Vous êtes sur la page 1sur 4

DELINCUENCIA JUVENIL 

La delincuencia ocupa el primer o segundo tema de preocupación


ciudadana en las últimas dos décadas en Chile. ​La ciudadanía tiene
miedo, se siente aislada, poco protegida y además reclama por
la falta de eficacia de la justicia.​ Es por esto que el primer día de
debate televisivo de los candidatos a la presidencia, las preguntas
partieron por el crimen.

Es cierto que la consulta fue muy genérica y abría la oportunidad que


cada candidato responda cosas muy diferentes o generalidades. Es
también cierto que las contra preguntas tampoco se centraron en los
problemas centrales del crimen y, por ende, llevaron a los candidatos a
delinear una agenda flexible con muchas áreas de concordancia al menos
narrativa. Pero ​el debate también mostró algunos problemas en
el entendimiento de la criminalidad.

Primero: ​Para el llamado mundo progresista, la seguridad es un


tema incomodo que muchas veces lleva a fortalecer
instituciones que consideran poco legítimas e incluso
abusadoras.​ Esto se vio claro en las respuestas de ​Claude, Miranda
y Jocelyn-Holt​, que no reconocieron los años de desarrollo en análisis
de políticas públicas en seguridad, que pone énfasis en la idea de
fortalecer el control de inteligencia, implementar y priorizar la
prevención y, sobretodo, apuntar a la rehabilitación.

Para ellos, todo es culpa del sistema que segrega, fragmenta y violenta a
los más pobres, a los más vulnerables y, por ende, es con política social
que se podrá avanzar en una respuesta al problema. ​No sólo esta
mirada es antigua y poco efectiva, sino que desconoce que el
fenómeno criminal hoy, no está dominado por jóvenes
bandidos que caminan por las calles buscando una posible
víctima, sino por bandas organizadas, seriamente vinculadas
con el tráfico de drogas. ​ Drogas que sí impactan con mucha más
ferocidad a los más pobres, que sí precarizan la vida en barrios
pobremente construidos por los gobiernos de la democracia, y que
potencian la presencia de armas y de la violencia como forma de solución
de conflictos.

Segundo: La seguridad como problema de todos puede sonar como a


responsabilidad de nadie, y acá el Estado tiene un rol fundamental que
jugar. ​Las respuestas de ME-O, Bachelet, Sfeir, y en menor
medida Israel, pusieron el acento en la necesidad de una
transformación en la forma como se diseñan las políticas de
seguridad​: fortaleciendo la integralidad de la respuesta, pero también
reconociendo que se requiere una mirada diferente; una que focalice en
los que más necesitan seguridad, porque los más pobres, los más
vulnerables, viven en territorios marcados por la segregación, por la
presencia menos evidente del Estado, por la proliferación de
mecanismos de seguridad privada informal y, por supuesto, por menos
inversión infraestructural que aumentan los espacios oscuros, los lugares
abandonados, los paraderos de micro sin luz, entre otros problemas.

Así el plan cuadrante ya no alcanza, se requiere de una mirada específica


que instale a la mejor policía en aquellos territorios donde el patrullaje a
pie generará mejor relación con el ciudadano y no distancia o
desconfianza. ​Es cierto que en promedio la confianza en la
policía es alta, pero a más vulnerabilidad menor
confianza.​Imposible plantear en un par de minutos propuestas
integrales. La priorización de una o dos medidas hubiera sido
bienvenida, pero también generado nuevas interrogantes. Así por
ejemplo, ¿qué justifica que se aumente la dotación de Carabineros en seis
mil efectivos? como propuso Bachelet, o ¿cómo se hará para enfrentar el
problema de los consumidores problemáticos de drogas que no pueden
ser tratados con sistemas tradicionales? como propuso ME-O. Israel se
centró en la necesidad de descentralizar las políticas de seguridad, pero
no dejó claro cómo, qué tipo de medidas y, sobretodo, qué haría con la
inequidad que esta descentralización podría implicar.

Tercero:​ A la centroderecha le gusta el castigo o la sensación de


mano dura. Así lo dejó entrever Matthei cuando afirmó que su
principal medida era fiscalizar a los jueces para que la
ciudadanía sepa cuál es su desempeño.​ Esto responde a un clamor
ciudadano que califica pésimo el actuar de la justicia, sin duda, pero
desconoce que es muy probable que aquellos casos donde los resultados
son de inocencia del imputado, tengan problemas de recolección de
evidencia, de sustentación de los casos, de propiedad de los castigos
solicitados, entre otros muchos elementos. Peor aún, desconoce
que​Chile es un país de presos, un país con una de las tasas más
altas de encarcelados de la región​, con un sistema en crisis y, por
ende, que empeoramos las condiciones de criminalidad de aquellos a los
que hundimos en el mundo del crimen. Parisi también puso acento en las
cárceles, con una política que más bien es una acción de gobierno
vinculada con mayor inteligencia en el trabajo de gendarmería al interior
de las cárceles.

Todo iba más o menos como se esperaba hasta que la candidata de la


Alianza dijo que se negaba a decir que todos los pobres eran criminales.
Ciertamente asumiendo que eso decían los del primer grupo que
hablaron del sistema, la pobreza y las oportunidades. ​Todos los
estudios demuestran que la pobreza no se vincula con el
aumento del crimen, sin embargo, la desigualdad sí.​ Por ende,
no hay que sorprenderse que siendo un país desigual, la violencia tienda
a incrementarse y a instalarse en el país.

Ahí estuvo la oportunidad de decir que ​con esta distribución de la


riqueza y de los bienes públicos no podremos enfrentar el
problema con seriedad.​ Que el problema no es que la comunas se
nieguen a construir cárceles, sino que las viviendas sociales se
construyen en el medio de la nada. Que con una mejor distribución del
servicio policial podremos garantizar seguridad a los que más lo
necesitan. Que los programas de prevención deben ser serios y no
proyectitos de nueve meses para mostrar, en algunos casos, resultados
efímeros. Que las políticas de seguridad ciudadana deben empoderar a
los alcaldes, que ellos deben ser capaces de definir las intervenciones sin
la tutela del Ministerio del Interior.

OPINIÓN: se habla de la delincuencia juvenil que es un tema o un


problema bastante preocupante, porque debido a ello, hay personas
menores de edad que están incluidos en esta vida, que lo único que hacen
es robar para comer, matar por obtener cosas materiales, debido a que
en familia no tuvieron una buena comunicación.

este tipo de problema afecta demasiado a los que vivimos alrededor de


ellos, ya que no podemos salir demasiado tarde, o no solo por las tardes
tambien de dia, por temor a ser víctimas por parte de ellos, ya que
siempre paran drogándose en esquinas de cada vivienda.

este problema trae muchas consecuencias, lo cual estamos en peligro de


muerte, para ello debemos hacer una sociedad nueva, donde todos
estemos unidos para que el país cambie con esto, tomar medidas para
cambiar en todo aspecto, basta ya de tanta delincuencia.

Vous aimerez peut-être aussi