periferia, proceso que se finalizó en la década de los sesenta (Scobie, 1977). A
partir de finales de la citada década, por medio de la construcción de autopistas,
lentamente el transporte automotor, cobró más peso y generó también otra
forma radial superpuesta. Mientras tanto, los autobuses (conocidos como

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 199


“colectivos”) unían las zonas intersticiales. La urbanización acompañó la ex-
tensión de los medios de transporte colectivos (que durante muchas décadas
estuvieron subsidiados) y los sectores populares se fueron ubicando en la
periferia por medio de la compra de lotes en cuotas accesibles a los salarios
de los trabajadores. De manera mayoritaria obtuvieron sus viviendas mediante
la autoconstrucción, en tanto que algunos grupos de asalariados lo hicieron a
través de fondos de crédito blando (Clichevsky, 1975).
Nos interesa aquí, entonces, analizar las percepciones que tienen los ha-
bitantes del área conocida como amba en un contexto de una ciudad que
presenta mayores contrastes urbanos, modernización de algunas zonas
y relegamiento de otras.1 Con este fin, abordaremos cuatro ejes: el barrio como
vivencia del pasado, el barrio en que habitan, las representaciones del área metro-
politana y de la seguridad en la ciudad en relación con los espacios metropolitanos.

Percepciones actuales del barrio en el AMBA


El barrio, aun con sus límites ambiguos y sus heterogeneidades internas, es
un locus central para la percepción de la ciudad, y en particular de la del lugar
que ocupa el habitante en el conjunto de la ciudad, partiendo de aprehenderla
como un sistema de jerarquías urbanas, que incluyen aspectos simbólicos.
Siguiendo a Mayol (2000), este espacio se caracteriza por su cualidad de
interfase entre dos ámbitos concebidos como opuestos. En sus palabras:

El barrio aparece como el dominio en el cual la relación espacio/tiempo


es la más favorable para un usuario que ahí se desplaza a pie a partir de su
hábitat. Por consiguiente, es ese trozo de ciudad que atraviesa un límite
que distingue el espacio privado del espacio público: es lo que resulta de
un andar, de una sucesión de pasos sobre una calle, poco a poco expresada
por su vínculo orgánico con la vivienda (p. 9) (el subrayado es nuestro).

1
A partir de 80 entrevistas a habitantes de distintas tipologías habitacionales (1. asentamientos
informales; 2. barrios cerrados; 3. barrios de clase media; 4. conjuntos de vivienda de interés social; 5.
barrios de sectores populares con tenencia en propiedad del suelo) del amba (Ciudad de Buenos Aires
y del Conurbano Bonaerense).

200 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Constituye así un microcosmos más aprehensible que el conjunto de la
ciudad. Es decir:
Frente al conjunto de la ciudad, atiborrada de códigos que el usuario
no domina pero que debe asimilar para poder vivir en ella, frente a una
configuración de lugares, impuestos por el urbanismo, frente a desnivela-
ciones sociales intrínsecas, al espacio urbano, el usuario consigue siempre
crearse lugares de repliegue, itinerarios para su uso o su placer que son
las marcas que han sabido, por sí mismo imponer al espacio urbano. El
barrio es una noción dinámica, que necesita un aprendizaje progresivo que
se incrementa con la repetición del compromiso del cuerpo del usuario,
en el espacio público hasta ejercer su apropiación de tal espacio (Mayol,
2009, pp.9-10).

Esto es, permite separar el espacio “conocido y vivido” del “desconocido”.


Este aprendizaje siempre implica tiempo. Una de las situaciones que atraviesa
a todas las tipologías habitacionales indagadas es que una inmensa mayoría de
sus habitantes califica a su barrio como “tranquilo”. Esto puede ser explicado
porque es el lugar conocido y donde se es reconocido, el espacio de transición
entre la vivienda, como ámbito privado, y la ciudad en su conjunto.
Así, por ejemplo, un habitante de una villa en el Conurbano afirma lo
siguiente:
– ¿Cómo describirías este barrio a alguien que no lo conoce?
– El barrio es tranquilo.
– ¿Qué más les contarías?
– Las calles son un desastre. La luz, está ahí. El problema son las calles.
– ¿Acerca de otras cuestiones como los medios de transporte: los
colectivos, los remises?2
– Los remises no entran. Pero los colectivos pasan.
– ¿Cómo es la relación acá entre los vecinos?
– Rebuena.

2
“Remises”, en Buenos Aires, significa coche de alquiler, semejante a un taxi privado.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 201


– ¿Cómo es la composición social de este barrio?
– Es un barrio pobre. La verdad (Sebastián, Los Hornos, José C. Paz).

Si bien el entrevistado sopesaba ciertas dificultades del barrio como el


considerar que las calles estaban en mal estado, hay un indicador claro de
que se trata de un barrio estigmatizado en lo más bajo de la jerarquía urba-
na, como lo es que no ingresen los remises ya que lo califica con el adjetivo
de “tranquilo”, que parece estar vinculado a la relación con los vecinos en
particular. Acerca de su caracterización de “barrio pobre”, esta respuesta
parece ser una excepción, ya que aun aquellos que viven en asentamientos
por invasión, se perciben a sí mismos como “clase media”, dejando la categoría
“pobre” para aquellos que no tienen vivienda o ingresos o solo viven de lo que
perciben de planes sociales asistenciales. Residentes de otras villas también
señalan como aspectos a cambiar, los pasillos, evitar que se inunden zonas
de los barrios, mejorar las viviendas, entre otras cosas. También se quejan de
la inseguridad, reclaman la necesidad de mejorar los espacios públicos como
las plazas y la infraestructura de salud. Algunos se refirieron a sus propios
barrios como “barrios abandonados”.
Elisa tiene 20 años y vive junto con su marido de 55 y sus dos hijas de 5 y
2 años, respectivamente. Ella terminó el séptimo grado y su esposo el quinto
grado. Ambos reciben beneficios del Plan Argentina Trabaja y la Asignación
Universal por hijo (auh). Viven en una casa con una habitación de ladrillo a
medio revocar, tienen cocina con estufa de leña y solo dos camas. Elisa es
una de las pocas personas que caracterizó a su barrio como compuesto por
sectores de “clase baja”. Remarcó dos aspectos que lo diferencian de otros
barrios, incluyendo algunos cercanos, donde ella vivió.
“Acá a la noche es todo una oscuridad (…) Nosotros acá tenemos que
quemar la basura” (porque no pasa la recolección domiciliaria de residuos
sólidos urbanos) (Elisa, Los Hornos, Municipio de José C. Paz).
Raquel, de 35 años, no trabaja, cuenta con primaria completa y vive en villa
Mitre, en el Municipio de San Miguel. Al referirse a su vecindario, ella remarca

202 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


que existen diferentes áreas: “una parte de clase media, zonas en progreso,
otras inseguras y esta está rodeada de zonas residenciales y countries”.
Por su parte, Azucena, tiene 33 años y vive en Nordelta, en el municipio
de Tigre. Es licenciada en Relaciones Internacionales y trabaja para una
empresa española. Vive allí con su marido y dos hijos pequeños. Tiene una
casa de dos plantas, jardín y pileta individual. Es de la ciudad de La Plata,
capital de la provincia de Buenos Aires y vivió en diferentes lugares de
la ciudad e inclusive algunos años en Estados Unidos, donde estudió. Es
interesante su forma de autopercibirse como sector social: “ABC1”, tér-
mino que corresponde al lenguaje del marketing para señalar a aquel de
mayores recursos, por arriba de la clase media en función de su ingreso
mensual, nivel educativo o por su comportamiento como consumidor.
Ella relató que hizo una adaptación a la vida en la ciudad cerrada: “Los do-
mingos no había nada que hacer, eran días aburridos por lo general. O jugabas
con tus amigos o no tenías nada que hacer”. Describe a su barrio–ciudad de
la siguiente manera:
Y, Nordelta es un reducto bastante particular. La llaman ciudad-pueblo.
La realidad es que es la mejor manera de describirla. Es un conglomerado
de barrios cerrados. Barrios independientes con su propia seguridad, con
su propia intendencia, y a su vez, cerrados por una asociación que es la
Asociación Vecinal Nordelta. Es como un mundo un poco de fantasía. Es
lo que uno busca, o sea, esta es la explicación de por qué yo vivo acá. Yo
vivo acá porque estoy tranquila de que no tengo una reja en la ventana,
de que no me va a entrar un ladrón al menos a robar en la mitad de la
madrugada, que mis hijos pueden salir a la calle y no los va a pisar un
auto, que yo estoy todo el día afuera en el trabajo y sé que mis hijos
vuelven y pueden salir al jardín, pueden ir a la plaza y no les pasa nada.
Donde la recolección de basura nunca falla, donde si la luz se corta hay
alguien que llama al medio segundo y te lo solucionan, donde si se te seca
un árbol en la puerta no estás 200 horas llamando por teléfono, sino que
haces un reclamo y vienen y te lo arreglan. Un poco donde las cosas fun-
cionan. Una ciudad pensada y administrada para que funcione en cierta

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 203


forma. Reconozco que tiene parte irreal porque los chicos se crían en un
mundo menos real pero la ecuación inseguridad vs. seguridad hoy no lo
dudo. Cuando mis hijos tengan 17 o 18 años veré. Me falta mucho esa
época. Ellos son chiquitos, se vuelven en transporte. Los dos van a guar-
dería todo el día. ¿Entendés? Ellos llegan, Susana los está esperando. El
colegio está acá adentro también, todo en Nordelta. Mica va desde los
6 meses y la realidad es que acá adentro tenés todo. Tenés un centro
médico, tenés un supermercado disco, tenés cine, tenés un shopping. Si
no querés salir no salís.
La realidad es que yo voy al centro todos los días. Los fines de semana
no tengo ganas de hacer nada. Eso es lo que me pasa. Los fines de semana
aprovechamos y vamos al shopping, a McDonald’s, a los jueguitos. Igual
también acá hay mucho para hacer, porque salís con ellos, vas a la laguna,
les das de comer a los patos, salís a andar en la bicicleta, los llevas en el
autito. O sea, te permite por ahí mucha más libertad al aire libre que lo
que te permitiera estar en la ciudad. O sea está bueno el hecho de ir a una
plaza. Acá tenemos una plaza en el clubhouse y yo me siento y charlo y
no tengo miedo de que al chico me lo roben.
La relación con los vecinos es muy acotada. Este tipo de barrios tiene
el problema de que vos no tenés medianeras, entonces los ves a todos.
Entonces la gente es bastante cautelosa. Pero si yo te tuviera que describir
no existe la relación que existe en un barrio. O al menos por ahí mi barrio
de La Plata era particular. Pero no existe la relación que existía antes. No
es que salís a la calle y saludas a todo el mundo, si no sería un conventillo.
Es un poco también la forma de vivir que te lleva a eso porque si no, no
tendrías privacidad de nada. (El subrayado es nuestro).
–Y viste que hay distintos barrios, ¿eso cambia según el barrio?

Cambia. En realidad no es que… Cambia el poder adquisitivo de la gente


por el costo de los lotes. El barrio más exclusivo es La Isla, que son todos
lotes al agua, lotes de 1000 y pico metros, son lotes que valen 500 000
dólares. Entonces eso obligatoriamente te genera una brecha. Después

204 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


está Castores que es un barrio grande que tiene 600 lotes (la Isla tiene
300 lotes). Castores tiene de todo, megamansiones y casas comunes.
Después está La Alameda que es el barrio más viejo, que es éste. Es el
barrio con el que yo por ahí más me identifico. La Alameda, Glorietas, que
son barrios con más perfil de gente joven, con chicos, que la luchás un
poco más. O sea, no es que la tenés regalada. Con un perfil de gente más
trabajadora, por así decirlo. Después, tenés Barrancas del Lago pero son
casas más chiquitas, son casas Pulte, son todas casitas iguales, después
tenés Sauces que son lotes más chiquitos. Pero también es un perfil de
gente hasta por ahí más joven que nosotros. Después tenés El Golf que
está empezando a construirse, prácticamente no tiene muchas casas, va
a ser un barrio del estilo de La Isla. Hay otro que están haciendo, Cabos
del Lago, que va a ser una especie de Castores, pero son barrios que se
empezaron a construir entre el año pasado y éste. Sí, están construyendo
mucho, y muchos edificios inclusive.

La entrevistada describió de forma muy detallada la visión que tiene de su


barrio, cuyos aspectos positivos fueron señalados por todos los entrevistados,
quienes inclusive marcaron este tipo de sociabilidad muy particular, bastante
asociada a la vida de los niños (tal como también lo señala Janoschka, 2002
o Svampa, 2001), pero superficial. Otros entrevistados, con hijos mayores
hablaron de las dificultades de depender siempre del automóvil para moverse
en la ciudad y casi todos marcaron que su vida social gira en torno a recibir
visitas en su barrio, que tiene las comodidades para hacerlo y que acotan sus
salidas a otros lugares de la Región Metropolitana, inclusive de la Capital
Federal. Varios declararon que sienten que su estilo de vida está amenazado
con la construcción de edificios de departamentos y la llegada de más vecinos,
mientras otros marcaron que solo se sentían seguros en sus barrios ya que
no sentían tanta certeza de los controles en la entrada principal.
Rubén, otro entrevistado de Nordelta valoraba “el silencio” y afirmaba “yo
con mis vecinos me llevo perfecto y nada, una vecindad tipo “me prestas un
kilo de azúcar” o “me quedé sin hielo”, todo eso lo tenemos. Pero que el que

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 205


me presta la taza de azúcar sea un amigo, esa es una confusión que no tengo”.
María Liliana, secretaria, explicaba que en el barrio de Caballito (distrito central)
le habían robado varias veces en la puerta de su casa, y eso le hizo pensar en
mudarse, a pesar de que allí estaba muy cómoda y vivía a cuatro cuadras de
su madre. Planteaba entonces que “te hacés de otra familia solidaria, que son
tus vecinos, los papás del colegio” y al igual que otros vecinos consultados ella
relataba cómo se ponían de acuerdo los padres para colaborar entre ellos en la
búsqueda de los niños a la salida de la escuela o algunas actividades deportivas.
Dolores tiene 73 años y vive en un barrio formal de sectores populares,
Caravaza, en el municipio de San Miguel. Al hacer referencia a su barrio valora
altamente sus vecinos, a los que considera “gente muy buena”, pero cuando se
le consulta sobre si existen problemas en su barrio responde: “… las calles…
ponen un poco de piedra y ya está. Que hagan calles como corresponde” y
luego hace referencia a que “los trabajadores son siempre los que pagan el
pato… que viajan mal y tienen que viajar mal en el tren, todos colgados”. Estas
dos cuestiones sintetizan lo que plantea la mayoría de los entrevistados en
este tipo de barrios: ellos tienen años viviendo allí o inclusive nacieron en la
casa que habitan y la vecindad es el elemento más resaltado. Depende de la
zona o el barrio, algunos agregan la falta de agua corriente. Además, al igual
que la clase media se sienten preocupados por la inseguridad y afirman que
“tenés que estar enrejado”.

Zonas del miedo en Buenos Aires


Federico vive en Saavedra, en la ciudad capital, tiene 34 años y es fotógrafo,
y mientras repasaba los lugares que le gustaban y los que no, soltó la frase
“Lugano no me gusta, si puedo evitar, lo evito”. Lugano es un barrio de la zona
sur de la ciudad, donde predominan conjuntos habitacionales de interés so-
cial, con villas y un sector céntrico de viviendas unifamiliares de diferentes
calidades. Algo similar afirmaba de la localidad de Caseros en el Conurbano,
por su carácter fabril y arquitectónico, lo mismo que su barrio de origen, Sáenz
Peña, localidad del Conurbano que lindera a la capital.

206 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Otro entrevistado, porteño de clase media, afirmaba “no me atrae la
idea de entrar en una villa”. De esta forma, un poco solapada sostenía su
intención de evitar pasar por esta tipología habitacional. Agregó que una vez
estando de noche en una zona cercana a su barrio “sentía miradas” y como
síntesis continuó afirmando: “trato de no exponerme”. Otro entrevistado
sostenía que tenía mucho miedo cuando el tren pasaba al lado de algunas
villas y se frenaba y veía a gente fumando “paco” (pasta base de cocaína).
Para los que viven en countries toda la ciudad, a excepción de su barrio ad-
quiere característica de ser insegura. Para los que habitan en asentamientos,
su colonia es relativamente segura, siempre que se sepan los lugares que se
deben evitar.
Como cada sector social que habita distintos tipologías residenciales,
la percepción de la ciudad es diferente. Sin duda, el medio de transporte
privilegiado de los barrios cerrados es el automóvil, por lo tanto, particular-
mente las calles y los semáforos son los lugares peligrosos. Para los sectores
populares tanto de barrios informales como de los populares formales las
estaciones de trenes o ciertas calles son los lugares inseguros. En el caso de
estas últimas, son las que se encuentran contiguas al ferrocarril, a una fábrica
o a espacios vacantes.
Roberto tiene 44 años, es publicista y vive en Nordelta, en la entrevista
explica que se resignó a vivir en un “barrio real” por inseguridad. En sus palabras:
Yo creo que los barrios reales son más cómodos, en el sentido que
tenés todo a un radio para poder ir caminando. En estos lugares tenés
que tener una estructura de organización porque no vas a la panadería
de afuera caminando, tenés que agarrar el auto (…) bueno, pero en los
últimos tiempos no me gustaba la inseguridad, básicamente me fui por eso.

En otro momento de la entrevista sintetizó:


Creo que la capital es más segura que la provincia. Eso claramente es así, lo
dicen los números. Cambia mucho vivir acá o allá, o sea que el traslado es un
tema, que es donde te la dan. Cuando entrás a tu casa, salís de tu casa. Evito

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 207


el Conurbano, bueno no puedo evitar, pasar por todos lados, porque vas por
autopistas. Evitas adentrarte en algunos lados.

Los entrevistados que habitan barrios de sectores populares del Conurbano


Bonaerense señalan particularmente como los lugares más inseguros a las
villas, pero en especial las de la ciudad capital, coincidente con lo señalado a
aquellos consultados que habitan otro tipo de barrio. Asocian villas a drogas
y al momento de indicar cuáles, aparecen las más difundidas por los medios
de comunicación: la villa 31 de Retiro, la 1–11–14 de Bajo Flores, la 21–24
de Barracas.
Marcelo, de 41 años es vecino de Caravaza, en el Municipio de San Miguel
al noroeste del Conurbano. Es un barrio de trabajadores que construyeron
sus viviendas en lotes propios y constituye un buen ejemplo de cómo circula
la idea de inseguridad. Él afirma: “yo por lo menos nunca tuve un robo, pero se
ve que la ciudad no es segura”. Proponía en la entrevista, al igual que muchos
políticos o intendentes del Conurbano, colocar cámaras en las calles y cree
que de esa forma se evitaría el delito.
En algunos casos, se reproduce el estigma de las villas como los lugares
donde viven los delincuentes. Así, Sofía, de 18 años, habitante de una de las
existentes en el Municipio de San Miguel, afirma que “los delincuentes viven
en las villas”. Raquel, por su parte, hace referencia a que “en las esquinas…
acá bajas del colectivo... y te agarran… está llena de vagos esa esquina”.
Como plantea Kessler (2011) las mujeres suelen tener mayor temor que
los hombres a las situaciones de inseguridad, aun cuando la percepción de la
misma incluya a ambos géneros. Muchos de los que habitan asentamientos
populares o barrios de loteos afirman casi no salir a pasear por lugares fuera
de sus barrios, solo realizan sus compras en los centros de sus municipios o
visitan a algunos parientes. Algunos, sobre todo los que tienen niños peque-
ños, utilizan las plazas cercanas.
Muchos de los entrevistados asocian el tema de la delincuencia con la
llegada de migrantes de países limítrofes, argumento manejado por los

208 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


vecinos de todas las tipologías habitacionales indagadas, aunque grupos
dentro de cada uno de estos tipos de barrios consideran que está bien una
política migratoria inclusiva, como la que sostiene Argentina desde el año
2006, cuando se reglamentó la ley sancionada en el 2003.

