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INTERNET & SOCIEDAD

El consumo de noticias por


Internet, ¿cámaras de eco?
26 Feb, 2016 - Gonzalo Rivero - @griverorz Twitter Menéame Facebook

Nota del editor (Gonzalo): Tenemos el placer de contar hoy con la colaboración de
Ana S. Cardenal (@ana_cardenal), profesora de la UOC e investigadora principal
del proyecto Opinionet que nos ayuda a entender mejor el debate sobre la atención
selectiva sobre noticias en Internet.

Las tecnologías digitales han multiplicado la oferta de información y con ello nuestras
oportunidades de acceder a más información y más diversa. Pese a ello, en la literatura
académica domina la idea de que las tecnologías digitales no servirán para ensanchar
nuestros horizontes sino para reducirlos. Se asume que los individuos tienen una pre-
ferencia por la información similar y que al aumentar la capacidad de elección y las
posibilidades de personalizar contenidos las tecnologías facilitarán el consumo de no-
ticias de medios ideológicamente afines — lo que en la jerga académica se conoce
como “exposición selectiva”.

En un post reciente, Gonzalo Rivero se hacía eco de esta visión recurriendo a una po-
derosa imagen, popularizada por Sunstein, que ha servido como metáfora a esta profe-
cía: las cámaras de eco. Si como consecuencia de la mayor capacidad de elección y las
posibilidades de personalizar contenidos que ofrecen las tecnologías cabe esperar que
los individuos nos auto-segreguemos asistiremos a formación de cámaras de eco; esto
es, espacios huecos donde rebota el sonido de nuestras propias ideas porque sólo nos
exponemos a medios y personas con ideas afines.

Esta hipótesis – a partir de ahora la hipótesis de las cámaras de eco – sin embargo se
apoya en un par de supuestos discutibles. En primer lugar, se asume que los indivi-
duos tienen una preferencia por la información afín. Pero esta evidencia no es conclu-
yente; trabajos realizados en los años sesenta por eminentes psicólogos no hallaron
pruebas suficientes que apoyaran la preferencia de los individuos por la información
similar. También sabemos por estudios más recientes que bajo ciertas condiciones –
no poco comunes — los individuos prefieren exponerse a puntos de vista diferentes;
esto ocurre cuando se percibe que la exposición a otros puntos de vista aumenta la uti-
lidad, por ejemplo, cuando la información es importante para tomar una decisión co-
rrecta o cuando hay que defender los propios argumentos ante otros. Finalmente, pa-
rece que no existe un paralelismo entre nuestra preferencia por la información afín y
nuestra aversión por la información diferente: sentimos menos rechazo hacia la infor-
mación diferente que amor por la información afín.

Pero incluso si fuera verdad que tenemos una preferencia por exponernos sólo a me-
dios afines, ¿sería esta motivación suficiente para compensar el esfuerzo en vigilancia
que supondría seleccionar sólo la “buena” información? Algunos escépticos piensan
que no. Por otra parte, exponerse sólo a los medios ideológicamente afines supone te-
ner los recursos cognitivos — el conocimiento político — para reconocer ex ante el con-
tenido del mensaje al que nos vamos a exponer. Por ejemplo, un asiduo lector del ABC
sabrá identificar un artículo de este periódico; es decir, sabrá de antemano la posición
ideológica del periódico sobre la realidad que reporta; sin embargo, alguien que nunca
lee este periódico y que no conoce de antemano la marca deberá terminar la lectura de
alguno de sus artículos para reconocer en él una posición contraria a la suya, pero para
entonces ya se habrá expuesto a una nueva lectura de la realidad política. Pues bien,
sabemos que la mayoría de la gente no tiene el conocimiento político para identificar
de antemano el contenido de todos los mensajes. En resumen, no existen evidencias
concluyentes sobre nuestra motivación para exponernos sólo a ideas afines, y aunque
tuviéramos la motivación este sería un supuesto exigente: exponerse sólo a mensajes
afines requiere un nivel de conocimiento político que la mayoría no tiene.

El segundo supuesto sobre el que descansa la hipótesis de las cámaras de eco es que
las tecnologías digitales facilitan la exposición selectiva, al aumentar la capacidad de
elección y las posibilidades de personalización de los contenidos. Sin embargo, hay va-
rias razones para pensar que en lugar de hacernos más selectivos aumentarán nuestra
exposición a la diferencia. En primer lugar, con las tecnologías digitales es mucho más
fácil exponerse a un amplio abanico de puntos de vista. A diferencia del mundo pre-
Internet, hoy no cuesta nada acceder a los contenidos de medios de todo el rango ideo-
lógico. Es verdad que el que nos resulte más fácil acceder a estos contenidos no impli-
ca que lo hagamos. El argumento de las cámaras de eco es precisamente que la gente
aprovechará esta diversidad para ser más selectiva en la información que consume. Sin
embargo, existe una segunda razón: sabemos que la estructura básica de la red – los
hipervínculos – y las redes sociales están modificando el patrón de consumo de noti-
cias. Aumenta el número de gente que ya no accede a la información a través de las
grandes marcas sino que lo hace a través de buscadores, agregadores de noticias y re-
des sociales. Estos nuevos espacios informativos, que alojan titulares de noticias de
medios de muy diversas tendencias y que se caracterizan por ser ideológicamente neu-
trales, modifican el modo en que seleccionamos la información; a través de ellos, se-
leccionamos historias, y no marcas que nos garantizan ciertas interpretaciones de la
realidad. En un trabajo en curso, dentro del proyecto Opinionet, estudiamos cómo
cabe esperar que esta nueva forma de acceder a la información aumente las posibilida-
des de exposición a información diferente, tanto de forma accidental como cuando nos
comportamos como activos buscadores de noticias.

Pero si existen buenas razones para esperar más exposición a la diferencia en Internet,
entonces ¿por qué hay estudios que encuentran que las tecnologías digitales aumentan
la exposición selectiva? Una parte de la respuesta está en la naturaleza de los datos.
Muchos de estos estudios se basan en datos de encuesta donde la exposición a los me-
dios se mide a través de lo que declaran los individuos no a través de lo que hacen, o se
basan en diseños experimentales. Pero sabemos que los individuos tienden a declarar
una exposición mayor a los medios de la que en realidad practican y que sus respues-
tas sobre qué medios visitan con mayor frecuencia están sesgadas por su ideología;
tendemos a mencionar aquellos medios que son cercanos a nuestras posiciones ideoló-
gicas. También sabemos que los experimentos reducen artificialmente el espectro de
elección de los individuos en la vida real. Resumiendo, ninguno de estos diseños cap-
tura de forma convincente la forma en que consumimos información en nuestra vida
diaria, y esto, en parte, explicaría los resultados que obtienen estos estudios.

Precisamente con datos reales de navegación y medidas directas de exposición a los


medios, trabajos recientes encuentran que no estamos expuestos a menos sino a más
diversidad en el consumo de noticias por Internet. En contra pues de lo que vaticina la
hipótesis de las cámaras de eco, no parece que estemos utilizando la tecnología para
estrechar nuestros horizontes sino para ampliarlos. Es posible que como consecuencia
en parte del nuevo entono mediático estemos ante audiencias más fragmentadas pero
no más segregadas, al menos no en lo que concierne al consumo de noticias

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