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La parte externa del conducto auditivo está recubierta por piel similar a la del cuero
cabelludo, posee glándulas ceruminosas y presenta una flora normal o comensal
compuesta por una gran variedad de bacterias, entre las que se incluyen:
estafilococos coagulasa negativa, micrococos, corinebacterias y, con menos
frecuencia, Staphylococcus aureus, bacilos gramnegativos y anaerobios. Los
hongos también se encuentran habitualmente en el oído externo como
colonizadores. La colonización fúngica del conducto auditivo no es permanente y
puede sufrir variaciones en su calidad y cantidad relacionadas con factores
ambientales y hábitos higiénicos3, 4. En determinadas circunstancias, estos hongos
pueden comportarse como patógenos secundarios, especialmente cuando la piel
sufre alteraciones de cualquier tipo, bien por lesiones mecánicas, acumulación
excesiva de cerumen, infecciones bacterianas previas o enfermedades
dermatológicas, dando lugar a un proceso infeccioso conocido como otitis externa
fúngica u otomicosis La frecuencia y proporción de los agentes etiológicos varía
según el área geográfica, pero predominan Candida albicans y Aspergillus niger.
Los fármacos vasodilatadores tienen como función terapéutica la relajación de los
músculos que controlan el tono muscular de los vasos sanguíneos con la finalidad
de incrementar el flujo sanguíneo en su interior. El objetivo del siguiente trabajo es
dar a conocer algunos de los usos de los vasodilatadores pero enfocados
únicamente al tratamiento de ciertas patologías de la especialidad de
otorrinolaringología.
La pérdida de la audición es la alteración sensorial más frecuente en el ser humano.
La audición es imprescindible para adquirir el lenguaje, uno de los más importantes
atributos que nos caracteriza y distingue como humanos, su pérdida no solo puede
tener efectos permanentes en el desarrollo del lenguaje, sino que también puede
alterar el desarrollo intelectual, emocional y social en la infancia. El periodo crítico
para el desarrollo del sistema auditivo y del habla se sitúa entre los 6 meses y los 3
años de edad, es por ello que, aunque se realice el cribado auditivo en el periodo
neonatal, es fundamental que cualquier pérdida auditiva que se desarrolle durante
la infancia sea detectada con el fin de instaurar de forma precoz la rehabilitación
adecuada.
Contenido
Antimicóticos
Actualmente, las infecciones por hongos presentan un importante incremento en
prevalencia y gravedad, debido al aumento de los estados de inmunosupresión,
como ejemplo la diabetes mellitus, es por eso la importancia de hablar de los
antimicóticos y esencialmente su uso en otorrinolaringología.
Los antimicóticos tienen distinto mecanismo de acción; entre ellos tenemos los que
alteran la membrana celular: como la anfotericina B alterando la permeabilidad de
ésta y la muerte celular, además, aumenta la permeabilidad de la membrana para
otros antibióticos como la rifampicina o la flucitosina. Otros antimicóticos con el
mismo mecanismo de acción son la nistatina, griseofulvina, imidazoles
(contraindicados en la porfiria, el embarazo y la lactancia), ketoconazol, miconazol,
triazoles (activos frente a Aspergillus, Candida, Cryptococcus, Blastomyces,
CoccidioideseHistoplasma) fluconazol, itraconazol, terbinafina, naftifina. El principal
antimicótico que actúan en el núcleo celular es la flucitosina
En el ámbito de otorrinolaringología se usan para el tratamiento de otomicosis, la
cual es la infección superficial del oído externo por hongos; en pacientes
inmunosuprimidos está caracterizada por ser causada por candida albicans,
aspergillus fumigatus y aspergillus niger.
Suele ser una infección unilateral, subaguda o crónica con inflamación y exudado,
donde los principales síntomas son: prurito, otalgia, otorrea, sensación de plenitud
ótica, tinnitus e hipoacusia. Estudios previos han encontrado que ocupaciones
relacionadas al campo y el hogar son las más frecuentes en pacientes con
otomicosis y diabetes.
Según el estudio “Otitis externa de origen fúngico” realizado en Hospital General
Dr. Manuel Gea González, en la Ciudad de México, se consideran como factores
favorecedores de la infección: el fallo de los mecanismos defensivos como las
alteraciones del epitelio de revestimiento, cambios del pH del conducto auditivo
externo, modificación cualitativa y cuantitativa del cerumen, ciertos factores
ambientales como el calor o humedad excesivos, microtraumatismos, baños o
inmersiones en agua dulce y de mar, antecedentes de otitis externas bacterianas,
instilación en el oído de sustancias oleosas o tratamiento con antibióticos de amplio
espectro, entre otras.