Orden urbano metropolitano


Constatamos que para los habitantes del AMBA existe una visión dicotómica
de la ciudad, donde se diferencian dos zonas opuestas: la ciudad capital y el
Conurbano. Para aquellos que viven en el distrito central, las imágenes que se
tiene de aquel es el de un territorio de pobreza e inseguridad, con excepción
del corredor norte, que incluye lugares de esparcimiento como el Delta del
Tigre. Manifiestan expresamente que evitan ir a la zona sur y a la oeste, siendo
la primera vista como más peligrosa. Es decir, la Avenida General Paz, que
divide la capital del Conurbano se erige como una frontera simbólica entre
dos mundos. Esta frontera fue construida social y políticamente. Podemos
rastrear como un hito en esta construcción social la etapa de la última dictadura
militar que decidió erradicar todas las villas del distrito federal y transportó
a muchos de los habitantes de estos barrios en camiones destinados al trans-
porte de residuos hacia el Conurbano (Oszlak, 1991). Además, allí se crearon
zonas de disposición final de residuos sólidos urbanos en rellenos sanitarios,
no existiendo ninguno de ellos en la capital. En la última década se agrega el
rol que cumplieron los medios de comunicación en presentar al Conurbano
como el lugar del clientelismo, de la pobreza y del delito. Muchos de los que
habitan la ciudad capital consideran que los pobres deberían vivir allí y no en
su territorio, negando que en la actualidad la periferia es disputada en sus
espacios vacantes entre emprendimientos privados de barrios cerrados y
asentamientos. Lógicamente, la localización cercana a las autopistas es el
lugar privilegiado por los desarrolladores inmobiliarios.
La mayoría de los habitantes de Nordelta (ciudad cerrada) que entre-
vistamos lamentaban tener que pasar por el Conurbano y por esta razón
el transporte era un tema crucial. Si por algún motivo no podían utilizar el

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 209


automóvil dependían de un sistema de combis (autobuses de tamaño pequeño)
y evidenciaban preocupación por lograr utilizarlo y no quedar a la deriva del
transporte público, que era evitado de cualquier forma.
Tanto los habitantes de barrios de clase media como de los cerrados con-
sideraban a las villas como los lugares más “feos”, generando una asociación
simbólica y de estatus urbano entre pobreza y negatividad estética.
Por otra parte, encontramos una fuerte naturalización del orden urbano.
Un entrevistado de un barrio de sectores populares del Conurbano bonae-
rense afirmaba: “todos los barrios tienen una parte rica y una parte pobre”.
De esta forma, a los habitantes de las villas o asentamientos populares no les
preocupa la presencia en la ciudad de los barrios cerrados, por el contrario
les parece una “respuesta natural” de aquellos que tienen altos ingresos para
resguardarse del resto de los habitantes del amba. Lo mismo sucede con los
vecinos de barrios de sectores populares, quienes afirmaban: “es una cuestión
de seguridad y ahí viven más libres… pueden andar en bicicleta, juntarse con
amigos. Acá también se junta pero no es lo mismo”. Algunos habitantes tanto
de asentamientos populares como de barrios de trabajadores iniciados por
loteos populares hacían referencia al estilo de vida de los barrios cerrados
porque habían trabajado allí como empleadas domésticas, jardineros, etcé-
tera. Para ellos, eran algunos de los peores empleos por exceso de horas que
se obligaban a trabajar y bajos salarios.
En las entrevistas, quienes vivían en barrios cerrados expresaron los
motivos para vivir allí, lo que coincide con lo encontrado por Janoschka
(2002) en su estudio de Nordelta. Por un lado, expresaban su necesidad
de refugiarse en lugares seguros, pero también para lograr un estilo de
vida vinculado a un entorno natural, a una vida familiar y a la posibilidad de
llevar una vida sana practicando deportes en el mismo lugar que habitan.
Aquellos que residen en barrios de clase media, tanto en viviendas unifa-
miliares como en altura, los barrios cerrados eran una opción válida de vida
para otros e incluso para ellos mismos. En algunos casos expresaban que
por su vida laboral necesitaban de la centralidad y esto les hacía descartar
vivir en lugares más alejados, donde se encuentran las urbanizaciones

210 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


cerradas. Solo aquellos de la clase media profesional, pero portadores de
orientaciones políticas progresistas y preocupados por ciudades inclusivas,
desarrollaban discursos censurantes de estas tipologías habitacionales. En
este último grupo, un entrevistado afirmaba que tenía una posición divida
frente a los barrios cerrados:
Por un lado tienen esa suerte de encanto de vivir sin rejas, de poder dejar
la puerta de su casa abierta. Por otro lado me parece que es una ostentación,
porque por lo general los barrios cerrados están al lado de barrios muy
pobres. No por nada, sino porque te venden tierras carísimas en lugares
donde en verdad la tierra sale dos mangos (pesos), lotean todo. Y te venden
esas cosas de verde. Es raro, porque también es remaqueteado todo. Lo
que sí no me gusta ni medio es que las generaciones que se crían ahí, por
ejemplo en Nordelta, ahí hay shoppings, cines, no tenés necesidad de salir
al mundo exterior si vivís ahí dentro. Y generan así gente de probeta, me
parece horrible.

Y como una buena síntesis de la experiencia urbana fragmentada agregaba:


Hay gente que vive en la villa o mismo en Fuerte Apache (nombre con
el que se apoda al conjunto de viviendas de interés social Barrio Ejército
de Los Andes, en el Conurbano, contiguo a la ciudad capital). Mi mamá me
contaba que los llevó de excursión el año pasado, o sea, consiguió un micro
y los llevó a ver el Obelisco y ¡no conocían el Obelisco! Hay gente que tiene
30 o 40 años y no salió del barrio. Conocen los barrios de al lado y nada
más. Entonces digo: ¿no es lo mismo eso que vivir en un barrio cerrado?

Con lo anterior, el entrevistado se refería a experiencias de aislamiento


en las tipologías habitacionales opuestas dentro de la jerarquía urbana
metropolitana.
Para muchos habitantes de la capital federal de clase media que no es-
tán dispuestos a vivir a grandes distancias de sus lugares de trabajo las
llamadas “torres jardín” o “torres country”, que cuentan con espacios verdes
privados, piletas, canchas de tenis, salón de usos múltiples, gimnasios u otras

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 211


comodidades de uso común son vistas como una opción más aceptable, sin las
características de aislamiento que le otorgan a los barrios cerrados. Todavía
hay en muchas personas una valorización de la trama urbana abierta, pero
reclaman en ella mayor seguridad en el espacio público y desean acceder a
espacios de esparcimiento donde no acceda cualquiera, sino aquellos de una
vecindad limitada.

Palabras finales
De acuerdo con la indagación que hicimos por medio de entrevistas y foto-
lenguaje entre habitantes de diferentes tipologías habitacionales del amba,
encontramos distintas experiencias urbanas, tanto barriales como metro-
politanas. Hallamos relatos sobre el pasado de la ciudad, donde primaba el
barrio idílico, seguro y socializado, así como una imagen actual de la ciudad
donde hay caos, inseguridad y la necesidad de encontrar lugares donde
habitar de acuerdo con los estilos de vida y capacidad económica. El orden
urbano, con sus jerarquías territoriales, sus imaginarios acerca de los tipos
de habitantes de cada uno de los espacios, se reafirma como naturalizado,
reificado, por lo tanto, casi incuestionado. El hábitat urbano reproduce las
desigualdades y las reafirma por medio de argumentos de la experiencia
urbana y los lugares evitados.
En las percepciones de los entrevistados, el Estado aparece casi como
ausente en cuanto a actor central de la planificación urbana o proveedor de
vivienda para aquellos que no acceden al mercado. Los que habitan barrios
cerrados, por lo general, proponen acciones caritativas frente a ellos o, in-
clusive al mismo tiempo, elementos que eviten el contacto con los sectores
de menores recursos. En cambio, se lo interpela como el actor deficiente en
cuanto al transporte, recolección de residuos, garante de la seguridad o aquel
que mantiene el espacio público.
Los que se mudaron a barrios cerrados (clase media y media alta) son los
que presentan percepciones de la ciudad metropolitana fuertemente polari-
zadas: sus barrios son islas seguras y la ciudad en su conjunto es un territorio
peligroso y evitado en lo posible. Su experiencia urbana está apegada a la

212 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


movilidad en automóvil porque lo que casi no tienen vivencias peatonales,
aun cuando la mayoría las tuvo en su pasado. Su característica de peatón o
andar en bicicleta se circunscribe y recrea en un “mundo artificial”, tal como
lo señalaron algunos de los entrevistados. Según un diario de tirada nacional
(Clarín, 20–9–2013) “hay una minoría que se desplazó a los barrios cerrados
y “countries” ubicados en el conurbano y desarrollan sus actividades en la
Capital, ahora con un gran trastorno por la saturación de las autopistas y
embotellamientos (…) están volviendo a vivir a la Ciudad (Capital Federal)”.
Por su parte, María Liliana, una entrevistada de Nordelta expresaba: “Y al
principio (hace 7 años) era fácil porque vengo muy temprano. Yo salía de allá
6:30 de la mañana y venía sola. Ahora vengo a paso de hombre. Desde los
últimos tres años fue el cambio. Yo salía y tenía un auto allá adelante. Ahora
estoy rodeada de autos. Y a la vuelta también. No vuelvo en hora pico, pero
a las 15:30 ya la Av. General es inaccesible”.
Los habitantes de clase media presentan una idea conservadora de ciudad,
por ejemplo varios entrevistados del barrio de Caballito (Ciudad de Buenos
Aires) o San Miguel (Conurbano Bonaerense) desarrollaron acciones colecti-
vas contra la construcción de vivienda en altura. En el caso del primer barrio,
esta ya tenía fuerte presencia pero se negaban a que aumentara su escala
(bajo el argumento del colapso de infraestructura, ruidos y otros aspectos
que empeorarían su calidad de vida) y los segundos porque transformaban un
barrio de los suburbios en un centralidad densa. La mayoría de la población
entrevistada vive arraigada en su barrio, valorando un estilo de vida que le
permite un acceso a pie a múltiples servicios (comerciales, culturales, educa-
tivos, etcétera), muy asociado a la idea de Mayol (2009) del barrio como un
lugar de transición entre el espacio privado y el público, señalando aspectos
que le otorgan marcas de reconocimiento urbanas y sentirse en lugares de
cierta homogeneidad social.
Los sectores populares naturalizan la estructura social urbana y buscan
tener una experiencia urbana segura, acotando los lugares donde circulan.
Así, los sectores de la ciudad más peligros son aquellos donde circula mucha
gente desconocida, como por ejemplo las estaciones de trenes, los lugares

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 213


sin iluminación o que por propio aprendizaje prefieren evitar. Estos últimos
son particularmente esquinas o calles cercanas a sus barrios donde vivieron,
vieron o escucharon que sucedieron hechos de inseguridad. De esta forma se
diferencian espacios dentro de sus propios barrios que de manera recurrente
son categorizados como “la entrada”, “el fondo”, “abajo”, tal como lo encontró
Segura (2006) en un estudio de un asentamiento en Conurbano Bonaerense.
Con lo cual, la experiencia urbana es totalmente distinta a la de aquellos que
viven en barrios cerrados, ya que su movilidad depende siempre del transporte
público, que atraviesa lugares diferentes a las autopistas o espacios donde
se encuentran los suburbios de élite.
No obstante muchos de los que viven en asentamientos informales se
consideran a sí mismos como “clase media” porque suponen “pobres” a los
que no tienen vivienda o no cuentan con trabajo o sus ingresos son solo los
programas sociales asistenciales (como la Asignación Universal por hijo).
Es decir, aun cuando la ciudad se haya transformado y las periferias, sobre
todo, se han convertido en espacios de disputa por localización (con formas
de movilidad totalmente diferentes entre sectores populares y clase media
y media alta) se tiende a reproducir la naturalización de las jerarquías urba-
nas. Los barrios cerrados parecen solo una preocupación de la clase media
intelectual o progresista, ya que los que viven allí expresan un discurso de
conformidad frente a ese estilo de vida (aunque traiga costos cotidianos
en cuanto a que ven vedadas ciertas formas de urbanidad), los que habitan
barrios populares o asentamientos informales consideran a esta tipología
urbana una forma válida de habitar la ciudad, como afirmaba una vecina del
Conurbano: “si uno tiene la oportunidad... y se sienten seguros… es cuestión
de cada uno”. Las clases medias se dirimen entre mantener su forma de vida
(sin densificación), mudarse a barrios cerrados de acuerdo con su capacidad
de pago o aceptar a aquellos que se suburbanizan como una modalidad le-
gítima de escapar de la inseguridad o de vivir en contacto con la naturaleza.
La centralidad también emerge como altamente disputada a partir de
un crecimiento exponencial de la población que habita en asentamientos
informales, que desafían el orden urbano, tal como lo planteó Oszlak (1991)

214 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


para mediados de la década de los setenta, cuando la última dictadura militar
decidió erradicarlos del distrito capital. También se encuentran reñidos los
espacios de clase media porque aparecen conflictos ante la mayor densifi-
cación, el cambio de usos, ante el crecimiento de espacios dedicados al co-
mercio o, ya más vinculado a las políticas públicas del Gobierno de la Ciudad,
el enrejamiento de parques y plazas que implican la modificación del uso de
la mismas, ya que es vedado el acceso en horarios nocturnos en una ciudad
que habitaba esos lugares hasta altas horas de la noche (paseando perros,
charlando entre amigos o en familia, tomando mate o jugando al futbol u
organizando actividades culturales, tales como murgas, tambores, etcétera).

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218 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Impacto urbano local de las grandes
intervenciones públicas en equipamiento
y transporte en una zona popular
de la Ciudad de México y los
efectos sobre la vivienda:
el caso de San Lorenzo Tezonco, Iztapalapa

Claudia Frisia Puebla Cadena

Introducción

E
l presente trabajo constituye un avance de la investigación que estamos
desarrollando en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, con la
colaboración de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (seciti)
del Gobierno del Distrito Federal, a la cual agradecemos su invaluable apoyo.
El objetivo principal de este proyecto es analizar el impacto urbano provo-
cado por la realización de megaproyectos en una zona de urbanización popular
de la Ciudad de México (cdmx), abordándolo desde distintas dimensiones de
análisis (socioeconómica, territorial, cultural y de políticas públicas). Para
nuestro estudio hemos elegido la zona de San Lorenzo Tezonco en la delega-
ción Iztapalapa, cdmx, debido a que entre 2000 y 2004, fechas relativamente
recientes, allí se habían desarrollado grandes obras de equipamiento urbano:
un Hospital de Especialidades y un plantel de la Universidad Autónoma de
la Ciudad de México (uacm), de influencia metropolitana, así como un plan-
tel del Instituto de Educación Media Superior del df (iems), de influencia
delegacional. Otro megaproyecto que atraviesa por la zona y constituye un
importante detonador de cambios es la nueva línea del Metro, inaugurada a

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 219


finales de 2012, la cual estuvo en funcionamiento durante un año y medio,
hasta marzo de 2014 en que quedó “temporalmente” suspendida, por pro-
blemas estructurales en su operación. Nos interesa conocer los cambios en
la dinámica urbana local.
En esta ponencia nos centramos en los cambios que se han producido en
la vivienda, su entorno (barrio) y en la experiencia de sus habitantes, a raíz
de estas grandes intervenciones urbanas recientes.

1. Planeación estratégica y megaproyectos urbanos


El proceso de globalización de la economía ha implicado la terciarización de
las grandes ciudades del mundo desarrollado y también de muchas urbes del
llamado Tercer Mundo, particularmente en Latinoamérica, que de acuerdo con
Borja y Castells (1997), fungen como nodos de una red global en constante
transformación. Ante ello, surge la necesidad de adaptar las ciudades a los
nuevos procesos, en búsqueda de su competitividad para atraer los flujos de
capital y las sedes corporativas de las empresas trasnacionales.
Se produce entonces, una nueva tendencia en el planeamiento urbano y la
planeación estratégica, que se impone sobre la visión regional y nacional de
la normativa tradicional que se basaba en la zonificación y especificación de
los usos del suelo y era impuesta desde arriba.
El nuevo enfoque postula una visión integral y a largo plazo del territorio
metropolitano, así como la participación de los actores sociales involucrados
en la formulación, desarrollo y evaluación de los planes. No obstante, se enfoca
en zonas específicas de la ciudad, donde se plantean megaproyectos bajo el
supuesto de que irradiarán su influencia positiva en todo el territorio urbano.
La idea principal es que estas grandes intervenciones urbanas se consti-
tuyan en detonadoras del desarrollo y la modernización de la ciudad y que,
a pequeña escala, los proyectos sean concertados con la comunidad, con el
fin de que la participación social sea un instrumento legitimador que supere
la verticalidad en la toma de decisiones. Sin embargo, como revelan varios
estudios de caso, esta participación es muchas veces limitada e inducida,
ya que depende de las técnicas, métodos y procesos participativos que se

220 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


instrumenten, los cuales no siempre incluyen a todos los actores involucrados.
Al final, las decisiones son tomadas por unos cuantos actores con una visión
local e intereses definidos –lejos de la visión integral de la ciudad–, pero al
ser impuestas, afectan a un sector más amplio de la ciudad.1
Los macroproyectos urbanos que se han desarrollado en años recientes
se refieren a rubros como la recuperación de centros históricos, el desarrollo
de sistemas de transporte público masivo, la reutilización de antiguas zonas
militares, portuarias, ferroviarias, industriales, etcétera. Así como a la reha-
bilitación de grandes áreas de vivienda degradada, la construcción de nuevas
zonas turísticas, entre otros, que se instrumentan en distintos niveles y escalas
(metropolitano, ciudad, zona, barrio o predio específico) y, por lo general, impli-
can la intervención del sector privado, ya sea mediante la figura de la asociación
público-privada o a través de la concesión de permisos, licencias –y muchas
veces, tierra– al sector privado, quien invierte directamente (Lungo, 2005). Los
impactos positivos que generan son: la potenciación de la imagen de la ciudad
y la atracción de fuertes inversiones públicas y privadas (competitividad); la
incorporación de nuevas formas de participación en la planeación urbana y
la flexibilización de la normatividad; la creación de nuevas modalidades de
manejo de la tierra entre los sectores público y privado; así como el mejora-
miento de la infraestructura y los servicios. Pero, por otro lado, los impactos
negativos se reflejan en: la acentuación de la fragmentación y desregulación
de la planeación urbana, lo que genera privilegios para los actores con mayor
poder y procesos de privatización; el incremento de los precios de la tierra y la
apropiación individual de las plusvalías generadas; la generación de procesos
de elitización y gentrificación y, en ciertos casos, efectos ambientales perver-
sos, al modificar positivamente una zona en perjuicio de otras (Íbidem, p. 37).
A nivel internacional se ha promovido una reciente tendencia de aplicación
de políticas urbanas encaminadas al “regreso a la ciudad interior”, que ha in-
cidido en varias urbes latinoamericanas en el desarrollo de megaproyectos

1
Entre algunos ejemplos pueden consultarse los casos de: Mar del Plata (Ceverio, 2005) y Buenos
Aires (Rodríguez y Fischnaller, 2014), en Argentina; Toronto, Canadá (Garza, Filion y Sands, 2003);
Ciudad de México (De Alba, 2009 y Delgadillo, 2014).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 221


en zonas específicas que se valorizan o revalorizan, las cuales aprovechan
las ventajas que ofrece su ubicación estratégica en el entorno urbano. En
muchos casos, esto provoca efectos gentrificadores, que se producen cuando
hay una inversión de capital en un espacio concreto de la ciudad, misma que
genera transformaciones en el paisaje urbano, el barrio y la vivienda, que
implican la entrada de grupos sociales de mayores ingresos a la zona y el
desplazamiento directo o indirecto de sectores de menores ingresos que
allí habitaban o hacían uso de tal zona (Janoschka, 2014). Se valorizan solo
ciertas áreas urbanas en perjuicio de otras y con ello, “se vende una parte de
la ciudad y se esconde y abandona al resto” (Borja y Castells, 1997).
En contraste con este tipo de intervenciones, también, aunque en menor
medida y notoriedad —dado que no necesariamente persiguen la finalidad
del marketing urbano— se han desarrollado algunos grandes proyectos en
zonas populares de las periferias consolidadas, que tienen diferentes impactos
en el entorno y que han sido poco abordados por los estudios académicos.

