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Los sismos llamados tectónicos son aquellos producidos por rupturas de grandes dimensiones
en la zona de contacto entre placas tectónicas (sismos interplaca) o bien en zonas internas de
éstas (sismos intraplaca).
Aunque su origen no está del todo claro, existe una tercera categoría llamada Batisismos, la
cual se caracteriza por ser un sismo tectónico que el hipocentro se encuentra localizado a
enormes profundidades (300 a 700 kilómetros), fuera ya de los límites de la litosfera.
Japón estuvo asociado originalmente a la costa este del continente eurasiático. Las placas se
subdujeron, siendo más profundas que la placa Euroasiática. Estos procesos geológicos tiraron
a Japón hacia el este, originado la apertura del Mar del Japón o Mar del Diablo, hace alrededor
15 millones de años y dando lugar a una cuenca submarina de trasarco.
El Estrecho de Tartaria y el Estrecho de Corea fueron abiertos mucho más adelante.
Las colisiones entre estas placas y su posterior hundimiento generaron los arcos de islas de las
Kuriles y de Sajalin-Hokkaidô (al norte), el arco de Honshû, que conecta Kyūshū, Shikoku,
Honshû y la porción oeste de Hokkaidô (en el centro), y los arcos de las Ryûkyû e Izu-
Ogasawara (en el sur).
El territorio japonés, por sus condiciones naturales, tiene un alto índice de riesgos: abundancia
de fenómenos sísmicos y más de una treintena de volcanes activos. Las violencias climáticas no
son menores. Al paso anual de los tifones por las regiones suroccidentales hay que añadir las
intensas lluvias monzónicas, las nevadas de la costa occidental y su posterior fusión originando
inundaciones.
Junto a los terremotos, los volcanes son otro de los peajes naturales que han de pagar los
japoneses por el hecho de que su país se encuentre en el arco del Cinturón de Fuego. Pero
también son una atracción para el turismo mundial.
Los abundantes lagos que se esparcen en las cercanías de los volcanes y de las cadenas
montañosas de origen volcánico muchas veces fueron creados de la noche a la mañana por el
estancamiento de ríos que vieron interrumpido su camino por la lava.
La región cuenta con importantes y conocidos volcanes activos como Aso, en la provincia de
Kumamoto, o Kuju, en la provincia de Oita, pero la imagen del volcán de Sakurajima, en
Kagoshima, remite inevitablemente a algo más recóndito, inaccesible y, de algún modo,
primitivo.
En días tranquilos el volcán de Sakurajima parece reposar plácido sobre el agua, pero la
espesa humareda blanca que resopla desde su cráter anuncia sin tregua el fuego de sus
entrañas. Cada año se registran en Sakurajima unas 200 erupciones de pequeña intensidad. La
última gran erupción tuvo lugar en 1914, en el año 3 de la era Taisho según el calendario
imperial.
Volcanes de Japón
Marco sismotectónico
Los sismos llamados tectónicos son aquellos producidos por rupturas de grandes dimensiones
en la zona de contacto entre placas tectónicas (sismos interplaca) o bien en zonas internas de
éstas (sismos intraplaca).
Aunque su origen no está del todo claro, existe una tercera categoría llamada Batisismos, la
cual se caracteriza por ser un sismo tectónico que el hipocentro se encuentra localizado a
enormes profundidades (300 a 700 kilómetros), fuera ya de los límites de la litosfera.
Japón es uno de los países del mundo con mayor número de terremotos , siendo uno de los
riesgos naturales más devastadores. Suelen localizarse en la zona costera del archipiélago a lo
largo de la costa del Pacífico. Las islas de Japón se ubican en una de las zonas geológicamente
más inestables y complejas del planeta. En general, es un país altamente sísmico gracias a su
ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacifico. En Japón se han presentado 5 importantes
terremotos en los últimos 15 años.
El grupo insular nipón es, sobre todo, el resultado de continuos e inmensos movimientos
oceánicos que ocurrieron durante centenares de millones de años desde mediados del Período
Silúrico hasta el Pleistoceno. Este proceso fue como resultado de la subducción tectónica de la
placa Filipina y la placa Pacífica debajo de las continentales placa Euroasiática y placa
Norteamericana.
La mayor parte del territorio terrestre está asentado sobre la placa de Ojotsk, ubicándose su
línea de fricción y ruptura con la placa Euroasiática (sector también conocido como placa
Amuria) al centro-sur de la isla de Honshū, a la altura del nudo montañoso y valle de la Fosa
Magna.
El resto del territorio japonés se encuentra en la segunda placa mencionada. Mientras tanto, el
arco de las islas Ryūkyū se encuentran al borde de la placa Filipina. Por otro lado, la unión de la
placa Filipina, la placa Euroasiática y la placa de Ojotsk ocurre en las cercanías del Monte Fuji o
Fujiyama, convergencia con un alto potencial sísmico y vulcanológico.
Esta compleja distribución, origina profundas y extensas fosas oceánicas, especialmente en la
costa pacífica del archipiélago. Destaca en particular la Fosa de Japón, de 9000 mts de
profundidad, originada por una falla con borde convergente por subducción.
