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La liebre y la tortuga

En cambio la liebre, corrió tan rápido que dejó


muy atrás a la tortuga. Al darse la vuelta y ya
no verla, la liebre vió seguro su éxito sobre la
carrera y deicidió echarse una siesta.

Poco después, la liebre despertó y vió si por


atrás seguía sin llegar la tortuga, pero al mirar
hacia la meta, vió a la tortuga muy cerca de la
final, y en un intento desesperado por correr
lo más veloz que pudo, la tortuga llegó y ganó.

Moraleja: la enseñanza es que las metas se


consiguen poco a poco, con trabajo y
esfuerzo. Aunque a veces parezcamos lentos, el éxito llegará siempre.

También nos muestra que no tenemos que burlarnos de las personas por sus
defectos físicos, ya que pueden ser mejores en otros aspectos.

Esta fábula tiene un gran valor educativo, ya que hacer las cosas bien hechas
es importante en la educación y para ello es necesario ser pacientes.
El león y el ratón

Érase una vez un león que estaba


descansando en la selva, después de un día
de caza. Era un día caluroso y solo le
apetecía dormir.

Cuando se encontraba más cómodo, llegó un ratón haciendo mucho ruido. El


león era tan grande que ni si quiera se percató, pero el ratón empezó a subir
por su nariz.

El león se despertó con muy mal humor, empezó a gruñir, y agarró al ratón,
preparándose para comerlo.

“¡Perdóname!” suplicó el pobre ratón. “Por favor déjame ir y algún día


seguramente te lo pagaré”.

Al león le resultó divertido pensar que un ratón podría alguna vez ayudarlo.
Pero fue generoso y finalmente lo liberó. Algunos días más tarde, mientras
acechaba a una presa en el bosque, el león quedó atrapado en la red de un
cazador.

Era incapaz de liberarse y rugió fuerte para pedir ayuda. El ratón reconoció
la voz y acudió rápidamente para ayudarlo. Mordió una de las cuerdas que
ataban al león y este se liberó.

Entonces el ratón dijo:

“Incluso un ratón puede ayudar a un león”.

Moraleja: no menosprecies lo que pueden hacer los demás. Aunque parezca


lo contrario todos te pueden ayudar.
La cigarra y la hormiga

Una cigarra cantaba y disfrutaba durante el verano. Día


tras día se despertaba tarde y sólo se dedicaba a cantar,
hasta que un día algo le llamó la atención.

Un grupo de hormigas pasaban por debajo de su rama


cargando pesadas porciones de comida sobre su espalda,
entonces la cigarra bajó de su rama y le preguntó a una.

-Amiga hormiga ¿por qué trabajas tanto?-

-El invierno se acerca, debemos guardas provisiones para poder pasar la


helada- respondió la hormiga.

A lo que la cigarra luego dijo:

-¡Bah! Trabajar tanto es para bobos, haz como yo, canta y disfruta del verano.

La pequeña hormiga sin decir más nada siguió su camino. En los siguientes días,
la cigarra seguía cantando y muchas veces componía canciones que se burlaban
de su amiguita la hormiga. Pero un día, la cigarra despertó y ya no era verano,
el invierno había llegado. La helada era la peor de todas en muchos años, trató
de abrigarse con hojas de su rama, pero no pudo. Hambrienta buscó comida,
pero no encontró nada.

Entonces recordó que su amiguita hormiga había estado guardando provisiones


durante el verano y se dirigió a su hormiguero, tocó la puerta y la hormiguita
salió. Entonces dijo:

-¡Hormiga, ayúdame; tengo hambre y tengo frío, dame refugio y comida!

-¿Pero qué estuviste haciendo todo el verano cigarra?- preguntó la hormiga.

-Cantar y bailar- contestó la cigarra.

-¡Pues si eso hiciste en el verano, ahora baila en el invierno!- Dijo la hormiga y


cerró la puerta. Mientras, la cigarra arrepentida se alejaba reflexionando sobre
la lección que había aprendido.