2. Grandes proyectos urbanos en la Ciudad de México


En la Ciudad de México, la práctica de la planeación estratégica a través de
megaproyectos urbanos tomó auge principalmente a principios del siglo xxi,
aunque algunos de estos se plantearon e iniciaron desde principios de los
años noventa (Delgadillo, 2014a; Patiño, 2013 y Hiernaux, 2000).
Se puede considerar que el antecedente de los planes estratégicos data
del primer lustro de la última década del siglo pasado, cuando en los progra-
mas delegacionales de desarrollo urbano se delimitaron zonas especiales de
desarrollo controlado (zedec). Esto representó el primer intento de “micro-
planeación” concertada con la población en la ciudad. A la par, durante estos
mismos años, se plantearon algunos proyectos especiales o “megaproyectos”
con el fin de inducir una fuerte inversión inmobiliaria en puntos específicos
de la ciudad, acorde con los requerimientos supuestos de la reestructuración
económica (Hiernaux, 2000, p. 709).
El siguiente Programa General de Desarrollo Urbano del df, elaborado en
1996, planteó distintas estrategias de intervención en las áreas de la ciudad

222 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


clasificándolas a su potencial y principal necesidad (desarrollo, reciclamien-
to, mejoramiento, conservación patrimonial, integración metropolitana,
preservación ecológica o rescate ecológico, además de producción rural o
agroindustrial (ddf, 1996). Asimismo, transformó las zedec en la figura de
Programas Parciales de Desarrollo Urbano, además de multiplicar su número.
Estos programas parciales, referidos a zonas específicas de la ciudad,
corresponden a la modalidad de la planeación estratégica que el primer
gobierno electo del df (1997) retoma. Las acciones de este gobierno en
materia de planeación urbana resultaron limitadas, porque solo duró tres
años y se centró en la realización de un diagnóstico para sentar las bases de
la futura planeación.2
La siguiente administración del Gobierno del Distrito Federal (gdf) (2000-
2006) se encontró en mejores condiciones para plantear y llevar a cabo
grandes intervenciones en los aspectos de desarrollo urbano, vivienda,
equipamiento, vialidad y en menor medida, transporte público. El principal
instrumento de ordenamiento urbano que utilizó fue el Bando 2,3 encamina-
do al repoblamiento de la ciudad central, al mejoramiento y consolidación y
saturación de la periferia inmediata y al freno de la expansión urbana sobre
suelo de conservación ecológica. Esta estrategia estuvo acompañada de un
importante programa de vivienda social financiado con recursos públicos.4
Entre los grandes proyectos urbanos realizados por la gestión del gdf
2000-2006, los principales y más polémicos fueron: las obras viales de
carácter metropolitano y regional del distribuidor San Antonio y el primer
tramo del Anillo Periférico Sur, encaminadas a descongestionar las zonas
del poniente y sur (habitadas por población de altos ingresos); la ampliación
del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; y hacia el final de esta

2
Este diagnóstico detallado se encuentra en feecime, 2000.
3
El Bando informativo No. 2 fue un instrumento muy polémico, entre otros aspectos, porque no
estaba inscrito expresamente dentro del Programa General de Desarrollo Urbano del df, de modo que al
principio se aplicó al margen de este, sin aprobación por parte de la aldf, ni una consulta pública previa.
Un estudio detallado sobre el contexto en que surge este instrumento y la forma en que se aplicó se
encuentra en Tamayo, 2007.
4
Un análisis de los programas de vivienda desarrollados por el Instituto de Vivienda del Distrito
Federal (invi) entre 2000 y 2006 se encuentra en Puebla, 2006.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 223


gestión, el desarrollo de un sistema moderno de transporte público de carácter
metropolitano, el Metrobús, en su primera línea, que circula sobre la vía más
larga de la ciudad (Avenida Insurgentes).
Para las áreas urbanas de la periferia consolidada y en proceso de conso-
lidación, la intervención de esta misma administración del gobierno local se
desarrolló bajo dos vertientes: por un lado, a través de los proyectos de salud
y educación que dotaron a los habitantes de zonas marginadas de grandes
equipamientos (hospitales y planteles de educación media y superior), acom-
pañados del mejoramiento de la infraestructura y la vialidad del entorno. Por
otro lado, dentro de la política social se instrumentó el programa de mejo-
ramiento de vivienda, que desarrolló un número importante de acciones de
ampliación, sustitución, mejoramiento y construcción de viviendas nuevas
en lotes familiares ubicados en colonias populares y también se creó un pro-
grama de mejoramiento de espacios comunes, en conjuntos habitacionales
de interés social. Es importante señalar que todas estas grandes obras y
programas habitacionales se financiaron con recursos del gobierno local y
no se recurrió a la figura de la asociación público-privada.
Uno de los rasgos distintivos de la forma de intervención en el territorio
urbano por parte de las autoridades del gdf, durante el período 2000-2006,
fue el pragmatismo y la verticalidad en la toma de decisiones. El desarrollo de
los grandes proyectos fue muy apresurado, sin mediar un proceso amplio de
planeación y estudio de los posibles impactos. Se instrumentaron de manera
pragmática —sobre la marcha— sin realizar sesiones de consulta pública. Tanto
los megaproyectos de vialidad y equipamiento urbano, como el instrumento del
Bando 2 se reflejaron en el nuevo Programa General de Desarrollo Urbano del df
hasta 2003, después de ya haber sido instrumentados o estar ejecutándose. 5
Esto muestra que no hubo una visión integral explícita, discutida ampliamente
con los actores políticos y sociales ni concertada con la población afectada. Es
decir, las decisiones sobre las grandes intervenciones urbanas se tomaron desde
la cúpula del gobierno y su puesta en práctica se caracterizó por la inmediatez.
5
Este programa (pgdu-df) se aprobó cuando entró una nueva legislatura local, en la que tuvo mayoría
el partido afín a la jefatura de gobierno.

224 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Muchos investigadores consideran que el instrumento aplicado para el
repoblamiento de la ciudad central (Bando 2) sentó las bases para los grandes
proyectos inmobiliarios en las áreas céntricas (que se desarrollaron princi-
palmente en las administraciones posteriores). No obstante, es importante
reconocer que, también durante la gestión 2000-2006, se sentaron las bases
para el mejoramiento, consolidación y densificación de las zonas periféricas,
a través de grandes intervenciones urbanas en ciertas áreas desfavorecidas
de la ciudad. Este es el caso que nos ocupa en el presente trabajo.
La planeación estratégica y la realización de megaproyectos urbanos
instrumentados a través de asociaciones público-privadas se desarrolló
con mayor claridad en las dos administraciones posteriores del gdf (2007-
2012 y 2013 a la fecha). Este tipo de acciones se multiplican y reflejan en
grandes desarrollos inmobiliarios de tipo habitacional (de lujo y para estratos
medios), comercial y administrativo, así como en la construcción de nuevas
vialidades de carácter metropolitano –ahora de peaje– y transporte público
concesionado (más líneas del Metrobús) y una nueva línea del Metro.
Las grandes intervenciones urbanas se han dirigido al reciclamiento de
viejas áreas industriales, la saturación habitacional de las áreas céntricas, la
recuperación de espacios públicos (sobre todo, en la zona centro de la ciudad),
la construcción de centros polifuncionales y, recientemente, la creación de
nuevos desarrollos inmobiliarios temáticos (la ciudad de la salud, la ciudad
de la ciencia, etcétera), utilizando las figuras de “polígonos de actuación”
(2007-2012). En la actualidad se encuentran las llamadas “zonas de desarrollo
económico y social” (zodes), para su planeamiento se crearon una empresa
paraestatal e instancias nuevas como la Autoridad del Espacio Público. No
obstante, el planteamiento y desarrollo de estos megaproyectos también se
ha realizado sin mediar una consulta ciudadana incluyente, lo cual ha provo-
cado fuertes conflictos con la población afectada.
Los dos últimos gobiernos locales, en mucho, han relegado la intervención
en las zonas periféricas populares, dejándola en manos de las administra-
ciones delegacionales. En estas áreas de la ciudad el gobierno central (gdf)

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 225


aplica fundamentalmente el Programa de Mejoramiento Barrial (pcmb); el
Programa de Mejoramiento de Conjuntos Habitacionales (Ollin Callan) y
el Programa de Mejoramiento de Vivienda del Instituto de Vivienda del df
(invi). Por su parte, los gobiernos delegacionales operan otros programas
urbanos complementarios y el presupuesto participativo —exiguo— concer-
tado con los pobladores para mejoras en su barrio. Cabe señalar que el único
megaproyecto de transporte público que favorecía a la periferia popular del
oriente de la ciudad, la línea 12 del Metro, que se inauguró a fines de 2012,
dejó de funcionar hacia marzo de 2014 por presentar fallas estructurales de
diseño que constituyen un riesgo para los usuarios. Hasta mayo de 2015, la
actual administración de la Ciudad de México no había logrado solucionar este
grave problema y los principales afectados resultaron ser los pobladores de
las zonas más desfavorecidas de la ciudad.

3. Zona de estudio: San Lorenzo Tezonco


Se localiza en la parte sur de la Delegación Iztapalapa, que es la más poblada
y densa tanto de la Ciudad de México como del resto del país. Su desarrollo
urbano comenzó alrededor de uno de los pueblos originarios de la delegación,
el Pueblo de San Lorenzo Tezonco.6
A principios de la década de los setenta, el proceso de urbanización se
manifestaba de manera muy intensa en Iztapalapa. Ante la cercanía de
la mancha urbana, la desecación de las tierras de origen lacustre y la enorme
demanda de suelo por parte de los sectores populares, los ejidatarios del
Pueblo de San Lorenzo Tezonco (slt) comenzaron el proceso de venta de sus
tierras para uso urbano. Así empezó a formarse un asentamiento irregular,
carente de servicios, poblado por habitantes de bajos recursos, provenientes
de otras zonas de la Ciudad de México y de otros estados de la República.
A diferencia de otras colonias de la Ciudad de México y de la misma dele-
gación, el proceso de regularización de la tenencia de la tierra llegó pronto a

6
En náhuatl, “Tezonco” significa “lugar donde abunda el tezontle”, nombre que deriva de su ubicación
en las orillas del cerro Yehualichan (“en el lugar redondo”), formado de tezontle, que durante casi un siglo
ha constituido una mina de la que se extrae ese material para la construcción.

226 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


la zona de slt, a principios de los años ochenta, es decir, aproximadamente
diez años después del inicio de la urbanización. La zona se pobló rápidamente
y la regularización aceleró este proceso con la introducción de servicios y la
llegada de nuevos habitantes.
El primer elemento que incidió en la consolidación de la zona y en la rapidez
para el inicio del proceso de regularización fue la instalación de un reclusorio,
hacia fines de los años setenta, durante el gobierno de López Portillo. Ya
regularizadas las colonias, durante los años noventa, se construyeron allí al-
gunos conjuntos de vivienda de interés social (Mirasoles, El Tesoro, El Árbol).
Durante este proceso, se ampliaron las vialidades y se dotó de infraestructura
urbana. Sin embargo, hacia principios de los años noventa, gran parte de la
zona de slt todavía presentaba problemas de accesibilidad, principalmente
en las áreas más internas.
El pueblo original de slt se ubica al lado del panteón civil del mismo nombre,
parte de cuyas tierras están reservadas para la comunidad del pueblo,, pero otra
parte se reservó como propiedad del gobierno de la Ciudad de México, que en la
normatividad urbana le asignó el uso de equipamiento. Estos últimos terrenos
se mantuvieron desocupados durante mucho tiempo e, incluso, allí se depositó
parte del cascajo derivado de las construcciones colapsadas en los sismos de
1985 (entrevistas al primer Coordinador del plantel slt de la uacm, febrero de
2015 y al Comité Vecinal de la Colonia Lomas de San Lorenzo I, abril de 2015).
Hacia finales de la década de los noventa, en la parte de estas tierras ale-
dañas al panteón, que tiene frente hacia la avenida principal de acceso (Av.
Tláhuac), se construyó un complejo comercial de autoservicio de la cadena
Walmart, y poco después se instaló también un complejo de cines y otras
tiendas departamentales (entrevista al exdiputado local del distrito de slt,
3 de octubre de 2014). Esto permitió atender un fuerte déficit de servicios
para la población residente en la zona y también marcó la penetración de los
grandes consorcios norteamericanos al mercado del consumo popular que,
antes de la última década del siglo xx, era un nicho de mercado poco atendido
por este tipo de oferta.
Desde los años setenta en esta zona operan importantes organizaciones

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 227


sociales demandantes de suelo, vivienda, infraestructura, servicios y equi-
pamiento urbano, que tienen una fuerte participación en la dinámica local
y en toda la ciudad. Asimismo, desde la primera década del presente siglo,
varios de sus líderes han obtenido puestos de representación popular y en
la administración pública. Entre estas organizaciones sociales destacan la
Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (uprez) y el Frente Popular
Francisco Villa (fpfv). Por otra parte, también en el pueblo de slt hay una
organización comunitaria importante. De este modo, la zona presenta gran
efervescencia social.

4. Llegada de los grandes equipamientos


urbanos a la zona de SLT
La administración del gdf, que entró en el año 2000, —dentro de su
política de salud y educación— se propuso la creación de hospitales de
especialidades ante la saturación de las instituciones públicas de salud (la
mayoría, de orden federal), así como de escuelas de nivel medio superior
y una universidad local, debido a la escasez de espacios para los jóvenes
en las universidades públicas. Una de las decisiones que se tomaron al
respecto, que tiene un impacto urbano, fue la de instalar grandes equi-
pamientos de salud y educación en las zonas marginadas, que presentan
el mayor déficit.
De este modo, se decidió desarrollar, en la delegación Iztapalapa, dos
hospitales de especialidades, dos planteles del Instituto de Educación Media
Superior (iems) así como otros dos de la Universidad Autónoma de la Ciudad
de México (uacm). Para ello, se buscaron predios grandes, que presentaran
posibilidades de accesibilidad (sobre todo, para los hospitales) y que permi-
tieran potenciar el radio de acción de estos equipamientos sobre una zona lo
bastante amplia como para atender al sector poblacional en déficit y tener
una influencia metropolitana.
Se convocó a los actores relevantes del gobierno local y de la delegación
para que propusieran algunas zonas, donde se disponía de predios de pro-
piedad pública destinados al futuro desarrollo de equipamientos urbanos y,

228 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


finalmente, se eligió la instalación de tres grandes equipamientos en la zona
de slt: un plantel del iems, otro de la uacm y un hospital de especialidades.7
Esta decisión se tomó desde las más altas autoridades y no medió un proceso
de consulta a la comunidad (entrevista a exdiputado local de la gestión 2003-
2006, por el distrito correspondiente a slt y líder de la organización fpfv,
3 de octubre de 2014, entrevista al Comité Vecinal lsl i, abril de 2015). En
2001 comenzó el proceso de construcción de los tres equipamientos sobre
las reservas territoriales de suelo, propiedad del gdf, aledañas al panteón. El
primero en inaugurarse fue el iems Benito Juárez, posteriormente el plantel
San Lorenzo Tezonco de la uacm y, por último, el Hospital de Especialidades
Belisario Domínguez.
La disposición de estos grandes proyectos responde a un eje de vialidad
local que colinda con el pueblo originario y penetra en las colonias populares
vecinas, siendo que el hospital es el primer equipamiento y tiene acceso por
la vialidad primaria. Para el desarrollo del plantel universitario, que presenta
la localización más interna, fue necesario, aun después de su inauguración,
construir vialidades de acceso y realizar mejoras en las existentes, así como
dotar de un sistema de transporte público (trolebús) que conectara con nodos
importantes de la ciudad. Estas adecuaciones fueron hechas ya cuando las
instalaciones de la universidad se encontraban funcionando y tuvieron que
ser gestionadas con el gobierno delegacional, ante el fuerte problema de
accesibilidad que afectaba a los usuarios, dado que el Gobierno de la Ciudad
no las tenía previstas (entrevista al primer coordinador del plantel slt de la
uacm, 5 de noviembre de 2014). Lo anterior muestra la problemática que
causó la carencia de un plan urbano para la disposición de los equipamien-
tos en la zona de slt. De nuevo, las decisiones fueron tomadas desde arriba,
privando sobre todo el aspecto político y la intervención en el territorio fue
de carácter pragmático.

7
De acuerdo con uno de nuestros informantes clave, cuando se produjo la discusión sobre la locali-
zación de los equipamientos urbanos, también hubo otra propuesta de localización en una zona, más al
sur de la delegación Iztapalapa, en el área de donación (terrenos públicos) de un conjunto habitacional
(El Molino) que fue promovido por la organización fpfv (entrevista exdiputado local de la gestión 2003-
2006, por el distrito correspondiente a slt y líder de la organización fpfv, 3/oct/2014).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 229


Figura 1.
Fuente: Elaboración propia con base en Google Earth.

Si bien, durante la administración 2000-2006, la instalación de estos


tres grandes equipamientos urbanos causó fuertes transformaciones en
la zona de estudio, en la siguiente administración (2007-2012) se produjo
un megaproyecto de mayores dimensiones e impacto metropolitano, que
incidió en más cambios. En 2010 comenzó la construcción de la línea 12
del Metro, llamada “línea dorada” y en diciembre de 2012 se inauguró. Este
medio de transporte masivo favoreció a los habitantes de las delegaciones
y de los municipios del sur-oriente de la metrópoli (en su mayoría, sectores
populares), brindándoles un servicio de calidad y económico, que les permitía
una rápida conexión con las áreas céntricas de la ciudad. Dos de las estacio-
nes de la nueva línea del Metro tocan a nuestra zona de estudio. Ambas se
construyeron sobre la vialidad principal (Av. Tláhuac), una de ellas, junto al
hospital de especialidades, en un predio aledaño al panteón de slt, y la otra, en
el límite entre las delegaciones Iztapalapa y Tláhuac, en una zona de colonias
populares y algunos conjuntos habitacionales vecinos.

230 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Así, por un lado, los grandes equipamientos urbanos instalados entre 2000
y 2004, dotaron a slt de importantes servicios y nueva infraestructura, de la
que antes carecía, con el consiguiente flujo de población flotante y el dinamismo
económico que ello representa, y por otro lado, la construcción del Metro significó
una enorme ventaja de accesibilidad para la zona, que le acerca a la centralidad.
Todo esto ha incidido en la valorización de este territorio de urbanización popular.
Desafortunadamente, como ya se ha mencionado, el funcionamiento del
tramo (elevado) de la línea 12 del Metro que corre por el oriente de la ciu-
dad fue temporalmente suspendido, lo que causó fuertes problemas en los
tiempos y en los costos de traslado para la población afectada, así como la
pérdida de las importantes ventajas urbanas que ya habían sido obtenidas.