El terremoto del 11 de marzo de 2011 de magnitud 9.1, con epicentro cerca de la costa
noreste de Honshu, Japón, tiene lugar en una falla de tipo compresivo en, o en las
proximidades de la zona de subducción entre las placas Pacífica y Norteamericana. A la latitud
de este terremoto, la placa Pacífica se mueve aproximadamente en dirección oeste a una
velocidad de 83 mm/año con respecto a la placa Norteamericana y comienza su descenso
hacia el oeste bajo Japón en la Fosa de Japón. Algunos autores dividen esta región en distintas
microplacas, las cuales en conjunto definen el movimiento relativo entre las grandes placas
Pacífica, Norteamericana y Euroasiática; entre estas se incluyen las microplacas de Okhotsk y
Amur que forman parte respectivamente de las placas Norteamericanas y Euroasiática.
El terremoto del 11 de marzo fue precedido por una serie de grandes premonitores durante
los dos días anteriores, comenzando por el sismo del 9 de marzo de M 7.2 a unos 40 km del
terremoto del 11 de marzo y continuando con tres eventos mayores de M 6 ese mismo día. En
la zona de subducción en la Fosa de Japón se han producido 9 eventos de magnitud igual o
mayor que 7 desde 1973. El mayor de ellos fue un terremoto en diciembre de 1994 de M 7.8,
aproximadamente 260 km al norte del terremoto ocurrido el 11 de marzo, produciendo 3
muertos y casi 700 heridos.
El terremoto del 11 de marzo de 2011 ha sido una catástrofe fuera de lo normal, superando
sobradamente a otros terremotos ocurridos en el siglo XX en la parte sur de la Fosa de Japón,
ninguno de los cuales alcanzó la magnitud 8. Un terremoto similar pudo haber ocurrido el 13
de julio de 869, cuando el área de Sendai fue barrida por un gran tsunami que los científicos
japoneses han identificado a partir de registros escritos e indicios en depósitos de arena.
Modelo de sismicidad
Todo estudio de amenaza sísmica en un cierto emplazamiento debe comenzar con un detallado
análisis de la sismicidad y tectónica del área de influencia alrededor del mismo; a fin de
determinar qué fuentes sísmicas pueden suponer peligro potencial. De este análisis se
establecerá el marco de referencia para el resto del estudio, delimitando la extensión de la zona
cuyos terremotos pueden tener influencia significativa, así como las características generales
de las fuentes sísmicas englobadas. Ello llevará a establecer criterios a considerar en la
posterior definición de zonas.
CATÁLOGO SÍSMICO:
La tasa de sismos para cada intervalo de magnitud o intensidad se calcula a partir del
correspondiente año de referencia y se considera constante, extrapolándose a todo el periodo
de estudio. De esta forma, se deduce un número hipotético de sismos en el correspondiente
intervalo, que presumiblemente debe haber tenido lugar, aunque no hayan sido documentados.
La obtención de años de referencia y definición de periodos de completitud; Por otro lado, un
catálogo sísmico es homogéneo, en lo referente al tamaño, cuando el parámetro que lo define
es el mismo para todos los terremotos. Frecuentemente en un mismo catálogo se incluyen
medidas de magnitud en diferentes escalas, o incluso dentro de una misma escala, obtenidas a
partir de diferentes fórmulas. Es imprescindible realizar las conversiones pertinentes entre las
diferentes estimaciones de magnitud, a fin de obtener un catálogo sísmico homogéneo. En este
trabajo se utiliza la magnitud momento Mw como parámetro de tamaño. Para los sismos
históricos, datados con intensidad macro-sísmica, I. A pesar de la incertidumbre que conlleva
esta transformación, dichos sismos no pueden ser excluidos del análisis, por ser en muchos casos
responsables de los mayores movimientos ocurridos en la zona y por tanto determinantes a la
hora de estimar los mayores movimientos esperados.
MODELOS DE RECURRENCIA
Cuando se sigue un método zonificado, la sismicidad de cada zona se debe caracterizar por una
ley de recurrencia que relacione el tamaño de sismos albergados en ella con su frecuencia,
expresando así la distribución temporal de magnitudes (o bien de intensidades). En análisis PSHA
se asume que la ley de recurrencia obtenida para el pasado es extrapolable para la predicción
de la sismicidad en el futuro. Uno de los modelos o leyes más empleados a tal fin es el modelo
de Gutenberg-Richter (Gutenberg y Richter, 1944) y algunas de sus variantes (modelo
doblemente truncado de Cosentino et al., 1977). La ley Gutenberg-Richter (Figura.ura. 3.2)
establece una proporción constante entre el número de sismos grandes y pequeños para una
determinada zona, asumiendo que el número acumulativo de sismos que superan cada grado
de magnitud varía linealmente con este parámetro. La expresión matemática de ley de
Gutenberg-Richter es:
Dicha ley es invariante con la escala, es decir, que la proporción entre el número de sismos
grandes y pequeños, dentro de un rango especificado de magnitudes, es constante. Esta
invarianza con la escala es la base para la aplicabilidad de una distribución fractal (o distribución
de ley de potencias) a la sismicidad (Turcotte, 1997).
Para el ajuste de la sismicidad de una zona a este modelo se consideran generalmente los datos
de sismicidad histórica e instrumental, y se determinan los parámetros a y b mediante análisis
de regresión.
Uno de los elementos básicos que involucra un estudio de amenaza sísmica siguiendo un
método zonificado es la adopción de una zonificación adecuada que englobe las diversas fuentes
sismo-genéticas que representan una amenaza para una determinada región. Para definir esta
zonificación hemos considerado tanto la zona de subducción como la región cortical que alberga
los sistemas de fallas locales.