Moraleja: la vida consiste en trabajar y descansar. No puedes descansar


demasiado porque más tarde puedes encontrar consecuencias negativas.
Pedro y el lobo

Había una vez un niño llamado Pedro


que era pastor y se llevaba todo el día
caminando con sus ovejas.
Un día estaba tan aburrido que
comenzó a preguntarse cómo
divertirse. Entonces se le ocurrió gastar
una broma, diciendo que un lobo estaba
cerca. Dijo:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
¡Ayuda!
Los vecinos del pueblo acudieron
rápidamente con palos para ahuyentar al lobo, pero cuando llegaron al árbol
donde se sentaba Pedro, lo encontraron riendo a carcajadas. Pedro decía:
¡Ja ja ja! ¡Os lo habéis creído!
Los vecinos se fueron a sus casas pensando que era una broma y que no
pasaba nada.
Otro día, de nuevo Pedro se encontraba aburrido y volvió con la misma
broma:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Socoro! ¡Socoro!
Los vecinos volvieron a acudir rápido, con sus palos y preparados para hacer
frente al lobo. Pero se volvieron a encontrar a Pedro riendo, que reía y decía:
¡Os lo habéis vuelto a creer! ¡Qué incrédulos! ¡Ja ja ja!
Esta vez los vecinos pensaron que la broma no era tan graciosa y se fueron
malhumorados a sus casas.
Otro día, Pedro estaba caminando con sus ovejas cuando escuchó un ruido
entre los matorrales. No le dio importancia, pero rápidamente un lobo salió
empezó a perseguir a sus ovejas. Pedro empezó a pedir ayuda:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Socorro!
Los vecinos lo escucharon pero no prestaron atención, ya que pensaban que
era otra broma de Pedro.
El lobo pudo atrapar a algunas de sus ovejas y se las llevó para comerlas con
su manada.

Moraleja: no mientas, ya que puede que los demás no te crean cuando digas
la verdad.
El cuervo y el zorro

Había una vez un cuervo que descansaba en


un árbol, tras haber logrado robar un queso
de la ventana de una casa.

Cerca caminaba un zorro que olió el fuerte


aroma, vio al cuervo y le dijo:

-¡Hola! Qué buen día hace, además tu


plumaje es muy bonito. Le queda muy bien.

El cuervo se sintió muy bien con lo que le


dijo el zorro. Le entraron ganas de cantar
para celebrarlo, abrió el pico, pero entonces
dejó caer el queso.

El zorro, sonriendo, corrió hacia el queso y lo atrapó con la boca antes de


caer al suelo.

Moraleja: presta atención cuando alguien te dice cosas bonitas. Puede que
sea por interés.
El niño y los dulces

Era 21 de Septiembre y todos los


niños contentos después de un largo
verano, regresaban a las escuelas. Al
ser el primer día, la maestra llevó a
clase un bote lleno de chucherías
para dar la bienvenida al nuevo curso
escolar. Uno de los alumnos salió el
primero corriendo hacia los dulces.
Una vez que cogió todas las chuches
que pudo,al intentar sacar la mano, el
cuello del recipiente no le permitió
hacerlo. El niño lloraba y lloraba
amargamente, pero un amigo que
estaba cerca le dijo: -Confórmate con
coger solo la mitad y así podrás sacar
la mano con los dulces.

Moraleja: no seas egoísta, avaricioso y escoge solo aquello que necesites.


Como bien dice el dicho “quien mucho abarca, poco aprieta”.

Esta fábula enseña a los niños a no ser tan egoístas, una cualidad muy
importante a la hora desarrollar su personalidad. En un mundo en donde la
individualidad prevalece, es bueno desde pequeños que lo niños aprendan a
compartir y a ser generosos con sus iguales.
La pulga y el hombre

Un hombre disfruta de un buen


sueño cuando de repente comenzó
a sentir picazón por todo el cuerpo.

Molesto por la situación, buscó por


toda su cama para ver qué era lo
que les estaba causando tanta
molestia. Tras su búsqueda
encontró a una minúscula pulga y
le dijo las siguientes palabras:

– ¿Quién te crees que eres insignificante bicho, para estar picándome por
todo mi cuerpo y no dejarme disfrutar de mi merecido descanso?

– Contestó la pulga: Discúlpeme señor, no fue mi intención molestarlo de


ninguna manera; le pido por favor que me deje seguir viviendo, ya que por
mi pequeño tamaño no creo que lo pueda molestar mucho. El hombre
riéndose de las ocurrencias de la pulga, le dijo:

– Lo siento pequeña pulga, pero no puedo hacer otra cosa que acabar con tu
vida para siempre, ya que no tengo ningún motivo para seguir aguantando
tus picaduras, no importa si es grande o pequeño que pueda ser el prejuicio
que me causes.