5. Principales interrogantes del proyecto de investigación


Ante el panorama aquí descrito nos parece pertinente indagar acerca de
los efectos que producen las grandes intervenciones urbanas en una zona
de poblamiento popular y más específicamente nos preguntamos: a más de
diez años de haberse instalado, ¿qué efectos han causado los megaproyectos
de equipamiento y servicios en el entorno urbano de San Lorenzo Tezonco?
La diferencia con otros casos de estudio sobre el impacto urbano de los me-
gaproyectos es que, además de tratarse de una zona popular, en nuestro caso de
estudio, los grandes equipamientos son de carácter público y fueron financiados
con recursos del gobierno local, lo cual implica que no existió una asociación pú-
blico-privada, ni alguna forma de intervención del sector privado. Las mejoras en
infraestructura y vialidad también fueron absorbidas con recursos públicos y se
han acompañado de otros programas sociales que inciden en el territorio como
el Programa de Mejoramiento de Vivienda, del Instituto de Vivienda del Distrito
Federal (invi-df), desde 2000, el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial
(pcmb), desde 2007, y el presupuesto participativo de la delegación Iztapalapa.
Otra de las características particulares de este caso de estudio es que, si
bien se trató de una importante intervención urbana en una zona específica
de la ciudad, no se formuló un plan urbano previo y expresamente estudiado.
En otras palabras, no se realizó un plan estratégico de acuerdo con criterios

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 231


formales. La intención en términos urbanos fue, simplemente, favorecer la
consolidación de una zona marginada y, sin plasmarlo en algún plan maestro
de intervención territorial, ni estudios previos, ni amplia discusión con la co-
munidad, el proyecto se implementó “bajo la marcha”, a partir de la voluntad
política de la autoridad local.
Resulta indiscutible que esta intervención pública ha incidido en la valoriza-
ción de nuestra zona de estudio. Frente a esta situación nos preguntamos si al
igual que en otros casos de megaproyectos desarrollados en áreas urbanas, que
tienen mejores atributos que esta zona popular, ha implicado procesos de gen-
trificación y con ello, la acentuación de la segregación urbana. ¿Hasta qué punto
las mejoras en una zona popular inciden en la disminución de la segregación?
Lo anterior nos lleva a formular algunas interrogantes más específicas: ¿a
qué escala territorial se irradian los efectos urbanos producidos por estas
grandes intervenciones en el territorio? ¿Abarcan una zona amplia o se pre-
sentan muy localizados en las inmediaciones de los nuevos equipamientos?
¿Qué diferencia hay en el impacto urbano producido por los diversos tipos
de equipamiento de acuerdo con su función (educativo, salud, transporte) en
las distintas formas de poblamiento en que se asientan? ¿Cuáles han sido los
aspectos positivos de los cambios producidos en la zona y cuáles los negativos?
En el presente trabajo nos centramos en los cambios producidos en la vivien-
da y las modificaciones que los habitantes han realizado a partir de los cambios
en el entorno físico (barrio) producidos a raíz de las grandes intervenciones
urbanas recientes y sus implicaciones en la vida cotidiana. Estas transforma-
ciones reflejan el proceso de cambio de uso del suelo de habitacional a mixto
en algunas áreas y comprenden, desde nuevas construcciones y ampliaciones,
hasta la valorización de los inmuebles y el incremento de las rentas.

232 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


6. Algunos resultados preliminares del estudio
Lo que se presenta en este apartado se basa en los resultados obtenidos
de las entrevistas realizadas8 y de una encuesta dirigida a la población del
polígono de estudio, dividido en seis zonas diferenciadas por su tipo de po-
blamiento y cercanía a los nuevos equipamientos urbanos y a las vialidades
principales, cuyo levantamiento se realizó en noviembre de 2014.9 También
se realizó un levantamiento de campo sobre los usos del suelo actualmente
presentes en la zona, a nivel de cada lote.10
Como es tradicional en las colonias populares, la principal transformación
que se ha presentado en slt es el cambio de uso del suelo de habitacional a
mixto. Este ha sido diferenciado en las seis zonas que integran el polígono de
estudio y se desarrolla principalmente en las vialidades de mayor afluencia
peatonal y vehicular, y alrededor de los principales equipamientos viejos (el
reclusorio) y nuevos. Sobre la Av. Tláhuac (principal vía de acceso), por donde
pasa el tramo elevado del Metro, el uso del suelo mayoritario es comercial y de
servicios, tratándose generalmente de establecimientos formales, incluso de
importantes cadenas nacionales e internacionales, y también, pero en menor
medida, se presentan estos usos mezclados con el habitacional (mixtos). En
cambio, en las zonas más interiores del polígono predomina el uso mixto en
torno a las vialidades de mayor afluencia.
En lo que se refiere a las inmediaciones de los tres equipamientos objeto
de nuestro estudio, este ha sido un fenómeno muy localizado: se manifiesta
sobre todo principalmente en las vialidades de paso, con mayor flujo de po-
blación flotante (estudiantes y trabajadores que permanecen por varias horas

8
Se realizaron tres entrevistas a pobladores de la zona con diversas características (dos tienen
negocios dentro de su vivienda que dan servicio a los trabajadores de los equipamientos urbanos y
otra desempeña su actividad económica —ventas— en estos) y una entrevista al Comité Vecinal de
la Colonia lsl i.
9
Se levantaron 237 cuestionarios de la encuesta definitiva y 120 en la piloto. Si bien, esto no cons-
tituyó una muestra estadísticamente representativa, dadas las limitaciones de tiempo, presupuestales
y de disponibilidad de equipo del proyecto, sí aporta elementos importantes al tema de estudio.
10
Este levantamiento se llevó a cabo entre los meses de septiembre y noviembre de 2014 y fue
realizado por seis equipos (uno por cada zona del polígono de estudio) de estudiantes de la Licenciatura
en Urbanismo de la unam. Actualmente, los resultados de los levantamientos zonales están siendo
integrados por un becario del proyecto, también estudiante de la dicha institución.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 233


Plano 1. Polígono de San Lorenzo Tezonco
Fuente: Elaboración propia .

en la zona) y se produce casi exclusivamente en las áreas que se encuentran


frente a los inmuebles.
Estos cambios han sido producidos principalmente por los mismos pobla-
dores que han transformado sus viviendas y/o adaptado sus predios para
insertar nuevas actividades económicas, que dan servicio a los usuarios de
los equipamientos, que tienen demandas específicas (cafeterías, fondas,
papelerías, fotocopiadoras, café internet, misceláneas, farmacias, florerías,
velatorios, etcétera) y no se dirigen a los habitantes del barrio. Esto implica
una dependencia económica de las actividades de la población flotante, que
se suspenden o disminuyen los fines de semana y en los períodos vacaciona-
les, para el caso de los planteles educativos. Por otra parte, ha proliferado el

234 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


comercio ambulante con esta misma orientación. Esto significa que si bien se
ha producido un mayor dinamismo económico, este se refiere a actividades
de baja productividad y de subsistencia, muchas de carácter informal —la
llamada “changarrización”—.
En la zona del Pueblo de slt, el proceso de cambio a uso mixto ya había
ocurrido desde antes de la llegada del iems y el hospital, en la vialidad colin-
dante con el panteón, dado que allí se encuentran también oficinas y bodegas
del gobierno local (la Subdelegación Territorial). Estas trasformaciones se
acentuaron con los nuevos equipamientos, sin embargo, muchos lotes aún
conservan el uso exclusivamente habitacional y los cambios ocurridos son
menos notorios que en las inmediaciones del plantel de la uacm.
Originalmente, los terrenos que hoy tienen frente a la Universidad,
eran los más baratos. Nadie los quería porque estaban junto al basurero
y era una zona peligrosa y alejada (entrevista a una pobladora que tiene
un negocio de comida frente a la uacm, agosto de 2014).
Esas casas vecinas a la Universidad, antes no tenían ni ventanas hacia
la Av. Cuatro (donde se ubica el acceso principal de la uacm). Ese terreno
era tierra de nadie, tiraban basura y cascajo y solo en la parte alta habi-
litaron una cancha de futbol, donde llevábamos a los niños y cobraban el
arbitraje (entrevista al Comité Vecinal LSL I, abril de 2015).

Dada la historia de la urbanización de nuestra zona de estudio, de acuerdo


con la clasificación de Connolly (2004), los tipos de poblamiento presentes
en ella son: un pueblo conurbado que data de la época prehispánica, que tuvo
varias modificaciones a lo largo del tiempo y fue absorbido por la mancha
urbana desde la década de los setenta del siglo pasado; una colonia popular
de origen irregular, que comenzó a formarse desde esos mismos años alrede-
dor del pueblo y que hoy, dada su antigüedad, se encuentra ya consolidada; y
algunos conjuntos habitacionales de interés social que se desarrollaron en los
años ochenta y noventa. De estos tres tipos de poblamiento, el predominante
en el polígono de estudio es la colonia popular consolidada, que actualmente
es habitada por hogares maduros con hijos adultos jóvenes (en su mayoría,

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 235


llegaron alrededor de treinta años atrás), un número importante de adultos
mayores y familias desdobladas de segundas generaciones con hijos peque-
ños. Todo ello tiene que ver con la evolución de la vivienda.
Predominan las casas solas, seguidas en importancia por las casas o de-
partamentos en predios familiares, mientras que las viviendas en unidades
de interés social son escasos. De acuerdo con la muestra obtenida de la
encuesta, la mayor parte de las familias (76 por ciento) tiene más de veinte
años habitando la vivienda que ocupa. Hay proporciones similares de hogares
nucleares (40 por ciento) y extensos (43 por ciento) y estos últimos habitan
principalmente casas solas o viviendas en predios familiares; los hogares
unipersonales representan 5 por ciento y los no familiares 1 por ciento. Lo
anterior se relaciona con el número de viviendas encontradas en los predios,
cerca de cuatro de cada diez predios tiene más de una vivienda y este fenómeno
se presenta con mayor frecuencia en las zonas de más antiguo poblamiento
(el pueblo de slt y el área vecina al reclusorio).
En cuanto a la población que llegó a vivir a la zona en los últimos diez años
(después de la instalación de los equipamientos), constituye el 10 por ciento de
la muestra y la mayoría vive en unidades habitacionales de interés social, departa-
mentos aislados y viviendas en predios familiares con acceso común. Los nuevos
pobladores se concentran en las zonas más cercanas a los nuevos equipamientos.
Ocho de cada diez viviendas son propias, en tanto que las rentadas consti-
tuyen solo el 10 por ciento y el resto corresponde a viviendas prestadas o en
otra situación de tenencia. La vivienda en alquiler se encontró sobre todo en
los conjuntos de interés social y en los predios familiares con acceso común
y se ubica principalmente en las áreas vecinas al plantel de la uacm y hacia
el norte del iems y del pueblo. En este último casi no hay vivienda en renta.
Respecto a las modificaciones de ampliación y mejoramiento en las vi-
viendas, así como a la construcción nueva en los lotes, casi siete de cada
diez de los encuestados han modificado y mayoritariamente lo realizaron
en los últimos diez años, siendo que un número importante lo hizo en los
últimos cinco años. Entre 30 y 60 por ciento de estos casos se ubicó en las
zonas vecinas a los nuevos equipamientos urbanos. Esto tiene que ver con el

236 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


programa de mejoramiento de vivienda del invi-df, que ha presentado mucha
actividad en la zona, aplicándose a la par de la instalación y consolidación de
los grandes proyectos urbanos. De este modo, la zona presenta múltiples
casos de construcción en proceso, que en nuestra muestra se encontraron
principalmente en el área cercana a la uacm (más de la quinta parte), mientras
en el pueblo no se registraron casos.
Otro hallazgo fue que más de la cuarta parte de los pobladores encues-
tados destina un espacio de su vivienda para realizar alguna actividad eco-
nómica remunerativa. Los que instalaron un negocio familiar representan
el 15 por ciento, y solo el 2 por ciento renta cuartos o locales comerciales.
En las casas solas se encuentran tanto negocios familiares como renta de
cuartos o locales comerciales; en las unidades habitacionales de casas se
presentan los negocios familiares y en los conjuntos de departamentos,
la renta de cuartos, pero es poco significativa. Esto habla de la flexibi-
lidad que tiene el hábitat en las colonias populares de autoproducción
en comparación con la vivienda social producida por las instituciones en
urbanizaciones formales.
Del total de los pobladores encontrados en la encuesta que abrieron un
negocio y/o desarrollan alguna actividad económica en su vivienda (renta de
cuartos, locales o departamentos en el lote), siete de cada diez respondieron
que esta actividad representa más de la mitad del ingreso familiar y el 40 por
ciento de los jefes de familia en esta condición ha cambiado de trabajo y en
la actualidad solo se dedica al negocio familiar.
En lo que se relaciona con el barrio, más de la mitad de los encuestados
respondió que este ha mejorado mucho y esta opinión positiva se mani-
festó principalmente en la zona vecina al plantel de la uacm. Sin embargo,
también se presentaron opiniones negativas, principalmente en lo que
se refiere a inseguridad, basura, pérdida de la tranquilidad e invasión de
espacios públicos.
Por último, en lo que se refiere al tema del mercado inmobiliario, la per-
cepción generalizada es que los precios de inmuebles y terrenos, así como
las rentas, han aumentado mucho en los últimos cinco años, y más hoy día.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 237


Esto se manifestó particularmente en el pueblo de slt y en la zona vecina
a la uacm. En las entrevistas, los vecinos declararon que desde hace cinco
años ha aumentando mucho el impuesto predial (entrevista al Comité Ve-
cinal de lsl i, abril de 2014). Por otra parte, se ha detectado la aparición
de algunos nuevos desarrollos de vivienda (edificios bajos) por parte de
promotores privados.

7. conclusión
El desarrollo de megaproyectos urbanos en la zona de slt, acompañado
particularmente del programa de mejoramiento del invi-df, ha incidido de
manera indiscutible en una mejoría y valorización del barrio y los inmuebles,
y, con ello, en la calidad de vida de sus habitantes. Esto no se ha manifestado
en un proceso de gentrificación y lejos de ello ha incentivado, más bien, el
arraigo de los pobladores.
Con respecto a la gentrificación, si pensamos en este concepto como
“aburguesamiento”, a partir de la elevación del nivel de ingresos de la población
residente y la valorización de sus predios e inmuebles, podríamos considerar
que sí se ha producido este fenómeno en la zona de slt. Sin embargo, si se tiene
en cuenta que la gentrificación implica necesariamente el desplazamiento de
los habitantes más pobres por la llegada de pobladores con mayores ingresos
(Janoschka, 2014), esto no se ha producido, porque –al menos, hasta ahora–
los pobladores originales de la zona de slt han permanecido y muchos de ellos
han aprovechado las ventajas ofrecidas por los megaproyectos.
El impacto urbano de los grandes equipamientos instalados en fechas
recientes —y también de los más antiguos— se presenta muy localizado en
torno a ellos, lo que ha generado actividades económicas con cierto grado
de informalidad e inseguridad laboral (la economía popular).
Los nuevos procesos de construcción en el área de estudio, en su mayoría,
consisten en ampliaciones y mejoramientos de los inmuebles ya existentes y,
en mucha menor medida (por la indisponibilidad de predios libres), en nuevos
desarrollos. De esta manera, se ha producido una mayor densidad habitacional

238 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


y constructiva que ha generado una mayor presión sobre la infraestructura
y servicios urbanos existentes —insuficientes desde su origen— a pesar de
que el gobierno local ha realizado acciones para su mejoramiento.
El uso de la vivienda popular como unidad económica productiva, como
señala Salazar (2014), intensifica el valor, porque permite a la población
generar oportunidades de autoempleo y obtención de ingresos, usando su
inmueble —por lo general autoconstruido— y reduciendo así las necesidades
de desplazamiento en la ciudad y, con ello, los costos y tiempos de traslado.
Sin embargo, muchas veces implica un sacrificio del espacio habitable de la
vivienda y dificultades en su uso cotidiano, así como también empleos de
condiciones precarias y sobreexplotadas.
En síntesis, el desarrollo de los grandes proyectos urbanos en la zona ha
incidido fuertemente en su consolidación, densificación y saturación, además
de haberle brindado ventajas de accesibilidad y centralidad. No obstante, la
urbanización aún mantiene casi todas las características del poblamiento
popular, con fuertes precariedades y falta de ordenamiento en el uso del
suelo tanto privado como público, y el dinamismo económico que se genera
es con actividades mayoritariamente informales, de complemento a la eco-
nomía doméstica o de subsistencia. Las grandes intervenciones urbanas en
una zona popular producen solo mejoras, pero no necesariamente inciden en
la disminución de la segregación urbana.

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cas habitacionales en el df 2000-2006, gdf, seduvi, invi, cam, uacm, México.

240 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Nuevas urbanizaciones en el contexto
neoliberal: el caso de Altozano en
la ciudad de Morelia, México

Norma Angélica Rodríguez Valladares


Patricia Ávila García

Introducción

C
on la implementación del modelo neoliberal en México, el sector inmo-
biliario se ha favorecido con los cambios en el régimen de propiedad
de la tierra (por las reformas al artículo 27 constitucional), así como
con una mayor presencia de los actores privados en los espacios de toma de
decisión que impactan a la política urbana. En este marco, han surgido nuevos
proyectos urbanos que se caracterizan por la privatización y mercantilización
de los recursos naturales (agua, suelos, bosques) y servicios urbanos asociados
(agua potable); la fragmentación territorial que exacerba las contradicciones
campo-ciudad y urbaniza espacios otrora rurales o de protección ecológica; la
producción privada de vivienda por medio de espacios cerrados, que cuentan
con todo el equipamiento urbano y separan físicamente (bardas) a la pobla-
ción pobre de la que concentra mayores recursos, así como la creación de
complejos comerciales (malls) y de servicios (hospitales, escuelas, hoteles)
que impulsan nuevos estilos de vida y consumo urbano transnacional en
detrimento de las actividades locales.
En este trabajo se abordan las condiciones de ilegalidad con las que están
asociados los nuevos proyectos urbanos y el papel que juega el Estado en el
establecimiento y consolidación de los mismos. Los planteamientos aquí

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 241


vertidos se sustentan en la investigación realizada en torno al proyecto
inmobiliario Altozano, en la ciudad de Morelia, Michoacán. El trabajo se
estructura en tres apartados: el contexto neoliberal que da soporte a los
nuevos proyectos urbanos, el concepto inmobiliario del proyecto Altozano
y las estrategias realizadas para concretar dicha propuesta en Morelia.
El planteamiento central es que con la implementación de las políticas
neoliberales en México, las ciudades están inmersas en un proceso de privati-
zación de tierras ejidales y espacios públicos para favorecer macroproyectos
urbanos, que se asientan en áreas de alto valor social y ambiental. También
se plantea que el Estado juega un papel determinante por la vía legal, ilegal
e institucional para favorecer al sector inmobiliario en las nuevas urbaniza-
ciones orientadas a sectores de altos ingresos de Morelia.

Contexto neoliberal de los nuevos proyectos urbanos


El enfoque neoliberal de la política urbana, que predomina actualmente en
las ciudades latinoamericanas está centrado en el mercado, la desregulación
y la privatización para impulsar grandes proyectos urbanos que, de acuerdo
con Lungo (2004), generan procesos de gentrificación, valorización de los
capitales privados y especulación de tierras.
Los grandes proyectos urbanos conducidos por el sector privado a
través de asociaciones público-privadas como el elemento motor del
desarrollo de las ciudades son expresiones importantes de la visión
neoliberal de la gestión urbana, en la cual el papel de la institucionali-
dad pública y el interés general tienden a desvanecerse en función de
los intereses privados, bajo el manto de la necesidad de incrementar
la competitividad de las ciudades exigida por la globalización (Lungo,
2004, p. 25).

