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Los planificadores estratégicos deben atender esta preocupación “sectorial”, por dos
razones. Primeramente, para que la estrategia rinda frutos, hay que ganar el apoyo de los
exportadores. En segundo lugar, sin una orientación hacia un sector preciso, la estrategia
no podrá ocuparse de los aspectos esenciales de la competitividad que determinan, en
definitiva, el rendimiento de las exportaciones nacionales.
Definir una estrategia de nivel sectorial significa mucho más que detectar oportunidades
de mercado y organizar programas de apoyo. La ‘mejor práctica’ supone profundizar el
análisis y llegar a un público más amplio que el sector exportador.
Por lo tanto, una buena estrategia sectorial orientada a captar mayores ingresos de
exportación debe reflejar las condiciones de mercado, los requisitos de los compradores
y los procesos necesarios para llevar un producto hasta el mercado.
Esta conclusión más bien obvia tiene implicaciones algo menos evidentes. El diseño de
estrategias de nivel sectorial requiere la plena participación del sector privado, que posee
los conocimientos de mercado necesarios para construir modelos de la cadena global de
valor por sectores, suficientemente detallados para un correcto análisis.
Hace 20 años, los pequeños exportadores de Kenya compraban las judías verdes en los
mercados mayoristas o directamente a los campesinos, las embalaban en cajas o sacas y
las enviaban a importadores del Reino Unido, que las vendían en los mercados
mayoristas nacionales a grandes y pequeños comerciantes minoristas.
Ninguno de los nuevos requisitos de la cadena de valor hubiera sido posible de persistir
la dependencia respecto de los pequeños productores y mercados mayoristas. Hoy, el
sector está dominado por unos pocos grandes exportadores, unidos por vínculos de
exclusividad con importadores del Reino Unido cuya actividad está consolidándose
rápidamente. Ya no es prioritario buscar nuevos mercados, sino mejorar la eficacia de las
importaciones.
Según el profesor Humphrey, “la actividad de proveedor del mercado global consiste
cada vez más en fabricar partes de un producto, a menudo siguiendo las especificaciones
del comprador o fijándolas de común acuerdo con éste”. Además, “en casos extremos,
los compradores o negociantes aportan las materias primas, estipulan lo que se debe
producir y la forma de hacerlo, y organizan los medios logísticos. En otros casos, el
comprador señala sus necesidades, evalúa las capacidades de los posibles proveedores y
luego contrata a aquel que le garantice un producto acorde con sus especificaciones”.
Lecciones de estrategia
De este y otros ejemplos de cadena de valor, los exportadores deberían sacar las
siguientes enseñanzas:
Los exportadores pueden conservar o captar más ingresos gracias al análisis de la cadena
de valor, que permite evaluar los fallos de rendimiento, determinar en qué partes de cada
eslabón se puede agregar valor y detectar las necesidades de apoyo empresarial y
modernización. Las empresas pueden concentrarse en uno o más de los siguientes
aspectos:
• Procesos. Aumentar la eficacia y rendimiento de los procesos internos para superar los
procesos de los rivales, tanto al interior de cada eslabón de la cadena (por ejemplo, el
aumento de la rotación de los inventarios o la reducción de los desechos) como entre los
eslabones (por ejemplo, acelerando el procesamiento de la documentación comercial).
• Productos. Introducir nuevos productos o mejorar productos existentes, antes que los
rivales. Esto supone cambiar los procesos de desarrollo de nuevos productos, en cada
eslabón de la cadena de valor y también en el marco de las relaciones entre distintos
eslabones.
• Funciones. Aumentar el valor añadido, cambiando la correlación de actividades
dentro de la empresa (por ejemplo, asumiendo o externalizando la logística o las
funciones de diseño), o desplazando prioridades entre eslabones de la cadena de valor
(por ejemplo, de la fabricación al diseño).
• Cadena. Cambiarse de cadena de valor (por ejemplo, las empresas de Taiwán dejaron
de producir radiotransistores para fabricar calculadoras, televisores, pantallas y
computadoras portátiles, y ahora teléfonos móviles WAP).
Un instrumento de desarrollo
“El debate sobre la globalización tiende a polarizarse en dos extremos: o es buena para
los pobres o es perjudicial para los pobres”, dice Mike Morris, de la Universidad de
Natal, en Sudáfrica. “Esta perspectiva es demasiado simplista. Lo que importa no es si la
globalización es en sí buena o mala, sino cómo los productores y los países se insertan en
la economía global. La cuestión esencial no es si se participa o no en los mercados
globales, sino cómo hacerlo para conseguir un crecimiento sostenido del ingreso.”
Contribuyeron Ian Sayers, Natalie Domeisen y Brian Barclay, del CCI, y el Consultor
Peter Hulm.
Para saber más sobre el análisis de la cadena de valor, véase el sitio web del Foro
Ejecutivo (http://www.intracen.org/execforum) y el Secrets of Strategy Template, del
CCI.
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