Moraleja: nos enseña a que todo aquel que le hace daño a otra persona,
debe estar dispuesto a afrontar las consecuencias. Ya que cuando uno
molesta, agrede u ofende a otros compañeros, debe saber que sus actos irán
seguidos de unas consecuencias.
El conejo y el cerdo

Había una vez en un colegio un


conejo muy presumido que todos
los días llevaba sus zapatitos muy
limpios, relucientes, brillantes.

En su misma clase también


estaba el cerdito Peny, que tenía
mucha envidia al conejo por sus
zapatos.

Pero el cerdito al vivir en una charca de barro sabía que nunca conseguiría
tener unos zapatos como los de su amigo conejo.

Todos los días limpiaba y limpiaba, pero nada seguían igual de sucios.

Un día jugando en el recreo tenía que hacer una carrera para ver quien era
el más veloz. El cerdito asustado, no sabía que hacer, ya que sus zapatillas
no eran como las de su amigo.

El día de la carrera, el cerdito Peny no se lo pensó, y salió corriendo a la par


que el conejo. Mientras corría, solo pensaba en ser el ganador y no rendirse
nunca, tal y como le decía su madre.

Al llegar a la meta, todos se quedaron asombrados por la rapidez del cerdito


Peny, no entendían como podía haberle ganado al conejo y sus
superzapatillas.

Moraleja: da igual el zapato que lleves, el esfuerzo por conseguir una meta
que te propongas no está en los zapatos sino en ti. Debes ser feliz con lo que
tienes, sentirte a gusto contigo mismo y confiar en ti.
Familia de hormigas

Había una vez una familia de hormigas formada por


la madre, el padre y su dos hijitas.

Pronto se acercaba el invierno, así que toda la


familia salió en busca de comida ya que si no morirían.

Paseando por el prado, se encontraron con otra hormiga, pero esta no era
de su misma especie, ya que era de color rojo y le faltaban dos patitas.
Angustiada, la hormiga roja les pidió ayuda para que la llevasen hasta su
casa, ya que podría morir enterrada por la nieve.

La madre hormiga rotundamente dijo que no, ya que no pertenecía a su


especie y si se enteraba el resto de hormigas negras podrían echarle del
prado. Así que la familia siguió su camino, pero una de las hijas no pudo
aguantar y se dio la vuelta para ayudar a la hormiga roja, aun sabiendo que
podrían echarla del prado para siempre.

Una vez llegaron las dos a la casa de las hormigas rojas, estas sorprendidas
por la solidaridad de la hormiga negra, le regalaron toda la comida que
tenían.

Gracias a esta recompensa, la familia de la hormiga negra pudo sobrevivir


todo el invierno gracias a la familia de hormigas rojas.

Moraleja: hay que ayudar a los demás cuando lo necesiten, ya que algún
día también nosotros podemos necesitar esa ayuda.

También nos enseña a que no hay que prejuzgar ni discriminar a otros por
su raza o por su condición fisica, algo muy importante en la vida, ya que
tenemos que educar a nuestros hijos en la tolerancia y el respeto a la
diversidad.
El pájaro ruiseñor

Era un pájaro ruiseñor muy alegre y divertido. Siempre andaba cantando


pero era muy muy despistado.

Una noche cenando con su madre, esta le dijo que no debía cantar hasta mas
tarde ya que los cazadores pasarían a esa hora y si estos les oían podrían
matarle.

A la mañana siguiente como todos los días, el pájaro comenzaba a cantar


para así atraer a sus presas. Olvidando lo que le dijo su madre, los cazadores
le oyeron y se pusieron a disparar.

Afortunadamente al pájaro le dio tiempo a esconderse, ya que oyó el canto


de su madre avisando de que estaban los cazadores en la zona

Moraleja: hay que estar muy atentos y escuchar a nuestros padres cuando
nos hablen, ya que un descuido nos puede salir caro.
El gato y el ratón