De acuerdo con Pradilla (2010), estos proyectos urbanos se han mul-


tiplicado desde la implementación del patrón de acumulación neoliberal
y tienen tres componentes: los grandes desarrollos inmobiliarios mixtos

242 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


(complejos semiautónomos con oficinas, hotelería, vivienda, comercio y
servicios), los centros comerciales socialmente diferenciados y las unidades
habitacionales cerradas.
Algunos gobiernos locales consideran estratégica la instalación de estos
proyectos urbanos en sus demarcaciones territoriales, tanto en términos
de los negocios altamente redituables, que van asociados para el sector
empresarial, como por la posible fuente de empleos que generan. Para ello
facilitan su establecimiento a través de las modificaciones legales, enfo-
cadas sobre todo en la redefinición de usos de suelo que se especifican en
los programas de desarrollo urbano. Los encargados de la gestión urbana
intentan justificarlo con la necesidad de modernización y competitividad
de las ciudades. Sin embargo, las evidencias teóricas y empíricas muestran
que esta nueva modalidad de intervención urbana genera altos rendimientos
solo para el sector privado porque los procesos de especulación de tierras
originan fenómenos de acumulación por desposesión y agudizan la situación
de pobreza patrimonial y alimentaria de las comunidades originarias de los
lugares donde se asientan dichos proyectos.
Las nuevas formas arquitectónico-urbanas actúan como vectores
de la privatización y mercantilización de lo público, contribuyen a la
segregación y exclusión socio-territorial de los ámbitos ocupados por
segmentos de la población empobrecida y, por tanto, a la fragmentación
social del territorio. (Pradilla, 2010, p. 508).

Estos proyectos inmobiliarios, lejos de articular una estrategia para impul-


sar la economía urbana, se limitan a la generación y construcción de modelos
arquitectónico-urbanos de grandes dimensiones que generan segregación
socioespacial y desplazamiento de población pobre, además de provocar
impactos ambientales negativos. Con la proliferación de estas tendencias
urbanas, enmarcadas en el enfoque neoliberal, la planeación urbana se ade-
cua a los intereses económicos y políticos predominantes, se reduce a la

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 243


regulación de asentamientos humanos y usos de suelo.1 Además se vuelve
un instrumento para la inserción de proyectos estratégicos, en los cuales
el sector público comparte riesgos con la iniciativa privada, crea o facilita
las condiciones para la apropiación individual del suelo y canaliza recursos
públicos para su operación.
Los principales promotores de este modelo de urbanización son las élites
locales y nacionales que emergen de los procesos de dominación. Su poder
económico y político les permite establecer valores, normas y conductas que
se hacen dominantes al resto de la sociedad. Las élites, como grupo social,
concentran poder y capital, gozan de ventajas y se definen a sí mismas como
dignas de lo que poseen, e imaginan que su riqueza y privilegios se derivan
de su personalidad selecta. Además, están ligadas a instituciones con poder
de mando, políticos, funcionarios de gobierno, propietarios y directores de
grandes empresas. Aun cuando no todo su poder está vinculado a las institu-
ciones es solo dentro y a través de ellas que puede ser más o menos duradero
e importante (Mills, 1957; Lezama, 1993).
Con la implementación de políticas neoliberales y las nuevas formas de
gestión urbana, la participación del Estado se refuncionaliza: se convierte en
facilitador o creador de condiciones para la libre acción de la empresa priva-
da; sus funciones de mediación, control y regulación se orientan a legitimar
la participación del mercado; impulsa procesos de descentralización que
permiten la intervención de nuevos actores y el establecimiento de nuevas
reglas que pueden facilitar actuaciones fuera de la ley.

En América Latina, el capital trasnacional, sea el inmobiliario y/o el


financiero, está jugando un papel cada vez más protagónico en esta mo-
dernización urbana y también se habla con frecuencia de que el sector

1
Un proceso que de acuerdo con Lungo (2004) sigue siendo clave dentro de la nueva forma de
gestión urbana neoliberal, por ello la estructuración del mercado de tierra se convierte en una de sus
principales vías de acción y el Estado pierde el control de grandes proporciones de tierra que ahora
concentran los inversionistas privados, en parte gracias a los cambios en la legislación de los países de
América Latina, que en forma paulatina han debilitado la intervención del sector público en el desarrollo
general de las ciudades y la concepción de la tierra como un bien privado que permite su utilización a
discreción por sus propietarios.

244 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


inmobiliario es usado como lavadora de las ganancias del crimen orga-
nizado globalizado (Pradilla, 2010, p. 527).

Concepto inmobiliario comercial de Altozano


Altozano se inscribe, de acuerdo con la clasificación que plantea Lungo (2004),
en los grandes proyectos urbanos de segunda generación en los que el sector
privado asume el control, se rompen los límites geográficos de la interven-
ción urbana tradicional llegando a la periferia de las ciudades y se plantea la
creación de nuevas centralidades. El concepto inmobiliario no articula una
estrategia de intervención urbana que integre aspectos económicos, sociales
y ambientales. Por ello, su impacto es negativo en el desarrollo de la ciudades.
El proyecto inmobiliario comercial de Altozano tiene presencia en cinco
estados del país. En Tabasco, Colima y Michoacán, los proyectos se encuentran
en su fase de consolidación, mientras que en Querétaro, Yucatán y Durango,
se anuncia su próxima inauguración. Por lo general, el concepto inmobiliario
tiene tres componentes: campo de golf, centro comercial y conjuntos habi-
tacionales cerrados.
Este modelo urbano surge con las políticas de privatización y desregu-
lación que, como parte del modelo neoliberal, se implementan en México a
partir de los años ochenta y promueven la construcción de grandes centros
comerciales en torno a los cuales se crean conjuntos habitacionales cerra-
dos que se caracterizan por la privatización del espacio público, la exclusión
y la fragmentación socio-territorial. Los centros comerciales, como señala
Pradilla (2010), son un mecanismo de privatización de lo público, están
diseñados para el acceso en automóvil, interiorizan la calle y como ámbitos
privados son vigilados por guardias de seguridad privada. En la misma línea
de crear espacios exclusivos y excluyentes están los conjuntos habitacionales
cerrados, cuyo número se incrementa en las ciudades latinoamericanas con
las políticas neoliberales que convirtieron las instituciones promotoras de
vivienda en bancos hipotecarios u organismos financieros de segundo piso.
Es un modelo habitacional dirigido a las clases medias altas que violenta la
garantía de libre tránsito, porque los espacios son circulados por grandes

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 245


bardas perimetrales que obstruyen la circulación vial y peatonal. Las entradas
oficiales a estos búnkeres también son vigiladas por guardias de seguridad
privada que impiden el acceso a las personas ajenas al lugar.
Este modelo urbano, que promueve Altozano, origina fenómenos de
frag­men­tación territorial y segregación social. Al priorizar la modernidad
y exclusividad de los desarrollos, sus promotores se apropian de la tierra,
agua y bosques de las comunidades originarias y provocan su exclusión o
desplazamiento. El gobierno se convierte en un aliado estratégico de los
inversionistas, les genera las condiciones para que no enfrenten dificultades
legales y administrativas en la fase de apropiación del suelo y gestión de los
permisos necesarios para las construcciones. Además, les provee de servicios
básicos e infraestructura vial y libera el mercado de vivienda al convertirlo en
un servicio atendido casi de manera exclusiva por el sector privado.
Es común que estos proyectos urbanos se asienten sobre áreas de cultivo
y reservas naturales de gran importancia ecológica porque las superficies de
bosque y agua que se encuentran en los límites del los proyectos inmobiliarios
elevan la plusvalía de terrenos, casas y otros productos que pone en el mercado
Altozano. Por ello, las estrategias de mercantilización incluyen la promoción
del entorno natural y ambiente sano. En el caso concreto de Michoacán, el
proyecto se asentó sobre una superficie de bosque que se convirtió en un
atractivo muy importante para los clientes del corporativo inmobiliario, aun
cuando constituye una evidencia clara de que la deforestación fue necesaria
para la construcción de viviendas, club de golf y centro comercial.
Esto es posible porque los valores y formas de conducta que promueven los
gobiernos y las élites crean prototipos de sujetos consumistas e individualis-
tas, incapaces de observar los actos ilegales que permiten a los capitalistas
apropiarse del espacio, acceder al paisaje, la naturaleza, el medio ambiente y
la seguridad. La formación de precios de suelo, que son especialmente altos
en zonas favorecidas, ha consolidado un mercado automático de exclusión
de quienes no pueden pagar tanto, la liberación de los mercados de suelo, la
concentración del capital inmobiliario, la adopción de la tipología de condominio
cerrado o enrejado y la realización de importantes obras de infraestructura

246 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


urbana, especialmente en vialidad y transporte, lo cual ha generado una mayor
segregación socioespacial (Hespanha, 1998; Sabatini 2003 y 2008).
Los conceptos de modernidad, exclusividad, seguridad, acceso a la na-
turaleza y estilos de vida diferentes, que promueve el proyecto Altozano,
originan la diferenciación social, la exclusión territorial y la degradación de la
naturaleza. Este modelo urbano no articula una estrategia que vincule varia-
bles económicas y sociales para generar procesos de largo plazo que incidan
en el desarrollo de las ciudades, lo cual, de acuerdo con Lungo (2004), puede
generar consecuencias negativas de distinta índole e introducir mayores dis-
torsiones en el funcionamiento del mercado de tierra urbana a nivel general.

Altozano en Morelia
En los últimos veinte años, la superficie del centro de población de Morelia se
ha incrementado por los intensos procesos de especulación del suelo, liderados
por las élites locales y actores políticos, que en una alianza infranqueable han
utilizado el aparato jurídico institucional del Estado para lograr sus objetivos
de acumulación capitalista, sin considerar los daños ambientales y sociales.
El crecimiento urbano se ha dado sobre todo en puntos de la ciudad con
superficies de tierra ejidal. Las zonas rurales se urbanizaron primero me-
diante el mecanismo de expropiación y, a partir de las reformas al artículo
27 constitucional en 1992, mediante la adquisición del dominio pleno. En un
principio, la bandera con la cual se justificó el desmantelamiento de los ejidos
fue la utilidad pública. Después, la apropiación de tierras por parte de los
empresarios inmobiliarios se logró, por lo general, mediante engaños, ame-
nazas y otros mecanismos que orillaron a los ejidatarios a ceder sus tierras.
El cambio de tenencia ejidal a la propiedad privada es contradictorio. La
desarticulación del entorno ejidal para la expansión territorial de la ciudad es
operada por el Estado desde los niveles federal y estatal, mediante el recurso de
expropiación y gran parte de esas áreas son fraccionadas y comercializadas por
propietarios particulares y empresas de capital inmobiliario. Los decretos ex-
propiatorios, aunque legales en su origen, evidencian el germen de la ilegalidad,
puesto que en todos los casos porciones de los ejidos ya habían sido ocupadas

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 247


por urbanizaciones clandestinas y desde la primera promoción estatal para uso
habitacional se vieron las complicaciones y complicidades entre funcionarios
y agentes urbanizadores de la especulación y el fraude habitacional, así como
la escasa actividad de un capital inmobiliario local organizado.
El crecimiento urbano se dio a costa de la afectación de tierras ejidales
y pequeñas propiedades, la mayor parte agrícola, lo que condujo a que más
de veinte localidades rurales fueran absorbidas por la mancha urbana. En
buena medida, la urbanización recayó en manos de especuladores del suelo,
fraccionadores, líderes y dirigentes de partidos políticos (principalmente del
PRI), situación que cobró relevancia en los años ochenta: 75 por ciento del
área urbanizada fue promovida por estos agentes y solo el 11 por ciento por
el Estado (Aguilar 2001; Ávila 2014, p. 126).
Altozano surge en este proceso de especulación inmobiliaria como un
proyecto enfocado a la producción masiva de vivienda. Se construye en zonas
destinadas años atrás a la protección ecológica, a costa de áreas forestales y
agrícolas, en humedales y zonas de riesgo por inundaciones y fallas geológicas
con el único interés de maximizar los beneficios individuales sin importar los
costos sociales y ambientales (Ávila, 2014).
La modalidad de desarrollo habitacional mixto es una figura que apareció
en Michoacán con el Código de Desarrollo Urbano, emitido en el año 2007. Sin
embargo, en Morelia se autorizaron tres proyectos de este tipo aun cuando el
marco jurídico que rige la planeación urbana no consideraba este modelo. El
proyecto inmobiliario Altozano es encabezado por Francisco Medina Chávez2 e
impulsado por distintos actores, tanto de la iniciativa privada como del Estado.
Entre los empresarios que apoyan el proyecto se encuentra uno de los hombres
más ricos del mundo Carlos Slim Helú.3Francisco Medina cuenta también con el

2
Uno de los hombres más ricos del estado de Michoacán, con negocios desarrollados principalmente
en los rubros automotriz, inmobiliario, de bienes raíces, servicios, banca comercial y actividades bursá-
tiles (periódico Cambio de Michoacán, 2013).
3
Harvey (2012) señala que en México han aparecido catorce millonarios desde el giro neoliberal de
finales de la década de 1980, entre los que se encuentra el hombre más rico de la tierra, Carlos Slim.
Señala que al mismo tiempo los ingresos de los pobres en el país se han estancado o han disminuido, p 35.

248 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


respaldo de representantes de gobierno del nivel federal, estatal y municipal, de
figuras como el expresidente de México Felipe Calderón Hinojosa, quien mani-
festó abiertamente su apoyo al empresario en los eventos de inauguración de las
diferentes etapas del complejo inmobiliario. Los gobernadores de Michoacán,
Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, a través de las instituciones
estatales, han autorizado la verificación de usos de suelo y la manifestación
de impacto ambiental, contraviniendo la normatividad urbana. También han
operado una estrategia de desregulación para dar viabilidad al proyecto.
Los presidentes municipales de Morelia, Salvador Galván Infante, Augusto
Caire Arriaga, Salvador López Orduña, Fausto Vallejo Figueroa y Wilfrido Lá-
zaro Medina –durante su administración–, autorizaron los dictámenes a través
de los cuales se permitió al empresario disponer libremente del territorio y
los recursos naturales del lugar. Sin importar la extracción partidista, estos
políticos han realizado las acciones necesarias para legitimar y consolidar
este modelo urbano.
Tanto el Estado como la empresa inmobiliaria tienen visiones del proyecto
inmobiliario que no se contraponen, ambas en la línea del patrón de acumu-
lación capitalista neoliberal, en el que el gobierno genera las condiciones
para el desarrollo del capital y legitima su actuación al presentarlo como
positivo para las ciudades. Desde la perspectiva de estos actores, Altozano
se concibe como el desarrollo inmobiliario más importante de Morelia y su
área de influencia inmediata. Los empresarios inmobiliarios plantean que
estos macrodesarrollos potencializan a las ciudades, beneficiándolas directa
e indirectamente con la atracción de inversiones, generación de empleos y
fomento al turismo. Gracias a esta alianza, en Morelia se levanta esta mole
de concreto en una zona con alto valor ambiental.
Con todo el respaldo institucional, Altozano es un proyecto inmobiliario
que nace de un proceso ilegal, por los medios que se utilizan para adquirir
las tierras ejidales sobre las cuales se asienta y porque dicha superficie
no es urbanizable por su importancia estratégica en la recarga de mantos
acuíferos. Además, el cambio de uso de suelo nunca se justifica plenamente
con base en la ley, por la presencia de riesgos geológicos y sísmicos. Aun

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 249


cuando autoridades estatales y municipales otorgaron los permisos, las
condiciones ambientales y de riesgo que le dieron a esa zona la categoría de
no urbanizable aún subsisten.
Este modelo urbano, a la vez que destruye el bosque para edificar las construc-
ciones proyectadas en su plan maestro, en su estrategia de venta de viviendas
y terrenos, también vende el paisaje boscoso que aún queda en el lugar4 y que
forma parte del patrimonio natural de los morelianos. El proyecto inmobiliario
se encuentra en proceso de consolidación gracias al apoyo del aparato del Esta-
do. De las 25 000 viviendas proyectadas, se ha construido un 20 por ciento. El
complejo ofrece todo tipo de servicios para un sector exclusivo de la población,
con ingresos suficientes para pagar lo que se oferta: fraccionamientos residen-
ciales, escuelas exclusivas, infraestructura vial de primer mundo, ciclopistas,
andadores panorámicos, parques recreativos, club de golf, área comercial, zona
hotelera, centros médicos, área de corporativos y vigilancia privada.
Otra forma arquitectónico-urbana que caracteriza a este proyecto son los
fraccionamientos cerrados, modalidad que no está permitida en el marco ju-
rídico que regula la planeación urbana en el estado. Sin embargo, en Altozano
se construyen estos conjuntos habitacionales que son circulados por grandes
muros de concreto y la entrada es vigilada por guardias de seguridad priva-
da. El acceso es restringido, la continuidad de las vialidades se interrumpe
y los caminos o servidumbres de paso, que por generaciones utilizaban las
comunidades del lugar para trasladarse se cancelan, lo que genera un modelo
urbano que va de la privatización del suelo a la exclusión de las personas y la
fragmentación del territorio.
El club de golf, que representa el proyecto ancla de Altozano, se inauguró
en octubre de 2008. Se ubica en la zona más boscosa del lugar y abarca una
superficie de 272 hectáreas, de las cuales 40 son los 18 hoyos, 32 áreas

4
En la publicidad del proyecto se señala que se partió de la idea de tener un entorno natural que
ostentara como bandera el verde de sus árboles, mezclado con la sensación inequívoca de que el cielo
forma parte de sus muros, todo inmerso dentro de la pureza de su aire. Efectivamente, la brisa de la
montaña trae al campo un aroma a pinos que nos hace sentir renovados. El campo de golf está enclavado
en toda esta frescura y amplitud de horizontes, un diseño de la prestigiada firma Jay Morrish, Carter
Morris en conjunto con Rafael Alarcón entrenador de Lorena Ochoa.

250 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


verdes y el resto son residencias habitacionales, calles y lotes. Toda esta área
es totalmente un espacio privado. Los guardias de seguridad no permiten
el acceso a personas ajenas al desarrollo, a menos que se haga uso de los
servicios que ahí se ofertan.
Para llegar al complejo inmobiliario existe una vialidad con problemas de
carga en horas pico y el Estado, incapaz de ver más allá del uso de los vehículos
automotores y contemplar opciones viales que incluyan una red de ciclopis-
tas para reducir los niveles de contaminación del aire, ahorrar energía fósil
y dar opciones económicas a las personas de bajos ingresos, insiste incluso
mediante actos arbitrarios, fuera de la ley, en construir una vialidad sobre un
área natural protegida.
La Loma de Santa María es considerada un icono ambiental en la ciudad
por su importancia ecológica e hídrica, constituye el hábitat de especies
animales y vegetales, y provee una gran variedad de servicios ambientales,
provisión de agua, regulación climática, control de deslaves e inundaciones y
servicios de recreación. Sin embargo, las distintas propuestas de la obra vial
han planteado atravesar este patrimonio natural, lo que contraviene los decre-
tos de protección. Los gobiernos federal, estatal y municipal han impulsado
una estrategia de desregulación para dar viabilidad a los distintos proyectos
viales impulsados. El Estado ha actuado de manera discrecional y haciendo
uso de poder, con actos que revelan su autoritarismo para dominar el proceso
urbano y reprimir a quienes se manifiestan en contra de la mercantilización
del espacio público y la conservación de las áreas naturales.
Esta vialidad de concreto que se pretende construir tiene como trasfondo
reactivar el proyecto inmobiliario en la otrora área natural protegida para
favorecer intereses particulares, posicionar políticamente actores locales y
promover la cultura del uso del automóvil (Ávila, 2004b). Como señala Pradilla
(2006), la privatización-exclusión-fragmentación socio-territorial incluye la
hegemonía creciente del automóvil privado:
Varios vectores se conjugan para ello: a) el atraso cuantitativo y el
deterioro cualitativo del transporte público, al que los gobiernos no han
dado la prioridad necesaria para atender adecuadamente la demanda

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 251


creciente de la población de ingresos bajos y medios; b) la opción de
los gobernantes por las grandes obras de vialidad confinada (túneles,
deprimidos, highways, puentes y distribuidores viales, etcétera), muy
visibles y rentables en términos de la promoción política de los go-
bernantes; y c) la ideología individualista de las capas medias y altas,
exacerbada por la cultura globalista neoliberal. Mientras las metrópolis
se pueblan de ostentosas moles de concreto o socavones, metidos con
calzador en la estrecha estructura urbana, para el uso de una quinta
parte de la población, las cuatro quintas partes se mueven en incómodos
y sobresaturados sistemas de transporte colectivo que ruedan a una
velocidad mínima impuesta por el 80% de los automotores que reali-
zan el 20% de los desplazamientos. La ciudad deja de ser un territorio
para los peatones, amenazados constantemente por el automóvil,
enfrentando insalvables barreras físicas como túneles, deprimidos,
puentes o entradas de estacionamientos, y teniendo que usar para
salvarlas elevados y tortuosos puentes u oscuros sótanos proclives
a los actos de violencia. Las metrópolis neoliberales se modernizan
para el automóvil y los automovilistas (Pradilla y Sodi, 2006, p. 100).

La cultura predominante de uso del automóvil, fomentada por el Estado,


se suma a la firme decisión de los tres niveles de gobierno de construir la
vialidad para comunicar Altozano y así cumplir con los acuerdos pactados
con el empresario Francisco Medina Chávez. Las acciones de los funcionarios
para desvirtuar la protesta ciudadana han incluido la creación de grupos de
choque, difamación y amenazas a los líderes del movimiento.
La ilegalidad del proyecto Altozano está inmersa en las acciones que se
realizan para lograr la apropiación de tierras, la construcción de unidades
habitacionales, centro comercial y campo de golf. Una primera muestra de las
irregularidades es que la autorizaciones más importantes para el proyecto
inmobiliario se dictaminan en el mes de diciembre, lo cual, en México, constituye
una práctica política denigrante, mediante la cual se logra la aprobación de
actos o leyes en los órganos representativos del Estado sin contrapesos. Es

252 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


una temporada idónea para sorprender a los integrantes del Ayuntamiento
porque no hay suficiente tiempo para revisar los asuntos, los votantes tienen
prisa por tomar sus vacaciones y, en general, el ánimo de fin de año es propicio
para obtener un voto aprobatorio sin consenso previo.
La aprobación de los dictámenes de autorización de fraccionamientos,
entrega de áreas de donación y constitución de la Junta Local de agua, los
días 2, 17, 26 y 30 de diciembre, muestran la ilegalidad de los procedimientos
mediante los cuales se generan las condiciones para concretar el proyecto
inmobiliario. El Ayuntamiento, además de contravenir las disposiciones que
prohíben urbanizar en zonas de valor ambiental, autoriza un modelo urbano
no previsto en la ley, aprueba la entrega de áreas de donación en condiciones
poco claras en las que se evidencian los acuerdos previos:
Aunque se presupone que ya estaba autorizado por el titular de sduma,
el otorgamiento de áreas de donación fuera de los fraccionamientos, es
necesario validar este hecho por el Ayuntamiento de Morelia en reunión
en pleno, siendo el motivo del que deriva el dictamen y que una vez ana-
lizada la petición del señor Medina. En concepto de estas comisiones no
existe inconveniente en que se autorice por el pleno del Ayuntamiento
el otorgamiento de áreas de donación de los dos fraccionamientos iden-
tificados como fracción i y iii cuarta sección y fraccionamiento quinta
sección indistintamente, adicionando la autorización definitiva de los
asentamientos de mérito (acta de Cabildo, 26 de octubre de 2004).

El dictamen es tendencioso y deja ver que finalmente los órganos de


representación solo legitiman decisiones que han sido tomadas en otros
ámbitos de poder. El Ayuntamiento validó un acto que había sido previamente
acordado de manera discrecional y aun cuando algunos regidores señalaron
que el empresario estaba sorprendiendo al Ayuntamiento, porque la super-
ficie presentaba una pendiente elevada y estaba afectada por líneas de alta
tensión de la Comisión Federal de Electricidad, el presidente municipal salió
en defensa del empresario, desmintiendo las acusaciones de los regidores y

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 253


poniendo al frente las bondades del proyecto.5Los presidentes municipales
además establecen acuerdos en privado con los empresarios. Un ejemplo
es la negociación en la entrega de otra superficie de áreas de donación que
Francisco Medina pide que el Ayuntamiento valide:

De acuerdo con lo platicado con usted en diciembre pasado respecto


al intercambio de áreas de donación de mis proyectos Montaña Monarca
por terrenos en la zona ecológica de Santa María, me permito solicitarle
oficialmente el intercambio a razón de 2 metros en zona ecológica por
uno que me corresponde donar. Adjunto a la presente, copia de la carta
opción del terreno en la zona ecológica que como ahí lo indica vence el día
10 de febrero del año 2006. Para poder adquirirlo y proceder a nuestra
negociación, requiero que el municipio que usted atinadamente dirige me
autorice por escrito el intercambio en cuestión a más tardar el 31 de enero
del presente año. Le recuerdo que el terreno adjunto fue adquirido por el
gobierno del estado a la familia Gómez Alonso con lo cual se podrá crear un
verdadero centro de entretenimiento ecológico siendo ésta ya propiedad
del gobierno estatal y municipal (acta de Cabildo, 12 de enero de 2006).

Las infracciones a la ley en Altozano son diversas. En la aprobación de


nomenclatura de los fraccionamientos, para demostrar la propiedad se ex-
hiben certificados agrarios cuando la Ley de Desarrollo Urbano establece

5
Todos estos fraccionamientos y como muchos otros que están en la ciudad, en las zonas resi-
denciales, las áreas de donación muchas veces nos las dejan en las partes traseras, que los únicos
beneficiados son los que compran allí. Tenemos esa problemática que padecemos en la actualidad con
varios fraccionamientos que así se quedaron, nos tocó ahora esta muestra de este fraccionamiento
junto toda el área de donación para sacarle provecho, respecto a las pendientes que tiene esa área de
donación, desgraciadamente la tiene la mayoría de todos los terrenos, es una pendiente normal, también
se aprovechó que esa área de donación estuviera junto a la de gobierno del estado para que se creara
por ahí una zona ecológica, en cuestión del famoso derecho federal no hay tal, se checó y se escrituró
...en este fraccionamiento en particular se ha ponderado los posibles aspectos negativos en cuanto a las
disposiciones reglamentarias, pero nos volvemos más exigentes, la mayoría de los fraccionadores no
van a tener tratamiento de aguas, no van a tener la calidad de los materiales en cuanto a las vialidades
que va a ocupar la ciudad, tiene aspectos positivos que finalmente también quienes van a disfrutar y a
padecer son gentes que llevan un nivel de conciencia y de posibilidades mucho más claros que el medio
de la población (acta de Cabildo, 26/10/04).

254 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


como requisito mostrar título inscrito en el Registro Público de Propiedad.
En su mayoría los dictámenes se aprueban con la condición de que no se
establezca barda perimetral que ocasione calles cerradas o privadas que
interrumpan la continuidad de las vialidades, requisito que no se cumple. Se
contraviene además la disposición de no construir en zonas arboladas y de
valores naturales.
Para favorecer las inversiones en Altozano también se concesiona el servi-
cio de agua a la empresa, sin acatar los procedimientos que marca la ley y se
simula la constitución de la Junta Local de agua. Ante estas irregularidades,
los regidores se manifiestan, sin embargo, de nuevo el presidente municipal
sale en defensa del empresario:

No es en sí la estructura con la formalidad legal sino ha sido una se-


rie de factores externos en donde ha imperado la corrupción y todo lo
demás, donde se trataba de resolver un problema regional, dándoles
la mayoría de edad y la confianza, no ha sido tal el caso, creo que estos
comités, estos organismos dependientes también del ooapas, están
perfectamente bien reglamentados son muy positivos, siempre y cuando
verdaderamente a la gente que se les dé esta autorización cumplan con
los requisitos, es quitarle una carga al organismo operador... estoy de
acuerdo con que se posponga la aprobación, que venga la gente inclusive
de estos fraccionamientos a plantear el porqué, no le veo mayor cuestión,
las disposiciones legales son muy precisas, es decir, la creación de estas
juntas son importantes porque resuelven problemas regionales… creo
que las disposiciones legales son adecuadas, es como la Constitución,
tenemos una de las constituciones más avanzadas e importantes en el
orbe, pero la aplicación es otra cosa totalmente diferente que la hace el
hombre (acta de Cabildo, 10 de diciembre de 2004).

El presidente municipal, desde una postura clasista, plantea diferencias


entre las Juntas conformadas por las tenencias y las conformadas por estos
proyectos inmobiliarios. Considera las primeras negativas y las segundas

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 255


positivas, además deja entrever que la ley no necesariamente debe ser aca-
tada al plantear que aun cuando las leyes son de vanguardia la aplicación de
las mismas es algo terrenal.
La aprobación de la Junta Local se retoma en sesión ordinaria del 23 de
diciembre de 2004, prácticamente en los mismos términos, únicamente se
omite como sustento legal el artículo 70 de la Ley Orgánica Municipal que
refiere a la concesión del servicio. Sin embargo, el dictamen no se aprueba
porque de nuevo los regidores señalan que se trata de una concesión y no
existe una contraprestación para el Ayuntamiento como titular de ese dere-
cho. También señalan el incumplimiento en relación con la disposición legal
que establece la integración del jefe de tenencia de la localidad y la dificultad
para cumplir con el requisito del encargado del orden. La Junta, finalmente, se
aprueba por unanimidad mediante un albazo, el día 30 de diciembre, último
día en funciones de ese gobierno municipal.
De forma descarada, el Estado sustenta este acto en un precepto legal
que no se cumple, porque la Junta se integra por miembros de la empresa
desarrolladora cuando la ley establece que deberán ser el jefe de tenencia
o el encargado del orden, además se usa el concepto de comunidad dándole
esa categoría al proyecto de élite para estar a tono con la norma jurídica.
Mediante distintas estrategias, el gobierno municipal apoya la consolida-
ción del proyecto inmobiliario, en el dictamen aprobado por unanimidad en el
mes de diciembre de 2005 donde se autoriza la construcción de 40 viviendas
unifamiliares. Un regidor reflexiona:

Como que primero estamos dando los elementos a los fraccionadores


para que llegue el momento en que no les podamos negar la autorización
definitiva del fraccionamiento, es importante analizar la legislación (acta
de Cabildo, 02 de diciembre de 2005).

Efectivamente no existe una visión integral en la autorización de fraccionamien-


tos. Estos se aprueban en tres fases, el uso de suelo, el proyecto de lotificación y
vialidad, y, finalmente, la nomenclatura que representa la autorización definitiva.

256 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Los resolutivos de los dictámenes aprobados revelan con descaro la
ilegalidad de los mismos. En la autorización del proyecto de lotificación y
vialidad del fraccionamiento, denominado extraoficialmente Punta Monarca,
cinco regidores se manifiestan en contra de la aprobación argumentando
que se trata de un asunto delicado por las condiciones del área y que no se
discutió lo suficiente por no contar con el dictamen para revisión con los días
de anticipación que marca la ley, señalan su desacuerdo con el lugar donde
se dejarán las áreas de donación y con la urgencia de aprobar el dictamen,
mencionan que es de dominio público que el fraccionar la parte alta de Santa
María es impermeabilizar la tierra y por tanto recrudecer las inundaciones.
Sin embargo, en sesión ordinaria del 14 de abril del mismo año el dictamen
se aprueba por mayoría con el voto en contra de un regidor que deja en claro
las cuestiones de ilegalidad del proyecto al señalar:

Manifiesto mi voto en contra por los siguientes argumentos de carácter


legal: el artículo 158 de la Ley de Desarrollo Urbano dice que la publicidad
destinada a promover la venta de lotes en los fraccionamientos, condominios y
conjuntos habitacionales se sujetará a la aprobación previa del Ayuntamiento
correspondiente que cuidará que el sistema de ofertas y demás elementos
que le integren corresponda a la autorización otorgada, por lo que el C. Fran-
cisco Medina Chávez viola la ley, pues de acuerdo con el artículo 292 de la
misma se debe infraccionar a quienes sin autorización correspondiente se
anuncien o por cualquier medio de comunicación efectúen la publicidad del
fraccionamiento o contando con la autorización no se ajusten a la misma, con
una sanción de 500 a 1000 veces el salario mínimo diario que rige en la zona
donde se cometa la infracción. Evidentemente el fraccionador está violando
la ley de la materia pues está ofertando la venta de lotes sin autorización
del Ayuntamiento (acta de Cabildo, 14 de abril de 2006).

Punta Monarca es la superficie donde se encuentra el campo de golf, el área


más boscosa ocupada por este proyecto inmobiliario, donde es evidente la apro-
piación y explotación ilegal de recursos naturales como suelo, agua y bosque.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 257


El empresario, además de violar las disposiciones en materia de planea-
ción urbana, se apropia de las tierras de manera ilegal. El dictamen aprobado
por unanimidad el 28 de marzo de 2007 señala que la superficie que pre-
tende fraccionar incluye los derechos de un tercero perjudicado. También
se menciona la actuación ilegal del fraccionador, al violar lo dispuesto en
los programas de desarrollo urbano y realizar obras de urbanización sin la
aprobación correspondiente:

Resulta procedente autorizar de manera condicionada el visto bueno


del proyecto de lotificación y vialidad del desarrollo habitacional en la
modalidad de fraccionamiento de baja densidad (34 viv/ha ) y media
densidad hasta (75 viv/ha) con equipamiento comercial, educativo,
recreativo, deportivo y servicios. Condiciones: Ajustar la superficie de
227-97-75 ha. En relación a la superficie de 3-39-37 ha., en conflicto,
este Ayuntamiento a través de SDUMA adoptará las medidas para impe-
dir que se quebranten los derechos de un tercero, y hasta en tanto no se
resuelva el destino de la superficie en litigio, el propietario se abstendrá
de fraccionar esa superficie. Se requerirá al fraccionador para que cumpla
con las sanciones a que se hizo acreedor por haber violado la fracción IV
del artículo 291 y 292 fraccionamientos I de la lduemo (acta de Cabildo,
28 de marzo de 2006).

El Ayuntamiento no da tregua al asombro votando por unanimidad dic-


támenes en los que abiertamente se señalan las infracciones legales. En
este caso se habla de un litigio por la afectación de derechos de un tercero,
además se plantea que el fraccionador desacató la disposición de la lduemo
de no edificar y realizar obras de urbanización sin la autorización previa de la
Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología o del Ayuntamiento.
Como podemos observar, las violaciones a la ley por parte de este em-
presario son diversas y le permiten apropiarse del territorio y urbanizar en
superficies de bosque, áreas importantes para la recarga de mantos acuíferos,
zonas agrícolas y de riesgo. Esta práctica es posible gracias a las alianzas

258 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


que el empresario establece con los líderes políticos electos para encabezar
el gobierno estatal y municipal. El aparato del Estado facilita y legitima el
desarrollo sin considerar daños ambientales, riesgos, disposiciones legales
y normas de planeación.
La clase política y económica se vale de las estructuras del Estado para
concretar el proyecto urbano exclusivo, que aprovecha los recursos natura-
les (tierra, agua y bosque) para obtener mayor rentabilidad y que relega a la
clase campesina, a los dueños originarios de la tierra, a volverse asalariados
a su servicio. Es así como élites empresariales y actores políticos apoyados
en instituciones ideológicas educativas y religiosas configuran este modelo
urbano que nace de un proceso ilegal y que es individualista, lucra con los
recursos naturales, privatiza los espacios públicos, provoca la segregación
social y la fragmentación del espacio urbano.

Conclusiones
Altozano es un concepto inmobiliario que nace con la implementación de
políticas neoliberales. Las reformas legales, la desregulación urbana y las
infracciones a la ley son la base del proyecto.
El Estado, desde la óptica neoliberal, actúa como facilitador, genera las
condiciones legales y administrativas para su ejecución y consolidación. El
Ayuntamiento, además de contravenir las disposiciones que prohíben urba-
nizar en zonas de valor ambiental, autoriza un modelo urbano no previsto en
la ley, aprueba la entrega de áreas de donación en condiciones poco claras
en las que se evidencian los acuerdos previos entre el presidente municipal
y el empresario, permite los trabajos de construcción sin que se demuestre
plenamente la propiedad de las superficies y sin las autorizaciones corres-
pondientes. Además, en los resolutivos de los dictámenes que aprueba
revela la posible afectación a derechos de terceros. También otorga a la
empresa la concesión de agua simulando la constitución de la Junta Local
que establece la Ley.
En distintas autorizaciones que se emiten para Altozano, la ley se presenta
como un discurso que sirve para legitimar la actuación de los órganos de

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 259


representación popular que no son capaces de rescatar el sentido social de
las leyes y se escudan en su generalidad para justificar una interpretación y
aplicación en favor de los grupos dominantes.
La ilegalidad en los procesos urbanos se manifiesta mediante prácticas
diversas, que van desde los mecanismos de apropiación del suelo que se dan
fuera de la ley mediante amenazas, intimidación y engaños, abuso de poder para
cambiar las leyes y la normatividad urbana con el fin de ceder el espacio públi-
co (calles y áreas de donación) al negocio inmobiliario y, en general, la gestión
urbana que opera a favor de los grandes empresarios inmobiliarios y que se ve
reflejada principalmente en los cambios de uso de suelo de zonas que por su
gran valor ambiental conservaban el estatus de no urbanizable, así como en la
autorización de fraccionamientos infringiendo diversas disposiciones legales.
La gestión urbana con las tendencias neoliberales se orienta a facilitar
la privatización y mercantilización del espacio, provoca el surgimiento de
movimientos sociales y origina una disputa en la que contradictoriamente
el Estado, que es quien debiera garantizar la legalidad en los procesos de
uso y apropiación de recursos y, por el contrario, violenta las normas para
favorecer intereses privados.
El empresario de Altozano, respaldado por la alianza que establece con los
gobiernos en turno, se apropia del territorio y urbaniza en superficies de bos-
que, áreas importantes para la recarga de mantos acuíferos, zonas agrícolas y
de riesgo. El aparato del Estado facilita y legitima el desarrollo sin considerar
daños ambientales, riesgos, disposiciones legales y normas de planeación.
En resumen, la complejidad que encierran los nuevos procesos urbanos,
originados por la desregulación y la flexibilización de la legislación urbana y
territorial que originó intensos procesos de privatización y especulación de
tierras y en general en la dirección y conducción del desarrollo urbano, para
lograr un escenario de redefinición de usos de suelo, hace necesaria una in-
tervención más decisiva del Estado de derecho, así como de la Sociedad Civil
(organizaciones urbanas, ecologistas y ciudadanas), mayor justicia y equidad
es necesario replantear el apego de las instituciones públicas a principios y
valores éticos que garanticen el bien común en los procesos urbanos.

260 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


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Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 263


La llegada al río a través
de un macroproyecto urbano:
estudios sobre el espacio público costero en
Puerto Norte en la ciudad de Rosario, Argentina

Daniel Kozak
Natalia Feld

INTRODUCCIÓN

E
l fin de esta ponencia es examinar el caso de Puerto Norte —un nuevo
macroproyecto urbano en la ciudad de Rosario, en Argentina— y, parti-
cularmente, analizar su vínculo con el río Paraná, cuya ribera es uno de los
paseos públicos preferidos y el principal recurso paisajístico de la ciudad. Se
propone evaluar las características del espacio público costero recientemente
constituido, desde el punto de vista de la accesibilidad e inclusión, en relación
con los instrumentos de gestión del suelo que permitieron su construcción.
Los macroproyectos urbanos o Grandes Proyectos Urbanos (gpu) son, en la
actualidad, de los instrumentos privilegiados de la planificación y gestión de
las ciudades, generalmente producto de la recualificación de antiguas áreas
industriales o zonas que por diferentes motivos han perdido sus principales
usos históricos y se encuentran relegadas. Son, a la vez, ocasiones preciadas
para los Estados locales que suelen convertir áreas problemáticas de sus
jurisdicciones en nuevas centralidades pujantes y también oportunidades
extraordinarias para la multiplicación de capital, y consecuentemente uno
de los destinos urbanos preferidos de la inversión privada, particularmente
de la Inversión Extranjera Directa (ied).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 265


Existe una amplia literatura que los propone como una herramienta efec-
tiva y acorde a las dinámicas actuales de las grandes ciudades en la era de la
globalización. También existe otra bibliografía –no menos extensa– que los
critica y explica como el triunfo de la visión “empresarialista” en la gestión
de las ciudades. Una de las críticas frecuentes apunta a la relación que se
establece entre los gpu y las ciudades que los albergan: la imputación de
los gpu como casos de fragmentación urbana. A pesar de ser este un juicio
frecuentemente mencionado en trabajos que examinan críticamente a los
gpu, existen pocos estudios que toman este argumento como su eje central.
En este sentido, esta ponencia se enmarca en una investigación cuyo foco es
precisamente el estudio de esta cuestión, a través del análisis en profundidad
de las conexiones –espaciales, sociales y de infraestructura– establecidas
entre los gpu y sus ciudades.