Cat Garage Drawing Comic Image Mouse


Una vez, un gato muy hambriento vio entrar a su
casa a un ratoncito. El felino, con muchas intenciones
de agarrarlo y luego comérselo, se acercó a la
ratonera para decirle:
– ¡Qué guapo y lindo estás ratoncito! Ven conmigo,
pequeñito, ven… dijo con dulce voz el gato.
La mamá del ratoncito escuchó las intenciones que tenía el hábil gato y le advirtió
a su hijo diciendo:
– No vayas hijito, tú no conoces los trucos de ese bribón.
El gato insistente le dijo nuevamente al ratón:
– Ven, pequeñito ven. ¡Mira este queso y estas nueces! ¡Todo eso será para ti!
El inocente ratoncito le preguntó de nuevo a su madre:
– ¿Voy mamá?… ¿voy?
– No hijito, ni se te ocurra ir, sé obediente, le dijo nuevamente su madre.
El gato nuevamente volvió a engañarlo diciendo:
– Ven, te daré este sabroso bizcocho y muchas cosas más…
– Puedo ir mamá, por favor te lo suplico – dijo el ratoncito.
– ¡Que no, tontuelo! No vayas. – Insistió la mamá ratona.
-No me hará nada mamá. Sólo quiero probar un pedacito… – dijo por última vez
el ratoncito, y sin que su madre pudiera detenerlo, salió rápidamente de su
agujero.
A los pocos instantes, se oyeron unos gritos que decían:
– ¡Socorro, mamá, socorro! ¡Me come el gato!
La mamá ratona no pudo hacer nada para salvar a su ratoncito que murió
devorado por el gato.
Moraleja: esta fábula nos enseña que debemos obedecer a nuestros padres y
respetar sus decisiones, ya que ellos siempre querrán lo mejor para nosotros y
el no hacerles caso nos puede pasar factura como al ratoncito de la historia.
El ciervo y el cervatillo

Esta fábula trata sobre dos ciervos, uno joven y otro


más mayor.

Ambos querían quedarse a vivir en el monte ya que


tenia alimentos para todo el año, pero esto solo
podía ser posible si ambos luchaban, ya que solo
había provisiones para uno. El cervatillo joven tenía
muy claro que ganaría, ya que era más veloz y mas
rápido que el ciervo anciano.

A la mañana siguiente cuando se encontraron para luchar, el ciervo anciano


le propuso que se marchara, ya que sabía perfectamente que el iba a ser el
ganador. El cervatillo tozudo y enfadado se dispuso a luchar hasta que fue
perdiendo poco a poco sus cuernos.

Sorprendido de que el ciervo anciano le ganara, preguntó:

-¿Como lo has hecho?, no puede ser, si yo soy más. joven y más veloz que
tú.

A lo que respondió el anciano:

-mira mis cuernos y tendrás la respuesta.

El cervatillo sorprendido se dió cuenta de que los cuernos estaban intactos,


eran mucho más fuertes y robustos que los suyos.

Moraleja: debemos respetar a las personas mayores, ya que el ser una


persona mayor no quiere decir que sean patosos o lentos, sino todo lo
contrario, ya que nos pueden enseñar muchas cosas que aún no sabemos.
El mono y el delfín

Había una vez un marinero que se comprometió a


realizar un viaje muy largo. Para hacer más
entretenida la travesía, se llevó con él a un mono
para divertirse durante la larga travesía.
Cuando estaban cerca de la costa de Grecia, una
muy ruidosa y violenta tempestad se levantó e hizo
naufragar a la débil nave. Su tripulación, el
marinero y su mono tuvieron que nadar para así
poder salvar sus vidas.

Mientras tanto, el mono que luchaba contra las olas, fue visto por un delfín;
el cual creyendo que era un hombre, fue a salvarlo deslizándose debajo él y
transportándolo hacia la costa.

Cuando estaban llegando al puerto, el delfín le preguntó al mono:

– Mono ¿eres ateniense (nacido en Atenas)?, y él mono por darse de muy


presumido y mentiroso, le respondió:

– Sí, y tengo también parientes muy importantes viviendo allí –

El delfín le preguntó de nuevo si conocía el Pireo (el famoso puerto de


Atenas). El mono creyendo entonces que se trataba de un hombre, le
contestó que no solo lo conocía, sino que también era uno de sus mejores
amigos. El delfín indignado por tantas mentiras que el mono decía, dio media
vuelta y lo devolvió a alta mar.

Moraleja: las propias mentiras del mentiroso son las que se encargan de
revelar la verdad en un pequeño descuido. Las mentiras tienen las patas muy
cortas, por tanto siempre saldrá a la luz la verdad.
El Astrónomo

En un país muy lejano, donde la


ciencia es muy importante para sus
habitantes, había un anciano
astrónomo al que le gustaba
realizar el mismo recorrido todas
las noches para observar las
estrellas.