La relación entre los GPU y la ciudad consolidada


En la planificación y diseño de los gpu, la relación de estos con sus contextos
inmediatos, usualmente, no es un tema prioritario. Por el contrario, a menudo
la capacidad de autonomía de los gpu es sumamente valorada por sus planifi-
cadores/diseñadores, quienes concentran sus miradas en los límites físicos
de sus proyectos. En consecuencia, no es infrecuente que las decisiones
tomadas sobre las áreas de incumbencia de los gpu refuercen la separación
entre estos y sus áreas vecinas. Por otro lado, los inversores privados que
participan del financiamiento de los gpu generalmente favorecen la separación
de sus emprendimientos de las zonas contiguas, frecuentemente habitadas
por sectores sociales de menores recursos económicos –ya que parte de la
ecuación de los gpu incluye la valorización de suelo depreciado. En este senti-
do, la participación del Estado local se encuentra atravesada por dos lógicas
contrapuestas: a) la que se desprende de su rol tradicional, cuyo interés es
promover acciones que impacten favorablemente sobre la ciudad en su tota-
lidad, en representación de la ciudadanía, a la que en última instancia deberá
rendir cuentas; y b) la correspondiente a su nuevo rol de socio institucionalizado
del sector privado, a menudo enmarcado en las nuevas formas de asociación
público-privada (ppp),1 cuyo principal interés se encuentra delimitado por
los bordes del gpu y sus acciones dirigidas a asegurar el éxito inmediato del
proyecto, inclusive a expensas de otras zonas de la ciudad que pudieran verse
afectadas negativamente por el impacto producido tras la aparición del nuevo
desarrollo. Por supuesto, el peso que pudiera tener una u otra lógica en esta
puja, depende en gran medida de la orientación político-ideológica de los
gobiernos a cargo en el momento de planificación y ejecución de los gpu, y del
sesgo territorial que pudieran tener respondiendo, entre otros motivos, a la
propia inclinación de clase de los funcionarios gubernamentales. El equilibrio
que se logre entre estos intereses y campos de acción contrapuestos en el
proceso de producción de un gpu determinará en qué medida la cuestión de la
relación entre el nuevo proyecto y la ciudad tendrá cierta relevancia durante
su planificación, ejecución y gestión, y consecuentemente puedan generarse
vínculos significativos entre ambos.
El caso de Puerto Norte es particularmente pertinente para el estudio de
estas cuestiones, ya que no solo incluye a la mayoría de los elementos más
característicos y usuales en los gpu —es decir, constituye un caso de estudio
representativo del universo de los gpu— sino que también —por tratarse
de una nueva generación de gpu en Argentina, donde probablemente fueron
internalizadas muchas de las críticas a las primeras experiencias de gpu en
el país— se ha propuesto, explícitamente desde su planificación, establecer
una fuerte conexión con la ciudad consolidada.2
En cuanto a las características típicas de los gpu presentes en el caso de
Puerto Norte, las siguientes son algunas de las principales que vale la pena men-
cionar: a) estar asentado sobre una antigua área industrial, de infraestructura
o equipamiento (en este caso un complejo nudo ferro-portuario) considerada
obsoleta o redundante; b) poseer un gran potencial de atracción de inversión
inmobiliaria privada (que aquí se da por su especial atractivo paisajístico
conferido por la costa del río Paraná, los equipamientos portuarios y una

1
Public-Private Partnerships (ppp según sus siglas en inglés).
2
Determinar en qué medida este objetivo logra ser implementado y cumplido es también una de las
metas de nuestra investigación principal.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 267


serie de edificios de gran valor patrimonial, sumado a la cercanía con el centro
de Rosario); c) tener el tamaño suficiente para generar las externalidades
necesarias para aumentar su propio valor de suelo, (la superficie aproximada
de Puerto Norte es cien hectáreas); d) estar encuadrado dentro de una nor-
mativa urbana pasible de ser cambiada para aumentar significativamente su
capacidad edilicia; y e) incluir en su andamiaje administrativo-legal formas
de asociación público-privadas.
En este último sentido Puerto Norte ofrece un campo de indagación es-
pecialmente interesante debido a su complejo entramado de dominio que
propició el armado de una estructura de siete Unidades de Gestión (ug), cada
una con distintos propietarios y un desarrollo específico previsto (plano 1).

Plano 1. Unidades de Gestión en Puerto Norte, Rosario


Fuente: Municipalidad de Rosario-www.rosario.gov.ar.

Si bien, en ninguna de las ug existe una sociedad propietaria del suelo en


donde el Estado —en cualquiera de sus formas— sea un socio directo del
sector privado, los vínculos público-privado establecidos y el rol del Estado
en general, en la operación urbana completa, responden a muy diversas y
variadas condiciones, que —como en la gran mayoría de las operaciones que

268 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


involucran gpu— exceden a las típicas funciones que los Estados locales
tradicionalmente desempeñan en la planificación y gestión de las ciudades
que gobiernan y administran.
Por otro lado, en cuanto a las características de los propietarios y desarro-
lladores que intervienen en Puerto Norte cabe señalar que dos de las unidades
de gestión (ug 3 y ug 7) son propiedad del Estado nacional, a través de la
Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado (adif)
—ex onabe (Organismo Nacional de Administración de Bienes)—, mientras
que en el resto participan tanto capitales privados locales como extranjeros.
El Estado local, sin ser propietario de la tierra en ninguna de las ug, actúa a
través de la Secretaria de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario, hasta
cierto punto, como el “desarrollador” de la operación total, fijando las pautas
y lineamientos, y condicionando e incidiendo sobre los proyectos mediante
negociaciones ad hoc con cada uno de los propietarios, desarrolladores y sus
equipos de arquitectos y asesores. De estas negociaciones surgen las actas
acuerdo y normativas específicas que rigen para cada unidad de gestión.
El estudio de las actas acuerdo, ordenanzas y demás instrumentos —in-
cluyendo el análisis del contexto político-económico y socio-cultural en que
fueron generados— permite vislumbrar la distribución de fuerzas y configu-
ración de los actores participantes en los procesos de negociación, y habilita
la interpretación de los intereses y voluntades en juego materializados en los
proyectos y las normativas.

ANTECEDENTES PROYECTUALES Y GENERACIÓN


DE INSTRUMENTOS Y NORMATIVAS
La idea de trasladar el antiguo puerto de Rosario hacia la zona sur de la ciudad
ya figuraba en el primer Plan Regulador de Rosario —y de Argentina— dirigido
por los ingenieros Carlos María della Paolera, Adolfo Farengo y Ángel Guido,
encomendado por la Municipalidad de Rosario en 1929 (Rigotti, 2010, p.151)
y publicado en 1935. En el Plan Regulador de 1952, y particularmente en el
de 1967, redactado por la “Comisión Coordinadora Urbanística, Ferroviaria,
Vial y Portuaria para la ciudad de Rosario”, y el Código Urbano de 1968, se

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 269


ratifica la necesidad de liberar a las zonas centrales y norte de sus actividades
ferroportuarias,3 para poder reconvertirlas “en un amplio frente urbano que
posibilite la parquización de espacios libres” (Martínez de San Vicente, 1987,
p. 58). Sin embargo, recién en el año 1991, la reconversión de este sector
de la ciudad se puso nuevamente en discusión a partir de la realización del
Seminario Internacional de Proyectos Urbanos sobre Puerto Norte.4 A partir
de ese momento, comenzaron a esbozarse las primeras ideas proyectuales
sobre ese sector de la costa rosarina, en consonancia con un nuevo tipo de
pensamiento en la cultura arquitectónica-urbanística en el país, reflejado,
por ejemplo, en el concurso “20 Ideas para Buenos Aires”, realizado en 1986
(Novick, 2012, pp. 29-33). Se trata de las primeras experiencias en Argentina
que surgen como respuesta a la crisis de la llamada “planificación tecnocrá-
tica”, en donde se comprende al proyecto urbano como una alternativa para
dinamizar el desarrollo de la ciudad.
Este seminario puede caracterizarse como un ejercicio previo que favoreció
la instalación del tema de la intervención sobre Puerto Norte en la agenda de
técnicos y políticos que comenzaron a evaluar cómo podría realizarse. En este
contexto, el proyecto urbano aparece como el instrumento capaz de dar res-
puesta a las nuevas demandas, y las formas de asociación público-privada son
consideradas el medio para poder realizarlos ante la escasez de recursos públicos.
Durante la década de los noventa fueron incorporadas nuevas ordenanzas
referidas a Puerto Norte, tales como la aprobación, en 1996, de la Primera
Fase para el “Centro de Renovación Urbana Scalabrini Ortiz” (Ordenanza
6271/96), que autoriza la construcción de un centro comercial y viviendas
colectivas, y define los límites del Parque Scalabrini Ortiz y la posterior
declaración de los terrenos que actualmente constituyen la Segunda Fase
como área de interés urbanístico (Ordenanza 6735/99). Sin embargo, hasta

3
Ver Plan Urbano Rosario 2007-2017 (Secretaria de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario,
2011, pp. 23-40).
4
En 1991 también se elabora el “Plan Director de la Ciudad de Rosario”, como “respuesta a una
demanda del Concejo Municipal que requería una actualización de los contenidos del Plan Regulador
de 1968, solicitada por medio de la Ordenanza Nº 7956/90. Fue presentado al Concejo Municipal pero
no se avanzó en su tratamiento” (ibid., p. 33).

270 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


la reactivación económica posterior a la crisis de 2001 (Svampa, 2005), la
reconversión de Puerto Norte se limitó al plano proyectual.
Efectivamente, en 2003 comenzó en Rosario una reactivación del mercado
inmobiliario fuertemente determinada por el incremento de las ganancias
que generaron los mercados agropecuarios, especialmente el de la soja. A
partir de ese momento, el interés del Municipio por comenzar un proceso de
reconversión urbana, cuya gestación había iniciado a principios de los noventa,
coincide con el interés de los desarrolladores inmobiliarios, que comienzan
a visualizar las posibilidades de realización de nuevos emprendimientos. De
este modo, en 2003 se presenta el Proyecto de Ordenanza de la Segunda
Fase de Desarrollo del “Centro de Renovación Urbana Raúl Scalabrini Ortiz”.
En 2004, a partir de la renovación de autoridades en la Municipalidad y el co-
mienzo de la gestión de la arquitecta Mirta Levin en la Secretaría de Planeamiento,
se produjo un cambio de mirada sobre cómo debería ser desarrollado Puerto
Norte. En primer lugar, se retiró el proyecto de ordenanza previo, cuya principal
limitación radicaba en que los índices de constructibilidad eran establecidos de
antemano para todos los terrenos, y de esta manera se limitaba la capacidad de
negociación, y la posibilidad de exigir individualmente nuevas condiciones de
realización a los emprendimientos inmobiliarios. La decisión de retirar el proyec-
to de ordenanza habilitó una modalidad de gestión que permitió instancias de
negociación con cada desarrollador, en cada terreno, de manera independiente.
Por otra parte, en 2004 se realizó el “Concurso Nacional de Anteproyectos
e Ideas para Puerto Norte”. El fallo del jurado da cuenta de las prioridades de la
nueva gestión y el discurso urbano predominante en ese momento. Se destaca
la revalorización de los edificios patrimoniales como una virtud del proyecto
ganador, elaborado por el arquitecto Juan Ignacio Munuce (plano 2), y también
el diseño de los espacios públicos que permiten un recorrido peatonal, que es-
tructura al proyecto y la permeabilidad visual que la disposición de los “edificios
barras” permite5 (Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe, 2004).

5
Ver: www.capsf.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=316:plan-particulari-
zado-de-la-segunda-fase-del-centro-de-renovacion-urbana-scalabrini-ortiz-sector-puerto-norte&-
catid=56&Itemid=371

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 271


Plano 2. Detalle de la planta principal del proyecto ganador en el “Concurso Nacional de
Anteproyectos e Ideas para Puerto Norte”
Fuente: Archivo personal Juan Munuce.

A partir de los resultados del concurso se realizó un nuevo proyecto de or-


denanza, que en 2005 fue aprobado por unanimidad en el Concejo Deliberante.
En esta ordenanza (7892/05), se incorporó la posibilidad de establecer las
condiciones de realización de los emprendimientos con cada desarrollador a
través de la división del polígono general en Unidades de Gestión establecidos
en función del dominio de cada uno de los terrenos. Sin embargo, la capacidad
de negociación de la Secretaría de Planeamiento estuvo delimitada por los
instrumentos de gestión del suelo disponibles. En primer lugar por la Orde-
nanza de Urbanización Nº 6492 aprobada en 1997, que fue originalmente
formulada ante la necesidad de regular las nuevas urbanizaciones surgidas
en el marco de la década de los noventa, como los barrios cerrados y coun-
try clubs. En esta ordenanza se incorporaron dos instrumentos que fueron
indispensables para la gestión de Puerto Norte. Por un lado, el Programa
de Urbanización Integral en donde se establecieron las condiciones para
posibilitar la urbanización según los niveles de exigencia (ne). En el caso de
Puerto Norte, corresponde al ne más alto, que implica que el urbanizador,

272 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


además de garantizar la infraestructura y los caminos necesarios para el
desarrollo, debe ceder a la municipalidad el quince por ciento del valor del
terreno (una vez descontada la superficie utilizada para caminos y calles).
Por otro lado, incorporó la figura de Convenio Urbanístico como medio para
posibilitar el acuerdo entre los urbanizadores y la municipalidad en relación
con las condiciones en que debe realizarse la urbanización. Este instrumento
posibilitó el acuerdo entre ambas partes sobre los usos permitidos, los índi-
ces urbanísticos, la forma de hacer efectiva la compensación del quince por
ciento, los trazados de infraestructura requeridos y los plazos en que todo
debe ser realizado.
A pesar de haber sido una ordenanza innovadora en los noventa, a mediados
de 2000, cuando se requería elaborar la normativa específica para Puerto
Norte, resultaba insuficiente. Desde su aprobación, se había producido nue-
vamente un cambio de mirada sobre la ciudad y, consecuentemente, sobre
los instrumentos de gestión de suelo. La discusión acerca de la necesidad
de captar la plusvalía urbana generada como consecuencia de un cambio de
normativa alcanza un nivel importante de difusión y penetración en Argentina.
Este debate adquiere especial relevancia en el caso de Puerto Norte, ya que
podía preverse que allí se produciría un incremento notable en la renta del suelo
como consecuencia de la nueva normativa en elaboración (Cuenya et al., 2008).
Los procesos de reformulación de instrumentos de planeamiento requieren
plazos largos, y su implementación muchas veces se dificulta en momentos
de gran dinamismo —y presión— en el sector inmobiliario. Probablemente
por este motivo, las nuevas demandas en cuanto a la captación de plusvalía
no pudieron ser incorporadas en un sentido estricto en el momento de for-
mular la normativa específica de Puerto Norte. Sin embargo, la Municipali-
dad de Rosario pudo a lo largo del proceso de aprobación de las Ordenanza
Complementarias incorporar nuevas obligaciones que, aunque no pudieron
ser formalizadas, permitieron la incorporación y consolidación del espacio
público proyectado en terrenos que eran –y son en la actualidad– de dominio
privado. Estas obligaciones adicionales habilitaban la posibilidad de pautar
un porcentaje de la superficie del terreno bajo la figura de “servidumbre

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 273


administrativa de uso público” y, por otro lado, concedían determinar la
cantidad de dinero requerida para la consolidación, el equipamiento y el
mantenimiento de estos espacios.
Es importante tener en cuenta que la cesión de suelo impuesta por la Or-
denanza de Urbanización es afectada a partir de los instrumentos puestos
en marcha para la obtención de los nuevos espacios públicos previstos para
Puerto Norte. Esto es así, en tanto la estimación del quince por ciento se
realiza una vez descontada la superficie destinada a trazados y a servidumbre
administrativa de uso público. Es decir que, cuanto mayor sea la superficie
de espacio público acordada en el marco del proyecto, menor superficie
se obtendrá a partir de la Ordenanza de Urbanización. Teniendo en cuenta
que los fondos obtenidos mediante estas ordenanzas son destinados al
Fondo Municipal de Tierras, la generación de nuevos espacios públicos
en Puerto Norte, en cierta medida perjudica al Fondo Municipal de tierras
cuyo fin es resolver el déficit habitacional de los sectores de menores
recursos de Rosario.
En síntesis, a partir de los instrumentos disponibles y las limitaciones
coyunturales, la Municipalidad adoptó el siguiente esquema: 1) la Ordenanza
Básica establece los lineamientos generales del Plan Especial, los trazados
viarios y define las áreas de protección histórica; luego, 2) las condiciones de
urbanización referidas a la morfología, el fos (Factor de Ocupación del Suelo),
el fot (Factor de Ocupación Total) y los plazos de ejecución son acordados
en un Plan de Detalle con cada desarrollador de manera particular, a través
de un Acta Acuerdo para cada una de las Unidades de Gestión; y finalmente,
3) las condiciones de urbanización de cada UG se formalizan luego en el
Concejo Deliberante, a través de las Ordenanzas Complementarias.
Este modo de gestión se produjo como consecuencia de un proceso interno
de la Secretaría que posibilitó el perfeccionamiento en la implementación
de sus instrumentos de planificación urbana. Es posible dividir este proce-
so en tres momentos principales y caracterizarlos a través del análisis de
las Ordenanzas Complementarias y las Actas Acuerdo. El inicial, cuando se
aprobó la Ordenanza Básica y la Ordenanza Complementaria de la ug5 en

274 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


2005; un segundo momento entre 2006 y 2007, cuando se aprobaron los
dos sectores de la ug2; y un tercer momento en 2008, cuando se aprobó el
resto de las Unidades de Gestión.
Previo a la aprobación de la Ordenanza Básica, uno de los terrenos ya había
sido adquirido y contaba con un proyecto presentado, cuya firma definitiva
había quedado sujeta a la aprobación del proyecto de ordenanza retirado. Se
trata del terreno perteneciente a Aldo Lattuca, luego constituido como Unidad
de Gestión 5. La ordenanza Complementaria correspondiente a esta ug se
aprobó el mismo día y como parte de la Ordenanza Básica. En este primer
momento, la negociación y los plazos acordados con el desarrollador, teniendo
en cuenta que ya había un proyecto previo preacordado, no permitieron a la
Municipalidad modificar sustancialmente ni los índices, ni las condiciones
de ejecución del proyecto. Las modificaciones que sí pudieron realizarse
evitaron la construcción de una tercera torre y un muelle náutico privado.6
Un segundo momento puede definirse a partir de la aprobación de las
Ordenanzas Complementarias correspondientes a la ug2, sectores 1 y 2,
correspondientes a los proyectos Fórum y Ciudad Ribera respectivamente.
La Secretaría de Planeamiento incorporó a la Servidumbre administrativa
de uso público como un instrumento para garantizar los espacios públicos
del sector. Esto se verificó, especialmente en el caso de Ciudad Ribera, en la
generación de una plaza que atraviesa el terreno y permite visuales directas
y un acceso franco al borde del río.
Es posible establecer el tercer momento a partir de 2008, cuando se aprobó
la Ordenanza Complementaria que regula las Unidades de Gestión 1 y 6, ambas
pertenecientes a Servicios Portuarios s.a. Aquí es necesario considerar que esta
instancia presentaba una complejidad adicional, ya que se trata de una empresa
que originalmente realizaba tareas portuarias —en el sector que luego sería
designado como ug6—, y que, ante el requerimiento de la Municipalidad de desa-
fectar la zona de actividades portuarias, comenzó un complejo juicio que finalizó
en 2007. La resolución de este litigio habilitó la firma del Acta Acuerdo en 2008.