Un día, uno de sus viejos colegas le dijo que había aparecido un extraño astro
en el cielo, el anciano salió de la ciudad para poder verlo con sus propios
ojos. Tan emocionado estaba el astrónomo mirando al cielo, que no se dio
cuenta que a pocos pasos de él había un agujero. Cuando se cayó al agujero
comenzó a gritar pidiendo ayuda.

Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para
ver lo que sucedía. Informado de lo que había ocurrido, le dijo al anciano:

-Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas
por un lugar que desconoces, tienes que estar muy atento por donde caminas
ya que te puedes encontrar con cualquier cosa en el suelo.

Moraleja: antes de lanzarse a la aventura o ir por sitios desconocidos, hay


que conocer muy bien el lugar por el que se transita y ser precavidos.
El asno, el perro y el lobo

Caminaban muy despacio y agotados por el sol un


asno, con su carga de pan, y su amo seguido por
su perro. Es así que llegaron a una pradera verde
donde el amo cansado y agotado por la caminata
realizada, echó a dormir bajo la sombra de un
árbol. El asno se fue a comer algo de pasto que
había en la pradera cuando de pronto el perro,
que también estaba muy cansado y hambriento, le
dijo:
– Estimado asno, yo también tengo hambre, ¿Me
darías un poco de pan que hay en la cesta que llevas encima por favor?

A lo que el asno le respondió:

– Mejor ¿Por qué no esperas un rato más hasta que despierte el Amo y te dé
el mismo de comer?

El perro, al escuchar la respuesta del asno, se dirigió a otro lado de la


pradera. Es entonces que, mientras que el asno seguía comiendo su pasto,
apareció un hambriento lobo que se abalanzó de inmediato sobre el asno
para devorarlo. Sorprendido, gritó ayuda al perro:

– ¡Socorro! ¡Sálvame amigo perro!

El perro, respondió:

-Mejor, ¿Por qué no esperas un poco más hasta que despierte el amo y te
salve?

Moraleja: hay que ofrecer nuestra ayuda a los demás siempre y cuando la
necesiten si no queremos que nos pase lo mismo que al asno. Hay que educar
a nuestros hijos para que sean personas solidarias y compartan con el resto
de sus iguales.
El cuervo y los pájaros
Un día el dios Júpiter citó a todos
los pájaros a una reunión para
elegir como Rey al más hermoso
de todos. Los pájaros, muy
halagados ante esta gran
oportunidad, de inmediato fueron
a las aguas del gran río para
lavarse y acicalarse para estar
presentables.
El cuervo, dándose cuenta de su
fealdad, se le ocurrió un plan que
consistía en recoger las plumas que
los pájaros dejaban caer al
acicalarse, para luego pegarlas a su
cuerpo. Es así que el cuervo pasó
varias horas colocándose las plumas para ser el más bello de los pájaros.

Entonces llegó el día esperado y todas las aves acudieron a la cita, entre ellos
el cuervo, que destacó al instante por sus plumas multicolor. Júpiter al verlo,
decidió coronar al cuervo por su gran belleza, pero los pájaros se sintieron
muy indignados por haber elegido al cuervo.

Sin embargo, el cuervo pronto perdió sus plumas, sintiendose avergonzado


ya que volvía a ser el mismo que era en realidad.

Moraleja: no tenemos que aparentar lo que no somos y no debemos por


que sentirnos inferiores por nuestro físico o aptitudes, ya que cada persona
es única y diferente, con sus virtudes y sus defectos.

Debemos querernos tal y como somos, ya que solo así nos querrán los
demás.
El viejo perro cazador

Hace muchos años, vivía un viejo perro


de caza, cuya avanzada edad le había
hecho perder gran parte de las
facultades, como ser más fuerte o
veloz.

Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se


topó con un hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño. Poniendo
en ello todo su empeño, consiguió morderle una oreja, pero como su boca
ya no era la de siempre, el animal consiguió escaparse.

Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando


únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado escapar a la
pieza, comenzó a regañarle muy duramente.

El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:

-Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal
por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero
por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las
mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo,
alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.