6
Ver: http://www.derf.com.ar/despachos.asp?cod_des=30022&id_seccion=33.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 275


Durante el proceso de aprobación de las Ordenanzas Complementarias,
la Secretaría de Planeamiento tuvo la posibilidad no solo de ajustar las
condiciones que el urbanizador debía cumplir, sino también de reformular
ordenanzas que ya habían sido aprobadas. Este es el caso de la Ordenanza
N°8237/08, correspondiente a la Unidad de Gestión 2, Sector 2. A pesar
de haber sido aprobada en 2008, dos años más tarde, en 2010, se realizó
una modificación del Acta Acuerdo inicial, a partir de la necesidad de re-
calcular la superficie neta utilizada para el cálculo del quince por ciento
a ceder, dado que este terreno tiene la particularidad de tener una gran
cantidad de superficie destinada a espacio público, a través de la figura de
servidumbre administrativa.

RELACIÓN CON LA COSTA


Los procesos de elaboración y firma de los convenios urbanísticos reseñados
estuvieron fuertemente atravesados por debates políticos, académicos
y periodísticos, centrados en la relación de cada una de las unidades de gestión
con el río, y fundamentalmente en el acceso público a la costa que resultaría
de su materialización. Primero fueron organizaciones sociales —como la
agrupación vecinal “Grito de Malvinas”— quienes tuvieron un mayor prota-
gonismo en las demandas. Posteriormente, fue la oposición quien asumió
este rol en el Concejo Deliberante.
Una de las disputas centrales en estos debates se dirimió en torno a la
interpretación de una figura legal del Código Civil de la República Argentina,
denominada “Camino de Sirga”, que fija restricciones al dominio en terrenos
adyacentes a cauces fluviales. Específicamente, en el artículo 2639 del Código
Civil argentino se establece que: “Los propietarios limítrofes con los ríos o
con canales que sirven a la comunicación por agua están obligados a dejar
una calle o camino público de treinta y cinco metros hasta la orilla del río, o
del canal, sin ninguna indemnización. Los propietarios ribereños no pueden
hacer en ese espacio ninguna construcción, ni reparar las antiguas que exis-
ten, ni deteriorar el terreno en manera alguna”. Por otro lado, en el artículo
2640 se especifica: “Si el río o canal atravesare alguna ciudad o población, se

276 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


podrá modificar por la respectiva municipalidad el ancho de la calle pública,
no pudiendo dejarla de menos de quince metros”.7
Las restricciones que impone el Camino de Sirga fueron, en su origen, incor-
poradas con fines operativos para posibilitar las condiciones de navegabilidad
de los cursos de agua.8 Sin embargo, esta figura ha sido resignificada y en la
actualidad es utilizada para garantizar el acceso a la costa y el derecho de paso,
independientemente de las condiciones de dominio de los terrenos costeros.
Para la Secretaría de Planeamiento, la relación entre Puerto Norte y el río
Paraná era uno de los temas fundamentales que la operación urbana debía
resolver, especialmente desde el inicio de la gestión de Mirta Levín. Esta vo-
luntad es manifiesta en distintos pasajes de las Bases del Concurso Nacional
de Anteproyectos e Ideas:
Es de interés resolver aquí la continuidad del borde costero en los
puntos donde se encuentran los predios pertenecientes actualmente a
Agroexport s.a., Maltería safac s.a. y faca-afa. Estos presentan un retiro
(por Ordenanza Nº 4769/89) de sesenta (60) metros desde el borde de
barranca hacia su interior, destinado a garantizar la continuidad del espacio
público. En este sector, de acuerdo a las propuestas que se presenten,
el retiro podrá ser modificado siempre y cuando se mantenga en todos
los casos la misma superficie para espacio público. En consecuencia, se
establece que la mejor resolución para el encuentro de los ámbitos pú-
blico y privado será aquella que garantice la continuidad de lo público, sin
lesionar el usufructo que el sector privado obtiene hoy de este espacio”
(Municipalidad de Rosario, 2004).

7
En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (que entró en vigencia el 1ro de agosto de 2015) se
reduce de 35 a 15 metros el espacio establecido a favor del “Camino de Sirga”, a partir del nuevo Artículo
1974: “El dueño de un inmueble colindante con cualquiera de las orillas de los cauces o sus riberas, aptos
para el transporte por agua, debe dejar libre una franja de terreno de QUINCE (15) metros de ancho en
toda la extensión del curso, en la que no puede hacer ningún acto que menoscabe aquella actividad.
Todo perjudicado puede pedir que se remuevan los efectos de los actos violatorios de este artículo”.
8
El concepto de “Camino de Sirga” proviene del Derecho Romano. Refiere al camino libre prescripto
a los costados de los ríos para remolcar embarcaciones por tierra —o sirgar—, si fuera necesario.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 277


También puede leerse esta preocupación por el vínculo con el río en el fallo
del jurado, en donde se detalla, por ejemplo, que “se ha valorado la respetuosa
intervención sobre el frente ribereño, paseo que se inicia con el Museo de Arte
Contemporáneo y culmina con las instalaciones de Aguas Provinciales en el
extremo norte” (Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe, 2004).
Esta intención inicial fue difícil de implementar en más de una oportunidad
durante el proceso de elaboración y acuerdos de normativas específicas para
las unidades de gestión costeras. Las más conflictivas en este sentido fueron
la ug2–Sector 2 (“Ciudad Ribera”) y la ug1 en donde se está construyendo, en
la actualidad, el proyecto denominado “Metra”. En el primer caso, en la Orde-
nanza Complementaria Nº 8237/08 de la ug2, no se hace ninguna mención
particular sobre las restricciones de la superficie construida afectada por el
Camino de Sirga. Pero, dentro de la documentación gráfica se especifica de
qué manera el edificio más cercano a la costa debe respetar esta restricción
(plano 3).
No obstante, en el proyecto aprobado, el basamento construido, que utiliza
toda la altura de la barranca —y que en los gráficos de la ordenanza pareciera
estar esbozado en la línea que separa la superficie blanca de la griseada—,
avanza casi hasta la línea de la costa (plano 4). El Camino de Sirga pareciera
medirse hasta los edificios que se erigen sobre el nivel de la barranca alta,
en la plaza seca de acceso público, y no a la altura del basamento, en el nivel
del río. Por otra parte, este pareciera ser también el criterio adoptado en
las otras unidades de gestión que llegan a la costa (fotografías 1 y 2), y que
llamativamente no generaron controversias por esta causa.
Los conflictos con asociaciones vecinales y la judicialización del proceso
de construcción de Puerto Norte iniciaron cuando los proyectos sobre la
costa empezaron a cobrar visibilidad. En marzo de 2010, la agrupación de
vecinos de la localidad Malvinas Argentinas, “Grito de Malvinas”, presentó una
denuncia ante los tribunales provinciales aduciendo que el emprendimiento
inmobiliario Ciudad Ribera no respeta los 35 metros del Camino de Sirga.9
9
Ver: http://www.elciudadanoweb.com/denuncian-irregular-uso-de-tierras-en-ciudad-ribera/ y
http://www.concejorosario.gov.ar/noticiaCompleta.do?noticia=000152up

278 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Plano 3. Unidad de Gestión 2-Sector 2 Ciudad Ribera
Fuente: Municipalidad de Rosario. Ordenanza Complementaria Nº 8237/08.

Plano 4. Planta a nivel de calles, Ciudad Ribera (ug2–Sector2)


Fuente: Municipalidad de Rosario-www.rosario.gov.ar.

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 279


Fotografías 1. Maquetas de venta de los proyectos (izquierda) “Maui” (ug6) y
(derecha) “Metra” (ug1). En el borde inferior izquierdo de la maqueta de Metra, en
cartón gris está representado el proyecto “Fórum”
Fuente: Daniel Kozak.

Fotografías 2. ug2 Sector 1 “Fórum”-basamento y barranca. Construcción,


diciembre 2014
Fuente: Daniel Kozak.

El Concejo Deliberante también fue una de las arenas en donde se trasladó


el conflicto por el Camino Sirga y la ug1 fue el centro de uno de los debates
de mayor intensidad. En este caso, el eje de la discusión se enfocó en la inter-
pretación del uso efectivo y la apropiación de la costa como paseo público,
con base en la Ordenanza Complementaria 8320/08, que es la primera que
establece explícitamente las condiciones de esta restricción al dominio
privado. En su artículo 7, referido a “Indicadores Urbanísticos y Usos del
Suelo”, se establece que:

280 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Se deberá respetar en toda la extensión los 35 metros correspondiente
al Camino de Sirga establecido en el Art. 2340, inciso 4 y 2639 del Código
Civil, y garantizar además, como mínimo, la libre circulación pública en
toda la zona comprendida desde la línea del borde superior de la barranca
actual hasta los 34 metros medidos perpendicularmente a esta, y hacia
el oeste, con excepción de la superficie afectada a las construcciones
autorizadas por la presente Ordenanza.10

Las “construcciones autorizadas”, referidas en la ordenanza, aluden a los


silos que son considerados de valor patrimonial y a un edificio nuevo que ocupa
una superficie de 20 x 20 metros (plano 5), que no cumple con la restricción
establecida y, por lo tanto, debe ser encuadrado como una excepción. Este
punto es el que suscita mayor debate en el Concejo Deliberante el día en que
es sometida a votación la ordenanza. Los partidos de la oposición cuestionan la
aprobación del artículo 7. Por ejemplo, la concejala María Eugenia Bielsa admite
únicamente como excepción a los casos de edificios de valor patrimonial: “la
excepción es cuando hay edificios de valor patrimonial, por ejemplo los silos que
están instalados en esa zona, pero no admitimos y de ninguna manera queremos
refrendarlo con nuestro voto, que también hagamos esa excepción cuando se
va a construir un edificio de más de 20 pisos, que invaden los 34 metros”.11
Por otro lado, se discute, también en términos técnicos, cómo y desde dón-
de debe ser medida la Línea de la Ribera para establecer los 35 o 34 metros
libres y las diferencias entre la “línea de la ribera” y la “línea de la barranca”.
El análisis de estos debates en el Concejo permite observar hasta qué punto
las falencias en las definiciones legales y en los instrumentos de planificación
urbana atentan contra las posibilidades de avanzar en el cumplimiento de
objetivos iniciales encomiables —como el de garantizar la accesibilidad a la
costa del río, preservar su carácter público y habilitar el derecho de paso en

10
Municipalidad de Rosario. Ordenanza 8320/08. Plan de Detalle Unidad de Gestión 1 y 6. Artículo
7 Indicadores Urbanísticos y Usos del Suelo.
11
Concejo Municipal de la Ciudad de Rosario, Versión Taquigráfica Preliminar, 16 de Octubre de
2008. Definición como “Plan de Detalle de la Unidad de Gestión Nº 1” del Plan Especial 2ª Fase Centro
de Renovación Urbana Scalabrini Ortiz-Puerto Norte. Intervención María Eugenia Bielsa (p. 20).

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 281


una franja equivalente a la prescripta para el Camino de Sirga en el Código
Civil argentino—. Aquello que no es limitado o expresamente vedado por
la normativa vigente, difícilmente encuentra lugar en este tipo de debates.
De este modo, se discute si se ha infringido el Camino de Sirga —y en qué
medida—, como en el caso del paseo de acceso y uso público en el nivel de la
barranca alta. Pero no se impugnan los usos privados incluidos en el interior
de la barranca al nivel del río —como las viviendas y espacios comunes en el
proyecto Fórum (figura 6)—, con acceso directo a la costa y vistas privile-
giadas en primera fila, absolutamente antitéticos del carácter público que
se aspiraba para la ribera desde el origen de Puerto Norte.

Plano 5. ug1 “Metra”


Fuente: Ordenanza 8320/08.

282 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


CONCLUSIÓN
La intervención del Estado sobre el dominio privado se realiza a partir de los
instrumentos de gestión del suelo disponibles, de las normativas que —aunque
en ocasiones exceden las incumbencias del Municipio— afectan las condiciones
de realización de los proyectos y las condiciones de posibilidad existentes.
En el presente caso de estudio, estas dimensiones se verifican en el modo en que
la Municipalidad elaboró la normativa para cada una de las unidades de gestión y
las exigencias que pudo implementar en cada caso. En el cuadro 1 se resumen las
compensaciones que la Municipalidad pudo exigir en cada una de las unidades de
gestión. Se incorporan los datos de superficie del terreno y los metros cuadrados
habilitados, solo con el fin de brindar una referencia adicional. No se incluyen en este
cuadro las obligaciones referidas a la materialización de las calles y los servicios,
ya que estas se consideran parte constitutiva del proyecto que cada desarrollador
realiza —y que no podrían dejar de construir para que sus proyectos prosperen—.
Las cuadras refieren la cantidad de dinero que el desarrollador se compromete a
aportar para la materialización del espacio público. A los efectos de actualizar ese
valor, se toma como referencia el costo de una cuadra de pavimento.

Servidumbre
sup admitida
Sup terreno

Ord. Urb.

Cuadras
m2 (15%
FOT

m2

2005 UG5 Torres Dolfines 16.834 76.000 4,5 2.525 422 12

2006 UG2 Forum 21.030 41.120 2,0 3.886 110.000 17

2007 UG2 Ciudad Ribera 21.592 49.253 2,3 1.000 17.000 60

2008 UG1 Metra 80.040 117.000 1.5 5.000 37.000 149

2008 UG6 Complejo Maui 25.000 81.000 3,2 1.800 11.000 112

2008 UG4 Manzana 279 2,0


18.205 35.590 no 8.387 29
2008 UG4 Manzana 376 1

2010 UG2-2Decreto35.019 21.592 49.253 2,3 1.526 15.473 60

Cuadro 1. Compensaciones exigidas en Puerto Norte 2005-2010


Fuente: Natalia Feld (2015) con base en datos extraídos de las Ordenanzas y
Actas Acuerdo. Los datos complementarios fueron tomados de Levin (2010).
Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 283
Como puede observarse, los parámetros permitidos, en cuanto al fot, las
compensaciones exigidas en metros cuadrados de servidumbre administrativa
y los montos requeridos para posibilitar la consolidación de dichos espacios
no surgen de la aplicación de una fórmula única, ni permiten a prima facie
establecer relaciones directas entre las variables.
Probablemente, los valores reflejados en la tabla respondan, en primer
lugar, a las vicisitudes de cada una de las negociaciones directas entre los
representantes de la Municipalidad y los desarrolladores, y también a sus
coyunturas particulares. En este sentido, del mismo modo en que en general
puede observarse un aumento en los requerimientos exigidos por la Muni-
cipalidad que acompaña la cronología de Puerto Norte, es posible advertir
también que en las primeras unidades de gestión aprobadas —particularmen-
te en la ug5— la delimitación de los bordes y, en general, la contribución al
espacio público fuera de sus límites estrictos, obedeció a una concepción en
extremo privatista y excluyente (fotografías 3). Por otro lado, los proyectos
—aún en construcción— de las unidades de gestión ug2–Sector 2 “Ciudad
Ribera” (fotografía 4) y ug1 “Metra” (fotografía 5), por ejemplo, parecerían
anticipar otro tipo de vínculos con la ciudad, en donde nuevos paseos y calles

Fotografías 3.
Límites de la ug5
“Torres Dolfines
Guaraní”
Fuente: Daniel
Kozak.

284 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Fotografía 4. ug2
Sector 2 “Ciudad
Ribera”. Imagen
proyecto
Fuente: Estudio
Gerardo Caballero.

Fotografía 5.
Construcción
diciembre 2014
Fuente: Daniel
Kozak.

atraviesan sus bordes, y se plantean usos y actividades abiertas al espacio


público de la calle.
Una de las aparentemente mayores fortalezas de esta modalidad de
planificación y gestión urbana, en donde el acuerdo ad hoc es una de las
herramientas principales que en principio aporta agilidad, flexibilidad y capa-
cidad de determinación de soluciones particulares, constituye también una
de sus mayores debilidades, en la medida en que el equilibrio de fuerzas en

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 285


la negociación entre los funcionarios del Estado local y los desarrolladores
no siempre garantiza que la posición y fortaleza de los primeros puedan
contener las imposiciones de los segundos —a menudo en detrimento de
lo público—. De este modo, probablemente solo cuando la voluntad de los
desarrolladores y proyectistas encuentra coincidencias con el interés público
representado por el Municipio, o cuando el Municipio logra consolidar una
posición lo suficientemente fuerte, en un contexto de expansión económi-
ca, con capitales buscando oportunidades de inversión, es posible alcanzar
resultados favorables desde el punto de vista del interés público.

Figuras 1. Material de promoción de


“Metra” (ug1)
Fuente: www.tglt.com/
Metra/Puerto-Norte.

286 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


Aunque todavía es prematuro evaluar el resultado de Puerto Norte —cuan-
do aún falta gran parte de la edificación, infraestructura y, principalmente,
el uso masivo al que está destinado—, a partir del análisis de los proyectos
aprobados, y lo que ya se ha construido, puede conjeturarse que el control
sobre el límite de la operación completa, es decir sobre el perímetro de las
100 hectáreas de Puerto Norte, por parte de la Secretaría de Planeamiento
de la Municipalidad de Rosario, seguramente logre asegurar una buena co-
nexión con la ciudad consolidada, en términos de accesibilidad, continuidad
espacial a través de parques y conectividad mediante transporte público.
En este sentido, será fundamental que se garantice la continuidad del paseo
público, de acceso irrestricto, en la ribera del río Paraná, tanto en el nivel de
la barranca alta, como en el de la costa. Estos son algunos de los puntos más
delicados de esta operación urbana y requieren un seguimiento más detallado.
En algunos casos, por el momento, no resulta del todo claro cómo será esta
conexión. Las dimensiones de los anchos de los pasos ya construidos —en la

Fotografías 6. ug2 Sector 1 “Fórum”.


Fotografías construcción, diciembre 2014
Fuente: Daniel Kozak,

Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 287


Unidad de Gestión 2–Sector 1, por ejemplo (fotografías 6)— no parecieran
guardar relación con la escala del espacio público en cuestión.
Aunque todavía no esté confirmado el destino final de la Unidad de Gestión 7
—actualmente, propiedad de la adif—, son auspiciosas las versiones que
indican que allí se realizarían desarrollos urbanísticos enmarcados en el plan
Pro.Cre.Ar,12 con el fin de ampliar el acceso a viviendas asequibles en este
sector de la ciudad. La ug7 es una pieza clave en cuanto a la relación entre
Puerto Norte y la trama urbana abierta y extendida de la ciudad de Rosario.
El perfeccionamiento en la implementación de los instrumentos de gestión
del suelo antes descrito tiene su correlato físico-espacial en los espacios que
otorgan posibilidades de integración, tanto en relación con la costa como con
el resto de la ciudad. Inicialmente, la materialización de los bordes parciales
de las unidades de gestión —especialmente de las primeras, cuando la po-
sición del Municipio no estaba aún fortalecida—, con extensos perímetros
opacos e inaccesibles, demuestra resultados menos favorables, que indican
los límites de esta modalidad de producción urbana. Sin embargo, en análisis
de las ordenanzas de los últimos proyectos aprobados demuestra una mayor
posibilidad de exigencia en las condiciones de realización de los proyectos y,
por lo tanto, la modificación de las condiciones de acceso público a la costa.

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ticularizado de aa Segunda Fase del Centro de Renovación Urba-
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12
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288 | Carlos Fidel Y Gustavo Romero (Coords.)


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Producción de vivienda y desarrollo urbano sustentable | 289

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