Moraleja: nos viene a decir que debemos ser respetuosos con nuestros
mayores, ya que hicieron lo posible porque nuestra familia tuviera una vida
feliz.
El perro y el reflejo

Había una vez un perro, que estaba cruzando un lago. Al hacerlo, llevaba una
presa bastante grande en su boca. Mientras lo cruzaba, se vio a si mismo en
el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro y viendo el enorme trozo de
carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela.
Decepcionado quedó cuando, por buscar quitarle la presa al reflejo, perdió la
que el ya tenía. Y peor aún, no pudo obtener la que deseaba.

Moraleja: no hay que envidiar a los demás y debemos ser felices con lo que
somos y con lo que tenemos, ya que como dice el dicho “la avaricia rompe
el saco”. Tenemos que conformarnos con lo que tenemos, y no pedir o exigir
más a nuestros padres, sino queremos que nos pase lo que al perro.
Las ranas y el pantano seco

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por
tanto la abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un
profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:

– Amiga, bajemos las dos a este pozo.

– Pero, y si también se secara el agua de este pozo, – repuso la compañera


-, ¿Cómo crees que subiremos entonces?

Moraleja: Antes de emprender cualquier acción, analiza primero las


consecuencias de ella. Ante un problema, debemos buscar otras alternativas
y reflexionar sobre cuál es la opción buena antes de tomar una decisión de
manera impulsiva que no sea la adecuada.
El labrador y la culebra

Al lado del hogar de un modesto labrador, una culebra había decidido instalar
su nido. Un tarde, el pequeño hijo del labriego, pensando que era uno más
de sus juguetes, agarró al animal de tan mala manera, que este le mordió
en defensa propia. Una mordedura de la que no se pudo recuperar y que su
padre quiso vengar cortándole la cola a la culebra.

Enterado de cómo habían sucedido los hechos, el labrador sintió tal culpa
que fue en busca de la culebra para pedirle perdón y ofrecerle miel, agua,
harina y sal, como muestra de su sincero arrepentimiento. A pesar de la
nobleza de sus intenciones, la culebra no solo no le perdonó, sino que además
se permitió el lujo de decirle:

– Agradezco que quieras venir a intentar remediar el error que cometiste


conmigo, pero no hay ninguna posibilidad de que tú y yo podamos ser
amigos. Mientras que a mí me falte la cola que tú me quitaste y a ti el hijo
que mi veneno te ha arrebatado, seremos incapaces de estar en paz.

Moraleja: es imposible reconciliarse con algún amigo si uno de los dos no


ha perdonado al otro. Con esta fábula aprendemos a que hay que saber pedir
perdón y perdonar cuando tengamos algún debate o discusión con un
compañero. De esta manera se resolverán tranquilamente y pacíficamente
cualquier problema.
El lobo y el perro dormido

Disfrutaba un perro de un merecido descanso en la puerta de su casa, cuando


de repente un veloz lobo se lanzó sobre él con claras intenciones de
devorarlo. Para intentar librarse de tan negro destino, el perro le suplicó con
todas sus fuerzas que lo escuchara, aunque solo fuera una sola vez, antes
de que el lobo cumpliera sus deseos.

Entiendo que desees saciar tu hambre –comenzó diciendo el perro- pero de


un saco de huesos como yo, tu estómago no tardará en volver a sentirse
vacío; si en verdad deseas darte un buen festín, espera a que mis dueños
celebren sus bodas y seguro que me encuentras mucho más apetecible.

Tan convincente era su argumento, que el lobo se marchó tan contento.


Meses después, estaba el perro asomado a una ventana de la casa de su
dueño, cuando volvió el lobo para reclamar lo que tanto tiempo había estado
esperando. Molesto ante la insistencia, el perro contestó:

– ¡Lobo tonto, la próxima vez que aparezcas y yo esté durmiendo en el portal


de mi dueño, no esperes a que se celebren las bodas de mis dueños!

Moraleja: viene a decirnos que si hemos sido capaces de salir airosos de


algún tipo de peligro y si recordamos como lo hicimos, podremos hacerlo en
otras ocasiones.
El zorro, el oso y el león

Habiendo encontrado un león y un oso a un cervatillo, se retaron en combate


a ver cual de los dos se quedaba con la presa.

Un zorro que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el
cervatillo en medio, se apoderó de este y corrió pasando tranquilamente
entre ellos.

Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse,


murmuraron:

-¡Desdichados nosotros! ¡tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo
quedara para el zorro!

Moraleja: por ser egoístas y no querer compartir, podemos perderlo todo.


Las dos amiguitas

Era una vez 2 avestruces


amiguitas que se hicieron tan
pero tan amiguitas que no
podían pasar un día sin la
compañía de la otra, hasta que
cierto día un pequeño desliz
entre ambas puso a prueba su
hermosa amistad:

– Hoy jugaremos a lo que yo quiera – le dijo uno de ellas a la otra.

A lo que la otra contesto:

– Te equivocas eso lo decidiré solo yo.

Y así con tales posturas, ambas se empecinaron en sus caprichos por muchas
horas y sin llegar a un acuerdo. Luego de discutir por un largo rato, las dos
avestruces amigas por fin entraron en razón y una de ella dijo:

-Dejemos los juegos por hoy y encontremos otra manera de llegar a un


acuerdo.

Y diciendo estas palabras ambas acordaron alternarse diariamente y que


cada una decidiese por un día entero que juegos jugar. De esta manera no
hubo más problemas y conflictos y conservaron una linda amistad hasta la
muerte.

Moraleja: hablando tranquilamente se puede llegar a un acuerdo, donde


ambas personas salgan privilegiadas. Debemos educar a nuestros hijos en el
diálogo y la comunicación para resolver los conflictos que le sucedan en la
vida diaria, ya que es la mejor opción para llegar a una acuerdo.
El aceituno y la higuera

El aceituno ridiculizaba a la higuera porque, mientras él era verde todo el


año, la higuera cambiaba sus hojas con las estaciones.

Un día una nevada cayó sobre ellos, y, estando el aceituno lleno de follaje,
la nieve cayó sobre sus hojas y con su peso se quebraron sus ramas,
despojándolo inmediatamente de su belleza y matando al árbol.

Pero al estar la higuera desnuda de hojas, la nieve cayó directamente a la


tierra, y no la perjudicó en absoluto.

Moraleja: No debemos burlarnos de las cualidades ajenas, pues las nuestras


pueden ser inferiores. Debemos ser respetuosos y tolerantes con el resto de
personas.
El zorro y la cabra

Una vez un zorro estaba vagando por la


oscuridad, cuando or desgracia cayó en un
pozo. Intentó salir pero no podía. No tenía
otra alternativa que permanecer allí hasta
la mañana siguiente. Al día siguiente, una
cabra llegó por allí, miró al pozo y vio al
zorro. La cabra preguntó “¿qué estás
haciendo ahí, señor zorro?”

El astuto zorro respondió:

“Vine aquí para beber agua. Es la mejor que he probado en mi vida. Ven y
pruebala por ti misma. Sin pensar ni siquiera por un rato, la cabra saltó al
pozo, apagó su sed y buscó una forma de salir. Pero al igual que el zorro,
también fue incapaz de salir.

Entonces el zorro dijo:

“Tengo una idea. Ponte de pie sobre tus patas traseras. Subiré sobre tu
cabeza y saldré. Entonces yo te ayudaré a salir también”.

La cabra era inocente e hizo lo que el zorro le dijo.

Mientras caminaba, el zorro dijo:

“Si hubieras sido lo suficientemente inteligente, nunca hubieras entrado sin


ver cómo salir”.

Moraleja: Mira ante de saltar. No hagas algo ciegamente sin pensarlo antes.
El huevo de oro

Había una vez un rico comerciante de tela que vivía en un pueblo con su
esposa y sus dos hijos. Tenían una gallina hermosa que ponía un huevo todos
los días. No era un huevo normal, sino un huevo de oro. Sin embargo, el
joven comerciante no estaba satisfecho con lo que solía obtener todos los
días.

Quería conseguir todos los huevos de oro de su gallina en muy poco tiempo.
Por tanto, un día pensó y al fin concluyó en un plan. Decidió matar a la gallina
y juntar todos los huevos.

Al día siguiente, cuando la gallina puso un huevo de oro, el hombre lo cogió,


tomó un cuchillo afilado, cortó su cuello y cortó su cuerpo abierto. No había
nada más que sangre por todas partes y ningún rastro de ningún huevo en
absoluto. Estaba muy triste porque ahora no conseguiría ni siquiera un solo
huevo. Debido a su codicia, comenzó a ser más pobre y finalmente se
convirtió en un mendigo.

Moraleja: Si deseas más, puedes perder todo. Es necesario estar satisfecho


con lo que uno tiene y actuar sin codicia.

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